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| Siempre triunfantes en Jesucristo | 2004-07-03 | 2 | Ciudad Juárez | Chihuahua | MX | 00:49:27 | false | true |
Muy buenas tardes, ministros, compañeros en el Cuerpo Místico de Jesucristo, nuestro Salvador; es una bendición muy grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final.
Para lo cual leemos en la carta de San Pablo a los Corintios, Segunda de Corintios, capítulo 2 versos 14 al 17, donde dice:
“Mas a Dios gracias, el cual nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús, y por medio de nosotros manifiesta en todo lugar el olor de su conocimiento.
Porque para Dios somos grato olor de Cristo en los que se salvan, y en los que se pierden;
a éstos ciertamente olor de muerte para muerte, y a aquéllos olor de vida para vida. Y para estas cosas, ¿quién es suficiente?
Pues no somos como muchos, que medran falsificando la palabra de Dios, sino que con sinceridad, como de parte de Dios, y delante de Dios, hablamos en Cristo.”
Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.
Nuestro tema es: “SIEMPRE TRIUNFANTES EN JESUCRISTO.”
Dios nos da la victoria siempre por medio de Jesucristo nuestro Salvador. Así como Dios por medio de Cristo, el Ángel del Pacto, le dio la victoria al pueblo hebreo libertándolos a través del profeta Moisés, en el cual estaba Dios manifestado por medio de Su Ángel, el Ángel de Jehová en y a través del profeta Moisés.
El profeta Moisés de sí mismo no hizo nada, fue Dios por medio de Su Ángel, el Ángel de Jehová, que es Cristo en Su cuerpo angelical, que Dios libertó al pueblo hebreo y los llevó a la tierra prometida. El pueblo hebreo tenía un sacrificio por el pecado, tenía un Profeta, y tenía la Columna de Fuego que les acompañaba.
Por tanto, el pueblo que iba triunfante, iba en victoria porque Dios estaba con el. El rey Josafat en Segunda de Crónicas, capítulo 20, verso 20, dice:
“Y cuando se levantaron por la mañana salieron al desierto de Tecoa. Y mientras ellos salían, Josafat, estando en pie, dijo: Oídme, Judá y moradores de Jerusalén. Creed en Jehová vuestro Dios y estaréis seguros; creed a sus profetas, y seréis prosperados.”
Porque por medio de los Profetas es que Dios se manifiesta, y revela Su Palabra a Su Pueblo y guía a Su Pueblo, Dios por medio de Su Espíritu Santo a través de los Profetas y habla a través de los Profetas.
Zacarías capítulo 7, verso 11 al 12 dice, hablando de los que no quisieron escuchar la Voz de Dios por medio de los Profetas, dice:
“Pero no quisieron escuchar, antes volvieron la espalda, y taparon sus oídos para no oír;
y pusieron su corazón como diamante, para no oír la ley ni las palabras que Jehová de los ejércitos enviaba por su Espíritu, por medio de los profetas primeros; vino, por tanto, gran enojo de parte de Jehová de los ejércitos.”
Aquí podemos ver que Dios le hablaba al pueblo hebreo por medio de Su Espíritu Santo a través de los Profetas, o sea, que era Dios por medio de Cristo, el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, manifestado en los Profetas y hablando a través de los Profetas.
Por eso nos dice San Pablo en Hebreos capítulo 1, verso 1 en adelante de la siguiente manera:
“Dios habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas,
en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo;
el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas.”
Ahora vean, el mismo Dios que por medio de Su Espíritu, por medio de Su Ángel, el Ángel de Jehová, que es Cristo en Su Cuerpo Angelical, había hablado por medio de los profetas, ahora, habló por medio de Jesús, habló en Su propio cuerpo de carne que Él se creó para Sí mismo, para aparecer en la Tierra, en el cumplimiento de la Primera Venida de Cristo.
La Primera Venida del Ángel del Pacto en carne humana en medio del pueblo hebreo, para llevar a cabo la Obra de Redención. Y ahí es donde Dios obtiene un cuerpo propio para Sí mismo. Es un cuerpo físico de nuestro amado Señor Jesucristo, el cual Dios ya glorificó. Por lo tanto, ése es el cuerpo físico de Dios y ya está glorificado el cuerpo de nuestro amado Señor Jesucristo. En Primera de Pedro capítulo 1, verso 10 en adelante dice:
“Los profetas que profetizaron de la gracia destinada a vosotros, inquirieron y diligentemente indagaron acerca de esta salvación,
escudriñando qué persona y qué tiempo indicaba el Espíritu de Cristo que estaba en ellos, el cual anunciaba de antemano los sufrimientos de Cristo, y las glorias que vendrían tras ellos.”
Ahora vean, era el Espíritu de Cristo el que estaba en los profetas del Antiguo Testamento, el cual estaba anunciando de antemano los sufrimientos que le vendrían a Cristo, al Mesías, cuando apareciera en carne humana. Y cuando apareció en carne humana y fue conocido por el nombre de Jesús, vinieron todos esos sufrimientos que estaban ya profetizados por el mismo Espíritu de Jesucristo que estaba en los profetas del Antiguo Testamento, y luego vino en el cuerpo de carne que Él se creó para sí mismo; porque fue el Espíritu Santo el que hizo sombra sobre la virgen María y concibió la virgen María y luego nació en Belén de Judea, el niño que había sido concebido. Fue el Arcángel Gabriel el que le dijo a la virgen María que el Espíritu Santo vendría y haría sombra sobre ella y concebiría en su vientre y daría a luz un hijo.
Ahora, hemos visto que hay un misterio grande aquí. El cuerpo angelical de Dios, que es Cristo en Su cuerpo angelical llamado el Ángel del Pacto, salió de Dios.
Y ahora, el cuerpo físico de Dios, llamado Jesús, sale de Dios, a través de Su Espíritu, a través de Cristo, el Ángel del Pacto, a través del Ángel de Jehová, a través de Cristo, el Ángel de Jehová, el Espíritu Santo, surge el cuerpo de carne que Él mismo creó en el vientre de la virgen María, cuando creó ahí una célula de vida, para que así se multiplicara célula sobre célula y se formara el cuerpo que nacería a través de la virgen María, al cual le pondrían por nombre Jesús y el cual sería el Hijo de Dios, porque el Arcángel Gabriel dijo que sería llamado: Hijo de Dios.
Ahora, podemos ver que esto un misterio grande, pero es sencillo. “Grande es el misterio de la piedad. Dios fue, ha sido manifestado en carne.” Dice Primera de Timoteo, capítulo 3, verso 16, así dice San Pablo. Y en Colosenses, capítulo 2, dice San Pablo en el verso 2 y 3:
“Para que sean consolados sus corazones, unidos en amor, hasta alcanzar todas las riquezas de pleno entendimiento, a fin de conocer el misterio de Dios el padre, y de Cristo,
en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento.”
Ahora, el misterio del Dios, el Padre, y de Cristo, vean que sencillo es: De Dios, el Padre, que es el alma eterna viviente, salió Su cuerpo angelical, llamado: El Ángel del Pacto o Ángel de Jehová, y llamado también el Verbo que era con Dios y era Dios, a través del cual Dios creó todas las cosas, y el cual es Cristo en Su cuerpo angelical, llamado también el Ángel de Jehová. Y luego del Ángel de Jehová salió toda la Creación; del Verbo, que es el Ángel de Jehová, salió toda la Creación; porque Dios creó a través de Cristo, el Ángel del Pacto, Dios creó todas las cosas. “En el principio creó Dios los Cielos y la Tierra.” ¿Cómo lo hizo? A través del Verbo, que es Cristo, el Ángel del Pacto, Cristo en Su cuerpo angelical y el cual es llamado también el Espíritu Santo.
Ahora, así como toda la Creación ha surgido de Dios, por medio del Ángel del Pacto, por medio del Verbo que era con Dios y era Dios, por medio del Espíritu Santo, también el cuerpo físico de Jesús, siendo un cuerpo creado por Dios, fue creado por Dios a través de Su Espíritu Santo, a través del Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, en el vientre de la virgen María. Por eso es llamado: Hijo de Dios.
Ahora, estamos viendo: El misterio de Dios el Padre, y de Cristo. Y así es como Dios se hizo carne, se hizo hombre en este mundo terrenal, en esta dimensión terrenal y habitó en medio de la raza humana. “Y aquel Verbo fue hecho carne y habitó entre nosotros y vimos Su gloria, gloria como del unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.” (San Juan, capítulo 1, verso 14).
Por eso Cristo podía decir: “El Padre y Yo una cosa somos.” Y por eso Él podía decir: “Las obras que Yo hago nos las hago de Mí mismo, el Padre que mora en Mí, Él hace las obras.” Y también podía decir: “Las palabras que Yo hablo, no las hablo de Mí mismo, como el Padre me muestra, así Yo hablo a ustedes.” En palabras resumidas, eso es lo que nos muestra Cristo cuando nos habla en San Juan, que es el Evangelio que nos muestra la divinidad manifestada en carne humana en la persona de Jesucristo nuestro Salvador. Él nos muestra todas estas verdades divinas que estaban siendo manifestadas a través de Él.
Vean, en el capítulo 14 de San Juan dice, verso 6 en adelante:
“Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre sino por mí.
Si me conocieseis, también a mi Padre conoceríais; y desde ahora le conocéis, y le habéis visto.
Felipe le dijo: Señor, muéstranos el Padre, y nos basta.
Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos el Padre?
¿No crees que yo soy en el Padre, y el Padre en mí? Las palabras que yo os hablo, no las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre que mora en mí, él hace las obras.
Creedme que yo soy en el Padre, y el Padre en mí; de otra manera, creedme por las mismas obras.”
Ahora vean, eran las Obras de Dios y la Palabra de Dios, lo que procedía de Jesucristo. Él hablaba la Palabra de Dios, no era una palabra humana, sino la Palabra de Dios. Así como cuando usted habla, esas son las palabras suyas, y por consiguiente son las palabras de usted, que es alma viviente. Y usted vive, siendo alma viviente, vive dentro de ese cuerpo de carne que usted tiene.
Por lo tanto, el cuerpo de carne no habla nada de sí mismo, él habla solamente lo que el alma, que está en ese cuerpo de carne, le ordena que haga; es el alma suya hablando a través del velo de carne, del cuerpo físico. Por eso es que cuando la persona muere físicamente, sale del cuerpo y luego el cuerpo es colocado a la vista de las personas, y las personas le pueden decir: “¿Cómo te llamas?” Y el cuerpo no dice nada, ¿por qué? Porque ya el cuerpo y el espíritu de la persona salieron. Pero si la persona está viva, se le pregunta: “¿Cómo te llamas?” Y la persona dice su nombre. Es el que está dentro del cuerpo, el alma de la persona, manifestándose a través de su espíritu, utilizando el cuerpo de carne.
Por lo tanto, pasa del alma al espíritu, y del espíritu al cuerpo, tanto lo que tiene que hablar como lo que tiene que hacer con sus manos, con sus pies, y así por el estilo. Si el alma, que es la persona en realidad, quiere ir a cierto lugar, tiene un medio de transportación, que es su cuerpo físico, para ir físicamente vestido de carne humana al lugar que desea ir, para ahí manifestarse, ya sea hablando o haciendo ciertas cosas; trabajando, si es que va al trabajo; y si va a la iglesia, cantando y escuchando la Palabra de Dios; y así por el estilo.
Ahora, Dios estando en Cristo está ahí Dios manifestado en toda Su plenitud, es la plenitud de la divinidad en carne humana en la persona de Jesús de Nazaret. Y ahí encontramos a Dios como un hombre caminando en medio de Su Pueblo, en medio del pueblo hebreo. Dios en alma, espíritu y cuerpo. Así como usted y yo estamos aquí en la Tierra en alma, espíritu y cuerpo.
¿Vieron el misterio de Dios? El ser humano fue hecho a imagen y semejanza de Dios; por esa causa el ser humano tiene alma, espíritu y cuerpo. Y cuando la persona está viviendo en su cuerpo de carne, la persona está manifestada en toda su plenitud en alma, espíritu y cuerpo. Cuando muere el cuerpo físico, ya quedó solamente la persona en alma y espíritu.
Ahora vean, Dios creó al ser humano a Su imagen y a Su semejanza. La imagen de Dios es el cuerpo angelical, es el espíritu, y por eso el ser humano tiene espíritu. Y la semejanza física de Dios es el cuerpo físico de Jesucristo, y por consiguiente el ser humano tiene un cuerpo físico también. Pero el ser humano es alma viviente.
Lo más grande que existe en la persona es su alma, porque eso es lo que en realidad es la persona: alma viviente. Por lo tanto, lo mayor, lo más grande, es el alma de la persona. Y cuando Cristo habló del Padre dijo: “El Padre mayor es que Yo.” ¿Ve? Porque Dios el Padre, es alma viviente, el alma viviente eterna. Pero ahora estaba vestido de carne humana dentro de ese velo de carne y estaba con su cuerpo angelical dentro de ese velo de carne. Por eso cuando en Malaquías, capítulo 3 se hace la promesa de la Venida del Mesías, y de la venida del precursor del Mesías. Dice: “He aquí yo envío mi mensajero delante de mi.” Vamos a leerlo para que tengamos claro este pasaje tan importante:
“He aquí yo envío mi mensajero, el cual preparará el camino delante de mí (o sea, que el precursor de la Primera Venida de Cristo está siendo enviado por aquél al cual él iba a preparar el camino); y vendrá súbitamente a su templo el Señor a quien vosotros buscáis, y el ángel del pacto, a quien deseáis vosotros. He aquí viene, ha dicho Jehová de los ejércitos.”
¿Quién vendría? El Señor, el Ángel del Pacto. ¿Ven? El Ángel del Pacto vendría al pueblo, el Señor, Dios creador de los Cielos y de la Tierra, vendría con Su cuerpo angelical, dentro de Su Templo de carne llamado: Jesús, y ahí aparecería en medio del pueblo hebreo. Pero estaría presente en esos días Su precursor, el Mensajero que Él enviaría delante de Él para preparar el camino a Su Señor. Por eso cuando Juan el Bautista fue enviado, él dijo: “El que viene después de mi es mayor que yo.” Y también dijo: “Es primero que yo.”
Por lo tanto, el que envió a Juan el bautista fue Jesucristo, pero Jesucristo no estaba todavía con Su cuerpo de carne. Por eso Juan dice que el que viene después de él, aquél al cual él le está preparando el camino, es primero que él y es mayor que él. ¿Por qué? Porque es nada menos que el mismo Dios con Su cuerpo angelical que vendría vestido de un cuerpo de carne humana llamado Jesús.
Ahora, podemos ver la bendición tan grande que tuvo Juan el Bautista, precursor de la Primera Venida de Cristo, al cual Juan le preparó el camino; fue enviado por el Ángel de Jehová en quien estaba Dios manifestado, o sea, Dios manifestado en Su Ángel, el Ángel de Jehová, y envió a Juan el *Bautista para prepararle el camino para esa manifestación de Dios en carne humana, en donde el pueblo vería la Gloria de Dios. Vean, eso está en Isaías, capítulo 40, verso 3 en adelante, dice:
“Voz que clama en el desierto: preparad camino a Jehová; enderezad calzada en la soledad a nuestro Dios.
Todo valle sea alzado, y bájese todo monte y collado; y lo torcido se enderece, y lo áspero se allane.
Y se manifestará la gloria de Jehová, y toda carne juntamente la verá; porque la boca de Jehová ha hablado.”
Y ahora, la promesa es que toda carne va a ver la gloria de Jehová manifestada, pero antes envía a uno clamando en el desierto, el cual fue Juan el Bautista. Por eso cuando le preguntaron: “¿Tú quién eres?” Él dijo: “Yo soy la voz de uno que clama en el desierto.” Ese fue Juan el Bautista conforme a San Mateo, capítulo 3, verso 3; y San Marcos, capítulo 1, verso 3; y San Lucas, capítulo 3, verso 4 al 6; y San Juan, capítulo 1, verso 23.
Por lo tanto, el precursor es enviado por el precursado pero aparece en la tierra primero que el precursado, preparándole el camino. Y eso es un misterio: que el que viene después sea primero que el que aparece primero. El Señor Jesucristo en San Juan, capítulo 8, verso 56 al 58, cuando está hablando con los judíos dice: “Abraham, vuestro padre, deseó ver mi día; y lo vio y se gozó.” Le dicen: “Aún no tienes cincuenta años, ¿y dices que has visto a Abraham?” Cristo les dice: “Antes que Abraham fuese, Yo Soy.”
Y ahora, no solamente era primero que Juan, era primero que Abraham también. Le preguntaban: “¿Eres Tú acaso mayor que Abraham?” Pues miren, es mayor que Abraham y es primero que Abraham y es primero que Adán también, y es primero que toda la Creación, porque Él es el principio de la Creación, y Él es antes que todas las cosas.
Por lo tanto, la persona más grande e importante, tiene un Nombre y Su Nombre es SEÑOR JESUCRISTO. En Él estaba, está y estará la plenitud de Dios, la plenitud de la Divinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo. En palabras más claras: Alma: o sea, Dios, el Alma eterna viviente; Espíritu: el Espíritu Santo, el Ángel de Jehová; y Cuerpo: el cuerpo físico de Jesús, el cual ya está glorificado. Eso es Dios en toda Su plenitud, esa es la plenitud de la Divinidad manifestada en carne humana en la persona de nuestro amado Salvador Jesucristo. Y por eso Cristo dijo: “El Padre y Yo una cosa somos.” Al igual que usted y el alma suya son una misma cosa, porque el cuerpo físico es la vestidura física que tiene su alma. El espíritu que usted tiene es el cuerpo espiritual, una vestidura espiritual de otra dimensión; o sea, que tiene la persona dos cuerpos: el cuerpo espiritual y el cuerpo físico.
Ahora, podemos ver que todo esto es el misterio de Dios el Padre, y de Jesucristo el Hijo de Dios, nuestro Salvador, el cual siempre nos da la victoria; pues Dios por medio de Jesucristo siempre nos da la victoria y por consiguiente siempre somos personas triunfantes en Jesucristo.
“SIEMPRE TRIUNFANTES EN JESUCRISTO,” porque el triunfo lo da Dios por medio de Jesucristo nuestro Salvador.
Y ahora, Cristo está en medio de Su Iglesia, que es el Israel Celestial. El Israel Celestial, la Iglesia del Señor Jesucristo fue reflejada, tipificada en el pueblo hebreo. El pueblo hebreo es el pueblo compuesto por los siervos de Dios descendientes de Abraham; y el pueblo hebreo tenía el sacrificio por el pecado el cual se efectuaba el día del mes séptimo de cada año y tenía un Profeta dispensacional: Moisés, a través del cual Dios los libertó de la esclavitud en Egipto.
Y ahora, el Israel Celestial tiene un Sacrificio por el pecado, el cual es el Sacrificio de Jesucristo en la Cruz del Calvario, y tiene un Profeta Dispensacional, el cual es Jesucristo, a través del cual Dios nos libertó del imperio, del reino de las tinieblas, del reino del diablo, del maligno, el cual fue tipificado en el reino del faraón; y el faraón tipificaba al diablo; y el reino del faraón tipificaba al reino de las tinieblas, al reino del maligno.
Y ahora, Cristo nos ha libertado del reino de las tinieblas, y del poder del diablo, del poder del príncipe de las tinieblas, y nos ha colocado ¿dónde? En Su Reino, el Reino de Luz, el Reino de Dios, el Reino de Jesucristo, el cual se encuentra en una fase espiritual.
Y ese Reino, encontramos que va creciendo, porque la piedra va creciendo para formarse un gran Reino que cubrirá toda la Tierra, y la Piedra es Jesucristo nuestro Salvador. Y ese gran Reino es la Iglesia del Señor Jesucristo.
Los misterios del Reino de los Cielos se cumplen en Iglesia del Señor Jesucristo. Por eso cuando habló Cristo del Reino de los Cielos, habló en la parábola del sembrador, sembrando la buena semilla en diferentes campos, y uno de los campos es la buena tierra que representa los escogidos de Dios, que son los que escuchan la Palabra del Reino y la entienden, y llevan fruto a ciento por uno, a sesenta por uno y a treinta por uno; o sea, unos más y otros menos. Pero todos llevan fruto.
Como en una finca, encontramos que hay árboles que producen fruto y unos están cargados de mucho fruto. Pero hay otros que no tienen tanto fruto, pero tienen fruto; y hay otros que llevan menos fruto. Los de más admiración son los árboles frutales que llevan mucho fruto y buen fruto. Esos son los que oyen la Palabra y la entienden. Esos son la buena tierra. Unos llevan más fruto, otros llevan un poquito menos, y otros llevan un poco menos; pero todos llevan buen fruto.
Cristo dice, o Juan el Bautista dice que el árbol que no lleva buen fruto será cortado y echado al fuego. Dios quiere que todos lleven mucho fruto y sea buen fruto. También en la parábola de la Vid Verdadera, Cristo dijo: “Yo Soy la Vid Verdadera, mi Padre es el Labrador.” También Él dijo que nosotros somos sus ramas, o sea, los pámpanos. “Vosotros sois los pámpanos.”
Él dice también que el pámpano, o sea, las ramas de la planta de uvas, no puede llevar fruto de si mismo. Usted coloca una rama, una rama de la vid de uvas, la corta y la pone fuera, y no puede llevar fruto de sí misma; tiene que estar pegada a ese tronco; y por consiguiente el tronco, y del tronco surge la Iglesia, y a la Iglesia tienen que estar pegadas esas ramas, cada una en su edad, que son las diferentes etapas de la Iglesia, la etapa del tiempo de los Apóstoles, y las siete etapas de las sisete edades de la Iglesia con sus Mensajeros; y como fruto el grupo de los escogidos de ese tiempo; y luego la etapa de la Edad de la Piedra Angular, que es una rama que ha salido del mismo tronco, para llevar el fruto del Día Postrero.
Ahora, encontramos también que en la parábola del trigo y de la cizaña, en donde Cristo habló del Reino de los Cielos, coloca a los hijos del Reino, a los hijos de Dios, como el trigo, y a los hijos del malo, como la cizaña; y muestra que el Hijo del Hombre sembró la buena semilla, o sea los hijos e hijas de Dios, y muestra que la cizaña fue sembrada por el diablo, o sea, los hijos del malo, son producto del maligno, del malo, por eso son los hijos del malo.
También hay otras parábolas donde Cristo nos habla del misterio del Reino de los Cielos.
Ahora, el Reino de Dios está, pero en una fase espiritual, cumpliéndose en la Iglesia del Señor Jesucristo. Por eso Cristo cuando Sus discípulos preguntan: “¿Por qué Tú les hablas a ellos por parábolas?” Cristo les dice: “Porque a vosotros es concedido conocer los misterios del Reino de los Cielos, mas a ellos no es concedido conocer los misterios del Reino de los Cielos. Por eso les hablo por parábolas, para que viendo no vean, y oyendo no entiendan; y crean y se salven.”
Ahora vean, hemos visto los motivos por los cuales Cristo hablaba estos misterios del Reino de los Cielos en parábolas, en donde estaba declarando cosas ocultas desde antes de la fundación.
Y ahora, hemos visto que en estos misterios del Reino de los Cielos están sellados todos los pasos por los cuales pasarían los hijos del Reino de Dios. Pero Cristo nos daría siempre la victoria y estaríamos siempre triunfantes en Jesucristo.
Todo lo que pasaría en la Iglesia del Señor Jesucristo ya fue reflejado en el pueblo hebreo, por lo tanto, ya el tipo y figura de todo lo que sucedería en la Iglesia de Jesucristo, ya lo podemos ver en el Antiguo Testamento en medio del pueblo hebreo. Y eso no puede fallar.
Vean, al final de la Dispensación de la Ley, apareció Juan el Bautista como el Mensajero Séptimo de la Séptima Edad de la Iglesia hebrea bajo la Ley, precursando, preparándole el Camino a uno que vendría después de él, precursando la Primera Venida de Cristo, precursando la Venida del que lo envió, del Ángel de Jehová, el cual vendría en carne humana en medio del pueblo hebreo.
Y ahora, para el Israel Celestial, el Séptimo Ángel Mensajero de la Séptima Edad de la Iglesia, como precursor de la Segunda Venida de Cristo, ya vino y con su Mensaje ha precursado la Segunda Venida de Cristo. Por eso él dice: “Aunque yo no esté presente, este Mensaje introducirá a Cristo en este mundo.” O sea, que el Mensaje precursa la Segunda Venida de Cristo, es el Mensaje el que presenta lo que será la Segunda Venida de Cristo.
Y así como Juan el Bautista, el precursor de la Primera Venida de Cristo fue enviado por aquél al cual él le prepararía el camino, al cual él precursaría. También el precursor de la Segunda Venida de Cristo fue enviado por aquél al cual él le prepararía el camino, por aquél al cual él precursó.
Por lo tanto, será de acuerdo a como ya ha sido hablado. No puede ser de otra forma la Venida del que vendrá después del precursor de la Segunda Venida de Cristo, el Rvdo. William Branham. Tiene que todo cumplirse como él dijo que sería, porque fue el Espíritu de Cristo en él revelando estas cosas y profetizando estas cosas que estarán sucediendo en medio del Israel Celestial. Así como las cosas correspondientes a la Primera Venida de Cristo y el precursor de la Primera Venida de Cristo, ocurrieron ¿dónde? En medio del pueblo hebreo, del Israel terrenal.
Y ahora, el Israel Celestial, la Iglesia del Señor Jesucristo es la que tiene la promesa de la Segunda Venida de Cristo. Esa es una promesa para ser cumplida en medio de los hijos e hijas de Dios, para recibir nosotros la resurrección de los muertos en Cristo (o sea, recibir a los muertos en Cristo, que estarán resucitados); es para la resurrección de los muertos en Cristo y para la transformación de nosotros los que vivimos, en donde obtendremos la victoria en contra de la muerte física; porque Él siempre nos da la victoria. Por eso siempre estamos triunfantes en Jesucristo, nuestro Salvador.
Por lo tanto, continuemos hacia adelante triunfantes en Jesucristo, como individuos, como ministros, y la Iglesia del Señor Jesucristo como Cuerpo Místico de creyentes. Adelante siempre triunfantes en Jesucristo.
Cristo está en medio de Su Iglesia, como la Cabeza de Su Iglesia. Cristo está guiando a Su Iglesia y la está guiando y pasando por las diferentes etapas por las cuales tiene que pasar, y está pasando de victoria en victoria, de triunfo en triunfo, hasta que obtengamos la victoria en contra de la muerte física, cuando seamos transformados.
“SIEMPRE TRIUNFANTES EN JESUCRISTO.”
Ha sido para mí una bendición grande estar con ustedes en esta ocasión, dándoles testimonio de nuestro tema: “SIEMPRE TRIUNFANTES EN JESUCRISTO.”
Que las bendiciones de Cristo, el Ángel del Pacto, sean sobre todos ustedes y sobre mi también; y pronto Cristo complete Su Iglesia, resucite a los muertos creyentes en Él, y nos transforme a nosotros los que vivimos. En el nombre del Señor Jesucristo. Amén y amén.
Bueno, que Dios les continúe bendiciendo a todos, y con nosotros nuevamente el Rvdo. Luis para continuar.
En esta noche tenemos una actividad, ¿verdad? Bueno, ya nos veremos en la próxima actividad los que estén en la próxima actividad que será dentro de algunas horas. Y mañana aquí en la mañana, y después en la tarde, ¿en dónde? Por aquí cerquita. Ya ustedes saben dónde; y aunque yo no sé, pues me llevan y no hay problema. Nos veremos en estas próximas tres actividades, de la cual ya la próxima es en la tarde y mañana las otras dos, en donde esperamos grandes bendiciones de parte de Dios.
Sé que algunos, pues, en esta tarde podrían decir: “¿Faltó algo que fuera abierto para nosotros?” Porque fue abierto el misterio de Dios el Padre, en Cristo, estuvimos hablando de ese misterio ya abierto, y del misterio de Juan el Bautista y el misterio del precursado, y llegamos luego al misterio de Cristo en Su Iglesia, en Espíritu Santo, y luego el misterio de Cristo en Espíritu Santo en el precursor de la Segunda Venida de Cristo. Pero no hablamos, o no abrimos el misterio del precursado por el precursor de la Segunda Venida de Cristo.
Pero todo es tan sencillo, dice el Rvdo. William Branham, que si no vigilamos nos pasará por encima. Dice: “De diez cosas, nueve están cumpliéndose, y si no vigilamos, nos pasarán por encima.” Eso está por ahí por la página 17 del Libro de “Los Sellos,” y otras páginas más que hablan acerca de ese misterio; en la página 472 también, cuando nos habla del Séptimo Sello, mostrándonos que es la Venida del Señor. Y dice que todo será tan sencillo que si no vigilamos nos pasará por encima.
Bueno, ese misterio es el misterio del Séptimo Sello, el misterio por cuya razón hubo silencio en el Cielo, como por media hora. Pero de ese misterio vamos a dejar todo quietecito. Cuando Cristo complete Su Iglesia, nos abrirá completamente ese misterio, y diremos: “Pero tan sencillo que era todo y no lo habíamos comprendido plenamente todavía.” Pero es más sencillo de lo que nos podemos imaginar, pero más grande de lo que también nos podemos imaginar.
Bueno, que Dios les continúe bendiciendo a todos y hasta la tarde Dios mediante. Hasta la próxima actividad.
Que Dios les bendiga y les guarde; y con el permiso (como dice Miguel), me dan permisito para ya retirarme. Y que Dios les bendiga a todos.
“SIEMPRE TRIUNFANTES EN JESUCRISTO.”