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| Toma tu cruz y sígueme | 2004-03-23 | 1 | Santa Cruz de la Sierra | Santa Cruz | BO | 00:00:00 | false |
Muy buenas noches, amados amigos y hermanos presentes; es para mí un privilegio y bendición grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final. Reciban todos saludos de mi esposa Erica, y también los niños reciban saludos de América y de Yahannah Gabriela.
Para esta noche leemos en San Mateo, capítulo 16, versos 24 al 28, donde nos dice la Escritura:
“Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame.
Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará.
Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?
Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras.
De cierto os digo que hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte, hasta que hayan visto al Hijo del Hombre viniendo en su reino.”
Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.
Nuestro tema es: “TOMA TU CRUZ Y SÍGUEME.” Dijo nuestro amado Señor Jesucristo.
Nuestro amado Señor Jesucristo para poder quitar los pecados del ser humano tuvo que morir en la Cruz del Calvario; cruz que le asignaron a Él para cargarla y ser crucificado en ella, y ahí llevó la maldición del pecado y por el pecado, y así Él quitó la maldición de nosotros, Él llevó nuestro pecado porque Él se hizo pecado por nosotros, y por esa causa Él tuvo que morir.
Escrito está en Romanos, capítulo 6, verso 23, dice el Apóstol San Pablo... podemos comenzar un poquito antes, verso 20 en adelante, dice:
“Porque cuando erais esclavos del pecado, erais libres acerca de la justicia.
¿Pero qué fruto teníais de aquellas cosas de las cuales ahora os avergonzáis? Porque el fin de ellas es muerte.
Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna.
Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.”
Y ahora, la paga del pecado es muerte, pero la dádiva de Dios es Vida eterna en Cristo Jesús, para los creyentes en Cristo que han recibido a Cristo, la dádiva de Dios es Vida eterna, lo que hemos recibido.
El ser humano cuando pecó perdió la bendición de la gloria de Dios. En Romanos, capítulo 3, verso 23 lo dice San Pablo cuando dice:
“Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios.”
El ser humano, representados todos los seres humanos en Adán, cuando Adán pecó, todos pecaron porque él es el representante de la raza humana, él fue el primer hombre que Dios colocó en la Tierra, así como cuando una persona o cuando un grano de trigo que va a ser la semilla de la cual van a sacar muchos granos de trigo, una planta de trigo con muchos granos de trigo. Si ese grano de trigo tiene alguna plaga, alguna enfermedad, la planta de trigo que nace de ese grano trigo, nace ya con esa plaga, con esa enfermedad, y por consiguiente el fruto todos los granos de trigo van aparecer con ese problema, con esa plaga, con esa enfermedad. Y así sucedió con Adán cuando Adán fue contaminado con el pecado.
Encontramos que toda la raza descendiente de Adán y Eva ha venido contaminada con la plaga del pecado. Pero ahora tenemos un Segundo Adán para una Nueva Raza con Vida eterna en la cual no estará la plaga del pecado, porque es una Raza que nacerá, obtendrá un nacimiento celestial; o sea, que no será una raza que nacerá por medio de carne y sangre, sino una raza que obtendrá el nuevo nacimiento por medio del Agua y del Espíritu como dijo Cristo a Nicodemo cuando le dijo: “De cierto, de cierto te digo, que el que no nazca de nuevo no puede ver el Reino de Dios (o sea, no lo puede entender).”
Nicodemo le dice, le pregunta: “¿Cómo puede hacerse esto? ¿Puede el hombre ya siendo viejo entrar en el vientre de su madre y nacer?” Cristo le dice: “De cierto, de cierto te digo, que el no nazca del Agua y del Espíritu, no puede entrar en el Reino de Dios.” No puede entrar al Reino de Dios el que no nazca del Agua y del Espíritu ha dicho Cristo. Por lo tanto es un requisito nacer de nuevo, nacer del Agua, o sea, escuchar la predicación del Evangelio de Cristo, y creer de todo corazón, ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, Cristo perdona los pecados de la persona arrepentida, y lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego, y así la persona ha nacido del Agua, del Evangelio de Cristo, y del Espíritu Santo, del Espíritu de Cristo, ha obtenido el nuevo nacimiento y ha nacido en el Reino de Cristo, ha entrado al Reino de Cristo, ha nacido a una nueva vida y en una nueva vida en y a la Vida eterna.
Así como el requisito para nacer en esta Tierra, o para vivir, aparecer en esta Tierra es naciendo, hay que nacer; usted y yo nacimos de nuestros padres terrenales para poder estar manifestados en esta vida terrenal, y recibimos vida, pero esta vida no es eterna, es una vida temporal.
Pero esta vida temporal es una bendición para todos nosotros, porque nos da la oportunidad de hacer contacto con Cristo recibiéndolo como nuestro Salvador y así recibiendo el perdón de nuestros pecados, siendo bautizados en agua en Su Nombre, y recibiendo Su Espíritu Santo y así obteniendo una nueva vida: la Vida eterna.
Por lo tanto, así como es un requisito nacer de nuestros padres para nacer, para aparecer en esta vida, es un requisito nacer de nuevo del Agua y del Espíritu para aparecer en la Vida eterna; o sea, que la persona que nace de nuevo nace a una nueva vida, nace a la Vida eterna, y nace en un nuevo Reino: el Reino de nuestro amado Señor Jesucristo, que es el Reino de Dios.
Cuando nacimos en esta Tierra, nacimos en el reino terrenal que pertenece al reino de las tinieblas, pertenece al maligno, el cual le arrebató a Adán la bendición del reino, y por consiguiente hizo esclavo a Adán y a Eva y a toda la descendencia de Adán y Eva.
Pero ahora Cristo, el Segundo Adán, nos ha libertado de la esclavitud, Él es el que nos ha libertado del reino de las tinieblas y nos ha colocado en Su Reino eterno. Vean, en Colosenses, capítulo 1, nos habla San Pablo en el verso 12 en adelante, dice:
“Con gozo dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz;
el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo.”
Y ahora, en el Reino de Jesucristo el Hijo de Dios tenemos Vida eterna; ya en nuestra alma tenemos Vida eterna, y nos ha dado un cuerpo angelical eterno, un cuerpo angelical parecido a nuestro cuerpo físico pero joven y eterno, un cuerpo angelical como el cuerpo angelical de Jesucristo nuestro Salvador, el cual en el Antiguo Testamento es llamado el Ángel de Jehová. Pero luego se hizo carne y habitó en medio del pueblo hebreo como un hombre y fue llamado Jesús.
Ahora, Dios antes de tener ese cuerpo físico de carne llamado Jesús a través del cual se manifestó, tenía Su cuerpo angelical llamado el Ángel de Jehová, el cual es el mismo Cristo en Su cuerpo angelical. Primero en cuanto a la Vida eterna, primero se tiene que tener el cuerpo angelical y después el cuerpo físico eterno.
Ahora, encontramos que Cristo tuvo Su cuerpo angelical primero, y después Su cuerpo físico; por eso Cristo podía decir: “Antes que Abraham fuese, Yo Soy.” Y podía decir: “Abraham deseó ver mi día, lo vio y se gozó.” Le dijeron: “Aún no tienes 50 años ¿y dices que has visto a Abraham?” Cristo dijo: “Antes que Abraham fuese, Yo Soy.” San Juan, capítulo 8, verso 56 al 58.
¿Cómo era Cristo antes que Abraham? Cristo era nada menos que el Ángel de Jehová, el Ángel del Pacto, el cual le hablaba a Adán y el cual le hablaba a los diferentes Profetas, incluyendo a Abraham al cual le apareció en cuerpo angelical en algunas ocasiones, como cuando le apareció como Melquisedec Rey de Salem, Rey de Paz y Rey de Justicia y Sacerdote del Dios Altísimo, y también... eso fue en el capítulo 14 del Génesis, y en el capítulo 18 del Génesis le apareció como Elohim con Sus Arcángeles Gabriel y Miguel en cuerpos físicos los cuales creó Dios, y en ellos aparecieron Gabriel, Miguel y Elohim (Dios), le aparecieron a Abraham y comieron con Abraham.
Ahora, encontramos que también a Jacob le apareció el Ángel de Jehová en diferentes ocasiones, en el capítulo 32, versos 24 al 32, dice que Jacob cuando regresaba de Padán-aram hacia la tierra prometida, hacia la tierra donde él se había criado, dice que se encontró con un Varón durante la noche, y luchó toda la noche con ese Varón, y no soltó a ese Varón, a ese hombre hasta que lo bendijo.
El Varón le decía: “Suéltame porque raya el alba, tengo que irme, suéltame.” Y Jacob le dijo: “Yo no te soltaré hasta que me bendigas.” Y el Varón del Cielo celestial le dice: “¿Cuál es tu nombre?” Jacob le dice: “Jacob.” Él le dice: “No se dirá más tu nombre Jacob, sino Israel, porque has luchado con Dios y con los hombres y has vencido.”
Y ahora, Jacob recibe un cambio de nombre, un nombre nuevo porque luchó y obtuvo la victoria.
Y ahora, encontramos que ese Ángel era nada menos que Jesucristo en Su cuerpo angelical, ese Ángel de Jehová que le apareció también más adelante a Moisés y le dijo: “Yo soy el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob.” Eso está en el capítulo 3 del Éxodo, verso 1 al 16, y también en el capítulo 6, verso 1 en adelante, le dice que no se había identificado con ese nombre que le dio a Moisés, no se había identificado con ese nombre a Abraham y a Isaac y a estos personajes del Antiguo Testamento antes de Moisés.
A Moisés, cuando Moisés quiso saber el nombre le dijo: “Yo Soy el que Soy, y dirás al pueblo: ‘Yo Soy me envió a vosotros.” Yo Soy son cuatro letras, cuatro consonantes las cuales son Y (o sea, la “i,” griega) H W H, en esas cuatro letras está contenido el Nombre de Dios, y Moisés escuchó la pronunciación de ese Nombre. Por lo tanto, en ese Nombre dado a Moisés está el secreto, el misterio del Nombre Eterno de Dios, ahí está todo contenido.
Ahora, encontramos que más adelante le apareció el Ángel de Jehová a Manoa, el día antes le había aparecido a la esposa de Manoa y le había dicho que ella iba a tener un niño, y le dijo todo lo relacionado a ese niño y como criarlo, y luego ella se lo dijo a su esposo, y el esposo de ella (Manoa) le dijo - oró a Dios y le pidió que enviara de nuevo a ese Ángel, a ese Varón, pero Manoa no sabía que ese era el Ángel de Jehová.
Dios escuchó la oración de Manoa y envió nuevamente al Ángel, el Ángel le apareció de nuevo a la esposa de Manoa, la señora Manoa, y ella enseguida fue y le dijo al esposo: “El Varón que me apareció anteriormente, ha vuelto.” Y Manoa salió inmediatamente corriendo a encontrarse con ese Varón, y no sabía que ese Varón, ese hombre de otra dimensión era el Ángel de Jehová.
Y habló con este Varón, con este Ángel y le dice: “¿Tú eres el que le apareció a mi esposa el otro día?” Y el Varón le dice: “Sí.” Le dice: “¿Y le diste la noticia de que íbamos a tener un niño?” – “Sí.” – “¿Cómo hemos de criar a ese niño?” Él le dice: “Conforme a todo lo que yo le dije a tu esposa, a ella.” Y le repitió también a él, y le dijo Manoa: “¿Cuál es tu Nombre para que cuando se cumpla lo que tu has dicho te honremos.” Y el Ángel de Jehová le dijo: “¿Por qué preguntas por mi Nombre que es admirable?”
Manoa le dice: “Permíteme sacrificarte u ofrecerte un cabrito, o sea, para que comas.” Por cuanto en los cuerpos angelicales no se come, el Ángel le dice: “Yo no comeré de tu pan aunque me detengas, o sea, aunque tú desees que yo me quede unos minutos más, o una hora más o algunas horas más y yo te conceda esa petición, aún con todo y eso no voy a comer de tu pan, no voy a comer la comida que tú deseas preparar.”
Manoa pensó que como Abraham le ofreció a Dios, a Elohim y Sus Arcángeles Gabriel y Miguel una ternera, un becerro tierno, y Elohim lo aceptó y comieron con Abraham, pensó que le iba a ser concedida la petición de prepararle un cabrito y que iba a comer esa comida el Varón que le estaba apareciendo a Manoa y a su esposa.
Pero el Ángel le dijo: “No, pero si tu deseas ofrecer un holocausto, un sacrificio, ofrécelo a Dios.” Y así hizo Manoa y el Ángel estaba allí presente viendo todo, lo ofreció a Dios ese sacrificio; y mientras estaba siendo ofrecido a Dios el fuego que estaba consumiendo el sacrificio subía y ahí el Ángel vino, entró al fuego y subió, se fue.
Y entonces Manoa supo que ese era el Ángel de Jehová, y dijo a su esposa: “Hemos de morir porque hemos visto a Dios cara a cara.” Aunque vieron a Dios, no estaban viendo a Dios porque Dios estaba dentro del Ángel, dentro de ese cuerpo angelical. Por eso es que la Escritura dice en San Juan, capítulo 1, verso 18:
“A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre (le declaró, o sea:), él le ha dado a conocer.”
Por lo tanto, a Dios nadie le vio jamás. Pero, ¿por qué Manoa dice que vio, estaban viendo a Dios? ¿Y por qué también Jacob cuando luchó con el Ángel dijo que había visto a Dios cara a cara? Ellos habían visto a Dios en Su manifestación en un cuerpo angelical llamado el Ángel de Jehová, pero no vieron a Dios, porque Dios estaba dentro del Ángel de Jehová, dentro del cuerpo angelical. Y ese cuerpo angelical es Cristo en Su cuerpo angelical teofánico.
Ahora, para que lo puedan comprender mejor: ustedes se miran el uno al otro y se ven el uno al otro, o me miran a mi y me ven y yo los miro a ustedes y los veo, pero aún con todo y eso ustedes pueden decir y yo también: “Aunque nos estamos viendo, no nos estamos viendo.”
Ustedes no me pueden ver a mi y yo no los puedo ver a ustedes, porque el ser humano es alma viviente, y Dios es alma viviente; lo que estamos viéndonos el uno al otro es el cuerpo físico, el cuerpo de carne, pero usted está dentro de ese cuerpo de carne como alma viviente, y yo estoy dentro de este cuerpo de carne temporal como alma viviente.
Por lo tanto, lo que nos vemos el uno al otro es el cuerpo físico pero no el alma. Por lo tanto, en esa misma forma es que Dios estaba en Su cuerpo angelical y luego en Su cuerpo de carne llamado Jesús, porque Dios estaba en Cristo en toda Su plenitud, la plenitud de la Divinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo estaba en Jesús de Nazaret.
Por lo tanto, Jesús podía decir: “El que me ha visto a mi, ha visto al Padre.” Porque estaba viendo el cuerpo físico donde el Padre estaba morando. Por eso es que Jesús también decía que las palabras que Él hablaba y las obras que Él realizaba no eran de Él, sino del Padre que moraba en Él, Él decía: “Él hace las obras.” Y también Él decía: “Las palabras que yo hablo, no las hablo de Mi Mismo, el Padre que mora en mí es el que me dice lo que debo hablar y lo que debo decir a ustedes; y las obras que yo hago, no las hago de Mi Mismo, el Padre que mora en mi, Él hace las obras.”
Así como usted está en su cuerpo físico siendo usted alma viviente, y tiene también un cuerpo angelical dentro del cuerpo físico, usted tiene dos cuerpos: uno espiritual y uno físico, pero usted es alma viviente y se expresa a través del cuerpo físico y también del cuerpo espiritual.
Y Dios tiene un cuerpo angelical llamado el Ángel de Jehová y tiene un cuerpo físico llamado Jesús, ese cuerpo físico que nació en Belén de Judea a través de la virgen María, fue el que murió en la Cruz del Calvario llevando nuestros pecados y por consiguiente murió por todos nosotros, y luego que resucitó, resucitó y Su cuerpo está glorificado.
Por lo tanto ya no puede morir más Jesús, porque Su cuerpo ya está glorificado, Él tuvo que venir en carne para morir por nosotros, porque todos nosotros vendríamos a la tierra en carne humana mortal, corruptible y temporal, por lo tanto Él vino en carne humana para resolver el problema de los seres humanos.
Y ahora, por cuanto Él tomó Su cruz y murió por nosotros en la Cruz del Calvario, ahora todos los que lo reciben como Salvador Él les dice: “Toma tu cruz y sígueme.” Pero Él nos ayudará a llevar nuestra cruz, así como un hombre lo ayudó a llevar Su cruz, porque Él no podía con Su cruz, estaba muy débil.
Y nosotros somos débiles, pero la fuerza, poder de Cristo nos ayuda, nos ayuda a llevar nuestra cruz, por eso se hace fácil llevar la cruz de Cristo, porque Él nos ayuda; y Él dijo que llevando Su yugo, Su yugo sería fácil y ligera la carga.
Ahora, Él si sufrió al máximo, ningún hombre pudo sufrir ni podrá sufrir como sufrió nuestro amado Señor Jesucristo. En estos días hicieron una película donde muestra en forma —diríamos—, en forma cruda lo que sucedió cuando Cristo fue tomado preso, juzgado, condenado y crucificado. Esa película muestra bastante real lo que sufrió Cristo en la parte del cuerpo físico, y ningún hombre podía sufrir tanto como sufrió nuestro Señor Jesucristo, porque Cristo tomó los pecados de todo ser humano y murió por causa de esos pecados.
Por lo tanto el juicio divino cayó sobre Jesucristo, lo que usted y yo teníamos que sufrir, lo sufrió Cristo cuando fue tomado preso, condenado y crucificado, y luego fue sepultado también.
Y en esos días que estuvo ausente de la vida terrenal, Él estaba en Su cuerpo angelical en el infierno, porque todo pecador que muere tiene que ir al infierno, y Él tuvo que ir al infierno porque murió como pecador porque Él tomó nuestros pecados y se hizo pecado por nosotros.
Allá en el infierno donde estaban los espíritus de los que habían sido desobedientes en el tiempo de Noé, recibieron la visita de Cristo, el cual les predicó a los espíritus encarcelados que fueron desobedientes en el tiempo de Noé (o sea, a las personas ante-diluvianas), y no fue un mensaje para salvación, fue un mensaje de testimonio donde Cristo dio testimonio que Él era aquel del cual Noé había hablado, Él era aquel que le había revelado a Noé que vendría un diluvio.
Luego también pasó Cristo más adelante allá en el infierno y se encontró con el diablo y le quitó las llaves del infierno y de la muerte al diablo, y también colocó allá, dejó allá los pecados de todo ser humano, llevó lejos los pecados de la raza humana, y luego salió del infierno, pasó al Paraíso y luego resucitó el domingo de resurrección.
Y los santos del Antiguo Testamento: Abraham, Isaac, Jacob, los patriarcas, los Profetas, todas esas personas del Antiguo Testamento incluyendo a Adán y a Eva, a Abel, también a Noé y a todos estos hombres de Dios. Set también, todos ellos resucitaron con Cristo el domingo de resurrección, porque fueron limpios con la Sangre de Jesucristo.
Antes de Cristo solamente los pecados de los seres humanos que sacrificaban ofrendas, sacrificios a Dios, estaba cubierto el pecado de ellos con la sangre de esos sacrificios, pero cuando Cristo murió fueron quitados los pecados de todos ellos, por lo tanto pudieron resucitar con Cristo nuestro Salvador.
Y ahora, en el Nuevo Testamento todas las personas que desean vivir eternamente con Cristo toman la cruz y siguen a Cristo, sabiendo que así como Cristo fue perseguido, también son perseguidos los creyentes en Cristo.
Vean, Cristo en San Juan, capítulo 14, verso... vamos a ver, capítulo 15, verso 20 dice Cristo:
“Acordaos de la palabra que yo os he dicho: El siervo no es mayor que su señor. Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán; si han guardado mi palabra, también guardarán la vuestra.
Mas todo esto os harán por causa de mi nombre, porque no conocen al que me ha enviado.”
Y ahora, tenemos aquí las palabras de Cristo que dicen que si a Cristo lo persiguieron a nosotros también nos perseguirán. Esto muestra que todo creyente en Cristo pasará por diferentes etapas de pruebas. En Romanos, capítulo 8 San Pablo dice unas palabras muy hermosas, dice capítulo 8 de Romanos, verso 18 en adelante:
“Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse.”
O sea, que las aflicciones por las cuales pasaremos, no son comparables con la gloria venidera que va a estar manifestada en nosotros cuando tengamos el cuerpo nuevo, eterno, inmortal, incorruptible y glorificado, igual al cuerpo glorificado de Jesucristo, el cual es un cuerpo eterno.
Y ya ahí en ese cuerpo nuevo no tendremos problemas, no pasaremos por aflicciones, ni siquiera una gripe nos dará; y las persecuciones que puedan hacer contra personas con cuerpos glorificados no les afecta en nada. Vean, Saulo de Tarso estaba persiguiendo a los creyentes en Cristo y le apareció Cristo en la Columna de Fuego, en aquella Luz y le dice: “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Dura cosa te es dar coces contra el aguijón.”
Saulo le pregunta sabiendo que ese era Dios, le pregunta: “Señor, ¿quién eres?” Y aquella Luz le dice: “Yo Soy Jesús a quien tú persigues.” ¿Ven? Por lo tanto estando en el cuerpo glorificado no habrá ningún problema para nosotros, ya las persecuciones habrán terminado porque ya estaremos como inmortales, y estaremos como Reyes y como Jueces, y estaremos en una etapa más avanzada.
Ahora, mientras estamos en el cuerpo físico, mortal, corruptible y temporal, cuerpo que todavía no ha sido redimido porque la Redención del cuerpo es la transformación. Cuando tengamos el cuerpo nuevo, eso es un cuerpo ya redimido, pero este cuerpo físico que tenemos no es un cuerpo redimido; por eso es que se debilita, también se va poniendo viejo, también se enferma en algunas ocasiones y así por el estilo, porque no es un cuerpo redimido.
Pero cuando seamos adoptados, lo cual será la Redención del cuerpo, ya tendremos un nuevo cuerpo eterno, inmortal, incorruptible y glorificado, igual al cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador. Esto es para todos los que han tomado la cruz y han seguido a Cristo nuestro Salvador.
Por lo tanto, vale la pena tomar la cruz y seguir a Cristo nuestro Salvador. Él luego ascendió al Cielo victorioso y está sentado a la diestra de Dios.
Y todo creyente en Cristo, toda persona que ha tomado su cruz y ha seguido a Cristo, llegará a la Cena de las Bodas del Cordero, al Cielo, a la Casa nuestro Padre Celestial; los que han tomado su cruz y han seguido a Cristo, tienen como meta ser iguales a Cristo, ser inmortales, tener cuerpos eternos y glorificados e ir con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero, al Cielo, a la Casa de nuestro Padre Celestial, y estar con Cristo en esa gran fiesta de tres años y medio. Y luego regresaremos a la tierra para comenzar el Reino Milenial de Cristo, donde estaremos como las personas más importantes del Reino de Cristo, juntamente con Jesucristo, que es el más importante de todos.
Cristo es el Rey de reyes y Señor de señores, pero por cuanto a todo lo que Cristo es heredero somos también nosotros herederos, nosotros somos Reyes y Sacerdotes con Cristo nuestro Salvador, Él es el Sumo Sacerdote del Templo Celestial, del Orden Celestial que es el Orden de Melquisedec, y nosotros somos Reyes también y somos Sacerdotes del Orden Celestial que es el Orden Eterno que permanecerá por toda la eternidad.
Ese es el Orden del Reino y del Sacerdocio que será establecido en este planeta Tierra, en el Reino de Dios que será establecido en el planeta Tierra; y Cristo se sentará sobre el Trono de David y reinará sobre el pueblo hebreo y sobre todas las naciones, y nosotros reinaremos con Cristo por el milenio y después por toda la eternidad.
De ese Reino es que nosotros somos parte, y tenemos la posición en ese Reino de Reyes, de Sacerdotes y de Jueces. San Pablo dice: “¿No saben ustedes que los santos juzgarán al mundo y aun a los ángeles?” Eso está en Primera de Corintios, capítulo 6, verso 1 en adelante.
Por lo tanto siendo que los santos juzgarán al mundo, y eso será... vamos a ver, capítulo 6, verso 2 en adelante, dice (de Primera de Corintios):
“¿O no sabéis que los santos han de juzgar al mundo? Y si el mundo ha de ser juzgado por vosotros, ¿sois indignos de juzgar cosas muy pequeñas?
¿O no sabéis que hemos de juzgar a los ángeles? ¿Cuánto más las cosas de esta vida?”
Y ahora, Pablo se incluye y dice: “¿No sabéis que hemos de juzgar a los ángeles?” Todos esos ángeles que se unieron al diablo y se rebelaron en contra de Dios van a ser juzgados, y es Cristo con los creyentes en Él, Cristo con los miembros de Su Iglesia los que forman ese poder judicial del Cielo, y los que componen ese Orden Judicial Celestial de esa Corte Celestial; o sea, que pertenecemos al Orden Judicial Celestial, pertenecemos a esa Corte Celestial.
Cristo con Su Iglesia es la Corte Celestial, y Cristo con Su Iglesia es el Orden Sacerdotal de Melquisedec, del Templo Celestial, y Cristo con Su Iglesia es el Orden Celestial de la Teocracia Divina y del Reino de Dios Celestial.
Este Reino será establecido en la Tierra, y por consiguiente todas las cosas del Reino celestial serán establecidas en la Tierra; y la oración que Cristo enseñó a todos los creyentes para que la hicieran, en donde dijo en una parte que oráramos diciendo: “Venga Tu Reino, hágase Tu voluntad como en el Cielo aquí en la Tierra.” Y por consiguiente cuando sea establecido en la Tierra el Reino Milenial de Cristo, se hará la voluntad de Dios en la Tierra como en el Cielo, para lo cual estará Cristo con Su Iglesia vigilando y estableciendo las leyes divinas en la Tierra, para que se viva en el Reino Milenial de Cristo como se vive en el Cielo.
Ahí estarán todos los que han tomado su cruz y han seguido a Cristo, estarán como Reyes, como Sacerdotes y como Jueces en ese Reino de Jesucristo nuestro Salvador.
Para los asuntos políticos, ahí estará Cristo con nosotros, con toda Su Iglesia. Para los asuntos religiosos, ahí estará Cristo con todos los miembros de Su Iglesia. Para los asuntos judiciales, ahí estará Cristo con Su Iglesia también.
A todo lo que Cristo es heredero somos también nosotros herederos, ¿por qué? Porque hemos tomado la cruz y hemos seguido a Jesucristo nuestro Salvador, sabiendo que así como persiguieron a Cristo, Cristo dijo que nos perseguirían a nosotros. Pero lo importante es que Cristo obtuvo la victoria y está en el Trono de Dios, ascendió al Cielo victorioso, y nosotros vamos a estar con Cristo en el Reino de Dios también.
Por lo tanto, los problemas de esta vida son insignificantes comparados con la gloria venidera que hemos de tener cuando nosotros seamos transformados, y luego cuando estemos con Cristo en la Cena de las bodas del Cordero, y luego cuando estemos en Su Reino Milenial.
En cuanto a las persecuciones contra Cristo que llevaron a cabo, y las persecuciones contra los creyentes en Cristo, esto ha sido así porque ha habido una lucha de dos reinos: luchando el reino de las tinieblas, del maligno, luchando en contra del Reino de Dios, y por consiguiente la cizaña ha estado persiguiendo al trigo, y la cizaña ha querido quedarse con el planeta Tierra completo.
Dios dijo que iba a haber esta lucha, y esa lucha ha estado reflejándose en la raza humana. Vean, cuando nació Caín y Abel, luego de cierto tiempo en que ambos ofrecieron a Dios una ofrenda Caín trajo de los frutos del campo, y no agradó a Dios, Abel trajo un cordero de un año, hermoso, y lo sacrificó a Dios y eso le agradó a Dios, porque eso es tipo y figura del Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario para quitar el pecado del ser humano.
Por lo tanto, con la sangre de aquel sacrificio el pecado de Abel fue cubierto y fue perdonado también; pero Caín no recibió perdón de pecados ni fue cubierto con sangre de sacrificio, porque en los frutos del campo, en frutas del campo, y viandas y verduras del campo no hay sangre como la sangre de un cordero.
Por lo tanto, el Sacrificio de Cristo estaba tipificado en el sacrificio que Abel hizo y ofreció a Dios ese sacrificio. En lo que trajo Caín no hubo ningún tipo y figura del Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario para limpiarnos de todo pecado. Por eso fue rechazado todo lo que hizo Caín, fue rechazada la ofrenda de Caín, pero la de Abel fue aceptada.
Y ahora, todo ser humano necesita tener la ofrenda, el sacrificio, la expiación por el pecado, y está al alcance de todo ser humano, no tiene que buscar un animalito para sacrificarlo, porque ya el Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados, fue hecho, y es el Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario; y está al alcance de todo ser humano ese Sacrificio, para que al escuchar la predicación del Evangelio de Cristo crea en Cristo, crea en la Primera Venida de Cristo y Su Sacrificio en la Cruz del Calvario, y crea que la Sangre de Cristo fue derramada para limpiarnos de todo pecado.
Y al creer y venir arrepentido ante Cristo de todo pecado, Cristo lo perdona y con Su Sangre lo limpia de todo pecado, y es bautizada la persona en agua en el Nombre del Señor Jesucristo y Cristo lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego y obtiene el nuevo nacimiento, nace a una nueva vida, nace a la Vida eterna en el Reino Eterno de Jesucristo nuestro Salvador. Por eso dijo Cristo:
“Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.
El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”
Todos queremos ser salvos, por lo tanto hay una forma para todos obtener la salvación y Vida eterna, y es creyendo en Jesucristo como nuestro Salvador, y todo el que cree en Cristo toma su cruz y sigue a Cristo, todo el que cree en Cristo tiene Vida eterna, todo el que lo recibe como su Salvador.
Yo lo he recibido como mi Salvador y por consiguiente Él me ha dado Vida eterna, ¿y a quién más? A cada uno de ustedes también. Si hay en esta ocasión alguno que todavía no lo ha recibido como Salvador, puede hacerlo en esta noche para que Cristo lo perdone y con Su Sangre lo limpie de todo pecado, y obtenga salvación y Vida eterna, y así asegure su futuro eterno en el Reino eterno de Jesucristo nuestro Salvador.
Puede levantar su mano y yo estaré orando por usted en esta noche, para que Cristo lo reciba y le perdone sus pecados y con Su Sangre le limpie de todo pecado, Cristo dijo: “El que me confesare delante de los hombres, yo le confesaré delante de mi Padre.” También dijo: “El que me negare delante de los hombres, yo le negaré delante de mi Padre.”
Pero todos queremos que Cristo nos confiese delante de nuestro Padre Celestial, por lo cual necesitamos recibir a Cristo como nuestro Salvador. Si hay alguna persona en esta noche que quiere que Cristo le reciba y le perdone, y le limpie con Su Sangre de todo pecado, puede levantar su mano y estaré orando por usted en esta noche.
Por aquí tenemos personas que desean que Cristo les reciba y les perdone, pueden pasar al frente para orar por ustedes. También los de esta sección pueden pasar al frente para orar por ustedes en esta noche, para que Cristo les reciba, les perdone, y para que les conceda el privilegio de tomar su cruz y seguir a Jesucristo nuestro Salvador.
Es un privilegio grande seguir a Cristo tomando la cruz.
“TOMA TU CRUZ Y SÍGUEME,” dijo Jesucristo nuestro Salvador, también Él dijo: “Para que donde Yo estoy, vosotros también estéis,” dijo en San Juan, capítulo 14, dijo:
“...voy, pues, a preparar lugar para vosotros.
Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis.”
San Juan, capítulo 14, verso 1 al 6, y dijo también:
“Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.”
No hay forma de llegar a Dios a menos que sea a través de Jesucristo nuestro Salvador, es la única forma para llegar a Dios: por medio de Jesucristo, porque Él es el camino que nos lleva a Dios, Él es el camino de la Vida eterna y Él es la única verdad, y Él es la Vida eterna, y Él es la Puerta de Salvación, la Puerta por donde las ovejas de Dios entran al Redil del Señor.
Él dijo: “Yo Soy la Puerta, el que por mi entrare, será salvo,” San Juan, capítulo 10, verso 9. No hay otra forma para la persona recibir la Vida eterna; por lo tanto no hay otra forma de asegurar nuestro futuro eterno para vivir eternamente, solamente hay una forma, y es a través de Jesucristo nuestro Salvador.
Pueden continuar pasando todos los que en esta noche desean pasar para que Cristo les reciba, les perdone y con Su Sangre les limpie de todo pecado. Vamos a dar unos segundos en lo que pasan todos los que necesitan pasar para que Cristo les reciba, les perdone y con Su Sangre les limpie de todo pecado.
Recuerden que es un asunto de vida eterna, recibir a Cristo como Salvador es un asunto de Vida eterna, y por consiguiente es lo más importante que un ser humano hace en su vida, es la decisión más grande que una persona hace: recibir a Cristo como su Salvador, es la decisión que lo coloca a usted en la Vida eterna, es la decisión que le trae beneficios eternos con Cristo en Su Reino eterno, es la forma de asegurar nuestro futuro eterno con Cristo en la Vida eterna.
Todos queremos vivir eternamente y Cristo ha hecho sencillo todo el Programa de Vida eterna, para que esté al alcance de toda persona, haya estudiado en la escuela, o no haya estudiado, no importa la preparación académica que tenga la persona, tiene a su alcance la oportunidad de salvación y Vida eterna.
Y todos queremos estar seguros que después que termine nuestra vida en el cuerpo terrenal, queremos estar seguros que vamos a vivir con Cristo en Su Reino eterno, para eso hay que asegurar el futuro con Cristo, el futuro eterno; no hay otra cosa más importante que la Vida eterna, la Vida eterna es lo más importante, y está al alcance de todo ser humano, porque todo ser humano puede recibir a Cristo como su Salvador.
Estamos dando unos segundos en lo que pasan las personas, todas las personas que faltan por pasar, y ya estaremos orando dentro de unos segundos por los que ya han pasado. Vamos a estar puestos en pie. Si falta alguno por pasar, puede pasar para que así asegure su futuro eterno con Jesucristo en Su Reino eterno.
Todavía hay más personas que desean vivir eternamente con Jesucristo en Su Reino eterno, y por consiguiente quieren asegurar con Cristo su futuro eterno. Si falta alguna otra persona puede pasar y ya vamos a orar por los que han pasado.
De los que están a la parte afuera también pueden entrar para pasar al frente. Todavía hay más personas, estamos dando unos segundos y luego ya estaremos orando por todas las personas. Vamos a dar todavía unos segundos porque hay personas que están viniendo, las cuales desean como ustedes vivir eternamente con Jesucristo en Su Reino eterno.
Todos sabemos que la oportunidad que Dios nos da para que aseguremos nuestro futuro eterno es mientras vivimos en estos cuerpos mortales.
Vamos a inclinar nuestros rostros y vamos a orar, todavía, si falta alguno puede pasar. Vamos a inclinar nuestros rostros y vamos a orar. Repitan conmigo esta oración los que han pasado al frente. Inclinemos nuestros rostros con nuestros ojos cerrados. Repitan conmigo:
Señor Jesucristo, en esta noche he escuchado la predicación de Tu Evangelio, y he entendido y he creído con toda mi alma en Ti. Reconozco que Tu tomaste mis pecados y moriste en la Cruz del Calvario por mí, y reconozco que Tu Sangre es la única que limpia al ser humano de todo pecado.
Señor Jesucristo, yo creo en Ti de todo corazón, yo creo que Tú eres el Hijo de Dios que has venido al mundo, yo creo que Tú eres la expiación por mis pecados, Tú eres el Sacrificio de la expiación por mis pecados. Por lo tanto yo doy testimonio público de mi fe en Ti, creo en Ti de todo corazón y Te recibo como mi Salvador; salva mi alma Señor Jesucristo, reconozco que soy pecador, perdona mis pecados y con Tu Sangre límpiame de todo pecado, y bautízame con Espíritu Santo y Fuego luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre. Quiero nacer de nuevo, quiero nacer en Tu Reino eterno, quiero vivir contigo por toda la eternidad.
Por lo tanto, Señor Jesucristo, públicamente Te confieso como mi Salvador, Te recibo como mi Salvador. En Tus manos encomiendo mi alma, salva mi alma Señor Jesucristo, Te lo ruego en Tu Nombre Señor Jesucristo. Amén y amén.
Repitan conmigo:
La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado. La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado. La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado.
Cristo les ha recibido, les ha perdonado y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado; por lo tanto, tienen el derecho y la oportunidad de tomar su cruz y seguir a Cristo todos los días de vuestra vida.
Ustedes también me dirán: “Yo he creído de todo corazón en Cristo, pues Cristo dijo: ‘El que creyere y fuere bautizado, será salvo.’ Pero todavía me falta ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. ¿Cuándo me pueden bautizar?”
Por cuanto ustedes han creído de todo corazón en Jesucristo como vuestro Salvador, bien pueden ser bautizados en agua en esta ocasión. Le pregunto al Rvdo. aquí presente: Christian Jessen. ¿Si hay agua? ¿Hay agua, hay bautisterios aquí? ¿Hay ropas bautismales también? Hay ropas bautismales para que la ropa de ustedes no se moje, usarán ropas bautismales que están ya preparadas, provistas para ustedes. Y luego de ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, luego se cambiarán de ropa de nuevo y se colocarán la ropa de ustedes que estarán secas para regresar a sus hogares llenos del gozo del Señor, felices y agradecidos a Cristo por la salvación de vuestras almas.
Ha sido para mi una bendición y privilegio grande estar con ustedes en esta noche, dándoles testimonio de nuestro tema: “TOMA TU CRUZ Y SÍGUEME.” ¿Dijo quién? Nuestro amado Señor Jesucristo.
Dejo al Rvdo. Christian Jessen con nosotros para que les indique hacia dónde caminar para cambiarse de ropas. Muchas gracias por vuestra amable atención; y continúen pasando una noche llena de las bendiciones de Jesucristo nuestro Salvador.
“TOMA TU CRUZ Y SÍGUEME.”