25 KiB
| title | date | activity | place | city | state | country | duration | public | youtube | translations | files |
|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|
| Jesucristo, el Príncipe de Paz | 2004-03-22 | 1 | La Paz | BO | 00:00:00 | false |
Muy buenas tardes, amados amigos y hermanos presentes; es para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final. Reciban todos saludos de mi esposa Erica y también los niños reciban saludos de América y Yahannah Gabriela.
Para esta ocasión leemos en Isaías, capítulo 9, versos *1 al 7, donde dice Dios por medio del Profeta Isaías:
“Mas no habrá siempre oscuridad para la que está ahora en angustia, tal como la aflicción que le vino en el tiempo que livianamente tocaron la primera vez a la tierra de Zabulón y a la tierra de Neftalí; pues al fin llenará de gloria el camino del mar, de aquel lado del Jordán, en Galilea de los gentiles.
El pueblo que andaba en tinieblas vio gran luz; los que moraban en tierra de sombra de muerte, luz resplandeció sobre ellos.
Multiplicaste la gente, y aumentaste la alegría. Se alegrarán delante de ti como se alegran en la siega, como se gozan cuando reparten despojos.
Porque tú quebraste su pesado yugo, y la vara de su hombro, y el cetro de su opresor, como en el día de Madián.
Porque todo calzado que lleva el guerrero en el tumulto de la batalla, y todo manto revolcado en sangre serán quemados, pasto del fuego.
Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz.
Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite, sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre. El celo de Jehová de los ejércitos hará esto.”
Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.
Nuestro tema es: “JESUCRISTO, EL PRÍNCIPE DE PAZ.”
Para esta ocasión nos encontramos en la Paz, Bolivia, hoy 22 de Marzo del 2004, para hablar sobre el tema: “JESUCRISTO, EL PRÍNCIPE DE PAZ.” Y que le traiga Su Paz, Cristo, el Príncipe de Paz, a todos los habitantes de La Paz, Bolivia, le traiga la Paz al alma, al corazón de cada Boliviano.
En esta ocasión veremos cómo es que la Paz de Cristo, el Príncipe de Paz viene al ser humano; cómo el ser humano y cómo el ser humano puede recibir la Paz del Príncipe de Paz, Jesucristo nuestro Salvador.
Hemos visto que Jesucristo es el Príncipe de Paz. Cristo dijo en San Juan, capítulo 14, verso 27, dijo:
“La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo.”
Y ahora, podemos ver que Cristo ofrece, promete al creyente en Él, Su Paz, no una paz como el mundo la da, sino la Paz que da Cristo, el Príncipe de Paz.
Y ahora, ¿cómo el ser humano puede obtener esa Paz?, esa Paz solamente puede ser obtenida en la forma establecida en la Escritura. Ya sabemos que Cristo es el Príncipe de Paz.
Ahora, en Ezequiel, capítulo 34, está la clave para todo ser humano lograr obtener esa Paz, esa Paz de Cristo. Capítulo 34, versos 22 en adelante, dice:
“Yo salvaré a mis ovejas, y nunca más serán para rapiña ; y juzgaré entre oveja y oveja.
Y levantaré sobre ellas a un pastor, y él las apacentará; a mi siervo David, él las apacentará, y él les será por pastor.
Yo Jehová les seré por Dios, y mi siervo David príncipe en medio de ellos. Yo Jehová he hablado.
Y estableceré con ellos pacto de paz...”
Para un ser humano obtener la Paz de Cristo, el Príncipe de Paz, tiene que estar dentro del Pacto de Paz, fuera del Pacto de Paz no puede obtener el ser humano la Paz de Cristo. Cristo es el David mayor, por cuanto corresponde al Reino de Dios ese Nuevo Pacto, ese Pacto de Paz, y el Reino de Dios será establecido en la Tierra; y el Reino de Dios en la Tierra es llamado el Reino de David; y el Trono de Jehová, de Dios en la Tierra, es llamado el Trono de David, al cual Cristo es el Heredero, conforme a las palabras dadas por el Arcángel Gabriel a la virgen María en San Lucas, capítulo 1, versos 31 en adelante, donde dice:
“Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS.
Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre;
y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.”
Cristo es el Heredero al Trono de David, y por consiguiente Cristo es el David mayor. El Reino de Cristo fue reflejado en el Reino de David y de Salomón. Por eso también se hace referencia a Cristo como Hijo de David, y fue tipificado en Salomón, el cual según la carne fue hijo directo de David. Durante el reinado de David como rey y de Salomón, Israel vivió su época de oro.
Y ahora, la época de oro para el pueblo hebreo y para todas las naciones durante el séptimo milenio de Adán hacia acá y tercer milenio de Cristo hacía acá es bajo el reinado de Jesucristo, el Príncipe de Paz, sentado sobre el Trono de David, reinando sobre el pueblo hebreo y sobre todas las naciones.
Ese Reino Milenial de Cristo será la época de oro para la raza humana, época o edad de oro que está por surgir. Para todos aquellos que estarán bajo el Pacto de Paz, con la Paz de Jesucristo, el Príncipe de Paz acá en sus almas, por lo tanto, disfrutarán de un Reino de Paz, de amor, de armonía y de felicidad. Eso es para los que tendrán la Paz de Cristo en sus almas, porque han entrado al Nuevo Pacto, que es el Pacto de Paz.
Cristo hablando y también el Profeta Jeremías hablando de este Pacto, dice Jeremías, capítulo 21, versos 31 en adelante:
“He aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá.
No como el pacto que hice con sus padres el día que tomé su mano para sacarlos de la tierra de Egipto; porque ellos invalidaron mi pacto, aunque fui yo un marido para ellos, dice Jehová.
Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo.”
En este Nuevo Pacto es que la Paz de Cristo, el Príncipe de Paz viene al creyente en Cristo, viene al alma del creyente en Cristo, y por consiguiente la persona viene a experimentar la Paz interior; y aunque haya guerras en esta Tierra y problemas diferentes en esta Tierra, el cristiano, el creyente en Cristo tiene la Paz en su alma, la Paz de Cristo; no como el mundo la da, Cristo la da al creyente, porque es la Paz bajo el Pacto de Paz, el Nuevo Pacto, en donde el creyente en Cristo está cubierto con la Sangre del Nuevo Pacto.
Cristo hablando del Nuevo Pacto en San Mateo, capítulo 26, versos 26 en adelante, cuando tomó la última cena con los discípulos, dice:
“Y mientras comían, tomó Jesús el pan, y bendijo, y lo partió, y dio a sus discípulos, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo.
Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio, diciendo: Bebed de ella todos;
porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados.”
La Sangre del Nuevo Pacto, la Sangre del Pacto de Paz es la Sangre de Jesucristo. Ya en el Nuevo Pacto no hay sacrificios de animalitos, porque el Sacrificio del Nuevo Pacto es el Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario, y la Sangre del Nuevo Pacto es la Sangre de Jesucristo nuestro Salvador, la cual nos limpia de todo pecado, porque la Sangre de Jesucristo nos limpia de todo pecado. Esta es la Sangre del Nuevo Pacto.
Vean en Hebreos, capítulo 12, verso 24, dice San Pablo:
“...a Jesús el Mediador del nuevo pacto, y a la sangre rociada que habla mejor que la de Abel.”
¿Ven? La Sangre rociada de Cristo es la Sangre del Nuevo Pacto, y el mismo libro o carta de San Pablo a los Hebreos, capítulo 13, verso 20 al 21 dice San Pablo:
“Y el Dios de paz que resucitó de los muertos a nuestro Señor Jesucristo, el gran pastor de las ovejas, por la sangre del pacto eterno,
os haga aptos en toda obra buena para que hagáis su voluntad, haciendo él en vosotros lo que es agradable delante de él por Jesucristo; al cual sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.”
Y ahora, a través de las Escrituras que hemos leído, podemos ver que el Príncipe de Paz, el cual es Jesucristo, otorga Su Paz a todo ser humano que lo recibe como su Salvador, y coloca a la persona dentro del Nuevo Pacto; y con Su Sangre, la Sangre de Cristo, Cristo con Su Sangre, la Sangre del Nuevo Pacto limpia a la persona de todo pecado, porque es la Sangre de Cristo la que nos limpia de todo pecado. Para eso es que la Sangre de Cristo fue derramada en la Cruz del Calvario, para beneficio de millones de personas que lo recibirían como Salvador. Dice:
“... porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados.”
Y ahora, bajo el Nuevo Pacto de Paz la Sangre del Nuevo Pacto, la Sangre de Cristo, es la Sangre derramada para remisión de los pecados. Nada puede quitar los pecados del ser humano, excepto la Sangre preciosa de Jesucristo nuestro Salvador.
Vean, San Lucas, capítulo 24, versos 46 en adelante, dice Jesús:
“Y les dijo: Así está escrito, y así fue necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos al tercer día;
y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén.
Y vosotros sois testigos de estas cosas.”
Y ahora, hemos visto que el arrepentimiento y el perdón de pecados es predicado en el Nombre del Señor Jesucristo, porque la Sangre de Cristo es la Sangre del Nuevo Pacto, que limpia al ser humano de todo pecado, al ser humano que lo recibe como su Salvador. Y Cristo coloca la persona dentro del Nuevo Pacto, y queda la persona rociado y cubierto con la Sangre del Nuevo Pacto, limpiado de todo pecado.
Dice Colosenses, capítulo 1, versos 12 al 15:
“Con gozo dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz;
el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo,
en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados.”
Por medio de la Sangre de Cristo recibimos Redención y perdón de pecados, porque esa es la Sangre del Nuevo Pacto y por consiguiente recibimos también la Paz del Nuevo Pacto, en nuestra alma. El Nuevo Pacto es el Pacto de Paz, colocado para todo ser humano por el Príncipe de Paz, Jesucristo nuestro Salvador. Es Jesucristo, el Príncipe de Paz, el que establece el Nuevo Pacto, el Pacto de Paz, con la Sangre del Nuevo Pacto, Su propia Sangre.
Por lo tanto, toda persona que quiere recibir la Paz del Príncipe de Paz, de Jesucristo, ya sabe lo que tiene que hacer: recibir a Cristo, el Príncipe de Paz como su Salvador, pedir perdón a Cristo por sus pecados, Cristo lo perdonará y con Su Sangre lo limpiará de todo pecado y será bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo lo bautizará con Espíritu Santo y Fuego, y obtendrá el nuevo nacimiento y entrará al Nuevo Pacto, al Pacto de Paz, y estará rociada con la Sangre del Nuevo Pacto; y por consiguiente recibirá la Paz del Príncipe de Paz, Jesucristo nuestro Salvador acá en el alma.
Cristo dijo en San Marcos, capítulo 16, versos 15 al 16, ya resucitado dijo a Sus discípulos:
“Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.
El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”
Todos queremos ser salvos, todos queremos vivir eternamente con Cristo en Su Reino. Nadie quiere ser condenado. Por lo tanto, todo ser humano necesita creer en la predicación del Evangelio que da a conocer el misterio de la Primera Venida de Cristo y Su Obra de Redención en la Cruz del Calvario, muriendo por nosotros, derramando Su Sangre, la Sangre del Nuevo Pacto, para traer la Paz del Príncipe de Paz, al alma, al corazón de todo ser humano, y quedar reconciliados con Dios y tener Paz para con Dios por medio del Príncipe de Paz: Jesucristo nuestro Salvador.
Toda persona que ha recibido a Cristo como su Salvador, ha lavado sus pecados en la Sangre de Cristo, ha sido bautizado en agua en Su Nombre y Cristo lo ha bautizado con Espíritu Santo y Fuego, ha obtenido el nuevo nacimiento y ha entrado al Reino de Dios, al Reino de Cristo, ha entrado al Reino de Cristo y se encuentra dentro del Nuevo Pacto, del Pacto de Paz, cubierto con la Sangre del Nuevo Pacto, la Sangre de Jesucristo nuestro Salvador.
Ha recibido la Paz del Príncipe de Paz, la Paz de Cristo que dijo: “Mi Paz os dejo, mi Paz os dio; no como el mundo la da, Yo os la doy.” Está en el capítulo 14, verso 27, de San Juan:
“La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo.”
Toda persona dentro del Pacto de Paz, el Nuevo Pacto, cubierto con la Sangre del Nuevo Pacto, la Sangre de Cristo, con la Paz de Cristo en su alma, no tiene que tener miedo en la vida, tiene su futuro eterno asegurado con Cristo en Su Reino eterno; y vive en esta Tierra consciente que estamos viviendo en estos cuerpos mortales una temporada, pero que luego vamos a recibir un cuerpo eterno. Si alguno parte, muere su cuerpo físico antes de la transformación física, pues resucitará luego con Cristo, y los que quedemos vivos hasta ese tiempo seremos transformados.
Por lo tanto, teniendo la Paz de Cristo, del Príncipe de Paz, en nuestros corazones, en nuestra alma, vivimos felices, contentos, gozosos y en paz, Paz para con Dios, y seguros de que viviremos eternamente con Jesucristo en Su Reino.
Ahora, el mundo y para el mundo no hay paz, la Escritura dice: “No hay paz para el impío.” Porque el impío no está dentro del Nuevo Pacto, del Pacto de Paz. Si la persona no está dentro del Pacto de Paz, no hay Paz para la persona. La Paz del Príncipe de Paz, de Jesucristo, no está con las personas que no están dentro del Nuevo Pacto, dentro del Pacto de Paz, cubiertos con la Sangre del Nuevo Pacto, la Sangre de Jesucristo nuestro Salvador.
Pero el mundo:“cuando digan paz y seguridad (el mundo) vendrá destrucción repentina, como los dolores a la mujer encinta y no escaparán.” Dice San Pablo en Primera de Tesalonicenses, capítulo 5, verso 1 al 10. Él dice: “Pero vosotros no estáis en tinieblas para que aquel día os sobrecoja como a ladrón”.
Por lo tanto, no nos tomará a nosotros ese día, porque vamos a ser transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero antes que venga la destrucción, el juicio divino sobre la raza humana, antes que venga la gran tribulación, que será la destrucción repentina que vendrá sobre la raza humana; y comenzará con un terrible terremoto. Pero para los creyentes en Cristo lo que vendrá será más bendición.
“Mas vosotros, hermanos, no estáis en tinieblas (para que aquel día os sobrecoja como ladrón) para que aquel día os sorprenda como ladrón.
Porque todos vosotros sois hijos de luz e hijos del día; no somos de la noche ni de las tinieblas.
Por tanto, no durmamos como los demás, sino velemos y seamos sobrios.
Pues los que duermen, de noche duermen, y los que se embriagan, de noche se embriagan.
Pero nosotros, que somos del día, seamos sobrios, habiéndonos vestido con la coraza de fe y de amor, y con la esperanza de salvación como yelmo.
Porque no nos ha puesto Dios para ira, sino para alcanzar salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo.”
Por lo tanto, tenemos la Paz de Cristo, estando dentro del Nuevo Pacto, dentro del Pacto de Paz, sabiendo que hemos sido puestos por Dios para alcanzar salvación y Vida eterna por medio de Jesucristo nuestro Salvador.
Toda persona que quiere vivir eternamente necesita recibir a Cristo como su Salvador. Toda persona que quiere tener Paz, necesita al Príncipe de Paz, que es Jesucristo.
Vean, Cristo da la Paz, no como el mundo la da, Él da la Paz Suya, que es la Paz del Nuevo Pacto, acá en el alma; y aunque haya guerras y problemas en medio de la raza humana, el que tiene esa Paz acá en su alma, está en Paz; y está consciente de que vivirá eternamente, porque recibió Vida eterna de parte de Jesucristo, el Príncipe de Paz; por consiguiente está en Paz para con Dios, tiene Paz con Dios, por medio de Jesucristo nuestro Salvador.
Y ahora, aunque la humanidad no tiene paz sino guerras y problemas, ¿cuántos han recibido la Paz del Príncipe de Paz, de Jesucristo? Yo la he recibido. ¿Y quiénes más? Ustedes también, porque lo hemos recibido como nuestro único y suficiente Salvador.
Si alguna persona no lo ha recibido, pues no tiene la Paz del Nuevo Pacto, no tiene la Paz del Príncipe de Paz. Pero quiere tener la Paz del Príncipe de Paz acá en su alma y tener la salvación y Vida eterna; por lo cual puede levantar su mano y yo oraré por usted en esta ocasión, para que Cristo le reciba, perdone sus pecados, y con Su Sangre le limpie de todo pecado.
Pueden pasar al frente y estaré orando por ustedes en esta ocasión para que así reciban a Cristo como su Salvador. Pueden continuar pasando al frente para que Cristo les reciba y entren al Pacto de Paz, y queden cubiertos con la Sangre del Nuevo Pacto, la Sangre de Jesucristo, y sean limpios con la Sangre del Nuevo Pacto, la Sangre de Cristo, sean limpiados de todo pecado. Ahí pueden estar.
Hemos visto en esta ocasión cómo recibir la Paz del Príncipe de Paz; recibiendo al Príncipe de Paz, a Jesucristo como nuestro Salvador recibimos la Paz de Jesucristo acá en nuestra alma, porque recibimos salvación y Vida eterna, y entramos al Nuevo Pacto, y venimos a formar parte de la Iglesia del Señor Jesucristo.
“JESUCRISTO, EL PRÍNCIPE DE PAZ.” Ese es nuestro tema de esta ocasión en La Paz, Bolivia, hoy 22 de Marzo del año 2004.
Hoy, Marzo 22 del año 2004, en La Paz, Bolivia hemos tenido el tema: “JESUCRISTO, EL PRÍNCIPE DE PAZ,” el cual da Su Paz a todo aquél que lo recibe como su Salvador, y la persona viene a tener paz con Dios, y a estar en paz con Dios bajo el Nuevo Pacto, y estar en pie delante del Príncipe de Paz, delante del Hijo del Hombre. Es bajo el Nuevo Pacto, el Pacto de Paz, bajo la Sangre del Nuevo Pacto, el Pacto de Jesucristo, que la persona está en pie delante del Hijo del Hombre y por consiguiente delante de Dios, reconciliado con Dios por medio de Jesucristo, el Príncipe de Paz.
Todavía pueden seguir pasando todas las personas que todavía no han recibido a Cristo como Salvador y quieren recibirlo, quieren recibir al Príncipe de Paz, para recibir la Paz de Cristo en sus almas, entrando al Pacto de Paz, el Nuevo Pacto, y quedar limpios con la Sangre del Nuevo Pacto, la Sangre de Cristo y quedar limpios de todo pecado.
Vamos a dar unos segundos y luego oraremos por todas las personas que han pasado en esta ocasión. Todavía veo algunas personas que vienen hacia acá, y estamos dando algunos segundos en lo que llegan. Pueden pasar inmediatamente para que queden incluidos en este grupo que da su alma, su corazón a Cristo, al Príncipe de Paz, para que Cristo coloque Su Paz en su alma, bajo el Nuevo Pacto, el Pacto de Paz.
Y limpie de todo pecado a cada uno de ustedes. Ya estamos para orar por las personas que han pasado, si falta alguno puede pasar inmediatamente, ya oraremos por todos los que están aquí presentes. Tenemos que asegurar nuestro futuro eterno con Cristo en la Vida eterna, entrando al Pacto de Paz, el Nuevo Pacto.
Todos queremos vivir eternamente y todos queremos que Cristo perdone nuestros pecados y lo recibimos como nuestro Salvador. Él es el único que puede salvar al ser humano. Él es el único que puede perdonar los pecados del ser humano y puede limpiarlo de todo pecado con Su Sangre preciosa. Cristo dijo: “El que me confesare delante de los hombres, Yo le confesaré delante de mi Padre.”
Y Cristo delante del Padre dice: “Padre, esta persona me ha recibido como Salvador, ha confesado, me ha confesado sus pecados, me ha pedido perdón por sus pecados. Yo lo he perdonado y con mi Sangre lo he limpiado de todo pecado. Padre, Te ruego produzcas en él el nuevo nacimiento, ha sido bautizado en agua en mi Nombre, por lo tanto Te ruego produzcas en él el nuevo nacimiento, bautízale con Espíritu Santo y Fuego, que entre en Tu Reino.”
Y el Padre le concede la entrada al Reino a esa persona, a petición de Jesucristo nuestro Salvador, el Príncipe de Paz, y bautiza a la persona con Espíritu Santo y Fuego, la persona obtiene el nuevo nacimiento, nace en el Reino de Cristo, y nace dentro del Pacto de Paz, el Nuevo Pacto rociado y cubierto con la Sangre del Nuevo Pacto, la Sangre de Jesucristo nuestro Salvador que nos limpia de todo pecado; y entonces obtenemos la Paz del Príncipe de Paz, de Jesucristo, en nuestro corazón.
Si falta alguno puede pasar, ya estaremos orando por los que han pasado. Vamos a inclinar nuestros rostros y repitan conmigo esta oración los que ya han pasado al frente (repitan conmigo)
Señor Jesucristo, Te recibo públicamente como mi Salvador, Señor Jesucristo reconozco que Tú eres el Príncipe de Paz. Señor Jesucristo, doy testimonio público de mi fe en Ti, creo en Ti, creo que Tú eres mi Salvador, creo en Tu Sacrificio en la Cruz del Calvario por mí, y Te recibo públicamente como mi Salvador.
Señor Jesucristo, reconozco que soy pecador, Te ruego perdones mis pecados y Te ruego me limpies con Tu Sangre de todo pecado y me bautices con Espíritu Santo y Fuego, luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre. Quiero nacer de nuevo, quiero nacer en Tu Reino, quiero vivir eternamente contigo en Tu Reino. En Tus manos encomiendo mi alma. Señor Jesucristo, salva mi alma Te lo ruego, porque Te he recibido como mi único y suficiente Salvador. En Tu Nombre Señor Jesucristo Te lo ruego. Amén y amén.
Repitan conmigo: La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado. La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado. La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado. Amén y amén.
Y ahora, inclinemos nuestros rostros, yo oraré por ustedes, no tienen que repetir esta oración:
Padre nuestro que estás en el Cielo, traigo a Ti todas estas personas que han recibido a Cristo, Tu Hijo amado, como su Salvador, recíbeles en Tu Reino, bautízales con Espíritu Santo y Fuego, y Te ruego produzcas en ellos el nuevo nacimiento, y también acompáñales todos los días de su vida, y fortalécelos y ayúdales a perseverar en Tu Iglesia todos los días de su vida terrenal. Y trae también a sus familiares a los pies de Cristo, para que también reciban Salvación y Vida eterna, y vivan eternamente con Cristo en Su Reino en compañía de todas esas personas que en esta ocasión han recibido a Tu Hijo amado, Jesucristo, como su Salvador. Padre, Te lo ruego en el Nombre del Señor Jesucristo, Tu Hijo amado. Amén y amén.
Y ahora, por cuanto habéis recibido a Cristo como Salvador de todo corazón, habéis creído y lo habéis recibido como Salvador, Él dijo: “El que creyere y fuere bautizado, será salvo.” Ustedes me dirán: “Yo he creído en Jesucristo como mi Salvador de todo corazón, pero me falta todavía cumplir la parte del mandato: ‘Y fuere bautizado...’ Por lo tanto, ¿cuándo me pueden bautizar en agua en el Nombre del Señor Jesucristo?” Por cuanto habéis creído de todo corazón en Cristo y lo habéis recibido bien pueden ser bautizados hoy mismo en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.
Pregunto al ministro: ¿Hay agua? Hay dos bautisterios aquí. ¿Hay ropas bautismales también? También hay ropas bautismales para que puedan cambiarse de ropas y ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo; y luego quitarse las ropas bautismales que estarán mojadas y ponerse de nuevo las ropas de ustedes, para que luego regresen felices y gozosos, dándole gracias al Señor Jesucristo por la salvación de vuestra alma, y por la paz que el Príncipe de Paz ha colocado en vuestros corazones.
Ha sido para mí una bendición y privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión.
Que las bendiciones de Jesucristo, el Ángel del Pacto, sean sobre todos ustedes y continúen pasando una tarde llena de las bendiciones de Jesucristo nuestro Salvador.
Dejo al ministro, el Rvdo. aquí para que les indique hacia dónde están los lugares dónde cambiarse de ropas para colocarse las ropas bautismales. Con nosotros aquí el ministro para continuar e indicarles el lugar (puede pasar acá, puede pasar acá). Que Dios me lo bendiga.
Dios les bendiga y les guarde a todos.
“JESUCRISTO, EL PRÍNCIPE DE PAZ.”