obsidian/es/conferencias/2004/03/spa-2004-03-19-1-saliendo_a...

58 KiB
Raw Permalink Blame History

title date activity place city state country duration public youtube translations files
Saliendo al encuentro con Jesús 2004-03-19 1 Quilicura Santiago de Chile Región Metropolitana CL 00:00:00 false

Muy buenas noches, amados amigos y hermanos presentes; es para mí una bendición y privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final. Reciban todos saludos de mi esposa Erica, y también los niños de parte de América y de Yahannah Gabriela.

Para esta noche leemos el pasaje de San Juan, capítulo 11, verso 17 en adelante, aun un poquito antes, verso 11 en adelante, podemos leer este pasaje. En estos días hemos estado usando este pasaje, para ver todo lo que hay en ese pasaje bíblico. En el capítulo 11, versos 11 en adelante de San Juan, dice, hablando de la muerte de Lázaro, el amigo de Jesús, el cual es hermano de Marta y María, los cuales vivían en Betania. Dice:

Dicho esto, les dijo después: Nuestro amigo Lázaro duerme; mas voy para despertarle.

Dijeron entonces sus discípulos: Señor, si duerme, sanará.

Pero Jesús decía esto de la muerte de Lázaro; y ellos pensaron que hablaba del reposar del sueño.

Entonces Jesús les dijo claramente: Lázaro ha muerto;

y me alegro por vosotros, de no haber estado allí, para que creáis; mas vamos a él.

Dijo entonces Tomás, llamado Dídimo, a sus condiscípulos: Vamos también nosotros, para que muramos con él.

Vino, pues, Jesús, y halló que hacía ya cuatro días que Lázaro estaba en el sepulcro.

Betania estaba cerca de Jerusalén, como a quince estadios;

y muchos de los judíos habían venido a Marta y a María, para consolarlas por su hermano.

Entonces Marta, cuando oyó que Jesús venía, salió a encontrarle; pero María se quedó en casa.

Y Marta dijo a Jesús: Señor, si hubieses estado aquí, mi hermano no habría muerto.

Mas también sé ahora que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo dará.

Jesús le dijo: Tu hermano resucitará.

Marta le dijo: Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día postrero.

Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.

Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?

Le dijo: Sí, Señor; yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido al mundo.

Habiendo dicho esto, fue y llamó a María su hermana, diciéndole en secreto: El Maestro está aquí y te llama.

Ella, cuando lo oyó, se levantó de prisa y vino a él.

Jesús todavía no había entrado en la aldea, sino que estaba en el lugar donde Marta le había encontrado.

Entonces los judíos que estaban en casa con ella y la consolaban, cuando vieron que María se había levantado de prisa y había salido, la siguieron, diciendo: Va al sepulcro a llorar allí.

María, cuando llegó a donde estaba Jesús, al verle, se postró a sus pies, diciéndole: Señor, si hubieses estado aquí, no habría muerto mi hermano.

Jesús entonces, al verla llorando, y a los judíos que la acompañaban, también llorando, se estremeció en espíritu y se conmovió,

y dijo: ¿Dónde le pusisteis? Le dijeron: Señor, ven y ve.

Jesús lloró.

Dijeron entonces los judíos: Mirad cómo le amaba.

Y algunos de ellos dijeron: ¿No podía éste, que abrió los ojos al ciego, haber hecho también que Lázaro no muriera?

Jesús, profundamente conmovido otra vez, vino al sepulcro. Era una cueva, y tenía una piedra puesta encima.

Dijo Jesús: Quitad la piedra. Marta, la hermana del que había muerto, le dijo: Señor, hiede ya, porque es de cuatro días.

Jesús le dijo: ¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios?

Entonces quitaron la piedra de donde había sido puesto el muerto. Y Jesús, alzando los ojos a lo alto, dijo: Padre, gracias te doy por haberme oído.

Yo sabía que siempre me oyes; pero lo dije por causa de la multitud que está alrededor, para que crean que tú me has enviado.

Y habiendo dicho esto, clamó a gran voz: ¡Lázaro, ven fuera!

Y el que había muerto salió, atadas las manos y los pies con vendas, y el rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo: Desatadle, y dejadle ir.”

Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.

Nuestro tema es: “SALIENDO AL ENCUENTRO CON JESÚS.”

Es muy importante saber quién es Jesús, y también saber el motivo por el cual Él vino a la Tierra. Y luego conocer la familia de Lázaro: Lázaro, Marta y María. Lázaro, Marta y María son tipo y figura de la Iglesia del Señor Jesucristo.

Lázaro es tipo y figura de los creyentes en Cristo que han muerto; y Marta y María son tipo y figura de los creyentes que estarían vivos en este tiempo final.

La resurrección de Lázaro es tipo y figura de la resurrección de todos los creyentes en Cristo que han muerto, resurrección que está prometida para ser llevada a cabo en el Día Postrero, de la cual Cristo había hablado en San Juan, capítulo 6, por lo cual cuando Jesús dice a Marta: “Tu hermano resucitará.” Marta le dice: “Yo sé que resucitará en la resurrección en el Día Postrero.” Porque ya Cristo había enseñado que la resurrección iba a ser llevada a cabo en el Día Postrero, y que Cristo sería el que llevaría a cabo esa resurrección en el Día Postrero de todos los creyentes en Él que estarían muertos físicamente.

Y a los que quedarían vivos en la Tierra en el Día Postrero, cuando Cristo resucite a los muertos creyentes en Él, entonces a los que estén vivos los transformará, y todos entonces tendremos un cuerpo eterno, inmortal, incorruptible, joven y glorificado, igual al cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador.

Por lo tanto, es muy importante conocer este pasaje, y lo que en tipo y figura también representa.

Vean en San Juan, capítulo 6, versos 39 al 40, Cristo hace la promesa para todos los creyentes en Él, que Él los resucitará en el Día Postrero, a todos los creyentes en Él que estarán físicamente muertos, pero que estarán en el Paraíso en alma y espíritu. Dice:

Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero.

Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.”

Aquí tenemos dos pasajes, dos versos donde Cristo promete resucitar en el Día Postrero a todos los creyentes en Él de las diferentes etapas de la Iglesia, todos los creyentes en Él que han partido de esta dimensión terrenal, o sea, que han muerto físicamente. También encontramos en este mismo capítulo 6, versos 53 en adelante, dice:

Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros (o sea, no tenéis Vida eterna).

El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.”

Aquí tenemos un tercer verso donde nos habla Cristo de la resurrección en el Día Postrero para todos los creyentes en Él que han partido. Sigue diciendo:

Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida.

El que come mi carne y bebe mi sangre, en mí permanece, y yo en él.

Como me envió el Padre viviente, y yo vivo por el Padre, asimismo el que me come, él también vivirá por mí.

Este es el pan que descendió del cielo; no como vuestros padres comieron el maná, y murieron; el que come de este pan, vivirá eternamente.”

Aquí tenemos la promesa de la Vida eterna comiendo el Pan de Vida eterna, el cual es Cristo, lo cual hacemos cuando escuchamos la predicación del Evangelio de Cristo; y bajo la predicación del Evangelio de Cristo escuchamos el misterio revelado de la Primera Venida de Cristo y Su Obra de Redención en la Cruz del Calvario, motivo por el cual Él vino a la Tierra para morir por todos nosotros en la Cruz del Calvario.

Cuando escuchamos todo ese misterio de la Primera Venida de Cristo siendo dado a conocer a nosotros, con el corazón creemos en Cristo en Su Primera Venida y Su Obra de Redención en la Cruz del Calvario, creemos en Su muerte en la Cruz del Calvario, creemos en Su Sangre, que Su Sangre es la que nos limpia de todo pecado, porque no hay otra cosa con la cual pueda ser limpio un ser humano de todo pecado, excepto con la Sangre de Jesucristo nuestro Salvador.

Y nadie puede perdonar nuestros pecados sino Jesucristo nuestro Salvador. Por lo tanto, se predica el arrepentimiento y el perdón de los pecados en el Nombre del Señor Jesucristo, conforme al mandato de Cristo en San Lucas, capítulo 24, versos 41 al 48, en donde Cristo ya resucitado de entre los muertos, da orden a Sus discípulos, diciendo a ellos de la siguiente manera... y vamos a leerlo, vamos a leer desde el verso 44. San Lucas, capítulo 24, versos 44 en adelante, dice:

Y les dijo: Estas son las palabras que os hablé, estando aún con vosotros: que era necesario que se cumpliese todo lo que está escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos.

Entonces les abrió el entendimiento, para que comprendiesen las Escrituras.”

Ninguna persona puede comprender las Escrituras, a menos que Dios le abra el entendimiento y abra también las Escrituras, o sea, dé a conocer el significado de esas Escrituras.

Y les dijo: Así está escrito, y así fue necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos al tercer día;

y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén.

Y vosotros sois testigos de estas cosas.”

Cristo fue el que ordenó predicar el Evangelio por todos los lugares, y anunciar, dar a conocer el arrepentimiento y el perdón de los pecados en el Nombre del Señor Jesucristo. También en San Marcos, capítulo 16, versos 15 al 16, Cristo ya resucitado, dice:

Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.

El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”

Todos los presentes y los que a través de esta conferencia la verán por televisión, pregúntese usted cuál es su condición frente a Dios:

¿Se ha encontrado usted con Jesús y lo ha recibido como su Salvador y ha sido bautizado en agua en Su Nombre. Usted ha sido lavado con la Sangre de Cristo, entonces los pecados suyos Cristo los ha perdonado, con Su Sangre lo ha limpiado de todo pecado, ha sido bautizado en agua en Su Nombre, Cristo lo ha bautizado con Espíritu Santo y Fuego, y usted ha obtenido el nuevo nacimiento, Cristo ha producido en usted el nuevo nacimiento, usted ha nacido a una nueva vida, a la vida eterna, en el Reino eterno de Jesucristo nuestro Salvador, usted ha entrado al Reino de Dios?

Pero si no ha recibido a Cristo como Salvador, usted no tiene Vida eterna, usted lo que tiene es una vida temporal que en algún momento se le va a terminar. Y cuando se le termine esa vida aquí en la Tierra, por cuanto no ha recibido a Cristo como Salvador no se ha encontrado con Cristo Jesús, entonces usted en alma y espíritu irá a otra dimensión llamada la quinta dimensión, que en palabras comunes se le conoce como el infierno, donde dice Cristo que fue el hombre rico.

Pero si usted ha recibido a Cristo como Salvador, arrepentido de sus pecados, y le ha pedido perdón a Cristo, y ha sido bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo y Cristo lo ha bautizado con Espíritu Santo y Fuego, usted ha obtenido el nuevo nacimiento; y usted si muere físicamente no tiene ningún problema, usted va a otra dimensión en alma y espíritu, el espíritu es un cuerpo pero de otra dimensión, parecido a nuestro cuerpo pero joven y de otra dimensión: de la sexta dimensión, que es la dimensión de los Ángeles.

Y esa sexta dimensión es llamada el Paraíso. Ahí es donde van todos los creyentes en Cristo que mueren físicamente, porque han sido limpiados de todo pecado con la Sangre de Jesucristo nuestro Salvador, y por consiguiente fueron reconciliados con Dios por medio de Jesucristo nuestro Salvador; y por consiguiente no pueden ir al infierno, tienen que ir al Cielo, al Paraíso, donde están los Apóstoles y todos los creyentes en Cristo de diferentes etapas o edades de la Iglesia, donde están los Ángeles Mensajeros de la Iglesia de Jesucristo.

Esa es la dimensión de los Ángeles, y por cuanto la persona al nacer de nuevo recibe un cuerpo angelical, entonces va a la dimensión de los Ángeles en ese cuerpo angelical. Pero la persona es alma viviente, el ser humano es alma, espíritu y cuerpo. Lo que es en realidad la persona es alma viviente, eso es lo que es la persona; el espíritu de la persona es un cuerpo de otra dimensión; y el cuerpo físico es un cuerpo de esta dimensión. Si perdemos este cuerpo físico que tenemos, pues salimos de esta dimensión terrenal. Pero vamos a la dimensión a la cual pertenece el espíritu, ese cuerpo espiritual.

Todo creyente en Cristo nacido de nuevo tiene un cuerpo angelical de la sexta dimensión, o sea, del Paraíso, por lo tanto va a vivir a esa sexta dimensión, que es el Paraíso, que es la dimensión de los Ángeles de Dios. Por eso es tan importante asegurar nuestro futuro eterno con Cristo en Su Reino eterno, por eso es tan importante asegurar lo que será nuestra vida después de esta vida terrenal.

Algunas personas pierden de vista la importancia de asegurar su futuro eterno, porque piensan que la vida es solamente ésta que nosotros vivimos acá. Pero ésta es temporal, es por un corto tiempo para que nosotros hagamos contacto con Cristo, tengamos un encuentro con Cristo y lo recibamos como nuestro Salvador, para que Él perdone nuestros pecados, y con Su Sangre nos limpie de todo pecado y seamos bautizados en agua en Su Nombre, en donde nos identificamos con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección. Y Él nos bautiza con Espíritu Santo y Fuego y produce en nosotros el nuevo nacimiento, y así es como nacemos del Agua y del Espíritu y entramos al Reino de Dios, de lo cual Cristo le habló a Nicodemo en el capítulo 3 de San Juan, verso 1 al 6, cuando le dijo:

De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.”

Y toda persona desea entrar al Reino de Dios para vivir eternamente con Cristo en ese Reino eterno, y hay una forma, y es recibiendo a Cristo como nuestro Salvador, teniendo un encuentro con Cristo. La persona tiene que salir a encontrarse con Jesucristo, a recibirlo como Salvador. Y cuando una persona va a una actividad en donde se estará predicando el Evangelio de Cristo, va, ha salido para encontrarse con Jesucristo. Algunas veces tiene una lucha para lograr salir del hogar, también tiene una lucha para luego estando en la actividad recibir a Cristo como Salvador, porque desea recibir a Cristo, pero siente que algo lo aguanta también, pero también siente la necesidad de salir a encontrarse con Cristo a recibir a Cristo como su Salvador.

Por lo tanto, el deseo del alma de la persona es tener un encuentro con Cristo, para que Cristo lo perdone y con Su Sangre lo limpie de todo pecado, y pueda ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo lo bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca el nuevo nacimiento en la persona; y así nazca y entre al Reino de Dios, que es el Reino de Cristo y nazca a una nueva vida, a la Vida eterna.

Cuando el ser humano ha nacido en la Tierra, ha nacido a la vida, pero no a la Vida eterna; ha sido por medio del nacimiento que ha entrado a esta vida terrenal, que es mortal, que es corruptible y es temporal. Y por medio de un nuevo nacimiento es que nace y entra a la Vida eterna, que es la más importante.

El vivir en esta vida terrenal nos da la oportunidad para entrar a la Vida eterna, recibiendo a Cristo como nuestro Salvador, el cual produce en nosotros el nuevo nacimiento. Sin ese nuevo nacimiento ninguna persona puede entrar al Reino de Dios, y por consiguiente entrar a la Vida eterna. Hay que nacer de nuevo, eso es un requisito para toda persona, pero el que produce el nuevo nacimiento es Jesucristo nuestro Salvador.

Ahora, ¿por qué Cristo produce ese nuevo nacimiento? ¿Quién es entonces Jesucristo que puede producir un nuevo nacimiento en las personas? Porque Jesucristo es el Segundo Adán, Jesucristo es el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová del Antiguo Testamento que le apareció al patriarca Abraham y a Isaac y a Jacob también. Abraham le dijo que sería padre de multitud de naciones, y le dijo que serían benditas todas las naciones. O sea, que por medio de Abraham hay una bendición. Dice en el capítulo 12 del Génesis, verso 1 en adelante, 1 al 3, dice:

Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré.

Y haré de ti una nación grande (esa nación grande es el pueblo hebreo), y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición.

Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra.”

La bendición para todas las familias de la Tierra, vean cómo viene: Dios la coloca en Abraham; y ahora de Abraham es que viene la simiente de Dios, la Simiente de la mujer, de la cual habló Dios en Génesis, capítulo 3, verso 15 al 16, y ahora esa Simiente de la mujer es el Mesías, el cual tiene que nacer en medio del pueblo hebreo. Y vamos a ver algún otro lugar donde Dios habla acerca de esta bendición, en el capítulo 22, verso 18 del Génesis, dice Dios a Abraham... vamos a comenzar un poquito antes: capítulo 22, verso 15 en adelante del Génesis, dice:

Y llamó el ángel de Jehová a Abraham segunda vez desde el cielo,

y dijo: Por mí mismo he jurado, dice Jehová, que por cuanto has hecho esto, y no me has rehusado tu hijo, tu único hijo;

de cierto te bendeciré, y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena que está a la orilla del mar; y tu descendencia poseerá las puertas de sus enemigos.

En tu simiente serán benditas todas las naciones de la tierra, por cuanto obedeciste a mi voz.”

Y ahora, en la simiente de Abraham serán benditas todas las naciones de la Tierra.

Y ahora, vamos a ver lo que San Pablo nos habla con relación a esta simiente de Abraham. En Gálatas, capítulo 3, verso 13 en adelante, 13 al 16, dice:

Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero),

para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles (y ahora la bendición de Abraham alcanza a los gentiles por medio de Jesucristo), a fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu.

Hermanos, hablo en términos humanos: Un pacto, aunque sea de hombre, una vez ratificado, nadie lo invalida, ni le añade.

Ahora bien, a Abraham fueron hechas las promesas, y a su simiente. No dice: Y a las simientes, como si hablase de muchos, sino como de uno: Y a tu simiente, la cual es Cristo.”

Y ahora, esa simiente de la cual Dios le habló a Abraham es Jesucristo nuestro Salvador, el cual vino a la Tierra como un descendiente de Abraham, como un hebreo nacido de la tribu de Judá, como descendiente del rey David.

Y ahora, para la bendición de Abraham pasar de los hebreos a los gentiles, se requirió que Cristo apareciera en la Tierra para que la bendición de Abraham pasara por medio de Cristo a los gentiles y recibiésemos así la bendición de Abraham.

Y ahora vean, en el capítulo 3 de Gálatas, verso 6 en adelante, dice:

Así Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia.

Sabed, por tanto, que los que son de fe, éstos son hijos de Abraham.

Y la Escritura, previendo que Dios había de justificar por la fe a los gentiles, dio de antemano la buena nueva a Abraham, diciendo: En ti serán benditas todas las naciones.

De modo que los de la fe son bendecidos con el creyente Abraham.”

Y ahora, encontramos que todos los creyentes en Cristo son hijos de Abraham. También en el capítulo 3, verso 26 al 29 de Gálatas, dice:

... pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús;

porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos.”

La persona tiene que ser bautizada en Cristo en el Nombre del Señor Jesucristo en agua y también ser bautizada con Espíritu Santo y Fuego, lo cual hace Cristo: que bautiza la persona con Espíritu Santo y Fuego, dice:

Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús.

Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa.”

Y ahora, todos los que son de la fe en Cristo, todos los que son creyentes en Cristo, son hijos de Abraham, están dentro del Nuevo Pacto, el Pacto de Paz, el cual ha traído y ha establecido Jesucristo, el Rey de Salem, o sea, Rey de Paz, y el Rey de reyes y Señor de señores, Rey de Justicia y Rey de Paz, y Sacerdote, Sumo Sacerdote del Dios Altísimo del Templo Celestial.

Cristo es nada menos que aquel Melquisedec que le apareció a Abraham en el capítulo 14 del Génesis, y también es aquel Elohim que apareció con dos varones, dos Arcángeles, los cuales eran Gabriel y Miguel, y comieron con Abraham en el capítulo 18 del Génesis, y luego Gabriel y Miguel en el capítulo 18 y 19, fueron a Sodoma para traer el juicio divino, porque ellos son los Ángeles de la diestra de Dios, o sea, que ellos son los Ángeles a través de los cuales Dios manifiesta su poder para bendición o para juicio divino.

Y ahora, ¿quién es Jesucristo nuestro Salvador? Jesucristo es el Ángel de Jehová, el Ángel del Pacto que libertó al pueblo hebreo, el mismo Ángel que le apareció a Abraham en diferentes ocasiones y que a Jacob le apareció también en diferentes ocasiones. Por ejemplo, a Jacob le apareció en el capítulo 28, versos 10 en adelante cuando Jacob salió de su hogar allá donde estaba *Abraham y su madre Rebeca, porque su hermano Esaú había dicho: “El día que mi padre Isaac muera, ese día yo voy a matar a Jacob;” o sea, después que muera Isaac, que era el padre de Esaú; entonces Esaú pensaba matar a Jacob.

Abraham había vivido ahí en ese territorio también, y ahora luego Isaac vive también allí, pues es hijo de Abraham, y luego Jacob también vivía allí y también Esaú. Pero ahora por el peligro que corría Jacob, Rebeca, madre de Jacob, hablaba con Isaac y entonces ven la necesidad de enviar a Jacob a Padan-arám, donde estaba la familia de Rebeca, donde estaba el Padre de Rebeca y el hermano de Rebeca. Y lo envían, y cuando Jacob sale hacia allá vean lo que sucedió: capítulo 28, verso 10 en adelante, dice:

Salió, pues, Jacob de Beerseba, y fue a Harán.

Y llegó a un cierto lugar, y durmió allí, porque ya el sol se había puesto; y tomó de las piedras de aquel paraje y puso a su cabecera, y se acostó en aquel lugar.

Y soñó: y he aquí una escalera que estaba apoyada en tierra, y su extremo tocaba en el cielo; y he aquí ángeles de Dios que subían y descendían por ella.

Y he aquí, Jehová estaba en lo alto de ella, el cual dijo: Yo soy Jehová, el Dios de Abraham tu padre, y el Dios de Isaac; la tierra en que estás acostado te la daré a ti y a tu descendencia.

Será tu descendencia como el polvo de la tierra, y te extenderás al occidente, al oriente, al norte y al sur; y todas las familias de la tierra serán benditas en ti y en tu simiente.”

La simiente de Jacob es la misma simiente de Abraham, es Cristo. Por lo tanto, el Cristo, el Mesías, no vendría por medio de la familia de Esaú, la descendencia de Esaú, sino por medio de la descendencia de Jacob. Sigue diciendo:

He aquí, yo estoy contigo, y te guardaré por dondequiera que fueres, y volveré a traerte a esta tierra; porque no te dejaré hasta que haya hecho lo que te he dicho.

Y despertó Jacob de su sueño, y dijo: Ciertamente Jehová está en este lugar, y yo no lo sabía.

Y tuvo miedo, y dijo: ¡Cuán terrible es este lugar! No es otra cosa que casa de Dios, y puerta del cielo.”

Esta escalera que vio Jacob por la cual dice que Ángeles de Dios subían y bajaban, tipifica la Iglesia del Señor Jesucristo. Esos Ángeles son los Mensajeros, Apóstoles y Ángeles Mensajeros de cada edad, y todos los miembros de la Iglesia del Señor Jesucristo, los cuales pertenecen a esa escalera, la cual tipifica la Iglesia del Señor Jesucristo. Por esa escalera es que las personas entran, suben, al Cielo, porque en esa escalera es que está Dios en la parte alta de la escalera, esa es la Iglesia del Señor Jesucristo, el Redil del Buen Pastor donde Cristo coloca Sus ovejas.

Y ahora, Jacob no sabía que Dios estaba allí pero luego cuando vio en sueños lo que Dios le mostró, dijo: “Este es un lugar terrible, Jehová está en este lugar y yo no lo sabía.” Y Jacob (el pueblo hebreo) no sabe que Dios está en la Iglesia del Señor Jesucristo, pero algún día va a ver y a saber que está en la Iglesia del Señor Jesucristo porque va a ver a Dios manifestado en el Día Postrero en la parte alta de esa escalera, que es la Edad de la Piedra Angular, ahí verá Dios manifestado en el Día Postrero en toda Su plenitud, y entonces Jacob, Israel, el pueblo hebreo dirá: “Pero si esto es lo que yo estaba buscando, y ahora veo lo que yo quería ver.”

Ellos verán a Dios manifestado en la Iglesia de Jesucristo en la parte alta, en la parte de la Edad de la Piedra Angular, esa es la Iglesia, tipificada en la escalera que vio Jacob. A esto es que se refiere Cristo cuando habla en San Juan, capítulo 1, cuando está hablando con Natanael. Vean las cosas de esta conversación. Dice capítulo 1 de San Juan, verso 47 en adelante, esto fue cuando Natanael salió de donde vivía y vino para conocer a Jesús, para encontrarse con Jesús:

Cuando Jesús vio a Natanael que se le acercaba, dijo de él: He aquí un verdadero israelita, en quien no hay engaño.

Le dijo Natanael: ¿De dónde me conoces? Respondió Jesús y le dijo: Antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi.

Respondió Natanael y le dijo: Rabí, tú eres el Hijo de Dios; tú eres el Rey de Israel.”

Pues Natanael había estado bajo una higuera orando, y en su oración pues estaba pidiendo la bendición de ver al Mesías en Su Venida, porque había llegado el tiempo para el Mesías estar sobre la Tierra; y se corrían los rumores en la Tierra de Israel que ya el Mesías estaba en la Tierra, y que Su precursor, Juan el Bautista, estaba bautizando las personas en el río. Ahora, veamos lo que a continuación dice Jesús:

Respondió Jesús y le dijo: ¿Porque te dije: Te vi debajo de la higuera, crees? Cosas mayores que estas verás.

Y le dijo: De cierto, de cierto os digo: De aquí adelante veréis el cielo abierto, y a los ángeles de Dios que suben y descienden sobre el Hijo del Hombre.”

Y ahora, lo que ha estado sucediendo desde que Cristo murió en la Cruz del Calvario, son cosas mayores que las de discernir el corazón de las personas o de ver una persona que estaba orando en otro lugar. Y Jesús sin estar en ese otro lugar en cuerpo físico lo vio. También las otras cosas que fueron hechas por Cristo y la visita de Ángeles a Jesucristo eran cosas mayores.

Ahora, Ángeles de Dios que suben y descienden sobre el Hijo del Hombre, lo mismo que vio Jacob en la escalera, Ángeles de Dios que subían y bajaban por esa escalera. Ahora, Jacob vio aquello de lo cual Cristo habló luego a Natanael.

Y ahora, en esa Escalera, que es la Iglesia del Señor Jesucristo han estado subiendo y bajando Ángeles de Dios, por esa escalera es que las personas suben. Por eso es que es la Iglesia del Señor Jesucristo, compuesta por los creyentes en Cristo, la que tiene la misión de ir por todo el mundo llevando el Evangelio de Cristo, predicando el Evangelio de Cristo; y todo aquel que crea y sea bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, es salvo y sube por esa Escalera a la edad o etapa que le toca vivir en ese tiempo, en esa etapa de la Iglesia del Señor Jesucristo.

Ahora, encontramos que en la parte alta de la Escalera en el Día Postrero que es en la Edad de la Piedra Angular, estará Cristo manifestándose y llamando y juntando a Sus escogidos, diciendo: “Sube acá y Yo te mostraré las cosas que sucederán después de estas.” Apocalipsis, capítulo 4, verso 1. Cristo hablando con esa Voz de Trompeta.

Y para darnos a conocer todas esas cosas dice en Apocalipsis 22, verso 6 la forma en que Él nos dará a conocer todas esas cosas. Dice:

Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto.”

Es por medio del Ángel del Señor Jesucristo que Jesucristo nos da a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto. En Apocalipsis 22, verso 16, también Cristo dice:

Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias. Yo soy la raíz y el linaje de David, la estrella resplandeciente de la mañana.”

Y ahora, es por medio del Ángel del Señor Jesucristo que Jesucristo estará hablando en Su Iglesia en el Día Postrero. Él ha enviado Su Ángel, ese Ángel ha estado en la Iglesia de Jesucristo todo el tiempo, fue el que le dio a Juan el Apóstol la revelación del Apocalipsis, y para este tiempo final estará en medio de la Iglesia de Jesucristo en carne humana dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto; estará en la parte alta de la Iglesia, la Edad de la Piedra Angular. Y ahí es donde Cristo estará enviando Su bendición es el Día Postrero y donde Cristo estará hablando como habló en aquel día en que fue a resucitar a Lázaro.

Vean, Cristo dijo a Marta: “Tu hermano resucitará.” La resurrección Cristo había prometido que la llevaría a cabo en el Día Postrero, para todos los creyentes en Él que a través de los diferentes tiempos y edades luego morirían. Pero ahora por cuanto Lázaro es tipo y figura de todos los creyentes en Cristo que han muerto físicamente, Cristo va a resucitar a Lázaro como tipo y figura de la resurrección de todos los muertos en Cristo que van a ser resucitados por Cristo en el Día Postrero.

Y otra cosa muy importante es que para Lázaro pertenecer a la Iglesia del Señor Jesucristo tenía que ser resucitado, porque la Iglesia del Señor Jesucristo nació el Día de Pentecostés. Todas las personas que murieron antes del Día de Pentecostés pertenecen al Antiguo Testamento, no pertenecen a la Iglesia del Señor Jesucristo.

Ahora, Cristo va a resucitar a Lázaro, le dice a Marta: “Tu hermano resucitara.” Pero por cuanto Cristo había enseñado que a todos los creyentes en Él, Él los resucitaría en el Día Postrero, todos los creyentes en Él que morirían a través de las edades.

Marta ya sabía eso y le dice: “Sí, yo sé que mi hermano resucitará en el Día Postrero.” O sea, que Marta tenía fe y tenía esperanza en que Lázaro resucitaría en el Día Postrero. Pero no tenía la fe necesaria para creer que la resurrección Cristo la iba a llevar a cabo para Lázaro en ese día, que era el cuarto día. El cuarto día es tipo y figura de la cuarta generación, en la cual Dios dice a Abraham en el capítulo 15 del Génesis, verso 2 en adelante:

Y en la cuarta generación volverán acá (hablando de la descendencia de Abraham que estaría cautiva en Egipto, y luego Dios los libertaría y los llevaría de regreso a la tierra prometida donde estaba viviendo Abraham).”

Ahora, Cristo luego que llega María, se conmovió. Y María era la que siempre estaba a los pies de Jesús escuchando las enseñanzas de Jesús. Y cuando la ve llorando y postrada a Sus pies, y los demás judíos que le acompañaban llorando también, los cuales estaban, habían venido a la casa de Marta y María para consolarlas por la muerte de Lázaro; ellos también estaban llorando allí frente a Jesús, y Jesús se conmovió en espíritu y lloró también Él. Y los judíos decían: “Mira cómo amaba a Lázaro, miren cómo le amaba.”

Se unió en el duelo con María, Marta y los judíos que estaban allí llorando; les acompañó en el dolor, les acompañó sus sentimientos, como hombre. Pero ahora como Dios, porque en Él estaba Dios, Dios entonces obró a través de Él, y dijo: “¿Dónde le han puesto?” Lo llevaron y le dijeron: “Está ahí.” Él dice: “Quiten la piedra.” Y Marta le dice: “Ya tiene cuatro días, ya hiede.” ¿Ven? Marta no tenía fe para ver la resurrección en ese día. No comprendía que ese día cuarto tipificaba el Día Postrero; no comprendía que la visita de Jesús en ese día era para traer la resurrección de Lázaro. Pero quitaron la piedra, y entonces Jesús clamó a gran Voz: “Lázaro ven fuera.” Y Lázaro salió.

La Escritura hablando de cómo será la resurrección de los muertos en Cristo dice que será a la final trompeta, que será en el tiempo en que Cristo descenderá del Cielo con aclamación, Voz de Arcángel y Trompeta de Dios. Todo eso lo hace Cristo.

Y ahora, eso está en Primera de Tesalonicenses, capítulo 4, verso 12 al 17, y en Primera de Corintios, capítulo 15 también nos habla San Pablo de la resurrección de los muertos en Cristo y el orden para esa resurrección. Dice en Primera de Corintios, capítulo 15, versos 46 en adelante, dice:

Mas lo espiritual no es primero, sino lo animal; luego lo espiritual.

El primer hombre es de la tierra, terrenal; el segundo hombre, que es el Señor, es del cielo.

Cual el terrenal, tales también los terrenales; y cual el celestial, tales también los celestiales.

Y así como hemos traído la imagen del terrenal, traeremos también la imagen del celestial.”

O sea, que vamos a ser a imagen y semejanza de Jesucristo nuestro Salvador con un cuerpo angelical y eterno y con un cuerpo físico eterno y glorificado y joven para toda la eternidad.

Pero esto digo, hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción hereda la incorrupción (o sea, que no podemos continuar viviendo eternamente con este cuerpo de carne que es temporal, y que es corruptible, se pone viejo y luego se muere. Pero dice:)

He aquí, os digo un misterio...”

Ahora va a hablar del misterio, del misterio en el cual está todo escondido, todo lo relacionado a la resurrección de los muertos en Cristo y a la transformación de nosotros los que vivimos, para entrar a la inmortalidad física, la cual Cristo ha prometido para llevar a cabo en el Día Postrero. Dice:

He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados.”

Hay una transformación prometida para todos los creyentes en Cristo, para obtener un cuerpo eterno, inmortal, incorruptible y glorificado, como el cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador. Sigue diciendo:

...en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta (y aquí tenemos la promesa que será a la final trompeta)... a la final trompeta porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles (o sea, en cuerpos eternos, inmortales, incorruptibles, glorificados, como el cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador)...”

Hay tres clases de cuerpos: cuerpo espiritual, o sea, angelical, cuerpo físico de carne y cuerpo glorificado. El cuerpo glorificado es el cuerpo en que está Jesucristo, y es la clase de cuerpo físico glorificado que Él nos dará. Sigue diciendo:

...porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados (o sea, los que estemos vivos en ese momento).

Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad.”

Es necesario para poder vivir eternamente en un cuerpo joven y glorificado como el cuerpo glorificado de Jesucristo, para así poder vivir con Cristo en Su Reino eterno. Y así ser inmortales, entrar a la inmortalidad física que Él ha prometido para todos los creyentes en Él.

Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria.”

Y desaparece la muerte para los creyentes en Cristo, desaparece la muerte física, porque ya en el cuerpo nuevo, eterno, inmortal y glorificado no habrá muerte, será un cuerpo joven para toda la eternidad.

En la resurrección de Lázaro está tipificada la resurrección de los muertos en Cristo, por lo tanto, aquel día en que Cristo apareció el cuarto día, en el cual ya Lázaro estaba con mal olor porque su carne, su cuerpo ya había entrado en descomposición, en corrupción. Pero no importa cuánto tiempo lleve una persona muerta, Cristo tiene el poder para resucitarlo en un cuerpo eterno, inmortal, incorruptible y glorificado como Él lo ha prometido, lo cual fue tipificado en la resurrección de Lázaro.

Aquella gran Voz con la cual Cristo clamó y dijo: “Lázaro ven fuera.” Es la misma Voz de Apocalipsis, capítulo 4, que dice: “Sube acá y Yo te mostraré las cosas que sucederán pronto.” Esa es la Voz de la resurrección, la Voz de Cristo que llama y junta los escogidos en el Día Postrero. Es la gran Voz de Trompeta, la Trompeta final, la Voz de Arcángel y Trompeta de Dios, con la cual son llamados y juntados todos los escogidos en el Cuerpo Místico de Cristo, y reciben la fe para creer y ver; creer, esperar y ver la resurrección de los muertos en Cristo en este tiempo final en el Día Postrero, y obtener la transformación de nuestros cuerpos en este tiempo final.

María tenía la fe para ver todo eso que Cristo iba a hacer, Marta no la tenía, pero Cristo le dijo: “¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios?” Y la gloria de Dios iba a ser vista en y con la resurrección de Lázaro que Cristo iba a realizar. Y la gloria de Dios será vista en este tiempo final en y con la resurrección de todos los muertos en Cristo en cuerpos glorificados y la transformación de nosotros los que vivimos.

Por lo tanto, es necesario que toda persona salga al encuentro con Cristo o de Cristo, encontrarse con Cristo para recibir la fe, creer en Él con toda su alma, y ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y recibir el bautismo del Espíritu Santo, obtener el nuevo nacimiento y esperar nuestra transformación y también esperar la resurrección de los muertos en Cristo en este tiempo final, que es el Día Postrero; el Día Postrero delante de Dios es el Séptimo Milenio de Adán hacia acá. Y ya hemos entrado al Séptimo Milenio desde que entramos al año 2001, de ahí en adelante conforme al calendario gregoriano, ya estamos en el Séptimo Milenio de Adán hacia acá, que es también el tercer milenio de Cristo hacia acá. Ese es el Día Postrero: el Séptimo Milenio de Adán hacia acá o tercer milenio de Cristo hacía acá.

“Porque un día delante del Señor es como mil años, y mil años como un día.” Dice Segunda de Pedro, capítulo 3, verso 8, y el Salmo 90, verso 4. Por lo tanto, estamos en el Séptimo Milenio de Adán hacia acá, el milenio donde Cristo con esa gran Voz con la cual Él clama, que es la misma gran Voz de Trompeta, esa gran Voz con la cual clamó, resucitará a los muertos creyentes en Él, y nos transformará a nosotros los que vivimos. Pero con esa misma Voz llama y junta a todos los escogidos de este tiempo final.

Por lo tanto, todos los que esperan estas bendiciones de parte de Dios prometidas para el Día Postrero, estarían saliendo al encuentro con Jesús, y estarían viendo a Cristo en Espíritu Santo manifestado en medio de Su Iglesia, como fue visto en cada edad en el Mensajero correspondiente a cada edad; fue visto en el séptimo Ángel Mensajero de la séptima edad de la Iglesia, que fue el precursor de la Segunda Venida de Cristo, en Él estuvo Cristo en Espíritu Santo manifestado, y para el Día Postrero estará en Su Ángel Mensajero manifestado, será Cristo en Espíritu Santo manifestado en Su Ángel Mensajero hablándonos todas estas cosas que deben suceder pronto.

Apocalipsis, capítulo 4, verso 1, dice... recuerden que esta misma Voz que dice: “Sube acá,” es la misma Voz que le dijo a Lázaro: “Ven fuera.” Es la Voz de la resurrección.

Después de esto miré, y he aquí una puerta abierta en el cielo; y la primera voz que oí, como de trompeta, hablando conmigo, dijo: Sube acá, y yo te mostraré las cosas que sucederán después de estas.”

Y ahora, ¿dónde vamos a subir? Vamos a subir a la Edad de la Piedra Angular, a la etapa más alta de la Iglesia. Eso es en lo espiritual, y vamos a escuchar todas estas cosas que deben suceder pronto. Así como en cada edad los escogidos en la Iglesia de Jesucristo escucharon la Voz del Espíritu Santo hablando por medio del Mensajero correspondiente a cada edad. “Porque no hará nada el Señor Jehová, sin que antes revele Sus secretos a Sus siervos los Profetas.”

Así ha sido en el Antiguo Testamento y así es en el Nuevo Testamento; en el Nuevo Testamento también Cristo ha tenido Mensajeros de edad en edad, a través de los cuales Cristo en Espíritu Santo se ha manifestado y le ha estado hablando a Su Iglesia, ha sido la Voz de Cristo en el Espíritu Santo hablándole a Su Iglesia, y llamando y juntando a Sus escogidos en cada etapa de la Iglesia. Y para este tiempo final, para la etapa de la Edad de la Piedra Angular, la Voz de Cristo, la Voz del Espíritu Santo dice:

Sube acá, y yo te mostraré las cosas que sucederán después de estas.”

Subimos a la Edad de la Piedra Angular para escuchar estas cosas, y ahora vamos a ver cómo y a través de quién estará el Espíritu Santo manifestado dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto. Apocalipsis 22, verso 6, dice:

Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto.”

Es por medio del Ángel del Señor Jesucristo que Jesucristo en Espíritu Santo estará manifestado, dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto. Es por medio del Ángel del Señor Jesucristo es que el Espíritu Santo estará hablándonos, revelándonos las cosas que deben suceder pronto.

¿Y quién es ese Ángel? Es un Profeta, el último Profeta Mensajero que Cristo envía a la Tierra, ese es un Profeta dispensacional, Profeta de la Dispensación del Reino, de la séptima dispensación, con el Mensaje del Evangelio del Reino, el Mensaje de la gran Voz de Trompeta, el Mensaje con el cual son llamados y juntados todos los escogidos de Dios en medio de la Iglesia de Jesucristo y después del pueblo hebreo.

En Apocalipsis, capítulo 22, verso 16, dice:

Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias.”

¿Quién es el enviado de Jesucristo? El Ángel del Señor Jesucristo. Ese es el enviado para dar a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto. En San Juan, capítulo 13, verso 20, dice:

De cierto, de cierto os digo: El que recibe al que yo enviare, me recibe a mí; y el que me recibe a mí, recibe al que me envió.”

Y el enviado de Cristo a Su Iglesia para dar testimonio de todas estas cosas que deben suceder pronto es el Ángel del Señor Jesucristo, el cual ha estado en medio de la Iglesia de Jesucristo todo el tiempo. Y ahora en el Día Postrero tenemos la promesa que estará en carne humana en medio de la Iglesia de Jesucristo, y en él estará el Espíritu Santo dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto, para así darnos la fe para ser transformados y raptados, darnos la fe de Rapto, que es la revelación de Rapto, que es la revelación del Séptimo Sello, la revelación de la Segunda Venida de Cristo como el León de la Tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo.

Estamos viviendo en el tiempo más glorioso de todos los tiempos, estamos viviendo en un tiempo paralelo al día cuarto en que apareció Cristo para resucitar a Lázaro. Estamos viviendo ya en esa cuarta generación, estamos viviendo ya en el Día Postrero; y en algún año del séptimo milenio que ya ha comenzado; en algún año Cristo completará Su Iglesia y luego resucitará los muertos creyentes en Él en cuerpos glorificados, y a los que estemos vivos en ese tiempo nos transformará; y así entraremos a la eternidad física, y a la inmortalidad física, porque obtendremos un cuerpo eterno y glorificado, y joven para toda la eternidad, igual al cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador.

Por lo tanto, en este tiempo todos los escogidos de Dios estarían saliendo al encuentro con Jesús.

¿Y cuántos han salido al encuentro con Jesús en este tiempo? Todos nosotros. Y lo hemos recibido como nuestro Salvador. Si hay alguna persona que no ha salido al encuentro con Cristo para encontrarse con Cristo y recibir la bendición de parte de Cristo, puede hacerlo en esta noche, levantando su mano y yo estaré orando por usted para que Cristo le reciba, le perdone y con Su Sangre le limpie de todo pecado.

Y pueda ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo le bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en usted el nuevo nacimiento, y así nazca del Agua y del Espíritu y entre al Reino de Dios, entre a formar parte de todos los hijos e hijas de Dios, que son los miembros de la Iglesia del Señor Jesucristo, y así reciba la salvación y Vida eterna.

Puede levantar su mano y yo estaré orando por usted en esta noche. Por aquí tenemos manos levantadas, vamos a pedirle que por favor pasen al frente. Veo más manos levantadas; pasen al frente para orar en esta noche por ustedes, para que Cristo les reciba y les perdone y con Su Sangre les limpie de todo pecado, y puedan ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y obtengan el nuevo nacimiento, nazcan del Agua y del Espíritu.

Cristo dijo: “El que me confesare delante de los hombres, Yo le confesaré delante de mi Padre.” También dijo: “El que me negare delante de los hombres, Yo le negaré delante de mi Padre.” Por lo tanto, todos queremos que Cristo nos confiese delante del Padre Celestial y diga: “Este creyó en mí, éste es un creyente en mí, éste me recibió como Salvador, éste me pidió perdón por sus pecados y yo lo perdone, y con mi Sangre yo lo limpié de todo pecado, y fue bautizado en agua en mi Nombre, Padre, bautízalo con Espíritu Santo y Fuego y dale la entrada a Tu Reino.” Y el Padre dirá: “Concedida Tu petición.” Y bautizará con Espíritu Santo y Fuego a la persona, y la persona entra al Reino de Dios, y por consiguiente a la Vida eterna.

Pueden continuar pasando para orar por ustedes en esta noche, todavía vienen más personas, por eso vamos a dar unos minutos en lo que llegan las demás personas que también están saliendo al encuentro con Jesús, para recibirlo como su Salvador, porque desean vivir eternamente con Jesucristo en Tu Reino. Todos deseamos vivir eternamente con Jesucristo en Su Reino eterno. El único Reino eterno es el Reino de Jesucristo, los demás reinos son temporales, son por un tiempo y luego desaparecen. Pero el Reino de Cristo es eterno; y por consiguiente todos los que entran al Reino de Cristo serán eternos también.

La única forma para obtener la Vida eterna es a través de Jesucristo nuestro Salvador. Él dijo: “Yo Soy el Camino, la Verdad y la Vida, y nadie viene al Padre sino por mí.” No podemos llegar a Dios, excepto a través de Jesucristo nuestro Salvador. Es por medio de Jesucristo que llegamos a Dios, Él es el Sumo Sacerdote del Templo Celestial, el cual está haciendo intercesión por toda persona que lo recibe como su Salvador. Él es nuestro Abogado en el Cielo, Él es nuestro Intercesor, Él es el Sumo Sacerdote del Templo Celestial, y Él con Su propia Sangre hace intercesión por nosotros, nos limpia de todo pecado, y así quita el pecado nuestro y Dios nos mira y nos ve sin pecado.

Porque la Sangre de Jesucristo, el Hijo de Dios, nos limpia de todo pecado. No hay otra cosa con la cual usted pueda ser limpio de todo pecado, solamente por medio de la sangre de Jesucristo nuestro Salvador.

Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.

El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”

El que no cree pues no le interesa vivir eternamente, por lo tanto será condenado, es condenado y echado al lago de fuego, que es la muerte segunda, porque no quiso vivir eternamente. Pero todos nosotros queremos vivir eternamente con Jesucristo en Su Reino eterno, en un cuerpo eterno y glorificado.

Por lo tanto, salimos al encuentro de Jesús y con Jesús para que Él nos reciba y nos perdone y con Su Sangre nos limpie de todo pecado, y podamos ser bautizados en agua en Su Nombre, donde estamos nosotros identificándonos con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección.

El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”

Los que no les interesa vivir eternamente y se conforman con unos poquitos años aquí en la Tierra, en este reino terrenal, vean, no tienen entonces derecho a vivir eternamente; ya se conformaron con 50 ó 60 ó 70 ó 90 años de vivir en esta Tierra, y ya con eso se conformaron, y desean después ser echados en el lago de fuego y dejar de existir. Pero nosotros no pensamos así, nosotros queremos vivir eternamente con Jesucristo en Su Reino. Si vivir en estos cuerpos es algo bueno y glorioso, ¿cómo será en un cuerpo eterno, en un cuerpo joven para toda la eternidad, en un cuerpo perfecto que no tendrá los problemas que tenemos nosotros en este cuerpo?, y luego vivir en el Reino de Cristo con Vida eterna y con Cristo como Rey, no solamente del pueblo hebreo sino de todas las naciones y no solamente de este planeta Tierra sino del Universo completo. Eso va a ser la cosa más grande y gloriosa que nosotros vamos a experimentar: estar en el Reino de Cristo, en el cual Él estará gobernando como Rey de toda la Tierra.

Por lo tanto, los problemas políticos y sociales y económicos habrán terminado ya cuando estemos en ese Reino.

Ahora tenemos problemas económicos, de salud también, hay problemas sociales, hay problemas políticos, pero en el Reino de Cristo cuando esté establecido en la Tierra literalmente, esos problemas desaparecerán. Por eso Cristo dijo: “Cuando ustedes oren, recuerden, entre las cosas que van a decir...” Él dijo: “Oren así: Padre nuestro que estás en el Cielo, santificado sea Tu Nombre.” Y luego también dice: “Venga Tu Reino, hágase Tu voluntad como en el Cielo aquí en la Tierra.” Y así por el estilo continúo enseñando a orar a Sus discípulos. Por lo tanto, vamos a estar en el Reino literal físico de Cristo aquí en la Tierra con Él, y vamos a estar como Reyes y Sacerdotes en cuerpos eternos y glorificados, porque hemos salido al encuentro de Jesús.

Ustedes han salido al encuentro de Jesús recibiéndole como vuestro Salvador. Si hay alguna otra persona que quiere pasar al frente para ser incluido en esta oración, que desea salir al encuentro de Jesús para que Cristo le perdone y con Su Sangre le limpie de todo pecado puede hacerlo si no lo ha hecho todavía.

También los niños de diez años en adelante pueden pasar para recibir a Cristo como su Salvador. San Pedro dice: “Porque no hay otro nombre bajo el Cielo dado a los hombres en que podamos ser salvos, no hay otro Nombre.”

La salvación pertenece exclusivamente a nuestro amado Señor Jesucristo, y Él la otorga gratuitamente a todos aquellos que lo reciben como su Salvador. Unos segundos más y estaremos orando por ustedes. Estamos dando esos segundos para los últimos que faltan por pasar para que no queden fuera de esta oración que estaré haciendo por ustedes.

Toda persona necesita asegurar su futuro eterno, ¿con quién lo va a asegurar? Con Jesucristo nuestro Salvador. Ninguna otra persona le puede asegurar a usted o a mí el futuro eterno, y Él asegura nuestro futuro eterno en Su Reino eterno, asegura nuestro futuro eterno en la vida, en la Vida eterna. Estamos esperando porque todavía faltan algunas personas de llegar, por llegar.

La Vida eterna es lo más importante para todo ser humano. No hay otra cosa más importante para el ser humano que la Vida eterna. Cristo dijo: “¿De qué le vale al hombre si ganare todo el mundo y pierde su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma? Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de Su Padre con Sus Ángeles y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras, según sus obras.” San Mateo, capítulo 16, versos 26 al 28.

Por lo tanto, de nada le sirve al ser humano vivir en esta Tierra y convertirse en una persona multimillonaria y perder su alma, de nada le sirvió, porque el dinero no le sirve, no le sirve para comprar la salvación de su alma. Ya la salvación de nuestra alma fue comprada por Jesucristo con Su Sacrificio en la Cruz del Calvario. Ese fue el precio de nuestra salvación, y Cristo lo pagó en la Cruz del Calvario.

Por lo tanto, de nada le sirve al ser humano vivir en esta Tierra y no recibir a Cristo como Salvador; lo mismo le hubiera sido ser cualquier otra cosa, o no existir; la oportunidad que tenemos aquí en la Tierra mientras existimos es que podemos obtener Vida eterna a través de Jesucristo. Y el que no aprovecha esa oportunidad que tiene mientras vive, luego la vida terrenal se acaba y no tendrá Vida eterna. Pero nosotros hemos salido al encuentro de Cristo para recibir de Cristo salvación y Vida eterna, y así asegurar nuestro futuro eterno con Jesucristo en Su Reino eterno. Esa es la vida más importante: la Vida eterna; ésta acá es temporal pero nos da la oportunidad de recibir la eterna a través de Jesucristo nuestro Salvador.

Todavía faltan algunas personas por pasar, por eso estamos esperando unos momentitos, unos segundos, pero ya estamos para orar por todos los que han pasado. Vamos a estar puestos en pie, por favor, para orar por las personas que ya han pasado. Si todavía falta alguno, puede pasar inmediatamente para que quede incluido en esta oración, en la cual ustedes estarán dando fe pública de su fe en Cristo, de que ustedes han creído en Jesucristo como vuestro Salvador.

Todavía pueden pasar los que falten por pasar, para que queden incluidos en esta oración. Recuerden, Cristo dijo: “El que me confesare delante de los hombres, Yo le confesaré delante de mi Padre.” Eso es muy importante entonces hacerlo: confesar a Cristo públicamente como nuestro Salvador.

Vamos ya a orar por todos los que han pasado, vamos a inclinar nuestros rostros y vamos a orar. Repitan conmigo esta oración:

Señor Jesucristo, doy testimonio público de mi fe en Ti, he escuchado la predicación de Tu Evangelio, y he creído de todo corazón en Ti, y confieso públicamente con mi boca, que Te recibo como mi Salvador, salva mi alma Señor Jesucristo. Te ruego perdones mis pecados, y con Tu Sangre me limpies de todo pecado. Señor Jesucristo, bautízame con Espíritu Santo y Fuego, Te ruego produzcas en mí el nuevo nacimiento, seré bautizado en agua en Tu Nombre, conforme a Tu mandato. Quiero vivir contigo en Tu Reino, por toda la eternidad.

Señor Jesucristo, en Tus manos encomiendo mi alma, salva mi alma, Te lo ruego, en Tu Nombre Señor Jesucristo. Amén y Amén.

Y ahora repitan conmigo: La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado. La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado. La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado.

Ustedes han vencido por medio de la Sangre de Jesucristo nuestro Salvador. Cristo les ha recibido y ha perdonado vuestros pecados, y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado.

Y ahora, ustedes me dirán y me preguntarán: “Cristo dijo: El que creyere y fuere bautizado será salvo. Y Yo quiero ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, en donde me voy a identificar con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección. ¿Cuándo me pueden bautizar? Porque Él dijo: El que creyere y fuere bautizado será salvo.” Por cuanto habéis creído con toda vuestra alma, con todo vuestro corazón en Jesucristo, y lo habéis recibido, bien pueden ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.

¿Hay agua? Hay agua y dos bautisterios aquí. ¿Hay ropas bautismales? Hay ropas bautismales. ¿Y hay lugar dónde cambiarse de ropa? También hay lugar donde cambiarse de ropa. Por lo tanto, en esta misma noche pueden ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y así cumplir el mandato de Cristo: “El que creyere y fuere bautizado será salvo.”

Ha sido para mí un privilegio y bendición grande estar con ustedes en esta noche, dándoles testimonio de nuestro tema: “SALIENDO AL ENCUENTRO CON JESÚS.” Lo cual ustedes han hecho en esta noche.

Que las bendiciones de Jesucristo, el Ángel del Pacto, sean sobre ustedes y sobre todos ustedes que están también en la audiencia. Que Cristo les acompañe todos los días de vuestra vida, y les conceda también traer a los pies de Cristo a todos sus familiares también, para que estén con ustedes en el Reino eterno de Jesucristo viviendo por toda la eternidad.

Dejo al ministro aquí presente para que les indique dónde están los lugares para cambiarse de ropa y ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.

Muchas gracias por vuestra amable atención, y continúen pasando una noche llena de las bendiciones de Jesucristo nuestro Salvador. Con nosotros el Rvdo. aquí presente para continuar.

Que Dios les bendiga y les guarde a todos.

SALIENDO AL ENCUENTRO CON JESÚS.”