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Viendo a Cristo Glorificado 2004-03-01 1 Boa Vista Roraima BR 00:00:00 false

Muy buenas noches, amados amigos y hermanos presentes; es para mí una bendición y privilegio grande estar con ustedes en esta noche, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios. Reciban todos saludos de mi esposa Erica, y los niños reciban saludos de América y de Yahannah Gabriela; y también todos reciban saludos de toda la congregación en Cayey, Puerto Rico.

Para esta noche leemos en el capítulo 16 de San Mateo, versos 26 al 28, y también el capítulo 17, verso 1 en adelante de San Mateo. Dice San Mateo, capítulo 16, verso 26 en adelante Jesús hablando, dice así:

Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?

Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras.

De cierto os digo que hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte, hasta que hayan visto al Hijo del Hombre viniendo en su reino.”

Y pasamos al capítulo 17, verso 1 en adelante, donde dice:

Seis días después, Jesús tomó a Pedro, a Jacobo y a Juan su hermano, y los llevó aparte a un monte alto;

y se transfiguró delante de ellos, y resplandeció su rostro como el sol, y sus vestidos se hicieron blancos como la luz.

Y he aquí les aparecieron Moisés y Elías, hablando con él.

Entonces Pedro dijo a Jesús: Señor, bueno es para nosotros que estemos aquí; si quieres, hagamos aquí tres enramadas: una para ti, otra para Moisés, y otra para Elías.

Mientras él aún hablaba, una nube de luz los cubrió; y he aquí una voz desde la nube, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia; a él oíd.”

Nuestro tema es: “VIENDO A CRISTO GLORIFICADO.”

Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.

VIENDO A CRISTO GLORIFICADO.”

Nuestro amado Señor Jesucristo en Sus prédicas profetizó acerca de la Venida del Hijo del Hombre, y habló que vendría en la Gloria de Su Padre con Sus Ángeles, y dijo que entonces pagará a cada uno según sean sus obras. De esto también habló en Apocalipsis, capítulo 22, verso 12, donde dice:

He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra.”

Por lo tanto, esta es una profecía que estará cumpliéndose en el tiempo final, y a nosotros nos ha tocado vivir en ese tiempo que está profetizado por nuestro amado Señor Jesucristo. La Venida del Hijo del Hombre fue profetizada por Cristo, por los Profetas del Antiguo Testamento y por los Apóstoles para ser cumplida por segunda vez, ser cumplida en el Día Postrero. Ya Él vino en Su Primera Venida y cumplió Su Programa como Cordero de Dios, era nada menos que Hijo del Hombre e Hijo de Dios.

Para este tiempo final la promesa es que será Hijo del Hombre e Hijo de David. Por lo tanto, tenemos que estar atentos a la Palabra profética, para estar esperando el cumplimiento de esta profecía tan grande, que es la Venida del Hijo del Hombre, para estar en pie delante del Hijo del Hombre como dijo Cristo en San Lucas, capítulo 21, versos 36. Veamos lo que dice, comencemos en el verso 34. Capítulo 21, verso 34 al 36 de San Lucas, dice de la siguiente manera:

Mirad también por vosotros mismos, que vuestros corazones no se carguen de glotonería y embriaguez y de los afanes de esta vida, y venga de repente sobre vosotros aquel día.

Porque como un lazo vendrá sobre todos los que habitan sobre la faz de toda la tierra.

Velad, pues, en todo tiempo orando que seáis tenidos por dignos de escapar de todas estas cosas que vendrán, y de estar en pie delante del Hijo del Hombre.”

Los juicios divinos han de venir sobre la raza humana, pero habrá un grupo de personas que estará en pie delante del Hijo del Hombre, los cuales serán transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero antes que comience la gran tribulación sobre la Tierra.

Por lo tanto, es importante conocer el misterio de la Venida del Hijo del Hombre, para así estar en pie delante del Hijo del Hombre, viendo a Jesucristo manifestado en medio de Su Iglesia en este tiempo final.

Ahora, podemos ver que es muy importante la profecía de la Venida del Hijo del Hombre para este tiempo final. Dice también en San Lucas, capítulo 18, verso 8 (la segunda parte de ese verso):

Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?”

¿Hallará fe, revelación para creer en la Venida del Hijo del Hombre siendo cumplida, viniendo el Hijo del Hombre en Su Reino, viniendo el Hijo del Hombre conforme a como Él lo prometió en Su Palabra? ¿Habrá fe en la Tierra para creer el cumplimiento de la Venida del Hijo del Hombre? Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de Su Padre conforme a la promesa divina.

Por lo tanto, estarán viendo la Venida del Hijo del Hombre en Su Reino, y Su Reino es Su Iglesia. La Iglesia del Señor Jesucristo es el Reino de Cristo, el cual ha estado materializándose en cada creyente en Cristo.

Por eso cada creyente en Cristo bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo y bautizado con Espíritu Santo y Fuego ha nacido de nuevo, ha nacido del Agua y del Espíritu, y por consiguiente ha nacido en el Reino eterno de nuestro amado Señor Jesucristo, y viene a ser esa persona un miembro del Reino de Jesucristo.

Los creyentes en Cristo nacidos de nuevo forman el Reino de Cristo; por lo tanto, es en medio de la Iglesia de Jesucristo, que es Su Reino, donde Cristo cumplirá Su Venida, Su Segunda Venida, la Venida del Hijo del Hombre, así como la Primera Venida de Cristo, la Venida del Hijo del Hombre dos mil años atrás fue en medio del pueblo hebreo, porque el pueblo hebreo es la Iglesia del Antiguo Testamento, los sacados de Egipto.

Iglesia significa: “los sacados,” han sido sacados de Egipto por Cristo a través de Moisés allá en el Antiguo Testamento, fueron sacados del reino del faraón.

Y ahora, Cristo ha sacado del reino de las tinieblas, del reino del maligno, del reino del diablo a todos aquellos que han recibido a Cristo como Salvador, Cristo los ha libertado y los ha colocado Cristo en Su Reino, y ahora son parte del Reino de Cristo.

Estamos en el Reino eterno de Cristo con Vida eterna, sellados con el Espíritu Santo para el Día de la Redención, o sea, para el día de la transformación de nuestros cuerpos y la resurrección de los muertos en Cristo en cuerpos eternos.

El Día de la Redención es el Día de la Adopción, es el día en que vamos a entrar físicamente a la Vida eterna, vamos a entrar a la Vida eterna físicamente con un cuerpo eterno y glorificado, y entonces seremos a imagen y semejanza de nuestro amado Señor Jesucristo.

Cristo dijo por medio del Apóstol *San Pablo en Filipenses, capítulo 3, verso 20 al 21 de la siguiente manera:

Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo;

el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra.”

Va a transformar nuestro cuerpo físico para que sea un cuerpo glorificado como Su cuerpo glorificado, y entonces seremos iguales a Jesucristo con cuerpos eternos y glorificados. Así como Dios glorificó a Jesucristo Su Hijo, nos glorificará a cada uno de nosotros también, glorificará a la Iglesia del Señor Jesucristo compuesta por todos los creyentes en Jesucristo, y eso será la transformación del Reino de Jesucristo, compuesto por los creyentes en Cristo.

La bendición grande de esa transformación es para los creyentes en Cristo exclusivamente, ellos son los que tienen la promesa de una resurrección en cuerpos eternos si sus cuerpos físicos han muerto. Pero si permanecen vivos hasta ese momento, tienen la promesa de una transformación física y entonces todos seremos transformados y tendremos Vida eterna física.

En el Monte de la Transfiguración Cristo mostró la Adopción, allí está todo tipificado: tenemos a Jesús, el Hijo de Dios, tenemos también a Moisés y a Elías. Moisés representando los muertos en Cristo y Elías representando a los vivos en Cristo de este tiempo final, los cuales estarán bajo el ministerio de Elías en su quinta manifestación. También tenemos a Jesús en el cual están representados todos, todos los escogidos de Dios que recibirán el cuerpo eterno.

El Monte donde Jesús subió con Sus tres Apóstoles: Pedro, Jacobo y Juan, este Monte tipifica la Iglesia de Jesucristo, que es el Reino de Jesucristo, Reino que Cristo ha estado materializando en seres humanos. Por lo tanto, somos miembros del Reino de Jesucristo.

Cuando ya se complete ese Reino, cuando entre hasta el último escogido de Dios al Cuerpo Místico de Cristo, se habrá completado en el campo espiritual el Reino de Jesucristo, la Iglesia de Jesucristo; y luego vendrá la parte física, lo cual será la resurrección de los muertos en Cristo y la transformación de nosotros los que vivimos, y entonces el Reino de Jesucristo, que es el Reino de Dios, estará materializado en la Iglesia de Jesucristo la cual estará glorificada.

Así como Cristo fue glorificado, la Iglesia será glorificada, yo también seré glorificado, ¿y quién más? Cada uno de ustedes también. Por eso es tan importante recibir a Cristo como nuestro Salvador, pidiéndole perdón a Cristo por nuestros pecados, Cristo nos perdona y con Su Sangre nos limpia de todo pecado y somos bautizados en agua en Su Nombre y Él nos bautiza con Espíritu Santo y Fuego y así obtenemos el nuevo nacimiento, así es como nacemos en el Reino de Cristo, en ese Reino eterno, y así es como nacemos a la Vida eterna.

El nuevo nacimiento es del Cielo, por lo tanto nacemos en el Reino eterno de Jesucristo, nacemos a una nueva vida: a la Vida eterna, porque cuando nacimos a través de nuestros padres terrenales, nacimos a la vida, pero a la vida temporal, corruptible, a la vida mortal.

Por eso nos toca vivir en estos cuerpos un corto tiempo, pocos años, porque nacimos a la vida temporal; pero con el nuevo nacimiento hemos nacido a la Vida eterna en el Reino eterno de Jesucristo nuestro Salvador, y aunque se nos acabe esta vida terrenal ya tenemos Vida eterna para continuar viviendo con Cristo en Su Reino por toda la eternidad.

El Reino de Cristo está en la esfera espiritual en y con Su Iglesia, pero Cristo dijo que estuviéramos orando, pidiéndole a Dios: “Venga Tu Reino, hágase Tu voluntad en la Tierra como en el Cielo.”

El Reino de Dios, que es el Reino de Cristo, será establecido en la Tierra, y en ese Reino estaré yo con Jesucristo, ¿y quién más? Cada uno de ustedes también, y entonces será un Reino físico, literal, que gobernará sobre el planeta Tierra; y de ese Reino yo soy un Sacerdote, un Rey y un Juez con Jesucristo, que es el Rey de reyes y Señor de señores, el Sumo Sacerdote Melquisedec del Templo Celestial y Juez de toda la Tierra.

¿Y quién más será Sacerdote, Rey y Juez en ese Reino? Ustedes también. En lo espiritual ya lo somos, pero literalmente vamos a serlo también en esta Tierra, y entonces tendremos el Reino Milenial en este planeta Tierra gobernado por Cristo y Su Iglesia, por Cristo y cada uno de nosotros, porque somos el gabinete de gobierno con Cristo de ese Reino eterno de Jesucristo.

Y somos también el Orden Sacerdotal del Templo Celestial del cual Jesucristo es el Sumo Sacerdote Melquisedec, y somos también los miembros de la Corte Divina de la cual Jesucristo es el Juez Supremo de los vivos y de los muertos, el cual juzgará a los vivos y a los muertos. Y nosotros somos también Jueces de esa Corte Celestial. Esa Corte Celestial será establecida en esta Tierra en el Reino Milenial de Jesucristo nuestro Salvador.

El Apóstol Pablo nos dice que nosotros vamos a juzgar al mundo. En Primera de Corintios, capítulo 6, verso 2, dice:

¿O no sabéis que los santos han de juzgar al mundo? Y si el mundo ha de ser juzgado por vosotros, ¿sois indignos de juzgar cosas muy pequeñas?”

Los santos son los creyentes en Cristo nacidos de nuevo:

¿O no sabéis que hemos de juzgar a los ángeles? ¿Cuánto más las cosas de esta vida?”

San Pablo dice que hemos de juzgar al mundo y aun a los ángeles, los ángeles que se rebelaron en contra de Dios, los ángeles que siguieron al diablo; y a todas las personas que no han recibido a Cristo como Salvador y han preferido seguir al diablo, también la Iglesia de Jesucristo los juzgará, Cristo con Su Iglesia, porque Cristo con Su Iglesia es el Juez Supremo con todos los miembros de Su Corte, con todos los que han de juzgar al mundo y a los ángeles también.

Esta bendición corresponde a Cristo y a Su Iglesia, a Cristo y a todos los creyentes en Cristo. Por lo tanto, es importante que podamos ver a Cristo glorificado. Cristo cuando murió y ascendió al Cielo fue glorificado y se sentó en el Trono de Dios, y ha estado intercediendo como Sumo Sacerdote por cada persona que tiene su nombre escrito en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero.

Estamos en un tiempo muy importante, estamos en un tiempo en que todavía Jesucristo está en el Trono del Padre como Sumo Sacerdote, haciendo intercesión por toda persona que escucha la predicación del Evangelio de Cristo y recibe a Cristo como su Salvador creyendo en Cristo de todo corazón. Cristo dijo en San Marcos, capítulo 16, verso 15 al 16:

Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.

El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”

El que cree y es bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, recibe la salvación de su alma, recibe salvación y Vida eterna, Cristo lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego y la persona ha obtenido el nuevo nacimiento, ha nacido del Agua y del Espíritu, como le dijo Cristo a Nicodemo en el capítulo 3, verso 1 al 6 de San Juan.

Es necesario nacer de nuevo para poder entrar en el Reino de Dios, en el Reino de Cristo. Por lo tanto, “el que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”

¿Qué desea usted: ser salvo y vivir eternamente con Jesucristo en Su Reino? Pues entonces le corresponde escuchar la predicación del Evangelio de Cristo y creer en Cristo como su único y suficiente Salvador, y ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, para que luego Cristo lo bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en usted el nuevo nacimiento, y así nazca en la Vida eterna, en el Reino eterno de Jesucristo nuestro Salvador, y así tenga asegurado su futuro eterno con Cristo en Su Reino eterno para vivir con Cristo con un cuerpo eterno, inmortal y glorificado y joven para toda la eternidad.

Esa es la bendición que hay para el que creyere y fuere bautizado en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo lo bautice con Espíritu Santo y Fuego. Por lo tanto, ¿quiénes son las personas que han escuchado la predicación del Evangelio de Cristo y lo han recibido como Salvador? Aquí estamos presentes con un futuro eterno y glorioso, asegurado en el Reino de Jesucristo nuestro Salvador.

Asegurado por Jesucristo, Él nos asegura la Vida eterna en Su Reino eterno. “Mas el que no creyere será condenado,” será echado en el lago de fuego y dejará de existir. Pero nadie quiere dejar de existir, por eso es que cuando nos enfermamos enseguida buscamos medicinas, vamos a un médico para que nos vea y nos recete un medicamento para recuperarnos porque no queremos estar enfermos y tampoco queremos morir, queremos continuar viviendo.

Y toda persona que desee vivir eternamente tiene una forma para obtener esa inmortalidad: Jesucristo lo sana a usted de la enfermedad de la plaga del pecado, Cristo con Su Sangre preciosa nos limpia de todo pecado y quita de nosotros esa plaga, esa enfermedad del pecado.

El pecado es lo que trae la muerte. “Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es Vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.” Eso está en Romanos, capítulo 6, verso 23.

Por lo tanto, nosotros queremos la dádiva de Dios que nos da salvación y Vida eterna, y la dádiva de Dios es Jesucristo nuestro Salvador, el cual vino para buscar y salvar lo que se había perdido y darnos Vida eterna, colocarnos en Su Reino eterno para que vivamos eternamente con Él en Su Reino.

Por lo tanto, toda persona que todavía no ha recibido a Cristo como Salvador y desea vivir eternamente, necesita recibir la dádiva de Dios: a Jesucristo nuestro Salvador, para que Cristo perdone sus pecados y con Su Sangre lo limpie de todo pecado, y pueda ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo entonces lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego y produce en usted el nuevo nacimiento, nace a la Vida eterna en el Reino eterno de Jesucristo nuestro Salvador.

Por lo tanto, toda persona que en esta noche todavía no ha recibido a Cristo como Salvador, pero ha escuchado acá en su alma la Palabra de Dios expuesta en esta noche, puede recibir a Cristo como Salvador en esta noche, puede levantar su mano y yo estaré orando por usted para que Cristo le reciba, le perdone y con Su Sangre le limpie de todo pecado, y pueda ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo le bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en usted el nuevo nacimiento, y así nazca usted en el Reino eterno de Jesucristo nuestro Salvador. Puede levantar su mano y estaré orando por usted.

Pueden también... veo manos levantadas, pueden pasar al frente y estaré orando por usted en esta noche, pueden pasar al frente por favor, para orar por ustedes en esta noche. Pueden continuar pasando los que desean de todo corazón recibir a Cristo como su Salvador, para recibir la Vida eterna y entrar al Reino eterno de Jesucristo nuestro Salvador. Pueden continuar pasando para orar por ustedes en esta noche, para que Cristo les reciba, les perdone y con Su Sangre les limpie de todo pecado, y así Cristo produzca en ustedes el nuevo nacimiento, nazcan en el Reino eterno de Cristo, para vivir eternamente con Cristo en Su Reino y tengan así su futuro eterno asegurado con Cristo en Su Reino eterno.

Ninguna otra persona le puede asegurar a usted su futuro eterno, solamente hay uno que lo puede hacer, y Su Nombre es SEÑOR JESUCRISTO, porque no hay otro nombre dado a los hombres en que podamos ser salvos, solamente hay uno, y ese Nombre es SEÑOR JESUCRISTO. Libro de los Hechos, capítulo 4, verso 12, ahí es donde dice:

Porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.”

No hay otro nombre bajo el Cielo dado a los hombres, el único Nombre para salvación es SEÑOR JESUCRISTO. Con Jesucristo tenemos asegurado nuestro futuro eterno en Su Reino eterno para vivir eternamente con Jesucristo en Su Reino.

Cristo dijo: “El que me confesare delante de los hombres, yo le confesaré delante de mi Padre.” Por lo tanto, necesitamos confesar a Cristo como nuestro Salvador, necesitamos dar una pública confesión, un testimonio público de nuestra fe en Cristo, recibiendo a Cristo como nuestro Salvador.

Todavía pueden continuar pasando para orar por ustedes. “El que me confesare delante de los hombres,” o sea, que es una confesión pública, como se lleva a cabo en las bodas de una joven y un joven: se le pregunta a la joven: “¿Recibes a este hombre como tu esposo?” Y ella dice: “Si señor, yo lo recibo como mi esposo.” Y al hombre se le pregunta: “¿Recibes a esta mujer como esposa?” Y el hombre dice: “Si señor, yo la recibo como mi esposa.” Luego el ministro dice: “Yo los declaro marido y mujer.” Y quedan unidos en el santo estado del matrimonio. “Los declaro marido y mujer en el santo estado del matrimonio,” y así quedan convertidos en una misma carne.

Asimismo se hace para recibir a Cristo: se hace una confesión pública en donde nosotros recibimos a Cristo como nuestro Salvador, Él es el Marido de Su Iglesia. Su Iglesia es Su Esposa en lo espiritual.

Y ahora, venimos a formar parte de la Iglesia Esposa de Jesucristo, recibiendo a Cristo como nuestro Salvador, y así quedamos unidos con Cristo en el Cuerpo Místico de Jesucristo nuestro Salvador, recibiendo a un hombre: a Jesucristo como nuestro Salvador.

Jesucristo con Su muerte en la Cruz del Calvario llevando Él nuestros pecados, pagó por nuestros pecados el precio de muerte para que nosotros podamos tener Vida eterna; por lo tanto no hay otra cosa para hacer sino recibir a Cristo como nuestro Salvador, para así asegurar nuestro futuro eterno en la Vida eterna. Es Vida eterna lo que Cristo otorga a la persona que lo recibe como su Salvador.

Ya estamos para comenzar a orar por las personas que han pasado, vamos a dar unos segundos en lo que pasan las últimas personas que faltan; veo personas que vienen de camino y vamos a esperar en lo que llegan, porque también ellos desean vivir eternamente con Jesucristo en Su Reino.

Pueden continuar pasando los que faltan, unos segundos y ya oraremos por los que han pasado. Todos queremos vivir eternamente con Jesucristo en Su Reino, y para eso fue que Cristo murió en la Cruz del Calvario, y le da la oportunidad a todo ser humano que lo reciba como Salvador, para que así Él salve su alma, salve a la persona de la muerte, del infierno y del lago de fuego, y lo coloque en Su Reino eterno con Vida eterna para vivir con Cristo por toda la eternidad en cuerpos eternos.

Y cuando estemos en ese cuerpo eterno nos diremos el uno al otro: “Valió la pena recibir a Cristo como nuestro Salvador, por eso ahora estoy en un cuerpo eterno.” Así diremos cuando tengamos el cuerpo eterno. Y los que no lo recibieron, pues no tendrán esa bendición.

Todavía vienen más personas que también desean vivir eternamente con Jesucristo en Su Reino eterno. Es un asunto de Vida eterna, no es un asunto de sectarismo religioso, es un asunto de salvación y Vida eterna para todo ser humano que recibe a Cristo como su Salvador.

No recibirlo significa la muerte eterna, significa que no podrá vivir eternamente la persona. Pero para los que reciben a Cristo significa Vida eterna para vivir con Cristo por toda la eternidad en Su Reino eterno. Por eso es tan importante recibir a Cristo como nuestro Salvador.

Ya vamos a orar, veo personas todavía pasando, unos segundos y ya oraremos por todos. Es una oportunidad que Jesucristo le da a todo ser humano que desea vivir eternamente, Cristo le ofrece la oportunidad de la Vida eterna en Su Reino eterno.

Ya vamos a orar por los que han pasado. Todavía veo que vienen más personas. Es que desean vivir eternamente, y han comprendido que solamente en Jesucristo es que tenemos la oportunidad de salvación y Vida eterna. Fuera de Jesucristo no hay esperanzas para el ser humano, fuera de Jesucristo no hay esperanza de vivir eternamente, pero con Jesucristo hay una esperanza viva en nuestra alma: que viviremos eternamente con Jesucristo en Su Reino eterno.

Es importante asegurar nuestro futuro eterno con Jesucristo en Su Reino eterno, esa es la decisión más grande que un ser humano hace en su vida: asegurar su futuro eterno recibiendo a Cristo como su Salvador. No hay otra decisión más grande que usted pueda hacer.

Todavía veo pasando más personas que también desean vivir eternamente. También los niños de diez años en adelante pueden recibir a Cristo como Salvador y pueden pasar al frente para orar por ustedes también.

Veo más personas que vienen de camino, que desean vivir eternamente y han visto a través de la Escritura que se requiere dar testimonio público de vuestra fe en Cristo, de que han creído en Cristo como Salvador y lo han recibido como Salvador.

Estamos dando unos segundos, tuvimos que alargarlos porque siguen pasando más personas que quieren asegurar su futuro eterno con Jesucristo en Su Reino eterno.

Mientras estamos vivos en estos cuerpos, es el tiempo en que tenemos la oportunidad de asegurar nuestro futuro en el Reino eterno de Jesucristo, y no podemos dejar que se nos acabe la vida sin asegurar nuestro futuro eterno en el Reino eterno de Jesucristo.

Si se nos acaba esta vida terrenal y no hemos recibido a Cristo, pues no tenemos Vida eterna y tampoco esperanzas de vivir eternamente con Cristo en Su Reino eterno; pero si hemos recibido a Cristo sí tenemos la esperanza de una Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno.

Vamos ya a orar por todos los que han pasado al frente. Si falta alguno puede pasar inmediatamente. Vamos todos a estar puestos en pie. Repitan conmigo esta oración por favor los que han pasado al frente. Inclinemos nuestros rostros y nuestros ojos cerrados:

Señor Jesucristo, vengo a Ti en Tu Nombre, dando testimonio de mi fe en Ti, he escuchado la predicación del Evangelio y he creído con toda mi alma en Ti.

Señor Jesucristo, reconozco que soy pecador, Te ruego perdones mis pecados y con Tu Sangre me limpies de todo pecado, y Te ruego me bautices con Espíritu Santo y Fuego luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre.

Señor Jesucristo, Te ruego produzcas en mi el nuevo nacimiento, quiero nacer en Tu Reino eterno en la Vida eterna para vivir contigo por toda la eternidad. Señor Jesucristo, en Tus manos encomiendo mi alma.

Señor Jesucristo, salva mi alma Te lo ruego. En Tu Nombre Eterno Señor Jesucristo Te lo ruego. Amén.

Y ahora, repitan conmigo:

La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado. La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado. La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado.

Jesucristo le ha recibido a usted, ha perdonado vuestros pecados y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado, por cuanto ustedes han creído en Jesucristo de todo corazón y lo han recibido como Salvador, dando testimonio público de vuestra fe en Cristo.

Ahora, ustedes me dirán: “Ya he creído de todo corazón, he recibido a Cristo de todo corazón, pero Cristo dijo: El que creyere y fuere bautizado, será salvo. Todavía me falta ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. ¿Cuándo me pueden bautizar?”

Esa es la pregunta que hay en vuestra alma: por cuanto habéis creído de todo corazón, bien pueden ser bautizados esta misma noche en el Nombre del Señor Jesucristo. Pregunto al ministro de esta congregación: ¿Si hay agua en que puedan ser bautizados? ¿Dónde está? ¿Aquí? Aquí está el bautisterio con agua en donde pueden ser bautizados esta misma noche en el Nombre del Señor Jesucristo. ¿Y hay ropas bautismales? Hay ropas bautismales también para que no se mojen la ropa que ustedes tienen puesta, se cambien de ropa, sean bautizados y luego se quitan la ropa bautismal y se colocan de nuevo la ropa de ustedes que está seca, y regresan a sus hogares felices llenos de la bendición de Jesucristo, con la salvación y Vida eterna.

Pido al ministro, al Rvdo. pase aquí para que les indique dónde están los lugares con las ropas bautismales, para cambiarse de ropa y ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.

Ha sido para mí un privilegio y bendición estar con ustedes en esta noche, dándoles testimonio de nuestro tema: “VIENDO A CRISTO GLORIFICADO.” Ese ha sido nuestro tema de esta noche.

Que Dios les bendiga y les guarde; y continúen pasando una noche llena de las bendiciones de Jesucristo.

Muchas gracias y buenas noches.

VIENDO A CRISTO GLORIFICADO.”