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| Saludo a congregación evangélica | 2003-11-22 | 1 | Lima | Lima | PE | 00:00:00 | false |
Muy buenas noches, amados amigos y hermanos presentes en esta noche; es para mí un privilegio grande estar con ustedes para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo espiritual alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa Divino correspondiente al tiempo del Nuevo Pacto Divino.
Dice en Apóstol San Pablo algo muy importante en su carta a los Gálatas en el capítulo 3... Gálatas, capítulo 3, versos 26 al 29 de Gálatas, carta de San Pablo, dice:
“Pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús;
porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos.
Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús.
Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa.”
Este es el Israel de Dios, todos los creyentes en Cristo nuestro Salvador. Este es el Israel del Nuevo Pacto, Nuevo Pacto que Cristo, el Ángel del Pacto, estableció cuando vino en carne humana y fue conocido por el Nombre de Jesús.
Jesús es el Ángel del Pacto, el que le dio al pueblo hebreo la Ley, estando Cristo en Su cuerpo angelical, llamado el Ángel de Jehová. Por eso cuando Juan el Bautista vino a la Tierra conforme a la profecía, la profecía de Malaquías, capítulo 3, dijo que sería enviado delante del Señor, delante del Ángel del Pacto. Malaquías, capítulo 3, verso 1 en adelante, dice:
“He aquí, yo envío mi mensajero, el cual preparará el camino delante de mí; y vendrá súbitamente a su templo el Señor a quien vosotros buscáis, y el ángel del pacto, a quien deseáis vosotros. He aquí viene, ha dicho Jehová de los ejércitos.”
¿Quién vendría después de Juan el Bautista? El Ángel del Pacto, el Señor Dios Todopoderoso. Y cuando vino el Ángel del Pacto fue conocido por el nombre de Jesús, y vino para establecer el Nuevo Pacto, para que así entren al Nuevo Pacto todos aquellos que están escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, todos aquellos que bajo el Nuevo Pacto recibirán a Cristo como su Salvador. Por eso la profecía dice: “He aquí yo te he puesto por pacto al pueblo.” Vamos a verlo aquí en Isaías, capítulo 42, verso 6, dice:
“Yo Jehová te he llamado en justicia, y te sostendré por la mano; te guardaré y te pondré por pacto al pueblo, por luz de las naciones.”
Esta es la profecía que se relaciona a la Venida del Mesías para establecer el Nuevo Pacto, para el Israel del Nuevo Pacto, el Israel de Dios. También en el capítulo 49 de Isaías, nos habla en el verso 8, diciendo:
“Así dijo Jehová: En tiempo aceptable te oí, y en el día de salvación te ayudé; y te guardaré, y te daré por pacto al pueblo, para que restaures la tierra, para que heredes asoladas heredades”
Aquí nuevamente esta Escritura nos habla de Cristo, el cual vendría y sería colocado por Dios como Pacto al pueblo. Por esa causa es que Cristo en la última cena en el capítulo 26 de San Mateo, versos 26 en adelante, dijo, dice:
“Y mientras comían, tomó Jesús el pan, y bendijo, y lo partió, y dio a sus discípulos, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo.
Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio, diciendo: Bebed de ella todos;
porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados.”
Y ahora, tenemos aquí en este pasaje las palabras de Cristo donde Él nos muestra que Su Sangre es la Sangre del Nuevo Pacto para el Israel del Nuevo Pacto. El Apóstol San Pablo dice que todo aquel que es creyente en Cristo, dice que es linaje de Abraham.
Y ahora, no solamente por nacer en medio del pueblo hebreo o por ser descendiente una persona de un hebreo según la carne, puede ser hebreo, sino que por ser creyente en Cristo, ya es un descendiente de Abraham. Por lo tanto, no tiene la persona que preocuparse si su tatara-tatara-tatara-tatara-abuelo era un hebreo, sino que lo importante es que la persona sea un creyente en Cristo lavado con la Sangre de Cristo, que es la Sangre del Nuevo Pacto, y haya sido bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo lo haya bautizado con Espíritu Santo y Fuego, y la persona ha obtenido el nuevo nacimiento y ha nacido a una nueva vida, que es la Vida eterna, en un nuevo Reino, el Reino de Jesucristo nuestro Salvador, que es el Reino de Dios.
Y por eso es que Cristo dijo que el que no nazca del Agua y del Espíritu no puede ver, no puede entrar al Reino de Dios. Se requiere que la persona nazca del Agua y del Espíritu, creyendo en la predicación del Evangelio de Cristo, reciba a Cristo como su Salvador, lave sus pecados en la Sangre de Cristo, y sea bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo lo bautice con Espíritu Santo y Fuego, y así la persona ha obtenido el nuevo nacimiento, ha nacido en el Reino de Dios, y por consiguiente ha nacido a la Vida eterna; porque cuando nacimos según la carne a través de nuestros padres terrenales, nacimos a la vida, pero no fue a la Vida eterna, sino a una vida temporal.
Por lo tanto, con esta vida temporal no podemos vivir eternamente, necesitamos una Vida eterna para poder vivir eternamente en el Reino de Dios, y esa es la Vida que Cristo nos da cuando lo recibimos como nuestro Salvador, lavamos nuestros pecados en Su Sangre, somos bautizados en agua en Su Nombre y Cristo nos bautiza con Espíritu Santo y Fuego, y nos da el nuevo nacimiento, nacemos en el Reino de Jesucristo nuestro Salvador, y nacemos a y en la Vida eterna.
Por lo tanto, todos los creyentes en Cristo son el Israel Celestial, son el Israel de Dios. En el Israel terrenal Dios reflejó el Israel Celestial, el Israel del Nuevo Pacto. Por lo tanto, en esta noche, siendo, que ustedes como yo, somos creyentes en Cristo con júbilo de corazón podemos decir: “Somos el Israel de Dios, somos descendientes de Abraham, porque somos de Cristo y estamos en el Nuevo Pacto, el cual Cristo ha establecido.”
Porque Jesucristo es el Ángel del Pacto del Antiguo Testamento que vino en carne humana para establecer el Nuevo Pacto y para colocar dentro del Nuevo Pacto a todos los escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero.
Por cuanto el pueblo hebreo rechazó a Cristo, Cristo en San Mateo, capítulo 21, versos... vamos a ver el verso aquí, para que lo tengan claro, versos 42 en adelante, dice:
“Jesús les dijo: ¿Nunca leísteis en las Escrituras:
La piedra que desecharon los edificadores,
Ha venido a ser cabeza del ángulo.
El Señor ha hecho esto,
Y es cosa maravillosa a nuestros ojos?
Por tanto os digo, que el reino de Dios será quitado de vosotros, y será dado a gente que produzca los frutos de él.
Y el que cayere sobre esta piedra será quebrantado; y sobre quien ella cayere, le desmenuzará.”
Y ahora, el Reino de Dios fue quitado de en medio del pueblo hebreo y ha sido colocado en la Iglesia del Señor Jesucristo, ha sido colocado entre los gentiles, en donde Cristo, el Buen Pastor, conforme a las palabras que habló en San Juan, capítulo 10, versos 14 en adelante, está llamando y juntando Sus ovejas, dice:
“Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen,
así como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas.
También tengo otras ovejas que no son de este redil (o sea, son de entre los gentiles); aquéllas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor.”
Y ahora, el Buen Pastor todos sabemos que es nuestro amado Señor Jesucristo. Y todos sabemos quiénes son las ovejas del Buen Pastor.
¿Quiénes son las ovejas del Buen Pastor? Nosotros, los creyentes en Cristo, el Buen Pastor.
¿Y cuál es el Redil del Buen Pastor, donde Él coloca Sus ovejas? El Redil del Buen Pastor es Su Iglesia. La Iglesia del Señor Jesucristo es el Redil de las ovejas del Buen Pastor, y ese Redil de las ovejas del Buen Pastor es el Israel de Dios, el Israel del Nuevo Pacto, al cual pertenecen ¿quiénes? Todos nosotros, todos los creyentes en Cristo nuestro Salvador, y por consiguiente somos hijos e hijas de Abraham por la fe en Cristo.
Por lo tanto, hijos e hijas de Abraham, Israel de Dios bajo el Nuevo Pacto, que las bendiciones del Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, sean sobre todos ustedes y sobre mí también. Ha sido para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, dándoles testimonio del Israel del Nuevo Pacto, del Israel de Dios, de los descendientes de Abraham por la fe en Cristo.
Que las bendiciones de Jesucristo sean sobre todos ustedes y sobre mí también. Muchas gracias por vuestra amable atención y también por la invitación que me extendieron para estar con ustedes en esta noche. Muchas gracias a los dirigentes de esta congregación, y que Dios les bendiga grandemente, y les use grandemente en Su Obra. Y que Dios les continúe bendiciendo a todos ustedes.
Con nosotros nuevamente el ministro encargado aquí. Dios te bendiga. Muchas gracias.
“PALABRAS DE SALUDO A UNA CONGREGACIÓN EVANGÉLICA.”