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| Aprendiendo de la naturaleza | 2003-11-18 | 1 | Cochabamba | BO | 00:00:00 | false |
Muy buenas noches, amados amigos y hermanos presentes; es para mí un privilegio y bendición grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final. Reciban todos saludos de mi esposa Erica y también los niños reciban saludos de América y de Yahannah Gabriela.
Para esta noche leemos en el Salmo 19, verso 1 al 9, donde dice:
“Los cielos cuentan la gloria de Dios,
Y el firmamento anuncia la obra de sus manos.
Un día emite palabra a otro día,
Y una noche a otra noche declara sabiduría.
No hay lenguaje, ni palabras,
Ni es oída su voz.
Por toda la tierra salió su voz,
Y hasta el extremo del mundo sus palabras.
En ellos puso tabernáculo para el sol;
Y éste, como esposo que sale de su tálamo,
Se alegra cual gigante para correr el camino.
De un extremo de los cielos es su salida,
Y su curso hasta el término de ellos;
Y nada hay que se esconda de su calor.
La ley de Jehová es perfecta, que convierte el alma;
El testimonio de Jehová es fiel, que hace sabio al sencillo.
Los mandamientos de Jehová son rectos, que alegran el corazón;
El precepto de Jehová es puro, que alumbra los ojos.
El temor de Jehová es limpio, que permanece para siempre;
Los juicios de Jehová son verdad, todos justos.
Deseables son más que el oro, y más que mucho oro afinado;
Y dulces más que miel, y que la que destila del panal.”
Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.
Nuestro tema es: “APRENDIENDO DE LA NATURALEZA.”
Dios, el Padre Celestial, Creador de los Cielos y de la Tierra ha colocado en el Cielo Su Palabra porque los Cielos son obra de Dios, son la materialización de la Palabra hablada de Dios.
Vean en Hebreos, capítulo 1, dice el Apóstol San Pablo:
“Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas,
en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo.”
Dios por medio de Su Hijo amado Jesucristo hizo el Universo, y Jesucristo es el Heredero de todo, de toda la Creación, Jesucristo es el Rey del Universo completo. Él es Rey de reyes y Señor de señores; Él es Rey en la séptima dimensión, la dimensión de Dios; Él es Rey en la sexta dimensión, el Paraíso; y Él es el Rey de este planeta Tierra el cual establecerá Su Reino en este planeta Tierra. Él es el Heredero de todo.
• Como Hijo de Abraham Él es el Heredero a toda promesa que Dios le hizo a Abraham, y a todo el territorio que Dios le dio a la descendencia de Abraham; a Abraham lo prometió y a su descendencia dio el territorio.
• Y como Hijo de David, Jesucristo es el Heredero al Trono de David, para sentarse sobre el Trono de David y reinar sobre el pueblo hebreo. Por eso el Arcángel Gabriel cuando le apareció a la virgen María en el capítulo 1 de San Lucas, verso 30, vamos a leer ese pasaje donde nos dice lo que el Arcángel Gabriel dijo a la virgen María, dice, capítulo 1, verso 30 en adelante de San Lucas:
“Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios.
Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS.
Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre;
y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.”
Aquí el Arcángel Gabriel da a conocer a la virgen María quién es el Heredero al Trono de David.
Cristo es el Hijo de David, según la carne Él es descendiente del rey David, porque la virgen María es descendiente del rey David; y José, el cual adoptó a Jesús como hijo (aunque no es hijo de José pero lo adoptó como hijo) es también un descendiente del rey David.
Por lo tanto, Cristo tiene todos los derechos a heredar el Trono de David. Y conforme al Programa de Dios, aquí dice el Arcángel Gabriel que Dios le ha dado el Trono de David, porque Cristo es el Hijo de David para ser Rey sobre el pueblo hebreo.
• Y Cristo también es el Hijo del Hombre, Él es Profeta, Hijo del Hombre significa Profeta. Por lo tanto, Cristo como Hijo del Hombre, con ese título de Hijo del Hombre, siendo Profeta es el Heredero del planeta Tierra con todo lo que tiene y con todo lo que tendrá en el futuro; y Él reinará no solamente sobre el pueblo hebreo sino sobre el planeta Tierra completo y sobre todas las naciones que existirán en ese tiempo.
• Y como Hijo de Dios, Él es el Heredero de los Cielos y de la Tierra; o sea, que no hay nada en la creación que no le pertenezca a Jesucristo. Nadie más tiene nada, todo le pertenece a Jesucristo nuestro Salvador, y nosotros también. Somos Su heredad.
Por lo tanto, nuestro amado Señor Jesucristo es la persona más importante que Dios tiene en la Tierra y en el Cielo, es la persona más importante del Cielo y de la Tierra, ese es Jesucristo, el Hijo de Dios, en quien moró, mora y morará eternamente la plenitud de Dios. Jesucristo es el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, que aparecía a los Profetas del Antiguo Testamento en la forma de un hombre, y algunas veces también aparecía en la forma de una Luz Sagrada.
Por lo tanto, Jesucristo siendo el Ángel de Jehová, el Ángel del Pacto que le apareció al Profeta Moisés y a través del Profeta Moisés libertó al pueblo hebreo, es el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, es la persona en quien estaba Dios en toda Su plenitud, en Su Ángel, el Ángel de Jehová, que es el cuerpo angelical de Dios, que es Cristo en Su cuerpo angelical.
Por esa causa es que encontramos en San Juan, capítulo 8, palabras de Jesucristo, las cuales cuando los judíos, a los cuales Él estuvo hablando estas cosas, pensaron que Jesucristo estaba loco. Vean lo que dijo Cristo aquí, San Juan, capítulo 8, verso 56 en adelante, dice:
“Abraham vuestro padre se gozó de que había de ver mi día; y lo vio, y se gozó.
Entonces le dijeron los judíos: Aún no tienes cincuenta años, ¿y has visto a Abraham?
Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuese, yo soy.”
¿Cómo era Jesucristo antes de Abraham? Jesucristo era nada menos que el Ángel de Jehová, el Ángel del Pacto, Jesucristo era nada menos que el cuerpo angelical de Dios que le aparecía a los Profetas desde Adán en adelante; y fue por medio de Cristo, el Ángel de Jehová, que Dios le dio a Moisés, y Moisés al pueblo hebreo, la Ley en el Monte Sinaí. Por eso San Pablo en su carta a los Hebreos, y también en el libro de los Hechos, dice que la Ley fue dada por comisión de Ángeles. Vean:
“Porque si la palabra dicha por medio de los ángeles fue firme, y toda transgresión y desobediencia recibió justa retribución,
¿cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande? La cual, habiendo sido anunciada primeramente por el Señor, nos fue confirmada por los que oyeron,
testificando Dios juntamente con ellos, con señales y prodigios y diversos milagros y repartimientos del Espíritu Santo según su voluntad.”
Hemos visto que la Palabra dicha por los Ángeles es la Palabra dicha a Moisés y a los Profetas a través de Dios, a través del Ángel de Jehová. Dios por medio de Su Ángel, que es nada menos que Cristo en Su cuerpo angelical, hablándole al pueblo hebreo. En el capítulo 7, verso 53, también del libro de los Hechos, dice, Esteban antes de ser apedreado, dice... capítulo 7, dice, verso 51 en adelante, dice:
“¡Duros de cerviz, e incircuncisos de corazón y de oídos! Vosotros resistís siempre al Espíritu Santo; como vuestros padres, así también vosotros.”
Y ahora, aquí le está diciendo Esteban que ellos resisten al Espíritu Santo como sus padres (o sea, el pueblo hebreo en el tiempo de Moisés y los Profetas).
“¿A cuál de los profetas no persiguieron vuestros padres? Y mataron a los que anunciaron de antemano la venida del Justo, de quien vosotros ahora habéis sido entregadores y matadores.”
Porque habían entregado a Cristo y había sido crucificado Cristo porque ellos lo entregaron a la muerte.
“...vosotros que recibisteis la ley por disposición de ángeles, y no la guardasteis.”
¿Ven? Por disposición de Ángeles el pueblo hebreo recibió la ley, por medio del Ángel de Jehová, el Ángel del Pacto. Vean aquí en Zacarías, capítulo 7, verso 11 en adelante, también nos dice Dios por medio del Profeta Zacarías que el pueblo hebreo no quiso escuchar la Voz de Dios, dice:
“Pero no quisieron escuchar, antes volvieron la espalda, y taparon sus oídos para no oír;
y pusieron su corazón como diamante, para no oír la ley ni las palabras que Jehová de los ejércitos enviaba por su Espíritu, por medio de los profetas primeros; vino, por tanto, gran enojo de parte de Jehová de los ejércitos.”
Ahora, no quisieron escuchar las palabras que Dios, que Jehová de los ejércitos, enviaba por medio de Su Espíritu a través de los Profetas. Era Dios por medio de Su Espíritu Santo manifestado en los Profetas hablándole al pueblo hebreo, era Dios por medio de Su Ángel, el Ángel de Jehová, hablándole a través de hombres, de Profetas, al pueblo hebreo.
Por eso los Profetas en algunas ocasiones llegaron a ver al Ángel de Jehová, que es Cristo en Su cuerpo angelical. Y Cristo en Su cuerpo angelical es el Verbo que era con Dios y era Dios, el Verbo que se hizo carne y habitó en medio del pueblo hebreo y fue conocido por el nombre de Jesús.
En San Juan, capítulo 1, verso 1 al 18, nos da testimonio de que Jesucristo es el Verbo hecho carne. El Verbo es el Ángel de Jehová, el Ángel del Pacto, en donde estaba Dios manifestado en toda Su plenitud, y luego se hizo carne y tuvo un cuerpo de carne llamado Jesús, y ahí estaba Dios en toda Su plenitud: Padre, Hijo y Espíritu Santo; y era el Padre que estaba en Jesús el que hacía las Obras, el Padre por medio de Su Espíritu Santo, por medio de Su cuerpo angelical (llamado el Ángel de Jehová manifestado en el cuerpo de carne llamado Jesús) hacía las obras y le hablaba al pueblo hebreo. Por eso Cristo decía: “Yo no hablo nada de mí mismo, sino que lo que Yo escucho al Padre hablar, eso es lo que Yo les hablo.” Y también les decía: “Yo no hago nada de mí mismo, el Padre que mora en mí, Él hace las obras. Si ustedes no me creen a mí, crean entonces a las obras.”
Por lo tanto, Dios por medio de Su Espíritu (que es Su cuerpo angelical, que es Cristo en Su cuerpo angelical, llamado el Ángel de Jehová) se manifestó a través de los diferentes Profetas. Fue a través de Su Ángel, el Ángel de Jehová (que es Cristo, el Hijo de Dios) que creó los Cielos y la Tierra. Y por eso Cristo es el Heredero, el Cristo, el cual en todo el Antiguo Testamento estuvo hablándole a los Profetas de Dios desde Adán en adelante, Dios estando en Su cuerpo angelical le aparecía a Adán y le hablaba.
Ahora, podemos ver que Jesucristo nuestro Salvador podía decir: “Antes que Abraham fuese Yo Soy.” ¿Por qué? Porque Él es el Ángel de Jehová, el Ángel del Pacto. Por esa causa encontramos que Dios por medio de Su Ángel, el Ángel de Jehová, el Ángel del Pacto, que es Cristo en Su cuerpo angelical, le dio el Pacto al pueblo hebreo en el Sinaí, le dio la Ley, y luego encontramos que cuando vino en carne humana, vino para establecer un Nuevo Pacto.
De eso fue que habló Cristo en San Mateo, capítulo 26, versos 26 al 29, cuando dice en la última cena:
“Y mientras comían, tomó Jesús el pan, y bendijo, y lo partió, y dio a sus discípulos, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo.
Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio, diciendo: Bebed de ella todos;
porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados.”
Y ahora, Cristo viene para establecer un Nuevo Pacto, porque Cristo es el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová.
Y ahora, en el Nuevo Pacto ya no se va a necesitar sacrificios de animalitos, no se va a necesitar la sangre de animalitos, sino que el mismo Señor Jesucristo para establecer el Nuevo Pacto y colocar la Sangre del Nuevo Pacto, Cristo va a ser Sacrificado en la Cruz del Calvario, y ese es el Sacrificio por el pecado para todo ser humano, sean hebreos o sean gentiles.
Y ahora, ya entre los gentiles (desde la muerte de Cristo hacia acá) hay oportunidad de salvación para toda persona de entre los gentiles y también de entre los hebreos. El Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario es un Sacrificio universal, por lo tanto es tan bueno para hebreos como para gentiles. Por lo tanto, todo ser humano tiene derecho y acceso al Sacrificio por el pecado, que es el Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario.
Veamos en Jeremías, capítulo 31, verso 31 en adelante, lo que nos dice:
“He aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá.
No como el pacto que hice con sus padres el día que tomé su mano para sacarlos de la tierra de Egipto; porque ellos invalidaron mi pacto, aunque fui yo un marido para ellos, dice Jehová.
Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo.
Y no enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce a Jehová; porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice Jehová; porque perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado.”
Por medio del Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario viene el perdón de pecados para todo ser humano, y Dios no se acuerda más de los pecados de la persona, porque son limpiados con la Sangre de Jesucristo nuestro Salvador, que es la Sangre del Nuevo Pacto, del Pacto eterno, de la cual San Pablo dice en el capítulo 13, verso 20 de Hebreos:
“Y el Dios de paz que resucitó de los muertos a nuestro Señor Jesucristo, el gran pastor de las ovejas, por la sangre del pacto eterno,
os haga aptos en toda obra buena para que hagáis su voluntad, haciendo él en vosotros lo que es agradable delante de él por Jesucristo; al cual sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.”
Y ahora, aquí San Pablo nos muestra que la Sangre de Cristo es la Sangre del Pacto eterno, por la Sangre del Pacto eterno.
Ahora, podemos ver que no hay otro sacrificio por el pecado para el ser humano sino el Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario, para gentiles y también para hebreos.
El pueblo hebreo sacrificaba el macho cabrío de la expiación el día diez del mes séptimo de cada año, pero ya no lo puede hacer porque no tiene templo, porque el templo fue destruido en el año 70 por el general Romano Tito; por lo tanto, ya no tiene templo dónde realizar el sacrificio del macho cabrío de la expiación por el pecado para ser perdonados y ser cubiertos con la sangre de la expiación de ese macho cabrío, y ser perdonados y ser reconciliados con Dios por un año. Era por un año esa reconciliación, y toda persona que no se afligía delante de Dios y pedía perdón a Dios por sus pecados en ese día, entonces Dios lo cortaba del pueblo, perdía el derecho de continuar viviendo, y moría en ese año.
Ahora, la persona no quedaba reconciliada con Dios, porque no quedaba perdonada, porque no había pedido perdón a Dios por sus pecados, y no se había afligido en su alma por haber pecado contra Dios, o sea, no se había arrepentido.
Ahora, en el Nuevo Testamento desde la muerte de Cristo hacia acá, el único Sacrificio por el pecado es el Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario. Y Cristo no llevó Su Sangre al templo terrenal sino que la llevó al Templo Celestial y la colocó sobre el Propiciatorio celestial, que es el Trono de Dios, y se convirtió el Trono de Dios en el Cielo en un Trono de Misericordia, para que todo aquél que en Cristo cree, arrepentido de sus pecados pida perdón a Cristo por sus pecados, Cristo lo perdona y Cristo con Su Sangre lo limpia de todo pecado, y es bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo y Cristo lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego, y obtiene el nuevo nacimiento, nace en el Reino de Dios, entra al Reino de Dios porque ha nacido del Agua y del Espíritu, que fue lo que le dijo Cristo a Nicodemo en el capítulo 3 de San Juan: “De cierto, de cierto te digo, que el que no nazca del Agua y del Espíritu no puede entrar al Reino de Dios.”
Por lo tanto, se requiere que todo ser humano que desea vivir eternamente entre al Reino de Dios. ¿Y cómo puede entrar al Reino de Dios? Recibiendo a Cristo como su Salvador, lavando sus pecados en la Sangre de Cristo y siendo bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego y obtiene el nuevo nacimiento, nace de nuevo, nace del Agua y del Espíritu, nace en el Reino de Cristo, en el Reino de Dios, a una nueva vida, a la Vida eterna. Porque la vida terrenal que obtuvimos a través de nuestros padres terrenales fue a una vida temporal, mortal y corruptible, a la cual nacimos.
Pero lo importante es que ya estamos aquí en la Tierra y tenemos el privilegio y la oportunidad de obtener un nuevo nacimiento que sea a una Vida eterna. Y ese nuevo nacimiento se obtiene recibiendo a Cristo como nuestro Salvador y pidiéndole perdón a Cristo arrepentido de nuestros pecados, pidiéndole perdón a Cristo por nuestros pecados y Cristo nos perdona, y con Su Sangre nos limpia de todo pecado, y somos bautizados en agua en Su Nombre y Él nos bautiza con Espíritu Santo y Fuego, y nacemos a la Vida eterna en el Reino de Jesucristo nuestro Salvador, y obtenemos un cuerpo angelical; y luego cuando se complete la Iglesia de Jesucristo, entonces Cristo resucitará a los muertos creyentes en Él en cuerpos glorificados y a nosotros nos transformará, y entonces todos seremos a imagen y semejanza de Jesucristo nuestro Salvador.
Ahora, podemos ver lo sencillo que es entrar al Reino de Dios, y así por consiguiente nacer a una Vida eterna, que es la Vida eterna, la única Vida eterna que hay, la Vida de Dios, la cual recibimos a través de nuestro Señor Jesucristo. Cristo dijo: “Yo Soy el Camino, la Verdad y la Vida, y nadie viene al Padre sino por mí.” Por lo tanto, nadie puede llegar a Dios, a menos que sea por medio de Cristo el Sacrificio por el pecado, para ser reconciliado con Dios y ser restaurado a la Vida eterna.
En *Primera de Juan, capítulo 5, verso 10 en adelante, dice:
“El que cree en el Hijo de Dios, tiene el testimonio en sí mismo; el que no cree a Dios, le ha hecho mentiroso, porque no ha creído en el testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo.
Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo.”
La Vida eterna está en Jesucristo, y por eso recibimos a Cristo como nuestro Salvador para recibir la Vida eterna. En San Juan, capítulo 3, verso 16, dice:
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.”
Sin Cristo la persona está perdida, y será juzgada y condenada y echada al lago de fuego, donde dejará de existir en cuerpo, espíritu y alma. Pero con Cristo estamos salvos y tenemos Vida eterna, y viviremos con Cristo por toda la eternidad en Su glorioso Reino, y Él nos dará un cuerpo físico glorificado como Su cuerpo glorificado. Sigue diciendo:
“El que tiene al Hijo de Dios (o sea)... El que tiene al Hijo, tiene la vida (o sea, tiene la Vida eterna, porque tiene a Cristo acá en su alma y Jesucristo es la Vida). El que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida.”
Aunque esté vivo físicamente, a lo que está vivo es a una vida temporal que en algún momento se le ha de acabar, pero está muerto a la Vida eterna, no tiene Vida eterna. Cuando el ser humano pecó en el Huerto del Edén, murió a la Vida eterna, y lo que le quedó fue vida temporal para él y sus descendientes.
Y ahora, para el ser humano ser restaurado a la Vida eterna fue que vino Jesucristo y murió en la Cruz del Calvario, para reconciliarnos con Dios y colocarnos en la Vida eterna.
“Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna (esa es la buena noticia para los creyentes en Cristo: que tenemos Vida eterna), y para que creáis en el nombre del Hijo de Dios.”
Ahora, podemos ver que la única forma para el ser humano ser eterno, ser restaurado a la eternidad, es a través de Jesucristo nuestro Salvador; y todas estas cosas están tipificadas en la naturaleza. Por eso es que tenemos que aprender de la naturaleza: tenemos el Cielo con todos esos sistemas planetarios, el Cielo con todas esas galaxias, tenemos el zodiaco en el Cielo, y ahí encontramos que Dios escribió Su Primera Biblia, porque es la Obra de Dios.
Por lo tanto, esa es la Primera Biblia, y por eso en muchas ocasiones encontramos a Dios hablándole, por ejemplo, a Abraham, y diciéndole: “Mira a los Cielos, y cuenta las estrellas si las puedes contar (y le dice), así será tu simiente.” Y Abraham creyó a Dios. ¿Ven? Dios le está hablando por la Primera Biblia, que es el Cielo con todos esos sistemas, todas esas galaxias y con todo ese sistema del Zodiaco y Abraham creyó lo que Dios le mostró en la Primera Biblia; y todas esas estrellas tipifican la descendencia de Abraham.
Está la descendencia de Abraham terrenal según la carne, que es el pueblo hebreo; y está la descendencia de Abraham según la fe, que son todos los creyentes en Cristo, porque son de la fe de Abraham y por consiguiente son hijos de Abraham.
Vean, en Gálatas, capítulo 3, verso 6 al 9, dice San Pablo:
“Así Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia.
Sabed, por tanto, que los que son de fe, éstos son hijos de Abraham.
Y la Escritura, previendo que Dios había de justificar por la fe a los gentiles, dio de antemano la buena nueva a Abraham, diciendo: En ti serán benditas todas las naciones.
De modo que los de la fe son bendecidos con el creyente Abraham.”
Y ahora, toda persona creyente en Cristo es de la fe en Cristo, y al ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo donde se invoca el Nombre del Señor sobre la persona, y luego Cristo lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego, y la persona ha obtenido el nuevo nacimiento, son estas personas los hijos de la fe en Cristo, los hijos de Abraham, los hijos de la fe.
Y ahora, en todas esas estrellas que Abraham vio estábamos representados nosotros también, y esa es la Primera Biblia: el Cielo con todas sus huestes celestiales, con todas sus estrellas, todas sus galaxias, y así por el estilo.
Por eso también encontramos que Cristo es el Sol de Justicia. ¿Ven? En la Primera Biblia está representado en el sol. Y también Cristo es la Estrella resplandeciente de la mañana, conforme a Apocalipsis, capítulo *16, donde dice:
“Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias.
Yo soy la raíz y el linaje de David, la estrella resplandeciente de la mañana.”
En la Primera Biblia encontramos a Cristo como la Estrella resplandeciente de la mañana, que es el planeta ¿qué? Venus, el planeta Venus, la estrella resplandeciente de la mañana tipifica a Cristo.
Y ahora, encontramos también que Cristo en el Monte de la transfiguración cuando se transfiguró delante de Sus tres Apóstoles: Pedro, Santiago y Juan, Su rostro resplandeció como el Sol, porque Cristo está tipificado en el sol, también en Apocalipsis, capítulo 1, Su rostro es como el sol. Apocalipsis, capítulo 1, verso 16, dice:
“Tenía en su diestra siete estrellas...”
Vean, aquí también hay siete estrellas en la Diestra de Cristo, del Hijo del Hombre, esas siete estrellas son los siete Ángeles Mensajeros de las siete edades de la Iglesia. Sigue diciendo:
“Tenía en su diestra siete estrellas; de su boca salía una espada aguda de dos filos...”
La Espada que sale de la boca es la Palabra de Dios, que es más cortante y más penetrante que toda espada de dos filos.
“...y su rostro era como el sol cuando resplandece en su fuerza.”
¿Ven? Porque Cristo está tipificado en el Sol, en la Primera Biblia el sol es tipo de Cristo.
Y ahora, en Malaquías, capítulo 4, dice, verso 2:
“Mas a vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traerá salvación; y saldréis, y saltaréis como becerros de la manada.
Hollaréis a los malos, los cuales serán ceniza bajo las plantas de vuestros pies, en el día en que yo actúe, ha dicho Jehová de los ejércitos.”
Y ahora, Cristo aquí es el Sol de Justicia y en Sus Alas traerá salvación, el Sol de Justicia nacerá para los que temen el Nombre del Señor. ¿Y qué significa eso? La Segunda Venida de Cristo como el Sol de Justicia trayendo salvación, salud en Sus Alas. Sus Alas son los Ángeles del Hijo del Hombre, porque el Hijo del Hombre viene con Sus Ángeles y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras.
Los Ángeles, las Alas del Sol de Justicia, son los ministerios de los Dos Olivos, que son los ministerios de los Dos Ungidos que están delante de la presencia de Dios en el Cielo, y en el cumplimiento de esa promesa esos serán los ministerios de Moisés y Elías en la Venida del Hijo del Hombre con Sus Ángeles, en la Venida del Sol naciendo y trayendo salud en Sus Alas, las Alas son los ministerios de Moisés y Elías, los Dos Olivos, y el Sol es Cristo, el Sol de Justicia. Cristo, el Hijo del Hombre, viene con Sus Ángeles.
Ahora, estamos aprendiendo de la naturaleza, estamos aprendiendo del Cielo y de todo este ejército celestial: las estrellas, las galaxias y así por el estilo, porque esa es la Primera Biblia, y esa Primera Biblia contiene lo mismo que esta Biblia escrita.
Por eso en esta Biblia escrita se habla acerca de las estrellas, y vimos que la Estrella resplandeciente de la mañana es Cristo, Cristo está tipificado en la Estrella de la mañana. También hablando acerca de la Estrella de la mañana dice en el capítulo 2, verso 28 de Apocalipsis para el Vencedor Cristo dará esta bendición:
“Y le daré la estrella de la mañana.
El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.”
Así que al Vencedor del Día Postrero que estará trayendo el Mensaje de Dios para la Iglesia de Jesucristo, el cual será el Ángel del Señor Jesucristo, tendrá la bendición de recibir la Estrella resplandeciente de la mañana. ¿Y qué significa eso? Tendrá el privilegio y bendición de recibir a Cristo en Su Segunda Venida, porque Cristo es la Estrella resplandeciente de la mañana, y Cristo (la Estrella resplandeciente de la mañana) estará resplandeciendo a través de ese Vencedor, a través del Ángel del Señor Jesucristo.
También en Apocalipsis, capítulo 10, tenemos a Cristo, el Ángel Fuerte descendiendo del Cielo, dice:
“Vi descender del cielo a otro ángel fuerte, envuelto en una nube, con el arco iris sobre su cabeza; y su rostro era como el sol, y sus pies como columnas de fuego.”
¿Ven? Cristo con Su rostro como el sol porque Cristo está tipificado en el sol.
Ahora, estamos aprendiendo de la naturaleza porque nuestro tema es: “APRENDIENDO DE LA NATURALEZA.”
Ahora, vimos que en el Cielo está esta Biblia que tenemos escrita, todo eso está también en el Cielo representado, porque el Cielo es la Primera Biblia. También tenemos la naturaleza acá en la Tierra, donde tenemos los animales, tenemos los árboles, tenemos también las plantaciones de frutos, y así por el estilo, y los peces también, y las aves también.
Siendo que la naturaleza es una Biblia, la naturaleza acá es la Segunda Biblia, por eso encontramos que cuando se nos habla de Cristo entre los animales del campo, es tipificado Cristo en un cordero, como el cordero que fue sacrificado en Egipto en la víspera de la pascua, porque Cristo es nuestra pascua, Cristo es el Cordero de Dios.
Cuando Juan el Bautista presentó a Cristo, en San Juan, capítulo 1, dice, verso 27 en adelante, dice (ó 26):
“Juan les respondió diciendo: Yo bautizo con agua; mas en medio de vosotros está uno a quien vosotros no conocéis.
Este es el que viene después de mí, el que es antes de mí, del cual yo no soy digno de desatar la correa del calzado.
Estas cosas sucedieron en Betábara, al otro lado del Jordán, donde Juan estaba bautizando.
El siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.”
Y ahora, entre los animales el cordero tipifica a Cristo.
“Este es aquel de quien yo dije: Después de mí viene un varón, el cual es antes de mí; porque era primero que yo.”
Y nació seis meses después de Juan el Bautista, pero en Su cuerpo angelical Cristo era primero que Juan el Bautista y Cristo era primero que Abraham y primero que Adán también, porque Cristo es el Ángel de Jehová, el Ángel del Pacto, a través del cual Dios creó los Cielos y la Tierra.
Luego en el verso 35 al 37, dice, de este mismo capítulo 1: “El siguiente día otra vez Juan...” Vamos a terminar este pasaje aquí que es muy importante, dice, continuamos en el verso 31:
“Y yo no le conocía; mas para que fuese manifestado a Israel, por esto vine yo bautizando con agua.
También dio Juan testimonio, diciendo: Vi al Espíritu que descendía del cielo como paloma, y permaneció sobre él.
Y yo no le conocía; pero el que me envió a bautizar con agua, aquél me dijo: Sobre quien veas descender el Espíritu y que permanece sobre él, ése es el que bautiza con el Espíritu Santo.
Y yo le vi, y he dado testimonio de que éste es el Hijo de Dios.
El siguiente día otra vez estaba Juan, y dos de sus discípulos.
Y mirando a Jesús que andaba por allí, dijo: He aquí el Cordero de Dios.
Le oyeron hablar los dos discípulos, y siguieron a Jesús.”
Juan era el precursor de Cristo, precursor de la Primera Venida de Cristo; y todos los que recibieron a Juan el Bautista y fueron bautizados y siguieron al precursor, estaban llamados luego a seguir al que vendría después de Juan el Bautista, porque Juan vino a preparar al pueblo para que creyeran en el que vendría después de él.
Por lo tanto, Andrés y Juan hicieron bien en ir con Jesús, tuvieron que dejar a Juan, pero sin pelearse con Juan sino porque creyeron en aquél del cual Juan dijo que vendría después de él y Juan les dijo: “Es ese hombre.” Por lo tanto, ellos tenían que seguir a Jesús, porque Jesús es el que bautiza con Espíritu Santo y Fuego, y produce en la persona el nuevo nacimiento y la persona nace en el Reino de Cristo, nace a una nueva vida, a la Vida eterna.
Ahora, hemos visto que en el cordero está tipificado Cristo, Cristo como el Sacrificio, nuestra Pascua para salir del mundo. También encontramos al Espíritu Santo tipificado en una paloma. Ahora, estamos aprendiendo de la naturaleza acá de entre los animales.
Ahora, veamos algo más aquí en el capítulo 5 del Apocalipsis, verso 5 al 6, dice:
“Y uno de los ancianos me dijo: No llores. He aquí que el León de la tribu de Judá, la raíz de David, ha vencido para abrir el libro y desatar sus siete sellos.”
¿Y quién es el León de la tribu de Judá, la Raíz de David? Pues Jesucristo nuestro Salvador, Cristo en Su Segunda Venida es el León de la tribu de Judá, en Su Primera Venida el Cordero de Dios, en Su Segunda Venida el León de la tribu de Judá para llevar a cabo la Obra de Reclamo, donde Él resucitará a los muertos creyentes en Él en cuerpos glorificados y nos transformará a nosotros los que vivimos.
“Y miré, y vi que en medio del trono y de los cuatro seres vivientes, y en medio de los ancianos, estaba en pie un Cordero como inmolado, que tenía siete cuernos, y siete ojos, los cuales son los siete espíritus de Dios enviados por toda la tierra.”
Cuando Juan miró para ver un león, vio un cordero, o sea, vio a Cristo, porque Cristo es el León de la tribu de Judá, y también Él es el Cordero de Dios. O sea, que aquí cuando Juan mira, no mira para ver un animal, mira para ver a Cristo, y ve que el León de la tribu de Judá que le anuncia el anciano es el mismo Cordero de Dios que él había conocido cuando Cristo estaba en Su ministerio terrenal.
Ahora, podemos ver que animales, hay ciertos animales que son tipo y figura de los hijos de Dios y también de Jesucristo, el Hijo de Dios. El cordero, el león también, la paloma también, pero hay otros animales que son tipo y figura de los incrédulos.
Ahora, estudiando y aprendiendo de la naturaleza en la rama animal, hemos aprendido que Cristo está tipificado en el cordero y en el león.
Ahora, en cuanto a los árboles y en cuanto a las plantas, encontramos que Cristo enseñó acerca del trigo y de la cizaña, y enseñó que el trigo representa a los hijos del Reino, a los hijos de Dios, los cuales están escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero; y la cizaña representa a los hijos del malo, los hijos del maligno, al cual llamamos comúnmente: El diablo o Satanás. ¿Ven? En la misma naturaleza están representados seres humanos y el mismo Cristo.
Ahora, la naturaleza es la Segunda Biblia, también encontramos que en la Tierra, el terreno, también están representados los seres humanos. Cristo, el Sembrador, salió a sembrar; y sembró; y una parte cayó junto al camino, otra cayó en pedregales, una parte cayó en pedregales, otra cayó entre espinos o espinas, y otra cayó en buena tierra. Cada uno de esos cuatro terrenos tipifica a un tipo de persona; y cada persona debe saber en cuáles de esos terrenos está usted representado.
Todos ahí escucharon la Palabra. El que fue sembrado junto al camino es el que escucha la predicación del Evangelio, y luego se va y luego el diablo arranca, saca del corazón, esa Palabra de Dios, el Evangelio que había escuchado.
Está también el que fue sembrado en pedregales, los cuales oyen la Palabra y la reciben con gozo, pero después llegan las etapas de prueba, y dicen: “Yo no sabía que iba a tener pruebas al recibir a Cristo como mi Salvador.” Y tropiezan porque en muchas ocasiones sus amistades y sus familiares se burlan de la persona. Pero así hicieron con Jesucristo nuestro Salvador. Y si sufrimos con Cristo reinaremos con Cristo.
Luego están también los que están representados en un terreno lleno de espinas o de espinos, de plantas llenas de espinos, y dice Cristo que esos son aquellos en los cuales es sembrada la Palabra de Dios, el Evangelio de Cristo, y los afanes de esta vida y las riquezas ahogan esa Palabra que fue sembrada y no produce fruto; o sea, que la persona viene a ser una persona que siempre estará muy ocupada y no tendrá tiempo para Dios, y no llegará a obtener el Espíritu de Cristo y así nacer de nuevo, nacer en el Reino de Cristo. Y nunca tampoco llegará a comprender la Palabra, solamente se quedará con un conocimiento superficial, pero nunca obtendrá el conocimiento pleno de Dios.
Pero están aquellos representados en la buena tierra, de la cual dice en el verso 23, del capítulo 13 de San Mateo:
“Mas el que fue sembrado en buena tierra, éste es el que oye y entiende la palabra, y da fruto; y produce a ciento, a sesenta, y a treinta por uno.”
La buena tierra es aquél que escucha la predicación del Evangelio de Cristo, recibe a Cristo como su Salvador, lava sus pecados en la Sangre de Cristo, Cristo lo limpia de todo pecado con Su Sangre y es bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego, y obtiene el nuevo nacimiento, y nace en el Reino de Cristo y queda sellado por el Espíritu Santo en el Reino de Cristo, y esa persona ya ha obtenido Vida eterna, esa persona no se puede perder, ya tiene Vida eterna, esa es la buena Tierra de esa parábola.
Ahora vean, también nos habla San Pablo de la buena tierra en Hebreos, capítulo 6, y nos dice capítulo 6, verso 7 al 8, dice:
“Porque la tierra que bebe la lluvia que muchas veces cae sobre ella, y produce hierba provechosa a aquellos por los cuales es labrada, recibe bendición de Dios;
pero la que produce espinos y abrojos es reprobada, está próxima a ser maldecida, y su fin es el ser quemada.”
La mala tierra que representa a las personas que no reciben a Cristo y no obtienen el nuevo nacimiento, esas personas su fin será ser maldecidos y ser quemados en el lago de fuego, pero el fin de los escogidos de Dios, de la buena tierra, es ser bendecidos por Dios y vivir eternamente con Cristo en Su Reino con cuerpos eternos y glorificados.
También encontramos entre los árboles a la vid, Cristo dijo: “Yo Soy la Vid verdadera, y vosotros los pámpanos (o sea, las ramas).” Y Él dijo: “Si no permanecieres en mí; o sea, sin mí nada podéis hacer.”
Una rama de una planta o árbol de uvas tiene que estar en - conectada al tronco para poder llevar fruto, si no está conectada a la vid, se seca, no puede llevar fruto. “Por eso sin mí nada podéis hacer (dijo Jesucristo).” Sin Cristo la persona está seca, sin Vida eterna, porque la Vida de Cristo, que es la Vid Verdadera pasa a través de la rama que está conectada a Él. Pero las personas que no están conectadas a Cristo porque no han recibido a Cristo como su Salvador, pues son ramas que no tienen la Vida de Cristo, y por lo tanto son ramas, pámpanos malos, y serán cortados y echados en el fuego y serán quemados.
Ahora, podemos ver cómo en la vid, si Cristo está tipificado y cada uno de nosotros también como ramas de esa vid, como ramas de Cristo. También encontramos al pueblo hebreo tipificado en la higuera, la higuera tipifica al pueblo hebreo, y los demás árboles tipifican a las demás naciones, y el árbol de olivo representa a los Dos Ungidos que están delante de la presencia de Dios.
¿Ven? En la naturaleza encontramos esta Biblia escrita reflejada, porque la naturaleza es la Segunda Biblia.
“APRENDIENDO DE LA NATURALEZA.”
Y ahora, en la Biblia escrita, que es la Palabra de Dios, está todo lo que está en la naturaleza y lo que está en el Universo, todo eso lo encontramos aquí.
Por lo tanto, las promesas divinas que primeramente estaban en Dios, pasaron al Universo, al Cielo y están representas ahí, y todas las cosas que Dios iba a hacer y luego en la naturaleza acá entre los animales, los árboles, las aves, los peces también. Cristo dijo a Sus discípulos: “Venid en pos de mí y Yo os haré pescadores de hombres.” Por eso el cristianismo está representado en peces, porque somos peces que hemos sido pescados con la Red del Evangelio de Cristo y colocados en la Iglesia del Señor Jesucristo que es la Barca de Jesucristo nuestro Salvador.
Y ahora, en esta Biblia escrita está Cristo aquí mostrado desde el Génesis hasta el Apocalipsis, y también está usted y estoy yo aquí en esta Biblia escrita. Cuando la Biblia escrita habla de los hijos e hijas de Dios, ¿de quiénes está hablando? De nosotros. ¿Ve? Y aquí habla la Escritura de los hijos e hijas de Dios.
Vean, en Romanos, capítulo 8, verso 14 en adelante, dice:
“Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios.”
¿De quién está hablando ahí? De nosotros.
“Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!
El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios.
Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados.”
Vamos a ser glorificados, vamos a tener un cuerpo glorificado, eterno, inmortal, incorruptible y glorificado como el cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador, será un cuerpo joven, eterno, inmortal, incorruptible y perfecto, igual al cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador.
Somos también herederos de Dios y coherederos con Cristo Jesús Señor nuestro. Somos herederos de la Vida eterna y de toda la Creación, somos coherederos con Jesucristo nuestro Salvador. También somos ovejas de Cristo, el Buen Pastor. ¿Ven? En la naturaleza en cuanto a los animales del campo estamos representados en ovejas.
Ahora, aquí nos habla la Escritura de que somos hijos e hijas de Dios, y en nosotros se hace realidad la Primera Biblia: el Cielo con todas sus estrellas y galaxias, el zodiaco y todo; y también la Segunda Biblia: la naturaleza, somos trigo, somos buena tierra, somos ovejas de Cristo el Buen Pastor, y también en la Primera Biblia somos las estrellas de Cristo, de Dios, y Cristo es la Estrella resplandeciente de la mañana. Vamos a ver un lugar aquí en la Escritura donde nos dice, en el capítulo 38 de Job, verso 7, dice:
“Cuando alababan todas las estrellas del alba,
Y se regocijaban todos los hijos de Dios”
¿Ven? Y ahora las estrellas del alba, de la mañana tipifican a los escogidos de Dios.
Ahora, siendo que en nosotros se hace realidad lo que habla aquí la Escritura de las estrellas del alba, las estrellas de Dios que se regocijaban con Dios cuando Dios estaba creando los Cielos y la Tierra, y también cuando habla acerca de las cosas de la naturaleza acá en el campo de los animales, somos las ovejas de Cristo el Buen Pastor.
En el campo de la siembra somos el trigo del Señor, y así por el estilo y también en la vid nosotros somos ramas de la Vid Verdadera, somos ramas de Cristo, somos parte de Cristo y el fruto de Cristo, la Vida de Cristo se manifiesta a través de nosotros, para producir el fruto de Cristo.
Y de esta Biblia escrita nosotros somos los hijos e hijas de Dios que estaban prometidos que vendrían a vivir a este planeta Tierra y recibirían a Cristo como su Salvador, y el Nombre del Señor Jesucristo sería invocado sobre nosotros al ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.
Cristo dice en San Marcos, capítulo 16, versos 15 en adelante:
“Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.
El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”
Tan simple como eso. Es un asunto de fe. No cree la persona en Cristo, será condenada, es condenada. Cree, no será condenada sino será salva, es salva. “El que creyere y fuere bautizado, será salvo.” También en San Juan, capítulo 3, verso 16, dice:
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.”
Y en el libro de los Hechos, capítulo 2, verso 36 en adelante, dice San Pedro el Día de Pentecostés:
“Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo.
Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos?
Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.
Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare.
Y con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba, diciendo: Sed salvos de esta perversa generación.
Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas.”
Como tres mil personas creyeron en Cristo como su Salvador, lo recibieron y fueron bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo por los Apóstoles y Cristo los bautizó con Espíritu Santo y Fuego y obtuvieron el nuevo nacimiento y entraron al Reino de Dios, entraron al Reino y Redil de Jesucristo nuestro Salvador.
¿Y cuántos ya han entrado al Redil, al Reino de Cristo? Por cuanto hemos creído de todo corazón en Cristo, lo hemos recibido como nuestro Salvador, Él ha perdonado nuestros pecados y con Su Sangre nos ha limpiado de todo pecado, y nos ha bautizado con Espíritu Santo y Fuego y ha producido en nosotros el nuevo nacimiento, hemos nacido a la Vida eterna en el Reino eterno de Jesucristo nuestro Salvador, y tenemos Vida eterna, hemos nacido a la Vida eterna en el Reino de Jesucristo nuestro Salvador.
Y si hay alguna persona que todavía no ha nacido en el Reino de Cristo porque no ha recibido a Cristo como su Salvador, puede hacerlo en esta noche y estaré orando por usted, puede levantar su mano y oraré por usted para que Cristo le reciba en Su Reino.
Ya tenemos manos levantadas acá, acá también esta otra parte, acá también, pueden pasar acá al frente para orar por ustedes, pueden continuar pasando todos los que desean entrar al Reino de Jesucristo nuestro Salvador. De los que están también en la parte alta, pueden pasar al frente para recibir a Cristo como su Salvador y Cristo les recibirá, perdonará vuestros pecados y con Su Sangre les limpiará de todo pecado.
Y podrán ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo y Cristo les bautizará en Espíritu Santo y Fuego y obtendrán así el nuevo nacimiento, recibirán el nuevo nacimiento, nacerán del Agua y del Espíritu en el Reino de Jesucristo nuestro Salvador.
Pueden continuar pasando todos los que quieren vivir eternamente con Cristo en Su Reino y quieren que Cristo salve sus almas, perdone sus pecados y con Su Sangre les limpie de todo pecado para ser reconciliados con Dios y ser restaurados a la Vida eterna. Cristo dijo: “El que me confesare delante de los hombres Yo le confesaré delante de mi Padre.”
Por lo tanto, todos queremos que Él nos confiese delante de nuestro Padre Celestial, y diga: “Estas personas han creído en mí, yo he perdonado sus pecados y con mi Sangre les he limpiado de todo pecado, han sido bautizados en agua en mi Nombre y Yo les he bautizado con Espíritu Santo y Fuego, Padre que entren a Tu Reino y vivan eternamente en Tu Reino conmigo.” Y el Padre le dirá: “Así sea.”
Queremos vivir con Cristo en Su Reino, el Reino de Dios por toda la eternidad. Y la pregunta que hicieron allá las personas fue: “¿Qué haremos?” Pedro dijo:
“Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.
Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare.”
Y Él está llamando en esta noche a todos los que todavía no habían recibido a Cristo como su Salvador, para que entren a Su Reino, el Reino de Cristo y nazcan a la Vida eterna y vivan eternamente con Cristo en Su Reino.
Todavía estamos esperando unos segundos porque todavía continúan pasando más personas que quieren vivir eternamente como ustedes también quieren vivir eternamente.
Todavía continúan pasando más personas. Esta noche ustedes han hecho la decisión más grande y más importante de sus vidas, la decisión de recibir a Cristo como vuestro Salvador, decisión que les coloca en el Reino de Cristo reconciliados con Dios y les coloca en la Vida eterna, para vivir eternamente con Jesucristo en Su Reino.
Vamos a dar unos segundos y ya oraremos por todas las personas que han pasado al frente.
Siempre hay una lucha en el corazón de las personas cuando llega el momento de recibir a Cristo como su Salvador. Pero la persona valiente dice: “Yo quiero vivir eternamente con Cristo en Su Reino.” Por lo tanto, yo recibo a Cristo como mi Salvador, y se levanta y pasa al frente y recibe a Cristo como su Salvador.
Ya casi estamos para comenzar a orar por todas las personas que ya han pasado, si falta alguno, puede pasar inmediatamente y ya oraremos por todos.
Recuerden que esta decisión es la decisión que usted hace, en donde usted dice con toda su alma: “Yo quiero entrar a la Vida eterna, y para entrar a la Vida eterna recibo a Cristo como mi Salvador para que Él perdone mis pecados y con Su Sangre me limpie de todo pecado y me reconcilie con Dios y me restaure a la Vida eterna, porque Él es el único que puede perdonar tus pecados y mis pecados y el único que con Su Sangre te puede limpiar de todo pecado a ti y a mí.
Él es el único que puede salvar nuestras almas, por lo tanto, cuando recibimos a Cristo le pedimos que salve nuestra alma, porque queremos vivir eternamente con Cristo en Su Reino.
Ya vamos a orar por todos los que han pasado, si queda alguno puede pasar inmediatamente y ya estaremos orando por todos para que Cristo les reciba en Su Reino y les perdone y con Su Sangre les limpie de todo pecado, y les confiese Cristo delante del Padre Celestial, porque Cristo dijo: “El que me confesare delante de los hombres Yo le confesaré delante de mi Padre Celestial.”
Con el corazón se cree, pero con la boca se hace confesión para salvación; con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación. “Y el que me confesare (¿ve? Eso es con la boca) - me confesare delante de los hombres, yo le confesaré delante de mi Padre.”
Pueden pasar los que faltan y ya estaremos orando por todos. Todavía han estado pasando más personas que quieren vivir eternamente con Cristo en Su Reino. Vamos a esperar unos segunditos nada más y oraremos ya por todos.
Cristo tiene mucho pueblo en esta ciudad y sus alrededores y en toda la República de Bolivia. Por esa causa es que ustedes están aquí presentes, ustedes estaban eternamente con Cristo; por eso ustedes reciben a Cristo como su Salvador.
Todavía continúan pasando más personas, los niños de 12 años en adelante también pueden pasar para recibir a Cristo como su Salvador. Lo más importante para el ser humano es la Vida eterna, no hay nada más importante. “¿De qué le vale al hombre si ganare todo el mundo y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma? Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de Su Padre con Sus Ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras.” San Mateo, capítulo 16, verso 26 al 28
Lo más importante entonces es la salvación del alma. “¿De qué le vale al hombre si gana todo el mundo y pierde su alma?” Por lo tanto, lo más importante es la salvación del alma, lo más importante es buscar el Reino de Dios y nacer en el Reino de Dios, en el Reino de Cristo recibiendo a Cristo como nuestro Salvador. Esta es la noche más importante de ustedes porque es una noche en que están recibiendo a Cristo como vuestro Salvador.
Vamos a esperar unos momentitos porque todavía vienen más personas. Lo más importante es asegurar nuestro futuro eterno. eY donde único lo podemos asegurar y con el único que podemos asegurar es con Jesucristo nuestro Salvador en Su Reino, por eso recibimos a Cristo como nuestro Salvador.
Si hay alguna otra persona puede ya pasar, inmediatamente y oraremos con todos, y pueden estar puestos en pie todos, podemos estar puestos en pie todos, vamos a orar por las personas que han pasado al frente para que Cristo les reciba, les perdone y con Su Sangre les limpie de todo pecado.
Inclinemos nuestros rostros para orar, y los que han pasado al frente repitan conmigo esta oración.
Señor Jesucristo, públicamente en esta noche Te recibo como mi Salvador, Señor Jesucristo Te ruego salves mi alma, Te ruego perdones mis pecados y con Tu Sangre me limpies de todo pecado, pues reconozco que soy pecador. Señor Jesucristo perdona mis pecados, límpiame con Tu Sangre de todo pecado, y Señor Jesucristo luego que sea bautizado en agua en Tu Nombre bautizame con Espíritu Santo y Fuego. Señor Jesucristo en Tus manos encomiendo mi alma, salva mi alma, Te lo ruego. En Tu Nombre Señor Jesucristo. Amén
Repitan conmigo: La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado. La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado. La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado.
Cristo les ha recibido, ha perdonado vuestros pecados y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado.
Ahora, oraré por ustedes a Dios. Inclinemos nuestros rostros.
Padre nuestro que estás en el Cielo, ante Tu presencia vengo en el Nombre del Señor Jesucristo trayendo a Ti todas estas personas que han recibido a Tu Hijo amado Jesucristo como su Salvador, recíbeles ¡oh, Padre Celestial! En Tu Reino, bautízales con Espíritu Santo y Fuego luego que sean bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. Y Dios Eterno, Padre Celestial cuídales todos los días de su vida de todo peligro, bendíceles grandemente, y a sus familiares traelos también a los pies de nuestro amado Señor Jesucristo, para que los tengan en la eternidad junto a ellos viviendo con Cristo en Su Reino por toda la eternidad. Padre Celestial, en Tus manos los encomiendo, en el Nombre de Tu Hijo amado Señor Jesucristo. Amén y amén.
Cristo dijo: “El que creyere y fuere bautizado será salvo, mas el que no creyere será condenado.” Y Pedro dijo:
“Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.”
Y ahora, ustedes me preguntarán: “¿Y cuándo me pueden bautizar? Porque ya yo he creído con toda mi alma en Jesucristo como mi Salvador, lo he recibido públicamente como mi Salvador he dado testimonio público que he recibido a Cristo como mi Salvador, públicamente lo he recibido.”
Por cuanto ustedes han creído con toda vuestra alma, con todo vuestro corazón, en Jesucristo, el Hijo de Dios, como vuestro Salvador, bien pueden ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo esta misma noche. Le pregunto aquí al Rvdo. Lara, Joel Lara si hay agua. Hay agua, hay bautisterios aquí. ¿Hay ropas bautismales también? Hay ropas bautismales también. ¿Y hay un lugar donde pueden cambiarse de ropa? Las damas en este lado, y los varones en aquel otro lado para cambiarse de ropa y ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.
Como hicieron aquellos tres mil, como tres mil personas, que creyeron, recibieron a Cristo como su Salvador y fueron bautizados ese mismo día en el Nombre del Señor Jesucristo, porque Cristo dijo: “El que creyere y fuere bautizado será salvo, mas el que no creyere será condenado.”
Dejo al Rvdo. Joel Lara para que les dé cualquier otra instrucción necesaria para los bautismos en agua en estos momentos.
Ha sido para mí un privilegio grande con ustedes en esta noche, dándoles testimonio de nuestro tema: “APRENDIENDO DE LA NATURALEZA.”
Muchas gracias por vuestra amable atención y continúen pasando una noche llena de las bendiciones de Jesucristo nuestro Salvador, y perseveren en una congregación, para estar escuchando la Palabra de Dios y glorificando a Dios, adorando a Dios y también tomando la Santa Cena y el Lavatorio de Pies.
Que Dios me los bendiga a todos y me los guarde, y nos veremos muy pronto, ya sea en estos cuerpos mortales o en el nuevo cuerpo.
Con nosotros nuevamente el Rvdo. Joel Lara para continuar.
“APRENDIENDO DE LA NATURALEZA.”