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| El Nombre para Salvación | 2003-10-24 | 1 | Osasco | São Paulo | BR | 00:00:00 | false |
Muy buenas noches, amados amigos y hermanos presentes; es para mí un privilegio y bendición grande estar con ustedes en esta ocasión, aquí en la ciudad de Osasco, Sâo Paulo, Brasil.
Reciban todos saludos de mi esposa Erica, quien me está acompañando en este viaje a la República del Brasil, y estará el domingo en San José, y les saludará personalmente. También los niños reciban saludos de América y de Yahannah Gabriela.
Para esta noche, 24 de Octubre de 2003, leemos en el libro de los Hechos, en el capítulo 4, versos 5 al 12, donde dice de la siguiente manera:
“Aconteció al día siguiente, que se reunieron en Jerusalén los gobernantes, los ancianos y los escribas,
y el sumo sacerdote Anás, y Caifás y Juan y Alejandro, y todos los que eran de la familia de los sumos sacerdotes;
y poniéndoles en medio, les preguntaron: ¿Con qué potestad, o en qué nombre, habéis hecho vosotros esto?
Entonces Pedro, lleno del Espíritu Santo, les dijo: Gobernantes del pueblo, y ancianos de Israel:
Puesto que hoy se nos interroga acerca del beneficio hecho a un hombre enfermo, de qué manera éste haya sido sanado,
sea notorio a todos vosotros, y a todo el pueblo de Israel, que en el nombre de Jesucristo de Nazaret, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de los muertos, por él este hombre está en vuestra presencia sano.
Este Jesús es la piedra reprobada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del ángulo.
Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.”
Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.
Nuestro tema es: “EL NOMBRE PARA SALVACIÓN.”
“EL NOMBRE PARA SALVACIÓN.”
Si hay un Nombre para Salvación, una persona tiene que tener ese Nombre, y tienen que haber personas que necesiten salvación.
El ser humano, cuando pecó en el Huerto del Edén comiendo del árbol de ciencia del bien y del mal, murió. Dios había dicho al ser humano, a Adán, en el capítulo 2 del Génesis, en el verso 17:
“...mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás.”
El ser humano fue creado a imagen y semejanza de Dios conforme al Génesis, capítulo 1, verso 26 al 27:
“Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra.
Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.”
Dios creó al ser humano primero a Su imagen, lo creó en cuerpo angelical; y fue creado el hombre en el Huerto del Edén, dice la Escritura: “varón y hombre.”
Luego, más adelante, en el mismo capítulo 2, verso 7... Primero habíamos leído capítulo 1 del Génesis, versos 26 al 27, ahora leemos el capítulo 2, verso 7 del Génesis, donde Dios le da el cuerpo físico al ser humano, del polvo de la tierra Dios le creó un cuerpo físico al ser humano, y dentro de ese cuerpo físico colocó a Adán, el cual es varón y hembra.
“Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente.”
El ser humano es alma viviente, lo más importante que el ser humano tiene es el alma. El ser humano es alma, espíritu y cuerpo. El espíritu del ser humano es un cuerpo de otra dimensión, parecido a nuestro cuerpo pero de otra dimensión, no tiene huesos ni carne como el cuerpo físico. Y el ser humano tiene otra casa, otro cuerpo, llamado el cuerpo de carne en el cual vivimos y nos movemos en esta dimensión terrenal, y trabajamos en esta vida terrenal. El ser humano es alma, espíritu y cuerpo.
Ahora, en Adán encontramos que estaba Eva, que estaba su compañera; porque Dios creó al hombre varón y hembra. Veamos aquí, en el capítulo 2, verso 17 en adelante... ya habíamos leído este verso, cuando Dios le dijo a Adán:
“...mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás.”
Sí moriría, al comer del árbol de ciencia del bien y del mal nos muestra que Adán tenía vida eterna; si no comía del árbol de ciencia del bien y del mal, continuaba viviendo sin límite de tiempo, continuaba viviendo eternamente.
Ahora, Dios le está hablando aquí a Adán, pero todavía Eva no aparece. Vamos a ver dónde estaba Eva [verso 18]:
“Y dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él.
Jehová Dios formó, pues, de la tierra toda bestia del campo, y toda ave de los cielos, y las trajo a Adán para que viese cómo las había de llamar; y todo lo que Adán llamó a los animales vivientes, ese es su nombre.
Y puso Adán nombre a toda bestia y ave de los cielos y a todo ganado del campo; mas para Adán no se halló ayuda idónea para él.
Entonces Jehová Dios hizo caer sueño profundo sobre Adán, y mientras éste dormía, tomó una de sus costillas, y cerró la carne en su lugar.
Y de la costilla que Jehová Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y la trajo al hombre.
Dijo entonces Adán: Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; ésta será llamada Varona, porque del varón fue tomada.”
Encontramos que la compañera para Adán estaba en Adán, y de Adán Dios la sacó y colocó en un cuerpo aparte la compañera para Adán. Dios había creado al hombre varón y hembra, pero ahora separó al hombre, separó la parte masculina de la parte femenina, y entonces estaban en dos cuerpos separados; y viene a ser parte de Adán, porque de Adán, del varón, fue tomada la compañera para Adán.
Ahora encontramos que el ser humano tenía vida eterna. Cuando pecó el ser humano en el Huerto del Edén, perdió la vida eterna, murió a la vida eterna, y solamente le quedó vida temporal; a Adán se le acabó a los 930 años y a Eva mucho antes. Y todos los descendientes de Adán y Eva han venido a ser mortales. El ser humano se hizo mortal cuando pecó contra Dios.
Ahora, encontramos que el ser humano continuó viviendo por unos años, pero ya había muerto a la vida eterna, pero estaba vivo a una vida temporal.
Y ahora, el ser humano, por consiguiente, viene a la Tierra por un lapso de tiempo, para vivir una vida temporal, que se le acaba (en la actualidad, a la mayoría de las personas), se les acaba a los 70 y 80 años. Unos pueden durar un poco más, y otros un poco menos, y hasta a los jóvenes también se les acaba la vida, pueden morir, y los niños también, y los recién nacidos también, porque es una vida temporal, no es una vida eterna.
¿Y por qué aparecemos nosotros en estos cuerpos temporales? Porque hemos nacido por medio de la unión de un hombre y de una mujer, como descendientes de Adán y Eva; y por cuanto Adán y Eva pecaron contra Dios, perdieron la vida eterna, no pudieron continuar viviendo eternamente en sus cuerpos de carne.
Y todo ser humano aparece en la Tierra sin vida eterna; por lo tanto, todo ser humano necesita un Salvador, un Salvador que lo tome y lo coloque en la vida eterna.
Ahora, podemos ver porqué en el Antiguo Testamento se llevaban a cabo sacrificios por el pecado. El pecado es lo que trajo la muerte; por lo tanto, el ser humano, desde que pecó, ha tenido que estar sacrificando animalitos por el pecado; o sea, teniendo un sustituto que muera por él para el ser humano poder continuar viviendo.
Todos esos sacrificios por el pecado son tipo y figura del Sacrificio de Jesucristo en la Cruz del Calvario, el cual murió por nosotros para que nosotros podamos vivir eternamente, podamos ser restaurados a la vida eterna.
Ahora, podemos ver que la Primera Venida de Cristo tuvo un propósito muy especial: Tomar el pecado sobre Sí mismo, hacerse pecado, y morir por nosotros para que nosotros podamos vivir eternamente. Jesucristo es nuestro Salvador.
En la Escritura nos dice San Mateo, capítulo 1, verso 20 al 21... aquí está un ángel hablando con José en sueños:
“Y pensando él en esto, he aquí un ángel del Señor le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es.
Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.”
Jesucristo nació en esta Tierra para salvar a Su pueblo de sus pecados; por lo tanto, hay un sólo Salvador y hay un sólo Nombre de Salvación. El Nombre de Salvación es SEÑOR JESUCRISTO; y el único Salvador lleva ese Nombre, se llama SEÑOR JESUCRISTO; porque El tiene el Nombre para Salvación.
Dios lo ha hecho Señor y Cristo; por eso llamamos a Jesús SEÑOR JESUCRISTO, porque El es nuestro Salvador.
Dios lo ha hecho Señor y Cristo, porque en El habitó, habita y habitará eternamente la plenitud de Dios, la plenitud de la Divinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Cristo decía: “Las obras que yo hago no las hago de mí mismo; el Padre que mora en mí, El hace las Obras.” Y cuando Cristo leyó Isaías 61, allá en la sinagoga de Nazaret, en San Lucas, capítulo 4, El dijo: “El Espíritu del Señor está sobre mí...” Y ahora podemos ver que en Jesucristo moró la plenitud de Dios: Padre, Hijo y Espíritu Santo, todo estaba en El; y por esa causa Dios lo hizo Señor y Cristo, y por esa causa el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo estaba en Jesucristo.
Cristo dijo: “Yo he venido en nombre de mi Padre.” Y ahora, podemos ver que el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, es Señor Jesucristo.
Por eso cuando Cristo ordenó a Sus discípulos a bautizar en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, Pedro el Día de Pentecostés, en el capítulo 2 del libro de los Hechos, ordenó que fueran bautizados los creyentes en el Nombre de Jesucristo; en el Nombre del Señor Jesucristo bautizaron los apóstoles a todos los que recibían a Cristo como Salvador; porque el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo es Señor Jesucristo. “Porque no hay otro Nombre dado a los hombres, en que podamos ser salvos.” Y ese Nombre es Señor Jesucristo. [Hechos 4:12]
Bautizar en el Nombre del Señor Jesucristo a las personas es bautizarlos en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, que es Señor Jesucristo; por eso los apóstoles, llenos del Espíritu Santo bautizaban en el Nombre del Señor Jesucristo.
“Porque no hay otro Nombre dado a los hombres, en que podamos ser salvos.” Solamente hay un Nombre, y ese Nombre es Señor Jesucristo.
Por eso también encontramos que Cristo ordenó a Sus discípulos a enseñar, a dar testimonio a todas las personas, acerca del arrepentimiento y el perdón de los pecados; y vean lo que les dijo: Capítulo 24, versos 44 en adelante, del Evangelio según San Lucas... ya Cristo en esta ocasión está resucitado, y les dijo:
“Y les dijo: Estas son las palabras que os hablé, estando aún con vosotros: que era necesario que se cumpliese todo lo que está escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos.”
Lo que sucedió a Jesús no fue una tragedia, fue el cumplimiento de lo que estaba escrito en la Ley de Moisés, en los profetas y en los salmos; y todo esto se cumplió en El para El quitar el pecado del mundo.
Juan el Bautista dijo, hablando de Jesús y presentando a Jesús al pueblo, dijo: “He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.” Por eso El tenía que morir llevando nuestros pecados para quitar los pecados del mundo, para quitar el pecado del mundo, y así que todo ser humano al nacer en la Tierra, nazca sin pecado.
Los niños nacen sin pecado; por eso, si mueren, van al cielo, no importa que sus padres no sean convertidos a Cristo. El ser humano responde por sus propios pecados, no tiene que responder por los pecados de Adán y Eva; por eso cada persona es llamada a arrepentirse y pedirle perdón a Cristo por sus pecados; y Cristo lo perdona, y con Su Sangre lo limpia de todo pecado, y un ministro bautiza a la persona en agua, en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo bautiza a la persona con Espíritu Santo y Fuego, y la persona obtiene el nuevo nacimiento, nace en el Reino de Dios, el Reino de Jesucristo, el cual es eterno, el cual tiene vida eterna; y por consiguiente la persona ha nacido a la vida eterna, para vivir eternamente con Cristo en Su Reino.
Así como nosotros hemos nacido en esta Tierra, en este reino terrenal que no tiene vida eterna... al nacer en esta Tierra, nacimos a una vida temporal; porque la raza humana no tiene vida eterna. Solamente tienen vida eterna los creyentes en Cristo.
Ahora veamos en San Lucas, capítulo 24, donde estamos leyendo, pasamos al verso 45 en adelante:
“Entonces les abrió el entendimiento, para que comprendiesen las Escrituras...”
Las Escrituras, la Biblia, nadie la puede entender correctamente, a menos que Dios le abra el entendimiento; de otra forma la Biblia sería como cualquier otro libro para las personas. Pero la Biblia es la Palabra de Dios, contiene los Pensamientos de Dios expresados por medio de los profetas, de los patriarcas, de los apóstoles y así por el estilo; por lo tanto, el que dio la Palabra, el que trajo esa Palabra revelada a los profetas, el Espíritu Santo, es el que tiene que abrirle la mente a las personas para comprender las Escrituras; de otra forma las personas no pueden comprender las Escrituras.
Miren estos dos pasajes que les voy a citar: Cristo en San Mateo 28*, verso 16 en adelante, dijo a Sus discípulos... vamos a ver, verso 18 en adelante:
“Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra.
Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo;
enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.”
Encontramos que Jesús ordenó bautizar en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. ¿Cuál es el Nombre del Padre?, ¿cuál es el Nombre del Hijo?, ¿cuál es el Nombre del Espíritu Santo?
Pedro dice el Día de Pentecostés, en el capítulo 2 del libro de los Hechos, verso 38 en adelante:
“Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.”
Y ahora, Pedro lleno del Espíritu Santo conocía cuál era el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, él sabía que era Señor Jesucristo, por eso ordenó bautizar en el Nombre de Jesucristo; “porque no hay otro Nombre dado a los hombres, en que podamos ser salvos.”
Pedro tenía las Escrituras abiertas para poder comprender el misterio del Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, el cual es Señor Jesucristo. Cristo les había abierto el entendimiento para entender las Escrituras.
Ahora, continuamos leyendo [San Lucas 24:46]:
“...Y les dijo: Así está escrito, y así fue necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos al tercer día...”
O sea, que no fue una casualidad que Cristo muriera, fue la profecía bíblica que hablaba acerca de la Primera Venida de Cristo y de Su muerte en la Cruz del Calvario para quitar el pecado del ser humano.
“...y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados...”
Toda persona que se arrepiente de sus pecados tiene que hacerlo arrepintiéndose de sus pecados con Cristo; y Cristo perdona sus pecados y con Su Sangre lo limpia de todo pecado.
Cualquier persona puede arrepentirse de haber pecado, pero si no lo hace con Cristo, si no se arrepiente con Cristo, pidiéndole perdón a Cristo por sus pecados, no puede recibir el perdón de los pecados y no puede ser limpio con la Sangre de Cristo.
El arrepentimiento se predica en el Nombre del Señor Jesucristo, y el perdón de los pecados se predica en el Nombre del Señor Jesucristo; “porque no hay otro Nombre dado a los hombres, en que podamos ser salvos.”
La Salvación pertenece al Señor Jesucristo, y todos los que lo reciben como Salvador reciben el perdón de sus pecados y son limpios de todo pecado con la Sangre de Jesucristo nuestro Salvador.
San Pablo en Colosenses, capítulo 1, verso 14, dice: “...en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados.”
Tiene que ser a través de Jesucristo la Redención, por medio de la Sangre de Cristo y el perdón de pecados. Por eso todo ser humano para arrepentirse de sus pecados y pedir el perdón a Dios por sus pecados y obtener el perdón de sus pecados y ser limpio de todo pecado, tiene que hacerlo a través de Jesucristo nuestro Salvador. “Porque no hay otro Nombre dado a los hombres, en que podamos ser salvos.” Todo es a través de Jesucristo nuestro Intercesor. El es el que intercede por nosotros ante Dios, El es el Sumo Sacerdote del Templo Celestial, El es el que con Su Sangre nos limpia de todo pecado y nos deja como si nunca en la vida hubiésemos pecado; “porque no hay otro Nombre dado a los hombres, en que podamos ser salvos.”
No hay otro Salvador, solamente hay uno, y Su Nombre es Señor Jesucristo; por eso toda persona para obtener la salvación de su alma y obtener la vida eterna, necesita a Jesucristo; porque El es nuestro Salvador. El es el que salvaría a Su pueblo de sus pecados. El tiene el Nombre para Salvación de todo ser humano.
Ahora, podemos ver que todo ser humano que desee obtener el perdón de sus pecados y ser limpio de todo pecado y ser restaurado a la vida eterna para vivir eternamente con Cristo en Su Reino, necesita recibir a Jesucristo como su Salvador; “porque no hay otro Nombre dado a los hombres, en que podamos ser salvos.”
Toda persona necesita a Jesucristo, para que Cristo lo liberte del reino de las tinieblas y lo coloque Cristo en Su Reino, el Reino de Luz, el Reino de Paz, el Reino de vida eterna. Es necesario nacer de nuevo, dijo Cristo a Nicodemo. El dijo: “ El que no nazca del Agua y del Espíritu no puede entrar al Reino de Dios.”
El Reino de Dios es el Reino de Jesucristo. Y toda persona para entrar a él y obtener vida eterna, necesita recibir a Cristo como su Salvador, porque El es el Rey de ese Reino.
Ahora, encontramos que toda persona que recibe a Cristo como su Salvador, Cristo lo perdona, Cristo con Su Sangre lo limpia de todo pecado, el ministro lo bautiza en agua, en el Nombre del Señor Jesucristo, y así la persona es identificada con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección, y Cristo lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego, y la persona obtiene el nuevo nacimiento, nace en el Reino de Cristo, entra al Reino de Cristo, y por consiguiente entra a la vida eterna, ha nacido a la vida eterna en un Reino Eterno: el Reino de Dios, el Reino de Jesucristo nuestro Salvador.
Toda persona que vive en esta Tierra necesita confirmar su lugar, su vida, en la vida eterna, en el Reino de Cristo; por eso Cristo dijo: “Buscad primeramente el Reino de Dios y su justicia.” Por lo tanto, toda persona necesita buscar ese Reino. ¿Y cómo lo busca y lo encuentra? Recibiendo a Cristo como su Salvador y naciendo de nuevo, naciendo en el Reino de Cristo; ese es el Reino con vida eterna.
El reino de las tinieblas no tiene vida eterna, es temporal, por eso el reino de las tinieblas, del cual el diablo es el rey de ese reino, serán echados en el lago de fuego, que es la segunda muerte, y dejarán de existir el reino de las tinieblas y el rey del reino de las tinieblas, que es el diablo.
Por eso toda persona tiene que salir del reino de las tinieblas como salió el pueblo hebreo de la esclavitud en Egipto para ir a la tierra prometida; y toda persona tiene que salir del reino de las tinieblas y entrar al Reino de Cristo, al Reino de Dios.
Colosenses, en el capítulo 1, verso 12 al 13:
“...Con gozo dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz;
el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo.”
Dios nos sacó del reino de las tinieblas y nos colocó en el Reino del amado Hijo de Dios, de Jesucristo; “porque no hay otro Nombre dado a los hombres, en que podamos ser salvos.”
Por lo tanto, estando en Cristo estamos en el Reino de Cristo, el único Reino seguro, porque es un Reino Eterno con vida eterna para todos los que nacen en ese Reino.
Ahora, podemos ver porqué todo ser humano necesita recibir a Cristo como su Salvador.
En San Juan, capítulo 3, verso 16 en adelante, dice de la siguiente manera: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.”
El ser humano cuando pecó perdió la vida eterna, por lo tanto, el ser humano se perdió de la vida eterna; y ahora, todo el que cree en Jesucristo es salvo, no perecerá jamás, vivirá eternamente con Cristo en Su Reino; para eso Cristo vino y murió en la Cruz del Calvario, para que todo aquel que en El cree no se pierda, mas tenga vida eterna.
“Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.
El que en él cree, no es condenado (por lo tanto, el que cree en Jesucristo no será condenado y no será echado en el lago de fuego, que es la segunda muerte; ha pasado de muerte a vida eterna); pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.”
La raza humana está condenada, la raza humana murió a la vida eterna; por lo tanto, a la raza humana lo que le espera es la segunda muerte, el lago de fuego, pero el que cree en Jesucristo no será condenado, sino que ha pasado de muerte a vida, a vida eterna, y por lo tanto vivirá eternamente con Cristo en Su Reino.
Toda persona que no viene a Cristo no quiere vivir eternamente. Miren aquí, el mismo Cristo lo dice, en el capítulo 5, verso 40 del Evangelio según San Juan: “...y no queréis venir a mí para que tengáis vida.”
Todos los que no querían venir a Cristo pues no querían tener vida eterna. En todos los tiempos las personas que no han deseado venir a Cristo, que no han querido recibir a Cristo como su Salvador, no han deseado vivir eternamente con Cristo en Su Reino; se han conformado con una vida terrenal que solamente les dura, como mucho, cien años, en la actualidad.
Ahora, podemos ver que esas personas son conformistas, esas personas han defraudado sus almas; teniendo la oportunidad de que sus almas vivan eternamente con Cristo en Su Reino, en un cuerpo nuevo, eterno, inmortal, incorruptible y glorificado como el cuerpo glorificado de Cristo, pues no han querido; por lo tanto, Cristo no los va a tener en la eternidad en Su Reino, van a ser echadas en el lago de fuego, que es la segunda muerte, porque no quisieron vivir eternamente; solamente quisieron tener una vida temporal de unos años, y ya con eso se conformaron.
Si es bueno vivir en estos cuerpos mortales, ¡cómo será en un cuerpo eterno y glorificado, con Cristo en Su Reino! La parte más gloriosa es cuando estemos con el cuerpo nuevo, que será un cuerpo eterno, un cuerpo con vida eterna. Todo eso es lo que se pierden, es lo que pierden los que no han recibido a Cristo como su Salvador, pierden la bendición grande de Dios.
Pero el que recibe a Cristo como su Salvador ha pasado de muerte a vida, y tiene vida eterna en el Reino de Cristo; y recibe primeramente el cuerpo angelical, y después recibirá el cuerpo físico glorificado.
El cuerpo angelical lo recibe la persona cuando recibe a Cristo como su Salvador, lava sus pecados en la Sangre de Cristo, es bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego, y ahí la persona ha obtenido el nuevo nacimiento, ha nacido en el Reino de Jesucristo a la vida eterna, y ya tiene vida eterna, y ha recibido un cuerpo angelical como el cuerpo angelical de Jesucristo. Luego, cuando Cristo complete Su Iglesia, resucitará a los muertos creyentes en El en cuerpos glorificados y a nosotros nos transformará, y entonces todos seremos eternos físicamente también; eso es la Adopción de los hijos e hijas de Dios.
La Adopción espiritual es el Bautismo del Espíritu Santo, donde obtenemos el nuevo nacimiento y obtenemos el cuerpo angelical, nacemos en el Reino de Cristo; y luego la Adopción física es cuando recibamos el cuerpo físico glorificado, cuando seamos transformados y tengamos el cuerpo glorificado; esa es la Adopción para los muertos en Cristo y para nosotros los que vivimos: cuando seamos transformados, cuando tengamos el cuerpo glorificado.
Por esa Adopción, que es la manifestación de los hijos e hijas de Dios, conforme a Romanos, capítulo 8, verso 14 en adelante, la Creación completa está gimiendo, está gimiendo por la manifestación de los hijos e hijas de Dios; y pronto vamos a ser adoptados físicamente, y entonces todos seremos iguales a Jesucristo nuestro Salvador, con un cuerpo angelical eterno y con un cuerpo físico eterno también, y joven para toda la eternidad; y ese es el cuerpo que todos nosotros deseamos, ese es un cuerpo eterno. De eso fue que habló San Pablo en Primera de Corintios, capítulo 15, versos 45 en adelante; y dice:
“Así también está escrito: Fue hecho el primer hombre Adán alma viviente; el postrer Adán, espíritu vivificante.
Mas lo espiritual no es primero, sino lo animal; luego lo espiritual.”
Primero recibimos un cuerpo animal, un cuerpo físico, mortal, corruptible y temporal, que es el que tenemos; pero luego vamos a recibir un cuerpo celestial, un cuerpo espiritual, un cuerpo glorificado como el cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador; y entonces seremos a imagen y semejanza de Jesucristo nuestro Salvador.
“El primer hombre es de la tierra, terrenal; el segundo hombre, que es el Señor, es del cielo.
Cual el terrenal, tales también los terrenales; y cual el celestial, tales también los celestiales.
Y así como hemos traído la imagen del terrenal, traeremos también la imagen del celestial (o sea, la imagen de Cristo: cuerpo angelical primero y después cuerpo físico glorificado).
Pero esto digo, hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción hereda la incorrupción.”
En palabras más claras: Con estos cuerpos físicos, mortales y corruptibles, no podemos continuar viviendo eternamente, porque son corruptibles, son temporales; se necesita un cuerpo nuevo en el cual podamos vivir eternamente; y ese es el cuerpo glorificado que Cristo ha prometido para mí, ¿y para quién más? Para cada uno de ustedes también; porque esta es una promesa para todos los creyentes en Cristo.
“He aquí, os digo un misterio (es un misterio grande): No todos dormiremos (o sea, no todos vamos a morir; va a haber un grupo de creyentes en Cristo en la Tierra sin ver muerte, que verán a los muertos resucitados en cuerpos glorificados; y ese grupo de personas que estará viviendo en este tiempo y vea la resurrección de los muertos en Cristo, ese será el grupo que será transformado en este tiempo final); pero todos seremos transformados (una transformación de lo mortal a lo inmortal, de lo corruptible a lo incorruptible, de lo temporal a lo eterno),
en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta...”
¿Qué es la “final trompeta”? El final Mensaje de Cristo a Su pueblo; y tiene que ser por el final Mensajero de Jesucristo. Y ese último Mensajero de Jesucristo es el Ángel del Señor Jesucristo, que es el Mensajero final a la Iglesia de Jesucristo y al pueblo hebreo.
“...porque se tocará la trompeta (o sea, se dará el Mensaje final)...”
Y ese Mensaje final es el Evangelio del Reino, que gira alrededor de la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo.
Y ese Mensaje también es la Lluvia Tardía, la Lluvia Tardía de la Enseñanza de la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá; por lo tanto, esa Trompeta Final, la predicación del Evangelio del Reino, revelando el misterio del Séptimo Sello, el misterio de la Segunda Venida de Cristo, será la señal del tiempo final, será la señal para la resurrección de los muertos en Cristo en cuerpos glorificados, y para la transformación de nosotros los que vivimos.
“...porque se tocará la trompeta...”
O sea, primero tiene que ser predicado el Evangelio del Reino, tiene que ser predicado el Mensaje final, y tiene que recoger a todos los escogidos de Dios; porque “el Hijo del Hombre enviará Sus Angeles con Gran Voz de Trompeta, y juntarán a Sus escogidos,” dijo Jesús en San Mateo 24, verso 31.
Y en la parábola del trigo y de la cizaña, en el capítulo 13, verso 30 al 43 de San Mateo, también nos habla Cristo de los Angeles que el Hijo del Hombre envía para llevar a cabo la Cosecha; esos Angeles son los Ministerios de los Dos Olivos, los Ministerios de Moisés y de Elías.
Por eso la Trompeta Final, que es la Gran Voz de Trompeta, que es la Séptima Trompeta de Apocalipsis, capítulo 11, verso 15, es la Trompeta del Evangelio del Reino, siendo proclamado el Evangelio del Reino por los Dos Olivos.
Lo que es la Séptima Trompeta para los hebreos, es el Séptimo Sello para la Iglesia del Señor Jesucristo. La Séptima Trompeta y el Séptimo Sello son la Venida del Señor, el Hijo del Hombre viniendo con Sus Angeles en este tiempo final.
Por lo tanto, bajo el ministerio del último Mensajero de Jesucristo, el Ángel del Señor Jesucristo, dando a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto, estará sonando la Séptima Trompeta, estará sonando la Trompeta Final, la Gran Voz de Trompeta; y cuando con ese Mensaje de Gran Voz de Trompeta hayan sido llamados y juntados todos los escogidos de Dios de la Iglesia del Señor Jesucristo, luego vendrá la resurrección de los muertos en Cristo y la transformación de nosotros los que vivimos; porque con el Mensaje del Evangelio del Reino, que es la Gran Voz de Trompeta, recibimos la fe, la revelación, para ser transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero.
Como hemos recibido la fe para recibir la transformación espiritual al escuchar la predicación del Evangelio de la Gracia y recibir a Cristo como nuestro Salvador, recibimos una transformación espiritual, obtenemos el nuevo nacimiento; y ahora para la transformación física: la Gran Voz de Trompeta o Trompeta Final, que es la predicación del Evangelio del Reino, lo cual es la Lluvia Tardía de la Enseñanza del Evangelio del Reino, que gira alrededor de la Segunda Venida de Cristo.
“...y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados.
Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad (es necesario, para poder vivir eternamente en un cuerpo y con un cuerpo físico glorificado).
Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria.”
La muerte desaparecerá de todos los creyentes en Cristo que serán transformados y de los que serán resucitados en cuerpos eternos. Tendremos un cuerpo joven, que representará de 18 a 21 años de edad; un cuerpo joven, eterno, inmortal, incorruptible y glorificado como el cuerpo glorificado de Jesucristo, para vivir con Cristo en Su Reino físicamente por toda la eternidad. Por eso es tan importante escuchar la predicación del Evangelio de Jesucristo.
“Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura (San Marcos, capítulo 16, versos 15 en adelante).
El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”
Nadie quiere ser condenado y echado al lago de fuego; todos queremos ser salvos y vivir eternamente con Cristo en Su Reino; por lo cual hemos recibido a Cristo como nuestro Salvador, El ha perdonado nuestros pecados, y con Su Sangre nos ha limpiado de todo pecado; hemos sido bautizados en agua en Su Nombre, y El nos ha bautizado con Espíritu Santo y Fuego, y ha producido en nosotros el nuevo nacimiento; y por consiguiente hemos nacido de nuevo, hemos nacido a una nueva vida, a la vida eterna, en un nuevo Reino: el Reino de Jesucristo nuestro Salvador. Por lo tanto usted no perecerá jamás, usted vivirá eternamente con Jesucristo en Su Reino, y yo también.
Pero si hay alguna persona que no ha recibido a Cristo como su Salvador todavía: no tiene vida eterna, su vida es temporal; luego será echado en el lago de fuego, después del Reino Milenial.
Pero ¿qué puede hacer usted frente a esta situación ante Dios? Lo mismo que hemos hecho nosotros: recibir a Cristo como su Salvador, para que Cristo produzca en usted el nuevo nacimiento, usted nazca en el Reino de Cristo a la vida eterna, y así tenga asegurado su futuro eterno con Jesucristo en Su Reino Eterno, y así pueda recibir un cuerpo eterno glorificado como el cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador.
Toda persona que no ha recibido a Jesucristo somo su Salvador no tiene vida eterna, pero en esta noche puede recibir a Cristo, y Cristo le dará vida eterna; porque no hay otro Nombre en que podamos ser salvos, solamente hay un Nombre, y ese Nombre es Señor Jesucristo, el Nombre para ser salvos y vivir eternamente con Cristo en Su Reino.
Toda persona que levante su mano para recibir a Cristo como su Salvador, estaré orando por usted, para que Cristo le reciba, le perdone, y con Su Sangre le limpie de todo pecado.
Por aquí tenemos manos levantadas, acá también en este lado, y también en esta sección. Vamos a pedir que pasen al frente para orar por ustedes en esta noche, para que Cristo les reciba en Su Reino y produzca en ustedes el nuevo nacimiento. Pueden pasar aquí al frente y estaré orando por ustedes.
“EL NOMBRE PARA SALVACIÓN.”
Hemos visto cuál es el Nombre para Salvación. Ese Nombre es Señor Jesucristo; “porque no hay otro Nombre dado a los hombres, en que podamos ser salvos,” no hay otro Nombre, solamente hay uno, y ese Nombre es Señor Jesucristo.
Todos queremos vivir eternamente, y hay un Nombre para Salvación: Señor Jesucristo. Ese es el Nombre que usted invoca para que El, Cristo, le perdone y con Su Sangre le limpie de todo pecado. Y el que les bautizará invocará sobre ustedes el Nombre del Señor Jesucristo, al bautizarlos, diciendo: “Yo te bautizo en el Nombre del Señor Jesucristo.”
¿Por qué es invocado el Nombre del Señor Jesucristo sobre la persona que es bautizada? “Porque no hay otro nombre dado a los hombres, en que podamos ser salvos.” Solamente hay un Nombre para Salvación, y ese Nombre es Señor Jesucristo.
Y en esta noche ustedes hacen una confesión publica de su fe en Jesucristo, confiesan públicamente que ustedes en esta noche están recibiendo a Jesucristo como vuestro Salvador, y Cristo les confesará a ustedes delante de nuestro Padre Celestial.
Jesucristo dijo: “El que me confesare delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre Celestial.” [San Mateo 10:32] Por lo tanto, Cristo los confesará delante de nuestro Padre Celestial y dará testimonio de que ustedes lo han confesado públicamente y lo han recibido como su Salvador.
Estamos esperando por los que faltan por pasar, para ya orar por todos los que están al frente en esta noche.
Todos los que desean vivir eternamente con Jesucristo y nunca han recibido a Cristo, en esta noche tienen la oportunidad de hacerlo.
“El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”
No queremos perder la bendición de la vida eterna, queremos vivir con Cristo en Su Reino por toda la eternidad; por lo tanto, no hay otra cosa que hacer, sino recibir a Cristo como nuestro Salvador; “porque no hay otro Nombre en que podamos ser salvos.” Ese es el Nombre para Salvación.
Todavía siguen pasando personas que desean la salvación de su alma, desean vivir eternamente con Jesucristo en Su Reino; eternamente nos veremos en el Reino de Cristo con cuerpos eternos y glorificados.
Todavía siguen pasando más personas; por eso no hemos comenzado a orar por ustedes, porque hay más personas que como ustedes desean vivir eternamente con Jesucristo en Su Reino.
Vamos a dar unos cortos minutos y luego oraremos por todos ustedes. Estos minutos es en lo que pasan las personas que faltan por pasar.
Esta noche ustedes están marcando en sus vidas el momento más glorioso de sus vidas, el momento en que han recibido a Cristo como su Salvador, y por consiguiente el momento en que reciben de parte de Cristo el perdón de sus pecados y son limpios con la Sangre de Jesucristo, están marcando en sus vidas el momento en que ustedes entran al Reino de Jesucristo, el Reino de Dios; es el momento de la decisión más grande de la vida de ustedes.
Vamos ya a dar unos segundos nada más, y oraremos por todas las personas que ya han pasado. Los que falten de pasar pueden pasar inmediatamente para ya orar por todas las personas que han pasado al frente. Es muy importante asegurar nuestro futuro eterno; y el único que lo puede asegurar es Jesucristo.
Si falta alguien más, puede pasar y ya estaremos orando por ustedes. Todavía veo personas pasando. Es una decisión para vida eterna con Cristo en Su Reino.
Todavía veo personas pasando, y mientras haya personas pasando estaremos esperando para que sean incluidas en esta confesión de fe y oración que estaré haciendo por ustedes.
Veo que siguen pasando más personas. ¿Y por qué pasan tantas personas? Porque han entendido que la única forma para vivir eternamente en el Reino de Dios es recibiendo a Cristo como su Salvador; “porque no hay otro Nombre dado a los hombres, en que podamos ser salvos.” El Nombre para Salvación es Señor Jesucristo.
Todavía veo personas caminando. Ya vamos a estar orando por todos. Vamos a inclinar nuestros rostros y vamos a orar, y repitan conmigo esta oración:
Señor Jesucristo, yo creo que Tú eres el Hijo de Dios, el Salvador del mundo, el Salvador de todo ser humano.
Señor Jesucristo, yo creo en Tu Sacrificio en la Cruz del Calvario, yo creo que Tú llevaste mis pecados cuando fuiste crucificado en la Cruz del Calvario, y yo creo que Tu Sangre me limpia de todo pecado, y yo creo con toda mi alma que Tú eres el único que puedes perdonar mis pecados y quitarlos de mí con Tu Sangre preciosa.
Yo confieso públicamente que creo que Tú eres el Hijo de Dios, y te recibo como mi único y suficiente Salvador.
Señor Jesucristo, perdona mis pecados, te lo ruego, y límpiame con Tu Sangre preciosa de todo pecado, y te ruego produzcas en mí el nuevo nacimiento.
Señor Jesucristo, he de ser bautizado en agua en Tu Nombre, conforme a Tu ordenanza, y te ruego me bautices con Espíritu Santo y Fuego, y produzcas en mí el nuevo nacimiento; quiero nacer de nuevo, quiero nacer en Tu Reino, quiero nacer a la vida eterna, y quiero vivir contigo en Tu Reino por toda la eternidad.
Señor Jesucristo, en Tus manos encomiendo mi alma, salva mi alma, Señor Jesucristo. Reconozco que el Nombre Señor Jesucristo es el Nombre para Salvación.
Señor Jesucristo, en Tu Nombre, Señor Jesucristo, te ruego todas estas cosas.
La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado. La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado. La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado.
Ahora estaré orando por ustedes. No tienen que repetir esta oración:
Dios Eterno, Padre Celestial, ante Tu presencia vengo en el Nombre del Señor Jesucristo trayendo a Ti todas estas personas que han recibido a Cristo como su Salvador; recíbeles en Tu Reino, cuídales, guía sus vidas, y Señor, trae también a los pies de Cristo a sus familias, y que todos juntos entren al Reino de Jesucristo Tu Hijo amado.
Dios Eterno, en Tus manos los encomiendo a todos los que han pasado al frente para recibir a Cristo como su Salvador. Sé con ellos y bendíceles, y guíales todos los días de su vida. Y Señor Jesucristo, cuando sean bautizados bautízales con Espíritu Santo y Fuego, y así produce en ellos el nuevo nacimiento, y entren a Tu Reino. En el Nombre del Señor Jesucristo, te lo ruego, oh Padre Celestial. Amén y amén.
El Señor Jesucristo ha perdonado vuestros pecados y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado; porque ustedes han creída que Jesucristo es el Hijo de Dios, y lo han recibido en sus corazones.
Y ahora me preguntarán: “¿Y cuándo puedo ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo?” Por cuanto ustedes han creído con toda su alma, con todo su corazón, en Jesucristo, y lo han recibido como Salvador, bien pueden ser bautizados en agua en estos momentos.
¿Hay agua? Hay agua y bautisterios. Hay ropa también, ropas bautismales, y hay lugar donde se pueden cambiar de ropa, para que sean bautizados en el Nombre para Salvación, el Nombre de nuestro amado Señor Jesucristo.
¿Hacia dónde están los bautisterios? Por aquí veo bautisterios y también la ropa para cambiarse, por aquí también; así que bien pueden ser bautizados esta misma noche, en el Nombre del Señor Jesucristo, que es el Nombre para Salvación.
“El que creyere y fuere bautizado, será salvo.”
Muchas gracias por vuestra amable atención, y que las bendiciones de Jesucristo nuestro Salvador sean sobre todos ustedes. Dejo al ministro en esta noche, para que les indique cómo hacer, hacia dónde ir, para recibir las ropas bautismales y ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.
Que Dios les bendiga y les guarde a todos.
“EL NOMBRE PARA SALVACIÓN.”