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Dios en Morphe 2003-09-28 1 Cayey PR 00:00:00 false

Muy buenas tardes, amados amigos y hermanos presentes; es para mí un privilegio y bendición grande estar con ustedes en esta ocasión en esta actividad, en donde tenemos un tema muy importante para esta ocasión.

Es una bendición grande en esta ocasión estar con ustedes, y ya luego estaré viajando a otros países, a donde puedo llevarles saludos de todos ustedes (si le envían saludos para todos los hermanos en todos los países de Suramérica). Este es un saludo para todos los hermanos y congregaciones de todos los países de Suramérica, y también de Centroamérica y todo el Caribe, y también para la República Mexicana.

Nuestro texto bíblico para esta ocasión es Hebreos, capítulo 1, verso 1 al 3, donde dice:

Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas,

en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo;

el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas.”

Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.

DIOS EN MORPHE.”

Dios se va cambiando de velo de carne de etapa en etapa, porque Dios es Dios en morphe, que cambia de velo de carne de edad en edad y de dispensación en dispensación.

Dios habló por medio de los Profetas en otros tiempos, dice San Pablo, y luego en los tiempos de los Apóstoles, dice Pablo, el Apóstol: “Nos ha hablado por el Hijo, al cual constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el Universo.”

Ahora, ¿quién es el Hijo de Dios? ¿Quién es ése Ser llamado el Hijo de Dios, por medio del cual Dios ha hablado en el tiempo de los Apóstoles? Dios nos enseña en Su Palabra, en el libro del Profeta Job, algo muy importante que no podemos pasar por alto, porque si lo pasamos por alto perdemos la bendición que hay en saber quién es el Hijo de Dios.

El Hijo de Dios, vean aquí... vamos a ver en Proverbios, capítulo 30, verso 4, dice:

¿Quién subió al cielo, y descendió?

¿Quién encerró los vientos en sus puños?

¿Quién ató las aguas en un paño?

¿Quién afirmó todos los términos de la tierra?

¿Cuál es su nombre, y el nombre de su hijo, si sabes?”

Ahora, en el Nuevo Testamento ya sabemos cuál es el Nombre del Hijo del Creador de los Cielos y de la Tierra, Su Nombre es: SEÑOR JESUCRISTO, Él es el Hijo de Dios que vino al mundo para morir por nosotros en la Cruz del Calvario, vino al mundo para buscar y salvar lo que se había perdido.

Ahora, siendo que Dios por medio de Su Hijo Jesucristo, creó los Cielos y la Tierra como dice San Pablo en Hebreos, capítulo 1, verso 2:

...en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo.”

Y ahora, ¿quién es este Hijo de Dios Jesucristo, el cual es el heredero de todo, de toda la Creación, y por quien asimismo Dios hizo el Universo? Vean, también en Colosenses nos habla San Pablo acerca de Jesucristo, el Hijo de Dios, y dice, capítulo 1, verso 15 en adelante, dice:

El es la imagen del Dios invisible.”

¿Y qué es la imagen del Dios invisible? El cuerpo angelical de Dios, y Jesucristo en Su cuerpo espiritual angelical es la imagen del Dios invisible, es el cuerpo angelical de Dios, llamado en el Antiguo Testamento el Ángel de Jehová. También en Primera de Pedro, capítulo 1, verso 10 en adelante, dice:

Los profetas que profetizaron de la gracia destinada a vosotros, inquirieron y diligentemente indagaron acerca de esta salvación,

escudriñando qué persona y qué tiempo indicaba el Espíritu de Cristo que estaba en ellos.”

El Espíritu de Cristo estaba en ellos: en los santos del Antiguo Testamento, en esos Profetas de Dios:

...el cual anunciaba de antemano los sufrimientos de Cristo, y las glorias que vendrían tras ellos.”

Era el Espíritu de Cristo en los Profetas del Antiguo Testamento, velado y revelado a través de ellos en medio del pueblo hebreo; era nada menos que Dios con Su cuerpo angelical, Su cuerpo espiritual velado y revelado en los Profetas del Antiguo Testamento, eso era Dios en morphe, cambiándose de velo de carne de edad en edad, pero era el mismo Dios con Su cuerpo angelical dentro de cada uno de esos Profetas de Dios.

Y por medio de Sus Profetas estuvo hablándole Dios al pueblo hebreo. De eso nos habla Zacarías en el capítulo 7, verso 11 al 14, cuando dice que el pueblo hebreo no quiso escuchar la Voz de Dios, dice:

Pero no quisieron escuchar, antes volvieron la espalda, y taparon sus oídos para no oír;

y pusieron su corazón como diamante, para no oír la ley ni las palabras que Jehová de los ejércitos enviaba por su Espíritu.”

¿Cómo Dios le hablaba al pueblo hebreo? Por medio de Su Espíritu Santo, por medio de Cristo, por medio del cuerpo angelical de Dios, que es Cristo en Su cuerpo angelical; y por medio de Cristo manifestado en los Profetas del Antiguo Testamento hablaba Dios al pueblo hebreo. O sea, que Dios con Su cuerpo angelical dentro de los Profetas del Antiguo Testamento, se manifestaba y le hablaba al pueblo hebreo, porque Dios todavía no tenía un cuerpo de carne propio, el cual luego Dios mismo creó en el vientre de María y luego nació en Belén de Judea, y en ese cuerpo de carne llamado Jesús habitó Dios en toda Su plenitud. Dios con Su cuerpo angelical teofánico dentro del cuerpo de carne se manifestó y le habló al pueblo hebreo, pero el pueblo hebreo no comprendió que allí estaba el Dios Creador de los Cielos y de la Tierra, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob.

El Dios que libertó al pueblo hebreo a través del Profeta Moisés, ahora ya no estaba utilizando velos de carne temporales, sino estaba utilizando un velo de carne propio que Él se creó, para habitar en ese velo de carne para toda la eternidad.

Por eso luego de llevar a cabo por medio de ese velo de carne la Obra de Redención, Cristo luego de morir, ser sepultado, al tercer día resucitó glorificado, y por eso es que no lo conocían Sus discípulos, luego de estar con Jesús por tres años y medio en el ministerio mesiánico de Cristo, luego cuando resucita no lo conocen.

Es que la resurrección para los santos de Dios es en un cuerpo glorificado, es en forma glorificada; y el cuerpo glorificado representa de 18 a 21 años de edad.

Por lo tanto, ellos habían visto a Jesús cuando tenía casi treinta años, luego cuando tenía treinta, cuando tenía treinta y uno, cuando tenía treinta y dos, y cuando tenía treinta y tres años, que eran los años que tenía cuando Él murió en la Cruz del Calvario.

Pero ahora cuando resucita, resucita glorificado, resucita en un cuerpo glorificado, porque Su cuerpo fue glorificado y ahora es un joven que representa de 18 a 21 años de edad.

Por eso también los santos de edades pasadas y los de nuestro tiempo que han partido, cuando resuciten, aunque hayan tenido, aunque haya tenido cada uno de ellos cincuenta, sesenta, setenta, ochenta, noventa o cien años o más, cuando murieron físicamente, cuando resuciten serán unos jovencitos en el cuerpo glorificado, el cuerpo que será eterno, el cual Dios predestinó para todos Sus hijos, para todos los escogidos de Dios, los cuales están escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero.

Este cuerpo que tenemos en la actualidad es en la permisiva voluntad de Dios; y así como recibimos un cuerpo físico en la permisiva voluntad de Dios, mortal, corruptible y temporal, y recibimos un espíritu del mundo, cuando recibimos a Cristo como nuestro Salvador, lavamos nuestros pecados en Su Sangre y fuimos bautizados en agua en Su Nombre y recibimos Su Espíritu Santo, luego Él nos bautizó con Espíritu Santo y Fuego y produjo en nosotros el nuevo nacimiento, y nos dio un espíritu celestial, un cuerpo angelical, un cuerpo de la sexta dimensión, un cuerpo joven que representa de 18 a 21 años pero de otra dimensión.

Así como Cristo, el Ángel del Pacto antes de tener el cuerpo de carne, tuvo Su cuerpo angelical y luego obtuvo Su cuerpo de carne, el cual luego que murió y resucitó lo encontramos glorificado.

Ahora, nosotros en la permisiva voluntad de Dios hemos obtenido un cuerpo de carne, mortal, corruptible y temporal y un espíritu del mundo; pero al recibir a Cristo como nuestro Salvador, la promesa es que somos redimidos, porque Él vino para redimir a cada hijo e hija de Dios, a cada alma de Dios.

Cada una de esas personas estaban ¿dónde? En Dios eternamente, son simiente de Dios, son hijos e hijas de Dios. Por lo tanto esas personas pasan por esta dimensión terrenal en medio de la raza humana, en medio de una raza caída que cayó de la Vida eterna, una raza que perdió la Vida eterna cuando Adán y Eva pecaron en el Huerto del Edén, y allí mismo, el mismo día que pecaron, ese mismo día murieron como Dios les dijo: “El día que comas del árbol de ciencia del bien y del mal, ese día morirás.”

Ahora, algunas personas piensan: “Pero vean, pecaron contra Dios y no murieron.” Sí, murieron ese mismo día: “Pero, continuaron viviendo.” Sí, continuaron viviendo una vida temporal, una vida mortal; perdieron la inmortalidad de sus cuerpos físicos, perdieron la Vida eterna, murieron a la Vida eterna y solamente les quedó vida física temporal, la cual a Adán le duró 930 años.

Y ahora, “por cuanto todos pecaron, todos están destituidos de la gloria de Dios,” todos han sido destituidos del cuerpo angelical y también han sido destituidos de un cuerpo eterno, inmortal, incorruptible, y por consiguiente han sido destituidos de la Vida eterna. Pero Dios proveyó un camino para que el ser humano pueda regresar a la Vida eterna, pues allí estaba en el Huerto del Edén el Árbol de la Vida, de la Vida eterna, el cual era nada menos que Jesucristo en Su cuerpo angelical.

Y ahora, toda persona que nace en este planeta Tierra, nace a la vida terrenal, a la vida temporal, a la vida pasajera que solamente le dura un lapso de tiempo; pero nadie nace a través de un hombre y de una mujer a la Vida eterna, por eso se requiere que el ser humano nazca de nuevo, porque nació a la vida temporal, pero ahora se requiere que nazca a la Vida eterna.

Y así como por medio del primer hombre: Adán, y su compañera Eva, luego de la caída los seres humanos nacen a una vida temporal, por lo tanto nacen en medio de una raza que está muerta, nacen muertos a la Vida eterna, pero con una vida temporal, o sea, con un poco de luz de vida, para mientras están en esta Tierra hagan contacto con la Vida eterna, que es Jesucristo, el Segundo Adán, para que lo reciban como su Salvador, laven sus pecados en la Sangre de Cristo, sean bautizados en agua en Su Nombre, y Cristo los bautice con Espíritu Santo y Fuego, y obtengan así el nuevo nacimiento y nazcan a la Vida eterna.

Ése es el nuevo nacimiento del cual Cristo le habló a Nicodemo en el capítulo 3, verso 1 al 6, para que así Nicodemo supiera cómo hacer para entrar al Reino de Dios.

Nicodemo le pregunta a Cristo cuando Cristo le dice: “De cierto, de cierto te digo, que el que no nazca de nuevo no puede ver el Reino de Dios.”

Recuerden que cuando la persona nace aquí en la Tierra puede ver el reino terrenal de la nación donde vive, y si va a otra nación como turista o trabajando, puede ver también el reino de otra nación, y por consiguiente así viajando puede ver el reino terrenal de las diferentes naciones, reino que es temporal.

Pero para ver el Reino de Dios hay que nacer en el Reino de Dios, y Nicodemo le pregunta cómo puede hacerse esto, porque Nicodemo quería entrar al Reino de Dios: “¿Puede acaso el hombre ya siendo viejo, entrar en el vientre de su madre y nacer?” Jesús le dice: “De cierto, de cierto te digo, el que no nazca del Agua y del Espíritu no puede entrar al Reino de Dios.”

No puede entrar al Reino de Dios, al Reino de los Cielos ninguna persona que no nazca del Agua y del Espíritu; por lo tanto se requiere que toda persona escuche la predicación del Evangelio de Cristo, para que reciba la fe para creer en Jesucristo nuestro Salvador, porque la fe viene por el oír la Palabra de Dios, la predicación del Evangelio de Cristo, y entonces la persona recibe a Cristo como su Salvador y ahí está naciendo del Agua.

Y luego es bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego y ahí nace del Espíritu Santo; del Agua y del Espíritu ha nacido la persona, ha nacido ¿dónde? En el Reino de Jesucristo nuestro Salvador, que es el Reino de Dios, por consiguiente ha nacido en la Iglesia del Señor Jesucristo.

Y ahora vean, en el capítulo 2, verso 7 del Apocalipsis, dice:

El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, le daré a comer del árbol de la vida, el cual está en medio del paraíso de Dios.”

El Árbol de la Vida es Cristo, y Cristo está en medio de Su Iglesia de edad en edad, dándole a comer a todo ser humano del Árbol de la Vida, para que el ser humano pueda vivir eternamente, para que reciba la Vida eterna.

Cuando una persona recibe a Cristo como su Salvador, lava sus pecados en la Sangre de Cristo, es bautizada en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego, esa persona ha nacido de nuevo, y esa persona ha comido del Árbol de la Vida.

¿Cómo se come del Árbol de la Vida? El Árbol de la Vida es Cristo. “No solamente de pan vivirá el hombre, sino de toda Palabra que sale de la boca de Dios.”

Y cuando el Evangelio de Cristo es predicado y la persona cree y recibe a Cristo como su Salvador, ha tomado a Cristo en su alma, ha tomado el Árbol de la Vida, y ha comido de Cristo, el Árbol de la Vida, por consiguiente ha comido la Vida eterna, porque “Cristo es el Camino, la Verdad y la Vida; y nadie viene al Padre, sino por mí,” dijo Jesucristo nuestro Salvador.

Por lo tanto, cuando la persona recibe a Cristo en su alma, ¿qué ha hecho? En su alma ha comido del Árbol de la Vida, ha comido a Cristo, el cual es el Verbo, la Palabra.

Creyendo es como se come el alimento espiritual acá en el alma, así como comiendo los alimentos físicos es como colocamos dentro de nosotros todas esas vitaminas y minerales para alimentar nuestro cuerpo físico, y se convierten en células de nuestro cuerpo. Ahora:

Al que venciere, le daré a comer del árbol de la vida, el cual está en medio del paraíso de Dios.” Ya hemos visto que Cristo es el Árbol de la Vida.

Ahora, encontramos que Cristo es nada menos que el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová del Antiguo Testamento, el cual y a través del cual Dios creó todas las cosas. Aquí en San Juan, capítulo 1, verso 1 en adelante, dice:

En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.

Este era en el principio con Dios.

Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.”

Génesis, capítulo 1, verso 1, dice:

En el principio creó Dios los cielos y la tierra.”

¿Cómo lo hizo? Por medio del Verbo que era con Dios y era Dios. El Verbo es Cristo en Su cuerpo angelical, el Verbo es el cuerpo angelical de Dios, a través del cual Dios habló a existencia los Cielos y la Tierra (cada cosa en su debido momento).

En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.”

¿Dónde estaba la Vida? En el Verbo. Por eso cuando se hizo carne y habitó en medio de la raza humana dijo: “Yo Soy el Camino, la Verdad, y la Vida; y nadie viene al Padre, sino por mí.” Y también siendo que el Verbo es la Luz que alumbra a todo hombre, Cristo dijo en el capítulo 8, verso 12:

Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.”

La Luz de la Vida eterna, el cual es Cristo nuestro Salvador, el cual le imparte al creyente en Él de Su Espíritu; y siendo que Su Espíritu, Su cuerpo angelical es la Luz que alumbra a todo hombre, cuando Él le da a la persona de Su Espíritu, le está dando la Luz, Luz, la Luz de la Vida eterna, y está adoptándolo espiritualmente como un hijo o una hija de Dios, ésa es la Adopción espiritual, la primera parte en la creación original, en la creación con Vida eterna:

En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.

La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella.”

Y ahora, el verso 9 dice... aún el verso... continuamos en el verso 6 de San Juan, capítulo 1, verso 6:

Hubo un hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan.

Este vino por testimonio, para que diese testimonio de la luz, a fin de que todos creyesen por él.”

Dios envió el precursor (Juan el Bautista) para preparar el pueblo para que cuando viniera la Luz, el Ángel de Jehová, el Ángel del Pacto en carne humana, todos creyeran en la Luz, en Jesucristo. El precursor viene preparando al pueblo y anunciándole que después de él viene uno mayor, que después de él viene la Luz mayor:

No era él la luz, sino para que diese testimonio de la luz.”

Él vino dando testimonio de la Luz, vino dando testimonio de Jesucristo, vino dando testimonio que después de él vendría uno mayor que él, el cual los bautizaría con Espíritu Santo y Fuego:

Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo.”

¿Y cómo venía a este mundo la Luz verdadera? Venía en carne humana en la forma de un hombre, en la forma de un Profeta:

En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció.”

Vean, por el Verbo fue hecho el mundo, el planeta Tierra y el Universo completo:

A lo suyo vino (o sea, al pueblo hebreo), y los suyos no le recibieron.”

Lo rechazaron, rechazaron a Cristo:

Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios;

los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.”

Son engendrados por el Espíritu Santo, ésas son las personas que reciben a Cristo como su Salvador, lavan sus pecados en la Sangre de Cristo y son bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo los bautiza con Espíritu Santo y Fuego y obtienen el nuevo nacimiento, nacen en el Reino de Cristo como hijos e hijas de Dios.

Cuando nacimos en esta Tierra a través de nuestros padres terrenales, no nacimos como hijos de Dios; pero cuando hemos nacido de nuevo, hemos nacido en el Reino de Cristo como hijos e hijas de Dios:

Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.”

Y cuando el Verbo se hizo carne y habitó en medio de la raza humana, lo conocimos por el nombre de Jesús, era el Verbo que era con Dios, el Ángel de Jehová, el Ángel del Pacto, el Espíritu Santo que libertó al pueblo hebreo ahora hecho hombre en medio de la raza humana.

Y ahora, Dios estando en Su Ángel, el Ángel de Jehová, el Ángel del Pacto, que es Cristo en Su cuerpo angelical, cuando se hace carne el Verbo, ahora Dios está con Su cuerpo angelical que es Cristo, y Su cuerpo angelical está en Cristo en el cuerpo angelical y en el cuerpo de carne también, por eso en Jesucristo habitó la plenitud de Dios.

La plenitud de la Divinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo, todo estaba en la persona de Jesús de Nazaret. Colosenses, continuamos leyendo Colosenses, capítulo 1, verso 15 en adelante:

El es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación.”

La Creación vino a existencia después de Jesucristo, porque es a través de Jesucristo en Su cuerpo angelical que Dios estaba manifestándose llevando a cabo la Creación invisible y luego la Creación visible, porque lo visible fue hecho de lo invisible, esto lo dice San Pablo en las siguientes palabras en Hebreos, capítulo 11, verso 1 al 3, dice:

Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.

Porque por ella alcanzaron buen testimonio los antiguos.

Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía.”

Primero Dios creó el mundo invisible y luego creó el mundo visible; ambas cosas las creó Dios por medio del Verbo, por medio de Jesucristo en Su cuerpo angelical.

Ahora, continuamos aquí en Colosenses, estamos en el capítulo 1, pasamos al verso 16, donde sigue diciendo:

Porque en él fueron creadas todas las cosas.”

¿Por quién fueron creadas todas las cosas? Por Jesucristo, que es la imagen del Dios invisible, que es el cuerpo angelical de Dios:

Las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él.”

Todas las potestades celestiales, todos los principados celestiales, y todos los dominios y tronos celestiales que están en el mundo invisible, todo fue creado por medio del Verbo: Jesucristo, y para Él:

Y él es antes de todas las cosas.”

¿Ven? Cristo, el Verbo, es antes de todas las cosas, de toda la Creación:

Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten.”

O sea, que la continuación de la vida de toda la Creación está en Jesucristo, Él es el que le da continuación a toda la Creación, le da continuidad o continuación de vida:

y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia.”

Cristo es la cabeza de Su Iglesia:

...él que es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia;

por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda plenitud.”

Toda la plenitud de Dios habitó, habita y habitará en Jesucristo nuestro Salvador:

y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas.”

La reconciliación de todas las cosas es por medio de Jesucristo nuestro Salvador. Ninguna persona porque sea buena puede ser reconciliada con Dios, tiene que ser a través de Jesucristo nuestro Salvador.

así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz.”

Y hace la paz mediante la Sangre de Su cruz y nos coloca dentro del pacto de paz que es el Nuevo Pacto, y somos cubiertos con la Sangre del Nuevo Pacto, la Sangre de Jesucristo nuestro Salvador:

Y a vosotros también, que erais en otro tiempo extraños y enemigos en vuestra mente, haciendo malas obras, ahora os ha reconciliado

en su cuerpo de carne, por medio de la muerte, para presentaros santos y sin mancha e irreprensibles delante de él.”

Hemos visto que la reconciliación es a través de Jesucristo. También en el capítulo 2, verso 9, dice (de Colosenses):

Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad,

y vosotros estáis completos en él, que es la cabeza de todo principado y potestad.

En él también fuisteis circuncidados con circuncisión no hecha a mano, al echar de vosotros el cuerpo pecaminoso carnal, en la circuncisión de Cristo;

sepultados con él en el bautismo, en el cual fuisteis también resucitados con él, mediante la fe en el poder de Dios que le levantó de los muertos.

Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados.”

Todo es por medio de Jesucristo. En el mismo capítulo 2, verso 2 en adelante, dice (verso 2 y 3 de Colosenses):

para que sean consolados sus corazones, unidos en amor, hasta alcanzar todas las riquezas de pleno entendimiento, a fin de conocer el misterio de Dios el Padre, y de Cristo,

en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento.”

El misterio de Dios Padre, y de Cristo, es que Dios estaba en Cristo velado y revelado llevando a cabo la Obra de Redención en la Cruz del Calvario, para con esa Obra reconciliar consigo mismo al ser humano.

Vean, en Segunda de Corintios, capítulo 5, verso 17 en adelante, dice:

De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.

Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación;

que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación.

Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios.

Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.”

Cristo llevó nuestros pecados para así reconciliarnos con Dios y colocarnos bajo el Nuevo Pacto, el Pacto de Paz, y cubrirnos con la Sangre del Nuevo Pacto, que es la Sangre de Jesucristo nuestro Salvador.

También en Romanos, capítulo 5, verso 8 en adelante dice San Pablo:

Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.

Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira.

Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida.

Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en Dios por el Señor nuestro Jesucristo, por quien hemos recibido ahora la reconciliación.”

Hemos sido reconciliados con Dios por medio de nuestro amado Señor Jesucristo, y era Dios en Cristo reconciliando consigo mismo al ser humano.

Dios Todopoderoso, el cual en el Antiguo Testamento lo encontramos en Su cuerpo angelical, cubierto de luz, la luz de la Columna de Fuego, encontramos que se estuvo velando y revelando a través de carne humana en los Profetas del Antiguo Testamento, y eso era Dios en morphe, cambiando de forma física, cambiando de velo de carne, hasta que se hizo carne en toda Su plenitud en Jesús.

Y ése es el cuerpo para toda la eternidad de Dios, el cuerpo físico, el cual ya está glorificado, desde hace alredor de dos mil años.

Cuando nosotros seamos transformados obtendremos así la inmortalidad, seremos inmortales físicamente, porque tendremos un cuerpo glorificado y eterno, como el cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador, y seremos jóvenes para toda la eternidad.

Y cuando veamos a Jesucristo en Su cuerpo físico glorificado, veremos que es un joven también, un joven que representa de 18 a 21 años de edad.

Hay tres clases de cuerpos: el cuerpo espiritual o angelical que pertenece a otra dimensión, ése es el primer cuerpo en la forma de un hombre o de una mujer.

El segundo cuerpo es físico, es tangible, es nuestro cuerpo físico de carne, pero es un cuerpo temporal.

Y el otro cuerpo, es el cuerpo glorificado, como el cuerpo glorificado que tiene Jesucristo nuestro Salvador, ese es un cuerpo eterno, ese es un cuerpo inmortal, ese es un cuerpo inter-dimensional, un cuerpo en el cual se puede pasar de una dimensión a otra, se puede ir a cualquier lugar en ese cuerpo, pasando de una dimensión a otra. En ese cuerpo se viaja más rápido que el pensamiento.

¿Cuánto tiempo usted tarda en pensar que usted estando ahí puede estar aquí? Eso no llega ni a un minuto; y ésa es la misma cantidad de tiempo que usted tarda en pensar que está en la luna, o que está en júpiter o que está en saturno o que está en algún planeta de la galaxia más lejana. ¿Ven? Porque en el cuerpo glorificado viajaremos más rápido que el pensamiento.

Así que lo más que se puede comparar con la rapidez con que viajaremos en el nuevo cuerpo, es la velocidad del pensamiento. Eso es así para mí cuando tenga el cuerpo glorificado. ¿Y para quién más? Para cada uno de ustedes también, o sea, que no será solamente para mí, será para todos los que han recibido a Cristo como su Salvador, han lavado sus pecados en la Sangre de Cristo, han sido bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo los ha bautizado con Espíritu Santo y Fuego y han obtenido el nuevo nacimiento.

Y ahora, así como Dios ha ido cambiando de cuerpo de etapa en etapa, hasta que llegó al cuerpo físico glorificado de Jesús, ahora encontramos que también nosotros cambiaremos de cuerpo. Cambiamos de cuerpo cuando seamos transformados, será transformado nuestro cuerpo físico, y entonces tendremos un cuerpo glorificado.

Ahora, Dios en morphe, el cual ha cambiado en el Antiguo Testamento de velo de carne, hasta que llegó a Jesús, luego en el Nuevo Testamento sigue siendo el mismo Dios en morphe, el cual estaba en Jesucristo en toda Su plenitud, y luego que Cristo murió, fue sepultado y resucitó ascendió al Cielo victorioso y se sentó a la diestra de Dios.

Por eso Cristo dijo en San Mateo 28, verso *18 en adelante:

Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra.”

Porque la diestra representa el poder de Dios. Por lo tanto todo el poder de Dios lo ha recibido Jesucristo al sentarse a la diestra de Dios en el Cielo, al sentarse en el Trono de Dios.

Y ahora, el Día de Pentecostés Jesucristo en Espíritu Santo descendió a los que estaban allí presentes: ciento veinte creyentes en Cristo. Cristo había dicho: “No os dejaré huérfanos, vendré a vosotros.” ¿Cómo iba a venir? En Espíritu Santo, Él dijo también que estaría con ellos y en ellos.

El Día de Pentecostés fue que obtuvieron el nuevo nacimiento ciento veinte creyentes en Cristo que habían seguido a Cristo en Su ministerio terrenal.

Juan dijo (mostrando y señalando a Cristo como el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo), dijo: “Este es del cual yo dije que vendría después de mí, el cual es mayor que yo, el cual es primero que yo. Él les bautizará con Espíritu Santo y Fuego.”

Pero no podía venir el Espíritu Santo y Fuego sobre los creyentes en Cristo mientras Cristo estaba con ellos en Su ministerio terrenal, Él dijo: “Conviene que yo me vaya, porque sino no puede venir el Espíritu Santo a vosotros. Pero si yo me voy lo enviaré a vosotros.”

Y el Día de Pentecostés vino el Espíritu Santo y eso era Cristo en Espíritu Santo viniendo a los creyentes en Él y produciendo en ellos el nuevo nacimiento.

Por eso como lenguas de fuego, Columna de Fuego, se posaron sobre cada uno de los que estaban en el Aposento Alto, recibieron esa Luz verdadera y obtuvieron el nuevo nacimiento. Y de ahí en adelante Jesucristo ha estado en medio de Su Iglesia velándose y revelándose de edad en edad en los Apóstoles, como San Pedro y otros Apóstoles; pero San Pedro era el líder de la Iglesia en medio de los hebreos y después San Pablo, el líder de la primera edad de la Iglesia del Señor Jesucristo.

Cristo en Espíritu Santo se veló en San Pedro, se veló también en San Pablo, y en quien Cristo en Espíritu Santo se vele a través de ese mismo hombre se revela a Su Iglesia y le habla a Su Iglesia lo que Él tiene que hablarle en ese tiempo. Para cada edad Dios tiene un Mensajero en el cual se vela y se revela, y eso es Dios en morphe cambiando de velo de carne de edad en edad.

Luego de haberse velado y revelado en los Apóstoles, como San Pedro y en San Pablo y en Ireneo, en Martín, en Colombo, en Lutero, en Wesley y el Rvdo. William Branham, a través de los cuales Dios se veló y se reveló, Dios con Su cuerpo espiritual, el cual es el Espíritu de Cristo, y estuvo Dios cambiando de velo de carne de edad en edad.

Cristo en medio de Su Iglesia velándose y revelándose a través del Mensajero correspondiente a cada edad, y eso fue la revelación de Jesucristo por medio de Su Espíritu Santo en Su Iglesia a través del Mensajero correspondiente a cada edad.

Como sucedió en el Antiguo Testamento, en donde Dios por medio de Su Espíritu Santo se veló y se reveló en los Profetas del Antiguo Testamento y luego se hizo carne en la persona de Jesucristo en toda Su plenitud; pero primero se había manifestado en carne, pero no en un cuerpo de carne que Él había creado, sino en cuerpos de carne nacidos a través de un hombre y de una mujer.

Y ahora, Cristo en Espíritu Santo ha estado en medio de Su Iglesia de edad en edad velándose y revelándose en los diferentes Ángeles Mensajeros - en los Apóstoles y luego en los Ángeles Mensajeros.

Y en el Nuevo Testamento, por cuanto la Sangre de Cristo nos limpia de todo pecado, no se requiere que Cristo cree un cuerpo físico para velarse y revelarse después de las siete edades de la Iglesia, lo que necesita es un creyente en Cristo nacido de nuevo, nacido en el Reino de Cristo preordenado por Dios para Cristo en Espíritu Santo velarse y revelarse a través de Él, y hablarle a Su Iglesia todas estas cosas que deben suceder en este tiempo final, y cumplir Cristo lo que Él ha prometido para este tiempo final.

Cristo en este tiempo final, así como se veló y se reveló en Espíritu Santo en cada Mensajero de edades pasadas, estará velado y revelado en carne humana en un hombre de este tiempo final.

Por eso el Rvdo. William Branham, que es el precursor de la Segunda Venida de Cristo, dice que el Jinete del Caballo Blanco de Apocalipsis 19 es el Verbo, la Palabra encarnada en un hombre; por lo tanto, el Espíritu Santo vendrá en carne humana en este tiempo final, así como estuvo en carne humana en los Ángeles Mensajeros de cada edad, vendrá velado y revelado en carne humana en este tiempo final en un hombre, en un Mensajero; y así como Él se veló y se reveló en los Ángeles Mensajeros de las siete edades, tendrá un Ángel Mensajero en el cual Él se velará y se revelará a través de ese Mensajero.

Dios en morphe velándose y revelándose en diferentes Mensajeros cambiando de velo de carne, cambiando la forma física tangible, pero siendo siempre el mismo Dios, el mismo Cristo en los diferentes Mensajeros. Él no cambia Su forma de obrar, lo que cambia es la forma física, el velo de carne.

Y ahora, para este tiempo final cuando ya los siete Ángeles Mensajeros han dejado este planeta Tierra, sus cuerpos terminaron su vida terrenal.

¿Qué tenemos de parte de Dios para ver a Dios en morphe, para ver a Dios velado y revelado en este tiempo final hablándole a Su Iglesia y dándole a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto? Pues la revelación de Jesucristo para este tiempo final es por medio de un Ángel Mensajero, el cual está prometido en la Escritura. En Apocalipsis, capítulo 22, verso 16 dice el mismo Jesucristo:

Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias. Yo soy la raíz y el linaje de David, la estrella resplandeciente de la mañana.”

Siendo que Cristo es la estrella resplandeciente de la mañana y es la raíz y el linaje de David, y es también el Ángel Fuerte, ahora Cristo envía Su Ángel, así como Dios en el Antiguo Testamento tuvo Su Ángel, el Ángel de Jehová, ahora Cristo en el Nuevo Testamento tiene Su Ángel y lo mismo que Dios hizo en el Antiguo Testamento es lo que Cristo haría en el Nuevo Testamento.

Así como el Ángel de Jehová estuvo en todo el Antiguo Testamento desde el Génesis hasta que se hizo carne en Jesús, el Ángel del Señor Jesucristo, encontramos que fue enviado a Juan el Apóstol para darle la revelación de Jesucristo en forma simbólica en donde está la forma en que Cristo estaría en medio de Su Iglesia y cómo Cristo se revelaría en medio de Su Iglesia.

Este Ángel del Señor Jesucristo ha estado en la Iglesia de Jesucristo todo el tiempo; y para este tiempo final estará manifestado en carne humana en medio de Su Iglesia (en medio de la Iglesia de Jesucristo), y Cristo estará en Él manifestado para darnos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto. Apocalipsis 22, verso 6, dice:

Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto.”

¿Cómo está prometido que Dios dará a conocer las cosas que deben suceder pronto? A través de Su Ángel, a través de este Ángel del Señor Jesucristo es que todas las cosas que deben suceder pronto en este tiempo final serán dadas a conocer a la Iglesia del Señor Jesucristo; el mismo Ángel que le dio a Juan la revelación del Apocalipsis.

El Rvdo. William Branham hablando de este Ángel dice que ese Ángel es un Profeta, es un Espíritu de Profeta, el cual le dio a Juan el Apóstol la revelación del Apocalipsis. Siendo un Espíritu de Profeta es un cuerpo angelical, pero que para el tiempo final siendo un Espíritu de Profeta, tiene que hacerse carne en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo, y ese será el Ángel del Señor Jesucristo a través del cual Cristo estará manifestado en el Día Postrero en la Iglesia (en Su Iglesia) en la etapa de la Edad de la Piedra Angular.

En San Juan, capítulo 13, verso 20, Cristo dice:

De cierto, de cierto os digo: El que recibe al que yo enviare, me recibe a mí; y el que me recibe a mí, recibe al que me envió.”

Encontramos que toda persona que recibió a los Apóstoles y toda persona que recibió a cada Ángel Mensajero en el tiempo en que le tocó vivir, estaban recibiendo a Cristo velado y revelado en el Ángel Mensajero correspondiente a cada edad, estaba recibiendo a Dios en morphe velado y revelado en un velo de carne, un Ángel Mensajero correspondiente a cada edad.

El velo de carne es un hombre pero el que está en el hombre es Dios manifestado con Su cuerpo angelical en ese hombre, y es Dios hablando por labios humanos. “Por que no hará nada el Señor Jehová sin que antes revele Sus secretos a Sus siervos Sus Profetas.”

Toda revelación tiene que venir por medio de un Profeta, no hay otra forma para Dios traer la revelación a Su Iglesia, y la revelación de Jesucristo la recibió Juan a través del Ángel del Señor Jesucristo. Y la revelación para la Iglesia de Jesucristo de este tiempo final la estaría recibiendo por medio del Ángel del Señor Jesucristo, que estará dando testimonio de todas estas cosas que deben suceder pronto.

Por lo tanto, eso será Dios en morphe cambiando de velo de carne; cambió de San Pablo a Ireneo, de Ireneo a Martín, de Martín a Colombo, de Colombo a Lutero, de Lutero a Wesley, de Wesley al Rvdo. William Branham y del Rvdo. William Branham al Ángel del Señor Jesucristo, ahí es donde estará Dios manifestado en el Día Postrero por medio de Su Espíritu Santo hablándonos todas estas cosas que deben suceder pronto y así llenándonos del conocimiento de todo el misterio de Dios correspondiente a este tiempo final.

DIOS EN MORPHE.”

Para este tiempo final el velo de carne en el cual Él se manifestará será el último velo de carne en el cual Él se manifestará, el último Mensajero que Cristo tendrá en medio de Su Iglesia al cual adoptará y por consiguiente lo sentará con Él en Su Trono, y por consiguiente le dará autoridad sobre todas las naciones, y vendrá a ser el siervo fiel y prudente al cual su Señor pondrá sobre todos Sus bienes. Ése será el Ángel Mensajero del Señor Jesucristo en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo.

Vean lo mismo que Dios, el Padre, hizo con Su Ángel, el Ángel de Jehová, el cual se hizo carne y habitó en medio de los seres humanos, cuando terminó Su Obra de Redención en la Cruz del Calvario y ascendió al Cielo, Dios lo sentó a Su diestra, y vino a tener el ministerio de intercesión del Sumo Sacerdote Celestial, Melquisedec.

Y lo mismo que el Padre hizo con Jesucristo, Su Hijo, hará Jesucristo con uno de Sus hijos, con el Ángel del Señor Jesucristo, lo sentará con Él en Su Trono, el Trono de David y le dará autoridad sobre todas las naciones; ese será el Ángel del Señor Jesucristo con el cual Cristo se quedará, porque ya los otros Ángeles terminaron su tiempo.

Por lo tanto, con ese Ángel Mensajero de Jesucristo, Cristo se velará y se revelará a Su Iglesia y después al pueblo hebreo; y Cristo manifestará Sus atributos a través de ese Ángel.

Por lo tanto, todos estarán viendo a Dios en morphe velado y revelado en carne humana en este tiempo final, y luego vendrá la Adopción física, la transformación de ese velo de carne y la transformación de todos los hijos e hijas de Dios, y la resurrección de todos los muertos en Cristo en cuerpos glorificados, y ésa será la adopción física de todos los hijos e hijas de Dios.

DIOS EN MORPHE.”

Dios cambiando de velo de carne de etapa en etapa. Y es muy importante que toda persona que vive en la Tierra sepa dónde está Dios velado y revelado en medio de Su pueblo, para que pueda oír la Voz de Dios, la Voz de Cristo dando el Mensaje correspondiente a ese tiempo.

Dios se vela para revelarse y hablarle a Su pueblo y darle Su Mensaje correspondiente a ese tiempo, ése es el propósito de Dios: velarse y luego revelarse.

Siempre que la Palabra esté en medio del pueblo de Dios, estará velada en carne humana, dondequiera que esté, en la edad que esté, estará velada en carne humana en el Mensajero de esa edad; y para la Edad de la Piedra Angular hemos visto que será en el Ángel del Señor Jesucristo, por medio de ese Ángel Cristo estará llamando y juntando Sus últimos escogidos del Día Postrero ¿dónde? En Su Iglesia, en la Edad de la Piedra Angular.

Y cuando haya recogido a todos Sus escogidos, cuando haya entrado hasta el último escogido al Cuerpo Místico de Cristo, Cristo se levantará del Trono del Padre, tomará el Título de Propiedad, el Libro de los Siete Sellos lo abrirá en el Cielo y hará Su Obra de Reclamo, reclamará a todos los que Él ha redimido con Su Sangre, resucitará a los muertos en Cristo en cuerpos glorificados y a nosotros nos transformará, y entonces tendremos la Adopción física, que es nuestra transformación, y seremos jóvenes para toda la eternidad.

No habrá personas con defectos o con falta de partes del cuerpo, al que le falte un brazo en el cuerpo físico, en el nuevo cuerpo tendrá los dos brazos, al que le falte cabello lo tendrá también; así que en el cuerpo nuevo todo será perfecto, al que le falte juventud, porque tiene demasiados años y ya está anciano o anciana, tendrá juventud en el nuevo cuerpo, y tendrá Vida eterna que es lo más importante para todo ser humano; la vida temporal física no es tan importante como la Vida eterna, porque la vida física se acaba, pero la Vida eterna no tiene fin.

¿Y quiénes serán las personas que vivirán en un cuerpo eterno con Cristo en Su Reino? Todos nosotros, yo estaré con Él en Su Reino, y bien cerca de Él, y todos estaremos bien cerca de Él, ¿por qué? Porque de acuerdo a la etapa o edad en la cual la persona haya vivido junto al Mensajero de su edad, será la posición que ocupará en el Reino Milenial y luego en la Nueva Jerusalén.

Por lo tanto, ¿quiénes serán las personas más cercanas a Jesucristo en el Reino Milenial y en la eternidad? Todos nosotros. “Los primeros serán postreros y los postreros serán primero.”

Los postreros en el Reino de Cristo serán los primeros, o sea, los más cerca a Cristo serán los últimos que aparecen en el Cuerpo Místico de Cristo, pero aparecen en la cúspide, en la Edad de la Piedra Angular, que es la edad que nos ha tocado a nosotros, no porque nosotros la escogimos sino porque Dios la escogió y nos escogió a nosotros para ser las personas pertenecientes a esa edad, la Edad de la Piedra Angular.

Por eso es que les ha llamado a cada uno de ustedes y a mí también en este tiempo final y nos ha colocado en la Edad de la Piedra Angular en Su Iglesia.

Toda persona que ha recibido a Cristo como su Salvador, ha lavado sus pecados en la Sangre de Cristo, ha sido bautizado en agua en Su Nombre y ha recibido el Espíritu Santo ha obtenido el nuevo nacimiento y ha nacido en el Reino de Cristo, ha entrado en el Reino de Cristo y por consiguiente es un miembro de la Iglesia del Señor Jesucristo, y está reconciliado con Dios y tiene Vida eterna; pero si alguno no ha recibido a Cristo como su Salvador todavía, no tiene Vida eterna, lo que tiene es vida temporal que se le acaba o se le acabará de un momento a otro.

Por lo tanto, necesita asegurar su futuro eterno con Cristo en Su Reino para tener Vida eterna y vivir con Cristo por toda la eternidad. Cristo en San Marcos, capítulo 16, versos 15 al 16, dijo:

Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.

El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”

Tan simple como eso, es un asunto de fe en Cristo para obtener la salvación y Vida eterna y vivir con Cristo en Su Reino eternamente. San Pedro predicando el Día de Pentecostés dijo: “Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel...” Vamos a leerlo directamente:

Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo.”

Por eso es que llamamos a Jesús Señor Jesucristo.

Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos?

Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.

Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare.

Y con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba, diciendo: Sed salvos de esta perversa generación.

Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas.”

En el capítulo 4, verso 12 del libro de los Hechos, Pedro dice:

Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.”

No hay otro Nombre, la salvación es en el Nombre del Señor Jesucristo. “Por eso el que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” [Nota - San Juan 3:16]

Y ahora, ¿dónde están las personas que han recibido Vida eterna, las personas que han recibido a Cristo como su Salvador? Aquí estamos con Vida eterna, ya tenemos Vida eterna en nuestra alma, tenemos Vida eterna espiritual y pronto vamos a recibir Vida eterna física cuando Él nos transforme y nos dé el cuerpo nuevo y eterno.

Los que no han recibido a Cristo como su Salvador no tienen Vida eterna, por lo tanto serán juzgados en el juicio final y serán condenados y echados al lago de fuego.

Y es mejor que sepan esto estando, viviendo, aquí en la Tierra en el cuerpo físico y no cuando ya sea demasiado tarde y estén en el juicio final, ¿por qué? Porque estando aquí en la Tierra, al saber que no tienen Vida eterna y que van a ser juzgados en el juicio final, pueden clamar a Cristo para que Cristo les reciba, les perdone, les limpie con Su Sangre preciosa y sean bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo los bautice con Espíritu Santo y Fuego y obtengan el nuevo nacimiento y obtengan la salvación y Vida eterna, y no sean condenados en el juicio final.

Cristo dijo: “El que oye mis palabras y cree al que me ha enviado, tiene Vida eterna y no vendrá a condenación más pasó de muerte a vida.”

Y ahora, hemos visto que aún hay oportunidad y Misericordia para que toda persona que aún, todavía, no ha recibido a Cristo como su Salvador, para que lo pueda recibir como su Salvador y pueda ser perdonado por Cristo, y ser lavado por la Sangre de Cristo de todo pecado, y pueda ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y pueda recibir el Espíritu Santo y así obtener el nuevo nacimiento, y así obtener la salvación y Vida eterna, y así tener seguro su futuro eterno con Cristo en Su Reino.

“El que cree en el Hijo de Dios tiene la Vida eterna, el que no cree no tiene Vida eterna.” Primera de Juan, capítulo 5, verso 11 en adelante, dice:

Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo.

El que tiene al Hijo, tiene la vida (o sea, tiene la Vida eterna, el que tiene ¿a quién? Al Hijo de Dios, a Jesucristo acá en su alma porque lo recibió como su Salvador); el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida.

Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna, y para que creáis en el nombre del Hijo de Dios.”

Para tener Vida eterna hay que creer en Jesucristo, el Hijo de Dios, hay que recibirlo como nuestro Salvador.

Por lo tanto, los que todavía no han recibido a Cristo como su Salvador en esta ocasión pueden recibirlo y estaré orando por ustedes para que Cristo les reciba, les perdone y con Su Sangre les limpie de todo pecado, y puedan ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo los bautice con Espíritu Santo y Fuego y obtengan así el nuevo nacimiento y obtengan la salvación y Vida eterna.

Pueden levantar sus manos y pueden pasar al frente y estaré orando por ustedes los que en esta ocasión desean recibir a Cristo como su único y suficiente Salvador.

Toda persona que todavía no lo ha recibido puede hacerlo en esta ocasión y los niños de doce años en adelante también lo pueden recibir si no lo han recibido todavía, lo pueden hacer en esta ocasión; y los que en alguna ocasión sirvieron a Cristo y se apartaron de Cristo pueden en esta ocasión ser reconciliados con Cristo.

Vamos a esperar unos minutitos en lo que pasan todos los que en esta ocasión desean recibir a Cristo como su Salvador personal.

Si hay algunos más en esta sección pueden pasar también al frente y estaré orando por ustedes en esta ocasión. Y los de esta sección también pueden pasar al frente, todos los que deseen recibir a Cristo como su Salvador personal, para que así aseguren su futuro eterno con Jesucristo nuestro Salvador que es el único que les puede asegurar su futuro eterno en Su Reino eterno.

Pueden continuar pasando todos los que deseen recibir a Cristo como su Salvador para así orar por ustedes en esta ocasión.

Ustedes están aquí porque el Espíritu de Cristo les ha traído hasta aquí; y si nunca habían recibido a Cristo como su Salvador, Dios les trajo aquí para darles la oportunidad de recibir a Cristo como su Salvador personal para así obtener la salvación y Vida eterna, y eso es porque el nombre de ustedes está escrito en el Cielo, en el Libro de la Vida, el Libro de Dios desde antes de la fundación del mundo.

Vamos a dar unos segundos para que pasen al frente los que faltan por pasar y estaremos orando por todos los que estarán aquí al frente. Estamos esperando por los últimos que pasen al frente para orar por ustedes para que aseguren su futuro eterno; eso es lo más importante para todo ser humano: asegurar el futuro eterno con Cristo en Su Reino, Él es el único que puede asegurar mi futuro eterno y el futuro eterno de cada uno de ustedes también.

Vamos a estar en pie y vamos a orar por todas las personas que han pasado al frente, si falta alguno más, puede pasar para que sea incluido en la oración. Cristo dijo: “El que me confesare delante de los hombres, Yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los Cielos.”

Y ahora, ustedes están aquí haciendo la confesión pública que ustedes han creído en Jesucristo como su Salvador personal, y ustedes han creído que Jesucristo es el Hijo de Dios que vino al mundo para morir por todos nosotros y quitar nuestros pecados.

Y ahora, por cuanto Cristo dijo: “El que me confesare delante de los hombres, yo le confesaré delante de mi Padre que está en los Cielos,” en esta ocasión ustedes estarán haciendo una confesión pública de que ustedes han creído en Jesucristo, el Hijo de Dios.

Vamos a inclinar nuestros rostros y repitan conmigo esta oración los que han pasado al frente:

Creo en la Primera Venida de Jesucristo y Su Sacrificio en la Cruz del Calvario, creo que la Sangre de Jesucristo me limpia de todo pecado, y en esta noche, o en este día, Señor Jesucristo, yo públicamente Te recibo como mi Salvador. Señor Jesucristo perdona mis pecados y con Tu Sangre límpiame de todo pecado, reconozco que soy un pecador, reconozco que Te necesito para que me perdones y me limpies con Tu Sangre de todo pecado.

Yo Te recibo como mi Salvador, y seré bautizado en agua en Tu Nombre, y Te ruego Tú me bautices con Espíritu Santo y Fuego, y produzcas en mí el nuevo nacimiento, y así yo nazca en Tu Reino con y a la Vida eterna. En Tus manos me encomiendo Señor Jesucristo en esta ocasión y Te ruego guíes mi vida y me ayudes en toda la trayectoria de mi vida. Dios Eterno Te lo ruego en el Nombre del Señor Jesucristo. Amén y amén.

Y ahora, repitan:

La Sangre del Señor Jesucristo me ha limpiado de todo pecado. La Sangre del Señor Jesucristo me ha limpiado de todo pecado. La Sangre del Señor Jesucristo me ha limpiado de todo pecado.

Fueron ya perdonados y limpiados de todo pecado con la Sangre de Jesucristo, Cristo les ha perdonado y les ha limpiado con Su Sangre de todo pecado.

Y ahora, oraré por ustedes, no tienen que repetir esta oración. Pueden inclinar sus rostros.

Padre Celestial, Dios Eterno, en el Nombre del Señor Jesucristo vengo a Ti y Te alabo y Te glorifico y Te doy gracias por lo que Tú has hecho en esta ocasión, traigo a Ti todas estas personas que han recibido a Cristo como su Salvador, recíbeles ¡oh Padre Celestial! ¡Y oh Dios Eterno guía sus vidas todos los días de su trayectoria terrenal! ¡En Tus manos los encomiendo oh Dios Todopoderoso! Dándote gracias por haberlos traído en esta ocasión, en Tus manos los encomiendo en el Nombre del Señor Jesucristo. Amén y amén.

Cuando creyeron el mensaje de Pedro fueron bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, cuando Pablo creyó y fue sanado de la vista, Ananías le dijo: “¿Por qué te detienes? Levántate y lava tus pecados invocando Su Nombre, levántate y bautízate y lava tus pecados invocando Su Nombre.” Capítulo 22, verso 16 del libro de los Hechos.

Y el etiope eunuco que iba en su carro ya de regreso de Jerusalén a Etiopía (al lugar de Candace en donde él era un alto funcionario), estaba leyendo el libro del Profeta Isaías en el capítulo 53, y el Espíritu Santo le dijo a Felipe: “Acércate al eunuco.” Y Felipe se acercó y escuchó la lectura que estaba haciendo el eunuco, del capítulo 53 de Isaías, y le pregunta: “¿Entiendes lo que lees?” Y el eunuco le dice: “¿Y cómo voy a entender si no hay quien me explique? Sube al carro.” Y le pregunta: “¿De quién dice esto el Profeta: lo dice de sí mismo o de alguna otra persona?”

Y comenzando en esa Escritura Felipe comenzó a hablarle de Cristo en el cual se cumplió esa Escritura y muchas otras Escrituras, y le habló también del bautismo en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y cuando van así viajando en el carro, el eunuco vio agua y le dice a Felipe: “¿Qué impide que yo sea bautizado?” Felipe le dice: “Si crees de todo corazón bien puedes.” El eunuco le dice: “Yo creo que Jesucristo es el Hijo de Dios,” y bajaron del carro y Felipe lo bautizó en agua.

Y ahora, ustedes habiendo oído que Cristo dijo: “El que creyere y fuere bautizado será salvo,” ustedes han creído de todo corazón en Jesucristo y lo han recibido como su Salvador, y han dado un testimonio público de que lo han recibido como su Salvador, lo han confesado públicamente, han confesado a Cristo públicamente, han hecho una confesión de su fe en Jesucristo.

Y ahora, se preguntarán o me preguntarán ustedes: “Y ahora nosotros, ¿yo cuándo voy a ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo?” Por cuanto has creído de todo corazón, bien puedes ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. “¿Cuándo?” Hoy mismo. “¿Hay agua?” Hay agua, hay un bautisterio listo con agua y hay ropas bautismales y hay un lugar donde pueden cambiarse de ropa para que así no se mojen la ropa ustedes, y puedan ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo y Cristo los bautice con Espíritu Santo y Fuego. Y luego se cambian de ropa de nuevo y regresan con su ropa seca a sus hogares, felices y agradecidos a Jesucristo por la salvación de vuestra alma y felices por haber asegurado su futuro eterno con Jesucristo en Su Reino.

Y ahora, vamos a indicarles dónde están los cambiadores de ropa y las ropas para cambiarse y ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. ¿Hacia dónde es? Por este lugar acá pueden pasar y acá están los cambiadores de ropa y las ropas bautismales; y el Rvdo. José Benjamín Pérez les estará bautizando en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.

Dejo al Rvdo. José Benjamín Pérez para que él les indique desde cuándo pueden pasar para cambiarse de ropa.

Muchas gracias por vuestra amable atención y que las bendiciones de Cristo, el Ángel del Pacto, sean sobre todos ustedes y sobre mí también por toda la eternidad.

Nuestro tema fue: “DIOS EN MORPHE.” El Dios que ha ido cambiando de velo de carne de etapa en etapa.

Dios les continúe bendiciendo a todos y con nosotros el Rvdo. José Benjamín Pérez para continuar, y oren mucho por mí en este recorrido que hemos de tener.

DIOS EN MORPHE.”