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title: 'El Verdadero Amigo'
date: 2003-08-29
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place: Luna
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Muy buenas noches, amados amigos y hermanos presentes; es para mí una bendición y privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final.
En esta ocasión, me acompañan en este recorrido por la República Mexicana mi esposa Erica, a quien tenemos aquí presente, y también mis niñas América y Yahannah Gabriela. También nos acompaña la doctora Nelly Fuentes del Perú, a quien también habían presentado, pero otro saludito, pues lo reciben con mucho cariño.
Y también ministros de otros países, los cuales ya han sido presentados. Que Dios les bendiga grandemente a todos ustedes ministros de otros países. De Chile, tenemos a José, de Chile también tenemos aquí a Carlos (y del Brasil), de Chile también tenemos a Patricio Lara, *allá* (Lara); y también de Brasil tenemos, Oswaldo del Brasil, ministro allá en el Brasil; y también de Argentina, Buenos Aíres, Argentina, tenemos a Guillermo por aquí; y por acá tenemos de Bolivia a Joel Lara. ¿Y quién más de otro país? De Uruguay también, tenemos aquí a Eduardo, el Rvdo. Eduardo. Así es que Dios les bendiga grandemente.
Y todos los demás que no he presentado, si queda alguno mas; de Ecuador también: a Franklyn, Franklyn lo tenemos por *aquí* también: que Dios te bendiga. De Costa Rica también, ¿o Venezuela? Costa Rica. Carlos también es de *aquí* pero está en Panamá también. Así que, Dios les bendiga grandemente. José Tillería, ¿dónde lo tenemos por *aquí*? Por *aquí*: que Dios te bendiga José, y les bendiga a todos ustedes, a todos los presentes, y también a mí.
Para esta noche leemos en el capítulo 15 del Evangelio según San Juan, versos 12 en adelante, donde nos dice la Escritura, donde nos dice el mismo Cristo:
“*Este es mi mandamiento: Que os améis unos a otros, como yo os he amado.*
*Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos.*
*Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando.*
*Ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre, os las he dado a conocer.*
*No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dé.*
*Esto os mando: Que os améis unos a otros.”*
Cristo dice que no nos llamará siervos, sino amigos; por lo tanto, somos los amigos de nuestro amado Señor Jesucristo, y Él es nuestro Amigo fiel.
“**EL VERDADERO AMIGO.”**
Como ya hemos visto en este pasaje que hemos leído, Jesús se identifica como el Amigo y Él identifica a los creyentes en Él como Sus amigos.
Ahora, muchas personas que viven en este tiempo les gustaría haber vivido en el tiempo de Jesús y conocer a Jesús y ser amigo de Jesús. Pero no hay ningún problema, para ser amigo de Jesús, Él dijo: “Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que Yo os mando.” Toda persona que hace la voluntad de Jesucristo nuestro Salvador, Cristo lo conceptúa un amigo Suyo.
Por lo tanto, siendo que somos amigos de Jesucristo, Él para nosotros es nuestro Amigo fiel, Él es nuestro Amigo fiel y verdadero, que nos da a conocer todas las cosas. Dice:
“*Ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre, os las he dado a conocer.”*
Y ahora, encontramos que Jesucristo da a conocer los misterios del Reino de los Cielos, los misterios del Reino de Dios, ¿a quiénes? A Sus amigos. Él dice: *“Todas las cosas que oí de mi Padre, os las he dado a conocer.”*
En San Mateo, capítulo 13, verso 11 en adelante, dice... aún tenemos que leer un poquito antes, capítulo 13, verso 9 en adelante dice:
“*El que tiene oídos para oír, oiga.*
*Entonces, acercándose los discípulos, le dijeron: ¿Por qué les hablas por parábolas?*
*El respondiendo, les dijo: Porque a vosotros os es dado saber los misterios del reino de los cielos; mas a ellos no les es dado.”*
Les es dado conocer los misterios del Reino de los Cielos ¿a quiénes? A aquellos que estaban con Jesucristo, los cuales eran los amigos del Señor Jesucristo, de los cuales Cristo dice:
“*No os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero* (vamos a ver)*... pero os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre, os las he dado a conocer.”*
Ahora vean, también en el capítulo 11, verso 25 en adelante de San Mateo, dice:
“*En aquel tiempo, respondiendo Jesús, dijo: Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y de los entendidos, y las revelaste a los niños.*
*Sí, Padre, porque así te agradó.*
*Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre; y nadie conoce al Hijo, sino el Padre, ni al Padre conoce alguno, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar.”*
¿Y a quiénes es que Jesucristo, el Hijo de Dios, quiere revelar el misterio de quién es el Padre y quién es el Hijo? A Sus amigos, y Él es nuestro Amigo Fiel y verdadero que nos revela, que nos da a conocer estos misterios del Reino de Dios. El misterio del Padre y de Jesucristo, es el misterio de la Divinidad habitando en un cuerpo de carne llamado Jesús, era Dios manifestado en carne. Así como usted y yo somos almas vivientes manifestados ¿en qué? En carne en cuerpos de carne. Y así Dios, que es el Alma viviente eterna, se manifestó en un cuerpo de carne llamado Jesús.
Y ahora, este misterio no lo podían comprender los doctores de la Ley, no lo podían comprender los fariseos y saduceos, no lo podían comprender los sacerdotes, no lo podían comprender el sumo sacerdote y demás sumos sacerdotes anteriores a Caifas; no lo podían comprender los teólogos de la religión hebrea de aquel tiempo.
Pero vean, a los niños, a personas que no tenían un conocimiento teológico, que no habían ido a la universidad para estudiar la teología; hombres pescadores como San Pedro, como Andrés, como San Juan, como Jacobo, y también agricultores y personas así sencillas, obtuvieron la revelación divina de Dios, del misterio del Padre y de Jesucristo. ¿Y quién dio esa revelación a ellos? Jesucristo, y aquél a quien el Hijo la quiera revelar.
Por lo tanto, Cristo está dando la revelación divina del Padre habitando ¿en dónde? En el Hijo. Cristo decía: “El Padre que mora en Mí, Él hace las obras.” Era un misterio grande el misterio de Dios velado y revelado en la persona de Jesucristo nuestro Salvador, y ese misterio era exclusivamente revelado, dado a conocer a los amigos del Señor Jesucristo. El sumo sacerdote y demás sacerdotes que eran contrarios a Cristo, no eran amigos de Cristo, buscaban la muerte de Cristo; pero a ellos no les fue dada esa revelación.
Ahora, encontramos que en una ocasión o en más de una ocasión, querían saber si Jesucristo era el Cristo, y Él les decía: “Ya lo he dicho a ustedes y ustedes no creen.” Y les dijo: “Porque ustedes no son de mis ovejas.” No eran de los amigos de Jesús. Pero Él dijo: “Mis ovejas oyen mi Voz y me siguen.” Y así como las ovejas son amigas del pastor, ¿ven? Oyen la voz del pastor y siguen al pastor, y al extraño no siguen, porque no conceptúan al extraño como su amigo.
El amigo de las ovejas es el pastor de las ovejas. Y Cristo se identifica como el Pastor de las ovejas de Dios, y las ovejas de Dios, Él las identifica como los hijos e hijas de Dios; por lo tanto las ovejas de Dios son los amigos y amigas de nuestro amado Señor Jesucristo, creyentes en Jesucristo nuestro Salvador, y Él es el Buen Pastor, Él es nuestro Amigo fiel y verdadero.
Y así como el buen pastor le da alimento a las ovejas y también con ese alimento les da vida; ahora Cristo, el Buen Pastor, nos da Vida eterna.
Vean, aquí en San Juan, capítulo 10, verso 27 en adelante, dice:
“*Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen,*
*y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano.*
*Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre.*
*Yo y el Padre uno somos.”*
Y ahora, encontramos que Jesús habla de las ovejas del Padre, las cuales le han sido dadas a Cristo ¿para qué? Para que les dé Vida eterna, y Él dice que esas ovejas son las que escuchan Su Voz.
También en San Juan, capítulo 10, verso 14 en adelante dice Cristo: *“Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas.”*
¿Desde cuándo Cristo conoce Sus ovejas? Desde antes de la fundación del mundo. Cristo lo conoce a usted y a mí desde antes de la fundación del mundo; por eso Él vino a buscar y a salvar lo que se había perdido: y ésas son las ovejas del Padre que se habían perdido a causa del pecado en el Huerto del Edén, y por consiguiente la raza humana quedó perdida y quedó cautiva en el reino del maligno, el reino de las tinieblas, que es el reino del diablo, y perdió la vida; porque Dios dijo a Adán que no comiera del árbol de ciencia del bien y del mal, porque el día que de él comiera, ese día moriría.
Algunas personas piensan: “Vean, Dios dijo que el día que comiera moriría y comió y siguió viviendo,” porque Adán continuó viviendo y vivió 930 años. Entonces, vean ustedes, en cuanto a la parte física, la vida física, Adán murió a los 930 años; primero no era mortal, pero el día que pecó, murió, murió a la Vida eterna, y luego solamente le quedó vida temporal que le duró 930 años.
Ahora, encontramos que hay dos clases de vida: la vida temporal que tenemos nosotros aquí en la Tierra y la Vida eterna; de la Vida eterna fue que Adán cayó, a la Vida eterna fue que Adán murió, y luego al morir a la Vida eterna solamente le quedó vida temporal que se le acabó a los 930 años.
Por consiguiente, toda persona que no tiene Vida eterna, su vida es temporal, es una vida pasajera aquí en la Tierra. Pero las personas que han recibido a Cristo como su Salvador, han recibido Vida eterna. Y aunque nuestro cuerpo físico muera (porque es mortal), vino en y de una raza caída: la descendencia de Adán. El Segundo Adán: Jesucristo, nos restaura a la Vida eterna espiritualmente primero, cuando le recibimos como nuestro Salvador, lavamos nuestros pecados en Su Sangre, somos bautizados en agua en Su Nombre, y recibimos Su Espíritu Santo, obtenemos el nuevo nacimiento y entramos al Reino de Dios.
El Reino de Dios, el Reino de Cristo es un Reino eterno, y Cristo, el Rey, es la Vida eterna, Él dijo: “Yo Soy el Camino, la Verdad, y la Vida; y nadie viene al Padre, sino por mí.”
Por lo tanto, Cristo siendo la Vida tiene un Reino eterno, y cuando obtenemos el nuevo nacimiento nacemos del Agua y del Espíritu, como le dijo Cristo a Nicodemo, cuando le dijo: “De cierto, de cierto te digo, que el que no nazca de nuevo, no puede ver el Reino de Dios.” Luego Nicodemo le pregunta: “¿Y cómo puede hacerse esto? ¿Puede acaso el hombre ya siendo viejo entrar en el vientre de su madre y nacer?” Cristo le dice: “De cierto, de cierto te digo, que el que no nazca del Agua y del Espíritu, no puede entrar al Reino de Dios.” Es un requisito para entrar al Reino de Dios nacer de nuevo. Y le dice Cristo: “No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo.” Es un requisito, el cual nadie puede evadir y entrar al Reino de Dios: tiene que nacer de nuevo para poder entrar al Reino de Dios.
Y ahora, la pregunta es: ¿Cómo podemos entonces nacer de nuevo? ¿Cómo podemos entonces nacer de nuevo? Recibiendo a Cristo como nuestro Salvador personal y suficiente, confesando a Cristo nuestros pecados, y Cristo nos perdona y con Su Sangre Él nos limpia de todo pecado, y el ministro nos bautice en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo nos bautiza con Espíritu Santo y Fuego y obtenemos el nuevo nacimiento, y así nacemos en el Reino de Jesucristo nuestro Salvador.
Cristo dijo en San Marcos, capítulo 16, versos 15 al 16:
“*Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.*
*El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”*
Tan simple como eso. Es un asunto de creer para entrar al Reino de Dios, creer y hacer lo que se requiere que se haga al creer. Por lo tanto, toda persona tiene a su alcance la oportunidad de escuchar la predicación del Evangelio de Cristo y de creer en Jesucristo como su Salvador personal, y de confesar a Cristo sus pecados y Cristo lo limpiará con Su Sangre de todo pecado, y el ministro lo bautizará en agua a la persona en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo lo bautizará con Espíritu Santo y Fuego y obtendrá el nuevo nacimiento, nacerá en el Reino de Jesucristo nuestro Salvador, nacerá ¿a qué? A la Vida eterna; porque cuando nacimos en esta Tierra nacimos a una vida temporal, no a la Vida eterna.
Ahora ¿cómo apareció usted, cómo entró a esta dimensión terrenal de seres humanos? Por medio del nacimiento, usted nació a través de sus padres terrenales y por consiguiente fue manifestado en carne en esta dimensión terrenal. Y por cuanto esta dimensión terrenal, que tiene la raza humana viviendo en ella, cayó en las manos del maligno, el reino de las tinieblas es el que se apoderó de la humanidad.
Y por consiguiente al nacer en esta Tierra, así como los hebreos en Egipto, en el tiempo en que estaban como esclavos, en cada ocasión en que nacía un hebreo en Egipto, el faraón podía decir: “Nació un esclavo más en mi reino.” ¿Por qué? Porque eran esclavos del faraón. Y en cada ocasión en que nace una persona en la Tierra, nace un esclavo del reino del maligno en este planeta Tierra.
Así como para usted aparecer en esta Tierra, en este reino que está en las manos del maligno, Cristo dijo que el maligno es el príncipe de este mundo. Por lo tanto, el diablo, el príncipe de este mundo, vean ustedes, en una ocasión le ofreció a Cristo en el capítulo 4 de San Mateo los reinos de este mundo, si postrado adoraba al diablo. Pero Cristo dijo que: “Al Señor tu Dios servirás, al Señor tu Dios adorarás, y a Él sólo servirás.”
Por lo tanto, Jesucristo no estaba dispuesto a adorar al diablo, ni tampoco a recibir los reinos de este mundo. El diablo dijo que eran de él (del diablo) y a quien él quería los daba; pero Cristo no los aceptó; si los aceptaba, tenía que adorar al diablo, establecer la religión diabólica y toda la humanidad continuaría para siempre hasta que Dios la destruyera como esclavos del maligno. Pero Dios envió a Cristo con el Programa de Redención.
Así como envió Dios a Su Ángel, el Ángel de Jehová, el cual apareció a Moisés y lo envió a Egipto y a través de Moisés Dios en y con Su Ángel libertó al pueblo hebreo, usando al Profeta Moisés y los sacó del reino de las tinieblas del faraón. El faraón y su reino allá, representan el reino del maligno, del diablo, el reino de las tinieblas.
Y ahora, encontramos que Cristo, el Profeta, Rey, Mesías y Sumo Sacerdote del Cielo, apareció en la Tierra enviado a causa del Amor de Dios hacia nosotros: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga Vida eterna.” Es por medio de Jesucristo que el ser humano puede obtener la salvación y Vida eterna; no hay otra forma para el ser humano obtener la salvación de su alma y Vida eterna.
Ahora, para todo ser humano obtener la Vida eterna necesita nacer de nuevo, al nacer de nuevo del Agua y del Espíritu, la persona ha nacido en el Reino de Cristo a la Vida eterna y ha sido libertado del reino de las tinieblas, y Cristo le ha dado un cuerpo angelical llamado el Ángel de Jehová o Ángel del Pacto.
Y si la persona muere físicamente, no tiene ningún problema, va al Paraíso a vivir con los demás que ya han partido al lugar, a la dimensión donde están los Apóstoles del Señor y los diferentes Ángeles Mensajeros de Jesucristo nuestro Salvador, con todo el pueblo creyente de etapas pasadas.
Pero si la persona escucha la predicación del Evangelio y no cree y luego muere, no puede esperar que lo lleven al Cielo, al Paraíso, si no creyó en el Dueño del Paraíso, que es Jesucristo. Si la persona muere sin Cristo, lamentablemente es llevado por los ángeles caídos de la quinta dimensión y es llevado a la quinta dimensión y la quinta dimensión es el infierno, y allí permanece juntamente con los que no creyeron en tiempos pasados, con todos los incrédulos; porque ése es el lugar para el diablo y todos los incrédulos como el diablo.
Ahora, encontramos que la vida aquí en la Tierra es muy importante, porque aquí en la Tierra usted escoge si quiere vivir eternamente con Cristo en Su Reino en un cuerpo nuevo que Él nos dará, un cuerpo igual a Su cuerpo glorificado; o si quiere quedarse solamente con esta vida terrenal, que es corta, y después ser llevado al infierno, a la quinta dimensión y allí permanecer; porque la quinta dimensión es como una cárcel donde van todos los incrédulos y allí permanecen, no pueden salir de allí, hasta el día del juicio final, que será después del Reino milenial, y resucitarán y serán llevados ante el Juez de toda la Tierra: delante de Cristo; porque Dios ha colocado a Cristo como Juez de los vivos y de los muertos.
Y ahora, vean lo que sucederá con todas las personas incrédulas, todas las personas que no han creído en Cristo, que no han recibido a Cristo como su Salvador personal. Aquí en el capítulo 20 del Apocalipsis... esto es bueno saberlo mientras estamos vivos aquí en la Tierra, después que la persona muere sin Cristo, ya saber esto no le es de ningún beneficio. Es mejor saber a dónde van los incrédulos para salir de en medio de los incrédulos y venir a ser un creyente en Cristo.
Vean, aquí en el capítulo 20 del Apocalipsis, verso 7 en adelante, dice:
“*Cuando los mil años se cumplan, Satanás será suelto de su prisión,*
*y saldrá a engañar a las naciones que están en los cuatro ángulos de la tierra, a Gog y a Magog, a fin de reunirlos para la batalla; el número de los cuales es como la arena del mar.*
*Y subieron sobre la anchura de la tierra, y rodearon el campamento de los santos y la ciudad amada; y de Dios descendió fuego del cielo, y los consumió.”*
Y ahora, después del Reino milenial, porque durante el Reino milenial el diablo estará atado. Vean aquí, Apocalipsis, capítulo 20, verso 1 al 3 dice:
“*Vi a un ángel que descendía del cielo, con la llave del abismo, y una gran cadena en la mano.*
*Y prendió al dragón, la serpiente antigua, que es el diablo y Satanás, y lo ató por mil años;*
*y lo arrojó al abismo, y lo encerró, y puso su sello sobre él, para que no engañase más a las naciones, hasta que fuesen cumplidos mil años; y después de esto debe ser desatado por un poco de tiempo.”*
Y ahora, en el verso 7 en adelante, cuando los mil años ya se han cumplido, o sea, cuando se han cumplido los mil años del Reino mesiánico, del Reino de Cristo en este planeta Tierra, en donde Cristo gobernará sobre el pueblo hebreo como Rey y sobre todas las naciones y se sentará sobre el trono de David, porque el Trono de David es el Trono terrenal de Dios.
Ahora, Cristo está sentado en el Trono Celestial de Dios en el Cielo, y por eso Cristo tiene poder sobre los Cielos y la Tierra, porque el Trono de Dios es un Trono que gobierna sobre los Cielos y la Tierra.
Y ahora, en la Tierra Dios dio al rey David que se sentara en el trono, un trono terrenal, el Trono terrenal de Dios, para gobernar sobre el pueblo hebreo.
Ahora, veamos lo que el Arcángel Gabriel dice a la virgen María en el capítulo 1 de San Lucas, verso 30 en adelante, dice:
“*Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios.*
*Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS.*
*Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre;*
*y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.”*
Ahora, vean ustedes en este reino terrenal que Cristo ha de tener en esta Tierra, llamado el Reino milenial de Cristo, Él se sentará sobre el Trono terrenal, el Trono de David y gobernará sobre el pueblo hebreo. Ése es el Trono del cual Cristo habla en Apocalipsis, capítulo 3, verso 21 cuando dice:
“*Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono.”*
Vean, así como Cristo venció y ascendió al Cielo victorioso y se sentó en el Trono Celestial, en el Trono del Padre, se sentó con el Padre en Su Trono, en esa misma forma Cristo promete al Vencedor que le dará que se siente con Él, con Cristo en Su Trono, Su Trono terrenal. Porque el Trono de Dios es el Trono Celestial, pero el Trono de Cristo es el Trono terrenal, el Trono de David, sobre el cual Cristo se sentará y gobernará sobre el pueblo hebreo.
Y después de ese Reino milenial, en ese Reino milenial el diablo estará atado y estará en el abismo encerrado; por lo tanto no habrá problemas para los seres humanos que vivirán en la Tierra en ese tiempo, y para los escogidos de Dios, mucho menos, porque tendremos cuerpos nuevos, cuerpos glorificados y eternos iguales al cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador. Pero también habrá otras personas que no tendrán el cuerpo glorificado: los que sobrevivirán a los juicios divinos de la gran tribulación. Por lo tanto, habrá personas en la Tierra que no tendrán el cuerpo glorificado.
Durante esos mil años habrá paz en la Tierra; por lo tanto, las guerras que en la actualidad existen, es porque el diablo está suelto y está engañando a las naciones y está causando todos esos problemas en medio de la raza humana, porque la humanidad está bajo el gobierno del maligno. El diablo es el príncipe de este mundo, dijo Jesucristo nuestro Salvador. Por lo tanto, mientras el diablo esté como príncipe de este mundo, las cosas estarán mal para la humanidad.
Vean, en el capítulo 12, verso 31 de San Juan, dice Cristo:
“*Ahora es el juicio de este mundo ; ahora el príncipe de este mundo será echado fuera.”*
Y en el capítulo 14, verso 30 de San Juan también, dice Cristo:
“*No hablaré ya mucho con vosotros; porque viene el príncipe de este mundo, y él nada tiene en mí.”*
Y luego en el capítulo 16, verso 11, dice Cristo (de San Juan también):
“*Y de juicio, por cuanto el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado.”*
Así que, vean ustedes porqué hay tantos problemas en medio de la raza humana, pero ya la sentencia del diablo es segura, el diablo no tiene ni la más mínima oportunidad de salvarse, él no tiene oportunidad.
Ahora, veamos aquí, lo que estábamos leyendo en el capítulo 20, pasamos al verso 10:
“*Y el diablo que los engañaba fue lanzado en el lago de fuego y azufre...”*
Vean, cuál será el fin del diablo: *“...el lago de fuego y azufre, donde estaban la bestia y el falso profeta; y serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos.”*
Hasta que se complete el tiempo de castigo y dejarán de existir.
“*Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él, de delante del cual huyeron la tierra y el cielo, y ningún lugar se encontró para ellos.*
*Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros fueron abiertos...”*
¿Ven? Ya la resurrección general de todos los seres humanos que han vivido en la Tierra y que no creyeron en Jesucristo se lleva a cabo.
“*...y los libros fueron abiertos...”*
¿Por qué los libros fueron abiertos? Porque toda cosa que la persona habla o piense en su corazón o haga en la Tierra, todo queda registrado, aún los pensamientos de las personas.
“*..y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras.”*
¿Ven? Todas las obras de las personas quedan registradas en el Cielo.
“*Y el mar entregó los muertos que había en él; y la muerte y el Hades entregaron los muertos que había en ellos; y fueron juzgados cada uno según sus obras.*
*Y la muerte y el Hades fueron lanzados al lago de fuego. Esta es la muerte segunda.”*
Vean, el lago de fuego es la muerte segunda.
Y ahora, la muerte y el hades, o sea, la muerte y el infierno serán lanzados en el lago de fuego.
“*Esta es la muerte segunda.*
*Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego.”*
Esto es muy importante saberlo mientras estamos aquí en la Tierra, para que así usted sepa que el lugar para los incrédulos será el lago de fuego, el cual será después del Reino milenial, pero antes tienen que ir al infierno, que es la quinta dimensión, que es una dimensión donde quedan encarcelados, donde no pueden salir de ese lugar y donde hay billones de personas, de almas con sus cuerpos espirituales pero no con cuerpos de carne.
Ahora, vean ¿quieren ver a uno que los visitó en una ocasión? Vamos a ver en Primera de Pedro, capítulo 3, verso 18... Primera de Pedro, capítulo 3, verso 18 en adelante, hablando de Cristo, dice:
“*Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la carne* (Cristo murió en cuanto a Su cuerpo físico)*, pero vivificado en espíritu...”*
En espíritu no murió Su cuerpo espiritual, lo que murió fue Su cuerpo de carne en la Cruz del Calvario.
“*...en el cual también fue...”*
Ahora, Cristo cuando murió fue en el cuerpo espiritual, que es un cuerpo parecido a nuestro cuerpo pero de otra dimensión. El cuerpo espiritual de Cristo, antes de tener Su cuerpo de carne, apareció en el Antiguo Testamento y era llamado el Ángel de Jehová o Ángel del Pacto, el mismo Ángel de Jehová que le apareció a Moisés; ése era Cristo en Su cuerpo angelical.
Ahora, en ese cuerpo espiritual o angelical, es que Cristo fue ¿a dónde?
“*...en el cual también fue y predicó a los espíritus encarcelados,*
*los que en otro tiempo desobedecieron, cuando una vez esperaba la paciencia de Dios en los días de Noé, mientras se preparaba el arca, en la cual pocas personas, es decir, ocho, fueron salvadas por agua.”*
Fue Cristo en Su cuerpo angelical al infierno, la quinta dimensión y le predicó a aquellos espíritus encarcelados, aquellas personas que en el tiempo de Noé habían dudado, no creyeron al Mensaje de Dios a través del Profeta Noé, y vino el diluvio y se los llevó a todos y murieron, murieron sus cuerpos físicos, pero ellos fueron al infierno en cuerpos espirituales.
El ser humano es alma viviente y tiene dos cuerpos: uno espiritual y otro físico. Cuando muere el cuerpo físico, la persona continúa viviendo en su cuerpo espiritual, que es el espíritu de la persona, se llama el espíritu de la persona a ese cuerpo espiritual.
Y esas personas que no eran creyentes en el Dios de Noé y no realizaban el sacrificio por el pecado como Noé lo realizaba, murieron cuando vino el diluvio y los destruyó a todos, y en espíritu fueron al infierno, fueron llevados al infierno y allí permanecen todavía.
Cristo tuvo que ir al infierno, porque Él tomó nuestros pecados, se hizo pecado por nosotros, y toda persona que muere con pecados va al infierno; y por eso Cristo tuvo que ir al infierno: por nosotros, para que nosotros no tengamos que ir allí. Y Cristo era el único que podía ir al infierno y salir del infierno, ninguna otra persona. Cristo en el infierno le quitó al diablo las llaves del infierno y de la muerte, y también los pecados que Cristo tomó de nosotros los dejó en el infierno al diablo, porque el diablo es el originador del pecado.
Y ahora, en Apocalipsis, capítulo 1, verso, verso 18, dice... 17 al 18, dice:
“*Cuando le vi, caí como muerto a sus pies. Y él puso su diestra sobre mí, diciéndome: No temas; yo soy el primero y el último;*
*y el que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades* (las llaves de la muerte y del infierno).*”*
Por eso Él pudo salir del infierno, porque Él le quitó las llaves del infierno al diablo y salió del infierno y pasó al Paraíso, donde estaban Abraham, Isaac y Jacob y luego resucitó y con Él resucitaron todos ellos: Abraham, Isaac, Jacob y todas esas personas, esos creyentes en Dios, del Antiguo Testamento.
En el capítulo 27 de San Mateo, versos 51 en adelante, dice:
“*Y he aquí, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo; y la tierra tembló, y las rocas se partieron;*
*y se abrieron los sepulcros, y muchos cuerpos de santos que habían dormido, se levantaron;*
*y saliendo de los sepulcros, después de la resurrección de él* (o sea, después de la resurrección de Cristo)*, vinieron a la santa ciudad, y aparecieron a muchos.”*
Y ahora, vea usted la bendición que hay de ser un creyente en Dios y servir a Dios en el tiempo que a la persona le toca vivir. Los santos del Antiguo Testamento eran creyentes en Dios y ofrecían a Dios el sacrificio por el pecado, el cual era tipo y figura del Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario; por eso Dios le dio al pueblo hebreo esas leyes y esas fiestas, para que ofrecieran a Dios el sacrificio de la expiación por el pecado, el día diez del mes séptimo de cada año, para obtener el perdón de sus pecados y ser cubiertos con la sangre de la expiación.
Aunque la sangre de animales no quita el pecado, sino que lo cubre, o sea, la sangre de aquellos animalitos cubría el pecado de ellos, porque los animales no tienen alma, y por consiguiente no son perfectos y su sangre no es perfecta y no puede quitar el pecado del ser humano, solamente lo cubría y Dios no veía el pecado, lo pasaba por alto, no lo veía, porque estaba cubierto con la sangre de aquellos animalitos.
Esos sacrificios eran importantes para el pueblo hebreo, y eran tan importantes que si no se efectuaba ese sacrificio por el pecado, las personas morían, no tenían derecho a vivir un año más. Pero los que creían en ese sacrificio, y ese día diez del mes séptimo de cada año, arrepentidos de sus pecados y afligidos en sus almas por haber pecado contra Dios, pedían perdón a Dios por sus pecados, recibían el perdón de Dios y eran cubiertos por la sangre del sacrificio por el pecado y eran reconciliados con Dios, y quedaban reconciliados por un años más, para vivir un año más, tenían derecho a vivir un año más en medio del pueblo hebreo.
¿Y por qué por un año más? Porque esos sacrificios no eran perfectos, solamente eran el tipo y figura de un Sacrificio perfecto que vendría más adelante: eran tipo y figura de Cristo; eran la sombra, el tipo y figura, por eso tenían un valor delante de Dios y eran aceptados por Dios temporalmente; ya en la actualidad Dios no acepta sacrificios de animalitos por el pecado ¿por qué? Porque ya el Cordero de Dios, Jesucristo, murió por todos nosotros en la Cruz del Calvario, llevando nuestros pecados.
Juan el Bautista cuando presentó a Jesús, dijo: “He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.” Eso está en San Juan, cuando Juan vio a Cristo y lo presentó en esa forma en el capítulo 1, verso 29 en adelante.
Ahora, encontramos que el único que puede quitar el pecado del ser humano es el Cordero de Dios, Jesucristo nuestro Salvador. En la Cruz del Calvario Él llevó nuestros pecados y Él quitó los pecados del ser humano.
Y ahora, para que se efectúe, se materialice en la persona, la persona tiene que recibirlo como su Salvador personal y queda reconciliado, perdonado por Dios y limpiado con la Sangre de Jesucristo y reconciliado con Dios para vivir, no un año más, sino para vivir eternamente con Cristo en Su Reino.
Por eso es tan importante el sacrificio por el pecado en el Nuevo Testamento y hay solamente un sacrificio por el pecado, el cual es el Sacrificio de Jesucristo en la Cruz del Calvario; para el ser humano ser perdonado, ser limpiado con la Sangre de Cristo, no es cubierto el pecado, sino quitado, porque es una Sangre perfecta, y por consiguiente con un sólo sacrificio hace perfecto a los seres humanos que lo reciben como su Salvador personal y los reconcilia con Dios para toda la eternidad, los restaura a la Vida eterna. Por eso nacen de nuevo, nacen a una nueva vida, a la Vida eterna, y quedan sellados en el Reino de Cristo por el Espíritu Santo.
Y para el Día Postrero en adición de esa transformación interior que Cristo opera en la persona que lo recibe como su Salvador y es bautizado en agua en Su Nombre y Cristo lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego y le da el nuevo nacimiento y le da un cuerpo angelical de la sexta dimensión, de tal modo que si la persona muere físicamente no tiene ningún problema, va a vivir al Paraíso en ese cuerpo angelical y espera allí con todos los que están allá, lo cuales ni se cansan, ni duermen, ni trabajan, ni comen; porque en el cuerpo espiritual no tienen los trabajos y luchas que tenemos en estos cuerpos físicos.
Y cuando Cristo complete Su Iglesia, cuando Cristo haya llamado y juntado hasta el último escogido de Dios en Su Iglesia, en Su Cuerpo Místico de creyentes, en Su Reino, entonces Cristo se levantará del Trono del Padre, tomará el Título de Propiedad, que es el Libro de los Siete Sellos de Apocalipsis, capítulo 5, verso 1 en adelante y capítulo 6 y capítulo 8, verso 1, y capítulo 10, verso del 1 en adelante.
Luego Él hace Su Obra de Reclamo como el León de la Tribu de Judá y resucitará a los muertos creyentes en Él en cuerpos glorificados, cuerpos eternos, cuerpos inmortales, igual al cuerpo glorificado de Jesucristo y todos seremos iguales a Él: a Su semejanza, a Su imagen y semejanza, con cuerpo angelical dentro y con cuerpo físico glorificado. Y así todos seremos eternos y estaremos restaurados a la Vida eterna físicamente también.
Ya de ahí en adelante se habrán terminado todos los problemas para todos nosotros, ya no tendremos problemas de salud, ni una gripe nos dará en ese cuerpo nuevo; ni el problema de la edad, porque el problema de la edad es que a medida que pasan los años la persona se va poniendo más vieja, y cuando llega a los 80 años ya tiene bastantes canas; pero en el nuevo cuerpo no nos saldrá ni una sola y tampoco habrá personas que les falte el cabello; todos tendrán su cabello completo y nunca se les caerá. Y ni una arruga les aparecerá en su rostro, porque será un cuerpo que representará de 18 a 21 años de edad. Ésa será la clase de cuerpo que Él me dará a mí ¿y a quién mas? A cada uno de ustedes también, es para ustedes también esa promesa.
“*Voy, pues, a preparar lugar para vosotros.*
*Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis.”* (Capítulo 14 de San Juan).
Ahora, podemos ver que estas no son teorías humanas, sino promesas divinas dadas por Dios a través de Jesucristo nuestro Salvador, son las palabras de nuestro Amigo Jesucristo, nuestro Salvador, nuestro Amigo Fiel, y nosotros somos Sus amigos, las creemos con toda nuestra alma y ponemos por obra todo lo que Él nos dice que hagamos.
“El que creyere y fuere bautizado, será salvo,” eso es algo que toda persona está llamada a hacer: recibir a Cristo como su Salvador, ser bautizado en agua en Su Nombre, y Cristo lo bautizará con Espíritu Santo y fuego y obtendrá el nuevo nacimiento y nacerá a la Vida eterna en el Reino de Jesucristo nuestro Salvador, y así habrá asegurado su futuro eterno con el único que lo puede asegurar: con Jesucristo nuestro Salvador. Nadie mas le puede asegurar el futuro eterno sino Jesucristo, y Él nos asegura el futuro eterno con Vida eterna en Su Reino eterno.
Eso es lo que hace nuestro Amigo Fiel: nuestro amado Señor Jesucristo, Él es el verdadero Amigo mío, ¿y de quién mas? De cada uno de ustedes también. Él no quiere que vayamos al lago de fuego, Él quiere que vayamos a Su Reino, el Reino eterno y vivamos con Él por toda la eternidad.
Por eso el Padre le dio todas esas ovejas a Cristo, para que les dé Vida eterna, son las ovejas del Padre, las almas de Dios, que al venir a la Tierra aparecen perdidas, pero Cristo tiene la misión de buscarlas y darles Vida eterna. Vean, en San Mateo, capítulo 18, versos 11 en adelante, 11 al 14:
“*Porque el Hijo del Hombre ha venido para salvar lo que se había perdido.*
*¿Qué os parece? Si un hombre tiene cien ovejas, y se descarría una de ellas, ¿no deja las noventa y nueve y va por los montes a buscar la que se había descarriado?*
*Y si acontece que la encuentra, de cierto os digo que se regocija más por aquélla, que por las noventa y nueve que no se descarriaron.*
*Así, no es la voluntad de vuestro Padre que está en los cielos, que se pierda uno de estos pequeños.”*
No es la voluntad de Dios que se pierda uno de estos pequeñitos, uno de estas ovejitas que el Padre le ha dado a Cristo para que las busque y les dé Vida eterna. Ésa es la misión de Cristo: buscar y dar Vida eterna a todas las ovejas que el Padre le dio para que les dé Vida eterna.
Estas ovejas son las almas de Dios escritas en el Cielo en el Libro de la Vida del Cordero, que vendrían a esta Tierra y estarían perdidos, pero Cristo los buscaría y los salvaría. Y de edad en edad, de etapa en etapa, desde el Día de Pentecostés en adelante, Cristo vino en Espíritu Santo en medio de Su Iglesia y ha estado buscando y llamando y juntado en Su Redil las ovejas que el Padre le dio para que les dé Vida eterna.
Cristo está en la Tierra en Espíritu Santo desde el Día de Pentecostés haciendo esa labor; por eso es que estas palabras de Cristo, que quizás no pueden ser entendidas, sino entendemos esto que les hablé, vean, no podrían ser cumplidas. San Juan, capítulo 10, verso 14 en adelante, dice:
“*Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen,*
*así como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas.*
*También tengo otras ovejas que no son de este redil* (o sea, que no son del pueblo hebreo, son de entre los gentiles)*; aquéllas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor.”*
Oirán la Voz de Cristo ¿y cómo la van a escuchar si Cristo ascendió al Cielo y se sentó en el Trono de Dios con el Padre? ¿Cómo van a escuchar la Voz de Cristo estas ovejas? Cristo en Espíritu Santo descendió el Día de Pentecostés y allí nació la Iglesia del Señor Jesucristo; y Cristo en Espíritu Santo ha estado en medio de Su Iglesia hablando por medio de los Apóstoles y diferentes Mensajeros que Él ha enviado en las diferentes edades o etapas de la Iglesia, y por medio de ellos Cristo en Espíritu Santo ha estado llamando y juntando Sus ovejas en Su Redil, que es Su Iglesia.
Ahora, hemos visto la forma en que las ovejas escucharían la Voz de Cristo en el tiempo que les tocaría vivir y cómo serían llamadas y juntadas en el Redil del Señor, que es la Iglesia del Señor Jesucristo.
“*Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida, para volverla a tomar.”*
Vean, Él sabía que iba a morir, y Él puso voluntariamente Su Vida para luego volverla a tomar, para resucitar al tercer día. Por eso en otra ocasión Él dijo: “Destruyan este templo, y en tres días lo levantaré.” Eso está en San Juan, capítulo 2, verso, verso 19, donde dice:
“*Respondió Jesús y les dijo: Destruid este templo, y en tres días lo levantaré.*
*Dijeron luego los judíos: En cuarenta y seis años fue edificado este templo, ¿y tú en tres días lo levantarás?*
*Mas él hablaba del templo de su cuerpo.”*
Porque el cuerpo humano es templo de Dios, y en Jesucristo, el Templo humano, moraba Dios en toda Su plenitud, la plenitud de la divinidad estaba en Jesucristo en Su Templo humano.
Ahora, Cristo sabía que tenía que morir por nosotros, si no moría por nosotros, nosotros no podíamos ser restaurados a la Vida eterna. Cristo dijo: “Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, él solo queda; pero si cae en tierra y muere, mucho fruto lleva.” Si Él no moría, Él todavía estaría viviendo aquí en la Tierra en Su cuerpo de carne, pero estaría solo, un hombre solitario en esta Tierra. Pero Él dijo: “Si cae en tierra y muere, mucho fruto lleva.”
La planta de trigo es producto del grano de trigo que fue sembrado en tierra, y por consiguiente la vida del grano de trigo está en la planta de trigo. Y la planta de trigo representa la Iglesia del Señor Jesucristo y la Vida de Cristo, el Espíritu Santo, está en la Iglesia del Señor Jesucristo, para así Cristo por medio de Su Espíritu Santo en Su Iglesia reproducirse en muchos granos de trigo, en muchos hijos e hijas de Dios. ¿Ven lo sencillo que es todo?
Ahora, hemos visto que sin Cristo no hay esperanza de volver a vivir, y mucho menos de vivir eternamente en un cuerpo eterno; pero con Cristo nuestra esperanza es grande, nuestra esperanza es que viviremos con Cristo en Su Reino con cuerpos eternos y glorificados igual al cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador, porque Jesucristo nuestro buen Amigo así lo promete en Su Palabra, Él mismo hablando y hablando también a través de los Apóstoles y de Sus diferentes Ángeles Mensajeros.
Por lo tanto, nuestra esperanza está puesta en el verdadero Amigo, que es Jesucristo nuestro Salvador.
Job preguntó en una ocasión: “Si el hombre muriere ¿volverá a vivir?” Es la pregunta de muchas personas también, pero más adelante él dijo: “Yo sé que mi Redentor vive, y después de muchos días en mi carne lo he de ver.”
Por lo tanto, nuestro Redentor vive, Él resucitó de entre los muertos, tiene un cuerpo glorificado, Su cuerpo glorificado, y está sentado a la Diestra de Dios en el Cielo, está en el Trono de Dios, y Él es el que gobierna el Universo completo, Dios por medio de Él, y Él es nuestro Amigo, nuestro Amigo fiel, el cual nos ha prometido la Vida eterna en Su Reino. Por lo tanto, nuestra fe y nuestra esperanza está colocada en el Verdadero Amigo, que es Jesucristo nuestro Salvador.
No es la voluntad de Dios que nosotros perezcamos, sino que vivamos eternamente con Cristo en Su Reino. Y veamos qué tenemos que hacer para poder entrar al Reino de Cristo y vivir con Él en Su Reino. En el libro de los Hechos, capítulo 2, verso 36 en adelante, Pedro predicando el Día de Pentecostés, dijo:
“*Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo.”*
Por eso es que llamamos a Jesús: SEÑOR JESUCRISTO, porque Dios lo ha hecho: Señor y Cristo.
También Pedro en el capítulo 4, verso 12 del libro de los Hechos dijo: “Porque no hay otro nombre dado a los hombres en que podamos ser salvos.” No hay otro nombre. ¿Y cuál es el único Nombre en el cual podemos ser salvos? Señor Jesucristo, ése es el Nombre.
“*Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos?*
*Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.*
*Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare.*
*Y con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba, diciendo: Sed salvos de esta perversa generación.*
*Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas.”*
Como tres mil personas que escucharon la predicación de San Pedro lleno del Espíritu Santo, creyeron y fueron bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo y Cristo los bautizó con Espíritu Santo y Fuego y obtuvieron el nuevo nacimiento, nacieron en el Reino de Cristo, obtuvieron ese nacimiento del Agua y del Espíritu.
Y ahora, cada uno de nosotros en esta noche, hemos estado escuchando la predicación del Evangelio de Cristo, y hemos escuchado también que Cristo dijo:
“*Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.*
*El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”* San Marcos, capítulo 16, versos 15 al 16.
Ahora ¿cuántos ya han creído? Hemos creído. ¿Cuántos han sido bautizados en agua en Su Nombre, en el Nombre del Señor Jesucristo? Amén. Por lo tanto, Cristo nos ha perdonado, nos ha limpiado con Su Sangre preciosa y nos ha bautizado con Su Espíritu Santo y fuego y ha producido en nosotros el nuevo nacimiento, es Él el que produce el nuevo nacimiento en todos los que escuchan Su Voz y creen y obedecen Su mandato, y esos son los verdaderos amigos del Señor Jesucristo.
¿Y dónde están los verdaderos amigos de Jesucristo? Aquí estamos en esta noche dándole gracias a Jesucristo por Su buena amistad para con nosotros, y nosotros decimos de Él que Él es nuestro verdadero Amigo, el cual nos ha dado y nos da a conocer todas las cosas que oye del Padre, que ha oído del Padre.
Y ahora, toda persona que todavía no ha recibido a Cristo como su Salvador, se ha estado perdiendo la bendición de la salvación y Vida eterna, se ha estado perdiendo la bendición del perdón de sus pecados y la limpieza de sus pecados por la Sangre de Jesucristo nuestro Salvador, y por consiguiente no está reconciliado con Dios, y por consiguiente va rumbo al lago de fuego.
Pero no quieren, no quiere la persona ir al lago de fuego, antes de ir al lago de fuego van a la quinta dimensión, que es el infierno, pero tampoco desean ir al infierno. ¿Y qué pueden hacer esas personas? Pues lo mismo que nosotros hicimos: recibir a Cristo como nuestro Salvador, el cual nos salva del pecado y de la muerte, de la muerte espiritual y de la muerte física, nos salva de la muerte, de la segunda muerte, que es el lago de fuego. Es el único que me puede salvar a mí y a ti de la segunda muerte; Jesucristo es Su Nombre.
Y ahora, toda persona que no ha recibido a Cristo como su Salvador y en esta noche desea que Cristo salve su alma y desea vivir con Cristo eternamente en Su Reino, puede levantar su mano y estaré orando por usted en esta noche, y puede pasar *acá* al frente para así orar por todas las personas que pasarán al frente para recibir la oración de la confesión de su fe. Cristo dijo: “El que me confesare delante de los hombres, Yo también le confesaré delante de Mi Padre.”
Así que toda persona que confiesa a Cristo aquí en la Tierra, recibiéndolo como su Salvador, lo confiesa públicamente delante de los seres humanos, Cristo lo confesará delante de nuestro Padre Celestial: ésa es la promesa que Cristo ha hecho.
Por lo tanto, todos queremos que Cristo nos confiese delante de nuestro Padre Celestial y diga: “Estas personas me recibieron como su Salvador, Yo los he perdonado y los he limpiado con mi Sangre preciosa de todo pecado. Estas personas también han sido bautizadas en agua en mi Nombre, y Yo los he bautizado con Espíritu Santo y Fuego, estas personas han obtenido el nuevo nacimiento, han nacido en mi Reino, son parte de mi Reino, son parte de mi Iglesia.” Y el Padre Celestial aceptará todo lo que Cristo diga en nuestra defensa, y dirá: “Entren en el gozo de vuestro Señor, entren a vivir eternamente con Cristo en Su Reino.” Él es nuestro Amigo, nuestro Amigo fiel, y con Él es que queremos vivir en Su Reino por toda la eternidad.
Por lo tanto, así como una pareja de novios, cuando llega el día del matrimonio van frente al ministro y el ministro pregunta (entre las cosas que él habla o pregunta), le pregunta a la novia y al novio: “¿Recibes este hombre por esposo?” Le pregunta a la novia, y ella dice: “Sí, yo lo recibo.” Es una confesión pública que ha hecho delante de todas las personas, que son los testigos que están presentes. Y luego le preguntan al novio: “¿Recibes tú a esta joven por esposa?” Y él dice: “Sí, yo la recibo.”
Y ahora, Cristo es el Esposo y la Iglesia es la Esposa, y nosotros somos miembros de la Iglesia de Jesucristo, y así confesamos a Cristo públicamente, como lo hace una novia cuando está siendo casada con su novio por el ministro. Y luego Cristo nos confiesa delante de nuestro Padre Celestial y nos reconoce como miembros de Su Iglesia, de Su Iglesia, que es Su Esposa, Su Esposa-Novia.
Ahora, hemos visto que esta confesión pública es muy importante, porque Él dijo: “El que me confesare delante de los hombres, Yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los Cielos.”
Por lo tanto, esta noche ustedes están haciendo una confesión pública de que han creído en Jesucristo como vuestro Salvador personal y que lo han recibido en sus almas como Salvador, y a Él han confesado sus pecados y Él les perdona y les limpia con Su Sangre preciosa y les confesará delante de nuestro Padre Celestial. Ésa es la garantía que nos da el verdadero Amigo nuestro, que es Jesucristo nuestro Salvador.
Todavía estamos esperando por las últimas personas que pasen, para orar ya por todos los que están aquí presentes; porque todavía hay más personas que desean vivir eternamente con Cristo en Su Reino, y esto es lo que hay que hacer para que Cristo nos reciba, nos acepte y nos confiese delante de nuestro Padre Celestial como Sus amigos verdaderos.
Todavía... hay más personas todavía para recibir a Cristo. Vamos a dar más o menos unos minutos en lo que pasan, para luego orar por todos, para que Cristo les reciba, les perdone, les limpie con Su Sangre preciosa, sean bautizados en Su Nombre y Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y así obtengan el nuevo nacimiento, nazcan, entren al Reino de Cristo, nazcan en y a la Vida eterna.
Todavía vienen más personas que también como ustedes desean vivir eternamente con Jesucristo nuestro Amigo fiel. Todavía siguen pasando más personas porque han comprendido que es una oportunidad única que Dios nos está dando para que recibamos al verdadero Amigo: Jesucristo, el cual nos garantiza que viviremos con Él eternamente en Su Reino.
Todavía vienen más personas por *acá*. Estamos esperando todavía, porque así como ustedes hay más personas que quieren vivir eternamente con Cristo en Su Reino eterno. Unos segunditos ya, y oraremos por todos.
También los niños de 12 años en adelante pueden recibir a Cristo como su Salvador personal, y también personas que en alguna ocasión servían a Cristo y se apartaron de Cristo, pueden ser reconciliados en esta noche también, porque Cristo les continúa amando. El Amor de Cristo es eterno para con nosotros.
Ya estamos listos para orar por las personas que han pasado al frente. Vamos a repetir:
***La Sangre de Jesucristo me limpia de todo pecado, creo en el Sacrificio de Cristo realizado en la Cruz del Calvario, creo en la Sangre de Jesucristo derramada en la Cruz del Calvario, creo que Su Sangre me limpia de todo pecado. En la Cruz del Calvario fue derramada Su Sangre que quitó el pecado del mundo, que nos limpió de todo pecado.***
***Y ahora en esta noche, Señor Jesucristo, yo Te recibo como mi Salvador, yo creo en Ti, creo en Tu Sacrificio, creo que Tú eres mi Salvador, creo que Tú eres mi verdadero Amigo que has venido a la Tierra para salvar mi alma; y en esta noche entrego en Tus manos mi alma. Perdona mis pecados, límpiame con Tu Sangre preciosa de todo pecado.***
***Y, Señor Jesucristo, seré bautizado en agua en Tu Nombre, como Tú has ordenado, cuando dijiste: “El que creyere y fuere bautizado será salvo.” Yo he creído y seré bautizado en agua en Tu Nombre. Te pido que también Tú me bautices con Espíritu Santo y Fuego cuando sea bautizado en agua en Tu Nombre.***
***Padre Celestial, he hecho confesión pública de mi fe en Jesucristo como mi Salvador personal. Señor Jesucristo, en Tus manos me encomiendo, guía mi vida todos los días de aquí en adelante. Y, Señor, cuando termine mi tiempo en este cuerpo terrenal, dame un nuevo cuerpo para continuar viviendo contigo eternamente en Tu Reino. Te lo pido Padre en el Nombre del Señor Jesucristo. Amén y amén.***
Y ahora, estaré orando por ustedes delante de nuestro Padre Celestial. Inclinemos nuestros rostros y yo estaré orando por ustedes:
***Padre nuestro que estás en el Cielo, ante Tu Presencia vengo en el Nombre del Señor Jesucristo, y presento a Ti todas estas personas que han recibido a Cristo como su Salvador personal.***
***Padre Celestial en Tus manos los encomiendo, Señor, recíbelos en Tu Reino, y, Señor, guía sus vidas todos los días de aquí en adelante.***
***Y, Señor, que cuando llegue el momento de la Resurrección de los muertos, si alguno de ellos ha partido, Tú lo resucites en un cuerpo glorificado; pero si continúa vivo en la Tierra en estos cuerpos terrenales, que Tú lo transformes y le des el cuerpo nuevo y eterno y glorificado, igual a Tu cuerpo glorificado.***
***Señor, Dios eterno, en Tus manos encomiendo a todas estas personas que han recibido a Cristo como su Salvador personal y suficiente Salvador en esta noche. En Tus manos los entrego. En el Nombre del Señor Jesucristo ¡Oh, Padre Celestial! Amén y amén.***
Y ahora, siendo que Cristo dijo: “El que creyere y fuere bautizado será salvo, mas el que no creyere será condenado.” Se preguntarán: “Bueno, ya hemos creído, ¿cuándo nos van a bautizar?, porque queremos cumplir lo que ordenó Jesucristo nuestro Salvador: creer y ser bautizado en agua en Su Nombre.”
En una ocasión Felipe estuvo hablándole, predicándole a un hombre, a un eunuco, un hombre importante, e iban en el carro e iban hablando y luego el eunuco dijo a Felipe, cuando vio un lugar con agua, dijo: “He aquí agua, ¿qué impide que yo sea bautizado?” Felipe le dice: “Si crees con todo tu corazón, bien puedes.” Y el eunuco dijo: “Yo he creído que Jesucristo es el Hijo de Dios.”
Y ustedes han creído que Jesucristo es el Hijo de Dios, y es el Salvador de cada uno de ustedes y lo han recibido como Salvador; por lo tanto, bien pueden ser bautizados en agua esta misma noche ¿hay agua?, el ministro aquí me dice que aquí hay agua, hay un bautisterio *aquí* y otro bautisterio *acá* y otro *aquí* bajo la plataforma, la cual pueden mover y luego ahí también pueden ser bautizados; moverán la cubierta, la tapa del bautisterio que es esta plataforma y *ahí* tendrán también otro bautisterio, o sea, un bautisterio *aquí*, otro *acá* y otro *acá:* tres bautisterios para bautizar a todas las personas que han creído en Cristo y lo han recibido como su Salvador personal.
Por lo tanto, la pregunta: “¿Cuándo voy a ser bautizado (bautizado o bautizada)?” Queda contestada: Si crees, si has creído, bien puedes hoy mismo ser bautizada o bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.
Los ministros que bautizarán, los bautistas, estarán ya listos aquí para efectuar los bautismos en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, como dice la Escritura:
“*Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.*
*Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos* (también)*”*
Así que dejaré al Rvdo. Juan Zamorano, para que les diga dónde están los lugares en que pueden ser cambiados de ropa, para que su ropa seca no se les moje y luego puedan cambiarse de nuevo y regresar a sus hogares con la ropa que ustedes trajeron seca, y así ir dándole gracias a Cristo por la bendición que les ha dado en esta noche. Con nosotros nuevamente el Rvdo. Juan Zamorano, para indicarles cómo hacer.
Muchas gracias por vuestra amable atención y continúen pasando una noche llena de las bendiciones de Jesucristo nuestro Salvador, nuestro verdadero Amigo, el cual nos dice cómo entrar al Reino de Dios y cómo obtener la salvación y Vida eterna.
Que Dios les bendiga y les guarde a todos.
“**EL VERDADERO AMIGO.”**