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Cristo, el Unico Lugar seguro 2003-08-06 3 Austin Texas US 00:00:00 false

Muy buenas noches, amados amigos y hermanos presentes; es para mí una bendición y privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final. Para los que no estaban ayer en la noche, reciban saludos de mi esposa Erica y también de mis niñas América y Yahannah Gabriela.

Para esta ocasión leemos en Efesios, capítulo 3, versos 3 en adelante, donde dice:

que por revelación me fue declarado el misterio, como antes lo he escrito brevemente,

leyendo lo cual podéis entender cuál sea mi conocimiento en el misterio de Cristo,

misterio que en otras generaciones no se dio a conocer a los hijos de los hombres, como ahora es revelado a sus santos apóstoles y profetas por el Espíritu:

que los gentiles son coherederos y miembros del mismo cuerpo, y copartícipes de la promesa en Cristo Jesús por medio del evangelio,

del cual yo fui hecho ministro por el don de la gracia de Dios que me ha sido dado según la operación de su poder.

A mí, que soy menos que el más pequeño de todos los santos, me fue dada esta gracia de anunciar entre los gentiles el evangelio de las inescrutables riquezas de Cristo,

y de aclarar a todos cuál sea la dispensación del misterio escondido desde los siglos en Dios, que creó todas las cosas;

para que la multiforme sabiduría de Dios sea ahora dada a conocer por medio de la iglesia a los principados y potestades en los lugares celestiales,

conforme al propósito eterno que hizo en Cristo Jesús nuestro Señor,

en quien tenemos seguridad y acceso con confianza por medio de la fe en él.”

Nuestro tema es: “CRISTO, EL ÚNICO LUGAR SEGURO.”

Porque en Él, dice: “conforme al propósito eterno que hizo en Cristo Jesús nuestro Señor,

en quien tenemos seguridad y acceso con confianza por medio de la fe en él.”

Es en Cristo donde tenemos confianza, porque Él es el lugar seguro.

CRISTO, EL ÚNICO LUGAR SEGURO.”

Dios conforme a Su Programa reuniría todas las cosas en Cristo, las que están en los Cielos y las que están también en la Tierra. Ése es el propósito divino de reunir todas las cosas en Cristo.

Ahora, de esto es que Él ha estado hablando en diferentes ocasiones a Su pueblo.

Vean, en Colosenses, capítulo 1, verso 20, dice:

y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz.”

Y ahora, la reconciliación de todas las cosas es a través de Jesucristo nuestro Salvador. Nadie puede ser reconciliado con Dios, a menos que sea a través de Jesucristo, al cual recibimos como nuestro Salvador, el cual perdona nuestros pecados y con Su Sangre nos limpia de todo pecado y nos reconcilia con Dios. Hablándonos de esta reconciliación, dice San Pablo en Segunda de Corintios, capítulo 5, versos 18 en adelante, dice... ó 17 en adelante, dice:

De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.

Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación;

que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación (o sea, el Evangelio de la Gracia, que es la Palabra de la reconciliación).”

Y por medio de esa Palabra de la reconciliación, el Evangelio de la Gracia, se da a conocer a todo ser humano que puede ser reconciliado con Dios a través de Jesucristo, y obtener así el perdón de los pecados.

Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios.”

Y ahora, en Romanos, capítulo 5 también nos habla de esta reconciliación que es realizada a través de Cristo en favor de todos nosotros, y dice en el capítulo 5 de Romanos, versos 6 en adelante:

Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos.

Ciertamente, apenas morirá alguno por un justo; con todo, pudiera ser que alguno osara morir por el bueno.

Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.

Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira.

Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida.

Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en Dios por el Señor nuestro Jesucristo, por quien hemos recibido ahora la reconciliación.”

Esta reconciliación del ser humano con Dios es a través de Jesucristo y fue reflejada en el Antiguo Testamento en medio del pueblo hebreo. Por eso es que desde los tiempos de Adán en adelante, el ser humano por orden divina ha estado ofreciendo a Dios sacrificios por el pecado, y ha recibido el perdón de sus pecados y han sido cubiertos con la sangre de esos animalitos que fueron sacrificados por el pecado de las personas. Pero el pecado no pudo ser quitado de ellos, porque la sangre de los animalitos no quita el pecado porque los animales no tienen alma. Eso señalaba que algún día vendría un sacrificio perfecto, por un hombre perfecto, el cual sería el Sacrificio que Dios aceptaría por los pecados del ser humano.

Por lo tanto, todos esos sacrificios de animalitos que el pueblo hebreo ofrecía a Dios en el Antiguo Testamento, eran tipo y figura de Cristo y Su Sacrificio en la Cruz del Calvario. Por eso es que ya no se necesitan sacrificios de animalitos: porque ya Cristo realizó el Sacrificio perfecto por el pecado en la Cruz del Calvario, para Él limpiarnos de todo pecado y reconciliarnos con Dios.

Veamos en Levítico, capítulo 23, verso 26 en adelante, donde él nos dice:

También habló Jehová a Moisés, diciendo:

A los diez días de este mes séptimo será el día de expiación (o sea, será el Día de Expiación); tendréis santa convocación, y afligiréis vuestras almas, y ofreceréis ofrenda encendida a Jehová.

Ningún trabajo haréis en este día; porque es día de expiación, para reconciliaros delante de Jehová vuestro Dios.

Porque toda persona que no se afligiere en este mismo día, será cortada de su pueblo.”

Este día 10 del mes séptimo de cada año era el día de la expiación, en donde se ofrecía el sacrificio por el pecado, se ofrecía el sacrificio por el pecado, el sacrificio del macho cabrío de la expiación, el macho cabrío que era por Jehová. Y toda persona en ese día tenía que afligirse por sus pecados, o sea, estar arrepentidos de sus pecados, y estar dolido en su alma por haber pecado contra Dios; y Dios al la persona pedir perdón a Dios por haber pecado contra Dios, Dios los perdonaba y eran cubiertos con la sangre de la expiación, y eran reconciliados con Dios por un año más.

¿Por qué por un año y no para siempre? ¿Por qué tenían que hacerse sacrificios todos los años? Porque siendo que era por - con un animalito, los animales no son perfectos, por lo tanto tenían que hacer eso todos los años, y así recibían ellos el derecho a vivir un año más; cada año tenían que hacer el mismo sacrificio por el pecado para ser reconciliados por un año más. El que no venía afligido ante Dios y pedía perdón a Dios por sus pecados en ese día, no quedaba perdonado y no quedaba cubierto con la sangre de la expiación, y no quedaba perdonado, por lo tanto perdía el derecho a vivir un año más, Dios lo cortaba del pueblo.

Eso tipifica que luego en el Nuevo Testamento cuando ha sido realizado el sacrificio por el pecado del ser humano, toda persona está llamada a venir a los pies de Cristo arrepentido de sus pecados, dolido por haber pecado contra Dios, y pedir perdón a Dios por haber pecado, y la persona recibe el perdón de sus pecados, porque ha recibido a Cristo como su Salvador, que es el Sacrificio por el pecado. Y Cristo con Su Sangre lo limpia de todo pecado, y queda reconciliado con Dios para vivir, no por un año más, sino para vivir por toda la eternidad en el Reino de Dios con Jesucristo nuestro Salvador.

LA RECONCILIACIÓN DEL NUEVO TESTAMENTO QUE CRISTO HACE ES PARA TODA LA ETERNIDAD.

Ahora, ese ciclo del día de la expiación que se llevaba a cabo en medio del pueblo hebreo del día diez del mes séptimo de cada año, corresponde al ciclo divino de la Dispensación de la Gracia, que comenzó desde que Cristo murió en la Cruz del Calvario. Desde ese día en el Cielo, en el Templo Celestial, se ha estado viviendo el Día de la Expiación, y millones de seres humanos han recibido a Cristo como su Salvador, y han sido perdonados, han sido lavados con la Sangre de Cristo, y han sido reconciliados con Dios, y han obtenido la salvación de su alma, y han obtenido Vida eterna. “Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido,” para reconciliarlos con Dios y restaurarlos a la Vida eterna.

Ahora, encontramos que el propósito de la Primera Venida de Cristo fue realizar el Sacrificio por el pecado, para que el ser humano pueda ser reconciliado con Dios. “Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos.” Mateo 20, verso 28, y San Marcos, capítulo 10, verso 45.

Hubo un precio por el rescate, hubo un precio, y en el Sacrificio por el pecado encontramos que tenía que morir un animalito.

Y ahora, en el Nuevo Testamento el precio por el rescate lo pagó Cristo y murió en la Cruz del Calvario y derramó Su Sangre por todos nosotros, ¿para qué? Para rescatarnos a todos nosotros. Por eso en Primera de Timoteo, capítulo 2, verso 3 en adelante, nos dice San Pablo de la siguiente manera... vamos a ver capítulo 2 de Primera de Timoteo, verso 3 en adelante, dice:

Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador.”

Ahora, ¿quién es nuestro Salvador? El mismo Dios, el cual se hizo carne y habitó en medio de la raza humana, en medio del pueblo hebreo en un cuerpo de carne llamado Jesús.

...el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad.

Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre,

el cual se dio a sí mismo en rescate por todos, de lo cual se dio testimonio a su debido tiempo.”

Y ahora, Él se dio a Sí mismo en rescate por todos nosotros, para que nosotros pudiésemos ser rescatados del reino de las tinieblas, y ser colocados en el Reino de Cristo nuestro Salvador, que es el Reino de Luz. El reino de las tinieblas será destruido totalmente, y dejarán de existir el diablo y todos los Ángeles caídos, y todas las personas que permanezcan en el reino de las tinieblas. Pero el Reino de Cristo es un Reino eterno; y por consiguiente Cristo y todas las personas que entran a Su Reino son eternas. Por eso Cristo dijo a Nicodemo: “De cierto, de cierto te digo, que el no nazca de nuevo no puede ver el Reino de Dios.” Nicodemo le pregunta: “¿Cómo puede hacerse esto? ¿Puede acaso el hombre ya siendo viejo entrar en el vientre de su madre y nacer, y nacer de nuevo?” Cristo le dice: “De cierto, de cierto te digo, que el que no nazca del Agua y del Espíritu, no puede entrar al Reino de Dios.” Y Nicodemo estaba interesado en entrar al Reino de Dios.

Y ahora, toda persona tiene la oportunidad de entrar al Reino de Dios por medio de Jesucristo nuestro Salvador, recibiéndolo como su Salvador, lavando sus pecados en la Sangre de Cristo, siendo bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego, y la persona obtiene el nuevo nacimiento, y así nace en el Reino de Cristo. Así como usted y yo entramos a este reino terrenal de mortales, ¿cómo? por medio del nacimiento natural.

Ahora, por medio del nacimiento espiritual, al obtener el nuevo nacimiento entramos al Reino de Cristo, y obtenemos un cuerpo angelical de la sexta dimensión, del Paraíso, y luego obtendremos el cuerpo físico glorificado, para vivir con Cristo en Su Reino terrenal, que será el Reino Milenial sobre el Trono de David, sobre el cual Cristo gobernará sobre todo el pueblo hebreo y sobre todas las naciones.

Ahora, es por medio de Cristo que recibimos el perdón de nuestros pecados; es por medio de Cristo y Su Sangre que somos limpios de todo pecado, y somos reconciliados con Dios para vivir eternamente en Su Reino: así es como confirmamos nuestro lugar en la Vida eterna. Por eso toda persona está llamada a recibir a Cristo como su Salvador y así confirmar su lugar en la Vida eterna, para ser reconciliado con Dios y tener el derecho a vivir eternamente con Cristo en Su Reino.

Ahora, tenemos el Nuevo Pacto del cual Dios habló que establecería con Su pueblo, y la Sangre del Nuevo Pacto es la Sangre de Jesucristo nuestro Salvador. Ya no tenemos que sacrificar animalitos por el pecado, porque ya tenemos el Sacrificio perfecto de Cristo, y tenemos la Sangre del Nuevo Pacto, la Sangre de Jesucristo nuestro Salvador.

Por lo tanto, al recibir a Cristo como nuestro Salvador, lavar nuestros pecados en Su Sangre, ser bautizados en agua en Su Nombre y recibir Su Espíritu Santo, obtenemos el nuevo nacimiento, nacemos en el Reino de Cristo, y entramos así al Reino de Cristo, y así entramos al único lugar seguro. No hay otro lugar seguro sino en Cristo y Su Reino.

Lo más importante para el ser humano es la Vida; y si la vida física es importante, mucho más la Vida eterna. La Vida eterna es lo más importante. No hay otra cosa más importante, y esta Vida está escondida en Jesucristo nuestro Salvador, porque Él es el Árbol de la Vida eterna.

Y ahora, por cuanto no hay nada más importante que la Vida eterna, y toda persona quiere encontrar la Vida eterna, tenemos entonces que todos recibir a Cristo como nuestro Salvador, porque Él es la Vida eterna, y en Él está la Vida eterna para ser impartida a todo ser humano. En el Evangelio según San Marcos, capítulo 16, el mismo Cristo ya resucitado antes de ascender al Cielo, dice a Sus discípulos de la siguiente manera. En el capítulo 16, verso 15 al 16 dice Cristo (de San Marcos):

Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.

El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”

Nadie quiere ser condenado, nadie quiere ir al juicio final y ser juzgado y ser condenado y echado en el lago de fuego; todos queremos vivir eternamente con Cristo en Su Reino.

¿Y quiénes vivirán con Cristo en Su Reino eternamente? Todos los que creyeren y fueren bautizados. “El que creyere y fuere bautizado será salvo, mas el que no creyere será condenado.” También en el libro de los Hechos, capítulo 2, el Apóstol San Pedro predicando, dice en el capítulo 2, verso 21 en adelante (20 al 21), dice:

El sol se convertirá en tinieblas,

Y la luna en sangre,

Antes que venga el día del Señor,

Grande y manifiesto;

Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.”

Y ahora, en el mismo capítulo 2, versos 36 en adelante, dice San Pedro:

Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo.”

Por eso es que a Jesús lo llamamos SEÑOR JESUCRISTO: porque Dios lo ha hecho Señor y Cristo.

Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos?

Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.

Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare.

Y con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba, diciendo: Sed salvos de esta perversa generación.

Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas.”

Encontramos que el Espíritu Santo en los Apóstoles les hablaba acerca de la salvación a través de Jesucristo, porque Cristo es el único lugar seguro. Para estar seguros de la Vida eterna hay que estar en Cristo, y para estar en Cristo hay que recibirlo como nuestro Salvador personal, y Él nos coloca en Su Reino, Su Iglesia, Su Cuerpo Místico de creyentes.

También San Pedro en el capítulo 4, verso 12, dice (Nota - Libro de los Hechos):

Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.”

No hay otro nombre, por lo tanto en ningún otro hay salvación, solamente en Jesucristo nuestro Salvador. Él es el único lugar seguro. Y toda persona que quiera tener seguridad de que vivirá eternamente, tiene que estar en un lugar seguro: en Cristo nuestro Salvador, recibiéndolo como nuestro Salvador, lavando sus pecados en la Sangre de Cristo y siendo bautizado en agua en Su Nombre, y recibiendo Su Espíritu Santo, y así entra al Reino de Dios y se encuentra en un lugar seguro: se encuentra en Cristo, se encuentra como un miembro del Cuerpo Místico de Cristo, de la Iglesia del Señor Jesucristo dentro del Nuevo Pacto, cubierto con la Sangre del Nuevo Pacto, que es la Sangre de Jesucristo nuestro Salvador.

Y ahora, todos los que quieren estar seguros de la Vida eterna tienen que estar en un lugar seguro: en Jesucristo nuestro Salvador, porque Cristo es el único lugar seguro, y es Cristo el único que tiene salvación y Vida eterna para todos nosotros, porque no hay otro nombre dado a los hombres en que podamos ser salvos, solamente hay uno y se llama Señor Jesucristo. Él es el único lugar seguro para mí, ¿y para quién más? Para cada uno de ustedes también.

Por lo tanto, todos los que ya han recibido a Cristo como su Salvador, han lavado sus pecados en la Sangre de Cristo, han sido bautizados en agua en Su Nombre y ha recibido Su Espíritu Santo, han obtenido el nuevo nacimiento y están en el lugar seguro, que es Jesucristo nuestro Salvador, están en Cristo, el único lugar seguro.

Los que no han recibido a Cristo como su Salvador, todavía no están en el único lugar seguro, por lo tanto no tienen seguridad de la Vida eterna, no tienen seguridad de que vivirán eternamente con Cristo en Su Reino, porque no están en Cristo, el único lugar seguro. Pero en esta noche pueden entrar al único lugar seguro: a Cristo, recibiéndolo como su Salvador, lavando sus pecados en la Sangre de Cristo y siendo bautizados en agua en Su Nombre, y Cristo les bautizará con Espíritu Santo y Fuego, conforme a como Él ha prometido.

Por lo tanto, en esta noche tendrán oportunidad todos los que han escuchado y todavía no han recibido a Cristo como su Salvador: de recibir a Cristo como su Salvador personal. También los niños de doce años en adelante pueden recibir a Cristo como su Salvador; y los que una vez servían a Cristo y se descarriaron pueden ser reconciliados con Cristo.

Y los que nunca en la vida han recibido a Cristo, lo pueden recibir en esta noche también, y el Rvdo. Miguel Bermúdez Marín estará orando por ustedes en esta noche, para que Cristo extienda Su Misericordia sobre ustedes, les perdone, les limpie con Su Sangre preciosa, y sean bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo los bautice con Espíritu Santo y Fuego, y obtengan el nuevo nacimiento, y sean así reconciliados con Dios, y estén en Cristo, el único lugar seguro.

Por lo tanto, dejaré al Rvdo. Miguel Bermúdez Marín ya con nosotros para que ore por las personas que recibirán a Cristo como su Salvador personal.

Ha sido para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta noche, dándoles testimonio de: “CRISTO, El ÚNICO LUGAR SEGURO.”

Muchas gracias por vuestra amable atención amables amigos y hermanos presentes, y continúen pasando una noche llena de las bendiciones de Jesucristo nuestro Salvador.

Con nosotros el Rvdo. Miguel Bermúdez Marín.

CRISTO, El ÚNICO LUGAR SEGURO.”