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title: 'Escondidos en Cristo'
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date: 2003-08-05
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city: Austin
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state: Texas
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Muy buenas noches, amados amigos y hermanos presentes; es para mí una bendición grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final. Reciban todos saludos de mi esposa Erica y también de mis niñas América y Yahannah Gabriela.
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Para esta ocasión, leemos en Colosenses, capítulo 3, verso 1 al 4, donde dice San Pablo:
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“*Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios.*
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*Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra.*
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*Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios.*
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*Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria.”*
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Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.
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Nuestro tema para esta ocasión es: **“ESCONDIDOS EN CRISTO.”**
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Que Dios nos abra las Escrituras y nos muestre cómo estamos escondidos en Cristo.
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“**ESCONDIDOS EN CRISTO.”**
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Nuestra vida, la Vida eterna está en Cristo, y de Cristo es que nosotros la hemos recibido. Ahora, ¿desde cuándo estamos nosotros en Cristo? Eternamente hemos estado en Cristo. Dice San Pablo en Colosenses, capítulo 1, versos 12 en adelante, dice:
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“*Con gozo dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz;*
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*el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo.”*
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Aquí nos muestra que Dios por medio de Cristo nos ha libertado de las tinieblas, o sea, del reino de las tinieblas, del reino del maligno, y nos ha trasladado al Reino de Jesucristo, el Hijo de Dios; o sea, hubo un cambio de Reino.
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Cuando en un país en que viven muchas personas, se anuncia que en una guerra va a ser destruido ese país ¿qué hacen las personas que quieren escapar por sus vidas? Salen de ese país.
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Y el reino de las tinieblas conforme a la Escritura va a ser destruido. Por lo tanto, hay que salir del reino de las tinieblas. Y así como Dios con aquellas plagas destruyó a Egipto; los hebreos tenían que salir de Egipto y Dios los sacó, los libertó del reino de las tinieblas del faraón, de ese reino que los tenía esclavizados, y los llevó a la Tierra prometida. Todo eso lo hizo Dios por medio de Cristo, por medio de Su Espíritu Santo, por medio del Ángel del Pacto, que es Cristo en Su cuerpo angelical manifestándose a través del Profeta Moisés.
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Y ahora, en el Segundo Éxodo Cristo, el Ángel del Pacto, nos ha libertado del reino de las tinieblas y nos ha colocado en Su Reino. El mismo que libertó al pueblo hebreo, ahora vino en carne humana y fue conocido por el nombre de Jesús y ha realizado la liberación de todos los escritos en el Cielo en el Libro de la Vida del Cordero desde antes de la fundación del mundo, los ha libertado del reino de las tinieblas y los ha colocado Cristo en Su Reino.
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Y ahora, Su Reino por cuanto es eterno y es celestial, San Pablo nos dice que pongamos nuestra mira, nuestra mirada no en las cosas de la Tierra, pues las cosas de la Tierra pertenecen al reino de las tinieblas; nos dice que pongamos las cosas en las cosas del Cielo, las cosas del Reino de Jesucristo nuestro Salvador, el cual está en una fase o esfera espiritual, el cual se materializará y establecerá Dios el Reino Divino, el Reino de Dios, en este planeta Tierra, y será el glorioso Reino milenial de Cristo.
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Pero por el momento estamos pasando por una etapa espiritual donde Dios por medio de Cristo está creando una Nueva Raza con Vida eterna, una Nueva Raza nacida del Cielo por medio del nuevo nacimiento, que se produce en aquellas personas que reciben a Cristo como su Salvador, lavan sus pecados en la Sangre de Cristo y son bautizadas en agua en Su Nombre, y Cristo los bautiza con Espíritu Santo y Fuego, y esas personas nacen de nuevo, nacen del Cielo.
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Porque el nacimiento natural que obtuvimos a través de nuestros padres terrenales nos colocó en el reino de las tinieblas; pero con el nuevo nacimiento somos libertados del reino de las tinieblas y colocados en el Reino de Dios, el Reino de Jesucristo nuestro Salvador. Y luego Él nos dará un cuerpo nuevo, eterno, inmortal, incorruptible y glorificado, el cual será igual al cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador, para vivir eternamente en el Reino literal de Jesucristo nuestro Salvador, para vivir con Cristo en el Reino Milenial y luego por toda la eternidad, y para ir a la gran Fiesta de la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo.
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Por lo tanto, la bendición de Dios en el Reino de Cristo, para todos los que están escondidos en Cristo, es grande. En el reino de las tinieblas no hay bendición, pero en el Reino de Cristo sí que hay bendición, y es bendición sobre bendición por toda la eternidad.
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Ahora, continuemos leyendo aquí, dice:
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“*En quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados.”*
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Vean, la Redención es por medio de la Sangre de Cristo derramada en la Cruz del Calvario, y el perdón de nuestros pecados, Él nos perdona nuestros pecados y nos limpia con Su Sangre preciosa y nos deja como si nunca en la vida hubiésemos pecado, o sea, quedamos justificados delante de Dios.
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“*El es la imagen del Dios invisible.”*
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Cristo es la imagen del Dios invisible. ¿Y qué es la imagen del Dios invisible? El cuerpo angelical de Dios, el cual en el Antiguo Testamento es llamado el Ángel del Pacto o Ángel de Jehová, el cual es Cristo en Su cuerpo angelical.
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Ese Ángel de Jehová que le apareció al Profeta Moisés y que libertó al pueblo hebreo a través del Profeta Moisés, es Cristo en Su cuerpo angelical, no tenía Su cuerpo de carne todavía, por lo tanto, tenía que estar usando cuerpos de carne de Profetas que Él enviaba a la Tierra. Pero luego que tuvo Su cuerpo de carne, el cual fue engendrado en el vientre de María y nació a través de la virgen María en Belén de Judea, a través de ese cuerpo de carne llevó a cabo la Obra de Redención en la Cruz del Calvario.
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Por medio de ese cuerpo de carne Dios habló, por medio de ese cuerpo de carne Dios llevó a cabo la Redención de cada hijo e hija de Dios, por medio de ese cuerpo de carne es que han sido redimidos todos los escogidos de Dios escritos en el Cielo en el Libro de la Vida del Cordero desde antes de la fundación del mundo.
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Y ahora, ¿dónde estaban esas personas antes de venir a la Tierra? Todo el tiempo eternamente estábamos en Dios. Y cuando de Dios mismo surgió, salió Su cuerpo angelical, esa teofanía, ese cuerpo de hombre, pero de la sexta dimensión, ahí Dios colocó todo Su Programa de Creación. Por eso veamos lo que a continuación nos dice:
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“*El es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación.*
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*Porque en él fueron creadas todas las cosas* (en Cristo fueron creadas todas las cosas)*, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles.”*
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Porque hay un mundo invisible y hay un mundo visible; el mundo invisible surgió primero y de lo que no se ve fue hecho lo que se ve; de lo que no se veía: del mundo invisible, fue hecho lo que se ve: el mundo visible; eso es lo que nos enseña San Pablo en Hebreos, capítulo 11, verso 1 al 3, donde dice:
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“*Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.*
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*Porque por ella alcanzaron buen testimonio los antiguos.*
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*Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía.”*
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Y ahora, encontramos que Cristo no era visible a esta dimensión terrenal, pero en Cristo estaba toda la Creación, de Cristo surgió toda la Creación. Vean:
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“*Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él.*
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*Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten;*
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*y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, él que es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia;*
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*por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda plenitud,*
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*y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz.”*
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Y ahora, **¿cómo es que Dios creó en Cristo todas las cosas y estábamos en Cristo?** Aún antes de Cristo llevar a cabo la Creación, todo estaba en Cristo. Por lo tanto, ése es el misterio de Dios, el Padre y de Cristo. Y ahora, Dios, el Padre, estaba en Cristo en Su cuerpo angelical y todo fue colocado ahí, y por medio de Cristo en Su cuerpo angelical, Dios creó todas las cosas. Y todas las cosas fueron creadas por medio de Él: de Jesucristo y para Jesucristo.
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Por eso vean aquí en Hebreos, capítulo 1, verso 1 en adelante, 1 al 3, dice San Pablo:
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“*Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas,*
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*en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo.”*
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**¿Por medio de quién Dios hizo el Universo?** Por medio de Jesucristo nuestro Salvador. Cuando la Escritura en Génesis, capítulo 1, verso 1, dice: “En el principio creó Dios los Cielos y la Tierra.” ¿Cómo fue que los creó? Por medio de Jesucristo, por medio de Jesucristo estando en Su cuerpo angelical, Dios en Jesucristo creó los Cielos y la Tierra. Sigue diciendo, dice:
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“*...a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo.”*
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**¿Quién es el Heredero de toda la Creación?** Jesucristo nuestro Salvador.
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**¿Cómo Dios creó todo el Universo?** Por medio de Jesucristo. Todo fue creado por medio de Él y para Él, Él es el heredero.
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“*...el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas.”*
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Y ahora, Cristo se ha sentado a la Diestra de la majestad en las alturas, y por eso Él tiene poder en los Cielos y la Tierra. Y Dios está reinando por medio de Cristo.
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Y ahora vean, todas las cosas que Dios ha hecho, las ha hecho por medio de Jesucristo. Toda la Creación divina estaba en Jesucristo.
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Vean lo sencillo que es: Así como en un grano de trigo hay una planta de trigo con muchos granos de trigo. Eso es lo que usted ve en un grano de trigo como una simiente original. Pero el que no entiende, lo que ve es un grano de trigo, y le puede decir a usted: “Yo no veo ahí ninguna planta de trigo, ni ningunos otros granos de trigo.” Físicamente no se ve, pero potencialmente están ahí, y usted siembra ese grano de trigo y surge una planta de trigo, nace una planta de trigo, y entonces va creciendo y luego lleva muchos granos de trigo.
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¿Ven que estaba ahí en esa semilla de trigo: una planta de trigo con muchos granos de trigo? Estaba ahí todo potencialmente.
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Y en Cristo, antes de la Creación del Universo todo estaba en Jesucristo nuestro Salvador en Su cuerpo angelical, y Dios estaba en Cristo; porque Jesucristo en Su cuerpo angelical es el cuerpo angelical de Dios llamado el Ángel del Pacto o Ángel de Jehová; es la imagen de Dios, el cuerpo angelical de Dios. Y para Dios llevar a cabo la Creación del Universo, vean ustedes, de Dios salió ese cuerpo angelical, que es la imagen del Dios invisible, y luego estando Dios en ese cuerpo angelical, todo está ahí.
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Por lo tanto, toda la Creación del Universo está potencialmente en Cristo, y luego cuando Dios por medio de Cristo comienza a hablar y comienzan las cosas a venir a existencia, vean, todo lo que estaba ahí potencialmente comienza a surgir, porque toda la Creación estaba en Cristo: el mundo invisible y el mundo visible también. Primero surge el mundo invisible y después se materializa y aparece el mundo visible; y todo fue creado por medio de Él, de Jesucristo, y para Jesucristo, porque Dios estaba en Cristo.
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Ahora, encontramos que todos los hijos e hijas de Dios, así como los seres humanos están o estaban en su padre, en los lomos de su padre; como Leví estaba en los lomos de Abraham, todavía, pues no había nacido Isaac y mucho menos Jacob y mucho menos Leví; pero cuando Abraham recibió a Melquisedec y pagó los diezmos de todo a Melquisedec y Melquisedec le dio pan y vino. Ése Melquisedec es Cristo en Su cuerpo angelical, el cual es el Sumo Sacerdote del Dios Altísimo del Templo Celestial, y es el Rey de Salem: de Jerusalén, y Sacerdote del Dios Altísimo, y es Rey de Paz y Rey de Justicia.
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Y ahora, encontramos que cuando Abraham pagó los diezmos a Melquisedec, dice San Pablo que Leví estaba pagando los diezmos a Melquisedec también ¿por qué? Porque estaba en los lomos de Abraham.
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Ahora vean, de los lomos de Abraham pasó a los lomos de Isaac, de los lomos de Isaac pasó a los lomos de Jacob, y de los lomos de Jacob apareció materializado en un cuerpo de carne (Leví).
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Y ahora, todos nosotros como hijos e hijas de Dios estábamos en Dios y de Dios pasamos al cuerpo angelical de Cristo; porque en el cuerpo angelical de Cristo está Dios, y luego cuando llegó el tiempo para ser manifestados en carne humana aquí en la Tierra, hemos aparecido en cuerpos mortales, corruptibles y temporales en la permisiva voluntad de Dios. Hemos venido a existencia terrenal a través de la descendencia de Adán y Eva, a través de una raza caída, una raza que cayó de la Vida eterna.
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Algunas personas miran a Adán y a Eva en el Huerto del Edén a través de la Escritura, y ven que Dios había dicho que no tocaran ni comieran del árbol de la ciencia del bien y del mal, porque el día que comieran del árbol de la ciencia del bien y del mal, ese día morirían. Cuando Dios le dice eso a Adán todavía Eva no estaba manifestada, porque Eva estaba ¿dónde? En Adán.
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¿Ven? Y así como estaba Eva en Adán estábamos nosotros en Cristo. Y ahora - y así como Eva estaba en Adán estaba la Iglesia de Jesucristo en Cristo, porque la Iglesia es la segunda Eva, así como Cristo es el Segundo Adán.
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Y ahora, encontramos que luego que está la compañera de Adán ya en un cuerpo que Dios le formó de una costilla del costado de Adán, en donde colocó luego el espíritu femenino que estaba en Adán.
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Y ahora, encontramos que Adán luego le enseñó lo que Dios le había dicho con relación al árbol de ciencia del bien y del mal. Pero luego encontramos que al Eva comer del árbol de ciencia del bien y del mal, pecó contra Dios y dio a comer a Adán y Adán también pecó; pero no encontramos que físicamente murieron en ese momento; Adán vivió 930 años, y Eva vivió cientos de años también; pero al final murieron, porque ya habían caído de la gloria de Dios.
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“Por cuanto todos pecaron, todos fueron destituidos de la gloria de Dios,” tanto Adán y Eva, como todos los seres humanos que nacerían como descendientes de Adán y de Eva; por lo tanto, todos aparecerían en la Tierra sin el cuerpo angelical teofánico de la sexta dimensión, obtendrían un cuerpo espiritual, un espíritu del mundo y un cuerpo físico del mundo también; pero no un cuerpo eterno, ni un espíritu teofánico de la sexta dimensión.
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Ahora, encontramos que al aparecer en esta Tierra toda persona, a causa del pecado, nace ya con la muerte en él; porque por más que trate de evadir la muerte, en algún momento le llega, por eso es lo más seguro que los seres humanos tienen: la muerte.
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Ahora, encontramos que Adán y Eva continuaron viviendo, pero Dios había dicho: “El día que coman, morirán.” Ese mismo día que pecaron, ese mismo día murieron a la Vida eterna, y de ahí en adelante lo que tenían era vida temporal.
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Y ahora, todo ser humano que nace en esta Tierra, nace en una raza muerta a la Vida eterna, una raza que solamente tiene vida temporal; pero que puede la persona obtener Vida eterna ¿cómo? Recibiendo a Cristo como nuestro Salvador, porque Él es el Camino, la Verdad y la Vida. Y nosotros hemos aparecido en la Tierra para recibir a Cristo como nuestro Salvador, para obtener Vida eterna y ser restaurados así a la Vida eterna.
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No hay otra forma para el ser humano recibir Vida eterna. Así como para recibir muerte la recibió el ser humano, la raza humana ¿cómo? Por medio de Adán. Pero por medio del Segundo Adán recibe el ser humano la Vida eterna.
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Ahora, por medio de recibir a Cristo como nuestro Salvador, lavar nuestros pecados en Su Sangre y ser bautizados en agua en Su Nombre y recibir Su Espíritu Santo, somos restaurados a la Vida eterna, confirmamos nuestro lugar con Cristo en la Vida eterna.
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Ahora, nuestras almas estaban en Cristo, y por consiguiente todo nuestro espíritu de la sexta dimensión, el cuerpo angelical y nuestro cuerpo nuevo glorificado que Él nos dará, todo eso estaba en Cristo y está en Cristo; por eso Él es el que nos da el nuevo nacimiento y nos da el cuerpo angelical y el que nos dará el nuevo cuerpo físico, eterno, inmortal, incorruptible y glorificado, y entonces seremos a Su imagen y a Su semejanza: iguales a Jesucristo nuestro Salvador. Todo esto es así porque estamos escondidos en Cristo nuestro Salvador.
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Y ahora, cuando recibimos a Cristo es que comprendemos que estamos escondidos en Cristo y que eternamente estábamos en Cristo. Cuando Cristo estaba creando el Universo, ahí estábamos nosotros con Él. Cuando Cristo libertó al pueblo hebreo, a través del Profeta Moisés, ahí estábamos con Cristo. Cuando Cristo se manifestó a través de los Profetas del Antiguo Testamento, ahí estábamos nosotros con Cristo. Así como cuando Adán estaba en su cuerpo angelical, ahí estaba Eva con él.
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Y luego cuando apareció Adán en un cuerpo físico, ahí estaba Eva también con él, estaba escondida en Adán, y luego Dios la sacó de Adán, sacó una costilla del costado de Adán, le formó una compañera y colocó el espíritu femenino que estaba en Adán, lo colocó en ese cuerpo femenino y entonces le dio una ayuda idónea a Adán.
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Y Dios, cuando Cristo estaba siendo crucificado en la Cruz del Calvario, Dios dio allí a la Iglesia de Jesucristo en Cristo, porque en Cristo estaba Su Iglesia, que es la segunda Eva, y por consiguiente estábamos todos nosotros; porque a través de Eva, Adán tenía que reproducirse; y a través de la segunda Eva, que es la Iglesia de Jesucristo, Cristo tiene que reproducirse en hijos e hijas de Dios, hijos e hijas del Segundo Adán y de la segunda Eva.
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Por lo tanto, somos ciudadanos celestiales escondidos en Cristo nuestro Salvador. Por lo tanto, buscad las cosas de arriba, las cosas del Reino de Cristo.
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Vean, en San Lucas, capítulo 21, verso 28, Cristo hablando aquí en el sermón profético, dice capítulo 21, verso 27 al 28:
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“*Entonces verán al Hijo del Hombre, que vendrá en una nube con poder y gran gloria.*
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*Cuando estas cosas comiencen a suceder, erguíos y levantad vuestra cabeza, porque vuestra redención está cerca.”*
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Levantad vuestras cabezas ¿a qué? A las cosas celestiales; porque vuestra Redención, o sea, nuestra transformación, la Redención del cuerpo está cerca.
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Ahora, podemos ver que tenemos que levantar nuestras cabezas al Cielo, a Cristo, a Su Reino, a las cosas celestiales de Cristo, a las cosas celestiales del mundo celestial en el cual hemos nacido, por medio del nuevo nacimiento que Cristo ha operado en nosotros.
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Y ahora, tenemos que ocuparnos en las cosas del Reino de Cristo, que son las cosas celestiales, las cosas que corresponden a la Vida eterna. Porque estamos escondidos en Cristo; por lo tanto, usted es una persona eterna en su alma, aunque su cuerpo físico no es eterno, es mortal, pero Cristo le va a dar a usted y a mí un cuerpo nuevo, un cuerpo eterno, un cuerpo glorificado y joven para toda la eternidad, un cuerpo que no tendrá los problemas que tiene nuestro cuerpo físico en la actualidad.
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Y ésa es la clase de cuerpo que nosotros deseamos ver pronto en el espejo cuando nos miremos en el espejo; ése es el cuerpo que nosotros estamos esperando porque ése es el cuerpo que Él ha prometido para todos los que están escondidos en Cristo.
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Y ahora, veamos lo que nos dice Cristo por medio San Pablo acerca de esa bendición que estamos esperando. En Filipenses, capítulo 3, verso 20 al 21, dice:
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“*Mas nuestra ciudadanía está en los cielos.”*
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¿Y cómo es que nuestra ciudadanía está en los Cielos, si hemos nacido aquí en la Tierra, y unos tienen ciudadanía mexicana, otros tienen ciudadanía americana, otros tienen ciudadanía colombiana, otros tienen ciudadanía brasilera, otros tienen ciudadanía de alguna otra nación? ¿Y cómo es que somos ciudadanos celestiales?, porque para ser un ciudadano de alguna nación, hay que nacer en esa nación, o hacerse ciudadano de esa nación.
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Y ahora, ¿cómo es que somos ciudadanos celestiales, si hemos nacido en la Tierra? Así como por medio del nacimiento natural, hemos obtenido una ciudadanía terrenal de la nación donde hemos nacido, y por consiguiente al nacer en este planeta Tierra somos ciudadanos terrenales de este planeta Tierra, y eso fue por nacimiento. Y por medio del nuevo nacimiento, ¿qué es de dónde? ¿De dónde es el nuevo nacimiento: es de la Tierra o es del Cielo? Del Cielo, por consiguiente todos los nacidos de nuevo son ciudadanos celestiales escondidos en Cristo nuestro Salvador.
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“*Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo;*
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*el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra...”*
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Vean, *“el cual transformará,”* o sea, nos va transformar, nos va a transformar y nos va a dar el nuevo cuerpo que Él ha prometido.
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“*...el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya* (o sea, para que sea como Su cuerpo glorificado)*, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas.”*
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O sea, que Él tiene el poder para transformar nuestros cuerpos y darnos un cuerpo como Su cuerpo glorificado; y ése es el plan de Dios, ésa es la meta de Dios a través de Jesucristo. Por eso Él nos colocó en Cristo, y por medio de Cristo es que Dios está obrando toda esta Nueva Creación; primero nos da el cuerpo angelical y después nos dará el cuerpo físico glorificado, el cuerpo angelical y joven y eterno, y el cuerpo físico también (el glorificado), es joven y es eterno, nunca se pondrá viejo y nunca se enfermará.
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Y en ese cuerpo, así como nos transportamos en este cuerpo físico caminando de un sitio a otro, en el cuerpo glorificado podremos viajar, no solamente de un lugar a otro aquí en la Tierra, sino de este planeta Tierra a otros planetas y a otras galaxias, porque es un cuerpo interdimensional, no hay limitaciones para ese cuerpo.
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¿Recuerdan cuando Cristo resucitó?, luego le apareció a Sus discípulos en diferentes ocasiones, y aún los discípulos estando encerrados por miedo a los judíos, Cristo entraba sin nadie abrir la puerta para Él, y también se iba, desaparecía ¿por qué? Porque para aparecer a Sus discípulos pasaba de la dimensión invisible a la dimensión visible, y para desaparecer, pues salía de la dimensión visible y pasaba a la dimensión invisible; porque el cuerpo glorificado es un cuerpo interdimensional, es la clase de cuerpo más grande y glorioso.
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Hay tres clases de cuerpos: tenemos el cuerpo físico de carne, tenemos también el cuerpo espiritual, o sea, el espíritu, que es un cuerpo de otra dimensión, y luego el tercer cuerpo es el cuerpo glorificado; ésa es la clase de cuerpo que Él ha prometido para mí, ¿y para quién mas? Para cada uno de ustedes también. Porque nuestra vida está escondida ¿en quién? En Jesucristo nuestro Salvador, estamos escondidos en Jesucristo.
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“**ESCONDIDOS EN CRISTO.”**
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Por lo tanto, toda persona escondida en Cristo le recibe como su Salvador en el tiempo que le toca vivir en esta Tierra, en algún momento de su vida escucha la Voz de Cristo a través de la predicación, y esa Voz del Evangelio llega a lo profundo de su alma y la persona en su alma es despertada a la Vida eterna, para así ser restaurado a la Vida eterna.
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En Efesios, capítulo 5, verso 14, San Pablo dice:
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“*Despiertate tú que duermes* (está hablando *acá* al alma de la persona)*.”*
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“*Por lo cual dice:*
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*Despiértate, tú que duermes,*
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*Y levántate de los muertos...”*
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Recuerden que la raza humana está muerta, murió a la Vida eterna, y ahora, nos llama a ser despertados y a levantarnos de la raza humana que está muerta; de entre los muertos somos levantados a la Vida eterna.
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“*Y te alumbrará Cristo.”*
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Él dijo: “Yo Soy la Luz del mundo; el que me sigue , no andará en tinieblas, mas tendrá la luz de la vida.” La Luz ¿de qué vida? De la Vida eterna, Él es la Luz de la Vida eterna, Él es la Luz que alumbra a todo hombre, Él es la luz que vino al mundo en forma de hombre, y dijo: “Yo Soy la Luz del mundo.” Él es la Luz que alumbra a todo hombre *acá* en su alma y lo coloca en la Vida eterna.
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Por lo tanto, así como la raza humana perdió la Vida eterna a causa de un hombre: Adán, ahora el ser humano es restaurado a la Vida eterna a causa de un hombre: Jesucristo nuestro Salvador, a través de Cristo somos restaurados a la Vida eterna; porque estamos escondidos en Cristo.
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Así como la planta de trigo con todos los granos de trigo, ¿dónde estaba escondida? Cuando usted ve una planta de trigo con muchos granos de trigo ¿dónde estaba escondida esa planta de trigo que usted no la había visto antes? Estaba escondida en un grano de trigo. Y Cristo dijo: “Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, él solo queda; pero si cae en tierra y muere, mucho fruto lleva.” Eso está en San Juan, capítulo 12, verso 24.
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Por lo tanto, cuando Él está hablando eso, nosotros estábamos en Él. Si Él no moría, nunca nosotros podíamos ser manifestados como hijos e hijas de Dios, nunca nosotros podríamos recibir Vida eterna, permaneceríamos en Él, pero sin ser manifestados.
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Es como el hombre, el cual... todo hombre tiene atributos, lleva en sus lomos sus hijos, como en Abraham estaba Isaac y toda la descendencia hebrea. Pero si un hombre no se casa, no tiene una compañera para reproducirse, siempre estará cargando sus atributos, estarán siempre en él, pero sin ser manifestados. Pero cuando se casa y comienza en la familia a aparecer los niños, ¿qué está sucediendo ahí? Todos esos atributos que estaban en el hombre están siendo manifestados, porque estaban ahí en ese hombre y fueron manifestados a través de la unión de ese hombre con su esposa.
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Y ahora, por medio de la unión de Cristo con Su Iglesia, muchos hijos e hijas de Dios han sido manifestados en el Reino de Cristo, han recibido Vida eterna; pero estábamos escondidos en Cristo.
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“**ESCONDIDOS EN CRISTO.”**
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Y nuestro cuerpo físico glorificado ¿dónde está? Está en Cristo. Así como nuestro cuerpo físico mortal estaba en nuestro padre terrenal. Así que tenemos seguridad y confianza de que hemos de recibir un cuerpo físico glorificado, porque estamos escondidos en Cristo.
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Y ahora, ¿cuántos ya han recibido a Cristo como su Salvador? Pues ustedes están escondidos en Cristo, y ustedes eternamente estaban en Cristo. Por lo tanto, el Programa de Dios a través de Cristo se está cumpliendo en ustedes y en mí.
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Toda persona que no ha recibido a Cristo como su Salvador todavía, todavía no está manifestado como un hijo o una hija de Dios, todavía no ha sido restaurado a la Vida eterna y necesita confirmar su lugar en la Vida eterna, para que así sea un hijo o una hija de Dios manifestada en la Vida eterna.
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Porque en estos cuerpos mortales estamos manifestados en la vida temporal, en la vida que es tan corta, que nadie sabe cuándo se le escapará esa vida terrenal; porque no depende de los años que tenga la persona; algunas personas logran vivir 100 años, pero siempre se le escapa la vida, otros logran vivir 70 años, pero se le escapa la vida, porque es vida temporal, y otros jovencitos se les escapa la vida también.
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Porque la vida física terrenal, temporal, no está sujeta a una cantidad de años, no tiene una cantidad de años definidos; o sea, que una persona no puede decir: “El ser humano tiene que durar 100 años, y no se puede morir antes de 100 años.” ¿Ven? Algunos sin saber hablar todavía, siendo unos niñitos, unos bebés, mueren también, porque es una vida temporal; o sea, no tiene vida permaneciente en sí, vida permaneciente es Vida eterna; el cuerpo físico no tiene vida permaneciente en sí, lo que tiene es una vida temporal.
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Pero estamos aquí en la Tierra por un propósito divino: es para que obtengamos Vida eterna a través de Jesucristo nuestro Salvador, para que así podamos vivir en el Reino de Jesucristo por toda la eternidad.
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El que no se ocupa ni se preocupa por confirmar su lugar en la Vida eterna con Cristo, luego no tendrá la oportunidad de hacerlo después que muera. El tiempo es mientras estamos aquí en la Tierra.
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Cristo dijo en San Mateo, capítulo 16, versos 26 al 28:
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“*Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?*
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*Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras.”*
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Por lo tanto, no le vale de nada al ser humano convertirse en una persona multimillonaria y perder su alma, pues lo más importante no es el dinero, lo más importante es el alma de la persona. El ser humano es: cuerpo, espíritu y alma; y lo que es en realidad la persona es: alma, alma viviente, y vive en un cuerpo de carne con un espíritu en este planeta Tierra. Lo más importante es el alma. Por eso dice Cristo: “¿De qué le vale al hombre si ganare todo el mundo y perdiere su alma?” Porque el ser humano es alma viviente.
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Por eso es que Cristo vino para salvar lo que se había perdido: salvar esas almas de Dios escritas en el Cielo en el Libro de la Vida del Cordero, que están escondidas en Cristo y que aparecen en esta Tierra sin Vida eterna, porque aparecen a través de una raza caída, aparecen como descendientes de Adán y Eva. Pero Cristo vino a salvar lo que se había perdido, a redimir, a regresar a la Vida eterna a todas esas personas.
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Para eso es que recibimos a Cristo como nuestro Salvador; Él nos salva de la muerte eterna, o sea, nos salva de la segunda muerte, que es el lago de fuego. Él es único que nos puede salvar, y nos salva de nuestros pecados, con Su Sangre nos limpia de todo pecado y por consiguiente nos da Vida eterna. Porque lo que hizo que el ser humano perdiera la Vida eterna fue el pecado, y Cristo quitó el pecado para que nosotros podamos vivir eternamente.
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Y cuando cometemos algún error, falta o pecado, lo confesamos a Cristo y Cristo con Su Sangre nos limpia de todo pecado, y así continuamos limpios por la Sangre de Cristo. Así que siempre seguimos hacia adelante sirviendo a Cristo nuestro Salvador, porque estamos escondidos en Cristo.
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Ha sido para mí una bendición y privilegio grande estar con ustedes en esta noche, dándoles testimonio de nuestro tema: **“ESCONDIDOS EN CRISTO.”**
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Los que todavía no han recibido a Cristo como su Salvador, lo pueden hacer en esta noche, y el Rvdo. Miguel Bermúdez Marín orará por ustedes y Cristo les recibirá, les perdonará, y les limpiará con Su Sangre de todo pecado y los restaurará a la Vida eterna.
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Así que en esta noche todos los que desean recibir a Cristo, para que nuestro hermano y amigo, el Rvdo. Miguel Bermúdez Marín ore por ustedes, para que Cristo extienda Su Misericordia hacia ustedes, pueden levantar sus manos y el Rvdo. Miguel Bermúdez Marín orará por ustedes.
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Vamos a pedirle al Rvdo. Miguel Bermúdez Marín pase aquí y ore por todas las personas que levantarán sus manos para recibir a Cristo como su Salvador personal. Y también pueden pasar al frente, para que aquí el Rvdo. Miguel Bermúdez Marín ore por ustedes, y así reciban Vida eterna, y aseguren su fututo eterno, porque esta vida terrenal es corta, pero Cristo tiene una Vida eterna para ustedes y para mí también.
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Bueno, ya está *aquí* el Rvdo. Miguel Bermúdez Marín para orar por todas las personas que levantarán sus manos y pasarán al frente para orar el Rvdo. Miguel Bermúdez Marín por ustedes.
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Dejo al Rvdo. Miguel Bermúdez Marín inmediatamente, y nos veremos mañana Dios mediante en las actividades correspondientes a mañana.
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Que Dios les bendiga, y pasen todos muy buenas noches.
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“**ESCONDIDOS EN CRISTO.”**
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