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| Perfectamente Unidos | 2003-04-30 | 1 | Waco | Texas | US | 00:00:00 | false |
Muy buenas tardes, amados amigos y hermanos presentes, aquí en Waco, Texas; es para mí una bendición grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final. Para lo cual quiero leer en Efesios, capítulo 4, verso 4 en adelante, donde dice:
“Un cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación;
un Señor, una fe, un bautismo,
un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por todos, y en todos.
Pero a cada uno de nosotros fue dada la gracia conforme a la medida del don de Cristo.
Por lo cual dice:
Subiendo a lo alto, llevó cautiva la cautividad,
Y dio dones a los hombres.
Y eso de que subió, ¿qué es, sino que también había descendido primero a las partes más bajas de la tierra?
El que descendió, es el mismo que también subió por encima de todos los cielos para llenarlo todo.
Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros,
a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo,
hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo;
para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error,
sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo,
de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor.
Esto, pues, digo y requiero en el Señor: que ya no andéis como los otros gentiles, que andan en la vanidad de su mente,
teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón.”
Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.
Nuestro tema es: “PERFECTAMENTE UNIDOS.”
Nuestro amado Señor Jesucristo también nos habló de la unidad de Su Iglesia con Cristo, en donde nos dice en el capítulo 17 de San Juan, verso 19 en adelante, vamos a ver, ó 16 en adelante, dice:
“No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.
Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad.
Como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo.
Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad.
Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos,
para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste.
La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno.
Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectamente en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste.”
Cristo aquí nos habla de la unidad del Cuerpo Místico de Cristo con Cristo; y para estar unidos con Cristo, el Cuerpo Místico tiene que estar unido entre sí.
Y ahora, San Pablo nos enseñó que estemos unidos y que recibamos el alimento y vayamos creciendo gradualmente, dice: “De quien...” Capítulo 4, verso 15 en adelante de... 15 al 16 de Efesios donde ya habíamos leído, dice:
“sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo (o sea, tenemos que crecer en Cristo),
de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor.”
Cristo dijo: “El que no nazca de nuevo, no puede ver el Reino de Dios.” Y luego le explicó a Nicodemo diciéndole: “El que no nazca del Agua y del Espíritu, no puede entrar al Reino de Dios.”
Toda persona que recibe a Cristo como su Salvador y lava sus pecados en la Sangre de Cristo, y es bautizado en agua en Su Nombre y recibe el bautismo del Espíritu Santo, esta persona ha obtenido el nuevo nacimiento, ha nacido del Agua y del Espíritu, y por consiguiente ha nacido en el Reino de Dios, viene a ser un miembro de la Iglesia de Jesucristo para crecer unidos en amor, unidos con Cristo y unidos los unos con los otros, unidos por las coyunturas del cuerpo que unen cada miembro con el cuerpo, y cada miembro con cada miembro.
Vean, la mano está unida a esta parte del brazo por medio de estas articulaciones, estas coyunturas que hay aquí; y esta parte del brazo está unida con esta otra por medio aquí del codo, donde hay unas coyunturas, aquí hay unas articulaciones.
Así también acá y así las diferentes partes del cuerpo, y por ahí encontramos por todo esas partes del cuerpo pasa el alimento para el cuerpo, por aquí pasan venas, y así por el estilo que se comunican con las diferentes partes del cuerpo, y el alimento pasa a las diferentes partes del cuerpo.
Tenemos en el Cuerpo Místico de Cristo Apóstoles, Profetas, evangelistas, pastores y maestros, como las coyunturas del cuerpo; hay algunos que son coyunturas mayores, como los Apóstoles del Señor Jesucristo allá, y los Ángeles Mensajeros de cada edad. Esos son los principales, y Cristo es la cabeza.
Ahora, cada parte del cuerpo tiene que estar bien unida con la otra parte del cuerpo, y eso depende ¿de qué? De las coyunturas que estén ahí para unir esas dos partes del cuerpo.
Por eso los ministros están responsabilizados con Dios de mantener el Cuerpo Místico de Cristo ¿cómo? Bien unido; y que pase el alimento de la cabeza, porque el cerebro es el que da las órdenes (el cual es Cristo), pase a través de la Sangre a las diferentes partes del cuerpo.
Si una parte del cuerpo a causa de una coyuntura rota, y el resto también roto se separa del cuerpo, es esa parte del cuerpo que se separó ¿qué Miguel? Se desmembró, dejó de ser miembro del Cuerpo Místico de Cristo.
¿Ven? Por eso tenemos que permanecer bien unidos en el Amor Divino en el Cuerpo Místico de Cristo, Él dijo que así como Él y el Padre son uno, que nosotros también seamos uno.
Por lo tanto, esta unión entre Cristo y el Padre debe estar entre la Iglesia y Cristo y entre cada miembro de la Iglesia y Cristo, manteniéndose cada miembro de la Iglesia ¿dónde? En el Cuerpo Místico de Cristo, al cual entró cuando recibió a Cristo como su Salvador, lavó sus pecados en la Sangre de Cristo, Cristo le limpió de todo pecado y fue bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo lo bautizó con Espíritu Santo y Fuego, y obtuvo el nuevo nacimiento y nació en un Cuerpo Místico de creyentes, que es la Iglesia del Señor Jesucristo, el cual es el Templo Espiritual de Cristo, es un Templo Espiritual para Dios morar en Espíritu Santo en medio de ese Templo Espiritual, de esa Casa.
Ahora, Dios es el que da el crecimiento, vean que el crecimiento del cuerpo físico viene por medio de los alimentos que la persona recibe, y el crecimiento del Cuerpo Místico de Cristo en cuanto a la parte del crecimiento en donde va creciendo en miembros el Cuerpo Místico de Cristo, es por medio de la Palabra, del Evangelio que es predicado, ese Alimento Espiritual que llega a las personas y las personas reciben a Cristo como su Salvador, y así va creciendo el Cuerpo Místico de Cristo en cuanto a miembros.
Y para el individuo a medida que recibe la Palabra, espiritualmente la persona va creciendo en el conocimiento de Dios, y va creciendo, va siendo perfeccionado hasta que lleguemos a la perfección total que será nuestra transformación, y entonces todos seremos perfectos, iguales a nuestro amado Señor Jesucristo, con un cuerpo nuevo y glorificado, un cuerpo inmortal y joven para toda la eternidad.
Y cuando ya tengamos ese nuevo cuerpo habremos llegado a la total perfección, habremos llegado a ser a imagen y semejanza de nuestro amado Señor Jesucristo, por lo tanto tenemos que permanecer como individuos unidos a Cristo que es la cabeza, y como miembros del Cuerpo Místico de Cristo tenemos que permanecer unidos los unos con los otros, y unidos con Cristo nuestro Salvador.
Y el Cuerpo Místico de Cristo tiene que permanecer unido, unido a Cristo porque Él es la cabeza. Si no permanece unido a Cristo, es un Cuerpo Místico sin cabeza, y un Cuerpo Místico sin cabeza no tiene la guianza de la mente de Dios, porque la mente de Dios es Cristo nuestro Salvador. Por lo tanto, la mente de Dios es expresada, revelada a través de Jesucristo nuestro Salvador.
Así que tenemos que permanecer unidos a Cristo, la cabeza del Cuerpo Místico, de Su Iglesia; Él es nuestra cabeza también para nosotros como individuos, Él es el que nos guía. Así como nuestra cabeza guía nuestro cuerpo, Cristo, el cual es la cabeza del ángulo, la piedra del ángulo, guía a Su Cuerpo Místico de creyentes y guía también a cada creyente como individuo.
Él es la cabeza, por lo tanto tenemos que permanecer unidos al cuerpo de esa cabeza, que es Su Iglesia. Permaneciendo bien unidos permanecemos en unión con Cristo nuestro Salvador.
Cristo, vean ustedes, en San Juan, capítulo 11, aquí habla acerca de Cristo, dice... esto fue cuando concordaron el sumo sacerdote y los miembros del concilio del sanedrín, o sea, los miembros del concilio de la religión hebrea, vean aquí en el capítulo 11, verso 45 en adelante, dice:
“Entonces muchos de los judíos que habían venido para acompañar a María, y vieron lo que hizo Jesús, creyeron en él (o sea, lo que Jesús hizo fue que resucitó a Lázaro).
Pero algunos de ellos fueron a los fariseos y les dijeron lo que Jesús había hecho.
Entonces los principales sacerdotes y los fariseos reunieron el concilio, y dijeron: ¿Qué haremos? Porque este hombre hace muchas señales.
Si le dejamos así, todos creerán en él; y vendrán los romanos, y destruirán nuestro lugar santo y nuestra nación.
Entonces Caifás, uno de ellos, sumo sacerdote aquel año, les dijo: Vosotros no sabéis nada;
ni pensáis que nos conviene que un hombre muera por el pueblo, y no que toda la nación perezca.
Esto no lo dijo por sí mismo, sino que como era el sumo sacerdote aquel año, profetizó que Jesús había de morir por la nación;
y no solamente por la nación, sino también para congregar en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos.
Así que, desde aquel día acordaron matarle.”
Ahora vean ustedes, ¿para qué Cristo tenía que morir? Tenía que morir por la nación hebrea, por el pueblo hebreo y por todos los hijos de Dios, ¿para qué? Para congregarlos, reunirlos porque estaban dispersos, para congregarlos en uno, en un Cuerpo Místico de creyentes.
Por eso es que la Escritura nos dice que por un Espíritu nosotros tenemos entrada al Padre, por un Espíritu dice San Pablo en Colosenses, capítulo 2... o vamos a ver en Efesios, capítulo 2 también, vamos a leer la parte de Efesios, capítulo 2, aquí lo tenemos; capítulo 2, verso 14 al 18, dice:
“Porque él es nuestra paz...”
Ninguna persona puede tener paz genuina, a menos que sea a través de Jesucristo nuestro Salvador, Él dijo: “Mi paz os dejo, mi paz os doy; no como el mundo la da, yo os la doy.” La única paz verdadera es la de Cristo.
La paz que dan los hombres luego se convierte en problemas, en guerras, porque es una paz humana la cual no puede permanecer, pues Dios dijo: “No hay paz para los impíos.”
La verdadera paz está prometida para los creyentes en Cristo, y Él es el que da esa paz, es una paz acá en el alma, en donde las personas aunque tengan problemas humanos, con todo y eso permanece esa paz ahí. Aunque haya guerras en este mundo hay paz en nuestra alma.
¿Ven? Aunque se vean guerras, acá adentro hay paz, porque tenemos paz y seguridad acá de parte de Jesucristo nuestro Salvador, sabemos que si nuestro cuerpo físico muere vamos a vivir al Paraíso en un cuerpo angelical.
Y cuando Cristo complete Su Iglesia, entonces Cristo se levantará del Trono del Padre, tomará el Título de Propiedad que es el Libro de los Siete Sellos, lo abrirá en el Cielo y hará Su Obra de Reclamo, en donde resucitará los muertos creyentes en Él en cuerpos glorificados y a nosotros los que vivimos nos transformará, y entonces todos tendremos un cuerpo glorificado, como el cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador, y entonces todos seremos perfectos y jóvenes para toda la eternidad. Por eso tenemos paz y tenemos seguridad acá, sabemos que somos eternos con Jesucristo nuestro Salvador:
“Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno.”
Por eso encontramos que de los hebreos y de los gentiles Dios está haciendo un pueblo para Su Nombre, que es Su Iglesia, llamando de entre los gentiles un pueblo para Su Nombre.
Así como llamó al pueblo hebreo de Egipto: “De Egipto llamé a mi hijo,” y lo colocó en la tierra prometida para que fuera el pueblo de Dios. Y ahora, en el Nuevo Testamento de entre los hebreos y de entre los gentiles Dios está llamando un pueblo para Su Nombre, ese pueblo es la Iglesia del Señor Jesucristo, el Israel Celestial. Ahora, continuemos leyendo, dice:
“que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación,
aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz.”
Y ahora, está creando un solo y nuevo hombre, un nuevo hombre, una nueva criatura, Él está creando una nueva raza con Vida eterna; y el mundo no se ha dado cuenta de esta Obra de creación que está realizando nuestro amado Señor Jesucristo por medio de Su Espíritu Santo.
Así como cuando Dios creó al ser humano primero lo creó en forma espiritual, en otra dimensión en un cuerpo angelical invisible a la vista humana; pero cuando le dio ese cuerpo angelical, ahí tenemos a Adán en un cuerpo pero de otra dimensión, y era varón y hembra dice la Escritura, eso está en el capítulo 1 del Génesis, verso 26 al 27, donde dice:
“Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra.
Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.”
Aquí Dios le dio primero la imagen que es el cuerpo angelical, un cuerpo angelical como el cuerpo angelical de Jesucristo, llamado en el Antiguo Testamento “El Ángel de Jehová.”
Y ahora, encontramos que el ser humano fue creado a imagen de Dios; varón y hembra los creó Dios.
Y ahora, el ser humano todavía aquí en la Tierra no podía estar con herramientas de trabajo para trabajar en el Huerto del Edén, porque todavía no tenía un cuerpo de carne para hacer eso, solamente existía en un cuerpo angelical, un cuerpo como el de los Ángeles.
Y ahora, en el capítulo 2, verso 7 del Génesis dice... aquí es donde le va a dar el cuerpo de carne, dice:
“Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente.”
Y ahí le da Dios un cuerpo de carne creado por Dios del polvo de la tierra, y vino a ser el ser humano: Adán, un alma viviente, un ser viviente en este planeta Tierra, y dice:
“Y Jehová Dios plantó un huerto en Edén, al oriente; y puso allí al hombre que había formado.
Y Jehová Dios hizo nacer de la tierra todo árbol delicioso a la vista, y bueno para comer; también el árbol de vida en medio del huerto, y el árbol de la ciencia del bien y del mal.”
Y ahora, podemos ver que Dios luego coloca al ser humano ahí en el Huerto del Edén, para que se encargara del Huerto del Edén y por consiguiente de toda la creación terrenal. Adán fue colocado como el rey del Huerto del Edén, de todo el Paraíso y de todo el planeta Tierra, pero el lugar del trono del ser humano era el Huerto del Edén.
Ahora, encontramos que el ser humano no es realmente lo que las personas ven cuando miran a una persona; cuando miran a una persona lo que ven es el cuerpo de carne, pero eso es una casa terrenal, un cuerpo terrenal. El ser humano es alma viviente, pero Dios le dio primero un cuerpo espiritual parecido a nuestro cuerpo pero de otra dimensión llamado “espíritu,” y luego le dio un cuerpo de carne del polvo de la tierra.
Lo más importante que usted y yo tenemos como seres humanos es nuestra alma. Por eso fue que Cristo dijo en San Mateo, capítulo 16 versos 26 en adelante: “¿De qué le vale al hombre si ganare todo el mundo y perdiere su alma?”
No le vale de nada al ser humano vivir en esta Tierra y convertirse en una persona multimillonaria y luego perder su alma, de nada le sirvió vivir en este planeta Tierra, le sucedió lo que le sucedió al hombre rico del cual Cristo habló, que luego murió, y cuando murió se encontró en el infierno.
El hombre pobre que fue Lázaro el cual servía a Dios, cuando murió, dice Cristo que fue llevado por los Ángeles al Seno de Abraham, fue llevado al Paraíso que estaba en ese lugar en aquel tiempo.
Así que viendo las cosas desde el punto de vista positivo, es mejor ser pobre pero al morir ser llevado por los Ángeles de Dios al Paraíso, que ser rico y morir y ser llevado al infierno. Lo importante es nuestro futuro.
El presente en una persona puede ser bueno, pero si no tiene a Cristo, solamente lo que tiene es un presente bueno pero su futuro no será bueno.
Lo más importante es que nuestra alma haya sido lavada con la Sangre de Cristo, haya sido redimida por Cristo, la persona haya recibido a Cristo como su Salvador arrepentido de sus pecados, y haya sido bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo lo haya bautizado con Espíritu Santo y Fuego.
Porque el que no nazca de nuevo, no puede ver el Reino de Dios, no puede entrar al Reino de Dios, por lo tanto se requiere nacer de nuevo del Agua y del Espíritu, y entonces la persona sea pobre o sea rica, está seguro, tiene su futuro asegurado.
Por lo tanto, lo más importante y lo primero es nuestra salvación; lo primero es buscar el Reino de Dios y Su justicia. Eso fue lo que Cristo dijo: “Buscad primeramente el Reino de Dios y Su Justicia.” Eso es lo primero, y las demás cosas son las añadiduras de la vida.
Y las añadiduras de la vida no se las pueden llevar cuando las personas mueren físicamente, vean, el hombre rico después no tenía ni un centavo para comprar un vaso de agua, y tampoco hubo agua allá en el infierno.
¿Ven? Por lo tanto el rico no se podrá llevar sus riquezas, a menos que las haya almacenado en el Reino de Dios, pues Cristo dijo: “Haced tesoros en los Cielos (¿ven?), donde ladrones no minan, ni la polilla, ni el orín corrompen nada de eso.”
¿Cómo hacemos tesoros en el Cielo? Trabajando en la Obra de Cristo y contribuyendo a la Obra de Cristo en el Cuerpo Místico de Cristo, en la Iglesia de Jesucristo unidos perfectamente, en perfecta unidad.
Ahora, todos queremos tener nuestro futuro en el Cielo con Cristo en el Reino de Dios, y queremos ser multi, multi, multi billonarios en el Cielo en el Reino de Dios, ¿cómo lo hacemos? Almacenando tesoros en el Cielo.
Ahora, eso es muy importante, y para eso hay que buscar el Reino de Dios, recibiendo a Cristo como nuestro Salvador, lavando nuestros pecados en Su Sangre, siendo bautizados en agua en Su Nombre y recibiendo el Espíritu Santo, el Espíritu de Cristo y así obteniendo el nuevo nacimiento.
Por eso cuando Cristo mandó a Sus discípulos a predicar por todo el mundo, en San Marcos, capítulo 16, versos 15 al 16, Cristo ya resucitado dijo:
“Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.
El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”
Hemos visto lo sencillo que Dios hace todas las cosas.
Para una persona vivir eternamente no tiene que ir a una universidad para estudiar y obtener un título de científico, sino que lo único que tiene es que ir a Cristo, y pedirle perdón a Cristo por sus pecados, Cristo lo perdonará, lo limpiará con Su Sangre preciosa, será bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo lo bautizará con Espíritu Santo y Fuego y así la persona obtiene el nuevo nacimiento y obtiene Vida eterna.
¿Ven la forma sencilla que Dios ha establecido para el ser humano, para que obtenga la Vida eterna? Es tan sencillo que algunas personas no comprenden la importancia de recibir a Cristo como nuestro Salvador.
Lo más importante es la Vida eterna, no hay nada más importante para el ser humano; y la Vida eterna es Cristo, Cristo es la Vida eterna para todo ser humano. Ninguna persona puede obtener Vida eterna a menos que sea a través de Jesucristo nuestro Salvador, Él dijo en San Juan, capítulo 14, verso 6:
“Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.”
No hay otro camino, Cristo es el camino al Padre y por consiguiente a la Vida eterna.
En el Antiguo Testamento el pueblo hebreo sacrificaba el macho cabrío de la expiación el día diez del mes séptimo de cada año, y las personas venían arrepentidos de sus pecados, afligidos en sus almas por haber pecado contra Dios, Dios los perdonaba, quedaban cubiertos con la Sangre de la expiación y entonces eran reconciliados con Dios para poder vivir un año más (eso está en Levítico, capítulo 23, versos 26 al 32).
Y las personas que no se arrepentían y pedían perdón a Dios en ese día, no quedaban perdonadas y no quedaban cubiertos con la sangre de la expiación, por lo tanto eran cortados del pueblo. O sea, que no podían vivir ese año, Dios los quitaba del pueblo, perdían la vida en ese año porque no fueron reconciliados con Dios.
Y ahora, el ser humano que no se ha reconciliado con Dios a través de Jesucristo, recibiendo a Cristo como su Salvador, no puede vivir eternamente con Cristo en Su Reino, solamente vivirá una temporada de tiempo aquí en este cuerpo de carne que tenemos, pero vivir eternamente con Cristo en Su Reino no podrá, ¿por qué? Porque no fue reconciliado con Dios.
Ahora, no se requiere que las personas vayan a Jerusalén para sacrificar animalitos, ya allá en Jerusalén fue sacrificado Jesucristo, el Cordero de Dios, el Cordero que Juan dijo: “He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.” Ya nuestra pascua fue sacrificada; y Él también es el Macho Cabrío de la Expiación.
Por lo tanto, para la reconciliación del ser humano con Dios, para poder vivir eternamente con Cristo en Su Reino lo que necesita es recibir a Cristo como su Salvador, y así la persona obtiene el perdón de sus pecados, y la persona es cubierta con la Sangre de Cristo y es limpio de todo pecado.
Por la Sangre de Cristo es redimido, y Cristo lo recibe, lo perdona, y la persona es bautizada en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego y la persona así ha entrado al Reino de Dios y se encuentra dentro de un Nuevo Pacto, el Nuevo Pacto, cubierto con la Sangre del Nuevo Pacto.
El Nuevo Pacto es para vivir eternamente con Cristo en Su Reino como pueblo de Dios; por lo tanto hemos sido reconciliados con Dios por medio de Jesucristo nuestro Salvador, para poder vivir con Cristo por toda la eternidad en Su Reino.
¿Y qué si nuestro cuerpo físico muere? No hay ningún problema, vamos al Paraíso a vivir en un cuerpo angelical, y luego cuando Cristo resucite los muertos creyentes en Él nos resucitará a todos, y entonces tendremos el nuevo cuerpo físico, eterno, inmortal, incorruptible, glorificado, igual al cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador.
Y cuando tengamos el nuevo cuerpo, físicamente entonces estará sobre la Tierra una nueva raza con un cuerpo eterno, una raza con Vida eterna física, la cual Cristo dará a ustedes y a mí también así como nos ha dado Vida eterna espiritual.
Primero recibimos la parte espiritual y después vendrá la parte física, como Adán primero recibió el cuerpo angelical (la parte espiritual) y después recibió la parte física, el cuerpo físico que Dios le creó del polvo de la tierra.
Por lo tanto cuando Cristo resucite a los muertos creyentes en Él y nos transforme a nosotros los que vivimos, estará haciendo lo que fue hecho con Adán cuando le dio el cuerpo físico del polvo de la tierra.
Y cuando Dios le dio primero el cuerpo angelical, el cuerpo espiritual, eso es lo que Cristo está haciendo desde el Día de Pentecostés hacia acá: dándole un cuerpo espiritual, angelical, a cada persona que recibe a Cristo como su Salvador, lava sus pecados en la Sangre de Cristo, es bautizado en agua en Su Nombre, y Cristo lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego, y así le da un cuerpo angelical de la sexta dimensión, así la persona obtiene el nuevo nacimiento.
Y siempre que hay un nacimiento, un cuerpo tiene que haber nacido; cuando en su hogar dijeron: “Nos ha nacido un hijo.” Entonces cuando miraron vieron un cuerpecito que había nacido.
Y en el Reino de Dios en cada ocasión en que una persona recibe a Cristo como su Salvador, lava sus pecados en la Sangre de Cristo, es bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo y recibe el Espíritu Santo, ha nacido en el Reino de Dios un bebé, y hay gozo en el Cielo, hay gozo de los ángeles y hay gozo de todas las huestes celestiales, porque ha nacido en la Casa de Dios un bebé, un hijo o una hija de Dios.
El que no nazca de nuevo, el que no nazca del Agua y del Espíritu, no puede ver el Reino de Dios. Así como para nosotros ver este mundo y vivir en este mundo tuvimos que nacer, nacer de nuestros padres terrenales y obtener por consiguiente un cuerpo físico, donde nuestra alma y nuestro espíritu viviera. Si nos quitan este cuerpo dejamos de existir en esta dimensión terrenal, y dejamos de participar de las cosas de esta dimensión terrenal.
Y ahora, para estar en el Reino de Dios y participar de las cosas del Reino de Dios, hay que nacer en el Reino de Dios, hay que nacer del Agua y del Espíritu, recibir el Espíritu Santo y así la persona nace en el Reino de Dios, es colocada en el Reino de Cristo con Vida eterna.
Y ya tenemos la parte espiritual, tenemos el cuerpo angelical teofánico, y nos falta solamente el cuerpo físico, el nuevo cuerpo físico que Cristo nos va a dar, el cual será joven, será eterno, será inmortal, será incorruptible, nunca se enfermará y nunca se va a poner viejo, y será glorificado, igual al cuerpo glorificado de nuestro amado Señor Jesucristo.
Así como nosotros con este cuerpo podemos caminar de un lugar a otro, ir de un lugar a otro, tomar un auto y viajar de un lugar a otro, tomar un avión y viajar de un lugar a otro, y hasta muchos pueden tomar un cohete e ir de la Tierra a la luna o a otros lugares, cuando tengamos el nuevo cuerpo podremos viajar no solamente en esta Tierra, podremos viajar por todas las estrellas, por todos los planetas, por todas las galaxias.
Vean, Cristo cuando resucitó victorioso estuvo por unos cuarenta días con Sus discípulos apareciéndoles en diferentes ocasiones, y luego ascendió al Cielo, y todos lo vieron ir al Cielo, y una nube le quitó de sus ojos.
En ese cuerpo glorificado no hay limitaciones, Cristo podía viajar a donde Él quisiera viajar; vean, entraba a donde estaban los discípulos con las puertas cerradas, pasaba a través de las paredes, porque no hay limitaciones en ese cuerpo nuevo y eterno que Cristo nos va a dar, no habrá limitaciones, será un cuerpo inter dimensional. Cristo cuando ascendió y aquella nube lo ocultó de la gente, pasó a otra dimensión.
¿Ven? Ahora, podemos ver que lo que Él ha prometido para ustedes y para mí es algo que la ciencia no puede ofrecerle a los seres humanos; pero Cristo sí puede porque Él recibió todo poder en el Cielo y en la Tierra, y Él es nuestro Salvador, nuestro Redentor, Él vino a buscar y a salvar lo que se había perdido, Él vino para reconciliarnos con Dios, para que podamos vivir eternamente en el Reino de Dios con Cristo nuestro Salvador, y así vivir unidos eternamente con Cristo en Su Reino.
Ahora, estando nosotros en la Tierra nos mantenemos perfectamente unidos en el Cuerpo Místico de Cristo, nos mantenemos perfectamente unidos con Cristo nuestra cabeza, y nos mantenemos perfectamente unidos los unos con los otros, y así permanecemos, perseveramos y trabajamos en la Obra de Cristo y esperamos nuestra transformación, esperamos nuestra transformación perfectamente unidos.
Ha sido para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, dándoles testimonio de nuestro tema: “PERFECTAMENTE UNIDOS.”
Va a pasar nuestro hermano Miguel Bermúdez Marín, el Rvdo. Miguel Bermúdez Marín para orar por todas las personas que quieren estar perfectamente unidos con Cristo en Su Reino, para lo cual necesitan recibir a Cristo como su Salvador personal, Cristo dijo: “El que me confesare delante de los hombres, yo le confesaré delante de mi Padre y delante de Sus Santos Ángeles.”
Por lo tanto, toda persona necesita hacer una confesión pública de que recibe a Cristo como su Salvador porque quiere estar unido con Cristo nuestro Salvador, y desea obtener el perdón de sus pecados, desea que la Sangre de Cristo lo limpie de todo pecado, y desea que Cristo lo llene con Su Espíritu Santo y produzca en él el nuevo nacimiento, desea ser parte del Cuerpo Místico de Cristo, desea ser parte de la Iglesia del Señor Jesucristo, desea ser parte del pueblo de Dios, para lo cual necesita recibir a Cristo como su Salvador, lavar sus pecados en la Sangre de Cristo, ser bautizado en agua en Su Nombre, y Cristo lo bautizará con Espíritu Santo y Fuego y así vendrá a ser parte del Cuerpo Místico de Cristo, de la Iglesia del Señor Jesucristo, y así permanecerá perfectamente unido, unido con Cristo en Su Cuerpo Místico de creyentes.
Ya tenemos al Rvdo. Miguel Bermúdez Marín, el cual pasará para orar por toda persona que levante su mano para que el Rvdo. Miguel Bermúdez Marín ore por usted, para que Cristo le reciba y perdone sus pecados, le limpie con Su Sangre preciosa y pueda ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo lo bautice con Espíritu Santo y Fuego.
Ha sido para mí una bendición y privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, dándoles testimonio de nuestro tema: “PERFECTAMENTE UNIDOS.”
Muchas gracias por vuestra amable atención, y con nosotros nuevamente el Rvdo. Miguel Bermúdez Marín.
“PERFECTAMENTE UNIDOS.”