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Cristo ha resucitado 2003-04-20 1 Cayey PR 00:00:00 false

Muy buenos días, amables amigos y hermanos presentes; es para mí una bendición y privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, en la cual conmemoramos la resurrección de nuestro amado Señor Jesucristo.

Hoy domingo de resurrección, en donde recordamos que la bendición de Dios que hemos recibido, la ganó Cristo allá en la Cruz del Calvario; y cuando resucitó, resucitó victorioso con todas las bendiciones de Dios para ustedes y para mí también. Él resucitó habiendo obtenido la victoria.

Leamos en San Mateo, capítulo 28, verso 1 en adelante, donde dice:

Pasado el día de reposo, al amanecer del primer día de la semana, vinieron María Magdalena y la otra María, a ver el sepulcro.

Y hubo un gran terremoto; porque un ángel del Señor, descendiendo del cielo y llegando, removió la piedra, y se sentó sobre ella.

Su aspecto era como un relámpago, y su vestido blanco como la nieve.

Y de miedo de él los guardas temblaron y se quedaron como muertos.

Mas el ángel, respondiendo, dijo a las mujeres: No temáis vosotras; porque yo sé que buscáis a Jesús, el que fue crucificado.

No está aquí, pues ha resucitado, como dijo. Venid, ved el lugar donde fue puesto el Señor.

E id pronto y decid a sus discípulos que ha resucitado de los muertos, y he aquí va delante de vosotros a Galilea; allí le veréis. He aquí, os lo he dicho.

Entonces ellas, saliendo del sepulcro con temor y gran gozo, fueron corriendo a dar las nuevas a sus discípulos. Y mientras iban a dar las nuevas a los discípulos,

he aquí, Jesús les salió al encuentro, diciendo: ¡Salve! Y ellas, acercándose, abrazaron sus pies, y le adoraron.

Entonces Jesús les dijo: No temáis; id, dad las nuevas a mis hermanos, para que vayan a Galilea, y allí me verán.”

Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.

Nuestro tema es: “CRISTO HA RESUCITADO.”

La resurrección de nuestro amado Señor Jesucristo, fue la profecía cumplida con relación a la Venida del Mesías y Su muerte en la Cruz del Calvario. Estaba profetizado que el Mesías moriría a la mitad de la semana número setenta conforme a la profecía de Daniel, capítulo 9, donde dice... capítulo 9, verso 26 de Daniel, dice:

Y después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías, mas no por sí; y el pueblo de un príncipe que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario; y su fin será con inundación, y hasta el fin de la guerra durarán las devastaciones.”

Antes de la destrucción de Jerusalén le quitarían la vida al Mesías.

Ahora, ¿por qué tuvo que morir nuestro amado Señor Jesucristo? Porque sin derramamiento de Sangre no se hace remisión, y Él vino para redimir a Su pueblo conforme nos dice el Arcángel Gabriel. En San Mateo, capítulo 1, verso 21, dice que Él vino para salvar a Su pueblo, para así salvar a Su pueblo tenía que morir para poder redimir a Su pueblo: “Y dará a luz un hijo, y llamarás Su Nombre Jesús, porque Él salvará a Su pueblo de sus pecados.”

Para poder salvar a Su pueblo de sus pecados Él tenía que morir, y así quitaría el pecado de Su pueblo, eso fue tipificado en Levítico, capítulo 23, donde nos dice en esta fiesta de la expiación, donde nos habla del día de la expiación y lo que sucedía en ese día de la expiación, dice capítulo 23, verso 26 en adelante de Levítico:

También habló Jehová a Moisés, diciendo:

A los diez días de este mes séptimo será el día de expiación; tendréis santa convocación, y afligiréis vuestras almas, y ofreceréis ofrenda encendida a Jehová.

Ningún trabajo haréis en este día; porque es día de expiación, para reconciliaros delante de Jehová vuestro Dios.

Porque toda persona que no se afligiere en este mismo día, será cortada de su pueblo.”

El día de la expiación era sacrificado el macho cabrío de la expiación, el macho cabrío por Jehová. Y Cristo es el cumplimiento del Macho Cabrío por Jehová que fue sacrificado en la Cruz del Calvario, para así quitar nuestros pecados y ser reconciliados con Dios. Por eso Cristo tuvo que morir, por eso también Juan el Bautista presentó a Cristo diciendo en el capítulo 1 ó capítulo 2... capítulo 1 vamos a ver, capítulo 1 de San Juan, verso 28 en adelante, dice:

Estas cosas sucedieron en Betábara, al otro lado del Jordán, donde Juan estaba bautizando.

El siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.”

Aquí Juan está anunciando y está profetizando. Al ver a Jesús y presentar a Jesús como el Cordero de Dios, lo está presentando como la persona que va a morir como murió el cordero pascual allá en Egipto para la liberación del pueblo hebreo.

Y ahora, para aquel Primer Éxodo murió un cordero pascual en cada familia, y ahora para la liberación que Dios llevaría a cabo en el Segundo Éxodo, en donde Dios libertaría a Sus hijos, a Su pueblo del imperio del faraón: el diablo, y del reino del faraón: el reino de las tinieblas, para eso antes tenía que morir un cordero pascual, el cual sería el Mesías, el Cristo. Por lo tanto, Él murió para que así pudiesen quedar libres, ser libertados, todos los hijos e hijas de Dios.

Y ahora, luego que murió, resucitó, porque Él tenía poder para poner Su vida, y tenía poder para volverla a tomar, o sea, para resucitar, porque ese mandamiento Él dice que lo recibió del Padre, Él recibió el mandamiento del Padre, de venir para morir por ustedes y por mí, y libertarnos del reino de las tinieblas, del reino del maligno, y colocarnos en el Reino de Dios.

Ahora, podemos ver el porqué Cristo murió y resucitó, y resucitó para nuestra justificación, para que así todos nosotros ahora estemos sin pecados, porque Él nos ha limpiado con Su Sangre preciosa, porque la Sangre de Jesucristo nos limpia de todo pecado, y nos deja como si nunca en la vida hubiésemos pecado.

Por lo tanto, la muerte, sepultura y resurrección de Cristo en el Programa de Dios ya estaba profetizada, y desde que Cristo murió en la Cruz del Calvario, se abrió en el Cielo el Día de la Expiación, y todavía estamos viviendo en el Día de la Expiación, estamos viviendo en el tiempo en que toda persona tiene la oportunidad de, arrepentido de sus pecados, venir a Cristo y pedirle perdón a Cristo por sus pecados, y Cristo lo perdonará, lo limpiará Cristo con Su Sangre preciosa, y quedará como si nunca en la vida hubiese pecado; y la persona será bautizada en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo lo bautizará con Espíritu Santo y Fuego, y así obtendrá la persona el nuevo nacimiento y así nacerá como un bebé en el Reino de Cristo, que es el Reino de Dios. Por eso Cristo dijo a Nicodemo: “El que no nazca del Agua y del Espíritu, no puede entrar al Reino de Dios.”

Pero ahora, Cristo ha hecho posible que toda persona pueda entrar al Reino de Dios naciendo del Agua y del Espíritu, creyendo en la predicación del Evangelio y recibiendo a Cristo como su Salvador, siendo bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo bautizándolo con Espíritu Santo y Fuego, y así la persona obtiene el nuevo nacimiento y entra al Reino de Dios naciendo en el Reino de Dios, obteniendo el nuevo nacimiento.

Y ahora, podemos ver todo el Programa Divino de bendición que estaba en la Primera Venida de Cristo y Su Obra de Redención llevada a cabo en la Cruz del Calvario, donde murió, luego fue sepultado allá en Jerusalén también, y también resucitó en Jerusalén.

Cuando Cristo resucitó, resucitaron con Él los santos del Antiguo Testamento, conforme a San Mateo, capítulo 27, versos 51 en adelante, donde dice:

Y he aquí, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo; y la tierra tembló, y las rocas se partieron;

y se abrieron los sepulcros, y muchos cuerpos de santos que habían dormido, se levantaron;

y saliendo de los sepulcros, después de la resurrección de él...”

¿Cuándo salieron de los sepulcros los santos del Antiguo Testamento? Después de la resurrección de Cristo, porque Cristo es primicia de los que durmieron.

...y saliendo de los sepulcros, después de la resurrección de él, vinieron a la santa ciudad, y aparecieron a muchos.”

Y ahora, ahí tenemos a Cristo resucitando como primicias de los que habían dormido, como dice San Pablo en Primera de Corintios, capítulo 15, verso 20 en adelante, donde dice:

Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que durmieron es hecho.

Porque por cuanto la muerte entró por un hombre, también por un hombre la resurrección de los muertos.

Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados.

Pero cada uno en su debido orden: Cristo, las primicias; luego los que son de Cristo, en su venida.

Luego el fin, cuando entregue el reino al Dios y Padre, cuando haya suprimido todo dominio, toda autoridad y potencia.

Porque preciso es que él reine hasta que haya puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies. Y el postrer enemigo que será destruido es la muerte.

Porque todas las cosas las sujetó debajo de sus pies. Y cuando dice que todas las cosas han sido sujetadas a él, claramente se exceptúa aquel que sujetó a él todas las cosas.

Pero luego que todas las cosas le estén sujetas, entonces también el Hijo mismo se sujetará al que le sujetó a él todas las cosas, para que Dios sea todo en todos.”

Ahora, podemos ver que Cristo es las primicias de los que durmieron, de los murieron, y Él ha resucitado el domingo de resurrección, el primer día de la semana, bien temprano Cristo resucitó.

Luego de haber estado muerto Su cuerpo físico desde el día catorce en la tarde, y luego el día siguiente durante la noche, o sea, durante toda la noche de sábado a amanecer domingo, porque el sábado comenzaba por la noche del viernes, y luego la noche del sábado que para nosotros es de las 6:00 ó 7:00 de la noche en adelante, ya eso es la noche del domingo para los hebreos.

Ahora, Cristo el domingo bien temprano en la mañana resucitó. Dice en San Juan, capítulo 20, que María Magdalena fue al sepulcro bien temprano, fue bien temprano dice capítulo 20 de San Juan:

El primer día de la semana, María Magdalena fue de mañana, siendo aún oscuro, al sepulcro; y vio quitada la piedra del sepulcro.”

O sea, que todavía estaba oscuro cuando ella fue, por eso es que cuando ella fue, y en el verso... del verso 11 en adelante, luego que los Ángeles le dicen a ella que no estaba allí el Señor, ella muy triste y llorando sale y encuentra a una persona, encuentra una persona allí, vean, dice:

Entonces corrió, y fue a Simón Pedro y al otro discípulo, aquel al que amaba Jesús, y les dijo: Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde le han puesto.”

Y sigue ahí narrando todo, pero luego vean: “Pero María...” el verso 11 dice:

Pero María estaba fuera llorando junto al sepulcro...”

O sea, que ella se quedó en ese lugar luego que los Apóstoles fueron y no encontraron al Señor. Luego dice:

Pero María estaba fuera llorando junto al sepulcro; y mientras lloraba, se inclinó para mirar dentro del sepulcro;

y vio a dos ángeles con vestiduras blancas, que estaban sentados el uno a la cabecera, y el otro a los pies, donde el cuerpo de Jesús había sido puesto.

Y le dijeron: Mujer, ¿por qué lloras? Les dijo: Porque se han llevado a mi Señor, y no sé dónde le han puesto.

Cuando había dicho esto, se volvió, y vio a Jesús que estaba allí; mas no sabía que era Jesús.

Jesús le dijo: Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas? Ella, pensando que era el hortelano, le dijo: Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo lo llevaré.

Jesús le dijo: ¡María! Volviéndose ella, le dijo: ¡Raboni! (que quiere decir, Maestro).”

Aquí por lo que vemos en la forma en que Jesús la llama y le dice: “¡María!” Le recuerda a ella las otras ocasiones que Jesús mencionó el nombre de ella cuando la llamó en otras ocasiones, reconoció Su Palabra, Su Voz, aunque no reconoció Su aspecto físico, aunque no reconoció el cuerpo, reconoció Su Voz.

Lo más importante es que reconozcamos Su Voz, aunque Él haya cambiado Su forma física; ya cuando Jesús resucita, resucita no como estaba cuando estaba en la cruz todo lleno de Sangre, todo herido, todo destrozado por los golpes, y por la corona de espinas y por los latigazos que le dieron, lo habían desfigurado. Pero ahora cuando María lo ve no lo reconoce, había sido resucitado y ya no estaba desfigurado como lo había visto ella en la Cruz del Calvario. Encontramos que había cambiado Su aspecto en forma favorable. Ahora vean lo que sigue aconteciendo aquí:

Jesús le dijo: No me toques, porque aún no he subido a mi Padre; mas vé a mis hermanos, y diles: Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios.

Fue entonces María Magdalena para dar a los discípulos las nuevas de que había visto al Señor, y que él le había dicho estas cosas.”

Aquí María se encuentra sola, luego más adelante en San Mateo, ya se encuentra con otras de las hermanas que habían buscado especies y vinieron para colocarlas en el cuerpo de Jesús; ya para ese tiempo, ya Cristo había subido al Padre y había descendido, y por eso es que aquí en San Mateo, capítulo *28, dice el verso 6 en adelante, dice:

No está aquí (dice el ángel). No está aquí, pues ha resucitado , como dijo. Venid, ved el lugar donde fue puesto el Señor.

E id pronto y decid a sus discípulos que ha resucitado de los muertos, y he aquí va delante de vosotros a Galilea; allí le veréis. He aquí, os lo he dicho.

Entonces ellas, saliendo del sepulcro con temor y gran gozo, fueron corriendo a dar las nuevas a sus discípulos. Y mientras iban a dar las nuevas a los discípulos,

he aquí, Jesús les salió al encuentro, diciendo: ¡Salve! Y ellas, acercándose, abrazaron sus pies, y le adoraron.

Entonces Jesús les dijo: No temáis; id, dad las nuevas a mis hermanos, para que vayan a Galilea, y allí me verán.”

Ya en esta ocasión Cristo había subido al Padre y había descendido, porque Cristo tenía que presentarse y presentar Su Sacrificio por el pecado; y ninguna persona podía tocar a Jesús hasta que Él primero fuera y presentara, se presentara ante la presencia de Dios en el Cielo, en el Templo Celestial, y se presentara como el Sacrificio por el pecado, y presentara Su Sangre en el Cielo, en el Lugar Santísimo del Templo Celestial.

Así como el sumo sacerdote terrenal entraba una vez al año al lugar santísimo con la sangre del macho cabrío de la expiación, y la presentaba sobre el lugar de intercesión (o sea, sobre el propiciatorio), esparcía con su dedo siete veces, y ahí presentaba la sangre de la expiación por el pecado en favor de todo el pueblo. Eso fue lo que Cristo tuvo que ir a hacer al Cielo, y luego descendió.

Recuerden que el sumo sacerdote entraba al lugar santísimo ese día unas cuantas veces, entraba y salía de acuerdo a las labores que tenía que hacer en el lugar santísimo. Pero ya al final entraba por última vez y luego salía por última vez.

Ahora, encontramos que desde el día de la crucifixión de Cristo se abrió en el Cielo el día de la expiación; por lo tanto, así como Dios en el día de la expiación esperaba la sangre de la expiación, para que quedaran perdonados los pecados del pueblo y quedaran cubiertos con la sangre de la expiación, así Dios en el Cielo ha estado esperando al Sumo Sacerdote, Jesucristo, Melquisedec, el Sumo Sacerdote del Templo Celestial, que llegara al Cielo con la Sangre de la expiación y entrara al Lugar Santísimo con Su propia Sangre.

Por eso luego más adelante al aparecer a estas hermanas ya lo pudieron abrazar: porque ya había presentado y se había presentado como el Sacrificio, Su Sacrificio allá en el Cielo.

Y ahora, desde ese tiempo en adelante en el Cielo se ha estado viviendo el tiempo de la expiación, del día de la expiación, en donde todo ser humano puede obtener el perdón de sus pecados y puede ser reconciliado con Dios.

Pero ese día, que es el día de la Dispensación de la Gracia, va a terminar, como el día de la expiación terminaba, y luego de ahí en adelante ya ninguna persona podía obtener el perdón de sus pecados y por consiguiente no podían obtener la Misericordia de Dios, los que no habían aprovechado el tiempo en ese día para arrepentirse de sus pecados y confesar a Dios sus pecados, para que al entrar el sumo sacerdote con la sangre de la expiación, sus pecados quedaran cubiertos con la sangre de la expiación y quedaran reconciliados con Dios.

Este tiempo de Cristo hacia acá, del Sacrificio de Cristo hacia acá, ha sido el tiempo de la Dispensación de la Gracia, el tiempo para ser reconciliados con Dios. Por eso es que San Pablo nos habla de esto en Romanos, capítulo 5, verso 5 en adelante, dice:

Y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado.

Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos.

Ciertamente, apenas morirá alguno por un justo; con todo, pudiera ser que alguno osara morir por el bueno.

Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.

Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira.

Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida.

Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en Dios por el Señor nuestro Jesucristo, por quien hemos recibido ahora la reconciliación.”

La reconciliación del ser humano solamente puede obtenerse por medio de Jesucristo nuestro Salvador, el cual resucitó el domingo de la resurrección para poder así justificarnos, limpiarnos con Su Sangre preciosa y dejarnos como si nunca en la vida hubiésemos pecado, y así estar reconciliados con nuestro Dios, nuestro Creador.

Ahora, todo eso hemos visto que fue representado allá en el Antiguo Testamento, en el día de la expiación, el día en que se ofrecía en expiación el macho cabrío, el cual era sacrificado y su sangre llevada al lugar santísimo.

Cristo al ascender al Cielo llevó Su Sangre al Lugar Santísimo del Templo Celestial, y Él está allá en el Cielo como Sumo Sacerdote, haciendo intercesión de edad en edad con Su propia Sangre, por toda persona que lo recibe como su Salvador personal.

Es por medio del Sacrificio de Cristo, de Su Obra expiatoria que somos reconciliados con Dios, y Cristo como Sumo Sacerdote intercede por nosotros para que así obtengamos el perdón de nuestros pecados, quedemos cubiertos con Su Sangre preciosa, la Sangre del Nuevo Pacto, y seamos colocados dentro del Nuevo Pacto con Vida eterna.

Solamente hay Vida eterna dentro del Nuevo Pacto, el cual Cristo vino para establecer. Había sido prometido que Dios establecería un Nuevo Pacto con Su pueblo; ya ese Nuevo Pacto Dios lo ha establecido por medio de Jesucristo nuestro Salvador.

De esto habló Dios a través del Profeta Isaías, cuando él señaló que Dios establecería un Nuevo Pacto con Su pueblo. También por medio del Profeta Jeremías nos habló que Dios establecería un Nuevo Pacto con Su pueblo. Por lo tanto ese Nuevo Pacto Él lo establecería por medio del Mesías prometido.

Ese Nuevo Pacto es el que Cristo ha establecido, y la Sangre del Nuevo Pacto, de la cual Él habla en San Mateo, capítulo 26, es la Sangre que Él derramó por nosotros en la Cruz del Calvario. Dice capítulo 26, versos 26 al 29: “Y mientras...”(esto fue en la última cena):

Y mientras comían, tomó Jesús el pan, y bendijo, y lo partió, y dio a sus discípulos, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo.

Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio, diciendo: Bebed de ella todos;

porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados.

Y os digo que desde ahora no beberé más de este fruto de la vid, hasta aquel día en que lo beba nuevo con vosotros en el reino de mi Padre.”

Y ahora, hay una sola cosa que puede quitar el pecado del ser humano, y es la Sangre de Jesucristo nuestro Salvador; por ella es que es efectuada la remisión de los pecados; por consiguiente todo ser humano necesita a Cristo, todo ser humano necesita al Cristo resucitado para poder ser reconciliado con Dios, para poder ser perdonados sus pecados y ser limpio de todo pecado con la Sangre de Cristo, y ser justificado, quedar como si nunca en la vida hubiese pecado, y ser restaurado a la Vida eterna, ser reconciliado con Dios.

Por lo tanto todo ser humano necesita a Jesucristo como su Salvador personal. Ninguna persona puede pensar que puede salvarse a sí misma, no importa lo buena que sea la persona, no puede quitar sus pecados; solamente Cristo es el que quita el pecado del ser humano.

Por lo tanto, vean, en el Antiguo Testamento en el capítulo 53, verso 10, dice que el Mesías seria quebrantado, sería sujetado a padecimiento y pondría su vida en expiación por el pecado, dice:

Con todo eso, Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento . Cuando haya puesto su vida en expiación por el pecado, verá linaje, vivirá por largos días, y la voluntad de Jehová será en su mano prosperada.”

Aquí está establecido que el Mesías pondría Su vida en expiación por el pecado; ya el pueblo hebreo no tiene un templo desde el año 70 en adelante, no tienen templo, porque el general romano Tito destruyó ese templo, y luego más adelante fue construido en ese lugar donde estaba el templo de Salomón y luego el templo que construyó Herodes, luego allí lo que está construido es la Mezquita de Omar.

Por lo tanto el pueblo hebreo no tiene un templo, no tiene el templo para ir a llevar a cabo los sacrificios por el pecado, para obtener la Misericordia de Dios, el perdón de sus pecados, ser reconciliados con Dios y así ser restaurados a la vida; por lo tanto, la muerte ha estado siguiendo al pueblo hebreo durante cientos de años o miles de años, a causa de que no tienen un sacrificio por el pecado, y por consiguiente la paga del pecado es la muerte, por eso la muerte ha estado persiguiendo al pueblo hebreo.

Y la muerte personificada en el anticristo y en diferentes instrumentos del anticristo, ha estado persiguiendo el pueblo hebreo; es que no tienen un sacrificio por el pecado allá en Jerusalén, pues no tienen el templo.

Pero hay un Sacrificio por el pecado que fue hecho allá en Jerusalén, pero por cuanto no lo han aceptado, por consiguiente el juicio divino está sobre el pueblo hebreo, y la muerte ha estado persiguiendo al pueblo hebreo aunque ellos no sepan porqué, pero ha sido porque sus pecados no están cubiertos con la sangre de la expiación que ellos efectuaban, y ya Dios no acepta ninguna sangre de ningún animalito, ya hay una expiación real, la cual fue tipificada en aquella expiación del macho cabrío de la expiación que el día diez del mes séptimo se sacrificaba.

Ahora, lo que era un tipo y figura, lo que era la sombra, ahora se convirtió en la realidad en la persona de Jesucristo nuestro Salvador. Por lo tanto no hay otro nombre en el cual podamos ser salvos, no hay otro nombre en el cual el ser humano pueda ser salvo de sus pecados. Cristo, el Mesías, es el que salvaría a Su pueblo de sus pecados, poniendo Su vida en expiación por nuestros pecados.

Por lo tanto, toda persona necesita tener un sacrificio por el pecado para delante de Dios ser visto sin pecados, para que así los pecados de la persona sean quitados, y hay solamente un Sacrificio por el pecado.

En el Nuevo Testamento y bajo la Dispensación de la Gracia, solamente un Sacrificio por el pecado es el que es aceptado por Dios, no hay otro; y ya ese Sacrificio por el pecado fue hecho y le corresponde a todo ser humano recibir ese Sacrificio por el pecado, aceptar a Cristo y Su Sacrificio en la Cruz del Calvario, para que la persona pueda obtener el perdón de sus pecados y pueda ser limpio de todo pecado, y pueda ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y pueda entonces recibir el Espíritu Santo, el cual Cristo le dará, y así pueda obtener el nuevo nacimiento, y pueda así estar justificado ante Dios para recibir todas las bendiciones del Cielo, todas las bendiciones de Dios.

San Pedro, el Día de Pentecostés, dijo en el capítulo 2, verso 32 en adelante, o un poco antes, verso 29 en adelante, dice:

Varones hermanos, se os puede decir libremente del patriarca David, que murió y fue sepultado, y su sepulcro está con nosotros hasta el día de hoy.

Pero siendo profeta, y sabiendo que con juramento Dios le había jurado que de su descendencia, en cuanto a la carne, levantaría al Cristo para que se sentase en su trono,

viéndolo antes, habló de la resurrección de Cristo, que su alma no fue dejada en el Hades, ni su carne vio corrupción.

A este Jesús resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos.

Así que, exaltado por la diestra de Dios, y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado esto que vosotros veis y oís.

Porque David no subió a los cielos; pero él mismo dice:

Dijo el Señor a mi Señor:

Siéntate a mi diestra,

Hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies.

Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo.

Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos?

Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.

Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare.

Y con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba, diciendo: Sed salvos de esta perversa generación.

Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas.” (Nota - Libro de los Hechos).

Y ahora, toda persona necesita (arrepentido de sus pecados) recibir a Cristo como su Salvador, ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo lo bautizará con Espíritu Santo y Fuego, y así la persona habrá obtenido la salvación y Vida eterna a través de Jesucristo nuestro Salvador. Por eso también Cristo dijo en San Marcos, capítulo 16, versos 15 en adelante:

Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.

El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”

Y ahora, es un asunto de fe: de creer o no creer; creer es fe positiva, no creer es fe negativa; por lo tanto, se requiere que toda persona tenga fe positiva creyendo en Jesucristo, el cual resucitó de entre los muertos el domingo de resurrección, luego de haber muerto el viernes en la tarde, o sea, a las 3:00 de la tarde del día viernes, pero ya bien temprano en la mañana del domingo resucitó.

Y ahora, se requiere que todo ser humano escuche estas buenas nuevas, estas buenas noticias de salvación y Vida eterna para todo ser humano. Cristo ha resucitado de entre los muertos como estaba prometido, primicia de los que durmieron, El ha resucitado para nuestra justificación, El ha resucitado para así que nosotros estemos salvos sin pecados, estemos justificados ante Dios y tengamos salvación y Vida eterna. Dice el mismo Cristo en San Mateo, capítulo 18, versos 11 al 14:

Porque el Hijo del Hombre ha venido para salvar lo que se había perdido.”

Y da una enseñanza en parábola aquí, y dice:

¿Qué os parece? Si un hombre tiene cien ovejas, y se descarría una de ellas, ¿no deja las noventa y nueve y va por los montes a buscar la que se había descarriado?

Y si acontece que la encuentra, de cierto os digo que se regocija más por aquélla, que por las noventa y nueve que no se descarriaron.

Así, no es la voluntad de vuestro Padre que está en los cielos, que se pierda uno de estos pequeños.”

No es la voluntad de Dios que se pierdan las ovejas de Dios, la voluntad de Dios es que sean salvos y para eso vino Cristo: para buscar y salvar lo que se había perdido, para buscar y salvar las ovejas del Padre que le han sido dadas a Cristo, para que les dé Vida eterna.

Por eso también dice la Escritura (el mismo Cristo hablando), que hay más gozo - hay gozo en el Cielo cuando un pecador se arrepiente, hay gozo en el Cielo, hay gozo allá de los ángeles y de nuestro Padre Celestial, hay gozo en el corazón de Cristo cuando un pecador se arrepiente, recibe a Cristo como su Salvador, lava sus pecados en la Sangre de Cristo, es bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego, y la persona obtiene el nuevo nacimiento y nace en el Reino de Cristo, nace en el Reino de Dios, entra al Reino de Dios por medio del nuevo nacimiento.

Hemos visto el porqué Cristo vino a la Tierra, murió, fue sepultado y luego resucitó: para nuestra salvación, fue por nosotros.

Cristo dijo: “Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, él solo queda; pero si cae en tierra y muere, mucho fruto lleva (muchos hijos e hijas de Dios lleva como fruto).” El fruto que Cristo, el grano de trigo lleva, son hijos e hijas de Dios.

Por eso el Día de Pentecostés nació la planta de trigo, que es la Iglesia del Señor Jesucristo para llevar muchos granos de trigo Cristo a través de Su Iglesia.

Y ahora, hemos visto aquí que Cristo, nuestro Salvador al morir tuvo un propósito muy especial: era salvar todas las ovejas que el Padre le dio para que les dé salvación y Vida eterna.

Hay un pasaje muy importante que nos habla acerca de que nosotros hemos muerto con Cristo, y que nosotros fuimos sepultados con Cristo, y que nosotros fuimos resucitados con Cristo. ¿Y cómo puede ser posible todo esto? Esto es posible en la misma forma en que fue posible que cuando Abraham diezmó a Melquisedec, Leví estaba diezmando allí a Melquisedec, y esto fue porque Leví estaba en los lomos ¿de quién? De Abraham; como también lo estaba Jacob (el padre de Leví), y como también lo estaba Isaac (el padre de Jacob).

Y así como al usted ver una planta de trigo, llena de trigo, usted se pregunta: “¿Y dónde estaba esa planta?” Esa planta y esos granos de trigo estaban ¿dónde? En la semilla de trigo que fue sembrada, y Cristo dijo: “Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, él solo queda; pero si cae en tierra y muere, mucho fruto lleva.”

Por lo tanto, ¿dónde estábamos nosotros?, ¿dónde estaba la Iglesia de Jesucristo y cada miembro de la Iglesia de Jesucristo?, siendo que la Iglesia de Jesucristo es la planta de trigo y nosotros somos los granos de trigo de la planta de trigo, los hijos e hijas de Dios; si el grano de trigo que fue sembrado en tierra es Cristo, el Hijo del Hombre, el Hijo de Dios, los granos de trigo que Él produciría a través de la planta de trigo, serían hijos e hijas de Dios.

Y ahora, así como la planta de trigo con todos los granos de trigo estaban ¿dónde? En la semilla de trigo que fue sembrada en tierra, así también nosotros estábamos en Cristo, y la Iglesia estaba en Cristo.

Por eso, así como la planta de trigo con todos los granos de trigo cuando todavía está sin aparecer en la tierra, ¿dónde se encuentra entonces? En la semilla de trigo. Por lo tanto, si usted toma ese grano de trigo y se lo lleva para Europa, la planta de trigo con todos los granos de trigo estaba viajando por Europa también, si se lo lleva para el África (el grano de trigo), hasta el África fue el grano de trigo y también fueron los granos de trigo con la planta de trigo, que estaban potencialmente en el grano de trigo, en la semilla.

Y así es con todos los hijos de Dios y con la Iglesia de Jesucristo: donde quiera que Cristo estaba, estaba Su Iglesia y por consiguiente estábamos todos nosotros también; por eso estábamos con Él desde antes de la fundación del mundo.

Así como Cristo decía: “Salí de Dios y vuelvo a Dios.” Ahora nosotros salimos de Dios pasando a Cristo, y de Cristo, vean ustedes, hemos venido a esta Tierra, y a Cristo volvemos; estábamos en Cristo eternamente, por lo tanto, hemos venido de Dios, si somos hijos de Dios, pues estábamos en Dios.

Así como todo hijo estaba en los lomos de su padre, como estaba Leví en los lomos de Abraham, pasó de los lomos de Abraham a los lomos de Isaac, y de los lomos de Isaac a los lomos de Jacob y de los lomos de Jacob apareció luego Leví.

Y ahora, de edad en edad han estado apareciendo todos los granos de trigo que estaban potencialmente en Cristo, el Grano de Trigo, y ha estado apareciendo cada parte de la planta de Trigo, de la Iglesia de Jesucristo con los hijos e hijas de Dios correspondientes a cada edad.

Ahora, hemos visto que cuando Cristo estuvo en Su ministerio terrenal, estábamos nosotros con Él y en Él; por lo tanto cuando Él predicaba, allí estábamos nosotros con Él; cuando Él hacía los milagros, allí estábamos nosotros con Él; cuando El resucitó a Lázaro, allí estábamos nosotros con Él; cuando Él fue tomado preso, allí estábamos nosotros con Él; cuando Él fue juzgado, allí estábamos nosotros con Él; cuando Él fue condenado, allí estábamos nosotros con Él; cuando Él fue luego llevado a Pilato, allí estábamos nosotros con Él, con Cristo; cuando Él fue condenado, cuando Él fue dado para ser crucificado, allí ibamos nosotros con Él; cuando fue crucificado, allí estábamos nosotros con El en la Cruz, porque somos genes de Dios, hijos e hijas de Dios; y cuando Cristo fue sepultado, allí estábamos nosotros con Él; cuando Cristo descendió al infierno y predicó a los espíritus encarcelados, allí estábamos nosotros con Él; cuando Cristo obtuvo la victoria contra el diablo y le quitó las llaves del infierno y de la muerte, allí estábamos también nosotros con Cristo; y cuando Cristo pasó al Paraíso, al Seno de Abraham, allí estábamos nosotros pasando con Cristo al Paraíso; y cuando Cristo resucitó, allí estábamos nosotros resucitando con Él.

Por lo tanto, todo eso es tipificado en el bautismo en agua, cuando somos bautizados en agua, estamos representando que nosotros estábamos en y con Cristo: cuando Él murió, nosotros estábamos muriendo con Él; cuando Él fue sepultado, fuimos nosotros sepultados con Él.

Cuando el ministro lo sumerge en agua en el Nombre del Señor Jesucristo invocando así el Nombre del Señor, lo cual se hace, se invoca el Nombre del Señor sobre la persona cuando se dice: “Yo te bautizo en el Nombre del Señor Jesucristo,” y es sumergida la persona, y así la persona queda bautizada en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, porque el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo es SEÑOR JESUCRISTO.

Y cuando la persona está bajo las aguas, está representando que fue sepultado cuando Cristo fue sepultado, pero cuando el ministro sube de las aguas a la persona, eso está representando que usted fue resucitado cuando Cristo resucitó. Y ha resucitado para vivir y tener una nueva vida, una vida de hijo o hija de Dios en el Reino de Dios, que es la Iglesia del Señor Jesucristo, vivir una nueva vida porque usted se ha levantado como una nueva criatura.

Y ahora, todo eso está representado en el bautismo en agua. También en el bautismo en agua, usted está representando que usted murió al viejo hombre o a la vieja mujer, a la vieja criatura, y usted sepultó o fue sepultada la vieja criatura, el viejo hombre o la mujer antigua, y al levantarse de las aguas bautismales, representa que usted resucitó, se levantó como una nueva criatura, un nuevo hombre o una nueva mujer para vivir con Cristo en Su Reino para toda la eternidad.

Por eso es tan importante el bautismo en agua en el Nombre del Señor Jesucristo; es ahí donde tipifica la persona que murió, fue sepultado y resucitó, representa ahí, tipifica ahí que la persona obtuvo el nuevo nacimiento, murió, fue sepultado y resucitó a una nueva vida con Cristo.

Y ahora, toda persona necesita ser bautizada en el Nombre del Señor Jesucristo en agua; aún los discípulos de Juan el Bautista, los cuales habían sido bautizados por Juan el Bautista, luego cuando comenzó la Dispensación de la Gracia, los Apóstoles del Señor Jesucristo bautizaron a los discípulos de Juan el Bautista, porque el bautismo de Juan ya no funcionaba para la Dispensación de la Gracia, no funcionaba para recibir el Espíritu Santo, porque el bautismo de Juan no representaba que habían muerto, habían sido sepultados y habían sido resucitados con Cristo.

Por lo tanto, tenían que ser bautizados en agua aun los discípulos de Juan el Bautista, para poder recibir el bautismo del Espíritu Santo.

Ahora, podemos ver que es importante que toda persona que al escuchar la predicación del Evangelio, de las buenas nuevas, de que Cristo ha resucitado, lo reciba como su Salvador arrepentido de sus pecados, y Cristo lo limpiará con Su Sangre preciosa de todo pecado, y la persona es bautizada en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo lo bautizará con espíritu Santo y Fuego, y así obtendrá el nuevo nacimiento.

Luego también tenemos la Santa Cena y el Lavatorio de Pies para los creyentes en Cristo. La Santa Cena habla de la muerte de Cristo y Su Sangre derramada en la Cruz del Calvario por la cual nos limpió de todo pecado, la Sangre del Nuevo Pacto, la Sangre que toda persona necesita tener para estar limpio de todo pecado y estar dentro del Nuevo Pacto.

Cristo ha estado confirmando el Nuevo Pacto de edad en edad a Su Iglesia y a todo creyente en Cristo; y cuando tomamos la Santa Cena, damos testimonio del Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario, estamos recordando la muerte del Señor hasta que El venga, hasta que él complete Su Iglesia, haya hecho intercesión hasta por el último escogido, en el Cielo, y haya completado Su Iglesia, y luego se levante del Trono del Padre, tome el Título de Propiedad y lo abra en el Cielo y haga Su Obra de Reclamo, y resucite a los muertos creyentes en El y nos transforme a nosotros los que vivimos.

Por lo tanto, la Santa Cena habla del Sacrificio de Cristo como el Cordero de Dios allá en la Cruz del Calvario y Su Obra de Redención, habla de la forma en que Cristo nos ha libertado del reino de las tinieblas, como la pascua para el pueblo hebreo hablaba de la forma en que Dios libertó al pueblo hebreo allá en Egipto, para lo cual tuvo que ser sacrificado un cordero pascual para cada familia; y también hablaba del Cordero Pascual, del Cordero de Dios que vendría a la Tierra y moriría por los seres humanos.

Y ahora, la Santa Cena habla de Cristo el Cordero Pascual que murió en la Cruz del Calvario por nosotros, para libertarnos del reino de las tinieblas, y habla también (la Santa Cena) de la Segunda Venida de Cristo, porque dice: “Hasta que El venga.” Dice “que todas las veces que comamos este pan y bebamos esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que Él venga.”

Por lo tanto, toda persona está llamada a tomar la Santa Cena, luego de haber recibido a Cristo como su salvador, haber lavado sus pecados en la Sangre de Cristo y haber sido bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo y haber recibido el Espíritu Santo, y así haber obtenido el nuevo nacimiento; es para los hijos e hijas de Dios en el Reino de Dios la Santa Cena.

Y el Lavatorio de Pies es otro acto simbólico que representa a Cristo limpiándonos de todo pecado cada vez que nosotros vayamos y confesamos a Cristo nuestras faltas, errores y pecados.

Vean, la Sangre de Cristo no solamente nos limpió de los pecados pasados, sino que nos mantiene limpios, nos mantiene limpios de todo pecado, porque los confesamos a Él, todos nuestros errores, faltas y pecados que cometamos durante nuestra trayectoria cristiana, y Cristo nos limpia de todo pecado. “La Sangre de Jesucristo (Su Hijo) nos limpia de todo pecado.” Dice Primera de Juan, capítulo 1, verso 7.

Por eso, ningún creyente en Cristo puede desanimarse en su vida cuando haya cometido algún error, falta o pecado, tiene que saber que el mismo que lo recibió como su Salvador y lo limpió de todo pecado, vuelve y lo limpia de todo pecado que haya cometido, y de todo error cuando lo confiese a Cristo, o sea, que la Sangre de Cristo nos mantiene limpios de todo pecado.

Él nos salvó del pecado y de la muerte, y nos reconcilió con Dios para vivir eternamente con Dios, y nos mantiene limpios de todo pecado ¿con qué? Con Su Sangre preciosa, Él permanece como Sumo Sacerdote haciendo intercesión, no solamente por los que vienen a Cristo sino por los que ya están, y cometen alguna falta, error o pecado y lo confiesan a Cristo. Él es nuestro intercesor ante Dios, y Él dice al Padre: “Padre, perdónalos, no saben lo que hacen, no fue su intención pecar.”

Cuando confesamos a Cristo nuestras faltas, errores y pecados, así lo toma Cristo y lo presenta a Dios, Él es nuestro Abogado ante el Padre, Él siendo nuestro Abogado, ¿para qué tiene una persona un abogado? Para que lo defienda; el abogado está para defender en la corte a su cliente.

Y Cristo está en la Corte Celestial para defendernos ante Dios, para que ante Dios salgamos bien. Con Su Sangre Él nos limpia de todo pecado y estamos justificados ante Dios; Y Dios dice: “No hay culpa, no hay pecado en ellos.” ¿Por qué? Porque Cristo con Su Sangre nos limpió de todo pecado. Cristo dice al Padre: “Yo dí mi vida por ellos, yo morí en la Cruz del Calvario por ellos.” ¿Por qué? “Porque ellos estaban en mí.” Dice Cristo: “Cuando yo estaba muriendo allá, ellos estaban en mí”.

Por lo tanto, estábamos muriendo con Cristo, ya toda persona que esté en Cristo: “nueva criatura es, las cosas viejas pasaron, todas son hechas nuevas.”

Y ahora, cuando en Cristo estábamos, estábamos muriendo ahí con Él, por lo tanto en Él, en Su muerte estábamos allí muriendo; y ahora, como Él resucitó para vivir eternamente, nosotros hemos resucitado con Él para vivir eternamente con Dios en Su Reino.

“CRISTO HA RESUCITADO.”¿Y quién más ha resucitado? Nosotros hemos resucitado con El para vivir eternamente con Cristo en Su Reino.

CRISTO HA RESUCITADO.”

Ha sido para mí una bendición grande estar con ustedes en esta ocasión, dándoles testimonio de que Cristo ha resucitado y está en el Cielo sentado en el Trono de Dios haciendo intercesión por cada persona que tiene su nombre escrito en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero.

Por lo tanto, toda persona que ha recibido a Cristo como su Salvador, ha recibido Vida eterna, ha sido perdonado todo... han sido perdonados todos sus pecados, ha sido limpiado con la Sangre de Cristo, ha sido bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y ahora ha sido reconciliado con Cristo y tiene Vida eterna, tenemos Vida eterna. No vamos a ir a condenación, no vamos a ir al juicio final para ser juzgados, ya fuimos juzgados cuando Cristo fue juzgado y nosotros lo hemos aceptado.

En forma vicaria, vean, estábamos allá con Cristo y estábamos muriendo con Él. Él en lugar nuestro (en lugar nuestro porque El era el que estaba materializado en forma de hombre), murió por todos nosotros. Él pagó la deuda por el pecado y nos ha libertado del reino de las tinieblas, nos ha libertado de la casa de empeño, nos ha libertado, ha pagado el precio de la Redención, que fue Su vida, Su muerte en la Cruz del Calvario; pero por cuanto tenía poder para volver a tomar la vida, para volver a resucitar en Su cuerpo, resucitó y ahora vive eternamente y está en el Cielo haciendo intercesión por toda persona escrita en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero.

Por lo tanto, todos los que ya le han recibido tienen Vida eterna, y no vendrán a condenación; y esto es algo que toda persona necesita entenderlo tal y como está aquí en la Escritura, y creerlo con toda su alma, sin dudarlo en ningún momento.

Primera de Juan, capítulo 5, verso 10 en adelante, dice:

El que cree en el Hijo de Dios, tiene el testimonio en sí mismo; el que no cree a Dios, le ha hecho mentiroso, porque no ha creído en el testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo.

Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo.”

Ven? Dios nos ha dado Vida eterna y esta Vida eterna ¿dónde está? En Su Hijo Jesucristo.

El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida.”

¿Ven? El que no tiene a Cristo, el que no lo ha recibido como su Salvador, no tiene la Vida eterna, el que ha recibido a Cristo como su Salvador, tiene la Vida eterna.

Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna.”

Es muy importante que todos sepamos que tenemos Vida eterna, porque tenemos a Cristo en nuestra alma, en nuestro corazón, lo hemos recibido como nuestro único y suficiente Salvador.

Y para que creáis en el nombre del Hijo de Dios.”

Los que no han recibido a Cristo como su Salvador, no tienen la Vida eterna, y no podrán vivir eternamente con Cristo en Su Reino, porque no tienen la Vida eterna, porque no han recibido a Cristo, que es la Vida eterna. Cristo dijo: “Yo Soy el Camino, la Verdad y la Vida, y nadie viene al Padre sino por mí.”

Por lo tanto, ninguna persona puede vivir eternamente con Dios en Su Reino, a menos que haya recibido a Cristo como su Salvador, tiene que ser por medio de Jesucristo nuestro Salvador.

Por lo tanto, toda persona que todavía no recibido a Cristo, no tiene la Vida eterna, pero puede recibir a Cristo, y puede entonces tener la Vida eterna para vivir eternamente con Cristo en Su Reino.

Cuando la persona lo recibe como su Salvador, entonces su alma descansa, está en paz sabiendo que si muere físicamente, luego va a resucitar, Cristo lo resucitará en un cuerpo eterno, pero mientras tanto estará viviendo en el Paraíso su cuerpo angelical.

Si permanece vivo, pues sabe que va a ser transformado cuando los muertos en Cristo resuciten. Esa esperanza solamente la tienen los que han recibido a Cristo la Vida eterna, y saben que tienen Vida eterna.

Por lo tanto, los que todavía no han recibido a Cristo como su Salvador lo pueden hacer en esta mañana, para que así tengan Vida eterna, obtengan el perdón de sus pecados, sean bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, Cristo los bautice con Espíritu Santo y Fuego, y reciban el nuevo nacimiento y reciban Vida eterna.

El Rvdo. Miguel Bermúdez Marín estará orando por todas las personas que levanten sus manos para recibir a Cristo como su Salvador personal.

Los que una vez estaban en el camino del Señor y se apartaron, también pueden levantar sus manos para ser reconciliados con Cristo, y los niños de 12 y 13 años de edad en adelante, también pueden recibir a Cristo como su Salvador personal.

Por lo tanto, pueden levantar sus manos y el Rvdo. Miguel Bermúdez Marín estará orando por ustedes en esta ocasión, luego habrá bautismos en agua, y luego más adelante, hoy también en la segunda parte, luego que tengamos un receso de una hora más o menos, luego tendremos la Santa Cena y el Lavatorio de Pies.

Ha sido para mí un privilegio grande estar con ustedes, dándoles testimonio que Cristo ha resucitado y está sentado a la diestra de Dios en el Cielo haciendo intercesión por toda persona que lo recibe como su Salvador personal, para reconciliar a la persona con Dios.

Que las bendiciones de Cristo, el Ángel del Pacto, nuestro Salvador, sean sobre todos ustedes y sobre mí también; y Cristo continúe añadiendo a Su Iglesia los que falten y pronto se complete la Iglesia de Jesucristo, y sean resucitados los muertos en Cristo y nosotros los que vivimos seamos transformados, y todos seamos llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén y amén.

Que Dios les continúe bendiciendo a todos, y con nosotros nuevamente el Rvdo. Miguel Bermúdez Marín, para orar por las personas que levantarán sus manos para recibir a Cristo como su Salvador personal.

Que Dios les bendiga y les guarde a todos.

CRISTO HA RESUCITADO.”