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| Meditad bien sobre vuestros caminos | 2003-03-26 | 1 | Goiânia | Goiás | BR | 00:00:00 | false |
Muy buenas noches, amados amigos y hermanos presentes; es para mí una bendición y privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final. También reciban saludos de mi esposa Erica, de mis niñas... aquí está mi esposa Erica, y los niños reciban saludos de América y Yahannah Gabriela.
Para esta ocasión leemos en Hageo, capítulo 1, verso 1 en adelante, donde nos dice:
“En el año segundo del rey Darío, en el mes sexto, en el primer día del mes, vino palabra de Jehová por medio del profeta Hageo a Zorobabel hijo de Salatiel, gobernador de Judá, y a Josué hijo de Josadac, sumo sacerdote, diciendo:
Así ha hablado Jehová de los ejércitos, diciendo: Este pueblo dice: No ha llegado aún el tiempo, el tiempo de que la casa de Jehová sea reedificada.
Entonces vino palabra de Jehová por medio del profeta Hageo, diciendo:
¿Es para vosotros tiempo, para vosotros, de habitar en vuestras casas artesonadas, y esta casa está desierta?
Pues así ha dicho Jehová de los ejércitos: Meditad bien sobre vuestros caminos.
Sembráis mucho, y recogéis poco; coméis, y no os saciáis; bebéis, y no quedáis satisfechos; os vestís, y no os calentáis; y el que trabaja a jornal recibe su jornal en saco roto.
Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Meditad sobre vuestros caminos.
Subid al monte, y traed madera, y reedificad la casa; y pondré en ella mi voluntad, y seré glorificado, ha dicho Jehová.”
Nuestro tema lo tomamos del verso 5, donde dice: “Pues así ha dicho Jehová de los ejércitos: Meditad bien sobre vuestros caminos.”
“MEDITAD BIEN SOBRE VUESTROS CAMINOS.” Ese es nuestro tema para esta ocasión.
En este pasaje el Profeta Hageo está hablando al gobernador de Judá y al sumo sacerdote Josué; y a través de Hageo Dios también le está hablando a todo el pueblo hebreo.
El pueblo hebreo pensaba que era buen tiempo para ellos tener buenas casas y vivir bien, pero se habían olvidado de la Casa de Dios, y decían: “No es tiempo todavía para reedificar la Casa de Dios.”
Pero sí era tiempo para reedificar la Casa de Dios, porque para eso los había traído Dios del cautiverio a la tierra de Israel: para reedificar la Casa de Dios, que era lo más importante en medio del pueblo hebreo, porque el templo es el lugar de morada de Dios; por lo tanto, la Casa más importante en medio del pueblo hebreo es la Casa de Dios, y ellos querían tener buenas casas pero no estaban interesados en la reedificación de la Casa de Dios.
Y ahora, esto es muy importante porque la Casa de Dios, en el Antiguo Testamento, como lugar de morada de Dios, como un lugar de cuatro paredes, era el templo en Jerusalén; en el desierto cuando el pueblo hebreo venía hacia la tierra prometida, era el tabernáculo.
Ahora, encontramos que la Casa de Dios terrenal, el tabernáculo que construyó Moisés y el templo que construyó el rey Salomón, fue hecho de acuerdo al modelo celestial, por eso las cosas contenidas en la Casa de Dios terrenal, daban testimonio de las cosas que hay en el Cielo.
Y ahora, encontramos que los sacrificios se efectuaban en el templo terrenal, y por consiguiente Dios aceptaba esos sacrificios; y las personas, el día diez del mes séptimo, en que se sacrificaba el macho cabrío de la expiación, el pueblo ese día, arrepentido de sus pecados y afligidos en sus almas, pedían perdón a Dios.
Y el sumo sacerdote en todas las labores que hacía ese día, llevaba ante la presencia de Dios las oraciones del pueblo hebreo, cuando él llevaba el incensario y colocaba en el incensario allí el fuego, y luego... vamos a ver un momentito aquí... y luego en el incensario colocaba incienso que él llevaba en la mano, y luego el humo en el lugar santísimo subía hasta la presencia de Dios, y ahí subían las oraciones del pueblo, el pueblo arrepentido por sus pecados y afligido en sus almas por haber pecado contra Dios.
Luego el sumo sacerdote entraba con la Sangre de la expiación del macho cabrío en una vasija, y con su dedo esparcía sobre el propiciatorio siete veces. El propiciatorio era la tapa del arca del pacto, el propiciatorio era de oro puro, y tenía a cada lado un querubín de oro también, por lo tanto eran dos querubines de oro hechos de una misma pieza.
O sea, que el arca era de oro y la tapa del arca de oro puro; pero el arca era de madera cubierta con oro, pero la tapa era de oro puro, y tenía los dos querubines de oro; por lo tanto era una obra monolítica.
Cuando fundían la tapa del propiciatorio, ahí mismo quedaban hechos los dos querubines de oro, no era que hacían dos querubines de oro aparte y después los colocaban allí, no, era que tenían el molde hecho ya con los dos querubines y el propiciatorio, y luego echaban el oro hirviendo, y lo echaban en ese molde; y cuando después quitaban el molde, al estar frío ya el oro aparecían los dos querubines de oro y el propiciatorio, y esa era la tapa del arca del pacto.
En el arca del pacto estaban las tablas de la ley, el maná en una vasija también de oro, y la vara de Aarón que reverdeció, esto es lo que dice el Profeta y Apóstol San Pablo en el capítulo 9 de Hebreos, donde dice, comenzando en el verso 1, dice (de Hebreos, capítulo 9):
“Ahora bien, aun el primer pacto tenía ordenanzas de culto y un santuario terrenal.
Porque el tabernáculo estaba dispuesto así: en la primera parte, llamada el Lugar Santo, estaban el candelabro, la mesa y los panes de la proposición.
Tras el segundo velo estaba la parte del tabernáculo llamada el Lugar Santísimo,
el cual tenía un incensario de oro y el arca del pacto cubierta de oro por todas partes, en la que estaba una urna de oro que contenía el maná, la vara de Aarón que reverdeció, y las tablas del pacto;
y sobre ella los querubines de gloria que cubrían el propiciatorio; de las cuales cosas no se puede ahora hablar en detalle.
Y así dispuestas estas cosas, en la primera parte del tabernáculo entran los sacerdotes continuamente para cumplir los oficios del culto;
pero en la segunda parte, sólo el sumo sacerdote una vez al año, no sin sangre, la cual ofrece por sí mismo y por los pecados de ignorancia del pueblo;
dando el Espíritu Santo a entender con esto que aún no se había manifestado el camino al Lugar Santísimo, entre tanto que la primera parte del tabernáculo estuviese en pie.
Lo cual es símbolo para el tiempo presente.”
Ahora, podemos ver que todo esto que estaba en el templo que construyó el Profeta Moisés: el tabernáculo, y en el templo que construyó el rey Salomón, es tipo y figura de las cosas que están en el Cielo, y por consiguiente es tipo y figura de las cosas que en el Nuevo Testamento Dios estaría haciendo, cuando el nuevo camino fuese abierto en el Programa de Dios.
Ahora, encontramos que en el Antiguo Testamento tenían el tabernáculo que construyó Moisés y luego el templo que construyó el rey Salomón, y allí estaba Dios habitando en el lugar santísimo sobre el arca del pacto, sobre el propiciatorio, que es la tapa del arca del pacto en medio de los dos querubines de oro. Veamos lo que nos dice Dios en Levítico, capítulo 16, verso 1 en adelante:
“Habló Jehová a Moisés después de la muerte de los dos hijos de Aarón, cuando se acercaron delante de Jehová, y murieron.
Y Jehová dijo a Moisés: Dí a Aarón tu hermano, que no en todo tiempo entre en el santuario detrás del velo, delante del propiciatorio que está sobre el arca, para que no muera; porque yo apareceré en la nube sobre el propiciatorio.”
¿Dónde aparecía Dios? En el lugar santísimo sobre el propiciatorio, y a ese lugar (el lugar santísimo) tenía que entrar el sumo sacerdote una vez al año, el día diez del mes séptimo de cada año, con la sangre de la expiación del macho cabrío de la expiación, el cual fue establecido así.
Y ahora, ese es el lugar más importante del tabernáculo que construyó Moisés y del templo que construyó el rey Salomón, porque el lugar santísimo del templo celestial, es el lugar donde está Dios sentado en su trono, y donde Cristo cuando resucitó ascendió al Cielo, y como Sumo Sacerdote - y como lo hacía el sumo sacerdote en el templo terrenal, Cristo entró al Templo Celestial, al Lugar Santísimo del Templo Celestial, y ha estado haciendo intercesión con Su propia Sangre como lo hacía el sumo sacerdote el día diez del mes séptimo de cada año.
Las cosas que eran hechas en el templo terrenal, como el sacrificio de la expiación del macho cabrío, eran tipo y figura del Sacrificio de Cristo y de la Sangre de Cristo siendo llevada al Lugar Santísimo del Templo Celestial, y el sumo sacerdote terrenal representaba al Sumo Sacerdote Celestial, y el Sumo Sacerdote Celestial es Jesucristo nuestro Salvador, conforme al orden de Melquisedec, porque Jesucristo es el Melquisedec que le apareció a Abraham.
Por eso Melquisedec es Rey de Salem y Sacerdote del Dios Altísimo del Templo Celestial, El es Rey de Salem, Rey de Paz, Rey de Justicia y Sumo Sacerdote del Templo Celestial, ese es Jesucristo nuestro Salvador; y eso fue reflejado en el templo terrenal, en el tabernáculo que construyó Moisés y en el templo que construyó el rey Salomón. Y el sumo sacerdote representaba a Cristo, el Sumo Sacerdote del Templo Celestial.
Por eso desde que Cristo murió ya no necesitamos el templo de Jerusalén, allí lo que está construido en la actualidad es la Mezquita de Omar, ya no se necesita el orden sacerdotal levítico al cual pertenecía Aarón, ya ese orden sacerdotal fue quitado, y está establecido el orden sacerdotal celestial, ese es el orden sacerdotal que está funcionando, del cual Jesucristo es el Sumo Sacerdote.
Y los demás sacerdotes de ese templo ¿quiénes son? ¿Dónde están? Son todos los redimidos por la Sangre de Cristo; por lo tanto un orden sacerdotal celestial, comenzó a operar desde que Cristo vino a la Tierra y murió y resucitó y ascendió al Cielo.
Y ahora, las personas no necesitan un sumo sacerdote terrenal, todo ser humano necesita un Sumo Sacerdote Celestial y ese es Jesucristo nuestro Salvador. Así como el día diez del mes séptimo de cada año, todas las personas necesitaban un sumo sacerdote terrenal que entrara al lugar santísimo con la sangre de la expiación del macho cabrío.
Si no entraba el sumo sacerdote al lugar santísimo ¿qué sucedería? El pueblo no quedaba perdonado, de nada serviría el arrepentimiento del pueblo, ¿por qué? Porque no había un sumo sacerdote que entrara al lugar santísimo y colocara ante la presencia de Dios las oraciones del pueblo, las oraciones que piden perdón por sus pecados, las oraciones de arrepentimiento del pueblo por haber pecado ante Dios.
Y tampoco habría sangre sobre el lugar santísimo, sobre el propiciatorio del arca del pacto en el lugar santísimo, y por consiguiente los pecados del pueblo estarían al descubierto, y la paga del pecado es muerte. Por lo tanto, en ese año tenían que morir todas las personas.
Por eso toda persona que no se arrepentía y no afligía su alma por haber pecado ante Dios, sería cortada del pueblo en el día diez del mes séptimo, en donde tenían que afligir sus almas por haber pecado contra Dios.
Por lo tanto, ese era el día para las personas obtener el perdón de sus pecados y ser reconciliados con Dios; el que no era reconciliado con Dios sus pecados no quedaban cubiertos con la sangre de la expiación, y por consiguiente sería cortado del pueblo, Dios lo quitaría del pueblo, moriría durante ese año la persona. De eso es que habla aquí en Levítico, capítulo 23, verso 26 en adelante, donde dice:
“También habló Jehová a Moisés, diciendo:
A los diez días de este mes séptimo será el día de expiación; tendréis santa convocación, y afligiréis vuestras almas, y ofreceréis ofrenda encendida a Jehová.
Ningún trabajo haréis en este día; porque es día de expiación, para reconciliaros delante de Jehová vuestro Dios.
Porque toda persona que no se afligiere en este mismo día, será cortada de su pueblo.”
Ahora, podemos ver que ese era el día más importante para el pueblo hebreo, porque era el día en que afligidos por haber pecado contra Dios, afligidos en sus almas pedían perdón a Dios y obtenían el perdón de sus pecados, y la sangre de la expiación los cubría, cubría sus pecados y entonces Dios los miraba y no veía pecado en ellos. ¿Por qué? Porque estaban cubiertos con la sangre de la expiación. Todo eso se efectuaba en el templo.
Y ahora, cuando se llegó el tiempo para la restauración del templo, muchos pensaban que no era tiempo todavía, pero Dios les dijo que sí, que ese era el tiempo para restaurar el templo, porque era tiempo para la bendición de Dios venir sobre el pueblo hebreo, para Dios tener misericordia del pueblo hebreo, para Dios reconciliar a cada persona del pueblo hebreo consigo mismo. Por lo tanto, era tiempo para construir el templo, el cual había sido destruido.
Y ahora, podemos ver que aquel templo representa al Templo Celestial, y representa también al pueblo hebreo como nación, y representa la Iglesia del Señor Jesucristo, que es un Templo Espiritual. La Iglesia de Jesucristo es un Templo Espiritual donde mora Cristo en Espíritu Santo.
Y cada persona como individuo es un Templo Espiritual. Si es una persona que sirve a Cristo es un Templo Espiritual de Cristo, en donde Cristo mora en Espíritu Santo. Si no ha recibido a Cristo, si no sirve a Cristo, sigue siendo un templo, pero no un templo que sirve a Dios. Por lo tanto sirve al enemigo de Dios.
Ahora, es necesario que haya una restauración del Templo de Dios, así como hubo una restauración del Templo de Dios en los días del Profeta Hageo, que fueron los días en donde Dios dijo que era el tiempo para esa restauración, lo dijo por medio de un Profeta. Pero la gente decía: “No es tiempo todavía.” No querían buscar a Dios, y Dios los colocó de regreso a la tierra de Israel para que buscaran a Dios, por lo tanto sus caminos tenían que ser examinados.
“Meditad bien sobre vuestros caminos.” Es necesario que el ser humano medite en su camino o en sus caminos y sepa si está caminando en el camino de Dios; Cristo es el camino de Dios. Por lo tanto ser un creyente en Cristo nacido de nuevo, es ser una persona que está caminando en el camino de Dios.
Y ahora, encontramos que es necesario que así como el templo terrenal tenía que ser restaurado, el ser humano como individuo es un templo de Dios que fue creado para Dios morar en él, pero el ser humano cayó, el ser humano perdió la bendición de la Vida eterna física, y ahora el ser humano tiene que ser restaurado.
Muchas personas han pensado que no es tiempo o que no tienen tiempo para buscar a Dios, como pensaban esas personas del tiempo de Hageo; pero es tiempo para el Templo de Dios ser restaurado, el ser humano como templo de Dios tiene que ser restaurado para Dios morar en él en Espíritu Santo, y la Iglesia del Señor Jesucristo es Templo de Dios para Cristo en Espíritu Santo morar en medio de Su Iglesia.
Por lo tanto, tanto el ser humano como individuo, como la Iglesia como Cuerpo Místico de creyentes, tienen que ser restaurados para Dios morar en el ser humano en toda Su plenitud, y para Dios morar en Su Iglesia en toda Su plenitud.
Ahora, Cristo es el restaurador del Templo de Dios, del ser humano como Templo de Dios. Por eso Cristo estuvo hablando en Su ministerio terrenal que iba a morar dentro de las personas, El y el Padre morarían dentro de aquellos que lo recibirían como su Salvador.
Por lo tanto, Cristo es el que restaura al ser humano como Templo de Dios, para Dios morar en la persona en Espíritu Santo.
Y ahora, la promesa es que Cristo vendrá a morar en el individuo, por lo tanto el ser humano será nuevamente templo de Dios; y es tiempo para esa restauración ¿desde cuándo? Desde que Cristo murió en la Cruz del Calvario, fue sepultado, resucitó y ascendió al Cielo, de ahí en adelante ha comenzado la restauración del ser humano como templo de Dios.
El Día de Pentecostés vino sobre ciento veinte creyentes en Cristo el Espíritu Santo, y allí estaba Cristo en Espíritu Santo, morando en cada uno de esos creyentes que estaban en el Aposento alto; y así en lo espiritual el ser humano comenzó a ser nuevamente templo de Dios, Dios morando en Espíritu Santo en el ser humano, eso es el bautismo del Espíritu Santo.
Y ahora, el ser humano ha estado siendo llamado para ser reconciliado con Dios. Y ahora, ya en el templo terrenal que tenía que ser restaurado en los días de Hageo, ya en ese templo ya no se está llevando a cabo la reconciliación de las personas, ya ese templo ni existe; pero aquel templo es tipo y figura del Templo Celestial, y por consiguiente es tipo y figura de la Iglesia del Señor Jesucristo, porque el Templo Espiritual de Cristo es Su Iglesia.
Por lo tanto ahora hay un nuevo Templo, un Templo del cual San Pedro nos dice en Primera de Pedro, capítulo 2, verso 4 en adelante:
“Acercándoos a él, piedra viva, desechada ciertamente por los hombres, mas para Dios escogida y preciosa,
vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo.”
Ahora, podemos ver que Cristo está edificando un Templo, El está restaurando al ser humano como Templo de Dios, y El está construyendo un Templo Espiritual que es Su Iglesia, y lo está construyendo no con piedras físicas, sino con piedras vivas, seres humanos que son llamados y juntados en la Iglesia de Jesucristo, y esa Iglesia está construida, compuesta por seres humanos que reciben a Cristo como su Salvador.
Por lo tanto, la Iglesia del Señor Jesucristo es la que recibe las personas que como templos espirituales son restaurados para Dios morar en Espíritu Santo en ellos. Por lo tanto, todos los creyentes en Cristo como individuos son templos vivientes, en donde mora el Espíritu de Dios y obra a través de ellos.
Y la Iglesia de Jesucristo como Cuerpo Místico de creyentes es un Templo Espiritual también, en donde mora Cristo en Espíritu Santo y nos habla Su Palabra y nos enseña Su Palabra.
La Iglesia de Jesucristo es la que tiene el Evangelio de la Gracia, y por medio del Evangelio de la Gracia siendo predicado por medio del Espíritu Santo, son llamados y juntados todos los que formarán parte de la Iglesia de Jesucristo, los cuales están escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, porque Dios sabía quiénes serían los que recibirían a Cristo como su Salvador. Por lo tanto El de antemano los escribió en el Libro de la Vida del Cordero.
Todo el Programa de Redención Dios lo tiene preparado desde antes de la fundación del mundo, Cristo mismo desde antes de la fundación del mundo fue destinado para morir ¿por quiénes? Por nosotros, y fue tipificado en el Antiguo Testamento en el cordero pascual que fue sacrificado en Egipto en la víspera de la pascua, y también en el macho cabrío de la expiación, el día diez del mes séptimo de cada año era sacrificado.
Por lo tanto, Cristo desde antes de la fundación del mundo fue destinado para morir ¿por quiénes? Por ustedes y por mí también. En Primera de Pedro, capítulo 1, verso 18 en adelante nos dice la forma que hemos sido rescatados:
“Sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata,
sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación,
ya destinado desde antes de la fundación del mundo.”
¿Desde cuándo fue destinado Cristo para morir por nosotros? Desde antes de la fundación del mundo, desde antes de la creación:
“pero manifestado en los postreros tiempos por amor de vosotros.”
Por amor de nosotros fue manifestado en carne humana y murió en la Cruz del Calvario, dice que fue en los postreros tiempos, porque los postreros tiempos o postreros días delante de Dios son los postreros milenios, que son el quinto milenio, sexto milenio y séptimo milenio de Adán hacia acá.
Por lo tanto, en los días en que vivió Cristo comenzó el quinto milenio, cuando Cristo tenía de tres a siete años de edad comenzó el quinto milenio y por consiguiente comenzaron los días postreros delante de Dios, que son los milenios postreros para los seres humanos. “Porque un día delante del Señor es como mil años, y mil años como un día.” Eso está en Segunda de Pedro, capítulo 3, verso 8 y el Salmo 90, verso 4 del Profeta Moisés.
Ahora, podemos ver porqué Cristo apareció en los días postreros, y ya han transcurrido dos mil años desde que Cristo nació en la Tierra, y Pablo y Pedro dicen que aquellos eran los días postreros. Vean a Pablo diciéndonos en Hebreos, capítulo 1, que aquellos eran los días postreros; capítulo 1, verso 1 al 2, dice Pablo de Hebreos:
“Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas,
en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo.”
San Pablo dice que Dios habló por medio de los Profetas, “pero en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo (o sea, por Jesucristo), a quien constituyó heredero de todo.” Jesucristo es el heredero de los Cielos y de la Tierra, porque El es el Hijo de Dios, y también dice: “Y por quien asimismo hizo el universo.”
La creación del universo completo Dios la llevó a cabo por medio de Jesucristo en Su cuerpo angelical, así que Dios por medio del Verbo que era con Dios y era Dios, y se hizo carne y habitó en medio de la raza humana, y fue conocido por el nombre de Jesús, Dios creó todas las cosas.
Ahora, podemos ver que Jesucristo es la persona más importante de los Cielos y de la Tierra, no hay nadie más importante, y El es el Sumo Sacerdote del Templo Celestial.
Y ahora, toda persona para poder obtener el perdón de sus pecados y ser reconciliado con Dios, tiene que obtener todo eso ya no en el templo terrenal, ya ni existe el templo terrenal del pueblo hebreo, todo esto ahora es en el Templo Celestial donde está Cristo como Sumo Sacerdote.
Por lo tanto toda persona necesita recibir a Cristo como su Salvador arrepentido de sus pecados, y Cristo lo perdonará, Cristo lo limpiará con Su Sangre preciosa, la persona será bautizada en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo lo bautizará con Espíritu Santo y Fuego, y la persona obtendrá así el nuevo nacimiento, nacerá de nuevo, y así será restaurado espiritualmente como templo espiritual de Dios, de Cristo, del Espíritu Santo, para Cristo en Espíritu Santo morar en la persona.
Ahora, podemos cómo esa restauración del ser humano como templo espiritual se está llevando a cabo, cada persona que recibe a Cristo como su Salvador, lava sus pecados en la Sangre de Cristo y es bautizado en agua en Su Nombre, y Cristo lo bautiza con Su Espíritu Santo y Fuego, esa persona ha nacido del Agua y del Espíritu y ha sido restaurada como templo espiritual, para morar Cristo en Espíritu Santo en esa persona.
Y ahora, así sucede en cada individuo que recibe a Cristo como su Salvador, ya es un templo espiritual restaurado para Dios morar en Espíritu Santo en él. Y ahora, esto mismo es para la Iglesia de Jesucristo, porque la Iglesia de Jesucristo tiene las personas que como individuos son templo espiritual de Dios.
Ahora, encontramos que las personas como individuos son restauradas espiritualmente primero, y luego vamos a tener una restauración física, la cual será la resurrección de los muertos en Cristo, en cuerpos glorificados iguales al cuerpo de Jesucristo, y los que estamos vivos seremos transformados, y entonces todos tendremos un nuevo cuerpo eterno, inmortal, incorruptible y glorificado, igual al cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador, y entonces estaremos restaurados espiritualmente (es lo primero) y también físicamente, y seremos templos vivientes donde Dios en toda Su plenitud, en toda Su plenitud en Espíritu Santo estará morando y obrando a través de nosotros.
Durante el Reino Milenial estaremos con Cristo en Su Reino, y ahí seremos Reyes, Sacerdotes y Jueces, porque los santos juzgarán al mundo, y los santos son Sacerdotes también con Cristo, y los santos son Reyes también con Cristo; esto está en el capítulo 20 de Apocalipsis, verso 4 en adelante, donde dice:
“Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de juzgar; y vi las almas de los decapitados por causa del testimonio de Jesús y por la palabra de Dios, los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen, y que no recibieron la marca en sus frentes ni en sus manos; y vivieron y reinaron con Cristo mil años.”
Vean, van a juzgar porque son Jueces, porque pertenecen a la Corte de Jesucristo, de ese Reino Milenial de Cristo, y van a reinar con Cristo porque son Reyes y son herederos y coherederos con Cristo Jesús, Señor nuestro. A todo lo que Cristo es heredero, nosotros somos coherederos con El. Sigue diciendo:
“Pero los otros muertos no volvieron a vivir hasta que se cumplieron mil años. Esta es la primera resurrección.”
O sea, que los únicos que resucitan antes de la gran tribulación y antes de comenzar el Reino Milenial, son los miembros de la Iglesia de Jesucristo, porque ellos tienen una invitación en el Cielo, la cual es... para lo cual van a ir en cuerpos glorificados.
¿Y a qué fiesta estamos invitados? Estamos convidados a la gran Cena de las Bodas del Cordero, por eso todos los santos de las edades pasadas van a resucitar antes de la gran tribulación, y los que vivimos vamos a ser transformados, y todos vamos a ser iguales a Jesucristo, y entonces iremos con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero.
Sin ese cuerpo glorificado nadie puede ir a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo. Así como Cristo ascendió al Cielo con Su cuerpo glorificado, tenemos nosotros que tener el cuerpo glorificado para ascender al Cielo con Cristo, e ir a la Cena de las Bodas del Cordero. Sigue diciendo:
“Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene potestad sobre éstos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años.”
Somos Sacerdotes de Dios y de Cristo, somos Reyes también y somos Jueces, por eso recibiremos facultad para juzgar, para reinar y para ministrar como Sacerdotes en ese Reino Milenial. Por lo tanto todos los creyentes en Cristo nacidos de nuevo como templos espirituales de Dios, han sido restaurados para Dios habitar en ellos y reinar con Cristo por el milenio y por toda la eternidad.
Por lo tanto, esas personas son el gabinete de Cristo, del Reino de Cristo, el gabinete de Cristo del orden sacerdotal, y el gabinete de Cristo, de la corte de Cristo; por lo tanto tendremos esas tres posiciones importantes en el Reino de Cristo.
Así como Cristo es el Juez de los vivos y de los muertos, nosotros somos Jueces con El, El es el Juez Supremo, pero nosotros pertenecemos a la Corte de Cristo. También Cristo es el Sumo Sacerdote del Templo Celestial, y nosotros somos Sacerdotes con Cristo. Y Cristo es el Rey de los Cielos y de la Tierra, y nosotros somos Reyes con El.
Todo lo que Cristo es, también lo somos nosotros; pero El es el mayor de todos los hermanos, de todos los hijos e hijas de Dios. El propósito es que todos seamos iguales a Jesucristo.
Por eso es que Cristo en Espíritu Santo ha estado restaurando al ser humano a ser un templo espiritual de Dios, para morar Dios en la persona como moró en Jesucristo, para Dios darnos un cuerpo nuevo y eterno, como le dio un cuerpo glorificado a Jesucristo nuestro Salvador.
Todo lo que Dios ha hecho con Cristo es lo que El quiere hacer con cada uno de ustedes y conmigo también, para que todos seamos templos humanos de Dios, así como Cristo es el templo humano de Dios. Dios moró en Cristo en toda Su plenitud.
Y ahora, encontramos que Jesucristo es el que ha estado restaurando el ser humano como templo de Dios, y El es el que restaura Su Iglesia como Templo Espiritual de Dios.
Ahora, encontramos que el pueblo hebreo es el pueblo compuesto por los siervos de Dios, y la Iglesia del Señor Jesucristo es el Israel Celestial compuesto por los hijos e hijas de Dios.
Por lo tanto el Israel Celestial Dios lo ha estado restaurando, así como Dios restauró el pueblo hebreo a la tierra que le había dado Dios a Abraham; pero ellos estuvieron esclavizados en Egipto, pero Dios los libertó y los restauró a la tierra que le había dado por heredad a Abraham, y allí fue establecido el pueblo hebreo como nación, Dios creó la nación hebrea.
La nación hebrea no es una nación que surgió por casualidad, sino que es una nación que fue creada por Dios, ha tenido muchísimos problemas, y ellos mismos han malentendido en muchas ocasiones el Programa de Dios, a tal grado que cuando vino el Mesías lo rechazaron y pidieron su muerte.
Así que no tiene el pueblo hebreo nada de qué ser alabado, excepto que es el pueblo de Dios y que Dios moró en medio de ese pueblo, eso es lo grande del pueblo hebreo: el Dios del pueblo hebreo.
Pero el pueblo hebreo como individuos tienen tantos problemas como todos los demás seres humanos, y comenten tantos errores como todos los demás seres humanos, pero el pueblo hebreo tipifica al Israel Celestial, a la Iglesia del Señor Jesucristo con la cual Dios está tratando.
Desde un momento en que el pueblo hebreo rechazó a Cristo y pidió Su muerte en la Cruz del Calvario, y Cristo fue crucificado, de ahí en adelante se detuvo la semana número setenta de la profecía de Daniel, y de ahí en adelante Dios dejó de tratar con el pueblo hebreo como nación, y se abrió ahí una brecha, y se abrió ahí la Dispensación de la Gracia para que hebreos y gentiles reciban a Cristo como su Salvador, y sean restaurados como individuos a ser templos espirituales de Dios, y vengan a formar parte del Israel Celestial que es la Iglesia del Señor Jesucristo.
Y ahora, hebreos o gentiles tienen la misma oportunidad de ser restaurados como templos espirituales de Dios.
Y ahora, Cristo el Día de Pentecostés comenzó la creación de la Iglesia del Señor Jesucristo, el Templo Espiritual de Dios como Cuerpo Místico de creyentes, este es el Israel Celestial compuesto por los hijos e hijas de Dios.
Y ahora, de etapa en etapa Dios ha estado llamando y juntando todas esas personas que están escritas en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero para formar la Iglesia del Señor Jesucristo.
Y ahora, encontramos que la Iglesia del Señor Jesucristo está compuesta por personas que han sido restaurados a ser templos espirituales de Dios; y por consiguiente la Iglesia también es un Templo Espiritual como pueblo, es un pueblo Celestial, la ciudadanía de ese pueblo está en los Cielos.
Es por medio del nuevo nacimiento que las personas entrar al Reino de Dios y por consiguiente entran a formar parte de la Iglesia de Jesucristo.
Estamos en una etapa espiritual de restauración del ser humano a ser templo de Dios nuevamente. Y la Iglesia de Jesucristo ha pasado por diferentes etapas, y ahora en este tiempo final está siendo restaurada a lo que era en el tiempo de los Apóstoles.
La Iglesia del Señor Jesucristo, que nació el Día de Pentecostés, llamaba al pueblo al arrepentimiento, predicaba el Evangelio, enseñaba el arrepentimiento y el perdón de los pecados en el Nombre del Señor Jesucristo. Eso está en San Lucas, capítulo 24, versos 44 en adelante, y dice - esta fue la orden de Cristo y las palabras que Cristo habló luego de resucitado:
“Y les dijo: Estas son las palabras que os hablé, estando aún con vosotros: que era necesario que se cumpliese todo lo que está escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos.
Entonces les abrió el entendimiento, para que comprendiesen las Escrituras.”
Durante tres años y medio, que estuvieron ellos con Jesús, no entendían las Escrituras, solamente entendían algunas cosas; pero ellos no comprendían la muerte de Cristo, ellos no comprendían por qué Jesús tenía que morir, ellos pensaban que Cristo había venido para en ese tiempo tomar el Reino, sentarse en el Trono de David; ellos no comprendían que Cristo en Su Primera Venida tenía que morir en la Cruz del Calvario, para quitar nuestros pecados.
Y ahora, les abrió el entendimiento para entender las Escrituras, las Escrituras que se habían cumplido en medio de ellos, las cuales ellos no comprendían y por eso no concebían que el Mesías tuviera que morir en aquellos días.
“Y les dijo: Así está escrito, y así fue necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos al tercer día.”
Pero Cristo sí conocía todas esas Escrituras, por eso El decía: “Destruyan este templo y en tres días yo lo levantaré,” pero ellos pensaban que estaba hablando del templo físico, y estaba hablando de Su cuerpo, porque Su cuerpo era allí el Templo de Dios donde Dios estaba habitando en toda Su plenitud, ya no estaba en el templo literal, estaba en Jesucristo en toda Su plenitud.
“Y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén.”
Y ahora, se predica el arrepentimiento y el perdón de los pecados en el Nombre del Señor Jesucristo; por eso se le da la oportunidad a toda persona para que arrepentida de sus pecados reciba a Cristo como su Salvador, Cristo perdona sus pecados; y Cristo con Su Sangre limpia a la persona de todo pecado y queda la persona justificada como si nunca en la vida hubiese pecado.
La persona es bautizada por el ministro en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego conforme a Su promesa; y entonces la persona habrá nacido del Agua y del Espíritu, y habrá entrado al Reino de Dios y vendrá a formar parte de la Iglesia del Señor Jesucristo.
Y ahora, podemos ver que es muy importante que la persona reciba a Cristo como su Salvador y sea bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. Dice en San Marcos, capítulo 16, verso 15 al 16, capítulo 16, verso 15 al 16, dice:
“Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.
El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”
Así que es un asunto de creer y ser bautizado, Cristo lo salvará, la persona será salva; el que no crea, pues no va a ser bautizada, Cristo dice: “Mas el que no creyere será condenado;” así que es un asunto de creer o no creer en Jesucristo como nuestro Salvador. En San Juan, capítulo 3, verso 16 en adelante, dice:
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.”
¿Cómo es o cuál es la única forma para el ser humano no perecer, no morir eternamente? Creer en nuestro amado Señor Jesucristo, recibirlo como nuestro Salvador “...para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.”
La Vida eterna solamente se puede recibir a través de Cristo, hay que recibir a Cristo para Cristo darnos Vida eterna.
“Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.
El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.”
Ahora, podemos ver que la única forma de evitar ser condenados, es creyendo en nuestro amado Señor Jesucristo, no hay otra forma.
Así como en medio del pueblo hebreo, la única forma de la persona ser perdonada y ser reconciliada con Dios, era el día diez del mes séptimo arrepentirse de sus pecados, y afligido en su alma, pedir perdón a Dios por sus pecados, y el sumo sacerdote en la intercesión que estaba haciendo, quedaba incluida esa persona que arrepentida de sus pecados pedía perdón a Dios.
Y ahora, ya en la Tierra, en el templo terrenal no se está haciendo nada de eso, ya no existe el templo terrenal, ahora todo eso se está haciendo en el Templo Celestial y lo está haciendo Jesucristo, el Sumo Sacerdote del Templo Celestial. El es el que intercede por usted y por mí, El intercede por la persona que arrepentida de sus pecados lo recibe como su Salvador, y con Su Sangre El lo limpia de todo pecado.
El es el que perdona a la persona, por eso se predica el arrepentimiento y el perdón de los pecados en el Nombre del Señor Jesucristo, “porque no hay otro nombre en el cual podamos ser salvos,” dice el libro de los Hechos, capítulo 4, verso 12. Eso le dijo San Pedro.
Y ahora, vean también lo que dice San Pedro en el libro de los Hechos, capítulo 2, verso 36 en adelante, esto fue cuando predicó el Día de Pentecostés. Aún podemos comenzar en el verso 34, donde dice:
“Porque David no subió a los cielos; pero él mismo dice:
Dijo el Señor a mi Señor:
Siéntate a mi diestra,
Hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies.”
Y ahora, Cristo está sentado a la diestra de Dios en el Cielo, haciendo intercesión por cada persona que lo recibe como su Salvador. Sigue diciendo:
“Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo.
Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos?
Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.
Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare.
Y con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba, diciendo: Sed salvos de esta perversa generación.
Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas.”
Como tres mil personas creyeron y fueron bautizadas ese mismo día; porque después que la persona cree y recibe a Cristo como su Salvador, el próximo paso es ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.
Ser bautizado en el Nombre del Señor Jesucristo da cumplimiento a la orden de Cristo de bautizar en el Nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo, ¿cuál es el Nombre del Hijo? Jesús.
Y ahora, Pedro y los demás Apóstoles conocían cuál era el Nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo, que es: “Señor Jesucristo.” Por eso bautizaban en el Nombre del Señor Jesucristo, porque el Nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo es Señor Jesucristo, Cristo dijo: “Yo he venido en nombre de mi Padre.”
Y ahora, cuando El luego dice que va a enviar el Espíritu Santo, El dice: “Yo lo enviaré en mi Nombre.”
Y ahora, el Nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo es Señor Jesucristo, y ¿por qué Señor Jesucristo? Porque en Jesucristo habitó la plenitud de la divinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo habitó en Jesucristo, El decía: “El Padre que mora en mí, El hace las obras,” y El también dijo: “El espíritu del Señor está sobre mí por cuanto me ha ungido,” y comenzó a decir para qué había sido ungido. Eso está en San Lucas, capítulo 4, verso 12 en adelante.
Y ahora, encontramos que Jesucristo estaba ungido con la plenitud de la Divinidad, Padre, Hijo, y Espíritu Santo estaba todo en Jesucristo nuestro Salvador, y por consiguiente el Nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo estaba allí y es: “Señor Jesucristo”, “y no hay otro nombre dado a los hombres en que podamos ser salvos,” solamente en el Nombre del Señor Jesucristo.
Ahora, podemos ver porqué bautizaban en el Nombre del Señor Jesucristo.
Toda persona que no estaba bautizada en el Nombre del Señor Jesucristo, pues no estaba bautizada, aún los discípulos del Profeta Juan el Bautista, que habían sido bautizados por Juan, todavía no estaban bautizados en el bautismo cristiano, en el bautismo que tiene que ser realizado en la Iglesia de Jesucristo a las personas que reciben a Cristo como su Salvador. Vean en el capítulo 19 del libro de los Hechos, verso 1 en adelante, dice:
“Aconteció que entre tanto que Apolos estaba en Corinto, Pablo, después de recorrer las regiones superiores, vino a Efeso, y hallando a ciertos discípulos,
les dijo: ¿Recibisteis el Espíritu Santo cuando creísteis? Y ellos le dijeron: Ni siquiera hemos oído si hay Espíritu Santo.”
Y Juan el Bautista les había dicho: “El que viene después de mí es primero que yo, y es mayor que yo, y El les bautizará con Espíritu Santo y Fuego;” y los discípulos de Juan años después todavía no sabían si había Espíritu Santo, y Juan les había hablado de que Jesucristo los iba a bautizar con Espíritu Santo y Fuego.
Ahora, no bastaba ser un discípulo de Juan el Bautista, no bastaba tener el bautismo de Juan el Bautista, se requería algo más, se requería ser un seguidor de Jesucristo; todos lo discípulos de Juan el Bautista tenían que pasar a ser discípulos de Jesucristo, sino no podían recibir el bautismo del Espíritu Santo, y para recibir el bautismo del Espíritu Santo tenían que recibir a Cristo como su Salvador y ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.
Y ahora, continuemos leyendo:
“Entonces dijo (Pablo): ¿En qué, pues, fuisteis bautizados? Ellos dijeron: En el bautismo de Juan (y eso era un gran orgullo: haber sido bautizado por Juan el Bautista).
Dijo Pablo: Juan bautizó con bautismo de arrepentimiento, diciendo al pueblo que creyesen en aquel que vendría después de él, esto es, en Jesús el Cristo.”
O sea, que los discípulos de Juan el Bautista habían sido enseñados por Juan que creyeran en el que vendría después de Juan.
Pero todos no habían creído, todavía quedaban muchos discípulos de Juan que no habían recibido a Cristo como su Salvador, y no habían sido bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y por consiguiente no habían recibido el Espíritu Santo.
“Cuando oyeron esto, fueron bautizados en el nombre del Señor Jesús.
Y habiéndoles impuesto Pablo las manos, vino sobre ellos el Espíritu Santo; y hablaban en lenguas, y profetizaban.
Eran por todos unos doce hombres.”
Ahora, podemos ver porqué se requiere que la persona reciba a Cristo como su Salvador. “No hay otro nombre en que podamos ser salvos,” y no hay otro Nombre al cual nosotros podamos confesar nuestros pecados, y no hay otro Nombre en el cual podamos recibir el perdón de los pecados.
Por eso Jesucristo enseñó a Sus discípulos que fueran predicando y enseñando el arrepentimiento y el perdón de los pecados en Su Nombre, en el Nombre del Señor Jesucristo, “porque no hay otro nombre dado a los hombres en que podamos ser salvos,” solamente hay un Nombre y es Señor Jesucristo.
El Nombre del Señor Jesucristo es el Nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo; y por eso cuando la persona es bautizada en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, la persona ha sido bautizada en el Nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo.
Por eso es que bautizaban los discípulos de Jesucristo en el Nombre del Señor Jesucristo, El les abrió el entendimiento para que entendieran las Escrituras, y ellos sabían, ellos conocían cuál era el Nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo, ellos sabían que era Señor Jesucristo.
Ellos conocían al Hijo de Dios y el Hijo de Dios se llama Jesús; por lo tanto ellos sabían cuál era el Nombre del Hijo, y también sabían cuál era el Nombre del Padre, y del Espíritu Santo: Señor Jesucristo, porque Dios hizo a Jesús Señor y Cristo, por eso llamamos a Jesús Señor Jesucristo, y bautizamos a las personas en el Nombre del Señor Jesucristo como los Apóstoles bautizaban a los creyentes en Cristo.
Cuando a Pablo, fue bautizado en agua. Encontramos que Ananías (un Profeta de Dios) fue enviado por Dios a Saulo, que estaba ciego, luego de haber visto a Cristo en aquella Luz, aquella Columna de Fuego, dice capítulo 22, del libro de los Hechos, dice, verso 6 en adelante:
“Pero aconteció que yendo yo, al llegar cerca de Damasco, como a mediodía, de repente me rodeó mucha luz del cielo;
y caí al suelo, y oí una voz que me decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?
Yo entonces respondí: ¿Quién eres, Señor? Y me dijo: Yo soy Jesús de Nazaret, a quien tú persigues.”
La misma Luz que le había aparecido a Moisés en aquella zarza, y le habló, y le dijo: “Yo Soy el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob,” y lo envió para la liberación del pueblo hebreo.
Y ahora, aquí le aparece a Saulo de Tarso y le dice: “Yo soy Jesús a quien tu persigues,” Saulo le llamó: Señor.
“Y los que estaban conmigo vieron a la verdad la luz, y se espantaron; pero no entendieron la voz del que hablaba conmigo.
Y dije: ¿Qué haré, Señor? Y el Señor me dijo: Levántate, y vé a Damasco, y allí se te dirá todo lo que está ordenado que hagas.”
Y ahora, vamos a ver lo que le fue ordenado que él hiciera.
“Y como yo no veía a causa de la gloria de la luz, llevado de la mano por los que estaban conmigo, llegué a Damasco.
Entonces uno llamado Ananías, varón piadoso según la ley, que tenía buen testimonio de todos los judíos que allí moraban,
vino a mí, y acercándose, me dijo: Hermano Saulo, recibe la vista. Y yo en aquella misma hora recobré la vista y lo miré.
Y él dijo: El Dios de nuestros padres te ha escogido para que conozcas su voluntad, y veas al Justo, y oigas la voz de su boca.
Porque serás testigo suyo a todos los hombres, de lo que has visto y oído.
Ahora, pues, ¿por qué te detienes? Levántate y bautízate, y lava tus pecados, invocando su nombre.”
Y ahora, es ordenado a Saulo que se levante y sea bautizado en agua invocando el Nombre del Señor.
La promesa en Joel y en el libro de los Hechos, es “que todo aquel que invocare el Nombre del Señor será salvo.” Cuando la persona es bautizada en agua por el ministro y el ministro invoca el Nombre del Señor Jesucristo sobre la persona, cuando dice: “Yo te bautizo en el Nombre del Señor Jesucristo,” y lo sumerge en agua, y ahí fue invocado el Nombre del Señor Jesucristo sobre la persona.
Y la persona cuando sale del agua representa que ha salido una nueva criatura del agua, es tipo y figura de una nueva criatura para vivir una vida cristiana en el Templo Espiritual de Cristo, en la Iglesia de Jesucristo, y viene a ser la persona un creyente en Cristo de todo corazón.
Cristo lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego, y así obtiene el nuevo nacimiento la persona.
Por lo tanto, la promesa es que toda persona que invocare el Nombre del Señor será salvo.
La persona recibe a Cristo como su Salvador, lava sus pecados en la Sangre de Cristo, Cristo lo perdona, Cristo lo limpia con Su Sangre preciosa, y la persona es bautizada por el ministro en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego, y la persona ha obtenido el nuevo nacimiento, ha nacido del Agua y del Espíritu, y por consiguiente, ha entrado al Reino de Dios.
Cristo dijo: “El que no nazca del Agua y del Espíritu no puede entrar al Reino de Dios,” pero el que nazca del Agua y del Espíritu, ¿qué sucede? Ha entrado al Reino de Dios, es la única forma de entrar al Reino de Dios.
Por lo tanto, se requiere que toda persona reciba a Cristo como su Salvador, sea bautizado en agua en Su Nombre, y Cristo lo bautizará con Espíritu Santo y Fuego, y obtendrá el nuevo nacimiento, y así entrará al Reino de Cristo, entra a formar parte de la Iglesia de Jesucristo, del Templo Espiritual de Cristo.
Y como individuo, vendrá a ser también un templo espiritual, un templo restaurado, un ser humano como templo de Dios restaurado, para Dios morar en Espíritu Santo en él.
Y luego más adelante, Cristo le dará un nuevo cuerpo físico, y eterno y glorificado igual al cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador, y luego nos iremos con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo.
Ahora, hemos visto este misterio del cual hemos estado hablando: de la restauración del Templo de Dios; de lo cual habló Hageo, en el capítulo 1, verso 1 al 11, la lectura que tuvimos al principio, y en donde nos dijo: “Meditad bien sobre vuestros caminos.”
Y ahora, tenemos que ver claramente en qué camino estamos: tenemos que estar en el camino nuevo que Dios ha abierto, en el camino que lleva a la Vida eterna, y ese camino es Cristo. El dijo: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.”
Por lo tanto, hay que meditar bien sobre nuestros caminos para elegir el único camino que hay, que nos lleva a la Vida eterna, que nos lleva al Padre Celestial, y ese es Jesucristo, El es el camino, el nuevo camino, el camino que Dios ha abierto, el camino que Dios dijo que abriría; este es el camino donde está el Nuevo Pacto y donde está la Sangre del Nuevo Pacto, la Sangre de Jesucristo la cual nos limpia de todo pecado.
Por lo tanto, se requiere que toda persona reciba a Cristo como su Salvador arrepentido de sus pecados, y Cristo lo perdonará, y Cristo lo limpiará con Su Sangre preciosa, y que sea bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo lo bautizará con Espíritu Santo y Fuego, y así entrará al Reino de Dios, así entrará al camino de Dios que es el camino estrecho, el cual es Cristo, y así habrá entrado a formar parte de la Iglesia de Jesucristo, y será un templo humano espiritual restaurado para morada de Dios en Espíritu Santo.
Y ahora, hemos visto el porqué tenía que ser restaurado el templo allá, y el porqué nosotros como individuos tenemos que ser restaurados a ser templos espirituales de Dios, y también la Iglesia del Señor Jesucristo, la cual en este tiempo es un templo restaurado, igual a como era en el tiempo de los Apóstoles.
Y ahora, meditad bien sobre vuestros caminos; y meditando sobre nuestros caminos hemos descubierto que solamente hay un camino que lleva a la Vida eterna, el cual es Jesucristo nuestro Salvador, el cual dijo: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.”
Ese es el nuevo camino donde está el Nuevo Pacto, y la Sangre del Nuevo Pacto que nos limpia de todo pecado.
Y ahora, en el nuevo camino que es Cristo, somos templos espirituales del Espíritu de Dios; y como miembros del Cuerpo Místico de Cristo, pertenecemos al Templo Espiritual de Jesucristo que es Su Iglesia.
Ahora, podemos ver cómo entramos a formar parte de ese Templo Espiritual, ¿cómo entramos? Entramos por un camino que es Cristo, recibiéndolo como nuestro Salvador, lavando nuestros pecados en Su Sangre, siendo bautizados en Agua en Su Nombre, y recibiendo Su Espíritu Santo, y así obteniendo el nuevo nacimiento, naciendo del Agua y del Espíritu.
Ahora estamos, no en nuestros propios caminos, sino que estamos en el camino de Dios, el camino que El abrió para que todos caminemos en ese camino, caminemos en Cristo, seamos cristianos nacidos de nuevo.
Ahora, podemos ver que hemos visto cuál es el camino por el cual tenemos que caminar; y esa fue la recomendación de Dios: que caminemos en ese camino. Ese es el camino de la Vida eterna, Dios ha colocado delante del ser humano la vida y la muerte, ha colocado el camino de la vida y el camino de la muerte.
“Ancho es el camino de la muerte pero angosto es el camino de la Vida eterna,” por lo tanto, ¿dónde están los que han escogido el camino estrecho, y la puerta estrecha, el camino que lleva a la Vida eterna, el cual es Cristo? Aquí estamos habiendo recibido a Cristo como nuestro Salvador, habiendo sido bautizados en agua en Su Nombre y habiendo recibido Su Espíritu Santo, y habiendo nacido en el Reino de Cristo.
Y ahora, toda persona que ha recibido a Cristo como su Salvador, ha sido bautizada en agua en Su Nombre y ha recibido Su Espíritu Santo, es una nueva criatura, ha entrado al Reino de Dios, y es un Templo Espiritual restaurado para Dios morar en Espíritu Santo en él, y también para pertenecer a la Iglesia como Templo Espiritual del Señor Jesucristo.
Y así, por consiguiente, todos tenemos Vida eterna, y no pereceremos jamás. Pero toda persona que no ha recibido a Cristo como su Salvador y no ha confesado a Cristo sus pecados, pues Cristo no lo ha perdonado ni lo ha limpiado con Su Sangre, por consiguiente no tiene Vida eterna. “El que tiene al Hijo, tiene la Vida eterna, el que no tiene al hijo no tiene la Vida eterna.”
Por lo tanto, toda persona que no ha recibido a Cristo, no tiene Vida eterna, y por consiguiente no tiene esperanza de vivir eternamente en un cuerpo eterno, en un cuerpo glorificado igual al cuerpo glorificado de Cristo.
Pero el que ha recibido a Cristo, tiene esperanza de volver a vivir, pero vivir en un cuerpo mejor que el que tenemos, y en una condición mejor: como Reyes y Sacerdotes y Jueces en el Reino de Cristo.
O sea, que lo que vivimos aquí es algo pequeñito comparado con lo que Cristo tiene para usted y para mí. “En lo poco has sido fiel, en lo mucho te pondré.” Esa es la promesa de Cristo.
Por lo tanto, para nosotros es un privilegio y bendición grande haber recibido a Cristo como nuestro Salvador, y así hemos asegurado nuestro futuro, hemos asegurado nuestra alma con Vida eterna en el Reino de Cristo, Cristo nos ha asegurado nuestra alma con Vida eterna, porque Cristo es la Vida eterna.
Así que toda persona que todavía no ha asegurado su alma con Vida eterna, puede asegurarla esta noche, levantando su mano, y estaré orando por ustedes, para que Cristo perdone sus pecados y lo limpie de todo pecado con Su Sangre preciosa, y sea bautizado en agua en Su Nombre, y Cristo lo bautice con Espíritu Santo y Fuego, y así obtenga usted el nuevo nacimiento, entre, nazca en el Reino de Cristo, y tenga Vida eterna.
Y tenga la esperanza de vivir con Cristo en Su Reino eternamente, y allá nos veremos con un cuerpo nuevo y eterno en el Reino Milenial y por toda la eternidad.
Ha sido para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta noche, dándoles testimonio de nuestro tema: “MEDITAD BIEN SOBRE VUESTROS CAMINOS.”
Los caminos humanos no llevan a la Vida eterna, hay caminos que al hombre le parecen buenos, pero son su final caminos de muerte; pero hay un camino que es de Vida eterna, el cual es Cristo, el camino cristiano es el camino de la Vida eterna, por lo tanto ese es el camino, por el cual Dios nos dice que andemos.
Así que toda persona que en esta noche quiera asegurar su alma con Vida eterna en el Reino de Cristo, puede levantar su mano y estaré orando por usted en esta noche.
Esta es la oportunidad de usted asegurar su alma, su vida con Vida eterna si todavía no lo ha hecho, y estaré orando por usted.
Vamos a ver quién levanta primero su mano para recibir a Cristo como su Salvador, aquí ya han levantado su mano.
Recuerden que es un asunto de Vida eterna, y toda persona quiere vivir eternamente, por eso recibimos a Cristo como nuestro Salvador. El es el único que le garantiza a usted y a mí la Vida eterna, nadie más le puede garantizar a usted y a mí que nos dará Vida eterna, solamente Jesucristo.
Por lo tanto, asegure su vida con Cristo, para que usted viva eternamente con Cristo en Su Reino.
Acá hay más manos por aquí levantadas, vamos a pedirle a todos los que desean que oremos por usted, que pasen al frente para que estén aquí más cerca, para orar por ustedes, para que Cristo perdone sus pecados y los limpie con Su Sangre preciosa, y así sean bautizados también en agua en Su Nombre, y Cristo los bautice con Espíritu Santo y Fuego, y así Cristo les de salvación y Vida eterna, y así aseguren su vida en el Reino de Cristo con Vida eterna.
Por aquí siguen pasando más personas, pueden acercase a esta área por aquí, vamos a ver por aquí, ¿quién más viene por esta área?
Recibimos a Cristo porque queremos vivir con Cristo por toda la eternidad. Ninguna otra persona le ofrece Vida eterna a usted y a mí, solamente Jesucristo nuestro Salvador.
Los niños de 12, de 13 años en adelante, o 12 años, también pueden recibir a Cristo como su Salvador; pueden también pasar todos los niños que hayan sido llamados acá en sus almas, para recibir a Cristo como su Salvador personal.
Queremos también que nuestros niños vivan eternamente en el Reino de Cristo. Hay lugar para todos en el Reino de Cristo.
Y ahora, vamos a inclinar nuestros rostros, para orar por las personas que han pasado al frente, para recibir a Cristo como su Salvador personal. Inclinemos nuestros rostros para orar.
Padre nuestro que estás en el Cielo, santificado sea Tu Nombre, venga Tu Reino y hagase Tu voluntad como en el Cielo aquí en la Tierra, el pan nuestro de cada día danoslo hoy y perdona nuestras deudas así como nosotros perdonamos a nuestros deudores.
Padre Celestial, en el Nombre del Señor Jesucristo yo presento a Ti todas estas personas que han pasado al frente para recibir a Cristo como su Salvador.
Señor recíbeles, perdona sus pecados, limpiales con Tu Sangre preciosa, y Señor, bautizales con Espíritu Santo y Fuego, cuando ellos sean bautizados en agua en Tu Nombre, y sean así añadidos a Tu Iglesia, entren a Tu Iglesia, entren al Reino de Dios con Vida eterna. Padre, los encomiendo en Tus manos. En el Nombre del Señor Jesucristo, por quien te pido todas estas cosas.
Y ahora, repitan conmigo:
Señor Jesucristo, yo Te recibo como mi Salvador personal reconociendo que soy un pecador, y que necesito un Salvador, y reconozco que Tu eres el único Salvador, el único que puede perdonar mis pecados y salvar mi alma y darme Vida eterna.
Señor Jesucristo, perdoname todo pecado que he cometido, limpiame con Tu Sangre preciosa, y Señor bautizame con Espíritu Santo y Fuego, luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre.
Señor Jesucristo, en Tus manos me encomiendo, y Te pido Señor guíes mi vida todos los días de esta vida terrenal. Dios Eterno, Padre Celestial Te ruego todas estas cosas en el Nombre del Señor Jesucristo. Amén y amén.
Y ahora que han recibido a Cristo como su Salvador, ustedes son como todas las personas que en tiempos pasados recibieron a Cristo como su Salvador, los cuales al escuchar que Cristo dijo: “El que creyere y fuere bautizado será salvo,” ustedes, al igual que los que creyeron en aquel tiempo, luego que recibieron a Cristo, dijeron: “Ahora, queremos ser bautizados como nuestro Señor Jesucristo dijo, El dijo: ‘El que creyere y fuere bautizado, será salvo; ¿cuándo me van a bautizar? Yo quiero ser bautizado ya,” así le dijo el eunuco a Felipe, cuando vio agua, dijo: “He aquí agua, ¿qué impide que yo sea bautizado?”
Y ahora, al ministro aquí le pregunto: “¿Hay agua aquí, hay agua en que puedan ser bautizados?” Pues aquí hay agua, ¿hay algo que impida que sean bautizados? No hay nada que impida que sean bautizados, por lo tanto pueden ser bautizados y así cumplir la orden de Cristo: “El que creyere (ya ustedes creyeron) y fuere bautizado (lo cual es el próximo paso) será salvo,” y así habrán cumplido con los requisitos establecidos por Cristo, y Cristo les bautizará con Espíritu Santo y Fuego, y así obtendrán el nuevo nacimiento, nacerán del Agua y del Espíritu y entrarán al Reino de Cristo, y vendrán a formar parte de la Iglesia del Señor Jesucristo.
Así que en estos momentos dejaré al Rvdo. Salomón Cuña, para que él les indique cómo hacer para ser bautizados, y dónde conseguir la ropa de bautismos, para así ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, como dijo nuestro amado Salvador Jesucristo.
Que Dios les bendiga, que Dios les guarde y muchas gracias por vuestra amable atención, y les veré muy pronto, ya sea en este cuerpo o en el nuevo cuerpo, si es en el nuevo cuerpo, ustedes también estarán en el nuevo cuerpo.
Bueno, que Dios les bendiga y les guarde a todos, y con nosotros el Rvdo. Salomón Cuña, para continuar.
Muchas gracias por vuestra amable atención y continúen pasando una noche llena de las bendiciones de Jesucristo nuestro Salvador, y que Dios les bendiga a ustedes también grandemente.
“MEDITAD BIEN SOBRE VUESTROS CAMINOS.”