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Ocupándonos de Nuestra Salvación 2003-03-12 1 Concepción Región del Biobío CL 00:00:00 false

Muy buenas noches, amables amigos y hermanos presentes; es para mí un privilegio grande estar con ustedes aquí en Concepción, República de Chile. Que las bendiciones de Cristo, el Ángel del Pacto, sean sobre todos ustedes y sobre mí también, y nos hable directamente a nuestra alma, nos abra el entendimiento y nos abra las Escrituras en esta noche. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén y amén.

Reciban todos saludos de mi esposa Erica y también de mis niñas América y Yahannah Gabriela; y los niños reciban saludos de América también.

Para esta noche leemos en Filipenses, capítulo 2, verso 12 al 16, donde dice:

Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no como en mi presencia solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor,

porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad.

todo sin murmuraciones y contiendas,

para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo;

asidos de la palabra de vida, para que en el día de Cristo yo pueda gloriarme de que no he corrido en vano, ni en vano he trabajado.”

Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.

Nuestro tema es: “OCUPÁNDONOS DE NUESTRA SALVACIÓN.”

Todo ser humano debe estar ocupado en su salvación. El ser humano fue creado por Dios para vivir eternamente. El ser humano es alma, espíritu y cuerpo. Y para todo ser humano lo más importante que hay es la vida, y sobre todo la Vida eterna, porque esta vida aquí en la Tierra es temporal en estos cuerpos mortales.

Pero hay una Vida eterna a la cual Dios ha estado llamando al ser humano, para que el ser humano pueda vivir eternamente. Por lo tanto, todo ser humano necesita comprender que no hay nada más importante para su alma que la Vida eterna.

Cristo en San Mateo 16, versos 26 en adelante, dice: “¿De qué le vale al hombre si ganare todo el mundo y perdiere su alma?” De nada le habrá servido a una persona vivir en este planeta Tierra como un ser humano, y perder su alma; hubiera sido lo mismo si hubiera sido un ave, un pez, un reptil o un animal, porque no se dio cuenta que lo más importante para el ser humano es la Vida eterna, y está al alcance de todo ser humano.

Las personas necesitan comprender que estamos viviendo en esta Tierra por y para un propósito divino: es para que aquí en la Tierra todo ser humano haga contacto con Cristo, el cual es la Vida eterna, y el cual le otorga Vida eterna a toda persona que lo recibe como su Salvador. El único que puede salvar el alma, que es en realidad lo que es la persona, el único que puede salvar el alma de la persona de la segunda muerte, que es el lago de fuego, es solamente Jesucristo. El único que puede evitar que una persona sea condenada y echada al lago de fuego es Jesucristo.

Por lo tanto, toda persona que no desea ser condenada en el juicio final y echada al lago de fuego, donde será destruida en alma, espíritu y cuerpo, el único que puede salvar a la persona de eso es Jesucristo nuestro Salvador. Por eso El es nuestro Salvador.

Ahora, toda persona que no está interesada en vivir eternamente, pues no recibe a Cristo como su Salvador personal; y después que ya haya terminado su vida aquí en la Tierra, ya se le pasó el tiempo para recibir a Cristo como su Salvador. La oportunidad que todo ser humano tiene para recibir el perdón de sus pecados, ser lavado con la Sangre de Cristo, y ser limpiado de todo pecado, y ser colocado en el Reino de Dios, es mientras vive aquí en la Tierra.

Por eso Cristo dijo en San Marcos, capítulo 16 de la siguiente manera, comenzando en el verso 15, dice:

Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.

El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”

¿Ven? Es un asunto de creer y ser bautizado en agua, Cristo salvará la persona, le dará Vida eterna, Cristo lo bautizará con Espíritu Santo y Fuego, y así le impartirá Vida eterna, así producirá en la persona el nuevo nacimiento, la persona nacerá como un niñito, como un bebé en el Reino de Cristo; así como nació físicamente en esta Tierra a través de sus padres terrenales, ahora nace espiritualmente en el Reino de Cristo.

Por eso es tan importante que todo ser humano reciba a Cristo como su Salvador, arrepentido de sus pecados pida perdón a Cristo, Cristo lo limpiará con Su Sangre preciosa y la persona será bautizada en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, como Cristo lo ha ordenado, y la persona obtendrá la salvación y la Vida eterna; Cristo lo bautizará con Espíritu Santo y Fuego, y así la persona habrá obtenido el nuevo nacimiento, del cual Cristo le habló a Nicodemo en el capítulo 3 de San Juan, cuando le dijo: “De cierto, de cierto te digo, que el que no nazca de nuevo no puede ver el Reino de Dios.” Nicodemo siendo un gran maestro le pregunta: “¿Cómo puede hacerse esto? ¿Puede acaso el hombre ya siendo viejo entrar en el vientre de su madre y nacer de nuevo?” Capítulo 3 de San Juan.

Vamos a leerlo aquí: “Nicodemo le dijo...” Verso 4, continuando en el verso 4, vamos a ver del 3 en adelante:

Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios.

Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer?

Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no nazca del agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.

Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es.

No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo.”

Y ningún ser humano se debe maravillar, no se debe sorprender de que Cristo dice: “Necesitas nacer de nuevo. De cierto, de cierto te digo, que el que no nazca del Agua y del Espíritu no puede entrar al Reino de Dios.” Y toda persona desea entrar al Reino de Dios, porque desea vivir eternamente en el Reino de Dios con Jesucristo nuestro Salvador.

Por lo tanto, se requiere que el ser humano nazca de nuevo. El nuevo nacimiento es producido por Cristo, Cristo llama a cada persona, y los que responden al llamado de Cristo, el cual viene por medio de la predicación del Evangelio, por eso Cristo dijo a Sus discípulos: “Id por todo el mundo y predicad el Evangelio, el que creyere y fuere bautizado será salvo, mas el que no creyere será condenado.”

En el Cielo y en el Reino de Cristo no habrá incrédulos; porque el que no creyere será condenado en el juicio final y será echado al lago de fuego, donde dejará de existir. En el Reino de Cristo y al Reino de Cristo entran los creyentes en Cristo.

Por lo tanto, ninguna persona puede entrar al Reino de Dios, excepto creyendo en Jesucristo como nuestro Salvador personal. Por lo tanto, ninguna persona se puede hacer de ilusiones de que vivirá en el Reino de Dios sin haber recibido a Cristo como su Salvador; porque Cristo es el heredero del Reino. Por lo tanto, son todos los creyentes en Cristo los que son los coherederos con Cristo del Reino de Dios.

Así que por cuanto todos queremos vivir con Cristo en Su Reino por toda la eternidad, entonces todos necesitamos recibir a Cristo como nuestro Salvador personal.

Ahora, podemos ver porqué toda persona tiene que estar ocupado de su salvación. Es necesario que toda persona comprenda que tiene que ocuparse primeramente de su salvación. Cristo dijo: “Buscan primeramente el Reino de Dios y Su justicia.” Lo primero para todo ser humano es el Reino de Dios y Su justicia, porque eso significa la salvación de su alma; así es como la persona entra al Reino de Dios, recibiendo a Cristo como su Salvador, lavando sus pecados en la Sangre de Cristo y siendo bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego; y así la persona ha obtenido el nuevo nacimiento y ha entrado al Reino de Dios; y por consiguiente tiene Vida eterna la persona, ha confirmado su lugar en el Reino de Cristo, ha confirmado su lugar en la Vida eterna; porque el único Reino que tiene Vida eterna es el Reino de Cristo, porque Cristo es la Vida eterna, y es el único Reino que tiene a Cristo, el Reino de Dios.

Ahora, podemos ver porqué tenemos que ocuparnos de nuestra salvación.

Ahora, encontramos que toda persona que se ocupa de su salvación recibe a Cristo como su Salvador, lava sus pecados en la Sangre de Cristo arrepentido de sus pecados, y es bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego, y así la persona ha obtenido el nuevo nacimiento, ha nacido en el Reino de Dios, ha nacido en la Iglesia del Señor Jesucristo, ha nacido en el Redil del Buen Pastor como una ovejita recién nacida en el Redil del Buen Pastor; y pertenece entonces al Rebaño del Buen Pastor, es una de las ovejas que el Padre le dio, para que le dé Vida eterna y produzca en esa ovejita el nuevo nacimiento, nazca en el Reino de Cristo, que es el Redil del Buen Pastor, para todas las ovejas que el Padre le dio para que les dé Vida eterna, y puedan así vivir con Cristo eternamente en el Reino de Dios.

Podemos ver en las diferentes formas que Cristo ha mostrado el Reino de Dios y ha mostrado a todos los hijos e hijas de Dios, los compara con ovejas, y El se compara con un Pastor bueno, con el Buen Pastor. Y compara Su Iglesia con un Redil. Ahora, podemos - y compara Su Mensaje, el Evangelio, Su Voz, la compara con la voz de un buen pastor.

El dijo en San Juan, capítulo 10 (hablando de todas las ovejas que el Padre le dio para que les dé Vida eterna, las cuales son seres humanos), en San Juan, capítulo 10, verso 14 Cristo dijo:

Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen,

así como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas.

También tengo otras ovejas que no son de este redil (o sea, que no son del pueblo hebreo); aquéllas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor.”

Van a escuchar estas ovejas la Voz de Cristo, la Voz del Buen Pastor.

Ahora, encontramos que Cristo se fue al Cielo para hacer intercesión por cada persona, allá como Sumo Sacerdote en el Cielo, hace intercesión con Su propia Sangre.

¿Y cómo es que va El a llamar esas ovejas si El está en el Cielo? Pero Cristo en Espíritu Santo está en medio de Su Iglesia en este planeta Tierra, y Cristo en Espíritu Santo por medio de sus instrumentos que El ha enviado de etapa en etapa, de edad en edad, ha estado hablando a través de la predicación del Evangelio, y con el Mensaje del Evangelio de la Gracia ha estado llamando y juntando todas esas ovejas que el Padre le dio para que les dé Vida eterna.

En el Mensaje del Evangelio de la Gracia se muestra el misterio de la Primera Venida de Cristo y la muerte de Cristo en la Cruz del Calvario, en donde El murió por todos nosotros, llevando nuestros pecados, y por consiguiente con Su Sangre derramada en la Cruz del Calvario quitó el pecado del mundo y nos limpió de todo pecado. Y para que se materialice en cada persona, tiene la persona que recibir a Cristo como su Salvador personal.

Es como cuando hay alguna plaga en algún país, y proclaman que ya encontraron la vacuna que evita esa plaga y también que quita esa plaga de las personas, pues ya encontraron la solución al problema de salud de las personas; por lo tanto, ya está la solución; pero la persona tiene que ir al lugar correcto, para que le inyecten la vacuna o la inyección que sea, para que se le quite el problema de salud que tiene.

Y ahora, ya el problema de la plaga del pecado, de la enfermedad del pecado, ya fue encontrada esa vacuna, ya existe esa vacuna, fue descubierta en la Cruz del Calvario; y con la muerte de Cristo, la Sangre de Cristo fue derramada, que es lo que quita la enfermedad del pecado del ser humano.

Por lo tanto, toda persona tiene que venir a Cristo, para que Cristo aplique Su Sangre sobre la persona, y la persona quede limpia de todo pecado, de la enfermedad más grave que ha atacado la raza humana. La única enfermedad por la cual han venido todas las demás enfermedades, y por la cual ha venido por consiguiente la muerte del ser humano.

En el tiempo de Moisés y el pueblo hebreo viajando por el desierto encontramos que ellos se revelaron contra Dios y contra el Profeta Moisés, y por poco apedrean a Moisés en diferentes ocasiones; y vino juicio divino sobre el pueblo hebreo por haber pecado, el pueblo hebreo contra Dios y contra Moisés, y comenzaron las serpientes venenosas a morder a los miembros del pueblo hebreo allá en el desierto; pero Dios le dijo a Moisés, por cuanto Moisés oró a Dios, Dios le dijo a Moisés: “Prepárate una serpiente de bronce y colócala en una vara y ponla en alto, y toda persona que sea mordida por alguna serpiente venenosa...” lo cual significa la muerte para la persona; porque una persona que sea mordida por una serpiente venenosa, ya de ahí en adelante sabe que está condenado a la muerte, en unos pocos minutos le llegará la muerte a la persona; pero ya la muerte está dentro de la persona, dentro de la Sangre de la persona está la muerte.

Ahora vean, en ese lapso de tiempo desde que eran mordidos por serpientes venenosas hasta que morían las personas hubo un lapso de tiempo de Gracia y Misericordia extendida de parte de Dios para las personas, para que toda persona que era mordida por serpientes venenosas, arrepentido de sus pecados, mirara a la serpiente de bronce y viviera, no muriera, ¿qué sucedía ahí? Quedaba anulado, cancelado todo el efecto del veneno de la serpiente venenosa. ¿Por qué? ¿Qué poder tenía esa serpiente de bronce? El bronce representa el pecado ya juzgado.

Y en esa serpiente de bronce el pecado de cada persona que era mordido por serpientes venenosas, en esa serpiente de bronce ya estaba juzgado el pecado de ellos; y los que con una mirada de fe, conscientes de lo que eso significaba, miraban esa serpiente de bronce, ya entonces quedaba anulado el veneno y el efecto del veneno, que era la muerte de la persona; y la persona entonces vivía, porque su pecado era reconocido en la serpiente de bronce; por lo tanto, él no tenía que morir por el pecado que él había cometido, porque fue el pecado de la persona, fue colocado en la serpiente de bronce cuando miró a la serpiente de bronce, reconociendo que en esa serpiente de bronce su pecado había sido juzgado.

Por eso es que dice la Escritura en San Juan, capítulo 3, dice, verso 13 en adelante, dice:

Nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo; el Hijo del Hombre, que está en el cielo.

Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado,

para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.”

Y ahora, así como era transferido el pecado de las personas a la serpiente de bronce, cuando la persona miraba la serpiente de bronce; ahora por cuanto aquella serpiente representaba a Cristo muriendo en la Cruz del Calvario, por eso siendo el tipo y figura de Cristo y Su muerte en la Cruz del Calvario, por eso efectuaba o se efectuaba en esa serpiente todo ese gran milagro, era el tipo y figura, era la sombra; por lo tanto, los que miraban a la serpiente de bronce arrepentidos de sus pecados, quedaban sanados, quedaban libres del veneno de la serpiente que los había mordido.

Y ahora, ¿qué tiene que ver eso con Cristo? Porque Cristo aquí dice que así como Moisés levantó la serpiente en el desierto, ahora el Hijo del Hombre sería levantado para que todo aquel que en El cree no se pierda mas tenga Vida eterna; es que a la raza humana en su comienzo la serpiente antigua mordió a la raza humana, y la serpiente introdujo el veneno del pecado en la raza humana, y por consiguiente la raza humana fue condenada a muerte; como es condenada a muerte toda persona que es mordida por una serpiente venenosa.

Por lo tanto, la raza humana es una raza que está en esa condición de muerte, a punto de desaparecer, a punto de dejar de existir la raza humana; y solamente hay una cosa para no dejar de existir la persona, y es una mirada de fe a Cristo en la Cruz del Calvario, el cual llevó nuestros pecados. En Jesucristo como la serpiente de bronce, nuestro pecado fue juzgado, El llevó nuestros pecados, y por eso Cristo fue condenado y fue muerto en la Cruz del Calvario por nuestros pecados.

Por lo tanto, cuando la persona puede comprender esto, la persona entonces puede comprender que ya la solución a Su problema del pecado, ya fue encontrada esa solución hace alrededor de dos mil años atrás. Por lo tanto, ya Cristo murió por nuestros pecados, para que nosotros no tengamos que morir eternamente, sino que nosotros podamos vivir eternamente. Por lo tanto, cuando la persona da una mirada de fe a Cristo, reconociendo a Cristo crucificado, reconociendo la Obra de Redención de Cristo en la Cruz del Calvario, y dice: “Yo creo en Cristo como mi Salvador, lo recibo como mi Salvador, creo en Su Sacrificio en la Cruz del Calvario por mí, para quitar mis pecados.”

Entonces los pecados de la persona son quitados de la persona y son transferidos a Cristo, y Cristo con Su Sangre nos limpia de todo pecado, los desintegra, y ya la persona queda libre de sus pecados, y ya la persona no tiene que ser juzgada, condenada y echada al lago de fuego, que es la segunda muerte; ya la persona ha recibido Vida eterna, ha sido restaurada a la Vida eterna, y ya la persona no morirá, sino que vivirá eternamente con Cristo en Su Reino.

Y aunque nuestro cuerpo físico muera, porque es temporal, El nos dará un nuevo cuerpo igual a Su cuerpo glorificado. A los muertos en Cristo los va a resucitar en cuerpos nuevos y glorificados y jóvenes para toda la eternidad; y a nosotros los que vivimos, si permanecemos vivos hasta ese momento, nos va a transformar, y nos va a dar un cuerpo eterno y glorificado para vivir con El en Su Reino, ¿por cuánto tiempo? Por el milenio, ¿y por cuánto más? Por toda la eternidad. Y vamos a ser inmortales físicamente también, con un cuerpo nuevo y joven, que representará de 18 a 21 años de edad.

Y ahora, ¿quién le puede ofrecer algo como eso tan grande a usted y a mí? Una sola persona, y se llama: Nuestro amado Señor Jesucristo. Por eso es tan importante que usted y yo siempre estemos ocupados, ¿de qué? De nuestra salvación, es de lo cual todo ser humano tiene que estar ocupado, porque eso es lo más importante para usted y para mí.

¿De qué le vale al hombre si ganare todo el mundo y pierde su alma? De nada le habrá servido haber vivido en este planeta Tierra. Algunas personas piensan que el trabajar y hacer dinero es lo más importante, y después cuando se le terminan sus días aquí en la Tierra, se dan cuenta que se olvidaron de lo que realmente es lo más importante, lo cual es ocuparse de su salvación con temor y temblor; y mas bien se ocuparon de sus negocios.

Y les pasa como le sucedió al hombre rico de la parábola que Cristo dio, del cual dice que un hombre rico hacía fiesta cada día y se vestía de púrpura, y a la puerta del hombre rico, había un mendigo llamado Lázaro, el cual estaba todo físicamente afectado con llagas en su cuerpo, y los perros lamían sus llagas, y el mendigo deseaba de las migajas que caían de la mesa del hombre rico.

Pero dice que murió el hombre rico y también murió el mendigo. Dice que cuando murió el mendigo, fue llevado por los Ángeles al Seno de Abraham, el mendigo era un creyente en Dios, era uno que se había ocupado de su salvación con temor y temblor. Y también murió el hombre rico, pero no dice que fue llevado por los Ángeles de Dios, ¿por qué? Porque las personas que no se han ocupado de su salvación no son llevados al Paraíso por los Ángeles de Dios, sino que son llevados al infierno por los ángeles del maligno.

Por lo tanto, cuando despertó en el infierno el hombre rico, se encontró en una condición muy triste; tenía sed, y aunque había sido un hombre rico ahora no tenía ni dónde ir a comprar un vaso de agua fría, ni tampoco el dinero que había tenido en la Tierra tampoco lo tenía allí, ni tampoco encontró un lugar donde vendieran o regalaran agua.

Así que vean, esa es la condición de los que no se han ocupado de su salvación con temor y temblor. Cuando mueren van a un lugar llamado la quinta dimensión, la cual es el infierno, ese es el lugar para todos los incrédulos cuando terminan sus días aquí en la Tierra, ¿y entonces de qué le habrá servido a esas personas haber vivido en la Tierra y habérse convertido en personas ricas? Lo más importante es la salvación del alma.

¿De qué le vale al hombre si ganare todo el mundo y pierde su alma? De nada le habrá servido. ¿De qué le sirvió al hombre rico? De nada. Por lo tanto, es mejor ser un pobre como Lázaro, pero que se haya ocupado de su salvación con temor y temblor; y cuando terminen sus días aquí en la Tierra, sea llevado por los Ángeles de Dios al Paraíso, que es la sexta dimensión.

Así que no ponemos nuestra mirada en las riquezas terrenales, sino en nuestra salvación, y para eso pues colocamos nuestra mirada en Jesucristo nuestro Salvador. Por eso es que recibimos a Cristo como nuestro Salvador: para que así El perdone nuestros pecados, nos limpie con Su Sangre preciosa y seamos bautizados en agua en Su Nombre y El nos bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca así en nosotros el nuevo nacimiento, y así tengamos un cuerpo angelical teofánico de la sexta dimensión; de modo que si morimos físicamente vamos a vivir en ese cuerpo angelical en el Paraíso.

Y si continuamos viviendo en estos cuerpos mortales, cuando Cristo complete Su Iglesia, se levantará del Trono del Padre en el Cielo, tomará el Título de Propiedad, que es el Libro de los Siete Sellos, lo abrirá en el Cielo y hará Su Obra de Reclamo como León de la Tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo, y resucitará a los muertos creyentes en El en cuerpos glorificados y jóvenes para toda la eternidad, y a nosotros nos transformará, y entonces todos tendremos un cuerpo joven, un cuerpo perfecto, un cuerpo glorificado, para vivir con Cristo por toda la eternidad; y nos llevará con El a la Cena de las Bodas del Cordero al Cielo, en donde estaremos con Cristo por tres años y medio en esa gran Fiesta Celestial, la Fiesta más grande del Universo completo, a la cual hemos sido invitados.

“Bienaventurados los que son llamados a la Cena de las Bodas del Cordero.” ¿Ven? Somos personas bienaventuradas, hemos sido llamados a la Cena de las Bodas del Cordero, y por eso hemos respondido al llamado de Cristo, y Cristo sigue llamando porque todavía hay más personas que están escritas en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, y El las llama y las junta en Su Iglesia.

Por lo tanto, en esta noche ¿dónde están los que ya han sido llamados y han respondido al llamado de Cristo, y ya están en el Reino de Cristo? Aquí estamos presentes en esta noche, dándole gracias a Cristo, y ocupándonos de nuestra salvación con temor y temblor.

Y ahora, toda persona que todavía no ha recibido a Cristo no tiene Vida eterna, si muere no puede ir al Cielo, tiene que obligatoriamente ir a donde fue el hombre rico, al lugar que él después no quería ir, no quería estar allí, porque nadie se acostumbra allá; pero los que están en el Paraíso sí están muy felices allá en el Paraíso, porque se ocuparon en la Tierra de su salvación.

Ahora, nuestra estadía en la Tierra es para que la persona confirme su lugar, su lugar eterno. Si quiere ir al Cielo, si quiere ir a vivir con Cristo en el Reino de Dios por toda la eternidad, tiene que confirmar su lugar recibiendo a Cristo como su Salvador.

Si no quiere ir a vivir en el Reino de Dios por toda la eternidad con Cristo, pues no tiene que recibir a Cristo como su Salvador, esa persona por lo tanto ha reconfirmado su lugar en el infierno y lago de fuego, en donde será echado para ser destruido por incrédulo. Pero el que creyere y fuere bautizado será salvo, mas el que no creyere será condenado, esa es la realidad a la cual toda persona se tiene que enfrentar.

Todo ser humano cuando viene a la Tierra se encuentra como se encontraban Adán y Eva en el Huerto del Edén, en donde Dios colocó delante de ellos la Vida y la muerte. Y Dios ha colocado delante de todo ser humano la vida y la muerte. El que no quiera vivir eternamente pues lo que quiere es la muerte para toda la eternidad, dejar de existir. Pero el que quiere vivir eternamente, ése recibe a Cristo como su Salvador, porque Jesucristo es la Vida eterna, Jesucristo es el Árbol de la Vida.

Por lo tanto, el Árbol de la Vida para nosotros no es otro sino nuestro amado Señor Jesucristo. Por lo tanto, lo recibimos como nuestro Salvador, y así confirmamos nuestro lugar con Cristo en la Vida eterna; y así nos ocupamos de nuestra salvación con temor y temblor; porque para nosotros lo más importante es la salvación de nuestra alma, nosotros somos almas vivientes, eso es lo que en realidad somos nosotros.

El ser humano es alma, espíritu y cuerpo. El espíritu es un cuerpo de otra dimensión, parecido al cuerpo físico que tenemos. Y el cuerpo físico pues es el cuerpo de carne en el cual vivimos. Pero el alma, eso es lo que es en realidad usted y yo, somos almas vivientes.

Por lo tanto, lo más importante para nosotros no es el cuerpo físico ni las cosas físicas, sino nuestra alma y las cosas del alma. Por eso Cristo dijo, citando a Deuteronomio, capítulo 8, verso 1 en adelante, en San Mateo, capítulo 4, verso 4, dijo: “No solamente de pan vivirá el hombre, sino de toda Palabra que sale de la boca de Dios.”

Usted puede alimentar su cuerpo con vegetales, con frutas, con carnes, y puede darle agua a tomar también; pero su alma no la puede alimentar con frutas, con carnes, con vegetales y con agua, tiene que ser con la Palabra de Dios, que es el Alimento para nuestra alma. “No solamente de pan vivirá el hombre sino de toda Palabra que sale de la boca de Dios.”

Ahora, podemos ver que se requiere que toda persona se ocupe de su salvación, y lo haga con temor y temblor, y alimente su alma con la Palabra de Dios, para que viva una vida espiritual, sana espiritualmente y lleno de vigor, lleno de fuerza, porque nuestra alma para que sea y esté bien alimentada tenemos que estar dándole el Alimento Espiritual de la Palabra de Dios, del Evangelio, de la revelación divina; dándole ese Alimento nuestra alma estará siempre en buena salud.

Así que ocupándonos de nuestra salvación, nuestra alma, que es lo que en realidad somos, estará con Vida eterna, estará llena de vida, ¿de qué vida? De la Vida eterna; y con la fe puesta en Cristo y con la esperanza de una vida mejor en un cuerpo mejor en el Reino de Cristo nuestro Salvador. Toda persona cuando piensa en su futuro, dice: “Yo espero que mi futuro sea mucho mejor de lo que es en la actualidad.” Eso es una realidad para todos los creyentes en Cristo, nuestro futuro será mucho mejor de lo que en la actualidad tenemos, nuestro futuro será en un cuerpo nuevo, eterno, inmortal, incorruptible y glorificado, igual al cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador.

En la actualidad muchos somos obreros de la construcción, otros oficinistas, y otros agricultores y así por el estilo. Eso es mientras estamos en estos cuerpos mortales, porque tenemos que trabajar para sostenernos nosotros y sostener a nuestras familias. Pero cuando estemos en el nuevo cuerpo y estemos aquí en la Tierra en y con Cristo en Su Reino, vamos a estar como Reyes con Cristo en ese Reino, y como Sacerdotes y como Jueces en ese Reino; o sea, que los poderes políticos y religioso y judicial estarán en las manos de Cristo y Su Iglesia.

Por lo tanto, tendremos la posición más alta que se puede tener en la Tierra en ese Reino Milenial. Por lo tanto, no vamos a estar como estamos en la actualidad, sino que estaremos como las personas más importantes del planeta Tierra con Cristo; porque somos herederos de Dios y coherederos con Cristo Jesús Señor nuestro.

Por eso es tan importante ocuparnos de nuestra salvación, por eso es tan importante comprender el propósito de Dios para cada uno de nosotros, es el propósito de Vida eterna para usted y para mí también.

Por lo tanto, ocupaos de vuestra salvación, eso es lo más importante para usted y para mí: la salvación de nuestra alma, la Vida eterna para nuestra alma.

OCUPÁNDONOS DE NUESTRA SALVACIÓN.”

Y ahora, ¿dónde están los que se han ocupado de su salvación? Aquí estamos, hemos recibido a Cristo como nuestro Salvador, hemos sido bautizados en Su Nombre y El nos ha bautizado con Su Espíritu Santo y Fuego, y ha producido el nuevo nacimiento en nosotros, y hemos nacido en Su Reino, en Su Iglesia, y perseveramos en Su Iglesia, sirviéndole con toda nuestra alma, y ocupándonos de nuestra salvación, no descuidando una salvación tan grande como esta que El nos ha dado.

Y los que no lo han hecho todavía, los que no han recibido a Cristo todavía y no han sido bautizados en agua en Su Nombre, no tienen Vida eterna por consiguiente. ¿Pero qué pueden hacer para tener Vida eterna? Lo mismo que nosotros hemos hecho: recibir a Cristo como su Salvador.

Por lo tanto, en esta noche tendrán la oportunidad de levantar sus manos para recibir a Cristo, y el Rvdo. José Benjamín Pérez estará orando por ustedes, para que Cristo tenga Misericordia de ustedes, extienda Su Misericordia sobre ustedes, perdone sus pecados, y le limpie a ustedes de todo pecado con Su Sangre preciosa, y así Cristo los purifique y sean también bautizados en agua en Su Nombre, y Cristo los bautice con Espíritu Santo y Fuego, y así obtengan el nuevo nacimiento, nazcan en el Reino de Cristo, entren al Reino de Cristo y puedan vivir eternamente con Cristo en Su Reino, y puedan perseverar sirviendo a Cristo, ocupándose de su salvación con temor y temblor, porque no hay nada más importante que la salvación del alma, no hay nada más importante que la Vida eterna para nuestra alma.

Así que dejaré al Rvdo. José Benjamín Pérez para orar por todas las personas que levantarán sus manos para recibir a Cristo como su Salvador personal.

Ha sido para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta noche, dándoles testimonio de nuestro tema: “OCUPÁNDONOS DE NUESTRA SALVACIÓN.”

Muchas gracias por vuestra amable atención y continúen pasando una noche llena de las bendiciones de Jesucristo nuestro Salvador.

Con nosotros nuevamente el Rvdo. José Benjamín Pérez, para orar por todas las personas que levantarán sus manos en esta noche, para recibir a Cristo como su Salvador personal.

OCUPÁNDONOS DE NUESTRA SALVACIÓN.”