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| Conociendo los misterios de Dios | 2003-02-25 | 1 | Iquitos | Loreto | PE | 00:00:00 | false |
Muy buenas noches, amables amigos y hermanos presentes; es para mí una bendición grande estar con ustedes en esta noche, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final. Reciban todos saludos de mi esposa Erica y también de mis niñas América y Yahannah Gabriela.
Para esta noche leemos en San Mateo, capítulo 13, verso 11 al 17, donde Jesús hablando... aún un poquito antes, 9 en adelante. San Mateo, capítulo 13, verso 9 al 17, donde dice la Escritura:
“El que tiene oídos para oír, oiga.
Entonces, acercándose los discípulos, le dijeron: ¿Por qué les hablas por parábolas?
El respondiendo, les dijo: Porque a vosotros os es dado saber los misterios del reino de los cielos; mas a ellos no les es dado.”
Luego del verso 16 al 17, dice:
“Pero bienaventurados vuestros ojos, porque ven; y vuestros oídos, porque oyen.
Porque de cierto os digo, que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis, y no lo vieron; y oír lo que oís, y no lo oyeron.”
Y luego el capítulo 13 mismo, verso 34 al 35 de San Mateo, dice:
“Todo esto habló Jesús por parábolas a la gente, y sin parábolas no les hablaba;
para que se cumpliese lo dicho por el profeta, cuando dijo:
Abriré en parábolas mi boca;
Declararé cosas escondidas desde la fundación del mundo.”
Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.
Nuestro tema es: “CONOCIENDO LOS MISTERIOS DE DIOS.”
En los misterios de Dios el misterio más grande es Dios. Para el ser humano de todos los misterios existentes el más grande es Dios, y luego para el ser humano Jesucristo es un misterio, porque Jesucristo cuando estuvo en la Tierra en medio del pueblo hebreo, dijo en diferentes ocasiones cosas que eran chocantes para la gente de aquel tiempo, porque no entendían el misterio de quién era Jesús.
Vean, por ejemplo este misterio de lo El que dice aquí en San Juan, capítulo 8, verso 56 en adelante, dice:
“Abraham vuestro padre se gozó de que había de ver mi día; y lo vio, y se gozó.
Entonces le dijeron los judíos: Aún no tienes cincuenta años, ¿y has visto a Abraham?
Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuese, yo soy.”
¿Cómo era Cristo antes que Abraham? ¿Cómo era Cristo antes de venir a la Tierra en carne humana? Jesucristo era el Ángel de Jehová, el Ángel del Pacto, Jesucristo estaba no en Su cuerpo de carne, sino en Su cuerpo angelical; y cuando le apareció a Abraham el día antes de la destrucción de Sodoma y Gomorra, apareció materializado a Abraham y comió con Abraham, aparecieron a Abraham Dios y Sus Arcángeles Miguel y Gabriel, materializados y comieron con Abraham; y luego los Arcángeles Gabriel y Miguel en la tarde se fueron a Sodoma para ir a buscar a Lot y su familia y sacarla de Sodoma, porque Dios iba a destruir a Sodoma, a Gomorra y a las ciudades cercanas.
Ahora, podemos ver más claramente quién es nuestro amado Señor Jesucristo: es un ser que existía antes de venir a la Tierra en carne humana. Por eso el Evangelio según San Juan, capítulo 1 en adelante, dice:
“En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.
Este era en el principio con Dios.
Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.
En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.
La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella.
Hubo un hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan.
Este vino por testimonio, para que diese testimonio de la luz, a fin de que todos creyesen por él.
No era él la luz, sino para que diese testimonio de la luz.
Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo.
En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció.
A lo suyo vino (o sea, al pueblo hebreo), y los suyos no le recibieron.
Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios;
los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.
Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.”
Y ahora, aquí nos muestra el Evangelio según San Juan, que aquel Verbo que era con Dios y era Dios y creó todas las cosas, se hizo carne, se hizo hombre y habitó en medio de nosotros, en medio de la raza humana, allá en medio del pueblo hebreo, y fue conocido por el Nombre de Jesús.
Y ahora, podemos ver más claramente que Jesús es el Verbo que era con Dios y era Dios, porque Dios estaba en Jesucristo, y Cristo era nada menos que el Ángel de Jehová, el Ángel del Pacto, que libertó al pueblo hebreo a través del Profeta Moisés.
Por lo tanto, Dios estaba en Cristo, y Cristo estaba en Su cuerpo angelical, por lo tanto, Dios estaba dentro de ese cuerpo angelical, que es Cristo en Su cuerpo angelical; y luego cuando se hizo carne, se hizo hombre en medio de la raza humana, Dios estaba en Jesucristo en toda Su plenitud.
Ahora, podemos ver quién es nuestro amado Salvador Jesucristo, podemos ver más claramente que es el ser, la persona más importante del planeta Tierra y de todo el Universo, porque en El estaba, está y estará Dios en toda Su plenitud morando en El, y El es la Luz de los hombres, por lo tanto, El podía decir: “Yo Soy la Luz del mundo; el que me sigue no andará en tinieblas, mas tendrá la Luz de la vida.” (Eso está en San Juan, capítulo 8, verso 12)
Por lo tanto, sabiendo ahora quién es nuestro amado Señor Jesucristo, el cual es la Vida eterna y el único que puede darle a usted y a mí Vida eterna, podemos ver el porqué se predica el Evangelio en el Nombre del Señor Jesucristo, para que toda persona reciba el Evangelio, crea al Evangelio, crea en el misterio de la Primera Venida de Cristo muriendo en la Cruz del Calvario como el Cordero de Dios y quitando allá el pecado del mundo, para que así nosotros podamos obtener el perdón de nuestros pecados al creer en Cristo, y ser bautizados en el Nombre del Señor Jesucristo en agua, pero también limpiados con la Sangre de Cristo de todo pecado, y así obtener la salvación y Vida eterna, y Cristo nos bautiza con Espíritu Santo y Fuego luego que somos bautizados en agua en Su Nombre, y así entramos al Reino de Dios, así hemos nacido del agua y del Espíritu como Cristo le dijo a Nicodemo, diciéndole: “De cierto, de cierto te digo, que el que no nazca del agua y del Espíritu no puede entrar al Reino de Dios.”
Toda persona desea entrar al Reino de Dios, y ese es un misterio también grande, de los grandes misterios de Dios: el Reino de Dios y cómo entrar al Reino de Dios, Cristo le dijo a Nicodemo que es naciendo del agua y del Espíritu.
Por lo tanto, toda persona al escuchar la predicación del Evangelio está recibiendo las aguas, la Lluvia de la Enseñanza, la Lluvia Temprana; y al creer ha recibido esa Lluvia de Enseñanza, esa Agua de Enseñanza, y luego recibe a Cristo como su Salvador, pidiendo perdón a Cristo por sus pecados, Cristo lo limpia con Su Sangre preciosa, y la persona es bautizada en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y luego Cristo lo bautiza con el Espíritu Santo y Fuego, y la persona ha obtenido el nuevo nacimiento, porque ha nacido del agua y del Espíritu, y así ha entrado al Reino de Dios.
Por lo tanto, toda persona que vive en la Tierra necesita conocer estos misterios del Reino de Dios, que son los grandes misterios de Dios para ustedes y para mí.
Conociendo estos misterios la persona entonces puede tener un claro entendimiento de que necesita un Salvador, necesita una persona que perdone sus pecados y le limpie de todo pecado, lo justifique, quede como si nunca en la vida hubiese pecado, y luego la persona al reconocer esta realidad de su vida, reconoce también que solamente hay una persona que puede hacer eso por usted y por mí, y esa persona es nuestro amado Señor Jesucristo.
Por lo tanto Cristo enseñó a Sus discípulos en San Lucas, capítulo 24, sobre esto, diciendo - luego que Cristo había resucitado enseñó a Sus discípulos, y dice así: capítulo 24 de San Lucas, versos 46 en adelante:
“Y les dijo: Así está escrito, y así fue necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos al tercer día;
y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén.
Y vosotros sois testigos de estas cosas.”
Y ahora, Cristo dijo a Sus discípulos que fueran por todas las naciones predicando en Su Nombre el arrepentimiento y el perdón de los pecados.
Por lo tanto, toda persona al escuchar la predicación del Evangelio y se arrepiente de sus pecados al recibir a Cristo como su Salvador, arrepentido de sus pecados y Cristo perdona sus pecados, la persona es lavada con la Sangre de Cristo, la persona es bautizada también en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo la bautiza con Espíritu Santo y Fuego, y así la persona ha obtenido el nuevo nacimiento, ha nacido del agua y del Espíritu, y por consiguiente la persona ha entrado al Reino de Dios con Vida eterna.
Y así es como la persona recibe Vida eterna: a través de nuestro amado Señor Jesucristo. Tan simple como eso, no tiene que pagar ni un solo centavo, la salvación y Vida eterna para la persona es gratuita.
También la Escritura dice en San Lucas, capítulo 19, vamos a ver lo que nos dice, capítulo 19, verso 10:
“Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.”
Vino a buscar y a salvar seres humanos, vino a buscar y a salvar pecadores tipificados en las ovejas de un pastor.
Y ahora, las ovejas son seres humanos, almas de Dios que son enviados a la Tierra en cuerpos de carne, esas son las ovejas del Padre, que el Padre dio a Jesucristo Su Hijo para que les dé Vida eterna; y usted es una oveja del Padre Celestial, que ha sido dada a Cristo para que Cristo le dé Vida eterna, para que Cristo perdone sus pecados, lo limpie a usted de todo pecado con Su Sangre, usted sea bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo lo bautice con Espíritu Santo y Fuego, y usted obtenga salvación y Vida eterna, y así usted entre al Reino de Dios con Vida eterna, y así usted obtenga un cuerpo angelical teofánico de la sexta dimensión, igual al cuerpo angelical de nuestro amado Señor Jesucristo.
Y cuando se complete la Iglesia de Jesucristo, el grupo de las ovejas de Cristo en el Redil de Cristo, entonces Cristo resucitará a los muertos creyentes en El en cuerpo eternos, jóvenes y glorificados, y a nosotros nos transformará y nos dará un nuevo cuerpo eterno, inmortal, incorruptible y glorificado, igual al cuerpo glorificado de nuestro amado Señor Jesucristo, y entonces seremos eternos físicamente también, con un nuevo cuerpo eterno, joven y glorificado, igual al cuerpo glorificado de nuestro amado Señor Jesucristo.
Por eso es tan importante recibir a Cristo como nuestro Salvador, y ese es uno de los grandes misterios de Dios que todo ser humano necesita conocer, para que reciba a Cristo como su único y suficiente Salvador, arrepentido de sus pecados y sea bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo lo bautice con Espíritu Santo y Fuego y entre al Reino de Dios.
¿Para qué recibimos a Cristo como nuestro Salvador? Para que El perdone nuestros pecados y nos limpie con Su Sangre preciosa de todo pecado, y así seamos justificados por Cristo, quedemos como si nunca en la vida hubiésemos pecado, y seamos bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, para que Cristo entonces nos bautice con Espíritu Santo y Fuego, y entremos al Reino de Dios. O sea, que no recibimos a Cristo como nuestro Salvador para meternos a una secta religiosa, sino para recibir salvación y Vida eterna, y entrar por consiguiente al Reino de Dios.
Y ahora, escuchemos las mismas palabras de nuestro amado Señor Jesucristo, para que usted pueda comprender porqué usted necesita creer y ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. Dice en San Marcos, capítulo 16, versos 15 al 16, el mismo Señor hablando luego de resucitado, dice:
“Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.
El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”
Tan simple como eso, es un asunto de creer o no creer; si cree, la persona recibe a Cristo como su Salvador arrepentido de sus pecados, Cristo perdona sus pecados y lo limpia con Su Sangre preciosa de todo pecado, y la persona es bautizada en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego, y la persona ha obtenido el nuevo nacimiento y ha entrado al Reino de Dios, y por consiguiente tiene Vida eterna, esa persona no morirá jamás. Cuando digo: “No morirá jamás,” no quiere decir que su cuerpo físico no vaya a morir, sino que su alma tiene Vida eterna, y ha recibido una transformación interior, y por consiguiente esa persona en su interior tiene Vida eterna, ha nacido de nuevo y esa persona ha entrado al Reino de Dios, que es la Iglesia del Señor Jesucristo; y esa persona cuando Cristo complete Su Iglesia, esa persona va a recibir un nuevo cuerpo físico eterno, inmortal, incorruptible y glorificado, y entonces será inmortal físicamente también, será igual a Jesucristo el cuerpo que El nos dará, un cuerpo glorificado como el cuerpo glorificado de nuestro amado Señor Jesucristo.
Por eso encontramos las Palabras de Cristo hablándole a Marta (la hermana de Lázaro), cuando fue Cristo a resucitar a Lázaro, dice en el evangelio según San Juan, capítulo 11, verso 23 en adelante, dice:
“Jesús le dijo: Tu hermano resucitará.
Marta le dijo: Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día postrero.
Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.”
O sea, aunque muera físicamente vivirá, sigue viviendo en el cuerpo angelical, en otra dimensión llamada: “El Paraíso.” Porque cuando el ser humano muere, lo que ha muerto es su cuerpo físico, pero su alma sigue viviendo, y sigue viviendo también su espíritu. El espíritu de la persona es un cuerpo de otra dimensión, parecido al cuerpo físico que tiene.
Ahora, la persona creyente en Cristo al morir físicamente va en el alma y espíritu a otra dimensión llamada el Paraíso (que es la sexta dimensión), donde están los Apóstoles del Señor Jesucristo con todos los creyentes de diferentes edades, de su tiempo, y los Mensajeros de diferentes edades con el pueblo de Dios de diferentes edades.
¿Y qué de los que no creen en Cristo y mueren? Los que no creen en Cristo y mueren, miren lo que sucede: los que no quieran venir a Cristo le sucede algo muy terrible, el que no quiere venir a Cristo no quiere recibir Vida eterna de parte de Cristo, por lo tanto no tendrá Vida eterna y no irá a vivir al Paraíso cuando muera.
Dice Cristo en San Juan, capítulo 5, verso 40: “Y no queréis venir a mí para que tengáis vida.”
El que no quiere venir a Cristo, pues no quiere venir a Cristo para recibir Vida eterna, porque el que viene a Cristo recibe Vida eterna, el que no quiere venir a Cristo no quiere vivir eternamente con Cristo en Su Reino, y por consiguiente no vivirá eternamente con Cristo en Su Reino.
Ahora veamos, continuemos leyendo aquí en San Juan, capítulo... vamos a ver, San Juan, capítulo 3, verso 14 en adelante, dice:
“Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado,
para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.”
¿Ven? ¿Para qué creemos en Jesucristo? Para que nuestra alma no se pierda, sino que tenga Vida eterna. El ser humano es cuerpo, espíritu y alma, lo más importante que usted y yo tenemos es nuestra alma, eso es lo que en realidad somo nosotros: almas vivientes, y vivimos en esta casa terrenal que es el cuerpo físico, y tenemos también una casa espiritual que es el espíritu que tenemos; el espíritu del ser humano es un cuerpo de otra dimensión, y la casa terrenal es nuestro cuerpo físico.
Ahora, sigue diciendo:
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.”
¿Para qué Dios nos ha dado a Jesucristo? Para que todo aquel que en El cree no se pierda, mas tenga Vida eterna. La Vida eterna usted solamente la puede obtener a través de nuestro amado Señor Jesucristo; si no lo recibe como su Salvador, usted ha perdido la única oportunidad de vivir eternamente. Sigue diciendo:
“Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.
El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.”
El que es condenado no podrá vivir eternamente en el Reino de Cristo, será juzgado en el juicio final y condenado en el lago de fuego, será echado al lago de fuego, donde será quemado en cuerpo, espíritu y alma, y así dejará de existir. Cristo dijo: “No temáis a los que matan el cuerpo y después no tienen poder (o potestad) para matar el espíritu (o el alma); temed a aquél (yo les voy a enseñar a quién temer), temed a aquél (o sea, a Dios) que puede destruir el cuerpo (matar el cuerpo) y destruir el alma (el cuerpo y el alma, o el cuerpo y el espíritu) en el infierno.”
Ahora, nadie quiere ser destruido en el infierno o en el lago de fuego; toda persona quiere vivir eternamente. Por lo tanto, no hay otra forma de Vida eterna excepto Jesucristo nuestro Salvador.
Usted no puede obtener Vida eterna a menos que sea a través de Jesucristo nuestro Salvador, para eso vino y murió en la Cruz del Calvario, llevando nuestros pecados: para que usted pueda vivir eternamente. La paga del pecado es muerte; por eso El a tomar nuestros pecados tuvo que morir por nuestros pecados en la Cruz del Calvario, para así nosotros quedar sin pecados y poder vivir eternamente. Por eso Cristo le dice a Marta, cuando Marta le dijo:
“Marta le dijo: Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día postrero.
Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.
Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?
Le dijo: Sí, Señor; yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido al mundo.”
Y ahora, esa misma pregunta hecha para nosotros, cuando Cristo dice: “Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?” Nosotros decimos: “Sí Señor, yo he creído que Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios Viviente, que has venido al mundo; por lo tanto, nosotros creemos en Ti, nosotros te hemos recibido como nuestro Salvador personal.”
Por lo tanto, sabemos que si nuestro cuerpo físico muere no moriremos físicamente eternamente, porque seremos resucitados en un nuevo cuerpo eterno y glorificado, y joven para toda la eternidad. Y si permanecemos vivos hasta que complete Su Iglesia, entonces Cristo se levantará del Trono del Padre, resucitará a los muertos creyentes en El en cuerpos glorificados y a nosotros los que quedemos vivimos nos transformará, y entonces todos tendremos un cuerpo nuevo eterno, inmortal, incorruptible y glorificado, igual al cuerpo glorificado de nuestro amado Señor Jesucristo, y entonces ya no nos pondremos viejos en ese nuevo cuerpo, ni nos enfermaremos tampoco, ni tendremos canas, ni arrugas, todo será Vida eterna en ese cuerpo nuevo que El nos dará.
¿Ese es el cuerpo que usted quiere tener?, ese es el único cuerpo en el cual el ser humano podrá vivir eternamente; y ese cuerpo el único que lo puede dar es Jesucristo ¿a quiénes? A los creyentes en El.
Esa es la clase de cuerpo que El le dará a todos los creyentes que ya han muerto físicamente, los resucitará en esa clase de cuerpo glorificado, joven, eterno, inmortal, incorruptible, igual al cuerpo glorificado que Jesucristo tiene, y a nosotros nos transformará, y entonces todos tendremos un nuevo cuerpo eterno, glorificado y joven para toda la eternidad; eso también es uno de los grandes misterios de Dios, el cual usted y yo necesitamos conocer, para que seamos conscientes porqué es que hemos recibido a Cristo como nuestro Salvador, y así sepamos cuál es el futuro de todos los creyentes en Jesucristo nuestro Salvador.
Y ahora, la raza humana tiene muchos problemas, el planeta Tierra también tiene muchos problemas, la raza humana está llena de problemas de salud, problemas sociales, problemas también económicos, problemas de gobiernos, problemas también en cuanto a guerras y rumores de guerras; y la Tierra tiene problemas también, la Tierra está con temblores, la Tierra está con terremotos en diferentes lugares, las capas teutónicas de la Tierra están en movimiento, y se espera un choque de esas capas teutónicas muy pronto, con el cual el mundo será estremecido; un terrible terremoto estremecerá el planeta Tierra, y el que no haya asegurado su futuro con Cristo no tendrá esperanzas de Vida eterna. No hay futuro para el ser humano, excepto nuestro amado Señor Jesucristo.
Cuando hablamos de estos terremotos que hay y están sucediendo y de uno grande que ha de venir, algunas personas se llenan de miedo, no saben qué hacer, y no hay forma de prepararse para un terremoto, porque nadie sabe cómo va a suceder.
¿Pero cómo podemos estar preparados para cuando ocurran estos desastres? La única forma de estar preparados es habiendo recibido a Cristo como nuestro Salvador, porque así tenemos nuestra vida asegurada para toda la eternidad en el Reino de Cristo nuestro Salvador.
Si morimos en un terremoto, maremoto o tormenta, si tenemos a Cristo no hay ningún problema: “El que vive y cree en mí no morirá eternamente.” Pero si usted no ha recibido a Cristo, usted no tiene su alma asegurada para vivir eternamente con Cristo en Su Reino, por lo tanto no le sirve de nada su riqueza terrenal o su preparación académica. Nada de eso le puede asegurar la Vida eterna.
Cristo preguntó en San Mateo, capítulo 16, versos 26 al 28: “¿De qué le vale al Hombre si ganare a todo el mundo y pierde su alma?” ¿De qué le vale? No le vale de nada ser una persona rica si pierde su alma.
¿Y cómo el ser humano pierde su alma? Cuando no recibe a Cristo como su Salvador, cuando termine sus días en la Tierra su alma está perdida, toda persona sin Cristo está perdido, pero Cristo vino a buscar y a salvar lo que se había perdido, o sea, los seres humanos que el Padre le dio para que les dé Vida eterna. Ustedes están aquí, porque ustedes son ovejas de Dios que han sido dadas por el Padre a Cristo, para que Cristo les dé Vida eterna.
Por lo tanto, toda persona que ha recibido a Cristo como su Salvador personal tiene Vida eterna. Dice el Apóstol San Juan en Primera de Juan, capítulo 5, algo muy importante para todos los creyentes en Cristo, lo cual todos debemos conocer. Capítulo 5, verso 11 en adelante, dice (Primera de Juan):
“Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo (o sea, en Jesucristo).
El que tiene al Hijo, tiene la vida (o sea, el que tiene a Jesucristo, el que recibe a Cristo como su Salvador tiene la vida, tiene la Vida eterna); el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida (el que no tiene al Hijo de Dios, no ha recibido a Cristo en su corazón como su Salvador, no tiene la Vida eterna).
Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna, y para que creáis en el nombre del Hijo de Dios.”
San Juan dice: “Estas cosas yo les he escrito a vosotros que sois creyentes en Cristo, para que ustedes sepan que ustedes tienen Vida eterna.”
Por lo tanto, esta Vida eterna está ¿en quién? En Jesucristo nuestro Salvador, y El la otorga a vosotros gratuitamente al creer en El, recibirlo como nuestro Salvador y arrepentidos de nuestros pecados ser perdonados y lavados de nuestros pecados por la Sangre de Cristo, ser bautizados en agua en Su Nombre y Cristo nos bautiza con Espíritu Santo y Fuego, y así obtenemos el nuevo nacimiento, hemos nacido del agua y del Espíritu, y hemos entrado al Reino de Dios.
En el libro de los Hechos Pedro el Día de Pentecostés en su primer mensaje, en el capítulo 2 del libro de los Hechos, versos 36 en adelante, dice:
“Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo.
Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos?
Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.
Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare.
Y con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba, diciendo: Sed salvos de esta perversa generación.
Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas.”
Y ahora, ¿qué tiene que hacer la persona que no ha recibido a Cristo todavía como su Salvador? ¿Qué tiene que hacer para ser salvo? Pues recibir a Cristo como su Salvador arrepentido de sus pecados, y ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo y Cristo lo bautizará con Espíritu Santo y Fuego, y así obtendrá el nuevo nacimiento y entrará al Reino de Cristo con Vida eterna, y así ha asegurado su futuro eterno con Vida eterna.
Y ahora, ¿cuántos ya han conocido este misterio o estos misterios de Dios y ya han asegurado su alma con Vida eterna? Todos nosotros.
Y ahora, los que no lo han hecho, su futuro no es vivir eternamente en el Reino de Cristo, su futuro es en el juicio final ser condenados por Cristo y ser echados al lago de fuego, donde serán quemados en cuerpo, espíritu y alma, y dejarán de existir; pero toda persona quiere existir eternamente y quiere vivir en un cuerpo joven por toda la eternidad, y eso es lo que Cristo tiene para los creyentes en El.
¿Qué pueden hacer las personas que no han asegurado su futuro, que no han asegurado la Vida eterna para sus almas? Pues en esta noche pueden levantar sus manos para que el Rvdo. Miguel Bermúdez Marín ore por ustedes, para que Cristo les reciba, perdone sus pecados, y los limpie con Su Sangre preciosa de todo pecado y sean bautizados en agua en el Nombre de Jesucristo, y Cristo los bautice con Espíritu Santo y Fuego, y así obtengan Vida eterna, y así aseguren la Vida eterna para sus almas, y así puedan vivir eternamente en el Reino de Cristo por toda la eternidad.
Los misterios del Reino de Dios son los misterios que usted y yo necesitamos conocer, y estos misterios de los cuales les he hablado en esta noche son los principales misterios que usted y yo necesitamos conocer para recibir a Cristo como nuestro Salvador, lavar nuestros pecados en Su Sangre, ser bautizados en agua en Su Nombre y Cristo bautizarnos con Espíritu Santo y Fuego, y así nacer de nuevo, nacer del Agua y del Espíritu, nacer en el Reino de Dios, entrar al Reino de Dios con Vida eterna.
Por lo tanto, los que todavía no han recibido a Cristo, pueden hacerlo levantando sus manos y el Rvdo. Miguel Bermúdez Marín orará por ustedes, para que Cristo les perdone y les lave con Su Sangre preciosa, y sean bautizados en agua en Su Nombre y Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y así tengan Vida eterna.
Ha sido para mí un privilegio muy grande estar con ustedes en esta noche, dándoles testimonio de nuestro tema: “CONOCIENDO LOS MISTERIOS DE DIOS.”
Dejo nuevamente con ustedes al Rvdo. Miguel Bermúdez Marín, el cual orará por todas las personas que levantarán sus manos, para que Cristo les perdone y les limpie con Su Sangre preciosa.
Con nosotros nuevamente el Rvdo. Miguel Bermúdez Marín, y muchas gracias por vuestra amable atención y continúen pasando una noche llena de las bendiciones de Jesucristo nuestro Salvador.
Muchas gracias por vuestra amable atención, y buenas noches.
“CONOCIENDO LOS MISTERIOS DE DIOS.”