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|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|
| La Obra de Dios | 2002-12-06 | 1 | São José dos Campos | São Paulo | BR | 02:00:35 | false |
Muy buenas noches, amables amigos presentes, radioyentes y televidentes; es para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final.
Por lo cual tendremos como tema: “LA OBRA DE DIOS.” Para lo cual leemos en el Evangelio según San Juan, capítulo 1, verso 1 en adelante, donde dice:
“En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.
Este era en el principio con Dios.
Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.
En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.
La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella.”
Y luego, el mismo capítulo 1 de San Juan, verso 14, dice:
“Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.”
Y el mismo capítulo 1, verso 18, dice:
“A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer.”
Y luego en Génesis, capítulo 1, verso 1, dice:
“En el principio creó Dios los cielos y la tierra.”
Nuestro tema es: “LA OBRA DE DIOS.”
La obra de Dios, hemos visto que ha sido hecha por medio del Verbo que era con Dios y era Dios, y luego se hizo carne y habitó en medio de la raza humana.
Por consiguiente, toda la obra que Dios ya ha hecho, la que está haciendo y la que hará en el futuro, El la hace por medio del Verbo que era con Dios y era Dios y creó todas las cosas, y luego se hizo carne y habitó en medio de la raza humana y fue conocido por el nombre de Jesús.
Toda la obra de Dios, Dios la lleva a cabo, la hace a través de Jesucristo; fuera de Jesucristo Dios no obra, es por medio de Jesucristo que se lleva a cabo toda la obra de Dios.
¿Y cómo es posible que Dios haya llevado a cabo la Obra de la creación a través de Jesucristo, el cual nació en Belén de Judea? Sencillo: Cristo nació en Belén de Judea en cuanto a Su cuerpo de carne, pero en cuanto a Su espíritu que es Su cuerpo angelical, ya Cristo existía desde antes de la creación del Universo, por lo tanto, fue por medio de Cristo en Su cuerpo angelical que Dios creó todas las cosas. Cristo dijo en San Juan, capítulo 8, verso 56 al 58:
“Abraham vuestro padre se gozó de que había de ver mi día; y lo vio, y se gozó.
Entonces le dijeron los judíos: Aún no tienes cincuenta años, ¿y has visto a Abraham?
Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuese, yo soy.”
Y ahora, Cristo se identifica como un ser eterno; por eso también en otra ocasión dijo: “Nadie me quita la vida yo la pongo por mí mismo para volverla a tomar.”
También El habló acerca de Su pre-existencia, cuando estuvo orando ya al final de Su ministerio. En el capítulo 17 de San Juan, dice Cristo:
“Estas cosas habló Jesús, y levantando los ojos al cielo, dijo: Padre, la hora ha llegado; glorifica a tu Hijo, para que también tu Hijo te glorifique a ti;
como le has dado potestad sobre toda carne, para que dé vida eterna a todos los que le diste.
Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado.
Yo te he glorificado en la tierra; he acabado la obra que me diste que hiciese.
Ahora pues, Padre, glorifícame tú al lado tuyo, con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese.”
Aquí Jesucristo da testimonio de que antes que el mundo existiese ya El existía.
Y ahora, podemos ver la preexistencia de Jesucristo, el Hijo de Dios en Su cuerpo angelical, Su cuerpo teofánico, no en Su cuerpo de carne, porque el cuerpo de carne nació a través de la virgen María en Belén de Judea.
El ser humano es alma, espíritu y cuerpo, por lo tanto el cuerpo físico que tenemos es mortal, terrenal; ahora el cuerpo que Jesucristo tenía no era mortal porque vino a este mundo sin pecado, no nació por medio de la unión de un hombre y de una mujer, fue por creación divina, Dios creó en el vientre de María una célula de vida la cual se multiplicó célula sobre célula, y así se formó el cuerpo de Jesús, el cual luego en su tiempo correspondiente llegamos a los nueve meses, nació en Belén de Judea.
Ese cuerpo por cuanto no tenía pecado no podía morir, Cristo dijo: “Nadie me quita la vida, yo la pongo por mí mismo para volverla a tomar.”
Y ahora, para El poder poner Su vida por nosotros, El tenía que morir, y para poder morir tenía que tener pecado, porque la paga del pecado es la muerte y no tenía pecado, pero El tomó nuestros pecados y entonces vino a ser mortal, Dios cargó en El nuestros pecados y por consiguiente el juicio que vino para la raza humana para ese tiempo, todo cayó sobre un hombre: nuestro amado Señor Jesucristo, porque en El estaban todos nuestros pecados.
Por eso Juan el Bautista cuando presentó a Jesús, del cual había dicho que después de él vendría un varón mayor que El del cual él no era digno de desatar la correa de su calzado, cuando lo vio, dijo: “Este es aquel del cual yo dí testimonio diciendo que vendría un varón después de mí, del cual yo no soy digno de desatar la correa de su calzado, El es el que les bautizará con Espíritu Santo y Fuego, yo les bautizo en bautismo de arrepentimiento, pero el que viene después de mí les bautizará con Espíritu Santo y fuego, y ese es Jesús.”
Lo presentó al pueblo como el que quitaría el pecado del mundo, como el Cordero de Dios, y lo presentó como el que bautizaría con Espíritu Santo y fuego. ¿A quiénes bautizaría con Espíritu Santo y fuego? A los que creerían en El.
Ahora, nuestro amado Señor Jesucristo es la persona más grande que ha pisado este planeta Tierra, Juan el Bautista dijo: “El que viene después de mí es mayor que yo, es más poderoso que yo, y El les bautizará con Espíritu Santo y Fuego, El es el que quitará el pecado del mundo.”
Por lo tanto, todo el pecado de la raza humana sería colocado sobre Jesucristo, y entonces sería mortal a causa del pecado, porque la paga del pecado es la muerte, pero la dádiva de Dios es Vida eterna en Cristo Jesús, Señor nuestro.
Y ahora, por cuanto aquel tiempo en que Cristo murió era el tiempo en que el juicio divino vendría sobre la raza humana, Dios juzgaría este mundo, y por cuanto el pecado de este mundo había crecido Dios los juzgaría al mundo por sus pecados, pero por cuanto Jesucristo vino para salvar al mundo, ¿salvarlo de qué? De sus pecados, en San Mateo, capítulo 1, verso 21 dice el Arcángel Gabriel a José que recibiera a María (su mujer), porque lo que estaba engendrado en ella era del Espíritu Santo, y le dijo: “Le pondrás por nombre Jesús, porque El salvará a Su pueblo de sus pecados.”
¿De qué usted necesita que Cristo lo salve? De sus pecados, que El quite nuestros pecados y con Su Sangre nos limpie de todo pecado y nos justifique delante de Dios, y nos deje como si nunca en la vida hubiésemos pecado, El lo puede hacer ¿por qué? Porque El es el Ángel de Jehová, el Ángel del Pacto, ese es Jesucristo el cual en el Antiguo Testamento estaba en medio del pueblo hebreo.
Por eso, Cristo podía decir: “Antes que Abraham fuese yo soy,” porque Jesucristo antes de tener su cuerpo de carne era el Ángel de Jehová del Antiguo Testamento, el cual le apareció a Abraham en el capítulo 14 de Génesis como Melquisedec Rey de Salem y Rey de paz y de justicia, y sacerdote del Dios Altísimo del Templo Celestial.
Cristo es el Sumo Sacerdote del Templo Celestial porque Jesucristo es el Ángel de Jehová, el Melquisedec que le apareció a Abraham en el capítulo 14 del Génesis y luego le apareció en el capítulo 18 y 19 del Génesis como Elohím, y comió con Abraham y le habló a Abraham acerca del hijo que El le había prometido, el cual Abraham recibiría a través de Sara su esposa.
Pero ellos estaban ya ancianos, pero Dios le había prometido a Abraham hacía 25 años, que le daría un hijo, y cuando ya Abraham tenía 99 años y Sara tenía 89 años, Dios vino en forma de hombre con Sus Arcángeles Gabriel y Miguel, y comieron con Abraham, el cual los invitó a comer un becerro tierno con panes y las demás cosas que van con una buena comida como esa que Abraham le ofreció.
Y Elohím con Sus Arcángeles Gabriel y Miguel comieron con Abraham, se había materializado delante de Abraham, para visitar a Abraham, estaban allí materializados porque Dios había creado del polvo de la tierra un cuerpo para el Arcángel Gabriel, otro para el Arcángel Miguel y otro para Sí mismo, para tener una visita temporal al patriarca y Profeta Abraham, por eso pudieron comer con Abraham. Eso fue el día antes de la destrucción de Sodoma y Gomorra.
Y ahora, encontramos que esa fue la ocasión que Abraham deseaba ver el día del Señor y lo vio y se gozó, allí vio a Dios manifestado en forma visible, en forma tangible, podía comer, podía hablar con Abraham y con Sara también, y le confirmó la promesa del hijo que El le había prometido, el cual se llamaría Isaac.
Y ahora, Sara con 89 años y Abraham con 99 años, ¿a caso podrían esperar un hijo? Normalmente un matrimonio con esa edad y para colmo Sara estéril, ningún matrimonio puede estar esperando tener un hijo, pero Abraham continuaba creyendo que iba a tener un hijo, porque Dios se lo había prometido, y no hay ninguna cosa imposible para Dios.
Por lo tanto, Dios le confirmó que iba a tener el hijo que El le había prometido, para lo cual rejuveneció a Sara y rejuveneció a Abraham.
Y luego se fueron a otro lugar, al territorio donde el rey era Abimelec, y Abimelec cuando vio a Sara se enamoró de Sara y la tomó, la apartó para hacerla su esposa.
Apartaban a la joven o a la mujer que querían hacerla su esposa, sin tocarla hasta que se casaran con ella.
Durante ese tiempo de espera, Dios le apareció en sueños a Abimelec y le dijo: “Eres hombre muerto, porque tienes la mujer de un Profeta, la mujer que tienes es casada, la que has tomado para casarte con ella es casada, tiene marido y es Profeta su marido, por lo tanto eres hombre muerto,” Abimelec le dijo: “Yo no lo sabía, ella me dijo que Abraham era su hermano, soy inocente,” Dios le dijo: “Por cuanto yo se que es así, por eso te he aparecido, por lo tanto, entrega la mujer a su marido y sino eres hombre muerto.”
Seguida en la mañana llamó a Abraham y le entregó a Sara, y Dios le había dicho: “Y Abraham orará por ti, y entonces será sanado todo el pueblo,” porque Dios había cerrado la matriz de todas la mujeres y también de los animales, y no se podían reproducir.
Ahora, podemos ver que Sara estaba rejuvenecida, porque ¿qué rey se va a enamorar de una anciana de 89 años? Ni pensarlo, pero estaba rejuvenecida para poder darle un hijo a Abraham el cual era el hijo que Dios le había prometido.
Para eso fue que Dios la rejuveneció a ella y rejuveneció a Abraham, para cumplir Su promesa, la promesa del hijo prometido que se llamaría Isaac, y el cual es tipo y figura de Jesucristo nuestro Salvador.
Por lo tanto, Cristo en Su Primera Venida y en Su Segunda Venida es el Isaac prometido, es el Mesías prometido.
Y ahora, encontramos que para este tiempo final, Cristo rejuvenecería Su Iglesia para cumplir Su promesa de la Segunda Venida de Cristo.
Por eso la Iglesia del Señor Jesucristo se encuentra como una mujer joven esperando la Segunda Venida de Cristo, para así Cristo resucitar a los muertos creyentes en El en cuerpos glorificados, cuerpos eternos, cuerpos inmortales, y a nosotros los que vivimos si permanecemos vivos hasta ese momento, transformarnos y así darnos un cuerpo nuevo, eterno, inmortal, incorruptible y glorificado igual al cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador.
Esa es la promesa que Dios ha hecho para todos los creyentes en Cristo, y eso es la redención del cuerpo, por la cual clama toda la creación, como lo dice San Pablo en Romanos, capítulo 8, versos 14 al 25 donde nos habla que toda la creación gime a una, está de parto esperando la adopción, eso es la redención del cuerpo, o sea, la transformación de nuestros cuerpos en donde obtendremos un cuerpo inmortal y glorificado igual al cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador.
También en Filipenses capítulo 3 el Apóstol San Pablo, conocedor de estos planes divinos, dice, Filipenses, capítulo 3, verso 20 al 21:
“Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo;
el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra.”
Ahí tenemos la promesa de una transformación que Cristo hará a todos los creyentes en El, transformará nuestros cuerpos mortales, nos dará un cuerpo eterno, joven que representará de 18 a 21 años de edad; esto es para los creyentes en Cristo:
“el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya.”
Para que sea un cuerpo igual al cuerpo glorificado de Jesucristo, entonces todos seremos iguales a Jesucristo con cuerpos inmortales, cuerpos glorificados, cuerpos eternos y cuerpos jóvenes que representarán de 18 a 21 años de edad, para toda la eternidad.
Ahora, podemos ver los planes de Dios en Su Programa de creación en donde El lleva a cabo Su Obra, ¿y con qué poder va a resucitar Cristo a los muertos creyentes en El y nos va a transformar a nosotros los que vivimos? Con el mismo poder que resucitó a Lázaro de entre los muertos como tipo y figura de lo que El va a hacer con todos los creyentes que ya han muerto físicamente, y como resucitó también al hijo de la viuda de Naín, que lo llevaban en un féretro hacia el cementerio, pero Cristo lo resucitó.
¿Con qué poder? “Por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas.”
Todas las cosas están sujetas a Cristo, Cristo es el que les da el sostén, el que sustenta todas las cosas, el que le da continuidad de existencia, de vida, a toda la creación, ese es Cristo con Su poder, Cristo dijo en el capítulo 28 de San Mateo, versos 18 al 20, El dijo: “Todo poder me es dado en el Cielo y en la Tierra.”
Por lo tanto, Cristo tiene todo el poder, y por cuanto tiene todo el poder, no hay ninguna cosa imposible para Jesucristo, Cristo va a resucitar a los muertos creyentes en El y nos va a transformar a nosotros los que vivimos, es que Cristo es el Ángel de Jehová, el Ángel del Pacto del Antiguo Testamento, el cual se hizo hombre para establecer un Nuevo Pacto con Su pueblo y establecer la Sangre del Nuevo Pacto que es Su Sangre, la Sangre de Jesucristo derramada en la Cruz del Calvario.
Por eso en Hebreos, capítulo 13, verso 20 al 21, dice el gran Apóstol San Pablo:
“Y el Dios de paz que resucitó de los muertos a nuestro Señor Jesucristo, el gran pastor de las ovejas, por la sangre del pacto eterno.”
La Sangre del pacto eterno ¿cuál es? Es la Sangre de Jesucristo, por lo tanto, toda persona que entra a este pacto, el Nuevo Pacto, que es el pacto eterno para vivir eternamente, es un pacto al cual cuando la persona entra, entra para vivir eternamente en el Reino de Dios, queda reconciliado para toda la eternidad, reconciliado con Dios y queda restaurado al Reino de Dios, por eso Cristo dijo: “Buscad primeramente el Reino de Dios.”
Todo ser humano necesita comprender que Dios lo ha enviado a este planeta Tierra para que busque primeramente el Reino de Dios, lo más importante es buscar el Reino de Dios, porque lo más importante para la persona es la Vida eterna, y solamente en el Reino de Dios está la Vida eterna para el ser humano, porque en el Reino de Dios es que está Cristo, y Cristo es el dador de la Vida eterna.
Por lo tanto, Dios imparte salvación y Vida eterna al ser humano a través de Jesucristo nuestro Salvador, porque la Obra de Dios es hecha a través de Jesucristo nuestro Salvador, Dios obra por medio de Jesucristo siempre, toda la creación la llevó a cabo por medio de Jesucristo.
¿Que toda la creación la llevó a cabo Dios por medio de Jesucristo? La lectura que tuvimos al principio, dice en San Juan, capítulo 1, verso 1 en adelante: “Que en el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.” Vamos a leerlo, San Juan, capítulo 1, verso 1 en adelante:
“En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.
Este era en el principio con Dios.
Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.”
Toda la creación fue hecha por el Verbo que era con Dios y era Dios, y el verbo es Jesucristo. Vean, en el mismo capítulo 1, verso 14, dice:
“Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.”
El Verbo se hizo carne y fue conocido por el nombre de Jesucristo.
Y ahora, podemos ver quién es nuestro amado Señor Jesucristo: el Verbo que era con Dios y era Dios en el cual moró la plenitud de la divinidad, la plenitud de la deidad, por medio del Verbo de Jesucristo en Su cuerpo angelical Dios creó todas las cosas.
¿Hay acaso algún otro lugar en la Biblia donde diga que fue por medio de Jesucristo que fueron creadas todas las cosas? Claro que sí, en Hebreos, capítulo 1, verso 1, dice San Pablo:
“Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas,
en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo.”
¿Quién es el heredero de toda la creación? El Señor Jesucristo, ¿por medio de quién creó Dios todas las cosas, el universo completo? San Pablo dice que fue por medio de Jesucristo:
“A quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo.”
Por eso cuando estuvo en carne aquí en la Tierra toda la creación le obedecía: las olas, los vientos, la tempestad, todo le obedecía, y cuando no hubo peces para Pedro y los Apóstoles pescar, Cristo los creó para que Pedro los pescara, y le dijo: “Tira la red,” Pedro decía: “Hemos pescado toda la noche y nada hemos tomado, pero echaremos la red en tu Nombre, en tu Palabra,” y la echaron y por poco se rompe la red de tantos peces.
Allí estaba el Creador manifestado en Jesucristo, en un velo de carne: “Grande es el misterio de la piedad: Dios fue manifestado en carne.” Por eso Cristo decía: “El Padre que mora en mí, El hace las obras.”
Era Dios visitando la raza humana en Jesús el Hijo de Dios, todas las cosas, toda la Obra de Dios hemos visto que ha sido echa por medio de Jesucristo nuestro Salvador y toda la Obra que está haciendo en este tiempo, la está haciendo por medio de Jesucristo también, y toda la Obra que El hará en el futuro, la hará por medio de Jesucristo también.
Veamos otro pasaje, Colosenses, capítulo 1, verso 15 en adelante, dice:
“El es la imagen del Dios invisible.”
¿Y qué es la imagen, la imagen de Dios?, el cuerpo angelical de Dios, Dios creó al ser humano a Su imagen y a Su semejanza, la imagen de Dios es el cuerpo angelical de Dios, que es Jesucristo en Su cuerpo angelical, y la semejanza física de Dios es el cuerpo físico de Jesucristo, el cuerpo de carne el cual ya está glorificado desde que resucitó de entre los muertos.
Y ahora, hemos visto lo que es la imagen y semejanza de Dios, es Cristo en Su cuerpo angelical, el Logos, la imagen de Dios, y es Cristo en Su cuerpo físico el cual ya está glorificado, la semejanza física de Dios.
Por eso en Cristo estaba Dios en toda Su plenitud, la plenitud de la divinidad estaba en Jesucristo: Padre, Hijo y Espíritu Santo, todo estaba en un hombre llamado Jesús, dos mil años atrás en el territorio de Israel, y eso era Emanuel, como dijo el Profeta Isaías, en el capítulo 7, verso 14, lo cual sería una señal grande para el pueblo hebreo: “He aquí el mismo Señor os dará señal...” Isaías, capítulo 7:
“Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel.”
Emanuel significa: Dios con nosotros, Dios estaba en Cristo reconciliando consigo mismo al hombre, al ser humano, Dios estaba en toda Su plenitud en Cristo, por eso Cristo decía: “El Padre que mora en mí,” y cuando Felipe en el capítulo 14 de San Juan, dice a Cristo: “Muestranos al Padre y nos basta” Cristo dijo: “Tanto tiempo que hace que estoy con vosotros y no me has conocido Felipe?. El que me ha visto a mí ha visto al Padre, ¿cómo pues dices tu muéstranos al Padre y nos basta?, no crees tu que yo estoy en el Padre y el Padre está en mí,?”
Por lo tanto, las obras y las palabras que Jesús hablaba, y las obras que Jesús hacía, no las hacía por Sí mismo, sino que el Padre que moraba en El era el que hacía las obras, y el que hablaba a través del velo de carne llamado Jesús.
¿Y cómo puede ser eso? En la misma forma en que usted estando aquí presente, o ustedes televidentes o radioyentes puede hacer todas las labores que hacen ustedes diariamente y las hacen a través de su cuerpo, pero sin embargo esas obras son hechas por el que está dentro de ese cuerpo, si el que está dentro del cuerpo sale, el cuerpo es un cadáver y no puede hacer nada.
Por lo tanto, siendo el ser humano alma viviente, tiene un cuerpo angelical, un cuerpo espiritual, parecido a nuestro cuerpo y tiene un cuerpo físico de carne, a través del cuerpo espiritual y del cuerpo físico es que usted como alma viviente hace las obras, hace sus trabajos, pero es usted como alma viviente el que está obrando y hablando a través del cuerpo de carne.
Así mismo Dios, el alma eterna viviente que estaba en Cristo haciendo las obras y hablándole al pueblo hebreo, ¿para qué? Para llevar a cabo la obra de redención en la Cruz del Calvario y reconciliar consigo mismo al ser humano.
Fue Dios el que llevó a cabo esa Obra de Redención a través de Jesucristo nuestro Salvador, la salvación pertenece a Dios, pertenece al Señor, Dios estaba en Cristo reconciliando consigo mismo al mundo, al ser humano, por eso si alguno está en Cristo nueva criatura es, las cosas viejas pasaron, he aquí todas son hechas nuevas.”
Y ahora, continuemos leyendo en Colosenses, donde nos detuvimos hace algunos momentos, en el verso 15 lo leo de nuevo:
“El es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación.”
Dios por medio de Cristo en Su cuerpo angelical que es la imagen del Dios viviente, Dios creó todas las cosas, creó el Universo completo, El es el Primogénito de la toda la creación, El es el primero y también El es el Unigénito, Cristo es el Unigénito de Dios y también el Primogénito, si es el unigénito, entonces Dios por medio de Cristo es que ha traído a existencia todas las cosas.
Y ahora, continuamos leyendo, pasamos al verso 16 de Colosenses, capítulo 1, donde dice:
“Porque en él fueron creadas todas las cosas.”
En Jesucristo, en Su cuerpo angelical fueron creadas todas las cosas, y ¿cómo es posible esto? Toda la creación que Dios llevaría a cabo estaba en Jesucristo, en El fueron creadas todas las cosas.
Es como los árboles, digamos, de aguacate o digamos de naranjas, o las plantas de trigo ¿dónde estaban antes de aparecer como plantas o árboles? ¿Y dónde estaba el fruto de esos árboles o de la planta del trigo antes de aparecer? Estaban en una semilla, en esa semilla hay una parte bien importante y que es la parte más pequeña, si usted abre un aguacate y saca la semilla, y abre la semilla dentro de la semilla, hay una partecita tierna ahí, esa es la vida de esa semilla, ahí está no solamente un árbol de aguacate o un árbol de naranjas o una planta de trigo, que va a nacer cuando se siembre esa semilla.
Ahí están miles y aún millones de árboles de aguacates o de naranjas o plantas de trigo con todo el fruto de ellos, y todo está en algo tan pequeñito que si usted no conoce ese misterio de que la vida está en la semilla y es una cosita muy pequeña que hay ahí, y algo tierno ahí, usted no lo creería.
Pero vea, usted siembra esa semilla, si es de aguacate nace un árbol de aguacate, si es de naranjas, nace un árbol de naranjas, si es de trigo nace una planta de trigo, Cristo dijo refiriéndose a El mismo, al Hijo del Hombre: “Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, él solo queda, pero si cae en tierra y muere mucho fruto lleva.”
Ahora, eso es la ley la siembra y de la cosecha, hay que sembrar una semilla que tenga vida.
Y ahora, usted siembra la semilla de trigo o de aguacate o de naranjas y luego nace una cosita pequeña y sigue creciendo y se convierte en un árbol de naranjas (si la semilla era de naranjas) o un árbol de aguacates (si la semilla era de aguacates) o en una planta de trigo (si la semilla era de trigo).
Luego sigue creciendo ese árbol o esa planta y luego vemos las hojas en los árboles de naranja y de aguacate, y vemos el tallo en la planta de trigo y siguen creciendo y luego llevan el fruto, nace el fruto, ¿y dónde estaba todo eso? Todo estaba en la semilla que fue sembrada, y luego se recoge el fruto y si todo ese fruto, todas esas semillas, se toma la semilla de ese fruto y se siembra de nuevo, entonces la siembra es mayor que la primera, y por consiguiente los árboles de aguacates y de naranjas son más que el primero.
Pero todo salió de una semilla, de una semilla salió un árbol, de ese árbol salió mucho fruto, y se siembra en las semillas del fruto de ese árbol y luego nacen muchos árboles y luego llevan fruto también y se toman las semillas del fruto de esos árboles y se siembran de nuevo y es multiplicado, es multiplicada la siembra, los árboles aparecen en forma multiplicada, y así pueden surgir miles y después millones de árboles de aguacates, de árboles de naranjas y también de plantas de trigo, y por consiguiente mucho fruto en esos árboles y en esas plantas de trigo.
Y todo salió de una semilla, de esa semilla salió todo ese fruto con todos esos árboles con todas las hojas, ¿ve? Y todo estaba en una semilla.
Y ahora, toda la creación ¿de dónde salió? De Jesucristo nuestro Salvador, porque Dios colocó en Jesucristo toda la creación, por eso Cristo es la simiente original, de donde vendrían a existencia todas las cosas, toda la creación vendría a través de Jesucristo.
Y ahora, hemos comprendido porqué en El fueron creadas todas las cosas:
“Porque en él fueron creadas todas las cosas (Colosenses, capítulo 1, verso 16 en adelante), las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles.”
O sea, que el mundo invisible fue creado por medio de Jesucristo, porque en Jesucristo estaba creado, todo estaba ahí en Jesucristo, el mundo invisible y el mundo visible también, por eso el origen de la creación es Jesucristo nuestro Salvador.
“Sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él.”
Todo fue creado por medio de Jesucristo, Dios por medio de Jesucristo creó todas las cosas ¿y para quién Dios creó todas la cosas? Para Jesucristo, y nosotros somos herederos de Dios y coherederos con Cristo Jesús, Señor nuestro, Cristo es heredero de todas las cosas y nosotros somos coherederos con Jesucristo nuestro Salvador.
“Y él es antes de todas las cosas...”
¿Ven? Que El es antes del Universo, El es antes de toda la obra de Dios, porque la obra más grande de Dios es Jesucristo, y por eso en Jesucristo Dios colocó toda la creación, para que de Jesucristo y a través de Jesucristo surgiera toda la creación, Dios obrando por medio de Jesucristo, llevando a cabo toda la creación.
“...y todas las cosas en él subsisten.”
Nada puede existir sin Cristo, en El subsisten todas las cosas, en Cristo todas las cosas tienen la vida, El es el que les da continuidad de vida a toda la creación:
“Y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, él que es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia;
por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda plenitud.”
¿En quién habitó toda la plenitud de Dios? En Jesucristo nuestro Salvador, en ninguna otra persona, en Cristo estaba la plenitud de la Deidad, de la Divinidad que es Padre, Hijo y Espíritu Santo.
“Y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas (la reconciliación que Dios lleva a cabo, del ser humano consigo mismo, las realiza a través de Jesucristo nuestro Salvador) así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz.”
Sin la Sangre de Cristo no hay paz para ninguna persona, porque la Sangre de Cristo nos limpia de todo pecado.
Una persona sin la Sangre de Cristo no puede ser limpio de todo pecado y por consiguiente no puede tener la paz de Dios en su alma, está en enemistad contra Dios, porque está con sus pecados, pero la Sangre de Cristo nos limpia de todo pecado y entonces tenemos paz para con Dios, somos justificados, quedamos como si nunca en la vida hubiésemos pecado, y entonces estamos en paz con Dios, tenemos la paz de Dios, la paz de Cristo.
“Y a vosotros también, que erais en otro tiempo extraños y enemigos en vuestra mente, haciendo malas obras, ahora os ha reconciliado,
en su cuerpo de carne, por medio de la muerte, para presentaros santos y sin mancha e irreprensibles delante de él.”
Ahora, podemos ver que toda la Obra de Dios, Dios la lleva a cabo por medio de Jesucristo nuestro Salvador, porque en El habitó, moró la plenitud de la divinidad, de la deidad, o sea, en Jesucristo habitó Padre, Hijo y Espíritu Santo, todo estaba en Jesucristo nuestro Salvador; el capítulo 2, verso 9 al 10 de Colosenses, dice:
“Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad,
y vosotros estáis completos en él, que es la cabeza de todo principado y potestad.
En él también fuisteis circuncidados con circuncisión no hecha a mano, al echar de vosotros el cuerpo pecaminoso carnal, en la circuncisión de Cristo;
sepultados con él en el bautismo, en el cual fuisteis también resucitados con él, mediante la fe en el poder de Dios que le levantó de los muertos.
Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados.”
Y ahora, por medio de Cristo, Dios está llevando a cabo una obra grande, una obra de creación, la raza humana cayó en el Huerto del Edén y perdió el derecho a la Vida eterna, a vivir eternamente en el cuerpo de carne, así la muerte entró a la raza humana por medio del primer Adán.
Pero ahora, por medio del Segundo Adán entra a la raza humana la vida, la inmortalidad, y esto es para todos aquellos que reciben a Cristo como su Salvador.
Por eso es tan importante recibir a Cristo como nuestro Salvador, Cristo es la persona más importante que ha pisado este planeta Tierra, es la persona a través de la cual Dios ha estado haciendo Su Obra, El creó todo el Universo por medio de Jesucristo, y El sigue trabajando en Su obra, y ahora El está creando una nueva raza con Vida eterna, por eso Cristo dijo: “El que no nazca del agua y del espíritu no puede entrar al Reino de Dios,” dijo Cristo a Nicodemo.
Y ahora, para entrar al Reino de Dios se requiere nacer de nuevo, el nacimiento que obtuvimos por nuestros padres terrenales nos colocó como mortales en este planeta Tierra y nos colocó como esclavos en el reino de las tinieblas que es el reino del diablo.
Pero ahora, Cristo dice que es necesario nacer de nuevo, nacer del agua y del espíritu lo cual se obtiene al recibir a Cristo como Salvador, al confesar a Cristo los pecados y ser lavados con la Sangre de Cristo, y ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo lo bautiza (a la persona) con Espíritu Santo y Fuego, y así la persona ha obtenido el nuevo nacimiento, ha nacido del agua y del espíritu y ha nacido en el Reino de Dios como un bebé, como un minino recién nacido.
Y ahora, pertenece la persona a una nueva raza encabezada, comenzada por el Segundo Adán, por Jesucristo nuestro Salvador a través del cual Dios está creando una nueva raza con Vida eterna.
Por eso es que Cristo, luego de resucitado ordenó llevar el Evangelio por todos los lugares, y ordenó enseñar el arrepentimiento y el perdón en Su Nombre. En San Lucas, capítulo 24, versos 46 al 47, dice:
“Y les dijo: Así está escrito, y así fue necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos al tercer día;
y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén.
Y vosotros sois testigos de estas cosas.”
Por eso se predica el arrepentimiento y el perdón de los pecados en el Nombre del Señor Jesucristo, para que todo ser humano sepa qué hacer: arrepentirse de sus pecados delante de Cristo y Cristo perdonará sus pecados y lo limpiará con Su Sangre preciosa. En San Marcos, capítulo 16, verso 15 al 16, Cristo luego de resucitado dijo a Sus discípulos:
“Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.
El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”
Y ahora, todo ser humano tiene la oportunidad y el derecho de escuchar la predicación del Evangelio ¿para qué? Para creer en Jesucristo el Hijo de Dios y creer en el Sacrificio que Cristo realizó en la Cruz del Calvario por usted y por mí, y recibirlo como nuestro Salvador, como nuestro suficiente Salvador, arrepentido de nuestros pecados habiéndolos confesado a Cristo, y Cristo nos limpiará de todo pecado, y somos bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo nos bautiza con Espíritu Santo y Fuego.
Esa es la promesa para todos los que escuchan la predicación del Evangelio y creen en nuestro amado Señor Jesucristo, y lo reciben como su Salvador, lavan sus pecados en Su Sangre y son bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, Cristo los bautiza con Espíritu Santo y Fuego, y así reciben el nuevo nacimiento, han nacido de nuevo del agua y del espíritu, así han nacido en el Reino de Dios, así han entrado al Reino de Dios, y han obtenido un cuerpo angelical teofánico de la sexta dimensión igual al cuerpo angelical de Jesucristo nuestro Salvador.
Y perseveramos en la Iglesia del Señor Jesucristo que es el Reino de Dios, que es el redil de las ovejas que el Padre le dio a Cristo el buen pastor, para que las llame y les dé Vida eterna y las junte en Su redil, Su Iglesia.
Dios está llevando a cabo una obra de una creación de una nueva raza, la cual es nada menos que la Iglesia del Señor Jesucristo, cada miembro de la Iglesia de Jesucristo es un miembro de esa nueva raza:
“De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.” Segunda de Corintios, capítulo 5, verso 17.
Y ahora, todo creyente en Cristo es una nueva criatura, es una nueva creación, pertenece a una nueva creación que Dios está llevando a cabo por medio de Jesucristo nuestro Salvador, porque toda la obra de Dios, Dios la lleva a cabo a través de Jesucristo.
Y ahora, veamos lo que dice San Pedro en el libro de los Hechos, capítulo 2, verso 34 en adelante:
“Porque David no subió a los cielos; pero él mismo dice:
Dijo el Señor a mi Señor:
Siéntate a mi diestra,
Hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies.
Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo.
Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos?
Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.
Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare.”
Si oyes hoy Su Voz no endurezcas tu corazón, El te está llamando para bendecirte, para que tú arrepentido de tus pecados recibas a Cristo como tu Salvador, seas perdonado de tus pecados, seas lavado con la Sangre de Cristo de todo pecado, seas bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo y Cristo te bautice con Espíritu Santo y Fuego, y así obtengas el nuevo nacimiento, y así obtengas salvación y Vida eterna, y puedas vivir con Cristo en Su Reino por toda la eternidad.
“Y con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba, diciendo: Sed salvos de esta perversa generación.
Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas.”
Todos los que escucharon la predicación del Evangelio en el primer mensaje que San Pedro predicó lleno del Espíritu Santo como un nuevo hombre bajo una nueva criatura, Pedro predicó su primer mensaje y llamó al pueblo al arrepentimiento y a ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y los que recibieron su Palabra fueron bautizados en agua y eran como tres mil personas, reconocieron que no hay salvación fuera de Jesucristo, que no hay perdón de los pecados fuera de Jesucristo, y que no hay otra cosa por la cual podamos quitar nuestros pecados, sino la Sangre de Jesucristo, San Pablo o San Pedro dijo, en el libro de los Hechos, capítulo 4, verso 12, 11 al 12:
“Este Jesús es la piedra reprobada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del ángulo.
Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.”
No hay otro Nombre, ni hay otra persona que nos dé la salvación y la Vida eterna para nuestra alma, y que nos dé un nuevo cuerpo como El lo ha prometido.
Usted no encontrará eso en ninguna otra persona, ni siquiera la ciencia puede hacerlo, solamente Jesucristo nuestro Salvador, porque no hay otro nombre ni en el Cielo, ni en la Tierra en que podamos ser salvos, ni hay otro hombre, sino Jesucristo nuestro Salvador.
Por lo tanto, es importante para todo ser humano recibir a Cristo como su Salvador, es importante recibirlo porque de otra forma la persona no puede vivir eternamente en el Reino de Dios, las personas serían echadas al lago de fuego, luego del juicio final, todos los que no reciben a Cristo como su Salvador serán juzgados en el juicio final por Cristo, serán condenados y echados en el lago de fuego que es la segunda muerte donde dejarán de existir en cuerpo, en espíritu y en alma.
Pero para todos los que hayan recibido a Cristo como su Salvador, la promesa es que vivirán eternamente con Cristo en cuerpos glorificados igual al cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador, y en un cuerpo que será joven para toda la eternidad.
Por lo tanto, la fuente de la juventud es Jesucristo, porque El es la fuente de la Vida eterna, porque a través de Jesucristo es que Dios ha hecho Su obra del pasado, del presente y del futuro, toda la obra de Dios es hecha a través de Jesucristo nuestro Salvador, y en la Obra de Dios, de la creación de una nueva raza con Vida eterna, la persona importante es Jesucristo nuestro Salvador a través del cual Dios está creando una nueva raza con Vida eterna.
Por lo tanto, todas las personas que han recibido a Cristo como su Salvador, han lavado sus pecados en la Sangre de Cristo, han sido bautizados en agua en Su Nombre y han recibido el Espíritu Santo tienen Vida eterna, y no vendrán a condenación, más han pasado de muerte a vida, recibirán un cuerpo nuevo y glorificado y vivirán con Cristo por toda la eternidad.
Pero el que no ha recibido a Cristo no tiene Vida eterna, por lo tanto, no vivirá eternamente con Cristo en Su Reino, habrá perdido la oportunidad de echar mano a la Vida eterna, echar mano a la Vida eterna es recibir a Cristo como nuestro Salvador porque El es el camino, la verdad y la vida, la Vida eterna.
Cuando nos agarramos de Cristo nos hemos agarrado de la Vida eterna, por lo tanto, el que cree en Jesucristo no perecerá jamás. Vean, el mismo Cristo dice en San Juan, capítulo 11, verso 25 al 26, cuando estaba hablando con Marta la hermana de Lázaro, cuando fue a resucitar a Lázaro, dice:
“Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.”
Aunque muera físicamente volverá a vivir en un cuerpo nuevo, y aún mientras no tiene cuerpo físico porque murió su cuerpo físico, la persona se encuentra en el Paraíso en su cuerpo angelical, en lo que Cristo termina Su Obra de Intercesión en el Cielo y completa Su Iglesia, entonces se levantará del Trono del Padre, tomará el Título de Propiedad, lo abrirá en el Cielo y luego resucita a los muertos creyentes en El y a nosotros nos transformará. Sigue diciendo:
“Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto? (Marta le dijo)
Le dijo: Sí, Señor; yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido al mundo.”
Y ahora, toda persona que cree estas palabras de Cristo: “Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente” ¿por qué? Porque Cristo, si la persona ha muerto físicamente lo resucitará en un cuerpo nuevo y glorificado, y si permanecemos vivos hasta ese momento, entonces Cristo nos transformará y luego nos llevará con El a la Casa de nuestro Padre Celestial, a la gran Cena de las Bodas del Cordero.
Por lo tanto, es importante que todo ser humano escuche la predicación del Evangelio y crea en nuestro amado Señor Jesucristo arrepentido de sus pecados, y sea bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, “El que creyere y fuere bautizado será salvo, mas el que no creyere será condenado.”
Nadie quiere ser condenado, todo ser humano quiere ser salvo y quiere vivir eternamente con Cristo en Su Reino, por lo tanto, ¿qué puede hacer la persona? Creer en Jesucristo como su Salvador y ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, “El que creyere y fuere bautizado será salvo.” San Marcos, capítulo 16, verso 16.
Por lo tanto, las personas que se encuentran aquí y ya han recibido a Cristo, tienen Vida eterna y han asegurado realmente su futuro, lo han asegurado en el Reino de Dios, en el Reino de Cristo, por lo tanto vivirán con Cristo en Su Reino por toda la eternidad, los que no han asegurado su futuro con Cristo, no tienen Vida eterna y no tienen esperanzas de vivir con Cristo eternamente en Su Reino.
Pero ¿qué pueden hacer para que puedan vivir eternamente? Recibir a Cristo como su Salvador arrepentido de sus pecados y ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo los bautizará con Espíritu Santo y Fuego y así obtendrán el nuevo nacimiento, nacerán en el Reino de Dios con Vida eterna, y así habrán confirmado su lugar en la Vida eterna ¿con quién? Con Jesucristo nuestro Salvador.
Por lo tanto, todas las personas que no han recibido a Cristo como su Salvador todavía, lo pueden hacer en esta noche, y también los niños de 13 años en adelante lo pueden hacer en esta noche también, y también los que en alguna ocasión sirvieron a Cristo y luego se apartaron, pueden ser reconciliados con Cristo en esta noche también.
Por lo tanto, dejo al Rvdo. Miguel Bermúdez Marín para que ore por todas las personas que levantarán sus manos para que reciban a Cristo como su Salvador personal, para que Cristo perdone sus pecados, los limpies de todo pecado con Su Sangre preciosa, sean bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo y Cristo los bautice con Espíritu Santo y Fuego, y así obtengan el nuevo nacimiento, y así entren al Reino de Dios, al Cuerpo Místico del Señor Jesucristo en la Obra de Dios.
“LA OBRA DE DIOS.”
Hemos visto: “LA OBRA DE DIOS” a través de la historia bíblica, y hemos visto que la Obra de Dios siempre Dios la ha llevado a cabo a través de Jesucristo nuestro Salvador, por lo tanto, la Obra de Dios que está llevando a cabo en nuestro tiempo, la está llevando a cabo Dios a través de Jesucristo, por eso le enseñamos a las personas que reciban a Cristo como su Salvador para que Cristo haga la Obra del nuevo nacimiento en las personas.
Ya el Rvdo. Miguel Bermúdez Marín está aquí para orar por todas las personas que recibirán a Cristo como su Salvador.
Muchas gracias por vuestra amable atención amados amigos y hermanos presente, radioyentes y televidentes. No se retiren de la sintonía en que están a través de la radio y la televisión, porque el Rvdo. Miguel Bermúdez Marín va a orar por todos los que levanten sus manos para recibir a Cristo como su Salvador.
Lo pueden hacer también ustedes que están a través de la televisión o a través de la radio, levantar sus manos mientras el Rvdo. Miguel Bermúdez Marín orará por todos los que reciben a Cristo como su Salvador en esta noche.
Con ustedes nuevamente el Rvdo. Miguel Bermúdez Marín, para orar por todos los que recibirán a Cristo como su Salvador. Muchas gracias por vuestra amable atención y continúen pasando una noche llena de las bendiciones de Jesucristo nuestro Salvador.
“LA OBRA DE DIOS.”