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| La Nueva Criatura en Cristo | 2002-11-26 | 1 | Blumenau | Santa Catarina | BR | 00:00:00 | false |
Muy buenas noches, amados amigos y hermanos presentes; es para mí una bendición y privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión aquí en Navegantes, Blumenau, Santa Catarina, en la República del Brasil, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final.
Reciban también saludos de mi esposa Erica la cual está por aquí, y aquí también - y de mis niñas América, por aquí tenemos a América ya con nueve años, y Yahannah Gabriela que ya tiene un año, ya aquí la pueden ver un poquito ampliada la foto. Así que ellas les envían muchos saludos a todos ustedes, y ellas esperan grandes bendiciones para ustedes y para mí también.
Por cuanto la Biblia es la Palabra de Dios, la Biblia contiene en sus escritos todas las bendiciones de Dios que hay para ustedes y para mí también, esas bendiciones de parte de Dios están disponibles para ustedes y para mí también.
Por lo tanto, vamos a leer en el Evangelio según San Juan, capítulo 3, verso 1 al 6, en donde Nicodemo y Jesús están en una importante conversación, la cual también es muy importante para nosotros por el contenido que tiene esa conversación, y de lo que Jesús dice ahí depende nuestro futuro, por eso es tan importante esa conversación de Jesús y Nicodemo. Vamos a leer en San Juan, capítulo 3, verso 1 al 6, donde dice:
“Había un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, un principal entre los judíos.
Este vino a Jesús de noche, y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él.
Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios.
Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer?
Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.
Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es.
No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo.
El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu.”
Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.
Nuestro tema es: “LA NUEVA CRIATURA EN CRISTO.”
En este pasaje que leímos Cristo le habla a Nicodemo del nuevo nacimiento, y le enseña a Nicodemo que el que no nazca de nuevo del agua y del Espíritu no puede entrar al Reino de Dios.
Y todo ser humano desea entrar al Reino de Dios, por lo tanto es un requisito para todo ser humano nacer de nuevo, para entrar al Reino de Dios.
Nicodemo preguntó: “¿Cómo puede hacerse esto?” y esa es la pregunta de toda persona: “¿Cómo puede hacerse esto? ¿Cómo puedo nacer de nuevo? Porque deseo entrar al Reino de Dios.”
Ahora, tenemos que comprender, que si hay que nacer de nuevo para entrar al Reino de Dios, entonces significa que el nacimiento que hemos obtenido a través de nuestros padres no nos colocó en el Reino de Dios, no nacimos en el Reino de Dios cuando nacimos a través de nuestros padres terrenales, porque hemos nacido en una raza caída la cual cayó en el Huerto del Edén cuando Adán y Eva pecaron; por lo tanto el diablo se apoderó de toda la herencia del ser humano, del Planeta Tierra (que es una herencia dada de Dios al ser humano), y aun se apoderó también de la raza humana.
Por lo tanto el ser humano al nacer, no nace del Reino de Dios con Vida eterna, nace como un mortal el cual viene a vivir a esta Tierra por una temporada, por más años que viva en este cuerpo terrenal al final muere físicamente; Matusalén fue el hombre que más vivió pero al final murió, novecientos sesenta y nueve años, pero murió.
Ahora, Dios de entre la raza humana tomó a algunas personas como al Profeta Enoc y se lo llevó sin ver muerte, al Profeta Elías también se lo llevó sin ver muerte, y luego el Profeta Elías apareció en el Monte de la Transfiguración con Jesús, y allí también apareció Moisés con Jesús, aparecieron allí en sus cuerpos teofánicos angelicales. Por lo tanto, eso nos habla que hay inmortalidad para los que sirven a Dios.
El ser humano, luego que termina sus días aquí en la Tierra, lo único que ha muerto es su cuerpo físico, su alma continúa viviendo en un cuerpo espiritual que se llama el espíritu de la persona.
Cuando la persona ha nacido en la Tierra ha recibido un cuerpo mortal, corruptible y temporal y un espíritu del mundo, todo eso en la permisiva voluntad de Dios; y cuando la persona muere, lo que muere es su cuerpo físico pero sigue viviendo en el cuerpo espiritual llamado “espíritu de la persona,” por cuanto ese espíritu es del mundo, inclina al ser humano hacia el mal, y la persona al morir tiene que ir a vivir a la dimensión a la cual pertenece ese espíritu.
Por lo tanto, va a la quinta dimensión que es el infierno, porque la persona nació en la Tierra en una raza caída y por consiguiente nace en la Tierra como un ser humano, es un pecador.
Ese espíritu que tiene la persona, lo inclina hacia el mal, hacia el pecado; pero Dios prometió librar a Su pueblo de sus pecados, salvar a Su pueblo de sus pecados. San Mateo, capítulo 1, verso 21, esto es el Arcángel Gabriel hablándole a José - a José el esposo de María, veamos en el capítulo 1, verso 18 en adelante de San Mateo, dice:
“El nacimiento de Jesucristo fue así: Estando desposada María su madre con José antes que se juntasen, se halló que había concebido del Espíritu Santo.
José su marido, como era justo, y no quería infamarla, quiso dejarla secretamente.
Y pensando él en esto, he aquí un ángel del Señor le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es.
Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.”
¿De qué Cristo tiene que salvarlo a usted? De sus pecados, El salva al ser humano de sus pecados. En San Lucas, capítulo 19, verso 10 en adelante, dice así:
“Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.”
La Primera Venida de Cristo fue para buscar y salvar lo que se había perdido, y en ese Programa de Redención, para restaurar a todo hijo e hija de Dios a Dios, y así reconciliar con Dios a cada persona, Cristo tuvo que venir a la Tierra y morir en la Cruz del Calvario.
Cristo dijo: “Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, él solo queda; pero si cae en la tierra y muere mucho fruto lleva,” y ese grano de trigo es Cristo, el Hijo del Hombre, tenía que morir para poderse reproducir en muchos granos de trigo, en muchos hijos e hijas de Dios, porque Cristo, el grano de trigo es el Hijo de Dios, ¿en qué se va a reproducir entonces? En hijos e hijas de Dios.
Por lo tanto, Cristo, el grano de trigo nace en la forma de una planta de trigo el Día de Pentecostés, y esa planta de trigo es la Iglesia del Señor Jesucristo, y en la Iglesia del Señor Jesucristo es que Cristo se reproduce en hijos e hijas de Dios, que son personas que han creído en Cristo, lo han recibido como su Salvador, y han sido bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo los ha bautizado con Espíritu Santo y Fuego y han obtenido el nuevo nacimiento, del cual Cristo le habló a Nicodemo, y así es como hemos venido a ser una nueva criatura en Cristo.
Ahora, esto es una nueva creación que Cristo está realizando, una nueva raza que Cristo está creando con Vida eterna, porque la raza humana cayó en el Huerto del Edén y perdió la Vida eterna, vino a ser mortal.
Y ahora, Cristo está creando una nueva raza en la cual todas las personas vienen a ser nuevas criaturas porque han nacido de nuevo.
Con el nuevo nacimiento la persona ha nacido en el Reino de Cristo y es un miembro del Reino de Cristo, ha sido sacada la persona del reino de las tinieblas y ha sido colocada en el Reino de Cristo; lo mismo que sucedió con el pueblo hebreo cuando estaba esclavizado en Egipto, el pueblo hebreo tenía la promesa de una liberación la cual Dios le prometió a Abraham en el capítulo 15 del Génesis.
Y ahora, se encontraba la descendencia de Abraham en Egipto, y cada vez que nacía un hebreo allí en Egipto, nacía un esclavo del faraón y del reino del faraón allá en Egipto, porque el faraón los tenía esclavizados, por lo tanto nacía una persona en el reino de las tinieblas, en el reino del faraón.
Y así también es en lo espiritual: en cada ocasión en que una persona nace físicamente en la Tierra, ha nacido un esclavo en el reino y del reino del maligno, del diablo que es el faraón que ha esclavizado a la raza humana; pero Dios prometió una liberación para el ser humano, cuando en Génesis, capítulo 13, verso 15, Dios prometió a la simiente de la mujer, que heriría a la serpiente en la cabeza, está prometiendo ahí la Venida del Mesías, la Venida del Libertador, para realizar la liberación de todas las personas escritas en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero desde antes de la fundación del mundo.
Por lo tanto, la Venida del Mesías sería para realizar la liberación de todos los hijos e hijas de Dios, de todas esas almas de Dios, porque El vino a buscar y a salvar lo que se había perdido, por lo tanto viene para producir esa liberación, sacarnos del reino de las tinieblas y colocarnos en Su Reino, y eso ocurre cuando la persona escucha la predicación del Evangelio y puede comprender que Jesucristo es nuestro Salvador, el cual vino para salvarnos de nuestros pecados, y así libertarnos y colocarnos en Su Reino: el Reino de Cristo, y eso es sacarnos del reino de las tinieblas, del diablo, del faraón, el diablo, nos liberta y nos coloca Cristo en Su Reino, y somos una nueva criatura en Cristo Jesús.
Y así hemos nacido del agua y del Espíritu y pertenecemos al Reino de Cristo nuestro Salvador, el Reino que nunca será destruido, ahora el reino de las tinieblas va a ser destruido, por lo tanto nadie quiere estar en el reino de las tinieblas.
Por eso vean lo que Cristo hace para nosotros, San Juan, capítulo 3, verso 13 en adelante, dice:
“Nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo; el Hijo del Hombre, que está en el cielo.
Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado,
para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.”
El que cree en Jesucristo no se perderá, tiene Vida eterna, vivirá eternamente con Cristo en Su Reino.
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.
Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.
El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.”
Vean ustedes, el que no cree ya ha sido condenado, pero el que cree no será condenado, ha pasado de muerte a Vida eterna; por eso es tan importante creer con toda nuestra alma en nuestro amado Señor Jesucristo, El es el único que tiene Vida eterna y que puede dar Vida eterna al ser humano, El todavía está vivo en Su cuerpo glorificado, y esa clase de cuerpo nos dará a nosotros también.
Ahora, vean ustedes cómo es que hemos venido a ser nuevas criaturas en Cristo, vean cómo todo ser humano puede venir a ser una nueva criatura, y así ser sacado del reino de las tinieblas, del maligno, y ser colocado en el Reino de Cristo, todo eso está en una fase espiritual, en el mundo espiritual, el mundo espiritual es primero que el mundo físico. La Escritura dice en Hebreos, capítulo 11, verso 1 en adelante:
“Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.
Porque por ella alcanzaron buen testimonio los antiguos.
Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía.”
Todo lo que vemos ha sido hecho de lo que no se veía, o sea, lo que se ve en el mundo visible ha sido hecho de lo que no se ve, del mundo invisible.
Ahora, vean ustedes algo muy importante, en Primera de Pedro, capítulo 1, verso 18 en adelante, dice:
“Sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata...”
San Pedro aquí nos habla de cómo hemos sido rescatados del reino de las tinieblas y colocados en el Reino de Cristo, dice:
“sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación,
ya destinado desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postreros tiempos por amor de vosotros,
y mediante el cual creéis en Dios, quien le resucitó de los muertos y le ha dado gloria, para que vuestra fe y esperanza sean en Dios.
Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad, mediante el Espíritu, para el amor fraternal no fingido, amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro;
siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre.”
Y ahora, nuestra redención ha sido por medio de Jesucristo y Su Sacrificio realizado en la Cruz del Calvario, ya destinado desde antes de la fundación del mundo.
Y ahora, de lo que no se ve luego apareció Cristo, el cual se veía en medio del pueblo hebreo, pero ya El existía en el mundo invisible y le había aparecido a diferentes Profetas en Su cuerpo angelical teofánico, en un cuerpo que la gente no podía ver, excepto en los momentos que El se dejaba ver de aquellas personas, como los Profetas de Dios, como Abraham el cual vio a Dios en Su cuerpo angelical teofánico, le llamó Melquisedec en el capítulo 14 del Génesis, y en el Génesis, capítulo 18 y 19 le llamó Elohim, allí estaba con Sus Arcángeles Gabriel y Miguel el día antes de la destrucción de Sodoma y de Gomorra.
Ahora, podemos ver este misterio: que lo que se ve en nuestro mundo visible ha sido hecho de lo que no se ve, por lo tanto lo que no se ve es primero, y de ahí viene lo que nosotros vemos.
Ahora, todas las personas que van a vivir eternamente están escritas en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero; por lo tanto todas las personas que recibirán a Cristo como su Salvador en el tiempo que les toca vivir y arrepentidos de sus pecados, son bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, Cristo los bautizará con Espíritu Santo y Fuego y así obtienen el nuevo nacimiento, porque el nuevo nacimiento es el bautismo del Espíritu Santo, por lo tanto así la persona nace de nuevo, nace en el Reino de Dios, nace en la Iglesia del Señor Jesucristo como un hijo o una hija de Dios, y así ha nacido un trigo, un grano de trigo en el Reino de Dios.
Recuerden que la parábola del trigo y de la cizaña, el trigo, dice Cristo que son los hijos del Reino, son los hijos e hijas de Dios, son los hijos del Reino de Jesucristo; por lo tanto necesitan nacer de nuevo, y el único que puede producir ese nuevo nacimiento es Jesucristo nuestro Salvador por medio de Su Espíritu Santo, en aquellos que lo reciben como su Salvador.
Ninguna persona puede salvarlo a usted o a mí, o a usted, excepto Jesucristo, El es el único que lo puede salvar a usted de sus pecados, porque El perdona nuestros pecados cuando los confesamos a El, y con Su Sangre nos limpia de todo pecado y nos deja sin pecado, por lo tanto nos deja justificados, que significa: como si nunca en la vida hubiésemos pecado.
Por eso todo ser humano necesita a Jesucristo, para que lo salve de sus pecados, con Su Sangre lo limpie de todo pecado y entonces quede justificado ante Dios, y la persona sea bautizada en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Jesucristo le bautice con Espíritu Santo y Fuego, y así la persona obtenga el nuevo nacimiento, nace en el Reino de Cristo y sea una nueva criatura en Cristo.
Ahora, podemos ver porqué todo ser humano necesita a Jesucristo, cuando la persona comprende estas cosas dice de todo corazón: “Verdaderamente que yo necesito a Jesucristo,” y entonces ese sentir que estaba en su alma, que anhelaba vivir eternamente, pero no sabía cómo, ahora descubre que su alma estaba clamando por Vida eterna, y que la Vida eterna solamente la tiene y la da Jesucristo.
Su alma estaba clamando por Jesucristo, en su alma usted quería recibir a Cristo, pero no lo había comprendido hasta que escucha el Evangelio y comprende que Jesucristo es el único que lo puede salvar, porque El vino a buscar y a salvar lo que se le había perdido: el ser humano; todos los hijos e hijas de Dios escritos en el Cielo se habían perdido, han nacido en medio de una raza caída, por lo tanto se encuentran perdidos en medio de la raza que está perdida, en medio de una raza que cayó de la Vida eterna.
Por lo tanto, se encuentran en medio de una raza que no tiene Vida eterna, y por esa causa los hijos de Dios al venir a la Tierra se encuentran sin Vida eterna y necesitan la Vida eterna, ser restaurados a la Vida eterna, por lo tanto necesitan a aquel que dijo: “Yo Soy el camino, la verdad y la vida; y nadie viene al Padre sino por mí.” Necesitamos a Cristo, porque El es la Vida eterna.
Otra persona no puede darnos Vida eterna, otra persona no puede perdonar nuestros pecados, otra persona no nos puede limpiar de todo pecado, solamente Jesucristo puede perdonar nuestros pecados, puede lavarnos con Su Sangre de todo pecado y limpiarnos de todo pecado y puede darnos Vida eterna; por eso todos necesitamos a nuestro amado Señor Jesucristo para que salve nuestra alma.
Por eso el llamado de Isaías 60, lo usa San Pablo en Efesios, capítulo 5, verso 14, y clama San Pablo a todo ser humano dándole un mensaje directamente al alma de todo ser humano, y dice:
“Por lo cual dice:
Despiértate, tú que duermes,
Y levántate de los muertos,
Y te alumbrará Cristo.”
La raza humana no tiene Vida eterna, por lo tanto está muerta; de entre los muertos, de entre una raza que no tiene Vida eterna, Dios por Su espíritu está llamando a toda persona que está escrita en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, para que se levante de entre los muertos y Cristo lo alumbrará, Cristo dijo: “Yo Soy la luz del mundo, el que me sigue no andará en tinieblas, más tendrá la luz de la vida (la luz de la Vida eterna).”
Por lo tanto, es necesario que toda persona que escucha la predicación del Evangelio despierte en su alma, su alma despierte a la realidad de que necesita a Cristo, a la realidad de la Vida eterna que es Cristo, para que así la persona sea alumbrada por Cristo y sea restaurada a la Vida eterna, y así quede reconciliada con Dios.
El único que puede reconciliar al ser humano con Dios es Cristo, lo cual fue tipificado en el día de la expiación del día diez del mes séptimo de cada año, en medio del pueblo hebreo, conforme a Levítico, capítulo 23, verso 26 en adelante.
Ese día el pueblo estaba llamado a afligirse en su alma por los pecados que había cometido, el sumo sacerdote sacrificaba el macho cabrío de la expiación, y luego tomaba la sangre del macho cabrío en una vasija e iba al lugar santísimo del templo, y con su dedo rociaba siete veces sobre el propiciatorio.
Cuando el sumo sacerdote, ya en la tarde terminaba las labores de intercesión, todos los que se habían arrepentido de sus pecados, todos los que afligidos en sus almas se habían arrepentido de sus pecados creyendo en el sacrificio de la expiación, todas esas personas quedaban perdonadas de sus pecados y la sangre del macho cabrío de la expiación, cubría sus pecados delante de Dios, y por lo tanto eran justos ante Dios porque Dios no veía los pecados de ellos, porque un sacrificio por el pecado había sido efectuado, y la sangre de ese sacrificio cubría los pecados de las personas, de los creyentes.
Por lo tanto, quedaban perdonados, cubiertos con la sangre, y quedaban reconciliados con Dios y tenían derecho a vivir un año más, cada año se tenía que renovar, por lo tanto toda persona que no se arrepentía de sus pecados, afligido en su alma por haber pecado contra Dios, en ese día era el día en que podía obtener el perdón de sus pecados y ser reconciliado con Dios.
Pero si no aprovechaba ese día y terminaban las labores del sumo sacerdote, ya no podía obtener misericordia, por lo tanto el juicio divino vendría sobre esa persona, dice la Escritura que Dios le cortaría del pueblo, por lo tanto esa persona de ese momento en adelante moriría en cualquier momento, Dios lo cortaría del pueblo porque no estaba reconciliado con Dios.
Desde la muerte de Cristo en la Cruz del Calvario comenzó en día de la expiación en el Templo Celestial; y Dios le ha dado la oportunidad a todo ser humano que se arrepienta de sus pecados, reciba a Cristo como su Salvador y sea lavado con la Sangre de Cristo, sea bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo lo bautizará con Espíritu Santo y Fuego, y quedará la persona reconciliada con Dios y vivirá eternamente con Cristo en Su Reino.
Pero las personas que no aprovechen este tiempo, desde la muerte de Cristo hacia acá y Cristo termine Su Obra de Intercesión en el Cielo, cuando El termine Su Obra de Intercesión en el Cielo, de ahí en adelante no habrá misericordia para ninguna persona.
Los que se arrepintieron de sus pecados y recibieron a Cristo como su Salvador fueron reconciliados con Dios, alcanzaron la misericordia de Dios, el perdón de sus pecados, fueron limpios de todo pecado, fueron bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo y recibieron el Espíritu Santo y obtuvieron el nuevo nacimiento y son una nueva criatura en Cristo. Pero el resto que no haya aprovechado esa oportunidad que Dios ha dado desde la muerte de Cristo hacia acá, luego- después no tendrán oportunidad.
Cuando Cristo salga del Trono del Padre, del Trono de Intercesión en el Cielo, del Templo Celestial, ya de ahí en adelante no habrá más oportunidad de misericordia para ninguna persona, como sucedía cuando el sumo sacerdote en la tarde del día diez del mes séptimo terminaba sus labores de intercesión en ese día de la expiación, cuando ya terminaba, quedaban reconciliados con Dios todas las personas que se habían arrepentido de sus pecados y habían clamado a Dios por el perdón de sus pecados.
Los que no aprovecharon para arrepentirse y pedir a Dios el perdón de sus pecados, no quedaban reconciliados con Dios y por consiguiente el juicio de Dios, la ira de Dios caería sobre ellos.
Así será para los que no aprovechen para ser reconciliados con Dios; la ira de Dios caerá sobre ellos durante la gran tribulación, y luego también en el juicio final serán juzgados y condenados, y así la ira de Dios caerá sobre ellos, serán echados al lago de fuego que es la segunda muerte donde dejarán de existir.
Pero los que fueron reconciliados con Dios vivirán eternamente con Cristo en Su Reino, con cuerpos eternos y glorificados; así que vale la pena ser reconciliado con Dios a través de Jesucristo nuestro Salvador, y así somos reconciliados y restaurados a la Vida eterna, somos restaurados a la Vida eterna y reconciliados por Dios y con Dios, no para un año sino para toda la eternidad, porque el Sacrificio de Cristo es un Sacrificio perfecto.
Ahora, vean ustedes en Romanos, capítulo 5, verso 8 en adelante lo que San Pablo nos dice:
“Mas Dios muestra su amor para con nosotros (¿cómo Dios muestra Su amor para usted y para mí?) en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.
Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira.
Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida.
Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en Dios por el Señor nuestro Jesucristo, por quien hemos recibido ahora la reconciliación.”
Hemos sido reconciliados con Dios por medio de Jesucristo nuestro Salvador, por eso es que se le da la oportunidad a todo ser humano para que reciba a Cristo como su Salvador, arrepentido de sus pecados Cristo perdonará sus pecados, lo limpiará con Su Sangre preciosa; la persona será bautizada en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo lo bautizará con Espíritu Santo y Fuego, y así la persona quedará restaurada a la Vida eterna, quedará reconciliada con Dios.
Así la persona habrá recibido la salvación de su alma; lo más importante que usted tiene y que yo tengo es el alma, eso es lo que somos nosotros: almas vivientes, por lo tanto, es importante ser reconciliados con Dios, para que así vivamos eternamente como almas vivientes.
Cristo hizo una pregunta en San Mateo 16, versos 26 en adelante, y fue la siguiente:
“Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?”
¿De qué le habrá servido al ser humano vivir en esta Tierra y convertirse en una persona multimillonaria y perder su alma? De nada le habrá servido haber vivido en esta Tierra. Como el relato que Cristo hizo de Lázaro y el rico: el rico murió y fue al infierno, ¿de qué le sirvió ser rico? ¿Ser rico para después ir al infierno? ¿Ser rico para perder su alma? De nada le sirvió ser rico.
Ahora, si hubiera sido rico, pero con la salvación de su alma, eso era bueno porque podía ayudar la Obra de Dios y hacer muchas cosas buenas para Dios, pero riqueza sin Cristo no valen nada, son temporales y después que la persona se muere no se puede llevar nada para donde va.
Miren el hombre rico tuvo sed en el infierno y no tenía dinero para comprar nada, ni tampoco hubo nadie allí que pudiera venderle agua, tenía sed y clamó a Abraham: “Padre Abraham envía a Lázaro con su dedo mojado en agua para que lo coloque en mi lengua porque soy atormentado aquí.”
¿Ven? ¿De qué le valió ser rico? ¿De qué le vale al hombre si gana todo el mundo y pierde su alma? De nada le sirve, lo importante es la salvación del alma; y el único que puede salvar su alma se llama “Señor Jesucristo,” no busque a otra persona, ya todos conocemos quién es el Salvador del alma del ser humano, se llama Señor Jesucristo, El es el Sacrificio de la expiación por nuestros pecados.
Y ahora, podemos ver que es muy importante tener a Cristo y haber nacido de nuevo, haber nacido en Su Reino, del agua y del Espíritu, y eso hace que usted y yo seamos una nueva criatura en Cristo, pertenecientes al Reino de Jesucristo nuestro Salvador. En San Marcos, capítulo 16, versos 15 al 16, Cristo dijo:
“Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.
El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”
Todos queremos ser salvos, por eso todos creemos y somos bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. Cristo dijo: “El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.” Por lo tanto nadie quiere ser condenado.
Por eso al escuchar la predicación del Evangelio, todos clamamos a Cristo: “Yo creo en ti Señor Jesucristo, yo te recibo como mi Salvador, como mi exclusivo Salvador, como mi suficiente Salvador,” y Cristo perdona vuestros pecados, con Su Sangre nos limpia de todo pecado y nos da Vida eterna, y así nos hace nuevas criaturas en Cristo.
Esa es la forma para venir a ser nuevas criaturas en Cristo, nueva criatura en Cristo, “Si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.”
“LA NUEVA CRIATURA EN CRISTO.”
¿Vieron lo sencillo que es todo? No necesita dinero, lo que necesita es fe y eso está en el alma suya, para creer en Jesucristo como su Salvador personal y suficiente Salvador, arrepentido de sus pecados y ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo lo bautizará con Espíritu Santo y Fuego.
Y ahora, veamos lo que dijo San Pedro en el libro de los Hechos, capítulo 2, versos 34 en adelante:
“Porque David no subió a los cielos; pero él mismo dice:
Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra,
Hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies.
Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo.
Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos?
Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.”
Para obtener el perdón de los pecados, y recibir el Espíritu Santo y obtener el nuevo nacimiento, hay que creer en Jesucristo y hay que ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo lo bautizará con Espíritu Santo y Fuego y la persona obtendrá el nuevo nacimiento y será una nueva criatura en Cristo:
“Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare.
Y con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba, diciendo: Sed salvos de esta perversa generación.
Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas.”
Como tres mil personas recibieron a Cristo como su Salvador y fueron bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo añadió a Su Iglesia por medio de Su Espíritu Santo como tres mil personas.
Por eso es tan importante dar a conocer el Evangelio para que toda persona tenga la misma oportunidad de salvación, tenga la misma oportunidad para recibir a Cristo como su Salvador, lavar sus pecados en la Sangre de Cristo, ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y recibir el Espíritu Santo y obtener el nuevo nacimiento, y venir a ser una nueva criatura en Cristo.
“LA NUEVA CRIATURA EN CRISTO,” eso es lo que toda persona desea ser: una nueva criatura en Cristo.
Y hemos visto cómo obtener esa bendición de ser una nueva criatura en Cristo, por lo tanto toda persona que ya ha recibido a Cristo como su Salvador, ha lavado sus pecados en la Sangre de Cristo, ha sido bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo y ha recibido el Espíritu Santo, es una nueva criatura en Cristo. ¿Y dónde están esas personas? Aquí están.
Si alguno no ha recibido a Cristo como su Salvador, no es una nueva criatura en Cristo, por lo tanto, no tiene Vida eterna; pero en esta noche puede recibir a Cristo como su Salvador, para que Cristo lo haga una nueva criatura y lo coloque en Su Reino con Vida eterna y así sea reconciliado con Dios, y sea una nueva criatura en Cristo.
Voy a dejar al Rvdo. Miguel Bermúdez Marín con ustedes, para que él ore por todas las personas que quieren recibir a Cristo como su Salvador, para que Cristo perdone sus pecados y lo limpie con Su Sangre de todo pecado.
Voy a pedirle al Rvdo. Miguel Bermúdez Marín ya esté por aquí cerca para que ore por las personas que levantarán sus manos para recibir a Cristo como su Salvador.
Ha sido para mí una bendición y privilegio grande estar con ustedes aquí en Navegantes, Blumenau Santa Catarina, República del Brasil, dándoles testimonio de: “LA NUEVA CRIATURA EN CRISTO.”
Muchas gracias por vuestra amable atención, y continúen pasando una noche llena de las bendiciones de Jesucristo nuestro Salvador.
Con nosotros nuevamente el Rvdo. Miguel Bermúdez Marín, para orar por todas las personas que levantarán sus manos para recibir a Cristo como su Salvador; y también los que una vez sirvieron a Cristo y se descarriaron, pueden ser reconciliados también en esta noche; y los niños de trece años en adelante que nunca han recibido a Cristo como su Salvador, y no han sido bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, también pueden levantar sus manos para recibir a Cristo como su Salvador.
Dejo nuevamente con ustedes al Rvdo. Miguel Bermúdez Marín para orar por todas las personas que levantarán sus manos en esta noche para recibir a Cristo como su Salvador.
Que Dios les bendiga, y pasen todos muy buenas noches.
“LA NUEVA CRIATURA EN CRISTO.”