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|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|
| Dios está entre Su pueblo | 2002-11-10 | 1 | Lo Prado | Santiago de Chile | Región Metropolitana | CL | 00:00:00 | false |
Muy buenos días, amables amigos y hermanos presentes aquí en la República de Chile; es para mí una bendición y privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final. Reciban también saludos de mi esposa Erica y también de mis niñas América y Yahannah Gabriela.
Para esta ocasión leemos en Segunda de Corintios, capítulo 6, verso 16 en adelante, donde dice:
“¿Y qué acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos? Porque vosotros sois el templo del Dios viviente, como Dios dijo:
Habitaré y andaré entre ellos,
Y seré su Dios,
Y ellos serán mi pueblo.
Por lo cual,
Salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor,
Y no toquéis lo inmundo,
Y yo os recibiré,
Y seré para vosotros por Padre,
Y vosotros me seréis hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso”.
“DIOS ESTÁ ENTRE SU PUEBLO”. Ese es nuestro tema.
Dios está entre Su pueblo, Dios habita entre Su pueblo, Dios anda, camina entre Su pueblo.
Ahora, de esto también nos habla el Antiguo Testamento en el capítulo 26 de Levítico, versos 11 en adelante, donde dice:
“Y pondré mi morada en medio de vosotros, y mi alma no os abominará;
y andaré entre vosotros, y yo seré vuestro Dios, y vosotros seréis mi pueblo.
Yo Jehová vuestro Dios, que os saqué de la tierra de Egipto, para que no fueseis sus siervos, y rompí las coyundas de vuestro yugo, y os he hecho andar con el rostro erguido”.
Y ahora, Dios ha dicho: “Y andaré entre vosotros, y yo seré vuestro Dios, y vosotros seréis mi pueblo”. Esto es sobre el pueblo que fue libertado de la esclavitud en Egipto en ese Primer Éxodo.
Y ahora, en el Nuevo Testamento para el pueblo que ha sido libertado del imperio del maligno, del diablo, del faraón que tenía cautivo a todos los hijos e hijas de Dios en su reino, ahora Cristo nos ha libertado, nos ha sacado del reino de las tinieblas y nos ha colocado en Su Reino, el Reino de Luz donde Dios está entre Su pueblo.
Ahora, encontramos que así como Dios estaba en medio de Su pueblo Israel al cual había libertado, Dios está entre Su pueblo, el Israel celestial que es Su Iglesia.
Ahora, veamos por unos momentos cómo Dios estuvo en medio de Su pueblo, veamos en la historia bíblica la trayectoria de Dios en medio de Su pueblo.
Encontramos que cuando el pueblo hebreo estuvo cautivo en Egipto por 430 años, Dios le apareció al profeta Moisés en el capítulo 3 del Éxodo en una llama de fuego que estaba sobre un árbol, sobre una zarza, el árbol no se quemaba aunque estaba encendido con el fuego de la Columna de Fuego, y Moisés se dio cuenta que era una visión porque el árbol, la zarza no se consumía, no se quemaba, por lo tanto él se dio cuenta que era una llama de fuego, una Columna de Fuego diferente al fuego natural.
Él sabía que Dios es luz y Dios es fuego, pero aquel fuego no quemaba aquel árbol, por lo tanto Moisés fue para ver eso que de lejos él estaba viendo, y cuando llegó al lugar de la Columna de Fuego, de esa luz, de esa llama de fuego sale la Voz que dice: “Moisés, Moisés”. Él dice: “Heme aquí”.
Ahora, una Voz - y hablándole desde una Columna de Fuego, y la Voz le dice: “Quita tu calzado, tus sandalias de tus pies porque el lugar donde estás (el lugar que pisas) santo es”, Moisés hizo así como la Voz le dijo, pero todavía él no sabía o no se había identificado con Moisés quién era el que le estaba hablando.
Pero ahora, encontramos que el que le está hablando a Moisés se identifica. Vean aquí en el capítulo 3, verso 6, dice:
“Yo soy el Dios de tu padre”.
O sea, el Dios del padre de Moisés, el padre de Moisés es Amram casado con Jocabed.
Y ahora, se identifica como el Dios al cual servía el padre de Moisés que es el Dios verdadero.
“Yo soy el Dios de tu padre, Dios de Abraham, Dios de Isaac, y Dios de Jacob”.
Porque el Dios de Amram el padre de Moisés, era el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob.
Y ahora, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob le está apareciendo al Hijo de Amram, porque es el Dios de Moisés también.
Y ahora, ya Moisés sabe que es Dios apareciéndole a Moisés en forma de luz y hablándole desde esa luz, desde esa Columna de Fuego. Y vean lo que sucedió con Moisés:
“Entonces Moisés cubrió su rostro, porque tuvo miedo de mirar a Dios”.
Y ahora, el Ángel de Jehová que le apareció a Moisés le dice: “Yo Soy el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob” [San Mateo 22:32].
¿Y cómo es posible que el Ángel de Jehová sea el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob? Es que el Ángel de Jehová es el cuerpo angelical de Dios, y el cuerpo angelical de Dios es el Señor Jesucristo en Su cuerpo angelical, es el Verbo que era con Dios y era Dios por medio del cual Dios creó todas las cosas, como nos dice San Juan, capítulo, verso 1 al 18.
Y aquel Verbo: El Ángel de Jehová, el Ángel del Pacto, se hizo carne y habitó en medio de la raza humana y fue conocido por el nombre de Jesús, de Jesucristo.
Ahora, encontramos que por medio del Verbo que era con Dios y era Dios, Dios creó todas las cosas, el Ángel de Jehová es el cuerpo angelical de Dios, es el Verbo que era con Dios y era Dios, y es un hombre de otra dimensión, de la sexta dimensión, y por medio de ese hombre de la sexta dimensión llamado el Ángel de Jehová (el cual es Cristo en Su cuerpo angelical) Dios creó todas las cosas.
Fue por medio de Jesucristo en Su cuerpo angelical que Dios llevó a cabo la creación del universo completo, de todas las cosas visibles e invisibles. Eso está en Colosenses, capítulo 1, versos 15 en adelante, donde dice:
“Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación.
Porque en él fueron creadas todas las cosas”.
Así como en una semilla de mango o de aguacate, está creado todo el árbol que va a nacer, están creadas todas las hojas que van a nacerle a ese árbol, no las de una temporada sino todas las que va a tener en toda la vida de ese árbol, ahí están los ganchos, ahí también están todos los aguacates que va a tener ese árbol de aguacate, o si es un árbol de mango o de mangó ahí están todos los aguacates que va a tener en toda la existencia de ese árbol; todo está en la semilla y sobre todo en la partecita más pequeña que hay en la semilla, lo cual es la parte que tiene la vida.
No sé si ustedes han encontrado en una semilla una partecita tierna y pequeña, esa es la vida de esa semilla, y ahí está todo el árbol que va a nacer de esa semilla, ¿y sabe qué más está ahí? Todos los demás árboles que vayan a nacer de ese árbol, porque ese árbol echará fruto, y esas semillas (si la siembran) van a producir más árboles.
Por lo tanto, es ilimitado lo que hay en esa cosita tan pequeña que hay en la semilla, puede llegar a ser un número indefinido, porque si luego toman la semilla del árbol, los frutos y siembran las semillas, nacen miles de árboles y vuelven y siembran todas las semillas y nacen miles o millones de árboles, y así por el estilo, pueden poblar el planeta Tierra y el universo completo, y todo eso está en una cosa muy pequeña que está en la semilla, ahí está el árbol que va a nacer y los árboles que van a nacer de esos árboles que van a nacer de esos otros árboles y así por el estilo, y todo el fruto que va a llevar.
Y Cristo siendo la vida, ahí estaba todo lo que Dios iba a crear, ahí está todo el universo de Dios, ahí está todo el Programa de Creación de Dios en Cristo, que es la semilla, la simiente, la vida, “En Él estaba la vida y la Vida era la Luz de los hombres”. Por eso dice: “Por Él fueron hechas todas las cosas, y nada fue hecho, y de lo que es hecho nada fue hecho sin Él” [San Juan 1:3].
Por lo tanto, todo lo que Dios llevaría a cabo en Su creación, fue colocado en esa simiente, esa semilla, ahí estaba la vida, ahí está el origen de la vida de toda la creación, por eso Él es el principio de la Creación de Dios, tanto de la creación invisible como de la creación visible.
Y Él es el principio, el primero de la nueva creación, de la nueva raza con vida eterna, que es la Iglesia ¿dónde estaba la Iglesia? En Cristo, de Cristo vino la Iglesia, como Eva, ¿de dónde vino? De Adán.
Y ahora, podemos ver este misterio:
“Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él (¿y para quién?)… por medio de él y para él.
Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten;
y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, él que es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia;
por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda plenitud,
y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz.
Y a vosotros también, que erais en otro tiempo extraños y enemigos en vuestra mente, haciendo malas obras, ahora os ha reconciliado”.
Y ahora, hemos sido reconciliados con Dios por medio de Cristo, porque Dios estaba ¿dónde? En Cristo, reconciliando consigo mismo al mundo, reconciliando consigo mismo a todo ser humano, reconciliando consigo mismo las cosas que están en la Tierra y las que están en los Cielos.
Y ahora, podemos ver porqué todas las cosas que Dios haría, las ha hecho por medio de Jesucristo: porque Jesucristo en Su cuerpo angelical es el Ángel de Jehová, es el cuerpo angelical de Dios donde Dios moró, mora y morará en toda Su plenitud.
Por eso cuando el Ángel de Jehová le apareció a Moisés allí estaba Dios en aquel árbol, aquella zarza, allí estaba Dios, Dios estaba en Su Ángel, el Ángel de Jehová, y por eso cuando el Ángel de Jehová le habla a Moisés, le dice: “Yo Soy el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob” [San Mateo 22:32]. ¿Quién está hablando ahí? Dios a través de Su Ángel, el Ángel de Jehová, Dios hablando a través de Cristo en Su cuerpo angelical.
“Dios hace a Sus Ángeles espíritu, y a Sus ministros llama de fuego” [Hebreos 1:7]. Por eso allí está el Ángel de Jehová en una llama de fuego, y Dios está allí, es Dios el que estaba hablando a través de Su Ángel, el Ángel de Jehová, que es Cristo en Su cuerpo angelical, el cual podía aparecer en una forma de fuego o podía aparecer en algunas ocasiones en forma de hombre, pero de otra dimensión.
Por eso en otras ocasiones en que apareció a otras personas, en la forma de un hombre fue llamado un varón, un varón fue llamado por Jacob cuando luchó con el Ángel, con aquel varón y no lo soltó hasta que lo bendijo.
También Abraham se había encontrado con Melquisedec, con un hombre, el cual es Sumo Sacerdote del Dios Altísimo del Templo celestial, y es Rey de Salem, de la Jerusalén celestial, y es también Príncipe de paz y es Rey de justicia.
Ahora, podemos ver con quién se encontró Abraham: fue con el mismo Dios en Su cuerpo teofánico angelical, porque es Cristo en Su cuerpo angelical el Sumo Sacerdote del Templo celestial.
Y cuando obtuvo, por medio de creación divina, un cuerpo físico en el cual habitó, era Dios con Su cuerpo angelical dentro del cuerpo de carne llamado Jesús, el cual murió, murió el cuerpo de carne pero el cuerpo angelical de Dios no murió, ni Dios tampoco murió, pero el cuerpo de carne sí murió para llevar a cabo nuestra redención, llevando nuestros pecados Él murió por nosotros para quitar de nosotros los pecados, con Su Sangre limpiarnos de todo pecado y entonces darnos así vida eterna, y así salvar a Su pueblo de sus pecados.
Y ahora, ¿por qué se requiere que Cristo salve a Su pueblo de sus pecados al venir en Su Primera Venida? Porque la paga del pecado es la muerte, si Él quita el pecado, por consiguiente quita la muerte, que es la paga del pecado; y entonces si quita el pecado, entonces el resultado de ser justificados delante de Dios, de quedar como si nunca en la vida hubiésemos pecado, el resultado es la vida eterna.
Y ahora, encontramos que Dios, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob que habitó en medio de Su pueblo Israel en Su cuerpo angelical teofánico, el cual es Cristo, Dios habitó en Cristo en Su cuerpo angelical en toda Su plenitud y habitó en medio del pueblo hebreo. Dios estaba en medio de Su pueblo Israel.
Y por medio de Su manifestación en Su cuerpo angelical, Dios estuvo en medio del pueblo hebreo y estuvo manifestándose y guiando a Su pueblo. Y en el capítulo 23 del Éxodo, verso 20 en adelante, dice:
“He aquí yo envío mi Ángel delante de ti para que te guarde en el camino, y te introduzca en el lugar que yo he preparado.
Guárdate delante de él, y oye su voz”.
Ahora, ¿qué Voz el pueblo hebreo va a escuchar: la Voz de Dios o la Voz del Ángel? La Voz de Dios que estará hablando a través del Ángel de Jehová, la Voz de Dios que estará hablando a través de Su cuerpo angelical y Su cuerpo angelical es Cristo en Su cuerpo angelical.
Ahora: “Guárdate delante de él, y oye su voz; no le seas rebelde; porque él no perdonará vuestra rebelión, porque mi nombre está en él”.
¿Dónde está el Nombre de Dios? En Su Ángel, porque el Ángel es el cuerpo angelical de Dios, donde habita Dios en toda Su plenitud.
“Pero si en verdad oyeres su voz e hicieres todo lo que yo te dijere…”.
Ahora miren, “Si en verdad oyeres Su voz e hicieres todo lo que yo te dijere”. Si está oyendo la Voz del Ángel ¿cómo va a hacer todo lo que Dios le dice, estará Dios hablando aparte? No, es que todo lo que Dios le dice, lo dice a través de Su Ángel.
Así como cuando Dios creó los Cielos y la Tierra, Dios los creó por medio de Su Ángel, que es Su cuerpo angelical, el cual es Cristo en Su cuerpo angelical, Él es la imagen del Dios viviente, o sea, el cuerpo angelical teofánico del Dios viviente, y por medio de Él creó Dios todas las cosas, por medio de Él, ¿y para quién? Para Él.
Por lo tanto: “Pero si en verdad oyeres su voz e hicieres todo lo que yo te dijere, seré enemigo de tus enemigos, y afligiré a los que te afligieren.
Porque mi Ángel irá delante de ti, y te llevará a la tierra del amorreo, del heteo, del ferezeo, del cananeo, del heveo y del jebuseo, a los cuales yo haré destruir”.
Y ahora, el Ángel es el que llevará al pueblo a la tierra prometida, porque el Ángel de Jehová es Cristo en Su cuerpo angelical, en quien está Dios en toda Su plenitud, y la forma en que Dios estaba en medio de Su pueblo Israel era a través de Su Ángel, Dios en Su Ángel estaba habitando en medio del pueblo hebreo.
Por eso veamos cómo dice también en el Éxodo, capítulo… vamos a ver, capítulo 33, verso 1 en adelante, dice:
“Jehová dijo a Moisés: Anda, sube de aquí, tú y el pueblo que sacaste de la tierra de Egipto, a la tierra de la cual juré a Abraham, Isaac y Jacob, diciendo: A tu descendencia la daré;
y yo enviaré delante de ti el ángel, y echaré fuera al cananeo y al amorreo, al heteo, al ferezeo, al heveo y al jebuseo”.
Y ahora, ¿quién echaría fuera de ese territorio a todas esas naciones? El Ángel de Jehová.
Luego, encontramos que es a través del Ángel, de Su Ángel que Dios estaba en medio del pueblo hebreo.
Esa es la forma en que Dios está en medio de Su pueblo Israel durante todo el Antiguo Testamento, y el pueblo tenía que estar dentro del pacto que Dios estableció para ellos, porque toda persona que estuviera en medio del pueblo hebreo y no estuviera dentro del pacto, y no estuviera circuncidado, sería cortado del pueblo, y toda persona que el día diez del mes séptimo de cada año no afligiera su alma por haber pecado contra Dios, y no se arrepintiere de sus pecados, no quedaba perdonado el día de la expiación, en donde el sumo sacerdote entraba al lugar santísimo con la sangre de la expiación del macho cabrío, y rociaba, esparcía con su dedo sobre el propiciatorio siete veces, cuando terminaba las labores el sumo sacerdote, ese día que las - las cuales terminaba por la tardecita, luego salía y todos los que se habían arrepentido de sus pecados y habían pedido perdón a Dios afligidos en sus almas por haber pecado contra Dios, habían obtenido el perdón de sus pecados, sus pecados habían sido cubiertos con la sangre de la expiación del macho cabrío y quedaban reconciliados con Dios.
Los que no hicieron de esa forma, arrepentidos de sus pecados y pidiendo perdón a Dios por haber pecado contra Dios, pues no quedaban reconciliados y por consiguiente no quedaban cubiertos con la sangre de la expiación, por lo tanto serían cortados del pueblo, perdían el derecho a continuar viviendo, por lo tanto de ese día en adelante, en algún momento esas personas morirían porque no estaban reconciliadas con Dios, porque no aprovecharon el día de reconciliación, el día del perdón para ser reconciliados con Dios.
Luego, ahora en el Nuevo Testamento para ser reconciliados con Dios se necesita la Sangre de la expiación, pero ya no es la de un animalito, sino la de Cristo nuestro Salvador, porque el sacrificio del macho cabrío y su sangre, representaba el Sacrificio de Cristo y Su Sangre derramada en la Cruz del Calvario.
Y Cristo luego como Sumo Sacerdote cuando ascendió al Cielo victorioso, llevó Su propia Sangre al Templo celestial, al Lugar Santísimo del Templo celestial, así como lo hacía el sumo sacerdote en el templo terrenal, porque el templo terrenal era tipo y figura del templo celestial.
Lo que se hacía en el templo terrenal era tipo y figura de lo que Cristo, el Sumo Sacerdote del Templo celestial, el cual es Cristo, Melquisedec, haría en el Templo celestial.
Por lo tanto, cuando llegó el tiempo para hacerse esa labor en el Templo celestial, apareció Cristo en la Tierra, murió, murió por el pecado, y luego resucitó, ascendió al Cielo victorioso con Su propia Sangre, y como Sumo Sacerdote, y colocó Su propia Sangre sobre el propiciatorio del Templo celestial, sobre el Trono de Dios, y ha estado haciendo intercesión como lo hacía el sumo sacerdote el día diez del mes séptimo.
Cristo ha estado haciendo intercesión por cada persona que tiene su nombre escrito en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero y por consiguiente esas personas pertenecen al Israel celestial, y tienen que ser redimidas y reconciliadas con Dios por medio del Sacrificio de Cristo y ser limpiados con la Sangre de Cristo nuestro Salvador, y así entrar al Nuevo Pacto que tiene como Sangre, la Sangre de Cristo nuestro Salvador.
En la última Cena en San Mateo 26 y San Lucas, capítulo 22: “Cristo tomando el pan y dando gracias partió y dio a Sus discípulos y dijo: “Comed, este es mi cuerpo que por vosotros es partido”. Y luego tomando la copa, dijo, dando gracias dijo: “Tomad, esta es la copa del Nuevo Pacto…”. Vamos a leerlo aquí, San Lucas, capítulo 22, verso 20, dice:
“De igual manera, después que hubo cenado, tomó la copa, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que por vosotros se derrama”.
La copa de vino tipifica el Nuevo Pacto, que es la copa del Nuevo Pacto en la Sangre de Cristo, la cual es derramada por nosotros.
Y en San Mateo, capítulo 26 también nos habla de esto y dice en el verso 26 al 29:
“Y mientras comían, tomó Jesús el pan, y bendijo, y lo partió, y dio a sus discípulos, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo.
Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio, diciendo: Bebed de ella todos;
porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados”.
Y ahora, el vino en la copa representa la Sangre de Cristo, la Sangre del Nuevo Pacto que era derramada por todos para la remisión de los pecados.
Por lo tanto, así como tenían que entrar al pacto y estar en el pacto del Antiguo Testamento, en el Nuevo Testamento las personas tienen que estar dentro del Nuevo Pacto.
Por eso cuando se predica el Evangelio de la Gracia a toda criatura, se les anuncia también el Nuevo Pacto y la Sangre del Nuevo Pacto, que es la Sangre de Cristo, la cual nos limpia de todo pecado, y así nos reconcilia Cristo con Dios y nos restaura a la vida eterna.
Ahora, encontramos que en el Antiguo Testamento Dios moraba en medio de Su pueblo, en medio del pueblo que estaba dentro del pacto del Antiguo Testamento. Pero toda persona que no estaba dentro del pacto era cortada, no podía pertenecer al pueblo de Dios, perdía el derecho a pertenecer al pueblo de Dios, y perdía el derecho a vivir, no podía estar en medio del pueblo de Dios sin estar dentro del Nuevo Pacto, habiendo sido circuncidado y habiéndose arrepentido en su alma de todos sus pecados y habiendo sido reconciliado cada año el día diez del mes séptimo de cada año.
¿Y por qué tenía que ser siempre cada año el día diez del mes séptimo la reconciliación del pueblo? Porque el Sacrificio del macho cabrío no era un sacrificio perfecto, porque los animales no son perfectos y la sangre de los animales no es sangre perfecta, pero tipificaba a Cristo y Su Sangre en el Sacrificio que Cristo llevaría a cabo.
Por lo tanto, eso sí es un Sacrificio Perfecto, y el Espíritu, la Vida que estaba en Cristo podía regresar al creyente, y eso es el bautismo del Espíritu Santo, la Vida de Cristo, el Espíritu Santo viniendo al creyente, que ha recibido a Cristo como su Salvador, ha lavado sus pecados en la Sangre de Cristo, ha sido bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo y Cristo lo ha bautizado con Espíritu Santo y Fuego, ha venido la Vida de la Sangre, que es el Espíritu Santo, ha venido al creyente.
Y ahora, Dios mora dentro de cada creyente por medio del bautismo del Espíritu Santo, y en Su Iglesia como Cuerpo Místico de creyentes; siendo Su Iglesia el Israel celestial, Dios mora en medio de Su Iglesia en Espíritu Santo.
Y así como Dios en el Antiguo Testamento estuvo en medio de Su pueblo Israel, en Su Ángel, el Ángel de Jehová, Dios estuvo manifestándose de etapa en etapa en medio de Su pueblo y estuvo hablando a Su pueblo por medio de Su Ángel a través ¿de quiénes? De los profetas.
En Zacarías, capítulo 7, nos habla de la forma en que Dios habló al pueblo hebreo, capítulo 7, verso 11 al 12, dice:
“Pero no quisieron escuchar, antes volvieron la espalda, y taparon sus oídos para no oír;
y pusieron su corazón como diamante, para no oír la ley ni las palabras que Jehová de los ejércitos enviaba por su Espíritu”.
Por las palabras que Jehová de los Ejércitos enviaba por Su Espíritu por medio de los profetas primeros.
“Vino, por tanto, gran enojo de parte de Jehová de los ejércitos”.
Y ahora, Dios por medio de Su Espíritu, que es el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, porque un espíritu es un cuerpo espiritual de otra dimensión.
Y ahora, Dios por medio del Ángel de Jehová, el Ángel del Pacto, estuvo hablándole al pueblo a través de los profetas, o sea, Dios con Su cuerpo angelical estuvo manifestándose en y a través de los profetas, y esos profetas fueron el velo de carne temporal en el cual Dios se manifestó, así fue con Moisés y con todos los profetas.
Y luego, cuando Dios se creó en el vientre de María una célula de vida, la cual se multiplicó célula sobre célula, ahí fue realizada la creación del cuerpo físico, cuerpo de carne de Dios. Emanuel, Dios con nosotros en carne humana, Dios fue manifestado en carne, dice Primera de Timoteo, capítulo 3, verso 16, y en Isaías, capítulo 7, verso 14, dice, hablando acerca del Mesías, acerca del Cristo, dice:
“Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel”. Y Emanuel significa: “Dios con nosotros”.
Y ahora, el Dios Todopoderoso que estaba en medio del pueblo hebreo en Su Ángel manifestado, usando a diferentes profetas, ahora apareció en un cuerpo físico creado por Dios, por lo tanto ese es el cuerpo físico de Dios, donde Dios se manifestó en toda Su plenitud y habitó Dios también en forma física, en forma de un hombre, en forma de un profeta, en medio del pueblo hebreo, y caminó en medio del pueblo hebreo y llevó a cabo las obras que estaban prometidas para ese tiempo, las cuales realizaría el Mesías, el Cristo; y Él cumplió todas esas profecías que hablaban acerca del Mesías y las cosas que el Mesías haría. Por eso Él podía decir: “Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros”.
Las profecías mesiánicas correspondientes a la Primera Venida de Cristo… cumpliendo en Jesucristo nuestro Salvador, porque eso era Dios entre Su pueblo, habitando en medio de Su pueblo, hablándole a Su pueblo, comiendo con Su pueblo, teniendo compañerismo con Su pueblo y luego muriendo por Su pueblo para salvar a Su pueblo de sus pecados, para quitar los pecados de Su pueblo. Por eso Su Nombre es Jesús, que en hebreo es Josué, que significa: “Salvador, Redentor”.
¿Salvador de qué? Salvador de Su pueblo, salvando a Su pueblo de sus pecados, porque la paga del pecado es muerte y si no quita los pecados de Su pueblo, entonces están condenados a muerte, de la cual no pueden ser librados.
La única forma de ser librados de la paga del pecado, de la muerte, es a través de Cristo. La única forma para ser librados es por medio de Cristo nuestro Salvador, Él es el que nos libra del pecado y de la muerte, que es el resultado del pecado.
Pero ahora Él nos ha justificado al limpiarnos con Su Sangre de todo pecado y entonces nos ha dado salvación y vida eterna.
Y ahora, podemos ver cuál es el resultado de la Obra que Cristo ha hecho: nos ha limpiado de todo pecado y nos ha dado vida eterna.
Dios visitando a Su pueblo, vean todo lo que hizo cuando vino en carne humana. En el capítulo 7, de San Lucas, dice… por ahí por el verso… les voy a decir el verso aquí, esto fue cuando resucitó al hijo de la viuda de la ciudad de Naín, Capítulo 7, verso 11 en adelante, dice:
“Aconteció después, que él iba a la ciudad que se llama Naín, e iban con él muchos de sus discípulos, y una gran multitud.
Cuando llegó cerca de la puerta de la ciudad, he aquí que llevaban a enterrar a un difunto, hijo único de su madre, la cual era viuda”.
Era viuda, y el único sustento que tenía era ese hijo, era viuda y solamente tenía un hijo.
“…la cual era viuda; y había con ella mucha gente de la ciudad.
Y cuando el Señor la vio, se compadeció de ella, y le dijo: No llores.
Y acercándose, tocó el féretro; y los que lo llevaban se detuvieron. Y dijo: Joven, a ti te digo, levántate.
Entonces se incorporó el que había muerto, y comenzó a hablar. Y lo dio a su madre.
Y todos tuvieron miedo, y glorificaban a Dios, diciendo: Un gran profeta se ha levantado entre nosotros; y: Dios ha visitado a su pueblo”.
Vean cómo es que Dios visita a Su pueblo: por medio de Su manifestación a través de Su cuerpo angelical, usando un cuerpo de carne en medio de Su pueblo. En el Antiguo Testamento Dios visitaba a Su pueblo de etapa en etapa a través de Su manifestación en el Ángel de Jehová, que es Su cuerpo angelical, usando cuerpos de carne llamados profetas de Dios.
Dios estaba en esos profetas visitando temporalmente a Su pueblo, y luego cuando se hizo carne en la persona de Jesús, ahí fue la visitación mayor de Dios, porque Dios visitó a Su pueblo en Su cuerpo propio de carne que Él mismo se creó, para poder llevar a cabo la Obra de Redención. En Hebreos, capítulo 1, verso 1 al 3, dice:
“Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas,
en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo (o sea, por Jesucristo), a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo”.
¿Por medio de quién Dios hizo el Universo? Por medio de Jesucristo, por medio del Hijo de Dios, que es el Ángel de Jehová, el cual luego se hizo carne y apareció en la Tierra como un profeta. Hijo del Hombre que significa profeta.
Siempre que se habla del Hijo del Hombre tiene que aparecer en la escena un profeta, tiene que aparecer esa manifestación de Dios en carne humana en un hombre, en un profeta, es Dios haciéndose carne en un profeta.
“El cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia (pues Cristo es la imagen de Dios, la imagen de la sustancia divina), y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder (¿quién sustenta todas las cosas con la Palabra de su poder? Cristo, lo cual es Dios por medio de Cristo sustenta toda la creación), habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas”. Se sentó en el Trono de Dios.
En San Mateo, capítulo 26, cuando interrogaron a Jesús, el sumo sacerdote con el concilio del sanedrín, cuando estaban juzgándolo, dice (allí estaban acusándolo y Jesús callaba: “Mas Jesús callaba”.) capítulo 26, verso 63 en adelante:
“Más Jesús callaba. Entonces el sumo sacerdote le dijo: Te conjuro por el Dios viviente, que nos digas si eres tú el Cristo, el Hijo de Dios.
Jesús le dijo: Tú lo has dicho; y además os digo, que desde ahora veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del poder de Dios, y viniendo en las nubes del cielo.
Entonces el sumo sacerdote rasgó sus vestiduras, diciendo: ¡Ha blasfemado! ¿Qué más necesidad tenemos de testigos? He aquí, ahora mismo habéis oído su blasfemia.
¿Qué os parece? Y respondiendo ellos (o sea, el concilio del sanedrín respondiendo), dijeron: ¡Es reo de muerte!
Entonces le escupieron en el rostro, y le dieron de puñetazos, y otros le abofeteaban,
diciendo: Profetízanos, Cristo, quién es el que te golpeó”.
Ahora miren, los mismos líderes religiosos todo lo que hicieron con el Mesías que ellos estaban esperando, rechazaron a su Mesías, lo golpearon, lo escupieron y pidieron Su muerte en la Cruz.
Ahora, podemos ver que Cristo sí sabía que Él iba a morir, pero iba a resucitar e iba a ascender al Cielo y se iba a sentar a la diestra de Dios en el Cielo. Todo eso Él lo sabía, pues eso estaba profetizado. ¿Que eso estaba profetizado? Claro que sí. Veamos en el libro de los Hechos, capítulo 2, versos 32 en adelante, dice:
“A este Jesús resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos.
Así que, exaltado por la diestra de Dios, y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado esto que vosotros veis y oís.
Porque David no subió a los cielos; pero él mismo dice: Dijo el Señor a mi Señor:
Siéntate a mi diestra,
Hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies.
Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo”.
Por lo tanto, ya Dios por medio del rey David había dicho que el Cristo, el Mesías, se sentaría a la diestra de Dios en el Cielo. Salmo 110, verso 1, se sentaría a la diestra de Dios y se sentó a la diestra de Dios, por eso Él dijo luego de resucitado: “Todo poder me es dado en el Cielo y en la tierra” [San Mateo 28:18], porque Dios lo ha hecho Señor y Cristo, y lo ha sentado en Su Trono celestial.
Es la primera ocasión en que un hombre pero con un cuerpo glorificado, un hombre ya adoptado se ha sentado en el Trono celestial de Dios, y por consiguiente ha sido colocado como Señor y Cristo.
Por eso se le añade al Nombre Jesús, Señor y Cristo, y entonces se lee completo y dice: SEÑOR JESÚ-CRISTO, Señor Jesucristo. En El moró, mora y morará la plenitud de la Deidad, por lo tanto en Él mora Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Por eso los discípulos al bautizar a las personas, luego de recibir la orden de Cristo, de ir por todo el mundo predicando el Evangelio:
“Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura,
El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado”.
Esto está en San Marcos, capítulo 16, versos 15 al 16.
Ahora, Cristo les había dicho en San Mateo, capítulo 28, versos 18 en adelante:
“Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra.
Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo”.
Y los discípulos cuando salieron predicando y bautizando a la gente, los bautizaban en el Nombre del Señor Jesucristo ¿por qué? Porque el Nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo, es Señor Jesucristo, porque en Jesucristo moró la plenitud de la Divinidad, moró el Padre, Hijo y Espíritu Santo, Cristo decía: “El Padre que mora en mí, Él hace las obras” [San Juan 14:10], y Él también dijo: “El Espíritu del Señor está sobre mí” [San Lucas 4:18].
Juan el bautista cuando lo bautizó dijo: “Yo vi el Espíritu Santo descender en forma de paloma sobre Él y permaneció sobre Él” [San Juan 1:32]. Por lo tanto, en Jesucristo moró el Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Por lo tanto, el Nombre del Señor Jesucristo es el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, por eso Dios lo hizo Señor y Cristo. Por lo tanto, los discípulos al salir predicando y bautizando a los que creían, los bautizaban en el Nombre del Señor Jesucristo, porque ellos sabían cuál era el Nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo, sabían que era el Nombre Señor Jesucristo.
Ahora, ¿de dónde obtuvieron esa revelación? La recibieron del Espíritu Santo, el Espíritu Santo vino para guiar y enseñar, para guiar a Su Iglesia y enseñar todas las cosas que han de suceder.
Por eso el Día de Pentecostés, vean, sigo leyendo en el capítulo 2, del verso 37 en adelante, del libro de los Hechos:
“Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos?
Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.
Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare.
Y con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba, diciendo: Sed salvos de esta perversa generación.
Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas”.
Como tres mil personas fueron bautizadas aquel día en el Nombre del Señor Jesucristo, porque recibieron a Cristo como su Salvador, arrepentidos de sus pecados, y fueron bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo los bautizó con Espíritu Santo y fuego, y obtuvieron el nuevo nacimiento, porque el que no nazca de nuevo no puede entrar al Reino de Dios, el que no nazca del agua y del Espíritu no puede entrar al Reino de Dios.
Cuando la persona recibe a Cristo como su Salvador, arrepentido de sus pecados y confiesa a Cristo sus pecados, y es bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, la persona ha sido lavada con la Sangre de Cristo, sus pecados han sido perdonados, Cristo lo bautiza con Su Espíritu Santo y fuego y la persona ha obtenido el nuevo nacimiento, ha nacido del agua y del espíritu, y así ha nacido en el Reino de Cristo nuestro Salvador.
Así como usted y yo al nacer en esta Tierra a través de nuestros padres terrenales, nacimos como personas terrenales en un reino caído, en una raza caída, la cual pecó en el Huerto del Edén y cayó de la vida eterna, y del Reino de Dios cayó en las manos del reino de las tinieblas, del reino del maligno.
Pero Cristo, así como libertó al pueblo hebreo del faraón, y de su imperio, del imperio egipcio, el cual representaba al diablo y su reino, su imperio, ahora Cristo nos ha libertado del diablo y su reino, del reino de las tinieblas y nos ha colocado Cristo en Su Reino con vida eterna.
Eso es el Segundo Éxodo realizado por el mismo Dios a través de Su Ángel, el Ángel de Jehová, el cual libertó al pueblo hebreo usando al profeta Moisés.
Y ahora, con el Segundo Éxodo ha usado a Jesús, es un éxodo espiritual. Y luego para el Tercer Éxodo en donde Él nos liberta, ese Tercer Éxodo tiene unos cuantos aspectos o ángulos, nos liberta Dios de todo sistema humano, religioso, y nos coloca en Su Reino en la etapa correspondiente a este tiempo final, y nos libertará físicamente, y al libertarnos nos dará un cuerpo físico glorificado.
Eso es una liberación física y nos llevará con Él a la Cena de las Bodas del Cordero al Cielo, a la Casa de nuestro Padre celestial a esa gran fiesta que durará tres años y medio, y luego regresaremos con Cristo para el glorioso Reino Milenial de Cristo, y entraremos a ese Reino Milenial físico de Jesucristo, y eso será nosotros entrando a la tierra prometida como Reino físico, el Reino físico de Cristo llamado el Reino Milenial de Cristo, en donde Cristo estará como el Rey sobre el pueblo hebreo y sobre todas las naciones.
Y ahora, podemos ver que todo esto correspondiente al tiempo final, corresponde a un Tercer Éxodo, que está señalado para nosotros poder obtener nuestra transformación, y ser llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero, y luego regresar con Cristo para el Reino Milenial de Cristo, que es la tierra prometida como Reino.
Ahora, todo esto lo hace el mismo que llevó a cabo el Primer Éxodo por medio de Su Ángel, el Ángel de Jehová manifestado a través del profeta Moisés; y luego el que llevó el Segundo Éxodo fue el mismo Ángel de Jehová manifestado a través de Jesús, Su velo de carne, otro profeta dispensacional.
Y para el Día Postrero, Cristo, el Ángel del Pacto, está prometido para ser manifestado, el Espíritu Santo está prometido para ser manifestado en la Tierra en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo, Él mismo vino a Su Iglesia de etapa en etapa usando diferentes mensajeros en cada etapa de la Iglesia de Jesucristo, usando a los apóstoles y luego usando a los siete ángeles mensajeros de las siete edades. Para el Día Postrero vendrá manifestado en carne humana y nos traerá las bendiciones del Día Postrero.
Dice el reverendo William Branham, hablando acerca de esta promesa divina, que Cristo cumplirá en este tiempo final, pues Él, así como estuvo en medio del pueblo hebreo en Espíritu Santo en Su cuerpo angelical, usando diferentes profetas, luego se hizo carne y se manifestó a través de Su cuerpo de carne para llevar a cabo la Obra de Redención.
A través de cada profeta fue una visitación de Dios con Su cuerpo angelical manifestado a través de los profetas, a través de los cuales le habló al pueblo hebreo. Dios estaba visitando a Su pueblo de etapa en etapa a través de Sus profetas. Y luego llevó a cabo la visitación mayor a través de Jesús, en quien estaba el Verbo hecho carne.
Ahora, de etapa en etapa en el Nuevo Testamento bajo el Nuevo Pacto, y cubiertos con la Sangre del Nuevo Pacto, están todos los creyentes en Cristo que componen la Iglesia del Señor Jesucristo, en donde Cristo en Espíritu Santo ha estado visitando Su Iglesia de etapa en etapa, ha estado Cristo caminando en medio de Su Iglesia.
Cristo nunca ha abandonado Su Iglesia, Cristo siempre en Espíritu Santo ha estado en medio de Su Iglesia, como Dios estuvo en medio del pueblo hebreo, y ha tenido diferentes manifestaciones en medio de Su Iglesia, como las tuvo en medio del pueblo hebreo a través de diferentes instrumentos, diferentes profetas; y así Dios ha estado entre Su pueblo tanto del Antiguo Testamento como del Nuevo Testamento.
Y para este tiempo final Cristo todavía continúa en medio de Su pueblo, en medio de Su Iglesia; y para este tiempo final, Cristo en Espíritu Santo estará manifestado en medio de Su Iglesia y caminando en medio de Su Iglesia ¿cómo? Vamos a ver cómo está prometido que Él estará, pues Cristo está y estaba en medio de Su Iglesia en Espíritu Santo, usando, manifestándose en diferentes mensajeros que Él ha enviado.
Esa es la forma en que El en Su Iglesia como Cuerpo Místico de creyentes ha estado manifestándose, y en cada individuo como persona Cristo en Espíritu Santo, por medio del bautismo del Espíritu Santo en cada persona.
Ahora, veamos la promesa que hay aquí para los escogidos de Dios del Día Postrero. Dice: “Noten…”. Página 134 del libro de Los Sellos, dice el reverendo William Branham:
“142. Y noten ustedes: Cuando este Espíritu Santo que tenemos llegue a encarnarse…”.
Aquí tenemos la promesa que el Espíritu Santo se encarnará en este tiempo final:
“[142]. …el que está en nuestro medio ahora mismo en la forma del Espíritu Santo, cuando Él llegue a ser encarnado en la Persona de Jesucristo, entonces nosotros le coronaremos como ‘Rey de Reyes y Señor de Señores”.
La forma de Cristo en Espíritu Santo en medio de Su Iglesia encarnándose, será señalado como Rey de reyes y Señor de señores.
Ahora, veamos la página 146 del libro de Los Sellos, dice el reverendo William Branham:
“[192]. Y al mismo tiempo que el diablo cae del Cielo y se encarna en un hombre, el Espíritu Santo sube y viene encarnado en un hombre”.
Entonces habrá dos encarnaciones: la del diablo, en el anticristo, en el hombre de pecado, y será la bestia; y la encarnación del Espíritu Santo en este tiempo final.
Ahora, ¿para qué será? Página 352 del libro de Los Sellos, dice el reverendo William Branham en el penúltimo párrafo:
“[107]. Y sucederá que al tiempo cuando el anticristo venga en su plenitud, Dios también vendrá en Su plenitud para redimirnos”.
Dios vendrá en Su plenitud para redimirnos, o sea, para transformar nuestros cuerpos, porque la Redención del cuerpo es nuestra transformación, en donde obtendremos un cuerpo nuevo glorificado, igual al cuerpo glorificado de nuestro amado Señor Jesucristo.
Luego en la página 131 del libro de Los Sellos, dice el reverendo William Branham:
“131. Y ahora Jesús: Su Nombre sobre la tierra fue Jesús el Redentor, porque fue el Redentor cuando estuvo sobre la tierra; pero cuando conquistó el infierno y la muerte; los venció y ascendió, entonces recibió un nuevo Nombre. Por esa razón es que gritan y hacen tanto ruido y no reciben nada. Será revelado en los Truenos.
Fíjense en el misterio. Él viene cabalgando”.
Eso es lo que está en Apocalipsis, capítulo 19, verso 11 en adelante: el Jinete del caballo blanco que viene cabalgando, y con El viene un Ejército poderoso, que es la Iglesia del Señor Jesucristo. Y ese Jinete del caballo blanco de Apocalipsis 19 es Cristo.
“…Fíjense en el misterio. Él viene cabalgando. Tiene que haber algo para cambiar esta iglesia”.
¿Y qué es lo que va a cambiar esta Iglesia? El Jinete del caballo blanco de Apocalipsis 19 que viene con Su Ejército.
“Ustedes saben eso. ¡Tiene que venir algo!
Ahora noten: Nadie entendía ese nombre, sino Él mismo.
‘Y estaba vestido de una ropa teñida en sangre: y su nombre es llamado EL VERBO DE DIOS”.
Es la Venida del Verbo, y cuando vino dos mil años atrás era el Verbo hecho carne, Emanuel, Dios con nosotros, Dios entre Su pueblo, entre el Israel terrenal; y para este tiempo es Dios entre el Israel celestial, que es la Iglesia del Señor Jesucristo.
“Y los ejércitos que están en el cielo le seguían en caballos, vestidos de lino finísimo, blanco y limpio.
Y de su boca sale una espada aguda, para herir con ella las gentes (o sea, las naciones); y él los regirá con vara de hierro; y él pisa el lagar del vino del furor, y de la ira del Dios Todopoderoso.
Y en su vestidura y en su muslo tiene escrito este
nombre: REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES (Apocalipsis 19:13-16).
Allí viene el Mesías, allí es donde está”.
Ahora, podemos ver la promesa de bendición tan grande que está señalada para la Iglesia del Señor Jesucristo, en donde Dios estará en medio de Su pueblo caminando y hablándonos todas las cosas que deben suceder pronto.
En la página 277 del libro de Los Sellos, también hablándonos de este caballo blanco y del Jinete de este caballo blanco nos dice el reverendo William Branham, orando dice:
“[240]. Pedimos que el Espíritu Santo venga ahora mismo, el Jinete del verdadero caballo blanco”.
¿Quién es el Jinete del verdadero caballo blanco? El Espíritu Santo, Cristo en Espíritu Santo.
“[240]. Mientras Su Espíritu, el Espíritu de Cristo, entre en confrontación con el anticristo, y El llame los Suyos”.
Y ahora, aquí tenemos al Espíritu de Cristo para llamar los suyos, los que están escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero.
Y ahora, esto es la Venida del Jinete del caballo blanco de Apocalipsis 19. Pero vamos a ver con más claridad cómo es que va a venir, cómo es que lo vamos a ver viniendo a Su pueblo, cómo es que lo vamos a ver en medio de Su pueblo, entre Su pueblo.
Página 256 del libro de Los Sellos, dice el reverendo William Branham, por el centro, por la mitad del libro de Los Sellos, de la página 256 dice el reverendo William Branham:
“121. Pero cuando nuestro Señor aparezca sobre la tierra, Él vendrá sobre un caballo blanco como la nieve, y será completamente Emanuel”.
¿Qué significa Emanuel? Dios con nosotros:
“[121]. Y será completamente Emanuel —la Palabra de Dios encarnada en un hombre.— Esa es la gran diferencia entre los dos”.
Esa es la gran diferencia entre Cristo y el anticristo: que Cristo vendrá, el Jinete del caballo blanco de Apocalipsis 19 vendrá a Su pueblo y será la Palabra, el Verbo; tiene por nombre el Verbo de Dios, el Verbo, la Palabra, encarnada en un hombre.
Vino encarnada la Palabra, el Verbo dos mil años atrás en la persona de Jesús, que es el Ángel de Jehová. El Ángel de Jehová se hizo carne, el Ángel de Jehová en el cual Dios estaba en Su cuerpo angelical se hizo carne y habitó en medio del pueblo hebreo, y eso fue Emanuel, eso fue la Venida del Verbo en carne humana en un hombre de aquel tiempo nacido en Belén de Judea, fue el Verbo hecho carne, la Palabra hecha carne en un hombre llamado Jesús.
Ahora, en el Nuevo Testamento así como Jehová tuvo un Ángel, Su Ángel, el Ángel de Jehová a través del cual estuvo en medio de Su pueblo manifestado y usó diferentes profetas para hablar al pueblo, ahora en el Nuevo Testamento Cristo dice que tiene un Ángel, el cual envió a Juan el apóstol en Apocalipsis, capítulo 1, verso 1 al 3, donde dice:
“La revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto; y la declaró enviándola por medio de su ángel a su siervo Juan,
que ha dado testimonio de la palabra de Dios, y del testimonio de Jesucristo, y de todas las cosas que ha visto.
Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas; porque el tiempo está cerca”.
Y ahora, por medio de Su Ángel Cristo ha estado dándole a Juan la revelación del Apocalipsis. Por eso es que Juan quiso adorar al Ángel del Señor Jesucristo, vio a Cristo, el Ángel del Pacto manifestado en Su Ángel.
Y ahora, encontramos que por medio de Su Ángel es que Cristo revelaría todas las cosas que iban a suceder en la Dispensación de la Gracia y en la Dispensación de la Reino; y luego también en el libro del Apocalipsis nos habla de las cosas que sucederán después del Reino Milenial. Todas esas cosas están aquí en el libro del Apocalipsis traídas por el Ángel del Señor Jesucristo.
Y ahora, en Apocalipsis, capítulo 4, verso 1, dice:
“Después de esto miré, y he aquí una puerta abierta en el cielo; y la primera voz que oí, como de trompeta, hablando conmigo, dijo: Sube acá, y yo te mostraré las cosas que sucederán después de estas”.
Las cosas que sucederán después de las que ya han sucedido en las siete etapas de la Iglesia durante estos dos mil años que han transcurrido, van a ser reveladas a los que suban donde está Cristo, el Ángel del Pacto, el Espíritu Santo, Él ha estado siempre en medio de Su pueblo, Él ha estado entre Su pueblo de edad en edad, Él ha estado en medio de Su Iglesia, que es Su pueblo celestial de edad en edad, manifestado a través de cada Ángel Mensajero.
Y para este tiempo final así como hubo que subir de una edad a otra edad - siempre que Cristo en Espíritu Santo, manifestado por medio de Su Ángel en cada edad usó un velo de carne, un mensajero, hubo que subir a donde estaba ese mensajero, que era la edad que se abría cuando Dios enviaba ese mensajero.
Para oír la Voz de Cristo a través de Su Ángel hubo que subir a la edad donde estaba el ángel mensajero correspondiente a esa edad, porque por medio de ese mensajero Cristo en Espíritu Santo estuvo hablando a Su pueblo, y estuvo llamando y juntando Su pueblo en esa edad, y estuvo entre Su pueblo y caminó entre Su pueblo y Él le habló a Su pueblo a través del mensajero de cada edad.
Luego que han transcurrido diferentes etapas de la Iglesia, donde se ha ido subiendo de una etapa a otra, de una edad a otra, ahora hemos llegado al tiempo en que ya las edades terminaron. Ya Cristo en Espíritu Santo no está en ninguna de esas edades, sino que ha subido más arriba, el Espíritu Santo ha subido a la etapa de la Edad de la Piedra Angular, y ahí es donde el Espíritu Santo viene encarnado, manifestado a través de carne humana para caminar entre Su pueblo, en medio de Su pueblo, y darnos a conocer todas estas cosas que deben suceder después de las que ya han sucedido en las edades.
Y ahora, vamos a ver por medio de quién es que Cristo va a estar dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto, después de las que ya han sucedido en edades pasadas. Que lo diga el mismo Jesucristo, vamos a ver Apocalipsis, capítulo 22, verso 6, dice:
“Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas (o sea, que lo que dice aquí y lo que ha estado diciendo en todo el libro del Apocalipsis es la verdad). Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas…”.
Los espíritus de los profetas, son los cuerpos angelicales teofánicos de los profetas, eso es el espíritu de los profetas, eso es un cuerpo teofánico angelical, es un cuerpo parecido a nuestro cuerpo pero de otra dimensión.
De esa clase de cuerpo es que tienen todos los creyentes en Cristo nacidos de nuevo, ese es el cuerpo espiritual teofánico, llamado también el Ángel de Jehová que acampa en derredor de los que le temen y los defiende.
También Cristo dijo hablando de estos pequeñitos representados en los niños, dijo: “Sus Ángeles ven el rostro de mi Padre cada día”. Esos Ángeles son el cuerpo angelical de cada creyente. Y ahora:
“Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto”.
¿Cómo dice aquí que Dios va a mostrar las cosas que deben suceder pronto? Pues enviando Su ángel para dar a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto, y eso será Dios, Cristo por medio de Su ángel hablándole a Su pueblo y caminando en medio de Su pueblo, y revelándole a Su pueblo, Su Iglesia, todas las cosas que han de suceder pronto, después de las que ya han sucedido en edades pasadas.
El mismo que reveló las cosas que han de suceder o que iban a suceder en edades pasadas, es el mismo que estará revelando las cosas que deben suceder en este tiempo final, es el mismo Cristo, en Espíritu Santo por medio de Su Ángel Mensajero, porque ese es el ángel con la revelación de Jesucristo para dar a conocer las cosas que han de suceder pronto.
Luego, si quieren una confirmación de Cristo, si Cristo estuviera con nosotros en carne humana como estuvo en aquel tiempo, le preguntarían: “Pero Señor, eso de que Tú enviarás Tu Ángel, ¿eso es así?” Ya Él lo dijo aquí, Apocalipsis, capítulo 22, verso 16:
“Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias”.
Ahí está confirmado nuevamente que Él ha enviado Su Ángel, este Ángel ha estado en medio de la Iglesia de Jesucristo todo el tiempo, como estuvo el Ángel de Jehová en medio de la Iglesia del Antiguo Testamento, que es el pueblo hebreo.
En medio del pueblo hebreo estuvo el Ángel de Jehová todo el tiempo, y se estuvo manifestando por medio de los profetas, y estuvo hablándole a la Iglesia hebrea bajo la Ley, que es el pueblo hebreo.
Y ahora, el Ángel del Señor Jesucristo ha estado todo el tiempo en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo, lo vemos allá dándole a Juan la revelación del Apocalipsis.
Por lo tanto, este es el Ángel que para el tiempo final estará en carne humana en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo, así como el Ángel de Jehová se hizo carne y estuvo en carne humana en medio del pueblo hebreo, que es la Iglesia del Antiguo Testamento.
En ese Ángel de Jehová estaba el Nombre de Dios, y cuando se hizo carne dijo: “Yo he venido en Nombre de mi Padre, y no me recibís” [San Juan 5:43]. Dijo Cristo, el Ángel del Pacto.
Y ahora, Cristo dice en Apocalipsis, capítulo 3, verso 12:
“Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo”.
¿Sobre quién estaba el Nombre de Dios en el Antiguo Testamento? Sobre el Ángel de Jehová.
Y ahora, ¿en el Nuevo Testamento sobre quién estará el Nombre Nuevo del Señor Jesucristo? Pues sobre el Ángel del Señor Jesucristo. Tiene que ser en forma paralela, tiene que tener un paralelismo lo que Cristo haga con lo que Dios hizo en el pasado.
Y ahora, así como estuvo el Nombre de Dios en el Ángel de Jehová, el Ángel de Dios, el cual luego se hizo carne, así tiene que estar el Nombre Nuevo de Cristo, el Nombre de Cristo, y Él dice:
“…y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo”.
Tiene que ser en el Ángel del Señor Jesucristo; porque si en el Ángel de Jehová estaba el Nombre de Dios, en el Ángel de Jesucristo tiene que estar el Nombre del Señor Jesucristo, Su Nombre Nuevo, y el Nombre de nuestro Dios y Nombre de la Ciudad de nuestro Dios.
Ahí estará el misterio del Nombre que le reveló Dios a Moisés, cuando le dijo: “Yo soy el que soy, y dirás al pueblo: ‘Yo soy me envió a vosotros”.
Y YO SOY cuando vamos al original, son cuatro consonantes que son: “Y (‘i,’ griega) H W H.
Esas son cuatro consonantes que no pueden pronunciar, no saben la pronunciación, aunque tratan de añadirle ciertas vocales para tratar de pronunciar ese Nombre, pero no han podido dar la pronunciación correcta. Le llaman, a esas cuatro consonantes, el tetragrámaton, porque son cuatro letras, cuatro consonantes.
El misterio de ese Nombre, que es el misterio del Nombre de Dios, estará…, Cristo lo escribirá sobre el Vencedor.
Y el Vencedor para el Día Postrero será el Ángel del Señor Jesucristo; ahí estará el misterio del Nombre de Dios, del Nombre de la Ciudad de nuestro Dios y del Nombre Nuevo del Señor Jesucristo, pues es Cristo el que dice que lo va a escribir sobre el Vencedor.
Por lo tanto, habrá un profeta mensajero que obtendrá la Gran Victoria en el Amor Divino en el Día Postrero; y entonces ese será el que será adoptado, y su grupo con él.
Para este tiempo final, vean ustedes todas las cosas que estaban escritas en la Biblia y que están saliendo ahora a la luz. También Cristo dice en Apocalipsis, capítulo 2, verso 17:
“Al que venciere, yo le daré a comer del maná escondido…”.
Eso es de la revelación escondida, que es la revelación de la Segunda Venida de Cristo, revelación que aunque sea profetizado en edades pasadas acerca de la Segunda Venida de Cristo, nadie conoció el misterio de la Segunda Venida de Cristo; pero ese misterio para este tiempo final será revelado al pueblo de Dios, la Iglesia de Jesucristo, y entonces el pueblo estará comiendo así del Maná escondido, de la revelación divina de la Segunda Venida de Cristo.
Y el Vencedor es el primero que recibe y come de ese Alimento, y lo comparte con todo el pueblo de Dios, en medio del cual Cristo en Espíritu Santo estará manifestado a través de Su Ángel Mensajero en este tiempo final; como estuvo manifestado a través de cada ángel mensajero en cada edad.
[Apocalipsis 2:17] “… y le daré una piedrecita blanca, y en la piedrecita escrito un nombre nuevo, el cual ninguno conoce sino aquel que lo recibe”.
Por lo tanto, no habrá conjeturas de sabios en teologías que pueda descubrir u obtener el conocimiento de ese Nombre; solamente lo conocerá aquel que lo recibe. Y el que lo recibe es el Vencedor, es aquel sobre el cual Cristo lo escribe.
La Piedrecita blanca es Cristo en Su Segunda Venida. Él es la Piedra Angular, Él es la Piedra que los edificadores desecharon en Su Primera Venida cuando se hizo carne.
Él es la piedra no cortada de manos que vio el rey Nabucodonosor y el profeta Daniel cuando le interpretó el sueño al rey Nabucodonosor, la piedra no cortada de manos que vino e hirió a la imagen en los pies de hierro y de barro cocido, y vio la estatua que es el reino de los gentiles en su etapa final que es la etapa de los pies de hierro y de barro cocido, que es la etapa en donde el anticristo será el rey de ese reino, en donde el anticristo estará con los diez reyes que son los diez cuernos, gobernando.
Pero la Piedra no cortada de manos, que es Cristo en Su Segunda Venida con un Nombre Nuevo, herirá la imagen en los pies de hierro y de barro cocido, y los desmenuzará, serán desmenuzados y el viento se los llevará, y también al resto de la imagen; no quedará rastro alguno.
Y la piedra que hirió a la imagen en los pies de hierro y de barro cocido, crecerá, y se hará, se formará un gran monte, un gran reino, eso es el glorioso Reino Milenial de nuestro amado Señor Jesucristo que llenará toda la Tierra, porque el Reino de Cristo es el que gobernará a todas las naciones, a todos los seres humanos que estarán viviendo en el Reino Milenial de Cristo.
Por lo tanto, la capital del mundo será Jerusalén, por eso es que ustedes ven tantas guerras, tantos problemas de querer tomar a Jerusalén; unos la quieren, los otros también, y otros quieren que sea declarada libre para todos.
Hay una lucha. Es como fue en el Cielo: el diablo luchó por sentarse en el Trono de Dios en el Cielo para ser y ser semejante al Altísimo, pero esa bendición le tocaba a Jesucristo nuestro Salvador, y la obtuvo y se sentó en el Trono de Dios, por lo tanto el diablo ya no tiene nada allá que buscar, no tiene nada porqué luchar, porque ya el Trono celestial está ocupado por Jesucristo nuestro Salvador.
Pero hay otro Trono por el cual el diablo está luchando para sentar en ese Trono al anticristo, está luchando por el Trono de David, que es el Trono de Dios en esta Tierra, para el Reino de Dios en esta Tierra, porque el Reino de Dios vendrá y se hará la voluntad de Dios como en el Cielo aquí en la Tierra, en ese Reino Milenial de Cristo.
El Reino del cual los discípulos le dijeron en el libro de los Hechos, capítulo 1, a Cristo: “¿Restaurarás tú el Reino de Israel en este tiempo?” Ese es el Reino de David, el cual es el Reino de Jehová, de Dios en la Tierra sobre el pueblo hebreo, ese es el Reino que el pueblo hebreo espera que sea restaurado, y el Trono de ese Reino es el Trono de David; y encontramos en San Lucas, capítulo 1 a un profeta de otra dimensión, profetizando algo aquí muy importante.
Yo le llamo siempre al Arcángel Gabriel: “El profeta de la sexta dimensión, el Arcángel profeta”. Capítulo 1, verso 26 en adelante de San Lucas, dice:
“Al sexto mes el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret,
a una virgen desposada con un varón que se llamaba José, de la casa de David; y el nombre de la virgen era María.
Y entrando el ángel en donde ella estaba, dijo: ¡Salve, muy favorecida! El Señor es contigo; bendita tú entre las mujeres.
Mas ella, cuando le vio, se turbó por sus palabras, y pensaba qué salutación sería esta.
Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios.
Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS.
Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre;
y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin”.
Y ahora, ¿quién es el heredero al Trono de David? Jesucristo, Él será el heredero al Trono de David. Por lo tanto desde ese Trono de David en medio del pueblo hebreo, siendo restaurado el Reino de Dios en la Tierra al pueblo hebreo, desde ahí será gobernado el pueblo hebreo y también todas las naciones. En Zacarías, capítulo 14, verso 9, dice:
“Y Jehová será rey sobre toda la tierra. En aquel día Jehová será uno, y uno su nombre”.
Vean, hasta el Nombre de Dios será manifestado y estará en ese Reino, y Su Nombre será uno, y Dios será uno, y Él será Rey sobre toda la Tierra. Por lo tanto, Dios estará manifestado en ese Reino, y en el Reino de ese Reino gobernando sobre el pueblo hebreo y sobre toda la Tierra, porque Jehová será Rey sobre toda la Tierra.
Ahora, el heredero al Trono de David es Cristo, el Ángel de Jehová, el Ángel del Pacto, el cual se sentó en el Trono de Dios en el Cielo, pero ese es el Trono del Padre en el Cielo, pero Él tiene un Trono aquí en la Tierra; Cristo tiene un Trono aquí en la Tierra, al cual Él es heredero para reinar en la Tierra sobre ese Trono, para el establecimiento del Reino de Dios en la Tierra.
Y ahora, de ese Trono es que Él habla cuando en Apocalipsis, capítulo 3, verso 21, dice:
“Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono”.
¿Ven que el Señor Jesucristo en el Nuevo Testamento obra en forma paralela a como Dios obró en el Antiguo Testamento? Cristo, el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, es el cuerpo angelical de Dios en el Antiguo Testamento sobre quien estaba el Nombre de Dios.
Luego se hizo carne y dijo: “Yo he venido en Nombre de mi Padre”. Y dijo también en San Juan, capítulo 12, verso 28:
“Padre, glorifica tu nombre. Entonces vino una voz del cielo: Lo he glorificado, y lo glorificaré otra vez.”.
Lo glorificó en Su Primera Venida en donde estaba colocado en el Ángel de Jehová hecho carne, y lo glorificará en Su Segunda Venida, donde Cristo escribirá sobre el Vencedor el Nombre de nuestro Dios, Nombre de la Ciudad de nuestro Dios y Su Nombre Nuevo.
Y ahora, en la misma forma que el Padre sentó en Su Trono celestial a Su Ángel, el Ángel de Jehová que se manifestó en carne humana, llevó a cabo la Obra de Redención, murió, resucitó y ascendió al Cielo victorioso, en Él estaba el Nombre de Dios. El que tenía el Nombre de Dios fue el que se sentó en el Trono celestial.
Y ahora, sobre quien el Señor Jesucristo escribe el Nombre de nuestro Dios, Nombre de la Ciudad de nuestro Dios y Su Nombre Nuevo, será el que se sentará en el Trono con el Señor Jesucristo, tiene que ser un profeta dispensacional, porque el que se sentó en el Trono de Padre fue un profeta dispensacional: nuestro amado Señor Jesucristo, y fue el Ángel de Jehová hecho carne.
Por lo tanto, el Ángel de Jehová hecho carne y luego glorificado en Su cuerpo se sentó en el Trono celestial de Dios; por lo tanto el Ángel del Señor Jesucristo viniendo en carne humana en medio del pueblo de Dios, luego será transformado, será glorificado y tendrá un cuerpo nuevo glorificado, y con ese cuerpo nuevo glorificado será que se sentará con Cristo en Su Trono; y será la primera ocasión en que una persona con un cuerpo glorificado se siente en el Trono de David. Por lo tanto permanecerá con Cristo en Su Trono.
Ahora, podemos ver que eso será para el pueblo hebreo y para la Iglesia del Señor Jesucristo y para el mundo entero durante Reino Milenial, Dios entre Su pueblo.
Y de edad en edad Cristo ha estado en medio de Su pueblo, manifestándose como se manifestó Dios en medio de Su pueblo en el Antiguo Testamento; por medio de Su Ángel se manifestó en el Antiguo Testamento, y Cristo por medio de Su Ángel se manifiesta en el Nuevo Testamento, y le dio a Juan la revelación del Apocalipsis.
Y ese será el que estando vivo en la Tierra será adoptado y se sentará con Cristo en Su Trono, ese es sobre el cual Cristo escribe el Nombre de nuestro Dios y Nombre de la Ciudad de nuestro Dios y Su Nombre Nuevo.
Ese es el que en el Día Postrero comerá del Árbol de la Vida, no solamente en lo espiritual para obtener el cuerpo teofánico angelical, sino también comerá del Árbol de la Vida en el Día Postrero para obtener el cuerpo físico, nuevo y glorificado, y ser restaurado a la vida eterna física también.
Y el grupo que estará con él, que viene con él, también comerá del Árbol de la Vida, y será transformado cada cristiano, cada creyente del Día Postrero, los cuales en el Día Postrero vendrán con él en una nueva edad, la Edad de la Piedra Angular, que es una edad eterna, en donde se entrelazan dos dispensaciones: La Dispensación del Reino con la Dispensación de la Gracia.
Ahora, en este tiempo final están siendo llamados y juntados los escogidos del Día Postrero, que son los últimos escogidos de Dios del Cuerpo Místico del Señor Jesucristo, los últimos miembros de la Iglesia del Señor Jesucristo.
Es el llamado de la Gran Voz de Trompeta llamando y juntando los escogidos de Dios de la Iglesia de Jesucristo, y luego llamará y juntará los escogidos del pueblo hebreo que son 144.000 hebreos (12.000 de cada tribu).
Ahora, por cuanto todavía no se ha completado la Iglesia del Señor Jesucristo, todavía Cristo no ha tratado con el pueblo hebreo, están en espera de Su llamado. Pero Cristo está llamando y juntando todos los que están escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, que son los escogidos de Dios, los Primogénitos de Dios, son los que forman la Iglesia del Señor Jesucristo.
Por lo tanto, San Pablo dice: “Si oyes hoy Su Voz, no endurezcas tu corazón”. Es el llamado de Cristo, del Espíritu Santo directamente al alma de todos los que tienen sus nombres escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero. También dice: “Despiértate tú que duermes, levántate de entre los muertos y te alumbrará Cristo”. Por lo tanto, es el llamado final de Cristo para todos los que tienen sus nombres escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero.
¿Y qué hay que hacer en este tiempo? Pues Cristo dijo en San Marcos, capítulo 16, versos 15 en adelante:
“Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.
El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado”.
Toda persona quiere ser salvo, quiere vivir eternamente en el Reino de nuestro amado Señor Jesucristo. ¿Entonces qué debe hacer toda persona que viven en este planeta Tierra? Creer en nuestro amado Señor Jesucristo, recibirlo como su Salvador, confesar a Cristo sus pecados arrepentido de sus pecados, y ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y recibirá el don del Espíritu Santo. Pedro dijo:
“Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo”.
Eso es lo que hay que hacer para recibir el don del Espíritu Santo y así obtener el nuevo nacimiento, porque el que no nazca del agua y del Espíritu, no puede entrar en el Reino de Dios, que es la Iglesia del Señor Jesucristo.
Por lo tanto, toda persona desea entrar al Reino de Dios, toda persona desea vivir eternamente en el Reino de Cristo, por lo cual no hay otra cosa que hacer sino creer en nuestro amado Señor Jesucristo, y ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y recibiréis el don del Espíritu Santo y así obtendréis el nuevo nacimiento, y así entraréis al Reino de Cristo nuestro Salvador.
Por lo tanto, toda persona que ha recibido a Cristo como su Salvador, ha lavado sus pecados en la Sangre de Cristo, arrepentido de sus pecados y ha sido bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, Cristo lo ha bautizado con Espíritu Santo y Fuego y ha obtenido el nuevo nacimiento la persona, y ha obtenido vida eterna, ustedes tienen vida eterna.
¿Cuántos han recibido a Cristo como su Salvador y han sido bautizados en agua en Su Nombre? Pues ustedes tienen vida eterna. San Juan nos dijo en el capítulo 5 de Primera de Juan, verso 2 en adelante:
“El que tiene al Hijo, tiene la vida (o sea, tiene la vida eterna); el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida”.
El que no ha recibido a Cristo como su Salvador, pues no tiene a Cristo en su alma, por lo tanto no tiene la vida eterna:
“Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna, y para que creáis en el nombre del Hijo de Dios”.
Y ahora, nuestra vida, la vida eterna está escondida en Cristo. Nuestra vida eterna vean dónde estaba. Así como la vida de los árboles ¿estaba dónde? En la semilla, en esa partecita más pequeña que estaba en la semilla, esa partecita que es la vida de esa semilla y que es la que nacerá y se formará en un árbol.
Y ahora, Cristo siendo esa vida, esa semilla, es el que se reproduciría en muchos hijos e hijas de Dios. Por eso es que necesitamos recibir a Cristo como nuestro Salvador, lavar nuestros pecados en Su Sangre, ser bautizados en agua en Su Nombre, para recibir Su Espíritu Santo y así obtener el nuevo nacimiento y entrar así al Reino de Cristo, y así estar reconciliados con Dios por medio de Jesucristo y estar dentro del Nuevo Pacto, cubiertos con la Sangre del Nuevo Pacto, que es la Sangre de Jesucristo nuestro Salvador.
Todos los que están dentro del Nuevo Pacto, cubiertos con la Sangre del Nuevo Pacto, la Sangre de Cristo, tienen vida eterna, vivirán eternamente con Cristo en Su Reino.
Los que no están dentro del Nuevo Pacto cubiertos con la Sangre de Cristo, por cuanto no han recibido a Cristo como su Salvador, no tienen vida eterna; por lo tanto no vivirán eternamente con Cristo en Su Reino, por consiguiente serán echados al lago de fuego donde dejarán de existir.
Y es mejor que entiendan esto las personas mientras estamos aquí en la Tierra, para que así sepan porqué necesitan recibir a Cristo como su Salvador.
El que quiera vivir eternamente con Cristo en Su Reino necesita recibir a Cristo como su Salvador, para que Cristo con Su Sangre lo limpie de todo pecado y lo bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en la persona el nuevo nacimiento, y nazca en el Reino de Cristo y quede confirmado en la vida eterna la persona.
Por lo tanto, lo que la persona hace cuando recibe a Cristo como su Salvador es confirmar su lugar en la vida eterna, y Cristo es la vida eterna, lo confirmamos, confirmamos nuestro lugar en Cristo, la vida eterna.
Así que, todas las personas que ya han recibido a Cristo como su Salvador, han sido bautizados en agua en Su Nombre, y han recibido el Espíritu Santo, han nacido de nuevo y tienen vida eterna, vivirán con Cristo en Su Reino por toda la eternidad.
Los que no lo han recibido tengo que decirles que no tienen vida eterna y no podrán vivir en el Reino de Cristo eternamente, serán echados, condenados en el juicio final y echados al lago de fuego, que es la segunda muerte.
Pero, ¿qué puede hacer la persona que no ha recibido a Cristo todavía como su Salvador? Pues recibirlo en estos momentos como su Salvador, para que Cristo perdone sus pecados, lo limpie con Su Sangre preciosa, sea bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo lo bautice con Espíritu Santo y Fuego y nazca de nuevo, obtenga el nuevo nacimiento, y entre al Reino de Cristo y quede confirmado en la vida eterna para vivir eternamente con Cristo en Su Reino, y eso es lo que todo ser humano desea: vivir eternamente con Cristo en Su Reino, es el único Reino que será por toda y para toda la eternidad.
Por lo tanto, los que todavía no han recibido a Cristo como su Salvador, en esta ocasión tienen la oportunidad de levantar sus manos para recibir a Cristo como su Salvador.
El reverendo Miguel Bermúdez Marín estará orando por ustedes, para que Cristo extienda Su amor y misericordia sobre ustedes, perdone sus pecados, los limpie de todo pecado con Su Sangre preciosa, y Cristo los reciba y obtengan ustedes la salvación y vida eterna, que es lo más grande que Dios le da al ser humano a través de Jesucristo nuestro Salvador.
Porque lo más grande y lo más importante para todo ser humano es la vida eterna, por eso Cristo dijo: “Buscad primeramente el Reino de Dios y Su justicia”. Lo más grande es la vida eterna, y la consigue ¿dónde? En el Reino de Dios, en el Reino de Cristo, por medio de Jesucristo nuestro Salvador.
Por lo tanto, todos los que todavía no han recibido a Cristo como su Salvador, lo pueden hacer en esta ocasión y ya el reverendo Miguel Bermúdez Marín estará con nosotros de nuevo para orar por todos ustedes.
Los hijos también de los creyentes, de los cristianos de trece años en adelante que no han recibido a Cristo como su Salvador, pueden hacerlo para que Cristo perdone sus pecados porque ya tienen conocimiento del bien y del mal, por lo tanto tienen conocimiento de sus pecados, los cuales son borrados con la Sangre de Cristo, cuando reciben a Cristo como su Salvador.
Así que, dejo al reverendo Miguel Bermúdez Marín para orar por todos los que levantarán sus manos para recibir a Cristo como su Salvador.
También los que en alguna ocasión estaban en el camino de Cristo y ser apartaron, pueden ser reconciliados también en esta ocasión levantando sus manos para que el reverendo Miguel Bermúdez Marín ore por ustedes también.
Ha sido para mí una bendición y privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, dándoles testimonio de nuestro tema: “DIOS ESTÁ ENTRE SU PUEBLO”. Dios está entre Su pueblo, Cristo está entre Su pueblo, Él está entre nosotros en este tiempo final en Espíritu Santo en Su manifestación de este tiempo final.
Que las bendiciones de Jesucristo, el Ángel del Pacto el cual está entre nosotros, sean sobre todos ustedes y sobre mí también; y nos llene del conocimiento de todo Su Programa, y nos enseñe todas las cosas que deben suceder pronto en este tiempo final, y nos permita comprender que el Ángel del Señor Jesucristo no es Jesucristo, sino que a través de él Jesucristo se manifiesta en este tiempo final como Él lo prometió.
Y Señor, Te ruego llames todos los que faltan en Tu Cuerpo Místico de creyentes, y pronto se complete Su Iglesia, y pronto Señor, Te levantes del Trono del Padre, tomes el Título de Propiedad, lo abras en el Cielo y hagas Tu Obra de Reclamo, y resucites los muertos creyentes en Ti, y nos transformes a nosotros los que vivimos, y nos lleves Contigo a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo, a la Casa de nuestro Padre celestial. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén y amén.
Que Dios les continúe bendiciendo a todos, y con nosotros el reverendo Miguel Bermúdez Marín… Santiago, en La Florida, en la congregación del reverendo Patricio, ¿es en el mismo edificio? En el mismo edificio allá de la congregación del reverendo Patricio, en donde ya mucho de ustedes conocen y han estado.
Así que la próxima actividad de domingo será allá con el reverendo Patricio. Y habrá otras actividades durante la semana, pero en diferentes lugares: Valparaíso y otros lugares así también. Pero la más cercana a ustedes pienso que será la de aquí de La Florida.
Así que Dios les bendiga, oren mucho por mí para que Cristo me dé todo lo que debo hablar el próximo domingo y también durante todas estas actividades de la semana.
Que Dios les bendiga y les guarde a todos.
“DIOS ESTÁ ENTRE SU PUEBLO”.