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El Señor Dios Todopoderoso 2002-11-03 1 Lima Lima PE 00:00:00 false

Muy buenos días, amables amigos y hermanos presentes; es para mí un privilegio y bendición grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final. Reciban también saludos de mi esposa Erica y también de mis niñas América y Yahannah Gabriela.

Para esta ocasión leemos en el libro del Apocalipsis (el último libro de la Biblia), donde nos dice en el capítulo 4, verso 1 en adelante:

Después de esto miré, y he aquí una puerta abierta en el cielo; y la primera voz que oí, como de trompeta, hablando conmigo, dijo: Sube acá, y yo te mostraré las cosas que sucederán después de estas.

Y al instante yo estaba en el Espíritu; y he aquí, un trono establecido en el cielo, y en el trono, uno sentado.

Y el aspecto del que estaba sentado era semejante a piedra de jaspe y de cornalina; y había alrededor del trono un arco iris, semejante en aspecto a la esmeralda.

Y alrededor del trono había veinticuatro tronos; y vi sentados en los tronos a veinticuatro ancianos, vestidos de ropas blancas, con coronas de oro en sus cabezas.

Y del trono salían relámpagos y truenos y voces; y delante del trono ardían siete lámparas de fuego, las cuales son los siete espíritus de Dios.

Y delante del trono había como un mar de vidrio semejante al cristal; y junto al trono, y alrededor del trono, cuatro seres vivientes llenos de ojos delante y detrás.

El primer ser viviente era semejante a un león; el segundo era semejante a un becerro; el tercero tenía rostro como de hombre; y el cuarto era semejante a un águila volando.

Y los cuatro seres vivientes tenían cada uno seis alas, y alrededor y por dentro estaban llenos de ojos; y no cesaban día y noche de decir: Santo, santo, santo es el Señor Dios Todopoderoso, el que era, el que es, y el que ha de venir.”

Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.

Nuestro tema es: “EL SEÑOR DIOS TODOPODEROSO.”

Para la raza humana ha sido un misterio Dios; para la ciencia Dios es un misterio; ya hay muchos científicos que han reconocido que Dios existe, y en eso pues han ido progresando y ese es el comienzo correcto para alcanzar el conocimiento divino: reconocer a Dios, al Dios Todopoderoso.

Toda persona que ve que hay una creación, por consiguiente tiene que descubrir que hay un creador.

Como cuando usted pasa por la ciudad y ve tantos edificios que fueron construidos, pues por consiguiente usted tiene que saber que hubo un arquitecto, que hubo un ingeniero y que hubo un constructor, porque no aparecieron así porque sí, y cuando se habla de la creación, pues se tiene que entender que hay un Creador, el cual diseñó todo y luego lo creó.

¿Dónde estaba toda la Creación? En la mente de Dios, como toda construcción primero está en la mente del arquitecto y del ingeniero, y luego es llevado a cabo todo ese proyecto de construcción.

Ahora, toda la creación antes de ser realizada estaba en la mente de Dios.

Ahora, ¿qué hacía Dios antes de la Creación? Dios existía solo, pero en El estaban todas las cosas que El iba a crear, en Sus pensamientos estaba todo el Programa que El iba a llevar a cabo.

Por lo tanto, cuando nos preguntamos: ¿Qué hacía Dios antes de existir la Creación? Pues estaba Dios pensando, programando, diseñando, todo lo que El iba a crear, por lo tanto Dios no creará nada que El no haya pensado antes de la Creación.

Dios no es como algunos que construyen sin un plano y después piensan: “Pero aquí conviene que le coloquemos esto otro.” No, ya Dios tiene todo programado desde antes de la fundación del mundo, a tal grado que la Primera Venida de Cristo y Su muerte en la Cruz del Calvario no tomó por sorpresa a Dios, ¿saben por qué? La contestación está en Primera de Pedro, capítulo 1, verso 18 en adelante, donde nos muestra cómo nosotros hemos sido rescatados, dice:

Sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata,

sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación,

ya destinado desde antes de la fundación del mundo (desde antes de la fundación del mundo ya Jesucristo estaba destinado para venir a la Tierra y morir en la Cruz del Calvario) pero manifestado en los postreros tiempos por amor de vosotros.”

La Primera Venida de Cristo y Su muerte en la Cruz del Calvario fue por amor a nosotros. Por eso dice la Escritura:

De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” (Nota - San Juan 3:16).

No hay otra forma para evitar la perdición del alma del ser humano, excepto Jesucristo, El es nuestro Salvador. En San Mateo, capítulo 1, verso 21, dice el poderoso Arcángel Gabriel a José... dice, capítulo 1, verso 18 en adelante (para que tengan el cuadro de qué se trata todo esto que allí sucedió). San Mateo, capítulo 1, verso 18 en adelante, dice:

El nacimiento de Jesucristo fue así: Estando desposada María su madre con José, antes que se juntasen, se halló que había concebido del Espíritu Santo.

José su marido, como era justo, y no quería infamarla, quiso dejarla secretamente.

Y pensando él en esto, he aquí un ángel del Señor le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es.

Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.”

Cristo salva a Su pueblo de sus pecados. La paga del pecado es muerte. Por causa del pecado todo ser humano está condenado, sentenciado a dejar de existir eternamente, pero Cristo Jesús es el que nos salva del pecado, y si quita el pecado entonces la sentencia contra el pecado, que es la muerte, pues no puede venir a la persona a la cual Cristo lo ha limpiado de todo pecado con Su Sangre.

¿Ven? Entonces la persona recibe salvación para su alma y Vida eterna para su alma, y la persona ya no tiene que dejar de existir, sino que vivirá eternamente en el Reino de Jesucristo.

Pero los que no reciben a Cristo como su Salvador, pues no son lavados con la Sangre de Cristo de todo pecado y por consiguiente los pecados de estas personas permanecen en ellos y la paga del pecado es la muerte, por lo tanto luego que termine su vida terrenal de esa persona, va a un lugar que es otra dimensión, la quinta dimensión, la cual es llamada también el infierno, donde va esa persona en alma y espíritu a vivir, y esa dimensión es una cárcel, una dimensión de la cual no pueden salir, hasta que llegue el día en que Jesucristo va a juzgar a todos los seres humanos, que no fueron limpios con la Sangre de Cristo, porque no lo recibieron como su Salvador.

Ese juicio se llama el juicio del Trono Blanco donde irán todos los que no recibieron a Cristo como su Salvador, si han muerto serán resucitados nuevamente en cuerpos físicos mortales, serán llevados ante la presencia de Cristo como Juez en el Trono de juicio, serán juzgados, condenados y echados al lago de fuego, que es la segunda muerte, donde serán aniquilados, destruidos, quemados en cuerpo, espíritu y alma.

Cristo dijo: “No teman a los que matan el cuerpo y después no tienen poder para matar el alma (no pueden hacer nada más), yo les enseñaré a quien deben temer: temed a aquel que puede matar el cuerpo y el alma en el infierno.” O sea, que los puede destruir, puede destruir no solamente el cuerpo físico sino el espíritu de la persona y también el alma de la persona, y en el lago de fuego es que vendrá la destrucción del cuerpo, del espíritu y del alma de todos los que no recibieron a Cristo como su Salvador.

Por eso Cristo predicando o hablando a Sus discípulos luego de haber resucitado, dijo en San Marcos, capítulo 16, versos 15 al 16:

Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.

El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”

Esas son las palabras de nuestro amado Señor Jesucristo luego que El resucitó; por lo tanto todo ser humano tiene ante sí: la vida y la muerte.

El que no esté interesado en vivir eternamente, pues no tiene que creer en nuestro amado Señor Jesucristo y no tiene que ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, pero el que quiera vivir eternamente en el Reino de Cristo con un cuerpo eterno y glorificado como el cuerpo glorificado de Jesucristo, necesita ser lavado de todo pecado, necesita que sus pecados sean quitados, y por consiguiente necesita a Jesucristo que lo limpie con Su Sangre preciosa, porque lo único que puede quitar el pecado del ser humano es la Sangre de Jesucristo, por eso todo ser humano necesita a Jesucristo para que lo limpie con Su Sangre preciosa, porque El... El salvará a Su pueblo de sus pecados, le quitará los pecados a todo ser humano que lo recibe como su Salvador.

Por eso, el que creyere y fuere bautizado, será salvo; el que no creyere será condenado, y por consiguiente será echado al lago de fuego donde dejará de existir en cuerpo, espíritu y alma; y lo más importante del ser humano es su alma. El ser humano es alma viviente, eso es lo que en realidad es la persona, pero tiene dos casas: su casa física que es el cuerpo físico y su casa espiritual que es otro cuerpo de otra dimensión, un cuerpo parecido a nuestro cuerpo pero de otra dimensión llamado el espíritu de la persona.

Y ahora, toda persona necesita a Cristo para que así Cristo produzca en la persona el nuevo nacimiento.

Cuando hemos nacido en este planeta Tierra a través de nuestros padres terrenales, hemos nacido en una raza caída, por consiguiente hemos nacido en una raza que no tiene Vida eterna, sino que lo que tiene es una vida temporal, y por eso tiene un cuerpo temporal, un cuerpo corruptible, mortal que solamente dura una cantidad de tiempo.

En los tiempos de Adán, de Set y también hasta Noé, las personas vivían cientos de años; uno de ellos vivió 969 años y fue Matusalén. Pero ya la raza humana ha ido decayendo a tal grado que ya cuando una persona llega a 100 años, los demás dicen que es como Matusalén o es un Matusalén, porque es raro que las personas lleguen a 100 años, algunas llegan y eso es un éxito para esa persona; porque el tiempo normal señalado para el ser humano es 70 años y a los más fuertes 80 años, por lo tanto los que llegan a 100 años son super fuertes aquí en la Tierra, pero con todo y eso mueren; como también Matusalén, aunque llegó a *969 años, también murió.

Desde la caída del ser humano en el Huerto del Edén, el ser humano vino a ser mortal, por consiguiente el ser humano en vez de subir a un nivel más alto y ser glorificado su cuerpo y vivir eternamente, cayó de la condición de Vida eterna y vino a ser mortal por causa del pecado.

Dios había dicho a Adán que no comiera del árbol de ciencia del bien y del mal, porque el día que comiera ese día moriría, ese día sería mortal.

Por lo tanto, después de pecar Adán, solamente pudo vivir unos 900 y algo de años, lo cual para un ser mortal es bastante, unos 930 años, los quisiera vivir cualquier ser humano de este tiempo, pero aún aunque sean tantos, con todo y eso tiene que morir, porque la raza humana a causa de la caída en el Huerto del Edén vino a ser mortal.

¿Y cómo puede salir el ser humano de esta condición de mortal? Por medio del primer Adán entró la muerte, por lo tanto necesitamos un Segundo Adán que traiga, coloque en medio de la raza humana la Vida eterna, y esa persona es Cristo nuestro Salvador.

Y así como en Adán todos mueren, todos son mortales por medio del nacimiento natural que obtenemos a través de nuestros padres, donde obtenemos un cuerpo mortal, corruptible y temporal, y un espíritu del mundo, de la quinta dimensión, y todo eso en la permisiva voluntad de Dios.

El cuerpo que tenemos (físico) es en la permisiva voluntad de Dios, y el espíritu del mundo que recibimos es en la permisiva voluntad de Dios.

En la perfecta voluntad de Dios está el que tengamos un espíritu del Cielo, celestial, un cuerpo espiritual, celestial angelical, como el cuerpo celestial angelical de Jesucristo en el Antiguo Testamento, llamado el Ángel de Jehová.

El Ángel de Jehová del Antiguo Testamento que le habló a Adán, a Noé, a Abraham, a Moisés y a todos los Profetas del Antiguo Testamento y que libertó al pueblo hebreo de la esclavitud en Egipto, ese Ángel de Jehová es Jesucristo en Su cuerpo angelical. Por eso en San Juan, capítulo 8, verso 56 en adelante, Cristo dice a los judíos:

Abraham vuestro padre se gozó de que había de ver mi día; y lo vio, y se gozó.

Entonces le dijeron los judíos: Aún no tienes cincuenta años, ¿y has visto a Abraham?

Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuese, yo soy.”

Y cuando dice esta verdad tan grande (porque Cristo es nada menos que el Ángel de Jehová del Antiguo Testamento), cuando dice esta verdad tan grande trataron de apedrearlo.

Siempre que un hombre dice una verdad grande que no era conocida por los seres humanos, las personas piensan que es un loco que no puede ser así, y vean, tratan de matarlo.

Cuando se proclamó que el mundo era redondo, pues al que lo proclamó lo trataron de loco, de hereje, y así por el estilo, y que el mundo se movía, el Planeta Tierra.

Siempre que es traída a la luz una verdad que nadie había comprendido antes, los que no la habían comprendido, piensan: “Es que no puede ser así porque nosotros no lo entendemos así.” Y porque no lo entienden así, entonces tratan de destruir al que trae la revelación de cómo son las cosas.

Ahora, nuestro amado Señor Jesucristo siendo el Ángel de Jehová, el Ángel del Pacto - Recuerden que El es el mismo que le apareció a Moisés en aquella llama de fuego, en un árbol, en una zarza, y la zarza (el árbol) no se consumía, y Moisés fue para ver por qué causa no se quemaba aquel árbol cuando estaba encendido en fuego, lo cual tenía que suceder, porque cuando un árbol se enciende en fuego se quema, cuando una casa de madera se enciende en fuego se quema, y así por el estilo.

Y ahora, este árbol que Moisés estaba viendo encendido en fuego no se quemaba, por lo tanto era una gran visión. En el Éxodo, capítulo 3 verso 1 en adelante, dice:

Apacentando Moisés las ovejas de Jetro su suegro, sacerdote de Madián, llevó las ovejas a través del desierto, y llegó hasta Horeb, monte de Dios.

Y se le apareció el Ángel de Jehová en una llama de fuego en medio de una zarza (¿quién se le apareció? El Ángel de Jehová); y él miró, y vio que la zarza ardía en fuego, y la zarza no se consumía.

Entonces Moisés dijo: Iré yo ahora y veré esta grande visión, por qué causa la zarza no se quema.

Viendo Jehová que él iba a ver, lo llamó Dios de en medio de la zarza, y dijo: ¡Moisés, Moisés! Y él respondió: Heme aquí.

Y dijo: No te acerques; quita tu calzado de tus pies, porque el lugar en que tú estás, tierra santa es.

Y dijo: Yo soy el Dios de tu padre, Dios de Abraham, Dios de Isaac, y Dios de Jacob. Entonces Moisés cubrió su rostro, porque tuvo miedo de mirar a Dios.”

Y ahora, el Ángel de Jehová le dice a Moisés: “Yo Soy el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob.” También le dijo: “Yo Soy el Dios de tu Padre,” el Dios de Amran que era el padre de Moisés.

Y ahora, el Ángel de Jehová es: Dios.

¿Y cómo podemos entender que un Ángel sea Dios? El Ángel de Jehová es el cuerpo angelical de Dios que es Jesucristo en Su cuerpo angelical.

En el Éxodo, capítulo 23, verso 20 en adelante, dice Dios, capítulo 23, verso 20 al 23 dice en el Éxodo:

He aquí yo envío mi Angel delante de ti para que te guarde en el camino, y te introduzca en el lugar que yo he preparado.

Guárdate delante de él, y oye su voz; no le seas rebelde; porque él no perdonará vuestra rebelión, porque mi nombre está en él.”

¿Dónde está el Nombre de Dios? En Su Ángel, el Ángel de Jehová.

Pero si en verdad oyeres su voz e hicieres todo lo que yo te dijere, seré enemigo de tus enemigos, y afligiré a los que te afligieren.

Porque mi Ángel irá delante de ti.”

Ahora, encontramos que Dios estaba en Su Ángel, que es Su cuerpo angelical, que es Cristo en Su cuerpo angelical, y por medio de Su Ángel Dios hablaba; y por medio de Su Ángel Dios libertó al pueblo hebreo utilizando al Profeta Moisés, Dios por medio de Su Ángel se manifestó a Moisés y a través de Moisés y libertó al pueblo hebreo.

Ahora, en San Juan nos habla y en Malaquías nos habla claramente Dios de este misterio, en Malaquías, capítulo 3, verso 1 al 2, dice:

He aquí, yo envío mi mensajero, el cual preparará el camino delante de mí.”

Esta es la profecía de la Primera Venida de Cristo, en donde Dios enviaría un Profeta que le prepararía el camino al Mesías; y ese Mensajero del cual habla aquí: “He aquí, yo envío mi mensajero, el cual preparará el camino delante de mí,” fue Juan el Bautista.

También en Isaías, capítulo 40, verso 3 en adelante nos habla de una Voz clamando en el desierto: “Preparad el camino del Señor;” ese fue también Juan el Bautista, que apareció predicando y bautizando las personas, que arrepentidas venían buscando la bendición y Misericordia de Dios.

Y luego de ese Profeta precursor de la Primera Venida de Cristo ¿quién vendría?:

Y vendrá súbitamente a su templo el Señor a quien vosotros buscáis, y el ángel del pacto, a quien deseáis vosotros. He aquí viene, ha dicho Jehová de los ejércitos.”

Y ahora, ¿quién vendría? El Señor, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Ángel del Pacto.

Y ahora, el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová que le aparecía a todos los Profetas del Antiguo Testamento, comenzando desde Adán, vendría en medio del pueblo hebreo; y en la forma que vendría sería en carne humana, por lo cual tenía que nacer el cuerpo de carne en el cual vendría Dios, el Ángel de Jehová manifestado en toda Su plenitud, visitando la raza humana, para llevar a cabo la salvación de todos los hijos de Dios.

Y ahora, el Profeta Isaías había dicho la forma en que vendría. En Isaías, capítulo 7, verso 14, dice:

Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel.” Emanuel significa: “Dios con nosotros.”

Dios vendría en medio de la raza humana en la forma de un hombre, de un Profeta, por lo tanto tenía que nacer el cuerpo en el cual Dios estaría manifestado en toda Su plenitud, y nacería en Belén de Judea a través de una virgen descendiente del rey David, lo cual se cumplió con el nacimiento de Jesús a través de la virgen María en Belén de Judea.

Ahora, ¿cuál es el misterio en Jesucristo el cual es Emanuel que significa: “Dios con nosotros”? El misterio de Dios en Cristo es el misterio de Dios descendiendo en medio de la raza humana e inyectándose en la raza humana como un hombre llamado Jesús.

Ahora, en San Juan, capítulo 1, verso 1 en adelante, dice:

En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.”

El Verbo, la Palabra es el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, el cuerpo angelical de Dios.

Este era en el principio con Dios.

Todas las cosas por él fueron hechas.”

Y ahora, todas las cosas que Dios creó, ¿por medio de quién las creó? Por medio del Verbo, por medio del Ángel de Jehová que es Jesucristo en Su cuerpo angelical:

Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.

En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.

La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella.

Hubo un hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan (o sea, Juan el Bautista).

Este vino por testimonio, para que diese testimonio de la luz, a fin de que todos creyesen por él.

No era él la luz (o sea, Juan el Bautista no era la luz), sino para que diese testimonio de la luz.

Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo.

En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció.

A lo suyo vino (o sea, al pueblo hebreo), y los suyos no le recibieron.

Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios;

los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.”

Por medio de creer en Cristo como nuestro Salvador, lavar nuestros pecados en la Sangre de Cristo, ser bautizados en agua en Su Nombre y recibir Su Espíritu Santo, obtenemos el nuevo nacimiento del cual Cristo le habló a Nicodemo cuando le dijo: “De cierto, de cierto te digo que el que no nazca de nuevo no puede ver el Reino de Dios (o sea, no lo puede entender),” y luego Nicodemo le dice: “Cómo puede hacerse esto (le pregunta), ¿puede a caso el hombre ya siendo viejo entrar en el vientre de su madre y nacer de nuevo?” Cristo le dice: “De cierto, de cierto te digo que el que no nazca del agua y del espíritu no puede entrar en el Reino de Dios.”

Y toda persona desea entrar al Reino de Dios para poder vivir eternamente, porque en el Reino de Dios es donde único hay Vida eterna.

Y ahora, Cristo muestra que se requiere nacer de nuevo para entrar al Reino de Dios, no es un asunto de que la persona diga: “Pero es que yo soy muy buena, yo no le hago mal a nadie, yo ayudo a todo el mundo.” Eso es correcto. Todo eso debe hacerlo, no solamente usted sino toda persona, pero con eso no le sirve, no le basta para entrar al Reino de Dios, Cristo dijo: “Es necesario nacer de nuevo, nacer del agua y del espíritu.”

Este nuevo nacimiento solamente se obtiene por medio de creer en Jesucristo como nuestro Salvador, recibiéndolo como nuestro Salvador, arrepentidos de nuestros pecados y siendo lavados con la Sangre de Cristo de todo pecado, y siendo bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo y recibiendo el Espíritu Santo, y así hemos obtenido el nuevo nacimiento, hemos nacido del agua y del Espíritu:

El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”

Todo esto está dentro del programa del nuevo nacimiento para el ser humano. En San Juan, capítulo 3, verso 1 al 6 fue que Cristo estuvo hablando con Nicodemo, y luego le dice: “No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo.”

Un nuevo nacimiento, porque nuestro nacimiento natural que hemos obtenido aquí en la Tierra a través de nuestros padres terrenales nos colocó en una raza caída sin Vida eterna, pero por medio del nuevo nacimiento el Segundo Adán, Cristo nos coloca en una nueva raza, una nueva creación que El está realizando con Vida eterna, y al nacer de nuevo obtenemos un cuerpo espiritual, teofánico angelical como el cuerpo angelical de nuestro amado Señor Jesucristo.

Antes de Jesucristo tener Su cuerpo de carne, tenía Su cuerpo angelical, y antes de cada hijo e hija de Dios tener su cuerpo físico, glorificado eterno, tiene que obtener primero su cuerpo espiritual teofánico igual al cuerpo angelical teofánico de Cristo, y el cuerpo angelical teofánico de Cristo es llamado (en el Antiguo Testamento) el Ángel de Jehová, y el cuerpo angelical que nosotros recibimos al nacer de nuevo es llamado: “el Ángel de Jehová que acampa en derredor de los que le temen, y los defiende”.

Cada creyente en Cristo nacido de nuevo tiene un Ángel, ese es su cuerpo espiritual, angelical, teofánico, ese es el espíritu angelical teofánico que le es dado a todo creyente en Cristo.

Por eso cuando un creyente en Cristo muere físicamente, su cuerpo físico muere, va al Paraíso a vivir con y en el cuerpo angelical que tiene, que es un cuerpo de la sexta dimensión, y la sexta dimensión es el Paraíso; y espera allí en esa dimensión, donde no hay ningún problema, donde todo es felicidad, amor y paz y donde todos son jóvenes, porque en el cuerpo angelical los hijos e hijas de Dios permanecen jóvenes para toda la eternidad. Lo único que se nos pone viejo es el cuerpo físico de carne, el cual pues deseamos cambiar por uno que no se ponga viejo.

Todo ser humano cuando llega a los 50 ó 60 años desea volver a tener 18 ó 21 años de edad ¿por qué? Porque desea vivir eternamente, nadie se quiere morir.

Hay personas que dicen: “Me quisiera morir.” Pues mire lo único que tendría que hacer es aguantar la respiración y no respirar más y ahí se muere, pero nadie se quiere morir, y el mismo cuerpo de la persona exige vida, por eso le da hambre para que usted le dé comida para poder seguir viviendo. Y el alma suya exige, reclama vida, por eso su alma tiene esos pensamientos que se los pasa al consciente suyo acerca de que quiere vivir eternamente, y desea encontrar la Vida eterna.

Cuando la persona está tranquila en su hogar, ya sea sentada o acostada en su cama, le vienen esos pensamientos acá, eso es el pensamiento del alma pasando al consciente de la persona, y la persona piensa: “No es posible que yo haya venido a la Tierra para vivir una temporada y después dejar de existir,” enseguida se da cuenta ahí la persona que en su alma sabe que hay Vida eterna y que hay una forma de Vida eterna, y sabe enseguida que si hay una creación hay un Creador, y que ese Creador es eterno, es el Dios Todopoderoso, y ese es el único que lo puede hacer a usted vivir eternamente.

No es posible que usted haya venido a la Tierra para vivir una temporada y dejar de existir. No, después de esta vida terrenal y después que usted termina sus días aquí en la Tierra, hay vida todavía, usted sigue viviendo; pero ya usted escogió estando en el cuerpo físico, usted escogió dónde quiere ir a vivir.

Los que no escogieron a Cristo, pues por consiguiente escogieron vivir en el infierno, que es la quinta dimensión, y van a vivir allá el alma de la persona con el cuerpo espiritual, que es un cuerpo parecido al cuerpo que tenemos acá en la Tierra, allí permanecerá hasta que Dios los resucite para ir al juicio final, y ser condenados por incrédulos, por no creer en nuestro amado Señor Jesucristo.

El que en El cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado.” Dice el capítulo 3 de San Juan, verso *18.

Y ahora, el que escogió a Cristo y clamó a Cristo: “¡Señor, sálvame que perezco!” como Pedro clamó en el mar embravecido: “¡Señor, sálvame que perezco!”

Así se encuentra todo ser humano cuando viene a la Tierra, están en un mundo de tinieblas y sombra de muerte, pero es aquí donde se decide a dónde usted va a ir: si va a ir al Paraíso o si va a ir al infierno; y por cuanto la persona tiene libre albedrío, la persona es la que: o se deja hundir o le dice a Cristo: “¡Señor, sálvame que perezco!” como le dijo Pedro a Jesús, y Cristo extendió Su mano de Misericordia y lo sacó de las aguas embravecidas, y vino a ser un poderoso Apóstol del Señor Jesucristo.

Cristo cuando salva al ser humano, después esa persona viene a ser un servidor de Cristo y viene a recibir grandes bendiciones de Jesucristo y viene a trabajar a la Obra del Señor Jesucristo, viene a ser una persona importante en el Reino de Cristo, porque Jesucristo con Su Sangre nos ha limpiado de todo pecado y nos ha hecho para nuestro Dios Reyes y Sacerdotes. ¿Ven? las personas importantes que son hechas los que reciben a Cristo como su Salvador, son hechas Reyes y Sacerdotes; y reinaremos con Cristo por el milenio y por toda la eternidad, pues el Reino de Cristo es el que permanecerá para toda la eternidad.

Ahora, hemos visto la importancia de recibir a Cristo como nuestro Salvador, arrepentido de nuestros pecados y lavar nuestros pecados en la Sangre de Cristo, y ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo ha prometido darle el bautismo del Espíritu Santo a los que así hagan, y así la persona obtiene el nuevo nacimiento y obtiene un espíritu teofánico angelical de la sexta dimensión, del Paraíso, que es la sexta dimensión, y así ha asegurado su futuro.

Las personas compran seguros de diferentes cosas: seguros para las neveras, seguros para la lavadora, seguros para el automóvil, seguros para el hogar, pero se les olvida comprar o conseguir el seguro más importante, que es el seguro del alma, y el seguro del alma solamente uno es el que lo tiene para usted: nuestro amado Señor Jesucristo, y no le cobra ni un centavo, El ya lo pagó.

¿Y cuánto le costó a Jesucristo el seguro para nuestra alma? Le costó Su propia vida, le costó morir en la Cruz del Calvario y derramar Su Sangre por todos nosotros, es el seguro más caro, sin embargo El lo otorga a nosotros gratuitamente cuando nosotros lo recibimos a El como nuestro Salvador, nadie más nos podía salvar, solamente Jesucristo, por eso El vino a la Tierra.

Ahora, veamos a Cristo siendo profetizado aquí en Isaías, capítulo 40, dice, capítulo 40, verso 3 en adelante, dice:

Voz que clama en el desierto: Preparad camino a Jehová.”

¿A quién le tenía preparado el camino? A Jehová.

...enderezad calzada en la soledad a nuestro Dios.

Todo valle sea alzado, y bájese todo monte y collado; y lo torcido se enderece, y lo áspero se allane.

Y se manifestará la gloria de Jehová, y toda carne juntamente la verá; porque la boca de Jehová ha hablado.”

Y ahora, éste clamando en el desierto, esta voz clamando en el desierto fue Juan el Bautista, en Juan el Bautista se cumplió esta profecía, es él el precursor de la Primera Venida de Cristo.

Y luego se manifestará la gloria de Jehová, y toda carne juntamente la verá.”

Luego de Juan el Bautista la gloria de Dios fue manifestada en carne humana en Jesucristo nuestro Salvador, allí estaba la gloria de Dios siendo manifestada en el cumplimiento de la Primera Venida de Cristo.

Y ahora, en Cristo, dice San pablo que estaba la plenitud de la Divinidad, manifestada la plenitud de la Divinidad corporalmente, o sea, en un cuerpo de carne. Colosenses, capítulo 1, verso 12 en adelante, dice:

Con gozo dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz.”

Vean, los santos en luz, que son los hijos e hijas de Dios tienen une herencia, somos herederos de Dios y coherederos con Cristo Jesús Señor nuestro, somos herederos a y de la Vida eterna, y de todas las cosas eternas del Reino de Dios.

El cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo.”

Nos ha librado de la potestad de las tinieblas como libró al pueblo hebreo del poder, de la potestad del faraón y su reino, ahora Cristo nos ha librado de la potestad de las tinieblas, de la potestad del diablo y del reino del diablo, que es el reino de las tinieblas.

Así como sacó al pueblo hebreo de la esclavitud en Egipto, ha sacado a los hijos e hijas de Dios de la esclavitud en y del reino de las tinieblas, del reino del diablo, y nos ha colocado ¿dónde? En Su Reino, el Reino de Jesucristo, el Hijo de Dios, ahí es donde Dios nos ha colocado.

En quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados.”

¿Vean? La Redención es por medio de la Sangre de Cristo y el perdón de los pecados. Todo esto lo obtenemos en Jesucristo.

El es la imagen del Dios invisible...”

¿Ven que Cristo es la imagen del Dios invisible?, Jesucristo en Su cuerpo angelical es la imagen del Dios invisible; y Jesucristo en Su cuerpo de carne es la semejanza física del Dios invisible, del Dios Todopoderoso.

...el primogénito de toda creación.

Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él.”

Dios creó los Cielos y la Tierra. “En el principio creó Dios los Cielos y la Tierra,” dice Génesis capítulo 1, verso 1. ¿Y cómo lo hizo Dios? Por medio de Jesucristo, por medio de Jesucristo en Su cuerpo angelical Dios en y a través de Cristo creó todas las cosas. Dice:

Todo fue creado por medio de él y para él.” Porque Cristo es el Verbo que era con Dios y era Dios, Dios en el Verbo, en el cuerpo angelical de Cristo.

Y todo fue creado por medio ¿de quién? De El, de Jesucristo ¿y para quién? Para El, para Jesucristo. El es el Dueño y heredero de toda la creación; ninguna otra persona tiene nada, solamente Jesucristo. El Hombre más rico, el Dueño, el heredero de toda la Creación, vean la forma sencilla que vino en Su Primera Venida, una forma humilde.

Y él es antes de todas las cosas.”

Y ahora, vean ustedes: “Y él es antes de todas las cosas...” El es antes de toda la creación, porque toda la Creación por medio de El fue llevada a cabo.

Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten;

y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, él que es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia;

por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda plenitud,

y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz.

Y a vosotros también, que erais en otro tiempo extraños y enemigos en vuestra mente, haciendo malas obras, ahora os ha reconciliado

en su cuerpo de carne, por medio de la muerte, para presentaros santos y sin mancha e irreprensibles delante de él.”

Y ahora, la reconciliación del ser humano con Dios, vean quién es el que la ha realizado: es Jesucristo nuestro Salvador. En el capítulo 2, verso 9 de Colosenses, dice San Pablo:

Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad.”

Toda la plenitud de la deidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo habita en Jesucristo nuestro Salvador, por eso cuando Felipe le dice: “Muéstranos al Padre y nos basta.” Eso está en el capítulo 14 de San Juan, vamos aquí a leerlo, capítulo 14, verso 6 en adelante, dice:

Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí (no busque otro camino para ir a Dios, solamente Jesucristo).

Si me conocieseis, también a mi Padre conoceríais; y desde ahora le conocéis, y le habéis visto.

Felipe le dijo: Señor, muéstranos el Padre, y nos basta.

Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos el Padre?

¿No crees que yo soy en el Padre, y el Padre en mí? Las palabras que yo os hablo, no las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre que mora en mí, él hace las obras.

Creedme que yo soy en el Padre, y el Padre en mí; de otra manera, creedme por las mismas obras ”

Y ahora, ¿dónde estaba el Padre? En Jesús habitando en El en toda Su plenitud, la plenitud de la deidad estaba en Jesús, está y estará por toda la eternidad, la plenitud de la deidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo en Jesús nuestro Salvador.

Ahora, en San Juan estábamos leyendo hasta donde decía:

A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron.

Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios.”

O sea, obtienen el nuevo nacimiento, nacen como hijos de Dios en el Cuerpo Místico de Cristo.

Los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.”

Esto es por medio de creer en Cristo como nuestro Salvador, lavar nuestros pecados en Su Sangre, ser bautizados en agua en Su Nombre, y recibir Su Espíritu Santo, y obtener así el nuevo nacimiento, y obtener el cuerpo angelical teofánico.

Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.” Capítulo 1, verso 14 de San Juan.

El Verbo que era con Dios y era Dios y creó todas las cosas, se hizo carne, se hizo hombre y habitó en medio de la raza humana, allá en medio del pueblo hebreo, fue conocido por el Nombre de Jesús, el Verbo que era con Dios y era Dios y creó todas las cosas ahora estaba en la forma de un hombre llamado Jesús, en el cual estaba el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, todo estaba en Jesús, por eso El decía: “El Padre que mora en mí.” Y por eso El decía: “El Padre y yo una cosa somos.”

Ahora, este misterio de Dios en Cristo es el misterio de la Divinidad. Nos dice San Pablo en Primera de Timoteo, capítulo 3, verso 16:

E indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad:

Dios fue manifestado en carne,

Justificado en el Espíritu,

Visto de los ángeles,

Predicado a los gentiles,

Creído en el mundo,

Recibido arriba en gloria.”

Dios estaba en medio de la raza humana en carne humana en el cuerpo de Jesús, allí estaba en toda Su plenitud. Por eso las palabras de San Juan, capítulo 1, verso 18 fueron habladas para que todos podamos comprender el misterio de Dios en Cristo, y podemos ver a Dios en Cristo. Dice capítulo 1, verso 18 de San Juan:

A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer.”

Y ahora, San Juan nos dice que a Dios nadie le vio jamás; y cuando Abraham vio a Dios en diferentes ocasiones, y cuando le apareció como Melquisedec, y cuando le apareció como Elohim; y Jacob, cuando se encontró con el Ángel de Jehová con el cual luchó, lo agarró bien y no lo soltó, y el Ángel le decía: “Suéltame que ya está amaneciendo y tengo que irme.” Jacob decía: “No te soltaré hasta que me bendigas.” Y entonces el Ángel le pregunta: “¿Cuál es tu nombre?” Jacob le dice: “Me llamo Jacob.” El Ángel le dice: “No se dirá más tu nombre Jacob, sino Israel; porque has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido.” Y así bendijo a Jacob y Jacob entonces lo soltó, y el Ángel se fue.

Y vean lo que dice Jacob acerca de este encuentro que tuvo con el Ángel de Jehová, dice el capítulo 32, verso 24 en adelante, dice:

Así se quedó Jacob solo; y luchó con él un varón hasta que rayaba el alba.

Y cuando el varón vio que no podía con él, tocó en el sitio del encaje de su muslo , y se descoyuntó el muslo de Jacob mientras con él luchaba.

Y dijo: Déjame, porque raya el alba. Y Jacob le respondió: No te dejaré, si no me bendices.

Y el varón le dijo: ¿Cuál es tu nombre? Y él respondió: Jacob.

Y el varón le dijo: No se dirá más tu nombre Jacob, sino Israel; porque has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido.

Entonces Jacob le preguntó, y dijo: Declárame ahora tu nombre. Y el varón respondió: ¿Por qué me preguntas por mi nombre? Y lo bendijo allí.

Y llamó Jacob el nombre de aquel lugar, Peniel; porque dijo: Vi a Dios cara a cara, y fue librada mi alma.”

Y luego leímos en San Juan que dice que nadie jamás ha visto a Dios. También el caso del padre y madre de Sansón, los cuales en el libro de los Jueces, en el capítulo 13 hablan acerca de la experiencia que tuvieron con el Ángel de Jehová, dice... vamos a leer aquí, capitulo 13, verso 16 en adelante, dice:

Y el ángel de Jehová respondió a Manoa: Aunque me detengas, no comeré de tu pan; mas si quieres hacer holocausto, ofrécelo a Jehová. Y no sabía Manoa que aquél fuese ángel de Jehová.

Entonces dijo Manoa al ángel de Jehová: ¿Cuál es tu nombre, para que cuando se cumpla tu palabra te honremos?

Y el ángel de Jehová respondió: ¿Por qué preguntas por mi nombre, que es admirable?

Y Manoa tomó un cabrito y una ofrenda, y los ofreció sobre una peña a Jehová; y el ángel hizo milagro ante los ojos de Manoa y de su mujer.

Porque aconteció que cuando la llama subía del altar hacia el cielo, el ángel de Jehová subió en la llama del altar ante los ojos de Manoa y de su mujer, los cuales se postraron en tierra.

Y el ángel de Jehová no volvió a aparecer a Manoa ni a su mujer. Entonces conoció Manoa que era el ángel de Jehová.

Y dijo Manoa a su mujer: Ciertamente moriremos, porque a Dios hemos visto.”

Dios había dicho a Moisés: “No podrás ver mi rostro porque no me verá hombre y vivirá.” Y le dijo: “Tú vas a estar en una hendidura de la peña, yo voy a pasar frente a ti, y estaré proclamando el Nombre de Jehová, y luego quitaré mi mano de sobre ti y entonces verás mi espalda.” Vería la espalda del Ángel de Jehová, de un hombre. El Ángel de Jehová es un hombre de otra dimensión.

Y a través del Ángel de Jehová, de ese hombre de otra dimensión, el cual es Cristo en Su cuerpo angelical, a través de ese hombre: Jesucristo en Su cuerpo angelical, Dios creó todas las cosas, porque así como Dios estaba en Cristo en Su cuerpo de carne, Dios estaba en Cristo en Su cuerpo angelical antes de tener el cuerpo de carne.

Y ahora, nadie jamás ha visto a Dios.

¿Y por qué estos Profetas hablan de que vieron a Dios? Vieron a Dios pero no vieron a Dios. ¿Y cómo se puede entender esto? Lo que vieron fue el cuerpo angelical de Dios, pero a Dios nadie le vio jamás, Dios estaba dentro de ese cuerpo angelical.

Y luego, cuando Dios se creó en el vientre de María un cuerpo de carne, creando una célula de sangre, una célula de vida, la cual se multiplicó célula sobre célula y formó el cuerpo de Jesús, el cual nació en Belén de Judea, y en el cual habitó Dios en toda Su plenitud; los que vieron a Jesucristo, estaban viendo a Dios, pero no estaban viendo a Dios. ¿Cómo se puede entender esto? Estaban viendo el cuerpo de carne de Dios donde Dios estaba habitando, pero el que estaba dentro de ese cuerpo de carne no lo podían ver: al Padre.

Dios creó al ser humano a su imagen y a Su semejanza, por lo tanto nosotros nos estamos viendo aquí, pero también tenemos que comprender que no estamos viéndonos. ¿Y cómo podemos entender esto? Lo que estamos viéndonos nosotros es el cuerpo de carne en el cual nosotros vivimos, pero usted es alma viviente, y yo soy alma viviente, y yo no veo el alma suya ni usted ve el alma mía, solamente usted ve mi cuerpo físico de carne de esta dimensión terrenal, ni siquiera ve mi espíritu ni tampoco yo veo su espíritu, que es un cuerpo de otra dimensión.

Ahora, vean ustedes, usted es revelado, manifestado aquí en la Tierra en este cuerpo de carne, y esa es la forma en que usted es manifestado para cumplir el propósito divino por el cual Dios lo envió a vivir a este planeta Tierra.

Y el propósito divino es que usted reciba a Cristo como su Salvador, lave sus pecados en la Sangre de Cristo, sea bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y reciba el Espíritu Santo y obtenga el nuevo nacimiento, para que así entre al Reino de Dios; de otra forma no puede entrar al Reino de Dios.

El que no nazca de nuevo del agua y del Espíritu, no puede entrar al Reino de Dios. Por lo tanto el propósito divino para el cual usted ha venido a la Tierra es para entrar al Reino de Dios; y hay un Programa establecido por Dios para que usted entre al Reino de Dios.

No puede hacerlo en otra forma, el que no nazca del agua y del Espíritu no puede entrar al Reino de Dios, no busque otra forma para entrar al Reino de Dios, tome la que ya Cristo estableció.

El que creyere y fuere bautizado será salvo, mas el que no creyere será condenado. Por lo tanto, recibiendo a Cristo como nuestro Salvador, lavando nuestros pecados en Su Sangre, y siendo bautizados en agua en Su Nombre, recibiremos el Espíritu Santo y obtendremos el nuevo nacimiento, y así es como nacemos en el Reino de Cristo.

Entramos al Reino de Cristo por medio del nuevo nacimiento, así como entramos a esta raza terrenal humana caída, entramos por medio de un nacimiento, por medio de nacer a través de nuestros padres terrenales.

Ahora, hemos visto que el misterio de Dios está revelado en Jesucristo, así como el misterio suyo está revelado en ese cuerpo de carne que usted tiene; por lo tanto, así como usted es alma, espíritu y cuerpo, Dios en Jesucristo es alma, espíritu y cuerpo, la plenitud de la Divinidad manifestada corporalmente en un cuerpo de carne en la persona de Jesucristo nuestro amado Salvador.

El Padre: Dios, el alma eterna viviente, el Dios Todopoderoso.

El cuerpo angelical de Jesucristo: La imagen del Dios Viviente.

El cuerpo físico de Jesucristo: La semejanza física del Dios Viviente.

En Jesucristo tenemos a Dios revelado al ser humano, tenemos en Jesucristo a Dios manifestado en cuerpo, espíritu y alma.

Así como cada uno de ustedes y yo también estamos revelados, manifestados en esta Tierra en cuerpo, espíritu y alma.

El ser humano fue hecho, creado por Dios a imagen y semejanza de Dios; si el ser humano tiene cuerpo, espíritu y alma, pues Dios tiene cuerpo, espíritu y alma.

El cuerpo físico de Dios, el cuerpo de Jesucristo (físico) el cual ya está glorificado; el cuerpo espiritual de Dios, el espíritu de Dios llamado el Ángel de Jehová es el cuerpo angelical de Jesucristo, Cristo en Su cuerpo angelical, que es la imagen del Dios Viviente. La imagen de Dios es ese cuerpo angelical, como la imagen suya es el espíritu, ese cuerpo angelical que cada uno de nosotros tenemos; y la semejanza física de Dios es el cuerpo físico de Jesucristo, el cual ya está glorificado, como la semejanza física nuestra es nuestro cuerpo físico.

Pero lo más grande es el alma. Por eso lo más grande que usted tiene es su alma, por eso todo ser humano debe prestar más atención a las cosas del alma que a las cosas del cuerpo físico.

Las cosas del cuerpo físico son temporales, y gastamos más dinero en las cosas para el cuerpo físico que son cosas temporales, que las cosas que son para nuestra alma.

¿De qué le vale al hombre si ganare todo el mundo y pierde su alma? Dijo Cristo en San Mateo, capítulo 16, versos 26 al 28:

Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?

Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras.”

Así que cada persona luego responderá a Dios, a Cristo.

Ahora, ¿de qué le vale al ser humano vivir en esta Tierra y perder su alma? No le valió de nada vivir en esta Tierra, vino a la Tierra para un propósito divino, y no lo comprendió o no quiso aceptar el propósito divino y prefirió vivir para la carne, vivir para las cosas del cuerpo físico.

Y el que siembra para la carne, de la carne segará corrupción; el que siembra para el espíritu, del espíritu cosechará, segará Vida eterna.

Por lo tanto, las cosas espirituales son las primeras para el ser humano, aunque algunos no lo han querido reconocer. Pero lo más importante es nuestra alma, eso es lo más grande que usted tiene; puede usted tener propiedades, casas, automóviles y mucho dinero en el banco, pero eso no es grande, lo grande es el alma que usted tiene.

Jesucristo vino a salvar el alma del ser humano; el cuerpo físico muere, pero Cristo le dará un nuevo cuerpo glorificado y eterno, lo que El salva es el alma de la persona.

Ahora, está escrito: “Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.” (Nota - San Lucas, capítulo 19, verso10)

Todo ser humano que aparece en esta Tierra, al nacer a través de sus padres terrenales, nace en una raza caída, en una raza que está perdida, por lo tanto necesita a Cristo para que lo salve y lo coloque en una raza nueva que tiene Vida eterna; esa raza nueva que tiene Vida eterna es la Iglesia del Señor Jesucristo. El está creando una nueva raza.

Así como vino una raza a través de Adán y Eva, pero es una raza caída, está viniendo a existencia una nueva raza por medio del Segundo Adán, que es Jesucristo nuestro Salvador, la cual no surge por medio de la unión de un hombre y de una mujer, sino por medio de Cristo produciendo, por medio de Su Espíritu Santo, el nuevo nacimiento en la persona, y así está trayendo a existencia una nueva raza con Vida eterna a Su imagen (Su imagen es el cuerpo angelical; nos da primero un cuerpo angelical teofánico), y a Su semejanza; la semejanza física de Cristo es Su cuerpo físico que ya está glorificado, y nos dará un cuerpo físico glorificado como Su cuerpo físico glorificado, y entonces seremos eternos físicamente también.

Ahora, podemos ver la importancia de recibir a Cristo como nuestro Salvador, en El estaba, está y estará Dios en toda Su plenitud, la plenitud de la Divinidad morando en Jesucristo nuestro Salvador, porque Cristo es la imagen y semejanza de Dios. Jesucristo es el cuerpo angelical y cuerpo físico de Dios.

Ahora, lo más grande en Jesucristo ¿qué es? Jesucristo dijo: “El Padre que mora en mí, El hace las obras.” El también dijo: “El Padre es mayor que yo.” Cuando habló de las ovejas en San Juan, capítulo 10, vean lo que El dice acerca del Padre, dice, capítulo 10, verso 27 en adelante, dice:

Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen,

y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano.

Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre.”

El Padre que estaba en Jesucristo es mayor que todos, el Padre que estaba en Jesucristo es mayor que el cuerpo de carne y que el cuerpo angelical, porque el Padre que estaba en Jesucristo es el Dios Todopoderoso, el cual ha existido eternamente; y cuando no hubo nada en existencia El existía, el existente eternamente.

“EL DIOS TODOPODEROSO.”

Y ese Dios Todopoderoso y de ese Dios Todopoderoso vino el cuerpo angelical de Jesucristo, que es el cuerpo angelical de Dios, donde Dios moró y a través del cual Dios creó todas las cosas. Cristo dijo: “Salí de Dios, salí del Padre y vuelvo al Padre.”

Y a través de Su cuerpo angelical, que es Jesucristo en Su cuerpo angelical, Dios creó todas las cosas, el Dios Todopoderoso en un cuerpo angelical. Por eso es conocido como el Ángel de Jehová, y el Ángel de Jehová le dice a Moisés: “Yo soy el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob.”

Luego, cuando en el Nuevo Testamento se hace carne el Verbo que era con Dios y era Dios, se hizo carne y habitó entre nosotros, por lo tanto en Jesús estaba el Dios Todopoderoso, el Dios Todopoderoso Creador de los Cielos y de la Tierra, en Jesús velado y revelado. Por eso Cristo decía que el Padre era mayor que El, porque el Padre, el cual es Dios, el cual estaba en Jesús, es mayor que el cuerpo de carne de Jesús, y es mayor que el cuerpo angelical de Jesús.

Allí tenemos en Jesús a Dios en cuerpo: el cuerpo de Jesús; en espíritu: el cuerpo espiritual o angelical de Jesús; y en alma: el Padre Celestial, el alma viviente eterna, manifestado en un cuerpo de carne llamado Jesús, el cual llamamos nuestro amado Salvador Jesucristo. Fue Dios en Cristo manifestado, para por medio de esa manifestación reconciliar consigo mismo al ser humano.

En Romanos, capítulo 5, nos dice San Pablo, verso 8 en adelante:

Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.

Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira.

Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida.

Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en Dios por el Señor nuestro Jesucristo, por quien hemos recibido ahora la reconciliación.”

Es por medio de Jesucristo que todo ser humano puede recibir la reconciliación de Dios y puede ser restaurado a la Vida eterna; el que no aprovecha esta oportunidad que Dios le da estando en este planeta Tierra en carne humana, ya después no tiene oportunidad de pedir a Dios salvación para su alma.

Es aquí en la Tierra donde queda decidido a dónde usted irá, a dónde irá su alma a vivir.

Si va a la quinta dimensión, de la quinta dimensión será sacado para ser juzgado, y después echado al lago de fuego donde dejará de existir. Pero si ha recibido a Cristo como su Salvador, San Juan nos dice que tenemos Vida eterna: “El que tiene al Hijo, tiene la vida.”

Por lo tanto, todo ser humano para tener Vida eterna, necesita tener a Jesucristo, el Hijo de Dios que es la Vida eterna:

El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida.

Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna, y para que creáis en el nombre del Hijo de Dios.”

Y ahora, el Dios Todopoderoso en Jesucristo y a través de Jesucristo nos ha dado Vida eterna, realizó el Sacrificio en la Cruz del Calvario por usted y por mí, como había sido tipificado en el Antiguo Testamento en el sacrificio del macho cabrío de la expiación el día diez del mes séptimo de cada año, en donde el pueblo afligido por sus pecados los confesaba a Dios, y el sumo sacerdote hacía intercesión en el lugar santísimo con la sangre del macho cabrío de la expiación, y quedaban perdonados los pecados del pueblo, y quedaban cubiertos con la sangre de la expiación del macho cabrío, y así quedaban reconciliados con Dios los que afligidos por sus pecados pedían a Dios perdón por sus pecados.

Los que no lo hacían así no quedaban perdonados y no quedaban reconciliados con Dios y perdían el derecho a continuar viviendo. Por lo tanto de ese día en adelante en cualquier momento morirían esas personas que no se afligieron en su alma para pedir perdón a Dios y ser perdonados y cubiertos con la sangre del macho cabrío de la expiación.

Y toda persona en el Nuevo Testamento, en donde Dios cumplió el sacrificio del macho cabrío, lo cumplió en Cristo, toda persona, de la muerte de Cristo en adelante, se encuentra en el día de la expiación, día para ser reconciliado con Dios, para obtener el perdón de sus pecados, ser limpiados con la Sangre de Cristo de todo pecado y ser reconciliados con Dios, y obtener salvación y Vida eterna para su alma.

Los que no aprovechan esa oportunidad que tenemos desde la muerte de Cristo hacia acá, pierde (la persona) el derecho a vivir eternamente; por lo tanto, la única vida que vivirá (física), será la que está viviendo en la actualidad, la cual es corta, pero pierde el derecho a vivir en un cuerpo físico eterno, inmortal, incorruptible, igual al cuerpo glorificado de Jesucristo.

Ese derecho de vivir en un cuerpo físico glorificado como el de Jesucristo, lo pierde toda persona que no recibe a Cristo como su Salvador, no lava sus pecados en la Sangre de Cristo y no es bautizado en agua en el Nombre de Jesucristo para recibir el Espíritu Santo y obtener el nuevo nacimiento.

El que no recibe a Cristo como su Salvador, no ha obrado correctamente, no ha obrado en favor de su alma, no ha amado su alma, pues no desea que su alma viva eternamente, no ha usado de sabiduría para obtener la Vida eterna para su alma. Siempre deseamos lo mejor para nosotros, y lo mejor de lo mejor, ¿qué es? La salvación de nuestra alma, Vida eterna para nuestra alma.

Y ahora, ¿cuántos han actuado sabiamente y han asegurado el futuro suyo, el futuro de su alma? Pues les quiero decir que si ustedes han recibido a Cristo como su Salvador, han lavado sus pecados en la Sangre de Cristo y han sido bautizados en agua en su Nombre y han recibo Su Espíritu Santo, ustedes tienen Vida eterna, no vendrán a condenación, no van a ir al juicio final para ser juzgados, ya tienen Vida eterna.

Si mueren físicamente serán resucitados por Jesucristo en el Día Postrero, y el Día Postrero es el Séptimo Milenio que ya comenzó, y en cualquier año de este nuevo milenio, en cualquier año Cristo completará Su Iglesia y resucitará a los muertos en Cristo en cuerpos glorificados y a nosotros nos transformará, y entonces seremos físicamente eternos también como nuestro amado Señor Jesucristo, para eso es que Dios nos ha enviado a este planeta Tierra, ese es el propósito principal de nuestra existencia aquí en la Tierra.

Por lo tanto, buscad primeramente ¿qué? El Reino de Dios y Su justicia; y para entrar al Reino de Dios hay que nacer de nuevo, y para nacer de nuevo hay que recibir a Cristo como nuestro Salvador, lavar nuestros pecados en Su Sangre, ser bautizados en agua en Su Nombre y recibir Su Espíritu Santo.

Y así hemos obtenido el nuevo nacimiento y hemos obtenido un cuerpo angelical de la sexta dimensión, y ya tenemos Vida eterna, aunque físicamente el cuerpo no tiene Vida eterna, pero ya espiritualmente tenemos Vida eterna y tenemos un cuerpo espiritual con Vida eterna.

Solamente nos falta nuestra transformación, nos falta que El nos dé el cuerpo físico eterno glorificado, igual a Su cuerpo glorificado, lo cual El ha prometido para Su Segunda Venida, y eso está aquí en Filipenses, capítulo 3, está esta promesa donde dice: “Mas nuestra ciudadanía...” capítulo 3, verso 20 en adelante:

Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo;

el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya...”

O sea, para que sea igual al cuerpo glorificado que El tiene, el cual es eterno y es interdimensional, puede viajar de la Tierra al planeta más lejano, y puede viajar de esta dimensión terrenal a la dimensión celestial séptima donde mora Dios:

Para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas.”

Con ese poder con el cual El puede sujetar a sí mismo todas las cosas, con ese poder es que va a transformarnos si permanecemos vivos hasta que los muertos en Cristo resuciten; pero si muere alguno de nosotros físicamente, será resucitado en un cuerpo físico glorificado, un nuevo cuerpo con Vida eterna y joven, y joven para toda la eternidad, un cuerpo que representará de 18 a 21 años de edad. Eso es lo que Cristo tiene para todos los que lo reciben como su Salvador, porque El es y en El está el Dios Todopoderoso.

Hemos visto: EL MISTERIO DEL DIOS TODOPODEROSO, el Señor Dios Todopoderoso, ¿por qué Cristo decía en el Apocalipsis, que El es el que era, el que es y el que ha de venir y que es el Dios Todopoderoso? Porque en El está Dios en toda Su plenitud, Jesús en Su cuerpo angelical y en Su cuerpo físico es el Templo donde Dios habita. Dice:

Yo soy el Alfa y la Omega, principio y fin, dice el Señor, el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso.”

Porque en el Señor Jesucristo está el Padre Celestial, el Dios Todopoderoso manifestado en Su cuerpo físico glorificado, y así Dios está en la forma de un hombre llamado Jesucristo, en El está Dios, la plenitud de la Divinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Esa es la manifestación más grande que Dios ha tenido: Dios en Cristo para reconciliar al ser humano con Dios, y eso es el Señor Dios Todopoderoso manifestado en la persona de nuestro amado Señor Jesucristo.

Por eso Cristo dice: “El padre y yo, una cosa somos.” Por lo tanto, el Padre en Cristo es el Señor Dios Todopoderoso, el cual se hizo hombre y habitó en medio de la raza humana, para El hacernos como El: a Su imagen y a Su semejanza, y vivir con El (con Cristo) en Su glorioso Reino eterno.

Por lo tanto, lo que el Dios Todopoderoso habló por medio de carne humana, por medio de Jesús, hay que hacerlo porque fue Dios el que habló:

Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.

El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”

Esas son las palabras de Cristo luego que resucitó para darlas a conocer. Es sencillo para todo ser humano obtener la salvación de su alma y por consiguiente la Vida eterna: haciendo como está establecido en la Escritura, y así usted vivirá eternamente en un nuevo cuerpo glorificado y joven para toda la eternidad, que representará de 18 a 21 años de edad.

Todas estas bendiciones son para usted y para mí, son para todos aquellos que reciben a Cristo como su Salvador, lavan sus pecados en la Sangre de Cristo, y son bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo los bautiza con Espíritu Santo y Fuego, y obtienen el nuevo nacimiento y nacen en el Reino de Cristo.

Todo esto es lo que tiene el Señor Dios Todopoderoso para cada uno de ustedes y para mí también.

¿Cuántos ya han recibido a Cristo como su Salvador, y han lavado sus pecados en la Sangre de Cristo, y han sido bautizados en agua en Su Nombre, y han recibido Su Espíritu? Pues ya tienen ustedes Vida eterna, ya Cristo ha salvado su alma, les ha salvado de sus pecados, por lo tanto tienen Vida eterna.

Los que todavía no lo han hecho, pueden hacerlo en esta ocasión levantando sus manos para que así reciban a Cristo como su Salvador y ore por ustedes el Rvdo. Miguel Bermúdez Marín, para que Cristo extienda Su mano de Misericordia y Amor hacia ustedes, y salve vuestras almas y les dé Vida eterna, para lo cual dejo el Rvdo. Miguel Bermúdez Marín para orar por todos los que levantarán sus manos en esta ocasión, para recibir a Cristo como su Salvador.

Y para los que también en alguna ocasión sirvieron a Cristo y se descarriaron, puedan ser restaurados en esta ocasión, pueden también levantar sus manos y a los niños de trece años en adelante, también pueden levantar sus manos para que el Rvdo. Miguel Bermúdez Marín ore por ustedes, para que ustedes reciban a Cristo como su Salvador.

Los menores también pueden levantar sus manos para recibir a Cristo aunque todavía no pueden ser bautizados, deben ser bautizados de unos trece años en adelante, donde ya tienen conciencia del bien y del mal, por lo cual necesitan arrepentirse de sus pecados para que Cristo con Su Sangre les limpie de todo pecado.

Dejo al Rvdo. Miguel Bermúdez Marín para orar por todos los que levantarán sus manos para recibir a Cristo como su Salvador personal y suficiente Salvador.

Que Dios les bendiga grandemente a todos, que Dios les guarde, y que las bendiciones del Señor Dios Todopoderoso sean sobre todos ustedes y sobre mí también; y pronto se complete el cuerpo Místico de Cristo, la Iglesia de Jesucristo, y pronto Cristo resucite a los muertos creyentes en El y nos transforme a nosotros los que vivimos, y nos lleve con El a la Cena de las Bodas del Cordero al Cielo. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén y amén.

Dejo nuevamente al Rvdo. Miguel Bermúdez Marín para orar por todos los que en esta ocasión estarán levantando sus manos para recibir a Cristo como su Salvador personal y suficiente.

Que Dios les bendiga, y muchas gracias por vuestra amable atención.

EL SEÑOR DIOS TODOPODEROSO.”