48 KiB
| title | date | activity | place | city | state | country | duration | public | youtube | translations | files |
|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|
| Mi presencia irá contigo | 2002-09-08 | 1 | Austin | Texas | US | 00:00:00 | false |
Muy buenas tardes, amados amigos y hermanos presentes; es para mí una bendición y privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final. Reciban todos saludos de mi esposa Erica, y también de mis niñas América y Yahannah Gabriela.
Para esta ocasión leemos en Éxodo, capítulo 33, versos 12 al 17, donde dice Dios en la conversación que hubo entre Moisés y Dios, o entre Dios y Moisés. Vean, dice:
“Y dijo Moisés a Jehová: Mira, tú me dices a mí: Saca este pueblo; y tú no me has declarado a quién enviarás conmigo. Sin embargo, tú dices: Yo te he conocido por tu nombre, y has hallado también gracia en mis ojos.
Ahora, pues, si he hallado gracia en tus ojos, te ruego que me muestres ahora tu camino, para que te conozca, y halle gracia en tus ojos; y mira que esta gente es pueblo tuyo.
Y él dijo: Mi presencia irá contigo, y te daré descanso.
Y Moisés respondió: Si tu presencia no ha de ir conmigo, no nos saques de aquí.
¿Y en qué se conocerá aquí que he hallado gracia en tus ojos, yo y tu pueblo, sino en que tú andes con nosotros, y que yo y tu pueblo seamos apartados de todos los pueblos que están sobre la faz de la tierra?
Y Jehová dijo a Moisés: También haré esto que has dicho, por cuanto has hallado gracia en mis ojos, y te he conocido por tu nombre.”
Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.
Nuestro tema para esta ocasión es: “MI PRESENCIA IRÁ CONTIGO.” “MI PRESENCIA IRÁ CONTIGO.”
Esas fueron las palabras que Dios le habló a Moisés, y por consiguiente la presencia de Dios iría con Moisés y con el pueblo que Moisés estaba llevando a la tierra prometida.
Examinando a Moisés y al pueblo al cual le acompañaba la presencia de Dios, encontramos que ese era el pueblo y único pueblo que tenía el verdadero sacrificio por el pecado. Por consiguiente los pecados de Moisés y del pueblo estaban cubiertos ante la vista de Dios, cubiertos con la sangre de la expiación, era el pueblo que tenía el Pacto de Dios.
Estas cosas son muy importantes conocerlas, para poder comprender el misterio de la presencia de Dios y dónde se encuentra la presencia de Dios.
Y ahora, Moisés había libertado al pueblo hebreo; pero no fue Moisés, fue Dios por medio del Ángel de Jehová, el Ángel de Dios manifestado a través de Moisés. Era el Ángel de Jehová el que obraba a través de Moisés. Dios le dijo a Moisés: “Yo pondré mi Palabra en tu boca.” O sea, que todo lo que Moisés tenía que hablar Dios se lo diría, lo colocaría en su boca para que Moisés lo hablara.
Vean aquí, encontramos en el capítulo 4 del Éxodo, verso 14 en adelante... un poquito antes, capítulo 4, verso 10 en adelante dice:
“Entonces dijo Moisés a Jehová: ¡Ay, Señor! nunca he sido hombre de fácil palabra, ni antes, ni desde que tú hablas a tu siervo; porque soy tardo en el habla y torpe de lengua.”
Y Dios quería usar a un hombre que tenía ese problema para hablar ¿para qué? Para que hablara la Palabra de Dios.
Muchas personas piensan que un hombre enviado con la Palabra de Dios tiene que ser una persona que sepa hablar bien, y que tenga grandes doctorados para que usen bien las palabras. Pero vean, Dios está enviando a Moisés que tiene problemas para hablar, está tardo para el habla (o sea, tartamudo). Dice:
“...porque soy tardo en el habla y torpe de lengua.
Y Jehová le respondió: ¿Quién dio la boca al hombre? ¿O quién hizo al mudo y al sordo, al que ve y al ciego? ¿No soy yo Jehová?
Ahora, pues, vé, y yo estaré con tu boca, y te enseñaré lo que hayas de hablar.
Y él dijo: ¡Ay, Señor! envía, te ruego, por medio del que debes enviar.”
O sea, que Moisés se encontraba inútil para esa labor que Dios le estaba encomendando. ¿Pero hay alguna cosa imposible para Dios? Dios puede usar una persona tartamuda para traer el Mensaje para el pueblo, y para hablarle no solamente al pueblo de Dios sino para hablarle también al faraón y al pueblo egipcio, para hablar tanto las bendiciones de Dios para el pueblo de Dios, como los juicios divinos para el faraón y su reino.
“Entonces Jehová se enojó contra Moisés...”
¿Por qué se enojó Dios contra Moisés? Porque Moisés pidió un ayudante que hablara por él. En Moisés Dios había colocado el ministerio de Profeta y de sumo sacerdote; por consiguiente Moisés era la persona que tenía que hablarle al pueblo y al faraón también.
Al pedir un ayudante encontramos que luego el ministerio de sumo sacerdote de Moisés, luego pasaría al ayudante (a Aarón), el cual vino a ser el ayudante de Moisés. Moisés era el que recibía la revelación divina, Aarón no era el que la recibía; Dios le hablaba a Moisés y Moisés le hablaba a Aarón.
Aarón no tenía ninguna revelación divina; por eso más adelante cuando Aarón y Miriam criticaron a Moisés por la esposa de Moisés que era Etíope, y por consiguiente era de piel morena, era cusita (cushita o cusita). Dijeron: Miriam o María (la hermana de Moisés que era mayor que Moisés) y Aarón: “¿No ha hablado Dios también por nosotros?”
Pues miren, Dios no había hablado por medio de ellos, era por medio del Profeta Moisés, y Moisés colocaba esa Palabra que Dios le daba, la colocaba en la boca de Aarón, por eso se enojó Dios, porque Dios quería hablar por medio del Profeta Moisés, tanto al pueblo hebreo como a los egipcios, al faraón y el reino egipcio.
“...Entonces Jehová se enojó contra Moisés, y dijo: ¿No conozco yo a tu hermano Aarón, levita, y que él habla bien?”
Vean, Moisés no hablaba bien y Aarón sí hablaba bien, pero el ministerio se iba a dividir ahí.
Dios tenía el ministerio de Profeta y de sumo sacerdote en Moisés, pero ahora iba a ser compartido con Aarón, iba a tomar el ministerio de sumo sacerdote Aarón, lo cual sería más adelante. Sigue diciendo:
“He aquí que él saldrá a recibirte, y al verte se alegrará en su corazón.
Tú hablarás a él, y pondrás en su boca las palabras, y yo estaré con tu boca y con la suya, y os enseñaré lo que hayáis de hacer.
Y él hablará por ti al pueblo; él te será a ti en lugar de boca, y tú serás para él en lugar de Dios.”
Aquí podemos ver la posición de Moisés: era el instrumento más importante de Dios en medio del pueblo hebreo. También encontramos en el capítulo 7, verso 1 al 2 del Éxodo también, donde dice:
“Jehová dijo a Moisés: Mira, yo te he constituido dios para Faraón, y tu hermano Aarón será tu profeta.
Tú dirás todas las cosas que yo te mande, y Aarón tu hermano hablará a Faraón, para que deje ir de su tierra a los hijos de Israel.”
Ahora vean la posición de Aarón: fue la posición de Profeta, no de Dios sino de Moisés.
Y ahora, encontramos que Dios había dicho a Moisés: “Mi presencia irá contigo.” La presencia de Dios con Moisés y por consiguiente en medio del pueblo hebreo, estaba manifestada a través del Ángel de Jehová, el Ángel del Pacto, porque el Ángel de Jehová es el Ángel de la presencia de Dios.
Donde esté el Ángel de Jehová, ahí está la presencia de Dios, porque es el Ángel de la presencia de Dios, es el cuerpo angelical de Dios, es por consiguiente el cuerpo angelical de nuestro amado Señor Jesucristo. Por eso Cristo en una ocasión en el capítulo 8, verso 56 al 58 de San Juan, dijo: “Abraham vuestro padre deseó ver mi día; y lo vio, y se gozó.” Le dijeron los judíos: no tienes aún cincuenta años, ¿y dices que has visto a Abraham?” Jesucristo contestó: “Antes que Abraham fuese, yo soy.”
¿Como era Cristo antes que Abraham? Antes de Abraham pues Jesucristo era (en el Antiguo Testamento) llamado el Ángel de Jehová o Ángel del Pacto; El era el mismo que creó a Adán, Dios por medio del Ángel del Pacto, Dios por medio de Jesucristo en Su cuerpo angelical.
Por eso encontramos a Dios manifestado en la forma de Ángel, y eso es Dios manifestado a través de Cristo en Su cuerpo angelical, que es también llamado el Verbo que era con Dios y era Dios, por medio del cual creó todas las cosas. San Juan, capítulo 1, verso 1 al 14, y dice también:
“Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.”
Ahora, eso fue el verso 14 del capítulo 1 de San Juan, y el verso 18 del capítulo 1 de San Juan dice:
“A Dios nadie le vio jamás (nadie le ha visto, nadie le vio jamás); el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él (le declaró, o sea:) le ha dado a conocer.”
Por lo tanto, las personas que en el Antiguo Testamento dan testimonio de que vieron a Dios cuando le apareció el Ángel de Jehová. Y por ejemplo Jacob, el cual luchó en el capítulo 32 del Génesis, versos 24 al 32, luchó con el Ángel de Dios, luego Jacob dice - le pone por nombre al lugar “Peniel,” porque dice: “Porque he visto a Dios cara a cara, vi a Dios cara a cara y fue librada mi alma.”
Ese Ángel con el cual luchó Jacob y el cual bendijo a Jacob, es Jesucristo en Su cuerpo angelical, en quien estaba Dios en toda Su plenitud. Por eso Jacob dice que vio a Dios cara a cara, vio a Dios cara a cara en el cuerpo angelical de Dios; pero el que estaba dentro de ese Ángel no lo vio Jacob, solamente vio el cuerpo angelical de Dios, que es Jesucristo en Su cuerpo angelical.
Por eso Cristo podía decir que El era antes que Abraham. También en el capítulo 17 de San Juan, Cristo orando al Padre dice en el verso 5... capítulo 17, verso 5 de San Juan:
“Ahora pues, Padre, glorifícame tú para contigo, con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese.”
Encontramos que Jesucristo habla de Su pre-existencia; antes de estar en carne humana ya Cristo existía en Su cuerpo angelical, y Cristo en Su cuerpo angelical era poseedor de la presencia de Dios.
Ahora, podemos ver dónde se encuentra la presencia de Dios: en Cristo, el Ángel del Pacto en Su cuerpo angelical; y Cristo, el Ángel del Pacto en Su cuerpo angelical poseedor de la presencia de Dios, portador de Dios, se manifestó a Moisés y le dijo: “Mi presencia irá contigo.”
Y ahora, por medio de Moisés se manifestó Cristo, el Ángel del Pacto y por consiguiente Dios, y usó al Profeta Moisés para la liberación del pueblo hebreo, libertó al pueblo hebreo, los llevó rumbo a la tierra prometida.
Cuando salieron de Egipto se detuvieron frente al Mar Rojo, y el ejército del faraón luego vino para destruirlos, pero la presencia de Dios era con Moisés y por consiguiente con el pueblo hebreo. Por lo tanto, vemos la presencia de Dios manifestada en la Columna de Fuego siendo luz para los hebreos y oscuridad para el pueblo egipcio.
Luego Moisés, por orden divina, extendió la vara que tenía en su mano sobre el mar, y fue abierto el mar, fue Dios, la presencia de Dios con Moisés y en Moisés, y la presencia de Dios vista en la Columna de Fuego; allí estaba la presencia de Dios para que el pueblo hebreo pasara en seco al otro lado del Mar Rojo.
Eso nos muestra que cuando recibimos a Cristo como nuestro Salvador, somos libertados del reino de las tinieblas, que es el reino del faraón espiritual, somos libertados del reino del diablo y somos llevados a la tierra prometida.
Y pasando en seco al otro lado del Mar Rojo, pasando por donde estaba el Mar Rojo el cual fue abierto, eso nos muestra que estando vivos pasamos al otro lado, o sea, recibimos la tierra prometida espiritual que es el bautismo del Espíritu Santo, pasamos al otro lado en seco, recibimos el bautismo del Espíritu Santo. Por eso dice la Escritura que en Moisés y en el mar fue bautizado el pueblo hebreo.
Ahora, encontramos que luego cuando Dios por medio del Profeta y juez Josué abrió el Jordán, eso nos muestra pasando en seco a la tierra prometida del nuevo cuerpo.
Estando vivos los escogidos del Día Postrero pasarán a la tierra prometida del cuerpo nuevo, pues los que estaban vivos en aquellos días de Josué —cuando ya había muerto Moisés— fueron los que pasaron al otro lado del Jordán. El Jordán representa la muerte. Pasar en seco, eso significa llegar a la tierra prometida sin ver muerte, lo cual es una promesa para los escogidos del Día Postrero que estarán delante de la presencia de Dios en el Día Postrero.
Josué tipifica, representa al Espíritu Santo en medio de Su Iglesia de etapa en etapa, guiando a Su Iglesia, y sobre todo la etapa del Día Postrero, que es la etapa que nos toca vivir a nosotros.
La trayectoria del pueblo hebreo es tipo y figura de la trayectoria de la Iglesia del Señor Jesucristo. Si al pueblo hebreo le acompañó la presencia de Dios, le acompañaría la presencia de Dios a la Iglesia del Señor Jesucristo.
Si el pueblo hebreo tuvo un Moisés y luego un Josué, la Iglesia del Señor Jesucristo tendría un Moisés y un Josué. Recuerden que Moisés tipifica a Jesucristo, el cual murió, pero El dijo que enviaría el Espíritu Santo, el cual los guiaría a toda justicia y a toda verdad.
El Espíritu Santo es el Josué que vendría después que Cristo terminó Su ministerio terrenal en la Tierra.
Encontramos que es nuestro Josué (Cristo en Espíritu Santo), el que llevó a la tierra prometida del bautismo del Espíritu Santo a ciento veinte el Día de Pentecostés, eso es entrar a la tierra prometida espiritual, que es el bautismo del Espíritu Santo en donde obtenemos el cuerpo angelical.
Y ha estado colocando en la tierra prometida del nuevo cuerpo y en la tierra prometida del Reino de Jesucristo, a millones de seres humanos que han recibido a Cristo como su Salvador, han lavado sus pecados en la Sangre de Cristo arrepentidos de sus pecados, y han sido bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo les ha dado el bautismo del Espíritu Santo, han obtenido el nuevo nacimiento y han obtenido el cuerpo angelical, y por consiguiente han nacido en el Reino de Cristo.
¿Ven? Hemos pasado del reino de las tinieblas al Reino de Luz, el Reino de Jesucristo nuestro Salvador, la tierra nueva espiritual como Reino: el Reino de Jesucristo; y la tierra nueva como el bautismo del Espíritu Santo en donde obtenemos el cuerpo angelical, una tierra nueva, un cuerpo nuevo, una tierra nueva espiritual, un cuerpo nuevo angelical, igual al cuerpo angelical de nuestro amado Señor Jesucristo.
Y así la Iglesia del Señor Jesucristo ha estado en Su trayectoria desde el día en que nació el Día de Pentecostés, ha pasado por diferentes etapas difíciles pero la presencia de Dios ha estado con Su Iglesia.
La presencia de Jesucristo en Espíritu Santo ha estado ¿dónde? En Su Iglesia, que es el Israel Espiritual del Nuevo Testamento. Así como estuvo en medio del Israel terrenal (el pueblo hebreo) el cual tenía el Pacto de Dios para la Dispensación de la Ley, y tenía el sacrificio de la expiación por el pecado, y tenía al Espíritu Santo (el Ángel de Jehová) en medio de ellos manifestado por medio del Profeta Moisés y después por medio de Josué.
Y ahora, en el Israel del Nuevo Testamento, la Iglesia del Señor Jesucristo, tenemos el Nuevo Pacto y tenemos la Sangre del Nuevo Pacto, la Sangre de nuestro amado Señor Jesucristo, por consiguiente la Iglesia del Señor Jesucristo con cada creyente en Cristo es el Israel Celestial donde está la presencia de Dios, la presencia de Dios en Espíritu Santo en medio de Su Iglesia de etapa en etapa, pues Dios no ve los pecados de los miembros de la Iglesia de Jesucristo, porque los han confesado a Cristo, a Dios, y han sido limpiados con la Sangre de nuestro amado Señor Jesucristo. “La Sangre de Jesucristo nos limpia de todo pecado.”
Por lo tanto, la presencia de Dios en Espíritu Santo está ¿dónde? En Su Iglesia, ahí es donde está la presencia de Dios.
La presencia de Dios ha estado acompañando a la Iglesia del Señor Jesucristo de etapa en etapa. Estuvo la presencia de Dios en Jesús, estuvo por consiguiente en medio del pueblo hebreo y estuvo con y entre los Apóstoles en carne humana.
Vean, la presencia de Dios la podemos ver en la Escritura, en la Columna de Fuego, la podemos ver en el Ángel de Jehová y la podemos ver en carne humana en la persona de Jesús en toda Su plenitud, y la podemos ver también en los patriarcas, en Moisés y en los Profetas. O sea, la presencia de Dios manifestada a través de carne humana en la porción correspondiente a cada edad, y luego en Jesús en toda Su plenitud, y luego en los Apóstoles y en cada Ángel Mensajero y por consiguiente en la Iglesia del Señor Jesucristo, y para el Día Postrero en el Ángel de Apocalipsis, capítulo 22, verso 16 del cual Cristo dice: “Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias.”
Y ahora, de etapa en etapa encontramos que la presencia de Dios ahora se encuentra en la Iglesia del Señor Jesucristo, que es la que tiene el Nuevo Pacto y tiene la Sangre del Nuevo Pacto que nos limpia de todo pecado, y tiene el Espíritu Santo que es la vida de la Sangre, el Espíritu Santo es la vida de la Sangre, y por consiguiente el Espíritu Santo en cada creyente ha realizado la circuncisión del alma, la circuncisión del corazón.
Por lo tanto, vean ustedes, el pueblo que tenía la circuncisión allá y tenía el pacto y tenía la sangre de la expiación, era el pueblo donde estaba la presencia de Dios (eso fue en el Antiguo Testamento).
Y ahora, en el Nuevo Testamento el pueblo que tiene la circuncisión, es el pueblo creyente en Cristo que ha recibido el Espíritu Santo y por consiguiente ha recibido la circuncisión en su alma, en su corazón.
De esa circuncisión fue que San Pablo habló: La circuncisión del corazón. Y también en Deuteronomio y también en los Profetas, Dios dijo: “No os circuncidéis vuestra carne, sino vuestro corazón,” hablando de una circuncisión más grande, eso es la circuncisión que el pueblo hebreo realizaba en forma amplificada.
Es mayor la circuncisión en el alma, en el corazón, que la circuncisión en la carne, ya la circuncisión en la carne no tiene ningún valor ante Dios. Aunque algunos practiquen la circuncisión, delante de Dios eso no tiene ningún valor.
¿Que no tiene ningún valor la circuncisión en la carne que practican algunos creyentes que dicen guardar la Ley, y aun el pueblo hebreo? Veamos lo que nos dice San Pablo en Gálatas, capítulo 5, verso 6 y Gálatas, capítulo 6, verso 15. Veamos capítulo 5, verso 4 al 6, dice... un poquito antes, verso 2 en adelante, dice:
“He aquí, yo Pablo os digo que si os circuncidáis, de nada os aprovechará Cristo.
Y otra vez testifico a todo hombre que se circuncida, que está obligado a guardar toda la ley.
De Cristo os desligasteis, los que por la ley os justificáis; de la gracia habéis caído.
Pues nosotros por el Espíritu aguardamos por fe la esperanza de la justicia;
porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale algo, ni la incircuncisión, sino la fe que obra por el amor.”
¿Qué vale la circuncisión en el Nuevo Testamento? Nada, ¿qué vale la incircuncisión? Nada tampoco, no tiene ningún valor el que usted sea o no sea circuncidado. En el capítulo 6, verso 15, dice (de Gálatas):
“Porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale nada, ni la incircuncisión, sino una nueva creación.”
Lo que vale es que la persona haya recibido a Cristo como su Salvador arrepentido de sus pecados, y haya sido lavado con la Sangre de Cristo, y haya sido bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y haya recibido el Espíritu Santo, y así la persona ha nacido de nuevo, es una nueva criatura, una nueva creación, y ha obtenido un cuerpo angelical teofánico de la sexta dimensión, y está sentado en lugares celestiales con Cristo Jesús Señor nuestro, y está dentro del Reino de nuestro amado Señor Jesucristo.
Eso es lo que vale para el ser humano en el Nuevo Testamento, cualquier otra cosa no tiene ningún valor, lo que vale es ser una nueva creación, una nueva criatura, para lo cual y por lo cual se predica el Evangelio de Cristo, se da a conocer las buenas noticias de la Primera Venida de Cristo y Su Obra de Redención en la Cruz del Calvario muriendo por nuestros pecados, para así que toda persona pueda recibir el perdón de sus pecados y pueda ser limpio así de todo pecado con la Sangre de Jesucristo nuestro Salvador, y pueda ser bautizada en agua la persona en el Nombre del Señor Jesucristo, y pueda recibir el Espíritu Santo y obtener así el nuevo nacimiento, y nacer así en el Reino de Jesucristo nuestro Salvador.
Y así la persona queda libertada del reino de las tinieblas y queda colocada dentro del Reino de Jesucristo nuestro Salvador, es una liberación, un éxodo, como llevó a cabo Dios por medio de Moisés, el éxodo del pueblo hebreo.
Y ahora, Cristo es el que ha llevado a cabo el Éxodo Segundo libertando al Israel Celestial, a los hijos e hijas de Dios del reino de las tinieblas, del reino del diablo y colocándolos Cristo en Su Reino: el Reino de Luz.
Y ahora, podemos ver que nos encontramos en una condición paralela al pueblo hebreo, primero con Moisés y después con Josué.
Y ahora, es importante comprender dónde está el Espíritu de Dios obrando, manifestándose y guiando a Su pueblo.
Cuando el pueblo hebreo rechazó a Cristo y Cristo fue crucificado, vino en Espíritu Santo Cristo, y el Día de Pentecostés fueron bautizados con el Espíritu Santo ciento veinte personas; y siguió obrando y fueron llamados más el Día de Pentecostés con el Mensaje de San Pedro, los cuales luego que fueron llamados por el Mensaje de San Pedro que fue el Mensaje de Cristo en boca de San Pedro.
Vean ustedes lo que sucedió ese día, en el capítulo 2, verso 34 en adelante del libro de los Hechos, San Pedro predicando, el cual tenía las llaves del Reino de los Cielos, por lo tanto tenía la revelación del misterio de la Primera Venida de Cristo para abrirlo el Día de pentecostés.
Y con la apertura de ese misterio se abriría la puerta al Reino de los Cielos, y la Puerta es Cristo, la Primera Venida de Cristo es la Puerta para entrar al Reino de los Cielos, Cristo dijo: “Yo soy la Puerta; el que por mí entrare será salvo, y entrará y hallará pastos.”
También cuando Cristo nos habla del Camino angosto en el capítulo 7 del Evangelio según San Mateo, vean lo que dice aquí, capítulo 7, verso 13 al 14:
“Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella;
porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan.”
La Puerta angosta es Cristo y el Camino angosto es Cristo; y vivir en Cristo como un cristiano, un creyente en Cristo que lo ha recibido como su Salvador, ha lavado sus pecados en la Sangre de Cristo, ha sido bautizado en agua en Su Nombre, ha recibido Su Espíritu Santo, y camina siguiendo a Cristo, eso es caminar en el Camino angosto.
El hablándonos de ese Camino angosto nos ha enseñado que pocos son, pero de esos pocos son ¿quiénes? Todos nosotros. Lo importante no es que sean pocos o muchos, lo importante es que uno sea uno de los que está en ese Camino angosto y ha entrado por esa Puerta angosta.
Ahora, miren lo que va a suceder algún día, el cual está muy cercano. En el capítulo 13 de San Lucas, versos 22 en adelante, dice:
“Pasaba Jesús por ciudades y aldeas, enseñando, y encaminándose a Jerusalén.
Y alguien le dijo: Señor, ¿son pocos los que se salvan? Y él les dijo:
Esforzaos a entrar por la puerta angosta; porque os digo que muchos procurarán entrar, y no podrán.
Después que el padre de familia se haya levantado y cerrado la puerta, y estando fuera empecéis a llamar a la puerta, diciendo: Señor, Señor, ábrenos, él respondiendo os dirá: No sé de dónde sois.”
Todavía la puerta está abierta, la puerta por la cual se entra para caminar en Cristo, el Camino angosto. Vean, en San Juan, capítulo 14 (también Cristo nos dice), capítulo 14, verso 6:
“Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.”
Hay solamente una Puerta por la cual podemos entrar y hay solamente un Camino por el cual podemos caminar que nos lleva directamente ¿a dónde? Al Padre Celestial, nos lleva a Dios, nos lleva a la Casa de nuestro Padre Celestial.
No hay otra forma para acercarnos a Dios, sino por medio de Jesucristo nuestro Salvador, que es la Puerta y también El es el Camino, y El es la Verdad. No hay otra verdad, El es la única Verdad. No hay dos verdades o tres verdades sino una sola, y esa Verdad es Jesucristo nuestro Salvador. Muchas personas dicen: “Todas las religiones llevan a Dios.” No, solamente Jesucristo lleva a Dios, Cristo, el Ángel del Pacto, El es el único Camino.
Hay muchos caminos que al hombre le parecen buenos, pero su fin es muerte. Pero hay un Camino verdadero, el cual nos lleva a Dios, porque ese Camino es Cristo y El es la Verdad, y El es la Vida eterna. El que ande en este Camino (que es Cristo) tiene Vida eterna, y no perecerá jamás, ese es el Camino por el cual andan las ovejas del Señor.
Ahora, hemos visto que algún día la Puerta a ese Camino será cerrada, porque se cerrará la Dispensación de la Gracia completamente y luego ya Cristo no estará en el Trono del Padre haciendo intercesión como Sumo Sacerdote con Su propia Sangre, porque ya habrá entrado al Redil del Señor hasta la última oveja que el Padre le dio para que le diera Vida eterna. Estas son las ovejas que El llamaría de etapa en etapa conforme a como dijo en San Juan, capítulo 10, verso 16 (14 al 16), donde dice:
“Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen,
así como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas.
También tengo otras ovejas que no son de este redil; aquéllas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor.”
El pastor es Jesucristo nuestro Salvador, y el Rebaño es la Iglesia del Señor Jesucristo, donde Jesucristo coloca las ovejas que el Padre le dio para que les dé Vida eterna *** en San Juan, capítulo 11, verso 47 al 53 dice: (esto fue cuando se reunió el concilio del sanedrín, lo podemos leer desde el 47 para que tengan el cuadro claro), dice:
“Entonces los principales sacerdotes y los fariseos reunieron el concilio (o sea, el concilio de la religión hebrea que es el concilio del sanedrín), y dijeron: ¿Qué haremos? Porque este hombre (o sea, Jesús) hace muchas señales.
Si le dejamos así, todos creerán en él...”
Y ése es el propósito de Dios: que todos crean en nuestro amado Señor Jesucristo. Pero siempre hay personas que no quieren que otras personas crean en nuestro amado Señor Jesucristo, y desgraciadamente los que no querían que las personas creyeran en Jesucristo, desgraciadamente eran los líderes religiosos de la religión hebrea, era el concilio de la religión hebrea, el concilio del sanedrín compuesto por setenta hombres sabios y el sumo sacerdote como setenta y uno; y también los fariseos, los cuales tampoco querían que creyeran en Jesucristo (las personas).
“...Si le dejamos así, todos creerán en él; y vendrán los romanos, y destruirán nuestro lugar santo y nuestra nación. Entonces Caifás, uno de ellos, sumo sacerdote aquel año, les dijo: Vosotros no sabéis nada;
ni pensáis que nos conviene que un hombre muera por el pueblo, y no que toda la nación perezca.
Esto no lo dijo por sí mismo, sino que como era el sumo sacerdote aquel año, profetizó que Jesús había de morir por la nación;
y no solamente por la nación, sino también para congregar en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos.”
¿Ven? Para congregar en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos; los congrega en uno, en Cristo al colocarlos en Su Iglesia, Su Cuerpo Místico de creyentes, porque la Iglesia del Señor Jesucristo es el Cuerpo Místico de Jesucristo nuestro Salvador, y El es la Cabeza de ese Cuerpo Místico de creyentes. Por eso dice la Escritura que somos carne de Su carne y huesos de Sus huesos.
“Así que, desde aquel día acordaron matarle.”
Y eran los líderes religiosos y pensaron matar al Profeta más grande que ha pisado el Planeta Tierra, pero todo esto ya estaba profetizado por Dios, y estaba en el Programa de Dios que Jesucristo muriera para salvar lo que se había perdido, las ovejas del Padre que se habían perdido.
Dice Cristo nuestro Salvador, que el Hijo del Hombre vino a buscar ¿y a qué? A salvar lo que se había perdido. Si El vino a salvar y a buscar lo que se había perdido, entonces El tenía que morir. San Mateo, capítulo 18, verso 11 es que dice:
“Porque el Hijo del Hombre ha venido para salvar lo que se había perdido.”
Y también en San Lucas, capítulo... en San Lucas también nos dice esto nuestro amado Señor Jesucristo: que “el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.” Eso está en San Lucas, capítulo 19, verso 10:
“Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.”
Ahora, sin la Primera Venida de Cristo y Su muerte en la Cruz del Calvario, las ovejas de Dios estarían perdidas, pero ahora por cuanto Cristo, el Buen Pastor, fue enviado con la comisión de buscar y salvar todas esas ovejas que se habían perdido. Cristo el Buen Pastor, vean ustedes, llevó a cabo Su Sacrificio en la Cruz del Calvario, y ahora está buscando todas Sus ovejas que el Padre le ha dado para que les dé Vida eterna.
Y de edad en edad, de etapa en etapa, las llama y las coloca en Su Cuerpo Místico de creyentes, que es Su Redil, el Redil de las ovejas de nuestro amado Señor Jesucristo. Así como el pueblo hebreo fue el Redil de las ovejas de Dios del Antiguo Testamento como pueblo terrenal. Ahora la Iglesia de Jesucristo es el pueblo Celestial, por eso nuestra ciudadanía ¿dónde está? En el Cielo.
“...De donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo;
el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas.” (Eso está en Filipenses, capítulo 3, verso 20 al 21).
Y ahora, estamos conscientes de que somos ciudadanos celestiales, somos el Israel Celestial, el Israel del Nuevo Testamento que está dentro del Nuevo Pacto cubierto con la Sangre del Nuevo Pacto, la Sangre de nuestro amado Señor Jesucristo, el pueblo donde está la presencia de Dios.
Y el pueblo donde está la presencia de Dios ha tenido la presencia de Dios en Espíritu Santo de edad en edad, y ha tenido al Mensajero correspondiente a cada edad, en el cual ha estado Cristo en Espíritu Santo manifestado llamando y juntando Sus escogidos.
Por lo tanto, ha tenido la Iglesia de Jesucristo de etapa en etapa Mensajeros en los cuales ha estado la presencia de Dios, la presencia de Dios en Espíritu Santo, la presencia de Cristo en Espíritu Santo guiando a Su pueblo, llamando y juntando Sus ovejas en cada edad, en Su Cuerpo Místico de creyentes, o sea, en Su Iglesia.
A través, ahora, de la historia de la Iglesia del Señor Jesucristo podemos ver los hombres de Dios, los Apóstoles y los siete Angeles Mensajeros donde estuvo la presencia de Dios, la presencia de Cristo en Espíritu Santo para la etapa en que ellos vivieron, y estuvo guiando a Su Iglesia, el Israel Celestial.
Y ahora, luego que han transcurrido ya las siete etapas o edades de la Iglesia, podemos ver que la presencia de Dios, de Jesucristo en Espíritu Santo estuvo con esos Mensajeros y por consiguiente estuvo en Su Iglesia de edad en edad, con cada uno de ellos estuvo la presencia de nuestro amado Señor Jesucristo en Espíritu Santo.
Y ahora, ya que han transcurrido las siete edades y los siete Mensajeros terminaron sus ministerios, ¿dónde está la presencia de Dios, la presencia de Jesucristo en Espíritu Santo en este Día Postrero? La presencia de Jesucristo estuvo y está en Su Iglesia, que es Su Templo Espiritual, así como estuvo en el tabernáculo que construyó Moisés y el Templo que construyó el rey Salomón, porque ahí estaba la sangre de la expiación; sobre el lugar santísimo era colocada cada año, y por eso la presencia de Dios permanecía en el templo que construyó Salomón y en el tabernáculo que había construido el Profeta Moisés.
Sobre el propiciatorio que estaba sobre el arca del pacto estaba la presencia de Dios en la Columna de Fuego, por lo tanto, ¿dónde estaba la Columna de Fuego? En el tabernáculo que construyó Moisés y el templo que construyó Salomón, y estaba con Moisés y luego con Josué, y luego con los Profetas que Dios envió, y luego en Jesús en toda Su plenitud, y luego en los Apóstoles como Mensajeros y en la Iglesia que nació el Día de Pentecostés como Cuerpo Místico de creyentes, y luego en cada Ángel Mensajero de cada edad, y en cada edad correspondiente al tiempo que le tocó existir.
Y ahora, encontramos también que estuvo en un territorio y desde ese territorio se manifestó y en ese territorio se manifestó, y desde ahí se extendió el Mensaje a otros territorios, comenzó en Jerusalén y de ahí se extendió a toda la tierra de Israel, por toda Judea y por toda la tierra de Israel, y luego se extendió a los gentiles, a Asia Menor, y luego se extendió a Europa, y luego se extendió a Norteamérica.
Y ahora, ¿dónde está la presencia de Dios y hacía dónde se ha extendido? Hacia la América Latina y el Caribe. Con los Latinoamericanos y caribeños está la presencia de Dios; y no nos dejará, sino que nos colocará dentro de la Tierra prometida del cuerpo nuevo, del cuerpo glorificado, y nos colocará en la tierra prometida del Reino Milenial de nuestro amado Señor Jesucristo, nos llevará también con El, con Cristo a la Casa de nuestro Padre Celestial, a la Cena de las Bodas del Cordero.
Y así como José fue llevado a la tierra prometida (pues él lo pidió), encontramos que los muertos en Cristo serán introducidos a la tierra prometida del nuevo cuerpo cuando resuciten en cuerpos glorificados.
Y nosotros los que vivimos seremos colocados en la tierra prometida sin ver muerte (los que permanezcamos vivos) hasta que Cristo complete Su Iglesia y resucite a los creyentes en El, pero si alguno se va antes, no hay ningún problema, regresará en un nuevo cuerpo glorificado, igual al cuerpo glorificado de nuestro amado Señor Jesucristo. Nos causará tristeza que se vaya y algunas lágrimas a los familiares más cercanos; pero nos causarán gozo y alegría cuando los veamos regresar en cuerpos glorificados.
¿Y por qué regresarán en cuerpos glorificados? Porque la presencia de Cristo en Espíritu Santo ha estado en ellos, está en nosotros como individuos y está en Su Iglesia como Cuerpo Místico de creyentes, y ha estado en cada Ángel Mensajero de cada edad, ahí ha estado la presencia de Cristo en Espíritu Santo de edad en edad.
Y ahora, ¿dónde está la presencia de Cristo como en algún Mensajero? La presencia de Cristo para el Día Postrero está prometida que estará en el Ángel del Señor Jesucristo, a tal grado que llegará a obtener la plenitud de Cristo en el tiempo señalado por Cristo; cuando Cristo lo adopte, entonces será la plenitud de Jesucristo, y entonces será ya glorificado.
Estará glorificado en Su cuerpo nuevo y glorificado, y también ¿quiénes más? Cada uno de ustedes también. Con la Adopción de uno vendrá la Adopción de todos los demás, y todos entraremos a la tierra prometida del nuevo cuerpo glorificado y luego habrá una manifestación plena del poder de Jesucristo, de la plenitud de Jesucristo en medio de la Iglesia de Jesucristo y los hebreos dirán: “Este es el que nosotros estamos esperando.”
Todo eso ocurrirá bajo el ministerio del Ángel del Señor Jesucristo en el Día Postrero en el cual nosotros estamos viviendo, donde la promesa es: que estaría la presencia de Jesucristo, la presencia de Dios, la presencia del Espíritu Santo.
Por eso en Apocalipsis, capítulo 7, verso 2 en adelante viene el Ángel que sube de donde nace el sol con el Sello del Dios Vivo, con el Espíritu Santo, viene con la presencia de Dios, la presencia de Cristo, la presencia del Espíritu Santo para llamar y juntar ciento cuarenta y cuatro mil hebreos, doce mil de cada tribu.
Cuando esté adoptado se cumplirá esa promesa; por lo tanto con la presencia de Dios, de Jesucristo en Espíritu Santo en medio de Su Iglesia y en el ministerio del Día Postrero, en el ministerio del Ángel de Jesucristo, esperamos siempre grandes bendiciones de Dios.
Hay grandes bendiciones ¿para quiénes? Para cada uno de ustedes y para mí también, ¿por qué? Porque está la presencia de Dios con nosotros en este tiempo final, y está el Pacto de Dios, el Nuevo Pacto con nosotros, nosotros estamos dentro del Nuevo Pacto cubiertos con la Sangre del Nuevo Pacto, la Sangre de nuestro amado Señor Jesucristo.
La presencia de Dios siempre está donde está Su Pacto, y la Sangre del Pacto que es la Sangre de la expiación, si no está el Pacto y la Sangre del Pacto, no puede estar la presencia de Dios y no puede venir la bendición de Dios para el pueblo.
Pero está con nosotros el Pacto de Dios, el Nuevo Pacto y la Sangre del Nuevo Pacto, la Sangre de Jesucristo; por lo tanto está la presencia de Dios con nosotros, para bendecirnos, para guiarnos y paras introducirnos a la tierra prometida del nuevo cuerpo y ser transformados, y obtener el cuerpo nuevo y eterno, y glorificado como el de Jesucristo, y luego una manifestación plena del poder de Dios, del poder de Cristo en toda Su plenitud en Su Iglesia en el Día Postrero, y luego el pueblo hebreo verá esa manifestación y dirá: “Este es el que nosotros estábamos esperando.”
Ahí es donde verá el pueblo hebreo a Cristo manifestado en toda Su plenitud, porque es la Iglesia el lugar de la presencia de Dios, de la presencia de Jesucristo en Espíritu Santo en este tiempo final como lo ha sido en otras etapas de la Iglesia.
Y ahora, hemos visto el misterio de la presencia de Dios en medio de Su pueblo. Tenemos la presencia de Dios en la Columna de Fuego, el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, y luego vimos la presencia de Dios en carne humana en Jesús de Nazaret.
La Columna de Fuego ha estado en medio de Su Iglesia, de la Iglesia de Jesucristo de edad en edad ungiendo a los Apóstoles y a cada Ángel Mensajero, y por lo tanto la Columna de Fuego, el Ángel de Jehová estuvo manifestado por medio de cada Mensajero, Cristo en Espíritu Santo; y para el Día Postrero Cristo en Espíritu Santo está prometido para estar manifestado en carne humana en Su Ángel Mensajero en medio de Su Iglesia.
Por lo tanto, la Iglesia del Señor Jesucristo tendrá la presencia de Dios en la Columna de Fuego, el Ángel del Pacto, Cristo en Espíritu Santo y tendrá la presencia de Jesucristo en Su Ángel Mensajero manifestado a través de carne humana, como se manifestó a través de carne humana en cada Ángel Mensajero de cada edad del pasado.
Y ahora, hemos visto la trayectoria de la presencia de Dios en medio del pueblo hebreo y la presencia de Dios en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo.
Y ahora, así como el pueblo hebreo tenía que seguir la presencia de Dios para llegar a la tierra prometida, la Iglesia ha tenido que seguir la presencia de Dios de edad en edad para llegar a este tiempo final y poder entrar pronto a la tierra prometida del nuevo cuerpo.
Por lo tanto, estamos siguiendo la presencia de Dios, la presencia de Cristo, la presencia del Espíritu Santo en este tiempo final.
Estamos siguiendo la presencia de nuestro Josué, el Espíritu Santo en Su manifestación final en medio de Su Iglesia; y nuestro Josué, el Espíritu Santo en Su manifestación final, nos llevará a la tierra prometida del nuevo cuerpo, y a la tierra prometida del Reino Milenial, también nos llevará a la Cena de las Bodas del Cordero.
Por lo tanto, nos mantenemos siguiendo la presencia de Dios, y la promesa es para la Iglesia de Jesucristo, para cada Angel Mensajero y para cada creyente en Cristo: “MI PRESENCIA IRÁ CONTIGO.”
Su presencia nos guía a toda justicia y a toda verdad, porque Su presencia está en Espíritu Santo en medio de Su Iglesia, y acá en el alma de cada uno de ustedes y también de mí, y está en Su Iglesia como Cuerpo Místico de creyentes en Su manifestación final a través del Ángel del Señor Jesucristo.
MI PRESENCIA IRÁ CONTIGO, por lo tanto no temas ni desmaye tu alma, tu corazón, esfuérzate y sé valiente. Nada ni nadie se podrá parar delante de ti, obtendrás la victoria siempre en el Amor Divino. Y vamos a obtener la gran victoria en el Amor Divino cuando seamos transformados, esa es la gran victoria al ser transformados, habremos obtenido la gran victoria y habremos pasado físicamente de muerte a Vida eterna físicamente, y entonces seremos físicamente inmortales.
Y eso es lo que queremos, porque si pronto no ocurre, nuestro cuerpo se va poniendo más viejo y a medida que se va poniendo más viejo se acerca más a su final. Pero no importa, El ha prometido para nosotros un nuevo cuerpo eterno, inmortal, incorruptible y glorificado como Su cuerpo glorificado, y lo vamos a obtener ¿por qué? Porque El lo ha prometido y Su presencia está con nosotros.
“MI PRESENCIA IRÁ CONTIGO,” contigo como individuo y conmigo como individuo, y con la Iglesia del Señor Jesucristo y con cada uno de ustedes como miembros de la Iglesia del Señor Jesucristo.
Ha sido para mí un privilegio grande estar con ustedes dándoles testimonio de la presencia de Dios, de Jesucristo, con nosotros en este tiempo final.
No está en el mundo, no está en los sistemas humanos denominacionales, pero está en la Iglesia Novia del Señor Jesucristo; y luego pasará la presencia de Dios pronto al pueblo hebreo. Por eso en Ezequiel 37, verso 1 al 14, Dios ordena al Profeta Ezequiel que llame al Espíritu de Dios de los cuatro ángulos de la tierra, de los cuatro vientos ¿por qué? Porque está entre los gentiles el espíritu de Dios, la presencia de Dios; pero la presencia de Dios va a regresar al pueblo hebreo.
Pero mientras tanto, la presencia de Dios está ¿dónde? En el Israel Celestial, la Iglesia del Señor Jesucristo y en cada miembro de la Iglesia allá en lo profundo de su alma, que es el Trono de Cristo en cada uno de ustedes como individuos, y en la Iglesia de Jesucristo en la edad del Trono, la Edad de la Piedra Angular. ¿Ven?
Ahora, hemos visto dónde está Cristo en Su Iglesia, la presencia de Cristo en Su Iglesia está en la Edad del Trono, la Edad de la Piedra Angular, ahí en el alma, en el corazón de la Iglesia, la Edad de la Piedra Angular, Edad que está cumpliéndose con los latinoamericanos y caribeños.
El alma, el corazón, de la Iglesia de Jesucristo son los latinoamericanos y caribeños.
Esa es una buena noticia para todos nosotros, y ahí está la presencia de Dios y nunca nos dejará, la presencia de Dios irá con nosotros todos los días de nuestra vida.
“MI PRESENCIA IRÁ CONTIGO.”
Que las bendiciones de la presencia de Jesucristo sean sobre todos ustedes y sobre mí también; y pronto se materialicen en cada uno de ustedes y en mí, y pronto se complete el número de los escogidos de Dios, y pronto Cristo se levante del Trono del padre, tome el Título de Propiedad, el Libro de los Siete Sellos, lo abra en el Cielo y haga Su Obra de Reclamo, y resucite a los muertos creyentes en El en cuerpos glorificados y a nosotros nos transforme y nos lleve con El a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén y amén.
Ha sido para mí una bendición y privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, dándoles testimonio de nuestro tema: “MI PRESENCIA IRÁ CONTIGO.”
Si estuviera Miguel pediría el postre; así que cuando él escuche este tema dirá: “¿Y dónde está el postre?” Bueno pues el postre es que la Visión de la Carpa que tuvo el Rvdo. William Branham será cumplida en este tiempo final en medio de la Iglesia de Jesucristo, en la Edad de la Piedra Angular, entre los latinoamericanos y caribeños ¿por qué? Porque ahí está la presencia del Señor Jesucristo en Espíritu Santo.
Y esta noticia de que esta visión de la carpa será cumplida en medio de los latinoamericanos y caribeños, quizás pueda poner un poquito celosos a los norteamericanos, y principalmente a los seguidores del precursor de la Segunda Venida de Cristo, pero eso no es para poner celoso a nadie, sino para llenar de gozo a ellos y a nosotros también, porque en esa manifestación verán la manifestación plena de la gloria del Señor Jesucristo, verán la presencia de Jesucristo en medio de Su Iglesia manifestándose en toda Su plenitud.
Y ahora, hemos identificado con quién será el cumplimiento de la Visión de la Carpa. ¿Y por qué podemos hablar en esa forma? Porque la presencia de Jesucristo está con nosotros los latinoamericanos y caribeños.
En la América latina y el Caribe, y de ahí se extiende hacia otras naciones y continentes, y hacia todos los latinoamericanos y caribeños que están escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero o en la otra sección, aunque se encuentren en otras naciones.
Bueno, Miguel ése es el postre que siempre pides, y Dios nos ha dado aquí el postre para... no solamente Miguel, ¿quién más quería el postre? Ese es el postre.
Así que, le damos gracias a Cristo por el Alimento Espiritual que nos ha dado en esta ocasión, y le pedimos que pronto complete Su Iglesia y que pronto se manifieste en toda Su plenitud y sea cumplida la Visión de la Carpa en medio de Su Iglesia, en la Edad de la Piedra Angular en este Día Postrero, en donde está la gloria de Jesucristo.
¿Dónde estaba la gloria de Dios en el templo? En el lugar santísimo; y el lugar santísimo representa la Edad de la Piedra Angular.
Y ahí lo vamos a dejar, nos vamos a detener ahí porque si continuamos tendríamos que explicar algunas otras cosas relacionadas al lugar santísimo y al Arca del Pacto y al propiciatorio y los dos querubines de oro, porque en el lugar santísimo están también (en el templo de Salomón) los querubines de madera de olivo cubiertos de oro, y allí en el lugar santísimo era que estaba la gloria de Dios.
Y bajo el ministerio de los Dos Olivos, los Dos Candeleros de Oro de Apocalipsis, capítulo 11, verso 3 en adelante, que son los Dos Ungidos que están delante de la presencia de Dios. Vean, los Dos Ungidos que están delante de la presencia de Dios, delante de la gloria de Dios en el Cielo, bajo esos ministerios será que la gloria de Jesucristo será manifestada en la Tierra en toda Su plenitud, en el Templo Espiritual de Cristo, en el Lugar Santísimo de ese Templo Espiritual de Cristo que es la Edad de la Piedra Angular.
No fue cumplida la Visión de la Carpa ni en la primera, segunda, o tercera, cuarta, quinta, sexta o séptima edad, pero será cumplida en la Edad de la Piedra Angular, porque ahí es que están prometidos los ministerios de los Dos Ungidos, de los Dos Olivos que están delante de la presencia de Dios, por lo tanto tienen que estar en el lugar donde la presencia de Dios, de Cristo sería manifestada en este tiempo final, que es la Edad de la Piedra Angular, la Edad del Lugar Santísimo del Templo Espiritual de Jesucristo nuestro Salvador.
Bueno, que Dios les continúe bendiciendo a todos, que Dios les guarde, y con nosotros nuevamente nuestro amigo y hermano el Rvdo. Tirzo Ramiro Girón Pinzón, para finalizar nuestra parte en esta ocasión.
Y ya veré mañana, les veré mañana a los que estarán reunidos en la actividad de mañana... hasta en el desayuno también... hoy en la tarde también hay reunión, dice nuestro hermano Tirzo. Ya él les dará los anuncios de las próximas actividades que habrán. También algunos tendrán que viajar, que Dios los bendiga y los acompañe en sus viajes y les cuide de todo peligro, y que la presencia de Jesucristo en Espíritu Santo vaya con cada uno de ustedes.
Con nosotros nuevamente el Rvdo. Tirzo Ramiro Girón Pinzón. Dios les bendiga.
“MI PRESENCIA IRÁ CONTIGO.”