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Un Pueblo Victorioso 2002-03-01 1 Villahermosa Tabasco MX 01:16:42 false

Muy buenas noches, amados amigos y hermanos presentes; es para mi una bendición grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final. Reciban todos saludos de mi esposa Erica y también de mis niñas América y Yahannah Gabriela.

Para esta ocasión leemos en San Mateo, capítulo 16, versos 13 hasta el 20, donde dice:

Viniendo Jesús a la región de Cesarea de Filipo, preguntó a sus discípulos, diciendo: ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?

Ellos dijeron: Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías, o alguno de los profetas.

El les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?

Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.

Entonces le respondió Jesús: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos.

Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella.

Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que atares en la tierra será atado en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos.

Entonces mandó a sus discípulos que a nadie dijesen que él era Jesús el Cristo.”

Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.

Nuestro tema es: “UN PUEBLO VICTORIOSO.”

Esta lectura que hemos tenido nos habla de la Iglesia del Señor Jesucristo, la cual nacería el Día de Pentecostés y sería un pueblo victorioso, y eso corresponde al Nuevo Testamento.

En el Antiguo Testamento el pueblo victorioso fue el pueblo hebreo. Dios le dio victorias al pueblo hebreo sacándolos de Egipto por medio del Profeta Moisés, y trajo el juicio divino sobre el imperio egipcio y para el pueblo hebreo trajo bendiciones; era un pueblo lleno de la bendición de Dios, era un pueblo que caminaba victorioso, porque Dios estaba con El; y Dios estaba en medio del pueblo hebreo en el tabernáculo que construyó el Profeta Moisés.

Pero vean, antes de tener el tabernáculo Dios le acompañaba en la Columna de Fuego de noche, y de día era una nube que los protegía del sol. Esa Columna de Fuego fue la que los libertó, fue la misma que le apareció al Profeta Moisés, y le habló y le dijo: “Yo Soy el Dios de Abraham, Isaac y Jacob.” Y se identificó como el Dios también del padre de Moisés (el padre de Moisés es Amram).

Y ahora, Dios allí apareciendole a Moisés en esa Luz le dice que ha descendido para libertar al pueblo hebreo, pues ha escuchado el clamor del pueblo hebreo pidiendo liberación; y cuando el pueblo clama a Dios por liberación, lo cual Dios ha prometido, Dios desciende y liberta a su pueblo. Dios le había prometido a Abraham que estarían cuatrocientos años en una nación extraña y serían esclavos allí, pero a los cuatrocientos años Dios los libertaría y los regresaría a la tierra que dio a Abraham, a la tierra que le prometió a Abraham.

Y ahora, encontramos que Dios acompañaba al pueblo hebreo en la Columna de Fuego, libertó al pueblo hebreo usando al Profeta Moisés, y luego en el Monte Sinaí le dio las leyes en tablas de piedras. Encontramos que las primeras tablas que fueron dadas a Moisés, luego Moisés cuando descendió del Monte y vio al pueblo adorando a un becerro de oro, rompió, quebró, las tablas de la ley; y luego Dios lo mandó a subir de nuevo y le dijo: “Ahora prepara tú dos tablas de piedras como las primeras, y sube al monte de nuevo.” Y estuvo de nuevo cuarenta días en el monte y fueron escritas allí las leyes divinas, los diez mandamientos.

Y ahora, encontramos que el primer Pacto, el Pacto del Antiguo Testamento fue roto, pero ahora Dios ha establecido un Nuevo Pacto con este pueblo victorioso del Nuevo Testamento.

Y ahora, así como Moisés fue el que puso las segundas tablas, ahora nosotros ponemos las tablas de nuestro corazón, para que Cristo escriba en nuestro corazón Sus leyes divinas.

Encontramos que en el Monte Sinaí fue el mismo Cristo en Su Cuerpo angelical, el que dio a Moisés la Ley para el pueblo hebreo. Por eso la Escritura dice que la Ley fue dada por comisión de Angeles; fue el Angel de Jehová, el Angel del Pacto, el que dio allí las leyes divinas para el pueblo hebreo. Y el Angel de Jehová, el Angel del Pacto es Jesucristo nuestro Salvador en Su cuerpo angelical en el Antiguo Testamento, y se hizo carne, se hizo hombre, y habitó en medio del pueblo hebreo y lo conocemos por el nombre de Jesús.

Por eso Jesús vino en el Nombre de Su Padre: para poder llevar a cabo la Obra de Redención, y llevar a cabo una liberación tan grande que fue tipificada en la liberación que llevó a cabo con el pueblo hebreo, el pueblo de los siervos de Dios.

En el pueblo hebreo está tipificado el pueblo victorioso del Nuevo Testamento, que es la Iglesia del Señor Jesucristo; el pueblo hebreo es el pueblo de los siervos de Dios. Los miembros de la Iglesia de Jesucristo o la Iglesia de Jesucristo es el pueblo de los hijos e hijas de Dios. ¿Y qué es más grande: un siervo o un hijo? Un hijo es mayor que un siervo, el hijo es el heredero y no el siervo.

Por eso aunque Abraham tenía temor de que un siervo suyo fuese el heredero suyo, Dios le dijo: “No te heredará este siervo tuyo (Eliezer), sino que te heredará un hijo tuyo, que nacerá a través de Sara, tu esposa; un hijo tuyo.”

Y ahora, Dios le dijo que le pusiera por nombre Isaac. Y este hijo prometido a Abraham es tipo y figura de Cristo nuestro Salvador. El es el heredero de todo el planeta Tierra, El es heredero, por consiguiente del territorio de Israel; y también como Hijo de David El es el heredero al Trono y del Trono de David. Cristo es el heredero de todo, todo le pertenece a Cristo, y al decir todo, pues todo.

Bueno, ¿y qué hará con la cizaña? Recuerden que cuando una persona hereda una propiedad que era de su padre, la hereda - si es un campo de trigo, si es un territorio, un terreno donde siembra el trigo, pues la heredera con el trigo que tiene y también con la cizaña que tiene.

Pero lo mismo que hacen los agricultores con la cizaña es lo que Cristo hará con la cizaña: la cizaña será atada en manojos y será echada en el horno del fuego, que es la gran tribulación, donde será quemada; allí será el lloro y el crujir de dientes de la cizaña, y también de las vírgenes insensatas que no tenían aceite, o sea, que no habían recibido el Espíritu Santo, y por consiguiente no podían ser transformadas, y por consiguiente no podían ir en el Rapto o arrebatamiento de la Iglesia, para ir a la Cena de las Bodas del Cordero.

Recuerden que cuando las insensatas vinieron tocando la puerta, ya estaba cerrada, y las vírgenes prudentes ya estaban dentro con el esposo, el cual es Cristo.

Y ahora, siendo que el pueblo hebreo representa, tipifica a la Iglesia del Señor Jesucristo, el pueblo terrenal (pueblo hebreo) tipifica el pueblo Celestial, la Iglesia del Señor Jesucristo. Por lo tanto, todo lo que Dios haría en el pueblo Celestial, lo ha tipificado en el pueblo terrenal, el pueblo hebreo. Vean, llevó a cabo un éxodo, una liberación para el pueblo hebreo que estaba esclavizado.

Y ahora, recuerden que éste que llevó a cabo esa liberación fue el Angel de Jehová, el Angel del Pacto, en el cual estaba Dios en toda Su plenitud, y por consiguiente siendo que el Angel de Jehová, el Angel del Pacto es Jesucristo en Su cuerpo Angelical, vean, Jesucristo en Su Cuerpo Angelical trae el tipo y figura con el pueblo hebreo, de la liberación que El va a hacer con el Israel Celestial, con el pueblo Celestial.

Y ahora, así como llevó a cabo un éxodo con el pueblo terrenal, lleva a cabo un éxodo con el pueblo Celestial. Así como sacó de Egipto a su pueblo terrenal (Israel), lo libertó del faraón y del imperio o reino del faraón, ahora el mismo que libertó al pueblo hebreo, Jesucristo, el Angel de Jehová, el Angel del Pacto, ha libertado al Israel Celestial.

¿Y de qué y de dónde lo ha libertado, y cómo lo ha libertado? Con la Primera Venida de Cristo y Su muerte en la Cruz del Calvario, El llevó a cabo la Obra de Redención, y al morir, ser sepultado, y luego resucitar victorioso, obtuvo la victoria para todos nosotros. Y en Apocalipsis, capítulo 1, dice que El tiene las llaves del infierno y de la muerte, eso está en el capítulo 1, verso 18 del Apocalipsis.

Y ahora, si tiene las llaves del infierno y de la muerte (Cristo), del hades y de la muerte, pues El liberta a Sus hijos del infierno y también de la muerte, liberta a Sus hijos pertenecientes al Israel Celestial, que son los miembros de la Iglesia de Jesucristo, los liberta de la quinta dimensión, los liberta del reino del maligno, del reino del diablo y del rey de ese reino de las tinieblas, que es el diablo.

Y ahora, de eso es lo que nos habló San Pablo en Colosenses, capítulo 1, verso 12 en adelante, cuando dice:

Con gozo dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz;

el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo.”

¿Ven? Nos ha librado de la potestad de las tinieblas. Así como Dios a través del Profeta Moisés libró, libertó al pueblo hebreo que estaba esclavizado en Egipto, lo libró, lo libertó del faraón y del reino del faraón, y los llevó a la tierra prometida.

Y ahora, Cristo nos ha libertado, Dios por medio de Cristo nos ha libertado del reino de las tinieblas, del diablo, nos ha libertado del poder del diablo y nos ha colocado en el Reino de Jesucristo, nos sacó del reino del diablo, de las tinieblas, y nos colocó en el Reino de Luz, el Reino de Jesucristo nuestro Salvador; y así nos colocó en una Tierra Prometida como Reino, el Reino de Jesucristo, al darnos Su Espíritu Santo (el Espíritu Santo es la Tierra Prometida).

Y ahora nos da Su Espíritu Santo y obtenemos el nuevo nacimiento en el Reino de Cristo, y obtenemos un cuerpo angelical de la sexta dimensión, o sea, de la dimensión del Reino de Jesucristo; y mientras falte alguno del Reino de los Cielos, del Israel Celestial de ser libertado, colocado en el Reino de Cristo, Cristo continuará en el Cielo haciendo intercesión, hasta que sea llamado y juntado en el Cuerpo Místico de Cristo hasta el último de los que están escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, que son los pertenecientes al pueblo victorioso Celestial, que es la Iglesia del Señor Jesucristo con todos los nacidos de nuevo.

Y ahora, vean cómo Cristo nos ha dado la victoria contra el diablo, nos ha libertado del reino de las tinieblas, del reino del diablo y nos ha colocado dentro de Su Reino, el Reino de Cristo. El reino de las tinieblas pertenece al diablo y el Reino de Luz pertenece a Cristo.

Y ahora, ha estado ocurriendo una creación, se ha estado llevando una creación a cabo, de una Nueva Raza con Vida eterna; y por consiguiente primeramente nos da el cuerpo angelical teofánico de la sexta dimensión, como Jesucristo antes de venir a la Tierra tenía el cuerpo angelical teofánico y es llamado en el Antiguo Testamento el Angel de Jehová, y luego cuando se hizo carne estaba allí el Angel de Jehová en la forma de un hombre en esta dimensión terrenal.

Y ahora, Cristo decía: “Nadie me quita la vida, yo la pongo por mi mismo para volverla a tomar.” El mostró que El es eterno.

También en una ocasión en San Juan, capítulo 8, verso 56 al 58, dice Cristo: “Abraham vuestro padre, deseó ver mi día; lo vio, y se gozó.” Le dicen: “No tienes cincuenta años todavía, ¿y dices que has visto a Abraham?” Cristo dice a esas personas: “ Antes que Abraham fuese, yo soy.”

¿Qué está mostrando El? Que El es el Angel de Jehová, el Angel del Pacto, el mismo Dios que estaba en el Antiguo Testamento en los días de Abraham y aún antes de Abraham, el mismo Dios que estaba en Su cuerpo angelical y que le apareció a diferentes hombres de Dios ahora se había hecho, creado un cuerpo de carne, en el cual estaba viviendo, y ahí estaba el Nombre de Dios, porque dice el Exodo, capítulo 23, verso 20 al 23 que el Nombre de Dios está ¿dónde? En Su Angel, el Angel del Pacto. Dice, capítulo 23, verso 20 en adelante del Exodo:

He aquí yo envío mi Angel delante de ti para que te guarde en el camino, y te introduzca en el lugar que yo he preparado.

Guárdate delante de él, y oye su voz; no le seas rebelde; porque él no perdonará vuestra rebelión, porque mi nombre está en él.”

Ahí podemos ver el lugar donde Dios colocó Su Nombre. Ese Angel de Jehová es el cuerpo angelical de Dios, y cuando se hizo carne el Verbo que era con Dios y era Dios, el cual creó todas las cosas, por El fueron hechas todas las cosas, y sin El nada de lo que ha sido hecho fue hecho, nos dice el capítulo 1 de San Juan.

Y ahora, encontramos que cuando se hace carne, pues ahí está el Nombre de Dios, lo tiene el Angel de Jehová que está dentro del velo de carne. Y por eso Jesús trae el Nombre de Dios (humano) para Redención. Jesús en el idioma hebreo, pues no se lee Jesús, sino Josué.

Ahora, encontramos que estando el Nombre de Dios en Jesucristo, podía entonces llevar a cabo la Obra de redención y llevar a cabo la liberación del Israel Celestial, llevar a cabo el Exodo, el Segundo Exodo, que es el éxodo del Israel Celestial, el cual había sido tipificado en el éxodo del Israel terrenal.

Ahora, en este tiempo final hay un Tercer Exodo, vean, el Israel Celestial, que es la Iglesia del Señor Jesucristo, en el Segundo Exodo obtiene el perdón de sus pecados al escuchar la predicación del Evangelio, creer en Cristo como nuestro Salvador y ser bautizados en agua en Su Nombre, y Cristo nos da Su Espíritu Santo y obtenemos el nuevo nacimiento. Todo esto lo podemos obtener porque escuchamos la predicación del Evangelio de la Gracia, que gira alrededor de la Primera Venida de Cristo como el Cordero de Dios, para quitar el pecado del mundo; si no tenemos este conocimiento pues no podemos recibir a Cristo como nuestro Salvador y ser bautizados en Su Nombre.

Ahora, con todo este conocimiento revelado en el Evangelio de la Gracia, pues recibimos a Cristo como nuestro Salvador, lavamos nuestros pecados en Su Sangre, arrepentidos de nuestros pecados, somos bautizados en agua en Su Nombre y El nos da Su Espíritu Santo y entramos a la Tierra Prometida del bautismo del Espíritu Santo, y obtenemos un cuerpo angelical teofánico, como el cuerpo de los Angeles de Dios de la sexta dimensión y como el cuerpo teofánico, angelical de Jesucristo nuestro Salvador.

Y en este tiempo final, luego que todos los escritos en el Cielo hayan sido llamados y juntados en el Cuerpo Místico de Cristo, viene el Tercer Exodo, en donde obtendremos la liberación física, en donde seremos libertados de la muerte física y de todas las cosas físicas, porque los muertos en Cristo van a ser resucitados en cuerpos glorificados, y nosotros los que vivimos vamos a ser transformados; y así entraremos a la Tierra Prometida del cuerpo nuevo, eterno, inmortal, incorruptible y glorificado, y luego iremos con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo; y después de estar allá con Cristo tres años y medio de recepción nupcial, recepción de las Bodas del Cordero, vean, regresaremos a la Tierra con Cristo, pues ya habrá terminado en la Tierra la gran tribulación y entonces será establecido el glorioso Reino Milenial de Cristo, y Cristo con Su Iglesia gobernarán sobre el pueblo hebreo y sobre todas las naciones. Los que sobrevivan a los juicios de la gran tribulación serán gobernados por Cristo y Su Iglesia.

Y ahora, hemos visto que en el éxodo del pueblo hebreo están los dos éxodos que Cristo llevaría a cabo con Su Iglesia: el éxodo espiritual y el éxodo físico del cuerpo físico, el cual está muy cerca para todos nosotros. Vean, Cristo en el Segundo Exodo nos liberta del reino de las tinieblas y eso lo hace al redimirnos y darnos un cuerpo angelical teofánico.

Ahora, recuerden que para el éxodo allá en medio del pueblo hebreo, un cordero pascual fue sacrificado en la víspera de la pascua.

Y ahora, en el Nuevo Testamento aquel cordero tipifica a Cristo, el cual fue sacrificado para poder salir en este Segundo Exodo y entrar a la tierra Prometida del bautismo del Espíritu Santo, y entrar así a la tierra prometida del Reino de Luz de Jesucristo nuestro Salvador; con el nuevo nacimiento somos colocados dentro del Reino de Cristo, porque nacemos dentro del Reino de Jesucristo nuestro Salvador.

Por ejemplo: una persona es ciudadano del lugar donde nació por nacimiento, porque allí nació su cuerpo. Y por cuanto el cuerpo angelical que El nos da es de la sexta dimensión, que es la dimensión del Reino de Cristo, es la dimensión del Paraíso, cuando lo recibimos, ¿qué sucede? Pues nacemos ahí, en esa dimensión sexta del Reino de Cristo, y somos colocados en el Reino de Jesucristo nuestro Salvador.

Como cuando usted nació en el país que le tocó nacer, ustedes acá en la República mexicana al nacer, al recibir un cuerpo en esta nación, vienen a ser mexicanos; y al nacer en el Reino de Cristo y recibir un cuerpo en el Reino de Cristo (de esa dimensión) somos del Reino de Jesucristo, somos ciudadanos celestiales, nacidos en el Reino de Cristo.

Y ahora, vean cómo Cristo sacó nuestra alma del reino de las tinieblas y la colocó en Su Reino. En Colosenses, vamos a ver... Filipenses, capítulo 3, verso 20 al 21, dice:

Mas nuestra ciudadanía está en los cielos (¿y cómo puede estar nuestra ciudadanía en los cielos, si estamos viviendo aquí en la Tierra? Porque el nuevo nacimiento que hemos obtenido es del Cielo, de la dimensión de Cristo, por lo tanto hemos nacido en Su Reino, que es Celestial; y por eso somos ciudadanos celestiales pertenecientes a la Jerusalén Celestial), de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo;

el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra...”

Recuerden que este cuerpo de carne es el cuerpo de la humillación nuestra; aquí es donde (en este cuerpo), donde nosotros pasamos por esta Tierra en una condición de humillación. Siendo Reyes, algunas veces estamos que nos falta dinero para comprar algunas cosas; siendo herederos de Dios, vean, algunas veces tenemos necesidades y tenemos que trabajar para obtener lo que necesitamos para sobrevivir aquí en la Tierra, pero el cuerpo de nuestra gloria es el nuevo cuerpo que El nos dará.

...el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas.”

Vean, la promesa es que El nos va a transformar y nos va a dar un cuerpo igual a Su cuerpo glorificado. ¿Y qué otro pueblo tiene esa promesa? Ningún otro pueblo, éste es el único pueblo que tiene la promesa de un cuerpo igual al cuerpo de Jesucristo nuestro Salvador; por lo tanto este es pueblo victorioso del Nuevo Testamento, lo cual se reflejó en el Antiguo Testamento, en medio del pueblo hebreo en medio del cual estaba Dios.

Y ahora, en medio del pueblo del Nuevo Testamento, que es la Iglesia de Jesucristo, los cuales son Ciudadanos Celestiales, está el mismo Dios, el mismo Angel de Jehová, Angel del Pacto, Jesucristo en Espíritu Santo morando en medio de Su Iglesia de edad en edad.

Y ahora, estamos llegando al tiempo que vamos a recibir, en adición a las bendiciones del Segundo Exodo, vamos a recibir las bendiciones del Tercer Exodo que son: el cuerpo físico glorificado; ¿porqué? Porque éste es el pueblo victorioso que ha ido pasando de etapa en etapa.

Y para este tiempo final, en adición a la victoria obtenida en el Segundo Exodo, en donde hemos obtenido el bautismo del Espíritu Santo y hemos obtenido el cuerpo angelical, en este tiempo final, en el Tercer Exodo obtendremos el cuerpo glorificado y eterno, igual al cuerpo glorificado de Jesucristo, y así obtendremos esa gran victoria y seremos todos iguales a Jesucristo nuestro Salvador; y así quedará creado totalmente, tanto espiritualmente como físicamente, la nueva creación de una Nueva Raza, igual a Jesucristo nuestro Salvador, que es la cabeza de la creación de Dios, de esta nueva creación que El ha comenzado a llevar a cabo y ya está casi finalizando, porque está llamando y juntando sus últimos escogidos, para crear la parte espiritual de los que faltan y ser así colocados dentro del Reino de Cristo; y luego creará la parte física, que será el cuerpo nuevo, eterno, inmortal, incorruptible y glorificado, igual al cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador, y así todos seremos a imagen y semejanza de Jesucristo nuestro salvador, y así estaremos como un pueblo Celestial, victorioso, con toda la herencia de Dios, porque somos herederos de Dios y coherederos con Jesucristo nuestro Salvador.

Así como Dios estuvo en medio del pueblo hebreo, acompañándolos, el Angel del Pacto estuvo en medio del pueblo hebreo, en el cual estaba Dios... vean, estuvo acompañándolos, y cuando Moisés construyó el tabernáculo, allí entró Dios en la Columna de Fuego y se colocó dentro del lugar santísimo, y se colocó sobre el propiciatorio, que es la tapa del arca del pacto. El propiciatorio tiene dos querubines de oro y en medio de los dos querubines de oro allí estaba Dios; y estuvo Dios allí, en el tabernáculo que construyó Moisés, acompañando al pueblo hebreo.

Ahora, desde allí le hablaba Dios a Moisés todas las palabras que tenía que hablarle Moisés al pueblo hebreo, eso está en el capítulo 25, verso 21 al 22 del Exodo, vamos a leerlo para que lo tengan claro, dice:

Y pondrás el propiciatorio encima del arca, y en el arca pondrás el testimonio que yo te daré.

Y de allí me declararé a ti, y hablaré contigo de sobre el propiciatorio, de entre los dos querubines que están sobre el arca del testimonio, todo lo que yo te mandare para los hijos de Israel.”

Vean, Moisés entraba al lugar santísimo y se encontraba allí con Dios en y sobre el propiciatorio, allí estaba Dios en la Columna de Fuego.

Ahora, ¿cómo vamos a encontrar estas cosas en el pueblo victorioso del Nuevo Testamento? Siendo que la Iglesia del Señor Jesucristo es un Templo espiritual tiene Atrio, tiene Lugar Santo y Lugar Santísimo. Y por cuanto Cristo está construyendo ese Templo espiritual, vean, ese Templo espiritual va a ser dedicado a Dios para Dios morar en toda Su plenitud en este Templo espiritual, que es una Nueva Raza.

Y ahora, de Adán hasta Jesús es el Atrio del Templo; y de Jesús hasta el séptimo Angel Mensajero corresponde al Lugar Santo; y después del Rvdo. William Branham hacia acá corresponde al Lugar Santísimo.

¿Dónde tenía que ser colocada el arca? En el lugar santísimo, pero tenía que ser traída por el atrio, por el lugar santo hasta llegar al lugar santísimo.

Y ahora, el Arca, la Palabra, Cristo, vean, lo encontramos en el Atrio, el Antiguo Testamento, lo encontramos siendo traído en el corazón de los Profetas de Dios y en las edades o en las diferentes etapas de la Iglesia, en los Apóstoles y en los siete Angeles Mensajeros. Así vino Cristo, el Arca del Pacto, la Palabra: de edad en edad en el corazón de cada Mensajero correspondiente a cada edad.

Pero el Arca del Pacto, Cristo, la Palabra, tiene que entrar al Lugar Santísimo de Su Templo espiritual. Por eso tiene que ser construido ese Lugar Santísimo con Piedras vivas, seres humanos, los cuales en este tiempo han estado siendo llamados y juntados; y es también en el Lugar Santísimo donde en este tiempo final está la Palabra de Dios correspondiente a este tiempo final, ya no está en ninguna de las edades pasadas, porque ya esas edades terminaron, ahora corresponde al Lugar Santísimo del Templo Espiritual de Jesucristo.

Y ahora, cuando esté completada toda la labor de la construcción de ese Templo espiritual, de la creación de esa Nueva Raza, Dios habitará en ese Templo espiritual, que es Su Iglesia, habitará en toda Su plenitud; por lo tanto, tendremos cuerpo, no solamente angelical teofánico, sino cuerpo físico glorificado, porque Dios glorificará la Casa de Su gloria y la Casa de Su gloria es Su Iglesia, el pueblo victorioso del Nuevo Testamento. En Primera de Pedro, capítulo 2, verso 9 al 10, dice:

Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios (¿cómo fue adquirido por Dios este pueblo? Por el Sacrificio de Cristo, por la Sangre de Cristo, vean ustedes, El nos compró)... pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable (nos llamó del reino de las tinieblas, del reino del diablo, nos llamó a Su Reino, el Reino de Luz es el Reino de Cristo, nos llamó a Su Luz admirable);

vosotros que en otro tiempo no erais pueblo, pero que ahora sois pueblo de Dios; que en otro tiempo no habíais alcanzado misericordia, pero ahora habéis alcanzado misericordia.”

¿Ven? Y ahora somos el pueblo adquirido por Dios, el pueblo victorioso del Nuevo Testamento.

Y como Templo espiritual, así como el arca del pacto estaba en el lugar santísimo, en nuestro tiempo la Palabra se encuentra en la Edad de la Piedra Angular, que es el Lugar Santísimo del Templo espiritual de Cristo, de la Iglesia de Jesucristo, y desde ahí es que le hablará al ministerio de Moisés todo lo que tiene que decirle al pueblo hebreo.

Por eso ningún Mensajero de ninguna edad pudo convertir el pueblo hebreo a Cristo: porque tenía que oír la Voz de Cristo en el Lugar Santísimo; y en las edades pasadas ninguna de esas edades fue el Lugar Santísimo del Templo espiritual de Cristo. Ellos escucharon la Voz de Cristo para la edad en que ellos vivieron (los Mensajeros de las edades pasadas). Pero la Voz de Cristo para hablarle al pueblo hebreo sale del Lugar Santísimo, por lo tanto, ahí tienen que estar los ministerios de los Dos Olivos, de Moisés y Elías, que fueron representados en los dos querubines de Oro y también en los dos querubines de madera de olivo cubiertos de oro que Salomón colocó dentro del lugar santísimo, los cuales eran gigantes y con sus alas cubrían el arca del pacto.

Ahora, encontramos que los Dos Olivos son los Dos Ungidos que están delante de la presencia de Dios, están delante de Dios, por lo tanto, eso tiene que materializarse en la Iglesia de Jesucristo para estos ministerios estar delante de la presencia de Cristo y ser enviados al pueblo hebreo cuando llegue el momento preciso.

Y ahora, es muy importante estar trabajando con la Iglesia de Jesucristo, que es el pueblo victorioso del Nuevo Testamento, hasta que se complete la Iglesia de Jesucristo nuestro Salvador. El no va a obrar con el pueblo hebreo, hasta que se complete Su Iglesia y seamos adoptados.

Por lo tanto, todo el esfuerzo lo aprovechamos con el pueblo victorioso del Nuevo Testamento que será adoptado y cuando llegue el momento para el pueblo hebreo, pues entonces ya Dios obrará con el pueblo hebreo, pueblo que nosotros amamos de todo corazón; y pueblo en el cual se reflejó la Iglesia del Señor Jesucristo, se reflejó el pueblo Celestial; y si Dios reflejó en el pueblo hebreo el pueblo Celestial entonces es un pueblo muy importante para Dios.

Dios dice: “Israel es mi hijo, mi primogénito.” El pueblo hebreo como nación es la primera nación creada por Dios, y aunque esto quizás suena raro para las naciones gentiles, porque no comprenden este misterio, el pueblo hebreo es el único pueblo creado por Dios, Dios lo libertó, le dio Leyes. ¿Ven? ¿qué otro pueblo puede decir: “Dios nos dio las leyes a través de un Profeta”? Ningún otro pueblo puede decir eso, pero el pueblo hebreo sí, porque es el pueblo terrenal creado por Dios, tipo y figura del pueblo celestial creado por Dios, en el cual Dios escribe sus leyes en el corazón de los miembros de Su pueblo Celestial.

Y ahora, si el pueblo terrenal, el pueblo hebreo, es un pueblo victorioso, cuánto más el pueblo Celestial

Y ahora, Cristo, Dios no está obrando con el pueblo hebreo espiritualmente desde hace cerca de dos mil años, pues cuando Cristo fue resucitado, allí se detuvo la semana número setenta en la mitad, y faltan tres años y medio de la semana setenta, de los cuales Dios va a tratar con el pueblo hebreo, que son los años que corresponden a la gran tribulación también.

Ahora, Dios lleva, desde el Día de Pentecostés en adelante, cerca de dos mil años tratando con el Israel Celestial, con el pueblo victorioso celestial, el pueblo que ha tenido el Segundo Exodo; porque el Primer Exodo lo tuvo el pueblo hebreo y este Primer Exodo es tipo y figura del Segundo Exodo y del Tercer Exodo también. Con el Segundo Exodo obtenemos el cuerpo angelical, porque recibimos el Espíritu Santo, y obtenemos el nuevo nacimiento y al nacer de nuevo, pues siempre que hay un nacimiento tiene que haber un cuerpo, y ese es el cuerpo angelical.

Y luego en el Tercer Exodo El nos dará el nuevo cuerpo físico, eterno, inmortal, incorruptible y glorificado, y así entraremos a la Tierra Prometida del cuerpo nuevo y eterno en este tiempo final, y luego entraremos al Reino Milenial, que es la Tierra Prometida como Reino; porque El, vean, nos va a sacar de este reino o reinos terrenales cuando nos transforme (ya no perteneceremos aquí a lo terrenal), y nos llevará con El en el Rapto y después regresaremos con Cristo para Su glorioso Reino Milenial.

Por lo tanto, vean ustedes, El nos traslada espiritualmente del reino de las tinieblas a Su Reino de Luz, y luego en este tiempo final, cuando nos transforme, nos sacará del reino terrenal, que es un reino que está en tinieblas, y nos llevará a la Cena de las Bodas del Cordero y después nos traerá para el glorioso Reino Milenial de Jesucristo nuestro Salvador, y así estaremos en la Tierra prometida como Reino, como también en la Tierra Prometida como cuerpo físico glorificado, con la Tierra Prometida del cuerpo angelical dentro del cuerpo de carne. Dentro del cuerpo de carne glorificado hemos de tener el cuerpo angelical también.

El ser humano es cuerpo, espíritu y alma, o sea, tiene dos cuerpos pero es una sola persona: alma viviente, pero tiene dos cuerpos a través de los cuales manifestarse.

Así que podemos ver que en el Nuevo Testamento hay un pueblo victorioso, y es un privilegio y una bienaventuranza pertenecer a ese pueblo victorioso.

¿Y dónde están los que pertenecen al pueblo victorioso de Dios del Nuevo Testamento? Pues aquí estamos, aquí estamos con la victoria del nuevo nacimiento y de haber obtenido el cuerpo angelical y esperando la otra victoria en donde obtendremos el cuerpo glorificado, eso corresponde al Tercer Exodo, el cual corresponde a este tiempo final.

Así que siendo miembros del pueblo victorioso, pues esperamos en la gran victoria prometida para Cristo con Su Iglesia obtener nosotros el cuerpo glorificado. Vean, también este pueblo victorioso lo encontramos en el libro del Apocalipsis, porque si es un pueblo victorioso de Dios tiene que estar aquí en la Escritura. Dice Apocalipsis, capítulo 17, versos 11 en adelante, dice:

La bestia que era, y no es, es también el octavo; y es de entre los siete, y va a la perdición.

Y los diez cuernos que has visto, son diez reyes, que aún no han recibido reino; pero por una hora recibirán autoridad como reyes juntamente con la bestia.

Estos tienen un mismo propósito, y entregarán su poder y su autoridad a la bestia.

Pelearán contra el Cordero, y el Cordero los vencerá, porque él es Señor de señores y Rey de reyes; y los que están con él son llamados y elegidos y fieles.”

Y los que están con El son los miembros de Su Iglesia, Su Iglesia compuesta por los creyentes en Cristo; éste es un pueblo victorioso porque tiene a Jesucristo, y al tener a Jesucristo, Cristo es el que nos da siempre la victoria, El nos dará la victoria en este tiempo final también.

En Apocalipsis, capítulo 19, también encontramos este pueblo siguiendo a Cristo. Dice, capítulo 19, verso 11 en adelante, dice:

Entonces vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y el que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea.

Sus ojos eran como llama de fuego, y había en su cabeza muchas diademas; y tenía un nombre escrito que ninguno conocía sino él mismo (por lo tanto este es el Nombre Nuevo del Señor Jesucristo, porque el nombre Jesús todo el mundo lo conoce, y éste que viene en el Caballo Blanco aquí es el Señor Jesucristo).

Estaba vestido de una ropa teñida en sangre; y su nombre es: EL VERBO DE DIOS.”

Recuerdan que en San Juan, capítulo 1, verso 1 en adelante, dice:

En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.

Este era en el principio con Dios.

Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.

En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.”

Luego en el verso 14 de ese mismo capítulo dice:

Y aquel Verbo fue hecho carne (se hizo carne), y habitó entre nosotros (¿cómo habitó entre nosotros? En un cuerpo de carne y lo conocimos por el nombre de Jesús)...”

Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.”

Y ahora, eso está en San Juan, capítulo 1, verso 14.

Y ahora, aquí en Apocalipsis 19, encontramos de nuevo al Verbo, este jinete dice la Escritura que es el Verbo, dice:

Estaba vestido de una ropa teñida en sangre; y su nombre es: EL VERBO DE DIOS.”

El Verbo cuando se hizo carne dos mil años atrás trajo el Nombre de Dios, fue la manifestación del Angel de Jehová, del Angel del Pacto, el Verbo haciéndose hombre en medio de la raza humana; y aquí ahora tenemos al Verbo en Apocalipsis, capítulo 19. Continuemos leyendo, dice:

Y los ejércitos celestiales, vestidos de lino finísimo, blanco y limpio, le seguían en caballos blancos.

De su boca...”

Ese ejército es la Iglesia del Señor Jesucristo, los cuales serán resucitados, los que ya partieron, y los que vivimos seremos transformados y entonces Cristo tendrá un Ejército de inmortales. Y a un Ejército de inmortales ¿quién le podrá ganar la batalla? Nadie. Por lo tanto éste es el pueblo victorioso, es el pueblo de los redimidos por Jesucristo.

De su boca sale una espada aguda, para herir con ella a las naciones, y él las regirá con vara de hierro; y él pisa el lagar del vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso.

Y en su vestidura y en su muslo tiene escrito este nombre: REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES.”

Esta es la Venida del Señor y trae el Nombre con el cual El reinará durante el Reino Milenial, por lo tanto tiene en Su vestidura escrito este Nombre: Rey de reyes y Señor de señores. Y el verso 19 de este mismo capítulo 19 en adelante, dice:

Y vi a la bestia, a los reyes de la tierra y a sus ejércitos, reunidos para guerrear contra el que montaba el caballo, y contra su ejército (guerrear contra Cristo y contra Su Iglesia).”

Vean, que el anticristo, el hombre de pecado con los reyes que le darán su poder y su autoridad, le harán la guerra a Cristo y a Su Iglesia. Pero Cristo como vimos en el capítulo 17, verso 14, los vencerá, porque El, Cristo, es Señor de señores y Rey de reyes, y los que están con El son elegidos y fieles, son los redimidos por la Sangre de Cristo que son fieles a Jesucristo nuestro Salvador; y ése es un pueblo victorioso, un pueblo victorioso en el Nuevo Testamento, tanto en el Segundo Exodo como en el Tercer Exodo también.

En este tiempo final obtendremos la gran victoria en el Amor divino, estos dos Exodos finales (el Segundo y el Tercero), vean ustedes, es (en estos éxodos) una manifestación del Amor divino:

De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” (¿Dónde está? En San Juan, capítulo 3, ahí está en el verso 3 en adelante.)

Y ahora, para la Segunda Venida de Cristo es una manifestación del Amor de Cristo a Su Iglesia, para resucitar a los muertos creyentes en El y transformarnos a nosotros los que vivimos y esto es en la Obra de Reclamo de Jesucristo, en donde El reclama a todos los que El ha redimido con Su Sangre preciosa.

Todos los que han nacido de nuevo serán los que serán transformados. Todavía Cristo está llamando y está produciendo el nuevo nacimiento en todos los que El llama, en todo este tiempo que falta; aunque es muy corto y aunque no sabemos cuanto tiempo falta, pero yo les puedo decir cuánto tiempo falta en cierta forma, desde cierto ángulo o aspecto: ¿cuánto tiempo falta? Pues el mismo tiempo que falta para que se complete la Iglesia de Jesucristo, si se completa esta noche, pues ya se completó el tiempo y ya entonces tiene que venir nuestra transformación.

Ahora, podemos ver que vivamos o físicamente muera nuestro cuerpo físico, somos un pueblo victorioso; si muere nuestro cuerpo físico, pues vamos al paraíso a vivir donde no hay problemas de ninguna clase, y esperamos allí hasta que Cristo nos resucite; pero si continuamos viviendo aún con todos los problemas que podamos tener en la Tierra llegaremos al momento de nuestra transformación, porque Cristo la ha prometido para todos nosotros.

Y ahora, este pueblo victorioso cree todas las promesas de Cristo en el Nuevo Testamento. Por eso es que estamos esperando un nuevo cuerpo eterno, inmortal, incorruptible y glorificado, aunque nuestro cuerpo físico se vaya poniendo más viejo cada año. Pero nuestra fe no se pone vieja y nuestra esperanza tampoco, esperamos ser jovencitos, esperamos ser inmortales físicamente, ya lo somos interiormente, nuestra alma es inmortal y el cuerpo angelical que recibimos de parte de Cristo es inmortal también, nos falta solamente algo que es mortal y es el cuerpo físico, y va a ser transformado y entonces será inmortal.

Así que aunque se esté poniendo viejo no hay ningún problema, tendremos un cuerpo jovencito y todos seremos, jóvenes representando de 18 a 21 años de edad; y cuando estemos en ese cuerpo nuevo glorificado, entonces es que vamos a comprender plenamente lo que todo esto que les he hablado significaba plenamente, pero con lo que hemos comprendido sabemos que no hay esperanza en ninguna otra persona, excepto en Jesucristo nuestro Salvador.

¿De qué le vale al hombre si gana todo el mundo y pierde su alma? De nada le sirve, solamente en Cristo está la vida eterna, teniendo a Cristo lo tenemos todo y tenemos la promesa de vivir eternamente en Su Reino con un cuerpo nuevo y jovencito para toda la eternidad, será glorificado como el cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador y ahí estaremos como Reyes, como Sacerdotes y como Jueces en ese Reino de Jesucristo nuestro Salvador, ahí somos el Gabinete de Cristo, y no por política sino por creer en Cristo nuestro Salvador.

El nos colocará en las diferentes posiciones de Su Reino, de acuerdo a como El desee y también de acuerdo a como las personas hayan trabajado en Su Obra. Un vago no puede esperar que le den una posición bien importante en el Reino de Cristo, si es transformado entra raspadito —como decimos nosotros— no porque luchó para ayudar a la Obra de Dios, no porque fue un colaborador grande en la Obra de Cristo. Por lo tanto, habrán unos que tendrán mucho y otros que tendrán poco en el Reino de Cristo. Cristo pagará a cada uno conforme a Su Obra.

Tenemos ejemplos de las diez minas y de los talentos también. Las minas y los talentos, los diez talentos: diez, cinco y tres, y así por el estilo, esos talentos nos hablan de que hay que trabajar, porque toda persona en el pueblo victorioso tiene algún talento, aunque sea uno; y hay que usar los talentos que Dios nos ha dado para la Gloria de Cristo.

Queremos dar buenas cuentas a Cristo por los talentos que El nos ha dado; y después vean lo que El mismo dice, acá El anuncia lo que El va a hacer: “En lo poco has sido fiel, en lo mucho te pondré, entra en el gozo de Tu Señor.” En la parábola de las minas dice: “Gobierna, reina sobre tantas ciudades.”

Así que, en la repartición de los galardones Cristo verá lo que usted hizo mientras estuvo en el cuerpo de carne, porque todo está registrado en el Reino de Cristo.

Así que, El pagará a cada uno conforme a sus obras, porque nuestro trabajo en el Señor no es en vano.

Y no piense usted como cualquier ignorante pueda pensar: que el que haya trabajado mucho y el que haya trabajado poquito o nada, va a recibir el mismo galardón. No, reciben sí todos la Vida eterna, pero en cuanto a galardones de parte de Cristo unos recibirán un galardón más grande y otros un galardón más pequeño.

Vean, los Apóstoles de los cuales Cristo dijo: “Ustedes que me habéis seguido, ustedes que han estado conmigo en todas mis pruebas, ustedes van a ser sentados en doce tronos y juzgarán a las doce tribus de Israel.” Eso está por ahí en San Mateo, capítulo 19, versos 28 al 30 y San Lucas, capítulo 22, verso 28 al 30 también, ahí habla acerca de los Apóstoles que estarán sentados en doce tronos. Por eso no se extrañen que Cristo también diga en Apocalipsis: “Al que venciere yo le daré que se siente conmigo en mi Trono, así como yo he vencido y me he sentado con mi Padre en Su Trono.”

También los Angeles Mensajeros de las diferentes edades tendrán una posición muy grande, serán Reyes allí, cabezas de todo el grupo que Dios le dio en su edad.

Así que vean, el pueblo victorioso tiene grandes bendiciones de parte de Cristo, es un pueblo rico en bendiciones celestiales, las cuales también van a ser materializadas en el Reino de nuestro amado Señor Jesucristo. Por lo tanto, este es el pueblo elegido de Dios, el pueblo que pertenece al Real Sacerdocio de Melquisedec, son descendientes del Rey y Sumo Sacerdote del Templo Celestial de Melquisedec, y Melquisedec es Jesucristo nuestro Salvador.

Somos hijos de Dios por medio de Jesucristo, por medio del Sumo Sacerdote del Templo Celestial. Por eso es que tenemos derecho a ser Sacerdotes de Dios, aunque no seamos descendientes de la tribu de Leví; no se requiere que sea la persona un descendiente de la tribu de Leví para ser un Sacerdote del pueblo Celestial, porque el Sacerdocio del pueblo Celestial es el Sacerdocio de Melquisedec, del cual Cristo es el Sumo Sacerdote.

Por eso, cuando Cristo murió y resucitó, no fue con Su Sangre al templo terrenal sino que ascendió al Cielo y allí en el Lugar Santísimo derramó Su Sangre, la presentó allí por todos los escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, porque El es el Sumo Sacerdote del Templo Celestial.

Y ahora, siendo un pueblo victorioso le damos gracias a Dios por Jesucristo, que es el que nos da siempre la victoria. No es por nuestra fuerza sino por Cristo nuestro Salvador, el cual nos da siempre la victoria. Crea que siempre va a obtener la victoria, porque usted pertenece al pueblo victorioso, y Cristo estando en medio del pueblo victorioso nos da siempre la victoria.

UN PUEBLO VICTORIOSO.”

¿Dónde están los miembros de ese pueblo victorioso? Pues aquí estamos en esta noche dándole gracias a Cristo porque siempre nos da la victoria.

Que las bendiciones de Cristo, nuestro Salvador, sean sobre todos ustedes y sobre mi también; y pronto Cristo obtenga en favor nuestro la gran victoria en el Amor Divino, y obtenga la victoria en contra de la muerte física, y resucite a los creyentes que han partido y nos transforme a nosotros los que vivimos, obtenga esa victoria en nosotros como la obtuvo en Su cuerpo cuando lo resucitó, y nos lleve con El a la Cena de las Bodas del Cordero y allá disfrutemos con Cristo esa gran Fiesta de la Cena de las Bodas del Cordero por tres años y medio, y luego regresemos con Cristo al gran Reino Milenial. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén y Amén.

Muchas gracias por vuestra amable atención, amados amigos y hermanos presentes, y adelante porque somos un pueblo victorioso. Dejo nuevamente con ustedes a nuestro amigo y hermano, el Rvdo. Miguel Bermúdez Marín, para finalizar nuestra parte en esta ocasión.

Que Dios les bendiga y hasta el domingo Dios mediante, en la actividad del domingo en la mañana, que será con todos los hermanos en el lugar que Miguel les va a decir; y mañana pues habrá reunión (¿verdad Miguel?), pero no con todos sino de ministros (y no sé si de maestras también), de maestras, de ministros, de jóvenes, de damas, en donde muchos de ustedes van a estar también. Así que los que estén en esas actividades, al pasar por los diferentes salones, les veré allí también.

Que Dios les bendiga y con nosotros nuestro amigo, el Rvdo. Miguel Bermúdez Marín.

UN PUEBLO VICTORIOSO.”