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| El Cambio de Sacerdocio | 2002-02-20 | 2 | Matehuala | San Luis Potosi | MX | 01:20:07 | false |
Muy buenas noches, amados amigos y hermanos presentes; es para mí un privilegio y bendición grande estar con ustedes aquí en Matehuala, San Luis Potosí, República mexicana. Reciban todos saludos de mi esposa Erica y también de mis niñas América y Yahannah Gabriela.
Para esta noche, para esta ocasión leemos en Hebreos, capítulo 7, versos 11 en adelante, donde San Pablo nos habla del nuevo orden sacerdotal. Dice capítulo 7, verso 11 al verso 23, dice:
“Si, pues, la perfección fuera por el sacerdocio levítico (porque bajo él recibió el pueblo la ley), ¿qué necesidad habría aún de que se levantase otro sacerdote, según el orden de Melquisedec, y que no fuese llamado según el orden de Aarón?
Porque cambiado el sacerdocio, necesario es que haya también cambio de ley;
y aquel de quien se dice esto, es de otra tribu, de la cual nadie sirvió al altar.
Porque manifiesto es que nuestro Señor vino de la tribu de Judá, de la cual nada habló Moisés tocante al sacerdocio.
Y esto es aun más manifiesto, si a semejanza de Melquisedec se levanta un sacerdote distinto,
no constituido conforme a la ley del mandamiento acerca de la descendencia, sino según el poder de una vida indestructible.
Pues se da testimonio de él:
Tú eres sacerdote para siempre,
Según el orden de Melquisedec.
Queda, pues, abrogado el mandamiento anterior a causa de su debilidad e ineficacia
(pues nada perfeccionó la ley), y de la introducción de una mejor esperanza, por la cual nos acercamos a Dios.
Y esto no fue hecho sin juramento;
porque los otros ciertamente sin juramento fueron hechos sacerdotes; pero éste, con el juramento del que le dijo:
Juró el Señor, y no se arrepentirá:
Tú eres sacerdote para siempre,
Según el orden de Melquisedec.
Por tanto, Jesús es hecho fiador de un mejor pacto.
Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.
Nuestro tema es: “EL CAMBIO DEL SACERDOCIO.”
En el Antiguo Testamento para el pueblo hebreo Dios ordenó al Profeta Moisés el establecimiento de un orden sacerdotal levítico, tenían que ser de la tribu de Leví a la cual pertenecía Moisés y Aarón. Por eso la Escritura nos habla acerca del Profeta Moisés y de Aarón como Sacerdotes de Dios. Vean, el Salmo 99, verso 6, dice:
“Moisés y Aarón entre sus sacerdotes.”
Ahora, por eso Moisés ofrecía sacrificios a Dios, fue el que también ofreció a Dios el tabernáculo, lo dedicó a Dios, fue el que realizó el sacrificio, llevó la sangre del sacrificio al lugar santísimo y esparció sobre el propiciatorio y también luego sobre los utensilios y todo el tabernáculo; tipo y figura de lo que Cristo, el Sumo Sacerdote Celestial haría con Su Sangre: esparciría sobre el Nuevo Templo, el Nuevo Tabernáculo que es la Iglesia del Señor Jesucristo, y así estaríamos bajo el Nuevo Pacto en el Nuevo Testamento.
Ahora vean, allá Moisés dijo al pueblo: “Este es el pacto que Dios os ha mandado.” Pero ahora el Nuevo Pacto es el que Cristo ha establecido con la Sangre del Nuevo Pacto, la Sangre de nuestro amado Señor Jesucristo.
En la última cena Cristo dijo (tomando el pan): “Este es mi cuerpo que por vosotros es partido.” Y tomando la copa (luego de haber comido ellos), tomando la copa dijo: “Esta es la Sangre del Nuevo Pacto, esta es mi Sangre, la Sangre del Nuevo Pacto que por vosotros es derramada. Tomad, bebed.”
Y ahora, encontramos que en el Antiguo Testamento Dios reflejó todo lo que El haría en el Nuevo Testamento. Por eso en el Antiguo Testamento tenemos un cordero pascual que fue sacrificado en Egipto, cada familia sacrificó un cordero pascual en la víspera de la pascua, y luego durante la noche de la pascua estuvieron comiendo ese cordero; y la sangre estaba aplicada en el dintel y los postes de las puertas de los hogares hebreos para la protección de los primogénitos que estaban en esos hogares, para que la muerte, el ángel de la muerte no pudiera entrar a esos hogares.
Todos los que estaban dentro de una casa donde estaba la señal de la sangre aplicada Dios no permitía que el ángel de la muerte entrara a esa casa, por lo tanto estaban a salvo los primogénitos dentro de esos hogares con la sangre del cordero pascual; y dentro tenían la carne del cordero pascual asada, la cual se estaban comiendo durante la noche de la pascua.
Pero los egipcios no tenían esa revelación divina de cómo proteger los primogénitos ni creían que iba a venir ese juicio divino sobre la Tierra, pero vino; y por cuanto ellos no tenían la revelación divina del cordero pascual y su sangre siendo aplicada en el dintel y los postes de sus hogares, los hogares estaban sin la señal de la sangre, por lo tanto el ángel de muerte entró a sus hogares y murieron todos los primogénitos en los hogares egipcios, y aun también los primogénitos de los animales.
Ahora, podemos ver que este cordero pascual que tenía el pueblo hebreo era tipo y figura de nuestro amado Señor Jesucristo, allá era el tipo y figura, la sombra. Y si en el tipo y figura fue así, cuánto más en la realidad, que es Jesucristo, el Cordero pascual del cual Juan el Bautista dijo: “He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.” Y si quita el pecado del mundo, al quitar nuestros pecados la muerte no puede matarnos a nosotros, la muerte espiritual no nos puede matar. Por lo tanto tenemos Vida eterna con Cristo nuestro Salvador.
Todos los Primogénitos escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero están a salvo, porque tienen el Cordero pascual y Su Sangre aplicada en sus corazones como individuos, y en el Cuerpo Místico de creyentes, que es la Iglesia de Jesucristo, está el Cordero pascual: Cristo, y Su Sangre está ahí también, por lo tanto está en la puerta.
Y la puerta de la Casa de Dios, la Iglesia de Jesucristo, es el mismo Jesucristo, El dijo: “Yo Soy la Puerta, el que por mí entrare será salvo, y saldrá y hallará pastos.” Eso está en San Juan, capítulo 10.
Ahora, la Puerta que es Cristo ¿está dónde? En Su Casa, que es Su Iglesia, y el que entra a la Iglesia de Jesucristo, la Casa de Dios, entra por esa puerta; es la única puerta que hay y ahí es donde está la Sangre; y la persona al entrar por esa puerta entra dentro de un Nuevo Pacto y está protegido por la Sangre del Nuevo Pacto, la Sangre de nuestro amado Señor Jesucristo; y la Sangre de Jesucristo nos limpia de todo pecado. Por lo tanto, por causa de que la paga del pecado es la muerte, si Cristo quita el pecado, pues entonces la muerte no puede venir.
Ahora, encontramos que la muerte espiritual no puede destruir a los hijos e hijas de Dios, porque la Sangre de Cristo nos ha limpiado de todo pecado. Por lo tanto tenemos Vida eterna con Jesucristo nuestro Salvador.
Y ahora, hablando del cambio de sacerdocio, encontramos que en el Nuevo Pacto hay un cambio de sacerdocio, lo cual fue reflejado en el Antiguo Testamento.
Ahora vean, cuando Jacob bendijo a sus hijos, cuando le tocó bendecir a Leví, la bendición para Leví encontramos que no fue buena. Dice capítulo 49 del Génesis, versos 5 en adelante, dice:
“Simeón y Leví son hermanos;
Armas de iniquidad sus armas.
En su consejo no entre mi alma,
Ni mi espíritu se junte en su compañía.
Porque en su furor mataron hombres,
Y en su temeridad desjarretaron toros.
Maldito su furor, que fue fiero;
Y su ira, que fue dura.
Yo los apartaré en Jacob,
Y los esparciré en Israel.”
Y ahora, fueron levitas los que también crucificaron, pidieron la muerte de Cristo, lo condenaron y pidieron a Pilato que lo crucificara, por lo tanto son culpables por la muerte de Cristo nuestro Salvador; porque tan culpable es el que manda como el que lo hace.
Por lo tanto vean ustedes, ese orden sacerdotal de Leví conforme a las palabras de San Pablo sería quitado.
Y ahora, el orden levítico, el orden sacerdotal levítico es para la Dispensación de la Ley. Y siendo que la Dispensación de la Ley ha terminado, también el orden sacerdotal de la Ley ha terminado. De eso fue que Pablo dijo en el capítulo 7, verso 12:
“Porque cambiado el sacerdocio, necesario es que haya también cambio de ley.”
Por lo tanto hubo un cambio de Ley a Gracia: de la Dispensación de la Ley a la Dispensación de la Gracia, y ahora Cristo escribe Sus leyes en nuestros corazones, en tablas de carne del corazón nuestro.
Y ahora, el Sumo Sacerdote del Nuevo Pacto y en el Nuevo Testamento no es un descendiente de Aarón, sino que es Jesucristo nuestro Salvador, el cual nació y vino a través de la tribu de Judá, de la cual no se dice nada en cuanto al sacerdocio para el templo terrenal del Antiguo Testamento.
Por lo tanto Cristo no es Sacerdote del templo terrenal sino del Templo Celestial, y la Iglesia del Señor Jesucristo por cuanto también es el Templo de Dios, el cual Cristo está construyendo, vean, Cristo es el Sumo Sacerdote tanto para el Templo Celestial como para Su Iglesia.
Por eso ahora en el Nuevo Testamento no necesitamos un orden sacerdotal de Leví (levítico), y además de eso ese orden sacerdotal fue puesto para el pueblo hebreo, para el tiempo de la Dispensación de la Ley.
Para los gentiles el orden sacerdotal es el Orden de Melquisedec, el cual apareció a Abraham en el capítulo 14 del Génesis, y Abraham estaba regresando de la victoria obtenida sobre los reyes que se habían llevado cautivo a Lot y su familia.
Y ahora, Abraham regresa victorioso, y habiendo libertado a su sobrino Lot le da gracias a Dios, y cuando viene se encuentra en el Valle de Save, que es el Valle del Rey, se encuentra con Melquisedec, Melquisedec, Rey de Salem (o sea, Rey de Jerusalén) y Sacerdote del Dios Altísimo, Rey de Paz y Rey de Justicia; ese es Melquisedec.
¿Y saben quién es ese Melquisedec que le apareció a Abraham? Nuestro Señor Jesucristo en Su cuerpo angelical, y le dio pan y le dio vino; y luego cuando tuvo la ultima cena con Sus discípulos, Jesucristo le dio pan y le dio vino a Sus discípulos. El pan y el vino, vean, representan - el pan: el cuerpo de Cristo, y el vino: la Sangre de Jesucristo.
Y ahora, la vida de la Sangre es el Espíritu Santo, por eso Cristo nos da de Su Espíritu Santo, y nos da así el nuevo nacimiento, y nos da un cuerpo angelical teofánico de la sexta dimensión; y nos dará un cuerpo de carne pero glorificado ese cuerpo, igual a Su cuerpo glorificado, y así habremos obtenido toda la bendición que está tipificada en la santa cena.
En cuanto al Lavatorio de pies: el Lavatorio de pies, vean ustedes, es muy importante. Y Cristo cuando lavó los pies en la última cena a Sus discípulos, Pedro no quería que Jesús lavara los pies de él, no porque estaban sucios o limpios, sino porque siendo Jesús su Señor, Pedro no quería que Jesús se humillara a esa condición de ser un lavador de pies, que era el oficio más bajo que hubo en aquellos días y que le tocaba a los esclavos o siervos.
Ahora, Cristo le dice a Pedro - Pedro le dice: “No me lavarás nunca los pies, jamás,” Cristo le dice: “Si no te lavare no tendrás parte conmigo.” Pedro dice: “No solamente los pies sino la cabeza también, lávame los pies y la cabeza también.”
Jesús le dice: “El que está limpio no tiene necesidad sino que le sean lavados los pies, aunque no están limpios todos (porque Judas estaba allí).” O sea, que no todos los discípulos estaban limpios. Cristo en una ocasión dijo: “Ustedes son limpios (o están limpios o han sido limpios) por la Palabra de Dios.” O sea, han sido limpios por la Palabra.
Ahora, los que están limpios por la Sangre de Cristo no necesitan sino que les sean lavados los pies.
Y ahora, Cristo nos ha limpiado con Su Sangre preciosa cuando lo hemos recibido como nuestro Salvador, hemos lavado nuestros pecados en Su Sangre, hemos sido bautizados en agua en Su Nombre, y hemos recibido Su Espíritu Santo, y hemos obtenido el nuevo nacimiento y hemos obtenido un cuerpo angelical teofánico de la sexta dimensión, igual al cuerpo angelical de Jesucristo. El cuerpo angelical de Jesucristo es llamado en el Antiguo Testamento el Angel de Jehová o Angel del Pacto.
Y ahora, en el Nuevo Testamento Cristo, el Angel del Pacto se hizo carne, se hizo hombre y habitó en medio del pueblo hebreo para llevar a cabo la Obra de Redención en donde dio Su propia vida, Su cuerpo en sacrificio vivo por el pecado, para quitar el pecado del mundo, para quitar el pecado de todo hijo e hija de Dios.
Por eso, cuando la persona viene a Cristo, recibiéndolo como su Salvador, no se está arrepintiendo de los pecados de Adán ni de Eva ni de las demás personas del pasado, sino que se está arrepintiendo de sus propios pecados, porque ya Cristo quitó el pecado del mundo; cada persona ahora es responsable por sí mismo.
Y ahora, el que está limpio por la Sangre de Cristo no necesita sino que le sean lavados los pies.
Y ahora, ¿qué representa el Lavatorio de pies entonces? Cada persona creyente en Cristo ha sido lavado por la Sangre de Cristo y ha sido limpio de todo pecado, pero en su trayectoria cristiana comete errores, faltas y pecados en algunas ocasiones.
¿Y qué va a hacer con esas faltas, errores y pecados que ha cometido sin querer cometerlos? Los confiesa a Cristo nuestro Salvador y Cristo lo limpia con Su Sangre de todo pecado.
¿Ven? Porque la Sangre de Cristo está 24 horas al día disponible para cada hijo e hija de Dios; y eso que sucede cuando el cristiano confiesa sus errores, faltas o pecados a Cristo y pide perdón por ellos, Cristo con Su Sangre lo limpia de todo pecado, eso es lo que tipifica el Lavatorio de pies.
Vean: y si no te lavares diariamente de todas esas faltas, errores y pecados que puedas cometer sin querer cometerlos en tu vida cristiana, si no te lavas con la Sangre de Cristo, si no eres lavado con la Sangre de Cristo no tendrás parte con Cristo en Su Reino.
Ahora, todo esto corresponde a un Nuevo Orden Sacerdotal del cual Cristo es el Sumo Sacerdote en el Templo Celestial, El está haciendo intercesión por cada persona que tiene Su Nombre escrito en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero; y por consiguiente cada persona que tiene su nombre allí escrito pertenece al Israel Celestial.
El Israel Celestial fue representado en el Israel terrenal, por eso el orden Sacerdotal Celestial también fue representado en medio del Israel terrenal en el orden levítico.
Ahora, el orden sacerdotal terrenal levítico era temporal, y encontramos que el trato de Dios con el pueblo hebreo bajo la Dispensación de la Ley era también temporal, ya ha habido un cambio de dispensación de la Ley a la Gracia.
Y ahora, cuando Dios vuelva a tratar con el pueblo hebreo, tratará bajo una nueva dispensación y no con un orden sacerdotal pasado ya, desechado ya por Dios, sino bajo un nuevo Orden Celestial: el Orden Sacerdotal de Melquisedec.
Conforme al Orden de Melquisedec será que Dios tratará en el campo espiritual con el pueblo hebreo, y también en el campo político y judicial, porque el Orden de Melquisedec contiene el orden político de la teocracia y de la monarquía, y contiene también el orden religioso Sacerdotal de Melquisedec y contiene también el orden judicial.
Por eso Cristo cuando termine Su Obra de Intercesión como Sumo Sacerdote en el Cielo, entonces El se levantará del Trono del Padre, tomará el Título de Propiedad, que es el Libro de los Siete Sellos que está en la diestra del que está sentado en el Trono en Apocalipsis, capítulo 5 (está en la diestra de Dios), lo tomará, lo abrirá en el Cielo y entonces hará la Obra de Reclamo, y resucitará a los muertos creyentes en El y a nosotros los que vivimos nos transformará, y todo eso corresponde al Nuevo Pacto bajo la Sangre de Cristo nuestro Salvador.
Pero ahora Cristo de Sumo Sacerdote se convierte en el Rey, en el León de la tribu de Judá, en Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo.
Ahora, podemos ver que también eso es conforme al Orden de Melquisedec. Melquisedec siendo Rey de Salem, de Jerusalén y Rey de Justicia y Rey de Paz, es también Sacerdote del Dios Altísimo, ese orden contiene la parte política y la parte religiosa también, y la parte judicial.
Por lo tanto, Cristo para este tiempo final en algún momento, terminará Su Obra de Intercesión en el Cielo como Sumo Sacerdote y comenzará Su obra como León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo.
Ahora, a ese Orden Sacerdotal Celestial - pues el Orden de Melquisedec es el Orden Sacerdotal Celestial, del Templo Celestial, por eso Melquisedec el cual apareció a Abraham en el capítulo 14 del Génesis, dice la Escritura que es Sacerdote del Dios Altísimo. Y ahora, El ministra en el Templo Celestial.
Y ahora, a ese Orden pertenecen todos los creyentes en Cristo nuestro Salvador. Dios había escogido al pueblo hebreo para hacer del pueblo hebreo un pueblo de sacerdotes, y ahora el pueblo hebreo perdió la bendición, y ahora la bendición ha caído en la Iglesia del Señor Jesucristo. Vean, en Apocalipsis, capítulo 1 dice, capítulo 1, verso 5 al 6:
“Y de Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre,
y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre; a él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos. Amén.”
Y en el capítulo 5, versos 9 al 10, dice:
“y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación;
y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra.”
Y ahora, podemos ver un Nuevo Orden Sacerdotal al cual pertenecen todos los lavados por la Sangre de Jesucristo nuestro Salvador, a ese Orden Sacerdotal al cual pertenecen los redimidos por la Sangre de Cristo es el Orden Sacerdotal de Melquisedec, ese es el Nuevo Orden que será establecido literalmente en la Tierra en el Reino Milenial de Cristo nuestro Salvador.
Vean, en Apocalipsis, capítulo 20 donde se habla del Reino Milenial que será establecido, dice capítulo 20, verso 4 en adelante:
“Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de juzgar; y vi las almas de los decapitados por causa del testimonio de Jesús y por la palabra de Dios, los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen, y que no recibieron la marca en sus frentes ni en sus manos; y vivieron y reinaron con Cristo mil años.
Pero los otros muertos no volvieron a vivir hasta que se cumplieron mil años. Esta es la primera resurrección.
Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene potestad sobre éstos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años.”
Aquí tenemos el Nuevo Orden Sacerdotal para el Reino Milenial, son los redimidos por la Sangre de Jesucristo nuestro Salvador, que son los miembros de la Iglesia del Señor Jesucristo.
Por eso la Iglesia de Jesucristo reinará con Cristo por el Milenio y luego por toda la eternidad; y la Iglesia del Señor Jesucristo también es un Templo Espiritual: el Templo de Jesucristo que El está construyendo para Dios morar en ese Templo en toda Su plenitud, y el Orden Sacerdotal de ese Templo es el Orden Sacerdotal de Melquisedec.
Por eso Cristo es el Sumo Sacerdote en ese Templo, que es Su Iglesia, y también El es el Rey de reyes y Señor de señores, y El es el Juez también, y los redimidos en ese Templo son Sacerdotes también.
En la Iglesia del Señor Jesucristo estamos como Sacerdotes, de lo cual San Pablo y San Pedro dan testimonio. Veamos las palabras del Apóstol Pedro dando testimonio de este misterio de nosotros en este Templo como Sacerdotes. Capítulo 2, verso 4 al 10 de Primera de Pedro, dice:
“Acercándoos a él, piedra viva, desechada ciertamente por los hombres, mas para Dios escogida y preciosa,
vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo...”
¿Ven? Somos edificados como una casa espiritual: la Casa de Dios, la Iglesia del Señor Jesucristo, el Nuevo Templo bajo el Nuevo Pacto, y sacerdocio santo, pertenecemos a un Orden Sacerdotal Celestial: el Orden Sacerdotal de Melquisedec, ese es el Orden Sacerdotal establecido también en la Iglesia del Señor Jesucristo:
“Sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo.”
¿Por qué por medio de Jesucristo? Porque Jesucristo es el Sumo Sacerdote; y todos los demás Sacerdotes en la Iglesia de Jesucristo que son los redimidos por Cristo, ofrecen a Dios sacrificios de alabanzas a Dios, pero por medio de Jesucristo nuestro Salvador que es el Sumo Sacerdote y hace llegar a Dios nuestros sacrificios de alabanzas a Dios.
Ahora, podemos ver la importancia del Orden Sacerdotal de Melquisedec en el Cielo y también en la Iglesia del Señor Jesucristo. Todo esto fue reflejado en el pueblo hebreo, en el orden sacerdotal del pueblo hebreo y en el orden del tabernáculo que construyó Moisés y del templo que construyó el rey Salomón. Sigue diciendo:
“Por lo cual también contiene la Escritura:
He aquí, pongo en Sion la principal piedra del ángulo, escogida, preciosa;
Y el que creyere en él, no será avergonzado.
Para vosotros, pues, los que creéis, él es precioso; pero para los que no creen,
La piedra que los edificadores desecharon,
Ha venido a ser la cabeza del ángulo;
y:
Piedra de tropiezo, y roca que hace caer,
porque tropiezan en la palabra, siendo desobedientes; a lo cual fueron también destinados.
Mas vosotros sois linaje escogido (un linaje escogido, somos linaje de Dios, descendientes de Dios, simiente de Dios, hijos e hijas de Dios, ese es el linaje escogido del nivel más alto del Reino de Dios)...
Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio...”
Real sacerdocio porque pertenecemos al Orden Sacerdotal Celestial de Melquisedec, somos Sacerdotes del Templo Celestial y por consiguiente somos Sacerdotes en la Casa de Dios, la Iglesia del Señor Jesucristo, pero de ese Nuevo Orden Sacerdotal que ha sido establecido bajo el Nuevo Pacto.
Por eso no usamos la sangre de machos cabríos como en el Antiguo Testamento, no estamos sacrificando animalitos por el pecado, sino que le enseñamos a las personas que la Sangre de Jesucristo, el Cordero de Dios, nos limpia de todo pecado.
Ese es el Sacrificio con el cual (le damos a conocer a las personas que) obtienen el perdón de sus pecados y son justificados ante Dios y quedan como si nunca en la vida hubiesen pecado, porque la Sangre de Cristo no cubre el pecado, sino que lo quita. La sangre de los animalitos del Antiguo Testamento no quitaba el pecado, sino que cubría el pecado y por eso no podía hacer perfectos a los que efectuaban esos sacrificios por el pecado.
Pero ahora, la Sangre de Cristo nos limpia de todo pecado y nos hace perfectos ante Dios, nos hace personas sin pecado, y así somos justificados, quedamos como si nunca en la vida hubiésemos pecado.
Y ahora, Cristo es el Sumo Sacerdote del Templo Celestial, y nosotros pertenecemos a ese Sumo Sacerdocio Celestial, pertenecemos al Sacerdocio Celestial, al Sacerdocio de la Casa de Dios.
Y ahora, en la Iglesia de Jesucristo se está materializando todo el Sacerdocio Celestial, por lo tanto en la Iglesia de Jesucristo se ministra bajo el Sacerdocio de Melquisedec. Sigue diciendo:
“...real sacerdocio, nación santa,
pueblo adquirido por Dios,
para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable...”
Nos llamó del reino de las tinieblas, del reino del diablo y nos ha colocado en el Reino de Luz que es el Reino de nuestro amado Señor Jesucristo, donde está el Orden de Melquisedec, el Orden Sacerdotal de Melquisedec y el Orden de la Monarquía de Melquisedec, el Orden del Reino de Dios.
Ahora, encontramos que hay un Orden Celestial, por lo tanto a ese Orden Celestial de Melquisedec es que pertenece Cristo y El es el Melquisedec que le apareció a Abraham, El es el Sacerdote del Templo Celestial. Siempre El ha sido el Sacerdote del Templo Celestial, pero tenía que ser un Sacrificio por el pecado para quitar el pecado del mundo. Vino en carne humana y Su cuerpo fue ofrecido en Sacrificio por el pecado para quitar el pecado del ser humano.
El tomó nuestros pecados y se hizo pecado por nosotros y murió por nosotros, porque la muerte es la paga del pecado, por lo tanto ya el pecado fue pagado, la paga del pecado vino sobre Jesucristo, por eso murió Cristo: como paga por el pecado.
Y ahora, nosotros somos justificados por Jesucristo.
Y ahora, El se hizo como nosotros para El hacernos a nosotros como El y hacernos a Su imagen y a Su semejanza. Todo esto está bajo un Nuevo Orden Sacerdotal, bajo el Orden Sacerdotal de Melquisedec, que es el Orden Sacerdotal Celestial del Templo Celestial.
Ese es el Orden Sacerdotal que opera en la Iglesia del Señor Jesucristo, porque la Iglesia de Jesucristo es el Templo Espiritual de Jesucristo; y ese es el Orden Sacerdotal que será establecido en el Reino Milenial, y también ese es el orden de gobierno, de la monarquía que será establecida en el Reino Milenial, y también de la teocracia, corresponde al Orden de Melquisedec.
Por lo tanto, Cristo es del Orden de Melquisedec el Sumo Sacerdote y el Rey de reyes y Señor de señores, y nosotros pertenecemos a ese Orden Celestial de Melquisedec, y por eso somos Sacerdotes de Dios por medio de Jesucristo: para ministrar alabanzas a nuestro Dios por medio de Jesucristo, y somos Reyes también. “El nos ha hecho para nuestro Dios Reyes y Sacerdotes, y reinaremos con Cristo por el Milenio y por toda la eternidad.”
Ahora, vean la posición nuestra en el Reino de Cristo: somos Reyes, y Sacerdotes y Jueces, Pablo dice: “¿No saben ustedes que los santos juzgarán al mundo?” ¿Por qué? Porque pertenecen al Orden de Melquisedec; por lo tanto pertenecemos al Orden Judicial de Melquisedec, Rey de Justicia, es Cristo Melquisedec, el cual le apareció a Abraham en el cuerpo angelical.
A ese orden pertenecemos nosotros porque somos hijos de Dios por medio de Jesucristo nuestro Salvador, descendientes de Melquisedec, el Rey de Salem (o sea, de Jerusalén), el Rey de Justicia, y Rey de paz y Sacerdote del Dios Altísimo.
Y nosotros somos herederos a todo lo que Jesucristo es, El es el Sumo Sacerdote Melquisedec del Templo Celestial, nosotros somos herederos al Sacerdocio también como Sacerdotes de ese Orden Celestial, y El es el Rey de Salem, de Jerusalén, por lo tanto nosotros somos Reyes con El para reinar con Cristo en Jerusalén también, y de ahí reinar sobre el pueblo hebreo y sobre todas las naciones.
Y Cristo es también el Juez, porque es el Rey de justicia, y nosotros somos Jueces con Cristo, por eso juzgaremos al mundo con Cristo. Cristo con Su Iglesia juzgará al mundo en el juicio final; también tiene que ver con el juicio que ha de venir durante la gran tribulación.
Así que, tiene que ver con el juicio de las naciones de San Mateo, capítulo 25, versos 31 al 46.
Ahora, podemos ver que de esto también nos habla el Profeta Daniel, cuando nos dice en el capítulo 7 (en el capítulo 7 del libro del Profeta Daniel), verso 18, dice:
“Después recibirán el reino los santos del Altísimo, y poseerán el reino hasta el siglo, eternamente y para siempre.”
O sea, poseerán el Reino durante el Milenio y por toda la eternidad, porque el Reino aquí en la Tierra pertenecerá a Cristo y a Su Iglesia, y será gobernado el planeta Tierra completo desde Jerusalén, que será la capital del mundo. Por eso Cristo dijo: “No temáis manada pequeña porque al Padre le ha placido darles el reino.”
Y ahora, en el capítulo 7 mismo, verso 22, dice... verso 21 al 22 dice:
“Y veía yo que este cuerno hacía guerra contra los santos, y los vencía,
hasta que vino el Anciano de días, y se dio el juicio a los santos del Altísimo; y llegó el tiempo, y los santos recibieron el reino.”
¿Ven? El juicio es dado a los santos del Altísimo y el Reino es dado a los santos del Altísimo y van a poseer el Reino. El Reino aquí en la Tierra pertenece a Cristo y a Su Iglesia, a Cristo y Sus santos redimidos con la Sangre de Jesucristo nuestro Salvador.
Y el pueblo hebreo, pues tendrá una bendición grande, porque en el territorio de Israel será donde estará establecido el Trono del Mesías, del Rey de Israel (ese es el Trono de David), y desde ahí el Mesías, Cristo reinará, gobernará, sobre el pueblo hebreo y sobre todas las naciones.
Por lo tanto, el pueblo hebreo tiene una parte muy importante en ese Reino Milenial de Cristo. Como nación terrenal será la nación donde estará establecido el Trono del Reino de Dios, porque el Trono del Reino de Dios es el Trono de David, el Trono del Reino de Dios aquí en la Tierra.
Ahora, vean en el capítulo 7 mismo, verso 27 dice:
“Y que el reino, y el dominio y la majestad de los reinos debajo de todo el cielo, sea dado al pueblo de los santos del Altísimo,
cuyo reino es reino eterno,
y todos los dominios le servirán y obedecerán.”
Y ahora, ese Reino es el Reino de nuestro amado Señor Jesucristo que gobernará sobre el pueblo hebreo y sobre todas las naciones, y será un Reino para el Milenio y para toda la eternidad.
Y en ese Reino ¿qué somos nosotros? Reyes con Cristo, el Rey de reyes y Señor de señores, y somos Sacerdotes con Jesucristo el Sumo Sacerdote Melquisedec, porque somos hijos de Melquisedec, hijos de Jesucristo por medio del nuevo nacimiento y somos en ese Reino Jueces para juzgar, por eso el juicio es dado a los santos del Altísimo, y somos Jueces porque somos hijos de Cristo, el Juez de los vivos y de los muertos.
Vean aquí en el capítulo 7, verso 9 en adelante, dice:
“Estuve mirando hasta que fueron puestos tronos,
y se sentó un Anciano de días, cuyo vestido era blanco como la nieve, y el pelo (o sea, el cabello de Su cabeza)... y el pelo de su cabeza como lana limpia; su trono llama de fuego, y las ruedas del mismo, fuego ardiente.
Un río de fuego procedía y salía de delante de él; millares de millares le servían (esos millares de millares son los miembros de la Iglesia del Señor Jesucristo), y millones de millones asistían delante de él (esas son las personas que van a ser juzgadas en el juicio final) el Juez se sentó, y los libros fueron abiertos.”
Fue abierto el Libro de la Vida y fue abierto también el Libro de las Memorias. Eso lo da Dios con más amplitud, con más claridad en el capítulo 20 del Apocalipsis, versos 10 hasta el 15, donde dice:
“Y el diablo que los engañaba fue lanzado en el lago de fuego y azufre, donde estaban la bestia y el falso profeta; y serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos.
Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él, de delante del cual huyeron la tierra y el cielo, y ningún lugar se encontró para ellos.
Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros fueron abiertos (aquí tenemos lo que habíamos visto también en Daniel, capítulo 7)... y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras.
Y el mar entregó los muertos que había en él; y la muerte y el Hades entregaron los muertos que había en ellos.”
Todos los que están en el infierno serán sacados del infierno, porque el infierno es una cárcel en donde permanecen todos los que no creyeron en Cristo, y todos los que en el Antiguo Testamento, todos los que fueron incrédulos también en el Antiguo Testamento, los que no creyeron a Noé y su Mensaje, y los que no creyeron a los Profetas y su Mensaje, al morir fueron a parar al infierno; por eso Cristo cuando fue en Espíritu al infierno, predicó a las almas que estaban en sus cuerpos espirituales allí en el infierno, pero no para salvación, sino que era un Mensaje que confirmaba su condenación (la condenación de ellos).
Y ahora, todas esas personas serán sacadas del infierno, serán resucitadas y llevadas ante el Tribunal de Cristo, serán llevadas ante el Trono Blanco para ser juzgadas conforme a lo que está escrito en los Libros: los Libros de las memorias de la vida de cada individuo.
Muchas personas no saben que cuando la persona viene a la Tierra se le lleva un record de toda su vida, queda todo registrado en el Cielo en los registros celestiales, y en el juicio final serán juzgadas las personas de acuerdo a lo que está escrito en esos Libros, de acuerdo a la historia de cada persona, cada persona tiene su historia, y todo está registrado en estos Libros de memorias.
Ahora, podemos ver que cada persona necesita comprender esto para que comprenda que algún día tendrá que dar cuentas a Dios, y cuando tendrá que dar cuentas a Dios será delante de un Juez, no de Cristo como Abogado, sino de un Juez: de Jesucristo como Juez de los vivos y de los muertos; por lo tanto no habrá Misericordia, sino justicia en ese juicio desde el Trono Blanco en el cual Cristo estará juzgando a todos los seres humanos que han vivido en este planeta Tierra.
¿Pero qué de los escogidos de Dios? Pues los escogidos de Dios han lavado sus pecados en la Sangre de Cristo y no tienen nada en contra de ellos escrito en el Cielo, en el Libro de memoria, o en los Libros de las memorias; por lo tanto todo está a favor nuestro y Cristo dijo: “El que oye mi Palabra, y cree al que me ha enviado, tiene Vida eterna, y yo le resucitaré en el Día Postrero.” También dice en San Juan, capítulo 5 (el capítulo 6 fue el que les leí), capítulo 5 primero vamos a leer, dice verso 24:
“De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida.”
Todo lo que estaba escrito en el Libro de las memorias en contra de esa persona fue borrado por la Sangre de Cristo y pasó de muerte a Vida.
Y ahora en el capítulo 6, versos 39 al 40 de San Juan, dice:
“Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero.
Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.”
Y ahora, Cristo es el que nos da Vida eterna al creer en El como nuestro Salvador, lavar nuestros pecados en Su Sangre, ser bautizados en Su Nombre y recibir Su Espíritu Santo, y así obtenemos el nuevo nacimiento y nacemos en el Reino de Cristo como hijos de Jesucristo nuestro Melquisedec, de Jesucristo, el Rey de reyes y Señor de señores, y Sumo Sacerdote y Juez de los vivos y de los muertos, conforme al Orden de Melquisedec.
Y ahora, conforme al Orden de Melquisedec nosotros somos hijos de Melquisedec, de Jesucristo nuestro Salvador que es el Melquisedec, Rey de Jerusalén, Rey de Justicia y Rey de paz y Sacerdote del Dios Altísimo. Por eso es que somos Reyes, somos Sacerdotes y Jueces también en el Reino de Jesucristo nuestro Salvador. Todo esto está en el cambio de sacerdocio.
Y ahora, el sacerdocio levítico no se levantará de nuevo, porque la Dispensación de la Ley ha terminado y ese orden sacerdotal levítico era para la Dispensación de la Ley.
Pero ahora hay un Nuevo Orden Sacerdotal: el Orden Sacerdotal de Melquisedec, el Orden Sacerdotal al cual y del cual Cristo es el Sumo Sacerdote.
El es aquel Melquisedec que le apareció a Abraham y le dio pan y vino, El es nuestro Melquisedec y El es nuestro Salvador, El es nuestro Sumo Sacerdote que ha estado haciendo intercesión por todos los hijos e hijas de Dios, para que así todos los que estén escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero sean reconciliados con Dios.
Ese es el programa de Jesucristo como Sumo Sacerdote del Orden de Melquisedec, es para la reconciliación de todos los hijos e hijas de Dios ¿con quién? Con nuestro Padre Celestial.
Hay un lugar muy importante donde es dicho que hemos sido reconciliados con Dios. Vamos a ver dónde lo encontramos, Miguel nos puede ayudar... donde Pablo dice que hemos sido reconciliados... Primera de Corintios, capítulo 5, vamos a leer... ya lo tenemos, capítulo 5 de... no, en Primera de Corintios no lo tenemos... aquí ya lo tenemos... verso... vamos a leer verso 14 en adelante porque es muy interesante este pasaje, dice, de *Segunda de Corintios, capítulo 5, verso 14 en adelante, dice:
“Porque el amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: que si uno murió por todos, luego todos murieron;
y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.”
Y ahora vivimos para Cristo. El murió por nosotros y para nosotros, y ahora nosotros vivimos para El, El nos dio vida para que vivamos para El.
“De manera que nosotros de aquí en adelante a nadie conocemos según la carne; y aun si a Cristo conocimos según la carne, ya no lo conocemos así.
De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.
Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación;
que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación.
Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios.”
Somos reconciliados con Dios por medio de Jesucristo nuestro Salvador al recibirlo como nuestro Salvador, lavar nuestros pecados en Su Sangre, ser bautizados en agua en Su Nombre y recibir Su Espíritu Santo y así somos reconciliados con Dios, obtenemos el nuevo nacimiento y obtenemos el cuerpo angelical, y así somos reconciliados con Dios, obtenemos una transformación interior en nosotros.
Y para el Día Postrero (el cual ya ha comenzado), en algún momento recibiremos una transformación física también, y entonces viviremos por toda la eternidad en cuerpos glorificados.
Es algo que El ha prometido para todos los que son reconciliados con Dios; por lo tanto teniendo un Sumo Sacerdote en el Cielo: nuestro amado Señor Jesucristo según el Orden de Melquisedec (porque El es el Melquisedec del Templo Celestial), acerquémonos confiados ante Dios, Cristo intercede por nosotros ante Dios; como lo hacía el sumo sacerdote el día diez del mes séptimo de cada año cuando se llevaba a cabo el día de la expiación, donde un macho cabrío era sacrificado y su sangre llevada al lugar santísimo y colocada con el dedo del sumo sacerdote esparcida sobre el propiciatorio siete veces.
Ahora, Cristo está haciendo esa obra en el Cielo, El lo reflejó en el orden sacerdotal levítico y reflejó la obra que El haría en el Cielo en el sumo sacerdote haciendo la obra de reconciliación del pueblo hebreo con Dios, la cual hacía cada año.
Ahora, Cristo por cuanto realizó un Sacrificio perfecto y Su Sangre es perfecta, El hizo ese Sacrificio una sola vez; por lo tanto, con ese Sacrificio ya hecho y Su Sangre colocada en el Lugar Santísimo del Templo Celestial, encontramos que ha estado haciendo intercesión por cada persona escrita en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero. Cristo en una ocasión dijo: “No os gocéis de que los espíritus se os sujetan en mi nombre, sino gozáos de que vuestros nombres están escritos en el Cielo.” [Nota - Lucas 10:20]
Y ahora, Cristo está haciendo intercesión por cada persona que tiene su nombre escrito en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero. Desde el Día de Pentecostés en adelante ha estado haciendo intercesión, o sea, desde el momento en que ascendió al Cielo comenzó la Obra de Cristo como Sumo Sacerdote del Templo Celestial, ministrando y ofreciendo a Dios la Sangre de Su propio Sacrificio efectuado en la Cruz del Calvario.
Y ahora, la Sangre de Cristo es la que nos limpia de todo pecado y es la Sangre de Cristo la que está en el Lugar Santísimo sobre el propiciatorio del Templo Celestial; la de los animalitos no servía para ser llevada allá, solamente era llevado al templo terrenal que construyó Salomón y el tabernáculo que construyó Moisés como tipo y figura de lo que Cristo, el Sumo Sacerdote Melquisedec, haría en el Cielo, en el Lugar Santísimo del Templo Celestial.
Ahora, encontramos que ha habido un cambio de sacerdocio, el sacerdocio levítico ya ha sido quitado, por lo tanto ha habido también un cambio de la Ley, y ahora estamos en la Dispensación de la Gracia con Cristo como Sumo Sacerdote en el Templo Celestial haciendo intercesión y reconciliando con Dios millones de seres humanos.
Por lo tanto, Cristo es el que nos ha reconciliado con Dios en Su Obra de Sumo Sacerdote del Orden de Melquisedec, y ha estado reconciliando con Dios todos los sacerdotes de ese Orden Celestial.
Pertenecemos a un Orden Celestial, somos sacerdotes de un Orden Celestial: del Orden Celestial de Melquisedec; y ese es el Orden Celestial que es establecido por Dios para la Dispensación de la Gracia y para la Dispensación del Reino, porque el orden levítico fue quitado, cuando terminó la Dispensación de la Ley terminó también el orden levítico, y todavía el pueblo hebreo como nación no lo sabe, y tampoco sabe que un Nuevo Pacto, el Nuevo Pacto ya comenzó.
Pero hay muchos hebreos que sí saben esto, y los mismos Apóstoles, los creyentes del principio eran hebreos también y supieron que un Nuevo Orden Sacerdotal había sido establecido y el antiguo orden sacerdotal levítico había sido quitado, y los sacrificios también bajo ese orden levítico también fueron quitados, porque hay un Nuevo Sacrificio y una Nueva Sangre bajo el Nuevo Orden Sacerdotal: es la Sangre de Cristo con el Sacrificio de Cristo.
Y ahora, todos nosotros pertenecemos a ese Orden Sacerdotal de Melquisedec, por lo cual la Sangre de Cristo nos limpia de todo pecado, y El nos ha reconciliado con Dios, pertenecemos al Israel Celestial que fue representado en el Israel terrenal.
El ha estado reconciliando al Israel celestial, de etapa en etapa a todos los pertenecientes al Israel celestial que han estado apareciendo en el Cuerpo Místico del Señor Jesucristo.
En el Cuerpo Místico de Cristo... [Nota - aquí hubo un corte en el audio original]... está un nuevo orden: el Orden de Melquisedec establecido, y en el Cielo el Orden Celestial Sacerdotal es el de Melquisedec, y ese mismo orden es el que será establecido en el Reino Milenial de Cristo, por lo cual estaremos con Cristo ministrando como Sacerdotes, como Reyes y como Jueces también. Todo bajo el nuevo orden que es el Orden de Melquisedec, porque ha habido un cambio de sacerdocio, por eso también viene un cambio de Reino para este planeta Tierra.
Y viene un cambio de justicia, viene un cambio de poder judicial. Por lo tanto siendo nosotros hijos e hijas de Dios por medio de Jesucristo, somo hijos y descendientes de Melquisedec, Jesucristo nuestro Salvador, por lo tanto pertenecemos a ese Orden Celestial de Melquisedec y a todo lo que Cristo es heredero, lo somos también nosotros.
El cambio sacerdotal ha sido de bendición ¿para quiénes? Para cada uno de ustedes y para mí también, para todos los hijos de Melquisedec, por lo cual le damos gracias a Jesucristo nuestro Melquisedec, el cual nos ha reconciliado con Dios.
Hemos visto: “EL CAMBIO DE SACERDOCIO.”
Ya el sacerdocio levítico pasó, pasó con la Dispensación de la Ley que ya pasó, y pasaron también los sacrificios que se hacían bajo la Dispensación de la Ley.
Ahora hay un Sacrificio en el Cielo: el Sacrificio de Cristo y Su Sangre colocada en el propiciatorio, y Dios no acepta ningún otro sacrificio por el pecado y ninguna otra sangre puede ser dada por los pecados del ser humano, solamente la Sangre de Cristo, ya no hay sangre de animalitos que pueda cubrir los pecados del ser humano, solamente la Sangre de Cristo es la que puede no cubrir, sino quitar el pecado del ser humano.
Todo esto está bajo el Nuevo Orden Sacerdotal, que es el Orden de Melquisedec, y Cristo es Sacerdote de Dios según el Orden de Melquisedec, y nosotros somos Sacerdotes con Cristo en ese Nuevo Orden Sacerdotal, que es el Orden Sacerdotal eterno del Cielo.
Ahora, hemos visto: “El misterio del cambio de sacerdocio.” La Iglesia de Jesucristo con Cristo tiene el Nuevo Sacerdocio, Cristo con Su Iglesia tienen el Nuevo Sacerdocio.
Ha sido para mí un privilegio grande estar con ustedes, dándoles testimonio de: “EL CAMBIO DE SACERDOCIO.”
Y que las bendiciones de Cristo nuestro Salvador sean sobre todos ustedes y sobre mí también; y pronto se complete el número de los escogidos de Dios en el Cuerpo Místico del Señor Jesucristo, y que toda persona pueda obedecer al Sumo Sacerdote Jesucristo nuestro Salvador, porque el que no obedecía la voz del sumo sacerdote en el Antiguo Testamento, moría irreversiblemente.
Y el que no escucha la Voz de Cristo, el Sumo Sacerdote celestial, también morirá eternamente; pero el que escucha la Voz de Cristo el Sumo Sacerdote Celestial, vivirá eternamente, y nosotros estamos escuchando la Voz de Jesucristo el Sumo Sacerdote Celestial, estamos escuchando la Voz de Melquisedec en nuestra edad: la Edad de la Piedra Angular, en este entrelace dispensacional.
Que las bendiciones de Cristo, Melquisedec, el Rey y Sumo Sacerdote celestial, se materialicen en ustedes y en mí también; y pronto todos seamos transformados y los muertos en Cristo resucitados en cuerpos eternos y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén y amén.
Dejo nuevamente con nosotros a nuestro amigo y hermano, el Rvdo. Miguel Bermúdez Marín para finalizar nuestra parte en esta ocasión.
Muchas gracias por vuestra amable atención y pasen todos muy buenas noches. Será hasta una próxima ocasión.
“EL CAMBIO DE SACERDOCIO.”