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Los Hijos de Dios 2001-10-08 1 Chiclayo Lambayeque PE 00:00:00 false

Muy buenas noches, amados amigos y hermanos presentes aquí en Chiclayo, República del Perú; es para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final. Reciban todos saludos de mi esposa Erica, quien les envió saludos a todos ustedes, y también a los niños les envió saludos mi niña América.

Para esta ocasión leemos en Romanos, capítulo 8, versos 14 en adelante, donde dice:

Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios.

Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!

El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios.

Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados.

Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse.

Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios.

Porque la creación fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó en esperanza;

porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios.

Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora;

y no sólo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo.”

Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.

Nuestro tema es: “LOS HIJOS DE DIOS.”

El misterio de los hijos de Dios es grande, y por cuanto es un misterio éste, el misterio de los hijos de Dios, así como Jesucristo es el misterio del Hijo de Dios revelado en carne humana. El misterio de los hijos de Dios tiene que ser revelado en carne humana.

Y ahora, vamos a ver quiénes son los hijos e hijas de Dios.

A través de la Escritura se nos habla acerca de los hijos de Dios, cuando se trata de un hijo o una hija de Dios se trata de un o una descendiente de Dios; así como ustedes tienen niños y les llaman: “Mis hijos,” que son hijas o hijos, y eso significa que son descendientes suyos.

Ahora, los hijos e hijas de Dios son los descendientes de Dios, han venido de Dios, ellos están representados en el trigo, en la parábola que dio Jesús del trigo y de la cizaña.

Y ahora, veamos en esta parábola de San Mateo, capítulo 13, versos 30 en adelante, lo que nos dice aquí, dice:

Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega; y al tiempo de la siega yo diré a los segadores: Recoged primero la cizaña, y atadla en manojos para quemarla; pero recoged el trigo en mi granero.”

Esas fueron las últimas palabras de Cristo hablando esta parábola del trigo y de la cizaña; pero luego los discípulos por cuanto no comprendieron lo que El les habló, luego en el mismo capítulo 13, verso 36 en adelante dice... ahora leamos verso 34 en adelante, dice:

Todo esto habló Jesús por parábolas a la gente (o sea, habló otras parábolas también en esa ocasión)...

Todo esto habló Jesús por parábolas a la gente, y sin parábolas no les hablaba;

para que se cumpliese lo dicho por el profeta, cuando dijo:

Abriré en parábolas mi boca;

Declararé cosas escondidas desde la fundación del mundo (cosas escondidas desde la fundación del mundo fueron habladas por Cristo en las parábolas).”

Y ahora, en esta parábola del trigo y de la cizaña hay un misterio escondido desde la fundación del mundo, en donde aparecen los hijos de Dios, y también aparecen en esta parábola los hijos del maligno, o sea, del diablo; este es un misterio escondido desde la fundación del mundo, pero fue colocado en estas palabras de Cristo en esta parábola.

Entonces, despedida la gente, entró Jesús en la casa; y acercándose a él sus discípulos, le dijeron: Explícanos la parábola de la cizaña del campo.

Respondiendo él, les dijo: El que siembra la buena semilla es el Hijo del Hombre.

El campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del reino, y la cizaña son los hijos del malo.”

Aunque nosotros amamos a todos los seres humanos tenemos que aceptar las palabras de Cristo, que hay hijos del Reino, que son los hijos de Dios, los hijos del Reino de Dios, y hay hijos del malo, o sea, los hijos del maligno, los hijos del diablo. Eso Cristo lo habló abiertamente.

Encontramos que en San Juan, capítulo... diferentes capítulos de San Juan, Cristo habla a algunas personas palabras que son bastante duras, pero que eran la verdad. El dice en algunos lugares a ciertas personas: “Vosotros sois de vuestro padre el diablo.” O sea, les llamó: hijos del diablo, y esa fue una palabra dura hablada por Cristo, pero era la verdad. Por eso ellos querían matar a Jesús.

Cristo les decía: “Muchas buenas obras yo he hecho entre ustedes, ¿por cuál de ellas ustedes quieren matarme?” Vean, querían matarlo.

Ahora, Cristo cuando habló del maligno en el capítulo 10 de San Juan, verso 10, dijo:

El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia (o sea, para que tengan Vida eterna; pero el diablo vino para hurtar, matar y destruir).”

Ahora, podemos ver que ya en el Huerto del Edén, el hijo del diablo, de Satanás, Caín, pues la Escritura dice: “No como Caín que era del maligno y mató a su hermano Abel.” Eso lo habla la Escritura en el Nuevo Testamento. Pero ahora vean ustedes cómo el hijo del maligno, Caín, mató a su hermano Abel.

Ahora, ahí tenemos a Caín, el hijo del maligno, y Abel, hijo de Adán, hijo de Dios.

Y ahora, Abel como hijo de Dios fue muerto por el hijo del maligno.

Ahora, así como el diablo vino para hurtar, matar y destruir, la descendencia del diablo, la cizaña, hace lo mismo para hurtar, matar y destruir a los hijos e hijas de Dios. Por eso aquellas personas que querían matar a Jesús y que a lo último lo mataron, Cristo les llamó: hijos del diablo, fue una palabra dura esa, pero era la verdad; y Cristo hablaba la verdad aunque fuera dura a los oídos de las personas que lo escuchaban.

Ahora, miren cómo también les dice aquí en San Juan, capítulo 10, verso 22 en adelante, vean lo que dice aquí:

Celebrábase en Jerusalén la fiesta de la dedicación. Era invierno,

y Jesús andaba en el templo por el pórtico de Salomón.

Y le rodearon los judíos y le dijeron: ¿Hasta cuándo nos turbarás el alma? Si tú eres el Cristo, dínoslo abiertamente.

Jesús les respondió: Os lo he dicho, y no creéis; las obras que yo hago en nombre de mi Padre, ellas dan testimonio de mí;

pero vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas, como os he dicho.

Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen,

y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano.

Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre.

Yo y el Padre uno somos.”

Ahora, vean cómo Cristo identifica a esas personas como ovejas que no son del Redil de Cristo; por lo tanto no son ovejas que el Padre tiene en Su mano y que le otorga a Cristo, para que Cristo les dé Vida eterna por medio del Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario.

Y ahora, aquellas personas perseguían a Cristo, siempre estaban molestando a Cristo, y ellos decían que eran hijos de Dios, hijos de Abraham, ellos decían que eran personas buenas; y aunque humanamente podían ser personas buenas, pero no eran de las ovejas de Cristo que el Padre le había dado para darles Vida eterna; y querían matar a Cristo.

Y ahora, vean ustedes, ese deseo de matar al Hijo de Dios es un deseo del maligno, que estaba en el corazón de aquellos hijos del maligno, pues Cristo les llamó en una ocasión: Hijos del diablo.” Les dijo: “Si vuestro padre fuera Dios ustedes me amarían (les dijo), ustedes son de vuestro padre el diablo, y las obras de vuestro padre queréis hacer.” Fueron palabras duras pero era la verdad; la cizaña, los hijos del maligno siempre han buscado la muerte de los hijos de Dios. Así que esta es una verdad innegable, porque la historia da testimonio de que eso ha sido así de generación en generación.

Y ahora, el misterio de los hijos de Dios y de los hijos del diablo es un misterio grande, aunque muchas personas dicen: “Todos somos hijos de Dios.” Pero Cristo dice que no todos somos hijos de Dios, sino que hay hijos de Dios y hay hijos del maligno. Por lo tanto, esto es un misterio.

Los hijos e hijas de Dios estaban en Dios desde antes de la fundación del mundo, son atributos de Dios, estaban en Dios y de Dios han venido a la Tierra, sus almas han venido de Dios para estar manifestadas esas almas en cuerpos humanos y vivir en esta Tierra y hacer contacto con Jesucristo, el Hijo de Dios, y Su Programa de Redención, para que obtengamos el nuevo nacimiento y nazcamos en el Reino de Cristo, el Reino de Dios, como hijos e hijas de Dios; porque el nacimiento que hemos tenido en este planeta Tierra en estos cuerpos mortales ha sido en la permisiva voluntad de Dios.

Hemos nacido en este planeta Tierra y hemos obtenido un cuerpo mortal, corruptible y temporal en la permisiva voluntad de Dios, porque la perfecta voluntad de Dios es que nosotros vivamos en cuerpos eternos, los cuales El predestinó y diseñó desde antes de la fundación del mundo para todos nosotros. Pero por causa de la caída en el Huerto del Edén, no obtuvimos el cuerpo eterno, inmortal, que El ha diseñado para nosotros, pero algún día lo vamos a recibir.

Ese es el cuerpo que El dará a los muertos en Cristo cuando los resucite, los resucitará en cuerpos eternos y glorificados, y jóvenes para toda la eternidad, y a nosotros nos transformará y así nos dará el cuerpo eterno, inmortal, incorruptible y glorificado, igual al cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador, y así entonces estaremos viviendo en el cuerpo que Dios diseñó para nosotros desde antes de la fundación del mundo, el cuerpo en que Dios quiso que nosotros viviésemos por toda la eternidad.

Pero ahora nos encontramos en un cuerpo mortal, corruptible y temporal, del cual dice el Apóstol San Pablo que es un cuerpo animal, y por eso es que la ciencia le ha llamado al ser humano una persona que es animal o que pertenece a la raza animal, porque ha visto ahí una relación entre el ser humano y los animales; y ha estado la ciencia buscando el eslabón perdido, pero no la encontraron, ¿por qué? Ha estado buscando un animal que existió entre el chimpancé y el ser humano, el hombre.

¿Y por qué no ha podido encontrar ese eslabón perdido? Ha estado buscando, los arqueólogos han estado buscando en sus excavaciones ese eslabón perdido, han encontrado esqueletos, huesos de seres que existieron hace miles y hasta millones de años, y entonces han estado diciendo que el ser humano era en esa forma antes de ser como es en la actualidad; pero ellos han estado desenterrando huesos de la raza de la serpiente que era parecida a la raza humana.

La raza de la serpiente era una raza que existía y era el eslabón perdido entre el ser humano y el animal o los animales. Recuerden que en el Génesis la serpiente hablaba, la serpiente razonaba, y la serpiente fue la que engañó a Eva.

El diablo por cuanto no es un creador tuvo que usar uno de la raza de la serpiente en el cual entró y a través de la serpiente engañó a Eva, habló, ungió a ese animal; no era un ser humano pero era parecido al ser humano, lo que le faltaba era tener alma para ser un ser humano, por cuanto no tenía alma era entonces un animal; pero era con un cuerpo parecido al ser humano, pero más alto y tenía espíritu también, por eso podía razonar.

Ahora, podemos ver que hay una relación entre el ser humano y la raza animal.

Y ahora, por cuanto el diablo hizo caer a la raza humana, ahora la raza humana viene a la Tierra con un cuerpo animal. Esto está en Primera de Corintios, capítulo 15, versos 42 en adelante, donde dice San Pablo:

Así también es la resurrección de los muertos. Se siembra en corrupción, resucitará en incorrupción (o sea, se siembra un cuerpo corruptible, el cual obtenemos, vivimos en él y después muere y luego resucitará, la persona creyente en Cristo, resucitará en incorrupción, o sea, en un cuerpo incorruptible, eterno, inmortal y glorificado, igual al cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador).

Se siembra en deshonra, resucitará en gloria; se siembra en debilidad, resucitará en poder.”

Nuestro cuerpo es un cuerpo débil, el que tenemos ahora, pero el que tendremos luego, el eterno, será poderoso, no tendrá limitaciones, no se cansará y será un cuerpo interdimensional, podrá pasar a otras dimensiones sin necesidad de un cohete o algún otro medio de transportación. Recuerden a Cristo pasando a través de las paredes para aparecer a Sus discípulos, y luego cuando ascendió al Cielo no necesitó ni un avión ni un cohete para ir a la Casa de nuestro Padre Celestial.

Cuando tengamos el nuevo cuerpo seremos arrebatados con Cristo al Cielo, para ser llevados por Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero, ¿en dónde? En la Casa de nuestro Padre Celestial.

Sigue diciendo: “Se siembra cuerpo animal, resucitará cuerpo espiritual. Hay cuerpo animal, y hay cuerpo espiritual.”

Ahí podemos ver cómo San Pablo repite en dos ocasiones aquí que nosotros tenemos cuerpo animal.

Se siembra cuerpo animal, resucitará cuerpo espiritual. Hay cuerpo animal, y hay cuerpo espiritual.”

Y ahora, nosotros recibimos primero el cuerpo animal, este cuerpo mortal, corruptible y temporal. Ese es el que recibimos para vivir en esta Tierra, y eso es una experiencia única la que nosotros tenemos en estos cuerpos mortales. Y es tan importante esta experiencia terrenal por la cual nosotros pasamos, que determinará nuestro futuro; estamos aquí en la Tierra con un y para un propósito: para confirmar nuestro lugar en la Vida eterna.

Así como una persona que diga que va para algún otro país en un vuelo aéreo, tiene que confirmar su lugar en ese vuelo aéreo, tiene que comprar un boleto y tener confirmado ese boleto con su lugar también.

Y muchas personas quieren ir al Cielo pero sin boleto, sin el boleto, sin recibir a Cristo como nuestro Salvador, sin lavar sus pecados en la Sangre de Cristo y sin ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo y sin recibir el Espíritu Santo.

Personas que quieren ir al Cielo y no han recibido a Cristo como su Salvador, no han lavado sus pecados en la Sangre de Cristo, no han sido bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo y no han recibido Su Espíritu Santo, no han confirmado su lugar en la Vida eterna para ir al Cielo y vivir eternamente en el Reino de Cristo; solamente tiene un deseo de ir al Cielo, pero no han comprendido o no han querido comprender que se requiere confirmar su lugar en la Vida eterna para poder ir al Cielo y vivir con Cristo por toda la eternidad.

Vean, en San Juan Cristo dice a unas personas: capítulo 5 de San Juan, verso 40:

Y no queréis venir a mí para que tengáis vida.”

¿Ven? Las personas que no quieren venir a Cristo, que no quieren recibir a Cristo, pues no quieren venir a Cristo para recibir Vida eterna. Sin venir a Cristo no hay Vida eterna para la persona, sin venir a Cristo la persona no ha confirmado todavía su lugar en la Vida eterna. Cristo dijo en San Juan, capítulo 14, verso 6:

Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.”

No hay otro camino para ir al Padre, no hay otra Verdad ni hay otra Vida. La Vida eterna es Jesucristo, la Verdad es Jesucristo y el Camino es Jesucristo. Sin Cristo ninguna persona puede ir al Padre, por lo tanto no puede vivir eternamente una persona que no ha recibido a Cristo como su Salvador, tiene que venir a Cristo para recibir Vida eterna.

Vean, Cristo hablándonos o hablándole a Marta, la hermana de Lázaro, cuando fue a resucitar a Lázaro le dice en el capítulo 11 de San Juan, verso 23 en adelante, Jesús le dice a Marta:

Jesús le dijo: Tu hermano resucitará.

Marta le dijo: Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día postrero.

Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.

Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?

(Ella le dice) Le dijo: Sí, Señor; yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido al mundo.”

¿Ven? Ahora, aunque una persona viva en esta Tierra y se ponga viejo y muera, si ha creído en Cristo, si lo ha recibido como su Salvador, aunque esté muerto físicamente vivirá, sigue viviendo en su cuerpo angelical teofánico en el Paraíso, y luego en la resurrección Cristo le resucitará en un cuerpo eterno, inmortal y glorificado. Eso El lo prometió en San Juan, capítulo 6, verso 39 al 40, donde dice:

Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero.”

¿Cuándo El resucitará a los creyentes en El que han partido? En el Día Postrero, que es el Séptimo Milenio de Adán hacia acá o Tercer Milenio de Cristo hacía acá.

Ahora, no sabemos en qué año del Día Postrero, no sabemos en qué año del Milenio Postrero; ya el Milenio Postrero, que es el Día Postrero delante de Dios comenzó este año, este año 2001 es el primer año del Séptimo Milenio de Adán hacia acá y Tercer Milenio de Cristo hacia acá; por lo tanto ya comenzó el Milenio para los seres humanos, que es el Día Postrero delante de Dios, en que Cristo va a resucitar los creyentes en El, y nos va a transformar a nosotros los que vivimos; será cuando haya llamado y juntado hasta el último de Sus escogidos en Su Iglesia, que es Su Cuerpo Místico de creyentes.

O sea, hasta que sea confirmado en la Vida eterna hasta el último escogido de Dios escrito en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, será que se esperará; y cuando se haya confirmado hasta el último escogido en el Cuerpo Místico de Cristo, entonces Cristo termina Su Obra de Intercesión en el Cielo, se levanta del Trono del Padre, toma el Título de Propiedad, que es el Libro de los Siete Sellos de Apocalipsis, capítulo 5, verso 1 en adelante, lo toma, lo abre en el Cielo y hace Su Obra de Reclamo, y resucita a los creyentes en El que han partido, y nos transformará a nosotros los que vivimos.

Su Obra de Reclamo El todavía no la ha hecho, El todavía no ha reclamado todo lo que El ha redimido con Su Sangre preciosa, porque todavía está haciendo Su Obra de Intercesión con Su Sangre preciosa.

Cristo como Sumo Sacerdote en el Cielo, el Sumo Sacerdote Melquisedec del Templo celestial, está con Su propia Sangre de Su propio Sacrificio, haciendo Intercesión en el Cielo por todas esas personas que tienen sus nombres escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero. Esas personas son los hijos e hijas de Dios, esas son las personas que en el tiempo que les toca vivir en la Tierra, confirman su lugar en la Vida eterna, recibiendo a Cristo como su Salvador, lavando sus pecados en la Sangre de Cristo, siendo bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y recibiendo el Espíritu Santo, y así obteniendo el nuevo nacimiento.

Recuerden que Cristo dijo a Nicodemo en el capítulo 3 de San Juan: “El que no nazca de nuevo no puede ver el Reino de Dios.” Nicodemo pensó en un nuevo nacimiento naciendo a través de su madre, y le pregunta: “¿Cómo puede hacerse esto? ¿Puede acaso el hombre ya siendo viejo (recuerden, Nicodemo ya estaba avanzado en edad)... ya siendo viejo entrar en el vientre de su madre y nacer de nuevo?” Cristo le dice: “De cierto, de cierto te digo, que el que no nazca del Agua y del Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios.”

Y ahora, toda persona quiere entrar al Reino de Dios, por lo tanto necesita recibir a Cristo como su Salvador, lavar sus pecados en la Sangre de Cristo, ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y recibir el Espíritu Santo, y así obtiene el nuevo nacimiento, así nace en el Reino de Dios. ¿Ven lo sencillo que Cristo ha hecho todo ese Programa de Vida eterna? Para restauración a la Vida eterna de todos los hijos e hijas de Dios, de todos los escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero. Todo es tan sencillo que hasta los niños lo pueden entender.

Y ahora, por esa causa es que Cristo dice en San Marcos, capítulo 16, versos 15 al 16 de la siguiente manera:

Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.

El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”

El ser humano aquí en la Tierra en estos cuerpos mortales tiene para elegir creer o no creer. No cree será condenado, cree será salvo y vivirá eternamente en el Reino de Jesucristo nuestro Salvador; cree y es bautizado, vean ustedes, recibirá el Espíritu Santo y por consiguiente recibe Vida eterna, ha obtenido el nuevo nacimiento y ha sido trasladado del Reino de las tinieblas del maligno, al Reino de Jesucristo nuestro Salvador.

Vean cómo San Pedro predicando el Día de Pentecostés en el capítulo 2 del libro de los Hechos, verso 36 en adelante, dice:

Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo.

Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos?

Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.

Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare.”

Y ahora, vean ustedes la bendición tan grande que hay para todos los que reciben a Cristo como su Salvador, son bautizados en el Nombre del Señor Jesucristo y reciben el Espíritu Santo: son colocados en la Vida eterna, son colocados en el Reino de Cristo, reciben un cuerpo angelical, teofánico, y luego cuando Jesucristo resucita a los creyentes que ya han partido en cuerpos eternos y glorificados nos transformará a nosotros los que vivimos. Por eso es tan importante recibir a Cristo como nuestro Salvador, es un asunto de vida o muerte, y no de vida o muerte física, sino de vida o muerte eterna, es una cosa para la eternidad.

Por lo tanto, cada persona al escuchar la predicación del Evangelio está escuchando la Voz de Cristo, la Voz del Buen Pastor llamando Sus ovejas, y ahí es la oportunidad que tiene cada persona de confirmar su lugar en la Vida eterna, para ser colocado dentro del Reino de Jesucristo, nacer de nuevo y así nacer en la Iglesia del Señor Jesucristo.

Ahora, hemos visto que la Iglesia del Señor Jesucristo está compuesta por los creyentes en Cristo nacidos de nuevo. Por lo tanto, la Iglesia del Señor Jesucristo está compuesta por los hijos e hijas de Dios.

Y ahora, este misterio de los hijos de Dios es grande.

Vean, los hijos e hijas de Dios tienen sus nombres escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, estaban en Dios eternamente; así como nuestros cuerpos físicos estaban en nuestro Padre.

Vean, cuando Abraham diezmó a Dios, diezmó a Melquisedec, dice San Pablo en su carta a los hebreos, que cuando Abraham diezmó a Melquisedec, Leví diezmó a Melquisedec, el cual estaba en los lomos de Abraham, y todavía Leví no había nacido. Leví es uno de los hijos de Jacob, y todavía no había nacido Jacob tampoco, y tampoco había nacido el padre de Jacob, que es Isaac; Abraham todavía no había tenido el hijo que Dios le había prometido tener por medio de su esposa Sara, y ya en Abraham estaba diezmando Leví.

Y ahora, antes de la fundación del mundo, cuando Dios estaba creando el Universo, todos nosotros estábamos allí, estábamos en Dios. Vean, en Job nos habla acerca de esto, y nos dice que cuando Dios estaba creando el Universo, todas las cosas y la Tierra, vamos a ver, estábamos con El. Dice... esto es Dios preguntándole a Job, dice capítulo 38 de Job, verso 5 al 7, dice:

¿Quién ordenó sus medidas...” O sea, vamos a ver un poquito antes, verso 4:

¿Dónde estabas tú cuando yo fundaba la tierra?

Házmelo saber, si tienes inteligencia.

¿Quién ordenó sus medidas, si lo sabes?

¿O quién extendió sobre ella cordel?

¿Sobre qué están fundadas sus bases?

¿O quién puso su piedra angular,

Cuando alababan todas las estrellas del alba,

Y se regocijaban todos los hijos de Dios?”

Ahora, vean ustedes cómo todos los hijos e hijas de Dios estaban con Dios cuando El fundaba la Tierra.

Y ahora, también nos dice la Escritura, San Pedro en Primera de Pedro, capítulo 1, verso 18 en adelante, dice:

Sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata,

sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación,

ya destinado desde antes de la fundación del mundo.”

Jesucristo fue destinado como Cordero de Dios desde antes de la fundación del mundo, para venir a la Tierra y morir en la Cruz del Calvario. Y si Dios destinó la Primera Venida de Cristo como Cordero de Dios para morir en la Cruz del Calvario, pues destinó también aquellos por los cuales iba a morir, porque no va a morir sino hay un propósito.

....ya destinado desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postreros tiempos por amor de vosotros.”

Por amor (¿a quiénes?) a nosotros El fue manifestado vivo en Su Primera Venida y murió en la Cruz del Calvario para derramar Su Sangre y limpiarnos con Su Sangre preciosa de todo pecado.

...y mediante el cual creéis en Dios, quien le resucitó de los muertos y le ha dado gloria, para que vuestra fe y esperanza sean en Dios.”

Ahora, podemos ver el porqué Cristo vino a la Tierra y tuvo que morir: ya esto estaba destinado por Dios desde antes de la fundación del mundo, El vino a morir por todos nosotros para darnos Vida eterna.

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.”

El que cree pues no es condenado, el que no cree ya ha sido condenado, el que cree pues ha pasado de muerte a vida. Esto que les cité: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” Está en San Juan, capítulo 3, versos 13 al 19.

Ahora, podemos ver que hay un propósito por el cual Cristo vino a la Tierra, y hay un propósito por el cual nosotros lo recibimos como nuestro Salvador, ¿para qué? Para quitar nuestros pecados de nosotros y recibir Vida eterna.

Ahora, Cristo es el Segundo Adán; por medio de nuestro nacimiento terrenal aquí en la Tierra somos descendientes de Adán y Eva, por medio del nuevo nacimiento somos descendientes del Segundo Adán, Jesucristo nuestro Salvador, por eso se requiere el nuevo nacimiento.

Las personas que han obtenido el nuevo nacimiento en el tiempo que les ha tocado vivir son las que tienen la promesa de una resurrección en cuerpos eternos, inmortales y glorificados, iguales al cuerpo glorificado de nuestro amado Señor Jesucristo; y los que queden vivos hasta que los muertos en Cristo resuciten y sean creyentes en Cristo nacidos de nuevo, tienen la promesa de una transformación, y entonces tendremos un cuerpo inmortal, incorruptible, eterno y jovencito para toda la eternidad, será un cuerpo glorificado igual al cuerpo glorificado de nuestro amado Salvador Jesucristo; y así viviremos eternamente con Jesucristo en Su Reino.

Ahora, podemos ver el misterio de los hijos e hijas de Dios, y el que es de Dios la Voz de Dios oye. “Mis ovejas oyen mi Voz y me siguen.” Dice Jesucristo nuestro Salvador.

El llamado de Cristo a Sus ovejas, a Sus hijos, ha venido realizándose de etapa en etapa, de edad en edad en el Nuevo Testamento, y ha enviado Cristo a cada Mensajero, Angel Mensajero, de edad en edad con el llamado para cada edad, y han sido llamados y juntados los escogidos de cada edad; envió a los Apóstoles y envió a Sus siete Angeles Mensajeros en las siete edades de la Iglesia, y para este tiempo final con el Mensaje de la Gran Voz de Trompeta del Evangelio del Reino, envía a Su Angel para dar testimonio de estas cosas que deben suceder pronto.

Apocalipsis 22, verso 16, dice:

Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias.”

Este Angel Mensajero es un Profeta de Dios que le dio a Juan la revelación del libro del Apocalipsis, y para este tiempo final Cristo lo envía a Su Iglesia en carne humana, para dar testimonio de todas estas cosas que deben suceder en este tiempo final; y así Cristo en Espíritu Santo por medio de ese Angel Mensajero llamar y juntar Sus escogidos de este tiempo final.

Por lo tanto, para este tiempo final todo hijo e hija de Dios estará escuchando la Voz de Dios, la Voz de Cristo, el Buen Pastor, llamándolo y juntándolo en el Redil del Señor, que es la Iglesia del Señor Jesucristo. El llamado final de Cristo es este llamado de la Gran Voz de Trompeta, el Mensaje de Cristo es el Mensaje que Cristo nos da para el tiempo final prometido en Apocalipsis, con el cual nos da a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto.

Dice Apocalipsis 22, verso 6:

Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto.”

¿Cómo conoceremos ese Angel? Pues viene dando a conocer las cosas que deben suceder pronto, esa es la identificación de ese Angel Mensajero: viene revelando los misterios de todas las cosas que deben suceder en este tiempo final.

Y ahora, San Juan, capítulo 13, verso 20, dice Cristo:

De cierto, de cierto os digo: El que recibe al que yo enviare, me recibe a mí; y el que me recibe a mí, recibe al que me envió.”

Y ahora, así como Cristo envió a Sus Apóstoles y envió a Sus Angeles Mensajeros de las siete edades de la Iglesia, los que le recibieron a estos Mensajeros y a los Apóstoles, estaban recibiendo a Cristo, el cual estaba en Espíritu Santo en ellos, llamándolos y juntándolos en Su Reino, Su Cuerpo Místico de creyentes.

Y para este tiempo final el Enviado de Jesucristo es el Angel del Señor Jesucristo, el que lo recibe en el tiempo final en el cual vivimos, estará recibiendo a Cristo, porque Cristo estará en Espíritu Santo en Su Angel Mensajero, manifestándose y llamando y juntando a Sus escogidos de este tiempo final; y los que son de Dios, las ovejas de Cristo escucharán la Voz de Cristo a través de Su Angel Mensajero, y serán identificados en el Día Postrero como los hijos e hijas de Dios.

Ahora, hemos visto el misterio de los hijos de Dios, y sus diferentes etapas o edades por las cuales pasan los hijos e hijas e Dios. En edades pasadas hubo hijos e hijas de Dios también, que escucharon la Voz de Dios, la Voz de Cristo a través del Mensajero que El envió para cada edad; y para este tiempo final hay hijos e hijas de Dios en todos los países; por lo cual estarán escuchando la Voz de Cristo llamando y juntando a Sus escogidos, dándoles a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto, estará Cristo en Espíritu Santo por medio de Su Angel Mensajero manifestado en este tiempo final.

Pero el Angel de Jesucristo no es el Señor Jesucristo; por eso cuando Juan el Apóstol quiso adorarlo en Apocalipsis, capítulo 19, verso 7 al 10, y capítulo 22, versos 6 al 12, el Angel le dijo que no lo hiciera, porque este Angel no es el Señor Jesucristo, este Angel es un Profeta Mensajero de Jesucristo enviado a la Iglesia de Jesucristo en este tiempo final, para darle a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto, este Angel Mensajero es un Profeta dispensacional con un Mensaje dispensacional, el Mensaje de la Dispensación del Reino, porque este es un Profeta dispensacional, es el Profeta de la Dispensación del Reino, de la séptima dispensación, y Cristo en Espíritu Santo estará en El manifestado llamando y juntando a Sus escogidos.

Cristo colocará en su corazón, o sea, en su alma, y en su mente y en su boca, Su Palabra correspondiente a este tiempo final, él la recibirá y la proclamará, la dará a conocer, y los que son de Dios escucharán la Voz de Dios, la Voz de Cristo a través del Angel Mensajero de Jesucristo, y serán llamados y juntados en el Cuerpo Místico del Señor Jesucristo. Este es el misterio del llamado de los Hijos de Dios, por medio del Espíritu Santo en el Día Postrero, así como fue en cada edad del pasado: fue Cristo en Espíritu Santo el que llamó y juntó Sus escogidos a través del Mensajero que El envió, así es para este tiempo final.

Esas personas del pasado que recibieron el Mensaje de Cristo para su edad, son los hijos e hijas de Dios de esas edades pasadas, y así también es para este tiempo final: los hijos e hijas de Dios del Día Postrero serán los que estarán escuchando la Voz de Cristo, esa Gran Voz de Trompeta del Evangelio del Reino, la Trompeta final o Gran Voz de Trompeta, por medio del Angel del Señor Jesucristo.

Pero será Cristo en Espíritu Santo el que estará manifestándose a través de Su Angel. Las obras que serán hechas serán las obras del Espíritu Santo, el Espíritu Santo obrando. No serán las obras de un hombre, sino del Espíritu Santo obrando a través de un hombre, y llamando y juntando a Sus escogidos, Sus hijos del Día Postrero en el cual nosotros estamos viviendo, y serán colocados ¿dónde? En el Cuerpo Místico de Cristo, en la etapa de la Edad de la Piedra Angular.

Y ahora, en el misterio de los hijos de Dios, este Angel del Señor Jesucristo que ha prometido Cristo enviar para dar testimonio de estas cosas, es también un hijo de Dios, un redimido por la Sangre de Jesucristo nuestro Salvador. Jesucristo es nuestro hermano mayor, Jesucristo, el Hijo de Dios es el Primogénito de Dios, y también el Unigénito de Dios.

Por lo tanto, El dice, la Escritura dice, Pablo dice, que El no se avergüenza de llamarnos: “Hermanos.” Y nosotros no nos avergonzamos de llamarlo a El: “Nuestro Hermano mayor.” Y de llamarnos a nosotros: “Hermanos.” Por eso es que nos llamamos: “Hermanos,” como también El nos llama a nosotros Sus hermanos. Y El es nuestro Hermano mayor.

Ahora, vean cómo nuestro Hermano mayor ha venido para salvarnos en Su Primera Venida y morir así por nosotros, pero luego resucitar para darnos Vida eterna.

Ahora, también dice: “Anunciaré a mis hermanos Tu Nombre.” El Nombre de Dios.

Y ahora, Cristo por medio de Sus Mensajeros de etapa en etapa ha estado anunciándonos el Nombre de Dios, y revelándonos el misterio de Su Primera Venida para darnos Vida eterna.

Y ahora, vemos que no fue mera casualidad la muerte de Cristo en la Cruz del Calvario, fue el cumplimiento de lo que Dios destinó desde antes de la fundación del mundo.

...como de un cordero sin mancha y sin contaminación,

ya destinado desde antes de la fundación del mundo.”

Y todo esto para restaurarnos a la Vida eterna, para que podamos vivir con Cristo, nuestro hermano mayor en Su Reino, por toda la eternidad en cuerpos inmortales, glorificados, igual al cuerpo glorificado de nuestro amado Señor Jesucristo, y así ser a imagen y semejanza de Jesucristo nuestro Salvador.

Filipenses, capítulo 3, verso 20 al 21, dice:

Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo;

el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas.”

¿Ven? Y ahora, Su promesa es que El nos va a transformar, va a transformar nuestros cuerpos para que sea un cuerpo a Su imagen y semejanza, un cuerpo glorificado, igual al cuerpo glorificado de nuestro amado Señor Jesucristo, y así tendremos la imagen y semejanza de Jesucristo nuestro Salvador, tendremos el cuerpo angelical, que es la imagen de Jesucristo, y tendremos el cuerpo físico glorificado que es la semejanza de Jesucristo; y seremos todos iguales a nuestro amado Señor Jesucristo con cuerpos glorificados, pero cada cual tendrá el cabello del color que Dios ya destinó; o sea, que no todos van a ser del mismo color de cabello y así por el estilo, sino que habrá variedad en el Reino de Cristo.

¿Cómo será ese cuerpo nuevo que vamos a tener? Billones de veces mejor que el que tenemos. Y si en el que tenemos disfrutamos aquí en esta vida terrenal, y luchamos y trabajamos, y queremos vivir, seguir viviendo, nadie se quiere morir, ¿cómo será en el nuevo cuerpo? En el nuevo cuerpo todo será perfecto, viviremos por toda la eternidad jovencitos y nunca nos pondremos viejos; y cuando nos veamos en el espejo diremos: “Este era el cuerpo que yo quería tener.” Vean, y ese es el que El nos va a dar: un cuerpo glorificado y eterno igual a Su cuerpo glorificado. Eso es lo que Cristo ha prometido para todos los hijos de Dios.

El privilegio más grande que una persona tiene en la Tierra es ser un hijo o una hija de Dios, un descendiente de Dios.

LOS HIJOS DE DIOS.”

Hemos visto: EL MISTERIO DE LOS HIJOS DE DIOS.

El que es de Dios la voz de Dios oye. ¿Por qué ustedes están escuchando la Voz de Dios? Porque ustedes son hijos e hijas de Dios. ¿Ven la forma sencilla en que usted puede saber si es o no es un hijo o una hija de Dios? El que es de Dios la Voz de Dios oye, y esos son los hijos de Dios.

Ha sido para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta noche, dándoles testimonio de los hijos de Dios, el misterio ha sido abierto para cada uno de ustedes y para mí también; y los hijos e hijas de Dios nacen de Dios al creer en Cristo como nuestro Salvador, lavar sus pecados en la Sangre de Cristo y ser bautizados en Su Nombre y recibir Su Espíritu Santo, nacen, obtienen el nuevo nacimiento, ahí es que nacen como hijos e hijas de Dios, y ahí son identificadas esas almas como almas de Dios.

Que las bendiciones de Cristo, el Angel del Pacto, nuestro Salvador, sean sobre todos ustedes y sobre mí también, y nos llene del conocimiento de todo Su Programa y nos prepare, y pronto resucite a los muertos creyentes en El y a nosotros nos transforme y nos dé el cuerpo glorificado y eterno igual a Su cuerpo glorificado, y nos lleve con El a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén y amén.

Muchas gracias por vuestra amable atención amados amigos y hermanos presentes, y dejo nuevamente con ustedes al Rvdo. Miguel Bermúdez Marín para finalizar nuestra parte en esta noche, dándole gracias a Cristo nuestro Salvador, que nos dio el privilegio de ser hechos hijos e hijas de Dios.

Mientras cantamos este cántico que nos habla de Jesucristo, el Hombre que nos transformó, que nos transformó interiormente dándonos el nuevo nacimiento, y que nos transformará físicamente dándonos el cuerpo nuevo y eterno, cantemos mientras nuestro amigo y hermano, el Rvdo. Miguel Bermúdez Marín pasa para finalizar nuestra parte en esta noche.

Que Dios les bendiga y les guarde a todos.

LOS HIJOS DE DIOS.”