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Luchando hasta vencer 2001-07-30 1 Ciudad del Carmen Campeche MX 00:00:00 false

Muy buenas noches, amados amigos y hermanos presentes aquí en Ciudad del Carmen, Campeche, República mexicana; es para mí una bendición grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final. Reciban todos saludos de mi esposa Erica, y los niños reciban saludos de mi niña América.

Para esta ocasión leemos en el libro del Génesis, capítulo 32, versos 21 en adelante, donde dice (hasta el 31, donde dice):

Pasó, pues, el presente delante de él; y él durmió aquella noche en el campamento (o sea, Jacob durmió aquella noche en el campamento luego de enviarle un presente a su hermano Esaú).

Y se levantó aquella noche, y tomó sus dos mujeres, y sus dos siervas, y sus once hijos, y pasó el vado de Jaboc.

Los tomó, pues, e hizo pasar el arroyo a ellos y a todo lo que tenía.

Así se quedó Jacob solo; y luchó con él un varón hasta que rayaba el alba.

Y cuando el varón vio que no podía con él, tocó en el sitio del encaje de su muslo, y se descoyuntó el muslo de Jacob mientras con él luchaba.

Y dijo (el Varón): Déjame, porque raya el alba. Y Jacob le respondió: No te dejaré, si no me bendices.

Y el varón le dijo: ¿Cuál es tu nombre? Y él respondió: Jacob.

Y el varón le dijo: No se dirá más tu nombre Jacob, sino Israel; porque has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido.

Entonces Jacob le preguntó, y dijo: Declárame ahora tu nombre. Y el varón respondió: ¿Por qué me preguntas por mi nombre? Y lo bendijo allí.

Y llamó Jacob el nombre de aquel lugar, Peniel; porque dijo: Vi a Dios cara a cara, y fue librada mi alma.

Y cuando había pasado Peniel, le salió el sol; y cojeaba de su cadera.”

Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.

En este pasaje encontramos la lucha que tuvo Jacob con el Angel de Jehová; y el Angel de Jehová es ¿quién? Jesucristo, nuestro Salvador, en Su cuerpo teofánico, Su cuerpo angelical.

Nuestro tema es: “LUCHANDO HASTA VENCER.”

Porque si uno lucha, tiene que luchar para vencer y tiene que permanecer luchando hasta vencer; no puede pedir una tregua en una lucha, pues no puede estar diciendo: “Permiteme un momentito que voy a tomarme un refresco para coger más fuerza.” El enemigo le dice: “No, ahora es que te tengo que dar fuerte antes de que recobres las fuerzas.”

Y ahora: “LUCHANDO HASTA VENCER.” Esa es la forma de luchar: uno mantenerse luchando hasta obtener la victoria, no dejar la batalla, hasta obtener la victoria.

Jacob y todas las vivencias que tuvo, todas sus experiencias son un ejemplo para todo hijo e hija de Dios; porque Jacob, vean ustedes, en la Escritura lo encontramos como una persona que obtuvo la victoria, pero encontramos que fue el hombre que más luchó; por lo tanto fue el hombre que más victorias obtuvo. Porque mientras más lucha la persona, más victorias obtiene cuando está con Cristo la persona y Cristo está con él.

Cristo, el Angel del Pacto, estaba con Jacob; por lo tanto Dios le había prometido a Jacob que no lo dejaría; por lo tanto estuvo con él en todo tiempo. En todas las luchas que tuvo Jacob, Cristo, el Angel del Pacto, estuvo con él y le dio siempre la victoria.

Ahora, recuerden que las etapas de lucha no son etapas suaves, sino que son etapas difíciles.

Si ustedes ven en un ejército con uniformes bien hermosos y con muchas decoraciones, usted dice: “Ese es el uniforme más bonito, es más bonito que aquel que no tiene muchas cositas ahí colocadas y muchas rayas acá, y otros tienen - y ése que tiene muchas estrellitas acá, ése es más bonito todavía, o estrellitas acá o en alguno otro lugar, ese es más bonito todavía.”

Y usted puede ver otros uniformes y personas jóvenes bien vestidas, pero el uniforme no dice nada; pero eso tan bonito que usted ve, esas estrellitas ahí, que son de generales, eso además de decir el rango tan alto que tienen, también da testimonio de las luchas por las cuales han pasado para poder llegar a tener un uniforme con esas estrellitas ahí.

Y ahora, mientra más rangos tienen más han luchado esas personas. Bueno, y ustedes dicen: “Yo quiero tener muchas bendiciones en el Cielo, yo quiero tener muchos galardones en el Cielo.” Pues aquí en la Tierra tiene que tener muchas luchas pero con Cristo a su lado para obtener siempre la victoria; por tanto se mantiene usted ¿cómo? Luchando hasta vencer; no solamente luchando hasta vencer en una sola batalla, sino en todas las batallas de la vida.

Jacob es un gran ejemplo para todo creyente, a tal grado que miren, en Jacob está representado Cristo, y está representada la Iglesia del Señor Jesucristo, y está representado cada creyente, y está representado también cada persona, cada miembro del pueblo hebreo, en Jacob, en un solo hombre.

Vean, fue el que luchó por la Bendición de la Primogenitura y no se detuvo hasta obtener la victoria; luchó en el vientre de su madre, pero su hermano Esaú nació primero. ¿Pero qué hizo? ¿Se puso a llorar y a decir: “Ya perdí la Bendición de la Primogenitura?” No: “Hay alguna forma para obtenerla, porque en mi corazón está el clamor por la Bendición de la Primogenitura.”

Y Jacob estuvo luchando, estuvo pendiente para agarrar la oportunidad cuando la viera, para agarrar esa Bendición de la Primogenitura.

Y cuando su hermano Esaú fue de cacería, para cazar algún animalito para traérselo a su padre guisado para su padre Isaac bendecirlo (a Esaú con la Bendición de la Primogenitura), ahí fue la oportunidad para recibir la bendición de su padre; pero antes de eso, miren, cuando Esaú en otra ocasión había ido al campo de cacería y regresó cansado, y Jacob, pues como era el mimado de su madre, así como Esaú era el mimado de su padre.

Porque cuando hay dos hijos, uno se va del lado de su padre y el otro se va del lado de su mamá. Y Jacob, pues miren, de seguro le ayudaba a su mamá en algunas ocasiones, porque su madre, pues tenía esos dos hijos, y uno estaba allá con su papá, era el mimado de su papá, y Jacob era el mimado de su mamá, por lo tanto aprendió a cocinar y aprendió muchas cosas allí en la casa, y era el más apegado a su mamá.

Y como su madre (Rebeca) lo amaba mucho, cuando Jacob hizo ese negocio de comprarle la Primogenitura a su hermano cuando venía cansado del campo y con hambre, y vio ese potaje bien hermoso que Jacob había preparado. ¿Ven que sabía cocinar? Lo aprendió de su madre, y sabía cocinar bueno, era un buen chef de cocina; y llega su hermano muerto de hambre, y así, pues a nadie le da ánimo de cocinar sino de comer lo que encuentre.

Y vio ese potaje allí, y de seguro el aroma o el olor tan bueno de ese potaje, de esa comida, le llegó hasta lo profundo de su estómago, y comenzaron a pelear las tripas allá, pero solamente era el olor de la comida.

Yo no sé si ustedes dicen así cuando uno tiene hambre y le da un olorcito a buena comida, como que las tripas se ponen en acción y reclaman que les den comida. Y Esaú le dice: “Dáme de esa comida.” Y ahí era la oportunidad.

Recuerden que las oportunidades aparecen una sola vez (las buenas oportunidades), y hay que agarrarlas. ¿Cómo es que Miguel dice? ¿Miguel está por ahí? Es como una persona... es como un mechoncito en una persona que no tiene cabello, que tiene un mechoncito ahí al frente, y cuando pasa frente a usted hay que agarrarlo por ahí, porque sino, si se le pasa, a la parte atrás no hay por dónde agarrarlo, calvo o pelón, una persona así.

Así es la oportunidad, la pintan así como un mechoncito en una cabeza calva, que solamente tiene un mechoncito, y por ahí es por donde único se puede agarrar; si pasa y no agarró por ahí, por ese mechoncito, se pasó la oportunidad.

Y ahora, Jacob vio la oportunidad, le dijo: “Sí, yo te doy de todo lo que está ahí, si me vendes la Primogenitura.” Así que allí está haciendo un buen negocio. Así que todo lo que él tenía allí y su comida que había preparado fuera dentro de la casa de campaña o afuera, vino a ser como el mejor restaurante, porque ningún restaurante gana lo que ganó allí Jacob; ningún chef ni ningún dueño de restaurante logra ganarse en toda su vida de existencia, lo que Jacob ganó con una sola comida que le vendió a su hermano.

“Véndeme la Primogenitura.” Y le hizo un trueque. Jacob no tenía dinero para comprarla pero tenía comida y era buena, y la necesitaba su hermano.

Quizás si le ofrece dinero, Esaú le podía decir: “Yo tengo muchísimo dinero.” Pero no tenía comida en ese momento y ahí estaba la oportunidad para Jacob agarrar el derecho a esa primogenitura; y entonces Esaú le dice: “Sí, yo te la vendo, ¿porque de qué me vale la primogenitura si me voy a morir de hambre? Si yo me voy a morir, ¿de qué me vale la Primogenitura?”

Algunas personas piensan: “Bueno, pero si todo el mundo se va a morir, ¿de qué sirve recibir a Cristo como su Salvador? ¿De qué sirve asistir a las actividades para escuchar la Palabra de Dios y cantarle a Dios?” ¿Que de qué sirve? Las personas no saben de qué sirve, pero la persona está agarrando la Bendición de la Primogenitura cuando recibe a Cristo como su Salvador, y eso es para toda la eternidad.

Ahora, Esaú decía: “¿Pero de qué me sirve si me voy a morir? Así que lo que me sirve ahora es un buen plato de comida.” Así piensa el ser humano carnal; y le vendió la Primogenitura.

La Primogenitura contiene una doble porción de herencia, por lo tanto esa doble porción de herencia será hallada en lo físico y en lo espiritual.

En medio del pueblo hebreo el primogénito tenía una doble porción de herencia de las propiedades de su padre, cuando el padre repartía o moría, si tenía dos hijos y tenía una propiedad —digamos— de 100 cuerdas, o vamos a ver de 150 cuerdas de terreno; no sé cuántos acres serían, serían como algunos 50 acres, pero vamos a decir 150 cuerdas de terreno.

Ahora, ¿cómo le tocaba a ellos, a los herederos? Le tocaba dos partes al primogénito, que serían 100 cuerdas de terreno, y al otro hijo le tocaban 50 cuerdas.

Así era en cuanto a la Bendición de la Primogenitura, una doble porción para el primogénito. Y en cuanto a la bendición de Dios, pues le tocaba la bendición de Dios del Cielo, era bendecido, Dios lo acompañaba, y con ése era que estaba el Pacto de Dios, y la descendencia de ése era el pueblo con quien Dios trataba.

Por eso es que cuando Jacob le compró la Primogenitura a Esaú, el cual no siendo un hombre espiritual (aunque era religioso pero no espiritual), no comprendía la magnitud del alcance de esa Bendición de la Primogenitura, y la vendió por un plato de lentejas.

Y ahora, vean ustedes el valor que tenía para Esaú la Primogenitura: un plato de lentejas que vale tan poquito, que cualquier persona lo puede comprar con dinero, y él dio lo de más valor por un plato de lentejas, dio la Primogenitura, la vendió, hizo un trueque.

Y Jacob siendo una persona que amaba la Bendición de la Primogenitura, le pidió que se lo jurara allí; eso es un juramento delante de Dios, probablemente estaba su madre también allí y quizás algunas otras personas, porque para alguien hizo él toda esa comida.

Y con ese juramento delante de Dios quedaba pasada la Bendición de la Primogenitura, la Primogenitura quedaba traspasada de Esaú a Jacob, aunque Esaú pensaba —quizás—: “Esas son acá palabrerías, palabras acá de nosotros, pero yo sigo siendo el primogénito, con todo y haberle vendido la Bendición de la Primogenitura, papá me tiene como el primogénito, y lo que diga papá, pues eso es lo que vale; así que le comí el plato de lentejas y cuando tenga que heredar, voy a heredar como primogénito.” Pero Dios estaba viendo todo eso, y quedó delante de Dios ese juramento y ese negocio, ese trueque.

Y ahora, la Escritura dice: “A Jacob amé y a Esaú aborrecí.”

Dios aborrece al que tiene en poco la Bendición de la Primogenitura, y ama al que tiene en mucho la Bendición de la Primogenitura; aquel que ama la Bendición de la Primogenitura ama a Dios y Dios lo ama a él.

Y ahora, ¿qué contenía la Bendición de la Primogenitura que tenía Esaú y le vendió a Jacob? Vean, al comprársela, ahí Jacob había luchado en ese negocio, ustedes saben que los comerciantes para vender a un buen precio las cosas, luchan para sacar el máximo de provecho, y cuando logra un buen negocio, cantan victoria, obtuvieron una victoria .

Y ahora, Jacob luego que hace el negocio y Esaú se come la comida, ya quedó hecho el negocio, ya recibió el beneficio del negocio y Jacob aparentemente se quedó sin nada, se quedó sin nada terrenal, se quedó sin la comida. Pero es mejor estar con hambre y tener la bendición de Dios; Esaú abastecido pero sin la bendición de Dios. ¿De qué le servía?, si la bendición de Dios es la que enriquece y no añade tristeza.

Y ahora, encontramos que Jacob hizo su mejor negocio, comenzó (como dicen) con el pie derecho a negociar, pero no se veía lo que había obtenido; pero a medida que iban pasando los años todo lo que iba recibiendo, todas las bendiciones que iba recibiendo estaban girando alrededor de esa bendición.

Ahora, ¿qué hay en esa Bendición de la Primogenitura para Jacob, el cual la obtuvo? Hubo un cambio de nombre, el cual recibió más adelante, hubo la compañía del Angel de Jehová todos los días de su vida, y la bendición del Angel de Jehová.

Por eso Jacob dijo cuando fue a bendecir a Efraín y a Manasés, que las bendiciones que él había recibido eran mayores que las que habían recibido sus progenitores (o sea, Isaac y Abraham, su papá y su abuelo).

¿Qué más estaba en esa Bendición de la Primogenitura? En esa Bendición de la Primogenitura estaba los descendientes de quién iban a ser los que vendrían a ser el pueblo de Dios, la nación de Dios, y que serían los que heredarían todo el territorio, la tierra que Dios le prometió a Abraham, y que tendrían en su medio a Dios y tendrían el Templo de Dios, y tendrían el Trono terrenal de Dios en medio de ellos, y Dios reinaría desde ese Trono sobre ese pueblo y sobre todas las naciones, y sería llamado el pueblo de Dios, y sería el pueblo primogénito de Dios, la nación primogénita de Dios; por eso dice la Escritura: “Jacob es mi primogénito, mi hijo, mi primogénito.” Eso está en el Exodo, capítulo 4, verso 22.

Y ahora, vean todas las bendiciones que hay ahí en la Bendición de la Primogenitura; son inagotables las bendiciones que hay en la Bendición de la Primogenitura, son tan grandes que nunca terminan.

Cuando la persona termina de recibir una bendición contenida en la Bendición de la Primogenitura, tiene que estar también preparándose para la otra bendición que viene detrás. Eso es bendición sobre bendición, bendiciones de la Tierra y bendiciones del Cielo también.

Ahora, la descendencia del que tenía la Bendición de la Primogenitura sería el que heredaría toda la tierra que Dios le prometió a Abraham, tendría la descendencia de esa persona, tendría el Trono de Dios en medio de ella, sería la nación que Dios crearía.

La nación hebrea como nación terrenal es la nación creada por Dios. Dios fue el que creó esa nación, fue obrando con Abraham, Isaac, Jacob y los patriarcas, y los hijos y nietos y bisnietos de los patriarcas, los cuales se multiplicaron en Egipto, en donde estaban como un pueblo, como personas, pero cuando los libertó Dios de la esclavitud en Egipto: “De Egipto llamé a mi hijo.”

Vean, así como Jacob había estado en Egipto y había sido llamado por Dios de Egipto, ahora lo mismo sucede con el pueblo hebreo como Jacob; y encontramos que en Jacob se reflejó el pueblo hebreo y también fue reflejada la Iglesia del Señor Jesucristo, y Cristo fue reflejado en Jacob.

Por eso cuando el Arcángel Gabriel le dijo a José mientras dormía allá en Belén de Judea, donde había nacido el niño Jesús, viendo que Herodes iba a buscar al niño para matarlo, porque ya los magos se habían ido por otro camino por orden del Angel, y ahora Herodes se iba a llenar de ira, y le dice el Angel Gabriel a José: “Toma ahora el niño y a su madre y vete a Egipto, porque Herodes buscará al niño para matarlo.” Se levantó a esa misma hora, ¿ven? No perdió tiempo.

Cuando Dios ordena que se haga algo, hay que hacerlo lo más rápido posible.

“Véte a Egipto.” Se fue a Egipto. ¿Y cómo iba a desenvolverse en Egipto? ¿Pues lo magos no le habían traído oro, no le habían traído otras cosas también, mirra e incienso? Por lo tanto se fue a Egipto con María y con el niño Jesús, y el Angel le dijo: “Y quédate allí hasta que yo te diga.” O sea: “No salgas de allí hasta que yo te ordene.”

Vean, José fue un hombre muy espiritual y muy fiel y obediente a Dios, obediente a la Voz del Angel, del Arcángel Gabriel, que fue enviado por el mismo Dios.

Y ahora, encontramos que cuando murió Herodes y otras personas que estaban en mutuo acuerdo con Herodes para matar al niño Rey, que nacería de entre los hebreos en Belén de Judea; cuando murieron esas personas, entonces el Angel le aparece nuevamente a José en sueños. ¿Por qué en sueños? Porque José no era Profeta, pero el sueño fue claro, porque por cuanto no había Profeta y el Profeta que estaba allí era un niñito todavía (Jesús), le habla claro a José, y entonces José toma al niño y se va a la tierra de Israel.

No se fue a Belén de Judea porque allí todavía había peligro, y se fue a Nazaret, se fue allá a Galilea y allá se crió el niño, pues allá José también había vivido antes del nacimiento de Jesús y conocía muy bien allá, y tenía su negocio de carpintería allá; por lo tanto le fue bien allá.

Y el niño Jesús, aunque nació en Belén de Judea se crió en Nazaret, se crió como nazareno; y aunque la ciudad no era tan buena, no tenía buena fama y de allí no había salido ningún Profeta, Dios tenía el más grande de todos los Profetas, al Dios Profeta lo tenía allí en medio de Nazaret criándose, asistía a las actividades los sábados también (a la sinagoga), y así por el estilo; y fue creciendo en sabiduría, y en temor de Dios, y en estatura también.

Ahora, cuando fue llamado para regresar José de Egipto a la tierra de Israel, se cumplió la profecía que se había cumplido en Jacob, y también el pueblo hebreo en Israel cuando los libertó Dios por mano de Moisés, porque de Egipto los llamó y los llevó a la tierra prometida.

Y ahora, de Egipto (donde está Jesús) es llamado cuando el Angel le dice a José. “Ahora, toma el niño y regrésate a la tierra de Israel.” Y de Egipto fue llamado para ser llevado a la tierra de Israel.

Y todo Primogénito de Dios es llamado de Egipto como individuo, es llamado del Egipto, del mundo, del Egipto espiritual del mundo, del reino de las tinieblas, y es llevado a la tierra prometida del Reino de Jesucristo, nuestro Salvador, es colocado en el Reino de Jesucristo, en la Iglesia del Señor Jesucristo.

Y la Iglesia del Señor Jesucristo como Cuerpo Místico de creyentes, siendo el Israel Celestial, es también llamada de Egipto, del mundo.

Y ahora, es este misterio de la lucha hasta vencer, aplicado a Jacob como individuo, al pueblo hebreo como nación, a Jesús como persona, como individuo, a la Iglesia del Señor Jesucristo como Cuerpo Místico de creyentes, al creyente como individuo, y al Angel del Señor Jesucristo del Día Postrero, como también a cada Angel del Señor Jesucristo de cada edad.

Y ahora, en la edad y dispensación que le toca vivir a la persona como individuo, tiene una lucha y tiene que obtener la victoria, debe permanecer luchando hasta vencer, y pedirle ayuda a Cristo, que lo fortalezca para seguir adelante peleando, luchando hasta vencer.

Ahora, esta lucha está reflejada en Jacob, vean, luchó para obtener la Bendición de la Primogenitura, la compró.

Y ahora, encontramos que cada creyente al recibir a Cristo como su Salvador ha obtenido la Bendición de la Primogenitura, Cristo la compró para todos nosotros con Su Sangre.

Cada creyente tiene que luchar como Jacob hasta vencer, y tiene que luchar como Jesucristo luchó hasta que obtuvo la victoria; y murió, resucitó y ascendió al Cielo y se sentó en el Trono de Dios. Y cada creyente tiene que luchar hasta obtener la victoria total, para sentarnos con Cristo en Su Reino y reinar con Cristo por el milenio y por toda la eternidad.

Como individuos tenemos que mantenernos en la lucha cristiana, porque el enemigo lucha en contra de Cristo y de Su Iglesia, y por consiguiente en contra de cada creyente en Cristo, porque él no quiere que nosotros lleguemos a obtener la victoria, y lleguemos a obtener nuestra transformación y lleguemos a ser inmortales, porque él no quiere que el ser humano viva eternamente, él quiere que el ser humano sea mortal y viva un tiempo y se muera.

Ahora, tenemos que mantenernos en la lucha cristiana para llegar al momento de la victoria final y total, en donde obtendremos nuestra transformación y los muertos en Cristo obtendrán su resurrección; eso es para nosotros como individuos, y así es también para la Iglesia del Señor Jesucristo; ella ha estado luchando de etapa en etapa, de edad en edad; y en este tiempo final sube a la Edad de la Piedra Angular, que es la Edad donde obtendrá la Iglesia la gran victoria en el Amor Divino, la victoria total, porque Cristo en medio de Su Iglesia nos dará a todos la gran victoria en el Amor Divino.

Esa será la gran victoria para la Iglesia en la Edad de la Piedra Angular y por consiguiente la gran victoria para nosotros como individuos.

Ahora, vean ustedes, encontramos que Jacob le había comprado la Primogenitura a su hermano, y ese negocio contó delante de Dios; por eso luego más adelante cuando Isaac le dice a su hijo Esaú, su primogénito (ya Isaac estaba anciano y estaba ciego), le dice: “Hijo, vé de cacería y toma de la cacería, caza allí (o sea, ve y caza algún animalito) lo preparas, me haces un guisado (como nos gusta a nosotros un guisadito de animalito, de cabrito o de algún otro animalito bueno, pues a Isaac le gustaba eso); y vé y prepárame un guisado (parece que ya le había preparado ese tipo de comida antes, y le gustaba), y entonces me traes esa comida para yo comer y luego bendecirte.”

Vean, con la barriga llena y satisfecho y contento, vean, iba a hablar luego la bendición. Es como hacemos cuando nos ofrecen en algún lugar para comer, nos preparan alguna comida, comemos y luego le decimos a los que nos ofrecieron la comida y a las personas que cocinaron y sirvieron: “La comida estuvo rica, estuvo muy buena, muy sabrosa, muchas gracias y que Dios les bendiga grandemente.” ¿Ven? Y se echa la bendición, se dan las gracias y se echa la bendición sobre las personas que prepararon la comida y las personas que contribuyeron para esa comida, y las personas, pues que invitaron para esa comida, aunque no cocinaron, pero pusieron a otras personas a cocinar, y esas fueran las personas, los anfitriones.

Ahora, vean ustedes, ahora Isaac iba a echar la Bendición de la Primogenitura, pero primero iba a tener su barriga llena. Dicen que “barriga llena, corazón contento.” Y para bendecir lo mejor es tener el corazón contento para echar la bendición plena sobre las personas. Porque una persona con hambre algunas veces se pone de mal humor; y con mal humor no es bueno que alguien lo vaya a bendecir a usted, con mal humor no vaya a ser que le eche una maldición.

Recuerden a Moisés yendo a herir la piedra, cuando Dios le dijo: “Háblale a la piedra.” Fue con mal humor y trajo una maldición para sí mismo y para el pueblo también, aunque tomaron agua y no murieron físicamente, pero espiritualmente no les fue bien, ni a Moisés ni al pueblo.

Ahora vean, mis hijas cuando querían hacerme una petición me preguntaban:

—“Papi, ¿cómo estás?”

— Si yo les decía: “Estoy bien.”

— Me decían:“¿Estás contento?”

— Y si les decía: “Sí estoy contento.”

—“¡Ah si!, pues papi, pues...” y empezaban a hablarme para pedirme algo

— Pero si yo les decía: “No, yo estoy molesto, estoy bravo.”

—“Papi después hablamos contigo.”

— Otras veces venían: “Mira papi, aquí te traemos helado y te traemos estas cositas, come.” Y después que comía, entonces me hacían la petición, porque sabían que ya, si uno está de mal humor y come, ya el mal humor, pues se le va y entonces está uno contento y puede concederle las peticiones a los hijos; así pensaban ellas, y yo creo que todavía piensan así, aunque están grandes, y eso pues no les fallaba a ellas.

Así que, vean ustedes, este es un caso parecido con Isaac y Esaú.

Ahora, Esaú iba muy contento de cacería, pero como que no le aparecía nada para cazar, pues ya él había menospreciado la Primogenitura, no tenía la bendición de Dios, no lo acompañaba Dios, por lo tanto no podía estar pidiendo a Dios que le proveyera algo para cazar y llevárselo a su papá preparado en un guiso, porque ahora la bendición estaba con Jacob: “A Jacob amé, a Esaú aborrecí.”

Por lo tanto, pasó tiempo Esaú buscando algo para cazar, y de seguro hasta la puntería le fallaba; aunque era buen cazador, pero se le escapaba si aparecía algo.

Ahora, vean ustedes, no le fue bien ese día de cacería, fue el día peor de cacería, al igual que aquel, o peor que aquel en el cual vendió la Bendición de la Primogenitura; son dos días difíciles para Esaú.

Ahora, cuando la madre de Esaú (que fue Rebeca) escucha a Isaac dándole estas instrucciones y diciéndole: “Ve de cacería, caza algo y prepáramelo en un guiso para que yo coma y te bendiga.” Ella sabía que era le Bendición de la Primogenitura la cual iba a hablar sobre su hijo Esaú, y por cuanto Isaac era un Profeta, lo que él hablara allí como bendición iba cumplirse cada cosa en su tiempo, se tenía que materializar luego sobre la persona que él hablara esa Bendición de la Primogenitura.

Por lo tanto, Rebeca luego va donde Jacob (su hijo preferido, su hijo más apegado a ella), y le dice: “Jacob, tu padre mandó a tu hermano de cacería para que consiga algo (consiga algo, cace algo), lo prepare en un guiso y se lo traiga a tu papá, para tu papá comer y luego tu papá bendecirlo.”

De seguro ella le recuerda: “Y tú tienes la Primogenitura, tú se la compraste, por lo tanto a tí te toca la Bendición de la Primogenitura, a tí es que te toca que tu padre te bendiga primero, y después que lo bendiga a él. Vamos a preparar todo para que tú le lleves esa comida, y tu padre coma y te bendiga; le preparamos un cabrito (pues allí tenían muchos, no tenía que ir de cacería, y ella sabía cómo le gustaba a su papá, a su esposo, la comida), y entonces lo preparamos, tú vas y se lo llevas y le pides a él que te bendiga.” Jacob dice: “Pero y si papá se da cuenta que soy Jacob y no Esaú, en vez de bendecirme me va a maldecir.”

Vean, Jacob tenía temor de Dios, y tenía conocimiento y temor de la Palabra que iba a salir por la boca de su padre, que es un Profeta, él creía que lo que un Profeta hablaba se iba a cumplir, por lo tanto estaba con temor y temblor.

— Pero su madre le dice: “Mira hijo, todo venga sobre mí (o sea, cualquier problema venga sobre mí), si él te va a maldecir que venga sobre mí esa maldición (o sea, yo voy a intervenir, yo voy a estar pendiente).”

—“Pero mamá, mira, tú sabes que Esaú es velludo y mira yo: lampiño; si papá toca mis brazos y mi pecho va a darse cuenta que soy Jacob.”

Su madre, que es una creyente verdadera y que ama a su hijo, y que quiere la bendición para su hijo, como toda madre que ama a su hijo quiere la bendición de Dios para su hijo y lo lleva a donde está la bendición de Dios, vean, la bendición de Dios iba a estar ¿dónde? Con Isaac, en la boca de Isaac para bendecirlo.

Y toda madre debe llevar sus hijos donde está la Palabra de bendición siendo dada para su edad y su dispensación, para que sus hijos escuchen esa Palabra de bendición, la crean, y se materialice en ellos.

Y ahora, Jacob ve que tiene un problema: sus brazos lampiños y su pecho, y de seguro su cara también; y ahora su madre que no ve problemas, porque cuando uno está buscando la bendición de Dios tiene que ser positivo y no ver problemas sino soluciones, uno ve una situación, un problema, dice: “Eso no es problema, eso tiene solución.”

Todo problema que le aparezca a los hijos de Dios, los Primogénitos de Dios, tendrán solución.

—“Pero mamá, ya ves que soy lampiño.”

—“Eso no es problema, el cabrito tiene lana, por lo tanto la colocamos en tus brazos, y las partes donde tu papá puede tocarte y ya no va a haber problema.”

— El vio que eso tenía sentido, dijo: “Bueno, ya eso está resuelto.” Le dice: “Pero ahora, el olor mío y el de mi hermano.”

—“Eso también está resuelto: la ropa de tu hermano está ahí, te pongo la ropa de tu hermano y hueles como tu hermano.” También quedó resuelto.

—“Pero, ¿y mi voz?”

Recuerde que cada persona habla con un timbre de voz diferente a la otra, y cualquier persona sin mirar quién está detrás hablándole puede saber quién es, y los ciegos desarrollan más el sentido del oído que los que tienen vista.

Y ahora, Jacob con todo y eso decide (con la ayuda de su mamá), hace su decisión de buscar la Bendición hablada de la Primogenitura.

Ya él, vean ustedes, era predestinado para obtener esa bendición, ya había comprado la primogenitura, por lo tanto no se podía detener, tenía que seguir luchando, avanzando para obtener la victoria, para vencer.

Y ahora, preparan el cabrito, colocan el cabrito en un envase, en una olla, para llevársela a Isaac (su padre), y le coloca en los brazos la piel con la lana del ovejito o del cabrito, del cabrito de oveja, y le coloca la vestidura de su hermano Esaú y va, va con la comida y le dice:

—“Papá, he preparado la comida, la traigo para que comas y me bendigas.” ¿Ven? estaba buscando la bendición de Dios.

— Y su padre Isaac le dice: “Hijo, ¿quién eres (porque la voz estuvo rara)?”

— Jacob le dice: “Yo soy tu hijo Esaú, me mandaste a cazar y a traerte comida, a preparar comida para tu comer y bendecirme.”

— Le dice: “Hijo, ¿y por qué tan rápido?” O sea, que fue demasiado de rápido, desde que le dio la orden a su hijo Esaú para ir de cacería y traer comida, cazar, prepararla y comer, vean, no era tiempo todavía para que Esaú hubiera cazado, hubiera preparado el cabrito, lo hubiera pelado, lo hubiera cocinado, le hubiera hecho el guiso y se lo hubiera traído.

— Isaac: “Esto está como más rápido que otras veces, las otras veces como que eras más lento entonces, hijo, ¿y cómo? ¿Por qué tan rápido?”

—“No papá, es que Jehová me proveyó delante de mí el animalito, la caza.”

¿Ven que Jacob siempre poniendo a Dios primero?, porque Dios estaba con él, no como algunos dicen: “Yo por mi propio esfuerzo conseguí las cosas.” No, Jacob decía: “Dios proveyó, fue Dios el que obró.”

Y ahora, le dice, porque Isaac está sospechando, vino muy rápido y ahora el timbre de la voz también es diferente; sabía que era la voz de Jacob, no la voz de Esaú, la voz de Esaú sería de una forma y la de Jacob de otra forma.

Luego le dice: “Hijo mío, acercate.” ¿Ven? Quería verificar, verificar quién era el que venía para traerle comida y para recibir la Bendición de la Primogenitura. “Hijo mío, acércate.” Y lo palpó, tocó sus brazos, y dijo: “Eh, son los brazos de mi hijo Esaú.”¿Ven que funcionó lo que le dijo su mamá?

Y ahora, Jacob estaba vestido con piel del cabrito, del corderito; y todos los que están en Cristo son nueva criatura, están vestidos de Cristo, el Cordero de Dios, y eso funcionará delante de Dios para recibir la Bendición de la Primogenitura.

“Ahora, son los brazos de mi hijo Esaú, pero es la voz de Jacob, ¿qué le habrá pasado a Esaú? ¿Se habrá resfriado? Pudo haberse resfriado algo, pero vamos a seguir probando: hijo mío acercate más para abrazarte.” Lo abraza y percibe el olor de sus vestidos (que eran los de Esaú), y dice: “Es el olor del campo de mi hijo Esaú, aunque la voz es la de Jacob.”

Pero vean, está dos a favor de Jacob y uno en contra, la voz en contra y los brazos a favor y el olor de la ropa a su favor; y entonces Isaac comienza a bendecir a Jacob, y luego come y lo bendice, y Jacob luego que termina recoge todo y se va antes que venga Esaú.

Y cuando al rato llega Esaú (bastante atrasadito, pero con la comida calientita), y dice: “Papá,” entra a la carpa, que eran carpas en ese tiempo, casas de campaña, le dice: “Papá, he aquí he regresado, he cazado, como tú me mandaste de cacería he cazado un animalito, lo he preparado, he preparado el guiso que a tí te gusta comer, y lo traigo para que comas y me bendigas.”

Vino a buscar la bendición de Dios muy, pero que muy, atrasado, ya la había perdido cuando le había vendido la Primogenitura a Jacob, y ahora estaba buscando la bendición.

Y ahora, cuando llega y le habla a su padre, su padre dice:

—“¿Quién eres?”

— Le dice: “Yo soy Esaú, tu hijo.”

— Y entonces Isaac se estremeció: “Pero, ¿quién es el que vino primero que tú? Me trajo comida, comí, lo bendije y será bendito; vino tu hermano con engaño, me trajo comida, comí y lo bendije y será bendito, ya le dí la bendición.” O sea, ya había echado la Bendición de la Primogenitura como acostumbraban los patriarcas sobre sus hijos, primero sobre el primogénito y después sobre los demás.

Porque la bendición no podía irse con la persona a la tumba, tenía que pasarla a su primogénito, y el resto de las bendiciones a los demás hijos.

Y ahora, Esaú también se estremece y grita: “¡Pero papá, padre! ¿No tienes otra bendición para mí?” Y su papá muy triste le habla ahí en cuanto a la Bendición de la Primogenitura. No había otra Bendición de Primogenitura, es una sola, y ya la tenía Jacob, ya estaba hablada, por lo tanto tenía que materializarse.

Dios iba a ir materializando esa Bendición de la Primogenitura, iba a estar con Jacob hasta cumplir todo lo de la Bendición de la Primogenitura, todo lo que correspondía a su etapa mientras estaba vivo, y continuaría cumpliendo esa Bendición de la Primogenitura sobre la descendencia de Jacob.

Luego, Isaac bendice a su hijo Esaú con otra bendición, pero pequeña comparada con la Bendición de la Primogenitura. Ya ahí es la segunda gran victoria que obtiene Jacob.

Jacob nació para vencer, Jacob nació para vencer, porque: “A Jacob amé.” Y los que son amados de Dios han nacido para vencer, esos son los escogidos escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero. “Jacob es mi primogénito.”

Y todos los Primogénitos de Dios son como Jacob: han nacido para vencer, son Primogénitos, tienen la Bendición de la Primogenitura, y son personas luchadoras.

Y ahora, Esaú luego dice: “Cuando muera mi papá voy a matar a Jacob.” Y lo escuchó Rebeca, y entonces habla con Jacob y le dice: “Mira, ahora tenemos otro problemita, pero ese es pequeño, ya el problema grande ya lo resolvimos, ya tienes la bendición hablada, y ya no hay quien despinte, no hay quién te despinte esa Bendición de la Primogenitura, tiene que materializarse en tí; ahora Jacob, tu hermano, dice que cuando muera tu papá, te va a matar.”

Ella se puso de acuerdo con Isaac y enviaron a Jacob por una temporada a la casa de la familia de Abraham, que ya tenía hijos y nietos allá el hermano de Abraham, de allá había venido también Rebeca.

Y ahora, Rebeca e Isaac envían a la casa del hermano de Rebeca, envían a Jacob. O sea, lo envían allá a la casa de su tío para que viva allá y trabaje allá, pero ya se fue con la Bendición de la Primogenitura.

El pueblo hebreo anque haya salido de su tierra a causa de las diferentes etapas en las cuales han entrado en cautiverio y han sido dispersos por el mundo entero, tienen la Bendición de la Primogenitura como nación, es la nación primogénita de Dios, la primera nación creada por Dios.

Por lo tanto, en medio del pueblo hebreo estará el Trono del Mesías, que es el Trono de David, que será restaurado, será ocupado por el Mesías, y ahí estará y desde ahí reinará Cristo, el Mesías, sobre el pueblo hebreo y sobre todas las naciones, porque el pueblo hebreo tiene la Bendición de la Primogenitura como nación terrenal.

Pero la Iglesia del Señor Jesucristo tiene la Primogenitura como la nación celestial, que es mayor la bendición. Pero se van a fusionar el Israel Celestial con el Israel terrenal en el glorioso Reino Milenial, ambos van a estar juntos en ese Reino Milenial; y así el tipo y anti-tipo, el tipo y figura es el Israel terrenal y el anti-tipo es el Israel Celestial, se van a juntar en el Reino Milenial, y ambos Reinos: el celestial y el terrenal estarán juntos allí.

Y ahora, Cristo, vean ustedes, tiene esa bendición para el Israel terrenal, pero tiene la bendición más grande para el Israel Celestial, porque los hijos son mayores que los siervos, pero en los siervos se reflejan los hijos.

Ahora, Jacob sale a Padan-aram, pero antes de llegar allá, cuando iba por Bet-el y colocó una piedra para dormir, colocó piedras en un lugar y puso de cabecera una piedra y durmió allí, tuvo un sueño en donde vio una escalera que se apoyaba en tierra y subía hasta el Cielo, y vio Angeles de Dios subiendo y bajando por esa escalera, y vio a Dios en la cúspide de esa escalera.

Esa escalera representa a la Iglesia del Señor Jesucristo, y Angeles subiendo y bajando son los miembros de la Iglesia de Jesucristo y los Angeles Mensajeros de la Iglesia de Jesucristo, y a Dios en la cúspide de la escalera.

La cúspide de la escalera representa la Edad de la Piedra Angular, donde Cristo, el Angel del Pacto, el Angel de Jehová, estará manifestado en este tiempo final y desde ahí le hablará al Jacob, al Israel terrenal y también al Israel Celestial, primero al Israel Celestial y después le hablará al Israel terrenal.

Por eso es que a través de las edades pasadas no han podido convertir el pueblo hebreo a Cristo, ¿por qué? Porque aunque Cristo ha estado en esos Angeles Mensajeros, no estaba Cristo en la parte alta de la escalera hablando, sino en otros escalones más bajos, hablando por medio de cada Angel Mensajero.

Y para hablarle al pueblo hebreo y convertir el pueblo hebreo a Cristo, es desde la cúspide de la escalera, que es la Edad de la Piedra Angular, donde se materializa esa parte alta de la escalera, como se materializa toda la escalera en la Iglesia del Señor Jesucristo.

Y ahora, desde la cúspide de la escalera le habla Dios y lo bendice, y le dice: “No te voy a dejar, te voy a acompañar a donde quiera que vayas, y no te voy a dejar hasta que yo cumpla todo lo que te prometí.”

Por eso cuando llega a Padan-aram y trabaja allá con su tío y vive allá una temporada, se enamoró, pues de Raquel y trabajó por ella siete años, y cuando se casó con ella, luego colocaron en la casa y en la habitación, a oscuras colocaron a su hermana Lea, y la luna de miel la tuvo con Lea (la hermana mayor de Raquel).

Cuando por la mañana despierta y le ve la cara a su cuñada, va a reclamarle a su suegro y le dice: “Mire, yo me casé con Raquel, a la cual amo, ¿por qué me haz hecho esto?” El suegro le dice: “Estate tranquilo, acá no se da la hermana menor primero en casamiento, sino la mayor.” Quizás pensaban: “Si se casa la menor primero que la mayor, se va a quedar sin casar la mayor.” O tenían alguna superstición, alguna creencia.

Luego se pelearon (el suegro), y se pelean, discuten, pero el suegro le dice: “Estate tranquilo, trabaja siete años más por ella.” ¿Saben cuántos años trabajó Jacob por su novia? 14 años, siete primero y siete después.

Esto contiene un tipo y figura, vean: hay siete etapas o siete edades de la iglesia hebrea bajo la Ley donde Cristo, el Angel del Pacto trabajó, y luego hay siete edades de la Iglesia gentil, donde Cristo ha estado trabajando por Su Iglesia.

Ahora, podemos ver ahí los 14 años, 14 edades: siete en el Antiguo Testamento bajo la Ley (la Iglesia hebrea, los hebreos bajo la Ley), y luego siete edades en la Dispensación de la Gracia, en las cuales Cristo ha trabajado de edad en edad por Su Iglesia, llamándola, juntándola, dándole cariño, dándole Amor, y preparándose para casarse con ella.

Ahora, Jacob cuando el suegro le dice: “Trabaja siete años más y la tienes, es tuya.” Jacob no perdió tiempo en decir: “Sí, claro que sí.” Y trabajó todos esos años, dice la Escritura que Jacob encontró como que era poco tiempo. Cuando hay amor el tiempo se pasa volando.

Y ahora, encontramos que tuvo sus hijos por medio de ambas esposas y por medio de las siervas de ellas, y así se formó, se formaron los patriarcas, así vinieron los patriarcas, y de los patriarcas vinieron los hijos y nietos de los patriarcas, y así fue formándose la nación hebrea.

Ahora, vean ustedes que para Jacob todo obraba para bien, ¿por qué? Porque tenía la Bendición de la Primogenitura.

Y en Romanos, capítulo 8, versos 28 ó 29 en adelante, dice: “Porque a los que aman a Dios todas las cosas les ayudan a bien. Esto es a los que conforme a su propósito son llamados, porque a los que antes conoció también los predestinó; y a los que predestinó a estos también llamó, y a los que llamó a estos también justificó, y a los que justificó a estos también glorificó.” Si lo leen en la Biblia directo tendrán el orden ahí de cómo está hablado esto aquí. Vamos a verlo aquí directo para que lo tengan ya en la forma correcta. Capítulo 8 de Romanos, verso 28 en adelante, dice:

Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.

Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo (o sea, para que sean hechos a imagen y semejanza de Jesucristo, hemos sido predestinados para eso; por lo tanto, por lo que estamos luchando es algo para lo cual ya fuimos predestinados)

para que él sea el primogénito entre muchos hermanos (para que El sea nuestro Hermano mayor, el Primogénito).

Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó.

¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?”

Dios está con nosotros, hemos sido predestinados para ser a imagen y semejanza de Jesucristo nuestro Salvador, ¿por qué? Porque somos elegidos de Dios, escogidos de Dios, predestinados de Dios escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero desde antes de la fundación del mundo.

Y ahora, somos los amados de Dios.

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” San Juan, capítulo 3, versos 15 en adelante.

Y ahora, hemos visto quiénes son los amados de Dios y quiénes son los que aman a Dios, esos son los que El predestinó para ser conforme a la imagen de Jesucristo, ser conforme a la imagen y semejanza, ser a imagen y semejanza de Jesucristo, tener cuerpos teofánicos eternos y cuerpos físicos glorificados y eternos también, y ser iguales a nuestro Hermano mayor: Jesucristo, nuestro Salvador.

Ahora, podemos ver la bendición tan grande que hay para los que tienen la Bendición de la Primogenitura.

Y ahora, hemos recibido la Bendición de la Primogenitura, el bautismo del Espíritu Santo, las primicias del Espíritu, y pronto recibiremos la Bendición de la Primogenitura en la transformación de nuestros cuerpos, y así tendremos la doble porción. ¿Ven? Porque la Bendición de la Primogenitura tiene una doble porción. Y en cuanto a la parte del cuerpo espiritual y el físico, ahí está una doble porción de cuerpo: cuerpo angelical teofánico y cuerpo físico glorificado.

Y ahora, eso es para el Israel Celestial y para cada miembro del Israel Celestial como individuo.

Ahora, vean ustedes, Cristo también, vean ustedes, siendo el Primogénito de Dios tiene un cuerpo angelical teofánico y tiene un cuerpo físico glorificado, ¿ven? Una doble porción de primogenitura en cuanto a cuerpo.

Hay doble porción también de reino, Cristo tiene una doble porción de Reino: el Reino de los Cielos y el Reino terrenal, tiene dos Tronos también, doble porción de Trono: el Trono Celestial (donde está sentado) y el Trono de David (donde El se sentará) al cual El es el Heredero.

Y tiene una doble porción de herencia de pueblo: el Israel Celestial y el Israel terrenal. Tiene ambos mundos: el mundo espiritual y el mundo físico. Todo eso es Herencia de Jesucristo, nuestro Salvador; y nosotros somos herederos de Dios y coherederos de Dios por medio de Cristo, coherederos con Cristo Jesús, Señor nuestro. En Romanos, capítulo 8, verso 14 en adelante, ahí está.

Ahora, vean que todo es en una doble porción, es una Bendición de Primogenitura que contiene una dualidad en bendición. ¿Recuerdan que ayer hablábamos de la dualidad del Templo? Ahora aquí tenemos la dualidad de la Bendición de la Primogenitura.

Y ahora, podemos ver que hay una bendición muy grande para todos los Primogénitos de Dios, que son los que siempre han estado luchando hasta vencer.

Cada uno de los escogidos de Dios del Israel Celestial ha luchado y ha vencido en su edad, y ahora nos ha tocado ¿a quiénes? A nosotros estar en la escena de acción correspondiente al Día Postrero, en la etapa de la Edad de la Piedra Angular; y va a ser tan grande la victoria que hasta nuestros cuerpos van a ser transformados, y ahí obtendremos esa porción, esa segunda porción, que es la transformación de nuestro cuerpo.

Todo eso está en la Bendición de la Primogenitura que nosotros tenemos, porque somos los Primogénitos de Dios escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, desde antes de la fundación del mundo, y usted no lo sabía pero ahora sí lo sabe.

Por lo tanto, no se detenga, no se desanime en la vida, siga hacia adelante, y sepa que todas las cosas ayudarán a bien para usted y también para mí. Siga hacia adelante hasta que obtenga la victoria en cada cosa de su vida terrenal y de la vida espiritual. Siga luchando como Jacob luchó.

Cuando ya regresa... vean, obtuvo la victoria también allá en medio de Padan-aram con su suegro, con la familia de su mamá, y Dios lo bendijo tanto que vino a ser un hombre rico y lleno de hijos, 11 hijos ó 10 hijos, y luego Benjamín... 11 hijos, y luego Benjamín nació en el camino a Belén, en Efrata, ya en la tierra prometida; pero los otros hijos nacieron en Padan-aram entre los gentiles, en medio de nación gentil.

Cuando nación José, Jacob tenía unos 91 años de edad, por eso lo amaba mucho, dice, porque lo tuvo ya estando viejo, estando ya avanzado en edad. Así que, cuando tuvo a Benjamín, ya tenía muchos años más, o sea, tenía algunos añitos más, no tantos quizás, pero tenía algunos años más (uno o dos años más).

Ahora, Jacob regresa victorioso en cuanto a la parte económica, y regresa con el Angel del Pacto que siempre le acompañó; así como el Angel del Pacto estuvo con el pueblo hebreo durante todos esos tiempos de Moisés, y de los jueces, y de los Profetas y reyes, estuvo en los Profetas; pero luego cuando rechazaron a Cristo, se tornó al Israel Celestial (que es Su Iglesia).

Y ahora ha estado Cristo, el Angel del Pacto, con el Israel Celestial, son Su Iglesia de etapa en etapa, en su trayectoria entre los gentiles, pero pronto se tornará al pueblo hebreo.

Ahora, la Iglesia del Señor Jesucristo es la que ha estado recibiendo las bendiciones del Cielo durante todos estos años que han transcurrido, dos mil años aproximadamente de Cristo hacia acá.

Y ahora, con el Israel Celestial, que tiene la Bendición de la Primogenitura, están todas las bendiciones del Cielo; por eso el bautismo del Espíritu Santo, en donde recibimos el nuevo nacimiento y recibimos el cuerpo angelical teofánico, es de la Bendición de la Primogenitura.

Y el cuerpo físico, eterno, inmortal, incorruptible y glorificado que vamos a recibir, está dentro de la Bendición de la Primogenitura, porque esa es bendición para los Primogénitos de Dios escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero.

Y ahora, así como Jacob cuando regresaba se encontró con el Angel de Jehová aquella noche, y pasó la noche luchando con ese Angel y el Angel con él, y no lo soltaba; y el Angel viendo que ya estaba rayando el alba hirió en la cadera de Jacob, en el encaje, y descoyuntó el encaje ahí, descoyuntó ahí la cadera de Jacob en el encaje y quedó cojo, pero se mantuvo agarrado del Angel del Pacto.

Y es mejor un hombre cojo pero agarrado de Dios, que un hombre con las dos piernas bien sin Dios. Vean, Esaú estaba bien pero sin Dios; pero Jacob estaba ya cojo, porque estaba luchando por la bendición de Dios, pero tenía agarrado al Angel de Jehová, al Angel del Pacto.

Ahora, esto es muy importante porque para el tiempo final, tanto el Israel Celestial (la Iglesia del Señor Jesucristo) como el Israel terrenal, tendrán un encuentro con ese Angel del Pacto, Angel de Jehová, que es Cristo.

En la manifestación final de Cristo en medio de Su Iglesia se cumplirá aquel evento ocurrido en la vida de Jacob, que ahora viene a ser tipo y figura de lo que pasará en este tiempo final con el Israel Celestial y con el Israel terrenal.

Ahora, vean ustedes, Jacob había visto Angeles de Dios subiendo y bajando por la escalera, pero en la parte alta vio a Dios, a Jehová, que le habló.

También él había visto Angeles en otras ocasiones, pero ahora tiene un encuentro personal con el Angel de Jehová, y eso fue en cierta hora en la última vigilia, y el Angel quería irse cuando ya estaba terminando la última vigilia, cuando ya estaban por ahí alrededor de las 6:00 de la mañana en un tiempo en donde está comenzando a rayar el alba, y tenía que irse.

Tenía que irse porque para el tiempo final el Angel que le aparecerá al Israel Celestial y al Israel terrenal, también tendrá que irse, ¿pero para dónde? Para la gran Cena de las Bodas del Cordero.

Y ahora, el Angel le dice: “¡Suéltame, tengo que irme, raya el alba!” Jacob le dice: “No te soltaré, hasta que me bendigas.” Y el Angel le dice: “¿Cómo te llamas?” Jacob le dice: “Jacob.” El Angel le dice: “No se dirá más tu nombre Jacob, sino Israel, porque has luchado con Dios y con los hombres y has vencido.”

¿Ven? Venció, o sea, que la victoria decisiva fue esa allí con el Angel, agarrándose bien del Angel, no soltándolo, hasta obtener la victoria, y obtener ahí en esa victoria la bendición de Dios. Le dice el Angel: “Has luchado con Dios y con los hombres y has vencido.” Venció y el Angel lo bendijo.

Pues la bendición siempre es para los vencedores; por eso en el Apocalipsis del capítulo 2 al capítulo 3 del Apocalipsis, dice:

Nota - Apocalipsis 2:7

Al que venciere, yo le daré a comer del árbol de la vida.”

Nota - Apocalipsis 2:17

Al que venciere, yo le daré a comer del maná escondido, y le daré una piedrecita blanca, y en la piedrecita escrito un nombre nuevo, el cual ninguno conoce sino aquel que lo recibe.”

Nota - Apocalipsis 2:26-28

Al que venciere y guardare mis obras hasta el fin, yo le daré autoridad sobre las naciones,

y las regirá con vara de hierro, y serán quebrantadas como vaso de alfarero; como yo también la he recibido de mi Padre;

y le daré la estrella de la mañana.”

Nota - Apocalipsis 3:12

Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo.”

Nota - Apocalipsis 3:21

Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono.”

En la misma forma que el Padre hizo con Jesús, el Hijo, el Primogénito de todos los hijos e hijas de Dios, ahora Cristo hará con el Vencedor, esta bendición la obtendrá el Vencedor del Día Postrero en el Cuerpo Místico de Cristo, que será el Angel del Señor Jesucristo.

Así como el Angel de Jehová, el Angel del Pacto, cuando se hizo carne obtuvo la gran victoria en el Amor Divino, y ascendió al Cielo victorioso y sentó en el Trono del Padre con un cuerpo glorificado, así el Vencedor del Día Postrero como Mensajero obtendrá su transformación y se sentará con Cristo en Su Trono.

Y todos los escogidos de Dios del Día Postrero obtendrán la gran victoria en el Amor Divino, y serán transformados y reinaremos todos con Cristo en el Reino Milenial, tendremos un cuerpo glorificado, como el cuerpo de nuestro amado Señor Jesucristo; y así también para la Iglesia de Jesucristo como Cuerpo Místico de creyentes, la Iglesia en la Edad de la Piedra Angular; la Edad de la Piedra Angular obtendrá la gran victoria en el Amor Divino, y será la Edad para toda la eternidad, para el Milenio y para toda la eternidad.

Por eso a esa Edad será que vendrán los muertos en Cristo, resucitarán no en la edad de ellos donde vivieron, sino en nuestra Edad, porque es la Edad de y para la gran victoria en el Amor Divino, es la Edad para estar luchando hasta vencer y obtener nuestra transformación.

Ahora, hemos llegado al tiempo en donde el Israel Celestial, el Jacob celestial y el Israel terrenal tendrán un encuentro con el Angel. Y vamos a ver cómo dice el Rvdo. William Branham que será ese encuentro, y ustedes verán que será algo sencillo. Y para que no se nos escape esa bendición, porque ahí es que está la bendición, ahí es donde está la bendición para cada creyente y para el Cuerpo Místico de Cristo de la Edad de la Piedra Angular, y para el Israel terrenal también.

Dice el Rvdo. William Branham en el libro de “Los Sellos,” página 358 y 359, dice:

Fíjense que con el tiempo Jacob comenzó a sentir el anhelo de regresar a su tierra. Así es también con Israel. Jacob significa Israel, porque su nombre fue cambiado. El salió y obtuvo todo el dinero posible por medio del robo, la mentira y de otras maneras, porque a él no le importaba de dónde venía (está hablando tanto del Israel terrenal, como de Jacob, Israel, como persona)... porque a él no le importaba de dónde venía, ni de quién era. Pero luego comenzó a regresar a su tierra porque tenía ese anhelo, y en el camino se encontró con Dios, y su nombre fue cambiado.”

Ese fue el encuentro de Jacob con el Angel de Jehová, el cual es Jesucristo, nuestro Salvador en Su cuerpo angelical.

Pero en ese tiempo, él estaba muy preocupado porque temía a Esaú, quien le estaba persiguiendo. Y fíjense en el dinero, igual como será en este día cuando los judíos hagan pacto financiero con Roma.

Ahora, Esaú no tenía necesidad del dinero de Jacob, como tampoco lo necesita Roma, porque Roma tiene las riquezas del mundo en sus manos. Pero hallamos que en aquella ocasión cuando todavía era Jacob, se encontró con Dios, y estaba pasando por ese tiempo de tribulación.”

En lo cual tipifica el tiempo de apretura para Jacob en este tiempo final.

Pero hallamos que en aquella ocasión cuando todavía era Jacob, se encontró con Dios, y estaba pasando por ese tiempo de tribulación, entonces Jacob echó mano a algo que era real. Hubo un ángel que bajó del cielo, y Jacob mantuvo sus brazos alrededor del ángel, y allí se mantuvo. Este ángel le dijo: Tengo que irme, ya está amaneciendo. Hermano: ¡El Día está por aparecer, está por llegar!”

Y el Día Postrero delante de Dios, que es el Séptimo Milenio ya está rayando, estamos en el primer siglo de ese Día Postrero, de ese Séptimo Milenio de Adán hacia acá, que es el Día Postrero del cual Cristo habló.

Pero Jacob dijo: ¡No te voy a dejar ir si no me bendices! No puedes partir, yo me voy a quedar contigo. Yo quiero que venga un cambio a mi situación. Esos son los 144.000, los ganadores de dinero que han sido tan deshonestos con las finanzas, pero cuando ellos por fin vean la cosa verdadera y la posibilidad de agarrarse de ello, allí estarán Moisés y Elías. ¡Amén! Ellos también lucharán con Dios hasta que los 144.000 de las doce tribus de Israel sean llamados y sacados fuera.

Eso sucede justamente antes de comenzar la tribulación. ¡Cuán hermoso! Estos dos profetas, predicarán como Juan el Bautista y les dirán: El reino de los Cielos está a la mano. ¡ISRAEL, ARREPIÉNTANSE! ¿Arrepiéntanse de qué? Arrepiéntanse de sus pecados y de su incredulidad y regresen a Dios.”

Aquí tenemos lo que será para Israel terrenal el encuentro con el Angel que Dios les enviará, y ahí estarán Moisés y Elías, porque en el Angel que viene con el Sello del Dios Vivo de Apocalipsis, capítulo 7, para llamar y sellar ciento cuarenta y cuatro mil hebreos, está ahí el Sello del Dios Vivo, el Espíritu Santo, el Angel del Pacto, el Angel de Jehová, manifestado, y por consiguiente ahí estarán los ministerios de Moisés, de Elías y de Jesús.

El Angel del Pacto, el mismo Angel que le apareció a Jacob allá y lo bendijo, es el que estará manifestado en este tiempo final a través del Angel que viene con el Sello del Dios Vivo, a través del Angel del Señor Jesucristo. Ahí es donde ellos verán al Angel, a Cristo, el Angel del Pacto, manifestado por medio de Su Angel Mensajero, y se agarrarán de ese Angel; pero primero le toca al Israel Celestial.

El Israel Celestial estará bien agarrado de ese Angel en la etapa de la Edad de la Piedra Angular, porque es ahí donde estará ese Angel, así como Cristo, el Angel del Pacto apareció en la etapa de la Edad de la Piedra Angular después de Juan el Bautista.

Ahora, en la página 351 del libro de “Los Sellos,” dice el primer párrafo:

En este sexto Sello es cuando Israel recibe el Mensaje del Reino por medio de los profetas de Apocalipsis once. Recuerden: Israel es una nación, un pueblo; ellos son los siervos de Dios. Y cuando Israel dé el paso de entrada al Reino, eso tendrá un carácter nacional. En Israel, durante la Edad del Reino, será cuando el Hijo de David se sentará sobre el trono (o sea, sobre el Trono de David). Por eso fue que aquella mujer en Mateo 15:22 clamó: ¡Hijo de David!, porque Dios le juró a David que El levantaría su Hijo que tomaría su trono y sería un trono perpetuo, que no tendría fin. Salomón fue el tipo cuando edificó el templo, pero Jesús les dijo aquí que: No quedará piedra sobre piedra. Pero ¿qué es lo que les está procurando decir aquí? Que El mismo iba a regresar.

¿Cuándo vas a regresar?

Les respondió: Estas cosas acontecerán antes de mi regreso. ¡Y aquí estamos viendo estas cosas!

Entonces en el tiempo del sexto Sello se desarrolla la gran tribulación. Recuerden: Cuando el Reino es establecido sobre la tierra, durante el tiempo del Milenio, Israel es una nación; las doce tribus estarán presentes como una nación. Pero la Novia estará en el Palacio. Ella ya es la Reina porque está casada. Toda la tierra llegará a la ciudad de Jerusalem y traerán su gloria delante de ella.”

Más abajo en ese párrafo último, dice:

Entonces estos dos profetas o mensajeros, de Apocalipsis once, predicarán a los judíos: El Reino está a la mano. Porque el Reino de los Cielos será establecido.”

Ahora, hemos visto el misterio de cómo será que se va a repetir, se va actualizar en este tiempo final el encuentro que tuvo Jacob con el Angel allá.

Y ahora, tenemos a Jacob como el pueblo hebreo como nación, y tenemos al Jacob celestial, que es la Iglesia del Señor Jesucristo; y cada miembro del Jacob literal y cada miembro del Jacob espiritual es también como Jacob: un Primogénito de Dios. “Jacob es mi primogénito.” Y también dice: “De Egipto llamé a mi hijo.” Refiriéndose a Jacob, y refiriéndose a Cristo, y refiriéndose, ¿a quiénes? A todos nosotros.

Así que, podemos ver dónde nos encontramos en el Programa Divino: nos encontramos en este tiempo, en este mismo pasaje siendo actualizado en este tiempo final, nos encontramos en Génesis, capítulo 32, versos 22 al 32. Esa es nuestra posición geográfica espiritual en el Israel Celestial, y pronto será para el Israel terrenal también. Y ahí estamos luchando hasta vencer.

Vean, Jacob, a Jacob le fue cambiado el nombre; y ahora Dios habla de un cambio de nombre también para el Israel Celestial, y habla de un cambio de nombre para el Mensajero también, dice:

Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo.” [Nota - Apocalipsis 3:12]

O sea, que recibirá el Nombre Nuevo del Señor y Nombre Eterno de Dios el Vencedor del Día Postrero, así como Jacob recibió un nuevo nombre que el Angel le colocó. También el Cuerpo Místico de Cristo también recibirá un cambio de nombre, y el Israel terrenal también recibirá un cambio de nombre.

Ahora, podemos ver que esto es algo profetizado ya en la Escritura, no es algo que ha sido ideado por mente humana, sino que es algo de la mente de Dios, lo cual ha sido revelado.

Y miren, hasta el Nombre de Dios, dice el Mismo Dios que va a ser conocido. En Isaías 52, verso 6, dice:

Por tanto, mi pueblo sabrá mi nombre por esta causa en aquel día; porque yo mismo que hablo, he aquí estaré presente.”

Ahí tenemos una promesa divina del Nombre de Dios siendo dado a conocer al Israel terrenal y al Israel Celestial también.

Ahora, veamos otro pasaje: capítulo 62 de Isaías, verso 2, dice:

Entonces verán las gentes tu justicia, y todos los reyes tu gloria; y te será puesto un nombre nuevo, que la boca de Jehová nombrará.”

Ahí tenemos para el Israel terrenal un nombre nuevo que la boca de Dios nombrará, y para el Israel Celestial un nombre nuevo que la boca de Dios nombrará, y para el Mensajero del Día Postrero un nombre nuevo que la boca de Dios nombrará, el cual es el Nombre Eterno de Dios, de la Ciudad de nuestro Dios y Nuevo de nuestro amado Señor Jesucristo.

En Isaías, capítulo *65, verso 15 también nos dice lo siguiente:

Y dejaréis vuestro nombre por maldición a mis escogidos, y Jehová el Señor te matará, y a sus siervos llamará por otro nombre.”

Aquí tenemos otro nombre, un nombre nuevo para los siervos de Dios (el pueblo hebreo):

El que se bendijere en la tierra, en el Dios de verdad se bendecirá; y el que jurare en la tierra, por el Dios de verdad jurará; porque las angustias primeras serán olvidadas, y serán cubiertas de mis ojos.”

El Dios aquí del cual nos habla, el Dios de verdad, es el Dios del Amén, y Cristo es el Dios del Amén, porque Cristo es el Amén de Dios.

Ahora, podemos ver que el Nombre Nuevo de Cristo es el Nombre Eterno de Dios y de la Ciudad de nuestro Dios, ése es el Nombre que El escribirá sobre el Vencedor, sobre el Vencedor como Mensajero para el Día Postrero, como Vencedor como Cuerpo Místico de Cristo para la edad final; ese será el Nombre que Cristo le colocará a Su Iglesia.

Y para el pueblo hebreo tenemos la promesa de un Nombre Nuevo también, como Jacob cuando luchó con el Angel recibió un cambio de nombre, un nombre nuevo, el cual el Angel habló, la boca de Dios por medio de Su Angel: el Angel del Pacto, fue hablado ese nombre.

Y Cristo cuando luchó y obtuvo la victoria, resucitó victorioso y con Su cuerpo glorificado ascendió al Cielo y recibió un Nuevo Nombre. Vean, hay una victoria siempre para el luchador que persevera y pide la ayuda a Dios para obtener la victoria, y recibe un nombre nuevo. Jacob lo recibió. Abraham también había recibido un nombre nuevo, le fueron añadidas dos letras: la “H,” y la “A,” en español —por supuesto.— Y a Sara también le fue cambiado su nombre.

Encontramos también que otros personajes bíblicos recibieron un cambio de nombre: encontramos a Simón, le fue cambiado su nombre por Pedro, cuando obtuvo la revelación de Cristo, obtuvo ahí una victoria.

Y Saulo de Tarso al recibir la victoria, al obtener la victoria, al encontrarse con Cristo en la Columna de Fuego y recibir a Cristo como su Salvador, obtuvo la victoria y fue cambiado su nombre de Saulo a Pablo; y así por el estilo encontramos esos cambios de nombre.

Y todavía en el libro del Apocalipsis se nos habla de un cambio de nombre para el Vencedor: para el Vencedor como Mensajero, para el vencedor como individuos del Cuerpo Místico de Cristo, para el vencedor como edad, como Iglesia, como el Israel Celestial y para el pueblo hebreo también.

Ahora, vean que esto de un nuevo nombre, de un cambio de nombre, es algo que viene desde el Génesis y llega hasta el Apocalipsis. Hasta el mismo Jesucristo recibió un Nombre Nuevo.

Y ahora, ¿esto es para quién? Para los que luchan hasta vencer. Luchando entonces ¿hasta cuándo? Hasta vencer. Continuaremos ¿cómo? Luchando hasta vencer y obtener nuestra transformación, y llegar a ser iguales a Jesucristo, a imagen y semejanza de nuestro amado Señor Jesucristo; y entonces conoceremos todas las cosas plenamente, y entonces conoceremos más claramente el misterio de nuestro nombre escrito en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, desde antes de la fundación del mundo.

Y ahí lo vamos a detener todo esto, porque ese nombre nuevo para cada persona como individuo, es el que Dios escribió en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, desde antes de la fundación del mundo.

Por lo tanto, tenemos que estar ¿cómo? Luchando hasta vencer.

¿Y quiénes son los que recibirán la victoria? Todos nosotros, ¿por qué? Porque estamos luchando para vencer. Hemos sido predestinados para ser a imagen y semejanza de Cristo, ser iguales a Jesucristo. Por lo tanto, así como Cristo tuvo que luchar, ahora nos ha tocado a nosotros luchar, y estamos ¿cómo? Luchando para vencer.

LUCHANDO HASTA VENCER.”

Continuaremos luchando hasta vencer. No se desanime nadie porque vamos a obtener la victoria, la cual ya está profetizada. Esfuércese y sea valiente, como le dijo Dios a Josué: “Esfuérzate y sé valiente, y lucha.” Y usted luche hasta vencer.

Todos los que lucharon y vencieron son tipo y figura ¿de quiénes? De todos nosotros.

Así que vamos a obtener la victoria porque ya está profetizado. Por lo tanto nuestra lucha no es en vano, en nuestra lucha obtendremos la gran victoria en el Amor Divino. Por lo tanto, adelante luchando hasta vencer.

Ha sido para mí una bendición grande estar con ustedes en esta ocasión, dándoles testimonio de nuestro tema: “LUCHANDO HASTA VENCER.”

Continúen pasando una noche llena de las bendiciones de Jesucristo, nuestro Salvador, y pasen todos muy buenas noches.

Dejo nuevamente con ustedes a nuestro amigo y hermano, el Rvdo. Miguel Bermúdez Marín, para finalizar nuestra parte en esta ocasión.

Dios les bendiga y les guarde, y mientras cantamos este cántico del Hombre que nos transformó, el cual es Cristo, pasará nuestro amigo y hermano Miguel Bermúdez Marín.

Así que, podemos acompañar nosotros este cántico, cantando nosotros al compás de este cántico, también nosotros ir cantando.

Y que Dios me los bendiga, me los guarde y me los fortalezca, les llene cada día más de fuerza, de ánimo, para seguir luchando hasta obtener la victoria; porque estamos luchando para vencer, estamos luchando hasta obtener la victoria, estamos luchando hasta vencer.

Bueno, con nosotros nuestro amigo y hermano, Miguel Bermúdez Marín, para finalizar nuestra parte, mientras cantamos el cántico que nos habla del Hombre que nos transformó.

Que Dios les bendiga y les guarde a todos.

LUCHANDO HASTA VENCER.”