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La diestra de Dios manifestada 2001-04-01 1 Lima Lima PE 00:00:00 false

Muy buenos días, amados amigos y hermanos presentes; es para mí una bendición grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final. Reciban también saludos de mi esposa Erica, y los niños reciban saludos de mi hija América. Ellas deseaban estar con ustedes en estas actividades, pero no fue posible; pero en alguna ocasión estarán con ustedes de nuevo.

Para esta ocasión quiero leer en el libro del Apocalipsis (el último libro de la Biblia), capítulo 1, versos 10 al 20, donde dice:

Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor, y oí detrás de mí una gran voz como de trompeta,

que decía: Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último. Escribe en un libro lo que ves, y envíalo a las siete iglesias que están en Asia: a Efeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardis, Filadelfia y Laodicea.

Y me volví para ver la voz que hablaba conmigo; y vuelto, vi siete candeleros de oro,

y en medio de los siete candeleros, a uno semejante al Hijo del Hombre, vestido de una ropa que llegaba hasta los pies, y ceñido por el pecho con un cinto de oro.

Su cabeza y sus cabellos eran blancos como blanca lana, como nieve; sus ojos como llama de fuego;

y sus pies semejantes al bronce bruñido, refulgente como en un horno; y su voz como estruendo de muchas aguas.

Tenía en su diestra siete estrellas; de su boca salía una espada aguda de dos filos; y su rostro era como el sol cuando resplandece en su fuerza.

Cuando le vi, caí como muerto a sus pies. Y él puso su diestra sobre mí, diciéndome: No temas; yo soy el primero y el último;

y el que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades.

Escribe las cosas que has visto, y las que son, y las que han de ser después de estas.

El misterio de las siete estrellas que has visto en mi diestra, y de los siete candeleros de oro: las siete estrellas son los ángeles de las siete iglesias, y los siete candeleros que has visto, son las siete iglesias.”

Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.

Nuestro tema es: “LA DIESTRA DE DIOS MANIFESTADA.”

En este pasaje hemos visto a Cristo, el Hijo del Hombre en el Día del Señor, con siete estrellas en Su Diestra. Y para poder comprender este misterio de la Diestra de Dios, tenemos nosotros que ir a través de la Biblia, para poder comprender este misterio de la Diestra de Dios.

Dios libertó al pueblo hebreo con mano poderosa, con Su Diestra, y los trajo a la tierra prometida. Dios obró así en favor del pueblo hebreo.

Encontramos que fue la poderosa mano de Dios, la Diestra de Dios, la que fue manifestada en favor del pueblo hebreo, trayendo los juicios divinos para el imperio egipcio y por consiguiente para el faraón también, porque se había llegado a la cuarta generación de la descendencia de Abraham que había entrado a la tierra de Egipto; y Dios había dicho que la descendencia de Abraham estaría en una tierra ajena allí viviendo, y sería esclava allí.

Capítulo 15, verso 12 en adelante del Génesis, dice:

Mas a la caída del sol sobrecogió el sueño a Abram, y he aquí que el temor de una grande oscuridad cayó sobre él.

Entonces Jehová dijo a Abram: Ten por cierto que tu descendencia morará en tierra ajena, y será esclava allí, y será oprimida cuatrocientos años.

Mas también a la nación a la cual servirán, juzgaré yo; y después de esto saldrán con gran riqueza.

Y tú vendrás a tus padres en paz, y serás sepultado en buena vejez.

Y en la cuarta generación volverán acá; porque aún no ha llegado a su colmo la maldad del amorreo hasta aquí (esto fue lo que Dios dijo acerca de la descendencia de Abraham).”

Y ahora, El prometió que para la cuarta generación (Dios) los libertaría.

Y ahora, Dios juzgaría esa nación por haber esclavizado al pueblo hebreo y haberlos tratado mal, porque Dios dice que venga la sangre de Sus siervos.

Y ahora, vean ustedes, la cuarta generación en la cual Dios sacó a Israel de la tierra de Egipto, fue la generación de Moisés. Jacob tuvo 12 hijos entre los cuales estaba Leví, y encontramos que de Leví es que viene Moisés y Aarón.

Ahora, encontramos que Dios al tener esta línea, que era la línea para el sacerdocio, tiene - por medio de Jacob viene Leví, de Leví viene Coat, de Coat viene Amram, y de Amram viene Moisés y Aarón. Por lo tanto Leví, el cual entró a la tierra de Egipto con sus hijos (al igual que los otros patriarcas hijos de Jacob), ahora, cuando esos hijos de Jacob se encuentran en la cuarta generación; o sea, que vienen a ser, vean, Leví (hijo de Jacob), Coat (nieto de Jacob), Amram (bisnieto de Jacob), y Moisés (tataranieto de Jacob).

La cuarta generación es la generación de los tataranietos, y esa es la generación donde Dios llevaría a cabo la liberación del pueblo hebreo. Y en esa cuarta generación aparecería el libertador, el instrumento que Dios usaría para llevar a cabo esa liberación, el cual fue Moisés.

Ahora, vean ustedes, Amram tendría un hijo que sería el libertador, el instrumento de Dios para esa liberación, a través del cual Dios se manifestaría, y al cual Dios ungiría con Su Espíritu, y a través del cual Dios obraría en favor del pueblo hebreo; y por medio del Profeta Moisés fue dado a conocer todo lo que Dios llevaría a cabo.

Moisés vino revelando los misterios de Dios correspondientes a ese tiempo. Moisés vino revelando al pueblo todo lo que Dios llevaría a cabo en ese tiempo, todas las cosas que iban a suceder en ese tiempo Moisés las reveló; porque Moisés era el instrumento de Dios, el Profeta Mensajero de Dios, el que encabezó esa cuarta generación, era el líder de esa cuarta generación.

Y ahora, por medio de ese instrumento de esa cuarta generación de bisnietos de Jacob, encontramos que Dios cumpliría lo que El prometió para Abraham y para Isaac y Jacob, con relación a la liberación del pueblo hebreo.

El pueblo hebreo está señalado en la Escritura como los siervos de Dios, y por eso es que en medio del pueblo hebreo Dios se ha manifestado, y Dios ha tomado el pueblo hebreo y lo ha formado en una nación; los tomó de esclavos que eran en Egipto, y los constituyó en una gran nación, con sus leyes, sus preceptos, sus estatutos, y sus líderes que fueron los instrumentos de Dios: le dio profetas, le dio jueces, y también le ha dado reyes, porque de los lomos de Abraham saldrían reyes también.

Y ahora, encontramos que el Israel terrenal por cuanto Dios lo constituyó como una nación, es la única nación creada por Dios, y por consiguiente tiene como nación la Bendición de la Primogenitura.

¿Y qué significa la Bendición de la Primogenitura para una nación? Encontramos que Jacob y Esaú siendo hijos de Isaac, Isaac es hijo de Abraham.

Y ahora, Abraham tuvo a Isaac por medio de Sara (su esposa), y luego Isaac tuvo por medio de Rebeca, a Jacob y a Esaú (o a Esaú y Jacob); y nacieron estos dos niños, los cuales estaban luchando en el vientre de su madre: Rebeca. Ella fue a consultar a Dios, porque estaban luchando tanto y estaban por supuesto brincando tanto en el vientre de ella, que no la dejaban dormir, no la dejaban estar tranquila.

Si las madres que hay aquí han experimentado esto teniendo un sólo bebé en la barriga, cómo serían dos en la barriga, y peleando, luchando allí en el vientre.

Ahora, eso fue algo muy difícil para Rebeca, porque ella no podía estar tranquila. Veamos todo lo que sucedió, aquí ya lo tenemos: 25, verso 19 en adelante, dice:

Estos son los descendientes de Isaac hijo de Abraham: Abraham engendró a Isaac,

y era Isaac de cuarenta años cuando tomó por mujer a Rebeca, hija de Betuel arameo de Padan-aram, hermana de Labán arameo.

Y oró Isaac a Jehová por su mujer, que era estéril; y lo aceptó Jehová, y concibió Rebeca su mujer.

Y los hijos luchaban dentro de ella; y dijo: Si es así, ¿para qué vivo yo? Y fue a consultar a Jehová;

y le respondió Jehová:

Dos naciones hay en tu seno,

Y dos pueblos serán divididos desde tus entrañas;

El un pueblo será más fuerte que el otro pueblo,

Y el mayor servirá al menor.

Cuando se cumplieron sus días para dar a luz, he aquí había gemelos en su vientre.

Y salió el primero rubio, y era todo velludo como una pelliza; y llamaron su nombre Esaú.

Después salió su hermano, trabada su mano al calcañar de Esaú; y fue llamado su nombre Jacob. Y era Isaac de edad de sesenta años cuando ella los dio a luz.”

Se casó Isaac, y tuvo que esperar 20 años para tener hijos por medio de Rebeca.

Y ahora, encontramos que estos niños estaban luchando en el vientre de su madre. Y ahora cuando consulta Rebeca a Dios con relación a esos niños, Dios le dice que son dos naciones que están ahí luchando, y le dice que un pueblo será más fuerte que el otro pueblo, y que el mayor servirá al menor.

Por supuesto el mayor siempre es el primero que nace, pues ése le va a servir al menor, que es el segundo que iba a nacer.

Ahora, están en esa lucha, pero cuando llega el día de nacer, nace primero Esaú y después Jacob, luego Jacob continuó luchando. ¿Y por qué luchaba Jacob en el vientre? Luchaba por la primogenitura.

Ahora, en el Programa de Dios, vean ustedes, dice la Escritura: “A Jacob amé y a Esaú aborrecí.” [Nota - Malaquías 1:2-3] Al menor amó y al mayor aborreció.

Y ahora, delante de Dios el primogénito fue Jacob, porque fue en el cual Dios pensó primero.

Pero ahora vean ustedes, conforme a la primogenitura aquí en la Tierra en medio del pueblo hebreo, el primero que nacía, entonces le tocaba una doble porción, y por consiguiente venía a ser el hijo predilecto de su padre; y era el hijo sobre el cual su padre hablaba la Bendición de la Primogenitura antes de morir, y la Bendición de la Primogenitura continuaba en ese hijo primogénito que era el mayor.

Jacob, siempre estuvo luchando por la Bendición de la Primogenitura, y en una ocasión en que él tenía una buena comida preparada de lentejas rojas (o sea, le había echado quizás, cosas rojas como tomates, y cosas así, o pimientos), y llegó su hermano Esaú del campo, de cazar, y venía con mucha hambre, y cuando ve esa comida colocada allí al fuego, el hambre le aumentó; y le dice a Jacob (le dice Esaú a Jacob): “Dáme, dáme de comer.” Y Jacob le dice: “Si me vendes la primogenitura, yo te daré de comer.” Era el momento preciso, es el maestro de los dueños de restaurante.

Vean ustedes, Jacob parece que era buen cocinero, e iba a cobrar por esa comida, como hacen en todos los negocios, pero no iba a cobrar en dinero en efectivo aparentemente, sino solamente por una bendición: la Bendición de la Primogenitura: “¡Véndeme ahora la primogenitura!” Y Esaú dijo: “Yo me voy a morir de hambre, yo estoy muriéndome, ¿de qué me sirve la primogenitura?” Y la vendió, la cambió allí, por ese plato de lentejas. Hicieron ese negocio, y Jacob le podía decir ahora: “No solamente un plato, la olla completa, el caldero completo es tuyo.”

Miren, Jacob le dio un plato, una olla de lentejas, pero en la Bendición de la Primogenitura estaban hectáreas, huertas, fincas completas de lentejas, de arroz, de carne, de ganado, de ovejas. Así que Jacob fue el que salió ganando.

La Bendición de la Primogenitura es una bendición de Dios, establecida por Dios para el pueblo. Esaú menospreció esa bendición de Dios.

Toda persona que menosprecia la bendición de Dios, se queda sin la bendición de Dios.

Y ahora, la Bendición de la Primogenitura es la bendición más grande que hay en el Cielo para el ser humano; y Jacob al obtener esa primogenitura estuvo muy feliz, ya aunque su hermano Esaú había nacido primero, ahora el primogénito era Jacob; pero tenía que pasar por diferentes etapas para obtener la materialización de esa Bendición de la Primogenitura.

El le hizo saber a su madre Rebeca que había obtenido, había comprado la Bendición de la Primogenitura, y de seguro se lo hicieron saber a su padre.

Ahora, pasa el tiempo y Esaú, quizás como era el hijo predilecto de Isaac (su padre), podía decir: “Papá, papá no le va a dar importancia a ese negocio que yo hice con Jacob.”

Pero aunque por lo que vemos Isaac no le dio importancia a ese negocio, si lo supo; o si no lo supo, pues mucho menos le dio importancia. Pero ahora cuando llega el tiempo en que Isaac quiere bendecir con la Bendición de la Primogenitura al primogénito, pues pensó que pronto podía partir, y estaba ya ciego. Le dice a su hijo Esaú (el cual era un buen cazador): “Vé de cacería y trae un animalito; vé a cazar, traes un animalito, lo preparas, preparas un guiso y me lo traes, para yo comer y luego bendecirte.”

Esaú pensó en su corazón: “¿Ven que papá no le dio importancia a aquel negocio que yo hice? Ahora, me comí las lentejas de Jacob, y ahora le voy a traer a papá comida, y me va a bendecir con la Bendición de la Primogenitura.” Salió muy contento a buscar un animalito, pero por lo que se ve no lo encontró rápido; y Rebeca, la madre de Esaú y de Jacob...

Recuerden que algunas veces en los hogares uno de los hijos se apega más al papá y otro de los hijos se apega más a la mamá; así fue en este caso de Esaú y Jacob: Esaú estaba bien apegado a su padre y Jacob a su madre.

Y ahora, Rebeca había escuchado la conversación que habían tenido Isaac y Esaú, y cuando salió Esaú a buscar un animalito, ir a cazar un animalito, le dice Rebeca a su hijo Jacob: “Hijo, tu padre va a bendecir a Esaú con la Bendición de la Primogenitura, lo mandó de cacería para que traiga un animalito, lo prepare (prepare un guiso) y se lo traiga para comer y luego bendecirlo. Pero hijo, vamos a tomar un cabrito como yo sé que a él le gusta, para que tu lo lleves a él y él te bendiga. Hijo, tu tienes la primogenitura, se la compraste a tu hermano (pues ella lo sabía).”

O sea, que esa es la conversación que pueden haber tenido así en esos términos. Pero Jacob no se animaba, porque Jacob le dice: “¿Y si él se da cuenta, y en vez de bendecirme me maldice?” Rebeca le dice: “Pues que sea sobre mí la maldición, que el problema sea sobre mí.”

Toda madre que ama a sus hijos, desea la bendición de Dios para sus hijos, y lucha aunque tenga problemas en la vida, lucha por esa Bendición de la Primogenitura para sus hijos.

Y ahora, Rebeca es una mujer luchadora por la bendición de Dios para su hijo Jacob.

Y ahora, Jacob le dice: “Sí, pero si yo voy allí y me presento a él y toca mis brazos, va a darse cuenta que yo soy Jacob y no Esaú.” Su madre le dice: “No hay ningún problema, las pieles del cabrito las pondremos sobre tus brazos y ya eres velludo como tu hermano.”

Jacob, pues estaba viendo los problemas; pero cuando se busca la bendición de Dios uno no tiene que estar viendo los problemas, sino que uno tiene que estar viendo la bendición, y entonces podrá ver la solución a los problemas que tenga.

Y ahora, la madre de Jacob es una madre positiva, mirando la bendición ve las soluciones a los problemas que se puedan presentar.”

Jacob le dice: “¿Pero si por el olor mío y de mi ropa se da cuenta que no soy Esaú?” — “No te preocupes hijo, yo voy a poner las ropas de tu hermano en ti, tú vas a ir vestido con las ropas de tu hermano, y por consiguiente vas a tener el olor de la ropa de tu hermano.” Preparan todo.

Recuerden que en la vida siempre hay riesgos, y el que busca la bendición de Dios pasa por diferentes riesgos en su vida. Pero miren, toda la vida del ser humano es una vida de riesgo; aún estando en el vientre de su madre, el niño está en riesgo si no nace a tiempo. Así que, la vida del ser humano es una vida de riesgo todo el tiempo.

Ahora, se anima Jacob, pues su madre le dio ánimo; lo que hacen las madres que aman a sus hijos, que los despiertan en la mañana, le dicen: “¡Hijo, hoy es domingo, es día de ir a la iglesia para glorificar a Dios, cantar a Dios, y oír Su Palabra!” Y animan a su hijo: “Aquí está tu ropa ya lista, y aquí está tu desayuno.” Y así lo animan y el hijo coge ánimo, toma ánimo, y se prepara para ir con su madre a la iglesia, ya sea un niñito o sea un jovencito.

Ahora, se animó Jacob, porque está buscando y ama la Bendición de la Primogenitura.

Y cuando una persona ama la Bendición de la Primogenitura, la persona ama la salvación de su alma, porque quiere vivir eternamente en el Reino de nuestro amado Señor Jesucristo. ¿De qué le vale al hombre si gana todo el mundo y pierde su alma? De nada le ha servido vivir en este planeta Tierra.

Hay personas que no comprenden el propósito de su vida en este planeta Tierra, y por eso se les pasa el tiempo, o se ponen viejos y se mueren, y nunca supieron que tuvieron la oportunidad de hacer contacto con la Vida eterna, que es Cristo, para obtener el perdón de sus pecados y ser limpiados de todo pecado, y ser colocados en el Reino de Jesucristo con Vida eterna, para así confirmar su lugar en la Vida eterna y tener la oportunidad de ser resucitado en un cuerpo eterno, inmortal, incorruptible y glorificado, para vivir en el Reino de Jesucristo, nuestro Salvador.

Es una oportunidad única la que el ser humano tiene aquí en la Tierra, para obtener Vida eterna; pero algunos no se dan cuenta de esto, y piensan que han venido a la Tierra para comer, dormir, estudiar, trabajar, ponerse viejos y después morirse. Pero la vida es mucho más que eso, y la vida es mucho más hermosa que eso.

Si la vida fuera el comer, dormir, trabajar, ponerse viejo y después morir, no sería tan hermosa, sería algo triste venir a vivir en este planeta Tierra. Pero la vida es más hermosa que eso. Aquí todos tenemos la oportunidad de hacer contacto con la Vida eterna que es Cristo, el cual es la Fuente de la Juventud, la Fuente de la Vida, para así quedar sellados en el Reino de Cristo, con Vida eterna.

Y si nuestro cuerpo físico muere no hay ningún problema, seremos resucitados en cuerpos eternos, inmortales y glorificados, igual al cuerpo glorificado de nuestro amado Señor Jesucristo; y si permanecemos vivos hasta que los muertos en Cristo resuciten, entonces seremos transformados, y entonces seremos inmortales en cuerpos inmortales y jovencitos para toda la eternidad.

El cuerpo glorificado y eterno estará representando de 18 a 21 años para toda la eternidad; los niños tendrán ese cuerpo glorificado también cuando sean transformados, y ya no serán niños, sino que serán jovencitos representando de 18 a 21 años de edad.

Ahora, podemos ver que la vida aquí en la Tierra tiene un significado más hermoso del que algunas personas comprenden.

Y ahora, nuestra vida: la Vida eterna está escondida ¿en quién? En Jesucristo nuestro Salvador.

Y ahora, Jacob amaba la primogenitura, por consiguiente tomó el riesgo y creyó con fe genuina que iba a obtener la victoria, y su madre también creyó. Por lo tanto, la fe de su madre le ayudó también.

Y ahora, preparan el cabrito, lo llevan a Isaac, el cual estaba ciego, y él se levanta de la cama cuando escucha que llega una persona, y entonces Jacob le dice: “Padre, aquí traigo el guiso que me pediste.” Isaac dice: “Hijo mío, ¿quién eres?” Jacob dice: “Yo soy Esaú, tu primogénito.”

Isaac estaba ciego pero no sordo, por lo tanto dice: “Es la voz... no es la voz de Esaú, es la voz de Jacob.” Pero recuerden que hay ocasiones en el año que se nos afecta la voz por una gripe o alguna otra cosa, se nos pone algunas veces ronca, o cambia, y algunas veces nos habla una persona y si no lo miramos bien, decimos o pensamos que es otra persona.

Y ahora, Isaac le dice: “Hijo, ¿y cómo has llegado tan rápido?” — “Papá, Dios me proveyó la caza, el animalito lo encontré rápido, estaba por allí cerquita (Rebeca, pues sabía dónde estaba). He venido para traerte, para que comas, y para que me bendigas.”

Isaac, pues está sospechando que es Jacob y que no es Esaú, y le dice: “Hijo mío, acércate a mí.” Se acerca, toca sus brazos, y por el tacto, dice: “Es Esaú.” Así que ahora está uno a uno: el oído le dice que es Jacob, el tacto le dice que es Esaú.

Y ahora, se va a poner dos a una a favor de Jacob. “Hijo mío, acércate más para que te bese.” Cuando lo abraza y lo besa, el olor de sus vestidos, el olfato le dice que es Esaú, y se pone dos a una a favor de Jacob. Y ahí Isaac exclama que es su hijo, y le bendice con la Bendición de la Primogenitura.

Cuando la persona recibe a Cristo como su Salvador, lava sus pecados en la Sangre de Cristo, es bautizado en Su Nombre y recibe el Espíritu de Cristo, obtiene el nuevo nacimiento, y se coloca dos a una en favor de ese hijo de Dios, de esa persona, para recibir la Bendición de la Primogenitura en toda su plenitud; porque la Bendición de la Primogenitura, como las primicias, es el bautismo del Espíritu Santo. Pero la Bendición de la Primogenitura en toda su plenitud es la transformación de nuestro cuerpo, en donde nosotros obtendremos el cuerpo eterno, inmortal, incorruptible y glorificado, para ser iguales a nuestro amado Señor Jesucristo, con Vida eterna física en un cuerpo jovencito para toda la eternidad.

Muchos conquistadores estuvieron buscando la fuente de la juventud, porque toda persona quiere ser joven para toda la eternidad, pero miren, la Fuente de la Juventud es Jesucristo, nuestro Salvador.

Y ahora, Cristo dijo en San Juan, capítulo 14, verso 6:

Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.”

No puede el ser humano buscar otra forma de llegar a Dios, ya Dios hizo el camino: es Jesucristo. Ya hay un camino establecido por Dios para llegar al Padre Celestial: es por medio de Jesucristo, nuestro Salvador, recibiéndolo como nuestro Salvador, lavando nuestros pecados en Su Sangre, siendo bautizados en Su Nombre y recibiendo Su Espíritu Santo, y así obtenemos el nuevo nacimiento, y obtenemos un cuerpo teofánico, un cuerpo angelical de la sexta dimensión, de la dimensión de los Angeles; y luego obtendremos un cuerpo físico, eterno, inmortal, incorruptible y glorificado, igual al cuerpo glorificado de nuestro amado Señor Jesucristo, lo cual se convertirá en una realidad en este Milenio Postrero que ha comenzado.

Ahora, no sabemos en qué año de este nuevo milenio que ha comenzado, pero será en algún año de este nuevo milenio que ha comenzado. En los primeros 125 años de este milenio nuevo que ha comenzado, Cristo dará un cuerpo nuevo a los muertos creyentes en El, los resucitará en un cuerpo nuevo y eterno, y nos transformará a nosotros los que vivimos.

Y ahora, vean ustedes que es muy importante comprender el misterio de la cuarta generación.

Para la cuarta generación fue que Dios prometió a Abraham la liberación del pueblo hebreo que estaba esclavizado, y esa cuarta generación se cumplió también en la Primera Venida de Cristo. Por eso la edad fue la Edad de la Piedra Angular, en donde Cristo se manifestó y llevó a cabo la Obra de Redención para nuestra liberación, para libertarnos del reino de las tinieblas, del reino del diablo, y colocarnos en la tierra prometida del glorioso Reino de Jesucristo; lo cual El ha realizado y se ha materializado en cada persona que lo ha recibido como nuestro Salvador, y ha lavado sus pecados en la Sangre de Cristo, ha sido bautizado en Su Nombre y ha recibido Su Espíritu Santo, ya no está en el reino de las tinieblas, ya no está bajo el gobierno del faraón: el diablo, sino que está en el Reino de Jesucristo, sentado en lugares celestiales en Cristo Jesús. Y Jesucristo es nuestro Rey.

Y ahora, está siendo gobernada nuestra vida, nuestra alma y todo nuestro ser, por las leyes de Jesucristo nuestro Salvador.

Ahora, en lo físico todavía estamos en el reino de las tinieblas, en lo físico todavía estamos viviendo en este mundo, el cual está controlado por las fuerzas del maligno.

Y el reino de las tinieblas, encontramos que fue representado en la estatua que vio el rey Nabucodonosor, y ha ido pasando de etapa en etapa.

La estatua tenía la cabeza de oro, tenía el pecho y los brazos de plata, tenía el vientre y los muslos de bronce, y tenía las piernas de hierro, y los pies de hierro y de barro cocido; esos son los imperios que desde Nabucodonosor en adelante estarían manifestados en este mundo, en el reino de los gentiles.

La cabeza de oro representa a Nabucodonosor y su imperio, el pecho y los brazos de plata representan el imperio medo-persa, el vientre y los muslos de bronce representan el imperio de Grecia, y las piernas de hierro representan el imperio romano de los Césares, y los pies de hierro y de barro cocido representan el reino o imperio del anticristo, del hombre de pecado.

Ahora, es este imperio, el mismo imperio romano, porque los pies son de hierro y de barro cocido, y tienen, esos dos pies tienen diez dedos (cinco dedos en cada pie), que son los diez reyes que le dan su poder y su autoridad a la bestia.

Ahora, ese reino de los gentiles en este tiempo en el cual nosotros vivimos, se encuentra en la etapa de los pies de hierro y de barro cocido.

Ese reino de los gentiles ha tratado de quedarse con la primogenitura, pero el reino de los gentiles nunca podrá quedarse con la Bendición de la Primogenitura, porque encontramos que allá Esaú vendió la Bendición de la Primogenitura (vendió la primogenitura), y luego encontramos que más adelante la obtuvo Jacob.

Y luego más adelante cuando Isaac echó la Bendición de la Primogenitura, la habló, la habló sobre Jacob; y luego más adelante cuando Jacob vivió luego en Padan-aram, y allá se casó y tuvo hijos, luego cuando regresa a la tierra donde se había criado y donde había nacido, se encontró con el Angel de Jehová, el cual bendijo a Jacob. Esa es la Bendición de la Primogenitura siendo hablada por el Angel de Jehová, el Angel del Pacto, el cual le cambió el nombre a Jacob por Israel.

Y ahora, Jacob tiene la Bendición de la Primogenitura hablada desde el Cielo, por el Angel de Jehová.

¿Saben ustedes quién es ese Angel de Jehová? Ese Angel de Jehová que aparecería a los profetas del Antiguo Testamento, el cual le habló a Adán, le habló a Set, le habló a Enoc, le habló a Noé, le habló a Abraham, le habló a Jacob, y así por el estilo le ha hablado a todos estos hombres de Dios del Antiguo Testamento, como también le habló al Profeta Moisés, es nada menos que nuestro amado Señor Jesucristo en Su cuerpo angelical. Por eso es que nuestro amado Señor Jesucristo en San Juan, capítulo 8, versos 56 en adelante, dice:

Abraham vuestro padre se gozó de que había de ver mi día; y lo vio, y se gozó.

Entonces le dijeron los judíos: Aún no tienes cincuenta años, ¿y has visto a Abraham?

Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuese, yo soy.”

¿Cómo era Jesucristo antes de Abraham? Era nada menos que el Angel de Jehová, el Angel del Pacto, era ese Angel de Jehová que le apareció a Adán, a Set, le apareció a Noé, le habló a Noé, y así por el estilo le estuvo hablando a todos esos Profetas del Antiguo Testamento.

Ahora, cualquier persona podrá preguntar: “¿Que ese Angel de Jehová es Jesucristo, nuestro Salvador?” Claro que si. “¿Está eso en la Biblia, de que el Angel de Jehová, el Angel del Pacto es Jesucristo? Veamos en Malaquías, capítulo 3, verso 1, dice:

He aquí, yo envío mi mensajero, el cual preparará el camino delante de mí (este Mensajero que vendría preparándole el camino al Señor fue Juan el Bautista); y vendrá súbitamente a su templo el Señor a quien vosotros buscáis, y el ángel del pacto, a quien deseáis vosotros. He aquí viene, ha dicho Jehová de los ejércitos.”

¿Quién vendría? El Señor, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Angel del Pacto, el Angel de Jehová a quien el pueblo hebreo deseaba. ¿Y cómo vino? Juan el Bautista estuvo preparándole el camino.

Y ahora, era la Venida de un Angel, del Angel de Jehová, del Angel del Pacto.

Y ahora, veamos en San Juan, capítulo 1, cómo vino el Angel del Pacto al pueblo hebreo. Dice capítulo 1 de San Juan, verso 1 en adelante:

En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.

Este era en el principio con Dios.

Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho (o sea, que todas las cosas fueron hechas por el Verbo, el cual era con Dios y el cual era Dios).”

¿Entonces quién es el Verbo? El Verbo es el Angel del Pacto, el Angel de Jehová, es un hombre de otra dimensión, es un hombre de la sexta dimensión llamado el Angel del Pacto o Angel de Jehová, y por El fueron hechas todas las cosas.

En el principio creó Dios los Cielos y la Tierra.” Dice Génesis, capítulo 1, verso 1.

Y ahora, ¿cómo Dios creó los Cielos y la Tierra? Por medio del Verbo que era con Dios y era Dios, por medio de ese hombre de la sexta dimensión, llamado el Angel del Pacto o Angel de Jehová, que era con Dios, en el cual estaba Dios en toda Su plenitud, porque ese Angel del Pacto o Angel de Jehová, ese cuerpo angelical, es el cuerpo teofánico, cuerpo angelical de Dios.

Y todo ser humano tiene un cuerpo espiritual también, parecido a su cuerpo físico pero de otra dimensión, y este Angel del Pacto en el cual estaba Dios en toda Su plenitud, vendría a la Tierra, es el Creador de los Cielos y de la Tierra. Dios por medio de ese Angel, por medio de ese cuerpo teofánico que Dios tiene, creó todas las cosas. Por eso la Escritura dice, hablando de Cristo, que es el Principio de la Creación de Dios. Luego dice:

En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.

La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella.”

Ahora, podemos ver el origen de la vida. El origen de la vida está en Dios, y de Dios surgió ese cuerpo teofánico, cuerpo angelical, en el cual Dios estuvo morando en toda Su plenitud, y de ahí, desde ese cuerpo angelical, Dios creó todas las cosas por Su Palabra hablada.

Hubo un hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan.

Este vino por testimonio, para que diese testimonio de la luz, a fin de que todos creyesen por él.

No era él la luz (o sea, que Juan el Bautista no era la Luz)...

No era él la luz, sino para que diese testimonio de la luz.

Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo.

En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció.”

Vean, por esta Luz, que es el Verbo que era con Dios y era Dios, ese Angel del Pacto, Angel de Jehová, por El fueron hechas todas las cosas, Dios por medio de El creó todas las cosas, porque ése es el cuerpo teofánico de Dios.

Para que lo entiendan mejor, las damas que cocinan y que también tienen máquinas de coser, y las personas, los hombres que trabajan en construcción o en oficinas, o en algún otro lugar; ¿por medio de quién o por medio de qué hacen ustedes esos trabajos? Por medio de su cuerpo físico.

Y ahora, por medio del cuerpo teofánico de Dios, Dios creó todas las cosas. El cuerpo teofánico de Dios es este Angel del Pacto, es un cuerpo angelical, un cuerpo parecido a nuestro cuerpo pero de otra dimensión. En palabras más claras: fue un hombre el que creó los Cielos y la Tierra, pero ese hombre es nada menos que el mismo Dios en Su cuerpo angelical, Su cuerpo teofánico.

Sigue diciendo:

A lo suyo vino (o sea, al pueblo hebreo), y los suyos no le recibieron (lo rechazaron cuando vino, ¿cómo vino? Vino en carne humana).

Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios.”

O sea, les dio potestad de obtener el perdón de sus pecados, ser bautizados en Su Nombre y recibir el Espíritu Santo, y así obtener el nuevo nacimiento, y nacer como hijos e hijas de Dios.

Cuando la persona nace aquí en la Tierra no nace como un hijo de Dios, y no nace en el Reino de Dios, nace en el reino de las tinieblas, el reino del maligno, porque la raza humana cayó, es una raza caída; por lo tanto, está bajo el dominio del reino de las tinieblas, del cual el diablo, Satanás, es el príncipe, el rey de ese reino; y por consiguiente la persona al nacer en esta Tierra obtiene un cuerpo mortal, corruptible y temporal, y por eso nace como un bebé, crece, se hace un joven, y después se hace una persona ya adulta, y después se hace un anciano y se muere, porque en el reino de las tinieblas, en el reino del maligno, el diablo, no hay Vida eterna.

Y ahora, el ser humano obtiene un cuerpo temporal, y al nacer en la Tierra obtiene también un espíritu del mundo, de la quinta dimensión; o sea, que recibe un cuerpo espiritual parecido a su cuerpo físico pero de la quinta dimensión, y la quinta dimensión es el infierno. Por eso es que Cristo le dice a Nicodemo en el capítulo 3 de San Juan, versos 3 en adelante:

Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios (o sea, no lo puede comprender).

Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer?

Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.

Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es.

No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo.”

Y ahora, este misterio del nuevo nacimiento del cual habla Cristo aquí, es sencillo, por cuanto al nacer en esta Tierra hemos nacido en el reino de las tinieblas y hemos obtenido un cuerpo mortal, corruptible y temporal y un espíritu del mundo (de la quinta dimensión) que inclina al ser humano hacia el mal.

Se requiere un nuevo nacimiento para nacer en el Reino de Jesucristo, en donde la persona al recibir a Cristo como su Salvador, lavar sus pecados en la Sangre de Cristo y ser bautizado en Su Nombre luego recibe el Espíritu Santo, y así obtiene el nuevo nacimiento, así ha nacido de nuevo, ha nacido en el Reino de Jesucristo, ha nacido en la Iglesia del Señor Jesucristo como un hijo o una hija de Dios. Por eso es que se requiere nacer de nuevo. El que no nazca de nuevo, no puede entrar al Reino de Jesucristo, nuestro Salvador.

Y ahora, al nacer de nuevo la persona, al recibir el Espíritu Santo, recibe un cuerpo teofánico, un cuerpo angelical de la sexta dimensión, y ese es su Angel guardián como individuo.

Para la persona como individuo, que ha recibido a Cristo y ha nacido de nuevo, un Angel guardián de la sexta dimensión le es otorgado, y ese es su cuerpo angelical, su cuerpo teofánico para toda la eternidad, un cuerpo parecido a su cuerpo físico pero de la sexta dimensión, y jovencito para toda la eternidad.

Y aunque el cuerpo físico se vaya poniendo viejo, el cuerpo angelical teofánico no se va poniendo viejo; si la persona muere no tiene ningún problema, sigue viviendo en ese cuerpo angelical, va al Paraíso que es la sexta dimensión, y ahí vive hasta que Cristo lo resucite en un cuerpo físico y glorificado, y entonces tendrá un cuerpo físico, como el cuerpo físico glorificado de nuestro amado Señor Jesucristo, y entonces tendrá un cuerpo del Reino de Jesucristo, porque el cuerpo físico que tenemos en la actualidad es un cuerpo del reino de las tinieblas. En estos cuerpos físicos la vida es dura, llena de luchas, de sufrimientos, de escases en los diferentes campos de la vida del ser humano.

Esto es así, porque estamos viviendo en la Tierra físicamente como vivió el pueblo hebreo en Egipto, en donde vivieron como esclavos; y así vive la humanidad físicamente en este planeta Tierra: se vive en esclavitud física, el cuerpo físico está esclavizado por el maligno, el reino del maligno y todas esas huestes del maligno; por eso se enferman nuestros cuerpos, por eso se ponen viejos, por eso se sienten débiles y por eso también tenemos que estar dándole alimentos y medicinas para poder sobrevivir.

Es que el ser humano físicamente todavía está esclavizado, pero hay millones de seres humanos que espiritualmente han sido libertados, porque han recibido la liberación que Cristo ganó para todos nosotros, y solamente les falta la liberación física.

¿Y quién nos va a dar esa liberación física? El mismo Libertador que nos ha libertado espiritualmente, Jesucristo nos libertará físicamente también. Así como trajo la liberación para el pueblo hebreo en la cuarta generación. Siempre la cuarta generación es Edad de la Piedra Angular. Cristo en Su Primera Venida vino en Edad de la Piedra Angular; por lo tanto es cuarta generación también.

Y luego para este tiempo final, en la cuarta generación El libertará físicamente a todos Sus hijos que lo han recibido como su Salvador, y nos dará un cuerpo eterno, inmortal, incorruptible y glorificado.

Ahora, la cuarta generación para nosotros es la siguiente: hemos tenido en la Iglesia del Señor Jesucristo diferentes etapas o edades, y la Iglesia del Señor Jesucristo que nació el Día de Pentecostés, luego más adelante entró a las edades del oscurantismo y casi desapareció. Pero luego ha venido una resurrección, una restauración espiritual; comenzó en Alemania con Lutero, luego continuó con Wesley en Inglaterra y luego continuó con el Rvdo. William Branham en Norteamérica. Son tres generaciones: generación Luterana, generación Wesleyana y generación Pentecostal.

Pero ahora, esas generaciones ya pasaron, y ahora estamos en la cuarta generación: la generación de la Edad de la Piedra Angular, la generación de la Palabra para la restauración de cada hijo e hija de Dios a la Vida eterna física, en un cuerpo inmortal, incorruptible y glorificado, y para la resurrección de los muertos en Cristo.

Y ahora, a través del calendario que usamos entre los gentiles, podemos ver que hemos entrado a un nuevo milenio; este año 2001 es el primer año del nuevo milenio, el cual es el Tercer Milenio de Cristo hacia acá y por consiguiente es el tercero de los Días Postreros delante de Dios; porque un día delante del Señor es como mil años y mil años como un día. Un día para Dios, para los seres humanos son mil años (Segunda de Pedro, capítulo 3, verso 8). Y es algo que el ser humano no puede ignorar, porque si lo ignora nunca podrá comprender qué son los Días Postreros.

Vean, Segunda de Pedro, capítulo 3, verso 8, dice:

Mas, oh amados, no ignoréis esto (¿ven? Es algo que no se puede ignorar): que para con el Señor un día es como mil años, y mil años como un día.”

El Profeta Moisés también en el Salmo 90, verso 4, dice lo mismo, da testimonio de esta verdad.

Y ahora, podemos comprender entonces el porqué los Apóstoles como San Pedro y San Pablo, hablando acerca de aquellos días, en los cuales ellos vivieron, dicen ellos que aquellos eran los Días Postreros; es porque los Días Postreros delante de Dios, son los milenios postreros para la raza humana.

Vean, en Hebreos, capítulo 1, verso 1 al 3, dice San Pablo:

Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas,

en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo.”

¿Ven? Dice que después de haber hablado por medio de los profetas, dice: “En estos Postreros Días nos ha hablado por el Hijo (o sea, por Jesucristo).” Y ya han transcurrido dos mil años de Cristo hacia acá. Y San Pablo dice que aquellos días en que Dios estuvo hablando por medio de Jesucristo en Su ministerio terrenal, eran los Días Postreros.

Y ahora podemos comprender este misterio de los Días Postreros. San Pedro también dio testimonio de que aquellos días eran los Días Postreros, cuando en el capítulo 2, del libro de los Hechos (esto fue el Día de Pentecostés ), cuando predicó Su primer Mensaje, luego que fueron llenos del Espíritu Santo. Dice capítulo 2, verso 14 en adelante, del libro de los Hechos:

Entonces Pedro, poniéndose en pie con los once, alzó la voz y les habló diciendo: Varones judíos, y todos los que habitáis en Jerusalén, esto os sea notorio, y oíd mis palabras.

Porque éstos no están ebrios, como vosotros suponéis, puesto que es la hora tercera del día (o sea, que eran eso de las 9:00 de la mañana, o sea de 8:00 a 9:00 de la mañana).

Mas esto es lo dicho por el profeta Joel:

Y en los postreros días, dice Dios,

Derramaré de mi Espíritu sobre toda carne,

Y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán.”

Ahora, ¿para cuándo dice que Dios derramará de Su Espíritu sobre toda carne? Para los Postreros Días. “Y en los postreros días, dice Dios, Derramaré de mi Espíritu sobre toda carne.” Eso está en el verso 17 aquí, de este mismo capítulo 2.

Y ahora, Dios ha estado derramando de Su Espíritu Santo sobre toda carne que ha recibido a Cristo como su Salvador, ha lavado sus pecados en la Sangre de Cristo, y ha sido bautizado en Su Nombre, luego Dios derrama de Su Espíritu sobre esa persona y la persona nace de nuevo, nace en el Reino de Jesucristo, y así se cumple el Programa de liberación de Cristo en favor de las personas que tienen sus nombres escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero desde antes de la fundación del mundo.

Y ahora, vean lo que sucede cuando la persona ha nacido de nuevo. Colosenses, capítulo 1, verso 12 en adelante, dice:

Con gozo dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz;

el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo.”

Vean, nos ha librado ¿de qué?: “el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas.” O sea, nos ha librado del diablo y su reino, el reino de las tinieblas. El diablo fue tipificado en el faraón, y el reino del diablo fue tipificado en el imperio egipcio.

Y ahora, así como Cristo libertó al pueblo hebreo de la esclavitud en Egipto y los llevó a la tierra prometida, ahora Cristo nos ha libertado del reino, del imperio del diablo, y nos ha trasladado, nos ha llevado al Reino Suyo, al Reino de Jesucristo que es el Reino de Dios.

Y ahora, para el Día Postrero, el cual ha comenzado este año, conforme al calendario gregoriano, la resurrección de los muertos en Cristo tiene que ser llevada a cabo en los primeros 125 años, porque los primeros 125 años corresponden a las primeras tres horas delante de Dios, tres horas delante de Dios son 125 años para los seres humanos.

¿Y por qué tiene que suceder la resurrección de los muertos en Cristo en los primeros 125 años? Porque cuando Cristo resucitó, resucitó en la mañana, en la mañana del domingo de resurrección; fue en la mañana la resurrección de Cristo y fue en la mañana la resurrección de los santos del Antiguo Testamento.

¿Que los santos del Antiguo Testamento resucitaron? Claro que sí. San Mateo, capítulo 27, verso 51 al 53, dice la Escritura:

Y he aquí, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo; y la tierra tembló, y las rocas se partieron;

y se abrieron los sepulcros, y muchos cuerpos de santos que habían dormido, se levantaron;

y saliendo de los sepulcros, después de la resurrección de él (¿después de la resurrección de quién? De Cristo)...

y saliendo de los sepulcros, después de la resurrección de él, vinieron a la santa ciudad, y aparecieron a muchos.”

Los santos del Antiguo Testamento: Abraham, Isaac, Jacob, los patriarcas (todos ellos), resucitaron el domingo de resurrección, cuando Cristo resucitó resucitaron con Cristo y luego aparecieron a muchos en la ciudad, a muchos de sus familiares, y Jesucristo apareció también a Sus discípulos, a María, y a todos los que habían seguido a Jesús en Su ministerio terrenal.

Así también será la resurrección de los muertos en Cristo y la transformación de nosotros los que vivimos.

Y ahora, les dije que es en el tiempo de la mañana del Día Postrero delante de Dios. La mañana del Día Postrero delante de Dios son los primeros 125 años del Séptimo Milenio.

Ahora, Jesús resucitó muy temprano en la mañana. Una hora delante de Dios para los seres humanos son 41 años con 8 meses, porque un día delante de Dios es como mil años; por lo tanto usted divide mil años en 24 horas y le dará 41 días con 8 meses, y tres horas las multiplica por 41 años con 8 meses, y le dará 125 años. ¿Ven lo sencillo que es todo?

Y ahora, vean lo que Cristo ha dicho en San Juan, capítulo 6, versos 39 al 40, dice:

Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero.”

¿Para cuándo el Padre le ha dado esas personas, esas ovejas, para que las resucite? ¿Para que las resucite cuándo? En el Día Postrero.

Los que esperaron la resurrección de los muertos en Cristo en edades pasadas, vean ustedes, no fue posible el cumplimiento de la resurrección, porque Cristo está creando Su Iglesia, Su Reino.

Y hasta que complete Su Iglesia, puede El terminar Su Obra de Intercesión en el Cielo, para levantarse del Trono del Padre, tomar el Título de Propiedad (que es el Libro de los Siete Sellos, en Apocalipsis, capítulo 5) y abrir ese Título de Propiedad en el Cielo, y reclamar todo lo que El ha redimido con Su Sangre preciosa; y entonces resucitar a los muertos en Cristo, los cuales están en la sexta dimensión en cuerpos teofánicos, traerlos a la Tierra en cuerpos glorificados, creados por Cristo, cuerpos eternos y glorificados, y jovencitos; y a nosotros los que vivimos y permanezcamos vivos hasta que Cristo resucite a los creyentes en El, entonces nos transformará y entonces nos dará así el cuerpo glorificado, eterno, inmortal e incorruptible igual a Su propio cuerpo, el cual es jovencito para toda la eternidad.

Sigue diciendo nuestro amado Señor Jesucristo en este mismo capítulo, el verso que le sigue, que es el verso 40 del capítulo 6 de San Juan:

Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.”

¿Para quién será ésta resurrección que Cristo ha prometido aquí? Para los que creen en Jesucristo nuestro Salvador, los cuales ven a Cristo como nuestro Salvador, lo reciben como nuestro Salvador, lavan sus pecados en la Sangre de Cristo, son bautizados en Su Nombre y reciben Su Espíritu Santo, aunque físicamente después mueran, serán resucitados en el Día Postrero que es este nuevo milenio que ha comenzado. ¿Pero en qué año? No sabemos, pero cuando ocurra, entonces hemos de saber en qué año sería esa resurrección, porque en el año que ocurra, ese año era el que Dios había determinado.

Y cuando ocurra la resurrección de los muertos en Cristo, nosotros que vivimos seremos transformados, y entonces la muerte desaparecerá de nuestros cuerpos, porque ya tendremos un cuerpo inmortal, incorruptible y glorificado, seremos inmortales físicamente.

Ya somos inmortales interiormente, porque ya tenemos Vida eterna, hemos sido restaurados a la Vida eterna. Por eso si nuestro cuerpo físico se muere, nosotros seguimos viviendo, lo que se murió fue el cuerpo físico y seguimos viviendo en otra dimensión llamada el Paraíso, a donde vamos en el cuerpo angelical, cuerpo teofánico.

Y ahora, miren lo que San Pablo nos dice en Primera de Corintios, capítulo 15, versos 47 en adelante. Dice:

El primer hombre es de la tierra, terrenal; el segundo hombre, que es el Señor, es del cielo.

Cual el terrenal, tales también los terrenales; y cual el celestial, tales también los celestiales.”

Cuando una persona que tiene su nombre escrito en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero viene a esta Tierra, lo que viene a esta Tierra es su alma, la cual viene de Dios, esa es la simiente de Dios, el alma de la persona, y obtiene un cuerpo mortal, corruptible y temporal aquí en la Tierra, y un espíritu del mundo.

Esa persona, aunque ha venido en cuerpo mortal, su alma es celestial; por lo tanto necesita obtener el nuevo nacimiento para tener un cuerpo espiritual, cuerpo angelical, celestial también. Y para en el Día Postrero luego recibir un cuerpo físico, glorificado, celestial también.

Y así como hemos traído la imagen del terrenal, traeremos también la imagen del celestial.”

O sea, así como hemos traído la imagen del terrenal (de Adán), traeremos también la imagen del Celestial, o sea, de Jesucristo nuestro Salvador que es el Hombre Celestial.

Pero esto digo, hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción hereda la incorrupción.”

En este cuerpo mortal no podemos vivir eternamente, porque es temporal.

He aquí, os digo un misterio (esto es un misterio grande, en el cual hay una bendición muy grande y es la bendición de la Primogenitura)...

He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados,

en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados.

Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad.

Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria.”

Y ahí ya no habrá más muerte para los hijos e hijas de Dios, porque ya tendremos un cuerpo eterno, inmortal, incorruptible y glorificado, ya estaremos vestidos de inmortalidad; por lo tanto seremos inmortales físicamente.

Y ahora, todo esto está prometido para todos los que han recibido a Cristo como su Salvador, han lavado sus pecados en la Sangre de Cristo, y han sido bautizados en Su Nombre, y han recibido Su Espíritu Santo, por consiguiente han recibido el nuevo nacimiento. Ya han nacido del Cielo, ya pertenecen al Reino Celestial, ya sus almas han recibido la Redención y han sido restauradas sus almas al Reino de Dios.

Ahora, esto es de lo que nos habla el pasaje de San Juan, que estábamos leyendo (hicimos una pausa para pasar por diferentes Escrituras): “A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron (o sea, el pueblo hebreo no le recibió).” San Juan, capítulo 1, verso 11 en adelante:

Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios;

los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.”

¿Ven? Es por voluntad de Dios y engendrados por voluntad de Dios. Por medio del nuevo nacimiento es que somos nacidos como hijos e hijas de Dios en el Reino de Jesucristo; no por nacer de carne y sangre, no por nacer de nuestros padres terrenales somos hijos de Dios, sino por nacer de nuevo.

Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros.”

Vean ustedes, el Verbo que era con Dios y era Dios, que es el Angel del Pacto, el cuerpo teofánico donde Dios estaba, se hizo carne, se hizo hombre y habitó en medio del pueblo hebreo.

Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.”

Y ahora podemos ver que fue el Angel del Pacto, que es el Verbo que era con Dios y era Dios (era con Dios y era Dios, porque Dios estaba dentro de ese cuerpo angelical), y se hizo carne y habitó en medio del pueblo hebreo, y Dios estaba dentro de Jesús que es el Verbo hecho carne.

Ahora, podemos ver porqué en Jesús estaba la plenitud de la Divinidad manifestada, esa plenitud de la Divinidad en un cuerpo de carne humana. Era el Verbo, el Angel del Pacto hecho carne en medio del pueblo hebreo, el Verbo que era con Dios y era Dios. Por eso Isaías, capítulo 7, verso 14, hablándonos acerca de la Venida del Mesías, nos dice que sería Emanuel (y Emanuel significa: Dios con nosotros.).

Vean cómo dice, capítulo 7, verso 14 de Isaías, dice:

Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel (porque Emanuel significa: Dios con nosotros.).”

Cuando nació Jesús, fue el nacimiento del hijo de la virgen María cumpliendo esta Escritura, y era Dios con nosotros, Dios hecho hombre en medio de la raza humana, el Dios Todopoderoso, el Verbo que era con Dios y era Dios ahora tomando un cuerpo físico en esta dimensión, en el cual vivió. Por eso cuando le dicen a Jesús en San Juan, capítulo 14... vean, capítulo 14, verso 6 en adelante, dice:

Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.

Si me conocieseis, también a mi Padre conoceríais; y desde ahora le conocéis, y le habéis visto.”

Y ahora, dice: “Y desde ahora le conocéis, y le habéis visto.” ¿Por qué? Porque el Padre estaba allí vestido de un cuerpo de carne, de un cuerpo humano.

Felipe le dijo: Señor, muéstranos el Padre, y nos basta.

Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos el Padre?”

Ahora, vean ustedes, Jesús dice, hablando de El: “El que me ha visto a mí, ha visto al Padre.” ¿Por qué? Porque el Padre estaba en El, y ese cuerpo de carne es el cuerpo de carne del Padre Celestial llamado Jesús.

¿No crees que yo soy en el Padre, y el Padre en mí? Las palabras que yo os hablo, no las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre que mora en mí, él hace las obras.”

Las Obras que estaban siendo hechas por Jesús, eran las Obras del Padre, era el Padre que moraba en El y hacía las Obras.

Así como usted es alma, espíritu y cuerpo, aquí tenemos en Jesús, al Padre (Dios) como el alma, el Angel del Pacto como el Espíritu y a Jesús (el velo de carne) como el cuerpo.

Y ahora, en usted, cuando usted hace sus labores, todo lo que usted haga, las personas pueden ver a un hombre o a una mujer haciendo las cosas con sus manos.¿Pero en realidad, quién es el que está haciendo esas cosas? Usted que es alma viviente, el alma suya es la que está haciendo todas esas cosas, pero está utilizando su cuerpo de carne.

Y así Dios a través del cuerpo (Jesús) estuvo haciendo todos aquellos milagros, y estuvo predicando. Por eso Jesús decía: “Es el Padre que mora en mí el que hace las Obras.”

Vean, ahí podemos ver que verdaderamente el ser humano fue hecho a imagen y semejanza de Dios. Lo más que se parece a Dios es el ser humano, y lo más que se parece al ser humano es Dios, porque Dios hizo al ser humano a Su imagen y a Su semejanza. Por eso cuando Dios se hizo visible en medio de la raza humana, y caminó en medio de la raza humana, no tomó, no se hizo un cuerpo de un animal, se hizo un cuerpo de un ser humano.

El espíritu es la imagen de Dios; por eso la imagen de Dios en nosotros es el espíritu, que es el cuerpo teofánico, y en Dios es el Angel del Pacto, el cuerpo angelical, y la semejanza de Dios es el cuerpo físico, el cual es Jesús; esa es la semejanza física de Dios.

Y ahora, la semejanza física nuestra es nuestro cuerpo.

Y ahora, nosotros hemos de tener un cuerpo semejante al cuerpo de Dios, el cuerpo glorificado de Dios, que es el cuerpo de Jesús.

Así será el cuerpo físico y glorificado que Cristo nos dará cuando nos transforme y que le dará también a los muertos creyentes en El, cuando los resucite. Y la semejanza de Dios en nosotros es el cuerpo teofánico, cuerpo angelical, igual al cuerpo angelical de Dios, y el alma nuestra es lo que somos nosotros: alma viviente.

Y Dios estuvo (el Dios viviente) viviendo en Jesús. ¿Ve? Y así usted como alma viviente está viviendo en su cuerpo de carne, y haciendo las labores correspondientes a la vida terrenal, y también a la vida espiritual, sirviendo a Cristo nuestro Salvador.

Ahora, podemos ver que este misterio está abierto para nosotros, para poder comprender el misterio de Dios, y por consiguiente comprender el misterio nuestro como seres humanos.

El ser humano que no comprende que es alma, espíritu y cuerpo, está desubicado en cuanto al conocimiento de sí mismo.

Conforme a la ciencia, tenemos cuerpo, tenemos consciente y subconsciente, que viene a ser alma, espíritu y cuerpo; al subconsciente o al alma, pues le llaman subconsciente (la ciencia), y al espíritu le llaman consciente y el cuerpo, pues se le llama cuerpo, ya ahí, pues no hay ningún problema.

Ahora, el misterio del ser humano, ¿dónde está? Está en su alma; en su alma está el misterio del ser humano. Por eso el ser humano tiene que despertar allá en su alma para poder comprender el misterio de su existencia en este planeta Tierra.

Su alma cuando aparece en la Tierra, su alma está inconsciente, pero su espíritu está consciente, y su cuerpo, pues está consciente, porque puede por medio de sus sentidos ver o leer, escuchar y así por el estilo; porque tiene cinco sentidos el cuerpo, tiene: vista, olfato, tiene oído, tiene tacto, y tiene gusto; por lo tanto, con esos cinco sentidos se comunica aquí en la Tierra.

Su espíritu tiene cinco sentidos también, en los cuales y con los cuales se comunica y tiene así contacto con cosas que no son tangibles, tiene diferentes sentidos: como la razón, tiene también - tiene memoria, usted no puede tocar la memoria, pero usted sabe que la tiene; tiene la imaginación, usted puede imaginar todo lo que quiera, pero usted no puede tocar su imaginación; tiene el afecto, con el afecto es que usted siente: o amor o siente odio, por el afecto; y tiene —¿qué más?— la conciencia y así por el estilo.

Ahora, son cinco sentidos para el cuerpo y cinco sentidos para el espíritu, o sea, para ese cuerpo espiritual, que es un cuerpo parecido a nuestro cuerpo pero de otra dimensión.

Por eso, cuando usted duerme usted sueña, y va a diferentes sitios y hasta siente. ¿Y cómo está sintiendo si su cuerpo está por acá? Porque con esos sentidos del espíritu usted está experimentando esa vida de otra dimensión.

Ahora, el alma solamente tiene un sentido, que es el libre albedrío, por lo cual usted decide si cree o no cree a Dios y Su Programa. Con el sentido del alma es que usted deja pasar a su alma la Palabra de Dios, y le despierta el alma a la realidad de lo que es la vida del ser humano aquí en la Tierra, y lo que es la vida del ser humano en el Programa de Dios; y entonces descubre que la vida del ser humano es la cosa más preciosa que Dios ha colocado en este planeta Tierra, es la corona de toda la creación.

Y ahora, podemos entonces amar más la vida y darle gracias a Dios por la vida que El nos ha dado. Esta vida aquí en la Tierra nos da la oportunidad de confirmar nuestro lugar en la Vida eterna; si nos gusta vivir esta vida, entonces nos va a gustar más vivir la Vida eterna en un cuerpo glorificado, porque si en este cuerpo es algo maravilloso para nosotros, cuánto más en el cuerpo eterno y glorificado, igual al cuerpo de Jesucristo nuestro Salvador.

Ahora, cuando la persona no se interesa por la Vida eterna, la persona está defraudando su alma.

Es como cuando usted tiene un hijo o una hija, y le niega el alimento, ¿qué le sucede? Pues se muere.

Y la persona que le niega el Alimento Espiritual para el alma, la Palabra de Dios para el alma de la persona, para que reciba Vida eterna, y reciba el perdón de sus pecados y reciba el Espíritu de Dios, y obtenga el nuevo nacimiento, pues la persona que le niega todo eso a su alma, ¿qué es lo que está haciendo? Lo que está deseando es que su alma se muera, que no viva eternamente, está defraudando su alma. Por eso es que cada persona dará cuenta a Dios por sí misma.

Así que, es muy importante comprender cómo estamos creados por Dios, y comprender el motivo de nuestra existencia aquí en la Tierra, para que cuando llegue la persona a edad avanzada, no esté preocupada, no esté asustada de que ya sus días estén contados en la Tierra; porque ya está anciano o anciana, sino que la persona comprenda que sus días nunca terminarán si sirve a Cristo; porque aunque terminen sus días en este cuerpo mortal, sigue viviendo en el cuerpo teofánico, angelical de la sexta dimensión, y después regresar a la Tierra para obtener un cuerpo glorificado y vivir en ese cuerpo glorificado por toda la eternidad con nuestro amado Señor Jesucristo.

¿Ven? Entonces no hay angustia en el interior, en el alma, o sea, en la mente de la persona, ya sea en el subconsciente o en el consciente, porque la angustia del subconsciente, del alma, se pasa al consciente y la persona está preocupándose: “Qué será de mañana, porque de dónde he venido, qué hago aquí en este planeta Tierra, y hacia dónde voy cuando terminen mis días aquí.” Esa es una preocupación de todo ser humano.

Pero vean, Cristo toma nuestras preocupaciones y nos dice: “Hijo, no te preocupes, Yo pagué el precio de la Redención, para que tú vivas eternamente.” Entonces ya no tenemos preocupación de qué será nuestra vida en el futuro, porque sabemos que será una Vida eterna en un cuerpo glorificado con nuestro amado Señor Jesucristo.

¿Y qué otra persona le ofrece eso a usted? Nadie más, porque nadie tiene Vida eterna para ofrecerle a las personas, solamente Jesucristo es el poseedor de la Vida eterna y le imparte a los creyentes en El.

Nuestra vida está escondida en Cristo Jesús Señor nuestro, y El es la Diestra de Dios, El es Poder y Sabiduría de Dios. Fue Cristo, el Poder de Dios, el que libertó al pueblo hebreo, el Angel del Pacto, ahí está el Poder de Dios. Y cuando se manifiesta el Angel del Pacto se está manifestando el Poder de Dios, la Diestra de Dios, y por eso el pueblo hebreo fue libertado y llevado a la tierra prometida por la Diestra de Dios.

La Diestra de Dios manifestada es Cristo, el Angel del Pacto manifestado, tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo Testamento.

Y las siete estrellas en la Diestra del Hijo del Hombre, vean ustedes, son los siete Angeles Mensajeros de las siete edades, que han sido los instrumentos de Cristo, el Poder de Dios, a través de los cuales se manifestó el Poder de Dios en cada edad, y se manifestará el Poder de Dios en ellos también, en la Dispensación del Reino. Cuando resuciten en cuerpos glorificados, el Poder de Dios se manifestará también en ellos.

Y ahora, para el Día Postrero, Cristo, el Poder de Dios, la Diestra de Dios y la Sabiduría de Dios, se estará manifestando en medio de Su Iglesia en la Edad de la Piedra Angular, en este tiempo final, para la liberación que El ha prometido para todos Sus escogidos que estarán viviendo en este tiempo final, y para Sus escogidos de las edades pasadas. Y tendremos la Diestra de Dios manifestada en Su Iglesia, en este tiempo final, dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto, por medio de Su Angel Mensajero, del cual dice Jesucristo en Apocalipsis, capítulo 22, verso 16:

Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias.”

Ese es el enviado de Jesucristo para todas las iglesias para este tiempo final.

Y en Apocalipsis, capítulo 4, verso 1, dice Cristo con esa Voz de Trompeta:

Sube acá (¿a dónde vamos a subir? Vamos a subir a la Edad de la Piedra Angular), y yo te mostraré las cosas que sucederán después de estas.”

Las cosas que sucederán después de las que ya han sucedido en etapas o edades pasadas de la Iglesia, ahora van a ser reveladas a la Iglesia del Señor Jesucristo en la Edad de la Piedra Angular.

¿Y cómo serán reveladas estas cosas a la Iglesia de Jesucristo? ¿Cómo las revelará Jesucristo?, ya que Jesucristo se encuentra en el Trono del Padre en el Cielo; pero en Espíritu Santo Cristo ha estado en medio de Su Iglesia, Cristo el Angel del Pacto ha estado en medio de Su Iglesia de edad en edad, velado y revelado en el Angel Mensajero de cada edad.

Y ahora, vamos a ver cómo y por medio de quién se estará revelando Cristo y estará dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto. Apocalipsis, capítulo 22, verso 6, dice:

Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto.”

¿A quién ha enviado? A Su Angel, ¿para qué? Para dar a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto; para mostrar a Sus siervos todas estas cosas que deben suceder pronto, Cristo dice que ha enviado Su Angel.

Es por medio de Su Angel Mensajero que Cristo estará en este tiempo final manifestándose, y por consiguiente Cristo siendo la Diestra de Dios, estará la Diestra de Dios manifestándose en medio de Su Iglesia y llevando a cabo el Programa correspondiente a este tiempo, y dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto.

Este Angel del Señor Jesucristo es un Espíritu de Profeta que para este tiempo final estará en la Iglesia de Jesucristo en carne humana, manifestado, ministrando la Palabra de Cristo para este tiempo final.

Y con ese Mensaje de la Palabra de Cristo para este tiempo, nos estará revelando todos estos misterios Apocalípticos que corresponden a este tiempo final, estará abriéndonos todos estos símbolos Apocalípticos que corresponden a este tiempo en el cual nos ha tocado a nosotros vivir, para poder comprender así todas estas cosas que deben suceder pronto en este tiempo final.

Y así es como la Diestra de Dios estará manifestada en este tiempo final en medio de la Iglesia de Jesucristo, y después se manifestará con el pueblo hebreo para la liberación de ciento cuarenta y cuatro mil hebreos (doce mil de cada tribu), los cuales serán llamados y juntados y sellados con el Sello del Dios vivo (conforme a Apocalipsis, capítulo 7, verso 2 al 17, y Apocalipsis, capítulo 11, verso 3 al 19, y Apocalipsis, capítulo 14, verso 1 al 6).

Y así serán llamados y juntados ciento cuarenta y cuatro mil hebreos con el Mensaje de la Gran Voz de Trompeta del Evangelio del Reino, y serán sellados en el Reino de Dios.

Pero antes son llamados los escogidos de entre los gentiles, con los cuales se completará la Iglesia del Señor Jesucristo.

Cristo dijo: “Y enviará a Sus Angeles con gran Voz de Trompeta, y juntarán a Sus escogidos, de los cuatro ángulos de la Tierra.” O sea, que éste llamado de los escogidos de Dios cubrirá los escogidos de Dios de entre los gentiles para completar la Iglesia de Jesucristo, y cubrirá también los escogidos de Dios del pueblo hebreo.

San Mateo, capítulo 24, verso 31, dice:

Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro.”

Ahora, podemos ver cómo serían llamados y juntados los escogidos de Dios en este tiempo final. Y el que es de Dios, la persona que es un escogido de Dios, estará escuchando el Mensaje de la Gran Voz de Trompeta del Evangelio del Reino, llamando y juntando a todos los escogidos de Dios, por medio de los ministerios de los Angeles del Hijo del Hombre, que estarán manifestados en el Angel del Señor Jesucristo. Esos son los ministerios de los Dos Olivos, de Moisés y Elías, siendo operados por el Espíritu Santo en el Angel del Señor Jesucristo.

Y ahora, podemos ver el misterio de la Venida de los ministerios de Moisés, de Elías y de Jesús.

Esto es la Venida del Hijo del Hombre con Sus Angeles, en donde los ministerios del Hijo del Hombre, el ministerio de Jesús, el ministerio de Sus Angeles: Moisés y Elías, serán manifestados en este tiempo final a través del Angel del Señor Jesucristo, para llamar y juntar los escogidos de Dios con el Mensaje de la Gran Voz de Trompeta del Evangelio del Reino, que gira alrededor del Séptimo Sello, alrededor de la Segunda Venida de Cristo como el León de la Tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo, para darnos así la fe, la revelación para ser transformados y raptados, y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero.

Todo esto es por medio de la manifestación de la Diestra de Dios en medio de Su Iglesia, siendo manifestada la Diestra de Dios, siendo manifestado Cristo, que es la Diestra de Dios, siendo manifestado por medio de Su Angel Mensajero.

LA DIESTRA DE DIOS MANIFESTADA.”

Vean cómo la Diestra de Dios sería manifestada en este tiempo final. Cuando se manifestó dos mil años atrás, fue Jesucristo, la Diestra de Dios manifestada en carne humana.

Para este tiempo final, será Cristo manifestado por medio de Su Angel Mensajero en este tiempo final, porque Cristo es el Poder de Dios, la Diestra de Dios y la Sabiduría de Dios; y Cristo es el que tiene en Su Diestra las siete estrellas, que son los siete Angeles Mensajeros de las siete edades de Su Iglesia, durante las siete etapas que ya han transcurrido.

Y ahora, estamos en el tiempo en que así como Cristo, la Diestra de Dios se manifestó por medio de esos Mensajeros, los cuales fueron Mensajeros de la Diestra de Dios, Mensajeros de Jesucristo. Para el tiempo final, el Angel del Señor Jesucristo será el Mensajero de la Diestra de Dios, el Mensajero de Jesucristo para la manifestación de la Diestra de Dios en medio de Su Iglesia en este tiempo final, para traer Su Palabra revelada y abrir estos misterios correspondientes a este tiempo final, y darnos la fe para ser transformados y raptados e ir con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo.

Hemos visto: “EL MISTERIO DE LA DIESTRA DE DIOS MANIFESTADA.”

Y hemos visto los Angeles de la Diestra de Dios, de la Diestra de Jesucristo, porque Jesucristo es la Diestra de Dios; por lo tanto hemos visto los Angeles de la Diestra de Dios, los Angeles de Jesucristo, de las siete edades, y el Angel de la Edad de la Piedra Angular, el cual estaría con nosotros en este tiempo final, dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto.

¿Cómo lo conoceremos? Lo conoceremos porque estará dándonos a conocer todos estos misterios que hemos escuchado en esta ocasión.

Hemos visto: “EL MISTERIO DE LA DIESTRA DE DIOS MANIFESTADA.”

Que las bendiciones de la Diestra de Dios, de Jesucristo nuestro Salvador, sean sobre todos ustedes y sobre mí también; y pronto se complete el número de los escogidos de Dios, y pronto Cristo resucite a los muertos creyentes en El, y nos transforme a nosotros los que vivimos, y nos lleve con El a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén y amén.

Ha sido para mí un privilegio y bendición grande estar con ustedes en estos días aquí en esta hermosa República, y ha sido para mí una bendición grande en esta mañana estar con ustedes dándoles testimonio de: “LA DIESTRA DE DIOS MANIFESTADA.”

Sigan recibiendo las bendiciones de la Diestra de Dios, de Jesucristo en este tiempo final. Muchas gracias por vuestra amable atención, y continúen pasando una tarde llena de las bendiciones de la Diestra de Dios, de Jesucristo nuestro Salvador.

Dejo nuevamente con ustedes al Rvdo. Miguel Bermúdez Marín, para continuar y finalizar nuestra parte en esta ocasión. Les estaré viendo nuevamente este mismo año, y esto será: sea en este cuerpo mortal o en el nuevo cuerpo, si es en el nuevo cuerpo, les veré antes de la fecha que ustedes tienen.

Yo pronto deseo tener el nuevo cuerpo y deseo también que ustedes pronto tengan el nuevo cuerpo, porque con el nuevo cuerpo se habrán terminado todos los problemas. Esa es la solución a todos nuestros problemas físicos: la transformación de nuestros cuerpos; y eso lo hará posible la Diestra de Dios manifestada.

Con la Diestra de Dios manifestada, Dios libertó el pueblo hebreo, con la Diestra de Dios manifestada nos libertó en la Cruz del Calvario, y con la Diestra de Dios manifestada nos libertará físicamente en este tiempo final, dándonos el cuerpo eterno, inmortal y glorificado.

Bueno, que la Diestra de Dios siga obrando y bendiciéndonos, y nos liberte físicamente también. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén y amén.

LA DIESTRA DE DIOS MANIFESTADA.”