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El buen soldado de Jesucristo 2000-11-24 1 Santa Cruz Rio de Janeiro Rio de Janeiro BR 00:49:02 true

Muy buenas noches, amados amigos y hermanos presentes aquí en Santa Cruz (Santa Cruz), Río de Janeiro, Brasil; es para mí una bendición grande estar con ustedes en esta noche, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final. Reciban un saludo de mi esposa Erica, y también los niños un saludo de América, quien les ama también.

En esta noche, leemos en Segunda de Timoteo, capítulo 2, verso 1 al 8, y dice San Pablo:

Tú, pues, hijo mío, esfuérzate en la gracia que es en Cristo Jesús.

Lo que has oído de mí ante muchos testigos, esto encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros.

Tú, pues, sufre penalidades como buen soldado de Jesucristo.

Ninguno que milita se enreda en los negocios de la vida, a fin de agradar a aquel que lo tomó por soldado.

Y también el que lucha como atleta, no es coronado si no lucha legítimamente.

El labrador, para participar de los frutos, debe trabajar primero.

Considera lo que digo, y el Señor te dé entendimiento en todo.

Acuérdate de Jesucristo, del linaje de David, resucitado de los muertos conforme a mi evangelio.”

Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.

Nuestro tema es: “EL BUEN SOLDADO DE JESUCRISTO.”

En un ejército todos quieren ser un buen soldado; el buen soldado es condecorado, es reconocido y es colocado en rangos más altos a través de su carrera militar.

Y ahora, aquí San Pablo nos habla de ser un buen soldado de Jesucristo; para ser un soldado, uno tiene que pertenecer a un ejército, y si hay un ejército, hay un general; y si hay un ejército, hay un gobierno, porque los gobiernos son los que tienen ejércitos, las naciones son las que tienen ejércitos. Y si hay una nación, hay un rey o un presidente, y la autoridad máxima en el ejército es el presidente o rey, él es el comandante en jefe de todo su ejército terrestre, marino y también del aire. El comandante en jefe es el presidente de la nación o rey de ese reino.

Y ahora, si somos soldados, queremos ser buenos soldados y tenemos que saber a qué ejército pertenecemos, y quién es nuestro jefe, nuestro general; nuestro comandante en jefe, tiene que ser un rey: el Rey de los Cielos y de la Tierra, y Su Ejército es Su Iglesia; a ese Ejército pertenecemos nosotros.

Ahora, tenemos que entender que hay otro ejército contrario, y hay otro príncipe que está sobre ese otro ejército, se llama el príncipe de las tinieblas, el príncipe de los aires, y su reino es el reino de las tinieblas; a ese ejército no queremos pertenecer. Pero cuando toda persona nace en la Tierra, nace como parte de ese ejército; por eso se requiere nacer de nuevo, para entonces ser colocado en el Ejército de Dios, que es la Iglesia de Jesucristo.

En Colosenses, capítulo 1, verso 12 en adelante, dice San Pablo:

con gozo dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz;

el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo.”

Nos sacó del reino del maligno, del reino del diablo y nos colocó en el Reino de Dios, que es el Reino de Jesucristo. Esto sucede en la siguiente forma: desde la caída del ser humano las personas que nacen en la Tierra, nacen en el reino de las tinieblas, por eso aparecen en un reino de tinieblas y de sombra de muerte; y al aparecer en un reino de tinieblas y sombra de muerte, se encuentra como parte de ese reino. Al pertenecer a ese reino, está perteneciendo a la quinta dimensión.

La persona al nacer en esta Tierra, ha obtenido un cuerpo mortal, corruptible y temporal, y ha obtenido un espíritu del mundo, que es un espíritu de la quinta dimensión, de la dimensión donde el diablo es el rey y es el príncipe, y es el comandante de su ejército; por lo tanto, toda persona que nace en esta Tierra, nace en ese reino de las tinieblas.

Pero así como Jesucristo libertó al pueblo hebreo, porque aquel Angel del Pacto que envió a Moisés a Egipto para libertar al pueblo hebreo, es nada menos que Jesucristo nuestro Salvador en Su cuerpo teofánico; y así como libertó al pueblo hebreo de la esclavitud en Egipto, en donde el faraón tenía como esclavos al pueblo hebreo; el faraón tenía un reino, y en ese reino tenía esclavizados a los hebreos. Los hebreos son los descendientes de Abraham, y por consiguiente como pueblo terrenal son el pueblo de Dios, son el Israel terrenal; y el Israel terrenal tipifica al Israel Celestial.

Todas las cosas que Dios hará con el Israel Celestial, las ha hecho con el Israel terrenal, y ha reflejado en el Israel terrenal las cosas que hará con el Israel Celestial. La liberación del pueblo hebreo de la esclavitud en Egipto, representa la esclavitud de las almas de Dios en el reino del maligno; porque aquel faraón representa al diablo, y el reino del faraón representa al reino del diablo, al reino de la quinta dimensión.

Y ahora Jesucristo lleva a cabo una liberación, un éxodo para el Israel Celestial, para las almas de Dios que tienen sus nombres escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero. Y con Su muerte en la Cruz del Calvario, Jesucristo al tomar nuestros pecados, quitó de nosotros nuestros pecados y nos libertó.

Y ahora, cuando Jesucristo murió y derramó Su Sangre, con Su Sangre nos limpió de todo pecado, luego fue sepultado; pero Jesucristo en Espíritu, en Su cuerpo teofánico, cuerpo angelical, bajó al infierno, allá llevó nuestros pecados y los dejó allá, se los dejó al originador del pecado, que es el diablo, y le quitó las llaves del infierno y de la muerte, y resucitó.

Ahora, Jesucristo les había predicado también a aquellos espíritus de las personas que vivieron en el tiempo de Noé y fueron desobedientes a Noé, no creyeron, por lo cual cuando vino el diluvio, se los llevó a todos, los destruyó, y después se encontraban en el infierno, en sus cuerpos espirituales, que es el espíritu de la persona; porque el espíritu de cada persona es un cuerpo parecido a nuestro cuerpo pero de otra dimensión. Si la persona no es un creyente en Cristo nacido de nuevo, tiene un cuerpo espiritual de la quinta dimensión, que es el que recibe cuando nace en esta Tierra; pero si ha nacido de nuevo, tiene un cuerpo espiritual, teofánico de la sexta dimensión, del Reino de Jesucristo.

Y ahora, Jesucristo cuando predicó allá, le predicó a aquellos espíritus que habían sido desobedientes en el tiempo de Noé. No para salvación les predicó, sino condenación; y luego pasó al Paraíso, donde estaban Abraham, Isaac, Jacob, los patriarcas, todos los Profetas y Juan el Bautista, y los resucitó, el día de domingo de resurrección se levantaron con Cristo y aparecieron a muchos en la ciudad de Jerusalén. Y el mismo Jesús también apareció a Sus discípulos, y estuvo apareciendo a Sus discípulos por unos 40 días; o sea, en 40 días apareció en diferentes ocasiones (no menos de 8 ocasiones apareció a Sus discípulos).

También aparecieron los santos del Antiguo Testamento a muchos de sus familiares, conforme a San Mateo, capítulo 27, versos 51 al 53, donde dice:

Y he aquí, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo; y la tierra tembló, y las rocas se partieron (esto fue cuando Cristo murió y cuando resucitó);

y se abrieron los sepulcros, y muchos cuerpos de santos que habían dormido, se levantaron;

y saliendo de los sepulcros, después de la resurrección de él, vinieron a la santa ciudad, y aparecieron a muchos.”

Los santos del Antiguo Testamento resucitaron con Cristo y aparecieron a muchos. En la Primera Venida de Cristo y Su Obra de Redención en la Cruz del Calvario surgió la resurrección de Cristo y la resurrección de los santos del Antiguo Testamento. Para la Segunda Venida de Cristo surgirá la resurrección de los muertos en Cristo y la transformación de nosotros los que vivimos, y luego el Rapto o arrebatamiento de todos ya transformados, para ir a la Cena de las Bodas del Cordero, con Jesucristo nuestro Salvador.

Ese es el Ejército de Jesucristo, ese es el Ejército de Dios, con Jesucristo, el Comandante en Jefe, el Rey de los Cielos y de la Tierra; porque el Rey es el Jefe máximo, el Comandante en Jefe del Ejército Celestial. Ese Ejército aparece en Apocalipsis, capítulo 17, versos 14 en adelante, en el enfrentamiento que hay del Ejército de Cristo, con el ejército del anticristo. Dice, capítulo 17, verso 11 en adelante del Apocalipsis:

La bestia que era, y no es, es también el octavo; y es de entre los siete, y va a la perdición.

Y los diez cuernos que has visto, son diez reyes, que aún no han recibido reino; pero por una hora recibirán autoridad como reyes juntamente con la bestia.

Estos tienen un mismo propósito, y entregarán su poder y su autoridad a la bestia.

Pelearán contra el Cordero, y el Cordero los vencerá, porque él es Señor de señores y Rey de reyes; y los que están con él son llamados y elegidos y fieles.”

Ese es Su Ejército, los que están con El. Y de ese Ejército cada uno de ustedes, y yo también somos buenos soldados. Hay que ser un buen soldado en ese Ejército, ese es el Ejército Celestial, un Ejército perfecto, con un Comandante en Jefe perfecto, Jesucristo nuestro Salvador, el Rey de reyes y Señor de señores, El es el Comandante en Jefe. Lo encontramos nuevamente, al Comandante en Jefe, con Su Ejército en esta batalla (la misma batalla). Apocalipsis, capítulo 19, verso 11 en adelante, dice:

Entonces vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y el que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea (o sea, que hay una batalla, si juzga y pelea, hay una batalla).

Sus ojos eran como llama de fuego, y había en su cabeza muchas diademas; y tenía un nombre escrito que ninguno conocía sino él mismo.”

Y este Jinete del Caballo Blanco de Apocalipsis 19 es Jesucristo, y tiene un Nombre que ninguno entiende; pero el nombre Jesús todo el mundo lo entiende, significa “Salvador, Redentor.” ¿Por qué tiene un Nombre que ninguno entiende? Porque es un Nombre Nuevo, que El recibió cuando ascendió victorioso al Cielo. El mismo Jesucristo dice que El tiene un Nombre Nuevo. Apocalipsis, capítulo 3, verso 12, dice:

Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo.”

¿Tiene un Nombre Nuevo o no tiene un Nombre Nuevo? Tiene un Nombre Nuevo, nos dice el mismo Jesucristo. Por eso en Apocalipsis, capítulo 2, verso 17, dice:

Al que venciere, daré a comer del maná escondido, y le daré una piedrecita blanca, y en la piedrecita escrito un nombre nuevo, el cual ninguno conoce sino aquel que lo recibe.”

Esa Piedrecita blanca es Cristo en Su Segunda Venida, El es la Piedra del Angulo, la Piedra que los edificadores desecharon, la piedra que vio el rey Nabucodonosor y la interpretó el Profeta Daniel, la cual vino en el tiempo final, en la etapa de los pies de hierro y de barro cocido de la estatua que vio Nabucodonosor, que representa el reino de los gentiles en su etapa final, en la etapa de los pies de hierro y de barro cocido, la etapa del reino del anticristo.

En esa etapa es que viene Cristo en Su Segunda Venida como la Piedrecita blanca, la Piedra no cortada de manos, y viene con un Nombre Nuevo que ninguno conoce, sino aquél que lo recibe.

Habrá un hombre aquí en la Tierra que recibirá a Cristo en Su Segunda Venida, recibirá esa Piedrecita blanca, a Cristo en Su Segunda Venida; y ése será el que entenderá ese Nombre Nuevo del Señor Jesucristo, nadie lo entiende sino aquél que lo recibe, y aquél que lo recibe le será escrito sobre él ese Nombre Nuevo del Señor Jesucristo, y Nombre de la Ciudad de nuestro Dios, y Nombre de Nuestro Dios; es el mismo Nombre, el Nombre Eterno de Dios, Nombre de la Ciudad de nuestro Dios, y Nombre Nuevo del Señor Jesucristo.

Y ahora, podemos ver que ese Jinete del Caballo Blanco de Apocalipsis 19 viene con un Nombre que nadie entiende, nadie sabe, nadie conoce el misterio del Nombre; pero es el Verbo, el Verbo que era con Dios y era Dios, viniendo en el Día Postrero. Sigue diciendo:

Estaba vestido de una ropa teñida en sangre; y su nombre es: El Verbo de Dios.”

La Venida del Verbo de Dios dos mil años atrás, aquel Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y lo conocimos por el Nombre de Jesús, que significa: “Salvador, Redentor.” Para este tiempo regresa el Verbo, el Angel del Pacto, Cristo, y viene con un Nombre que nadie entiende, un Nombre Nuevo; pero es el Verbo de Dios, el Verbo hecho carne.

Y los ejércitos celestiales, vestidos de lino finísimo, blanco y limpio, le seguían en caballos blancos.

De su boca sale una espada aguda, para herir con ella a las naciones, y él las regirá con vara de hierro; y él pisa el lagar del vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso.

Y en su vestidura y en su muslo tiene escrito este nombre: Rey de reyes y Señor de señores.”

Ese es el Nombre de Jesucristo como Rey de reyes y Señor de señores, para sentarse en el Trono de David, como Rey de reyes y Señor de señores, y reinar por el Milenio y por toda la eternidad.

Y vi a un ángel que estaba en pie en el sol, y clamó a gran voz, diciendo a todas las aves que vuelan en medio del cielo: Venid, y congregaos a la gran cena de Dios,

para que comáis carnes de reyes y de capitanes, y carnes de fuertes, carnes de caballos y de sus jinetes, y carnes de todos, libres y esclavos, pequeños y grandes.

Y vi a la bestia, a los reyes de la tierra y a sus ejércitos, reunidos para guerrear contra el que montaba el caballo, y contra su ejército.

Y la bestia fue apresada, y con ella el falso profeta que había hecho delante de ella las señales con las cuales había engañado a los que recibieron la marca de la bestia, y habían adorado su imagen. Estos dos fueron lanzados vivos dentro de un lago de fuego que arde con azufre.

Y los demás fueron muertos con la espada que salía de la boca del que montaba el caballo, y todas las aves se saciaron de las carnes de ellos.”

Y termina esta guerra, esta batalla con la gran Victoria de Jesucristo, el Jinete del Caballo Blanco de Apocalipsis 19, que es el Comandante en Jefe de ese poderoso Ejército; ese poderoso Ejército es la Iglesia del Señor Jesucristo, y de ese Ejército es que nosotros somos buenos soldados de Jesucristo; somos buenos soldados de Jesucristo.

Y ahora, podemos ver cuál es ese Ejército, al cual nosotros servimos, somos parte del Ejército de Jesucristo nuestro Salvador, ese Ejército es la Iglesia de Jesucristo, compuesta por los nacidos de nuevo.

Y ahora, Cristo, el Angel del Pacto en Espíritu Santo, está comandando Su Iglesia, Su Ejército de edad en edad, y ha estado obteniendo la victoria en cada batalla que El ha tenido en cada edad; pero para este tiempo final será la gran victoria en el Amor Divino la que obtendremos, porque será la gran batalla. Antes de ser el pueblo de Dios transformado, el enemigo vendrá como un río, pero el espíritu de Dios levantará bandera contra él (Isaías, capítulo 59, versos 17 al 21).

Ahora, podemos ver que el Comandante en Jefe es Jesucristo, el mismo Angel del Pacto que le apareció a Josué con la espada en su mano en el capítulo 5 de Josué, verso 13 en adelante. Y Josué siendo un soldado valiente y siendo el general de ese Ejército de Dios del pueblo hebreo, se enfrentó a este varón con la espada en su mano e iba a pelear con él. Miren aquí el caso: capítulo 5, verso 13 al 15 de Josué (esto sucedió ya dentro de la tierra prometida, en los llanos de Jericó):

Estando Josué cerca de Jericó, alzó sus ojos y vio un varón que estaba delante de él, el cual tenía una espada desenvainada en su mano. Y Josué, yendo hacia él, le dijo: ¿Eres de los nuestros, o de nuestros enemigos?

El respondió: No; mas como Príncipe del ejército de Jehová he venido ahora (ahí tenemos el Príncipe del Ejército de Jehová; era Jesucristo en Espíritu Santo, era Jesucristo en Su cuerpo angelical, Jesucristo en Su cuerpo teofánico). Entonces Josué, postrándose sobre su rostro en tierra, le adoró; y le dijo: ¿Qué dice mi Señor a su siervo?

Y el Príncipe del ejército de Jehová respondió a Josué: Quita el calzado de tus pies, porque el lugar donde estás es santo. Y Josué así lo hizo.”

Podemos ver que el Príncipe de los Ejércitos de Jehová estaba de parte del pueblo hebreo, era el que estaba dirigiendo ese ejército del pueblo hebreo y un Ejército espiritual, invisible, de Angeles de Dios. Por eso el pueblo hebreo obtenían la victoria siempre que se dejaba guiar por el Príncipe de los Ejércitos Celestiales, de los Ejércitos de Jehová; y las órdenes del Príncipe del Ejército de Jehová eran comunicadas a Josué, así como las comunicaba anteriormente a Moisés.

Y ahora, ese mismo Príncipe, que es Jesucristo, vino a la Tierra en carne humana, para llevar a cabo la Obra de Redención y libertar a todos los escogidos de Dios escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero.

Y Jesucristo en medio de Su Iglesia, en Espíritu Santo, es el Comandante en Jefe de Su Iglesia. De etapa en etapa ha enviado un Instrumento, que es un Angel Mensajero, al cual le ha comunicado Sus órdenes y al cual ha usado de etapa en etapa, para llevar a cavo la Obra, la batalla correspondiente a cada edad, y libertar a los escogidos de Dios del reino de las tinieblas y colocarlos en el Reino de Dios. Y así también se ha ido agrandando el Ejército de Dios, el Ejército de Jesucristo que es Su Iglesia.

Y ese Ejército ha tenido soldados buenos, buenos soldados de Jesucristo de edad en edad y buenos capitanes o comandantes, que son los Angeles Mensajeros de edad en edad, que reciben sus ordenes del Comandante en Jefe, Jesucristo nuestro Salvador, para obtener la victoria en cada edad.

Y ahora, para este tiempo final será la victoria final de la Iglesia de Jesucristo, para obtener la gran victoria en el Amor divino, y obtener nuestra transformación y obtener la bendición de ser transformados, de ser llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero, y pasar una temporada de tres años y medio en el Cielo, en la Casa de nuestro Padre Celestial, en la séptima dimensión, en esa gran fiesta celestial; mientras la Tierra estará pasando por los juicios de la gran tribulación que durarán tres años y medio, desde que comiencen hasta que terminen. No han comenzado todavía.

Lo que podemos ver que ocurre en cuanto a terremotos, guerras y demás problemas, solamente son juicios temporales. Pero vendrán los juicios divinos en toda su plenitud, y cubrirán tres años y medio consecutivos de juicios divinos cayendo sobre la raza humana y cayendo sobre el Reino del anticristo, sobre el ejército del anticristo; y será quitado, vencido el ejército del anticristo, y será quitado el reino del anticristo. El reino del anticristo es el mismo reino del diablo, del maligno.

Y ahora, podemos ver que ese reino, siendo el reino de la quinta dimensión, siendo dirigido por el diablo a través del anticristo, del hombre de pecado, se enfrentará al Ejército de Jesucristo, a la Iglesia de Jesucristo; pero Jesucristo vencerá y será quitado el reino del maligno, el reino del anticristo, y será establecido el glorioso reino de Jesucristo, el Reino Milenial, y se sentará Cristo sobre el Trono de David.

Hay dos tronos: el Trono de David, ese es el Trono de Dios aquí en la Tierra, ese es el Trono de Jesucristo aquí en la Tierra. El Trono de Dios en el Cielo donde Cristo se sentó, es el Trono de Dios; pero el Trono de Jesucristo es el Trono de David, del cual Cristo dice:

Al que venciere, yo le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en Su Trono.”

En la misma forma en que Jesucristo se sentó con el Padre Su Trono, se sentará el Vencedor con Cristo en Su Trono, el Trono de David. Un Angel Mensajero obtendrá la gran victoria en el Amor Divino y se sentará con Cristo en Su Trono, para estar con Cristo en ese Reino Milenial, y con El los escogidos del Día Postrero y los escogidos de las diferentes edades, con los Angeles Mensajeros de cada una de esas edades, los cuales han sido comandantes, generales del Ejército de Cristo. Pero el Comandante en Jefe ha sido Jesucristo, del cual han recibido Sus órdenes. Y todos nosotros buenos soldados del Ejército de Jesucristo, buenos soldados de Jesucristo.

Ahora, podemos ver qué significa ser un buen soldado de Jesucristo: pertenece a un Ejército, al Ejército de Jesucristo; ese Ejército está comandado por el Comandante en Jefe, que es Jesucristo, el Rey de reyes y Señor de señores, está comandado desde el Trono de Dios del Cielo, tiene el poder del Trono de Dios; ese poder de Dios es manifestado desde el Trono de Dios en medio del Ejército de Jesucristo, y ese Ejército de Jesucristo es Su Iglesia compuesta por los nacidos de nuevo.

El Trono de David, cuando fue ocupado por David y después por Salomón, miren lo que dice la Escritura en el capítulo 29... capítulo 29 de Primera de Crónicas... capítulo 29, verso 22 al 23 de Primera de Crónicas, dice (esto fue cuando fue investido por segunda vez Salomón, unos días después de haber sido investido por primera vez):

Y comieron y bebieron delante de Jehová aquel día con gran gozo; y dieron por segunda vez la investidura del reino a Salomón hijo de David, y ante Jehová le ungieron por príncipe, y a Sadoc por sacerdote.”

Cuando ungieron a Salomón por rey, ungieron a Sadoc por sumo sacerdote. En el reino el sumo sacerdocio y la posición de rey, vean ustedes, van juntas; en este reino encontramos que trabajan juntas estas dos posiciones, aunque en dos personas diferentes, porque representa a Melquisedec, que es Rey y es Sacerdote y es Juez también.

Y se sentó Salomón por rey en el trono de Jehová en lugar de David su padre, y fue prosperado; y le obedeció todo Israel.”

¿Y no era en el Trono de David donde se sentó? Aquí dice en el Trono de Jehová; porque el Trono de Jehová es el Trono de David aquí en la Tierra, el Trono de David en la Tierra es el Trono de Dios aquí en la Tierra, es la representación del Trono de Dios aquí en la Tierra. Por eso Jesucristo se sentará en el Trono de David y será la representación en la Tierra del Trono de Dios, por eso el Trono de David es tan importante.

Ahora, podemos ver a Salomón sentándose en el Trono de David que es el Trono de Jehová, la representación del Trono de Dios aquí en la Tierra. Y Salomón representa a Cristo, el Hijo de David que se sentará en el Trono de David; por eso ese Trono representará el Trono de Dios, y estarán fusionados para llevar a cabo la voluntad de Dios aquí en la Tierra. Y las Leyes y Palabra del Trono de Dios serán transmitidas en el Trono de David, y de ahí saldrán las Leyes divinas para toda la humanidad, pero son leyes del Cielo, del Trono de Dios, que pasan al Trono de David para ser establecidas en este planeta Tierra durante el Reino Milenial.

Ahora, podemos ver que hay dos tronos: el Trono de Dios en el Cielo y también el trono del diablo en la quinta dimensión. Pero en la Tierra hay dos tronos también: el Trono de David, donde Cristo se sentará como Rey de reyes y Señor de señores, y también está el trono de Satanás donde el anticristo se sienta.

Hay dos tronos, hay dos reyes: Dios y el diablo, Cristo y el anticristo. Y hay dos ejércitos: el Ejército de Cristo, Su Iglesia, y el ejército del maligno, el ejército del anticristo. Está el ejército del maligno espiritual o invisible, que son los ángeles caídos, y está el ejército visible, que son los que siguen al anticristo.

Ahora, podemos ver que hay un misterio en este campo espiritual de Cristo y el anticristo, de Dios y el diablo. Pero lo importante es ser un buen soldado de Jesucristo. Ese Ejército de Jesucristo es el que obtendrá la victoria, por lo tanto, estamos en el Ejército que obtendrá la gran victoria en el Amor Divino; el otro ejército del maligno será quitado, los que están en ese otro ejército están en un ejército perdedor; el que está en el Ejército de Jesucristo está en el Ejército vencedor.

Así que, manténgase como un buen soldado de Jesucristo en Su Ejército, en Su Iglesia, siéndole fiel, obedeciendo Sus órdenes divinas, porque pertenecemos a un Ejército, y en un ejército hay disciplina y tenemos que seguir la disciplina establecida por el Comandante en Jefe, Jesucristo nuestro Salvador.

Ha sido para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta noche, dándoles testimonio de: “EL BUEN SOLDADO DE JESUCRISTO.”

Que las bendiciones de Jesucristo, el Comandante y Jefe, sean sobre cada uno de ustedes y sobre mí también, y pronto se complete el número del Ejército de Jesucristo, de Su Iglesia, y pronto nos revista, nos transforme y nos lleve con El a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén y amén.

Dejo nuevamente con ustedes a nuestro amigo y hermano, el Rvdo. Miguel Bermúdez Marín, para finalizar nuestra parte en esta noche y les veré mañana Dios mediante en la actividad de mañana a la hora que Miguel les dirá, y en el lugar en que Miguel les dirá.

¿Cuantos saben cuál es el lugar donde serán las actividades mañana? Pues entonces ustedes le van a tener que decir a Miguel dónde va a ser, porque Miguel no sabe llegar ni yo tampoco; así que ustedes saben más que nosotros. Pero allí estaremos con ustedes para recibir las bendiciones de Jesucristo nuestro Salvador.

El tema será: “EL ATLETA DE JESUCRISTO.”

Hoy vimos: “EL BUEN SOLDADO DE JESUCRISTO.”

Mañana veremos: “EL ATLETA DE JESUCRISTO,” pero no cualquier atleta, sino el buen atleta de Jesucristo; porque Jesucristo lo que quiere es que seamos buenos, buenos soldados y buenos atletas también. Todo El lo quiere a la perfección y El es el que hace esa perfección en nosotros.

Bueno, que Dios les continúe bendiciendo a todos, que Dios les guarde, y pasen todos muy buenas noches.

EL BUEN SOLDADO DE JESUCRISTO.”