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| El Yugo de Cristo | 2000-11-21 | 1 | São José dos Campos | São Paulo | BR | 00:32:25 | true |
Muy buenas noches, amados hermanos y amigos aquí en San José de los Campos, San Pablo, Brasil; es para mí una bendición grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final.
Reciban también saludos de mi esposa Erica, y Los Cachorritos del León, de América también reciban saludos. En esta ocasión me acompaña Benjie, José Benjamín Pérez aquí en la cámara, ya ustedes le conocen; y me acompaña también la doctora Nelly Fuentes del Perú; ya casi está nacionalizada desde que llegó. Bueno, es que a donde vamos, de ahí somos.
La América Latina y el Caribe es una gran nación, lo que sucede es que todavía no la han hecho una sola nación; pero en el Milenio podría ser posible. Mientras tanto se ve como diferentes naciones, pero en realidad es una sola nación con muchos pueblos, los cuales tienen gran bendición de parte de Dios.
Y por cuanto lo primero es la bendición de Dios, es la bendición espiritual, y después vienen las materiales, la América Latina y el Caribe está recibiendo primero la bendición espiritual. Y esperamos que el Reino Milenial, ese gran Reino de Jesucristo, esté lleno de latinoamericanos y caribeños, tanto de los escogidos que forman la Iglesia de Jesucristo, como también de los que sobrevivirán a la gran tribulación; y aunque tengan que pasar por la gran tribulación, pedimos a Cristo que le preserve la vida a los latinoamericanos y caribeños, a la mayor parte de ellos, al grupo más grande que sea posible.
Ante la presencia de Dios, nuestro deseo sería que todos los latinoamericanos y caribeños entraran al Reino Milenial, allí estarían escuchando la predicación de este mismo Evangelio del Reino que les estamos dando en este tiempo. Como el diablo estará atado por mil años, no le tendrá entretenimientos a la humanidad; por lo tanto, podrán dedicarse a oír la Palabra de Dios, a servir a Dios, y a vivir en esta Tierra conforme a la voluntad del Padre Celestial. Y así se cumplirá la oración que Cristo le enseñó a Sus discípulos, en donde les dijo: “Venga Tu Reino y hágase Tu voluntad, así como en el Cielo aquí en la Tierra.
Cristo les enseñó a orar por la Venida del Reino de Dios, para que se haga la voluntad de Dios, como se hace en el Cielo se haga aquí en la Tierra. Y solamente en el Reino de Jesucristo es que será posible que la voluntad de Dios sea hecha en medio de la raza humana en todas las naciones; y el Reino de Jesucristo hará posible el cumplimiento de esa oración.
Ahora, leamos en San Mateo, capítulo 11, verso 28 al 30, donde nos dice el mismo Cristo:
“Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.
Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas;
porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga.”
Nuestro tema es: “EL YUGO DE CRISTO.”
Y El nos dice que llevemos Su yugo, es una invitación de Jesucristo nuestro Salvador.
En el campo, en tiempos pasados, para arar el terreno se usaban las yuntas de bueyes (y todavía en muchos lugares se usan): se colocaban dos bueyes y un yugo de madera, el cual tenía una forma así, continuaba y tenía otra vuelta así en esa misma forma. Cada uno de esos huecos es para el cuello o cabeza de cada uno de los bueyes que iban a estar enyugados para trabajar; no se enyugan los bueyes para descansar, se enyugan los bueyes para trabajar; en algunas ocasiones se tenían unas cuantas yuntas de bueyes.
Ahora, Cristo nos dice que llevemos Su yugo, porque Su yugo es fácil, y es ligera la carga, la carga, el trabajo que se va a hacer. Si es para arar, es suave; si es para llevar carga, tirando una carreta, es fácil también. ¿Y porqué fácil? Porque Cristo está con nosotros en ese yugo; en un lado está usted, pero en el otro está Jesucristo; y por medio del Espíritu de Cristo en usted, usted obtiene la fortaleza de Cristo, y Cristo camina hacia adelante, y usted va enyugado con El, caminando adelante muy contento, sabiendo que está trabajando en la Obra de Dios con Cristo. Vamos enyugados con Cristo.
San Pablo dice que somos colaboradores de Dios; para eso estamos enyugados con Cristo: para estar trabajando en la Obra de Cristo. El hace Su parte y nos deja a nosotros hacer nuestra parte, y así somos colaboradores de la Obra de Dios que Cristo está llevando a cabo; y nosotros enyugados con El somos participantes de esa hermosa labor.
San Pablo nos dice en Primera de Corintios, capítulo 3, verso 5 en adelante:
“¿Qué, pues, es Pablo, y qué es Apolos? Servidores por medio de los cuales habéis creído; y eso según lo que a cada uno concedió el Señor.
Yo planté, Apolos regó; pero el crecimiento lo ha dado Dios.
Así que ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios, que da el crecimiento.
Y el que planta y el que riega son una misma cosa; aunque cada uno recibirá su recompensa conforme a su labor.
Porque nosotros somos colaboradores de Dios, y vosotros sois labranza de Dios, edificio de Dios.
Conforme a la gracia de Dios que me ha sido dada, yo como perito arquitecto puse el fundamento, y otro edifica encima; pero cada uno mire cómo sobreedifica.”
San Pablo nos muestra que somos colaboradores de Dios. Así como en un trabajo que se está llevando a cabo en el campo, y se está arando un terreno con una yunta de bueyes; una yunta de bueyes comprende de dos bueyes, uno a cada lado; por lo tanto, el de un lado es colaborador con el otro buey.
Y nosotros enyugados con Cristo, el mismo yugo que El lleva, lo llevamos nosotros; por lo tanto somos colaboradores de Cristo y El nos ayuda, y Su Espíritu en nosotros obra, para que se haga la carga ligera, se haga liviana, y trabajemos enyugados con Cristo, felices, dándole gracias a Dios, que eso nos ha dado como buey compañero a Jesucristo, y nosotros como bueyes trabajadores en la Obra de Cristo.
San Pablo citó en una ocasión, hablando de bueyes que trabajaban, que trillaban el trigo, lo que decía el Antiguo Testamento: “No pondrás bozal al buey que trilla.” [1 Corintios 9:9 —Editor]. No le taparás la boca al buey cuando está trabajando; porque come, para que coma de eso que está trillando. Y en la Obra de Dios vamos trabajando, pero vamos comiendo Alimento Espiritual; comes Alimento Espiritual, para que tengas fuerza, para trabajar en la Obra de Cristo.
Y ahora, estamos enyugados con Cristo, para la Obra que Cristo está haciendo en este planeta Tierra con Su Iglesia y a través de Su Iglesia, en todas las labores de Cristo estamos nosotros presentes trabajando con El por una causa: porque estamos enyugados con Cristo.
Por medio del Espíritu Santo nosotros estamos enyugados con Cristo, y entonces la carga y el trabajo que hacemos en la Obra de Cristo, sabemos que no lo estamos haciendo solos; El la está haciendo y nosotros somos colaboradores de El, y por eso nos cuenta a nosotros también como una labor que nosotros estamos haciendo, porque lo estamos haciendo con El, con Jesucristo.
Así es en todas las esferas de la vida cristiana: no estamos solos, estamos con Cristo enyugados. Dondequiera que nosotros vamos ¿saben ustedes una cosa? El va a nuestro lado, porque está enyugado con nosotros.
Ahora, podemos ver la bendición tan grande de haber recibido a Cristo como nuestro Salvador, haber lavado nuestros pecados en Su Sangre, haber sido bautizados en Su Nombre y haber recibido el Espíritu Santo: Hemos quedado enyugados con Cristo, por lo tanto, el Espíritu Santo nos guía en la labor que corresponde al tiempo que nos toca vivir; así es para nosotros como individuos, y para la Iglesia del Señor Jesucristo como Cuerpo Místico de creyentes es también así.
La Iglesia de Jesucristo está enyugada con Cristo, y pasa por Sus diferentes edades enyugada con Cristo, trabajando en la Obra de Cristo. Por eso le cuenta a la Iglesia toda la labor que lleva a cabo de etapa en etapa a través de Su existencia; es una Obra de Cristo y Su Iglesia, dirigida por Dios, conforme al Programa divino ya establecido desde antes de la fundación del mundo.
Ahora, podemos ver la bendición tan grande que hay para los que están enyugados con Cristo: han venido a ser parte de Cristo, han venido a ser personas que han obtenido la imagen de Cristo, el cuerpo teofánico, el cual Cristo nos ha dado, al darnos el bautismo del Espíritu Santo, y ha producido el nuevo nacimiento en nosotros, y nos ha dado un cuerpo teofánico, un cuerpo angelical de la sexta dimensión; y ahora nos encontramos en lugares celestiales en Cristo Jesús.
Nos sacó del reino de las tinieblas, del reino del diablo, donde estábamos enyugados con el diablo, rompió ese yugo, y nos colocó en Su Reino, y ha colocado Su yugo sobre nosotros. Y ahora estamos enyugados con Cristo, trabajando en Su Reino y caminando en Su Reino, junto a Cristo; porque estamos enyugados con Cristo.
Hemos visto este misterio de “EL YUGO DE CRISTO.”
Por eso dice en ese mismo pasaje que leímos, donde nos habla de ese yugo, El nos llama, nos invita a venir a El, dice:
“Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.” [San Mateo 11:28 —Editor].
Y ahora, encontramos descanso en el Reino de Jesucristo. El bautismo del Espíritu Santo es nuestro descanso. Hemos sido sacados de la esclavitud del reino del maligno, hemos sido sacados de esa esclavitud donde estábamos cansados, y hemos venido a un Reino de descanso, de descanso para nuestra alma.
Estando en el reino del maligno no teníamos descanso en nuestra alma, pensábamos: “¿Qué será de nosotros cuando terminen nuestros días aquí en la Tierra?” Y eso no deja descansar a nadie: no saber hacia dónde va cuando muera. Pero ahora en el Reino de Cristo nuestra alma tiene descanso.
Y cuando nos viene a la mente que algún día el cuerpo terrenal nuestro puede morir, no nos preocupa eso, estaremos en el nuevo cuerpo teofánico que El nos ha dado, y estaremos allá en el Paraíso con los santos que ya han partido, en un cuerpecito jovencito, un cuerpo jovencito, sin problemas de salud, sin problemas económicos, sin problemas de trabajo, sin problemas de alimentos; porque allí ni se come ni se trabaja ni se duerme, ni se ponen viejos tampoco, siempre están jovencitos.
San Pedro, que murió ya siendo anciano, en el nuevo cuerpo, él está allí jovencito, y le han pasado casi dos mil años de estar en el Paraíso y está jovencito; así todos los demás Apóstoles, y también los Angeles Mensajeros de las siete edades de la Iglesia. Tan joven está San Pedro y San Pablo, como está el Rvdo. William Branham, no hace diferencia la cantidad de cientos o miles de años que le pasen a la persona. Y eso nos da descanso a nuestra alma.
Estamos tranquilos cuando pensamos en nuestro cuerpo; y si tiene que morir nuestro cuerpo, no hay ningún problema, pasaríamos a un lugar más tranquilo, lo único, que allí no se está trabajando como se trabaja acá en la Obra de Cristo. Lo que trabajamos acá es lo que tiene recompensa.
Ahora, podemos ver que es una bendición grande estar aquí en la Tierra sirviendo a Cristo, enyugados con Cristo; y así tener al mejor compañero, Jesucristo nuestro Salvador, a nuestro lado, y con Su yugo colocado en nosotros y en El, El está siempre con nosotros, dondequiera que vamos, ahí El va con nosotros, porque está enyugado con nosotros, no se puede quitar ese yugo ni nosotros tampoco.
Es una bendición grande estar enyugados con Cristo, estar llevando el yugo de Cristo, ¿por qué? Porque El va con nosotros, El está en un lado del yugo y nosotros estamos al otro lado.
Ahora, podemos ver la bendición tan grande de estar llevando el yugo con Cristo. Así es como recibimos todas las bendiciones de Cristo, que son para este tiempo, para el Milenio y para toda la eternidad; esto es así para nosotros ¿por qué? Porque estamos enyugados con Cristo, estamos llevando el yugo de Cristo y con Cristo. No estamos enyugados solos, estamos enyugados pero con Cristo, llevando Su yugo.
Ha sido para mí una bendición y privilegio grande estar con ustedes, dándoles testimonio del yugo de Cristo, y mostrarles que estamos llevando el yugo de Cristo, pero no lo estamos llevando solos, lo estamos llevando con El. El está con nosotros como individuos, y El está con Su Iglesia como Cuerpo Místico de creyentes, a la cual todos nosotros pertenecemos, y la cual se encuentra en la Edad de Oro, que es la Edad de la Piedra Angular.
Por lo tanto, estamos enyugados con Cristo, llevando el yugo con Cristo en la edad más hermosa: La Edad de Oro de Jesucristo. Esta es la Edad que todos desearon vivir, pero nos ha tocado a nosotros por la Gracia de Dios y por la predestinación divina, vivir en la Edad de Oro, la Edad de la Piedra Angular, en donde nos encontramos llevando el yugo de Cristo. Nos encontramos enyugados con Cristo.
Así que, adelante enyugados con Cristo, caminando hacia adelante en la Obra de Jesucristo.
Que las bendiciones de Jesucristo sean sobre todos ustedes y sobre mí también, y pronto se complete la Obra, la labor de Cristo en esta Tierra y en medio de Su Iglesia, y se complete el grupo de los escogidos de Dios, y Jesucristo se levante del Trono, tome el Título de Propiedad, el Libro de los Siete Sellos, lo abra en el Cielo y reclame todo lo que El ha redimido con Su Sangre Preciosa, y resucite a los muertos en Cristo y nos transforme a nosotros los que vivimos, y nos lleve con El a la Cena de las Bodas del Cordero, a la Casa de nuestro Padre Celestial. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén y amén.
Muchas gracias por vuestra amable atención, y continúen pasando una noche llena de las bendiciones de Cristo, y todos estos días también llenos de las bendiciones de Cristo, y todo lo que falta del año también llenos de las bendiciones de Cristo; y todos los días que nos faltan vivir en este cuerpo de carne, los pasemos llenos de las bendiciones de Cristo, y luego cuando estemos transformados, más que llenos de las bendiciones de Cristo, toda la plenitud de las bendiciones de Cristo.
Que Dios les bendiga, les guarde a todos, y pasen todos muy buenas noches. Con nosotros continua el Rvdo. Gian del Corto, para finalizar nuestra parte en esta ocasión.
Dios les bendiga y les guarde a todos.
“EL YUGO DE CRISTO.”