46 KiB
| title | date | activity | place | city | state | country | duration | public | youtube | translations | files |
|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|
| La encarnación de la Palabra | 2000-11-20 | 2 | Asunción | Asunción | PY | 01:11:24 | true |
Muy buenas noches, amados hermanos y amigos presentes; es para mí una bendición grande estar con ustedes en esta ocasión, aquí en Asunción, Paraguay; y también con ustedes allá en Encarnación, República del Paraguay, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor del tema: “LA ENCARNACION DE LA PALABRA.”
La encarnación de la Palabra es un misterio muy grande de parte de Dios, y en esta ocasión vamos a ver este misterio. Y leemos en Primera de Timoteo, capítulo 3, verso 16, donde dice el Apóstol San Pablo:
“E indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad:
Dios fue manifestado en carne,
Justificado en el Espíritu,
Visto de los ángeles,
Predicado a los gentiles,
Creído en el mundo,
Recibido arriba en gloria.”
Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.
“LA ENCARNACION DE LA PALABRA.”
En San Juan, capítulo 1 nos habla más acerca de este tema de la encarnación de la Palabra, y nos dice el evangelio según San Juan, capítulo 1, verso 1 en adelante:
“En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.
Este era en el principio con Dios.
Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.
En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.
La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella.
Hubo un hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan (o sea, Juan el Bautista).
Este vino por testimonio, para que diese testimonio de la luz, a fin de que todos creyesen por él (¿de qué Luz venía dando testimonio? Del Verbo que era con Dios y era Dios, que es la Luz del mundo).
No era él la luz (o sea, no era Juan el Bautista la Luz, no era Juan el Bautista el Verbo que era con Dios y era Dios), sino para que diese testimonio de la luz.
Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo.
En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció.”
¿Ven? El es el Creador de los Cielos y de la Tierra, el Verbo que era con Dios y era Dios, el cual es la Luz del mundo:
“A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron.
Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios;
los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.
Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.”
El Verbo que era con Dios y era Dios, y es la Luz que alumbra a todo hombre, y es la Luz del mundo, y es el Creador de los Cielos y de la Tierra, venía a este mundo; y cuando vino a este mundo vino en carne humana. El Verbo, la Luz del mundo se hizo carne y habitó en medio de los seres humanos; este es el misterio de Dios que fue revelado en carne humana en la Persona de Jesús.
El Dios Todopoderoso es el que tuvo esos pensamientos de realizar una Creación, pero antes de eso El existía solo, no había nada creado, solamente existía Dios. Pero El tuvo unos pensamientos, los cuales El materializaría, y para materializarlos El tenía que realizarlos conforme a Su Programa. Por lo tanto, de Dios mismo salió una Luz.
Esa Luz, vean ustedes, fue lo primero que apareció; y de esa Luz y esa Luz, ahí estaba un hombre, un cuerpo teofánico llamado el Verbo de Dios, que es la Luz del mundo, que es el Principio de la Creación de Dios, es el cuerpo teofánico de Dios, llamado el Verbo de Dios; y Dios ya teniendo ese cuerpo teofánico, dentro de ese cuerpo teofánico, que es la forma visible de Dios en la sexta dimensión, la forma visible de Dios en la forma de un hombre pero de la sexta dimensión, estando en la forma de un hombre de la sexta dimensión habló a existencia todas las cosas: “En el principio creó Dios los Cielos y la Tierra.”
Por eso es que Jesucristo pudo hablar en San Juan, capítulo 8, verso 56 en adelante, y decir:
“Abraham vuestro padre se gozó de que había de ver mi día; y lo vio, y se gozó
Entonces le dijeron los judíos: Aún no tienes cincuenta años, ¿y has visto a Abraham?
Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuese, yo soy.”
¿Cómo era Jesucristo antes de Abraham? Pues Jesucristo era el Angel del Pacto, el Angel de Jehová en el Antiguo Testamento, el cual es Jesucristo en Su cuerpo teofánico, ése es el cuerpo teofánico de Dios.
Luego, cuando se hizo carne y habitó en medio del pueblo hebreo, ese cuerpo de carne es el cuerpo de carne de Dios, porque Dios habitó en ese cuerpo de carne en toda Su plenitud. Por lo tanto, era Dios manifestado en carne humana, como lo dice San Pablo en Primera de Timoteo, capítulo 3, verso 16, que fue la lectura que tuvimos al principio, donde dijo Dios:
“E indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad:
Dios fue manifestado en carne.”
Vean cómo fue manifestado en carne, Dios se hizo hombre en esta dimensión terrenal, pero un cuerpo creado por Dios; creó en el vientre de María una célula de sangre, una célula de vida, la cual se multiplicó célula sobre célula; ese cuerpo y la Sangre de ese cuerpo no está contaminado con lo humano, fue todo creado por Dios. Dios no usó ni óvulo de María, ni usó espermatozoide de ningún hombre, fue por creación de Dios.
Cualquier persona puede pensar: “Eso es imposible.” Bueno, y dónde entonces sacó Dios el cuerpo de Adán. ¿No es Dios el Creador? El para Sí mismo se creó un cuerpo de carne pero sin pecado; por eso no podía estar contaminado con sangre humana por medio de espermatozoide humano, ni por medio de óvulo humano.
Por lo tanto, ese cuerpo que Dios se creó es un cuerpo perfecto, un cuerpo sin pecado, pero que tomaría el pecado del ser humano; el mismo Dios en Su cuerpo de carne tomaría el pecado del ser humano, para El colocar ese cuerpo en Sacrificio por nosotros; para quitar nuestros pecados tomó nuestros pecados, se hizo mortal. El decía: “Nadie me quita la vida, Yo la pongo por Mí mismo para volverla a tomar.”
Y para poder poner Su vida, tuvo que tomar nuestros pecados, porque sin pecado no podía morir, por lo tanto tomó los nuestros, por cuanto la paga del pecado es muerte; sin pecado, pues no hay paga de muerte; porque la muerte es la paga por el pecado, es la recompensa por el pecado; pero sin pecado, pues no hay paga por pecado, sino Vida eterna. Por eso es que recibimos Vida eterna de parte de Cristo, porque El tomó nuestros pecados, y entonces sin pecado podemos vivir eternamente.
Ahora, por cuanto este cuerpo mortal, corruptible y temporal vino por medio de una raza caída, vino por medio de la descendencia de Adán (por medio de Adán), por consiguiente somos según la carne descendientes de Adán y Eva, y por consiguiente físicamente estamos condenados a muerte; por eso el ser humano nace, vive un tiempo en la Tierra, y después muere.
Pero ahora por medio de Cristo, el cual ha quitado el pecado, ahora la Vida eterna es lo que nos espera, pero no en este cuerpo mortal, sino en el nuevo cuerpo que El nos dará; así como nos da Vida eterna, nos da un cuerpo teofánico con Vida eterna y nos da un cuerpo físico con Vida eterna y glorificado, el cual estamos esperando muy pronto.
No queremos terminar nuestros días en este cuerpo, y que nuestro cuerpo muera; no porque no queremos que nuestros familiares lloren, sino porque no queremos ser desvestidos de este cuerpo sino revestidos con el nuevo cuerpo, porque El lo ha prometido para el Día Postrero. Y si El ha prometido para el Día Postrero, para los que estarán viviendo en el Día Postrero y verán Su Venida, los muertos en Cristo para ese tiempo serán resucitados en cuerpos eternos, como prometió Cristo a los creyentes en El, en San Juan, capítulo 6, verso 40, cuando dijo:
“Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.”
Por lo tanto, los muertos creyentes en Cristo, nacidos de nuevo, serán resucitados en el Día Postrero, que es el Séptimo Milenio de Adán hacia acá y Tercer Milenio de Cristo hacia acá. Y si para el Día Postrero Cristo ha prometido la resurrección de los muertos creyentes en El, van a resucitar entonces en algún año del Día Postrero, que es el Milenio Postrero. En algún año del Milenio Postrero, del Séptimo Milenio van a resucitar los creyentes que han partido, y los que estamos vivos y veamos el cumplimiento de Su Venida y veamos a los muertos en Cristo resucitados, seremos transformados.
Y para eso Cristo ha prometido darnos la fe para ser transformados y raptados, porque la pregunta en San Lucas, capítulo 18, verso 8 es: “Cuando el Hijo del Hombre venga, ¿hallará fe en la Tierra?” ¿Hallará esa fe para ser transformados y raptados? ¿Hallará esa fe para creer en la Segunda Venida de Cristo siendo cumplida en medio de Su Iglesia? “Porque el Hijo del Hombre vendrá con Sus Angeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras.” Y vendrá como fue visto en el Monte de la Transfiguración, donde le mostró en visión el Orden de Su Venida, apareció allí con Su rostro resplandeciente como el sol, viene como el Sol de Justicia, como dice Malaquías, capítulo 4, verso 2:
“A los que temen mi nombre, nacerá el sol de justicia, y en sus alas traerá salvación.”
Y en Oseas, capítulo 6, verso 1 al 3, dice que vendrá como el alba. Vamos a leerlo de Oseas para que lo tengan claro. Oseas, capítulo 3... Ese pasaje siendo un pasaje profético para el pueblo hebreo, antes de revelarse al pueblo hebreo, tiene que revelarse a Su Iglesia en este tiempo final, porque con Su Iglesia es que El está tratando; y no puede tratar con el pueblo hebreo, hasta que haya terminado Su labor con Su Iglesia, y haya llevado a cabo el Reclamo de todo lo que El ha redimido con Su Sangre. Capítulo 6 de Oseas, verso 1 al 3, dice:
“Venid y volvamos a Jehová; porque él arrebató, y nos curará; hirió, y nos vendará.
Nos dará vida después de dos días; en el tercer día nos resucitará, y viviremos delante de él.”
Tercer Día como milenio. “Porque un día delante del Señor es como mil años, y mil años como un día.” Dice Segunda de Pedro, capítulo 3, verso 8, y dice el Profeta Moisés en el Salmo 90, verso 4, que un Día delante del Señor es como mil años.
Y ahora, en el Tercer Día, eso es en el Tercer Milenio. De Cristo hacia acá ya han transcurrido dos mil años que son dos Días delante de Dios.
|Y ahora, el Tercer Día Milenial comenzará conforme al calendario gregoriano el próximo año, conforme al Calendario profético ya hace tiempo estamos en el Tercer milenio de Cristo hacia acá, que es el Día Postrero delante de Dios. Sigue diciendo:
“Nos dará vida después de dos días; en el tercer día nos resucitará, y viviremos delante de él.
Y conoceremos, y proseguiremos en conocer a Jehová; como el alba está dispuesta su salida.”
Y cuando nace el sol, cuando sale la luz de un nuevo día, ¿qué está sucediendo? Un nuevo día está comenzando. Y cuando sale la Luz del Tercer Día delante de Dios, que es el Tercer Milenio para los seres humanos, ¿qué está comenzando? Está comenzando el Tercer Milenio para los seres humanos de Cristo hacia acá, que es el Día Postrero de los tres Días Postreros delante de Dios.
Los tres Días Postreros delante de Dios para los seres humanos son: el Quinto Milenio, Sexto Milenio y Séptimo Milenio. De los tres Días Postreros el Día Postrero es - el último de ellos es el Tercer Milenio de Cristo hacia acá, para los seres humanos, y para Dios ése es el Tercer Día.
Y ahora: “Como el alba está dispuesta su salida.” Como el alba. Y cuando está el alba saliendo, está amaneciendo, un nuevo día está comenzando.
Y la Segunda Venida de Cristo y la revelación de Cristo al pueblo hebreo, es para ser manifestada en el alba del Tercer Día delante de Dios, que es el Tercer Milenio de Cristo hacia acá; ese es el Día Postrero. Y es para el Día Postrero la promesa de la resurrección de los muertos en Cristo, la transformación de nosotros los que vivimos, la manifestación de Dios en toda Su plenitud, el arrebatamiento o Rapto de los escogidos, y también la revelación de Cristo al pueblo hebreo. Todo eso corresponde al Día Postrero, por eso Cristo, dice: “Yo le resucitaré en el día postrero.”
La resurrección es para el Día Postrero (la resurrección física de los muertos en Cristo) y la transformación nuestra, y la resurrección espiritual de Israel. En el Tercer Día, vean, dice:
“Nos dará vida después de dos días; en el tercer día nos resucitará.”
Serán resucitados como nación, pueden decir: “Es que ya estamos en nuestra tierra.” Pero sin el Espíritu de Dios en la manifestación final de Dios, para revelarse a Israel, no hay vida.
Así como el cuerpo sin espíritu está muerto, el cuerpo como nación está muerto sin el Espíritu de Dios en medio de Israel, revelándose y revelando el misterio de la Venida del Señor al pueblo hebreo. O sea, revelándose Cristo en Su Segunda Venida a Israel, trae así la bendición del Espíritu de Dios al pueblo hebreo, para Dios tratar nuevamente con el pueblo hebreo y comenzar la segunda parte de la Semana número Setenta, que son tres años y medio que le faltan a Israel, de trato con Dios, y el Programa Divino establecido en las Setenta Semanas de la Profecía de Daniel.
La Semana número Setenta es la Semana Mesiánica, en donde está la Venida del Señor. Y la Venida del Señor tiene dos partes: la primera parte fue cumplida en la primera parte de la Semana número setenta, o sea, en la primera parte que son los primeros tres años y medio de la Semana número Setenta, a la mitad de esa Semana número Setenta la vida del Mesías le fue quitada en la Cruz del Calvario.
Recuerden que cada una de esas semanas tiene siete años, por eso a los tres años y medio del ministerio de Jesucristo, murió en la Cruz del Calvario, le fue quitada la vida al Mesías, Su ministerio fue en la Semana número Setenta con el pueblo hebreo.
Por eso es que esa Semana número Setenta se paró, se detuvo, Dios la detuvo en la mitad, y luego se tornó a los gentiles, y ha estado tratando con los gentiles; y ha habido una brecha en la mitad de esa Semana número Setenta, una brecha para Dios tratar con los gentiles y llamar de entre los gentiles un pueblo para Su Nombre, y en muchas ocasiones entran hebreos también, porque de ambos pueblos (hebreos y gentiles) Dios llama un pueblo para Su Nombre, gente, llama personas, llama gente como individuos para formar Su Cuerpo Místico de creyentes (o sea, formar Su Iglesia), y así ser creado el Israel Celestial, que es la Iglesia del Señor Jesucristo donde nacen los hijos e hijas de Dios.
Así como Cristo nació por medio de la virgen María, la cual ahora es tipo y figura de la Iglesia del Señor Jesucristo para dar hijos e hijas de Dios a nuestro Dios, por medio de creación divina, por medio de la Palabra creadora de Dios prometida para cada edad.
Cuando esa Palabra es vindicada en cada edad, al Dios enviar al Mensajero para esa edad, y enviarlo ungido con Su Espíritu Santo, con la Columna de Fuego, y revelarle a ese Profeta la Palabra para ese tiempo, se hace realidad en ese Profeta, ese Mensajero la predica, son llamados y juntados los escogidos de esa edad, se produce ahí ese milagro en donde Cristo engendra hijos e hijas en cada edad, por la Palabra creadora siendo hablada por el Espíritu Santo a través del Mensajero de cada edad.
Ahí es donde aparecen los verdaderos escogidos en cada edad: cuando Dios envía al Mensajero de cada edad, el cual por medio de su predicación une con Cristo, en el Cuerpo Místico de Cristo, a los escogidos de Dios de ese tiempo.
Ahora, podemos ver porqué son tan importantes en el Programa de Dios esos Mensajeros de cada edad, pues esos son las siete Lámparas de fuego que están delante de la presencia de Dios, delante del Trono, que arden día y noche, y que son los siete Espíritus de Dios que recorren toda la Tierra; y recorren toda la Tierra en carne humana de edad en edad, cuando son manifestados esos espíritus teofánicos en el Mensajero correspondiente a cada edad.
“Porque Dios hace a Sus Angeles espíritus, y a Sus ministros llama de fuego.” Por eso aparecen esas siete lámparas de fuego delante del Trono; son manifestados en la Tierra esos Mensajeros de edad en edad, y cada una de esas lámparas es manifestada en cada edad, cada uno de esos espíritus teofánicos, que son llama de fuego allí delante del Trono de Cristo, delante del Trono de Dios, cuando aparecen en la Tierra los encontramos en carne humana.
Y así se hace carne ese espíritu teofánico que está delante del Trono de Dios, en cada edad se hace carne en el Mensajero de cada edad, aunque en un cuerpo mortal, corruptible y temporal. Pero cuando resuciten esos Mensajeros, estarán en carne, pero en un cuerpo glorificado, eterno y jovencito para toda la eternidad; cuando ellos regresen, regresarán en la flor de la juventud con sus grupos.
Ahora, todos seremos iguales a Jesucristo, todos los hijos de Dios serán iguales a Jesucristo, a imagen (cuerpo teofánico) y a semejanza (cuerpo físico glorificado), y así tendremos la imagen y semejanza de Dios restaurada en nosotros, y así estaremos redimidos plenamente, estaremos adoptados en el Reino de Dios; no solamente en espíritu sino en cuerpo también, para no solamente tener un Reino espiritual y reinar espiritualmente, sino físicamente también, en el Reino Milenial de Cristo.
Ahora, estamos en una fase de reinado espiritual con Cristo en Su Reino, pero cuando Cristo establezca Su Reino aquí en la Tierra, reinaremos físicamente con Cristo, porque ese Reino será físico también, y también espiritual, cubrirá ambos campos: el físico y el espiritual; por eso es que la Palabra se tiene que hacer carne en nosotros también.
A medida que recibimos la Palabra para el tiempo correspondiente que nos toca vivir, se va haciendo carne en nosotros la Palabra.
Cuando en cada edad han recibido la Palabra, vean ustedes, es que ocurre el milagro y entran en el Programa de Redención, de Salvación; reciben a Cristo como su Salvador, lavan sus pecados en la Sangre de Cristo, son bautizados en Su Nombre y reciben el Espíritu Santo, y así reciben el cuerpo teofánico de la sexta dimensión, y así obtienen el nuevo nacimiento, porque es necesario nacer de nuevo. “Porque el que no nazca de nuevo no puede ver, ni puede entrar al Reino de Dios.”
Ahora, Cristo cuando nació tenía —antes de nacer en la Tierra— Su cuerpo teofánico, y luego tuvo Su cuerpo de carne creado por Dios. Cuando Adán también fue así: primero Dios lo colocó en un cuerpo teofánico, y le dio todo poder y autoridad y gobierno de este planeta Tierra con todo lo que tenía, pero en el cuerpo teofánico no podía tomar herramientas para labrar la tierra y cosechar los frutos.
Y entonces Dios estando en Su cuerpo teofánico y teniendo a Adán en su cuerpo teofánico también (en el cuerpo teofánico que le dio), vean ustedes, eran dos hombres, pero en la sexta dimensión; y entonces Dios tomó del polvo de la Tierra, le creó un cuerpo de carne del polvo de la Tierra y lo colocó dentro de ese cuerpo, para labrar el Huerto del Edén y comer de sus frutos, y atender todo lo que estaba en el planeta Tierra, lo colocó como rey en el planeta Tierra.
Luego de pasado cierto tiempo, el cual no está identificado claramente en la Escritura —no sabemos cuántos años pasaron—, Dios no halló ayuda idónea para Adán de entre las demás criaturas que estaban en la Tierra, y del costado de Adán (de Adán) sacó una costilla y formó un cuerpo femenino para Adán, para que fuera su ayuda idónea, y colocó el espíritu femenino que estaba en Adán (porque tenía espíritu femenino y masculino), lo separó y lo colocó en ese cuerpo femenino que Dios formó para que fuera la compañera de Adán.
Y luego de Dios haber hecho esa operación —vean, fue el primer Cirujano, y también el primer Doctor, Anestesiólogo—, luego despertó Adán de la anestesia que le colocó... Dios sabe cómo anestesiar a cualquiera, cómo dormir a cualquier persona y cómo hacer cualquier operación, pues El es el Diseñador y Creador del cuerpo humano, del cuerpo teofánico también.
Y ahora, Adán despierta y ve ese cuerpo, lo mira, no se parece a ningún animal, por lo tanto no era descendiente ni del mono, ni nada; Adán la mira bien, ve sus manos, ve su cuerpo, ve sus pies, ve su rostro, dice: “¡Pero si, pues sí se parece a mí! Esto es carne de mi carne, esto es parte mía, y huesos de mis huesos; esto no es otra cosa sino la compañera que yo deseaba tener, porque veía que todos los animales, el varón tenía su compañera, y el único que no tenía compañera era yo.” Eso fue lo mismo que Dios vio, dice: “Y no halló ayuda idónea para Adán.” Pero cuando le hace esa compañera, entonces allí estaba la ayuda idónea para Adán.
Adán no sabía los problemas que iba a tener; como cuando todo joven se enamora, está bien ilusionado y no sabe los problemas que después va a tener en el matrimonio, pero uno se mete por amor. Y Dios le dio esa compañera, por lo tanto era una bendición de Dios.
Y cuando Dios nos da una compañera es una bendición de Dios, no importa los problemas que vengan a nosotros, es una compañera para estar a nuestro lado en las buenas y en las malas también, y para reproducirnos y tener niños, para que así se multiplique la raza humana; si no fuese así, ya cuando Adán murió (y Eva), se acababa la raza humana; pero ha sido para que el ser humano, el hombre se reproduzca, para eso tiene que tener una compañera, una ayuda idónea, una esposa.
Y ahora, Cristo para reproducirse, siendo El el Hijo de Dios, para reproducirse en hijos de Dios tiene que tener una compañera. Y cuando fue crucificado, allí fue herido, y ahí estaba la operación para sacar de Su costado Sangre, agua y Sangre, y de ahí es creada la Iglesia del Señor Jesucristo. Por eso es que cuando recibimos a Cristo como nuestro Salvador, somos bautizados en Su Nombre, lavamos nuestros pecados en Su Sangre, y somos bautizados en Su Nombre y recibimos Su Espíritu Santo, obtenemos el nuevo nacimiento, hemos nacido del agua y del espíritu. ¿Qué salió del costado de Jesús? Agua y Sangre. La vida de la Sangre es el Espíritu Santo, por lo tanto, nacemos del agua y del espíritu.
Y ahora, vean ustedes cómo Cristo ha estado reproduciéndose, y nos ha encontrado en cuerpos mortales y corruptibles y con espíritus, pero del mundo, pero El hace la transformación, el cambio cuando le recibimos. Primero el nuevo nacimiento, dándonos el cuerpo teofánico, y así nos coloca en la sexta dimensión, nos coloca en Su Reino, nos saca del reino de las tinieblas, nos saca del reino de la quinta dimensión, que es el reino del diablo, y nos coloca en Su Reino, nos coloca en la sexta dimensión en lugares celestiales en Cristo Jesús. Y así nos encontramos espiritualmente como Adán cuando estaba en la sexta dimensión antes de recibir el cuerpo de carne, y como estaba Jesús antes de Su cuerpo de carne nacer en Belén de Judea. Ese es el orden para un hijo de Dios nacer con Vida eterna: tiene que nacer primero en la sexta dimensión.
Por eso al nacer en esta dimensión por nuestros padres terrenales, no nacemos con Vida eterna, pero cuando recibimos a Cristo, lavamos nuestros pecados en Su Sangre, somos bautizados en Su Nombre y recibimos Su Espíritu Santo, obtenemos el nuevo nacimiento y obtenemos un cuerpo teofánico de la sexta dimensión, y somos colocados en la sexta dimensión. Pero cuando llegamos a la Tierra por nuestros padres terrenales, no pasamos por la sexta dimensión para obtener nuestro cuerpo teofánico, y por esa causa nacimos como mortales aquí en la Tierra.
Cristo cuando nació no nació como mortal, nació con Vida eterna, pero se hizo mortal tomando nuestros pecados. Dios no creó al ser humano para morir, El lo creó para vivir eternamente.
Y ahora, Cristo es el Principio de la Creación de Dios, es el Principio en Su cuerpo teofánico y es el Principio en Su cuerpo de carne también, porque es el Primero de la Nueva Creación con cuerpos teofánicos y de la Nueva Creación con cuerpos físicos glorificados. El es el Principio de la Nueva Creación, que es la Iglesia del Señor Jesucristo, El es el Principio de esa Creación con Vida eterna, y El es... Jesús en Su cuerpo de carne es el cuerpo de carne de Dios.
Así como nosotros somos alma, espíritu y cuerpo; Dios por cuanto ha hecho al hombre, ha creado al hombre a Su imagen y semejanza, Dios pues es el alma, el cuerpo teofánico de Dios es Su Espíritu, el Espíritu, y Su cuerpo llamado Jesús, es Su cuerpo de carne. ¿Ven? Y ahí tenemos a Dios hecho hombre: cuerpo, espíritu y alma (como el hombre).
Y ahora, Dios hace al hombre en la Nueva Creación, a Su imagen (cuerpo teofánico) y a Su semejanza, cuerpo teofánico como el de Cristo Jesús, y cuerpo de carne glorificado como el de Jesucristo nuestro Salvador; ese es el cuerpo que estamos esperando, el cual pronto El nos dará, y entonces estará cada hijo de Dios, que es un atributo de Dios, y por consiguiente es Palabra de Dios, estará cada hijo de Dios como Palabra de Dios, hecho carne en un cuerpo glorificado, como nuestro amado Señor Jesucristo. Y así la Familia de Dios, la descendencia de Dios, estará completa con cuerpos eternos.
¿Saben qué es lo más grande que Dios ha creado? ¿Y saben qué ocupa el lugar principal en el Cielo? Dios y Sus hijos. Eso es lo más grande que existe: Dios, y para Dios: Su Familia, Sus hijos.
Ahora, podemos ver que la encarnación de la Palabra, Dios hecho carne fue Jesucristo, se tuvo que hacer carne para poder llevar a cabo la Obra de Redención, y para poder hacer carne a todos los hijos e hijas de Dios, a todos esos atributos de Dios que son Palabra de Dios, son atributos divinos que tienen que ser manifestados en esta Tierra de etapa en etapa.
Y ahora, la Iglesia del Señor Jesucristo como Cuerpo Místico de creyentes tiene que ser la Palabra de Dios en cada edad, la Palabra prometida de Dios en cada edad, la cual se hace carne en el Mensajero de cada edad; y por medio del Mensajero son llamados los escogidos de cada edad, y así son manifestados a medida que escuchan, que reciben la Palabra de Dios para su edad, y se hace carne en ellos esa Palabra, ese Mensaje se hace carne en ellos en cada edad.
El Mensaje de cada edad se tiene que hacer carne en los escogidos de cada edad, en esas almas que están escritas en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, para en el Día Postrero si parten, ser resucitados en cuerpos eternos; si permanecen vivos hasta que sean resucitados los muertos en Cristo y Cristo transforme a Sus escogidos, pues todos los que estarán vivos y sean la Palabra de Dios para el Día Postrero, hecha carne esa Palabra en nosotros, pues seremos transformados. Esa es una promesa, y nosotros la creemos con toda nuestra alma, por eso estamos esperando nuestra transformación.
Y la fe para ser transformados y raptados la dan los Truenos. ¿Y qué es lo que los Truenos revelan, la Voz de Cristo en Apocalipsis, capítulo 10, verso 1 al 11? Revelan el misterio del Séptimo Sello, el misterio de la Segunda Venida de Cristo a los escogidos de Dios del Día Postrero.
Y los que vean la Venida del Señor y permanezcan vivos hasta que los muertos en Cristo resuciten, serán transformados; seremos transformados en este tiempo final, por eso estamos esperando nuestra transformación, no sabemos en qué año; pero lo importante es tener la fe, la revelación del Séptimo Sello, esa es la revelación para ser transformados y raptados, esa es la fe de Rapto, la revelación de Rapto, la revelación de la Segunda Venida de Cristo. Sin esa revelación ninguna persona podrá ser transformada.
Ahora, conscientes de que estamos viviendo en el tiempo final y de que estamos en una nueva edad, con la Palabra para esa nueva edad, la cual hemos recibido y se ha estado haciendo carne en nosotros, es parte nuestra, es carne de nuestra carne, es sangre de nuestra sangre, y es vida de nuestra vida; por lo tanto, la promesa de la transformación es para nosotros, si permanecemos vivos hasta que los muertos en Cristo resuciten.
Por lo tanto, tengan sus vidas arregladas delante de Dios, ya eso es responsabilidad de cada uno de ustedes, y estemos esperando nuestra transformación, y estemos metiendo Palabra de Dios de nuestro tiempo, dentro de nuestra alma, dentro de nuestro corazón, para que siga haciéndose carne en nosotros esa Palabra a medida que la vamos recibiendo en nuestra alma; y muy pronto, no sabemos el año pero sabemos que es muy pronto, vamos a estar transformados conforme a la promesa de Cristo.
Ahora, en la Iglesia del Señor Jesucristo hemos visto que la Palabra se hace carne, el Mensaje correspondiente a cada edad, en el Mensajero, y después en el pueblo que lo recibe. Y la Palabra, el Verbo viene manifestado en carne, y el Espíritu Santo viene manifestado en ese Mensajero en cada edad.
Para el Día Postrero tenemos la promesa que el Espíritu Santo también vendrá a Su Iglesia, en la Edad de la Piedra Angular en carne humana. Y la Palabra se hará carne en el Día Postrero en medio de Su Iglesia en el Mensajero de esa edad, para hacerse también carne en los escogidos de esa edad, y así nuestros cuerpos teofánicos estar guiándonos; porque sin el cuerpo teofánico ninguna persona puede captar, entender, todo el Mensaje que Dios nos da.
Eso es lo que hace ser diferentes a los escogidos de Dios: que tienen un cuerpo teofánico que han recibido cuando han nacido de nuevo, y por medio de ese cuerpo teofánico de la sexta dimensión, captan la Palabra de Dios para su tiempo, la van recibiendo, se va haciendo carne en ellos, y va así preparándose para su transformación; y los escogidos de Dios entonces han escuchado de sus teofanías, han escuchado de sus teofanías a la Teofanía de Dios.
Y la Teofanía de Dios, que es el Angel del Pacto, el Angel de Jehová, Jesucristo en Su cuerpo teofánico, le habla a Su Iglesia de edad en edad, por medio de la teofanía mensajero de cada edad que envía en carne humana, y viene a ser el Mensajero de cada edad.
Por lo tanto, en la teofanía como Angel Mensajero, la teofanía, el Angel Mensajero, el espíritu de Profeta que le dio a Juan la revelación del Apocalipsis, estará en el Día Postrero en la Iglesia de Jesucristo enviado por Jesucristo en carne humana.
Y la Teofanía de Dios, el cuerpo teofánico de Dios, el Angel del Pacto, Jesucristo en Su cuerpo teofánico, le hablará a la teofanía que le dio a Juan el Apóstol la revelación del Apocalipsis, o sea, a ese Angel de Jesucristo, a ese espíritu de Profeta que envió a Juan el Apóstol, para darle la revelación del Apocalipsis, y le hablará a ese espíritu teofánico todo lo que tiene que decirle a Su Iglesia en el Día Postrero, en la Edad de la Piedra Angular. ¿Ven lo sencillo que es?
Y de teofanía a teofanía pasa la revelación de Jesucristo a Su Iglesia. Es la cosa más sencilla que uno puede imaginarse.
Ahora, vean ustedes porqué los cristianos del tiempo de los Apóstoles creían en el Angel que cada persona tenía. El mismo Cristo cuando habló de Sus discípulos dijo que “el Angel (o los Angeles) de estos pequeñitos ven el rostro de mi Padre cada día.”
Cada cristiano tiene su Angel, su Angel de la guardia o de la guarda, que es su cuerpo teofánico. Y la Iglesia del Señor Jesucristo como Cuerpo Místico de creyentes en cada edad tiene el Angel de la guarda o de la guardia enviado por Cristo, que es el Angel Mensajero, ese espíritu teofánico del Mensajero que viene en carne humana.
Y así, vean ustedes, el mismo proceso por el cual pasa cada individuo como cristiano, pasa la Iglesia del Señor Jesucristo, por eso es que uno tiene que saber hacer la diferencia de cuando se está refiriendo al Cuerpo Místico de Cristo y cuando se está refiriendo al individuo, es el mismo proceso.
Pero vean ustedes, el Angel de Jehová que acampa en derredor de los que le temen y los defiende, para individuo es su cuerpo teofánico, para la Iglesia es el Angel Mensajero que Cristo le envía de edad en edad.
Y ahora, miren ustedes, para Israel es el Arcángel Miguel, ese es el Angel que está por el pueblo de Israel, el Príncipe que está por los hijos de Israel.
Ahora, podemos ver que hay un Programa que se lleva a cabo, el cual es invisible para los seres humanos, pero que su manifestación, su obra es visible, y la gente dice: “¿Cómo puede ser posible que los que vivieron en tal tiempo lograran el éxito con todas las persecuciones que tenían?” Porque desde otra dimensión se ha estado llevando a cabo ese Programa.
También la victoria que obtuvo el pueblo hebreo con Moisés cuando fue libertado allá en el éxodo y después viajando por el desierto, fue porque otra dimensión estaba trabajando en favor del pueblo hebreo; y el Arcángel Miguel era el Príncipe que estaba por los hijos de Israel, y era el Príncipe de los Ejércitos de Jehová.
También dice la Escritura que las estrellas pelearon por Israel, en favor de Israel, y ahí vamos a dejar eso, porque ya nos meteríamos en un campo científico, y tendríamos que ver cómo de otras estrellas pelearon en favor del pueblo hebreo, porque era un mundo invisible que estaba luchando en favor del pueblo hebreo, y estaba luchando en contra de otro mundo invisible de la quinta dimensión; era una lucha; pero la victoria fue para Israel, porque Dios estuvo con Israel, y Sus Ejércitos Celestiales estuvieron en favor del pueblo hebreo.
Diríamos en términos científicos: ovnis, extraterrestres de la sexta dimensión, de otra dimensión, en favor del pueblo hebreo. En contra del pueblo hebreo gente de la quinta dimensión: el diablo con todos sus ángeles caídos. ¿Ven?
Pero vamos a dejar eso ahí, porque no vamos a hablar en términos científicos; porque las cosas celestiales si se hablan en términos celestiales, hay que meterse hasta en términos que nos llevaría a hablar de la ciencia, y a hablar de las estrellas, y a hablar de las diferentes dimensiones.
Y ya yo creo que con lo que hemos hablado acerca de la Palabra, LA ENCARNACION DE LA PALABRA, yo creo que tenemos suficiente para saber que la Palabra se hace carne en Su Iglesia de edad en edad, y se hace carne en cada creyente a medida que recibe la Palabra; y en la Iglesia a medida que recibe el Mensaje de Dios por medio del mensajero, se hace carne en Su Iglesia en esa edad la Palabra de esa edad. Así es vindicada la Palabra prometida para cada edad: cuando envía el Mensajero con la revelación divina y con el Sello del Dios Vivo, del Espíritu Santo, ungido con el Espíritu Santo para ese tiempo.
Así se hace carne en cada edad la Palabra, y en los escogidos de Dios a medida que Dios lleva a cabo esa Obra. Pero algún día cuando recibamos el cuerpo nuevo, la Palabra, el Verbo estará hecho carne, nuestro cuerpo teofánico estará hecho carne en un cuerpo glorificado como el cuerpo de nuestro amado Señor Jesucristo, y nuestra alma estará deleitándose y diciendo: “¡Este era el cuerpo que yo quería tener!”
Y diciendo, cada vez que nos veamos en el espejo, diciendo: “¡Valió la pena servir a Cristo, valió la pena haberlo recibido como nuestro Salvador! Era la única forma para yo poder vivir eternamente en un cuerpo eterno, inmortal y glorificado, con un espíritu teofánico dentro de este cuerpo.” Y nuestra alma estará satisfecha con todo lo que tendremos en ese cuerpo nuevo, y Jesucristo estará satisfecho con el fruto de Su labor, el fruto de Su Sacrificio; y el fruto de Su Sacrificio somos nosotros: hijos e hijas de Dios.
Cuando El nos vea a todos con cuerpos glorificados, será el momento de más gozo para nuestro amado Señor Jesucristo, porque verá consumado Su Plan, el Plan Divino a través de El, de Dios tener hijos e hijas de Dios a Su imagen y semejanza, con cuerpos teofánicos eternos y cuerpo físicos eternos, inmortales y glorificados, cuerpos que se podrán tocar, y cuerpos en los cuales nos podremos saludar y podremos comer. En el teofánico no se puede comer, pero en el cuerpo de carne pero glorificado, ahí sí se puede comer, la prueba está en que Jesús cuando resucitó pudo comer, comió con Sus discípulos.
Y cuando el Rvdo. William Branham estuvo en el Paraíso antes de su partida final, ellos allí le dijeron en el Paraíso: “Aquí nosotros ni dormimos ni trabajamos ni nos da hambre, no comemos; pero nosotros regresaremos contigo a la Tierra y entonces allá comeremos, cuando tengamos el cuerpo nuevo, regresaremos y entonces comeremos, porque en el cuerpo de carne glorificado sí podremos comer.”
Ahora, ¿cuántos años lleva Pedro sin comer? Y yo creo que Pedro comía bastante, porque los pescadores pues, ustedes saben que los que están en el mar pescando y luego salen, salen con mucha hambre, da mucha hambre en esos lugares, y miren ustedes, todos ellos de seguro están deseosos de una comidita terrenal. Ellos dijeron: “Cuando regresemos a la Tierra entonces comeremos.” ¿Bueno, y quién les irá a preparar la comida?
Una vez yo estuve diciendo que muchos llevan hasta cerca de dos mil años sin comer, y cuando vengan vienen con mucho apetito, una persona dijo: “No me vaya a mandar ninguno para casa.” Yo le dije: “No se preocupe, lo mandaremos a otro lugar.” Y entonces cuando dije: “Cuando veamos a los muertos resucitados en cuerpos eternos, entonces seremos transformados.” Entonces dijo: “Pues mándeme muchos para casa.”
Es que no se había dado cuenta que para ser transformados los vamos a ver a ellos ya resucitados en cuerpos eternos, y ellos van a aparecer a los que van a ser resucitados en cuerpos eternos, o sea, van a ser resucitados los escogidos de Dios de este tiempo, nos van a aparecer, y compartiremos lo que Dios nos tenga para esos días.
Pero no va haber ningún problema, ellos y también nosotros, cuando tengamos el cuerpo nuevo tendremos en abundancia de todo, y aún antes de tener el cuerpo nuevo ellos también podrán hablar a creación cualquier cosa que necesitemos, y en esos días también vamos a estar en una etapa muy gloriosa o va a comenzar una etapa muy gloriosa, en donde Dios va a proveer.
Así que, no nos preocupamos por la parte material, lo importante es lograr la parte espiritual, lograr esa bendición de parte de Dios, y las demás cosas serán añadidas; y cuando tengamos el cuerpo nuevo podremos comer, pero si no queremos comer, no tenemos que comer, o sea, que no hay necesidad en el nuevo cuerpo, pero podemos comer.
Ahora, podemos ver que hay una gran bendición por ahí cerca, es como dijo Elías en una ocasión: “Grande lluvia suena, grande lluvia de bendición está sonando.”
Hay una bendición muy grande para todos los escogidos de Dios de este tiempo final, por eso es tan importante entender la encarnación de la Palabra.
Para este tiempo final tenemos la promesa que el Espíritu Santo vendrá en carne humana, El ha venido en carne humana manifestado parcialmente en cada Angel Mensajero enviado para cada edad. Para este tiempo final tenemos la promesa que el Verbo, la Palabra, el Espíritu Santo, que es el Jinete del Caballo Blanco de Apocalipsis 19, vendrá en carne humana.
El Rvdo. William Branham hablando de este gran Jinete misterioso de Apocalipsis 19, dijo en la página 256 del libro de “Los Sellos:”
“Pero cuando nuestro Señor aparezca sobre la Tierra El vendrá sobre un Caballo Blanco como la nieve, y será completamente Emmanuel —la Palabra de Dios encarnada en un hombre.—”
Si conseguimos a ese hombre, habremos conseguido el velo de carne donde estará el Verbo, la Palabra, el Espíritu Santo hecho carne en el Día Postrero; y ese velo de carne tiene que ser un Mensajero, un Profeta dispensacional, y tiene que estar en el Cuerpo Místico de Cristo, y tiene que estar, ya no en edades pasadas, sino en la edad correspondiente a este tiempo, que es la Edad de la Piedra Angular, y tiene que ser el Mensajero de esa edad y Mensajero de la Dispensación del Reino.
Si consiguen ese hombre, han conseguido el Angel del Señor Jesucristo, y han conseguido el Mensajero donde el Espíritu Santo se hará carne y se manifestará a Su Iglesia, y nos hablará, nos revelará todas estas cosas que deben suceder pronto en este tiempo final.
Jesús dijo en Apocalipsis, 22, verso 16:
“Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias.”
Es el Angel de Jesucristo el enviado para dar testimonio de todas estas cosas que deben suceder pronto, porque es ese el Angel donde Jesucristo en Espíritu Santo vendrá a Su Iglesia en este tiempo final. Apocalipsis, capítulo 4, verso 1, dice Cristo con esa Voz de Trompeta, dice:
“Y me dijo: Sube acá, y yo te mostraré las cosas que sucederán después de estas.”
Las cosas que han de suceder después de las que ya han sucedido en las siete edades, Cristo ha prometido darlas a conocer, y la única forma establecida por Cristo en el Apocalipsis para darlas a conocer, es por medio de Su Angel. Apocalipsis, 22, verso 6, dice:
“Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto.”
No hay otra forma ni otro instrumento a través del cual Jesucristo esté revelando en el Día Postrero, en la Edad de la Piedra Angular, las cosas que deben suceder pronto, es por medio de Su Angel. De otra manera diría: “He enviado mi Angel y a muchos otros mensajeros para dar a conocer estas cosas.” Pero dice: “He enviado mi Angel.” El mismo Angel que le envió a Juan el Apóstol el cual es un espíritu de Profeta, para dar a conocer a la Iglesia estas cosas que le dio a conocer a Juan, y abrírselas a la Iglesia estas cosas que deben suceder pronto en este tiempo final, tiene que venir en carne humana.
Así que, eso será la manifestación de Cristo, el Espíritu Santo, a través de Su Angel Mensajero en el Día Postrero, y eso será la manifestación del Jinete del Caballo Blanco de Apocalipsis 19, la manifestación del Espíritu Santo por medio de carne humana en Su Angel Mensajero.
Ese es el misterio grande que contiene Apocalipsis, capítulo 19, ese es el misterio bajo el Séptimo Sello, ese es el misterio que los Siete Truenos de Apocalipsis, capítulo 10, abren, dan a conocer a la Iglesia del Señor Jesucristo en la Edad de la Piedra Angular, es un misterio para ser revelado a la Iglesia del Señor Jesucristo, a los que van a ser transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero.
Estos misterios son concedidos para ser conocidos por la Iglesia, es concedido conocerlos a la Iglesia de Jesucristo en la Edad de la Piedra Angular. A las demás edades no fue concedido conocer este misterio del Séptimo Sello, este misterio del Jinete del Caballo Blanco de Apocalipsis, capítulo 19, verso 11 al 21, porque este es el misterio que le da la fe a los escogidos de Dios para ser transformados y raptados, y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero.
Sin la revelación de este misterio, ninguna persona podrá ser transformada y llevada con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero, aunque parezca algo inconcebible a la mente humana, pues miren, es inconcebible a la mente humana porque no lo concibió mente humana, lo concibió la mente de Dios.
Así que, podemos ver el misterio para la encarnación de la Palabra, el Verbo, el Espíritu Santo, para el Día Postrero. Así como vimos la encarnación de la Palabra dos mil años atrás en Jesús, y hemos visto cómo ha estado el Espíritu Santo manifestado por medio de carne humana en el Mensajero de cada edad, en la porción correspondiente a cada edad; y para el Día Postrero en el Angel del Señor Jesucristo, conforme a la promesa divina para la Iglesia del Señor Jesucristo en la Edad de Oro, la Edad de la Piedra Angular. Ahí estará el misterio de la encarnación de la Palabra, el misterio de la encarnación del Espíritu Santo para el Día Postrero.
Ha sido para mí un privilegio estar con ustedes en esta ocasión, dándoles testimonio de: “LA ENCARNACION DE LA PALABRA.”
El misterio de la encarnación de la Palabra ayer, y el misterio de la encarnación de la Palabra hoy, y el misterio de la Palabra manifestada por medio de los mensajeros de edad en edad.
Que las bendiciones de Jesucristo, el Angel del Pacto, sean sobre todos ustedes y sobre mí también, y pronto se complete el número de los escogidos de Dios en el Cuerpo Místico de Cristo, y Cristo se levante del Trono del Padre y adopte a Su Angel Mensajero, y adopte a los muertos en Cristo y los resucite en cuerpos eternos, y nos adopte a todos y nos transforme, y tenga una manifestación plena en Su Iglesia en este Día Postrero de 30 a 40 días, cuando resucite a los muertos en Cristo y nos transforme a nosotros, y luego nos lleve con El a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén y amén.
Bueno, hemos visto EL MISTERIO DE LA ENCARNACION DE LA PALABRA.
Hemos visto también que el Angel del Señor Jesucristo no es el Señor Jesucristo, él solamente es Su Angel Mensajero enviado a Su Iglesia para darle a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto en este tiempo final.
Muchas gracias por vuestra amable atención, y continúen pasando todos una noche llena de las bendiciones de Jesucristo nuestro Salvador. Con nosotros nuevamente el Rvdo. Porfirio Ramón Tillería, para finalizar nuestra parte en esta ocasión, mientras escuchamos el cántico que nos habla del Hombre que nos transformó, y también lo cantamos, y así glorificamos a Dios, y le damos gracias por Sus bendiciones. Que Dios les bendiga y les guarde, y el cántico para cantar así a nuestro Dios.
“LA ENCARNACION DE LA PALABRA.”