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| Palabras a los jóvenes | 2000-10-19 | 1 | Ibarra | EC | 00:22:30 | true |
Muy buenos días, jóvenes; es para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta mañana, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final.
Es una bendición grande vivir en este tiempo, es un tiempo profético marcado en las profecías bíblicas como el tiempo del fin y como el tiempo más glorioso de todos los tiempos; tiempo para el cual Dios ha dicho que enviará a Sus Angeles con gran Voz de Trompeta y juntarán a Sus escogidos; tiempo en que se completará el número de los miembros del Cuerpo Místico de Cristo, y Cristo terminará Su Obra de Intercesión en el Cielo y tomará el Título de Propiedad, y reclamará todo lo que El ha redimido con Su Sangre, y resucitará a los muertos creyentes en El, de edades pasadas y algunos de los nuestros que han partido, y nos transformará a nosotros los que vivimos. Este es el tiempo señalado en la profecía para suceder todas estas cosas.
Y ahora, cuando vemos que estamos viviendo al final del siglo XX, para comenzar ya el próximo año el siglo XXI, y comenzar así el Día Postrero delante de Dios. Si Dios toma como calendario por el cual se regirá, el calendario gregoriano, para con los gentiles, pues ya el próximo año entraríamos o entraremos al Séptimo Milenio de Adán hacia acá o Tercer Milenio de Cristo hacia acá.
De Cristo hacia acá han estado cumpliéndose los Días Postreros, porque los Días Postreros delante de Dios son, para los seres humanos, los tres milenios postreros que son: quinto milenio, sexto milenio y séptimo milenio.
Cristo nació unos cuatro a siete años antes de comenzar el quinto milenio, y luego encontramos que el Ministerio de Jesucristo fue dentro del quinto milenio; o sea, que cuando ya Cristo tenía de cuatro a siete años de edad comenzó el quinto milenio, y por consiguiente comenzaron los Días Postreros, los Días Postreros delante de Dios, que para los seres humanos son los milenios postreros.
Algunas personas cuando hablan de este tiempo dicen: “Estamos viviendo ya en los Días Postreros.” Pero los Días Postreros comenzaron desde que Jesús tenía de cuatro a siete años de edad. Por eso cuando habla Pablo, en Hebreos, capitulo 1, verso 1 al 3, dice que Dios habló por medio de los profetas... vamos a leerlo para que lo tengan claro:
“Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas,
en estos postreros días (¿ve?)... en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo.”
San Pablo coloca ya los Días Postreros en los días de Jesús.
Y ahora, encontramos que también otros profetas hablaron de que aquellos eran los Días Postreros, y aun el Apóstol San Pedro estuvo hablando acerca de aquel tiempo, y dijo en Primera de Pedro, capitulo 1, verso 18 en adelante, dice:
“Sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata,
sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación,
ya destinado desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postreros tiempos por amor de vosotros (vean cómo ya coloca Pedro, el Apóstol, aquellos días como los postreros tiempos, los postreros días),
y mediante el cual creéis en Dios, quien le resucitó de los muertos y le ha dado gloria, para que vuestra fe y esperanza sean en Dios.
Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad, mediante el Espíritu, para el amor fraternal no fingido, amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro;
siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre.”
Aquí podemos ver como San Pedro señala que aquellos fueron ya los días postreros, y el Cordero de Dios, Jesucristo, ya estaba destinado, dice:
“...sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación, ya destinado desde antes de la fundación del mundo (o sea, que ya la Venida del Señor y Su Sacrificio en la Cruz del Calvario, ya eso estaba destinado desde antes de la fundación del mundo), pero manifestado en los postreros tiempos por amor de vosotros.”
Destinado desde antes la fundación del mundo, pero manifestado en los postreros días, en el primero de los Días Postreros, o sea, en el quinto milenio, ya manifestado como Cordero de Dios, quitando nuestros pecados con Su Sacrificio en la Cruz del Calvario; Sacrificio que se llevó a cabo alrededor del año 30 del quinto milenio, o sea, del año —digamos— del año 26 al 30 —mas o menos— del quinto milenio.
Y ahora, podemos ver que de los Días Postreros solamente nos queda el último de los Días Postreros, que es el séptimo día, porque ya usando el calendario gregoriano, lo que nos aqueda del segundo de los Días Postreros es de aquí a diciembre. Eso es usando el calendario gregoriano.
Si usamos el calendario profético ya hace tiempo estamos en el séptimo milenio, por consiguiente ya hace tiempo estamos en el Día Postrero delante de Dios. Ya llevamos alrededor de 25 a 30 años dentro del séptimo milenio conforme al calendario profético.
¿Pero qué si Dios llega a usar el calendario que se usa entre los gentiles, para bregar con los gentiles? No importa el calendario que use; lo mismo (usando el calendario gregoriano o el calendario profético) lo que iba a pasar hoy, iba a pasar con cualquier calendario; porque es un Programa Divino que El va llevando a cabo, y El es el que cuenta el tiempo.
Y algún día llegará el momento en que Dios dirá: “El tiempo se acabó, el tiempo no es más.” El tiempo para tratar con los gentiles habrá terminado, y también el tiempo para el Reino de los gentiles también terminará.
Así que, cuando Dios comience a tratar con el pueblo hebreo, el tiempo para los gentiles, para el cristianismo, habrá llegado a su final, y por consiguiente también se llegará al final del tiempo para el reino de los gentiles; entonces ya tres años y medio le faltará al reino de los gentiles para llegar a su final, y comenzar el glorioso Reino Milenial de nuestro amado Señor Jesucristo.
Ahora, viendo en el tiempo en que nos encontramos por la Gracia de Dios, lo cual es un privilegio vivir en este tiempo, pues este es el tiempo que desearon vivir los Profetas, tanto del Antiguo Testamento como los Apóstoles, y los Angeles Mensajeros del Señor Jesucristo; pero por la Gracia de Dios a nosotros es que nos ha tocado vivir en este tiempo, y somos bienaventurados al ver y escuchar las cosas que Dios está haciendo en este tiempo final, que son las cosas que deben suceder en este tiempo final, las cuales son dadas a conocer a todos nosotros.
Y ahora, podemos ver que en este tiempo, entre las muchas cosas que están sucediendo conforme al Programa Divino, hay personas que han creído de todo corazón a Dios y Su Palabra prometida para este tiempo final, y sus ojos espirituales han sido abiertos, para poder ver y entender todas estas cosas que están sucediendo en este tiempo final, y cómo lo que Dios ha prometido ha ido cumpliéndose gradualmente. Somos bienaventurados en ver lo que vemos, y oír lo que oímos en este tiempo final. Para lo cual Cristo, dice:
“Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias.”
Por medio de la Luz que Cristo nos da a través de Su Angel Mensajero, dándonos testimonio de todas estas cosas que deben suceder pronto, nuestros ojos espirituales son abiertos, para poder comprender todas estas cosas. El nos da Luz sobre la Palabra prometida para este tiempo final.
Y ahora, nuestros ojos han sido abiertos, y podemos ver todas estas cosas que están sucediendo conforme a los que Dios ha dicho por medio de Su Palabra profética. Somos personas bienaventuradas en este tiempo final. Así como hubo personas, hubo jóvenes bienaventurados en los días de Moisés y también en los días de los demás Profetas, y en los días de Jesús y en los días de los Apóstoles.
Vean ustedes, en los días de Jesús hubieron jóvenes bienaventurados como Juan el Apóstol, que era el más joven de los apóstoles; o sea, que una posición como esa: ser un Apóstol de Jesucristo, vean ustedes, la obtuvo Juan el Apóstol siendo un joven.
Por lo tanto, jóvenes, no importa la edad que ustedes tengan, pueden ser instrumentos de Cristo, y en una escala mayor si se coloca en las manos de Jesucristo, no importa la edad.
Hubo jóvenes en los días de Jesús, y hubo niños también, adultos, hombres y mujeres, que creyeron en Cristo y le sirvieron, y vieron el Programa Divino correspondiente a aquel tiempo, siendo cumplido en Jesús, y trabajaron en la Obra que Jesucristo estaba llevando a cabo, y proclamaron que Jesús era el Rey de Israel, el Mesías prometido para el pueblo hebreo; y con gozo proclamaron, el día de la entrada triunfal de Jesús, que Jesús era el Rey de Israel: “¡Hosanna al Rey que viene en el Nombre del Señor!.” Niños y jóvenes allí presentes proclamaban así la entrada triunfal *a Jerusalén, y también adultos que allí estaban, los cuales creían en Jesús.
Hubo jóvenes también en los días de los Apóstoles, Pablo, vean ustedes, llevaba a Timoteo y a Tito también; y hubo otros jóvenes también, todos esos jóvenes que trabajaban en la Obra de Cristo llevando el Mensaje. Timoteo era evangelista también, ¿verdad? Evangelista, y también vino a ser pastor-obispo, ¿dónde, en qué sitio fue? En Efeso, lo dejó en Efeso allí San Pablo. O sea, que vean ustedes cómo jóvenes han sido instrumentos de Cristo en medio de Su Iglesia en diferentes tiempos.
También en los días de los Siete Angeles Mensajeros, hubo jóvenes que trabajaron brazo a brazo con el Mensajero de su edad.
Y en este tiempo final en el cual vivimos, ¿dónde están los jóvenes de este tiempo final? Aquí están todos en el Reino de Dios, trabajando en la Obra de Dios, para trabajar en la Edad de la Piedra Angular, junto al Mensajero y Mensaje de la Edad de la Piedra Angular, para obtener el éxito, la victoria en el Amor Divino, en este Día Postrero.
Así que, jóvenes, adelante trabajando en la Obra de Cristo, sirviendo a Cristo con toda vuestra alma y cuidando vuestras almas todos los días de vuestra vida terrenal. Y mirando bien que el tiempo es el tiempo final, y que el que se vaya a casar, pues tiene que saber que estamos en el tiempo final, y que si en su corazón Dios ha puesto trabajar en Su Obra, debe de casarse con una joven que también tenga en su corazón trabajar en la Obra de Cristo, para que los dos unidos trabajen ampliamente en la Obra de Cristo.
Y jóvenes, hay muchas jóvenes, buenas y trabajadoras, que aman a Cristo y trabajan en la Obra de Cristo.
Cuando enamoren alguna joven, enamoren en serio a la joven, no por pasar el rato, no por perder el tiempo sino en serio, porque los días son malos y hay que aprovecharlos, para hacer esos días buenos para nosotros, y trabajar en la Obra de Cristo unidos.
Todas las cosas hay que tomarlas en serio, y más las cosas de Dios.
Así que, jóvenes, adelante sirviendo a Cristo nuestro Salvador, trabajando en Su Obra, y expresándole nuestro amor a El.
Que las bendiciones de Jesucristo, el Angel del Pacto, sean sobre todos ustedes y sobre mí también, y les use a ustedes y a mí grandemente en Su Obra en este tiempo final. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén y amén.
Dejo nuevamente con ustedes a nuestro amigo y hermano, el misionero y Rvdo. Miguel Bermúdez Marín, para finalizar nuestra parte.
Mientras él toma su parte, tenemos la primera parte del cántico —si lo tenemos a la mano—, y todos podemos cantar, siguiendo el cántico, podemos nosotros cantar también esta primera parte de este cántico que nos habla de Jesucristo, el Hombre que nos transformó.
“PALABRAS DE SALUDO A LOS JOVENES.”