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|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|
| Enviado con la Misión Celestial | 2000-08-27 | 1 | Cartagena | Bolívar | CO | 01:30:07 | true |
Muy buenos días, amados hermanos y amigos presentes; es para mí un privilegio muy grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios correspondiente a este tiempo final. Reciban también un saludo los que están a través de Internet en los diferentes países. Que las bendiciones de Jesucristo sean sobre todos ustedes también.
Para esta ocasión leemos en el Evangelio según San Juan, capítulo 6, versos 35 en adelante, donde dice:
“Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás.
Mas os he dicho, que aunque me habéis visto, no creéis.
Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no le echo fuera.
Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió.
Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero.
Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.
Murmuraban entonces de él los judíos, porque había dicho: Yo soy el pan que descendió del cielo.
Y decían: ¿No es éste Jesús, el hijo de José, cuyo padre y madre nosotros conocemos? ¿Cómo, pues, dice éste: Del cielo he descendido?
Jesús respondió y les dijo: No murmuréis entre vosotros.
Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere; y yo le resucitaré en el día postrero.
Escrito está en los profetas: Y serán todos enseñados por Dios. Así que, todo aquel que oyó al Padre, y aprendió de él, viene a mí.”
Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.
Nuestro tema para esta ocasión es: “EL ENVIADO CON LA MISION CELESTIAL.”
Para que podamos comprender lo que es el Enviado con la Misión Celestial, comprendamos que cuando aparece en la Tierra un enviado, tiene que ser enviado por alguien y entonces se requiere identificar al que lo envió.
Y ahora, los enviados de Dios han sido los profetas mensajeros de Dios, y a través (siempre) de los enviados de Dios, Dios ha estado manifestado, velado y revelado, a través de ese enviado que El ha colocado en la Tierra, que ha enviado a la Tierra a los seres humanos. Por lo tanto, ese enviado de Dios es la boca de Dios para el pueblo, ese enviado de Dios es el representante de Dios en la Tierra; porque en ese enviado de Dios está el Espíritu de Dios, el Espíritu Santo, hablándole a la gente, velado y revelado en Su enviado.
Por lo tanto, Dios, el que Lo envió, está representado en Su enviado; o sea, que Su enviado es el que Lo representa en la edad en que Dios envía a ese profeta. “Porque no hará nada el Señor Jehová, sin que antes revele Sus secretos a Sus siervos Sus profetas (dice Amós, capítulo 3, verso 7).”
Por lo tanto, todo el Programa de Dios correspondiente a esa edad o dispensación, estará sellado en ese enviado de Dios, para Dios obrar por medio de ese profeta mensajero, y llevar a cabo la Obra que Dios ha prometido realizar en ese tiempo.
Por ejemplo, tenemos la obra de liberación que Dios prometió a Abraham que realizaría en favor de la descendencia de Abraham, la cual sería esclava en tierra ajena, en donde estarían habitando. Y cuando estuvieron esclavos por 400 años, Dios descendió ya cuando tenían 430 años, porque ya 40 años antes habían rechazado al enviado de Dios, y por consiguiente el enviado tuvo que huir a Madián; allá se casó con Séfora y tuvo dos hijos; pero luego le apareció Dios, y lo envió para libertar al pueblo hebreo.
¿Pero no era Dios el que le dijo a Abraham que El sería el que libertaria el pueblo hebreo? Claro que sí. Pero para hacerlo envió un Profeta, un representante, en el cual Dios estaba velado y revelado; por lo tanto, todo el programa para la liberación del pueblo hebreo estaba sellado en el enviado de Dios (Moisés), para el pueblo hebreo.
Hasta que aparece el enviado de Dios para el tiempo correspondiente, para Dios cumplir lo que El prometió, se lleva a cabo el Programa de Dios para ese tiempo.
Dios para cada edad y para cada dispensación tiene un Programa, y tiene en Su Programa un hombre señalado para enviarlo, y por medio de ese hombre Dios manifestarse, velarse y revelarse, y llevar a cabo Su Programa. Por lo tanto, otra cosa no va a funcionar; solamente lo que Dios tiene asignado para cada edad o para cada dispensación.
Y ahora, todo Dios lo hace por medio de ese hombre en esa edad o en esa dispensación. Las personas ven un hombre obrando, pero los entendidos entenderán que es Dios a través de ese hombre, llevando a cabo la Obra que El prometió para ese tiempo.
Y ahora, cuando Dios ha prometido hablar para una edad o dispensación, Dios habla por medio de Sus profetas; habló por medio de los profetas en el Antiguo Testamento y también en el Nuevo Testamento. En Zacarías, capítulo 7, verso 11 al 12, dice:
“Pero no quisieron escuchar, antes volvieron la espalda, y taparon sus oídos para no oír;
y pusieron su corazón como diamante, para no oír la ley ni las palabras que Jehová de los ejércitos enviaba por su Espíritu, por medio de los profetas primeros; vino, por tanto, gran enojo de parte de Jehová de los ejércitos.”
Ahora, las Palabras de Dios, de Jehová, son enviadas por medio de Su Espíritu Santo a los profetas; y por medio de los profetas vienen esas palabras divinas para el pueblo hebreo, y para la Iglesia del Señor Jesucristo.
Y ahora, por medio de los profetas, Dios ha hablado siempre de edad en edad y de dispensación en dispensación. San Pablo en Hebreos, capítulo 1, verso 1 en adelante, dice:
“Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas (¿cómo ha hablado Dios? Por medio de Sus profetas),
en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo (o sea, por Jesucristo).”
En Su Ministerio terrenal Lo encontramos, a Dios, velado en Jesús, era la Divinidad manifestada, Dios en toda Su plenitud en Jesús; y estuvo hablándole al pueblo hebreo, y se cumplió allí también la Palabra que dice: “Y todos serán enseñados de Dios.”
Dios estaba enseñando por medio de un Profeta al pueblo hebreo; pero se levantaron otros maestros: el sumo sacerdote y los demás sacerdotes, y los miembros del concilio de la religión hebrea; que pensaban que eran ellos a través de los cuales Dios hablaba, pero ellos no eran profetas; ellos solamente le repetían al pueblo lo que ya Dios había hablado por medio del Profeta Moisés y por medio de otros profetas. Pero tener la Palabra viviente para el momento, era Jesús el que la tenía.
Cuando Dios envía un profeta para una edad o dispensación, ése es la Palabra viviente para ese día, en ése está la Palabra de Dios para ser escuchada por el pueblo. Por eso dice Dios que El envía Profeta como Moisés, y dice también: “A él oíd.”
Ahora, terminemos aquí para luego pasar a lo que dijo Dios al Profeta Moisés. Dice:
“En estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo;
el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas.”
Y ahora, en Deuteronomio, capítulo 18, verso 15 en adelante, dice:
“Profeta de en medio de ti, de tus hermanos, como yo, te levantará Jehová tu Dios; a él oiréis;
conforme a todo lo que pediste a Jehová tu Dios en Horeb el día de la asamblea, diciendo: No vuelva yo a oír la voz de Jehová mi Dios, ni vea yo más este gran fuego, para que no muera.
Y Jehová me dijo: Han hablado bien en lo que han dicho.
Profeta les levantaré de en medio de sus hermanos, como tú; y pondré mis palabras en su boca (¿dónde Dios coloca Sus palabras? En la boca del profeta que El envía. En la boca del enviado de Dios viene la Palabra de Dios para ese tiempo) y él les hablará todo lo que yo le mandare.”
¿Qué hablará ese enviado de Dios? Todo lo que Dios le mande a hablar; porque Dios coloca en el corazón, en la mente y en la boca de ese hombre todo lo que tiene que hablar; o sea, le da la revelación de toda Su Palabra para ese tiempo. Y las personas que estarán escuchando a ese hombre, estarán escuchando por consiguiente, ¿a quién? Al que Lo envió, a Dios, a Jesucristo, dándole a conocer las cosas que ellos deben saber, conocer, escuchar y conocer, en ese tiempo.
¿Vieron lo fácil que es escuchar la Voz de Dios? “Si oyes hoy Su Voz no le seas rebelde, no endurezcas tu corazón,” como hizo el pueblo hebreo allá en Egipto. Sigue diciendo en este mismo pasaje:
“...y él les hablará todo lo que yo le mandare.
Mas a cualquiera que no oyere mis palabras que él hablare en mi nombre, yo le pediré cuenta.”
Se las arreglará con Dios, o Dios lo arreglará al final del camino. Porque la persona quizás dijo: “Yo no estoy interesado en escuchar a un hombre.” Yo tampoco estoy interesado en escuchar a un hombre ni ustedes tampoco, todos estamos interesados en escuchar a Dios, en escuchar a Jesucristo. Y conforme a la Escritura, la forma de Dios hablar es por medio de un hombre; pero esas palabras que él hablará serán, no palabras de hombre, sino Palabra de Dios.
Y ahora, el que ignora este misterio, piensa que si quiere él escuchar a Dios hablar, se tiene que ir a un monte para él como individuo ir a escuchar la Voz de Dios; pero la Voz de Dios, el pueblo de Dios la escucha por medio del enviado de Dios. “Porque no hará nada el Señor Jehová sin que antes revele Sus secretos a Sus siervos Sus profetas.” [Amos 3:7 —Editor].
Y esa Palabra de Dios es el Alimento Espiritual para el alma de los hijos de Dios en ese tiempo. “Porque no solamente de pan (literal) vivirá el hombre, sino de toda Palabra que sale (¿de dónde?) de la boca de Dios.” La boca de Dios son los profetas de Dios, los enviados de Dios, para cada edad y para cada dispensación. Deuteronomio, capítulo 8, verso 1 al 9; y San Mateo, capítulo 4, verso 4, es donde es dicho: “No solamente de pan vivirá el hombre, sino de toda Palabra que sale de la boca de Dios.”
Y ahora, esa Palabra que sale de la boca de Dios, vean ustedes, o sea, que sale a través del profeta mensajero que Dios ha enviado, vean de quién es esa Palabra. Exodo, capítulo 23, verso 20 al 23, dice:
“He aquí yo envío mi Angel delante de ti para que te guarde en el camino, y te introduzca en el lugar que yo he preparado.
Guárdate delante de él, y oye su voz; no le seas rebelde; porque él no perdonará vuestra rebelión, porque mi nombre está en él.
Pero si en verdad oyeres su voz e hicieres todo lo que yo te dijere, seré enemigo de tus enemigos, y afligiré a los que te afligieren.
Porque mi Angel irá delante de ti, y te llevará a la tierra del amorreo, del heteo, del ferezeo, del cananeo, del heveo y del jebuseo, a los cuales yo haré destruir.”
Ese Angel de Jehová, Angel del Pacto, es el Espíritu Santo, el cual viene con la Palabra divina para el pueblo; pero El envía a esta dimensión terrenal un hombre, un profeta, con las dos conciencias juntas, el cual puede escuchar la Voz del Angel de Jehová, del Angel del Pacto, la Voz del Espíritu Santo, y puede ser el instrumento del Espíritu Santo para la edad en que está viviendo, o dispensación en que está viviendo.
No toda persona puede ser un enviado de Dios, para una edad o una dispensación. ¿Por qué? Porque eso es elección divina, elección de Dios, que El ha hecho desde antes de la fundación del mundo.
Dios no es una persona que va inventándose cosas a través del camino, sino que El ya todo lo tiene programado desde antes de la fundación del mundo; y lo que El está llevando a cabo es la Obra que corresponde para cada edad y cada dispensación, de acuerdo a como El lo programó desde antes de la fundación del mundo.
Y ahora, para cada edad y para cada dispensación, Dios ha programado un mensajero, un mensajero, un profeta, el cual El estaría enviando en cada edad y en cada dispensación; y el lugar de ese mensajero no lo puede ocupar ninguna otra persona. Pero ese lugar siempre encontramos que muchas personas han tratado de ocuparlo, usurparlo, pero no han podido.
Aun, miren ustedes, la posición de Moisés que era la más alta en medio del pueblo hebreo; porque la posición más alta en medio del pueblo de Dios es la posición de Profeta Dispensacional.
Y ahora, Moisés tenía esa posición, pero vinieron sus hermanos: María (o Miriam) y su hermano Aarón, y dijeron: “¿No ha hablado Dios también por nosotros?” Y entonces Dios escuchó. Porque Dios había hablado solamente por medio de Moisés y a Moisés; pero luego Moisés le dio a Aarón la Palabra que tenía que hablarle al pueblo.
Algunas personas porque obtienen un poco de conocimiento acerca de las cosas de Dios y logran hablar al pueblo, creen que son el enviado de Dios, y creen que por ellos Dios ha hablado, y entonces se creen el instrumento de Dios para ese tiempo; pero no es así. Dios solamente habla en cada edad por el mensajero de cada edad; ese Mensaje llega a otras personas y a otros ministros, ellos reciben ese Mensaje del mensajero y lo dan a conocer al pueblo; pero no ha sido por medio de esos colaboradores maravillosos que Dios le ha dado al mensajero, que Dios ha hablado, sino por medio del mensajero de ese tiempo. Pero esos colaboradores son fieles (los que son fieles a Dios, se mantienen brazo a brazo con el mensajero) y oran a Dios siempre: “Señor, háblanos más y más por medio de Tu mensajero.” [La congregación responde: “¡Amén!” —Editor].
Y ahora, por medio del mensajero que Dios envía para cada edad y cada dispensación, ¿saben ustedes lo que Dios hace? Vamos a leerlo cómo lo dijo el Rvdo. William Branham en la página 265 del libro de “Las Siete Edades de la Iglesia,” dice:
“Como ya hemos mencionado, Jesús se identifica con el mensajero de cada edad (¿Con quién se identifica Jesucristo? Con el mensajero de cada edad, ahí está la identificación de Cristo, porque ese mensajero es el que representa a Cristo en esa edad, es Su representante), ellos reciben de El (de Jesucristo) la revelación de la Palabra para cada edad (¿Quién es el que recibe la revelación de la Palabra para cada edad? El mensajero de cada edad. Así es para la revelación de cada dispensación, ¿quién la recibe? El mensajero de cada dispensación). Esta revelación de la Palabra saca del mundo a los escogidos de Dios...”
Ahora vean cómo es que Cristo llama y junta a Sus escogidos de edad en edad y de dispensación en dispensación: con esa revelación divina correspondiente a esa etapa, a esa edad, la cual viene por medio del mensajero de esa edad, enviado por el Señor Jesucristo:
“Esta revelación de la Palabra saca del mundo a los escogidos de Dios (o sea, que no es con una trompeta literal, sino con la Trompeta del Evangelio siendo predicado, y siendo dada la revelación divina correspondiente a esa edad o dispensación) y los coloca en unión completa con Cristo Jesús.”
Vean cómo son colocados los escogidos de Dios en unión con Cristo: por medio de esa revelación siendo predicada por el mensajero en cada edad. Esa Palabra revelada llega a lo profundo del alma de los escogidos de Dios que tienen sus nombres escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, y sus almas como semilla, simiente de Dios, sus almas son despertadas, surge a la vida, nace a la vida y así se identifica con esa Palabra; ha resplandecido la Luz divina, la Luz del Evangelio, en el alma de la persona, y eso ocasiona que la persona se despierte de entre los muertos y se levante de entre los muertos, ¿para qué? Para que Cristo lo alumbre. “Y te alumbrará Cristo. Levantate, despiertate; levantate de entre los muertos y te alumbrará Cristo.” Efesios, capítulo 5, verso 14. Y San Pablo toma esa revelación de Isaías, capítulo 60, donde dice:
“Levántate, resplandece; porque ha venido tu luz, y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti.”
Y ahora, ya estamos viendo el propósito de Cristo, de Dios, enviar un mensajero en cada edad y en cada dispensación.
Mensajeros dispensacionales hay pocos, solamente Dios tiene siete mensajeros dispensacionales, para traer al pueblo siete mensajes dispensacionales. Adán para la Dispensación de la Inocencia; Set para la Dispensación de la Conciencia, segunda dispensación; Noé para la Dispensación del Gobierno Humano; Abraham para la Dispensación de la Promesa, cuarta dispensación; Moisés para la quinta dispensación, la Dispensación de la Ley; Jesús para la Dispensación de la Gracia, sexta dispensación; y el Angel del Señor Jesucristo para la séptima dispensación, la Dispensación del Reino.
Ahora hemos visto que solamente hay siete mensajeros dispensacionales; ésa es la clase de mensajero más grande que Dios tiene en Su Programa, la clase de profeta más grande que Dios tiene, y solamente tiene siete.
Ahora, lo que Dios hace por medio de siete mensajeros de edades, representa y refleja lo que Dios hará por medio de un mensajero dispensacional. Siempre en los mensajeros de edades que ya han dado su Mensaje en el pasado, se ha reflejado lo que Dios hará por el Mensajero (¿qué?) Dispensacional que El enviará.
Encontramos que en todos los profetas del pasado, como Adán, Set, también Abel, también Enoc, también Noé, Jacob, Abraham, Isaac, Jacob, José también, David, Salomón; en todos estos hombres de Dios se reflejó la Primera Venida de Cristo y la Segunda Venida de Cristo; en estos hombres de Dios enviados por Dios a la Tierra estuvo la Palabra de Dios, y por consiguiente se reflejó lo que Dios haría más adelante a través de un mensajero dispensacional.
Ahora, muchas personas ven el reflejo, pero no se dan cuenta que más adelante Dios enviará un Profeta Dispensacional, en el cual todo eso que vimos reflejado en esos mensajeros anteriores estará manifiesto en toda Su plenitud. Vean ustedes, por ejemplo David decía:
“Horadaron mis manos y mis pies.
Contar puedo todos mis huesos.” [Salmos 22:16-17 —Editor].
Y también Isaías hablaba de esto; pero luego cuando vino Jesús se cumplió en Jesús en toda Su plenitud.
Ahora, cualquier persona podía pensar: “No, eso no se lo pueden aplicar a Jesús, porque eso lo dijo el rey David y lo dijo también el profeta Isaías. ¿Cómo van aplicar a Jesús esas cosas?” Pues claro, porque estaba reflejándose allá, y estaba siendo profetizado, tanto en forma de reflejo como en Palabra profética lo que sucedería en la vida del Enviado de Dios, Jesucristo.
Y ahora, también está dicho que el hijo de Abraham sería el heredero, y que en la simiente de Abraham todas las naciones serían benditas; y cuando San Pablo y demás apóstoles aplican esto a Cristo, cualquier persona podía decir: “No le pueden aplicar eso a Jesús, porque eso era para Isaac.” Pero Isaac era el tipo y figura de Cristo; el hijo prometido a Abraham tipificaba al Mesías en Su Venida como hijo de Abraham.
Y ahora, cuando David tiene un hijo llamado Salomón, el cual se sentó en el trono de David, cuando luego los profetas hablan del trono de David y uno que se sentará en el trono de David, y el arcángel Gabriel también abrió ese misterio; pero podían decir: “No, eso es que Salomón va a resucitar y se va a sentar de nuevo en el trono de David.”
Pero también dice que buscarán a David, su rey; y que Dios les dará un rey, el cual es David; piensan entonces: “No, entonces es que David va a resucitar.” Pero el David mayor y el Salomón mayor es nuestro amado Señor Jesucristo, El es el heredero al Trono. Y el arcángel Gabriel en el capítulo 1, verso 30 al 36 de San Lucas, dijo a la virgen María que Dios le daría el Trono de David Su Padre, y se sentará sobre el Trono de David y reinará para siempre.
Ahora, podemos ver quién es el David mayor y el Salomón mayor y el Isaac mayor: es el Mesías, Cristo nuestro Salvador.
Ahora, cuando las personas no comprenden esto, pueden pensar que esas cosas que han sido prometidas para - o han sido habladas o prometidas a una persona, y luego la persona parte y no se cumplieron, pueden pensar la gente: “Va a resucitar, para entonces cumplir esa promesa. “ No, es que Dios reflejó en esas personas lo que hará con Uno mayor que vendrá.
Y ahora, podemos ver cómo Dios reflejó en los santos, los profetas del Antiguo Testamento, lo que haría por medio del Mesías en Su Primera Venida, y también reflejó cosas que hará en la Segunda Venida. Y luego las que corresponden a la Primera Venida de Cristo, se cumplieron en Jesús, las otras se cumplirán en Su Segunda Venida.
Y ahora, en el Nuevo Testamento encontramos que Dios ha enviado Sus apóstoles, ha enviado Sus siete ángeles mensajeros también para las siete edades; y por medio de ellos Cristo ha reflejado lo que El hará en este tiempo final a través de un Enviado dispensacional que El tendrá en el Tierra.
Ahora, es muy importante comprender estos misterios, porque si no los podemos comprender entonces no podremos entender lo que Dios estará haciendo en este tiempo final. Así como Dios reflejó a través de los profetas del Antiguo Testamento lo que haría por medio del Mesías, y también en los sacrificios que el pueblo hebreo tuvo; reflejó el Sacrificio de Cristo, pero cuando se cumplió, entonces ya no necesitaban aquellos sacrificios; ni tampoco necesitaban aquellos profetas, porque ya estaba un Profeta mayor en medio de ellos.
Y ahora, el pueblo hebreo estaba esperando a Elías, Elías vino en su tercera manifestación, fue Juan el Bautista; pero ya cuando vino Jesús (del cual habló Juan el Bautista), ya no necesitaban a Juan, sino a Jesús. Juan dijo: “El les bautizará con Espíritu Santo y fuego.” Los que siguieron a Jesús hicieron bien, los que se quedaron con Juan hicieron mal; porque Juan vino para preparar al pueblo para que recibieran y creyeran en el que vendría después de Juan.
No seguir a Jesús y quedarse con Juan estando Jesús ya en la Tierra y teniendo Su Ministerio, significaba que no habían comprendido bien el Mensaje de Juan, significaba que no habían creído plenamente lo que Juan estaba anunciando en su Mensaje: que después de él vendría Otro, un varón, un hombre, el cual era mayor que Juan; prefirieron quedarse con el menor y no seguir al Mayor; muchos de los discípulos de Juan hicieron así; pero algunos tuvieron más entendimiento y siguieron a Jesús.
Y aunque Juan se sintiera triste de momento, Juan comprendería que lo importante era seguir Aquel al cual Juan le preparó el camino. Juan mismo dijo: “A El le conviene crecer.” Iba creciendo en obras, iba creciendo también en gente que Le seguía; porque ahora le seguía más gente a Jesús que a Juan.
Y ahora, Juan iba menguando, se le iban yendo algunos de sus discípulos, y los que no se iban, se quedaban bravos con los que se iban. Pero el que se va para seguir al Mayor, recibe la bendición mayor.
Vean ustedes, ¿el día de Pentecostés quiénes fueron los que recibieron el bautismo del Espíritu Santo y fuego? Los que siguieron a Jesús; de los cuales algunos eran discípulos de Juan primero, pero luego vinieron a ser discípulos de Jesucristo. Los que se quedaron solamente como discípulos de Juan no recibieron nada el día de Pentecostés, pues ni estaban allí el día de Pentecostés; pero los discípulos de Juan que luego siguieron a Jesús si estaban allí el día de Pentecostés, entre los 120 que recibieron el Don del Espíritu Santo.
Y ahora, tenemos que comprender que no basta con creer y recibir al precursor, si luego cuando viene el precursado no le prestamos atención y lo recibimos y escuchamos la Voz de Dios, la Voz de Cristo, a través del precursado.
Ahora, para el tiempo final la promesa es que Dios enviaría un precursor con el espíritu y virtud de Elías, y ya ese precursor vino, dio su Mensaje y se fue, fue el Rvdo. William Branham. Así como vino Juan el Bautista precursando la Primera Venida de Cristo, vino el Rvdo. William Branham precursando la Segunda Venida de Cristo.
Y ahora, cualquier persona que no comprenda cuál es la labor de un precursor enviado, diría: “No, ya tenemos el Mensaje del precursor y no necesitamos nada más.” Así pensaron algunos discípulos de Juan y se quedaron sin seguir a Jesús, y se quedaron sin el bautismo del Espíritu Santo. Y al recibir el bautismo del Espíritu Santo la persona recibe el nuevo nacimiento, y por consiguiente recibe un cuerpo teofánico de la sexta dimensión.
Para el Día Postrero Dios ha prometido enviar al precursor, al cual ya envió y se fue, y él le preparó bien el camino al que vendrá después de él. Con la Venida del Precursado, vendrá el Mensaje, la revelación, correspondiente a una nueva dispensación, vendrá la revelación del Séptimo Sello, la revelación de la Segunda Venida de Cristo, vendrá la Voz de Cristo clamando como cuando un león ruge y Siete Truenos emitiendo Sus voces; esa es la Voz de Cristo, la Voz de Cristo por medio de Su Mensajero del Día Postrero, Su Angel Mensajero, el cual El envía para dar testimonio de estas cosas que han de suceder pronto, después de las que ya han sucedido en tiempos pasados.
¿Y para el Día Postrero quiénes serán los que serán transformados estando vivos? Los que estarán escuchando la Voz de Jesucristo por medio de Su Enviado, y así estarán escuchando la Gran Voz de Trompeta o Trompeta Final. Será el Espíritu Santo, Cristo, el Angel del Pacto, enviando Su Angel Mensajero, para dar testimonio de todas estas cosas que deben suceder pronto; y ése será el representante de Cristo en el Día Postrero, en Su Cuerpo Místico de creyentes, en la Edad de la Piedra Angular y en este planeta Tierra; para Cristo por medio de él estar velado y revelado y hablarle a Su Iglesia (hablarle a las vírgenes prudentes que es Su Iglesia, Su Iglesia Novia), hablarle a las vírgenes insensatas, hablarle al mundo, y hablar también al pueblo hebreo.
Todo lo que Cristo hablará en este tiempo final, lo hablara por medio de Su Enviado con esa Voz de León, clamando como cuando ruge un león y Siete Truenos emitiendo Sus voces. Por eso es que en el libro del Apocalipsis, en el capítulo 10, encontramos que el Angel Fuerte que desciende del Cielo, el cual es Cristo, viene con el Librito abierto en Su mano, el Librito es el Libro de los Siete Sellos que El toma en el Cielo, lo abre y luego lo trae a la Tierra.
Y ahora, el Librito que nadie podía mirar y por consiguiente nadie podía abrir, ahora es tomado por Cristo en el Cielo, abierto en el Cielo y luego traído a la Tierra en Apocalipsis, capítulo 10.
¿Y cuál es el propósito de Cristo traer ese Título de Propiedad a la Tierra, siendo que es el Título de Propiedad, el Libro de la Redención? En el mensaje: “Tratando de Hacer Servicio a Dios Fuera de Su Voluntad,” predicado por el Rvdo. William Branham en Norteamérica, en noviembre 27 de 1965; menos de un mes antes de su partida, porque El partió en diciembre 24, y aquí está predicando en noviembre 27. Dice en la página 85 de ese mensaje, párrafo penúltimo, dice:
“Hay tan solo un arca, ese es Jesucristo, ¡Y El es la Palabra!.
Noten, Dios le dijo al profeta (del Antiguo Testamento por supuesto), dijo: ‘Come el rollo,’ en el Viejo Testamento. El profeta del Nuevo Testamento, El le dijo: ‘Come el Librito.’ ¿Por qué? Para que el Profeta y la Palabra fueran uno. ¿Ven? Esa es el Arca, la Palabra.”
Y ahora, cuando este hombre en Apocalipsis, capítulo 10, que toma el Librito de la diestra del Angel Fuerte que desciende del Cielo, aquí está representado en Juan el apóstol, porque lo que está sucediendo con Juan el apóstol es que Dios está reflejando lo que sucederá en el Día Postrero, en donde Cristo, el Angel Fuerte, desciende del Cielo con el Librito abierto en Su mano, y lo entrega a un hombre para que se lo coma.
Y ahora, el propósito de traerlo a la Tierra es que se coma ese Librito ése Profeta Mensajero que estará viviendo en el Día Postrero. Y luego que se ha comido el Librito, la Palabra se ha hecho carne en él; así como cuando nosotros comemos nuestros alimentos, al efectuarse la digestión, se ha convertido en parte de nosotros el alimento que hemos comido, se convierte en sangre nuestra, en células nuestras, y así por el estilo; o sea, que es vida para nuestro cuerpo.
Y ahora, podemos ver que luego de estar bien alimentados, entonces podemos llevar a cabo nuestras labores, nuestras obras terrenales.
Y ahora miren ustedes, dice Apocalipsis, capítulo 10, verso 8 en adelante, dice:
“La voz que oí del cielo habló otra vez conmigo, y dijo: Vé y toma el librito que está abierto en la mano del ángel que está en pie sobre el mar y sobre la tierra.
Y fui al ángel, diciéndole que me diese el librito. Y él me dijo: Toma, y cómelo; y te amargará el vientre, pero en tu boca será dulce como la miel.
Entonces tomé el librito de la mano del ángel, y lo comí; y era dulce en mi boca como la miel, pero cuando lo hube comido, amargó mi vientre.
Y él me dijo: Es necesario que profetices otra vez sobre muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes.”
Y ahora, ¿quién tendrá la profecía final, el Mensaje profético final, para muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes? Este que se comerá el Librito en el Día Postrero; lo cual está siendo representado allí cuando Juan toma ese Librito y se lo come.
Y ahora, las profecías para el Día Postrero, están representadas en estos símbolos apocalípticos. Y cuando el Enviado de Cristo para el Día Postrero se haya comido ese Título de Propiedad, ese Librito abierto que Cristo le entrega, la Palabra estará hecha carne en él en toda Su plenitud, y tendrá el Mensaje profético para muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes, de bendición para los escogidos de Dios.
Pero en el mismo Mensaje que serán habladas las bendiciones para los que estarán escuchando la Voz de Cristo, también en ese mismo Mensaje estarán los juicios divinos, las plagas, que vendrán sobre la raza humana, estarán ahí siendo habladas, siendo dadas a conocer, siendo dado a conocer lo que ha de venir sobre la raza humana. Porque ése que recibe ese Título de Propiedad, ese Librito de los Siete Sellos, es el que en Apocalipsis, capítulo 22, verso 16, es mencionado por Jesucristo cuando dice:
“Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias.”
Y ahora, el Angel del Señor Jesucristo es el Enviado para dar testimonio de todas estas cosas que han de suceder pronto, dar testimonio de ellas a todas las iglesias y también a todos los seres humanos (pueblos, naciones, lenguas y reyes).
Y vean cómo continúa diciendo aquí Cristo:
“Yo soy la raíz y el linaje de David, la estrella resplandeciente de la mañana.”
Esos títulos o atributos de Cristo, estarán siendo manifestados en el Día Postrero, Cristo los estará manifestando por medio de Su Enviado, el cual será Su Representante, a través del cual Cristo estará revelándose a Su pueblo; Su Iglesia primeramente y después al pueblo hebreo.
Y ahora, al que tenga sed, dice:
“Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente.”
Y así como hemos tomado el Agua de la Vida al recibir a Cristo como nuestro Salvador, lavar nuestros pecados en Su Sangre, ser bautizados en Su Nombre, y recibir Su Espíritu Santo, para obtener el cuerpo teofánico; porque el Agua que Cristo ofreció cuando le dijo a la mujer samaritana: “Si tu supieras quién es el que te pide de beber, tu pedirías de El, y El Te daría Agua que salta para Vida Eterna.” Y eso es en el capítulo 4 de San Juan, verso 1 al 14. Y en el capítulo 7 de San Juan, versos 37 en adelante, Cristo habló también de esa misma Agua que es el Espíritu Santo. Capítulo 7, verso 37 al 39, y dice:
“En el último y gran día de la fiesta (esa fue la fiesta de los tabernáculos), Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba.
El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva.
Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado.”
Y ahora, el Agua que Cristo está ofreciendo es el Espíritu Santo. Y la persona al recibir el Espíritu Santo recibe el nuevo nacimiento y recibe un cuerpo teofánico de la sexta dimensión.
Y ahora, para el Día Postrero en adición al bautismo del Espíritu Santo (que son las primicias), tenemos la promesa que recibiremos la plenitud de Dios; por lo tanto, recibiremos una transformación física, así como hemos recibido una transformación interior.
Y ahora, la transformación física Cristo la ha prometido para el Día Postrero, que es el Séptimo Milenio. Si Dios toma como calendario el calendario que se usa entre la mayor parte de los pueblos gentiles, que es el calendario gregoriano, este año dos mil es el último año del sexto milenio, y el próximo año (el año 2001) es el primer año del Séptimo Milenio. El Séptimo Milenio es el Día Postrero.
Ahora, si Dios toma el calendario gregoriano, el próximo año estaremos en el primer año del Séptimo Milenio; pero si Dios toma el calendario profético que consta de 360 días al año, ya hace tiempo estamos en el Séptimo Milenio; o sea, que estamos por el año 25 —más o menos—; o sea, del año 25 al año 30 del Séptimo Milenio (si usamos el calendario profético).
Ahora, dejamos que sea Dios el que obre y cumpla lo que El ha prometido para el Séptimo Milenio, y así complete Sus escogidos en este tiempo final, en la Edad de la Piedra Angular, y nos prepare para ser transformados y los muertos en Cristo ser resucitados en cuerpos eternos; todo esto está prometido para ser realizado en el Día Postrero, que es el Séptimo Milenio.
Y ahora, para poder recibir nuestra transformación, necesitamos tomar del Agua de la Vida, de la Fuente del Agua de la Vida, para poder obtener nuestra transformación.
Y ahora, la primera etapa es recibir a Cristo como nuestro Salvador, lavar nuestros pecados en Su Sangre, ser bautizados en Su Nombre, para recibir el Don del Espíritu Santo, y así obtener el nuevo nacimiento y obtener el cuerpo teofánico de la sexta dimensión; esas son las primicias del Espíritu, ese es el Espíritu de Adopción, ese es el Sello de Dios con el cual El nos selló.
“Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención”; para el día en que nuestros cuerpos serán redimidos, para el día en que nuestros cuerpos serán transformados. [Efesios 4:30 —Editor].
Y ahora, hemos recibido nuestra Redención interior, pero recibiremos nuestra Redención exterior, la Redención del cuerpo que es nuestra transformación, el cuerpo nuevo que El ha prometido para cada uno de nosotros. Así como hemos necesitado la revelación de la Primera Venida de Cristo como el Cordero de Dios quitando el pecado del mundo en la Cruz del Calvario, muriendo, siendo sepultado y resucitando al tercer día, y luego ascendiendo al Cielo 40 días después de Su resurrección, y sentándose a la Diestra de Dios, para hacer Intercesión con Su Sangre por todos los que tienen sus nombres escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero.
Ahora, teniendo esa revelación de la Primera Venida de Cristo y Su Obra de Redención, Lo recibimos a El como nuestro Salvador, lavamos nuestros pecados en Su Sangre, somos bautizados en Su Nombre, y recibimos el Don del Espíritu Santo. “Porque para vosotros es la promesa, para vuestros hijos, para los que están lejos y para los que están cerca también, y para todos los que vuestro Dios llamare.” [Hechos 2:39 —Editor] O sea, que es una promesa para todos los que son llamados y que han recibido a Cristo como su Salvador; esas personas tienen sus nombres escritos ¿dónde? En el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero; para ser llamados, pues tienen que tener sus nombres escritos en el Cielo.
Cristo en el capítulo 10 de San Juan, dijo que El es el Buen Pastor, que El conoce Sus ovejas y que El las llama por su nombre.
Y ahora, El tiene el registro de esos nombres en el Cielo, en el Título de Propiedad, el Libro de la Vida del Cordero, que es el Libro de los Siete Sellos.
Y ahora, Cristo dijo que también tenía otras ovejas que no eran del redil hebreo, no eran de aquel redil, de las cuales El dijo: “Estas también me conviene traer, y oirán mi Voz, y habrá un Rebaño y un Pastor.” [San Juan 10:46 —Editor]. El Pastor es Jesucristo en medio de Su Iglesia en Espíritu Santo, el Rebaño es Su Iglesia, y las ovejas son los creyentes en El de entre los gentiles que estarían siendo llamados; como también de entre los hebreos han sido llamadas ovejas, hijos e hijas de Dios.
Y ahora, podemos ver este misterio del llamado de Cristo para Sus ovejas por medio del mensajero de cada edad; porque en el enviado para cada edad ha estado sellado el Programa de cada edad, y ha estado el llamado de cada edad sellado en ese mensajero, y Cristo se ha velado y se ha revelado por medio de ese mensajero, y ha abierto el misterio de ese tiempo, ha cumplido el misterio de la Obra que Dios tenía para ese tiempo.
En edades pasadas no comprendieron lo que estaba pasando en cada edad; ni siquiera supieron que eran las edades de la Iglesia que se estaban viviendo, y que ellos estaban viviendo en una edad; no sabían ni en qué edad estaban viviendo, pero estaban recibiendo la Palabra de Dios por medio del enviado de Dios, el ángel mensajero que Dios les envió.
Y ahora, para este tiempo final, los escogidos estarán conscientes de lo que sucedió en edades pasadas, de cómo Cristo estuvo velado y revelado, hablándole y llamando a Su pueblo, hablándole a Su Iglesia y llamando y juntando a Sus escogidos de cada edad.
Y también tendrán los escogidos del Día Postrero el conocimiento de la edad en que estarán viviendo, y el conocimiento del Mensaje que Dios les estará hablando. Por lo tanto, será el grupo de escogidos más privilegiados del Cuerpo Místico del Señor Jesucristo, conocerán al Enviado Celestial, al Enviado con la Misión Celestial para este tiempo final, en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino. Y sabrán, conocerán, el territorio donde ese Mensajero, Enviado Celestial, estará ministrando la Palabra de Dios, conocerán el lugar como Edad, la Edad de la Piedra Angular; conocerán el lugar como territorio, ¿cuál? La América Latina y el Caribe.
Y ahora, conociendo todas estas cosas tendremos más ventajas que las que tuvieron los escogidos de edades pasadas. ¿Por qué? Porque lo que impedirá que los escogidos en el Día Postrero sean engañados, será que ellos tendrán la revelación divina de todas estas cosas que deben suceder pronto, y tendrán en su medio al Enviado con la Misión Celestial y Lo reconocerán; por lo tanto, ninguna otra persona podrá venir diciendo que tiene revelación, por lo tanto ninguna otra persona podrá engañarlos haciéndoles creer otra cosa.
Y ahora, este Enviado Celestial para el Día Postrero, para la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino, fue prometido en el Antiguo Testamento y en el Nuevo Testamento. El libro del Apocalipsis da testimonio de este Enviado Celestial del cual el mismo Jesús dice:
“Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias.” [Apocalipsis 22:16 —Editor).
Es el Enviado de Jesucristo del cual Cristo habló más; aunque El también ha enviado los siete ángeles mensajeros, pero del cual ha hablado más, es de Su Angel Mensajero que El enviaría en este tiempo final. Cristo en Apocalipsis, capítulo 4, verso 1 dice con esa Voz de Trompeta:
“Sube acá, y yo te mostraré las cosas que sucederán después de estas.”
Las cosas que sucederán después de las que han sucedido en las siete edades Cristo ha prometido darlas a conocer.
¿Y cómo va a dar a conocer a Su Iglesia estas cosas que deben suceder pronto? Por cuanto El siempre ha enviado un mensajero en el cual se ha velado y se ha revelado en cada edad, y por medio de ese mensajero le ha hablado a Su Iglesia; veamos por medio de quién estará Cristo dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto en este tiempo final. Capítulo 22, versos 6 del Apocalipsis, dice
“Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel (¿a quién ha enviado? A Su Angel, ése es el Enviado de Jesucristo, de Dios. ¿Para qué lo ha enviado?), para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto.”
Por medio de ese Enviado de Jesucristo, es que la Iglesia de Jesucristo conocerá todas estas cosas que deben suceder pronto en este tiempo final. No dice que envía otros, sino a Su Angel; por lo tanto, los escogidos de Dios estarán escuchando la Voz de Cristo, el Buen Pastor, por medio de Su Angel, dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto en este tiempo final.
Ahí tenemos el misterio de Jesucristo, de cómo Jesucristo se revelará en este tiempo final, y esa es la revelación final de Jesucristo para Su Iglesia y en medio de Su Iglesia: por medio de Su Angel mensajero dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto en este tiempo final. Y por medio de ese mismo Angel Mensajero, Jesús estará llevando a cabo Su Obra correspondiente a este tiempo final.
Por lo tanto, así como el Padre envió a Jesús y estuvo velado en carne humana en Jesús, y estuvo haciendo las obras por medio de Jesús, las que El prometió hacer para aquel tiempo. Y Cristo decía: “Yo no hago nada de mí mismo, como Yo veo al Padre obrar, así Yo obro.” El también dijo que el que hacía las obras era el Padre que estaba en El. (San Juan, capítulo 14, verso 6 en adelante).
Y ahora, así como el Padre obró por medio de Jesús, Su Enviado; Jesucristo obrará por medio de Su Angel Mensajero. Y la revelación de Jesucristo para el Día Postrero estará en Su Angel Mensajero, para toda la Iglesia del Señor Jesucristo.
Y ahora, podemos ver cómo estará Cristo velado y revelado en el Día Postrero, dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto en este tiempo final. Su Angel Mensajero es el Enviado con la Misión Celestial de Jesucristo, en medio de la Iglesia de Jesucristo en este tiempo final.
Para este tiempo final ya hemos visto quién es el Enviado con la misión celestial. ¿Enviado por quién? Por Jesucristo nuestro Salvador.
“Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias.”
Así cómo el Padre envió a Su Angel, el Angel del Pacto en carne humana, Jesucristo enviaría Su Angel en carne humana para ser el Mensajero del Día Postrero en Su Iglesia, en la Edad de la Piedra Angular y para la Dispensación del Reino.
En la misma forma que el Padre obró con Jesús, Jesús obrará con Su Angel. Recuerden que el que vino enviado por el Padre fue el Angel del Pacto en carne humana, y el que vendrá enviado por Jesucristo para dar testimonio de estas cosas, será el Angel del Señor Jesucristo en carne humana.
El Angel de Jesucristo no es el Señor Jesucristo, el Angel del Señor Jesucristo es un Profeta dispensacional, que Jesucristo estaría enviando con la Misión Celestial del Día Postrero, para Su Iglesia y para el pueblo hebreo.
Por eso cuando *Juan el apóstol en el capítulo 19, verso 6 al 10 del Apocalipsis, y Apocalipsis, capítulo 22, versos 6 al 10 también, quiso adorar a los pies del Angel que le mostraba estas cosas, el Angel le dijo que no lo hiciera: “Mira, no lo hagas, porque yo soy consiervo tuyo y con tus hermanos.” El Angel no quiso aceptar la adoración de Juan el apóstol; porque el Angel no es el Señor Jesucristo. Apocalipsis, capítulo 19, verso 10, dice:
“Yo me postré a sus pies para adorarle. Y él me dijo: Mira, no lo hagas; yo soy consiervo tuyo, y de tus hermanos que retienen el testimonio de Jesús (o sea, que es uno de los que tienen el testimonio de Jesucristo, uno de los redimidos por nuestro amado Señor Jesucristo). Adora a Dios; porque el testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía.”
Luego en Apocalipsis 22, trató de adorar nuevamente a los pies del Angel del Señor Jesucristo. Apocalipsis 22, verso 6 en adelante, dice:
“Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto.
¡He aquí, vengo pronto! Bienaventurado el que guarda las palabras de la profecía de este libro.
Yo Juan soy el que oyó y vio estas cosas. Y después que las hube oído y visto, me postré para adorar a los pies del ángel que me mostraba estas cosas.
Pero él me dijo: Mira, no lo hagas; porque yo soy consiervo tuyo, de tus hermanos los profetas, y de los que guardan las palabras de este libro. Adora a Dios.”
Hemos visto aquí que Juan el apóstol trató de adorar al Angel de Jesucristo, pero el Angel de Jesucristo en las dos ocasiones le dijo que no lo hiciera. ¿Por qué? Porque el Angel no es el Señor Jesucristo, el Angel del Señor Jesucristo es el Enviado con la Misión Celestial. ¿El Enviado de quién? De nuestro amado Señor Jesucristo.
Y ahora, hemos visto cuál es el Enviado Celestial con la Misión Celestial. Y hemos visto a través de quién Jesucristo estará hablándole a Su Iglesia y después al pueblo hebreo y al mundo entero: por medio de Su Enviado con la Misión Celestial, enviado para dar testimonio de todas estas cosas que deben suceder pronto. Y el que tiene oídos para oír, oiga lo que el Espíritu Santo, el Angel del Pacto, dice a Su Iglesia y a todo ser humano, por medio de Su Enviado.
Por medio de Su Enviado viene la Palabra de Cristo, para Su Iglesia para el Día Postrero, para la Edad de la Piedra Angular. Por lo tanto, siendo Cristo la Palabra, el Arca del Pacto, entra al Templo Espiritual de Cristo, al Lugar Santísimo, el Arca del Pacto, a través del Angel del Señor Jesucristo.
Así como Cristo, el Angel del Pacto, el Arca del Pacto, estuvo en cada edad en el mensajero de cada edad, en el Templo Espiritual de Cristo, Su Iglesia; así también estará en este tiempo en la Edad de la Piedra Angular, que es el Lugar Santísimo del Templo Espiritual de Cristo; viene en el Angel del Señor Jesucristo; ahí es donde viene el Arca del Pacto, ahí es donde viene Cristo la Palabra, ahí es donde viene el Título de Propiedad, el Libro de los Siete Sellos abierto para que todos entendamos todas estas cosas que deben suceder pronto en este tiempo final, y podamos comprender todo lo que Cristo está haciendo en este tiempo final.
Hemos visto: “EL ENVIADO CON LA MISION CELESTIAL.”
Los demás enviados que Dios ha ungido y enviado, ungido con Su Espíritu a Su pueblo, ya están en el pasado. Pero para el presente Jesús dice:
“Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias.”
Ese es el Ungido por Jesucristo con Su Espíritu Santo, con el Sello del Dios Vivo, y por consiguiente es la Voz de Jesucristo, en él viene el Mensaje de Cristo para todos los hijos e hijas de Dios, es el Enviado con la Misión Celestial para nosotros que vivimos en este planeta Tierra.
Hemos visto “EL MISTERIO DEL ENVIADO CON LA MISION CELESTIAL.”
Lo mismo que Dios hizo con Jesucristo, Su Enviado con la Misión Celestial; hará Jesucristo con Su Enviado con la Misión Celestial. Y esa es la forma en que Cristo estará obrando en este tiempo final; y cuando ya se haya completado el número de los escogidos de Dios, Cristo terminará Su Obra de Intercesión en el Cielo y ya la Puerta de la Misericordia se cerrará, y entonces tomará el Título de Propiedad, reclamará todo lo que El ha redimido con Su Sangre Preciosa, reclamará a todos Sus escogidos que ha redimido y que ya han partido y los resucitará, y a nosotros los que vivimos nos transformará, y entonces estaremos perfectos, con un cuerpo perfecto, eterno, inmortal, incorruptible y glorificado, y se habrá cumplido la Misión del Enviado con la Misión Celestial, y podrá decir: “La Obra que me diste que hiciera, he hecho.”
Viene el Enviado con una Misión Celestial, viene para bendición de todos los hijos e hijas de Dios que viven en este planeta Tierra, para ellos y por ellos es que Cristo envía Su Angel para dar testimonio de estas cosas en y para todas las iglesias.
El misterio de este Angel es el misterio más grande, después del misterio de la Primera Venida de Cristo; el misterio de este Angel es el misterio que estará siendo abierto a la Iglesia de Jesucristo en este tiempo final, y estará cumpliéndose el misterio de este Angel en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo.
Por eso, así como el Padre sentó en el Trono Celestial a Su Enviado cuando ascendió victorioso al Cielo, Cristo sentará en Su Trono al Vencedor, cuando haya completado Su Misión Celestial aquí en la Tierra.
“Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono.” [Apocalipsis 3:21 —Editor].
El Trono del Padre está en el Cielo, pero el Trono de Jesucristo es el Trono de David, donde Cristo sentará con El al Vencedor, a Su Angel Mensajero, al Enviado con la Misión Celestial para este tiempo final. Lo mismo que el Padre hizo con Jesús, Su Enviado; hará Jesús con Su Angel Mensajero, que es Su Enviado con la Misión Celestial.
Ahora el Trono de Jesucristo es el Trono de David. Por lo tanto, lo mismo que el Padre hizo en Su Trono con Jesús en el Cielo, es lo que Cristo hace con Su Angel en Su Trono en el Día Postrero, que es el Séptimo Milenio.
Y ahora, podemos ver que hay una bendición muy grande para el Enviado con la Misión Celestial, y por consiguiente para todos los que estarán recibiéndolo, porque “el que recibe a profeta en nombre de profeta, merced, recompensa, de profeta recibe.” [San Mateo 10:41 —Editor]. “Y el que recibe a uno de estos mis pequeñitos, a mí recibe; y el que a mí recibe, recibe al que me envió.” [San Mateo 10:40 —Editor].
El que recibe al Enviado con la Misión Celestial, está recibiendo al que Lo envió: a Jesucristo nuestro Salvador; y por consiguiente está recibiendo al que envió a Jesucristo: a Dios, al Padre.
Hemos visto lo importante que es ver y recibir al Enviado con la Misión Celestial. Y ya ha sido identificado en la Escritura quién es el Enviado con la Misión Celestial para este tiempo final: es el Angel del Señor Jesucristo.
“Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias.”
Ha sido para mí un privilegio grande estar con ustedes dándoles testimonio de: “EL ENVIADO CON LA MISION CELESTIAL.”
Que las bendiciones de Jesucristo, el Angel del Pacto, sean sobre todos ustedes y sobre mí también, y pronto se complete la Obra de Cristo en medio de Su pueblo, y se complete el Cuerpo Místico de Cristo, y pronto Cristo se levante del Trono, tome el Título de Propiedad, haga Su reclamo, resucite los muertos en Cristo y nos transforme a nosotros los que vivimos, y luego tenga una manifestación plena en un lapso de tiempo de 30 a 40 días, y luego nos lleve con El a la Cena de las Bodas del Cordero. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén y amén.
Muchas gracias por vuestra amable atención amados amigos y hermanos presentes, radioyentes, televidentes, y los que están a través de Internet. Continúen pasando una tarde llena de las bendiciones de nuestro amado Señor Jesucristo.
Mientras escuchamos el cántico que nos habla del Hombre que nos transformó, pasará nuestro amigo y hermano, el Rvdo. y misionero, Miguel Bermúdez Marín, para finalizar nuestra parte en esta ocasión.
Si hay alguna persona que no ha recibido todavía a Cristo y desea recibir a Cristo como su Salvador, mientras nuestro Hno. Bermúdez les habla y termina nuestra parte, ahí tendrán la oportunidad de recibir a Cristo como su Salvador, nuestro Hno. Bermúdez les indicará el momento preciso.
Bueno, que Dios les bendiga y les guarde a todos.
“EL ENVIADO CON LA MISION CELESTIAL.”