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| El Rey de reyes | 2000-07-25 | 1 | SV | 01:29:45 | true |
Muy buenas noches, amados amigos y hermanos presentes; es para mí una bendición y privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final.
Me acompañan —como les dije ayer en la noche— mi esposa Erica, mi niña América, José Benjamín Pérez y la Doctora Nelly Fuentes; pues estamos dando este recorrido, acompañando a nuestro amado amigo y hermano Miguel Bermúdez Marín. De todo corazón un saludo para las maestras de los cachorritos, quienes han estado siendo instrumentos de Cristo para esa labor con los niños de nuestro tiempo, para que así puedan comprender más claramente todo lo que Dios tiene para ellos en este tiempo final.
Dice la Escritura: “Instruye al niño en su carrera, su camino, y aún cuando sea viejo, cuando sea adulto, no se apartará de ella (de su carrera, de su camino). [Proverbios 22:6 —Editor].
Y ahora, ¿en qué camino y cuál es el camino para todo ser humano? Cristo dijo en San Juan, capítulo 14, verso 6:
“Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.”
Ese es el Camino para todo ser humano; y en ese camino son instruidos los niños, los jóvenes, los adultos y también los ancianos, para que puedan obtener la bendición de Dios y puedan obtener Vida Eterna y vivir por toda la eternidad.
También un saludo a todos los visitantes: que las bendiciones de Cristo sean sobre todos los visitantes también, como también sobre cada uno de ustedes.
Para esta noche el tema que tenemos (del cual hizo mención nuestro hermano Miguel Bermúdez Marín) es un tema que tomaría muchos meses o años hablar de él, abrirlo completamente; pero esperamos que Dios en el corto tiempo que tenemos para esta ocasión, nos permita ver algo acerca del tema de hoy, el cual es: “EL REY DE REYES.”
En Apocalipsis, 19, versos 11 en adelante (11 al 16) dice:
“Entonces vi el cielo abierto, y he aquí un caballo blanco, y el que lo montaba se llamaba: fiel y verdadero; y con justicia juzga y pelea.
Sus ojos eran como llama de fuego, y había en su cabeza muchas diademas.
Y tenía un nombre escrito, el cual ninguno conocía, sino El mismo.
Estaba vestido de una ropa teñida en sangre, y su nombre es: El Verbo De Dios.
Y los ejércitos celestiales, vestidos de lino finísimo, blanco y limpio, le seguían en caballos blancos.
De su boca sale una espada aguda, para herir con ella a las naciones, y El las regirá con vara de hierro. Y El pisa el lagar del vino del furor, y de la ira del Dios Todopoderoso.
Y en su vestidura y en su muslo tiene escrito este nombre: Rey de reyes y Señor de señores.”
Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla, nos abra Su Palabra, nos abra las Escrituras, y nos abra nuestra mente, nuestro corazón, para entenderla. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén y Amén.
—Como les había dicho— Nuestro tema es: “EL REY DE REYES.”
En el Antiguo Testamento Dios dice que El es nuestro Rey; y ahora en el Nuevo Testamento, Jesucristo es nuestro Rey. ¿Es que hay dos Reyes, Rey de reyes y Señor de señores? ¿Son dos? No, es Uno. Y el Rey de reyes y Señor de señores del Antiguo Testamento es el mismo Rey de reyes y Señor de señores del Nuevo Testamento.
¿Y quién es este Rey de Gloria? Jehová el Fuerte, el Valiente. Eso es lo que nos dice el salmista David, en uno de sus Salmos nos habla acerca de este Rey, el Salmo, 24 donde dice:
“Alzad, oh puertas, vuestras cabezas,
Y alzaos vosotras, puertas eternas,
Y entrará el Rey de gloria.
¿Quién es este Rey de gloria?
Jehová el fuerte y valiente,
Jehová el poderoso en batalla.”
Esto corresponde a la Primera Venida de Cristo, cuando Cristo como Cordero de Dios estuvo en medio del pueblo hebreo, murió, luego resucitó y ascendió al Cielo victorioso, y con El resucitaron los santos del Antiguo Testamento, conforme a San Mateo, capítulo 27, verso 51 en adelante... vamos a verificar esta Escritura aquí, capítulo 27 de San Mateo, versos 51 en adelante, dice:
“Y he aquí, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo; y la tierra tembló, y las rocas se partieron;
y se abrieron los sepulcros, y muchos cuerpos de santos que habían dormido, se levantaron;
y saliendo de los sepulcros, después de la resurrección de él (o sea, después de la resurrección de Cristo), vinieron a la santa ciudad, y aparecieron a muchos.”
O sea, que en aquellos días de la resurrección de Cristo, con El resucitaron los santos del Antiguo Testamento que estaban en el Seno de Abraham, y aparecieron a muchas personas en la ciudad de Jerusalén. Y Cristo también resucitado en Su cuerpo glorificado, entró a donde estaban Sus discípulos, vio a Sus discípulos, vio a María, vio a las demás mujeres que le acompañaban en viajes misioneros, como a su tía Salomé, (hermana de la virgen María), vio también a Santiago y a Jacobo (o sea, Santiago que es Jacobo), y a Juan, los cuales eran hijos de Salomé, y por consiguiente eran primos hermanos de Jesús, según la carne.
Y así por el estilo podemos ver todo lo que allí estaba sucediendo, y todo quedó como entre familia; pues le apareció a Sus discípulos —Jesús— y los que resucitaron con Cristo aparecieron a muchos de sus familiares en la ciudad de Jerusalén. Estas personas que resucitaron con Cristo son los santos del Antiguo Testamento, los cuales realizaban los sacrificios establecidos por Dios, como el sacrificio de aquellos animalitos, como el cordero, y también como el sacrificio del macho cabrío, para con la sangre de esos sacrificios quedar perdonados sus pecados y cubiertos con la sangre de esos animalitos; aunque el pecado no era quitado, sino solamente cubierto. Al ser cubierto sus pecados ante la presencia de Dios, Dios los veía como personas justas, sin pecado; eran justos delante de Dios, aunque habían cometido errores, faltas y pecados, pero habían hecho los sacrificios correspondientes, para ser perdonados sus pecados y ser cubiertos sus pecados con la sangre de aquellos animalitos.
Eso es lo más que podía hacer la sangre de aquellos animalitos, porque los animales no son perfectos, por lo tanto la sangre de ellos no era una sangre perfecta; pero tipificaba cada animalito de aquellos sacrificios, y la sangre de ellos, representaba, tipificaba a Jesucristo, el Cordero de Dios, que moriría en la Cruz del Calvario, derramaría Su Sangre, y serían perdonados nuestros pecados, y serían quitados, limpiados nuestros pecados con la Sangre de Jesucristo nuestro Salvador.
Por eso el apóstol San Pablo habló de la Sangre de Cristo como la Sangre del Nuevo Pacto, y también Cristo habló de Su Propia Sangre que sería derramada como la Sangre del Nuevo Pacto que Dios establecería con Su pueblo. Tanto para el pueblo hebreo como para la Iglesia del Señor Jesucristo, la única Sangre para entrar al Nuevo Pacto es la Sangre de Jesucristo, el Cordero de Dios.
Toda persona que no ha recibido a Cristo como su Salvador, y ha lavado sus pecados en la Sangre de Cristo, y ha sido bautizado en Su Nombre, y ha recibido el Espíritu Santo, pues no se encuentra bajo el Nuevo Pacto con Dios, y por consiguiente sus pecados son vistos delante de Dios, y la paga del pecado es muerte.
Por eso es que dice la Escritura en San Juan, capítulo 3, versos 13 en adelante:
“Nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo; el Hijo del Hombre, que está en el cielo.
Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado.”
Moisés levantó la serpiente de bronce en el desierto en una vara, para que todas las personas que eran picadas, mordidas, por serpientes venenosas, miraran hacia esa serpiente de bronce y fuesen libradas de la muerte, ¿por qué? Porque esa serpiente de bronce representaba a Cristo.; y siendo de bronce, eso representaba el pecado ya juzgado en esa serpiente.
Y ahora, toda persona que miraba a esa serpiente, cuando había sido mordida por serpientes venenosas, ¿qué sucedía? El pecado de esas personas quedaba automáticamente transferido a esa serpiente de bronce, y por consiguiente la persona quedaba libre del pecado. Porque todo eso está tipificando el Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario, para beneficio de toda persona que ha sido mordido por la serpiente venenosa en el Huerto del Edén; allá el diablo, que es la serpiente antigua, por medio del animal, la serpiente, engañó a Eva, y luego entró el pecado a la raza humana, y la raza humana pecó (representada la raza humana en Adán y Eva).
El pecado entró a la raza humana por un hombre: Adán; y ahora toda la raza humana de Adán hacia acá, ha quedado envenenada con el veneno del pecado.
Y ahora, la única forma para librarse cada persona de ese veneno del pecado, pues la paga del pecado es muerte; por lo tanto, todos están destituidos de la Gloria de Dios, dice San Pablo en Romanos, capítulo 3, verso 23. Y siendo que todos han pecado y están destituídos de la Gloria de Dios, y la paga del pecado es muerte, toda persona tiene en su vida una oportunidad (y es mientras vive aquí en la Tierra), de mirar a Cristo como nuestro Salvador y creer en Su Sacrificio en la Cruz del Calvario; así como la serpiente de bronce fue levantada, para librar de la muerte a todos los que miraban a esa serpiente de bronce, cuando habían sido mordidos por serpientes venenosas, y quedaban libres de la muerte, porque su pecado era quitado, y por lo tanto el veneno de las serpientes venenosas se hacía nulo en las personas, era una mirada de fe a la serpiente de bronce que había sido levantada por el profeta Moisés, de acuerdo a la ordenanza divina, para quitar la muerte de aquel veneno que había sido colocado en las personas, por las serpientes venenosas que mordían al pueblo hebreo allá en el desierto.
Y ahora, la raza humana, vean ustedes, recibió la mordida de la serpiente antigua allá en el Huerto del Edén, y por consiguiente la raza humana quedó contaminada con el veneno del pecado, el veneno de la serpiente antigua que es el diablo y satanás.
¿Y cómo se va a librar la raza humana, el ser humano, del veneno de la serpiente, del veneno del pecado que colocó en la raza humana? Con una mirada de Fe a Jesucristo en la Cruz del Calvario, creyendo que la Primera Venida de Cristo como Cordero de Dios, muriendo en la Cruz del Calvario, fue para quitar nuestros pecados, ser perdonados nuestros pecados, y así quitar el veneno del pecado de nuestras vidas; porque la Sangre de Jesucristo nos limpia de todo pecado. Ya El lo hizo allá en la Cruz del Calvario, El recibió el juicio divino por el pecado; porque la paga del pecado es muerte; El tomó nuestros pecados, y por consiguiente el juicio divino de la muerte vino sobre Jesucristo. El murió por todos nosotros, para que nosotros demos una mirada de Fe hacia El, y veamos que Su Primera Venida como Cordero de Dios muriendo en la Cruz del Calvario fue para beneficio de todos nosotros, para quitar el pecado del mundo.
Juan cuando lo presentó en el capítulo 1, verso 29 en adelante, en San Juan, dice: “He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.”
Y ahora, es asunto de una mirada de fe a Jesucristo nuestro Salvador.
Sigue diciendo aquí en San Juan, capítulo 3, pasamos al... leemos de nuevo el verso14, donde dice:
“Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado,
para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.”
Miren lo que trae para la persona que da una mirada de fe a Cristo, al Hijo del Hombre levantado en la Cruz del Calvario: le da Vida Eterna, para que no se pierda, para que no muera a causa del pecado, sino que viva eternamente, porque su pecado es quitado; y la sentencia del pecado, que es la muerte, sea anulada esa sentencia para esa persona. Queda nula la sentencia, si la Sangre de Cristo limpia a la persona de todo pecado; porque la sentencia de la muerte es para las personas en donde se encuentre el pecado. Y la única forma para que no se encuentre el pecado en nosotros es la Sangre de Jesucristo nuestro Salvador, que nos limpia de todo pecado.
Ahora, vean como Dios obra y hace las cosas tan sencillas que hasta los niños las pueden entender.
Y ahora, continuemos leyendo, aquí dice:
“...para que todo aquel que en El cree no se pierda, más tenga vida eterna.”
Para que así nuestra alma no se pierda, más tenga Vida Eterna. Y cuando termine todo ese Programa para con nosotros, Cristo resucitará a los muertos creyentes en El en cuerpos eternos, glorificados e inmortales, y nos transformará a nosotros los que vivimos, y entonces la muerte será quitada del cuerpo físico también, entonces ya seremos inmortales como nuestro amado Señor Jesucristo.
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.”
Cristo dijo en una ocasión: “Si ustedes no creen que Yo Soy, en vuestros pecados moriréis.” Y también dijo a las personas: “Vosotros no tenéis vida permaneciente en sí mismos...” o sea, que la persona de por sí no tiene Vida Eterna en sí, porque la Vida Eterna es Jesucristo, y El es que imparte esa Vida Eterna a los creyentes en El.
Por eso es que el ser humano al no tener Vida permaneciente en sí (Vida Eterna), vive una temporada en la Tierra y después se muere; y luego se levantará en la resurrección que le corresponda: o en la primera resurrección si es un creyente en Cristo, o en la segunda resurrección si no fue un creyente en Cristo. ¿Y por qué en la segunda resurrección? Porque en la segunda resurrección que será después del Reino Milenial, al final será para los seres humanos ser juzgados delante del Trono Blanco de Cristo; en donde Cristo y Su Iglesia juzgarán a la humanidad que no creyó en Cristo.
¿Y las personas del Antiguo Testamento podían creer en Cristo? Claro que sí. ¿Y cómo podían creer en Cristo? En los tipos y figuras que representaban a Jesucristo. Los sacrificios de aquellos animalitos representaban a Cristo, por lo tanto, las personas que ofrecieron a Dios esos sacrificios de animalitos, y ofrecieron la sangre de esos sacrificios estaban creyendo en Cristo, allí en los tipos y figuras que representaban a Cristo en Su Primera Venida y Su Sacrificio en la Cruz del Calvario; y cuando Cristo murió en la Cruz del Calvario, los pecados de aquellas personas que estaban solamente cubiertos, los cuales estaban allá en el Paraíso, porque ya habían partido, ¿qué sucedió con ellos? Los pecados de ellos fueron quitados con la Sangre de Cristo y se levantaron con Cristo el día de la resurrección, domingo de resurrección, se levantaron con Cristo y aparecieron a muchas personas en la ciudad de Jerusalén; las demás personas no resucitaron, ¿por qué? Porque esas personas resucitarán después del Reino Milenial para ser juzgadas delante del Trono de Cristo, del Trono blanco, en donde serán juzgadas todas las personas que no tenían el Sacrificio de Cristo, o en tipo y figura o literalmente, luego del día de la crucifixión de Cristo en adelante.
Ahora, podemos ver que todo este misterio ha sido abierto para los seres humanos.
Y ahora, podemos ver el porqué desde el día de Pentecostés se le ha estado anunciando a la raza humana el Evangelio de Jesucristo, dándole a conocer a la raza humana la Primera Venida de Cristo y Su Sacrificio en la Cruz del Calvario, y el motivo de ese Sacrificio: para obtener el perdón de nuestros pecados, y así ser quitados nuestros pecados con la Sangre de nuestro amado Señor Jesucristo, y obtener el Espíritu de Cristo, el Espíritu Santo, y así obtener un cuerpo teofánico, eterno, de la sexta dimensión.
Por eso el día de Pentecostés para los creyentes en Cristo, que estaban orando y esperando la venida del Espíritu Santo en el aposento alto, les vino un viento recio del Cielo, y lenguas de fuego vinieron sobre 120 creyentes en Cristo. Siendo que Dios hace a Sus ángeles espíritus, y que el espíritu del hombre es lámpara delante de Dios, una lámpara de fuego delante de Dios, vean ustedes, está viviendo el Espíritu de parte de Dios en lenguas de fuego, porque allí están recibiendo el cuerpo teofánico de la sexta dimensión 120 personas.
El espíritu teofánico es una llama de fuego a la vista de las personas; pero si podemos pasar a la sexta dimensión, entonces veríamos que es un cuerpo parecido a nuestro cuerpo, pero de la sexta dimensión. Por eso la Columna de Fuego que le apareció al profeta Moisés allá en el monte Sinaí, cuando él estaba pastoreando ovejas, le dijo: “Yo Soy el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob.” Pero en otra ocasión pudo verlo de espalda, y lo que vio fue un hombre caminando, vio de espaldas al que le había hablado, y al que lo había enviado a Egipto para la liberación del pueblo hebreo.
También otros hombres de Dios en el Antiguo Testamento vieron a Dios, como Jacob, que luchó con el Angel de Jehová y no lo soltó hasta que el Angel de Jehová lo bendijo, y lo bendijo cambiándole el nombre, de Jacob a Israel. Jacob quería saber el Nombre del Angel con el cual él había luchado, y el Angel le dijo: “¿Por qué preguntas por mi nombre?”
También el padre de Sansón y la madre de Sansón, Manoa (el padre de Sansón), vieron al Angel de Jehová, y no sabían que era el Angel de Jehová hasta que Manoa sacrificó a Dios un corderito, y encendió el fuego debajo de ese corderito que había colocado sobre la peña, y cuando estaba siendo consumido por el fuego ese sacrificio de ese corderito, el Angel de Jehová que estaba allí con ellos, subió por la llama de fuego y desapareció. Entonces Manoa dijo a su esposa: “Hemos de morir, porque hemos visto a Dios cara a cara.” La esposa de Manoa le dio: “No vamos a morir, porque de otra forma no nos habría dicho que hemos de tener un hijo y cómo lo hemos de criar.” Entonces se tranquilizó Manoa.
Y ahora, vean cómo personas del Antiguo Testamento han visto a Dios, y luego en el mismo Antiguo Testamento Dios le dice a Moisés, cuando Moisés quería ver la Gloria de Dios, quería ver a Dios, Dios le dijo: “No podrás ver mi rostro, porque no me verá hombre y vivirá.” Esto está en el libro del Exodo, por ahí por el capítulo 34, ahí fue donde Dios le dijo a Moisés: “Yo voy a pasar delante de ti, y tú estarás sobre la peña, y estarás colocado...” 33, verso 18 al 23, y el capítulo 34, verso 1 al 9. Ahí está todo ese gran evento en donde Moisés luego vio a Dios de espalda, lo vio en la forma de un hombre.
Y ahora, en San Juan también nos habla acerca de Dios y nos dice, capítulo 1, verso 18:
“A Dios nadie le vio jamás...”
Y ahora, esas palabras aparentemente anulan todo lo que profesaron o confesaron todos estos santos del Antiguo Testamento, que dijeron que habían visto a Dios cara a cara. Y también en el libro de Deuteronomio, nos dice la Escritura que Moisés hablaba con Dios cara a cara, como habla cualquier hombre con su compañero.
Y ahora, esta Escritura: “A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer.”
Ahora, veamos este misterio: en Hebreos, capítulo 1, San Pablo hablando acerca de Cristo, capítulo 1, verso 1 al 3, dice:
“Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas (¿Cómo habló Dios? Por medio de Sus profetas),
en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo;
el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo (o sea, por medio de Su propio cuerpo, Cristo por medio de Su propio cuerpo), se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas (o sea, se sentó en el Trono de Dios en el Cielo),
hecho tanto superior a los ángeles, cuanto heredó más excelente nombre que ellos.
Porque ¿a cuál de los ángeles dijo Dios jamás:
Mi Hijo eres tú,
Yo te he engendrado hoy,
y otra vez:
Yo seré a él Padre,
Y él me será a mí hijo?
Y otra vez, cuando introduce al Primogénito en el mundo, dice: Adórenle todos los ángeles de Dios.
Ciertamente de los ángeles dice:
El que hace a sus ángeles espíritus,
Y a sus ministros llama de fuego.
Mas del Hijo dice:
Tu trono, oh Dios, por el siglo del siglo;
Cetro de equidad es el cetro de tu reino.
Has amado la justicia, y aborrecido la maldad,
Por lo cual te ungió Dios, el Dios tuyo,
Con óleo de alegría más que a tus compañeros.
Y:
Tú, oh Señor, en el principio fundaste la tierra,
Y los cielos son obra de tus manos.
Ellos perecerán, mas tú permaneces;
Y todos ellos se envejecerán como una vestidura,
Y como un vestido los envolverás, y serán mudados;
Pero tú eres el mismo,
Y tus años no acabarán.
Pues, ¿a cuál de los ángeles dijo Dios jamás:
Siéntate a mi diestra,
Hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies?
¿No son todos espíritus ministradores, enviados para servicio a favor de los que serán herederos de la salvación?”
Aquí tenemos una revelación grande de Dios dada por el apóstol San Pablo.
Ahora, Jesucristo en Su cuerpo físico es el Hijo de Dios aquí en al Tierra, Jesucristo en Su cuerpo teofánico es el Hijo de Dios en la sexta dimensión; o sea, que antes de estar en esta dimensión estaba en la sexta dimensión. Por eso es que en San Juan, capítulo 8, verso 56 al 58, dice:
“Abraham vuestro padre se gozó de que había de ver mi día, y lo vio y se gozó.”
Abraham vio Su día, el día del Señor Jesucristo, eso fue cuando le apareció Elohím con Sus arcángeles Gabriel y Miguel, y se materializaron y comieron con Abraham una becerra tierna que Abraham les preparó, con todo lo que conlleva una buena comida para unos buenos invitados; eso fue el día antes de la destrucción de Sodoma y de Gomorra, que Dios en un cuerpo físico, con Sus arcángeles Gabriel y Miguel, en cuerpos físicos también creados por Dios, le aparecieron a Abraham, y le confirmaron también el hijo que Dios le había prometido que habría de nacer a Abraham por medio de Sara su esposa, la cual era estéril, y ya con 89 años de edad; pero Dios rejuveneció a Abraham y también a Sara; porque Sara con 89 años de edad no podía tener hijos, y encima de eso —y aún más— siendo estéril, mucho menos.
Luego de esa ocasión y de la destrucción de Sodoma y Gomorra, Abraham se fue con Sara para otro territorio, y allá el rey de Gerar, que era Abimelec, se enamoró de Sara. Cualquier persona se puede dar cuenta que Sara estaba rejuvenecida para estar tan hermosa y un rey querer casarse con ella. ¿Porque qué rey se va a enamorar de una señora de 89 años de edad? Era que estaba rejuvenecida para tener un hijo por medio de Abraham, o Abraham tener un hijo por medio de Sara. Pero ya el rey quería tener un hijo por medio de esa joven tan hermosa, Sara. Pero la promesa era no para Abimelec, sino para Abraham, que tendría un hijo por medio de Sara.
Y ahora, Abimelec quería tener un hijo para que fuera su sucesor, el rey allí; pero vean ustedes, el hijo que Sara tendría sería de Abraham, no de Abimelec. Y Dios cuidó que esa promesa fuese cumplida correctamente por medio de Abraham y Sara.
Ahora, eso nos muestra (toda esa situación de Sara y Abraham allá y este rey) que siempre que Dios ha hecho una promesa, el diablo, el enemigo de Dios, trata de evitar que Dios cumpla esa promesa; pero vean ustedes, Dios siempre obra para que se cumpla lo que El prometió.
Y ahora, vean ustedes como fue que Abraham vio el día del Señor: “Deseó ver mi día, lo vio y se gozó.” [San Juan 8:57-58 —Editor] O sea, que Abraham allá está viendo lo que sería la Primera Venida de Cristo, y lo que sería también la Segunda Venida de Cristo: El Angel de Jehová, el Angel del Pacto, velado y revelado en carne humana, comiendo y bebiendo con los seres humanos.
“Entonces le dijeron los judíos: Aún no tienes cincuenta años, ¿y has visto a Abraham?”
Y ahora, les dice algo más (si no creyeron lo primero...), ahora, vean ustedes:
“Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuese, yo soy (no solamente eran los días de Abraham, sino antes de Abraham también).Tomaron entonces piedras para arrojárselas; pero Jesús se escondió y salió del templo; y atravesando por en medio de ellos, se fue.”
Porque las personas, o con las personas incrédulas no se puede hablar; vean, se les da una revelación, y entonces no la pueden creer; y se ponen a preguntar, y se les da algo más grande, una revelación mayor, se le abunda más, y tampoco pueden creer; y entonces piensan que la persona está loca, pensaban que Jesús estaba loco, pero no estaba loco, Jesús estaba bien, estaba en Sus cabales, y estaba dando testimonio de cómo El era y quién El era, y cómo se había aparecido en tiempos anteriores a Abraham y a otros profetas. Porque Jesucristo nuestro amado Salvador, es la persona más grande, no solamente del planeta Tierra sino del universo completo.
¿Y quién es entonces nuestro amado Señor Jesucristo? Vean ustedes, en San Juan, capítulo 1, verso 1 en adelante, dice:
“En el principio era el verbo, y el verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.”
Cuando se dice: “el Verbo,” se está hablando del cuerpo teofánico, del cuerpo angelical de Dios, ése Angel de Jehová que le apareció a Moisés y libertó al pueblo hebreo, ese Angel de Jehová que le apareció a Manoa, ese Angel de Jehová que le apareció a Abraham, ese Angel de Jehová que le apareció a Jacob también y bendijo a Jacob, ese Angel de Jehová que le apareció los profetas, le hablaba a los profetas; algunas veces lo veían en una forma de luz, otras veces lo veían en una forma de un Angel; ese Angel de Jehová es el mismo Dios en Su cuerpo angelical, Su cuerpo teofánico, ése es el Verbo que era con Dios y era Dios.
“Este era en el principio con Dios.
Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.”
O sea, por el Verbo fueron hechas todas las cosas, y sin El nada de lo que ha sido hecho fue hecho. Las palabras del Génesis, capítulo 1, verso 1, que dicen: “En el principio creó Dios los cielos y la tierra.” Fue Dios en Su cuerpo teofánico, Su cuerpo angelical, Dios estando en Su cuerpo angelical, un cuerpo parecido a nuestro cuerpo, pero de otra dimensión, de la sexta dimensión.
Y ahora, algunas personas se podrán maravillar que Dios estaba en un cuerpo parecido a nuestro cuerpo; pero cuando estudiamos en el Génesis cómo fue Dios creó al ser humano, entonces podemos comprender ese misterio.
Vamos a ver en Génesis, capítulo 2... primero capítulo 1, verso 26 en adelante, dice:
“Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra.
Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.”
Cuando Dios creó al hombre, lo creó a Su imagen, y la imagen de Dios es el cuerpo teofánico, el cuerpo angelical de la sexta dimensión; por lo tanto, Dios creó al hombre en la sexta dimensión, le creó un cuerpo teofánico, un cuerpo angelical allí. Y así estaba Adán en el huerto del Edén, y Dios estaba con él, también Dios en Su cuerpo teofánico, cuerpo angelical; pero en el cuerpo teofánico o cuerpo angelical, la persona no puede trabajar, no puede labrar la tierra, y recoger los frutos, y comer de sus frutos, tiene que materializarse.
Y luego, veamos (también Dios había dicho):
“Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra.”
Era una promesa y una orden para Adán y Eva; pero ahora, vean ustedes, todavía el ser humano no tenía - el hombre no tenía un cuerpo de carne. Pero ahora en el capítulo 2, verso 7 en adelante dice:
“Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente (o sea, un alma viviente).
Y Jehová Dios plantó un huerto en Edén, al oriente; y puso allí al hombre que había formado.”
¿Y para qué Dios colocó al hombre allí? Para encargarse del Huerto del Edén, o sea, le dio una finca. “Ahí tienes una finca para que vivas con la compañera que más adelante Yo te voy a dar.” Porque vean ustedes, cuando aquí Dios formó al hombre del polvo de la Tierra, vean ustedes lo que dice:
“Y Jehová Dios hizo nacer de la tierra todo árbol delicioso a la vista, y bueno para comer; también el árbol de vida en medio del huerto, y el árbol de la ciencia del bien y del mal.
Y salía de Edén un río para regar el huerto, y de allí se repartía en cuatro brazos (este territorio, del huerto del Edén, ese territorio en la actualidad es Kuwayt).
Y ahora, veamos más adelante, dice:
“Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase.
Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer;
mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás.
Y dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él.”
¿Ven que cuando Dios colocó al hombre, a Adán, en el Huerto del Edén, todavía no le había dado una compañera, no le había formado del polvo de la Tierra una compañera? Por lo tanto el espíritu femenino que colocaría en su compañera (que sería Eva), ¿dónde estaba? Estaba en Adán. O sea, que Adán tenía espíritu masculino y espíritu femenino; o sea, que estaba esos cuerpos teofánicos en él.
“Y dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él.
Jehová Dios formó, pues, de la tierra toda bestia del campo, y toda ave de los cielos, y las trajo a Adán para que viese cómo las había de llamar; y todo lo que Adán llamó a los animales vivientes, ese es su nombre.
Y puso Adán nombre a toda bestia y ave de los cielos y a todo ganado del campo; mas para Adán no se halló ayuda idónea para él.
Entonces Jehová Dios hizo caer sueño profundo sobre Adán, y mientras éste dormía, tomó una de sus costillas, y cerró la carne en su lugar.
Y de la costilla que Jehová Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y la trajo al hombre.
Dijo entonces Adán: Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; ésta será llamada Varona, porque del varón fue tomada.
Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne.
Y estaban ambos desnudos, Adán y su mujer, y no se avergonzaban.”
Ahora, vean ustedes cómo fue todo este programa de creación del ser humano. Antes de estar el ser humano en la Tierra, fue creado en la sexta dimensión, que es la dimensión de los ángeles; y luego le creó un cuerpo del polvo de la Tierra, un cuerpo de carne, a Adán; y luego cuando fue a darle una compañera, tomó del mismo cuerpo de Adán, de su costado, sacó una costilla; o sea, que la primera cirugía y la primera anestesia - la primera anestesia y la primera cirugía que fue llevada a cabo, ¿la llevó a cabo quién? Dios. El es el Médico de todos los médicos, y el Anestesista o Anestesiólogo de todos los anestesistas.
Y ahora, de una costilla le crea una compañera a Adán.
Ahora, siendo que Adán tenía un cuerpo creado por Dios: si cuando Adán fue dormido por Dios, Dios colocó sueño sobre él, y sacó una costilla, si antes de sacar esa costilla tenía cierta cantidad de costillas, y Dios le sacó una y quedó con una menos, ya eso es un asunto de Dios. ¿Pero y qué, si Dios al sacar esa costilla, por cuanto ese cuerpo había sido creado por Dios, cuando nosotros nos cortamos las uñas y sacamos un pedazo de la uña, no nos crece? ¿No le crecería a Adán? Así que, cualquiera de las dos formas está bien, como Dios lo hizo está correcto.
Y ahora, vean ustedes cómo apareció el ser humano en la Tierra, y como apareció una compañera para Adán. Por eso la mujer Eva es carne de la carne de Adán, y hueso de sus huesos, y por eso es parte de Adán; los dos son una misma carne, porque ella es parte, su cuerpo es parte de su carne, y el espíritu de ella es parte de Adán, porque el espíritu de ella estaba en Adán; ambos son una misma carne. Y todo eso es tipo y figura de Cristo y Su Iglesia, los cuales son una misma carne. Y cuando tengamos el cuerpo glorificado, entonces veremos que nuestro cuerpo glorificado, será igual al cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador.
Y ahora, este misterio, tanto de Adán y Eva, es grande, como también de Cristo y Su Iglesia es grande. Pero ahora el más que nos interesa es el misterio de Cristo y Su Iglesia, del Segundo Adán y de la segunda Eva, que es Cristo y Su Iglesia.
Los hijos del primer Adán y la primera Eva, por cuanto ellos pecaron allá en el Huerto del Edén, han venido con la maldición de la muerte, porque han venido manchados con el pecado, y la paga del pecado es muerte. Por eso la raza humana al ser descendiente de Adán y Eva, nace, crece, vive, y después se muere la persona.
Pero ahora por medio de Cristo, el Segundo Adán, el nuevo nacimiento del cual Cristo habla, el cual El nos da, es para Vida Eterna; y nos da primero el cuerpo teofánico, cuerpo angelical de la sexta dimensión, cuando lo recibimos como nuestro Salvador, lavamos nuestros pecados en Su Sangre, somos bautizados en Su Nombre y recibimos Su Espíritu Santo, así recibimos el cuerpo de la sexta dimensión, cuerpo angelical, igual al cuerpo de Cristo, de la sexta dimensión; ese cuerpo de Cristo de la sexta dimensión llamado el Angel del Pacto, o Angel de Jehová, que le apareció al profeta Moisés, también le había aparecido a Abraham y a muchos otros profetas; en ese cuerpo teofánico o angelical es que Cristo ha señalado que era antes que Abraham. Pero en el cuerpo físico que nació en Belén de Judea a través de la virgen María, tenía de 29 años y medio a 33 años, cuando El está hablando estas palabras.
Pero ahora vean ustedes, hay otra dimensión en donde hay cuerpos: la dimensión de los ángeles, donde hay cuerpos parecidos a nuestros cuerpos pero de otra dimensión. El ser humano fue hecho primero a la imagen de Dios, y la imagen de Dios es el cuerpo teofánico, cuerpo angelical de la sexta dimensión. La semejanza de Dios es el cuerpo físico, en el cual Dios moró en toda Su plenitud, que se llama Jesús.
Y ahora, Dios hizo al ser humano a Su imagen y a Su semejanza; por lo tanto, lo más que se parece a Dios es ¿quien? El ser humano. Y lo más que se parece al ser humano es Dios. Por eso cuando Dios vino en toda su plenitud a la Tierra, vino en la forma no de un animal, sino que vino en la forma de un hombre, de un ser humano llamado Jesús; ésa es la semejanza física de Dios para esta dimensión o en esta dimensión, y la imagen de Dios es el cuerpo angelical o cuerpo teofánico de la sexta dimensión.
Y ahora, siendo hijos e hijas de Dios, El nos da un cuerpo Teofánico de la sexta dimensión al nacer de nuevo, y nos dará un cuerpo físico, eterno, inmortal, glorificado, igual a Su propio cuerpo, cuando resuciten los muertos en Cristo en cuerpos eternos y nos transforme a nosotros los que vivimos; y así todos estaremos a imagen y semejanza de Jesucristo nuestro Salvador.
Ahora, Cristo en el Antiguo Testamento es llamado el Angel del Pacto, o Angel de Jehová; y en el Nuevo Testamento, el Jehová del Antiguo Testamento, el Angel de Jehová del Antiguo Testamento, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, es el Jesucristo del Nuevo Testamento. Y si El era el Rey allá en el Antiguo Testamento, y Dueño de toda la creación, El sigue siendo el Rey de reyes y Señor de señores, y Dueño, Creador y Dueño, de toda la creación en el Nuevo Testamento, el cual es Jesucristo.
Y por eso Jesucristo es el Rey de reyes y Señor de señores. Rey en la séptima dimensión, Rey en la sexta dimensión, Rey-Teofanía, y Rey en esta dimensión terrenal, Rey-Jesús, Rey-Dios, Rey-Teofanía, Rey-Jesús. El es el Rey de reyes y Señor de señores.
Y todos Sus hijos nacidos de nuevo, por medio de creer en Cristo como nuestro Salvador, lavar nuestros pecados en Su Sangre, ser bautizados en Su Nombre y recibir Su Espíritu Santo, son hijos del Rey de reyes y Señor de señores, porque El con Su Sangre nos limpió de todo pecado, y nos ha hecho para nuestro Dios Reyes y Sacerdotes.
Y ahora, siendo que El es Rey, Sus hijos son Reyes; y siendo que El es el Sumo Sacerdote del Templo Celestial, El es el Sumo Sacerdote de Dios, Sus hijos son Sacerdotes también.
El orden levítico en el cual Aarón era el sumo sacerdote, y luego los descendientes de Aarón tomaban esa posición, o puesto, o lugar, de sumo sacerdote, cuando murió Aarón; y luego cuando murieron los demás descendientes de Aarón, luego se levantaba otro de la misma descendencia de Aarón y venía a ser el sumo sacerdote.
Ese orden sacerdotal del sumo sacerdocio con todos los demás sacerdotes, es tipo y figura, representa el Orden Sacerdotal Celestial, el Orden de Melquisedec. Por eso es que Jesucristo no es Sacerdote del orden levítico, no es Sacerdote de la descendencia de Aarón, pues nació a través de la tribu de Judá aquí en la Tierra. Por lo tanto, no podía ser un sacerdote, y menos un sumo sacerdote del orden Levítico. Pero la Escritura dice: “Tú eres Sacerdote del Orden de Melquisedec, del Sacerdocio Celestial.”
Y el Melquisedec que le apareció a Abraham es el Sumo Sacerdote del Templo Celestial. Y Cristo es el Sumo Sacerdote del Templo Celestial, el cual ascendió al Cielo con Su Propia Sangre, producto de Su propio cuerpo, que fue sacrificado en la Cruz del Calvario, para hacer Intercesión en el Cielo con Su Propia Sangre por todos nosotros, porque El es el Sumo Sacerdote Melquisedec.
Y ahora, nosotros somos redimidos con Su Sangre y hemos sido hechos para nuestro Dios Reyes y Sacerdotes del Orden de Melquisedec. Melquisedec es Rey de Salem y Sacerdote del Dios Altísimo.
Y ahora, encontramos que hay un Orden Sacerdotal Celestial, y hay un Orden de la Dinastía Celestial, al cual nosotros pertenecemos.
Todo lo que fue reflejado ocurrió en el orden sacerdotal de Leví (del cual Aarón fue el sumo sacerdote, el primer sumo sacerdote), representa el Orden Sacerdotal de Melquisedec en el Cielo. Y la dinastía de David representa la Dinastía Celestial. Dios prometio a David que le daría lámpara, una descendencia, descendencia para sentarse en el trono de David, y todos los descendientes de David que se sentaron en el trono de David, son tipo y figura de Cristo, el cual es el Heredero al trono de David, y del cual el arcángel Gabriel habla a la Virgen María en el capítulo 1 de San Lucas, y le dice a la virgen María que ella va a tener un niño. Capítulo 1, verso 30 en adelante, dice:
“Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios.
Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús.”
Como que este Angel se encarga también en muchos casos de dar el nombre que le van a poner a personas, como lo son: Juan el Bautista, y Jesús.
“Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre;
y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.”
Este trono de David, de la dinastía de David, corresponde ahora a Jesucristo. El es el Heredero al trono de David, por eso nació a través de una virgen (la virgen María) descendiente del rey David. La virgen María aunque era pobre, era una princesa descendiente del rey David. José, el hombre que estaba desposado con María, desposado es - esto es: comprometido con ella y ella con él para casarse; o sea, que estaban ya comprometidos para casarse. José también era descendiente del rey David, era un príncipe, aunque era una persona pobre, un carpintero. Pero la posición de una persona no depende de su trabajo o de los bienes materiales. La posición que tenía José y María eran importantes en medio del pueblo hebreo y también delante de Dios; por eso el Arcángel Gabriel le dice a José en algunas ocasiones: “José, hijo de David (o sea, descendiente de David).”
Y ahora, Cristo naciendo por medio de la virgen María, una descendiente del rey David, obtiene el derecho al trono de David; y siendo también adoptado como hijo por José, obtiene en una doble forma el derecho al trono de David, para que se cumpla así la promesa de Dios.
Y ahora, Cristo es la lámpara, el Hijo retoño que Dios levantaría a David, del tronco de Isaí (Isaí fue el padre de David).
Y ahora, por medio de Cristo ha estado viniendo toda esa Realeza Celestial, esa Realeza Celestial en donde son los Reyes y Sacerdotes celestiales del Cielo, según el Orden de Melquisedec; el cual es Rey de Salem, de Jerusalén y Sacerdote del Dios Altísimo.
Y ahora, ¿quién era primero Rey de Jerusalén, David o Melquisedec? Melquisedec. Pero Dios le concedió a David un tiempo para reinar en Jerusalén, y también a la descendencia de David que se sentó en el trono de David. Por lo tanto, el trono de David es tipo y figura del Trono de Melquisedec; por lo tanto, se fusionarán durante el Reino milenial, y tendremos el tabernáculo de David, la casa de David, la descendencia de David, restaurada; y eso será la descendencia de Cristo, que son los creyentes en Cristo que han lavados sus pecados en la Sangre de Cristo y han recibido Su Espíritu Santo y han sido hechos por Cristo Reyes y Sacerdotes.
Y ahora, somos Reyes y Sacerdotes no de un orden terrenal, y no de una nación terrenal, donde son reyes algunas personas; sino que somos Reyes de la Dinastía del Melquisedec, en donde y con la cual se fusiona la dinastía de David. Y somos sacerdotes del Orden de Melquisedec, el cual es Sumo Sacerdote de Dios, del Templo Celestial, el cual es nuestro amado Señor Jesucristo.
Y ahora, siendo que El es el Rey de Reyes y Señor de Señores, y Sumo Sacerdote del Templo Celestial, pues nosotros somos lo mismo: Sacerdotes con Cristo y Reyes con Cristo, para ése glorioso Reino Milenial de Cristo y para toda la eternidad en el Reino de Cristo.
Y ahora, hemos descubierto a través de la Escritura que somos Reyes, pertenecemos a una Dinastía Celestial y no lo sabíamos; esa Dinastía Celestial es la que gobierna el universo completo, y Cristo está sentado en el Trono Celestial, en el Trono de Dios, gobernando el universo completo. “Todo poder y autoridad me es dado en el Cielo y en la Tierra.” Cristo es el Rey de reyes y Señor de señores. El es el Rey de toda la creación. El es el Rey del universo, Jesucristo nuestro amado Salvador, y nosotros somos Reyes con El.
Y ahora, cuando estemos en el Reino Milenial, veremos lo que significa ser Reyes con Cristo para ese Reino literal que El tendrá. En la actualidad estamos en las funciones de Reyes espirituales y de Sacerdotes espirituales; pero en el Reino Milenial estaremos en las funciones de Reyes y Sacerdotes de ese glorioso Reino Milenial, con Jesucristo, el Rey de Reyes que se sentará sobre el Trono de David y Sumo Sacerdote también.
Y ahora, miren ustedes, El es Rey y Sumo Sacerdote. Por eso cuando el Profeta Moisés recibió la revelación divina de ir a libertar al pueblo hebreo y pidió un ayudante, porque Moisés dijo: “Yo no soy de palabras para hablar, soy torpe de palabra.” Y le pidió que enviara por un ayudante, por otra persona que supiera hablar bien, y Dios se enojó con Moisés.
¿Y por qué se enoja Dios porque Moisés le pide un ayudante, uno que sepa hablar bien? Es que conforme al Programa Divino Moisés representa a Cristo. Y Cristo siendo Rey y Sacerdote, Rey de reyes y Sumo Sacerdote, reflejándose en Moisés, tenía que Moisés ser el líder, el libertador, y también el rey sobre el pueblo hebreo y sumo sacerdote.
Cuando Moisés pidió un ayudante, entonces el sumo sacerdocio pasó a Aarón, aunque Moisés todavía ministraba como sumo sacerdote, era el que entraba al lugar santísimo, fue el que dedicó el templo a Dios también; pero ya esa parte del sumo sacerdocio pasó a Aarón, los derechos del sumo sacerdocio pasaron a Aarón; por lo tanto, los descendientes de Aarón serían los que serían sumos sacerdotes y no los descendientes de Moisés.
Allí fue roto el tipo y figura de Cristo como Rey y Sumo Sacerdote; porque se separó en dos personas. ¿Ven por qué se enojó Dios con Moisés? Es como en otra ocasión en donde Moisés por orden divina hirió la roca que estaba allí frente al monte Sinaí, para darle aguas al pueblo, y le dio agua al pueblo la roca, conforme a como Dios había prometido. Pero luego en otro lugar, el pueblo hebreo tuvo sed nuevamente allá en Cades-barnea, y Dios le dijo a Moisés “Háblale a la roca.” Y Moisés fue con Aarón a la roca, y estaba lleno de ira por causa del mismo pueblo hebreo que lo tenía así en esa condición, y Moisés habló palabras duras contra el pueblo hebreo, y luego con ira hirió la roca (dos veces la hirió), y Dios se molestó con Moisés. Dios se llenó de ira contra Moisés, y le dijo: “Por cuanto no me glorificaste a mí delante del pueblo, no pasarás este pueblo al otro lado del Jordán (o sea, a la tierra prometida).”
¿Y por qué Dios se va a enojar si hirió Moisés la roca con la vara dos veces, y dio agua como había hecho la primera ocasión? Lo que pasa es que la primera roca representa la Primera Venida de Cristo, y Moisés hiriendo la roca con la vara (la vara representa el juicio divino allí), y el juicio divino caería sobre la primera roca, sobre Cristo en Su Primera Venida, el juicio divino caería sobre Cristo, y entonces daría el Agua del Espíritu Santo, para Vida Eterna de todos los creyentes en El. Pero la roca no sería herida en Su Segunda Venida. La segunda roca representa la Segunda Venida de Cristo, y la Segunda Venida de Cristo no es para ser crucificado en la Cruz del Calvario, porque ya eso efectuado para limpiarnos de todo pecado, llevando El allí nuestros pecados.
Por lo tanto, Moisés no utilizaría la vara del juicio divino para golpear la roca, sino que le hablaría a la roca, para que le diera agua al pueblo, sería por la Palabra hablada; ya no sería por juicio divino cayendo sobre la roca, sino por la Palabra hablada. Por eso, al Moisés herir la roca, a la cual Dios le dijo: “Háblale.” Dios se airó contra Moisés y le dijo: “No pasarás este pueblo al otro lado del Jordán”; o sea, “Tú no pasarás al otro lado con el pueblo, tú morirás antes del pueblo pasar al otro lado.” Eso fue algo duro para Moisés.
Solamente dos pecados mayores cometió Moisés, el primero: pedirle un ayudante a Dios, y luego el segundo pecado: herir la roca dos veces, cuando Dios dijo: “Háblale a la roca.” De ahí, fuera, no encontramos más otras cosas contra Moisés en la Escritura. Y Moisés era un hombre conforme a la voluntad de Dios, era el hombre más manso de todo el pueblo hebreo; pero tenía un temperamento fuerte. Y por eso todos tienen que cuidarse de su temperamento, no vayan a cometer errores, que luego le suceda como a Moisés, y pierdan ciertas bendiciones de parte de Dios .
Y ahora, ¿quién era el que acompañaba al profeta Moisés? El Angel de Jehová, el Angel del Pacto, que es el mismo Jesucristo en Su cuerpo angelical, en Su cuerpo Teofánico; por eso es llamado el Angel del Pacto, Jesucristo en Su cuerpo angelical.
Y ahora, ese Angel del Pacto es el mismo Dios en Su cuerpo angelical.
Y luego, veamos lo que sucedió con Dios en Su cuerpo angelical:
“Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.” [San Juan 1:14 —Editor].
El Angel del Pacto, el Angel de Jehová, el Verbo, se hizo carne y habitó entre los seres humanos. En el cuerpo llamado Jesús, moró Dios en toda Su plenitud, era Dios en Su cuerpo de carne, creado en el vientre de María, para vivir en medio de la raza humana, y llevar a cabo la Obra de Redención en la Cruz del Calvario; ése es nuestro amado Señor Jesucristo, Dios manifestado en carne humana, manifestado en un cuerpo de carne que El mismo se creó, y eso es Emanuel —Dios con nosotros— conforme a Isaías, capítulo 7, verso 14, donde dice que el mismo Señor os dará señal: “El Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel (Y Emanuel significa Dios con nosotros).”
Era el Verbo, el Angel del Pacto, el Angel de Jehová, donde estaba Dios en un cuerpo de carne llamado Jesús; o sea, que Dios con Su cuerpo teofánico vivió en el cuerpo de carne llamado Jesús. Por eso cuando le dicen a Jesús (Felipe le dice): “Señor, muéstranos al Padre y nos basta.” (Capítulo 14 de San Juan). Jesús dice: “¿Tanto tiempo hace Felipe que estoy con vosotros, y todavía no me has conocido? ¿No crees que Yo estoy en el Padre, y el Padre está en mí? Y el que me ha visto a mí, ha visto al Padre? ¿No crees eso? ¿Como dices tú: muéstranos al Padre, y nos basta?”
Y ahora, ¿dónde estaba el Padre? Estaba dentro del cuerpo llamado Jesús; por eso era la plenitud de la divinidad en Jesús, Dios hecho carne en Jesús, era el Angel del Pacto, el Angel de Jehová, el Señor viniendo en medio del pueblo hebreo, en y con un cuerpo de carne que El se creó en el vientre de María, para cumplir así la promesa de la Venida del Señor, del Angel del Pacto, como fue dicho en Malaquías, capítulo 3, verso1, donde dice:
“He aquí, yo envío mi mensajero, el cual preparará el camino delante de mí (¿quién fue ese mensajero? Juan el Bautista que vino preparando el camino al Señor. Y ahora vamos a ver:) y vendrá súbitamente a su templo el Señor a quien vosotros buscáis (¿quién vendrá? El Señor a quien el pueblo hebreo buscaba), y el ángel del pacto, a quien deseáis vosotros. He aquí viene, ha dicho Jehová de los ejércitos.”
¿Y quién era el Señor que vendría? El Angel del Pacto, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Angel del Pacto, el Angel de Jehová que le apareció Moisés, y le dijo: “Yo soy el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob.” Y ahora vendría en carne humana, vendría en la forma de un hombre llamado Jesús; era el Angel del Pacto, el Angel de Jehová, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, hecho hombre en medio del pueblo hebreo, era nada menos que el Rey de Reyes y Señor de Señores.
Por eso cuando Pilato le dice: “¿Entonces eres Tu Rey?” Cristo le dice —le había dicho—: “Mi Reino no es de este mundo.” Porque el Reino de Cristo es el Reino de Dios; no el reino de los gentiles, no el reino humano, sino el Reino de Dios, no esos reinos que existieron allá o existen en la actualidad, no.
Y ahora, Cristo es el Rey de reyes y Señor de señores, el cual dijo, enseñando a orar a Sus discípulos, en un de las partes de la oración dijo que oraran, diciendo “Venga Tu Reino, hágase Tu voluntad, así como en el Cielo aquí en la Tierra.” Y de ese Reino es que Jesucristo es Rey y nosotros de ese Reino es que somos Reyes y Sacerdotes también.
Y ahora, hemos visto quién es EL REY DE REYES: es nuestro amado Señor Jesucristo. Y hemos visto quiénes son los Reyes con Cristo: somos nosotros, los redimidos con la Sangre de nuestro amado Señor Jesucristo; y somos Reyes con El y somos Sacerdotes con El; somos Reyes de la Dinastía Celestial, y somos Sacerdotes de esa Dinastía Sacerdotal del Orden de Melquisedec, y por consiguiente somos los herederos de toda la herencia de Dios, herederos de Dios y coherederos con Cristo Jesús, Señor nuestro.
Y El es el Heredero al trono de David y a ese reino de David, y El es el heredero a todo el territorio de Israel; y El es el heredero como Hijo de David a ese Trono y reino de David, y nosotros como Hijos de Jesucristo, somos por consiguiente hijos de David, descendientes de David por medio de Jesucristo. Y también El es el Hijo de Abraham, heredero de todo el territorio de Israel y de toda promesa dada a Abraham, y nosotros somos por consiguiente hijos de Abraham por la fe en Cristo.
Y El es el Hijo del Hombre, heredero del planeta Tierra completo, y nosotros por cuanto somos hijos de Cristo, somos herederos con El del planeta Tierra completo; por eso reinaremos con Cristo sobre el pueblo hebreo, y sobre todas las naciones, sobre todo el planeta Tierra, porque somos herederos y coherederos con Cristo, herederos de Dios y coherederos con Cristo. Y El es el Hijo de Dios, Heredero de los Cielos también; y nosotros somos hijos e hijas de Dios, coherederos con Cristo de los Cielos también, porque pertenecemos a la Dinastía Celestial, de la cual Jesucristo es el Rey de reyes y Señor de señores [La congregación responde: “¡Amén!” —Editor].
Ha sido para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión dándoles testimonio de: EL REY DE REYES y Señor de señores de la Dinastía Celestial. Y la Dinastía Celestial es la que gobierna los Cielos y la Tierra, gobierna el universo completo, toda la creación. Cristo desde el Trono de Dios en el Cielo gobierna toda la creación.
Ha sido una bendición grande estar dándoles testimonio del Hombre que es EL REY DE REYES y Señor de señores, nuestro amado Señor Jesucristo.
¿Ven que Jesucristo no es cualquier persona? Es el Rey de Reyes y Señor de Señores.
Que las bendiciones de Jesucristo, el Rey de Reyes y Señor de Señores, sean sobre todos ustedes y sobre mí también, y pronto venga ese glorioso Reino Milenial, para reinar con Cristo por el milenio y después por toda la eternidad. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén y amén.
Mientras escuchamos el cántico del Hombre que nos transformó, pasará el Rvdo. Miguel Bermúdez Marín, para finalizar nuestra parte en esta noche; y así le daremos gracias a Cristo por Sus bendiciones, y por ser nosotros Reyes y Sacerdotes, al ser Sus hijos redimidos con Su Sangre Preciosa. El es el que nos ha hecho para nuestro Dios Reyes y Sacerdotes.
Mientras escuchamos de ese Hombre que nos transformó, pasara el Rvdo. Miguel Bermúdez Marín.
“EL REY DE REYES.”