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La Verdad revelada 1984-03-04 Cayey PR 00:00:00 false

Muy buenos días, amados hermanos aquí presentes. Es realmente un privilegio para mí estar nuevamente con ustedes; ya hoy es el último domingo que estaré, para luego salir con nuestro hermano Bermúdez hacia Brasil, vía Venezuela, Bolivia, Paraguay, y luego Brasil; después regresaremos ya a Puerto Rico. Estaré unos días en estas actividades, pero el mensaje continuará aquí con ustedes, para que sigan alimentados.

Nos reíamos un poquito de las cosas que le suceden al hermano Bermúdez, esto sucede así en estas labores, porque no todo el mundo comprende lo duro que hay que trabajar en la Obra para hacer que el mensaje llegue a la gente. Y si uno se desanima porque dos o tres ignorantes se ponen a hablar en una forma negativa, sin saber el valor de la labor de una persona como nuestro hermano Bermúdez, pues, si él se desanima, se llega a desanimar, dejaría de hacer lo que tiene que hacer en favor de la Obra de Dios por dos o tres, que uno no sabe, si a lo último van a ser borrados del Libro de la Vida. Que uno no sabe si están en una sección o en la otra, y por ello, pues, si uno se pone a hacerle caso y a oír comentarios negativos de otra persona, se afecta uno, se desanima uno, y perjudica a otras personas que están interesados en recibir la Palabra, y perjudica el Plan de Dios.

Bueno, con los molestosos, solamente hay una cosa para ellos, y es: dejarlos que ellos brinquen y salten, y a lo último, que sea quitado el nombre de ellos del Libro de la Vida, porque si no pueden estar en paz aquí, pues allá no pueden estar. Así que, y ahí dice: “El que le quite o le añada, su nombre será quitado” [Apocalipsis 22:18-19].

Así que…

Pero, los entendidos entienden, y saben las cosas que son necesarias en la Obra de Dios, y el propósito por el cual se hacen todas las labores en la Obra de Dios para beneficio de toda la gente, los cuales están incluidos en el Programa de Dios.

Imagínese, en el tiempo de todos los profetas del pasado, de todos los apóstoles del mismo Señor Jesucristo, había muchos comentarios negativos; porque el que quiere hablar en contra de algo, en contra del Plan de Dios, lo que hace es hablar en contra de los instrumentos de Dios; y son instrumentos entonces del diablo, esas personas, sin darse cuenta. Y después, algunas veces vienen con la excusa: “¡Ay! Pero yo no lo sabía…” Para los que no lo sabían, lo último que van a saber es que sus nombres fueron quitados del Libro de la Vida.

Bueno. Dios no tiene que soportar a personas así, que por ignorancia vengan…Lo mejor es que el que no entiende se calle la boca, y ayuden a los que están trabajando para que la Obra siga hacia adelante. Ya, pues, con los de afuera que hablen en contra de la Obra, es suficiente. Ninguno de nosotros se debe prestar para hablar en contra del Programa de Dios.

Bueno. Ya ustedes saben que en los tiempos pasados, allá, hablaban de Juan el Bautista porque no comía, sino que… no comía como la demás gente comía, sino miel silvestre y langostas, de esas que se comían las plantaciones, y ese era su alimento y por eso la gente hablaba de él; decían que estaba loco. Y cuando llego Jesús, que comía de todo, dijeron: “Éste es comilón”, el otro no era comilón, y este era comilón. Y no solamente eso, sino que va, come y bebe con los pecadores”. Va allá a la casa de los publicanos, y va allá, lo invitan, y allá come de todo. Y sus discípulos ni se lavan las manos, como es la costumbre del pueblo religioso. O sea que hacen un montón de cosas muy diferentes a cómo deben hacer. Y no solamente eso, sino que hay un montón de cosas más que hace él y hacen sus discípulos, lo cual no es muy bueno”. Y entonces, pues, hablaban malísimo de Él.

Pero Jesús les dijo: “Bueno, cuando vino Juan, el bautismo de Juan, ¿de quién era?, ¿de los hombres o del Cielo? [San Marcos 11:27-33]” Entonces se callaron la boca, y Jesús les dijo: “Bueno, cuando Juan vino bautizando, los publicanos y las rameras se bautizaron, y ustedes no lo hicieron”. ¿Ve? Entonces los publicanos y las rameras eran los que ¿qué?, los que creían, los que recibían a esos mensajeros de Dios; y ellos, pues, podían hablar de que los lugares y las personas que recibían y le preparan comida a Jesús y Sus discípulos eran esa clase de gente. Pero Él y Sus discípulos, sabiendo que el Mensaje era para la gente, no miraban en qué condición estaba la gente, sino ellos lo que miraban era que tenían un Mensaje para la gente, y los que lo recibieran, esa era la gente que estaban escritos en el Libro de la Vida; no importa la condición en que estuvieran. Y aunque los vieran metidos en esos lugares, ellos iban; porque ellos iban porque tenían algo para la gente.

Bueno, ¿qué dijo el Señor para el tiempo de la gran Cena?: “Los que son dignos, no quisieron venir; por lo tanto busquen a buenos y a malos. Así que, y que se llene la Casa, porque no se va a perder la Cena que está preparada” [San Mateo 22:1-14]. Y esa cena es no pan literal sino de Palabra de Dios. La cena es la comida más importante; el desayuno es una cosita pequeña; el almuerzo, la gente que trabaja es bien livianito para uno no estar lleno; y después la cena es la comida principal.

Y eso es lo que Él dice que habrá en el tiempo final, y ahí, los que van a entrar serán buenos muchos, otros malos, pero no le vamos a mirar la cara a la gente, sino lo que vamos a mirar es que van a venir y van a ser bien recibidos. No vamos a estar criticando a nadie, ni que si es bueno o que si es malo, todos delante de Dios van a ser buenos, porque han aceptado y han recibido la invitación de parte de Dios.

Y nos van a ver con los buenos y con los malos; así que, vamos a tratar con todos para que reciban la bendición de Dios. Y el que se quiera aislar porque se crea que es demasiado bueno, pues, va a hacer como hicieron los que rechazaron la invitación. Pero la Casa del Señor se va a llenar, y toda esa gran Cena, esa gran comida va a ser usada. Y esos son los que van a recibir la bendición de Dios en el tiempo final.

El Señor Jesucristo en una ocasión dijo unas palabras: “Conoceréis la verdad, y la verdad os libertará” [San Juan 8:32].

** “LA VERDAD REVELADA”.**

La verdad revelada es lo más importante que una persona puede recibir, es lo más importante que una persona puede oír, y es lo más importante para la vida de una persona; porque la verdad revelada es lo que le trae la libertad.

Por ejemplo, cuando una persona sabe, conoce las matemáticas, pues es una persona que tiene libertad para bregar con números; está libre. Pero si no conoce las matemáticas, pues es una persona presa, es una persona esclavizada, la cual no puede trabajar, bregar con los números. Si necesita contar su dinero, tiene que buscar a alguien que sepa contarlo, porque no sabe de números.

Una persona que no sabe leer y escribir, es una persona que esta esclavizada en la ignorancia, por lo tanto, si necesita hacer una carta necesita una persona que se la haga. Si va a leer una carta, necesita alguien que se la lea; y si es algo muy personal, el secreto de esa carta lo va a saber otra persona, y ya no es un secreto; y si va a escribir un secreto, ya también lo va a saber otra persona. Porque esa persona no está liberada, no está libre, porque no conoce las letras; no conoce el leer y escribir. Y así en cada cosa acontece.

Ahora, lo más importante para la vida del ser humano es la Verdad revelada de Dios. No hay otra cosa más importante que la persona necesite conocer que no sea la Verdad revelada de Dios para el tiempo en que él vive. Porque la Verdad revelada de Dios para el tiempo en que la persona vive, es la revelación del Programa Divino para ese tiempo.

Y si la persona vive en una edad o dispensación y no tiene la Verdad revelada para ese tiempo, esa persona está esclavizada en la ignorancia espiritual; está esclavizada en la falta de conocimiento de los planes y propósitos divinos, y es arrastrada de un lado hacia otro. Es arrastrada por las diferentes ideas e interpretaciones humanas que la gente tiene aquí en la Tierra; puede ser arrastrada esa persona por la filosofía de tal o cual filósofo, puede ser arrastrada esa persona por la manera de pensar de tal o cual país, o por la manera de pensar de tal o cual religión.

En los días de Noé, las personas de aquel tiempo creían en Dios. Porque solamente hay un grupo muy pequeño de individuos que dicen que son ateos, pero cuando usted los examina, en realidad no son tan ateos como ellos dicen que son ateos. Algunas veces se dan un golpe en un dedo o un pinchazo, y dicen: “¡Ay, Dios mío!” Y eso que son ateos; si no fueran ateos, entonces hablarían más ampliamente acerca de Dios. Pero siempre se les zafa algo en donde ellos dan a conocer que creen en Dios, pero a su manera.

Pero no se puede creer en Dios a la manera de uno, sino a la de Él. Y para creer en Dios a la manera de Dios, se necesita la Verdad revelada para el tiempo en que uno vive. De otra forma, no se puede creer en Dios conforme al Plan de Dios. Y entonces no se puede recibir los beneficios divinos para el tiempo en que uno vive.

En el tiempo de Noé había muchas religiones. Cada religión creía en Dios de acuerdo a la teología y filosofía de su religión. Pero para aquel tiempo la verdad fue revelada, y la Verdad revelada mostró que había una forma para creer en Dios, la cual fue revelada en aquel tiempo. Y toda revelación divina ha venido a través de los tiempos, a través y a los profetas de Dios. La Verdad revelada siempre ha venido en esa forma.

Y en aquel tiempo había un hombre llamado Noé, al cual la verdad le fue revelada. Él la recibió porque tenía las dos consciencias juntas, y podía tener contacto con el mundo espiritual, con el mundo divino; y Dios podía comunicarse con él; y a él le podía ser revelada la Verdad divina para aquel tiempo. Él la recibió, la creyó, la proclamó, e hizo de acuerdo a la Verdad revelada para aquel tiempo y recibió la bendición de Dios, y con eso evitó el juicio divino.

Porque conociendo la verdad se es libre. No hay forma de ser libre sin conocer la verdad.

La Verdad divina trae la libertad. La Verdad divina trae la bendición divina. La Verdad divina trae el conocimiento divino de las cosas que Dios ha prometido dar a conocer en el tiempo en que uno vive. Y no hay otra forma para conocer los planes y propósitos divinos si no es a través de la Verdad revelada para el tiempo en que uno vive.

Nadie en el tiempo de Noé sabía lo que Dios habría de hacer en aquel tiempo, sino aquel que recibió la Verdad revelada. Y los que quisieran conocer lo que Dios habría de hacer, tenían que conocer lo que Dios habría de hacer a través de esa verdad que fue revelada a aquel hombre, y que aquel hombre dio a conocer en aquel tiempo.

Resistir a aquella Verdad revelada era resistir a Dios. Resistir a aquella Verdad revelada era permanecer en la ignorancia espiritual, y era colocarse en el lado negativo de la vida. La vida siempre tiene dos lugares para el ser humano: el lado positivo y el lado negativo. Por eso Dios dice: “Pongo delante de vosotros la vida y la muerte, la bendición y la maldición”. Y dice: “Escoge la vida, para que vivas” [Deuteronomio 30:15-19]. ¿Por qué? Porque si no escoge la vida, automáticamente queda en el lado negativo, y automáticamente, en ese otro lado, lo que hay es muerte.

Por eso la Verdad revelada es necesaria para aquellas personas que quieren vivir por toda la Eternidad. Porque la Verdad revelada es lo que le da el conocimiento al individuo para colocarse en el lado de la bendición divina, en el lado positivo de la vida; y para así ser libre de la ignorancia, y así conocer entonces, por ende, el Programa divino para el tiempo en que vive.

En cada tiempo la Verdad revelada es el Programa que Dios está desarrollando en ese tiempo. En el tiempo en que apareció el Señor Jesucristo, Él dijo: “Conoceréis la verdad, y la verdad os libertará, os hará libres” [San Juan 8:32]. Y Él también dijo: “Gracias, Padre, porque escondiste estas cosas de los sabios y de los entendidos, y la has revelado a los niños; porque así Te agrado” [San Mateo 11:25-26]. Reveló a los niños esas cosas divinas, ese Programa divino que Él estaba llevando a cabo en esos días, porque así le agrado a Dios. Porque Dios prende al sabio en su propia sabiduría; y enloquece la sabiduría de los sabios, o enloquece al sabio en su propia sabiduría. Y con sabiduría humana no se puede conocer el Programa de Dios, sino por la Verdad revelada, y la Verdad revelada viene ¿de dónde?, de Arriba, del Cielo.

Por eso, en una ocasión el Señor le preguntó a Sus discípulos: “¿Quiénes dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?” Comenzaron a decir: “Unos dicen que Elías, dicen que es Elías (muchos decían que Jesús era Elías). Otros dicen que Eliseo; otros dicen que eres Juan el Bautista; y otros dicen que Tú eres alguno de los profetas, uno de los profetas que ha resucitado”. Entonces el Señor les pregunta a ellos: “Y ustedes, ¿quiénes dicen ustedes que es el Hijo del Hombre? ¿Quiénes dicen ustedes que Yo soy, que soy Yo?” Pedro le dice: “Tú, Tu eres El Cristo, el Ungido, El Cristo, el Hijo del Dios Viviente”.

Jesús le dice: “Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, no te lo reveló nadie a través de sabiduría humana; no lo aprendiste en ningún seminario, no lo aprendiste en la sinagoga a través de la conferencia o mensaje que dio el ministro en algunas de las sinagogas o el sumo pontífice allá en el templo en Jerusalén; porque allí no dicen que Yo soy el Hijo del Dios viviente, allí no dicen que yo soy El Cristo. Allí dicen que yo soy Beelzebú, que tengo demonios; allí dicen que soy samaritano; ese es el mensaje que predican allí acerca de mí. Pero eso que tú dices que Yo soy El Cristo, el Hijo del Dios Viviente, no te fue revelado aquí por alguna persona con sabiduría humana, sino que te lo ha revelado mi Padre que está en el Cielo” [San Mateo 16:13-17]. ¿Por qué? Porque esa enseñanza de que Jesús, aquel Hombre, aquel era el Ungido para aquel tiempo, El Cristo, el Hijo del Dios Viviente, eso no era enseñado en la Tierra, sino que esa enseñanza venía del Cielo. Porque esas cosas son el Programa de Dios y son la Verdad revelada; y la Verdad revelada viene ¿de dónde?, del Cielo.

Y Jesús le dijo: “Tú eres bienaventurado”, ¿por qué? Porque estaba recibiendo la Verdad revelada para su tiempo. Y la Verdad revelada era que Jesús era El Cristo, el Ungido, el Hijo del Dios Viviente. Era ¿quién?, era la promesa divina para aquellos días cumplida en carne humana conforme a lo que Dios había anunciado. Era ¿qué?, era el Programa divino realizado en medio de los seres humanos. Y esa Verdad revelada es lo que tiene valor para el ser humano cuando la recibe. Porque es ahí en donde la persona recibe la bienaventuranza divina, porque tiene la Verdad revelada de su tiempo; tiene la revelación del Programa que Dios está llevando a cabo en su día.

¿De qué le vale a una persona vivir en esta Tierra y no saber lo que Dios está haciendo? De nada le sirve. Viene a ser un individuo que ha existido, pero que no existirá en el futuro, porque no ha tenido la Verdad revelada para su tiempo.

Pero la Verdad revelada tiene que venir en cada tiempo, y tiene que venir por obligación. No es que si la gente quiere o no quiere; es que tiene que venir porque Dios no hace nada sin que revele Sus secretos a Sus siervos los profetas. Y si Dios tiene una edad o una dispensación, Él tiene que revelar ese secreto, y eso es la Verdad revelada. Y por eso en cada tiempo Él ha tenido mensajeros, profetas para traer la Verdad revelada.

Y son bienaventurados aquellos que reciben la Verdad revelada, porque son entonces libertados, libertados de la forma de ver y entender las cosas de Dios como lo entiende el resto de la humanidad; y vienen a entenderla en la forma en que Dios la entiende. Y entonces esas personas pueden decir: “Nosotros tenemos la Mente de Cristo, como decía el apóstol San Pablo” [1ra Corintios 2:16]. Y no por orgullo, sino en humildad, en sencillez. Y pueden entonces decir: “El Programa de Dios para nuestro tiempo es éste, porque la Verdad ha sido revelada”.

Y aunque no concuerde con la forma de pensar de las religiones modernas, eso en ningún momento podrá desanimar a aquellos que reciben la Verdad revelada. Porque en los tiempos del pasado, cuando Dios ha enviado Su Verdad, cuando Dios ha revelado la Verdad para el tiempo en que Él está haciendo Su Obra, casi nunca ha concordado con las religiones presentes en cada edad o dispensación.

Cuando Noé, el mensaje de Noé, la Verdad revelada que tenía Noé, no concordaba con la forma de pensar de las religiones de aquel tiempo. De seguro todas las religiones y todos los líderes religiosos podían decir: “Dios, ¡Dios no podrá hacer una cosa como esa! ¿Dios destruir a la humanidad así, y con un diluvio? Dios no haría eso. Dios es amor”. Pero casi nunca dicen lo otro: es también fuego consumidor. Dios es un Dios amoroso, pero es un Dios celoso. Y dura cosa es caer en las manos de un Dios airado, de un Dios que es fuego consumidor. [Hebreos 12:29]

Por eso queremos siempre tener la Verdad revelada; porque al tener la Verdad revelada no podemos colocar en el lado positivo de la vida, para hacer las cosas en la forma en que Dios ha determinado que se deben hacer en ese tiempo. Y si se hacen las cosas en la forma en que Dios ha determinado que se deben de hacer, vamos a tener a un Dios ¿qué, a un Dios contento con nosotros; vamos a tener a un Dios que va a manifestar Su amor y Su bondad hacia nosotros. Pero si hacemos contrario a como Dios desea que se haga, no lo podremos tener contento nunca. Porque Dios coloca delante del ser humano la vida y la muerte, la bendición y la maldición; y para poder recibir la bendición se necesita tener la Verdad revelada para el tiempo en que uno vive.

La Verdad revelada para el tiempo de Jesús era conocer la Obra de Dios para aquel tiempo. Por eso le dijeron al Señor, en una ocasión le preguntaron: “¿Qué haremos para hacer la Obra de Dios?” Él les dijo: “La Obra de Dios es que creáis en el que Él ha enviado” [San Juan 6:28-29]. Porque si se cree en el que Él ha enviado, entonces Él le da a conocer a la gente la Verdad divina para ese tiempo; y entonces la gente tiene la Verdad revelada para ser conforme a los planes de Dios, y para estar creyendo conforme al Programa divino.

Una persona que no cree conforme al Programa divino, por más que diga que cree en Dios, no va a agradar a Dios; porque para agradar a Dios hay que hacer conforme a los planes de Dios.

Así que, la Verdad revelada es lo que realmente necesita todo ser humano en esta Tierra, para poder hacer las cosas que se deben hacer en ese tiempo y así agradar a Dios.

Mire, orar, ayunar, dar limosna, ofrenda y todo eso, es bueno; pero en medio del pueblo de Israel en los días de Jesús hacían todo eso, y Dios no estaba agradado con esa gente, aunque hacían todo eso. Porque lo que tiene valor delante de Dios es el Programa que Él tiene para ese tiempo. Y si la persona no lo conoce, ¿cómo podrá la persona hacer la Obra de Dios que es creer en el que Él ha enviado? Y el que Él ha enviado, da a conocer todo el secreto del Programa de Dios para ese tiempo. Y a medida que Él da a conocer ese Programa divino, a medida que Él hace eso, es que podemos entonces creer en la Obra de Dios. ¿Cómo se va a creer en la Obra de Dios para un tiempo si no se conoce?

Pero la Verdad revelada da a conocer todas esas cosas, y las personas entonces son libres. Y al ser libres, entonces las personas podrán hacer todo lo que hay que hacer para ese tiempo.

La Verdad revelada se necesita en cada edad y en cada dispensación. Para comenzar una edad se necesita la Verdad revelada de esa edad para dar comienzo a esa edad; la recibe el mensajero de esa edad, la proclama, y comienzan a llegar las personas que están escritas en el Libro de la Vida, porque Él dijo: “Mis ovejas oyen mi Voz (la Verdad revelada para ese tiempo) y me siguen” [San Juan 10:27]. Seguir la Verdad revelada para el tiempo en que se vive, es seguir al Señor, porque esa es la Voz del Señor.

Ahora, fíjense, el Señor en una ocasión dijo: “Nadie sabe quién sea el Padre, sino el Hijo… O nadie sabe quién sea el Hijo, sino el Padre; y nadie sabe quién sea el Padre, sino el Hijo, (¿y quién más lo podrá saber?) y aquel a quien el Hijo lo quisiere revelar” [San Mateo 11:27]. ¿Quién es el que lo revela? El enviado. El enviado lo revela ¿con que?, con la Verdad revelada para ese tiempo. Por eso Él dijo: “Conoceréis la verdad, y seréis verdaderamente libres” [San Juan 8:32].

Porque, fíjense, para conocer la Obra de Dios de los días de Jesús, había que escuchar, se tenía que escuchar el Mensaje que el Señor Jesús estaba dando; en donde estaba siendo revelado todo el misterio, todo el secreto de la Obra que Dios estaba haciendo en esos días. No había otra forma. Juan solamente pudo decir: “Después de mí viene Uno del cual yo no soy digno de desatar la correa de Su sandalia (de Su zapato, de Su calzado). Y cuando lo vio dijo: “Éste es el hombre, este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo” [San Juan 1:27-29].

Después de eso siguió Jesús dando a conocer todo lo relacionado a Su ministerio, todo lo relacionado a la Obra que Dios llevaría a cabo a través de Él. Y eso era ¿qué?, la Verdad revelada para ese tiempo.

Y Jesús decía que nadie sabía quién era el Hijo, sino el Padre, y nadie sabía quién era el Padre, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quisiere revelar. ¿Ve usted? La revelación de la Obra que Dios estaba haciendo a través del enviado, lo revelaba el mismo enviado con Su Mensaje. Y eso era una revelación ¿de dónde?, de lo Alto. Esa era la Revelación Divina, esa es la Verdad revelada para el tiempo en que Dios lleva a cabo la Obra.

Así ha sido en cada edad, en cada dispensación. En el tiempo de Moisés, fíjense, en el tiempo de Moisés la Verdad revelada estaba viniendo, en aquel tiempo, a través ¿de quién?, del enviado de Dios que había recibido la revelación divina del Programa de Dios para ese tiempo, la Obra que había que hacer, y con la Verdad revelada para ese tiempo la cual estaba siendo proclamada por Moisés, el cual la había recibido de Dios, con esa Verdad revelada fue libre aquel pueblo. Y con ese mensaje fue que salió ese pueblo para obtener su liberación.

Tenemos también anunciado en algunas de las festividades, solemnidades que Dios le dio al pueblo de Israel. Tenemos anunciado el año del jubileo también. El año del jubileo es una etapa o un ciclo divino en el cual se proclamará libertad en toda la Tierra. Y esa libertad que se proclamará será la revelación divina, la Verdad revelada para el tiempo en que ese ciclo divino esté manifestándose en el Programa de Dios. Y esa Verdad revelada producirá esa libertad del Año del Jubileo que está anunciada y que esta simbolizada en el año del jubileo; en donde Él dijo que se tocaría esa trompeta del Año del Jubileo, la cual representa la Trompeta final, la Trompeta que dijo el Señor que sería sonada para reunir a todos los escogidos.

La Trompeta que dice también que sonará el Señor, porque dice el apóstol San Pablo: “Porque el mismo Señor descenderá del Cielo, con Aclamación, con Voz de Arcángel, y con Trompeta de Dios” [1 Tesalonicenses 4:16]. Una Trompeta siendo tocada es un Mensaje divino para el pueblo de Dios, para reunir a todos los escogidos. Y dice también el apóstol San Pablo, hablando de la resurrección y de la transformación de los que estén vivos, dice: “A la final Trompeta; porque se tocará la Trompeta de Dios, y los muertos en Cristo resucitarán primero, (y dice) y nosotros los que vivimos seremos transformados” [1 Corintios 15:52]. Tendremos ¿qué?, un cuerpo incorruptible, un cuerpo que nunca más verá ni enfermedad, ni debilidad, ni muerte, ni tristeza, ni vejez; así será muy pronto.

Pero primero la final Trompeta tiene que ser sonada, la cual fue representada en el año del jubileo. Y con esa final Trompeta, lo cual será el Mensaje final de Dios, la Verdad estará revelada para la gente. Y aquellas cosas que en el pasado no se pudieron conocer del Programa de Dios, serán dadas a conocer todas esas cosas. Porque esa final Trompeta serán los Truenos apocalípticos, que retumbarán consecutivamente proclamando Su mensaje. Eso será la Voz del Señor como el León de la Tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores. Y la verdad entonces estará revelada; y la conoceréis, y seréis verdaderamente libres, seréis libertados conforme a lo que fue mostrado en el año del jubileo.

Recibiremos entonces la libertad mostrada en el año del jubileo. Y con eso, con esa Verdad revelada caminaremos hacia adelante en el Plan de Dios, en el Programa Divino.

A esa verdad que estará revelada, que mostrará la Obra que Dios estará haciendo conforme a Sus promesas, no le podremos ni añadir ni le podremos quitar; y el que le añade o le quite, tendrá problemas delante de Dios. Esa Verdad revelada traerá una gran bienaventuranza para todos los que lean y oigan esa Verdad revelada y hagan las cosas escritas en esa Verdad revelada. Eso está en Apocalipsis, capítulo 1, verso 3, donde dice:

“Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas…”

Esa Verdad revelada traerá una bienaventuranza muy grande para todos aquellos que la van a recibir. Si no hubiera nadie en este tiempo que fuera a recibir esa Verdad revelada, no habría necesidad de Dios enviar esa Verdad revelada. Pero siempre que Dios va a enviar algo, tendrá en la Tierra alguien que lo va a recibir; y tendrá también en la Tierra alguien a través del cual dar a conocer esa verdad, dar esa revelación divina.

La Obra que Dios ha prometido hacer en este tiempo final será una Verdad revelada para todos los que estén en la Tierra. Y serán bienaventurados aquellos que la han de recibir.

El Señor Jesucristo, hablándonos en Apocalipsis, capítulo 22, verso 16, nos dice:

  • “Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias”.*

Así que tenemos la promesa de un enviado para traernos un testimonio de estas cosas apocalípticas, de estas cosas que van a acontecer en esta Tierra, las cuales son una Verdad será revelada en el tiempo final. No le podemos añadir ni le podemos quitar a eso que dice el Señor.

Muchas personas podrán decir: “Yo esperaré a que Fulano o Zutano crea, para yo creer”. O: “Yo esperaré a que Fulano proclame lo que Dios va a hacer o esté haciendo en este tiempo, para yo creer”. Esas personas piensan de la misma forma que pensaba la gente que no recibieron a Juan el Bautista y que no recibieron a Jesús de Nazaret, cuando aparecieron ellos. ¿Por qué? Porque estaban esperando que el sumo sacerdote dijese: “Yo creo el mensaje de Jesús”, y nunca lo creyó; y que dijese: “Yo creo el mensaje de Juan el Bautista”, y nunca lo creyó.

Y esa gente, como estaba esperando en un hombre y confiando en esos hombres grandes, recibieron ¿qué?, una maldición; porque maldito el hombre que confía en otro hombre.

…[Corte de audio]…confiar en Dios. Y cuando se confía en Dios entonces se cree lo que Dios esté haciendo en el tiempo en que uno vive, aunque los demás hombres no lo estén creyendo o no lo estén proclamando; esos hombres grandes que proclaman cosas espirituales, aunque ellos no lo estén proclamando, los que son de Dios, oyen la Voz de Dios y la siguen. Y esa Voz de Dios siempre será, porque siempre ha sido la Verdad revelada para el tiempo en que han vivido los hijos de Dios a través de las edades y dispensaciones.

En nuestro tiempo, hay hijos de Dios en la Tierra. Hay personas que tienen sus nombres escritos allá en el Cielo, en el Libro de la Vida. Y por eso la verdad tiene que ser revelada, para que ellos puedan oír esa verdad que es la Voz del Señor, que es el Mensaje del Señor en el tiempo en que nosotros vivimos. ¿Para qué? Para recibir libertad, y para así poder estar en acuerdo con el Programa de Dios que es a favor de nosotros mismos. Porque toda la Obra de Dios es para beneficio nuestro; la Obra de Dios es con los hombres, con los seres humanos, por eso la bendición es para los seres humanos también. Porque Él está llevando a cabo una gran Obra: la Obra Maestra que Él tenía en Su corazón para llevar a cabo.

Muchas personas no lo entienden, porque no tienen la Verdad revelada. Cuando la verdad es revelada, entonces es que se puede conocer el Plan de Dios, el Programa de Dios para el tiempo en que uno vive; y también puede conocer el porqué de las cosas del pasado, el por qué Dios hizo ciertas cosas en el pasado; y también entonces puede entender un poco el por qué Dios ha de hacer en el futuro otras cosas.

Cuando la verdad es revelada, entonces produce también el estímulo. Porque la Verdad revelada es ese vino que llena a la persona que lo recibe, lo llena de entusiasmo, de alegría; lo coloca en una situación o posición en que algunas personas pueden decir que está loco o chiflado.

Cuando el apóstol San Pablo estaba allá, hablándole a unas personas muy importantes, al rey Agripa y a otras personas más, a Festo y a esas personas, cuando llegó a proclamar la resurrección de los muertos y el juicio divino y todas estas cosas, uno de ellos le dijo: “Pablo, ¡las muchas letras te tienen loco!” [Hechos 26:24] Pero no eran las muchas letras; era la Verdad revelada para aquel tiempo; eso era lo que él estaba proclamando porque eso era lo que él había recibido de parte de Dios. Y él era el mensajero para los gentiles, por lo tanto él tenía algo para decir, ¿y era qué?, la verdad, y era la Verdad divina revelada para aquel tiempo.

No había otra cosa más importante para el apóstol San Pablo. Para aquel tiempo eso era lo más importante, porque era el mensaje correspondiente para su tiempo.

No habrá nada más importante para los seres humanos de nuestro tiempo sino la Verdad revelada para nuestro tiempo, para nuestro día. No habrá otra cosa más importante para escuchar, sino la Verdad revelada; porque la Verdad revelada es el plan de Dios, el Programa de Dios que Él desarrolla en el tiempo en que uno vive. Y conocer eso, es conocer a Dios, ver a Dios obrando; seguir a Dios, seguirle los pasos a Dios, y colocarse en la posición en que Él quiere que usted se coloque, para Él darle todas las bendiciones que Él tiene para usted.

Tendrá problemas, como todos los hijos de Dios en los tiempos del pasado; será criticado, como fueron criticados en otros tiempos. El Señor Jesús dijo: “Si en el árbol verde hicieron esto, ¿qué no harán en el seco?” [San Lucas 23:31] ¿O es que acaso usted se cree mejor que Él? ¿O es que acaso usted cree que puede recibir la Verdad revelada para su tiempo, y luego esconderse para que la gente no diga nada en contra de usted?

Mire: el diablo está enojado porque sabe que le queda poco tiempo; y su enojo él lo descarga en contra de los hijos de Dios; lo descarga en contra de aquellos que tienen la Verdad revelada, y comienza a buscarles faltas, las tengan o no las tengan; y si no las tienen, dice que las tienen, ¿para qué?, para criticarlos, para desprestigiarlos, y decir que esa gente son una plaga, como decían del apóstol Pablo y de la gente que creyeron en el tiempo del apóstol Pablo. Decían: “Esa gente hay que quitarla del camino porque son una plaga. Tienen a toda Jerusalén llena de esa doctrina”. Decían: “Esa nueva secta, esa nueva secta está interrumpiendo todos los programas de las religiones establecidas que ya tenemos por miles o miles de años” [Hechos 24:5].

Pero es que la gente que se encerraron en esas religiones pasadas, no pudieron ver, no pudieron entender de que el Programa de Dios no se detiene, de que el Programa de Dios va hacia adelante siempre; de que el Programa de Dios va de una etapa a otra etapa, y que lo que una generación pasada tuvo, Dios viene y lo renueva en una nueva generación, lo actualiza. Y cuando Dios lo actualiza, la gente que no se quiere mover para el Programa de Dios actualizado, dicen “Eso es una cosa nueva”. Pero más bien es el Plan de Dios, la Palabra de Dios actualizada; porque Dios es un actualizador.

Pero hay gente que siempre quieren quedarse con las cosas viejas. Y le pasa lo que le sucede a aquellas personas que tienen un automóvil, y se va poniendo cada día más viejo y más viejo, y no quieren salir de él porque le tienen mucho cariño, y cada vez se quedan a pie en el camino, y cada vez comienzan a ver que comienza el moho a salirle por dondequiera; y no se quiere mover porque ese es el carrito que ellos quieren mucho, porque fue el primer carrito y nunca quieren actualizarse. Pero yo prefiero uno moderno, nuevecito, aunque digan que uno o es orgulloso o gasta el dinero en esas cosas, bueno.

Yo le digo: al que se quiere quedar con su carrito viejo, que cada vez lo esté empujando, quédese con su carrito viejo; yo trataré de tener uno nuevo. Cuando yo pase, nos encontremos por el camino, pues, usted me veré a mí que paso de largo, y a lo mejor yo lo veo a usted parado y lo saludaré, si no tengo mucha prisa. Porque por causa de que usted se haya quedado sin actualizarse, yo no estoy obligado a detenerme a usted, con usted, para tratar de resolver un problema que usted es el que se lo ha buscado. Yo lo resolví, y sigo hacia adelante mi camino para cumplir con mis responsabilidades. ¿O es que acaso yo tengo que dejar un compromiso importante para atender un problema que usted tiene porque no se quiere actualizar?

Hay personas que dicen: “¡Qué buenos fueron aquellos tiempos, cincuenta años atrás! Que se podía hacer una compra, un saco lleno con 0,25 centavos de dólar, o un dólar, o medio dólar”. Yo le pregunto a usted: ¿Quiere usted vivir en aquel tiempo? En aquel tiempo se estaba en la edad de Laodicea; en aquel tiempo no se conocían las cosas que hoy en día se conocen. En aquel tiempo usted no podía tener un automóvil nuevo. Podía tener mucha comida, si trabajaba. Pero ¿qué ganaba? Ganaba muy poco. Se estaba muy atrasado en la vida. El que podía estudiar era aquel hijo de rico; pero el pobre, ni podía estudiar casi.

Mire, yo siempre digo: el tiempo presente es el mejor siempre; no el pasado, porque si fuera el pasado, Dios nos tendría a nosotros ¿en qué?, en el pasado. Pero Dios dice: “El mejor tiempo es el presente”. El presente, porque ese es el que cuenta. Deje usted pasar el tiempo presente a ver qué beneficio tiene; ninguno. Porque el tiempo presente es el tiempo de vida. Si usted deja pasar el tiempo presente, ¿qué sucede? Le pasa el tiempo presente, cuando le ha pasado, pues ya no está vivo; porque el presente es el tiempo de vida del ser humano. Yo quiero vivir el presente, porque el presente es el que tiene la bendición. El presente es el que tiene todo lo que Dios ha prometido. El presente para la gente de ese tiempo.

La gente del tiempo pasado vivió su tiempo, su presente; pero no podían vivir el nuestro. Nosotros no podemos vivir el de ellos; tenemos ¿qué?, estar siempre actualizados; aunque son las mismas cosas, pero actualizadas.

Fíjese, antes la gente tenía caballos para ir de un lado a otro; pero hoy en día… aquellos eran caballos de carne y de hueso (todavía los hay), pero usted no se va a ir de aquí a San Juan o de aquí a Ponce en un caballo. ¿Cuándo va a llegar? El pobre caballo mejor le dice a usted: “Mire, mejor es que se actualice porque ese viajecito… ese viajecito me va a matar a mí”. Yo creo que el caballo pensaría mejor que usted.

Así que, no es tan caballo el caballo, si le aconseja a usted que se busque mejor unos pocos de caballos de hierro. De seguro le dice: “Mira, ahí hay una casa que tiene muchos caballos, mira, ese carro que tú ves ahí, tiene 100 o 200 o 300 caballos de fuerza. Así que, mejor te vas en uno de esos, vas más cómodo, no brincas tanto, y entonces yo puedo estar disfrutando allá en el campo, comiendo pasto, sin tú tenerme que matar ¡si ya las cosas están mejores!”

Así que, hay que estar actualizado. Para eso la Verdad revelada aparece en cada tiempo para que la gente se actualice conforme al Programa de Dios, y hagan las cosas en la forma que las deben hacer.

Nuestro tiempo es el tiempo mejor de todos. Yo no lo cambio por ninguno del pasado. Ya tenemos la historia del pasado, y con la historia del pasado nos conformamos. Pero la realidad, queremos vivir la realidad de nuestro tiempo. Y como queremos vivir la realidad de nuestro tiempo necesitamos, ¿qué?, la Verdad revelada. Pero no se preocupe; Él ha prometido que la Verdad será revelada en nuestro tiempo.

Él ha dicho que van a ser bienaventurados los que lean esa Verdad revelada, los que la escuchen, y los que guarden las cosas en ella escrita. La Verdad revelada será una verdad apocalíptica [Apocalipsis 1:3]. Es la verdad apocalíptica que será revelada; y entonces, el Apocalipsis será para nosotros tan sencillo, tan simple, que lo podremos entender. Podremos oír los Truenos apocalípticos, y saber lo que estarán diciendo; porque no escucharemos truenos literales sino escucharemos la Palabra, el Mensaje final de Dios, porque “Trueno” es la Voz de Dios.

Cuando el Señor Jesucristo fue a resucitar a Lázaro, y oró, la gente dijeron: “Trueno le habló”. Otros decían: “Ángel le habló”. Pero nadie sabía nada, hasta que fue escrito lo que fue hablado. Y queremos que sea escrito lo que los siete Truenos apocalípticos hablen; queremos que sea grabado lo que los siete Truenos apocalípticos hablen; y queremos que sea tomado en película todo lo que esté aconteciendo en ese tiempo, para disfrutar con nuestro oído, con nuestra vida y con todo nuestro corazón la Obra que Dios estará haciendo en nuestro tiempo, la cual, conforme a la promesa divina, va a serle revelada al pueblo de Dios.

Y tendremos entonces ¿qué?, la Verdad revelada. La verdad revelada nos dará a conocer toda la Obra de Dios para nuestro tiempo. La Verdad revelada nos dará todo a conocer todo lo que hemos de necesitar para tener la libertad de la cual Él nos ha hablado para nuestro tiempo. Y seremos aun libertados del cuerpo de esta muerte, seremos libertados de esta naturaleza terrenal y tendremos una naturaleza celestial. Tendremos un cuerpo eterno, y todo por la verdad que será revelada.

Así como pasó con Abraham y Sara, que cuando recibieron la Verdad revelada de Dios, la Verdad revelada de lo que Dios habría de hacer y ellos la creyeron, produjo una bendición, produjo un cambio en sus propios cuerpos; porque la Verdad revelada trae libertad, liberta a las personas de las cosas que le impiden recibir lo que Dios ha prometido para ese tiempo. Lo liberta, liberta a las personas, a tal grado que entonces puede recibir toda la bendición que Dios tiene para ese tiempo; puede recibir el cumplimiento de lo que Dios prometió. Todo eso hace ¿quién?, ¿qué es lo que hace eso? La Verdad revelada.

La Verdad revelada, entonces, siempre es Cristo revelándose en cada edad y en cada dispensación. Y cuando es revelado Cristo en Su Obra, estamos entonces teniendo la revelación de Jesucristo para el tiempo en que uno vive. Y la revelación de Jesucristo para el tiempo final, va a ser dada a conocer esa revelación, y entonces veremos a Jesucristo haciendo lo que Él dijo, y cumpliendo lo que Él prometió a Sus hijos. Veremos todo lo que Él ha prometido a través de toda la Biblia; eso lo veremos, lo conoceremos a través de la Verdad revelada.

Cuando la verdad es revelada, entonces se ven las cosas tal y como son.

Queremos la Verdad divina revelada. Y eso es una promesa. Conoceremos entonces todo lo que necesitamos conocer. Y tendremos entonces la fe para transformación y la fe para el rapto, y la fe para la resurrección de los que han partido. Y todo eso está en los Truenos. Y la Verdad será revelada.

Tendremos la Verdad revelada, no importa que otras personas no lo crean; lo importante es que usted lo crea. El que va a recibir el beneficio, el que quiere la bendición de Dios es el que lo tiene que creer. Que otros no lo crean y puedan decir: “Yo esto no lo puedo creer por esto, por esto y por lo otro”, eso no es ningún problema. Lo importante es que aquellos que tienen que oír la Voz de Dios, que las ovejas del Señor oigan la Voz de Dios, aunque las demás personas no la escuchen.

Para los que no la quieran escuchar, el Señor dijo: “Ustedes no pueden oír mi Voz, porque ustedes no son de mis ovejas” [San Juan 10:26]. Y el resto que se puede seguir diciendo, es lo mismo que el Señor dijo allá, que parecían palabras muy duras pero que eran la Verdad revelada para aquella gente; la que le correspondía a ellos, la cual mostraba el por qué aquellas personas no podían creer. Y eso, ellos no lo podían entender que era de esa manera, pero los que recibieron la Verdad revelada, los que creyeron, sí podían entender que otros no podían creer porque no estaban escritos en el Libro de la Vida.

Y siempre hay dos grupos. Y el que no puede creer, ataca despiadadamente al que puede creer. Porque el que no puede creer, no puede hacer lo mismo que hace el que puede creer. El que puede creer, entonces, al conocer la Obra de Dios para ese tiempo, dice: “Aquí estoy, Señor. Quiero ser instrumento Tuyo en Tu Obra”. Y como Dios lo que usa son seres humanos, entonces Dios comienza a usarlo en Su Obra, viene a ser un instrumento de Dios en la Obra de Dios; y como el diablo odia a Dios y a la Obra de Dios, entonces ataca a esa gente que está haciendo la Obra de Dios. ¿Cómo los ataca? A través de los incrédulos, de los que no pueden creer. Entonces, unos son ungidos por Dios, y los otros son ungidos por el enemigo de Dios, aunque los demás no lo entiendan de esa manera.

Ahora, vean ustedes que los que no pueden creer le dicen… dicen de los que creen, decían allá en el tiempo de Jesús que eran del diablo. Le llamaban al camino de los hijos de Dios le llamaban “un camino de herejía” [Hechos 24:14], que era una herejía ese el camino. Decían que era una secta nueva; decían que San Pablo era el líder, la cabeza, el cabecilla (decían) de esa secta de los nazarenos.

Pero siempre es así. Siempre, cuando la Verdad es revelada, surge el movimiento espiritual de Dios en medio de los que son de Dios, y comienzan a hacer todo lo que se debe hacer en ese tiempo; Dios comienza a usarlos, y enseguida las demás personas comienzan a ver esa obra, ven cómo se levanta esa obra rápida, cómo Dios comienza a moverse, y no pueden entender cómo han surgido a la escena; cómo pueden llevar a cabo todas esas cosas. No hacen nada más que aquello que está programado en el Plan de Dios; y por eso es que prosperan rápidamente, y “de la noche a la mañana” (como nosotros decimos) comienzan con uno o dos personas, y al año ya hay un grupo grande. Dicen: “Esa gente hay que detenerla, porque esa gente de la noche a la mañana crecen, a tal grado, que después nadie los puede detener”. Pero es que esa es la Obra de Dios. Y Dios vela por Su Palabra para ponerla por Obra.

Y si Dios ha dicho que va a llevar a cabo una Obra grande, pues tiene que aparecer esa Obra. Las demás personas no comprenden eso, y comienza a pensar y a decir: “Ahí tiene que haber algo”, pero no se dan cuenta que ese algo que hay es la Presencia de Dios llevando a cabo esa Obra. Ellos notan que hay algo que no hay en otros lugares. Eso es la Presencia de Dios en esa edad y en esa dispensación para cumplir lo que Él prometió; y ese algo que hay solamente es dado a conocer a través de la Verdad revelada para ese tiempo.

Y entonces podemos ver a Dios en la escena, lo cual todo ser humano desea ver; pero hay que verlo en la Obra que Él prometió llevar a cabo. No se puede ver en otra forma.

En nuestro tiempo, en nuestro tiempo veremos a Jesucristo. Todo ojo le verá. Y para que le veamos, Él dice: “Yo le envió a mi Ángel para que dé testimonio de estas cosas” [Apocalipsis 22:16]. ¿Quién estará con el Ángel? Pues el Señor Jesucristo. Y nadie conocerá al Ángel, sino el que lo envió: Jesús, y nadie conocerá a Jesús, en la Obra que Él estará haciendo, sino Su Ángel, y aquel al cual Su Ángel quiera revelarlo con su mensaje. Solamente se conocerá a Jesús y la Obra que Jesús estará haciendo a través de la Verdad revelada que será traída por el Ángel del Señor Jesucristo.

Al decir Su Ángel, no es un ángel con alas; es ángel, es un mensajero, un profeta, que traerá el Mensaje del Señor Jesucristo; que dará a conocer la Obra del Señor Jesucristo que Él estará haciendo en estos días finales; que traerá la Verdad revelada para todo el pueblo. El será uno de los hermanos que estén viviendo en este tiempo final; el que Él escoja desde antes de la fundación del mundo. ¿O usted cree que el Señor va a escoger en este tiempo a alguien? Ya Él lo escogió antes que usted naciese. Así que, si no lo escogió antes de usted nacer, no es usted; es a quien Él haya escogido.

Por lo tanto, le damos gracias a Dios por eso, de que todas las cosas que Él va a hacer, ya Él las tiene programadas. Y a través de la Verdad revelada para el tiempo en que uno vive, conoceremos estas cosas; son conocidas estas cosas a través de la Verdad revelada para nuestro tiempo.

Así que, yo creo que no hay que opinar en cuanto a la Obra de Dios sino creer. Creeremos cuando veamos Su Ángel. ¿Por qué? Porque él nos traerá su mensaje que nadie más puede traer; él lo traerá. Aun los mensajeros de las edades del pasado, algunos trataron; y Pablo decía: “Hay cosas de las cuales no se puede hablar abiertamente”, cuando le tocó hablar del lugar santísimo, del maná escondido, de la vara de Aarón, de los dos querubines, todas esas cosas, él dijo: “Hay cosas de las que no se puede hablar en detalles” [Hebreos 9:5]. ¿Por qué? Porque no le tocaban a él.

Y cuando el séptimo mensajero apareció, él trató de hablar, y él dijo: “No. Me ha sido prohibido hablar de las plagas, de los truenos, de las trompetas, y de todo esto, porque esto no me toca a mí. Aun trató en algunas ocasiones y siempre le era dicho que no podía hacerlo. Aun trató de hacer una obra que no le tocaba a él hacer, sino al último de los mensajeros cuando Dios lo enviara (porque el fin del negocio es mejor que el principio [Eclesiastés 7:8]), y aún llegó cerquita del lugar y lo hicieron ¿qué?, virar hacia atrás: “No te metas ahí; no es tu lugar, y tampoco es tu tiempo. Eso tiene que ser de acuerdo a Apocalipsis 11, tú no eres Apocalipsis 11, así que, no llegues allí. Eres profeta con las dos consciencias juntas, y todo lo que tienes es bueno, pero la Obra no te toca a ti”. Esa Obra será hecha con la Verdad revelada que traerá otro; y será de acuerdo a Apocalipsis 11”. Así que, toma para otro lugar; para todo otro lugar, menos para ése”.

Así que, vean ustedes, un mensajero no puede tomar el lugar de otro. Un mensajero tampoco puede tomar el mensaje de otro para proclamarlo en su edad, porque no hace nada; porque trataría entonces de producir la gente de otra edad; y la gente de su edad entonces no la produce. Entonces va a trabajar, va a hacerle el trabajo a otro, y el trabajo de él, la viña que es de él, no la cuida, y va a cuidar la de otro. Pero eso está prohibido en el Programa de Dios.

Así que, Dios para cada tiempo tiene un Mensaje que es revelado; tiene un mensajero a través del cual envía ese mensaje; y tiene un pueblo que va a recibir a ese mensajero y a ese mensaje. Porque el mensaje y el mensajero son una misma cosa, ¿por qué? Porque el mensaje se hace carne en el mensajero, y entonces él lo proclama, y después se hace carne en la gente de esa edad o de esa dispensación; y entonces todos juntos vienen a ser ¿qué?, la Palabra encarnada en seres humanos. El Programa, entonces, de Dios hecho realidad en carne humana, todo eso es conocido cuando la verdad es revelada.

Por eso entonces, la gente de esa edad ni le tiene miedo a la muerte, ni tampoco a la vida; porque si la muerte es peligrosa, más peligrosa es la vida. Pero no le tienen miedo ni a la muerte, ni a la vida, ni a ángeles ni a principados; y que si dicen que va a haber una invasión de platillos voladores, de gente extraterrestre, ellos se ponen contentos en vez de tomar miedo, en vez de tener miedo se ponen contentos. Otros pueden decir: “Hay que tener miedo, porque una vez destruyeron a Sodoma y a Gomorra”. Pero ellos dicen: “Pero esa gente no estaba actualizada con el Mensaje, con la Verdad revelada para ese tiempo; pero Abraham estaba actualizado y no le pasó nada”.

Así que, ellos saben en cada edad donde están parados. Están parados, los hijos de Dios en cada edad, ¿dónde?, en la Verdad revelada, sobre la cual, dijo el Señor que edificaría a Su Iglesia. La Iglesia del Señor está edificada sobre la Verdad revelada de cada edad, sobre la revelación de Jesucristo en cada edad; conocen a Jesucristo en la edad que Él está actuando y en la edad que ellos viven.

Bueno, en cada edad Jesucristo fue conocido en Su manifestación a través de cada mensajero, y en la Obra que hizo a través de cada mensajero con Su pueblo. Esa fue la revelación de Jesucristo para esa edad. Y en cada edad una porción de Jesucristo fue revelada. En nuestro tiempo será la revelación completa de Jesucristo. Y así, como en cada mensajero la porción de cada edad era a través de cada mensajero y después pasaba al pueblo, así será también en el tiempo final: cuando Él envíe Su Ángel, la revelación de Jesucristo estará manifestándose y dándose a conocer, y será hecha la gran Obra con la revelación de Jesucristo. Y para la revelación de Jesucristo ser dada, ser manifestada, ser traída, Él nos enviará Su Ángel, para que dé testimonio de estas cosas.

** “LA VERDAD REVELADA”.**

La Verdad revelada de nuestro tiempo será en toda Su plenitud; no será una porción, sino será la revelación plena de Jesucristo. Una manifestación plena de Jesucristo, así será, la veremos esa manifestación, así como vimos a través de la historia la manifestación parcial a través de cada mensajero y a través de cada edad y en cada edad, con el pueblo de cada edad.

En nuestro tiempo, cuando la revelación, cuando la Verdad sea revelada, conoceremos como somos conocidos; entenderemos como Dios entiende Su Obra. Y disfrutaremos esa Verdad revelada; y estaremos tan estimulados, que Dios dice: “No le hagan daño ni al vino ni al aceite” [Apocalipsis 6:6].

Recuerden que había unas vírgenes que no tenían aceite; pero había otras que sí tenían aceite.

¿Saben que allá en el templo y también en la visión de Zacarías, había un lugar de donde podían recibir aceite? ¿Y saben ustedes que el candelero o candelabro recibía el aceite de dos tubos de oro, los cuales venían de dos olivas? Así que, las vírgenes prudentes no van a tener ningún problema, porque habrá un lugar en donde el aceite estará fluyendo, para que no estén sin aceite las vírgenes prudentes. Las lámparas no se van a apagar.

Todo eso está prometido para nuestro tiempo, conforme a Apocalipsis 11 también, que dice que los dos Testigos ¿son quiénes?, son las dos Olivas y los dos Candeleros. Así que, todo eso lo tenemos prometido para nuestro tiempo, y cuando la Verdad sea revelada, entonces veremos y entenderemos todas estas cosas, y disfrutaremos todas esas bendiciones; y aun entenderemos otras cosas que estarán por acontecer más adelante.

Bueno, la Verdad revelada, realmente llena a uno de alegría, llena a uno de regocijo, le da a uno una seguridad que, aunque tenga uno problemas, que aunque aún uno tenga algunas faltitas, como todo el mundo sabe que las tiene, porque nadie se va a estar justificando; yo las tengo, usted las tiene, yo tengo de seguro más que cada uno de ustedes, pero eso no me hace pensar a mí en una forma negativa, sino que lo que me hace pensar a mí es en una forma positiva para creer que necesito realmente un nuevo cuerpo, el cual Él ha prometido; y mientras más pronto llegue, más pronto se van todas esas imperfecciones, todas esas faltas que a diario uno comete.

Así que, yo no voy a ver, no voy a mirar los problemas ni las faltas mías o las de ustedes desde un punto de vista negativo, sino desde un punto de vista positivo, para ver las promesas que Dios ha hecho. Dios no necesitaría darnos un cuerpo nuevo a nosotros, si con el que tenemos podemos vivir bien sin faltas, sin errores, y podemos vivir por toda la eternidad sin ponernos viejos. Pero, como no es posible vivir en esa forma con este cuerpo, entonces necesitamos un nuevo cuerpo. Y siempre lo que Dios da es porque uno lo necesita. Si uno no lo necesita, entonces, ¿qué uno puede hacer? “Yo no necesito eso”, pero sí necesitamos todo lo que Dios ha prometido que nos va a dar. Y Él nos lo va a dar a conocer a través de la Verdad revelada que será el Mensaje final, lo cual será la Verdad revelada; en donde conoceremos todas las cosas que Él quiere que nosotros conozcamos.

Y nosotros, unos con otros, caminamos hacia adelante, y caminaremos siempre hacia adelante, siempre estimulando a los demás; no hablándole cosas negativas para que se desanimen, sino hablándole cosas positivas para que se animen; y dándole la mano en todo para que se animen y sigan hacia adelante, porque el tiempo es corto. El tiempo es corto, y de un momento a otro tiene que ocurrir la resurrección y la transformación. Así que, estamos más cerca de lo que nos podemos imaginar.

¿Y qué de los que se apartan? Bueno, el Señor lo que dijo fue: que el que pone su mano en el arado y mira hacia atrás, no es apto para el Reino. Así que, el que se está buscando problemas es la persona; quizás, cuando vuelva, ya hemos recibido todas esas bendiciones, y será muy tarde para la persona.

Es mejor, aunque con luchas, con trabajo, con problemas, seguir adelante, porque nuestra meta no es estar bien aquí mientras estamos en este cuerpo; nuestra meta es conseguir llegar al final del camino donde está el premio de nuestra soberana vocación, en donde está un nuevo cuerpo, en donde están esas grandes bendiciones eternas. Y nuestra meta es llegar. Pero el que no llegue, pues no recibe todo eso que hay al final del camino. Y si no lo recibe, pues, ¿de qué le valió haber visto algunas cositas? No le vale de nada, sino que pudo ver algo, pero no fue valiente; fue un cobarde; y los cobardes solamente tienen un sitio para que no les dé frío. Y ya ustedes saben que es un lago, en donde no les va a dar frío, sino que van a estar bien calientitos ahí. Porque el que es cobarde aquí, es cobarde dondequiera.

Así que, no queremos gente cobarde, sino gente valiente. Por eso dice: “Al que venciere”. Sea usted valiente para vencer todos los obstáculos que hay. ¿Usted cree que unas cosas tan buenas y tan hermosas, como las que Él ha dicho, las vamos a recibir sin luchar y sin tener una victoria? Tenemos que luchar, tenemos que caminar adelante, y por lo que creemos aun dar la vida nuestra, como la dieron los santos del pasado. Como la dio Juan el Bautista, como la dio el Señor Jesucristo, como la dieron los apóstoles, como la dieron los cristianos del pasado. No por otras cosas, sino por lo que creemos. Si por lo que creemos nos matan, pues, no hay otra salida. Es mejor morir en el Señor, y no vivir sin el Señor. Por eso Él dijo: “El que perdiere su vida por causa de mí y de mi Palabra, de mi Evangelio, la ganará. Y el que la ganare, la perderá” [San Mateo 16:25].

Así que, hay algunos que por no… en aquellos tiempos, porque no los mataran, mejor decían: “Yo no creo en ese Jesús de Nazaret”. Y ganaban la vida terrenal, pero la perdían para la eternidad; perdían ¿qué?, la Vida eterna, ganaban la vida temporal, pero perdían la eterna. Pero los que la perdieron, los que perdieron la vida temporera por causa del Evangelio, ganaron la Vida eterna.

Bueno, todo esto son cosas que serán dadas a conocer en la Verdad revelada para nuestro tiempo, y a medida que Él nos dé estas cosas, estaremos cada día más firmes en la Palabra, en el Mensaje del Señor. Y no importa los problemas; no importa los obstáculos; no importa lo que diga la gente, sino más bien lo que importa es lo que diga Dios en Su Verdad revelada. Eso es lo único que tiene valor, porque Él dijo: “Sea todo hombre mentiroso, mas Dios verdadero” [Romanos 3:4].

Por eso la única verdad es la Verdad divina, la Palabra de Dios, la revelación del Señor, la cual será dada a Sus hijos en esta Tierra. Esa es entonces la Verdad revelada.

Bueno, Dios les bendiga, Dios les guarde, y ya este pues, es en persona aquí, la última conferencia que tengo con ustedes; pero ya regresaré; siempre que me he ido he regresado. Aun, si me fuese, si muriese, regresaré algún día para estar con ustedes, porque yo creo en la resurrección de los muertos en Cristo. Y si muero, muero con esa esperanza y con esa fe de resurrección.

Y usted también, si se tiene que ir adelante, yo lo único que les digo a cualquiera que se vaya adelante, es lo que siempre he dicho, y que está en las grabaciones por si alguno se va adelante, sepa cómo hablar allá. Yo quiero que allá siempre, cuando vaya alguno de ustedes (que se vaya adelante) pues, me les dé muchos saludos a los hermanos que están allá, y principalmente a nuestro hermano Branham. Y que les digan a ellos allá que las cosas acá están muy buenas, que estamos disfrutando mucho del Mensaje para nuestro tiempo. Nos hubiera gustado que ellos estuvieran todavía acá, que nuestro hermano estuviera acá todavía, pero Dios no lo permitió así, por lo tanto, en alguna forma haremos que lleguen algunas cosas de las que Dios nos está dando acá, que lleguen hasta ellos allá.

Por eso algunas veces Dios se lleva a algún predicador para que le predique allá, de seguro no lo van a dejar sentado; porque el más pequeño de los predicadores de nuestro tiempo, es más grande que cualquiera de los mensajeros del pasado, porque tiene un Mensaje más grande para dar a conocer, el cual ninguno de los mensajeros del pasado pudo proclamar.

Así que, a cualquiera de los predicadores de nuestro tiempo le darían el lugar del mensajero de la edad de ellos. El mensajero de la edad de ellos sería el primero que diría: “En esta ocasión tenemos como invitado a quien nos predique, uno de los predicadores del tiempo presente allá en la Tierra, en donde estábamos nosotros. Por lo tanto, lo que nos va a predicar acá, no será lo que yo les predicaba en mi edad o en mi dispensación allá; sino que va a traerles un mensaje actualizado. Podrá tomar todo lo que yo les predicaba allá en mi edad, y se los va a actualizar. Por eso vamos a escuchar un mensaje moderno, un mensaje al día, con la hora que se está viviendo allá en la Tierra en el Programa de Dios. Así que, queremos que nos adelanten un poco de lo que allá se está hablando”.

¿Usted cree que Juan el Bautista cuando fue allá al Paraíso, no le adelantó muchísimo de lo que estaba aconteciendo afuera allá, en la Tierra en aquellos días? De seguro Juan el Bautista les decía: “Pronto va a estar por aquí un hombre, el cual yo presenté allá como que era el que cumpliría el Programa de Dios para estos días. Así que, no se preocupen; vamos a estar esperando por acá porque pronto va a venir”.

Cuando por allí llegó Lázaro, cuando llegó Lázaro de seguro no lo querían dejar ir de allí, del Paraíso. Lázaro de seguro les dijo: “Yo tengo un amigo allá, que está predicando tal y tal y tal cosa. Él va a cada vez a mi casa, allá come con nosotros, es amigo de nuestra familia. Y miren, yo estoy aquí, ¿saben por qué? Porque Él no fue por casa en los días en que yo estaba enfermo”.

Así que, mire los hebreos que decían: “Pero, ¿y no amaba tanto el Señor Jesús a Lázaro y a esta familia?, ¿por qué no se ha presentado por acá?” Pues mire, los que estaban en el Paraíso, de seguro estaban diciendo: “Nos alegramos que el Señor Jesús no fuera a la casa de Lázaro cuando estaba enfermo, porque si no, Lázaro no estuviera aquí. ¡Qué bendición tan grande que Él no fuera allá! Porque entonces Lázaro no moría. No iba a morir, por lo tanto, lo mejor fue que no fuera, y Lázaro pudiera venir a nosotros para darnos un informe de lo que está aconteciendo allá en la Tierra”.

Pero ya a los cuatro días, a los cuatro días Lázaro escuchó una Voz que le decía: “Lázaro, ¡ven fuera!” [San Juan 11:43] Y cuando escuchó esa Voz, porque todos los muertos escucharán la Voz del Hijo del Hombre, y aquello que estaba aconteciendo allí era tipo y figura de lo que va a acontecer en la resurrección, tanto en resurrección espiritual como en resurrección literal; porque todo sigue el mismo orden.

Y Lázaro, cuando escuchó esa Voz tan poderosa, ese Mensaje era tan poderoso, que produjo la resurrección de Lázaro. Cuando Lázaro lo escuchó y lo recibió, tuvo que resucitar. Así será con los muertos en Cristo, que dice: “Porque todos los muertos escucharán la Voz del Hijo del Hombre, y resucitarán” [San Juan 5:25].

Para eso se va a necesitar la Voz del Hijo del Hombre, se va a necesitar el Mensaje final, la Voz del Señor; se va a necesitar la Verdad revelada, lo cual es la Voz del Hijo del Hombre, ¿para qué?, para ellos resucitar.

Por eso, si alguno de ustedes tiene que ir allá, y no es predicador, diga cómo están las cosas acá; y si es predicador, pues de seguro no va a tener que decir ni siquiera que quiere predicar; le van a tener allá el lugar de predicación preparado, y de seguro cada uno de los mensajeros de cada edad va a estar detrás de usted loco porque vaya a predicarle a su grupo.

¿Es que acaso aquí no se reciben invitaciones también para ir a tal y cual sitio? ¿Es que acaso ellos, cuando estuvieron aquí en la Tierra, no invitaban a los demás ministros a que fueran y les predicaran? Pues si lo hacían acá, ¿por qué no lo van a hacer allá que es mejor? Allá es mucho mejor, porque allá saben a quién van a invitar. Acá le pudieron haber pasado algún predicador que no les trajo el mensaje que tenía que traerles, pero allá, el que llega allá es porque está en el Programa de Dios; así que, allá es mucho mejor que acá.

Bueno, de seguro que es realmente algo maravilloso ir allá, estar con los hermanos allá, y que le den un paseíto por los diferentes grupos de cada edad. Pero con todo y eso, acá están mejor las cosas. Aunque haya pruebas, luchas y todo, acá está mucho mejor, porque acá es donde se está llevando a cabo el Programa de Dios para nuestro día; después de acá, pasará a allá.

Bueno, acá en la Tierra estará Él obrando, el Señor obrando, manifestándose, haciendo la Obra que Él prometió, y allá dijeron, en el Paraíso, que lo estaban esperando.

Así que, de seguro habrá algo para llevarse a cabo allá, por lo tanto, Él tendrá que ir allá, por eso tiene que venir acá como León de la Tribu de Judá, Rey de reyes, Señor de señores, y con ese Título Él es también Juez; y allá lo están esperando ¿para qué?, dijeron que serán juzgados los mensajeros; los mensajeros serán juzgados por lo que ellos predicaron.

Bueno, aquí podríamos comenzar a hablar muchísimo, pero vamos a dejarlo ahí quietecito… Podríamos comenzar a hablar acerca de ese juicio, y como es por lo que ellos predicaron, por la porción que ellos predicaron, entonces para ser juzgados por la porción que ellos predicaron, hay que o tendrán que oír el Mensaje completo en su plenitud de donde ellos tomaron la porción que les tocó a ellos. Ahí lo vamos a dejar, porque la verdad será revelada, así que, primero será revelada a nosotros; y después a ellos. Así que, vamos a dejarlo ahí.

** “LA VERDAD REVELADA”.**

Por lo tanto es lo que nosotros necesitamos. Si nos ponemos a hablar mucho de allá se nos puede pasar lo de acá, y lo de acá es lo que nos interesa mucho, y lo de allá, pues, se los dejamos a los hermanos nuestros que vayan allá o a los ministros nuestros que vayan allá, y hablen allá de cómo están las cosas acá; y después, pues, más adelante, ellos escucharán el resto de lo que falte por escuchar. Allá, de seguro es como cuando va a alguno de los ministros de acá, va nuestro hermano Bermúdez o va alguno de los ministros y van a diferentes lugares con películas, con cassettes, con folletos, y comienzan a decir, a hablar del mensaje, y allá comienzan por un sitio o por otro a ponerse alegres y desear saber más. Así sucede allá en el Paraíso.

Bueno, vamos a dejar eso quietecito porque entonces van a desear irse toditos para allá, y nos quedamos acá con menos personas. Pero, si se van allá, allá son bienvenidos. Pero, ¿quiere irse usted allá? ¿O quiere quedarse acá, aunque tenga que sufrir, aunque reciba oprobios, aunque digan de usted lo que quieran decir; aunque le digan hasta “perro muerto”? Si en el árbol verde (Jesús en Su tiempo) hicieron y dijeron aquellas cosas, ¿qué no harán con el seco?

Así que, sabemos nosotros que eso es de esa manera, y como es de esa manera, lo más importante para nosotros es la Verdad revelada. Con eso nosotros sabemos quiénes somos, qué tenemos que hacer, qué nos espera aquí en la Tierra y qué nos espera allá en el Paraíso, y qué nos espera en la Eternidad. Y decimos entonces como el apóstol San Pablo decía: “No es de comparar, lo que sufrimos aquí, con las glorias venideras” [Romanos 8:18]. No es de comparar. Por eso nos gozamos, nos alegramos al oír la verdad, la verdad de todas estas cosas, la verdad de lo que Dios ha prometido para nuestro tiempo, de lo que Dios está haciendo en nuestro tiempo, nos gozamos, y le damos gracias a Dios por la Verdad revelada.

Dios nos bendiga, Dios nos guarde, y siempre nos ayude con la Verdad revelada.

Y haga usted la parte que le corresponde. Esté siempre contento, esté siempre con buen ánimo, no se desanime, porque se perjudica usted si se desanima. Dios no puede bendecirlo si usted está desanimado, porque el que se desanima pierde la fe, pierde la esperanza. Y lo que no es de fe, es pecado. Usted no puede esperar de parte de Dios bendición si está desanimado, si no tiene fe. Por eso es necesario tener entusiasmo, tener fe, tener ánimo, para poder reclamar las bendiciones de Dios; poderle decir a Dios que lo ayude. Por eso tenga buen ánimo siempre, sabiendo que usted es un hijo de Dios, que usted es un escogido. De otra manera usted no podía escuchar la Verdad revelada para su tiempo; porque solamente los que son de Dios oyen la Voz de Dios, y la siguen.

Esa es la identificación suya y la identificación mía. No necesitamos otra identificación. Con esa nos basta, porque es la principal, es la mejor, y es la única que no falla. Las emociones fallan; cualquier otra evidencia falla; la única que no falla es esa: recibir el Mensaje, la Palabra, la Verdad revelada para el tiempo que le ha tocado a uno vivir. Y eso es lo único que va a entender; no va a entender otra cosa, sino la Verdad revelada para el tiempo que le toca vivir.

Bueno, vamos a dejar por aquí a nuestro hermano Bermúdez que él concluya nuestra parte en esta mañana, o en esta… ya yo creo que nos pasamos de la mañana. Él pues, ya, por lo que veo, para que ustedes no digan que siempre que él viene me lleva en los viajes, él viene a buscarme, miren, él se va mañana y entonces deja que yo me vaya después, durante la semana solo, y así parece que no me fui con él en el viaje, sino que él vino a hacer otras diligencias. Pero él vino porque hay mucho trabajo, y la Verdad tiene que ser dada a conocer a las demás personas en otro país. Pero continuará aquí a través de cassettes, a través de video, los videos es más importante que los cassettes, los cassettes usted los puede escuchar en su casa, los folletos también leerlos en su casa; pero el video, el video le muestra a usted lo que está aconteciendo con lujo de detalles, y escucha y ve a la misma vez. Y si todo ojo tiene que ver la Obra de Dios, pues, no hay otra forma para todo ojo ver la Obra de Dios, a menos que esté en películas, y se pueda ver en muchos sitios a la misma vez.

Bueno, con eso yo creo que ya hemos concluido. Para mí ha sido realmente, en esta mañana, un momento de mucha alegría, de mucho regocijo. Algunas veces yo pienso y digo: “Ya Dios quizás ha terminado de dar a conocer todo lo que Él quería darle a conocer, ya quizás, no tenga que predicar más”, pero cuando acontece esto de esta mañana, yo digo: “Todavía hay algo más para el pueblo de Dios”, y esto me llena de ánimo, de alegría, de regocijo; y tengo que decirle a ustedes: Oren mucho por mí, porque realmente lo necesito, y deseo que la Obra sea llevada a cabo completa. Y aunque todos ustedes saben que si yo tuviera que partir, tenemos a nuestro hermano Bermúdez con nosotros, que él seguiría hacia adelante, y no habría ningún problema. Pero, yo espero no morirme todavía.

Así que, espero seguir siempre trayéndoles la Palabra, hasta donde Dios me dé Su Palabra, y espero que ustedes oren mucho por mí; si ustedes no oran a Dios para que Dios me dé el Mensaje, las cosas que deben ser dadas a conocer en nuestro tiempo, Él no me va a dar nada porque ustedes no están interesados en que Dios dé a conocer nada. Pero si ustedes oran y claman a Dios: “Señor, danos a conocer las cosas que Tú quieres que conozcamos. Señor, revélanos Tu Obra, todo lo que está aconteciendo en Tu Programa. Revélanos, Señor, lo que nosotros debemos hacer; revélanos lo que Tú estás haciendo y todas esas cosas. Y Señor, bendice a nuestro hermano Bermúdez, bendice a nuestro hermano William, bendice a todos estos ministros que están trabajando en Tu Obra, y dales Tu Palabra para que ellos la den al pueblo. Señor, queremos que lo más pronto posible esté dada toda la revelación de nuestro tiempo”. Dios escuchará, y Dios entonces nos dará todo lo que nos falta de conocer.

Y yo quiero conocer todo lo que falta de ser conocido, porque en eso está todo el secreto o todos los secretos que necesitamos conocer para ser transformados y ser trasladados a la Dimensión divina; y para que resuciten los muertos en Cristo. Porque con la Verdad revelada se recibe la libertad, y queremos ser libertados de estos cuerpos.

Así que, la Verdad tiene que ser revelada, todos esos secretos, esos misterios, para nosotros poder recibir esas bendiciones. Las bendiciones se reciben al recibirse la Verdad revelada. Y no podemos pedir o reclamar una bendición si no tenemos la revelación de esa bendición ya dada a conocer.

Bueno, entonces entendemos que la Verdad revelada es lo que necesitamos. Yo le pido al Señor Jesucristo que me dé las cosas que deben ser dadas a conocer pronto a todos ustedes. Y ustedes oren al Señor que me dé lo que Él quiere que yo les dé a conocer a ustedes, para darle testimonio a ustedes de todas esas cosas que Él dice que quiere que todos sepamos.

Bueno, vamos a pedirle a nuestro hermano Pedro Márquez que pase por aquí, para que él concluya, porque si seguimos hablando de esas cositas, hay tantas cosas que tienen que ser dadas a conocer, y algunas veces yo soy sorprendido. Yo me sorprendo, algunas veces, en ciertas cosas que yo no sabía o que yo quería conocer, ¿y sabe cuándo las vengo a conocer? Cuando estoy hablando así, con ustedes, surgen, y ahí mismo es que las llego a captar, las llego a conocer, y ahí mismo se las estoy dando, y después es que me pongo yo a estudiar más abundantemente sobre esas cosas que fueron dadas ahí, en esos momentos. Y después en otros mensajes entonces son explicadas más detalladamente.

Pero algunas veces surgen así, de momento, y ahí mismo se las suelto cuando veo que es lo que realmente Él quiere que ustedes sepan. Algunas veces me las reservo, pero algunas veces cuando me las reservo tengo el problema que se me olvidan después, y entonces tengo que orar a Dios, y algunas veces ni me recuerdo; por eso la mayor parte de las veces prefiero dárselas a ustedes, aunque no se las dé con muchos detalles, pero después más adelante les doy más detalle sobre esos mimos y ya las entendemos mejor.

Por eso algunas veces son dichas algunas cosas, y nadie las entiende. Y yo mismo entiendo un poquitito nada más, pero que sé que son la Verdad que está siendo revelada, y aprovecho y las dejo salir para después… para que queden grabadas, y después seguirlas estudiando para tener un cuadro más amplio de esas cosas. Otras veces, no sé si han notado en algunos países, algunas veces he tenido…han sido algunas cosas demasiado de importantes, y mientras estoy hablando me he puesto a escribir; y eso es una cosa que es difícil hacer: uno ponerse… estar hablando sobre una cosa y ponerse a escribir una cosa que uno captó, ya es más difícil. Algunas veces hasta se le puede ir el hilo de lo que uno está hablando, y cualquier persona nueva que esté en el auditorio y que haya venido así, por primera vez, usted sabe que cuando uno va a un lugar por primera vez, enseguida está pendiente de todo, puede pensar que uno esta medio loco hablando una cosa y escribiendo acá otra, pues puede decir “O es que puede hacer dos cosas a la misma vez o es que está medio loco, algo está pasando”.

Y algunas veces lo que sucede es que uno no quiere decirles algo que uno captó de momento, y tiene que escribirlo para que no se le olvide. Y en eso, usted sabe, algunos no lo comprenden. Por eso algunas veces, aunque no lo entiendan bien, algunas veces, si viene algo, algunas veces viene al final; algunas veces durante el mensaje, a mitad, y algunas veces es dicho, y nadie entendió nada, pero quedó ahí para luego, entonces, más adelante, en algún mensaje sale de nuevo eso, y entonces usted recuerda: “Esto fue lo que fue dicho en una ocasión, y yo no pude entenderlo; y quería entenderlo y no pude. Mire ahora, tan sencillo que es”.

Así también sucede conmigo. Después yo, cuando lo entiendo bien, veo que era bien sencillo, pero cuando vino de momento, ni yo mismo lo podía entender. Y para que no se me olvide: o lo tengo que dejar hablado o escrito; o ni hablarlo, ni escribirlo; y al no hablarlo ni escribirlo, pues entonces a uno se le olvida, la lecitina no me ha hecho mucho efecto, y dicen que la lecitina ayuda para la memoria, pero no me ha hecho tanto efecto como para memorizar todo. Algunas veces ni los nombres de las personas, algunas veces ni me recuerdo, de momento, y me sucede eso. Y tengo que ser sinceros con ustedes: algunas veces se me olvidan. Hay personas que las vengo a ver después al mes, y hasta el nombre se me ha olvidado; si pasa un mes, dos meses, un año, se me olvidan los nombres.

Frente a casa donde yo vivía en Ponce, había una señora que se llamaba doña Luisa, o… tenía un nombre parecido, y más abajo vivía otra, se llamaba doña Ana; o no sé si es al revés, porque todavía no me recuerdo bien. Y cuando pasaban frente a casa y yo estaba así, las saludaba, y cuando la saludaba le decía el nombre que no era, y después Eli me decía: “Mira, le dijiste el nombre de la otra señora”. Entonces se me turbaban así, los nombres. Por eso algunas veces, después a lo último, ya no le decía los nombres, para no tener ese problema; y algunas veces eso es lo que hago cuando pasa algún tiempo y no veo alguna persona de otro país, ni el nombre le digo algunas veces para no tener ese problema de decirle el nombre que no es, y entonces pues, puede pensar que a uno se le ha olvidado esa persona. La persona nunca se me olvida, pero los nombres, como de ese nombre hay tantas personas que se llaman y uno conoce tanta gente, pues, es más fácil que ustedes se recuerden de mi nombre y no yo del nombre de todas las personas que hay en todos los países.

Pero no es así siempre, la mayor parte de ustedes les sé el nombre o le digo el nombre, cuando les digo el nombre es que me recuerdo del nombre. Otras veces no se los digo, aunque me recuerdo, porque nos saludamos así, rápido; pero no vamos a pelear por esa parte. Lo importante es que la Verdad revelada se la diga, que es lo que a ustedes les interesa. Y yo sé, y ustedes saben, que tienen el nombre escrito allá Arriba, y Él nos llama a todos por nuestro nombre, por el nombre que Él nos ha dado.

Bueno, somos la Palabra, así que, por el nombre de la Palabra Él nos llama.

Bueno, vamos a dejar eso quieto ahí, porque puede surgir otro tema, pero yo me voy allí, voy a apuntar antes que se me olvide todito. Así que, los voy a dejar rapidito, no vaya a ser que se me olvide, porque no quiero grabar eso de estos momentos que por poco sale, ni quiero ponerme a escribir delante de ustedes, no vaya a ser que alguno vaya a pensar que ya lo último que estaba todo tan bueno, ya pues, estoy hablando y escribiendo a la misma vez. Así que, me voy solito allá, escribo algunas cositas.

Dios les bendiga, Dios les guarde, y que pasen todos muy buenas tardes.

Ya nos veremos muy pronto nuevamente, y seguiremos entonces trayéndole el Mensaje a través de los videos. Yo creo que están listos los videos para estos días, está todo listo. En todos los países están usando los videos, en todos los países que tienen los equipos, y ellos pues están muy contentos también, ha sido algo que Dios nos ha dado para este tiempo final para alimentar a Sus ovejas, de tal manera que sea el mismo Mensaje, la misma forma en que ha sido hablado, que todos puedan oírlo y puedan recibirlo, y se pueda encarnar en cada uno de los hijos de Dios; se pueda encarnar la Verdad revelada.

Dios les bendiga y Dios les guarde.

"LA VERDAD REVELADA"