--- title: 'El Mensaje del Rey' date: 2006-05-28 activity: 1 place: city: Goiânia state: Goiás country: BR duration: 00:00:00 public: false youtube: translations: files: --- Muy buenas tardes, amados amigos y hermanos presentes, y también los que están a través del satélite Amazonas, en el canal WSS: “El Mensajero de la Paz.” Y los que están a través de internet también. Es una bendición y privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final. Para lo cual leemos en Eclesiastés, capítulo 8, versos 1 al 5, donde dice: “*¿Quién como el sabio? ¿y quién como el que sabe la declaración de las cosas? La sabiduría del hombre ilumina su rostro, y la tosquedad de su semblante se mudará.* *Te aconsejo que guardes el mandamiento del rey y la palabra del juramento de Dios.* *No te apresures a irte de su presencia, ni en cosa mala persistas; porque él hará todo lo que quiere.* *Pues la palabra del rey es con potestad, ¿y quién le dirá: ¿Qué haces?”* Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra. Vamos a leer el verso 5, donde dice: “*El que guarda el mandamiento no experimentará mal; y el corazón del sabio discierne el tiempo y el juicio.”* Que Dios continúe bendiciendo nuestras almas con Su Palabra. Nuestro tema es: **“EL MENSAJE DEL REY.”** A través de la Escritura comprendemos que el Rey es Dios. Él es el Rey del Universo, y Él ha estado hablando en todos los tiempos a Su pueblo a través de los Profetas; porque la Palabra del Rey, el Mensaje del Rey, ha sido prometido a Su pueblo a través de un Profeta. En Deuteronomio, capítulo 18, verso 15 al 19, dice: “*Profeta de en medio de ti, de tus hermanos, como yo, te levantará Jehová tu Dios; a él oiréis...”* El Profeta Moisés dice que Profeta como él (como Moisés), Dios le va a levantar a Su pueblo Israel. Él dice: “A él oiréis.” ¿Por qué es tan importante escuchar al Profeta que Moisés dice que Dios levantará en medio del pueblo? Veamos lo que a continuación dice: “*...conforme a todo lo que pediste a Jehová tu Dios en Horeb el día de la asamblea, diciendo: No vuelva yo a oír la voz de Jehová mi Dios, ni vea yo más este gran fuego, para que no muera.* *Y Jehová me dijo: Han hablado bien en lo que han dicho.* *Profeta les levantaré de en medio de sus hermanos, como tú; y pondré mis palabras en su boca, y él les hablará todo lo que yo le mandare.”* ¿Por qué Moisés dijo: “A él oiréis”? Porque estarán escuchando el Mensaje del Rey, la Palabra de Dios que ha sido colocada en la boca de ese Profeta. “*Mas a cualquiera que no oyere mis palabras que él hablare en mi nombre, yo le pediré cuenta.”* Por lo tanto, todo ser humano está llamado a escuchar la Palabra de Dios, el Mensaje del Rey por medio del Profeta que Dios levanta en medio de Su pueblo; y coloca en la boca de ese hombre Su Palabra. El Mensaje que él trae es el Mensaje del Rey, del Rey de reyes y Señor de señores, del Rey del Universo. Por lo tanto, toda persona tiene una responsabilidad grande ante Dios y es de escuchar el Mensaje del Rey, la Voz de Dios. Por eso dice también: “Si oyes hoy Su Voz, no endurezcáis vuestro corazón.” Por eso San Pablo tomó esas palabras del Antiguo Testamento y las colocó en Hebreos, capítulo 3, verso 7; y Hebreos, capítulo 4, verso 7. Toda persona está llamada a escuchar la Voz de Dios, que es el Mensaje del Rey. El que no escucha el Mensaje del Rey pierde la bendición que hay en escuchar la Voz de Dios, el Mensaje del Rey, donde vienen las bendiciones del Cielo para ser materializadas en la vida de los que escuchan el Mensaje del Rey, que es la Palabra creadora para traer a existencia las bendiciones de Dios en la vida de individuos y de naciones. Por lo tanto, es muy importante escuchar el Mensaje del Rey, la Voz de Dios. En Amós también nos habla en el capítulo 3, verso 7, y nos dice: “*Porque no hará nada Jehová el Señor, sin que revele su secreto a sus siervos los profetas.”* Por lo tanto, todo lo que Dios va a hacer, lo revela a Su pueblo a través de los Profetas, a quienes viene primero la revelación de Dios. Por esa causa es que nos dice la Escritura que las cosas reveladas son para los seres humanos; lo dice en esta forma en Deuteronomio, capítulo 29, verso 29, dice así: “*Las cosas secretas pertenecen a Jehová nuestro Dios; mas las reveladas son para nosotros y para nuestros hijos para siempre, para que cumplamos todas las palabras de esta ley.”* O sea, que las cosas reveladas por Dios a Sus Profetas, y reveladas al pueblo a través de los profetas, no son por un tiempo nada más, dice que son para siempre; y por lo tanto no las podemos echar a un lado. No podemos estudiar la Biblia tomando un solo libro y olvidándonos de los demás, o sea, olvidándonos de lo que los demás profetas han dicho. Si no hiciera falta lo que esos profetas han dicho, Dios no los hubiera enviado. Pero era necesario. Por lo tanto, todas las cosas reveladas, ¿de quién son? Son mías. ¿Y de quién más? De ustedes también. Por lo tanto, tenemos una herencia: la Palabra de Dios. Y ahora, toda cosa que falte por ser revelada, será dada a conocer a un profeta, y ese profeta lo dará a conocer al pueblo de Dios. Pero mientras no es revelado, ¿a quién pertenece? A Dios. Él es el único que puede colocarla en el corazón, la mente y la boca de un profeta, para que la hable al pueblo de Dios y sea esa la revelación que Dios le da al pueblo, y venga a ser entonces propiedad del pueblo; porque las cosas reveladas son para nosotros, para todo el pueblo de Dios. Hay cosas que ya han sido reveladas y hay cosas que no están reveladas, pero esperamos que sean reveladas para que sean nuestras esas cosas, para que esa revelación sea nuestra y para nuestros hijos. Por eso los padres tienen que compartir la Palabra de Dios con sus hijos: para que sean para ellos también y traiga bendición para ellos; por eso no dejamos nuestros niños en la casa cuando vamos a la iglesia, los traemos con nosotros, para que esa Palabra que recibimos, también él la reciba; porque es para nosotros, ¿y para quién más, dice la Escritura? Para nuestros hijos, para que las cumplamos. Ahora, leyendo en Amós, capítulo 8, verso 11 en adelante, dice: “*He aquí vienen días, dice Jehová el Señor, en los cuales enviaré hambre a la tierra, no hambre de pan, ni sed de agua, sino de oír la palabra de Jehová* (de oír la Palabra del Señor)*.”* ¿Y dónde la vamos a buscar? ¿Y dónde la vamos a encontrar? Tenemos que buscarla para encontrarla, y para eso tenemos que buscarla en el lugar correcto: en el corazón, la mente y la boca de un profeta. “*En aquel tiempo las doncellas hermosas y los jóvenes desmayarán de sed.”* Y ahora, estas personas que desmayarán de sed, no habrán encontrado la Palabra. Dice que irán de Norte hasta el Oriente, dice que discurrirán buscando la Palabra de Dios y no la hallarán. Por lo tanto, la estarán buscando donde no está. La Palabra de Dios en cada etapa del pueblo de Dios, tanto del pueblo hebreo como del Cristianismo, ha estado en la boca del Mensajero correspondiente para cada etapa. Ese Mensajero viene con las dos conciencias juntas, y recibe esa revelación divina (la correspondiente para su tiempo), y aunque no la entienda bien, comienza a proclamar Su Mensaje, y Dios comienza a obrar; porque Dios obra de acuerdo a Su Programa correspondiente a cada etapa, y por consiguiente se requiere que sea hablada la Palabra creadora; porque Dios no hace nada, a menos que sea por medio del Verbo, de la Palabra; por lo tanto, tiene que ser hablada la Palabra. Y para eso el Ángel del Pacto, el Ángel de Dios, tiene que estar manifestado hablando esa Palabra creadora a través de alguna persona, a través de un velo de carne, llamado un profeta. Así ha sido en cada tiempo y así tiene que ser para nuestro tiempo también. ¿Y dónde podremos encontrar un hombre en el cual Dios coloque Su Palabra correspondiente a nuestro tiempo, para poder escuchar el Mensaje del Rey de los Cielos y de la Tierra, del Rey de reyes y Señor de señores? Continuamos viendo la Escritura, para ver las promesas que hay para nuestro tiempo, porque si no hay promesa para nuestro tiempo, no habrá Mensaje del Rey, no habrá Mensaje de Dios; pero si hay promesa, habrá un cumplimiento de ellas, y entonces escucharemos el Mensaje del Rey, la Palabra del Rey. Y ahora, hemos tenido por muchos siglos o por mucho tiempo, hambre de oír la Palabra de Dios correspondiente a este tiempo final. Ahora, vamos a ver cómo está prometida y dónde está prometida la Palabra del Rey, el Mensaje del Rey para este tiempo final; porque eso será lo que estará siendo hablado para el pueblo de Dios: el Cristianismo y el Judaísmo. Vamos a ver en la Escritura. Para el Cristianismo y el Judaísmo tenemos una promesa. Veamos para el Judaísmo en Isaías, capítulo 27, verso 12 en adelante, dice: “*Acontecerá en aquel día, que trillará Jehová desde el río Eúfrates hasta el torrente de Egipto, y vosotros, hijos de Israel, seréis reunidos uno a uno.”* Cuando se refiere a Israel (como la casa de Israel), se refiere a las diez tribus del Norte que formaron el reino del Norte, encabezado por el rey Jeroboam, descendiente de la tribu de Efraín, la tribu que tenía, tiene y tendrá la Bendición de la Primogenitura, porque la primogenitura pasó a Efraín. Eso está en Primera de Crónicas, capítulo 5, verso 1 al 2: “*Los hijos de Rubén primogénito de Israel (porque él era el primogénito, mas como violó el lecho de su padre, sus derechos de primogenitura fueron dados a los hijos de José, hijo de Israel, y no fue contado por primogénito;* *bien que Judá llegó a ser el mayor sobre sus hermanos, y el príncipe de ellos; mas el derecho de primogenitura fue de José).”* No importa lo importante que sea Judá y sus descendientes, el derecho de la primogenitura corresponde a José, y por consiguiente cuando Jacob bendijo a José, al bendecir a sus hijos: Efraín y Manasés, la bendición que habló para Manasés y la que habló para Efraín, determinan el futuro de José como cabeza de tribu; y por consiguiente determinan el futuro de Efraín y Manasés. Dice en la bendición que Jacob habló sobre ellos, en el capítulo 48 del Génesis, de la siguiente manera. Vamos a leer una parte solamente aquí. Capítulo 48, verso 16 en adelante del Génesis, dice: “*El Angel que me liberta de todo mal, bendiga a estos jóvenes* (eran unos jovencitos)*...”* Todo joven puede recibir la bendición de Dios, y así tener asegurado su futuro eterno. La bendición viene de Dios, a través del Ángel de Dios. Y aquí es hablada por medio de un hombre. Pero la bendición la trae Dios por medio de Su Ángel. Y aquí Jacob le está pidiendo a Dios que por medio de Su Ángel bendiga a estos jóvenes: eran los nietos de Jacob. Los padres oramos por nuestros hijos y también por nuestros nietos, por nuestros bisnietos y por nuestros tataranietos, y todos los que vengan de nuestra descendencia, porque queremos encontrarlos en la Vida eterna como parte nuestra. Usted no quiere aparecer solito en la eternidad, queremos todos que aparezca... el hombre desea que aparezca su esposa también; y la esposa, desea que aparezca su esposo también en la eternidad. Por eso el esposo ora por su esposa, y la esposa ora por su esposo; y se tratan bien. No se pueden tratar mal, porque eso afecta también en la relación de la persona con Dios. Cada cual ame a su esposa, y la esposa ame a su esposo, y oren los unos por los otros, y también oren por sus hijos. Jacob sabía que el futuro se asegura estando aquí en la Tierra, y queda asegurado con Dios a través de la bendición de Dios que viene por medio del Ángel de Dios. Por eso dijo: “El Ángel que me liberta de todo mal.” Ese Ángel es el cuerpo angelical de Dios, el cual le apareció al Profeta Moisés y le dijo: “Yo Soy el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob.” Eso está en el capítulo 3 del Éxodo. Y Moisés le preguntó acerca de cuál era Su Nombre, y le dio cuatro letras, cuatro consonantes, pero él escuchó la pronunciación. En la pronunciación de esas letras hay un secreto muy grande. Está muy bien que ese secreto se haya mantenido, porque muchos sin escrúpulos usaron ese nombre para mal también. Por eso en cierto tiempo, o de cierto tiempo en adelante cuando el sumo sacerdote salía del lugar santísimo y pronunciaba ese nombre, muchas personas querían escuchar la pronunciación (porque el sumo sacerdote conocía la pronunciación). Recuerden que Moisés recibió la revelación y la pasó a su hermano Aarón; por lo tanto, pasaba de un sumo sacerdote a otro sumo sacerdote. Era un secreto muy grande, que era heredado por el sumo sacerdote que le correspondía comenzar su ministerio sacerdotal. Por lo tanto, ese misterio tuvo que ser ocultado a causa de que cuando salía el sumo sacerdote el día diez del mes séptimo de cada año, luego de presentar la sangre de expiación ante Dios, cuando esparcía con su dedo siete veces sobre el propiciatorio, cuando él salía, habiendo terminado todas las labores de ese día (lo cual ocurría ya en la tarde), el sumo sacerdote bendecía al pueblo. Y para bendecir al pueblo tenía que usar el nombre. Vean aquí en Números, capítulo 6, dice de la siguiente manera, versos 22 en adelante... se ha traducido el nombre de Dios como “Jehová,” porque le añadieron unas vocales para tratar de lograr una pronunciación del nombre de Dios; pero esa no es la pronunciación correcta. Por eso en versiones judías de la Biblia no colocan: “Jehová.” Porque esa no es una traducción correcta. En Español han colocado: “Jehová,” en algunas traducciones en medio del Cristianismo, pero esa no es la traducción correcta, pero se usa. Y por eso cuando leemos, leemos “Jehová.” Pero lo mejor es leer: “El Señor.” Ahora, leamos en esta traducción o versión: capítulo 6, verso 22 en adelante, tal y como está escrito aquí, dice: “*Jehová habló a Moisés, diciendo:* *Habla a Aarón y a sus hijos* (¿a Aarón por qué? Porque era el líder religioso más importante, después de Moisés)*... y a sus hijos...”* ¿Por qué a sus hijos? Porque tenían el sacerdocio; y solamente de los descendientes de Aarón vendría en cada ocasión el heredero al sumo sacerdocio. No podía ser de otra familia, sino de Aarón. Cuando moría un sumo sacerdote, el próximo tendría que ser un descendiente de Aarón también; de la clase sacerdotal más alta es la de Aarón, esa es la clase de los sacerdotes. De todo el orden religioso en medio del pueblo de Israel, en medio del pueblo hebreo, en medio del Judaísmo, la clase más alta es la descendencia de Aarón. “*Habla a Aarón y a sus hijos y diles: Así bendeciréis a los hijos de Israel...”* O sea, que para bendecir a los hijos de Israel hay una forma correcta. Muchas veces bendecimos a nuestros hijos o a alguna persona, pero muchas veces nos falta algo. Vamos a ver lo que dice aquí: “*Así bendeciréis a los hijos de Israel, diciéndoles:* *Jehová te bendiga* (o sea, que comienza con el Nombre de Dios, como también dijo Jacob: “El Ángel que me liberta de todo mal bendiga a estos jóvenes.”)*...* *Jehová te bendiga, y te guarde* (o sea, la protección de Dios, la bendición y protección)*;* *Jehová haga resplandecer su rostro sobre ti* (y por lo tanto la persona verá el camino de Dios para andar en él, verá cada manifestación de Dios a través del Profeta, del Instrumento que Él tenga para el tiempo en que está viviendo)*...* *Jehová haga resplandecer su rostro sobre ti, y tenga de ti misericordia* (la Misericordia la necesitamos de parte de Dios)*;* *Jehová alce sobre ti su rostro, y ponga en ti paz* (la verdadera paz, el único que puede darla es Dios; y eso ocurre cuando Dios levanta Su rostro sobre la persona o sobre una nación. Cuando Dios levanta Su rostro y resplandece sobre esa nación o sobre esa familia, o sobre ese individuo, viene la paz)*.* *Y pondrán mi nombre sobre los hijos de Israel, y yo los bendeciré.”* Si no se coloca el Nombre de Dios sobre el pueblo, sobre una familia o sobre una persona, no puede venir la bendición de Dios; y tiene que ser un sacerdote, un ministro. Tenemos solamente dos órdenes sacerdotales: El orden sacerdotal levítico de Aarón (y el orden sacerdotal levítico es terrenal); el otro orden es celestial: el Orden de Melquisedec, que está sobre el orden terrenal levítico. Y ahora, veamos aquí en el Salmo 80, ya que esto tiene que ver con todo esto. Leímos la petición en la bendición: que Dios levante Su rostro sobre el pueblo, haga resplandecer Su rostro sobre el pueblo. Y ahora, veamos el Salmo 80, donde nos muestra cómo vendrá la bendición para el pueblo hebreo en este tiempo final (siempre que ha venido la bendición de Dios para el pueblo hebreo, ha tenido que suceder esto). Y ahora, para este tiempo final, vean lo que dice aquí: Salmo 80, verso 1 en adelante: “*Oh Pastor de Israel, escucha;* *Tú que pastoreas como a ovejas a José...”* O sea: “José,” eso nos habla de la tribu de José; y la tribu de José, por cuanto José es el primogénito nacido de la esposa de Jacob con la cual Él se casó, está hablando aquí de José; y por consiguiente de la tribu de José, que está compuesta por Efraín y Manasés; por cuanto José es el primogénito, tiene una doble bendición de tribu: dos tribus; porque en la Bendición de la Primogenitura, el primogénito hereda el doble de lo que hereda el que no es primogénito. Por eso José tendría dos tribus: la tribu de Efraín y la tribu de Manasés. Y por consiguiente ahí estaría la bendición de José. Dondequiera que Dios bendiga a José, toda esa bendición pasará a sus hijos; a uno más que a otro; a uno más que a otro. Cuando Jacob vio los hijos de José, ¿saben lo que dijo? “Estos son míos, como Rubén y como los demás.” Vamos a ver cómo lo dijo aquí en el capítulo 48 (no hemos terminado ese capítulo). Dice capítulo 48, verso 1 en adelante, dice \[Génesis\]: “*Sucedió después de estas cosas que dijeron a José: He aquí tu padre está enfermo. Y él tomó consigo a sus dos hijos, Manasés y Efraín.* *Y se le hizo saber a Jacob, diciendo: He aquí tu hijo José viene a ti. Entonces se esforzó Israel, y se sentó sobre la cama* (o sea, que ya para ese tiempo Jacob estaba muy anciano, y ya estaba de cama, o sea, que ya estaba por unos ciento cuarenta y algo de años)*.”* Y ahora, Jacob sabe que su tiempo está por terminar, porque sus días terminaron a los 147 años. Eso está en el capítulo 47, verso 8, ahí nos habla de 130 años; y después de eso vinieron 17 años más. Y en el mismo capítulo 47, dice \[Génesis, verso 28\]: “*Y vivió Jacob en la tierra de Egipto diecisiete años; y fueron los días de Jacob, los años de su vida, ciento cuarenta y siete años.”* Ya a los 147 años, ya estaba de cama. En la actualidad, antes de los 100 años, casi todos están de cama o de caja, ya empaquetados descansando sus cuerpos en lo que llega la resurrección para aquellos que eran creyentes; los que no, murieron sin esperanza, perdieron su tiempo aquí en la Tierra; y después darán cuenta a Dios por lo que hicieron con la oportunidad de vida que Dios les dio aquí en la Tierra. Ahora, continuemos aquí con lo que dijo Jacob acerca de los hijos de José. Dice verso 3 del capítulo 48, continuamos leyendo \[Génesis\]: “*...y dijo a José: El Dios Omnipotente me apareció en Luz en la tierra de Canaán, y me bendijo,* *y me dijo: He aquí yo te haré crecer, y te multiplicaré...”* No es que iba a crecer más, a ser más alto, sino que iba a crecer en hijos, nietos, bisnietos, tataranietos, y así por el estilo, para formar una gran nación y muchas naciones; no solamente una gran nación, sino muchas naciones también; porque esa bendición, esa promesa, le había sido dada a Abraham, también. Y esa promesa sigue pasando de Abraham a Isaac, de Isaac a Jacob, de Jacob a los hijos de Jacob, y de los hijos de Jacob a los hijos de esos patriarcas, y de los hijos de los patriarcas a los nietos de los patriarcas, y así por el estilo. Esa bendición había sido hablada a Abraham en el capítulo 12, donde dice verso 1 al 3 \[Génesis\]: “*Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré.* *Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré* (esa nación grande es la nación hebrea)*... y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición.* *Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las naciones* (por consiguiente la bendición para todas las naciones viene por Abraham)*.”* Y ahora, continuamos leyendo aquí con relación a Jacob y a los hijos de José \[Génesis 48:4\]: “*...y me dijo: He aquí yo te haré crecer, y te multiplicaré, y te pondré por estirpe de naciones* (ahí tenemos que la bendición no es solamente para Israel sino para todas las naciones)*; y daré esta tierra a tu descendencia después de ti por heredad perpetua.”* Todo el territorio que Dios estableció para los descendientes de Jacob, le pertenece al pueblo hebreo por decreto divino, porque Dios es el dueño de los Cielos y de la Tierra; y por consiguiente a quien Él desee dar un pedacito de tierra, lo da; al que desee darle un terreno grande, lo da también; y al que desee darle el planeta Tierra, también se lo da; al que desee darle todas las naciones, también se las da; porque todo pertenece a Dios. Miren, aquí hay una promesa. Recuerden que estamos estudiando la Palabra de Dios, y por consiguiente esto es un estudio bíblico. Es domingo de escuela dominical. Estamos estudiando: **“EL MENSAJE DEL REY.”** Miren aquí en el Salmo 2, verso 6 en adelante, dice: “*Pero yo he puesto mi rey* *Sobre Sion, mi santo monte.”* Por lo tanto, Sion como ciudad es Jerusalén. Ese es el lugar para el Trono del Rey, y el Trono es el Trono de David, porque ése es el Trono terrenal de Dios. Y la Capital de ese Reino de David es Jerusalén. Es por decreto divino que Jerusalén es la capital de Israel. Y para establecimiento del Reino de Dios en la Tierra, ¿qué será? No solamente sobre el pueblo hebreo sino sobre todas las naciones, la Capital continuará siendo Jerusalén, será la Capital del mundo entero. Eso es por decreto divino. Nadie puede buscar otra ciudad, para establecerla como la Capital del mundo; solamente hay una, y esa es Jerusalén. Y solamente hay un trono sobre el cual se sentará el Mesías Príncipe, y gobernará sobre Israel y sobre todas las naciones. Ese es el único rey con el único trono y único reino que por decreto divino tendrá un imperio mundial que nunca dejará de ser, que no habrá otra nación que lo conquiste. No será dejado para otro pueblo, o para otra nación, o para otro rey. Vean la promesa aquí: “Yo publicaré el decreto.” Lo que Dios ha decretado. Dice: “*Yo te engendré hoy.* *Pídeme, y te daré por herencia las naciones* (te daré por herencia las naciones)*.”* Hay alguien que va a heredar las naciones, y por consiguiente las va a colocar en Su Reino. Pero Él va a escoger cuáles van a entrar a Su Reino y cuáles no van a entrar a Su Reino. En la parábola de San Mateo, capítulo 25, versos 31 en adelante, nos habla del Hijo del Hombre juzgando las naciones. Esa parábola es muy importante, porque es nada menos que los juicios de las naciones gentiles siendo realizado por el Señor, por el Mesías en Su Venida para este tiempo final. Por lo tanto, no todas las naciones van a entrar, pero le serán dadas a Él todas las naciones, y Él juzgará, colocará a unas a Su diestra y a otras a Su izquierda. Las que sean colocadas a la izquierda, serán destruidas; las que sean colocadas a la derecha, serán salvas. Y las naciones que sean salvas, entrarán al Reino del Mesías. “*Pídeme, y te daré por herencia las naciones* *Y como posesión tuya los confines de la tierra.* *Los quebrantarás con vara de hierro.”* Eso nos habla de un rey que gobernará con mano fuerte, pero con amor. Por amor a los buenos, destruirá a los malos; y eso es justicia. Es que Él es juez, por eso juzgará. Él es el vengador, por lo tanto, Él será el que juzgará: condenará a unos y otros entrarán a Su Reino. “*Como vasija de alfarero los desmenuzarás.* *Ahora, pues, oh reyes, sed prudentes;* *Admitid amonestación, jueces de la tierra.* *Servid a Jehová con temor,* *Y alegraos con temblor.* *Honrad al Hijo, para que no se enoje, y perezcáis en el camino;* *Pues se inflama de pronto su ira* (la ira de Dios en el Mesías Príncipe, se inflamará y traerá el juicio de la gran tribulación)*.* *Bienaventurados todos los que en él confían.”* Ahí nos hablan de la Venida del Mesías. Y ahora continuemos con lo de Jacob, porque todo esto está ligado al pueblo hebreo también. Dice \[Génesis 48:5\]: “*Y ahora tus dos hijos Efraín y Manasés, que te nacieron en la tierra de Egipto* (o sea, nacieron en medio de los gentiles)*, antes que viniese a ti a la tierra de Egipto, míos son; como Rubén y Simeón, serán míos.”* Como son Rubén y Simeón, hijos de Jacob, también Efraín y Manasés estarán en esa misma posición, por consiguiente serán cabezas de tribu (cabezas de tribu en medio del pueblo hebreo). Por lo tanto, los descendientes de Efraín y de Manasés serán llamados: de la tribu de Efraín, los descendientes de Efraín, y de la tribu de Manasés, los descendientes de Manasés; y esos descendientes formarán la gran tribu de José. Y ahora, escuchen aquí del verso 16 en adelante del capítulo 48 del Génesis, ahora cuando los va a bendecir, dice \[Génesis 48:16\]: “*...el Angel que me liberta de todo mal, bendiga a estos jóvenes; y sea perpetuado en ellos mi nombre...”* Por consiguiente serán llamados: Israelitas. En ellos el nombre de Israel, el nombre nuevo, que es Israel, tiene que ser colocado en ellos. El nombre que agrupa a las doce tribus, que aparentemente son trece; pero es que la de José tiene una doble bendición, es una, pero formada por Efraín y Manasés, que vinieron a ser cabeza de tribus; por eso aparecen como trece tribus. Pero si solamente colocamos a los hijos de Israel (de Jacob), entonces son doce. Y ahora, continuemos leyendo: “*...y el nombre de mis padres Abraham e Isaac* (por lo tanto, también son descendientes de Isaac y de Abraham, son simiente de Abraham, el padre de la fe)*, y multiplíquense en gran manera en medio de la tierra.”* Aquí no le dio Dios un plan para controlar el crecimiento de ellos, sino que le dijo que se multiplicara. “*Pero viendo José que su padre ponía la mano derecha sobre la cabeza de Efraín, le causó esto disgusto...”* Los hijos no deben disgustarse por las cosas que sus padres hagan, y mucho menos cuando tiene que ver con la bendición. Algunas veces los padres le dicen a los hijos: “Despierta temprano, apúrate para ir a la iglesia.” Y algunos niños, algunas veces ya mayorcitos, ya jóvenes, por cuanto el domingo no están en la escuela, no quieren madrugar y decimos: “Las sábanas se les pegan,” y les da trabajo algunas veces para levantarse. Pero los padres lo que quieren es que sus hijos reciban la bendición de Dios, y tiene que ser en la forma correcta. Ahora, José quería la bendición para sus hijos, pero le quería establecer a Jacob sobre quién echar la bendición del primogénito; y Jacob no estaba llamado a ser guiado por una persona, sino por Dios. Y ahora, le causó disgusto a José, lo cual no debió ser. Debió decir... siendo José profeta; pero Jacob era profeta también, y mayor que José. Y ahora, siendo que la Bendición de la Primogenitura es una Palabra, y viene por una Palabra que es hablada, la cual es una Palabra creadora: es la Palabra de Dios en la boca de un Profeta, para Dios por medio de ese Profeta hablarla y materializarse en la vida de la persona sobre la cual sea hablada. Y esa bendición pasa a los hijos también, y a los nietos también. “*...y asió* (aquí José toma la mano de su padre)*... y asió la mano de su padre, para cambiarla de la cabeza de Efraín a la cabeza de Manasés.* *Mas su padre no quiso, y dijo: Lo sé, hijo mío, lo sé...”* Ya estaba ancianito con 147 años, pero sabía lo que estaba haciendo. Digamos que tenía de 140 en adelante, para no ser tan estrictos y decir que fue el último año de su vida; porque después en el capítulo 49 bendijo a todos sus hijos, pero está echando aquí la Bendición de la Primogenitura sobre sus nietos. Sigue diciendo: “*Lo sé, hijo mío, lo sé; también él vendrá a ser un pueblo, y será también engrandecido; pero su hermano menor será más grande que él, y su descendencia formará multitud de naciones.”* Y ahora, la bendición para formar multitud de naciones está, ¿en quién? En Efraín. En Efraín está la bendición para formar multitud de naciones. Efraín tipifica a la Iglesia del Señor Jesucristo, y Manasés tipifica al pueblo hebreo, a Israel como nación. Y ahora veamos: la bendición para la formación de naciones corresponde a la Iglesia del Señor Jesucristo. Por eso encontraremos en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo la descendencia de Abraham, Isaac, Jacob, y por consiguiente la descendencia de Efraín. Y es en medio de las diferentes naciones que serán halladas las diez tribus que desaparecieron, pero Dios sabe dónde están. Y ahora, veamos a continuación dice: “*...también él vendrá a ser un pueblo, y será también engrandecido* (o sea, Manasés, que es tipo y figura del pueblo hebreo, o sea, de Israel como nación)*; pero su hermano menor será más grande que él, y su descendencia formará multitud de naciones.* *Y los bendijo aquel día, diciendo: En ti bendecirá Israel, diciendo: Hágate Dios como a Efraín y como a Manasés. Y puso a Efraín antes de Manasés.”* Y ahora, la bendición grande es para Efraín, para la formación de multitud de naciones. Por esa causa fueron desterrados de su tierra y esparcidos por el mundo entero. Y las diez tribus están encabezadas en la tribu de Efraín, que es la que heredó el cetro y trono del reino del Norte. Y por consiguiente tiene el palo de José, y por consiguiente la nación de Israel no puede ser restaurada al reino de David, y el reino de David no puede ser restaurado a la nación de Israel, sin que el palo de José, en la mano de Efraín, sea restaurado y sea juntado con el palo de Judá, para ser unido el reino del Norte con el reino del Sur; y entonces ser restaurado el Reino de David, como era en el tiempo de David, luego que David fue aceptado por las tribus del Norte; y como era en el tiempo del rey Salomón. Ahora, continuamos leyendo en el Salmo 80, que tiene que ver con la restauración de la descendencia de Jacob, tiene que ver con Israel: “*Oh Pastor de Israel, escucha;* *Tú que pastoreas como a ovejas a José,* *Que estás entre querubines, resplandece.* *Despierta tu poder delante de Efraín, de Benjamín y de Manasés,* *Y ven a salvarnos.”* Efraín, descendiente de José, y por consiguiente de Jacob. Manasés descendiente de José, y por consiguiente descendiente de Jacob (o Israel). Y Benjamín, descendiente de Jacob y hermano de José; o sea, que los dos hijos de Jacob por su esposa con la cual se casó, tienen una bendición grande. Aquí el salmista pide la manifestación del poder de Dios para ser manifestado delante de Efraín, de Benjamín y de Manasés. “*...Y ven a salvarnos.* *Oh Dios, restáuranos* (tiene que ver con la restauración de Israel)*;* *Haz resplandecer tu rostro, y seremos salvos.”* La única forma para la restauración de Israel, y por consiguiente la restauración de Israel es esta manifestación del poder de Dios delante de Efraín, de Benjamín y de Manasés, en donde Dios resplandece, donde el rostro de Dios resplandece y les alumbra el entendimiento y el camino a seguir. Sigue diciendo el verso 7 al 9: “*Oh Dios de los ejércitos, restáuranos;* *Haz resplandecer tu rostro, y seremos salvos.”* Y ahora, podemos ver que en esa manifestación de Dios, en donde el poder de Dios estará manifestado en toda Su plenitud, será en que Dios estará resplandeciendo, el rostro de Dios resplandeciendo, para salvación del pueblo hebreo como nación. Está en graves peligros en este tiempo, pues hay personas que desean que Israel sea borrado del mapa. Hay países en que ni aparece en el mapa. Es que Israel va a ser restaurado y por consiguiente el Reino de Dios será restaurado en la Tierra y la nación hebrea y muchas naciones, la humanidad que vivirá en esos días, vivirá como en el Huerto del Edén, como vivieron Adán y Eva antes de pecar. Será un Edén el Reino del Mesías. Por lo tanto, oramos a Dios por Israel, por la restauración plena de Israel, la restauración de Israel al Reino de David, donde tendrá la paz imperecedera, la felicidad, la prosperidad, la seguridad y el amor de Dios manifiesto plenamente, y el amor de todas las naciones y de todos los seres humanos. Todo eso está contenido en el Mensaje del Rey para este tiempo final. Ese Mensaje del Rey será contenido en la Voz de Dios hablándole al Cristianismo y al Judaísmo, y a todas las naciones. Ese Mensaje está contenido en la gran Voz de Trompeta o Trompeta final, la Trompeta o gran Trompeta que suena para llamar y juntar a los escogidos del pueblo hebreo, y también llamar y juntar a los escogidos del Cristianismo, a juntarlos en el Cuerpo Místico de Cristo, a juntar de entre los gentiles los que faltan para completar la Iglesia del Señor Jesucristo. Esa es la gran Voz de Trompeta que el Apóstol Juan escuchó en el Día del Señor, al cual él fue transportado en Apocalipsis, capítulo 1, verso 10 al 11, cuando Él escuchó detrás de Él una Voz como de Trompeta que le dijo: “Yo Soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin (o sea, el primero y el último).” Esa es la Voz de Dios por medio del Mesías para este tiempo final. Es la misma Voz de Apocalipsis, capítulo 4, verso 1 en adelante, que Juan escuchó como una trompeta diciéndole: “Sube acá, y Yo te mostraré las cosas que vendrán (o sobrevendrán).” Esa Voz es la Voz de Dios. Dice: “*...Sube acá, y Yo te mostraré las cosas que sucederán después de estas.”* Para lo cual Apocalipsis, capítulo 22 \[verso 6\], dice: “*Y me dijo...”* Ahora, ¿y cómo vamos a escuchar esa Voz? “*Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto.”* Será la Voz de Dios por medio de Su Ángel hablándole a la Iglesia del Señor Jesucristo, representada en Juan; y por consiguiente representa también (Juan) al Mensajero del Día Postrero escuchando la Voz del Mesías, de Cristo, del Ángel del Pacto. En el capítulo 22, verso 16, también dice: “*Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias. Yo soy la raíz y el linaje de David, la estrella resplandeciente de la mañana.”* Y ahora, este Ángel va a estar en el Mensajero del Día Postrero manifestado, y a través de ese Mensajero le hablará al Cristianismo y al Judaísmo, y a todas las naciones. Y por consiguiente Dios a través de Su Ángel estará manifestado en el Mensajero del Día Postrero hablándole a toda la raza humana. Y eso será Dios manifestado en medio de la raza humana, y Dios resplandeciendo sobre Su pueblo, sobre el pueblo hebreo y sobre el Cristianismo, para alumbrarnos el camino, para alumbrarnos el entendimiento y así todos tengamos un conocimiento claro del Programa de Dios correspondiente para este tiempo final. Dios despertará Su poder delante de Efraín, y Efraín tipifica la Iglesia del Señor Jesucristo, y por consiguiente va a ser encontrada la descendencia de Efraín en medio del Cristianismo. Y esa descendencia tendrá la Bendición de la Primogenitura, y por consiguiente tendrá el Espíritu de Dios. Dios va a resplandecer: “*Haz resplandecer tu rostro, y seremos salvos.”* Dios va a resplandecer en esa manifestación para salvación, no solamente de los miembros de la Iglesia de Jesucristo, sino también para la nación Judía. Y ahora, la gran Trompeta o Trompeta de Dios es el Mensaje del Rey, es la Palabra de Dios, la gran Voz de Trompeta o Trompeta final hablándole a la Iglesia de Jesucristo, y luego al pueblo hebreo: esa es la gran Trompeta, o Trompeta final prometida para sonar en el tiempo final, y luego venir la resurrección de los muertos en Cristo y la transformación de nosotros los que vivimos. Esa es la Trompeta de Dios, la Voz de Dios. Cuando se habla de la Trompeta de Dios se está hablando de la Voz de Dios, del Mensaje de Dios, de la Palabra de Dios correspondiente a este tiempo final. “*Despierta tu poder delante de Efraín, de Benjamín y de Manasés.”* Hay algo grande prometido aquí. Eso será la manifestación plena de Dios, manifestando Su poder a nivel local e internacional, por medio de Su Palabra hablada, de Su Palabra creadora, del Mensaje del Rey. Y así como un rey en una ocasión en que hubo una batalla, una guerra, escogió a una persona sencilla y le dio su cetro y él lo guardó bien. Le dijo: “Toma mi cetro y ve al comandante del ejército, y dile: haz así, y así, y así; le muestras el cetro(el cetro tipifica la Palabra creadora).” Y así lo hizo, pues Él salió corriendo; y los que querían detenerlo, del mismo ejército del rey, él les decía: “Apártense, traigo el mensaje del rey, traigo el cetro del rey.” Y lo dejaron llegar. El Cetro del Rey, la Palabra del Rey, el Mensaje del Rey, ese es el Mensaje de la gran Voz de Trompeta o Trompeta final, representado en la Fiesta de las Trompetas, en donde se anuncia el juicio divino que vendrá sobre la raza humana, el día de venganza del Dios nuestro; pero también se anuncia la bendición que vendrá para el pueblo hebreo, para los judíos, para las dos tribus del sur: Judá y Benjamín, y para las diez tribus del Norte. Todo eso está contenido en el Mensaje del Rey para este tiempo final. Y todos aquellos que recibirán ese Mensaje, tendrán la bendición que se hará realidad en ellos las bendiciones que estarán siendo habladas en el Mensaje del Rey. El Mensaje del Rey es la Palabra que nosotros necesitamos escuchar para obtener todas las bendiciones de Dios prometidas para Su pueblo, para Sus hijos en este tiempo final; porque ese Mensaje del Rey es la Palabra creadora de Dios. Y como sea hablado, así va a suceder. Es el Mensaje del Rey, es el Mensaje de Dios por medio de Su Ángel, que estará dando a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto. Hemos visto lo que es: **“EL MENSAJE DEL REY,”** es la gran Voz de Trompeta, es la Palabra de Dios creadora, es la gran Voz de Trompeta prometida para el Cristianismo y para el Judaísmo. Dios hablando por medio de Su Ángel a través de un hombre para este tiempo final. Por eso Israel está esperando la Venida de Elías, que precursará la Venida del Mesías. Por lo tanto, está esperando a dos personajes importantes: a Elías y al Mesías. Y ahí hay un misterio muy grande, misterio que no han podido descifrar los grandes teólogos del Cristianismo y del Judaísmo. Pero lo están esperando, están esperando la manifestación de Dios en el cumplimiento de esa promesa del precursor y el precursado, de Elías y el Mesías, para ahí recibir la bendición de Dios, y obtener la restauración del Reino de David en medio del pueblo hebreo; y los creyentes en Cristo recibir la transformación. Y los muertos en Cristo recibir la resurrección en cuerpos glorificados. Por lo tanto, lo más importante que estaremos escuchando en este tiempo final es una sola cosa: **“EL MENSAJE DEL REY.”** Ha sido para mi un privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión aquí presente, y también con ustedes que están a través del satélite Amazonas, y también los que están a través de internet. ***Que las bendiciones del Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, sean sobre todos ustedes y sobre mí también, y nos permita siempre escuchar y entender el Mensaje del Rey, y se materialicen en ustedes y en mí las bendiciones contenidas en el Mensaje del Rey. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén y amén.*** Si hay alguna persona que todavía no ha recibido a Jesucristo como Su único y suficiente Salvador, lo puede hacer en estos momentos para que reciba las bendiciones del Cielo, obtenga el perdón de sus pecados, sea limpiado con la Sangre de Cristo de todo pecado, sea bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Jesucristo lo bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento. Pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo, los que están aquí presentes que todavía no habían recibido a Cristo como Salvador, y los que están en otras naciones a través de internet o del satélite Amazonas, pueden también venir a los Pies de Cristo. Cristo está llamando y juntando a Sus últimos escogidos y los está llamando con Su Palabra, con Su Mensaje correspondiente a este tiempo final. Los niños de diez años en adelante también pueden venir a los Pies de Jesucristo. Pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo los que faltan por venir y están aquí presentes, y los que están a través del satélite Amazonas o de internet. Pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo para obtener la salvación y Vida eterna a través de Jesucristo. Pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo, los que están presentes y no lo habían recibido como Salvador, y los que faltan también por venir en otras naciones, pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo. Luego de este estudio bíblico, lo más importante para hacer, es recibir a Cristo para obtener la salvación y Vida eterna, porque no hay nada más importante que la Vida eterna. “La fe viene por el oír,” el oír ¿qué? La Palabra de Dios, el Mensaje del Rey. “Y con el corazón se cree para justicia.” \[Romanos 10:10\]. El ser humano en su cuerpo tiene cinco sentidos, en su espíritu también tiene cinco sentidos, y en su alma solamente tiene un sentido, que es el libre albedrío, para creer o para dudar: cree o duda; o sea, que ese sentido es para hacer la decisión de creer o dudar. De todas las decisiones que el ser humano hace, hay solo una, que es la más importante, la cual le coloca en la Vida eterna. Y toda persona dice: “Por cuanto yo quiero vivir eternamente, quiero hacer la decisión que me coloque en la Vida eterna.” ¿Saben cuál es esa decisión? Si usted decide estudiar y convertirse en un abogado o abogada o médico o médica, o presidente de una nación, eso no lo coloca en la Vida eterna, lo coloca en una buena posición en la sociedad, pero no en la Vida eterna. La única decisión que coloca a la persona en la Vida eterna es recibir a Cristo como único y suficiente Salvador. Por eso Cristo dijo: “*Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.* *El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”* ¿Ven? Hay una decisión. Luego de escuchar la predicación del Evangelio de Cristo la decisión le corresponde a la persona, porque tiene libre albedrío. Ya Dios le ha dado la fe por medio de la predicación del Evangelio de Cristo, y luego le corresponde a la persona recibir a Cristo como único y suficiente Salvador, dando testimonio público así de la fe que Cristo ha colocado en su alma. Jesucristo dijo: “El que me confesare delante de los hombres, Yo lo confesaré delante de mi Padre que está en los Cielos. Mas el que me negare delante de los hombres, Yo lo negaré delante de mi Padre.” Vamos a leerlo aquí correctamente: “*Y a cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también le negaré delante de mi Padre que está en los cielos.”* Esa Escritura corresponde a San Mateo, capítulo 10, versos 32 al 33; y la que les había citado antes, corresponde a San Marcos, capítulo 16, versos 15 al 16, cuando dijo: “*Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.* *El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”* Tan simple como eso. En las demás naciones pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo. Ya vamos a orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo aquí presentes. Si falta alguno por recibir a Cristo, puede venir, para que quede incluido en esta oración. Recuerde que es un asunto de Vida eterna recibir a Cristo como único y suficiente Salvador. Y usted quiere vivir eternamente. Y ya ha visto que hay solamente una forma para obtener la Vida eterna, y es a través de Jesucristo, recibiéndolo como único y suficiente Salvador. Y para recibir la Vida eterna no podemos ser tímidos, tenemos que dar testimonio público de nuestra fe en Cristo sin avergonzarnos de Cristo. Vamos a esperar unos segundos y ya oraremos por todos ustedes. En las demás naciones pueden venir los que faltan por venir a los Pies de Cristo. Vamos ya a levantar nuestras manos al Cielo a Cristo para orar: ***Señor Jesucristo*** (repitan conmigo esta oración)***, Señor Jesucristo, he escuchado la predicación de Tu Evangelio, y ha nacido Tu fe en mi; creo en Tu Primera Venida, creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de Expiación por mis pecados; creo en Tu Nombre como el único nombre bajo el Cielo en que podemos ser salvos. Reconozco que soy pecador y necesito un Salvador. Doy testimonio público de mi fe en Ti y Te recibo como mi único y suficiente Salvador. Te ruego perdones mis pecados y con Tu Sangre me limpies de todo pecado, y me bautices con Espíritu Santo y Fuego, y produzcas en mí el nuevo nacimiento, luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre.*** ***Señor, en Tu Nombre eterno y glorioso, Señor Jesucristo, Te lo ruego, salva mi alma, Te lo ruego. Amén.*** Con nuestras manos levantadas al Cielo a Cristo todos decimos: **¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! Amén y amén.** Cristo les ha perdonado, con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado, por cuanto ustedes le recibieron como único y suficiente Salvador, dando testimonio público de vuestra fe en Cristo, dando testimonio público de la fe de Cristo en vuestra alma. Él dijo: “El que creyere y fuere bautizado, será salvo.” Usted me dirá: “Escuché el Evangelio de Cristo predicado, nació la fe de Cristo en mi alma, creí de todo corazón, y lo recibí como mi Salvador; ahora quiero ser bautizado en agua lo más pronto posible, porque Él dijo: “El que creyere y fuere bautizado, será salvo.” Quiero cumplir todo lo que Él ha ordenado, por lo tanto, ¿cuándo me pueden bautizar?” Es la pregunta de ustedes que están presentes y los que están en las demás naciones a través del satélite Amazonas o de internet. Por cuanto ustedes han creído de todo corazón, bien pueden ser bautizados en estos momentos en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. Y que Jesucristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento. Y así nazcan en el Reino de Dios en y a la Vida eterna. En el bautismo en agua la persona se identifica con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección. Cuando la persona recibe a Cristo como Salvador, muere al mundo; y cuando el ministro lo sumerge en las aguas bautismales, está tipológicamente siendo sepultado; y cuando lo levanta de las aguas bautismales el ministro, la persona tipológicamente está resucitando a una nueva vida, a la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno. Así como Cristo murió, fue sepultado y resucitó para nunca más morir, así también estábamos con Él y en Él. Y ahora lo tipificamos en el bautismo en agua. Es el bautismo en agua algo tipológico, pero ordenado por Dios. Por lo tanto, bien pueden ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. Y que Jesucristo produzca en ustedes el nuevo nacimiento, bautizándolos con Espíritu Santo y Fuego y produciendo en ustedes la Vida eterna, dándoles la Vida eterna, produciendo el nuevo nacimiento en ustedes: naciendo a una nueva vida en el Reino de Jesucristo, el Hijo de Dios en el Reino de Dios. Y ahora pregunto al reverendo Salomón Cunha si hay agua, ya que les dije que bien pueden ser bautizados en estos momentos: hay agua, hay bautisterios. ¿Hay ministros que les bautizarán? Hay ministros también que les bautizarán. ¿Hay ropas bautismales? Hay ropas bautismales también. ¿Hay vestidores de ropa donde colocarse las ropas bautismales? También hay vestidores de ropa dónde colocarse las ropas bautismales. ¿Y hay personas que les ayudarán también? Hay personas que les ayudarán también y cuidarán de vuestras ropas. Hay personas que les ayudarán a llegar hasta el lugar donde están las ropas bautismales. Por lo tanto, bien pueden ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. ***Y que Jesucristo produzca en ustedes el nuevo nacimiento, bautizándolos con Espíritu Santo y Fuego. Y a vuestros familiares Cristo los traiga a Sus Pies también, y les dé la salvación y Vida eterna, para que estén con ustedes en el Reino eterno de Jesucristo nuestro Salvador.*** ***Que Dios les continúe bendiciendo a todos, y continúen pasando una tarde llena de las bendiciones de Jesucristo nuestro Salvador. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén.*** Dejo al reverendo Salomón Cunha con ustedes para indicarles hacia dónde dirigirse para colocarse las ropas bautismales y ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. Muchas gracias por vuestra amable atención, amables amigos y hermanos presentes y a través de internet, y del satélite Amazonas. También los que están en otras naciones pueden ser bautizados en agua en estos momentos, pues donde ustedes se encuentran hay también bautisterios y hay ropas bautismales y ministros que les bautizarán. Que Dios les bendiga y les guarde a todos. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén. “**EL MENSAJE DEL REY.”**