--- title: 'Conociendo la Voluntad de Dios' date: 2016-08-02 activity: 1 place: city: Barranquilla state: Atlántico country: CO duration: 00:00:00 public: false youtube: rm: true translations: files: --- Muy buenas tardes, ministros, compañeros reunidos aquí en Barranquilla, Colombia. Es para mí un privilegio y bendición grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final. Para lo cual leemos en Colosenses, capítulo 1, versos 9 al 10: *“Por lo cual también nosotros, desde el día que lo oímos, no cesamos de orar por vosotros, y de pedir que seáis llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual,* *para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios* *fortalecidos con todo poder, conforme a la potencia de su gloria, para toda paciencia y longanimidad;* *con gozo dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz;* *el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo,* *en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados.* *Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación.* *Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él.* *Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten;* *y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, él que es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia;* *por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda plenitud,* *y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz.”* Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén. Hemos visto que Dios nos ha sentado en lugares celestiales con Cristo Jesús Señor nuestro, y también que Pablo ha pedido que seamos llenos del conocimiento de Su voluntad en toda sabiduría e inteligencia. Cristo es mostrado por San Pablo en Primera de Corintios, capítulo 15, versos 45 al 58 como el segundo Adán; y por consiguiente, lo presenta para ser el Padre de la familia celestial, el Padre de familia el cual es comparado con el grano de trigo que es sembrado en tierra, muere; y ese grano de trigo que muere, de ahí sale una plantita de trigo en la cual está la vida del grano de trigo. Y la vida de Cristo el grano de trigo, es el Espíritu Santo, el cual nace en la forma de una planta de trigo y comienza a reproducirse en muchos granos de trigo a través de la planta de trigo. La planta de trigo representa a la Iglesia, y los granos de trigo representan a todos los creyentes en Cristo que forman, de edad en edad, la Iglesia del Señor Jesucristo, la cual es una nueva raza; es la raza que tenía que nacer en el tiempo de Adán y Eva, pero perdieron el privilegio de traer esa raza de hijos e hijas de Dios a esta Tierra con cuerpos eternos, con vida eterna física, juventud eterna, salud eterna; y por haber pecado, lo que trajeron fue una raza con vida temporal, con cuerpos que se ponen viejos, se enferman; y así por el estilo, todos los males entraron a Adán y Eva y su descendencia por causa del pecado. Pero ahora Cristo el segundo Adán, al cual le fue dado una compañera: Su Iglesia-Novia, para reproducirse en muchos hijos de Dios, ha estado de edad en edad, de ciclo en ciclo, reproduciéndose en hijos e hijas de Dios en este planeta Tierra, produciendo el nuevo nacimiento de hijos e hijas de Dios en el Reino de Dios; y por eso es a vida eterna el nuevo nacimiento del Agua y del Espíritu; y por eso es que tienen ciudadanía celestial los creyentes en Cristo, como dice San Pablo en Filipenses, capítulo 3 y verso 20 al 21 que dice: *“Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo;* *el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya…”* Recuerden que la semejanza es el cuerpo físico; la imagen es el espíritu, el cuerpo espiritual. Y ahora, vean ustedes cómo todas estas almas de Dios que tienen sus nombres escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, han estado siendo manifestadas en la Tierra, en la familia del segundo Adán y la segunda Eva, que forman la Iglesia del Señor Jesucristo de etapa en etapa, donde nacen hijos e hijas de Dios a y en la vida eterna y en el Reino de Dios; encabezado ese Reino por Cristo nuestro Salvador, el cual está sentado a la diestra de Dios Padre, o sea que está en el Trono de Dios como el cuerpo físico glorificado de Dios. Por eso Cristo decía: “El que me ha visto a mí, ha visto al Padre.” Estaban viendo al Padre en Su forma humana, en Su forma de carne. Como cuando aparecía el Ángel del Pacto a los profetas Abraham y todos los demás profetas comenzando desde Adán, estaban viendo a Dios en cuerpo angelical. Por eso al Ángel de Jehová le llamaban el Ángel de Jehová y también le decían Jehová, porque era Dios en cuerpo angelical, cuerpo teofánico; pero cuando se hace carne es conocido Dios en forma humana, compartiendo todo con los seres humanos, comiendo con ellos, comiendo pescado…; y los sabía pescar bien también, no tenía limitaciones. Cuando había resucitado y lo encontraron a la orilla y Él les dice: “Tiren la red más adentro, a la derecha, y hallaréis.” Y cuando lo hacen se llenó la barca; y no se hundía la barca, pero eran peces grandes; lo cual corresponde a este tiempo final, la pesca milagrosa más grande que se haya llevado a cabo. Y cuando llegan a la orilla ven que tiene pescado asado sobre el fuego. Él sabía cocinar. Está compartiendo Dios en forma humana con la raza humana caída, que tanto necesitaba la visita de Dios para llevar a cabo la Obra de la Redención. Fue la primera ocasión en que Dios se hizo carne en toda Su plenitud; en donde Padre, Hijo y Espíritu Santo estaba plenamente manifestado; y por consiguiente, el cuerpo que Dios eternamente tendrá glorificado. Tan sencillo como eso. En los profetas era una manifestación temporal en cada uno de ellos; y con todo y eso, era Dios en carne humana en la porción de la Palabra correspondiente a cada etapa del pueblo del Pacto; Israel primero, y después la Iglesia del Señor Jesucristo. La Iglesia del Señor Jesucristo es la Iglesia o pueblo del Nuevo Pacto, cubierto con la Sangre de Cristo, la Sangre del Nuevo Pacto, como les dijo Cristo en la última cena: “Esta es mi Sangre del Nuevo Pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados.” San Mateo, capítulo 26, verso 26 al 29; y San Lucas, capítulo 22. Y ahora, para poder comprender la voluntad de Dios tenemos que comprender quiénes son los creyentes en Cristo y quiénes son los mensajeros de Cristo para cada etapa de Su Iglesia; y la manifestación de Cristo en cada uno de Sus mensajeros, y la Obra que llevó a cabo por medio de la Palabra y el Espíritu que estaba en ellos hablando, enseñando, dándole el conocimiento de la voluntad de Dios para el tiempo en que Dios los enviaba. Porque la voluntad de Dios es que todos recibamos a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador, para que todos seamos a imagen y semejanza de Cristo nuestro Salvador; y eso es ser a imagen y semejanza de Dios. La misma forma que Dios usa para Sí mismo, la usa para Su Iglesia; por eso vean ustedes, primero, en el Reino de Cristo primero es el nacimiento espiritual, el nacimiento en el Reino de Cristo, el nacimiento en cuerpo angelical, el nacimiento del Espíritu de Cristo; después viene la parte física, la redención física. Como Cristo, primero estaba en cuerpo angelical y después en cuerpo físico, y llevó a cabo la Obra que le fue encomendada, y murió, y resucitó glorificado; resucitó y tiene cuerpo glorificado. Y así será para los creyentes en Cristo; lo último que reciben es el cuerpo glorificado en la resurrección de los muertos creyentes en Cristo y la transformación de los que permanezcamos vivos hasta ese momento, lo cual será hasta que se cumpla plenamente la Visión de la Carpa. Está conectada con la resurrección, con la fe para el rapto, con los Siete Truenos, con el Séptimo Sello, con la media hora de silencio y con la resurrección de los muertos en Cristo y la transformación de los vivos, los 30 a 40 días de manifestación plena de Dios en y por medio de Su Iglesia, y el Rapto o arrebatamiento al Cielo para ir a la Cena de las Bodas del Cordero. Todo eso está señalado para el tiempo final en el cual nosotros vivimos, que corresponde a la Edad de la Piedra Angular; una edad corta en cuanto a años, pero la más importante de todas. Es que siendo la Iglesia un Templo espiritual le corresponde a la edad de nuestro tiempo, la Edad del Trono, la Edad del Lugar Santísimo, la Edad en donde están los dos querubines de oro sobre el propiciatorio, y los dos querubines de madera de olivo cubiertos de oro; los dos olivos de Zacarías, capítulo 4; y los dos olivos de Apocalipsis, capítulo 11. Vean, todo eso tiene que aparecer ¿dónde? En la Iglesia del Señor Jesucristo, que es el Templo, así como estaba en el templo que construyó el rey Salomón, y estaba la presencia de Dios allí en el lugar santísimo; y por lo tanto, es en el Lugar Santísimo donde tiene que estar la presencia de Dios en este tiempo final. Por eso el reverendo William Branham en la página 37 y 38 del libro de *“Citas”*, dice: “Mire la edad que viene, la Edad de Piedra Angular.” Esa es la edad que corona la Iglesia, porque es la Edad Mesiánica, es la edad para la resurrección, la adopción de los hijos e hijas de Dios, de la cual habla San Pablo en Romanos, capítulo 8, versos 14 al 39. O sea que nos ha tocado la mejor parte sin nosotros haberla escogido. Él nos escogió a nosotros en este tiempo final. Por eso es que hay tantas bendiciones para los ministros, las congregaciones, los hermanos, que son inexplicables, y podemos ver cómo Dios los trae a Su Redil en este tiempo final. Se está repitiendo un tiempo apostólico como el de los apóstoles que seguían a Cristo y que fueron llenos del Espíritu Santo el Día de Pentecostés. Estamos en una Edad Apostólica, la Edad del Amor Divino, la Edad de la Palabra, la Edad para la fe para el Rapto, la Edad Mesiánica, en y de la Iglesia del Señor Jesucristo para este tiempo final, para la adopción de la Iglesia del Señor Jesucristo, para ser glorificada y llevada con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero. Es una bendición grande y privilegio grande estar en la Edad de Piedra Angular. Es la única edad que está vigente. Las demás edades ya pasaron, y ahora, así como se subía de una edad a otra, cuando el Espíritu de Dios, que es Cristo, se manifestaba, se revelaba a cada mensajero, y le daba la Palabra para cada edad, él la hablaba, se hacía carne en el mensajero…; él la hablaba… aunque tenía que dejar ciertas cosas para sí mismo, no comunicarlas al público principalmente, para que no fueran imitadas por otros que tratarían de imitar lo que Dios estaba haciendo con el mensajero. El mensajero tenía que saber más que los demás ministros, porque es que si no, pasaba como en el tiempo de Moisés, que querían enseñarle a Moisés; y Moisés se cansó de ellos. Por lo tanto, Dios reserva parte para el mensajero y parte le permite darlo al pueblo, a los ministros; y los ministros pasarlo al pueblo por medio de folletos, de grabaciones, y así por el estilo; y los ministros también recibirlo para sí mismos, para que se haga carne en ellos esa Palabra; porque esa es la Palabra que saca del mundo a los escogidos y los coloca en unión completa con Cristo, dice el reverendo William Branham en la página 168 y 169 del libro de *“Citas”*, y en la página 227 del libro de *“Citas”* también, y en la página 265 del libro de *“Citas”.* O sea que hay un Programa Divino que ha estado llevándose a cabo; y de ese Programa Divino Él quiere que nosotros tengamos conocimiento, para que crezcamos en el conocimiento de Su voluntad, crezcamos en el conocimiento de todo Su Programa, y estemos felices en crecer en el conocimiento de Dios y Su Programa, para ser usados por Él; porque todos queremos hacer la voluntad del Padre celestial, la voluntad del Padre por medio de Cristo nuestro Salvador. Y cuando llegamos al conocimiento de muchas cosas, podemos decir: “Estoy conociendo la voluntad del Señor, quiero hacer la voluntad siempre del Señor”; como Cristo decía, que Él no hacía nada sino la voluntad del que lo había enviado, y que el Padre le mostraba a Él las cosas. El Padre trabajaba, lo veía en visión haciendo las cosas, y esas mismas cosas Cristo entonces las hacía en esta dimensión terrenal. Por ejemplo, cuando Él fue a un estanque estaba una persona enferma, que por muchos años iba allí o permanecía allí; pero cuando el ángel removía las aguas y él se levantaba o lo llevaban para meterlo en las aguas… porque el que entrara primero a las aguas de ese estanque, quedaba sano del problema que tuviera de salud, pero siempre alguien se le adelantaba por causa de que él tenía un problema que le impedía llegar primero a las aguas. Y Cristo fue a ese lugar, donde hubo muchas personas que necesitaban sanidad divina, pero miren en quién se fija Cristo, en uno que llevaba muchos años allí y había tratado de llegar a las aguas en el momento en que el ángel removía las aguas, y nunca había podido. Eso muestra que siempre hay una esperanza, que nunca es tarde, que en algún momento Cristo aparece y le puede preguntar: “¿Qué quieres? ¿Qué es lo que tú deseas?” Y nunca llega tarde. Llegó allí cuando el Padre le mostró que ese era el momento. Le mostró todo. Y eso mismo hizo Cristo: lo que vio al Padre hacer era lo que Cristo hacía. En visión Él veía todo en otra dimensión. “El Padre obra y yo obro.” Lo veía haciendo el milagro en otra dimensión, y Él venía a Cristo y lo hacía en esta dimensión terrenal. Y decía que no hablaba nada sino lo que oía, lo que escuchaba hablar al Padre. Y esa es la forma que todos los creyentes en Cristo están llamados a seguir. ¿Y cómo podemos escuchar y ver lo que tenemos que hacer? En la misma forma que Dios le mostraba a San Pedro y a San Pablo: el Ángel le aparecía, le hablaba, le dio el Mensaje a Pedro para los judíos y a Pablo para los gentiles; y Pablo lo predicaba. Dice que le fue dado por revelación divina, que no lo recibió de hombre alguno, sino de Dios; y lo predicó, y se materializaba lo que estaba programado en el Mensaje: llamar y juntar los que formarían la Iglesia del Señor Jesucristo de entre los gentiles, de aquella época del apóstol San Pablo; y se extendía el Mensaje por medio de los ministros, que eran bien enseñados, y aprendían. Porque una persona puede ser bien enseñada por un maestro pero no aprender. Por lo tanto, es importante aprender, conocer la voluntad de Dios para el tiempo en que uno vive. No pensar que porque leemos la Biblia ya uno sabe todo. La forma correcta ha sido siempre: de Dios pasa al Espíritu Santo, y del Espíritu Santo, que es Cristo en medio de Su Iglesia en Espíritu, pasa al mensajero; el mensajero come esa Palabra, la digiere y la habla al pueblo, la habla a los ministros; y con los ministro se mueve hacia el pueblo, el mensajero con los ministros se mueve hacia el pueblo, habla personalmente o queda grabado, y los ministros lo pasan en sus congregaciones o en la evangelización; y el público escucha y se hace carne en ellos también esa Palabra, y son añadidos a la Iglesia, como era en el tiempo de los apóstoles. Y así ha sido siempre como se ha estado formando la Iglesia del Señor Jesucristo de edad en edad. Cuando termina el tiempo de ese mensajero y el Mensaje de ese mensajero y el recogimiento de los escogidos de ese tiempo, aparece otro mensajero al cual el Espíritu Santo, Cristo en Espíritu Santo le habla, lo unge y lo usa hablándole a los ministros y al pueblo; y así nace una nueva edad para una nueva cosecha. Y así ha ido creciendo de edad en edad, hasta la séptima edad; y de ahí se pasa a una Edad de Piedra Angular, en donde se recoge el fruto para la resurrección y la transformación de los creyentes en Cristo. Fruto que también surge ahí en esa Edad de Piedra Angular, que es la edad de la doble porción, la Edad de la Lluvia Tardía y Temprana, para recibir la fe para ser transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero. Tan sencillo, tan simple como eso, es el Programa Divino correspondiente a nuestro tiempo. La manifestación final de Cristo en Espíritu Santo en medio de Su Iglesia, será en la Edad de Piedra Angular, para la adopción, la redención del cuerpo físico, que será nuestra transformación, y la resurrección de los muertos en Cristo en cuerpos glorificados; como está prometido en Primera de Corintios, capítulo 15, versos 49 al 58; y también en Primera de Tesalonicenses, capítulo 4, verso 12 en adelante. Y eso será bajo la Trompeta Final o Gran Voz de Trompeta. Y “si la Trompeta diere sonido incierto, ¿cómo se prepararán para la batalla?”, para la batalla espiritual en medio de este planeta Tierra, en donde siempre que va a comenzar una nueva etapa o edad de la Iglesia hay una lucha, una batalla recia; porque el enemigo no quiere que la Obra de Cristo crezca, no quiere que se complete la Iglesia del Señor Jesucristo, no quiere que obtengan la resurrección en cuerpos glorificados ni que obtengan los que estén vivos la transformación. Es una nueva raza, es una nueva generación con vida eterna, la que Cristo ha estado creando; es la que tiene el sacerdocio según el Orden de Melquisedec, con Cristo como Melquisedec, el Sacerdote Melquisedec; y tiene el orden judicial de esta Tierra y del Cielo; porque dice que los santos juzgarán al mundo y aun a los ángeles; eso está por el capítulo 6 de Primera de Corintios. Y también, no solamente son jueces y sacerdotes, sino reyes también. O sea que son de la realeza, del nivel más alto que hay en el Reino de Dios, juntamente con Cristo como el Rey de reyes y Señor de señores; y por consiguiente, son el Gabinete del Reino de Cristo que será establecido en este planeta Tierra, y que será para el Milenio un nuevo Reino, la Piedra no cortada de manos que crecerá; crecerá y crecerá, y llenará toda la Tierra; toda la Tierra estará sujeta al Reino de Cristo; se unirán al Reino de Cristo, y Cristo gobernará sobre el planeta Tierra en el Reino Milenial; lo cual está esperando el pueblo hebreo y la Iglesia del Señor Jesucristo también; cada creyente en Cristo está esperando el glorioso Reino del Mesías. Por lo tanto, estar y pertenecer al Reino de Cristo es el privilegio más grande que tiene cada creyente en Cristo, de ser un ciudadano celestial, porque nuestra ciudadanía como creyentes en Cristo ¿está dónde? En los Cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo, el cual transformará el cuerpo de nuestra humillación. Eso es lo que dice Filipenses en el capítulo 3, verso 20 al 21. Por lo tanto, adelante, conociendo la voluntad del Señor, la voluntad de Dios por medio de Cristo nuestro Salvador para la Edad que nos corresponde vivir a todos nosotros; y trabajando siempre en el Programa de Su voluntad. Que Dios les bendiga y les guarde, y muchas gracias por vuestra atención prestada. Y misionero Miguel Bermúdez Marín, muchas gracias por la invitación que me hiciste para estar aquí con ustedes en esta ocasión. Ya mañana estaré en otras actividades que están programadas, para las cuales también vine, y que espero que sean de grande bendición para Barranquilla. Dejo con ustedes al misionero, doctor Miguel Bermúdez Marín. **“CONOCIENDO LA VOLUNTAD DE DIOS”**