--- title: 'Simiente no persigue simiente' date: 2013-06-01 activity: 1 place: city: Bogotá D.C. state: Cundinamarca country: CO duration: 00:00:00 public: false youtube: rm: true translations: files: --- Muy buenas tardes, ministros, compañeros en el Cuerpo Místico de Cristo nuestro Salvador, y a todas las demás personas, colaboradores y demás personas que están reunidas en este lugar y en esta ocasión. Leemos unos pasajes de la Escritura en Génesis, capítulo 3, versos 14 al 16. Dice... Esto fue cuando Dios estaba juzgando en el Huerto del Edén a Eva, a la serpiente y a Adán. Verso 9 en adelante dice, del capítulo 3: *“Mas Jehová Dios llamó al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás tú?* *Y él respondió: Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo; y me escondí.* *Y Dios le dijo: ¿Quién te enseñó que estabas desnudo? ¿Has comido del árbol de que yo te mandé no comieses?* *Y el hombre respondió: La mujer que me diste por compañera me dio del árbol, y yo comí.* *Entonces Jehová Dios dijo a la mujer: ¿Qué es lo que has hecho? Y dijo la mujer: La serpiente me engañó, y comí.* *Y Jehová Dios dijo a la serpiente: Por cuanto esto hiciste, maldita serás entre todas las bestias y entre todos los animales del campo; sobre tu pecho andarás, y polvo comerás todos los días de tu vida.* *Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar.* *A la mujer dijo: Multiplicaré en gran manera los dolores en tus preñeces; con dolor darás a luz los hijos; y tu deseo será para tu marido, y él se enseñoreará de ti.* *Y al hombre dijo: Por cuanto obedeciste a la voz de tu mujer, y comiste del árbol de que te mandé diciendo: No comerás de él; maldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida.* *Espinos y cardos te producirá, y comerás plantas del campo.* *Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás.* *Y llamó Adán el nombre de su mujer, Eva, por cuanto ella era madre de todos los vivientes.* *Y Jehová Dios hizo al hombre y a su mujer túnicas de pieles, y los vistió.* *Y dijo Jehová Dios: He aquí el hombre es como uno de nosotros, sabiendo el bien y el mal; ahora, pues, que no alargue su mano, y tome también del árbol de la vida, y coma, y viva para siempre.* *Y lo sacó Jehová del huerto del Edén, para que labrase la tierra de que fue tomado.* *Echó, pues, fuera al hombre, y puso al oriente del huerto de Edén querubines, y una espada encendida que se revolvía por todos lados, para guardar el camino del árbol de la vida.”* Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla. **“SIMIENTE NO PERSIGUE SIMIENTE.”** *“Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar.”* Aquí encontramos que habrá dos simientes: una de Dios y otra de Satanás; y la de Dios, encontramos que vendrá a través de la mujer, y la simiente de Satanás vendrá a través de la serpiente, porque a la serpiente le dijo: *“...sobre tu pecho andarás, y polvo comerás todos los días de tu vida.* *Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar.”* Encontramos que hay un misterio muy grande allá en el Huerto del Edén, en cuanto a estas dos simientes y esta enemistad que habrá o que habría a través de los siglos, a través de las generaciones de la simiente de la mujer y la simiente de la serpiente. Esa enemistad, “enemistad pondré…” Dice Dios: *“Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya.”* Luego, a través del tiempo, encontramos esa guerra a muerte que hubo allá en el Huerto del Edén, en donde murió Adán y Eva; aunque aparentemente siguieron viviendo, pero siguieron viviendo una vida temporal, pero murieron a la vida eterna, conforme a como Dios había dicho; y después, antes de mil años, murieron físicamente también. La herencia que le dejó Adán y Eva a la raza humana fue una vida temporal. Encontramos esa enemistad entre la mujer y la serpiente, y entre la simiente de la mujer y la simiente de la serpiente; por eso encontramos una enemistad a muerte, de Caín contra Abel. Caín es del maligno, dice la Escritura: “No como Caín, que era del maligno.” Primera de Juan, capítulo 3, verso 12: *“No como Caín, que era del maligno y mató a su hermano. ¿Y por qué causa le mató? Porque sus obras eran malas, y las de su hermano justas.”* Ahí encontramos una manifestación de los hijos de Dios y de los hijos del diablo, representada esa manifestación en Caín y Abel. Dice, versos 9 al 10 de este mismo capítulo 3 de Primera de Juan: *“Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios.* *En esto se manifiestan los hijos de Dios, y los hijos del diablo: todo aquel que no hace justicia, y que no ama a su hermano, no es de Dios...”* Y si no es de Dios, ¿de quién es? Del diablo; porque está la simiente de Dios y la simiente del diablo en este planeta Tierra. En esa batalla también, que hubo de Amalec contra el pueblo hebreo, cuando salieron de la esclavitud: En el capítulo 17 del Éxodo, versos 8 al 16, dice: *“Entonces vino Amalec y peleó contra Israel en Refidim.* *Y dijo Moisés a Josué: Escógenos varones, y sal a pelear contra Amalec; mañana yo estaré sobre la cumbre del collado, y la vara de Dios en mi mano.* *E hizo Josué como le dijo Moisés, peleando contra Amalec; y Moisés y Aarón y Hur subieron a la cumbre del collado.* *Y sucedía que cuando alzaba Moisés su mano, Israel prevalecía; mas cuando él bajaba su mano, prevalecía Amalec.* *Y las manos de Moisés se cansaban; por lo que tomaron una piedra, y la pusieron debajo de él, y se sentó sobre ella; y Aarón y Hur sostenían sus manos, el uno de un lado y el otro de otro; así hubo en sus manos firmeza hasta que se puso el sol.”* Siendo Moisés el mensajero para la dispensación, tuvo maravillosos ayudantes; y sobre todo, estos maravillosos ayudantes como Josué comandando el ejército de Israel, y como Ur y Aarón sosteniendo las manos de Moisés para que tuviera fuerza y la batalla fuera a favor de Israel; y eso fue hasta que se puso el sol: *“...así hubo en sus manos firmeza hasta que se puso el sol.* *Y Josué deshizo a Amalec y a su pueblo a filo de espada.* *Y Jehová dijo a Moisés: Escribe esto para memoria en un libro, y dí a Josué que raeré del todo la memoria de Amalec de debajo del cielo.* *Y Moisés edificó un altar, y llamó su nombre Jehová-nisi;* *y dijo: Por cuanto la mano de Amalec se levantó contra el trono de Jehová, Jehová tendrá guerra con Amalec de generación en generación.”* Ahí tenemos también una guerra, una batalla, una enemistad, de generación en generación, porque Amalec, que es un descendiente ¿de quién? De Esaú… Es como nieto ¿verdad?, un nieto que tuvo, un nieto el cual era hijo de un hijo de Esaú; y ese hijo de Esaú, lo había tenido Esaú ¿con una concubina fue? Y vean ustedes, dice que se levantó contra el Trono de Dios al levantarse contra Moisés y el pueblo de Israel. Es que el Trono de Dios terrenal estaba en medio de Israel, Dios reinando; y si está reinando en medio del pueblo, pues ahí está el Trono, lo vean o no lo vean; y el trono humano era Moisés. Por lo tanto, encontramos una guerra, una batalla, en donde el enemigo de Dios, los que no son de Dios, persiguen a los que son de Dios, persiguen a la simiente de Dios los que son simiente del maligno; por eso en una ocasión Cristo hablando, cuando le dicen que son simiente de Abraham, les dice: “Si fueran ustedes simiente de Abraham, me amarían.” ¿Por qué? Porque la simiente de Dios ama a la simiente de Dios, se aman unos a otros. Por eso este mandamiento nuevo que Cristo dijo que daría, era: “Que os améis los unos a los otros.” Y ese mandamiento lo cumple la simiente de Dios. La simiente del maligno odia, mata, roba, miente. Por eso Cristo le dice a aquellas personas que estaban persiguiéndolo: En San Juan, capítulo 8, versos 39 en adelante, dice: *“Respondieron y le dijeron: Nuestro padre es Abraham. Jesús les dijo: Si fueseis hijos de Abraham, las obras de Abraham haríais.* *Pero ahora procuráis matarme a mí, hombre que os he hablado la verdad, la cual he oído de Dios* (recuerden que Cristo decía que no hablaba nada de Sí mismo, sino lo que escuchaba al Padre hablar)… *hombre que os he hablado la verdad, la cual he oído de Dios; no hizo esto Abraham.* *Vosotros hacéis las obras de vuestro padre. Entonces le dijeron: Nosotros no somos nacidos de fornicación; un padre tenemos, que es Dios.* *Jesús entonces les dijo: Si vuestro padre fuese Dios, ciertamente me amaríais…”* Todos los hijos de Dios se aman unos a otros y aman a Cristo; aman Su Primera Venida, y esperan y aman Su Segunda Venida; por eso San Pablo dice: “Los que aman Su Venida,” los cuales están esperando Su Segunda Venida y aman Su Segunda Venida, y la esperan con toda su alma para su transformación. *“Si vuestro padre fuese Dios, ciertamente me amaríais porque yo de Dios he salido, y he venido; pues no he venido de mí mismo, sino que él me envió.* *¿Por qué no entendéis mi lenguaje? Porque no podéis escuchar mi palabra.”* El que no puede escuchar la Palabra de Dios, la Palabra de Cristo, no puede entender el lenguaje de Cristo. Es como en la escuela: en la escuela los niños, para aprender, tienen que escuchar la palabra que les da el maestro; para poder entender el lenguaje de las matemáticas, el lenguaje del inglés, el lenguaje de la historia, el lenguaje de la química, y así por el estilo, para poder entender ese lenguaje hay que escuchar la palabra de enseñanza de ese lenguaje, de esa materia. *“Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer.”* O sea, esa es una palabra dura, pero era la verdad; y la verdad, aunque sea dura, permanece siendo la verdad; y la verdad a muchos les ofende, pero sigue siendo la verdad. Hablando del diablo dice: *“Él ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira.”* Miren la descripción que da Cristo acerca del diablo. Él lo conocía muy bien. Desde antes de la creación del ser humano en la Tierra ya Cristo conocía quién era el diablo y sabía como él era. Habían tenido sus luchas arriba en el Cielo. *“Y a mí, porque digo la verdad, no me creéis.* *¿Quién de vosotros me redarguye de pecado? Pues si digo la verdad, ¿por qué vosotros no me creéis?* *El que es de Dios, las palabras de Dios oye* (esa es una característica de los que son de Dios, de los hijos de Dios: oyen la Palabra de Dios, la Palabra de su Padre celestial)*; por esto no las oís vosotros, porque no sois de Dios.”* Ahí podemos ver que el que es de Dios oye la Palabra de Dios, y el que no es de Dios no oye la Palabra de Dios. Ahora, encontramos que aunque todos le llamen a Dios: “Padre,” no todos son hijos de Dios. En la parábola del trigo y de la cizaña Cristo dice que el trigo son los hijos del Reino, o sea, los hijos de Dios; pero que la cizaña son los hijos del malo; y el que sembró la cizaña, dice que es el diablo. La cizaña representa a los hijos del diablo y el trigo representa a los hijos de Dios; tan sencillo como eso lo explica Cristo en esa parábola. Por lo tanto, la idea que algunas personas tienen de que todos son hijos de Dios, frente a las palabras de Cristo no pueden prevalecer esas ideas. Tenemos que saber, conocer y amar la verdad: “conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres, os libertará.” Por lo tanto, queremos siempre la verdad aunque sea dura. Y aunque algunos tengan que decir en alguna ocasión, cuando Cristo les decía: “El que no coma mi carne y beba mi Sangre, no tiene vida permaneciente en sí,” y los discípulos le dijeron a Jesús cuando vieron que la gente comenzaban a irse porque no entendían, y pensaban: “Bueno, ahora ¿cómo nos va a dar a comer Su carne?” Era un misterio y Él no tenía que explicarle a la gente; porque les explicara o no les explicara, no iban a creer. Pero el que es de Dios, aunque piense como los discípulos cuando vieron que todos se iban y unos 70 se fueron, discípulos del Señor también, y quedaron 12, le dice Pedro, digamos, Pedro le dice y los demás discípulos: “Dura es esta Palabra, ¿quién la puede recibir?” Y Cristo les dice: “¿Quieren irse también ustedes?” Y Pedro le dice: “¿Y a quién iremos? Tú tienes Palabra de vida eterna.” Es dura, pero es Palabra de vida eterna. Así que, si es pan duro, es pan sin levadura, porque el pan sin levadura es duro. Si es pan con levadura es blando, es para suavizar el pan. Y recuerden que en una ocasión, luego del milagro de panes y peces (hizo dos veces ese milagro), en una de las ocasiones, luego que están en la embarcación, Cristo les dice cuando van, les dice que se cuiden de la levadura de los fariseos, y ellos pensaban en lo físico, porque ellos decían: “Ahora nosotros no tomamos pan de lo que había sobrado (lo habían dejado parece, no llevaban pan sin levadura), y ahora quiere que comamos pan con levadura”; pero Él hablaba de la levadura de la doctrina de los fariseos. Y vean cómo una enseñanza religiosa es contaminada con levadura, o sea, interpretaciones, ideas humanas. Sin levadura es revelación divina, sin intervención de ideas humanas. La Palabra revelada por Dios por medio de Su Espíritu es pan sin levadura, es alimento espiritual. Cuando se le agrega algo, ya contaminó, leudó toda la masa; un poquito de levadura, leuda ¿qué?, toda la masa, dice Cristo. Por lo tanto, queremos pan pero sin levadura. Recuerden que los siete días desde el día de la pascua, eran con panes sin levadura, mostrando que las siete etapas de la Iglesia tenían que ser: un Mensaje sin levadura que viniera de parte de Dios al mensajero de cada edad, y Él lo diera al mensajero, y comieran ese pan, ese Mensaje, de parte de Dios. Luego cuando le añadieron levadura, leudaron toda la masa, y todo el Mensaje de su edad y lo hicieron inefectivo para el pueblo. Hemos visto en la parábola del trigo y la cizaña, que hay hijos de Dios e hijos del diablo. Hemos visto en Génesis, capítulo 3, verso 15, que hay dos simientes: la una en contra de la otra, enemistad entre ambas; y la simiente mala persigue y trata de destruir a la simiente de Dios. Siempre ha sido así. Hasta los días de Cristo también podemos ver que fue así los días de la Iglesia primitiva, los días de la Iglesia a través de las siete edades; y también en nuestro tiempo, el Día de la Edad de Oro de la Iglesia, la Edad de la Piedra Angular, sigue siendo en la misma forma. Esa lucha encontramos que viene de ambos tronos: El trono del maligno, del diablo, de Satanás, luchando, peleando, contra el Trono de Dios; así como en la batalla de Amalec contra Israel dice Dios a Moisés, y Moisés al pueblo, que Amalec se levantó contra el Trono de Dios. Eso era una lucha en contra del Trono de Dios, y por consiguiente en contra de los que están bajo el Trono de Dios, que son los hijos e hijas de Dios, los cuales son perseguidos de edad en edad, de dispensación en dispensación. **“SIMIENTE NO PERSIGUE SIMIENTE.”** Los hijos de Dios no persiguen a los hijos de Dios. Son los hijos del maligno los que persiguen a los hijos de Dios. Son los hijos que están bajo el reino del maligno y trono del maligno, trono de Satanás, que reciben la orden, por inspiración, de perseguir a la simiente de Dios, que están bajo el gobierno del Trono de Dios; porque simiente no persigue simiente, simiente de Dios ama a la demás simiente de Dios. Por eso el mandamiento de Cristo: “Nuevo mandamiento os doy: que os améis los unos a los otros.” Todavía habrá más guerras, más persecuciones, pero tenemos que tener en claro que son —estas guerras— persecuciones de la simiente del maligno en contra de la simiente de Dios, porque quiere quedarse con el reino terrenal el maligno con su simiente; y no vamos a explicar mucho acerca de cómo surgió la simiente del maligno; en la parábola del trigo y de la cizaña Cristo dice cómo fue: fue sembrada la simiente de Dios: el trigo, los hijos del Reino, en la Tierra, en este mundo, en este planeta; y fue sembrada la simiente del maligno, la simiente de Satanás, la cizaña, en este mundo también; en medio del trigo, de los hijos de Dios, fue sembrada la simiente del maligno, los hijos del maligno; y eso viene desde el Génesis hasta nuestro tiempo, en medio de la raza humana. Dios traerá a juicio al maligno y a su simiente, pero glorificará Dios a Su simiente, a la simiente de Dios, y le dará el Reino: heredarán el Reino de Dios en esta Tierra, y el Trono de Dios estará en la Tierra, el Trono terrenal de Dios, que es el Trono de David. Es una lucha por el Trono y por el Reino terrenal. La lucha por el Reino celestial y Trono celestial, ya el diablo la perdió, y Cristo conquistó y está sentado en el Trono celestial, y por eso dijo: “Todo poder me es dado en el Cielo y en la Tierra.” San Mateo, capítulo 28, verso 16 en adelante. Pero falta el reclamo del Trono terrenal, del cual el Arcángel Gabriel le dice a la virgen María que Dios le dará a Cristo el Trono de David su Padre, y reinará para siempre sobre la casa de Israel. San Lucas, capítulo 1, verso 30 al 36. Por lo tanto, estamos en un tiempo en donde se va a llevar a cabo el reclamo del Trono terrenal y Reino terrenal: el Reino de Dios, llamado también el Reino de David. Va a ser restaurado ese Reino, del cual los discípulos en el libro de los Hechos, capítulo 1, le preguntan a Cristo antes de subir al Cielo: “¿Restaurarás Tú el Reino a Israel en este tiempo?” Esa es una bendición muy grande para Israel, Dios va a restaurar el Reino de David, el Reino de Israel, que es el Reino de David, y ahí estarán las bendiciones para Israel, ahí estará la paz permanente para Israel; fuera de ese Reino y de ese Trono solamente se puede obtener paz temporal, que va a terminar con una guerra. *“Cuando digan: Paz y seguridad, entonces vendrá sobre ellos destrucción repentina, como los dolores a la mujer encinta, y no escaparán* (pero los creyentes en Cristo, dice)*.* *Mas vosotros, hermanos, no estáis en tinieblas, para que aquel día os sorprenda como ladrón.* *Porque todos vosotros* (dice) *sois hijos de luz e hijos del día* (y dice: ‘No sois hijos para juicio sino para salvación’)*.”* Es lo que tiene que ver con todo eso. “No sois hijos de ira.” La ira de Dios va a caer, no sobre los escogidos, no sobre la simiente de Dios, sino sobre la simiente maligna, del diablo; va a caer sobre la cizaña, que será atada en manojos y será echada al fuego en la gran tribulación, donde no les dejará ni raíz ni rama: “Porque he aquí viene el día del Señor grande y terrible,” dice Malaquías, capítulo 4, el día ardiente como un horno, el cual no les dejará ni raíz ni rama; porque todos los soberbios y todos los que hacía maldad, dice que serán estopa porque serán quemados durante la gran tribulación. Para ambas simientes se prepara algo muy importante; para la simiente del maligno: el juicio divino, los juicio divinos de la gran tribulación; para la simiente de Dios: las bendiciones divinas, la fe para ser transformados, la revelación del Séptimo Sello, de la Segunda Venida de Cristo, la transformación para los que estén vivos, la resurrección de los creyentes que murieron, resucitarán en cuerpos eternos; luego una manifestación plena de Dios en la Tierra, en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo, que impactará a la Iglesia-Novia, al cristianismo completo, las vírgenes insensatas, al mundo entero también, a los perdidos que no tienen ya esperanza; lo cual fue mostrado, representado, en las tres etapas que Cristo tuvo en la Tierra, luego en el infierno y luego resucitó para ir a sentarse en el Trono celestial. Por lo tanto, tenemos que estar conscientes de quiénes somos, estar conscientes de que somos simiente de Dios, que somos hijos e hijas de Dios que hemos creído en Cristo, lo hemos recibido como nuestro Salvador, y Él nos ha bendecido dándonos Su entrada a Su Reino y dándonos, por consiguiente, la vida eterna. “Mis ovejas oyen mi voz.” Vean esa característica de los que son hijos de Dios: ‘El hijo de Dios, la voz de Dios oye.’ Esa es una evidencia, escuchan la Voz de Dios para el tiempo que les toca vivir, o sea, el Mensaje de Dios para ese tiempo. Cristo dice: “El que es de Dios, la Voz de Dios oye.” Y también les dice a los que no querían oír: “Por eso vosotros no oyen mi Voz.” También... eso es San Juan, capítulo 8, verso 47 en adelante. Y luego les dice: “vosotros de vuestro padre el diablo sois, y las obras de vuestro padre queréis hacer.” O sea, matar a Jesús, porque el diablo ha sido homicida desde el principio, y mentiroso también. Y ahora, también en San Juan, capítulo 10, versos 26 en adelante, dice, les dice: “Por eso ustedes no pueden escuchar…” San Juan, capítulo 10, versos 22 en adelante, dice: *“Celebrábase en Jerusalén la fiesta de la dedicación. Era invierno,* *y Jesús andaba en el templo por el pórtico de Salomón.* *Y le rodearon los judíos y le dijeron: ¿Hasta cuándo nos turbarás el alma? Si tú eres el Cristo, dínoslo abiertamente.* *Jesús les respondió: Os lo he dicho, y no creéis; las obras que yo hago en nombre de mi Padre, ellas dan testimonio de mí;* *pero vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas, como os he dicho.”* Y ahora, vean ustedes, ellos querían que Él les dijera si Él era el Cristo; y ya se los había dicho en muchas ocasiones, y se los estaba diciendo, y les dice: “Pero ustedes no pueden creer; no creen porque ustedes no son de mis ovejas.” Y sigue diciendo: *“Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen,* *y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano.* *Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre.* *Yo y el Padre uno somos.”* Así como usted, su espíritu y su cuerpo son uno: usted es una persona, alma viviente, que tiene un cuerpo espiritual llamado el espíritu de la persona, y tiene un cuerpo físico llamado el cuerpo de carne en el cual vive, una casa terrenal, pero es una sola persona. Así también es Dios, Dios es una sola persona: Padre, Hijo y Espíritu Santo es Dios, una sola persona. “Oye Israel, el Señor tu Dios, uno es.” Tiene un cuerpo angelical llamado el Ángel del Pacto, un cuerpo teofánico; y tiene un cuerpo físico llamado Jesús. Tan sencillo como eso. Y en el cuerpo espiritual o angelical, que es el Espíritu Santo, está el Nombre de Dios, porque el Nombre de Dios está en el Ángel de Dios; y Cristo dijo: “Yo he venido en Nombre de mi Padre.” Por lo tanto, el Nombre de Dios también estaba en el cuerpo físico, ¿ve? En Dios Padre, ahí está el Nombre de Dios, en el Espíritu Santo, el Ángel del Pacto, está el Nombre de Dios, y en el cuerpo físico llamado Jesús está el Nombre de Dios. Así como en usted y en mí; usted tiene un nombre, ese nombre es para el cuerpo, porque nació, para su espíritu y para su alma también; aunque Dios nos dará un nombre nuevo que Él ha prometido, pero será también para el cuerpo, el espíritu y el alma, y a lo mejor después no usaremos el que nuestros padres nos pusieron si no acertaron poniéndonos el mismo nombre que Dios desde antes de la fundación del mundo escogió para nosotros. Así como el padre, los novios cuando se casan, ya tienen planificado tener dos o tres hijos, y dicen: “Al primero le vamos a poner *tal* nombre, al segundo *tal* nombre, al tercero *tal* nombre, a una hijita le pondremos *tal* nombre.” ¿Ven? Ya tiene. Pero Dios desde antes de la fundación del mundo tiene el nombre que Él escogió para usted y para mí, por lo tanto, no nos preocupa si concuerda con el que tenemos ahora o no concuerda. El que será para toda la eternidad, ese lo pone Dios; si concuerda con el que ya tenemos, no hay problema, pero si no concuerda, tampoco hay problema; eso es un asunto de Dios, y Él lo resolverá. Dice: “Al que venciere yo le haré columna en el templo de mi Dios.” Vamos a leerlo para... eso está por el 3:12. *“Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios* (vean, así como Dios dice que Su Nombre está en Su Ángel, ahora aquí dice que va a escribir sobre el vencedor el Nombre, Su Nombre, el Nombre de Dios)*, y el nombre de la ciudad de mi Dios* (o sea, la ciudad de Dios tiene el Nombre de Dios; el mismo Nombre de Dios que tiene la ciudad de nuestro Dios es el Nombre que Él dice que va a escribir)*, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo.”* Si él dice que tiene un Nombre Nuevo, quién se va a poner a discutir con Jesucristo, si Él es el que lo tiene. ¿Cómo una persona va a decir que no lo tiene? Y la cosa es que para que sepamos cuál es, dice que Él lo va a escribir sobre el vencedor; y eso es para la simiente ¿de quién? De Dios, esa bendición tan grande. Y Él dice también: *“Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono.”* Cuando Él ascendió al Cielo, recibió un Nombre Nuevo y se sentó en el Trono celestial. Por lo tanto, el vencedor recibirá un Nombre Nuevo para poderse sentar en el Trono del Señor, que es el Trono de David. Ese es el Trono del Señor porque el Trono celestial es el Trono del Padre, donde Cristo se sentó: *“...así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono.”* Así, en esa forma, o sea, que ese es el modelo de lo que Dios va a hacer en la Tierra por medio de Cristo, es lo que Dios hace en el Cielo; por eso la representación del Reino celestial estará aquí en la Tierra en el Reino de David restaurado. El Trono de Cristo es el Trono que dice el Ángel Gabriel: “Dios le dará el Trono de David y reinará sobre Israel para siempre.” Sobre ese Trono es que Él dice que va a sentar al vencedor. Por lo tanto, habrá una bendición grande para la simiente de Dios, para el trigo, en este tiempo final. Que las bendiciones de Cristo, el Ángel del Pacto, sean sobre todos ustedes y sobre mí también, y nos use grandemente en Su Obra en este tiempo final. Dejo con ustedes nuevamente al misionero, reverendo Miguel Bermúdez Marín, para continuar; y nos vemos mañana, Dios mediante. Y no sé si hay después de esta reunión ¿otra? Sí, ya… trataré de estar unos minutitos, después trataré de estar unos minutitos con ustedes. Bueno, continúen pasando una tarde feliz, llena de las bendiciones de Cristo nuestro Salvador. **“SIMIENTE NO PERSIGUE SIMIENTE.”**