--- title: 'Dios es amor' date: 2008-05-18 activity: 1 place: city: Santiago de Cali state: Valle del Cauca country: CO duration: 00:00:00 public: false youtube: translations: files: --- Muy buenos dí­as, amados amigos y hermanos presentes, y los que están a través del satélite Amazonas o de internet en diferentes naciones. **Que las bendiciones del Dios Eterno sean sobre todos ustedes; y que el Eterno nos dé Su Palabra y nos abra el entendimiento para comprenderla. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén.** Para esta ocasión, leemos en Primera de Juan, capí­tulo 4, versos 7 al 10, las siguientes palabras, y dice así­: *"Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios. El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor.* *En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él.* *En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados."* Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla. **"DIOS ES AMOR."** La visión que cada ser humano debe tener de Dios, es que Dios es amor, y por consiguiente Él desea lo mejor para usted; a tal grado que Él mostró Su amor para con el ser humano al enviar a Su Hijo Unigénito al mundo, para que Él muriera en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de Expiación por el pecado de todo ser humano. Esa es la expresión máxima del amor de Dios hacia el ser humano. Él quiere que usted viva eternamente, y para eso tuvo que venir Jesucristo al mundo y morir. No habí­a otra forma para que usted y yo pudiéramos vivir eternamente. Todo eso fue reflejado en el Antiguo Testamento en los sacrificios que eran efectuados con animalitos, para que la sangre derramada por esos animalitos cubriera de pecado al ser humano. Eso lo instituyó Dios al dar vestiduras de pieles a Adán y a Eva cuando ellos pecaron, para lo cual tuvo que morir un animalito, para las pieles ser dadas a Adán y a Eva; y por esa causa encontramos los sacrificios que efectuaban Adán, Abel, Set, y también el resto de la descendencia de Adán. Encontramos a Noé también, ofreciendo sacrificios a Dios; encontramos a Abraham también, encontramos a Isaac, a Jacob, a los patriarcas; encontramos al profeta Moisés y al sumo sacerdote Aarón, y un orden sacerdotal que ofrecí­a sacrificios a Dios de animalitos. Y el sumo sacerdote, que una vez al año, llevaba la sangre de la expiación de un macho cabrí­o que era por el Señor para ser colocada sobre el propiciatorio de oro, que es el Trono de Dios en el tabernáculo que construyó el profeta Moisés; sobre el propiciatorio que estaba sobre el Arca del Pacto, el cual estaba en el lugar santí­simo del tabernáculo que construyó Moisés, ahí­ sobre el propiciatorio en medio de los dos querubines de oro, estaba Dios en aquella luz, aquella columna de fuego que acompañó al pueblo hebreo por el desierto. Y todo eso es tipo y figura de lo que hay en el Cielo, del Templo celestial y del Trono celestial de Dios, tipificado en el propiciatorio, que estaba sobre el Arca del Pacto, donde estaban los dos querubines de oro. Y ahora, por cuanto todo aquello era tipo y figura de lo que hay en el Cielo, también lo que construyó el rey Salomón (aquel templo), era tipo y figura del Templo celestial, de lo que hay en el Cielo; y así­ como hay un orden sacerdotal en el tabernáculo que construyó Moisés y el templo que construyó el rey Salomón, hay un orden Sacerdotal en el Cielo, en el Templo celestial: es el orden de Melquisedec, del cual Jesucristo es el Sumo Sacerdote, es la persona más importante en el Templo, así­ como lo era Aarón, y el sumo sacerdote de cada tiempo en el tabernáculo, y luego, en el templo que construyó el rey Salomón; era la persona que se acercaba a Dios con la sangre de la expiación. Dios en Su amor dio esos tipos y figuras para que la misericordia divina, fuera extendida hacia el pueblo hebreo: algo tení­a que morir como expiación por el pecado del pueblo. Vamos a ver aquí­ en Leví­tico, capí­tulo 23 (esto era para el dí­a de la expiación), verso 26 en adelante, dice: *"También habló Jehová a Moisés, diciendo:* *A los diez dí­as de este mes séptimo será el dí­a de expiación; tendréis santa convocación, y afligiréis vuestras almas, y ofreceréis ofrenda encendida a Jehová.* *Ningún trabajo haréis en este dí­a; porque es dí­a de expiación, para reconciliaros delante de Jehová vuestro Dios.* *Porque toda persona que no se afligiere en este mismo dí­a, será cortada de su pueblo."* El dí­a de la expiación, el dí­a diez del mes séptimo de cada año, es una fecha muy importante, es una fecha en donde se decide la vida de la persona: si continuará viviendo o morirá, y ese dí­a está el sacrificio de expiación por el pecado del pueblo; y por cuanto todo eso era tipo y figura de lo que se iba a llevar a cabo en un nuevo Pacto que Dios establecerí­a con Su pueblo, ahora veamos lo que Jesucristo dice en el Evangelio según San Mateo con relación a ese programa de reconciliación para el ser humano. En la última cena de Jesús, la cual fue allá en Jerusalén, en el capí­tulo 26 del Evangelio según San Mateo, versos 26 en adelante, dice: *"Y mientras comí­an, tomó Jesús el pan, y bendijo, y lo partió, y dio a sus discí­pulos, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo.* *Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio, diciendo: Bebed de ella todos;* *porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados."* Y ahora, aquí­ nos está mostrando lo que será el Sacrificio de Expiación por el pecado y la Sangre de ese Sacrificio para un nuevo Pacto, un nuevo Testamento que estaba prometido que Dios establecerí­a con Su pueblo, para que así­ todo ser humano pueda acercarse a Dios, por medio de ese Sacrificio de Expiación, que fue llevado a cabo por Cristo en la Cruz del Calvario. Y ahora, no solamente los judí­os pueden acercarse a Dios, sino todo ser humano, por medio del Sacrificio de Expiación con el cual son reconciliados con Dios los seres humanos. Vean lo que nos dice San Pablo, en Romanos, capí­tulo 5, verso 8 en adelante, dice: *"Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros* (o sea, que la muestra del amor de Dios para con el ser humano, es la muerte de Cristo en la Cruz del Calvario)*.* *Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira.* *Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida.* *Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en Dios por el Señor nuestro Jesucristo, por quien hemos recibido ahora la reconciliación."* La reconciliación del ser humano con Dios, es por medio de Jesucristo y Su muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de Expiación por el ser humano. De eso también nos habla en Primera de Juan, este gran apóstol que tení­a un conocimiento muy amplio de todo el programa de redención para el ser humano. En Primera de Juan, capí­tulo 5, verso 10 al 13, dice: *"El que cree en el Hijo de Dios, tiene el testimonio en sí­ mismo; el que no cree a Dios, le ha hecho mentiroso, porque no ha creí­do en el testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo* *Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo."* El que quiera la Vida eterna tiene que buscarla en donde está: esta Vida está en Su Hijo Jesucristo, el Hijo de Dios; y por esa causa es que Cristo dijo: "Mis ovejas oyen mi Voz y me siguen; y yo las conozco, y yo les doy Vida eterna:" \[San Juan 10:27-28\]. La Vida eterna está en Jesucristo. Dios le ha dado la exclusividad a Cristo de la Vida eterna, y por consiguiente Él es el único distribuidor de la Vida eterna para todos aquellos que vienen a Él buscando vivir eternamente. Todos tienen el mismo derecho y la misma oportunidad, por esa causa se predica el Evangelio de Cristo, para que todos tengan esa oportunidad y lo reciban como único y suficiente Salvador. La fe viene por el oí­r la Palabra de Dios, el Evangelio de Cristo. "Y con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación." Por esa causa se le da al pueblo la oportunidad de recibir a Cristo como único y suficiente Salvador, para que obtenga el perdón de sus pecados, sea limpio de todo pecado con la Sangre de Cristo, sea bautizado en agua en Su Nombre, y Cristo lo bautice con Espí­ritu Santo y Fuego, y produzca en la persona el nuevo nacimiento; y así­ la persona viene a ser una nueva criatura con Vida eterna en el Reino de Dios, y así­ está reconciliada la persona con Dios, y tiene compañerismo con Dios, y la esperanza viva de vivir eternamente con Cristo en Su Reino eterno. Ahora, también continuamos viendo este pasaje \[Primera de Juan 5:12\]: *"El que tiene al Hijo, tiene la vida* (el que tiene a Jesucristo tiene la Vida eterna)*; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida."* Cualquier persona puede decir: "Yo estoy vivo, tengo vida." Lo que tiene es una vida temporal que se le va a terminar en algún momento, y después ya no podrá volver a la Tierra para vivir en una futura generación que será inmortal aquí­ en la Tierra; se conformó con un lapso de tiempo tan corto, teniendo la oportunidad de asegurar su futuro eterno con Cristo en Su Reino eterno, para vivir en Su Reino por toda la eternidad. Sigue diciendo: *"Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna, y para que creáis en el nombre del Hijo de Dios."* La buena noticia para los creyentes en Cristo es que tienen Vida eterna, han asegurado su futuro eterno con Cristo en Su Reino eterno, y por consiguiente están dentro del nuevo Pacto que Dios prometió que establecerí­a con Su pueblo, de lo cual nos dice el gran apóstol Pablo en Hebreos, capí­tulo 8, versos 7 en adelante: *"Porque si aquel primero* (o sea, el primer Pacto) *hubiera sido sin defecto, ciertamente no se hubiera procurado lugar para el segundo.* *Porque reprendiéndolos dice:* *He aquí­ vienen dí­as, dice el Señor,* *En que estableceré con la casa de Israel y la casa de Judá un nuevo pacto;* *No como el pacto que hice con sus padres* *El dí­a que los tomé de la mano para sacarlos de la tierra de Egipto;* *Porque ellos no permanecieron en mi pacto,* *Y yo me desentendí­ de ellos, dice el Señor.* *Por lo cual, este es el pacto que haré con la casa de Israel* *Después de aquellos dí­as, dice el Señor:* *Pondré mis leyes en la mente de ellos,* *Y sobre su corazón las escribiré;* *Y seré a ellos por Dios,* *Y ellos me serán a mí­ por pueblo."* Esto es lo que está prometido, y lo que ha estado siendo cumplido por Dios; y el verso 13, dice: *"Al decir: Nuevo pacto, ha dado por viejo al primero; y lo que se da por viejo y se envejece, está próximo a desaparecer."* Por lo tanto, podemos ver que realmente Dios es amor. Hay un nuevo Pacto que ha sido establecido por medio de la manifestación del amor de Dios, a través de Cristo, hacia la raza humana. Vean, también aquí­ en Gálatas, capí­tulo 4, nos dice verso 4 en adelante: *"Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley,* *para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos.* *Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espí­ritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre!* *Así­ que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo."* Los creyentes en Cristo son herederos de Dios y coherederos con Cristo Jesús. Son herederos de Dios por medio de Cristo, sin Cristo la persona no tiene derecho como heredero de Dios. Vean, aquí­ también en Romanos, capí­tulo 8, verso 14 en adelante, el apóstol Pablo siendo un conocedor del amor de Dios, y la expresión del amor de Dios por medio de Cristo dice (capí­tulo 8, verso 14 en adelante, de Romanos): *"Porque todos los que son guiados por el Espí­ritu de Dios, éstos son hijos de Dios.* *Pues no habéis recibido el espí­ritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espí­ritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!* *El Espí­ritu mismo da testimonio a nuestro espí­ritu, de que somos hijos de Dios.* *Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados."* Y ahora, somos herederos de Dios y coherederos de Dios por medio de Cristo, o con Cristo; a todo lo que Jesucristo es heredero, los creyentes en Cristo también lo son: son herederos a toda la herencia divina, la herencia de los hijos e hijas de Dios. Hay una herencia en el Cielo preparada para todos los hijos e hijas de Dios; y por esa causa se proclama el Evangelio de Cristo, en el cual se da a conocer el nuevo Pacto, para que todos tengan derecho a lo que está contenido en el nuevo Pacto; fuera del nuevo Pacto, la persona no tiene derecho ante Dios, a nada. Y ahora, miren aquí­, lo que a continuación dice San Pablo en este mismo capí­tulo 8 de Romanos, dice (verso 18 en adelante): *"Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse.* *Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios."* ¿Y qué es la manifestación de los hijos de Dios? Veamos: *"Porque la creación fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó en esperanza;* *porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios.* *Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora;* *y no sólo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espí­ritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo."* La adopción como hijos e hijas de Dios, será la redención del cuerpo, lo cual será para los creyentes que ya murieron, será la resurrección en cuerpos eternos y glorificados y jóvenes, como el cuerpo glorificado de Jesucristo; y para los que estén vivos en el momento en que ocurra la resurrección de los muertos en Cristo, será la transformación de nuestros cuerpos, en donde nuestros cuerpos serán transformados a cuerpos inmortales, glorificados y jóvenes para toda la eternidad. Esa será la adopción fí­sica, la redención del cuerpo, para vivir en el Reino de Cristo por toda la eternidad. Luego de esa transformación para los vivos, y resurrección para los muertos en Cristo, luego vendrá el rapto o arrebatamiento de la Iglesia de Jesucristo, para ir con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero. Todas estas bendiciones están dentro del nuevo Pacto, a las cuales toda persona que ha recibido a Cristo, tiene derecho, y las disfrutará cuando esté en el cuerpo glorificado; pero hay bendiciones que las podemos disfrutar estando en este cuerpo mortal, corruptible y temporal. Por lo tanto, la redención del alma, la cual ocurre antes de la redención del cuerpo, la disfrutamos al recibir a Cristo como Salvador, ser bautizados en agua en Su Nombre y recibir Su Espí­ritu, y ahí­ es donde ocurre el nuevo nacimiento: nacemos en el Reino de Cristo, y por consiguiente, nacemos a la Vida eterna. Cristo dijo a Nicodemo en el capí­tulo 3 de San Juan \[verso 5\]: "De cierto, de cierto te digo, que el que no nazca del Agua y del Espí­ritu, no puede entrar al Reino de Dios." Nacer del agua es nacer de la predicación del Evangelio de Cristo, o sea, que el motivo para recibir a Cristo como Salvador lo produce la predicación del Evangelio de Cristo mostrando el programa o plan de salvación para el ser humano. Y luego, nacer del espí­ritu es recibir al Espí­ritu Santo, el Espí­ritu de Cristo; y así­ la persona, luego de ser bautizada en agua en el Nombre de Cristo, Cristo lo bautiza con Espí­ritu Santo y Fuego y ocurre el nuevo nacimiento en la persona, nace a una nueva vida: a la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno. Así­ como para vivir en esta Tierra ocurrió algo para usted, ¿qué fue? Nació. Nació en esta Tierra, y por esa causa está viviendo en este planeta Tierra; y para entrar al Reino de Dios y tener por consiguiente la Vida en el Reino de Dios, que es la Vida eterna, la persona tiene que nacer de nuevo, nacer en el Reino de Cristo, y por consiguiente en y a la Vida eterna. Y ahora, todo esto ocurre porque Dios es amor. Jesucristo hablando acerca de las ovejas del Padre, en una ocasión dijo las siguientes palabras, las cuales están contenidas en el Evangelio según San Mateo, capí­tulo 18,verso 11 al 14, y dice: *"Porque el Hijo del Hombre ha venido para salvar lo que se habí­a perdido* (por esa causa, todo ser humano necesita a Cristo, porque la raza humana estaba perdida)*.* *¿Qué os parece? Si un hombre tiene cien ovejas, y se descarrí­a una de ellas, ¿no deja las noventa y nueve y va por los montes a buscar la que se habí­a descarriado?* *Y si acontece que la encuentra, de cierto os digo que se regocija más por aquélla, que por las noventa y nueve que no se descarriaron.* *Así­, no es la voluntad de vuestro Padre que está en los cielos, que se pierda uno de estos pequeños."* ¿Ve? No es la voluntad de Dios que usted se pierda, sino que usted viva eternamente. Usted, o el ser humano, no busca a Dios, Dios es el que busca al ser humano; por medio de Cristo, están siendo buscados todos estos hijos e hijas de Dios que se perdieron con la caí­da en el Huerto del Edén; tienen sus nombres escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida; esas personas, son las ovejas de las cuales Cristo dijo que son las ovejas que el Padre le dio para que las busque, y les dé Vida eterna. San Lucas, capí­tulo 19, Cristo hablando en el verso 10, dice: *"Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se habí­a perdido."* Cristo vino para buscarme a mí­. ¿Y a quién más? A cada uno de ustedes también. Cristo en Su Venida es la expresión máxima del amor de Dios hacia el ser humano; fue una manifestación del amor de Dios, la máxima manifestación del amor de Dios hacia el ser humano la Primera Venida de Cristo y Su muerte en la Cruz del Calvario, para que usted y yo tengamos la oportunidad, el privilegio y el derecho de ser restaurados a la Vida eterna, y por consiguiente, al Reino eterno de Dios; y así­ tener nuestro futuro asegurado con Cristo en Su Reino eterno, pues todos deseamos vivir eternamente. Si vivir en estos cuerpos mortales es tan hermoso, tan maravilloso, tan bueno, cuánto más en un cuerpo eterno y un Reino eterno, un Reino que no tendrá los problemas que tienen los reinos terrenales; no tendrá los problemas que tienen los paí­ses en este tiempo en el cual vivimos; por consiguiente, la solución a todos los problemas de las naciones está en el Reino del Mesí­as que va a ser establecido en este planeta Tierra, en donde yo voy a estar. ¿Y quién más? Cada uno de ustedes también. Yo ya aseguré mi lugar en ese Reino del Mesí­as. Si hay alguna persona que todaví­a no ha asegurado su lugar en el Reino del Mesí­as, no ha asegurado su lugar en el Reino de Cristo, lo puede hacer en estos momentos recibiendo a Cristo como único y suficiente Salvador, y yo estaré orando por usted para presentarlo a Cristo, para que Cristo lo reciba en Su Reino, y lo presenta ante el Padre, y lo restaure a la Vida eterna. Vamos a dar unos minutos mientras vienen a los Pies de Cristo las personas que todaví­a no lo habí­an recibido, pero que han escuchado en lo profundo de su alma el mensaje del Evangelio de Cristo, el Evangelio de Cristo en estos momentos, y nació la fe de Cristo en su alma, y ahora tienen la oportunidad de dar testimonio público de su fe en Cristo recibiéndolo como único y suficiente Salvador, conscientes de que Dios es amor, y por esa causa, envió a Su Hijo Jesucristo al mundo para que muriera por nosotros en la Cruz del Calvario. No podemos despreciar el amor de Dios manifestado en la Venida y muerte de Cristo en la Cruz del Calvario, para el establecimiento del nuevo Pacto, al cual cada uno de ustedes ha tenido el derecho para entrar a él y tener los beneficios del nuevo Pacto que son: la Vida eterna, con todo lo que hay en la Vida eterna. Dios tiene mucho pueblo en esta ciudad de Cali, y los está llamando; y en toda la República de Colombia, Dios tiene mucho pueblo, muchos hijos y los está llamando, pues tienen sus nombres escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida; y por esa causa, ustedes han estado escuchando la predicación del Evangelio de Cristo, para que la fe de Cristo naciera en vuestros corazones, y creyeran, y lo recibieran como único y suficiente Salvador. Por eso fue que Cristo dijo \[San marcos 16:15-16\]: *"Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.* *El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado."* Todos queremos ser salvos, y vivir eternamente con Cristo en Su Reino. También en las demás naciones que están a través del satélite Amazonas o de internet, pueden también venir a los Pies de Cristo para que queden incluidos en esta oración que estaré haciendo por ustedes, para que Cristo les reciba en Su Reino, y les dé, por consiguiente, Vida eterna. "Mis ovejas oyen mi Voz y me siguen; y yo las conozco, y yo les doy Vida eterna," dice Jesucristo nuestro Salvador, en San Juan capí­tulo 10, versos 27 al 30. La persona viene a Cristo para que Cristo le dé Vida eterna. No hay otra persona que le pueda dar a usted Vida eterna, solamente hay una, y es el que tiene la exclusividad de la Vida eterna, a quien Dios se la dio, y Ése tiene un nombre maravilloso: Señor Jesucristo. Él es el hombre más importante, no solamente de la Tierra, sino del Cielo también, y Él es mi Salvador. ¿Y de quién más? De cada uno de ustedes también. En las demás naciones también pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo, para que Cristo les reciba en Su Reino y les dé Vida eterna. Todos queremos ser felices, para lo cual necesitamos la paz, la cual Cristo da al alma de la persona. Él dijo: "Mi paz os dejo, mi paz os doy; yo no la doy como el mundo la da." \[San Juan 14:27\]. Cristo da la paz al ser humano acá en el alma, cuando el ser humano es reconciliado con Dios por medio de Cristo y Su Sacrificio en la Cruz del Calvario. San Pablo nos dice en el capí­tulo 5 de Romanos, verso 1 en adelante: *"Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo."* La paz con Dios se obtiene por medio de Cristo, porque Él efectúa el Sacrificio de Expiación por nuestros pecados para reconciliarnos con Dios, y recibir la paz de Dios en el alma. Cuando dos personas que estaban en conflicto se reconcilian, o dos naciones, entonces tienen paz; y cuando el ser humano se reconcilia con Dios por medio de Cristo, tiene paz con Dios. Y por consiguiente por medio de Cristo, Dios bendice al ser humano, pues ha entrado en el tratado, en el Pacto de la reconciliación con Dios; ha entrado a ese nuevo Pacto donde hay muchas bendiciones para el ser humano. Todas las bendiciones vienen a través de Jesucristo en el Reino de Dios, recibir a Cristo es el privilegio más grande que una persona tiene en recibir a otra persona. Vean, es una bendición y privilegio recibir a un familiar cuando viene de un viaje, recibirlo en su casa, a un ser querido; es un privilegio recibir (digamos) al alcalde, al gobernador, o al presidente, en su casa. Pero el privilegio más grande es recibir a Cristo acá en nuestro corazón: esa es la bendición más grande que un ser humano puede tener, pues Cristo es el Rey de reyes y Señor de señores, no solamente de esta Tierra sino de los Cielos también, de todo el Universo; bajo Su potestad están ángeles, potestades, querubines, arcángeles, todo está bajo Su potestad, pues Él se sentó en el Trono de Dios en el Cielo. Y por eso dijo: "Todo poder me es dado en el Cielo y en la Tierra." \[San Mateo 28:18\]. Así­ que la persona más poderosa de los Cielos y de la Tierra se llama SEÑOR JESUCRISTO. Es un privilegio grande recibirlo como único y suficiente Salvador. Para mí­ fue un privilegio muy grande recibir a Jesucristo *acá* en mi alma, cuando lo hice, y no lo dejo salir de *acá*, de mi alma, de mi corazón. Siempre todo creyente, desea que Cristo permanezca habitando en su alma, en su corazón, pues el corazón, el alma de la persona, es el trono de Dios donde Cristo también se ha sentado para gobernar la vida de la persona. Él en nuestros corazones está como Rey, pues Él es nuestro Rey, nuestro Salvador, nuestro Señor; y si es Señor, entonces le obedecemos. Estamos dando unos segundos porque todaví­a hay más personas, que como ustedes, han comprendido que Dios es amor, y que ha manifestado ese amor en toda Su plenitud al enviar a Cristo como único y suficiente Salvador para la raza humana. Dios es realmente amor para nosotros, y para todo ser humano; y está expresado ese amor en Cristo, a través de Cristo muriendo por nosotros en la Cruz del Calvario. El Evangelio de Cristo proclama el amor de Dios para con la raza humana, para que todos tengamos la oportunidad de entrar a ese nuevo Pacto, a ese convenio divino y recibir la Vida eterna; y así­ estar asegurados con Cristo en Su Reino para vivir eternamente. Así­ es como también desaparece la angustia existencial; el que no tiene a Cristo, está siempre preocupado de qué será después que él termine sus dí­as de vida en la Tierra, porque no sabe de dónde vino, no sabe porqué está aquí­ en la Tierra, y no sabe a dónde va cuando muera fí­sicamente. Pero el creyente en Cristo sabe que vino de Dios, como Cristo vino de Dios, y sabe para qué está aquí­ en la Tierra: para recibir a Cristo como Salvador, ser bautizado en agua en Su Nombre, recibir Su Espí­ritu, y así­ obtener el nuevo nacimiento, y ser cubierto con la Sangre de Cristo, limpiado de todo pecado. Y luego, cuando muere fí­sicamente, sabe que va al Paraí­so donde están los apóstoles, donde están todos los creyentes en Cristo de otros tiempos, los cuales, si murieron, allá van todos los creyentes en Cristo; y allí­ no hay hambre, no hay calor, no hay que madrugar como en nuestro tiempo; y principalmente los que viven en las grandes ciudades, tienen que madrugar mucho porque el tráfico es muy complicado para llegar al trabajo, y después cuando salen del trabajo vuelven a tener un poco de dificultad para llegar a sus hogares, porque el tráfico también está muy difí­cil en la ciudad. Así­ es en la grandes ciudades. Pero en el Paraí­so donde van los creyentes en Cristo cuando mueren, no hay esos problemas, tampoco hay noche, todo el tiempo es de dí­a; no hay que salir a trabajar, están descansando de los trabajos terrenales, y se reúnen para sus actividades correspondientes; y luego, también están esperando la Segunda Venida de Cristo para venir con Él a la Tierra, y recibir un cuerpo nuevo, eterno, inmortal, incorruptible y glorificado, para poder luego vivir en esta Tierra en el Reino de Cristo. Por supuesto también irán en el cuerpo glorificado a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo, porque será un cuerpo interdimensional como el que tiene Jesucristo, que no necesitó un avión, o algún otro equipo para ir al Cielo, sino que subió al Cielo y lo vieron Sus discí­pulos cuando se fue, pasó de una dimensión a otra. El profeta Elí­as también se fue a otra dimensión en el tiempo que le tocó partir de la Tierra. Y así­ podemos ver que hay otro mundo, otros mundos, otras dimensiones, en la cual existen personas en otros cuerpos, en los cuales viven felices. ¿Recuerdan a Cristo en el Monte de la Transfiguración? Los apóstoles dicen que cuando Cristo estuvo allí­, una nube de luz lo cubrió a Él y a todos los que allí­ estaban, y aparecieron Moisés y Elí­as hablando con Él, o sea, que no están muertos Moisés y Elí­as. Los que sirven a Dios continúan viviendo cuando termina su vida terrenal, van a otra dimensión. Tenemos que asegurar nuestro futuro eterno con Cristo en Su Reino eterno, pues todos queremos vivir eternamente, y hay la posibilidad y es una sola: recibiendo a Cristo como único y suficiente Salvador. Les felicito por vuestra decisión de recibir a Cristo como único y suficiente Salvador, pues esa es la decisión más importante que un ser humano puede hacer en su vida, pues es la única decisión que coloca al ser humano en el Reino eterno de Cristo. Las demás decisiones terrenales pueden ser muy buenas, pero son temporales; la que coloca al ser humano en eternidad es la de recibir a Cristo como único y suficiente Salvador. En los demás paí­ses pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo también, los niños de diez años en adelante también pueden venir a los Pies de Cristo, tanto los que están aquí­ presentes, como los que están en otras naciones. Vamos a pedirle a los que están en las cámaras, si ya en los demás paí­ses están listos para la oración por los que han venido a los Pies de Cristo... ya tenemos información de que ya estamos listos para orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo. Si hay alguno que todaví­a que no ha venido pero que recibió el llamado en su alma, puede venir. Vamos a esperar unos segundos y ya oraremos por todos ustedes. Vamos a estar puestos en pie unos minutos, vamos a levantar nuestras manos al Cielo, a Cristo, y con nuestros ojos cerrados vamos a orar a Dios; los que han venido a los Pies de Cristo en estos momentos, repitan conmigo esta oración: ***Señor Jesucristo, escuché la predicación de Tu Evangelio y nació Tu fe en mi corazón, creo en Tu Primera Venida, creo en Tu Nombre como el único Nombre bajo el Cielo dado a los hombres en que podemos ser salvos; creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de Expiación por mis pecados. Reconozco que soy pecador y necesito un Salvador, un Redentor. Doy testimonio público de mi fe en Ti y de Tu fe en mí­, y Te recibo como mi único y suficiente Salvador. Me entrego a Ti, me rindo a Ti en alma, espí­ritu y cuerpo.*** ***Señor, Ten misericordia de mí­, perdona mis pecados y con Tu Sangre lí­mpiame de todo pecado, y bautí­zame con Espí­ritu Santo y Fuego, y sea producido en mí­ el nuevo nacimiento. Quiero nacer de nuevo, quiero nacer en Tu Reino eterno, quiero vivir Contigo por toda la eternidad.*** ***Señor, sálvame, Te lo ruego en Tu Nombre eterno y glorioso, Señor Jesucristo. Amén.*** Y con nuestras manos levantadas al Cielo, a Cristo, todos decimos: **¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! Amén y amén.** Cristo les ha recibido en Su Reino, ha perdonado vuestros pecados y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado, porque ustedes escucharon la predicación del Evangelio de Cristo, nació la fe de Cristo en vuestra alma, y lo han recibido como único y suficiente Salvador. Él dijo: *"Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.* *El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado."* (San Marcos, capí­tulo 16, versos 15 al 16). Ustedes me dirán: "Escuché la predicación del Evangelio de Cristo, nació la fe de Cristo en mi alma, creí­ y lo recibí­ como mi Salvador, pero todaví­a me falta una cosa: ser bautizado en agua en Su Nombre." Y me preguntarán: "¿Cuándo me pueden bautizar? Quiero ser bautizado lo más pronto posible." Por cuanto ustedes han creí­do en Cristo como vuestro único y suficiente Salvador, bien pueden ser bautizados. **Y que Cristo les bautice con Espí­ritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento.** El bautismo en agua es simbólico, el agua no le quita los pecados, es la Sangre de Cristo la que los limpia de todo pecado; pero el bautismo en agua es un mandamiento del Señor, dijo: "El que creyere y fuere bautizado, será salvo." Porque en el bautismo en agua la persona se identifica con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección. Cuando la persona recibe a Cristo como Salvador, muere al mundo; y cuando la persona es bautizada en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, cuando es sumergida en las aguas bautismales, tipológicamente está siendo sepultado; y cuando es levantado de las aguas bautismales, está naciendo a una nueva vida, a la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno. Por lo tanto, entendiendo que el bautismo en agua es simbólico, y entendiendo su significado, bien pueden ser bautizados, y que Cristo les bautice con Espí­ritu Santo y Fuego; bien pueden identificarse con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección (así­ es como nos identificamos con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección), y nos continuaremos viendo por toda la eternidad en el glorioso Reino de Jesucristo nuestro Salvador. Pido al ministro, reverendo Mauricio Vivas, pase acá al frente, para que les indique hacia dónde dirigirse para colocarse las ropas bautismales y ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo; y también en cada nación, dejo al ministro correspondiente para que les indique a las personas que han recibido a Cristo, hacia dónde dirigirse para colocarse las ropas bautismales y ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. **Y que Cristo les bautice con Espí­ritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén.** Continúen pasando todos una tarde llena de las bendiciones de Jesucristo nuestro Salvador. **"DIOS ES AMOR."**