--- title: 'Conversión de muerte a vida' date: 2007-03-07 activity: 1 place: city: San Luis Potosí state: San Luis Potosi country: MX duration: 00:00:00 public: false youtube: translations: files: --- Muy buenos días, amables amigos y hermanos presentes y los que están a través del satélite Amazonas o de internet en diferentes naciones; es un privilegio y bendición grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final. En esta ocasión me acompaña mi esposa Erica, a la cual ya ustedes vieron y participaron juntamente con ella de estos cánticos tan alegres que han tenido en esta ocasión. El ser humano tiene el tesoro más grande (terrenalmente hablando) que pueda tener la persona, y es la vida. La persona puede tener dinero, pero si no tiene vida, no tiene nada; se le va la vida, se acabó todo; y a donde va no se puede llevar el tesoro que él tenga en la Tierra. Por lo tanto, la vida es el tesoro más grande que la persona tiene, y algunos no la cuidan. Debemos cuidar la vida terrenal porque es una bendición y don divino que nos ha sido dado a nosotros. El ser humano cuando fue colocado en la Tierra, fue puesto a prueba, para que mostrara si iba a guardar o no la Palabra de Dios; si la guardaba, si la obedecía, sería adoptado en la Vida eterna y en el Reino eterno de Dios; si no la guardaba (la Palabra de Dios) entonces no era adoptado y por consiguiente la vida sería temporal; y por esa causa el ser humano perdió la Vida eterna que estaba a sus manos para confirmar su Vida eterna en el Reino de Dios; y solamente le quedó vida temporal. Por eso es que encontramos que aunque Dios le dijo al ser humano: “El día que comas del árbol de ciencia del bien y del mal, ese día morirás.” Y comió y no murió físicamente ese día, continuó viviendo por unos 930 años, pero sí murió ese día, murió a la Vida eterna y solamente le quedó vida temporal. Y ahora, siendo que al ser humano solamente le quedó vida temporal, tenemos entonces que ver esa vida temporal que le quedó al ser humano. Vean, fueron 930 años que vivió Adán. Ahora, cualquiera diría: “Ya quisiera yo vivir 930 años también.” Pero aun no importa que sean muchos, con todo y eso es vida temporal; y le dejó a su descendencia física, vida, pero temporal; y cada día se ha ido acortando más y más, y aun más. Hay también personas jóvenes que mueren, hay niños que mueren y también infantes, bebés que mueren; porque en esta vida temporal nadie tiene asegurado un tiempo o una cantidad de días; nace y tiene que morir en algún momento, ya sea siendo un bebé, siendo un niñito, siendo un jovencito, siendo una persona adulta o siendo un anciano. Pero es vida, aunque temporal, la cual nos da la oportunidad de hacer contacto con la Vida eterna para ser adoptados como hijos e hijas de Dios en el Reino de Dios, y por consiguiente ser adoptados en la Vida eterna. Y ahora, siendo que el ser humano anhela vivir eternamente (por lo cual los conquistadores buscaban la fuente de la juventud, porque todos querían ser jóvenes y vivir eternamente), ahora siendo que esto es un anhelo del alma, en algún lugar hay una fuente de agua de Vida eterna, en algún lugar hay Vida eterna. Y ahora, vamos a ver el representante de ese lugar, lo que nos dice en las Sagradas Escrituras. San Juan, capítulo 5, versos 19 al 21, dice: “*Respondió entonces Jesús, y les dijo: De cierto, de cierto os digo: No puede el Hijo hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre; porque todo lo que el Padre hace, también lo hace el Hijo igualmente.* *Porque el Padre ama al Hijo, y le muestra todas las cosas que él hace; y mayores obras que estas le mostrará, de modo que vosotros os maravilléis.* *Porque como el Padre levanta a los muertos, y les da vida, así también el Hijo a los que quiere da vida.* *Porque el Padre a nadie juzga, sino que todo el juicio dio al Hijo,* *para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo, no honra al Padre que le envió.* *De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida.* *De cierto, de cierto os digo: Viene la hora, y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y los que la oyeren vivirán.* *Porque como el Padre tiene vida en sí mismo, así también ha dado al Hijo el tener vida en sí mismo;* *y también le dio autoridad de hacer juicio, por cuanto es el Hijo del Hombre.* *No os maravilléis de esto; porque vendrá hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz;* *y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación.”* Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla. “**CONVERSIÓN DE MUERTE A VIDA.”** Todos en la vida quieren una conversión de una cosa a algo mejor; por ejemplo, el pobre quiere una conversión de pobre a rico; el que no es feliz quiere una conversión a felicidad; y así por el estilo. Y aquí se trata de la conversión de muerte a vida; como también todos queremos una conversión de lo mortal a lo inmortal, de un cuerpo mortal a un cuerpo inmortal. Y ahora, para la conversión de muerte a vida de la cual Cristo nos habla aquí, el cual nos dice: “El que oye mi Palabra y cree al que me envió, tiene Vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida.” Desde que el ser humano pecó en el Huerto del Edén, la condición del ser humano ha sido muerte (de muerte) porque el ser humano cayó como esclavo en el reino de las tinieblas, que es el reino del maligno, del cual Cristo habla en San Juan, capítulo 12. Para que podamos comprender todo este misterio, cuando el ser humano pecó al obedecer al diablo, perdió el derecho a la Vida eterna y fue preso en el reino de las tinieblas. Vean, aquí Cristo hablando en San Juan, capítulo 12, verso 31, dice: “*Ahora es el juicio de este mundo; ahora el príncipe de este mundo será echado fuera.”* Así como el Arcángel Miguel es llamado: “El príncipe que está por los hijos de Israel,” o sea, el príncipe de Israel, el príncipe del Reino de Dios que está por el pueblo hebreo. Pero ahora el príncipe de este mundo dice aquí Cristo que es el diablo o Satanás; porque la raza humana cayó presa o cautiva en el reino de las tinieblas, que es el reino del príncipe de este mundo, del príncipe de las tinieblas que es el diablo o Satanás, el cual fue representado en el faraón y su reino fue representado en el reino del faraón, en donde el pueblo hebreo quedó preso y esclavizado por 400 años. Pero Dios dijo que los libertaría, y los libertó. Ahora, eso es la redención, en donde Dios liberta al pueblo y los lleva de regreso a la tierra que Él le prometió a Abraham, Isaac y Jacob, y donde ellos habían vivido antes de ir a Egipto y quedar esclavizados. Ahora, la raza humana al caer bajo el dominio del maligno y quedar bajo el gobierno del maligno y de su reino, vean ustedes, quedó el ser humano con la clase de vida del reino de las tinieblas, que es temporal. El reino de las tinieblas no tiene Vida eterna, como tampoco el diablo tiene Vida eterna. Ahora, todo ser humano que viene a esta Tierra obtiene vida pero temporal, y vive en un mundo que está controlado por el príncipe de las tinieblas, el maligno. Pero ahora Cristo promete aquí para el que escuche Su Voz, Su Palabra, le promete Vida eterna. Dice que el que oye Su Palabra tiene Vida eterna, y no vendrá a condenación, no va a ser juzgado en el juicio final para ser condenado, porque ya recibió Vida eterna. Dice: “Mas pasó de muerte a vida.” Al ser libertado del reino de las tinieblas fue libertado de la muerte, y ahora fue colocado en el Reino de Vida eterna, que es el Reino de Jesucristo nuestro Salvador. Vean, aquí también en Colosenses, capítulo 1, verso 12 al 14, dice: “*Con gozo dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz;* *el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo.”* Hemos tenido un cambio de reino o hemos sido cambiados de un reino a otro, cambiados del reino de las tinieblas al Reino de Dios, porque Cristo nos sacó del reino de las tinieblas y nos colocó en Su Reino. Eso es un milagro divino en la vida de cada creyente en Cristo, como fue un milagro divino la liberación del pueblo hebreo y la colocación del pueblo hebreo en la tierra prometida. Sigue diciendo: “*...en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados.”* Y ahora, la redención es por medio de la Sangre de Jesucristo. Y ahora, estamos viendo cómo es que hay esa conversión y por consiguiente hay un cambio de vida, de muerte a vida, de una vida que es temporal. Ahora, hemos obtenido Vida eterna acá en nuestra alma, con la promesa también de que nos dará Vida eterna física cuando nos dé un nuevo cuerpo eterno, inmortal, joven y glorificado como el cuerpo glorificado que tiene nuestro amado Señor Jesucristo. Cristo es el Príncipe de paz, Cristo es el heredero al Trono de David y por consiguiente al Reino de David, el cual recibirá ese Reino, lo restaurará en la Tierra, y eso será el Reino de Dios en la Tierra gobernando sobre toda la humanidad; y se hará la voluntad de Dios en la Tierra, como se hace en el Cielo. Y ahí estarán todos aquellos que han sido pasados de muerte a vida, los cuales han sido pasados del reino de las tinieblas, que es el reino de muerte, al Reino de Cristo, que es el Reino de la Vida eterna. “Dios nos ha dado Vida eterna; y esta vida está en Su Hijo, Jesucristo.” Nos dice San Juan en su Primera Carta, en el capítulo 5, versos 10 al 13. Y nos da la buena noticia diciéndonos que tenemos Vida eterna, ¿por qué? Porque hemos pasado de muerte a vida. El ser humano en el Huerto del Edén tuvo el árbol de ciencia del bien y del mal, del cual no podía comer y tuvo también el Árbol de la Vida: el Árbol de la Vida es Cristo. Por eso en el libro del Apocalipsis, también, capítulo 2, verso 7 dice que “al que venciere yo le daré a comer del Árbol de la Vida, el cual está en medio del Paraíso de Dios.” Y ahora, siendo que el Árbol de la Vida es Cristo, Él podía decir: “Yo soy el pan de vida, el que come de este pan vivirá eternamente. Yo soy el pan vivo que descendió del Cielo.” \[San Juan 6:51\] Eso es Cristo nuestro Salvador, porque Él es el Árbol de la Vida, Él es la Vida eterna. Por eso recibir a Cristo como único y suficiente Salvador, representa o es Vida eterna para el que lo recibe. “El que oye mi Palabra y cree al que me envió, tiene Vida eterna, y no vendrá a condenación, mas pasó de muerte a vida.” \[San Juan 5:24\] Y así la persona ha asegurado su futuro eterno con Cristo en Su Reino eterno. Por eso cuando Nicodemo vino a Cristo una noche, en el capítulo 3 de San Juan, verso 1 al 6, dice que Cristo le dijo: “De cierto, de cierto te digo, el que no nazca del Agua y del Espíritu no entrará al Reino de Dios.” El Reino de Dios, el Reino de Vida eterna, el cual pertenece a Cristo porque Cristo es el heredero, ese Reino es y tiene Vida eterna y es eterno, y por consiguiente a todo el que entra a ese Reino, entra a la Vida eterna; para entrar la persona tiene que nacer ahí, por eso Cristo habla del nuevo nacimiento a Nicodemo. Nacer del Agua es nacer de la predicación del Evangelio de Cristo y eso es la Voz de Cristo, el buen Pastor llamando a Sus ovejas por su nombre, porque el nombre de esas personas está escrito en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero. Y Cristo, el buen Pastor conoce Sus ovejas y les llama por su nombre. Él dijo: “También tengo otras ovejas que no son de este Redil, las cuales también debo traer, y oirán mi Voz y habrá un Rebaño y un Pastor.” (San Juan, capítulo 10, versos 14 al 17) La Voz de Cristo es la predicación del Evangelio de Cristo a través de las diferentes etapas de la Iglesia del Señor Jesucristo. Y todo el que escucha la predicación del Evangelio de Cristo, nace la fe de Cristo en su alma, cree y lo recibe como Salvador, está naciendo del agua, del agua de la Palabra de Dios. La persona es bautizada en el Nombre del Señor Jesucristo en agua y luego Cristo lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego, y produce en la persona el nuevo nacimiento. Recibir el Espíritu de Cristo, eso es nacer del Espíritu, el que no nazca del Agua y del Espíritu no puede entrar al Reino de Dios. Así como la persona para estar viviendo en esta Tierra tuvo que nacer, tuvo que nacer en esta Tierra a través de sus padres terrenales. El que no nació, pues no está vivo. Y ahora, el que no nazca en el Reino de Dios del Agua y del Espíritu, pues no estará en el Reino de Dios y por consiguiente no tendrá Vida eterna, porque la Vida eterna solamente existe en el Reino de Dios, que es el Reino de Cristo. Todos queremos la Vida eterna, la cual está en Cristo. Y por consiguiente Cristo nos da esa Vida eterna cuando le recibimos como único y suficiente Salvador; y entonces nuestra situación cambia de muerte a vida. El que no obtiene este cambio de muerte a vida, pues no tiene esperanza de vivir eternamente, se quedó en la etapa de muerte y por consiguiente lo que ocurrirá con su alma, físicamente en su alma, será muerte también cuando sea echado en el lago de fuego luego del juicio final, luego que sea juzgado por Cristo en el juicio final. Pero el que cree, el que oye la Voz de Cristo pasa de muerte a vida. Por lo tanto, el milagro de pasar de muerte a vida es por medio de Cristo para ser colocado en el Reino de Vida eterna, que es el Reino de Cristo, el Hijo de Dios. Recuerden que hay dos reinos: el reino de las tinieblas, que pertenece al príncipe de las tinieblas, que es el diablo o Satanás, y el Reino de Vida eterna, que es el Reino de Cristo, el Reino de la Luz. El Reino de la Luz: el Reino de Cristo, el reino de las tinieblas: el reino del maligno; dos reinos, dos mundos. Y cuando hablamos abiertamente pues nadie quiere estar ni pertenecer al reino de las tinieblas, al reino del maligno. Todos queremos estar, pertenecer al Reino de luz, al Reino de Cristo nuestro amado Salvador, el cual dijo: “Yo Soy la luz del mundo, el que me sigue no andará en tinieblas, mas tendrá la luz de la vida (o sea, la luz de la Vida eterna).” Y ahora, siendo que todos queremos la vida y sobre todo la Vida eterna, todos la obtienen a través de Cristo, el cual es la luz, la luz eterna. Vean, aquí en un pasaje del Evangelio según San Juan, nos dice claramente quién es Cristo. Dice San Juan, capítulo 1, verso 1 en adelante, dice: “*En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.* *Este era en el principio con Dios.* *Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.* *En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.”* Vamos a continuar leyendo para tener el cuadro claro, pasamos al verso 5, de ahí en adelante, dice: “*La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella.* *Hubo un hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan.* *Este vino por testimonio, para que diese testimonio de la luz, a fin de que todos creyesen por él.* *No era él la luz, sino para que diese testimonio de la luz* (ese hombre vendría dando testimonio ¿de qué? De la luz, y vino dando testimonio de un hombre, de Jesús, ¿por qué? Porque Jesucristo es la luz que alumbra a todos hombre, aquí está) *Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo.* *En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció.”* Y el verso 14, dice: “*Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.”* Y ahora, aquella luz verdadera que alumbra a todo hombre, el Verbo que era con Dios y era Dios y creó todas las cosas, venía a este mundo, o sea, que venía a este mundo en forma de hombre. Por eso dice: “Y aquel Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y le conocimos por el nombre de Jesús o Jesucristo.” Él es la luz hecha carne viniendo a este mundo, a esta dimensión que ha estado en tinieblas o reino de las tinieblas, o sea, que Cristo, la luz del mundo vino al reino de las tinieblas, naciendo de una mujer (su cuerpo físico) para llevar a cabo el Sacrificio de Expiación por el pecado del ser humano. Y luego cuando murió fue al infierno, a esa dimensión quinta del infierno; y allí tuvo una lucha con el diablo, le quitó las llaves del infierno y de la muerte y luego resucitó. Por lo tanto, Cristo venció allá en la quinta dimensión en el infierno, Él resucitó, venció el infierno, venció a la muerte y resucitó para nunca más morir. Y luego subió al Cielo, se presentó en el Cielo, fue aceptado Su Sacrificio y luego estuvo también unos cuarenta días con sus discípulos apareciéndoles en diferentes ocasiones, no menos de 8 ocasiones apareció a Sus discípulos durante esos 40 días; pero ya con cuerpo glorificado, cuerpo inmortal, cuerpo eterno, cuerpo interdimensional, por eso podía aparecer y desaparecer; resucitó joven y está tan joven como cuando se fue. Esa es la clase de cuerpo que Él tiene para todos los miembros de Su Reino, los cuales son sacados del reino de las tinieblas y son colocados en el Reino de Dios, el Reino de Cristo del cual Jesucristo es el Príncipe de ese Reino de Dios, que se encuentra en la etapa o esfera espiritual. Y luego cuando ya tengamos el cuerpo físico glorificado, el Reino de Dios, luego será establecido en esta Tierra, será el Reino de Dios encabezado en el Mesías que gobernará sobre la raza humana y por consiguiente las bendiciones divinas estarán en medio de la raza humana. Bajo ese gobierno del Mesías la humanidad tendrá la paz que tanto ha deseado, tendrá justicia social, tendrá justicia en todos los aspectos de la vida, tendrá prosperidad y felicidad; y todos conocerán a Dios y en aquel día el Señor será uno y uno Su Nombre. Y el Señor será rey en toda la Tierra, dice Zacarías, capítulo 14, verso 9. Por lo tanto, tenemos la promesa de que también estaremos en ese Reino de Cristo, que será establecido en la Tierra, y que ahí estaremos como Reyes y Sacerdotes y Jueces de ese Reino. En palabras más claras seremos los miembros del gabinete de ese Reino, los miembros del gabinete de Cristo. Y por consiguiente todo lo que no hemos podido disfrutar en este reino terrenal estando en estos cuerpos mortales, lo disfrutaremos cuando tengamos el nuevo cuerpo en el glorioso Reino de Jesucristo nuestro Salvador, para lo cual tuvimos que pasar de muerte a vida, al recibir a Cristo como único y suficiente Salvador, dando testimonio público de nuestra fe en Cristo, y siendo bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo arrepentidos de nuestros pecados, y Él bautizándonos con Espíritu Santo y Fuego, pasamos de muerte a vida. Hemos obtenido el nuevo nacimiento, el nacimiento en el Reino de nuestro amado Señor Jesucristo; y por consiguiente hemos pasado de muerte a vida, a Vida eterna. Yo escuché la predicación del Evangelio de Cristo, creí y lo recibí como mi Salvador, fui bautizado en agua en Su Nombre y Él me bautizó con Espíritu Santo y Fuego y produjo en mí el nuevo nacimiento, y pasé de muerte a vida, y pasé del reino de las tinieblas al Reino de Dios, que es el Reino de Jesucristo nuestro Salvador; y por consiguiente tengo Vida eterna acá en mi alma. Recuerden que el ser humano es alma, espíritu y cuerpo; y lo más importante del ser humano es su alma, porque eso es lo que en realidad es la persona: alma viviente. Yo tengo Vida eterna en mi alma, aunque mi cuerpo físico todavía es mortal, pero Él me va a dar uno inmortal y joven para toda la eternidad, para vivir con Él en Su glorioso Reino, ¿y quién más? Cada uno de ustedes también. Si hay alguna persona que todavía no ha pasado de muerte a vida, puede venir a los Pies de Cristo, para que Cristo haga ese milagro en su vida: lo saque del reino de las tinieblas y lo coloque en Su Reino eterno para que pueda vivir eternamente con Cristo en Su Reino; y así tenga la esperanza de una Vida eterna, tenga esa paz y felicidad en su alma, sabiendo que tiene Vida eterna. Vamos a dar unos segundos para toda persona que todavía no ha recibido a Cristo, lo pueda hacer, para que Cristo lo pase de muerte a vida, y por consiguiente obtenga la Vida eterna. Recibir a Cristo como único y suficiente Salvador significa Vida eterna para la persona. Él dijo: “Mis ovejas oyen mi Voz y me siguen, y Yo las conozco como el Padre me conoce, y Yo les doy Vida eterna.” \[San Juan 10:27-28\] Recibimos a Cristo para que Él nos dé Vida eterna, para que Él nos pase de muerte a Vida eterna, para que Él nos pase del reino de las tinieblas a Su Reino eterno. Cristo tiene mucho pueblo en esta ciudad de San Luis, Potosí, y los está llamando, pues sus nombres están escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero. Y Él los está llamando. Él dijo: “También tengo otras ovejas que no son de este Redil, las cuales también debo traer; y oirán mi Voz y habrá un Rebaño y un Pastor.” \[San Juan 10:16\] Por lo tanto, todos necesitamos a Cristo para que Él nos dé la Vida eterna y por consiguiente nos saque del reino de las tinieblas y de la muerte, y nos coloque en Su Reino con Vida eterna. Dios nos ha dado Vida eterna, y esta vida está en Su Hijo, Jesucristo. Por eso toda persona para recibir la Vida eterna necesita recibir a Cristo como su único y suficiente Salvador. No hay otra forma para el ser humano obtener la Vida eterna. Recuerden que Jesucristo es el príncipe del Reino de Dios, Jesucristo es el heredero al Trono de David y por consiguiente al Reino de David aquí en la Tierra, y Él es el heredero del Trono celestial y del Reino celestial en donde Él está sentado en el Trono de Dios gobernando, y por consiguiente todo poder le ha sido dado en el Cielo y en la Tierra a Jesucristo. Él dijo: “Todo poder me es dado en el Cielo y en la Tierra.” (San Mateo, capítulo 28, versos 16 al 20). Por eso Él fue enviado a la Tierra para morir como el Sacrificio de Expiación por el pecado y para luego se predicara en Su Nombre el Evangelio para que toda persona alcanzara este cambio de muerte a vida, y asegurara así cada persona su futuro eterno con Cristo en Su Reino eterno; y así es como la persona obtiene la esperanza de vivir eternamente. Una persona sin la esperanza de la vida eterna vive en la Tierra sin la alegría de que luego de la vida terrenal hay una vida en donde la persona estará feliz en el Reino de Dios. El que no tiene esta esperanza no sabe para dónde va después que muere, y a medida que avanzamos en edad, también se nos acerca el día de nuestra partida de esta Tierra. Y es como una persona que llega a un aeropuerto y va a viajar y no sabe para dónde va a viajar. Usted debe saber hacia dónde va cuando va a tomar un vuelo aéreo; y así también usted debe saber hacia dónde va cuando terminen sus días en esta Tierra. Cuando usted muera físicamente, usted debe saber hacia dónde irá su alma. El alma es realmente la persona, el cuerpo físico es una casa terrenal que es temporal; por lo tanto, tenemos que asegurar nuestro futuro eterno, para que así sepamos hacia dónde vamos cuando terminen nuestros días aquí, sepamos que vamos al Reino de Jesucristo al Paraíso para allí descansar de los trabajos terrenales, ya no tendremos ni que dormir ni que trabajar ni comer, cuando terminamos nuestros días en la Tierra. Pero recuerden, el que no asegura su futuro eterno con Cristo no irá al Paraíso al Reino de Cristo, a esa dimensión del Reino de Cristo, porque no sacó su pasaje para ir allá, el pasaje lo sacamos con Cristo. Él nos asegura el Paraíso, la Vida eterna. Ésa es la promesa de Cristo. “Mis ovejas oyen mi Voz y me siguen, y Yo las conozco como el Padre me conoce y Yo conozco al Padre, y Yo les doy Vida eterna.” \[San Juan 10\], No podemos obtener la Vida eterna en otra forma, es a través de Cristo. Yo no les puedo dar Vida eterna. Ninguna otra persona puede darle a usted Vida eterna, solamente hay uno y ése es JESUCRISTO. Por eso se predica la salvación y Vida eterna en el Nombre del Señor Jesucristo, para que todos vengan a Cristo recibiéndolo como Salvador, para que Cristo les dé la Vida eterna. Cristo dijo: “*Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.* *El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”* (San Marcos, capítulo 16, versos 15 al 16) Y ahora, ustedes han estado viniendo a los Pies de Cristo porque ustedes anhelan la Vida eterna y han comprendido que la única forma en que pueden obtener la Vida eterna es recibiendo a Cristo como único y suficiente Salvador. Si falta alguna otra persona por venir a los Pies de Cristo puede venir, ya vamos a orar por todos los que han venido a los Pies de Cristo. En las demás naciones los que faltan por venir también pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo para que queden incluidos en esta oración que estaré haciendo. Los niños de diez años en adelante también pueden venir a los Pies de Cristo. Vamos todos a estar puestos en pie para orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo. Si falta alguna otra persona puede venir a los Pies de Cristo. Todavía vienen más personas a los Pies de Cristo. Recuerden que el alma de toda persona anhela la Vida eterna. Vamos ya a orar por todos ustedes. Si falta alguno por venir, puede venir, ya sea de los que están aquí presentes o de los que están en otras naciones. Vamos a levantar nuestras manos a Cristo, al Cielo, para orar. Con nuestros ojos cerrados, y repitan conmigo esta oración los que han venido a los Pies de Cristo en estos momentos: ***Señor Jesucristo, escuché la predicación de Tu Evangelio, nació Tu fe en mi corazón, creo en Ti, creo en Tu Primera Venida, creo en Tu Nombre como el único Nombre bajo el Cielo dado a los hombres en que podemos ser salvos; creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de Expiación por mis pecados y por los de todo ser humano. Reconozco que soy pecador y necesito un Salvador.*** ***Señor Jesucristo, doy testimonio público de mi fe en Ti y Te recibo como mi único y suficiente Salvador. Me entrego a Ti, me rindo a Ti en alma, espíritu y cuerpo. Sálvame, Señor, Te lo ruego; perdona mis pecados y con Tu Sangre límpiame de todo pecado y bautízame con Espíritu Santo y Fuego, luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre y produzcas en mí el nuevo nacimiento.*** ***Señor, sálvame, Te lo ruego. En Tu Nombre eterno y glorioso, Señor Jesucristo. Amén.*** Y con nuestras manos levantadas a Cristo al Cielo, todos decimos: **¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! Amén y amén.** Cristo les ha recibido en Su Reino, ha perdonado vuestros pecados y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado. Por cuanto ustedes escucharon la predicación del Evangelio de Cristo y nació la fe de Cristo en vuestra alma y lo han recibido como único y suficiente Salvador. Él dijo: “El que creyere y fuere bautizado, será salvo.” Ustedes me dirán: “Creí y lo recibí como mi único y suficiente Salvador; pero todavía me falta una cosa: ser bautizado en agua en Su Nombre. ¿Cuándo me pueden bautizar?” Es la pregunta de ustedes. Por cuanto ustedes han creído en Cristo de todo corazón y lo han recibido como Salvador, bien pueden ser bautizados en agua en estos momentos. **Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén; y nos continuaremos viendo por toda la eternidad.** Ahora pregunto al ministro, reverendo Pedro Martínez Aguilar si hay agua: hay agua, hay bautisterios. ¿Hay ropas bautismales? Hay ropas bautismales también. ¿Hay ministros que les bautizarán? Puede pasar acá. Hay ministros que les bautizarán también. ¿Hay ropas bautismales también? Hay ropas bautismales también. ¿Hay personas que les ayudarán también? Hay personas que les ayudarán para llegar a los vestidores de ropa donde se colocarán las ropas bautismales para ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo como hacían los Apóstoles dos mil años atrás con todos los que recibían a Cristo como único y suficiente Salvador. Por lo tanto, bien pueden ser bautizados en agua todos ustedes que han recibido a Cristo como Salvador, tanto los que están aquí presentes como los que están en otras naciones y han recibido a Cristo como único y suficiente Salvador. Dejo al ministro en cada país que están a través de internet o del satélite en estos momentos para que les indique a las personas que han recibido a Cristo hacia dónde caminar para ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. Y aquí dejo al reverendo Pedro Martínez Aguilar para que les indique hacia dónde caminar para colocarse las ropas bautismales y ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. Ha sido para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, dándoles testimonio de nuestro tema: **“CONVERSIÓN DE MUERTE A VIDA,”** de muerte a Vida eterna. Y nos continuaremos viendo por toda la eternidad en el glorioso Reino de nuestro amado Señor Jesucristo. Dejo al reverendo Pedro Martínez Aguilar con ustedes. Muchas gracias. “**CONVERSIÓN DE MUERTE A VIDA.”**