--- title: 'La Dispensación del Reino' date: 2006-01-15 activity: 1 place: city: Goiânia state: Goiás country: BR duration: 00:00:00 public: false youtube: translations: files: --- Muy buenas tardes, amados amigos y hermanos presentes, y los que están a través de internet o del satélite en las diferentes naciones; es para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final. Para lo cual leemos en Efesios, capítulo 1, versos 3 en adelante, donde nos dice San Pablo: “*Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo,* *según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él,* *en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad,* *para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado,* *en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia,* *que hizo sobreabundar para con nosotros en toda sabiduría e inteligencia,* *dándonos a conocer el misterio de su voluntad, según su beneplácito, el cual se había propuesto en sí mismo,* *de reunir todas las cosas en Cristo, en la dispensación del cumplimiento de los tiempos, así las que están en los cielos, como las que están en la tierra.* *En él asimismo tuvimos herencia, habiendo sido predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según el designio de su voluntad,* *a fin de que seamos para alabanza de su gloria, nosotros los que primeramente esperábamos en Cristo.* *En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa,* *que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria.”* Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla. Tomamos el verso 10 de este capítulo 1 de Efesios, donde nos dice (y parte del verso 9): “*...el cual se había propuesto en sí mismo,* *de reunir todas las cosas en Cristo, en la dispensación del cumplimiento de los tiempos, así las que están en los cielos, como las que están en la tierra.”* “**LA DISPENSACIÓN DEL REINO.”** Es nuestro tema para esta ocasión. En esta Dispensación del Reino es que Dios cumplirá todas estas promesas, en donde estarán juntadas todas las cosas, las que están en los Cielos como las que están en la Tierra. Y todo esto es conforme a las promesas divinas. Esta Dispensación del Reino es la séptima dispensación. Hay siete dispensaciones, para las cuales hay siete mensajes dispensacionales con siete profetas dispensacionales: La primera dispensación es la Dispensación de la Inocencia, y su Profeta mensajero es Adán, con el Mensaje de la Inocencia. Luego la segunda dispensación es la de la Conciencia, y su Mensajero es Set. Luego la tercera dispensación, así como hemos tenido ya dos dispensaciones anteriores a la tercera, en las cuales vimos que hay un Mensajero dispensacional con un Mensaje dispensacional para cada una de esas dispensaciones. Vimos a Adán con el Mensaje de la Inocencia, vemos a Set con el Mensaje de la Conciencia; y ahora pasamos a la tercera dispensación: la Dispensación del Gobierno Humano, y su Mensajero indiscutible es Noé, con el Mensaje correspondiente a una nueva dispensación. Luego encontramos que el Mensaje para esa dispensación es el Mensaje del Gobierno Humano. Luego pasamos a la cuarta dispensación, que es la Dispensación de la Promesa, y su Mensajero indiscutible es Abraham, el padre de la fe, con el Mensaje de la Promesa. Por eso lo encontramos hablándonos siempre de la promesa de Dios. Y ahora, pasamos a la quinta dispensación: la Dispensación de la Ley, y su Mensajero indiscutible es Moisés, con el Mensaje de la Ley, que es el Mensaje de la quinta dispensación. Luego pasamos a la sexta dispensación, y el Mensaje de la sexta dispensación es el Mensaje de la Gracia y su Mensajero es Jesucristo. Y luego la séptima dispensación es la Dispensación del Reino y su Mensaje es el Evangelio del Reino, el Mensaje del Reino; así como el Mensaje de la Gracia (el Mensaje del Evangelio de la Gracia), es el Mensaje para la sexta dispensación: la Dispensación de la Gracia. Y ahora, el Mensaje para la séptima dispensación es el Mensaje del Evangelio del Reino y su Mensajero para esa nueva dispensación es el Ángel del Señor Jesucristo con los ministerios de los dos Olivos, los ministerios de Moisés y de Elías. En la Dispensación de la Gracia y la Dispensación anterior de la Ley, tenemos en la Dispensación de la Ley todos los tipos y figuras que se van a cumplir en la Dispensación de la Gracia. Por lo tanto, bajo la Dispensación de la Ley está la sombra de lo que ha de venir en la Dispensación de la Gracia; y en la Dispensación de la Ley también están las cosas que se van a cumplir en la Dispensación del Reino. Por lo tanto, para la Dispensación de la Gracia y para la Dispensación del Reino tenemos los tipos y figuras en la Dispensación de la Ley y también en las dispensaciones anteriores a la Ley. Por lo tanto, la Dispensación del Reino estará bien fundamentada. Todo estará basado en las profecías que ya han sido habladas en la Dispensación de la Ley y dispensaciones anteriores a la Ley, como la Dispensación de la Promesa en donde muchas profecías, muchas promesas corresponden a la Dispensación del Reino; otras también corresponden a la Dispensación de la Gracia, y otras fueron cumplidas también en la Dispensación de la Ley. Ahora, también las demás dispensaciones anteriores contienen profecías que se cumplirían en la Dispensación de la Ley, la Dispensación de la Gracia y la Dispensación del Reino; por ejemplo la promesa de la simiente de la mujer que heriría en la cabeza a la serpiente, esa se cumplió con la Venida del Mesías y muerte en la Cruz del Calvario. El Mesías Príncipe nació a través de una virgen hebrea de la tribu de Judá, descendiente del rey David. Esa profecía ya fue cumplida. Isaías, capítulo 7, verso 14 también corresponde a esa profecía. Y ahora, encontramos que el Mesías Príncipe es el Primogénito y Unigénito de Dios. Él también es el que realizaría el Sacrificio de la Expiación por los pecados de los hebreos y también de los gentiles, es el que moriría como el Sacrificio de Expiación conforme a Isaías, capítulo 53. Ese capítulo es un pasaje mesiánico en donde presenta el Sacrificio vicario del Mesías, el Siervo de Dios. Y dice en el capítulo 53, verso 10 de Isaías, del cual les estoy citando, habla así del Mesías: “*Con todo eso, Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento. Cuando haya puesto su vida en expiación por el pecado...”* Aquí nos dice que va a poner Su vida en Expiación por el pecado; y si va a poner Su vida en Expiación por el pecado, pues va a morir, va a dar Su vida como el Sacrificio de la Expiación por el pecado, lo cual estaba tipificado en Levítico, capítulo 23, versos 26 al 29, donde se sacrificaba el macho cabrío de la expiación para que el pueblo obtuviera el perdón de sus pecados y fuera cubierto con la sangre de aquella expiación, y Dios no viera los pecados de la persona, fueran pasados por alto; y la persona al obtener el perdón de sus pecados y ser cubiertos sus pecados con la Sangre de aquel sacrificio, entonces Dios lo reconciliaba con Él, quedaba reconciliado con Dios para vivir un año más. Cada año se realizaba ese sacrificio de expiación, que era para la reconciliación de la persona con Dios, de cada hebreo con Dios. Toda persona tenía que venir afligido en su alma, arrepentido en su alma por haber pecado contra Dios, para poder obtener el perdón de su pecado y ser cubierto con la sangre de la expiación. Dios miraba la persona y entonces veía un sacrificio y la sangre de ese sacrificio aplicada en la persona; porque la persona por fe lo creía. Para eso era el sacrificio de la expiación: para ser reconciliados con Dios. No había otra forma para ser reconciliados con Dios, así era en el Antiguo Testamento, así era bajo la Dispensación de la Ley, así era en la quinta dispensación. Y siempre el pueblo ha tenido necesidad de un sacrificio de expiación por sus pecados. “Porque sin derramamiento de sangre no hay remisión.” \[Hebreos 9:22\] Por eso cuando el ser humano pecó en el Huerto del Edén, luego se escondió, no tenía un sacrificio todavía de expiación por sus pecados, sus pecados estaban en él, y eran vistos por Dios, y todavía no había sido perdonado. Pero Dios lo llamó, lo llamó porque Dios es el padre de Adán y por consiguiente de Eva también, porque Eva salió de Adán. Y ahora, Dios ama a Su hijo Adán y a Su hija Eva y no quiere que ellos se pierdan: los llamó, les mostró su situación, y luego les dio vestiduras de pieles. Si hay una vestidura de pieles, un animalito tuvo que morir: murió por Adán y Eva, para así ese ser el sacrificio de expiación. Y luego encontramos que Abel también sacrificaba un cordero por sus pecados, y eso agradó a Dios, fue agradable a Dios la ofrenda de Abel. Desde el Génesis luego de la caída del ser humano, se ha requerido un sacrificio de expiación por los pecados del ser humano. Caín trajo una ofrenda a Dios y no fue vista con agrado por Dios, y tampoco fue visto con agrado Caín. Pero Abel fue visto con agrado por Dios y su ofrenda también. Esto muestra que una persona no puede acercarse a Dios, a menos que tenga el Sacrificio de Expiación por sus pecados. Por eso usted encuentra a través de la historia bíblica y de las diferentes dispensaciones que han sacrificado animalitos por los pecados: las personas de la línea de Adán, que llega hasta el pueblo hebreo, el cual también ha estado sacrificando animalitos por sus pecados. Luego de la destrucción del templo de Jerusalén en el año 70 de la era común o Cristiana, de ahí en adelante no han podido sacrificar un macho cabrío de expiación por sus pecados, porque el sacrificio tenía que ser hecho en el templo allá en Jerusalén, desde que fue establecido el templo. Y ahora, encontramos que el pueblo hebreo ha estado sufriendo mucho desde la destrucción del templo, porque no tiene un sacrificio de expiación por sus pecados, en el cual el pueblo hebreo pueda creer. Pero la Escritura nos dice en San Juan, capítulo 11... así como leímos que el Mesías pondría Su vida en Expiación por los pecados, por el pecado, como también en Daniel, capítulo 9 (luego vamos a pasar al capítulo 11 de San Juan). Vamos a ver capítulo 9 de Daniel, versos 24 en adelante, dice: “*Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo* (o sea, sobre el pueblo hebreo) *y sobre tu santa ciudad* (o sea, sobre Jerusalén; porque Daniel es un hebreo, es un príncipe, es de los príncipes de la tribu de Judá)*, para terminar la prevaricación, y poner fin al pecado, y expiar la iniquidad* (si se va a poner fin al pecado y va a ser expiada la iniquidad, tiene que ser efectuado un Sacrificio por el pecado)*,* *para traer la justicia perdurable, y sellar la visión y la profecía, y ungir al Santo de los santos.* *Sabe, pues, y entiende, que desde la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas* (o sea, que desde la salida de la orden para edificar a Jerusalén, hasta el Mesías Príncipe habrá sesenta y nueve semanas de años; o sea, cuatrocientos ochenta y tres años)*...”* Y ahora, vamos a continuar viendo este pasaje, sigue diciendo: “*...se volverá a edificar la plaza y el muro en tiempos angustiosos* (o sea, que la restauración de la plaza y el muro de la ciudad sería en tiempos difíciles)*.”* Para una persona o un pueblo obtener la bendición del cumplimiento de una promesa divina, en la mayor parte de las ocasiones ha tenido que pasar por una etapa difícil. Pero en esa etapa difícil ha obtenido el cumplimiento de lo que Dios le ha prometido. El pueblo hebreo para llegar a la Tierra prometida, para entrar a ella, tuvo una trayectoria de cuarenta años por el desierto luchando para llegar; y aun al cruzar al otro lado del Jordán, tuvo que luchar también. Por eso la Escritura nos dice en Hebreos, capítulo 11, que seamos imitadores de aquellos que por la fe obtuvieron las promesas. Por lo tanto, la meta es lo que Dios ha prometido: obtener lo que Dios ha prometido. Y ya sabemos que hay que luchar. Y uno tiene que permanecer firme creyendo y caminando hacia adelante hacia la meta. El enemigo de Dios, el enemigo de Dios: el diablo, Satanás, lucha en contra de las personas que tienen promesas divinas y trata de que las personas no reciban esas bendiciones divinas. Pero la persona creyente se mantiene mirando lo que Dios ha prometido y caminando hacia adelante con la fe puesta en Cristo, puesta en Dios, hasta obtener el cumplimiento de la promesa. Así han sido todos los héroes de la fe: los héroes de la fe del Antiguo Testamento de los cuales habla San Pablo en Hebreos, capítulo 11; también tenemos los héroes de la fe del Nuevo Testamento: tenemos a Jesús, tenemos a San Pedro y los demás Apóstoles, tenemos (excluyendo a Judas Iscariote) y tenemos también a San Pablo y a los demás hombres de Dios, Mensajeros de las diferentes etapas de la Iglesia y los colaboradores que Dios colocó al lado de esos Mensajeros. Pero todo eso ya es historia. ¿Y dónde están los héroes de la fe de este tiempo final? Aquí estamos viendo en la Escritura las promesas correspondientes a este tiempo final, y creyéndolas con toda nuestra alma, y luchando agarrados del Señor, del Ángel del Pacto, para que nos bendiga cumpliendo las promesas que Él ha hecho para nosotros en este tiempo final. Por lo tanto, nos mantenemos como Jacob: como Jacob se mantuvo agarrado del Ángel, nos mantenemos nosotros agarrados del Ángel del Pacto y Él nos continuará bendiciendo cumpliendo lo que Él ha prometido para todos los creyentes bajo el Nuevo Pacto. Sigue diciendo este pasaje de Daniel (pasamos al verso 26): “*Y después de las sesenta y dos semanas...”* Recuerden que antes de las sesenta y dos semanas transcurren siete semanas. Por lo tanto, en total son sesenta y nueve semanas. “*Y después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías, mas no por sí* (o sea, que Él no se la quitará Él mismo)*; y el pueblo de un príncipe que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario...”* Ahora, luego de la muerte del Mesías es que la ciudad de Jerusalén y el templo sería destruido; y el templo y la ciudad de Jerusalén fueron destruídos en el año setenta de la era Cristiana o de la era común. Y ahora, el Mesías tuvo que morir antes de la destrucción de Jerusalén y del templo de Jerusalén. El Mesías Príncipe murió en la semana número setenta, a la mitad de esa semana. A la mitad de esa semana número setenta, eso es en la mitad de los siete años de esa semana; y la mitad de esos siete años son tres años y medio. Por eso el ministerio de Jesús está señalado como un ministerio que duró tres años y medio. Y ahora, con la muerte de Jesucristo en la Cruz del Calvario fue quitado el pecado. Juan el Bautista cuando vio a Jesús, dijo: “He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.” \[San Juan 1:29\] Vino para quitar el pecado como está en la profecía de Daniel, y como está en la profecía de Isaías, capítulo 53, verso 10. Por eso Él siempre decía que tenía que poner Su vida por las ovejas, por las ovejas que el Padre le dio. Por lo tanto, Jesucristo sabía que Él tenía que morir como el Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados. Él es el Sacrificio de la Expiación para todos los seres humanos: hebreos y gentiles, y no hay otro Sacrificio que el ser humano pueda presentar ante Dios para obtener el perdón de sus pecados, ser limpios de todo pecado y ser justificados ante Dios; o sea, quedar como si nunca en la vida hubiese pecado. Por lo tanto, el Sacrificio de Expiación por los pecados fue realizado antes de la destrucción de Jerusalén. Según el calendario común que se usa, que es calendario gregoriano, en el año 33 de ese calendario, murió Cristo en la Cruz del Calvario, como el Sacrificio de la Expiación para todo ser humano. Y ahora, ya Dios no acepta sacrificios de animalitos por los pecados del ser humano, porque ya lo que aquellos sacrificios representaban, fue cumplido en Jesucristo muriendo en la Cruz del Calvario. Y ahora, el único Sacrificio de Expiación para el ser humano es el Sacrificio de Jesucristo en la Cruz del Calvario. Y Dios no acepta otro Sacrificio. Ya lo que era un tipo y figura en el Antiguo Testamento, se convirtió en una realidad con la muerte de Cristo en la Cruz del Calvario; y por esa causa se ha estado predicando el Evangelio de Jesucristo por todo el mundo, para que todo ser humano tenga la oportunidad de obtener el perdón de sus pecados, ser limpio de todo pecado con la Sangre de Jesucristo, y ser reconciliado con Dios. Así es para todo ser humano como individuo, y por consiguiente ése es el único Sacrificio aceptado por Dios. Jesucristo como Sumo Sacerdote según el Orden de Melquisedec en el Templo Celestial se presentó con Su propia Sangre y ha estado haciendo intercesión como Sumo Sacerdote en el Templo Celestial, en la misma forma que hacía el Sumo Sacerdote en el templo terrenal, adonde entraba con la sangre del sacrificio de expiación del macho cabrío, llevando la sangre al lugar santísimo y esparciendo con su dedo siete veces sobre el propiciatorio. Por lo tanto, ahora desde la muerte de Cristo en adelante no ha estado vigente delante de Dios el templo terrenal que estaba en Jerusalén, sino el Templo que está en el Cielo, donde está Jesucristo, el cual es el Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados; y ahí Él está como Sumo Sacerdote con Su propia Sangre, haciendo intercesión por cada persona que lo recibe como su único y suficiente Salvador. Esa persona está escrita en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, esa persona por consiguiente tenía que escuchar la predicación del Evangelio de Cristo. “El que es de Dios, la Voz de Dios oye,” dijo el mismo Jesucristo en San Juan, capítulo 8, verso 47. Por lo tanto, la predicación del Evangelio de Cristo tiene un propósito: que escuchen el misterio de la Primera Venida del Mesías, de Cristo, del Ungido, y escuchen sobre Su muerte como el Sacrificio de la Expiación por los pecados del ser humano, y escuchen de Su sepultura y de Su resurrección y de Su ascensión al Cielo, donde entró al Lugar Santísimo y se presentó allí como Sumo Sacerdote según el Orden de Melquisedec con Su propia Sangre, para hacer intercesión por toda persona escrita en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero. Esas son las personas mencionadas como las ovejas que el Padre le dio para que les dé Vida eterna. De ellas habló Cristo en San Juan, capítulo 10, versos 14 en adelante, cuando dijo: “*Yo soy el buen pastor y conozco mis ovejas, y las mías me conocen.”* Ahora, debemos entender que todo creyente en Cristo no vino a ser una oveja cuando recibió a Cristo, sino que era una oveja y por eso recibió a Cristo, era una oveja que el Padre le había dado a Cristo para que la buscara y le diera Vida eterna. De esto habló Cristo en San Lucas, capítulo 19, verso 10, cuando dijo: “Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.” Esas son las ovejas de las cuales Él dijo: “*...y conozco mis ovejas, y las mías me conocen,* *así como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas.”* ¿Por quién puso Su vida Jesús en la Cruz del Calvario? Por las ovejas que el Padre le dio. Esas son almas de Dios que han venido de Dios, pero han aparecido en la Tierra en medio de un mundo que pecó cuando Adán y Eva pecaron, y por consiguiente este mundo cayó en las manos del enemigo de Dios, llamado el diablo o Satanás; y ha estado bajo el reino del maligno. Pero estas personas que son ovejas de Dios y han sido dadas a Jesús para que las busque y les dé Vida eterna, escucharían Su Voz, lo conocerían. Dice así: “*...así como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas.”* En esa misma forma es que Cristo nos conoce a nosotros y nosotros lo conocemos a Él. Él dijo: “Y conozco mis ovejas, y las mías me conocen.” “*También tengo otras ovejas que no son de este redil* (o sea, que no estaban en medio del pueblo hebreo allá en la tierra de Israel, estaban en medio de los gentiles)*; aquéllas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor.”* Y ahora, aquí la promesa es (lo cual es una profecía) que estas ovejas que estarán entre los gentiles van a escuchar la Voz de Jesucristo, y van a ser colocadas en un Redil. “*...y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor.”* Van a pertenecer al Rebaño del Buen Pastor, de Jesucristo, porque son ovejas del Padre dadas a Cristo para que las busque y les dé Vida eterna, y por consiguiente sean colocadas en el Rebaño del Buen Pastor, que es la Iglesia del Señor Jesucristo compuesta por todos los creyentes en Cristo. “*Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida, para volverla a tomar.* *Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo.”* Nadie le podía quitar la vida a Jesús, ¿por qué? Porque Él tiene Vida eterna. ¿Y cómo entonces estaba hablando de que iba a morir un hombre que tiene Vida eterna? Porque lo único que trae la muerte es el pecado. “La paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es Vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.” \[Romanos 6:23\] Y ahora, para Él morir, ¿qué tiene que hacer? Tiene que tener pecados. Pero Él no puede pecar, entonces al tomar los pecados del ser humano, al tomar los pecados de las personas, tomando el pecado original, entonces se cumplirá lo que dijo Juan el Bautista: “He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.” Por lo tanto, toma los pecados, ya los quita de las personas, quita el pecado original, ¿y qué hace? Al tomarlos se hace pecado por nosotros. Dios cargó en Él los pecados de todos nosotros. Por lo tanto, al cargar en Él los pecados de todos nosotros, viene a ser mortal por un tiempo, puede entonces morir. Y ahora, Él tiene que morir por cuanto Él se ha hecho pecado por nosotros. Y ahora, para que ocurra esto, vean aquí Isaías, capítulo 53, verso 6, dice: “*Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros.”* Y este es un pasaje mesiánico. Dios cargó en el Mesías el pecado de todos nosotros. Por lo tanto, Él así se hizo mortal, y tuvo que morir en representación de todos nosotros, o sea, que Él al morir por nosotros, nosotros estábamos muriendo en Él y con Él. Él ocupó nuestro lugar, Él es nuestro pariente Redentor, como lo fue Booz de Noemí. Y ahora, ya tenemos un pariente Redentor que realizó la Redención nuestra en la Cruz del Calvario, para nosotros ser restaurados a nuestra herencia para nosotros ser restaurados a la Vida eterna y a todo lo que nos corresponde en la Vida eterna como herederos de Dios y coherederos con nuestro Redentor, coherederos con Jesucristo nuestro Salvador. Y ahora, la muerte de Cristo en la Cruz del Calvario, vean aquí en San Juan... pero antes vamos a pasar a otro lugar: a Isaías, capítulo 40, verso 1 en adelante, dice: “*Consolaos, consolaos, pueblo mío, dice vuestro Dios.* *Hablad al corazón de Jerusalén; decidle a voces que su tiempo es ya cumplido, que su pecado es perdonado; que doble ha recibido de la mano de Jehová por todos sus pecados.”* Y ahora, ¿cómo es que Jerusalén ha recibido el perdón de sus pecados? Jerusalén como ciudad. Y esto también es para Israel como nación. Dice en San Juan, capítulo 11, verso 51 al 53... esto fue cuando Jesús estaba siendo juzgado por Caifás, el sumo sacerdote, y el Concilio del Sanedrín; esto fue en una reunión antes del juicio último; aquí estaban reunidos para ver qué iban a hacer con Jesús, pero Jesús no estaba allí presente; pero estaban teniendo esa reunión para decidir qué iban a hacer con Jesús, porque mucha gente estaba siguiendo a Jesús. Y ellos pensaban que si lo dejaban así que siguiera predicando y haciendo milagros, todo el pueblo hebreo iba a seguir a Jesús, y entonces ellos pensaban que los romanos iban a ver ese movimiento de miles de personas siguiendo a Jesús, como un movimiento rebelde, un movimiento en el cual iban a tumbar el gobierno romano que estaba establecido allí, y entonces al ver tantas multitudes siguiendo a Jesús iban a enviar los ejércitos romanos e iban a destruir a Jerusalén e iban a destruir a muchos lugares más; y ellos pensaron políticamente lo que podía suceder. Veamos aquí, el pasaje completo de San Juan, capítulo 11, versos 47 al 53 (esto fue luego que Jesús resucitó a Lázaro y se corrió la noticia de lo que había sucedido, y vinieron a los sacerdotes y les dijeron lo que Jesús había hecho): “*Entonces los principales sacerdotes y los fariseos reunieron el concilio, y dijeron: ¿Qué haremos? Porque este hombre hace muchas señales.* *Si le dejamos así, todos creerán en él* (eso es lo que tenían que hacer ellos también: creer en Él)*; y vendrán los romanos, y destruirán nuestro lugar santo y nuestra nación.* *Entonces Caifás, uno de ellos, sumo sacerdote aquel año, les dijo: Vosotros no sabéis nada;* *ni pensáis que nos conviene que un hombre muera por el pueblo, y no que toda la nación perezca.* *Esto no lo dijo por sí mismo...”* Siempre el pueblo hebreo ha tenido temor de la destrucción de la nación hebrea, pues en todos los tiempos hubo naciones que desearon destruir a la nación hebrea. Y todavía hay naciones que les gustaría destruir la nación hebrea, borrarla del mapa. Pero eso no será posible, porque hay promesas divinas, profecías divinas que Israel va a ser el Distrito Federal y Jerusalén va a ser la Capital del mundo. Por lo tanto, Dios ha estado cuidando y continuará cuidando a la nación hebrea. Y Dios le tiene un poderoso Arcángel a favor de la nación hebrea, que es el Arcángel Miguel. Por lo tanto, ese Arcángel está a cargo de la protección del pueblo hebreo. La nación hebrea está más protegida de lo que muchas naciones se imaginan. El Arcángel Miguel con Su poderoso ejército está cuidando la nación hebrea. Por eso es que pudo ser restaurada como nación, es una nación libre y soberana. Y ahora, todo eso ha sido posible porque Dios ha hecho promesas para la nación hebrea y las tiene que cumplir. Y para el tiempo del fin hay grandes promesas. El Arcángel Gabriel le dijo al Profeta Daniel que para el tiempo del fin serán cumplidas aquellas cosas que Él le habló, que corresponden al tiempo del fin. Estas cosas corresponden al tiempo final, donde se entrelaza la Dispensación del Reino con la Dispensación de la Gracia. Y ahora, continuemos leyendo aquí el pasaje de San Juan, capítulo 11. Sigue diciendo: “*Esto no lo dijo por sí mismo* (o sea, Caifás, el sumo sacerdote no está hablando de sí mismo)*, sino que como era el sumo sacerdote aquel año, profetizó* (¿qué profetizó?) *que Jesús había de morir por la nación;* *y no solamente por la nación, sino también para congregar en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos* (que estaban dispersos por el mundo entero, por todas las naciones)*.”* Por causa de los cautiverios la nación hebrea fue llevada por diferentes reyes a diferentes naciones, en diferentes cautiverios; y aun cuando hubo problemas en la nación hebrea (de guerras) algunos se fueron, para evitar los problemas de la guerra. Y el pueblo hebreo es el más que está diseminado por el planeta Tierra completo. En el país que usted llegue encontrará hebreos: hebreos que saben que son hebreos y otros que ni saben que son hebreos. Pero miren ustedes: “*...para congregar en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos.”* Y ahora, no murió Jesucristo solamente por la nación hebrea sino por todos los hijos e hijas de Dios que estaban dispersos, y por consiguiente escucharían la Voz de Cristo, la Voz del Espíritu Santo, del Espíritu de Cristo a través de los diferentes Mensajeros y diferentes predicadores del Evangelio de Cristo que estarían llevando el Evangelio por todas las naciones, los cuales son personas bendecidas, bienaventuradas. “Porque son benditos los pies de los que anuncian la paz, de los que llevan buenas nuevas.” \[Romanos 10:15\] Buenas nuevas de paz: esos son los predicadores del Evangelio de Jesucristo, los predicadores del Evangelio de la Gracia durante la Dispensación de la Gracia, para que así escuchen que murió Jesús por la nación hebrea y por todos los hijos de Dios que estaban dispersos en el mundo entero. Hay una mayoría muy grande en la Iglesia de Jesucristo desde su comienzo, los cuales son hebreos; comenzó con hebreos y se extendió, no solamente en la tierra de Israel sino en Asia Menor, en Europa, y pasó a Norteamérica y a la América Latina, el Mensaje del Evangelio de Cristo, y por el mundo entero, para congregar en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos, creyendo en la Primera Venida de Cristo y Su muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados. Y ahora, en la Iglesia de Jesucristo el número de descendientes hebreos que han sabido que son hebreos, quizás no sea tan alto entre los gentiles; pero descendientes hebreos que no han sabido que son descendientes hebreos, es muy alto el número, es tan alto que puede ser más del 50% ó más del 75% ó más del 90%. Y hasta puede ser hasta el 99%. Y no sabemos si hasta el 100%. Donde quiera que hay seres humanos, encontraremos hebreos. Y ahora, todos los seres humanos tienen un Sacrificio de Expiación por sus pecados durante la Dispensación de la Gracia. Cuando sea quitado el Sacrificio de Expiación y sea quitada la Sangre del Lugar Santísimo en el Cielo, ya entonces se acabó la oportunidad para los gentiles obtener el perdón de sus pecados, ser limpios de todo pecado con la Sangre de Cristo, porque ya no habrá Sangre en el Cielo, en el Lugar Santísimo, en el Templo Celestial. Por eso es que toda persona que vive en la Tierra, tiene que recibir a Cristo lo más pronto posible, si no lo ha hecho al escuchar la predicación del Evangelio de Cristo, para que pueda obtener la bendición del perdón de sus pecados y ser limpio de todo pecado con la Sangre de Cristo. Ya el Sacrificio fue efectuado, corresponde a la persona creer y recibir a Cristo como el Sacrificio de la Expiación por sus pecados, recibir ese Sacrificio creyendo en Cristo de todo corazón, para que pueda obtener la salvación y Vida eterna. Luego de la Dispensación de la Gracia donde se predica el Evangelio de la Gracia, luego entrará la Dispensación del Reino en este tiempo final, y hará un entrelace. Ese entrelace debe ser comprendido por los creyentes en Cristo. Se estará predicando el Evangelio de la Gracia y también se estará predicando el Evangelio del Reino; y la predicación del Evangelio de la Gracia es la Lluvia Temprana de la Enseñanza; y el Evangelio del Reino es la Lluvia Tardía de la Enseñanza de la Palabra de Dios. La Iglesia del Señor Jesucristo para este tiempo final tendrá ambas lluvias, tendrá la predicación del Evangelio de la Gracia y la predicación del Evangelio del Reino, porque en este tiempo se está realizando un entrelace dispensacional: la Dispensación del Reino se está entrelazando con la Dispensación de la Gracia, y tendrá un ministerio dispensacional: el ministerio de Elías, conforme a Malaquías, capítulo 4, verso 1 al 6. Ese es el ministerio para este tiempo final. Y ahí estará el ministerio también de Moisés. Esos son los dos Olivos, esos son los dos Ungidos que están delante de la presencia de Dios; y para este tiempo final serán enviados a la Iglesia de Jesucristo y después al pueblo hebreo, para realizar este entrelace dispensacional y para llamar y juntar los escogidos de en medio de los gentiles y de la Iglesia del Cristianismo en el Cuerpo Místico de Jesucristo, y para llamar y juntar ciento cuarenta y cuatro mil hebreos, y para preparar todas las cosas para la restauración del Reino de David en medio del pueblo hebreo. Todo esto precursa la Venida del Mesías para el tiempo final. Todo esto es lo que prepara al pueblo para la Segunda Venida de Cristo, para el Cristianismo; y prepara al pueblo hebreo para la Venida del Mesías, el cual establecerá el Reino de Dios en la Tierra en medio del pueblo hebreo, y eso será la restauración del Reino de David, en donde el pueblo hebreo recibirá la verdadera paz, la paz imperecedera, la paz de Dios, la paz del Nuevo Pacto. Esa paz imperecedera que el pueblo hebreo desea, está dentro del Nuevo Pacto; y por consiguiente está dentro (para el pueblo hebreo) de la Dispensación del Reino, y por consiguiente está dentro del Reino de David siendo restaurado en este tiempo final. No hay paz para las naciones, a menos que sea bajo el Reino de Dios siendo establecido en la Tierra, bajo la Monarquía de David, que será restaurada en medio del pueblo hebreo; porque ese Reino de David es el Reino de Dios terrenal, que le fue dado al rey David, y por consiguiente ese es el Reino que será restaurado, y el Trono de David tendrá allí un heredero que se sentará sobre el Trono de David. Esa será la lámpara que Dios le dará a David en el tiempo final, para que alumbre en medio del pueblo hebreo como rey sobre el pueblo hebreo y sobre todas las naciones. El único rey y reino que tiene derecho a gobernar sobre Israel y sobre todas las naciones es el Reino de David con un descendiente del Rey David, que será el Mesías Príncipe, el cual vendrá al pueblo hebreo, y el pueblo hebreo lo reconocerá y lo recibirá, porque será un Mesías Profeta y Sacerdote y también Juez, y Él hablará la Palabra correspondiente para ese tiempo, y ellos creerán, primeramente ciento cuarenta y cuatro mil hebreos, doce mil de cada tribu, conforme a como está establecido; y esos son las primicias o los escogidos, esas son las reliquias. Por lo tanto, ellos van a creer, van a ver al Profeta Elías, ese ministerio de nuevo en medio del Cristianismo primero y después en medio del pueblo hebreo. Y van a decir: “Éste es el Elías que nosotros estamos esperando.” Y ellos sabrán que bajo ese ministerio serán preparados para recibir al Mesías Príncipe que se sentará sobre el Trono de David y gobernará bajo la Dispensación del Reino, que es la séptima dispensación. Por lo tanto, la Dispensación del Reino tiene grandes bendiciones para el pueblo hebreo y para la Iglesia del Señor Jesucristo, para el Cristianismo, para todos los cristianos nacidos de nuevo, los cuales con la Sangre de Cristo han sido limpiados de todo pecado y han sido hechos Reyes y Sacerdotes para reinar con Cristo por mil años y luego por toda la eternidad. Por lo tanto, esas personas estarán allá en Jerusalén con Cristo como Reyes y Sacerdotes, y ellos tendrán una misión muy grande en el planeta Tierra completo. Esas personas estarán en cuerpos eternos, cuerpos inmortales, cuerpos glorificados, como el cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador; por consiguiente esas personas tendrán una parte muy importante en ese Reino, esas personas pertenecen al Orden Sacerdotal Celestial del Templo Celestial, al Orden de Melquisedec; y como Reyes pertenecen también a ese Orden de Melquisedec, pertenecen a la Realeza del Cielo. Y por cuanto el Reino de Dios va a venir a la Tierra y va a ser establecido, los que pertenecen a ese Reino Celestial, van a estar también aquí en la Tierra en el establecimiento del Reino de Dios en la Tierra, el cual es llamado: “El Reino de David,” y el cual será establecido y será restaurado por consiguiente al pueblo hebreo; es el pueblo que tiene la promesa de la restauración del Reino de Dios, que será la restauración del Reino de David. Y el único Reino que por decreto divino tiene el derecho para reinar sobre el pueblo hebreo y sobre todas las naciones, y tener como Capital Jerusalén, y como Distrito Federal todo el territorio de Israel. Todo eso se cumplirá en la Dispensación del Reino, que es la séptima dispensación. Esa dispensación tiene que ver con el pueblo hebreo, con el Reino de David siendo restaurado, y con el Mesías Príncipe sobre el Trono de David, reinando sobre el pueblo hebreo y sobre todas las naciones. Hemos visto: **“LA DISPENSACIÓN DEL REINO.”** Y también vimos las demás dispensaciones. Nuestro tema ha sido: **“LA DISPENSACIÓN DEL REINO.”** Ahora, en este tiempo todavía la Dispensación de la Gracia, que es la sexta dispensación está vigente. Pero está sucediendo un entrelace en donde la Dispensación del Reino se está entrelazando con la Dispensación de la Gracia. En este tiempo están siendo llamados los últimos escogidos de Dios que todavía no han venido a los Pies de Cristo. El llamado ha salido del Cielo de parte de Dios. Por medio del Espíritu Santo está siendo emitido a todas las naciones y están viniendo a los Pies de Cristo los que faltan para completarse la Iglesia del Señor Jesucristo; y después Dios tratará con el pueblo hebreo, después el pueblo hebreo entenderá. Y ahora, ya millones de seres humano escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, que son las ovejas que el Padre le dio a Cristo para buscarlas y darles Vida eterna, han venido ya millones, pero todavía faltan algunas personas por venir al Redil del Señor Jesucristo. Ya muchos han venido. ¿Quiénes ya vinieron al Redil del Señor? Todos nosotros. Si falta alguno por venir a los Pies de Cristo, para entrar al Redil del Señor, a la Iglesia del Señor Jesucristo puede venir. Yo estaré orando por usted para que Cristo le reciba en Su Redil. Los que están en otras naciones también pueden venir a los Pies de Cristo en estos momentos para que Cristo les dé la entrada a Su Reino, a Su Redil. Usted ha estado escuchando la predicación del Evangelio de Cristo, ¿por qué? Porque el Nombre suyo está escrito en el Cielo, y por consiguiente está usted representado en el Cielo como una oveja del Padre que ha sido dada a Cristo para que Cristo la busque y le dé salvación y Vida eterna. Usted no sabía que su nombre estaba escrito en el Cielo, y usted no comprendía porqué le llamaba la atención escuchar la predicación del Evangelio de Cristo. ¿Y por qué le llamaba la atención la Biblia? Es que el nombre suyo está escrito en el Cielo en el Libro de la Vida. Toda persona escrita en el Cielo en el Libro de la Vida siente en su alma el deseo de vivir eternamente y sabe que hay una Vida eterna y desea obtenerla; y por medio de la predicación de Jesucristo se da a conocer cómo la persona puede obtener la Vida eterna: es a través de Jesucristo. Dios nos ha dado Vida eterna. “Y esta Vida está en Su Hijo, Jesucristo.” (Primera de Juan, capítulo 5, versos 10 al 13). Y Él nos ha dado Vida eterna. Por lo tanto, venimos a Jesucristo para recibir esa Vida eterna. La exclusividad de la Vida eterna Dios la ha dado a Jesucristo. Para obtener la Vida eterna, pues la persona tiene que venir a los Pies del que tiene la exclusividad de la Vida eterna. Por eso se predica el Evangelio de Jesucristo y se le da la oportunidad a las personas que vengan a los Pies de Cristo para obtener la Vida eterna. “Mis ovejas oyen mi Voz y me siguen,” dice Cristo en San Juan, capítulo 10, y Él dice aun más, y eso que dice de las personas que escuchan Su Voz y le siguen es muy importante para nosotros. Dice: “*Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen.”* Jesucristo le conoce a usted desde antes de la fundación del mundo, y Él sabía que usted iba a estar aquí presente. Y ustedes que están en otras naciones, Cristo sabía que usted iba a estar ahí donde usted se encuentra en estos momentos. Por lo tanto, pueden venir a los Pies de Cristo los que están en otras naciones también. Dice: “*... y me siguen* (Cristo ya dijo que usted lo iba a escuchar y lo iba a seguir)*,* *y yo les doy vida eterna...”* Eso es lo que Cristo ha prometido darle a las ovejas que el Padre le dio para que las llame y les dé Vida eterna. Ese es el propósito, esa es la meta: que obtengamos la Vida eterna para vivir con Jesucristo en Su Reino por toda la eternidad. No venimos a los Pies de Cristo para ser un religioso más sino para recibir la Vida eterna, y obtener la inmortalidad de nuestra alma; y la inmortalidad del cuerpo la vamos a obtener muy pronto cuando Cristo resucite a los muertos creyentes en Él en cuerpos eternos y glorificados y nos transforme a nosotros los que vivimos, y entonces tendremos Vida eterna física, porque tendremos un cuerpo eterno, inmortal y glorificado como el de Jesucristo. Pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo, los que se encuentran en otras naciones también, pues Cristo le ha llamado a usted, nació la fe de Cristo en su alma, y ahora tiene la oportunidad de dar testimonio público de su fe en Cristo, recibiéndole como su único y suficiente Salvador, para que Cristo le dé la Vida eterna. Vamos a estar puestos en pie para orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo. Vamos a levantar nuestras manos al Cielo a Cristo, los que están aquí presentes y los que están en otras naciones y vamos a orar, y repitan conmigo esta oración los que han venido a los Pies de Cristo. Si falta alguna persona por venir, puede venir. Vamos a cerrar nuestros ojos y vamos a orar. Repitan conmigo esta oración los que han venido a los Pies de Cristo aquí presentes y los que están a través de internet o del satélite en otras naciones: ***Señor Jesucristo, he escuchado la predicación de Tu Evangelio, ha nacido Tu fe en mi corazón, creo en Ti de todo corazón, creo en Tu Primera Venida, creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de la Expiación por mis pecados; reconozco que soy pecador y necesito un Salvador.*** ***Señor Jesucristo, reconozco que Tú eres el único y suficiente Salvador, doy testimonio público de mi fe en Ti, y Te recibo públicamente como mi único y suficiente Salvador.*** ***Señor Jesucristo, Te ruego perdones mis pecados y con Tu Sangre me limpies de todo pecado, y me bautices con Espíritu Santo y Fuego, y produzcas en mí el nuevo nacimiento, luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre. En Tus Manos me entrego en alma, espíritu y cuerpo.*** ***Señor Jesucristo, sálvame, salva mi alma. En Tus Manos encomiendo mi alma, salva mi alma, Te lo ruego en Tu Nombre eterno y glorioso, Señor Jesucristo. Amén y amén.*** Cristo les ha recibido en Su Reino, ha perdonado vuestros pecados y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado. Por lo cual con nuestras manos levantadas a Cristo al Cielo podemos decir todos: **¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado!** **¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado!** **¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! Amén y amén.** Y ahora, ustedes han creído en Cristo al escuchar la predicación del Evangelio de Cristo, pues Él dijo: “*Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.* *El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”* (San Marcos, capítulo 16, versos 15 al 16). Ustedes escucharon la predicación del Evangelio de Cristo y creyeron, y me dirán: “Me falta ser bautizado en agua en Su Nombre. ¿Cuándo me pueden bautizar?” Por cuanto ustedes han creído de todo corazón, bien pueden ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo en estos momentos. ***Y que Jesucristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén.*** ***Y a vuestros familiares Cristo los traiga a Sus Pies y les dé también la salvación y Vida eterna. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén.*** Y ahora, bien pueden ser bautizados en agua. Pregunto al reverendo Salomón Cunha si hay agua: Hay agua, hay bautisterio. ¿Hay ropas bautismales? Hay ropas bautismales también. ¿Hay vestidores de ropa? También hay vestidores de ropa y ropas bautismales también, y personas que les ayudarán a llegar a los vestidores de ropa y les ayudarán en todo y cuidarán de vuestras ropas también en lo que ustedes son bautizados en agua. ¿Hay ministros también que les bautizarán? Hay ministros también que les bautizarán. Por lo tanto, bien pueden ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, ustedes que están aquí presentes y los que están en otras naciones también. Por lo tanto, bien pueden ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. ***Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento, y sean colocados en el Redil del Señor, la Iglesia del Señor Jesucristo.*** Ha sido para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, dándoles testimonio de nuestro tema: **“LA DISPENSACIÓN DEL REINO.”** A esa dispensación entraremos también nosotros para reinar con Cristo por el milenio y por toda la eternidad. Muchas gracias por vuestra amable atención, y continúen pasando una tarde llena de las bendiciones de Jesucristo nuestro Salvador. Dejo al ministro de cada país y de cada lugar que está a través de internet, en esta transmisión que se está haciendo directamente desde la ciudad de Goiânia, el Estado de Goiás, República del Brasil. En cada lugar donde ustedes están, iglesia o auditorio o lugar público, hay ministros y bautisterios también, y ropas bautismales y personas que les ayudarán, y ministros que les bautizarán en agua en el Nombre del Señor Jesucristo a todos los que han recibido a Cristo como Salvador. Por lo tanto, bien pueden ser bautizados en agua. Dejo al ministro de cada lugar, de cada país, de cada auditorio y de cada iglesia que está a través de internet, con ustedes, que están a través de internet o del satélite. Y también dejo aquí presente al ministro de esta iglesia, de este auditorio, al reverendo Salomón Cunha para continuar e indicarles hacia dónde caminar para colocarse las ropas bautismales y ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. Que Dios les continúe bendiciendo a todos. Con nosotros el reverendo Salomón Cunha en estos momentos y también en los demás lugares al ministro correspondiente en cada lugar. Dios les bendiga y les guarde a todos. “**LA DISPENSACIÓN DEL REINO.”**