--- title: 'La voz de Dios hoy' date: 2005-09-08 activity: 2 place: city: London state: country: GB duration: 00:00:00 public: false youtube: translations: files: --- Muy buenas noches, amables amigos y hermanos presentes; es para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios. Para lo cual leemos en la carta a los Hebreos, capítulo 12, versos 22 en adelante, donde nos dice: “*...sino que os habéis acercado al monte de Sion, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles,* *a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos, a Dios el Juez de todos, a los espíritus de los justos hechos perfectos,* *a Jesús el Mediador del nuevo pacto, y a la sangre rociada que habla mejor que la de Abel.* *Mirad que no desechéis al que habla. Porque si no escaparon aquellos que desecharon al que los amonestaba en la tierra, mucho menos nosotros, si desecháremos al que amonesta desde los cielos.* *La voz del cual conmovió entonces la tierra, pero ahora ha prometido, diciendo: Aún una vez, y conmoveré no solamente la tierra, sino también el cielo.* *Y esta frase: Aún una vez, indica la remoción de las cosas movibles, como cosas hechas, para que queden las inconmovibles.* *Así que, recibiendo nosotros un reino inconmovible, tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia;* *porque nuestro Dios es fuego consumidor.”* Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla. Para esta ocasión nuestro tema es: **“LA VOZ DE DIOS HOY.”** El Profeta Amós nos dice en el capítulo 8, verso 11 en adelante: “*He aquí vienen días, dice Jehová el Señor, en los cuales enviaré hambre a la tierra, no hambre de pan, ni sed de agua, sino de oír la palabra de Jehová.”* A través del tiempo el ser humano ha sentido hambre espiritual, así como sentimos hambre física y tenemos que comer alimento para alimentar así nuestro cuerpo; porque si no comemos nos debilitamos, nos enfermamos y morimos. Ahora, aquí la Escritura nos dice que habrá hambre y sed, no de pan y agua, sino de oír la Palabra de Dios. Así como el cuerpo físico siente hambre, y hay que darle de comer, nuestra alma siente hambre espiritual y hay que darle de comer. “Y no solamente de pan vivirá el hombre, sino de toda Palabra que sale de la boca de Dios.” \[Deuteronomio 8:3\] Por lo tanto, el Alimento para nuestra alma es la Palabra de Dios. Y ahora, nuestro tema es: **“LA VOZ DE DIOS HOY.”** Ése es el Alimento Espiritual para nuestra alma. Todo ser humano necesita escuchar la Palabra de Dios para alimentar su alma; sino su alma estará enflaquecida, enmagrecida, se enfermará, y morirá. Pero nosotros queremos Vida eterna acá en nuestra alma. El ser humano es alma, espíritu y cuerpo; y por lo tanto tenemos que alimentar nuestra alma. Ahora, esa Palabra de Dios ha venido siempre para la raza humana de edad en edad y de dispensación en dispensación. Encontramos que la Palabra de Dios siempre ha venido por una sola persona: por Jesucristo en Espíritu Santo, en el Antiguo Testamento y en el Nuevo Testamento; es el mismo Espíritu Santo hablando en todos los tiempos. Él es el que trae la Palabra de Vida eterna. Vean ustedes en Zacarías, capítulo 7, versos 11 al 12, nos dice de la siguiente manera: “*Pero no quisieron escuchar...”* Esto fue el pueblo hebreo al cual Dios le hablaba, pero él endureció su corazón; y aquí Dios dice por medio del Profeta Zacarías: “*Pero no quisieron escuchar, antes volvieron la espalda, y taparon sus oídos para no oír;* *y pusieron su corazón como diamante, para no oír la ley ni las palabras que Jehová de los ejércitos enviaba por su Espíritu, por medio de los profetas primeros; vino, por tanto, gran enojo de parte de Jehová de los ejércitos.”* **¿Cómo Dios hablaba al pueblo hebreo?** A través de los Profetas, era Dios por medio de Su Espíritu Santo, nos dice aquí. Dice que era Dios, nos dice: “*...y pusieron su corazón como diamante, para no oír la ley ni las palabras que Jehová de los ejércitos enviaba por su Espíritu, por medio de los profetas primeros; vino, por tanto, gran enojo de parte de Jehová de los ejércitos.”* La Palabra que Jehová de los ejércitos enviaba ¿cómo? Por Su Espíritu, por medio de los Profetas. Y ahora, tenemos un Orden Divino establecido en la Escritura para Dios hablarle a Su pueblo. Esa es la forma en que encontramos a Dios hablándole a Su pueblo en el Antiguo Testamento. “Porque no hará nada el Señor Jehová, sin que revele Sus secretos a Sus siervos, Sus Profetas.” Dice Amós, capítulo 3, verso 7. **¿Por qué Dios hablaba a través de Sus Profetas?** Porque los Profetas son personas enviadas por Dios a la Tierra en medio de Su pueblo, con las dos conciencias juntas, para poder escuchar directamente de parte de Dios lo que Dios quiere decirle a Su pueblo. Ahora, veamos aquí en Hebreos, capítulo 1, verso 1 al 3, lo que dice San Pablo: “*Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas.”* Aquí nuevamente encontramos que Dios habló al pueblo hebreo a través de los Profetas. Esos Profetas no estaban hablando de sí mismos, era el Espíritu Santo en ellos hablándole a Su pueblo Israel. “*...en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo* (o sea, por Jesucristo)*, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo.”* Y ahora, encontramos que el mismo Dios que por medio de Su Espíritu Santo, habló a través de los Profetas, luego estaba en Jesucristo hablándole al pueblo hebreo. Por eso Jesucristo podía decir: “Yo no hablo nada de mí mismo, sino que como Yo oigo al Padre hablar, así Yo hablo.” \[San Juan 14:10\] Era el Espíritu Santo hablando a través de Jesús. Por eso Jesús podía decir: “Mis Palabras son Espíritu y son Vida.” \[San Juan 6:63\] La palabra de un hombre no es espíritu ni es vida; pero la Palabra de Dios es Espíritu y es Vida, y esa era la Palabra que salía de los labios de Jesucristo. Y ahora, encontramos que Dios ha estado hablando todo el tiempo por medio de Su Espíritu Santo en el Antiguo Testamento y también en el Nuevo Testamento. Y ahora, encontramos que Cristo en Espíritu Santo en el Antiguo Testamento estaba hablando a través de los Profetas. El mismo Espíritu de Cristo que estaba en los Profetas, luego estaba manifestado en carne humana en Jesús, y luego Cristo dijo que Él enviaría Su Espíritu a Su Iglesia, a los creyentes en Él. Encontramos en San Juan, capítulo 14, verso 26, donde nos dice: “*Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho.”* Y aquí tenemos la promesa de que el Espíritu Santo continuará enseñando y continuará recordando a los creyentes en Cristo todas las cosas que Jesús habló. Y ahora, Dios habla a Su pueblo Israel y a Su Iglesia por medio de Su Espíritu Santo. El mismo Espíritu Santo que estaba en Jesús, el cual sería enviado para guiar a Su Iglesia a toda justicia y a toda verdad, y enseñarle todas las cosas y recordarle todo lo que Jesús habló. En San Juan, capítulo 15, verso 26, dice: “*Pero cuando venga el Consolador, a quien yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio acerca de mí.”* Es el Espíritu Santo a través de San Pedro, de San Pablo y demás Apóstoles y demás Mensajeros que Él ha enviado a la Tierra en medio de Su Iglesia; que el Espíritu Santo ha estado hablando y ha estado dando testimonio de Cristo. Por lo tanto, no son palabras humanas las que habló San Pedro ni San Pablo, sino que son las Palabras de Dios por medio del Espíritu Santo en ellos; y todavía continúa el Espíritu Santo en medio de Su Iglesia; y por consiguiente continúa hablándole a Su Iglesia. Vean aquí en Primera de Pedro, capítulo 1, verso 10 en adelante, dice: “*Los profetas que profetizaron de la gracia destinada a vosotros, inquirieron y diligentemente indagaron acerca de esta salvación,* *escudriñando qué persona y qué tiempo indicaba el Espíritu de Cristo que estaba en ellos, el cual anunciaba de antemano los sufrimientos de Cristo, y las glorias que vendrían tras ellos.”* Era el Espíritu de Cristo el que estaba en los Profetas, el Espíritu Santo dando testimonio en el Antiguo Testamento. “*A éstos se les reveló que no para sí mismos, sino para nosotros, administraban las cosas que ahora os son anunciadas por los que os han predicado el evangelio por el Espíritu Santo enviado del cielo...”* Y ahora, los Apóstoles predicaban el Evangelio de Cristo por medio del Espíritu Santo enviado del Cielo. Por lo tanto, era la Palabra de Dios la que salía de la boca de los Apóstoles, dando testimonio el Espíritu Santo ¿de qué? De Cristo, dando testimonio de Cristo, dando testimonio de la Primera Venida de Cristo y de la muerte de Cristo en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados, para que así toda persona sepa que ya no necesita realizar un sacrificio de un animalito como se realizaba en el Antiguo Testamento, conforme a Levítico, capítulo 23, verso 26 al 29; sino que ya hay un Sacrificio Perfecto por el ser humano: el Sacrificio de la Expiación, ése es el Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario. Ya no acepta Dios sacrificios de animalitos, solamente Dios acepta el Sacrificio de Cristo, y solamente Dios acepta a toda persona que recibe a Cristo como su único y suficiente Salvador, creyendo en la Primera Venida de Cristo, creyendo en Su Nombre y creyendo en la muerte de Cristo en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados. Ya no hay otro sacrificio, ya los sacrificios del Antiguo Testamento terminaron. En Cristo fueron cumplidos todos. Y ahora, el Sacrificio de la Expiación por el ser humano está al alcance de todo ser humano: de hebreos y de gentiles; y el que no tenga el Sacrificio de la Expiación por sus pecados, que es el Sacrificio de Cristo, está bajo condenación, porque no cree en Cristo y Su Sacrificio en la Cruz del Calvario. Por lo tanto, se predica el Evangelio de Cristo, se dan a conocer estas buenas noticias de salvación y Vida eterna, el Evangelio de Cristo, el Evangelio de la Gracia, para que todo ser humano pueda obtener la salvación y Vida eterna a través de Jesucristo nuestro Salvador. Y ahora, ha sido el Espíritu Santo en San Pedro, en San Pablo y demás Apóstoles, y demás Mensajeros que Él ha enviado de etapa en etapa en medio de Su Iglesia, dando testimonio de Cristo. Y ahora, eso ha sido la Voz de Dios, la Voz de Cristo, para la raza humana: para hebreos y para gentiles. Y ahora, para este tiempo final, ¿dónde encontraremos la Voz de Dios hablándonos? Así como la Voz de Dios estaba en medio del pueblo hebreo, hablando Dios por medio de Su Espíritu Santo a través de Sus Profetas; y luego cuando apareció Jesús, allí estaba la Voz de Dios hablando por medio de Su Espíritu Santo a través de Jesús. Y ahora, en el Nuevo Testamento la misma Voz de Dios, la misma que habló en el Sinaí, la cual ha estado en la Tierra hablándole a la raza humana. ¿Dónde ha estado? En el Templo de Dios, que es la Iglesia del Señor Jesucristo, que es baluarte de la verdad. Por lo tanto, en la Iglesia del Señor Jesucristo, que es el Templo Espiritual de Jesucristo, ahí estaba la Voz de Dios hablando todo el tiempo en el Nuevo Testamento de etapa en etapa, en una trayectoria de Este a Oeste, de la tierra de Israel pasando luego por Asia Menor, pasando por Europa, y luego pasando al Oeste, al continente Americano, que consta de Norteamérica y de la América Latina y el Caribe. **¿Y por qué pasa a la América Latina y el Caribe?** En el tabernáculo que construyó Moisés y el templo que construyó el rey Salomón, el lugar santísimo estaba en el Oeste; y ahí en el lugar santísimo estaba la presencia de Dios en la Nube de Fuego o de Luz sobre el propiciatorio en medio de los dos querubines de oro. Y ahora, Cristo ha estado construyendo un Templo Espiritual; y si en el templo que construyó el rey Salomón y el que construyó Moisés, el lugar santísimo estaba en el Oeste, ¿en dónde tiene que estar el Lugar Santísimo del Templo Espiritual de Cristo? Tiene que colocarlo en el Oeste. Cristo está construyendo un Templo con piedras vivas, nos dice San Pedro en su primera carta. Veamos aquí, tenemos que comprender esto para que podamos comprender lo que es la Voz de Dios en este tiempo final. Dice San Pedro en Primera de Pedro, capítulo 2, verso 4 en adelante, dice: “*Acercándoos a él, piedra viva, desechada ciertamente por los hombres, mas para Dios escogida y preciosa,* *vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo.”* Y ahora, todos los creyentes en Cristo son piedras vivas, como Jesucristo es la Piedra del Ángulo; no que sea una piedra literal sino que es la Persona principal. Y ahora, nosotros somos piedras vivas, para ser colocados, ¿en dónde? En el Templo Espiritual de Jesucristo, que es Su Iglesia. Y también nos dice: “Y ser un Sacerdocio Santo.” Y ahora, hay un Nuevo Orden Sacerdotal. San Pablo dice (en Hebreos) que el antiguo sacerdocio fue quitado. Ahora, si el antiguo sacerdocio u orden sacerdotal fue quitado, entonces hay un orden sacerdotal nuevo. En Hebreos, capítulo 7, verso 11 en adelante, dice: “*Si, pues, la perfección fuera por el sacerdocio levítico (porque bajo él recibió el pueblo la ley), ¿qué necesidad habría aún de que se levantase otro sacerdote, según el orden de Melquisedec, y que no fuese llamado según el orden de Aarón?* *Porque cambiado el sacerdocio, necesario es que haya también cambio de ley.”* Y ahora, San Pablo nos dice que cambiado el sacerdocio es necesario que haya cambio de la Ley. Por eso ahora no tenemos que estar con sacrificios de animalitos, ya hay un Nuevo Orden Sacerdotal. No se necesita el sumo sacerdote del Antiguo Testamento ni el orden sacerdotal del Antiguo Testamento; ahora está establecido el Orden Celestial de Melquisedec, ése es el Orden Sacerdotal vigente y ése es el Orden que está funcionando en el Cielo, del cual Jesucristo es el Sumo Sacerdote. Y de ese Orden Sacerdotal de Melquisedec yo soy sacerdote. ¿Y quién más? Cada uno de ustedes también; pertenecemos a un Orden Sacerdotal Celestial, al Orden Sacerdotal de Melquisedec. Y ese Orden de Melquisedec tiene tres partes muy importantes, del cual nosotros somos parte. Cristo es Sumo Sacerdote del Orden de Melquisedec; y por lo tanto, Él en el Cielo está como Sumo Sacerdote en el Templo Celestial. Allá no pudo entrar un sumo sacerdote del orden de Aarón, sino del Orden de Melquisedec. Y ahora, Jesucristo también es Rey de ese Orden de Melquisedec, y es Juez de ese Orden de Melquisedec; porque Jesucristo es el que juzgará a los vivos y a los muertos; o sea, Dios por medio de Jesucristo. Por lo tanto, Jesucristo es el Sumo Sacerdote del Orden de Melquisedec, Jesucristo es el Rey según el Orden de Melquisedec, y Jesucristo es el Juez según el Orden de Melquisedec, o sea, el Juez Supremo. Pero vean esto también, continuemos aquí en Primera de Pedro, capítulo 2, verso 9 al 10: *“Mas vosotros sois linaje escogido...”* O sea, que usted no puede decir: “Yo soy nada.” No, aquí dice que nosotros somos linaje escogido. “*...real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable.”* O sea, que todos los creyentes en Cristo nacidos de nuevo pertenecen a un Orden Celestial, al Orden de Melquisedec; y por consiguiente son la Familia de Dios, los descendientes de Dios. Si usted no reconoce que es un descendiente de Dios, usted no puede orar diciendo: “Padre nuestro.” ¿Por qué? Porque usted no ha reconocido que es un descendiente de Dios; y solamente un hijo puede llamar “Padre,” a Dios. Vean aquí en Efesios, capítulo 2 (nos habla San Pablo acerca de lo que somos nosotros), verso 17 en adelante de Efesios, dice San Pablo: “*Y vino y anunció las buenas nuevas de paz a vosotros que estabais lejos, y a los que estaban cerca;* *porque por medio de él los unos y los otros tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre.* *Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios.”* Los creyentes en Cristo son las personas más importantes que viven en este planeta Tierra, pertenecen a la Familia Real del Cielo; y por consiguiente son Príncipes y Princesas. Por eso nos dice la Escritura que Jesucristo con Su Sangre nos limpió de todo pecado, y nos ha hecho para nuestro Dios Reyes y Sacerdotes \[Apocalipsis 5:10\]. Reyes y Sacerdotes para nuestro Padre Celestial, Reyes y Sacerdotes de ese Reino Celestial, Reyes y Sacerdotes de ese Templo Celestial y de ese Reino Celestial; y ese Reino va a ser establecido en este planeta Tierra. Y cuando esté establecido aquí en la Tierra literalmente, físicamente, allí estaremos como Reyes, como Sacerdotes y Jueces; porque a todo lo que Cristo es heredero, también nosotros somos coherederos con Él. Por lo tanto, ustedes son las personas más importantes que viven en este planeta Tierra; y volveremos a vivir en este planeta Tierra, pero en nuevos cuerpos, en cuerpos eternos, jóvenes, inmortales, glorificados, como el cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador, porque pertenecemos a la Familia de Dios. En la Familia de Dios somos hijos e hijas. Ahora, vean cómo continúa diciendo San Pablo: “*...edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo.”* Él es el principal de entre todos los hijos de Dios, Él es el principal entre todas las piedras vivas. “*...en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor...”* O sea, que Cristo está construyendo un Templo Espiritual con seres humanos; por consiguiente todo lo que estaba en el tabernáculo que construyó Moisés y el templo que construyó el rey Salomón es tipo y figura de la Iglesia del Señor Jesucristo; y por consiguiente estábamos representados en el tabernáculo que construyó Moisés y en el templo que construyó el rey Salomón. Sigue diciendo: “*en quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu.”* Y en la misma forma en que Dios ha ido edificando Su Iglesia como Cuerpo Místico de creyentes, ha ido edificando a cada creyente en Cristo como individuo; y Cristo acá en el trono de nuestro corazón está sentado como Rey. Por lo tanto, ya Cristo es Rey acá en nuestra alma, y gobierna nuestras vidas. Y Él es el Rey en Su Iglesia también, para gobernar Su Iglesia por medio de Su Espíritu Santo y guiarla a toda justicia y a toda verdad, hablándole de edad en edad, de etapa en etapa. **¿Dónde vamos a encontrar la Voz de Dios hoy?** En el Templo Espiritual de Cristo, en la Iglesia del Señor Jesucristo. Ahí es donde ha estado la Voz de Dios por medio del Espíritu Santo desde el Día de Pentecostés; la misma Voz que estaba en medio del pueblo hebreo manifestada por el Espíritu Santo a través de los Profetas y a través de Jesús. Y ahora, el pueblo hebreo va a escuchar la Voz de Dios, y por consiguiente la va a escuchar en este tiempo final. Pero antes del pueblo hebreo escucharla, ¿quiénes la estarán escuchando? La Iglesia del Señor Jesucristo, cada creyente en Cristo en el Cuerpo Místico de Cristo. Esa Voz que estremeció la Tierra estremecerá no solamente la Tierra sino los Cielos también. Eso es lo que está prometido para este tiempo final, esa es la Voz de Dios por medio del Espíritu Santo, la Voz de Cristo en medio de Su Iglesia en este tiempo final. Y ahora, Dios estaba en el lugar santísimo sobre el propiciatorio en medio de los dos querubines de oro, en el tabernáculo que construyó Moisés y el templo que construyó el rey Salomón. Y en este tiempo final Jesucristo está completando Su Iglesia, Su Templo Espiritual, con Piedras vivas, construyendo el Lugar Santísimo de Su Templo Espiritual. **¿Y dónde tiene que estar la Voz de Cristo entonces?** En el Lugar Santísimo de Su Templo Espiritual, ¿en dónde? En Su Iglesia, que es Su Templo Espiritual. Y desde ahí Él estará llamando y juntando a todos Sus escogidos, y dándoles la fe para ser transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero. Por medio de la Voz de Dios, la Voz de Cristo, la Voz del Espíritu Santo, Él estará dándole a Su Iglesia la bendición del Día Postrero, y le estará dando el avivamiento del Día Postrero. La Iglesia del Señor Jesucristo no se puede ir de esta Tierra, no puede ser transformada para ir con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero, sin estar escuchando la Voz de Dios por medio de Su Espíritu Santo en medio de Su Iglesia, y así obtener el avivamiento del Día Postrero. La Iglesia que se irá con Cristo, cada creyente que se irá con Cristo estará en el avivamiento del Día Postrero, escuchando la Voz de Dios hoy, en nuestro tiempo. San Pablo dijo en Hebreos, capítulo 3, verso 7; y Hebreos, capítulo 4 verso 7: “Si oyes hoy Su Voz, no endurezcas tu corazón.” Por lo tanto, queremos escuchar la Voz de Dios hoy, como la escucharon aquellas personas que escucharon al Espíritu Santo hablando la Palabra, tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo Testamento. QUEREMOS ESTAR ESCUCHANDO LA VOZ DE DIOS HOY. El pueblo hebreo está esperando escuchar la Voz de Dios, y ellos están preparándose para escuchar la Voz de Dios. Ellos saben cómo será que Dios les hablará en este tiempo final. En Malaquías, capítulo 4, verso 5 en adelante (5 al 6), tenemos la promesa que Dios enviará a Elías, el cual convertirá el corazón de los padres a los hijos, y de los hijos a los padres; ellos están esperando escuchar la Voz de Dios a través de Elías. Esa es la forma que está prometida aquí en la Escritura. Ellos saben que Dios hablará en esa forma, y en todos sus escritos relacionados a este tiempo final, y la forma en que Dios les va a hablar, ellos señalan a Elías. El ministerio de Elías estará en la Tierra nuevamente. Para este tiempo final Dios cumplirá esa promesa; y si la Iglesia del Señor Jesucristo va a estar escuchando la Voz de Dios por medio del Espíritu Santo, va a escuchar primero que el pueblo hebreo; lo que el pueblo hebreo va a escuchar, primero lo va a escuchar la Iglesia del Señor Jesucristo. Por lo tanto, la Voz de Dios para este tiempo final vendrá en esa forma para la Iglesia del Señor Jesucristo y para el pueblo hebreo; y el pueblo hebreo está a la expectativa, está buscando a Elías. Pero lo va a encontrar ¿dónde? En la Iglesia del Señor Jesucristo. Ahí estará la Voz de Dios y estará el Espíritu Santo operando ese ministerio, para bendición de todos los creyentes en Cristo y para bendición del pueblo hebreo. Y eso es para el tiempo de la restauración de todas las cosas. Vamos a ser restaurados como individuos a la Vida eterna física en cuerpos físicos y glorificados, y Cristo dijo: “A la verdad Elías viene primero y restaurará todas las cosas.” \[San Mateo 17:11\] Bajo el tiempo de ese ministerio es que la Voz de Dios estará siendo escuchada en medio de la Iglesia y en medio del pueblo hebreo; y así será que la Iglesia de Jesucristo recibirá la fe para ser transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero. Por lo tanto, la Voz de Dios por medio del ministerio de Elías estará en la Tierra antes del día grande y terrible de Jehová, antes que comience la gran tribulación; y es que la necesitamos antes, para escuchar la Voz de Dios y obtener la fe para ser transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero. Cualquier persona dirá: “Ya Dios no tiene Profetas en el Nuevo Testamento.” Cristo dijo que enviaría Profetas, y también Él dice (y los Apóstoles) que Dios ha colocado en Su Iglesia: “Apóstoles, Profetas, Evangelistas, Pastores y Maestros.” Eso está en el capítulo 4, verso 11 de Efesios; y también en una de las cartas de San Pablo a los Corintios. Por lo tanto, en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo Dios ha tenido Profetas a los cuales ha venido la Palabra de Dios. San Pedro y San Pablo no solamente eran Apóstoles, eran Profetas también. Por eso encontramos en las cartas de ellos profecías, porque eran Profetas también. En ellos Dios operaba diferentes ministerios; porque el que tiene ministerios no es el individuo, es el Espíritu Santo; y los opera en quien Él desea operarlos. Ahora, hemos visto el misterio de cómo vendrá la Voz de Dios en este tiempo final para el pueblo hebreo; pero antes para la Iglesia del Señor Jesucristo. Esa es la forma prometida en la Escritura. “Y no hará nada el Señor Jehová, sin que antes revele Sus secretos a Sus siervos, Sus Profetas.” \[Amós 3:7\] Por lo tanto, hay hambre y sed, no de pan y agua, sino de oír la Palabra de Dios. Pero Dios en Su Amor y en Su Misericordia ha determinado desde antes de la fundación del mundo que nos dará Su Palabra, para que escuchemos Su Voz y nos regocijemos y nos abra Él los misterios del tiempo final, y nos prepare para ser transformados y llevados con Él a la Cena de las Bodas del Cordero. Y ahora, yo quiero oír siempre la Voz de Dios en este tiempo final, ¿y quién más? Cada uno de ustedes también. Es la Voz de Dios prometida para este tiempo final. No habrá otra forma para escuchar la Voz de Dios en este tiempo final. Miren, en el tiempo de Jesús los rabinos le hablaban la Biblia (el Antiguo Testamento) al pueblo; pero quien tenía la Voz de Dios era Jesús. Aunque ellos les leían las Escrituras al pueblo, pero ellos tenían la letra. “Pero la letra mata, mas el Espíritu vivifica.” \[Segunda de Corintios 3:6\] Por lo tanto, la Voz de Dios no es solamente letra, sino que es Espíritu también. “Mis Palabras son Espíritu y son Vida.” \[San Juan 6:63\] Por lo tanto, lo que necesitamos para recibir el avivamiento del Día Postrero y obtener la fe para ser transformados es la Voz de Dios, la Voz de nuestro amado Salvador. Como en Cantares \[2:8\] dice: “¡Es la Voz de mi amado!” Por lo tanto, todos deseamos escuchar la Voz de Dios hoy en nuestro tiempo. Él estará llamando y juntando Sus últimos escogidos que formarán parte de la Iglesia del Señor Jesucristo, y que completará Cristo con ellos Su Iglesia. No podemos ser transformados y llevados con Cristo, hasta que Cristo complete Su Iglesia. Ya yo escuché la Voz de Cristo y lo recibí como mi único y suficiente Salvador. ¿Y quién más? Cada uno de ustedes también. Si hay alguno de ustedes que no ha recibido a Cristo como Salvador, lo puede hacer en esta ocasión para que Cristo le reciba en Su Reino. Si hay alguno puede levantar su mano y yo oraré por usted para que Cristo le reciba en Su Reino. Si oyes hoy Su Voz, no endurezcas tu corazón, Él te está llamando. Si todos son creyentes en Cristo, entonces ustedes son un pueblo bienaventurado que ha creído en Cristo como vuestro único y suficiente Salvador. Lleven la Palabra a sus familiares para que Cristo también los llame a Su Reino. Ha sido para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, dándoles testimonio de nuestro tema: **“LA VOZ DE DIOS HOY.”** Muchas gracias por vuestra amable atención, y continúen pasando una noche llena de las bendiciones de Jesucristo nuestro Salvador. Dejo nuevamente a vuestro pastor para continuar. “**LA VOZ DE DIOS HOY.”**