--- title: 'La Salvación de Dios' date: 2005-04-29 activity: 2 place: Villa Gobernador Gálvez city: Rosario state: Provincia de Santa Fe country: AR duration: 00:00:00 public: false youtube: translations: files: --- Muy buenas noches, amados amigos y hermanos presentes, y los que están a través de internet en diferentes naciones de la América Latina, del Caribe, de Norteamérica, del Canadá, de Europa, del Japón, del África, y demás naciones que estén en estos momentos conectados con internet o con el satélite, para estar viendo y escuchando esta actividad, y escuchando la predicación del Evangelio de Cristo. ***Que las bendiciones de Cristo, el Ángel del Pacto, sean sobre todos ustedes y sobre mí también. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén.*** Para esta ocasión leemos en el libro de los Hechos, capítulo 4, versos 5 al 12, donde dice: “*Aconteció al día siguiente, que se reunieron en Jerusalén los gobernantes, los ancianos y los escribas,* *y el sumo sacerdote Anás, y Caifás y Juan y Alejandro, y todos los que eran de la familia de los sumos sacerdotes;* *y poniéndoles en medio* (o sea, poniendo en medio a Pedro y a Juan)*...* *y poniéndoles en medio, les preguntaron: ¿Con qué potestad, o en qué nombre, habéis hecho vosotros esto?* (O sea, habían sanado un hombre que estaba enfermo allí, que estaba paralítico) *Entonces Pedro, lleno del Espíritu Santo, les dijo: Gobernantes del pueblo, y ancianos de Israel:* *Puesto que hoy se nos interroga acerca del beneficio hecho a un hombre enfermo, de qué manera éste haya sido sanado,* *sea notorio a todos vosotros, y a todo el pueblo de Israel, que en el nombre de Jesucristo de Nazaret, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de los muertos, por él este hombre está en vuestra presencia sano.* *Este Jesús es la piedra reprobada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del ángulo.* *Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.”* “**LA SALVACIÓN DE DIOS.”** Es nuestro tema para esta ocasión. En el principio creó Dios los Cielos y la Tierra por medio del Verbo que era con Dios y era Dios, el cual es Cristo en Su cuerpo angelical. Y por medio de Jesucristo en Su cuerpo angelical es que Dios ha hecho todas las cosas. Y fue por medio de Jesucristo en Su cuerpo angelical manifestado en el Profeta Moisés que Dios libertó al pueblo hebreo, le dio salvación; y fue por medio de Jesucristo en Su cuerpo angelical que Dios guió al pueblo hebreo por el desierto. Recuerden que Jesucristo en Su cuerpo angelical es llamado el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, donde está el Nombre de Dios. Cuando Cristo vino a la Tierra, Él dijo: “Yo he venido en Nombre de mi Padre.” ¿Por qué? Porque allí estaba el Nombre de Dios, porque Jesucristo es el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová que se hizo carne, el Verbo que se hizo carne y habitó en medio del pueblo hebreo, y por consiguiente habitó en medio de la raza humana. Y ahora, en ningún otro hay salvación, si no hubo salvación fuera de Cristo en Su cuerpo angelical, luego cuando viene en carne humana, fuera de Cristo en Su cuerpo físico, tampoco hay salvación fuera de Cristo. Por eso es que cuando en San Lucas, capítulo 1, se nos habla de salvación, nos dice en el capítulo 1 de San Lucas, verso \*76, hablando acerca de Juan el Bautista, cuando su padre Zacarías profetizó con relación a Juan el bautista que había nacido (una de las cosas que dijo acerca de Juan el Bautista), dijo: “*Y tú, niño, profeta del Altísimo serás llamado* (o sea, el padre de Juan el Bautista, Zacarías, está lleno del Espíritu Santo profetizando acerca de su hijo Juan el Bautista, y dice)*...* “*Y tú, niño, profeta del Altísimo serás llamado;* *Porque irás delante de la presencia del Señor, para preparar sus caminos;* *Para dar conocimiento de salvación a su pueblo.”* ¿Ven? Por eso Juan el Bautista cuando apareció en la escena, predicando, decía: “Después de mí viene uno mayor que yo, del cual yo no soy digno de desatar la correa de Su calzado; Él les bautizará con Espíritu Santo y Fuego.” También hablaba acerca de Jesús en diferentes ocasiones; y cuando lo vio, dijo: “He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.” Estaba presentando a Cristo como el que quitará el pecado del mundo. Esto significa, conforme a San Mateo, capítulo 1, que son las palabras que el Ángel le dio, le habló a José, el marido de María. Vean, cuando José viendo que María estaba embarazada, quiso dejarla secretamente. Dice capítulo 1, verso 18 en adelante de San Mateo: “*El nacimiento de Jesucristo fue así: Estando desposada María su madre con José, antes que se juntasen, se halló que había concebido del Espíritu Santo.* *José su marido, como era justo, y no quería infamarla, quiso dejarla secretamente.* *Y pensando él en esto, he aquí un ángel del Señor le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David...”* ¿Por qué le dice: “José, hijo de David”? Porque José es un descendiente del rey David por la línea de Salomón, el Hijo de David; como también la virgen María es descendiente del rey David por Natán, el hijo de David. Dice: “*José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es.* *Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.”* Y ahora, es Jesucristo el que salvaría a Su pueblo de sus pecados, así como salvó al pueblo hebreo libertándolos de la esclavitud en Egipto, libertaría a Su pueblo de Sus pecados, libertándolos por consiguiente del Reino de las tinieblas, y sacándolos libres, y colocándolos, ¿dónde? En el Reino de Dios. Así como libertó al pueblo hebreo de la esclavitud en Egipto, los llevó por el desierto rumbo a la tierra prometida, y los colocó en la tierra prometida; fue Dios por medio de Cristo, el Ángel del Pacto, el que libertó al pueblo hebreo, el que salvó al pueblo hebreo y los llevó a la Tierra prometida. Y es Cristo, el Ángel del Pacto, a través ¿de quién? De quien Dios libertaría a Su pueblo de sus pecados, el que nos daría la salvación y Vida eterna. Por eso es que Cristo nos ha libertado, nos ha salvado, nos ha libertado de la ley del pecado y de la muerte. “Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es Vida eterna en Cristo Jesús, Señor nuestro.” \[Romanos 6:23\] Si nos perdona y quita el pecado, entonces surge la Vida eterna, nos da la Vida eterna a todos. Por eso Cristo cuando resucitó de entre los muertos y estuvo con Sus discípulos, apareciendo a ellos por cuarenta días, dice: “*Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.* *El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”* Cristo es el que salva a su pueblo de sus pecados. Dios por medio de Cristo nos da la salvación y Vida eterna. Vean, aquí también en el Evangelio según San Lucas, capítulo 24, versos 46 en adelante, dice: “*Y les dijo: Así está escrito, y así fue necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos al tercer día;* *y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén.* *Y vosotros sois testigos de estas cosas.”* Y ahora, el arrepentimiento y el perdón de los pecados se predica en el Nombre del Señor Jesucristo. En el Antiguo Testamento, en Levítico, capítulo 23, versos 26 al 29, encontramos que Dios ordenó que se sacrificara, el día diez del mes séptimo de cada año, un macho cabrío en expiación por el pecado del pueblo, y otro macho cabrío fuera dejado vivo, y el sumo sacerdote confesara, colocando sus manos sobre la cabeza, confesara los pecados del pueblo hebreo. En ese día toda persona tenía que estar arrepentido de sus pecados, y tenía que pedir perdón a Dios por sus pecados, arrepentido de sus pecados, para quedar perdonados y quedar cubiertos con la Sangre de esa expiación, y obtener un año más de vida. El que no lo hiciera así, sería cortado del pueblo; o sea, perdía la oportunidad, privilegio y derecho a continuar viviendo; tenía que hacerse este sacrificio de expiación cada año, el día diez del mes séptimo de cada año, ¿por qué? Porque los animales no son perfectos, por consiguiente eso no es un sacrificio perfecto, solamente es el tipo y figura de un sacrificio perfecto que vendría más adelante, y que sería realizado por el Mesías Príncipe, el cual moriría, daría Su vida en Expiación por el pecado. Ahora, vean aquí en el capítulo 23 de Levítico, versos 26 en adelante, dice: “*También habló Jehová a Moisés, diciendo:* *A los diez días de este mes séptimo será el día de expiación; tendréis santa convocación, y afligiréis vuestras almas, y ofreceréis ofrenda encendida a Jehová.* *Ningún trabajo haréis en este día; porque es día de expiación, para reconciliaros delante de Jehová vuestro Dios.* *Porque toda persona que no se afligiere en este mismo día, será cortada de su pueblo.”* Y ahora, así era en el tipo y figura; y si así era en el tipo y figura, cómo será en la realidad del Sacrificio de Jesucristo como el Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados. Las personas allá en el Antiguo Testamento no tenían derecho a continuar viviendo, a vivir un año más, si no se arrepentían de sus pecados el día diez del mes séptimo de cada año, y pedían perdón por sus pecados. Y ahora, en el Nuevo Testamento, bajo el Nuevo Pacto, toda persona que vive en este planeta Tierra tiene la bendición, privilegio y derecho a venir arrepentido a los Pies de Cristo, arrepentido de sus pecados, y pedirle perdón a Cristo por sus pecados, para que Cristo le perdone y con Su Sangre le limpie de todo pecado. Ya el Sacrificio de la Expiación fue realizado en la Cruz del Calvario. Por lo tanto, toda persona tiene esa bendición, ese privilegio, y esa oportunidad de venir arrepentido a los Pies de Cristo para pedir perdón a Cristo por sus pecados, para que Cristo le perdone y con Su Sangre le limpie de todo pecado, y sea bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo le bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en la persona el nuevo nacimiento, y así la persona nazca a la Vida eterna en el Reino eterno de Jesucristo nuestro Salvador, y obtenga la bendición y privilegio de vivir eternamente con Cristo en Su Reino. Ya la persona entonces ha obtenido la vida eterna *acá* en Su alma, y ha obtenido el nuevo nacimiento, porque Cristo entonces le bautiza con Espíritu Santo y Fuego, y produce en la persona el nuevo nacimiento; así la persona ha nacido del Agua y del Espíritu, ha nacido de la predicación del Evangelio de Cristo y del Espíritu Santo. Por lo tanto, toda persona tiene la oportunidad de salvación a través de Jesucristo. La salvación viene de Dios, y viene a través del pueblo hebreo, porque la salvación viene de los judíos, dice Cristo a la mujer samaritana en el capítulo 4, verso 22 de San Juan. Por lo tanto, el Salvador tenía que venir ¿de dónde? De la tierra de Israel. Y ahora, vean ustedes, para que la salvación de Dios fuera manifestada, tenía que materializarse esa promesa: la promesa de salvación, tenía que ser materializada. Ahora, veamos aquí, Juan el Bautista sería enviado, fue enviado para dar conocimiento de salvación a Su pueblo, para perdón de los pecados. Eso está en el capítulo 1, verso 77 de San Lucas. Pero ahora veamos más adelante en ese mismo capítulo, en este mismo Evangelio: el Evangelio según San Lucas, capítulo 2, verso 30, cuando Cristo a los ocho días fue presentado al Señor. Vean ustedes lo que aconteció: Capítulo 2, versos 25 en adelante para que tengamos el cuadro claro (25 al 35), dice: “*Y he aquí había en Jerusalén un hombre llamado Simeón, y este hombre, justo y piadoso, esperaba la consolación de Israel; y el Espíritu Santo estaba sobre él.* *Y le había sido revelado por el Espíritu Santo, que no vería la muerte antes que viese al Ungido del Señor.* *Y movido por el Espíritu, vino al templo. Y cuando los padres del niño Jesús lo trajeron al templo, para hacer por él conforme al rito de la ley,* *él le tomó en sus brazos, y bendijo a Dios, diciendo:* *Ahora, Señor, despides a tu siervo en paz,* *Conforme a tu palabra;* *Porque han visto mis ojos tu salvación.”* ¿Qué estaba viendo Simeón? La Salvación de Dios. ¿Y qué estaba viendo? Un niño, al Mesías Príncipe, al Ungido de Dios, al Salvador del pueblo hebreo y Salvador del mundo, el Salvador de toda persona que lo recibiría como su único y suficiente Salvador. “Porque no hay otro nombre bajo el cielo, en el cual podamos ser salvos,” solamente hay uno, y ese Nombre es Señor Jesucristo. \[Hechos 4:12\] Y por consiguiente por cuanto Él es el Mesías prometido, el Ungido de Dios, Él es el Salvador mío. ¿Y de quién más? De cada uno de ustedes también. Por lo tanto, no hay otro nombre en el cual podamos ser salvos. La salvación es de Dios, y Él salva al ser humano a través de Jesucristo Su Hijo. Por lo tanto, las palabras de San Juan, capítulo 3, verso 16, son claras para todos nosotros. “*Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.”* Cristo nos salva del pecado y de la muerte, y nos da la Vida eterna. Cristo nos reconcilia con Dios. Cristo dijo en San Juan, capítulo 14, verso 6: “*Yo soy el camino, la verdad y la vida; y nadie viene al Padre sino por mí.”* Nadie puede llegar a Dios y ser reconciliado con Dios, a menos que sea a través de Jesucristo. La muerte de Cristo en la Cruz del Calvario fue la bendición más grande que ha recibido la raza humana. No fue una desgracia, fue la Gracia de Dios manifestada hacia nosotros. No fue desgracia, fue Gracia, Gracia de Dios para mí. ¿Y para quién más? Para cada uno de ustedes que están escuchando. Y ahora, encontramos que la salvación pertenece a Dios. Y Dios es el que salva al ser humano a través de Jesucristo, el Hijo de Dios; el cual al morir en la Cruz del Calvario vino a ser el Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados, para que nosotros obtengamos la salvación y Vida eterna. Vean ustedes, los que en el Antiguo Testamento en el día diez del mes séptimo de cada año, el día de la expiación, el día del perdón, no se arrepentían de sus pecados y no pedían perdón a Dios por sus pecados, no quedaban perdonados y no quedaban reconciliados con Dios, y perdían el derecho a continuar viviendo, Dios los cortaba del pueblo. Y ahora, toda persona que no cree en Cristo y no lo recibe como su Salvador, queda cortado del pueblo, queda cortado de la Vida eterna, no vivirá eternamente, no verá la Vida eterna. Vean aquí en San Juan, capítulo 3, verso 36, dice: “*El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida* (¿no verá qué? La Vida, la Vida eterna no la verá, no vivirá eternamente)*, sino que la ira de Dios está sobre él.”* La ira de Dios está sobre toda persona que rehúsa a creer en Cristo, pero la bendición y Vida eterna está sobre toda persona que cree en Cristo y lo ha recibido como su único y suficiente Salvador. Por lo tanto, hay esperanza de Vida eterna para toda persona creyente en Cristo. La persona ha quedado reconciliada con Dios, para vivir no un año más, sino para vivir eternamente con Cristo en Su Reino eterno; porque Jesucristo es la salvación de Dios expresada, la cual estaba prometida en la Escritura. Y ahora, las profecías mesiánicas de un Salvador, se materializaron en la persona de Jesús. Por eso Jesucristo es la salvación de Dios para toda persona que cree en Cristo y lo recibe como su único y suficiente Salvador. Él es el que nos salva de nuestros pecados y nos reconcilia con Dios y nos da la Vida eterna. Vean, aquí cómo en San Lucas, capítulo 3 también, verso 6, dice: “*Y verá toda carne la salvación de Dios.”* ¿Y cómo verían la salvación de Dios? Al ver a Jesús. El que ve a Jesucristo, el que ve que Jesucristo es el Salvador, que Jesucristo es el Hijo de Dios, y cree en Cristo, está viendo la salvación de Dios. Y cuando lo recibe como Salvador, está recibiendo la salvación de Dios, la salvación y Vida eterna. Cristo dijo: “El que oye mis palabras y cree al que me envió, tiene Vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida.”\[San Juan 5:24\] Por lo tanto, la salvación de Dios para el ser humano es Jesucristo. Y a través de Jesucristo es que obtenemos la salvación y Vida eterna. Por lo tanto, no hay otra cosa que hacer, sino recibir a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador, dando testimonio público de nuestra fe en Cristo. Esto es para toda persona que desea vivir eternamente y desea obtener el perdón de sus pecados, y ser limpio de todo pecado con la Sangre del Sacrificio de la Expiación de Jesucristo nuestro Salvador en la Cruz del Calvario. Sin Cristo el ser humano está perdido, y la ira de Dios está sobre la persona. Pero con Cristo estamos reconciliados con Dios y limpios de todo pecado con la Sangre de Jesucristo nuestro Salvador. Y estamos colocados en el Reino de Cristo, el Hijo de Dios, con Vida eterna. Y tenemos por consiguiente nuestro futuro eterno bien asegurado, lo tenemos asegurado con Jesucristo nuestro Salvador. Yo aseguré mi futuro eterno con Jesucristo el Salvador; y por consiguiente viviré eternamente en Su Reino, y tendré las bendiciones de Dios en el Reino de Cristo nuestro Salvador. ¿Y quién más? Cada uno de ustedes también. Si hay alguna persona que todavía no ha asegurado su futuro eterno con Cristo en Su Reino eterno, pues no tiene la salvación de Dios, porque no tiene a Cristo, que es el Salvador. Cuando Simeón vio a Jesucristo, a Jesús, y lo tomó en sus brazos, dijo: “Señor, despide a tu siervo en paz, porque mis ojos han visto tu salvación.” \[San Lucas 2:29-30\] Estaba prometido que el pueblo vería la salvación de Dios; al ver a Jesús, estaban viendo la salvación de Dios. Y cuando la persona ve en Jesucristo la salvación y Vida eterna, está viendo ¿qué? Pues la salvación. Por lo tanto, si hay alguna persona que todavía no había visto la salvación y Vida eterna en Jesucristo, y en esta noche al escuchar la predicación del Evangelio de Cristo, nació la fe de Cristo en Su alma, y está creyendo en Cristo acá en su alma. “Porque la fe viene por el oír la Palabra de Dios (el Evangelio de Cristo), y con el corazón se cree para justicia.” \[Romanos 10:10\]. Y ya está creyendo. Ahora, tiene la oportunidad de dar testimonio de su fe en Cristo. “Porque con la boca se confiesa para salvación.” Este es el Tiempo aceptable delante del Señor, el Tiempo en que Dios acepta a toda persona que recibe a Cristo como su único y suficiente Salvador; y es reconciliado con Dios la persona por medio de Jesucristo. Este es el Tiempo, el Día de salvación. Estamos en Tiempo, en Día de Salvación, estamos en el Día de la Dispensación de la Gracia todavía. Por lo tanto, si alguna persona todavía no había recibido a Cristo, no había dado testimonio público de su fe en Cristo, puede hacerlo en esta ocasión, y yo oraré por usted, para que Cristo le reciba en Su Reino, le perdone y con Su Sangre le limpie de todo pecado. Vamos a dar unos minutos para que ustedes puedan venir a los Pies de Cristo, dando testimonio público de vuestra fe en Cristo, y yo oraré por ustedes, para que Cristo les reciba en Su Reino, les perdone y con Su Sangre les limpie de todo pecado. Los niños de diez años en adelante también pueden venir a los Pies de Cristo. Los que están en otras naciones también pueden venir a los Pies de Cristo, los que todavía no habían venido a los Pies de Cristo, pueden venir, para que queden incluidos en esta oración que estaré haciendo en esta ocasión. Vamos a dar unos minutos en lo que vienen a los Pies de Cristo las personas que no habían venido a los Pies de Cristo antes, pero que ahora nació la fe de Cristo en su alma al escuchar la predicación del Evangelio de Jesucristo nuestro Salvador, y ver que la salvación de Dios es Cristo, y a través de Cristo es que obtenemos la salvación y Vida eterna. Y así es como aseguramos nuestro futuro eterno con Jesucristo en Su Reino eterno; y así es como sabemos que vamos a vivir eternamente con Jesucristo en Su Reino eterno. “*Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.”* Sigue diciendo: “*Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.* *El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.”* ¿Ven? El que no cree ya está condenado, y será juzgado y echado en el lago de fuego, que es la segunda muerte, donde dejará de existir en alma, espíritu y cuerpo. Pero el que cree en Cristo no es condenado, ha obtenido el perdón de sus pecados y ha sido limpio de todo pecado con la Sangre de Jesucristo nuestro Salvador, y ha obtenido la Vida eterna. Vean aquí en San Juan, capítulo 5, versos 10 en adelante, dice: “*El que cree en el Hijo de Dios, tiene el testimonio en sí mismo; el que no cree a Dios, le ha hecho mentiroso, porque no ha creído en el testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo.* *Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo.”* Toda persona que quiere vivir eternamente, que quiere la Vida eterna, tiene que entender que la Vida eterna está en Jesucristo, el Hijo de Dios; y para obtener la Vida eterna hay que recibir a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador. Cristo es la Fuente del Agua de la Vida eterna, Cristo es la Fuente del Espíritu Santo, del Espíritu de Vida eterna. Sigue diciendo: “*...el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida.”* ¿Ven? El que no cree al Hijo de Dios no tiene Vida, no tiene Vida eterna, lo que tiene es una vida temporal que se le va a terminar en algún momento, y no sabe cuándo se le va a terminar; a la mayor parte se le termina antes de los cien años. Son pocos los que llegan o pasan de cien años; porque la vida física que tenemos en la actualidad es temporal, es mortal, desde que Adán y Eva pecaron en el Huerto del Edén. Pero todos tenemos la oportunidad de obtener la Vida eterna a través de Jesucristo nuestro Salvador, porque Dios ha colocado la Vida eterna en Jesucristo, para que sea otorgada a los seres humanos que reciben a Cristo como su único y suficiente Salvador. La Vida eterna está en Jesucristo. La exclusividad de la Vida eterna la ha dado Dios, ¿a quién? A Jesucristo. Y toda persona que quiere la Vida eterna, tiene que venir a los Pies de Cristo para recibirla. Sigue diciendo: “*Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna, y para que creáis en el nombre del Hijo de Dios.”* Para todos los creyentes en Cristo la buena noticia es que tenemos Vida eterna, la hemos recibido a través de Jesucristo. Él nos ha otorgado la Vida eterna; porque la salvación de Dios es a través de Jesucristo. No hay otro nombre en el cual podamos ser salvos, no hay otro nombre bajo el Cielo en el cual podamos ser salvos; solamente hay UNO, y ese Nombre es SEÑOR JESUCRISTO. Todavía continúan viniendo más personas a los Pies de Cristo, por lo tanto, estamos dando unos segundos en lo que llegan las personas que faltan por venir, que desean vivir eternamente con Jesucristo en Su Reino eterno. Pueden continuar viniendo las personas que faltan por venir, para que así aseguren su futuro eterno con Jesucristo en Su Reino eterno. Vean las palabras de Cristo, en lo que llegan las personas que faltan por venir, vean lo que Cristo dice en San Juan, capítulo 11, hablando a María, le dice en el capítulo 11, verso 23: “*Jesús le dijo: Tu hermano resucitará.* *Marta le dijo: Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día postrero.* *Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.* *Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?* *Le dijo: Sí, Señor; yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido al mundo.”* Y ahora, la promesa de Cristo es que toda persona que cree en Él, aunque esté muerta, vivirá. Y esa es una bendición muy grande. Toda persona creyente en Cristo aunque muera físicamente continúa viviendo en su cuerpo angelical en el paraíso. Y Cuando Cristo haya completado Su Obra de Intercesión en el Cielo, y haya llamado hasta el último escogido de Dios escrito en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, entonces Cristo se levantará del Trono del Padre, y tomará el Título de Propiedad, el Libro de los Siete Sellos, conforme a Apocalipsis, capítulo 5, y lo abrirá y hará Su Obra de Reclamo, y resucitará a todos los muertos creyentes en Él, en cuerpos eternos, inmortales y glorificados, como el cuerpo glorificado que tiene Cristo. Y a los que estamos vivos, si permanecemos vivos hasta ese momento, nos transformará; y todos entonces tendremos Vida eterna física también, tendremos un cuerpo nuevo, eterno, inmortal, incorruptible y glorificado, como el cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador, y entonces seremos inmortales físicamente también. Pero ya desde el momento que la persona recibe a Cristo y arrepentido de sus pecados le pide perdón a Cristo por sus pecados, y luego es bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego, ya la persona ha obtenido el nuevo nacimiento y tiene la Vida eterna, Su alma tiene Vida eterna. Esa persona no morirá eternamente si muere su cuerpo físico. El alma de la persona continuará viviendo, y el Espíritu que Cristo le ha dado a la persona continuará viviendo también, y después nos dará el cuerpo físico, eterno, inmortal, incorruptible, glorificado y joven para toda la eternidad. Todavía vienen más personas de camino. Vamos a esperar unos segundos en lo que llegan las personas que faltan por venir. También en las demás naciones pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo, para que Cristo les reciba en Su Reino y les dé la salvación y Vida eterna. Continúen viniendo a los Pies de Cristo los que están en otras naciones, para que queden incluidos en esta oración que estaré haciendo por todas las personas que están viniendo a los Pies de Cristo en estos momentos aquí en la República de Argentina. Nos encontramos en estos momentos en la República de Argentina: en Villa Gobernador Gálvez, Rosario, Provincia de Santa Fe, República de Argentina. Vamos ya a orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo en estos momentos, en esta noche. Vamos a estar en pie todos. Si falta alguna persona por venir a los Pies de Cristo, puede venir para que quede incluido en esta oración que estaré haciendo por todos los que han venido a los Pies de Jesucristo nuestro Salvador. Algunas veces hay personas que son tímidas, y escuchan la predicación del Evangelio de Cristo y tienen timidez, y les da vergüenza que los vean pasar al frente para recibir a Cristo. Pero no podemos avergonzarnos de Jesucristo. Él dijo: “El que se avergonzare de mí y de mis palabras, Yo me avergonzaré de él delante de mi Padre y delante de Sus Ángeles.” \[San Marcos 8:38\] Por lo tanto, no podemos avergonzarnos de Cristo. Cristo no se avergonzó de nosotros para dar Su Vida por nosotros en la Cruz del Calvario. Y nosotros no podemos avergonzarnos de Cristo. Él dijo: “El que me confesare delante de los hombres, Yo le confesaré delante de mi Padre que está en los Cielos. Pero el que me negare delante de los hombres, Yo le negaré delante de mi Padre que está en los Cielos.” (San Mateo, capítulo 10, versos 32 al 33). Por lo tanto, es un asunto de fe en Jesucristo y de dar testimonio público de nuestra fe en Cristo, recibiéndolo como nuestro único y suficiente Salvador. Cristo dijo: “*Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.* *El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”* Tan simple como eso. Es un asunto de fe en Cristo. Vamos ya a orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo. Si falta alguna persona por venir, puede hacerlo en estos momentos, para que quede incluida en esta oración que haré dentro de algunos segundos. También en las demás naciones pueden continuar viniendo. Si alguna persona falta por llegar a los Pies de Cristo, puede venir para que quede incluido en esta oración que estaré haciendo ya en estos momentos. Vamos a levantar nuestras manos al Cielo, a Cristo, y repitan conmigo esta oración las personas que han venido a los Pies de Cristo en esta noche, aquí en la República de Argentina, y los que también han venido a los Pies de Cristo en las demás naciones que están conectados con esta transmisión, y están escuchando la predicación del Evangelio de Cristo en estos momentos. Levantemos nuestras manos a Cristo al Cielo, y nuestros ojos cerrados, con nuestros ojos cerrados, y repitan conmigo esta oración: ***Señor Jesucristo, vengo a Ti dando testimonio público de mi fe en Ti, creo en Ti de todo corazón, ha nacido Tu fe en mi alma, en mi corazón; creo en Tu Primera Venida, creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de la Expiación por mis pecados, y doy testimonio público de mi fe en Ti, reconociendo que soy pecador, y necesito un Salvador.*** ***Señor Jesucristo, doy testimonio público de mi fe en Ti, y Te recibo como mi único y suficiente Salvador.*** ***Señor Jesucristo, salva mi alma, Te lo ruego. En Tus Manos encomiendo mi alma.*** ***Señor Jesucristo, Te ruego perdones mis pecados, y con Tu Sangre me limpies de todo pecado, y me bautices con Espíritu Santo y Fuego, luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre. Te ruego produzcas en mí el nuevo nacimiento. Quiero nacer en Tu Reino eterno, quiero nacer a la Vida eterna, quiero vivir eternamente Contigo en Tu Reino eterno.*** ***Señor Jesucristo, en Tus manos encomiendo mi alma. Salva mi alma, Te lo ruego en Tu Nombre eterno y glorioso. Señor Jesucristo. Amén y amén.*** Y con nuestras manos levantadas al Cielo a Cristo, todos decimos: **¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! Amén y amén.** Cristo les ha recibido en Su Reino, ha perdonado vuestros pecados y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado, porque ustedes escucharon la predicación del Evangelio de Cristo y creyeron en Él de todo corazón, y lo recibieron como vuestro único y suficiente Salvador. Él dijo: “*Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.* *El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”* Ustedes escucharon la predicación del Evangelio de Cristo y creyeron, y lo recibieron como vuestro único y suficiente Salvador. Ustedes me dirán: “Todavía me falta una cosa: ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. Quiero ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo lo más pronto posible.” Me dirán ustedes. Y me preguntarán: “¿Cuándo me pueden bautizar?” Por cuanto ustedes han creído de todo corazón en Cristo, bien pueden ser bautizados en agua en estos mismos momentos. ***Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento. En el Nombre de nuestro amado Señor Jesucristo. Amén y amén.*** ***Y a vuestros familiares Cristo los traiga a Sus Pies, y les dé la salvación y Vida eterna, para que estén con ustedes eternamente en el Reino de Jesucristo nuestro Salvador. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén y amén.*** Ahora, pregunto al ministro aquí, el Reverendo Jorge Zurita, si hay agua: Hay agua, hay un bautisterio aquí. ¿Hay ropas bautismales también? Hay ropas bautismales también. ¿Hay vestidores de ropa, dónde cambiarse de ropas? Hay vestidores de ropa. ¿Hay ropas bautismales también? Hay ropas bautismales también, para que puedan cambiarse de ropa, colocarse las ropas bautismales y ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. ¿Hay personas también que cuidarán de las ropas de ellos? También hay personas que cuidarán de vuestras ropas, personas que les ayudarán allá en los vestidores. ¿Y hay ministros también que les bautizarán? Hay ministros también que les bautizarán en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. ***Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén y amén.*** Ha sido para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, en esta noche, dándoles testimonio de nuestro tema: **“LA SALVACIÓN DE DIOS.”** Muchas gracias por vuestra amable atención, y continúen pasando una noche llena de las bendiciones de Jesucristo nuestro Salvador. Dejo nuevamente en estos momentos al Reverendo Jorge Zurita, para que les indique hacia dónde caminar cada uno de ustedes para colocarse las ropas bautismales y ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. Muchas gracias por vuestra amable atención, y continúen pasando una noche llena de las bendiciones de Jesucristo nuestro Salvador. Con nosotros el Reverendo Jorge Zurita para continuar. Dios les bendiga. También los que están en otras naciones pueden ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, pues donde ustedes están hay bautisterios también, y ministros que les bautizarán en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. Por lo tanto, dejo también al ministro en cada país, y en cada nación que está a cargo, para continuar e indicarles también hacia dónde caminar para cambiarse de ropa y colocarse las ropas bautismales y ser bautizados en agua en el Nombre de Señor Jesucristo. Que Dios les continúe bendiciendo a todos. “**LA SALVACIÓN DE DIOS.”**