--- title: 'Todavía es tiempo de Salvación' date: 2005-03-29 activity: 1 place: city: Santo Domingo state: country: DO duration: 00:00:00 public: false youtube: translations: files: --- Muy buenas noches, amables y amados hermanos presentes aquí en Santo Domingo, República Dominicana; es una bendición y privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final. Para lo cual leemos en Segunda de Corintios, capítulo 6, versos 1 al 2, donde dice: “*Así, pues, nosotros, como colaboradores suyos, os exhortamos también a que no recibáis en vano la gracia de Dios.* *Porque dice:* *En tiempo aceptable te he oído,* *Y en día de salvación te he socorrido.* *He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salvación.”* Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla. Nuestro tema es: **“TODAVÍA ES TIEMPO DE SALVACIÓN.”** Para comprender el misterio de la salvación y el porqué toda persona necesita obtener la salvación para obtener así la Vida eterna, en el Antiguo Testamento encontramos que el pueblo hebreo sacrificaba animales por sus pecados ante Dios; y aún desde Adán, de Adán hacia acá se han estado sacrificando animalitos hasta el tiempo en que Cristo murió en la Cruz del Calvario. **¿Por qué se sacrificaban estos animalitos ante Dios?** Estos animalitos representaban dos cosas: representaban al pecador, el cual tenía que morir por sus pecados; y ahora, en lugar del pecador el animalito moría por los pecados de las personas. Y en segundo lugar estos animalitos representaban a Cristo y Su Sacrificio en la Cruz del Calvario, el cual tomó nuestros pecados y murió por nuestros pecados en la Cruz del Calvario, murió en lugar de nosotros para que nosotros podamos vivir eternamente. “Por cuanto la paga del pecado es muerte,” dice San Pablo en Romanos, capítulo 6, verso 23: “Porque la paga del pecado es muerte; mas la dádiva de Dios es Vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.” Por lo tanto, la paga del pecado es muerte, por lo tanto el ser humano tiene que deshacerse de sus pecados, ¿para qué? Para que la muerte eterna, el lago de fuego no sea el lugar donde llegue el ser humano para ser destruido, para ser quemado en cuerpo, espíritu y alma, sino que el ser humano pueda evitar ir al lago de fuego. ¿Y cómo lo puede evitar?, pues la paga del pecado es muerte y todos hemos pecado ante Dios. ¿Podemos ir al supermercado o a una farmacia, y pedir algún detergente o shampoo o jabón para lavarnos y que se nos vayan los pecados? No lo hay. No hay ningún shampoo o detergente o tampoco hay ningún blanqueador que lo pueda limpiar a usted de los pecados y dejarlo limpio completamente, no lo hay. Entonces, **¿qué vamos a hacer para evitar la muerte eterna y poder vivir eternamente?** Pues tenemos que ser limpios de pecado, nuestros pecados tienen que ser quitados. **¿Y cómo vamos a quitar nuestros pecados?** Nosotros de nosotros mismos no podemos. Dice en Isaías, capítulo 49, verso 8: “*Así dijo Jehová: En tiempo aceptable te oí, y en el día de salvación te ayudé; y te guardaré, y te daré por pacto al pueblo, para que restaures la tierra, para que heredes asoladas heredades.”* Y ahora, aquí Dios dice que va a dar por pacto al pueblo a una persona, la cual fue representada aquí y el cual tipifica al Mesías. Y ahora, en Isaías, capítulo 1, verso 18 al 19, dice: “*Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana.* *Si quisiereis y oyereis, comeréis el bien de la tierra.”* Y ahora, nuestros pecados serán como blanca lana, como la nieve, si venimos a Dios para obtener el perdón de nuestros pecados y ser limpios de todo pecado con la Sangre del Sacrificio de la Expiación. En el Antiguo Testamento aquellos sacrificios de animalitos que efectuaba el pueblo hebreo por sus pecados, sacrificios que efectuaba el sumo sacerdote, eran tipo y figura de un Sacrificio perfecto que sería efectuado por un hombre: por el Mesías Príncipe al venir en Su Primera Venida en medio del pueblo hebreo. Y con Su muerte Él llevaría nuestros pecados, moriría por nuestros pecados y con Su Sangre nos limpiaría de todo pecado; de eso fue que habló Dios en Isaías, capítulo 53, Isaías, capítulo 53 hablando del Mesías, profetizando de lo que sucedería cuando el Mesías viniera a la Tierra, dice... esto habla de la muerte de Cristo. Dice, capítulo 53, verso 4 en adelante, dice (de Isaías): “*Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido.* *Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.* *Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros.”* Vean, Dios cargó en Jesucristo Su Hijo, el pecado de todos nosotros. Cristo dijo: “Nadie me quita la vida, Yo la pongo por mí mismo para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre.” Dice: “Por eso me ama el Padre, porque Yo pongo mi vida para volverla a tomar.” Por lo tanto, Cristo podía continuar viviendo si quería, pero Él dijo: “Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, él solo queda; pero si cae en tierra y muere, mucho fruto lleva.” Si Cristo, el Grano de Trigo, el Hijo de Dios, no moría por nosotros en la Cruz del Calvario, continuaba viviendo en este planeta Tierra como Él estaba, y no vería muerte. Pero dice: “Si no cae en tierra y muere, queda solo.” O sea, estaría solo caminando por todo el planeta Tierra, no tendría un ser humano a quien saludar. Todos los seres humanos tenían que morir el día que murió Cristo en la Cruz del Calvario. Por lo tanto, Cristo tomó nuestros pecados, se hizo mortal y murió por nuestros pecados en la Cruz del Calvario para que nosotros podamos vivir eternamente. Sigue hablando aquí la profecía de Isaías, hablando acerca de la Venida del Mesías y de Su muerte, dice: “*Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca.* *Por cárcel y por juicio fue quitado; y su generación, ¿quién la contará? Porque fue cortado de la tierra de los vivientes, y por la rebelión de mi pueblo fue herido.* *Y se dispuso con los impíos su sepultura, mas con los ricos fue en su muerte; aunque nunca hizo maldad, ni hubo engaño en su boca.* *Con todo eso, Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento. Cuando haya puesto su vida en expiación por el pecado, verá linaje, vivirá por largos días, y la voluntad de Jehová será en su mano prosperada.”* Vean, “cuando haya puesto Su vida en Expiación por el pecado.” El único que pudo poner Su vida en Expiación por los pecados del ser humano fue nuestro amado Señor Jesucristo, porque Él era el único que no había pecado y que no había venido contaminado con el pecado. Ninguna otra persona podía morir como el Sacrificio de la Expiación por los pecados porque todos los seres humanos habían pecado. Pero ahora, Cristo no había pecado y nació Santo, por lo tanto, Él era el único que podía morir por todos nosotros, Él es nuestro Pariente Redentor, el único que nos podía redimir de la maldición del pecado. Por lo tanto, Él tomó nuestros pecados y murió por nosotros en Expiación por nuestros pecados. La expiación que se efectuaba el día diez del mes séptimo en medio del pueblo hebreo, conforme a Levítico, capítulo 23, versos 26 al 29, en donde un macho cabrío por Jehová era sacrificado en expiación por los pecados, y la sangre de ese macho cabrío el sumo sacerdote la llevaba al Lugar Santísimo y esparcía con su dedo siete veces sobre el propiciatorio. Y luego que terminaba sus labores, entonces salía y colocaba sus manos sobre el otro macho cabrío, que era por Azazel, y confesaba los pecados del pueblo sobre ese macho cabrío, colocando las manos sobre la cabeza de ese macho cabrío, y luego enviaba ese macho cabrío al desierto por una persona que ya estaba asignada para ese propósito. Y así eran llevados los pecados del pueblo lejos, al desierto. Y siendo que ambos machos cabríos: el que era sacrificado y el otro que no era sacrificado pero que era llevado al desierto, ambos representaban a Cristo; Cristo murió por nuestros pecados, y luego cuando Él fue sepultado, Él llevó nuestros pecados lejos, los llevó al infierno (porque Cristo fue al infierno) y allí los dejó, los retornó (los pecados nuestros) ¿a quién? Al originador que es el diablo, y le quitó las llaves del infierno y de la muerte y luego resucitó al tercer día victorioso. Y ahora, toda persona en el Nuevo Testamento, tiene la oportunidad de obtener el perdón de sus pecados y ser limpio de todo pecado con la Sangre de Jesucristo, recibiendo a Cristo como su único y suficiente Salvador, dando testimonio público de su fe en Cristo, y reconociendo a Cristo y Su Primera Venida y Su muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados. Por eso es que Cristo en la última cena conforme a San Mateo, capítulo 26, versos 26 en adelante, dice: “*Y mientras comían, tomó Jesús el pan, y bendijo, y lo partió, y dio a sus discípulos, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo.* *Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio, diciendo: Bebed de ella todos;* *porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados.”* La remisión de los pecados es por medio de la Sangre de Jesucristo nuestro Salvador; por lo tanto, Cristo al morir en la Cruz del Calvario y derramar Su Sangre en la Cruz del Calvario, estaba efectuando el Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados, para así todos obtener el perdón de nuestros pecados y ser limpios de todo pecado con la Sangre de Jesucristo, que es la Sangre de la Expiación. En San Lucas, capítulo 24, nuestro amado Señor Jesucristo hablando con Sus discípulos (ya resucitado), dice en el capítulo 24 de San Lucas, versos 46 en adelante: “*Y les dijo: Así está escrito, y así fue necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos al tercer día;* *y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén.* *Y vosotros sois testigos de estas cosas.”* Y ahora, Cristo ordena la predicación de Su Evangelio, en donde se da a conocer al ser humano el arrepentimiento y el perdón de los pecados en el Nombre del Señor Jesucristo. Por eso se predica en el Nombre del Señor Jesucristo el arrepentimiento y el perdón de los pecados. Por esa causa es que el Apóstol Pedro el Día de Pentecostés en el capítulo 2 del libro de los Hechos, llamó al pueblo al arrepentimiento. Vean aquí predicando lleno del Espíritu Santo el Día de Pentecostés el Apóstol Pedro dice en el Cristo capítulo 2, verso 34 en adelante del libro de los Hechos: “*Porque David no subió a los cielos; pero él mismo dice:* *Dijo el Señor a mi Señor:* *Siéntate a mi diestra,* *Hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies.* *Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo.”* Llamamos a Jesús SEÑOR JESUCRISTO, porque Dios lo ha hecho **Señor** y **Cristo**. Por eso llamamos a Jesús SEÑOR JESUCRISTO. El Ángel que le apareció a los pastores en Belén de Judea la noche que nació Jesús, también dio testimonio acerca de Jesús diciendo que era el Señor y Cristo. Eso está en el capítulo 2 del evangelio según San Lucas, verso 8 en adelante (8 al 12), dice: “*Había pastores en la misma región, que velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre su rebaño.* *Y he aquí, se les presentó un ángel del Señor, y la gloria del Señor los rodeó de resplandor; y tuvieron gran temor.* *Pero el ángel les dijo: No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo:* *que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor.”* ¿Ven? El que nació en Belén de Judea: Jesús, es Cristo el Señor, o sea, es Señor Jesucristo, Dios ha hecho a Jesús Señor y Cristo. Ahora, sigue diciendo San Pedro, o sigue diciendo la Escritura cuando Pedro estaba predicando y escucharon esto, dice: “*Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos?* *Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.* *Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare.* *Y con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba, diciendo: Sed salvos de esta perversa generación.* *Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas.”* Como tres mil personas creyeron y fueron bautizadas en agua en el Nombre del Señor Jesucristo arrepentidos de sus pecados, y Cristo los bautizó con Espíritu Santo y Fuego y fueron añadidos a la Iglesia del Señor Jesucristo. Se predica el Evangelio de Cristo con una meta: que las personas puedan obtener la salvación y Vida eterna para que vivan eternamente con Cristo en Su Reino, para lo cual se predica que Cristo en Su Primera Venida murió en la Cruz del Calvario llevando nuestros pecados, por consiguiente murió como la Expiación por nuestros pecados: “Para que todo aquel que en Él cree, no se pierda; mas tenga Vida eterna.” Todo el que cree en Cristo, cree en Su Primera Venida y en Su muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados, y da testimonio público de su fe en Cristo, creyendo en Su Nombre y en Su Sacrificio, y da testimonio público de su fe en Cristo y lo recibe como su único y suficiente Salvador, y es bautizado en agua en Su Nombre, recibe el perdón de sus pecados y es limpio de todo pecado con la Sangre de Jesucristo nuestro Salvador. Y Cristo lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego y produce en la persona el nuevo nacimiento, la persona nace a una nueva vida, nace a la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno, así es como la persona entra al Reino de Dios. Cristo hablando con Nicodemo en el capítulo 3 de San Juan, verso 1 al 6, le dice: “*De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios.* *Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer?* *Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.* *Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es.* *No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo.”* Por lo tanto, toda persona que quiere entrar al Reino de Dios para vivir eternamente con Cristo en el Reino de Dios, tiene que comprender que necesita nacer de nuevo del Agua y del Espíritu, lo cual se convierte en una realidad cuando la persona escucha la predicación del Evangelio de Cristo, y nace la fe de Cristo en su alma y da testimonio público de su fe en Cristo, y lo recibe como su único y suficiente Salvador, y es bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. Ha nacido la persona del Agua, porque ha nacido de la predicación del Evangelio de Cristo. Y ahora, nacer del Espíritu, la persona cuando recibe el Espíritu de Cristo, luego de haber sido bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, pues la persona ha nacido del Espíritu, ha nacido entonces por consiguiente del Agua y del Espíritu y ha entrado al Reino de Dios, y por consiguiente ha obtenido la Vida eterna. Esa persona vivirá eternamente con Cristo en el Reino de Dios; ya tiene Vida eterna su alma, aunque su cuerpo físico no tiene Vida eterna, porque nuestros padres lo más que pudieron hacer por nosotros fue darnos este cuerpo de carne, que es temporal; pero mucho hicieron por nosotros. La ciencia todavía no nos puede dar un cuerpo físico que nos pueda durar lo que nos dura el cuerpo físico que nuestros padres nos dieron. Por lo tanto, hay un propósito divino por el cual hemos aparecido en estos cuerpos físicos que son mortales y por consiguiente son temporales. Cada persona necesita comprender el propósito de su vida en este planeta Tierra. El Apóstol Pedro nos dice en Primera de Pedro, capítulo 1, verso 2 cuál es el propósito por el cual estamos en esta Tierra. Dice - él nos dice que hemos sido elegidos, elegidos ¿para qué? vamos a ver: “*Elegidos según la presciencia de Dios Padre en santificación del Espíritu, para obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo.”* ¿Ven? Para eso hemos sido elegidos y hemos aparecido en este planeta Tierra, para obedecer, ¿obedecer qué? Obedecer la Palabra de Dios, el Evangelio de Cristo, creer y recibir a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador, y ser rociados con la Sangre de Jesucristo la cual nos limpia de todo pecado, y ser bautizados en agua en Su Nombre, y Cristo bautizarnos con Espíritu Santo y Fuego y producir en nosotros el nuevo nacimiento, y así darnos la Vida eterna. Tan simple como eso. Por lo tanto, desde el Día de Pentecostés en adelante, comenzó a predicarse el Evangelio de la Gracia, el Evangelio de salvación, el Evangelio de Jesucristo, para que en todo aquel que escuche la predicación del Evangelio de Cristo, nazca la fe de Cristo *acá* en el alma, porque la fe viene por el oír la Palabra de Dios, el Evangelio de Cristo, y con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación. Por lo tanto, cuando se predica el Evangelio de Cristo, nace la fe de Cristo en el alma de los oyentes y creen en Cristo de todo corazón, y luego dan testimonio público de su fe en Cristo, recibiéndolo como su único y suficiente Salvador. Y luego son bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo los bautiza con Espíritu Santo y Fuego y produce en la persona el nuevo nacimiento, la persona nace a una nueva vida: a la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno, y así es como obtenemos la salvación y Vida eterna, únicamente a través de nuestro amado Señor Jesucristo. Dios le ha dado a Jesucristo la exclusividad de la Vida eterna; ninguna otra persona puede darle Vida eterna a los seres humanos, solamente hay UNO, y Su Nombre es SEÑOR JESUCRISTO. Cristo, vean aquí en San Juan lo que nos dice, San Juan, capítulo 10, dice, capítulo 10, verso 27 en adelante. Dice: “*Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen,* *y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano.* *Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre.* *Yo y el Padre uno somos.”* Y ahora, las ovejas que el Padre le dio a Cristo para buscarlas y darles Vida eterna, como dice San Lucas, capítulo 19, verso 10, donde dice: “*Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.”* Por lo tanto, Él viene buscando las ovejas que el Padre le dio para que les dé la salvación y Vida eterna. Y ahora, estas ovejas son las personas que escuchan la Voz de Cristo, la Voz de Cristo es la predicación del Evangelio de Cristo por medio del Espíritu Santo en los diferentes Mensajeros que Él ha enviado. Esa es la Voz de Cristo el Buen Pastor, es Cristo en Espíritu Santo en medio de Su Iglesia, hablando por medio de Sus diferentes Mensajeros en la predicación del Evangelio de Cristo, y llamando con el Evangelio a todas las ovejas que el Padre le dio para que les dé Vida eterna. Y las ovejas que el Padre le dio, esas escuchan la Voz de Cristo, el Evangelio de Cristo. Vean, aquí en San Juan, capítulo 10, versos 14 al 18 dice Cristo: “*Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen,* *así como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas.* *También...”* ¿Ven? ¿Por quién Él murió? ¿por quién Él puso Su vida en la Cruz del Calvario? Por las ovejas que el Padre le dio, esas son las ovejas de Cristo dadas por el Padre: “*También tengo otras ovejas que no son de este redil* (o sea, no son del pueblo hebreo, no son del pueblo en donde Él está; son personas que estarán entre los gentiles)*; aquéllas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor.”* Y ahora, ¿cómo van a oír la Voz de Cristo el Buen Pastor, si Cristo cuando murió, resucitó y ascendió al Cielo, ha permanecido en el Cielo como Sumo Sacerdote en el Templo Celestial con Su cuerpo glorificado? Es que Cristo en Espíritu Santo descendió el Día de Pentecostés a los creyentes en Él, a ciento veinte creyentes en Él que estaban allí esperando el Espíritu Santo, y ha permanecido en medio de Su Iglesia todo el tiempo. Cristo en Espíritu Santo ha estado en medio de Su Iglesia hablándole por medio de diferentes Mensajeros, habló por medio de San Pedro, habló por medio de los demás Apóstoles, habló por medio de San Pablo a los gentiles, le habló por medio de San Pablo y por medio de los diferentes Mensajeros que Él ha enviado. Ha sido la Voz de Cristo en Espíritu Santo hablando por medio de seres humanos, y llamando y juntando Sus ovejas con la predicación del Evangelio de Cristo, el Evangelio de la Gracia. Durante la Dispensación de la Gracia, que es el Día Dispensacional de Salvación, el Día de Salvación es el Día de la Dispensación de la Gracia, y por cuanto todavía no ha terminado la Dispensación de la Gracia todavía hay tiempo para salvación y Vida eterna de las personas que escuchan la predicación del Evangelio de Cristo y reciben a Cristo como su único y suficiente Salvador. Por lo tanto, todavía es Tiempo de salvación porque la Dispensación de la Gracia todavía no ha terminado, todavía el Día de la Gracia, el Día de la Dispensación de la Gracia todavía no ha terminado, todavía entonces es Tiempo de Salvación, para que todo aquel que escucha la predicación del Evangelio de Cristo y nazca la fe de Cristo en su alma, crea de todo corazón en Cristo y lo reciba como su único y suficiente Salvador. Y por consiguiente esa persona es una oveja del Padre dada a Cristo para que le dé la salvación y Vida eterna. Por lo tanto, Cristo murió por esas personas, por esas ovejas que el Padre le dio para que les dé Vida eterna, esas son las personas que creen en la Primera Venida de Cristo y creen en la muerte de Cristo como el Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados, y lo recibimos como nuestro único y suficiente Salvador. Y Él nos perdona y con Su Sangre nos limpia de todo pecado, somos bautizados en agua en Su Nombre, y Él nos da el bautismo del Espíritu Santo, nos da Su Espíritu Santo y produce en nosotros el nuevo nacimiento, y así nos da la Vida eterna. Tan simple como eso. Por lo tanto, todavía estamos en el Tiempo aceptable del Señor, en el Tiempo, en el Día en que Dios acepta a toda persona que recibe a Cristo como su único y suficiente Salvador, estamos en el Día de Salvación todavía, el Día en que toda persona arrepentida de sus pecados que recibe a Cristo, obtiene la salvación de su alma para vivir eternamente con Cristo en Su Reino eterno. Las personas llamadas las ovejas de Cristo que el Padre le dio para que les dé Vida eterna, en el tiempo que les toca vivir escuchan la predicación del Evangelio de Cristo y creen de todo corazón y reciben a Cristo como su único y suficiente Salvador. Por lo tanto, siendo que todavía estamos en el Tiempo de Salvación, en el Día en que Dios acepta a toda persona que recibe a Cristo como Salvador, todavía hay tiempo para la salvación de las personas escritas en el Cielo en el Libro de la Vida, que todavía no han recibido a Cristo como su único y suficiente Salvador, y Cristo las está llamando en este tiempo final. “Si oyes hoy Su Voz, no endurezcas tu corazón,” dice San Pablo en Hebreos, capítulo 3, verso 7; y en Hebreos, capítulo 4, verso 7. “Si oyes hoy Su Voz, no endurezcas tu corazón.” Él te está llamando para perdonar tus pecados y con Su Sangre limpiarte de todo pecado, y que seas bautizado en agua en Su Nombre y Él bautizarte con Espíritu Santo y Fuego y darte la Vida eterna. Por lo tanto, yo ya he recibido a Cristo luego de escuchar la predicación de Su Evangelio, Él me ha perdonado y con Su Sangre me ha limpiado de todo pecado, y he sido bautizado en agua en Su Nombre, y Él me ha bautizado con Espíritu Santo y Fuego y ha producido en mí el nuevo nacimiento y me ha dado la Vida eterna, he entrado al Reino de Dios; por consiguiente viviré eternamente con Cristo en Su Reino. Y si se me acaba la vida terrenal en este cuerpo terrenal, Él me va a dar un cuerpo nuevo y eterno, como Su cuerpo eterno y glorificado. Por lo tanto, lo importante es asegurar nuestro futuro eterno con Jesucristo en Su Reino eterno. Y Él nos dará un nuevo cuerpo para vivir eternamente con Él en Su Reino eterno, pero ya tenemos la Vida eterna *acá* en nuestra alma. Por lo tanto, Él proveerá un cuerpo físico eterno cuando se nos acabe la vida en este cuerpo físico, volveremos a vivir pero en un cuerpo nuevo, eterno, inmortal, joven y glorificado, igual al cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador. Y en ese nuevo cuerpo seremos inmortales, esa es la nueva raza que Dios está creando por medio de Jesucristo, de la cual Jesucristo es la cabeza, Jesucristo es el que ha dado comienzo a esa raza y ha estado en la continuación de esa Creación de esa Nueva Raza. Por lo tanto, Él continúa llamando y juntando a todas las personas escritas en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero para darles la salvación y Vida eterna, para que vivan eternamente con Él, con Cristo en Su Reino en cuerpos eternos y glorificados. Yo ya he recibido a Cristo y Él me ha dado la salvación y Vida eterna. ¿Y quién más? Cada uno de ustedes también. Si hay alguna persona que todavía no ha recibido a Cristo como su único y suficiente Salvador, todavía no ha dado testimonio público de su fe en Cristo, puede hacerlo en esta noche y yo estaré orando por usted para que Cristo le reciba en Su Reino, le perdone y con Su Sangre le limpie de todo pecado, y sea bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo le bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en usted el nuevo nacimiento, y así obtenga la salvación y Vida eterna a través de Jesucristo nuestro Salvador. Y así asegure su futuro eterno con Jesucristo en Su Reino eterno, y sepa que cuando termine su vida en el cuerpo de carne, en el cuerpo físico, el cual es temporal y el cual es mortal, tiene asegurada la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno. Cristo es el único que le puede asegurar al ser humano la Vida eterna. No hay otra persona. Por lo tanto, recurrimos a Cristo para que nos dé la salvación y Vida eterna porque todavía es tiempo de salvación. Si alguna persona de los que están aquí presentes o están a través de internet o del satélite en otras naciones, no han recibido a Cristo todavía como Salvador, lo pueden hacer en esta noche y yo oraré por ustedes para que Cristo les reciba en Su Reino, les perdone y con Su Sangre les limpie de todo pecado, y sean bautizados en agua en Su Nombre, y Él les bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento, y así nazcan del Agua y del Espíritu y entren al Reino de Dios. Si hay alguna persona que todavía no ha dado testimonio público de su fe en Cristo, puede venir acá al frente para dar testimonio público de su fe en Cristo y recibirlo como su único y suficiente Salvador. Pueden ya venir y yo oraré por ustedes en esta noche. Cristo dijo en San Mateo, capítulo 10, versos 32 al 33. “*A cualquiera, pues, que me confiese delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos.* *Y a cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también le negaré delante de mi Padre que está en los cielos.”* El que niegue a Cristo, no lo confiesa como su único y suficiente Salvador, Cristo lo niega delante del Padre Celestial, y la persona no puede obtener la Vida eterna, no vivirá eternamente. Pero el que confiesa a Cristo públicamente como su único y suficiente Salvador, Cristo lo confiesa delante del Padre Celestial, y el Padre Celestial le da la Vida eterna, le da la entrada al Reino eterno. Los niños de diez años en adelante también pueden venir a los Pies de Cristo, Cristo tiene lugar para los niños también en Su Reino. Él dijo: “Dejad a los niños venir a mí; y no se lo impidáis, porque de los tales es el Reino de los Cielos.” Y ahora, aquí en San Juan, capítulo 3, verso 36, dice: “*El que cree en el Hijo, tiene Vida eterna.”* ¿Ven? **¿Quiénes son los que tienen Vida eterna?** Los que creen en el Hijo de Dios, en Jesucristo. “*Pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida.”* El que rehúsa a creer en Cristo no verá la Vida eterna, no vivirá eternamente. “*Sino que la ira de Dios está sobre él.”* También en Primera de Juan, nos dice el Apóstol San Juan en Primera de Juan, capítulo 5, versos 10 al 13: “*El que cree en el Hijo de Dios, tiene el testimonio en sí mismo; el que no cree a Dios, le ha hecho mentiroso, porque no ha creído en el testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo.* *Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo.”* Las personas quieren la Vida eterna, porque todos queremos vivir eternamente. **¿Y dónde vamos a conseguir la Vida eterna?** La Vida eterna Dios la ha colocado en Jesucristo, dice aquí la Escritura que leímos: “*Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo* (o sea, en Jesucristo)*.”* Por lo tanto, para recibir la Vida eterna recibimos a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador y Él nos da la Vida eterna: “*El que tiene al Hijo, tiene la vida* (o sea, el que tiene *acá* a Cristo en su corazón porque lo recibió como su Salvador, tiene la Vida eterna)*; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida.”* El que no tiene a Cristo porque no lo ha recibido como Salvador, no tiene la Vida eterna porque no tiene a Cristo *acá* en su alma, y Cristo es la Vida eterna y tiene la Vida eterna para darla a los creyentes en Él: “*Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna.”* La buena noticia para los creyentes en Cristo es que tenemos Vida eterna. “*Y para que creáis en el nombre del Hijo de Dios.”* Cristo murió para que nosotros podamos tener la Vida eterna. Por lo tanto, toda persona que quiere vivir eternamente necesita tener Vida eterna. ¿Y dónde la va a conseguir? En Jesucristo, no hay otra persona en quien usted pueda conseguir la Vida eterna. “*Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito , para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.”* (San Juan, capítulo 3, verso 16). Por lo tanto, el secreto para obtener la Vida eterna y vivir eternamente en el Reino de Dios, es escuchando la predicación del Evangelio de Cristo, y creyendo en Cristo y recibiéndolo como nuestro único y suficiente Salvador, y siendo bautizados en agua en Su Nombre y recibiendo Su Espíritu Santo y obteniendo así el nuevo nacimiento. Así es como nacemos del Agua y del Espíritu y entramos al Reino de Dios y por consiguiente entramos a la Vida eterna, y así tenemos asegurado nuestro futuro eterno con Jesucristo en Su Reino eterno. **¿Qué otra persona le puede asegurar a usted el futuro eterno?** No lo hay, el único es nuestro amado Señor Jesucristo. Estamos aquí en la Tierra para ser rociados con la Sangre de Cristo y obtener el perdón de nuestros pecados, y ser limpios de todo pecado con la Sangre de Cristo, y ser bautizados en agua en Su Nombre y recibir Su Espíritu Santo y obtener la Vida eterna; por lo tanto, estamos aquí para recibir la Vida eterna a través de Jesucristo, para lo cual lo recibimos como nuestro único y suficiente Salvador. En el Antiguo Testamento el día diez del mes séptimo de cada año se realizaba el sacrificio de la expiación por los pecados del pueblo, el cual era un tipo y figura del Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario. Y toda persona que arrepentido de sus pecados pedía perdón a Dios por sus pecados, obtenía el perdón de sus pecados y quedaba cubierto con la sangre, quedaba cubierto con la sangre de ese sacrificio y quedaba reconciliado con Dios. El que no viniera arrepentido de sus pecados a Dios y le pedía perdón a Dios en ese día, no quedaba perdonado y no quedaba reconciliado con Dios y por consiguiente perdía el derecho de continuar viviendo. Y ahora en el Nuevo Testamento toda persona que recibe a Cristo como su único y suficiente Salvador, es perdonado y limpiado con la Sangre de Cristo de todo pecado, y es bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego y le da la Vida eterna, y queda reconciliado con Dios para vivir por toda la eternidad en el Reino de Dios, obtiene la Vida eterna. Pero el que no, el que no viene a Cristo arrepentido de sus pecados y le pide perdón, y lo recibe como su único y suficiente Salvador, no queda perdonado y no queda reconciliado con Dios y por consiguiente no vivirá eternamente. Por lo tanto, todos necesitamos a Cristo, necesitamos a Cristo para que Él nos dé la Vida eterna, porque todos queremos vivir eternamente, queremos vivir eternamente con Cristo en Su Reino eterno, y por consiguiente todos lo recibimos como nuestro único y suficiente Salvador. Todavía vienen más personas que quieren vivir eternamente como ustedes, y por consiguiente vienen para recibir a Cristo como su único y suficiente Salvador. Algunas veces hay personas que son tímidas, y cuando ya han escuchado la predicación del Evangelio de Cristo y han creído en sus almas, en sus corazones en Cristo, y les toca el momento más glorioso de dar testimonio público de su fe en Cristo, son tímidos y les da timidez y vergüenza pasar al frente porque piensan que los van a estar mirando, y les da vergüenza que los miren. Pero para recibir a Cristo y obtener la Vida eterna a través de Cristo no podemos ser tímidos, y no podemos avergonzarnos de Cristo, Cristo dijo: “El que se avergonzare de mi y de mi Palabra,” dice que Él se avergonzará de la tal persona. Por lo tanto, no podemos avergonzarnos de Cristo, Él no se avergonzó de nosotros, Él murió por nosotros en la Cruz del Calvario sabiendo que moría para poder darnos la Vida eterna. Por lo tanto, eche a un lado la timidez y levántese y pase al frente diciendo en su corazón: “Yo creo en Cristo de todo corazón, yo quiero vivir eternamente y doy testimonio público de mi fe en Cristo y lo recibo como mi único y suficiente Salvador,” para que Cristo le reciba y le dé la Vida eterna. Recibimos a Cristo para que nos dé la Vida eterna; esa es la meta de la predicación del Evangelio de Cristo: que las personas obtengan la Vida eterna; y el propósito de la muerte en la Cruz del Calvario fue que nosotros podamos obtener la Vida eterna. Por lo tanto, Él tenía que morir como el Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados, para nosotros poder ser perdonados y limpiados con Su Sangre de todo pecado, y podamos entrar al Nuevo Pacto y estar cubiertos con la Sangre de Cristo, que es la Sangre del Nuevo Pacto. “**TODAVÍA ES TIEMPO DE SALVACIÓN.”** Por lo tanto, pueden continuar viniendo porque todavía es Tiempo de Salvación para que reciban salvación y Vida eterna a través de Jesucristo nuestro amado Salvador. Sin Cristo el ser humano está perdido, con Cristo el ser humano está salvo y tiene Vida eterna la persona. Tenemos que asegurar nuestro futuro eterno con Jesucristo nuestro Salvador, para vivir eternamente con Cristo en Su Reino. Todavía pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo los que faltan por venir y están aquí presentes, y los que están en otras naciones a través de internet o del satélite o algún otro medio de comunicación, viendo esta actividad y escuchando la predicación del Evangelio de Cristo. Pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo también los que están en otras naciones, para que Cristo les reciba en Su Reino, les perdone y con Su Sangre les limpie de todo pecado, y sean bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento y así obtengan la Vida eterna. Todavía vienen más personas que quieren vivir eternamente con Cristo en Su Reino eterno. Pueden continuar viniendo los que faltan por venir. Tenemos que asegurar nuestro futuro eterno con Jesucristo en Su Reino eterno. Cristo preguntó en San Mateo, capítulo 16, versos 26 al 28: “*Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?* *Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras* (según sus obras)*.”* Por lo tanto, ¿de qué le vale al ser humano convertirse en una persona multimillonaria y perder su alma? De nada le sirvió vivir en este planeta Tierra, no comprendió el propósito por el cual hemos llegado a este planeta Tierra. El propósito es que seamos rociados con la Sangre de Cristo y limpiados de todo pecado con la Sangre de Cristo, para lo cual escuchamos la predicación del Evangelio de Cristo y recibimos a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador. Todavía pueden continuar viniendo los que faltan por venir. Vamos a estar puestos en pie, vamos a orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo en esta noche, los que están aquí presentes y los que están en otras naciones que han venido a los Pies de Cristo en estos momentos, para que queden también incluidos en esta oración que estaré haciendo por las personas que están aquí presentes. Si falta todavía alguna persona o algún niño de diez años en adelante, puede venir. Ya vamos a orar por las personas que han venido a los pies de Cristo dando testimonio público de su fe en Cristo. Todavía vienen más personas que quieren vivir eternamente con Cristo en Su Reino eterno. Lo más importante es asegurar nuestro futuro eterno, ¿con quién? Con Jesucristo nuestro Salvador. Si falta todavía alguna persona, puede venir para que quede incluida en esta oración que estaré haciendo. Todavía estamos en Tiempo de Salvación, aunque ya está terminando ese Tiempo, pero todavía está abierta la Puerta de Salvación, todavía no ha concluido el Tiempo de Salvación, la Dispensación de la Gracia. Si oyes hoy Su Voz, no endurezcas tu corazón, es Vida eterna lo que Cristo te da al recibirlo como su único y suficiente Salvador. Vamos a orar ya por las personas que han venido a los Pies de Cristo en esta noche, por los que están aquí presentes y los que están a través de internet en otras naciones. Todavía vienen más personas porque Dios tiene mucho pueblo en esta ciudad de Santo Domingo, República Dominicana, y en toda la República Dominicana. Dios no se olvidó de los Dominicanos, Dios colocó en el Libro de la Vida del Cordero miles de Dominicanos. Por lo tanto, los está llamando en este tiempo final los de este tiempo final. Los de otros tiempos pasados, pues los llamó en otros tiempos pasados. Pero ahora les ha tocado a ustedes. Cristo el Buen Pastor por medio de Su Espíritu Santo les está llamando. Vamos ya a orar por las personas que han venido a los Pies de nuestro amado Señor Jesucristo, para que Cristo les reciba en Su Reino. Vamos a levantar nuestras manos al Cielo, a Cristo, los que están aquí presentes y los que están en otras naciones a través de internet o del satélite, con nuestras manos levantadas a Cristo, al Cielo, y repitan conmigo esta oración que estaré haciendo por ustedes. Repitan conmigo con nuestros ojos cerrados y manos levantadas al Cielo, a Cristo: ***Señor Jesucristo, vengo a Ti habiendo escuchado la predicación de Tu Evangelio; ha nacido Tu fe en mi alma, en mi corazón, y doy testimonio público de mi fe en Ti, creo en Ti de todo corazón, creo en Tu Primera Venida, creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de la Expiación por mis pecados.*** ***Y, Señor Jesucristo, yo Te recibo como mi único y suficiente Salvador reconociendo que soy pecador.*** ***Señor Jesucristo, Te ruego perdones mis pecados y con Tu Sangre me limpies de todo pecado, y me bautices con Espíritu Santo y Fuego y produzcas en mí el nuevo nacimiento luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre.*** ***Señor Jesucristo, quiero vivir contigo en Tu Reino por toda la eternidad, Señor Jesucristo, quiero nacer en la Vida eterna. En Tus manos encomiendo mi alma, salva mi alma, Señor Jesucristo, Te lo ruego. En Tu Nombre Eterno y glorioso Señor Jesucristo. Amén.*** Y con nuestras manos levantadas a Cristo al Cielo, todos decimos: **¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! Amén y amén.** Cristo les ha recibido en Su Reino, ha perdonado vuestros pecados y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado, por cuanto ustedes escucharon la predicación del Evangelio de Cristo y nació la fe de Cristo en vuestra alma, en vuestro corazón, y dieron testimonio público de vuestra fe en Cristo y lo recibieron como vuestro único y suficiente Salvador. Cristo dijo en San Marcos, capítulo 16, versos 15 al 16: “*Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.* *El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”* Pero ustedes han creído de todo corazón en Cristo y lo recibieron como vuestro único y suficiente Salvador; ustedes me dirán: “Todavía me falta el ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, quiero ser bautizado en agua lo más pronto posible. ¿Cuándo me pueden bautizar?” Es la pregunta de vuestra alma. Y la respuesta es: por cuanto ustedes han creído en Cristo de todo corazón, bien pueden ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo esta misma noche. Para lo cual pregunto al Reverendo aquí presente si hay agua Hay agua, hay un bautisterio *aquí*. ¿Y hay ropas bautismales? Hay ropas bautismales también. ¿Hay personas que les ayudarán también? Hay personas que les ayudarán, hay vestidores de ropa también *allá* en la parte de atrás. Por consiguiente bien pueden ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. ***Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento, y a vuestros familiares Cristo los traiga también a Sus Pies y les dé la salvación y Vida eterna, para que estén con ustedes en el Reino de Jesucristo por toda la eternidad. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén y amén.*** Bueno, ha sido para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, dándoles testimonio de nuestro tema: **“TODAVÍA ES TIEMPO DE SALVACIÓN.”** Y ustedes han aprovechado este Tiempo de Salvación, que aunque es corto, pero todavía hay salvación y han recibido a Cristo como vuestro único y suficiente Salvador para que les dé la salvación y Vida eterna. Muchas gracias por vuestra amable atención, y continúen pasando una noche llena de las bendiciones de Jesucristo nuestro Salvador, ustedes que están aquí presentes y los que están en otras naciones. Los que están en otras naciones también pueden ser bautizados en estos momentos en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. Hay bautisterios también donde ustedes se encuentran en otras naciones, y ministros que les bautizarán en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y también hay ropas bautismales y personas que les ayudarán, y vestidores de ropa donde pueden ponerse las ropas bautismales. Por lo tanto, bien pueden también los que están en otras naciones ser bautizados en estos mismos momentos. Dejo al ministro encargado en cada nación, para que continúe y les indique a las personas hacia dónde caminar para cambiarse de ropa y ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. Y aquí en Santo Domingo, República Dominicana, dejo al Reverendo aquí presente, para que les indique hacia dónde caminar para cambiarse de ropas y ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. Con nosotros el Reverendo Román para continuar. Dios les bendiga y les guarde a todos. “**TODAVÍA ES TIEMPO DE SALVACIÓN.”**