--- title: 'El Diseño del Templo Celestial' date: 2005-03-13 activity: 1 place: city: Nezahualcóyotl state: Estado de México country: MX duration: 00:00:00 public: false youtube: translations: files: --- Muy buenas tardes, amados amigos y hermanos presentes, y también los que están a través de internet o del satélite en diferentes naciones de la América Latina, del Caribe, de Norteamérica, de Europa y del África, y demás naciones. ***Que las bendiciones de Cristo, el Ángel del Pacto, sean sobre todos ustedes y sobre mí también, y Cristo nos bendiga y nos abra las Escrituras, y nos abra el entendimiento y el corazón para creer y entender toda Su Palabra revelada. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén y amén.*** Para esta tarde leemos en Apocalipsis, capítulo 21, versos 1 en adelante, donde dice: “*Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más.”* Esto es después del Reino Milenial, para que sepan cuándo es que se va a ver esta ciudad, este tabernáculo aquí en la Tierra. Vamos a leer de nuevo, recuerden que serán después del Reino Milenial de Cristo y después del juicio final también. Dice: “*Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más.* *Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido.* *Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios.* *Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron.* *Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas. Y me dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas.* *Y me dijo: Hecho está. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al que tuviere sed, yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida.* *El que venciere heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo.* *Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda.* *Vino entonces a mí uno de los siete ángeles que tenían las siete copas llenas de las siete plagas postreras, y habló conmigo, diciendo: Ven acá, yo te mostraré la desposada, la esposa del Cordero.* *Y me llevó en el Espíritu a un monte grande y alto, y me mostró la gran ciudad santa de Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios,* *teniendo la gloria de Dios. Y su fulgor era semejante al de una piedra preciosísima, como piedra de jaspe, diáfana como el cristal.* *Tenía un muro grande y alto con doce puertas; y en las puertas, doce ángeles, y nombres inscritos, que son los de las doce tribus de los hijos de Israel;* *al oriente tres puertas; al norte tres puertas; al sur tres puertas; al occidente tres puertas.* *Y el muro de la ciudad tenía doce cimientos, y sobre ellos los doce nombres de los doce apóstoles del Cordero.* *El que hablaba conmigo tenía una caña de medir, de oro, para medir la ciudad, sus puertas y su muro.* *La ciudad se halla establecida en cuadro, y su longitud es igual a su anchura; y él midió la ciudad con la caña, doce mil estadios; la longitud, la altura y la anchura de ella son iguales.* *Y midió su muro, ciento cuarenta y cuatro codos, de medida de hombre, la cual es de ángel.* *El material de su muro era de jaspe; pero la ciudad era de oro puro, semejante al vidrio limpio;* *y los cimientos del muro de la ciudad estaban adornados con toda piedra preciosa. El primer cimiento era jaspe; el segundo, zafiro; el tercero, ágata; el cuarto, esmeralda;* *el quinto, ónice; el sexto, cornalina; el séptimo, crisólito; el octavo, berilo; el noveno, topacio; el décimo, crisopraso; el undécimo, jacinto; el duodécimo, amatista.* *Las doce puertas eran doce perlas; cada una de las puertas era una perla. Y la calle de la ciudad era de oro puro, transparente como vidrio.* *Y no vi en ella templo; porque el Señor Dios Todopoderoso es el templo de ella, y el Cordero.* *La ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna que brillen en ella; porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su lumbrera.* *Y las naciones que hubieren sido salvas andarán a la luz de ella; y los reyes de la tierra traerán su gloria y honor a ella.* *Sus puertas nunca serán cerradas de día, pues allí no habrá noche.* *Y llevarán la gloria y la honra de las naciones a ella.* *No entrará en ella ninguna cosa inmunda, o que hace abominación y mentira, sino solamente los que están inscritos en el libro de la vida del Cordero.”* Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla. Nuestro tema para esta ocasión es: **“EL DISEÑO DEL TEMPLO CELESTIAL.”** Este Templo Celestial existe en el Cielo y este Templo Celestial es el que es mencionado en este pasaje, el cual va a venir y va a ser establecido en este planeta Tierra después del Reino Milenial de Cristo. Ahora, veamos en este libro del Apocalipsis algunos pasajes que nos habla de ese Templo Celestial; por ejemplo, tenemos aquí en las Escrituras, en el libro del Apocalipsis... Apocalipsis, capítulo 3, verso 12, donde Cristo hace una promesa muy grande, dice: “*Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo.* *El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.”* Y aquí en esta promesa encontramos que habrá un hombre que recibirá esta bendición, en donde será hecho columna en el Templo de nuestro Dios; eso significa que será hecho una persona muy importante en ese Templo de Dios, porque una columna en cuanto a seres humanos significa una persona importante. Cuando San Pablo fue a Jerusalén para decir a los Apóstoles lo que Dios estaba haciendo a través de él, habla acerca de Pedro, de Juan, y de Jacobo, y dice que ellos eran las columnas de la iglesia. ¿Ven? Y ahora, una columna en el Templo de Dios es una persona importante en el Templo de Dios, y dice que escribirá sobre él (sobre esa persona) el Nombre de nuestro Dios, y el Nombre de la Ciudad de nuestro Dios, la Nueva Jerusalén, la cual desciende del Cielo de Dios. Cristo dice: “Y mi Nombre nuevo.” Hay personas que no saben que Cristo cuando subió al Cielo, ascendió al Cielo victorioso, recibió un Nombre nuevo, y por eso Él habla de ese Nombre nuevo. Así como en José, Cristo reflejándose, tipificándose en José el hijo de Jacob, cuando él le interpretó el sueño al faraón, luego fue colocado como segundo en ese reino, el único mayor a José era faraón, José era el administrador de ese reino. Y ahora, cuando José subió a esa posición y vino a ser segundo en el trono, en el reino, no era llamado José, era llamado Zafnat- panea, porque le fue cambiado el nombre cuando subió a esa posición. Y cuando Cristo obtuvo la victoria, y subió al Cielo y se sentó con el Padre en Su Trono, recibió un Nombre nuevo; ese fue el momento en que Cristo recibió ese Nombre nuevo. Y ahora, Cristo es el que nos habla de que Él tiene un Nombre nuevo, así como José recibió un nombre nuevo: Zafnat- panea. Y ahora, ese nombre Zafnat- panea significa: “El que revela cosas secretas.” Y el que revela cosas secretas desde el Trono de Dios es ¿quién? Nuestro amado Señor Jesucristo, por eso es que en José (el hijo de Jacob) estando en Egipto, Cristo se estaba reflejando. En toda la vida de José Cristo estuvo reflejándose; aun desde muy jovencito, Cristo estaba reflejándose en él: fue vendido por cierta cantidad de piezas de plata, como Cristo fue vendido por cierta cantidad de piezas de plata; José fue vendido porque sus hermanos tuvieron envidia de él, vieron que tenía sueños y los interpretada y ellos no podían tener esa bendición porque ellos no eran Profetas. Un Profeta es un hombre nacido Profeta, nacido con las dos conciencias juntas, y pueden ver en otra dimensión, y pueden escuchar la Voz de Dios, y pueden también ver Ángeles y escuchar la voz de los Ángeles, y pueden recibir la revelación del Cielo y darla a conocer a los seres humanos. La Biblia ha sido traída a la raza humana por Cristo, el Ángel del Pacto, a través de los diferentes Profetas que Él ha enviado en el Antiguo Testamento y en el Nuevo Testamento. Y ahora, José nació Profeta, los Profetas no se hacen Profetas porque van a estudiar a la universidad o a un seminario para hacerse Profetas, ya nace un Profeta, ya nace con las dos conciencias juntas y con un ministerio determinado por Dios destinado desde antes de la fundación del mundo para operar el Espíritu Santo en esa persona ese ministerio; por lo tanto, ya son predestinados por Dios desde antes de la fundación del mundo. Ahora vean, encontramos que Pedro y los Apóstoles de Jesús, estaban predestinados para ser Apóstoles y uno estaba predestinado para vender a Jesús, eso estaba ya así establecido. Cristo le dijo orando al Padre: “Ninguno se perdió, sino el hijo de perdición para que se cumpliese la Escritura (para que se cumpliera la Escritura).” Y ahora, encontramos que hay un diseño, hay un Programa Divino que Dios está llevando a cabo, el cual Él desde antes de la fundación del mundo, desde antes de la Creación ya Dios lo concibió en Su propia mente, por lo tanto, la pregunta de algunas personas: “Antes de la Creación, ¿qué hacía Dios?” Él estaba concibiendo, preparando el diseño de todo lo que Él iba a crear. Y ahora, luego llevó a cabo la Creación por medio del Verbo que era con Dios y era Dios y se hizo carne, y cuando se hizo carne fue conocido por el Nombre de Jesús. Jesucristo es el Verbo de Dios, Jesucristo es el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, el Verbo, el cuerpo angelical de Dios llamado el Ángel de Jehová, ese es nuestro amado Señor Jesucristo. Por eso Él dijo: “Antes que Abraham fuese Yo Soy.” Eso está en San Juan, capítulo 8, verso 56 al 58. Se escandalizaron muchas personas porque Cristo ahí estaba hablando de que Él no tenía la edad que le ponían la gente, de unos 30 a 33 años de edad; pero en cuanto a Su cuerpo físico sí Jesús tenía de 30 a 33 años en la etapa de Su ministerio terrenal, pero Jesucristo en Su cuerpo angelical era antes que Juan el Bautista. Juan el Bautista dijo, hablando acerca de Jesucristo, acerca de aquel al cual él le estaba preparando el camino... vean. las palabras de Juan el Bautista, que aparentemente parecen exageradas, pero no son exageradas, no es una exageración, y ya dentro de algunos momentos vamos a ver que no es una exageración. En San Juan, capítulo 1, verso 25 en adelante, dice: “*Y le preguntaron* (a Juan)*, y le dijeron: ¿Por qué, pues, bautizas, si tú no eres el Cristo, ni Elías, ni el profeta?* *Juan les respondió diciendo: Yo bautizo con agua; mas en medio de vosotros está uno a quien vosotros no conocéis* (está hablando ¿de quién? De Jesucristo)*.* *Este es el que viene después de mí, el que es antes de mí,”* Y Jesús en Su cuerpo físico había nacido seis meses después de Juan el Bautista, y Juan está diciendo: “*el que es antes de mí, del cual yo no soy digno de desatar la correa del calzado.* *Estas cosas sucedieron en Betábara, al otro lado del Jordán, donde Juan estaba bautizando.* *al siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.”* Y ahora, Juan está presentando a Jesús como un Cordero, eso el tipo y figura, Cristo, un hombre tipificado en un cordero, porque la obra que haría sería la de quitar el pecado del mundo, y a través del Antiguo Testamento, los animalitos eran sacrificados por el pecado del pueblo. Y ahora, Juan al presentar a Cristo como el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, está por consiguiente mostrando que Cristo va a morir como el Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados, para quitar nuestros pecados, con Su Sangre limpiarnos de todo pecado y presentarnos ante Dios sin pecado, purificados ante Dios. Ahora, Juan sabía, conocía el Antiguo Testamento, Juan sabía, conocía acerca de los sacrificios que el pueblo hebreo llevaba a cabo por sus pecados el día diez del mes séptimo de cada año conforme a Levítico, capítulo 16, versos 1 en adelante, el pueblo hebreo sacrificaba el macho cabrío de la expiación. También en Levítico, capítulo 23, versos 26 al 29, nos habla de esto mismo. Y ese sacrificio de la expiación, del macho cabrío era por los pecados del pueblo hebreo, y era para ser reconciliados con Dios todos los hebreos, y eso se efectuaba el día diez del mes séptimo de cada año. ¿Por qué tenían que hacerlo todos los años el día diez del mes séptimo de cada año? Porque los animales no son perfectos porque no tienen alma, y por consiguiente la sangre de los animales no puede quitar el pecado del ser humano, solamente cubre el pecado pero no lo puede quitar, y el espíritu del animal no puede venir a la persona para santificar. Por lo tanto, no puede venir el espíritu a esa persona para bautizar con Espíritu Santo y Fuego a la persona; por lo tanto, la persona quedaba perdonada y su pecado quedaba cubierto, pero el pecado estaba allí, pero cubierto, Dios los miraba, los veía sin pecado y entonces les daba un año más de vida, quedaban reconciliados con Dios por un año, y luego el otro año tenían que hacer lo mismo, el que no viniera ante Dios arrepentido de sus pecados, afligido en su alma por haber pecado contra Dios y pidiéndole perdón a Dios por sus pecados, ese día se llevaba el sacrificio de la expiación por los pecados, y la persona que no se había arrepentido de sus pecados no quedaba perdonada y por consiguiente no quedaba reconciliado con Dios, y por consiguiente perdía la oportunidad, privilegio y derecho a vivir un año más, Dios lo cortaba, vivían un año más. Eso sí fue establecido por Dios, porque todo eso es tipo y figura del Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario y de la Sangre de Cristo derramada por el ser humano, para que todo aquel que en Él cree, que cree en Cristo, y venga arrepentido de sus pecados a los Pies de Cristo, reciba el perdón de sus pecados, sea limpio de todo pecado con la Sangre de Cristo, sea bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo y obtenga el nuevo nacimiento, y quede reconciliado con Dios para vivir no un año más sino para vivir por toda la eternidad con Jesucristo en Su Reino eterno. Por lo tanto, Juan el Bautista conocía todo este orden del Antiguo Testamento por Juan, porque Juan el Bautista era hijo de un sacerdote llamado Zacarías; por lo tanto, él conocía acerca de todo este orden religioso de estos sacrificios que se efectuaban por los pecados del pueblo, y por consiguiente por los pecados de cada persona. Y ahora, Juan el Bautista aquí está presentando un nuevo Sacrificio, uno que va a ser sacrificado, porque lo presenta como el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Por lo tanto, Juan aquí lo que está presentando es aquel sacrificio del Antiguo Testamento, tanto del cordero pascual en la víspera de la pascua que fue sacrificado allá en Egipto por el pueblo hebreo, por orden de Dios a través del Profeta Moisés, ahora Cristo es nuestra Pascua, el Cordero pascual que fue Sacrificado, dice San Pablo en Primera de Corintios, capítulo 5, verso 7; y también Cristo es el macho cabrío de la expiación que fue sacrificado por todos nosotros, para obtener nosotros el perdón de nuestros pecados y para ser reconciliados con Dios. Y luego el macho cabrío, el otro macho, porque eran dos machos cabríos, uno por Jehová y el otro por Azazel, y el macho cabrío que es por Azazel no era sacrificado, sino que el sumo sacerdote luego de haber sacrificado el macho cabrío por Jehová y haber hecho las labores de llevar la sangre de ese macho cabrío al lugar santísimo y esparcir con su dedo siete veces sobre el propiciatorio. Y luego que terminaba todas esas labores, regresaba donde estaba el otro macho cabrío y colocaba sus manos sobre la cabeza de ese macho cabrío que era por Azazel, y confesaba los pecados del pueblo sobre la cabeza de ese macho cabrío, y luego lo enviaba con una persona que ya estaba destinada para esa labor, lo enviaba lejos al desierto llevando los pecados del pueblo. También ese macho cabrío que no era sacrificado sino que los pecados del pueblo eran confesados sobre ese macho cabrío por el sumo sacerdote y era llevado lejos representa a Cristo tomando nuestros pecados y llevando lejos nuestros pecados. Cristo cuando murió en la Cruz del Calvario, murió como el macho cabrío de la expiación, el macho cabrío por Jehová; y luego en Su cuerpo angelical Él fue al infierno y Él llevó nuestros pecados porque Él tomó nuestros pecados, se hizo pecado por nosotros, tomó nuestros pecados y los llevó al infierno donde estaba el diablo y allá los regresó al diablo que es el originador del pecado, porque Cristo es ambos machos cabríos: el macho cabrío por Jehová y el macho cabrío por Azazel. Y ahora, todo ese tipo y figura, vean ustedes, se cumple, se ha cumplido en nuestro amado Señor Jesucristo. Toda persona que recibe a Cristo como su único y suficiente Salvador confesando a Cristo sus pecados, Cristo lo perdona y con Su Sangre lo limpia de todo pecado, y los pecados de la persona regresan al originador, al diablo, que fue el originador del pecado, y la persona queda libre de sus pecados. Por eso el Ángel que le apareció en sueños al marido de la virgen María (o sea, a José) hablándole en el capítulo 1, versos 18 en adelante de San Mateo, dice: “*El nacimiento de Jesucristo fue así: Estando desposada María su madre con José, antes que se juntasen, se halló que había concebido del Espíritu Santo.* *José su marido, como era justo, y no quería infamarla, quiso dejarla secretamente.* *Y pensando él en esto, he aquí un ángel del Señor le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es.* *Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.”* El Salvador es Jesucristo, Él es el que salva Su pueblo de sus pecados, Él es el que salva a cada ser humano de sus pecados, Él es el que me salvó a mí de mis pecados. ¿Y a quién más? A cada uno de ustedes también. Ahora, el Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario fue efectuado y no era el sacrificio literal de un cordero o de un macho cabrío, era el Sacrificio de un hombre que murió como el Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados. Y así como el sumo sacerdote en el templo terrenal, en el que construyó Moisés, en ese tabernáculo que construyó Moisés y en el templo que construyó el rey Salomón, el sumo sacerdote sacrificaba el macho cabrío de la expiación y llevaba la sangre de la expiación al lugar santísimo de ese templo terrenal, del tabernáculo que construyó Moisés y del templo que construyó el rey Salomón, y con su dedo esparcía siete veces sobre el propiciatorio. El propiciatorio es la tapa del arca del pacto, y es de oro puro con dos querubines, uno a cada lado, y en medio de los dos querubines está Dios en la nube, en esa nube de luz que le aparecía a los Profetas del Antiguo Testamento en diferentes ocasiones. Y cuando cada sumo sacerdote en su tiempo sacrificaba el macho cabrío de la expiación, llevaba a cabo esa labor en el templo terrenal, en el tabernáculo que construyó Moisés y luego en el templo que construyó el rey Salomón. Pero cuando murió el Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados, el Sacrificio perfecto que había sido representado, reflejado, simbolizado en aquellos sacrificios que el pueblo hebreo realizaba, cuando murió Cristo como el Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados, Cristo también es el Sumo Sacerdote según el Orden de Melquisedec del Templo Celestial. Y Cristo no fue al templo terrenal que estaba allí en Jerusalén, que había construido Herodes, no fue allí con Su Sangre para colocar allí Su Sangre sobre el propiciatorio de aquel templo terrenal. Cristo cuando resucitó, subió al Cielo, se presentó ante Dios, ante el Padre en el Templo Celestial, y colocó Su Sangre sobre el propiciatorio, que es el Trono de Dios. Y Cristo como Sumo Sacerdote ha estado intercediendo en el Templo Celestial por cada persona que lo recibe como su único y suficiente Salvador; y cada persona que lo recibe como su único y suficiente Salvador, luego de escuchar la predicación del Evangelio de Cristo y nacer la fe de Cristo en su alma, y dar testimonio público de su fe en Cristo, Cristo lo recibe, lo perdona y con Su Sangre lo limpia de todo pecado, es bautizada la persona en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego y produce el nuevo nacimiento, nace esa persona en el Reino de Cristo, el Reino de Dios. Cristo dijo a Nicodemo: “De cierto, de cierto te digo, que el que no nazca del Agua y del Espíritu, no puede ver entrar al Reino de Dios.” Eso están en San Juan, capítulo 3, verso 1 al 6, ahí está la conversación que Nicodemo y Jesús tuvieron. Y ahora, para entrar al Reino de Dios y pertenecer a ese Reino de Dios, ese Reino de Jesucristo hay que nacer de nuevo; así como para pertenecer a este reino terrenal de seres humanos tuvimos que nacer, tuvimos que nacer a través de nuestros padres terrenales, pero ellos nos dieron lo más que pudieron darnos, nos dieron una vida (aunque temporal), para que luego nosotros nos encargáramos de buscar la Vida eterna. Y la Vida eterna Dios la ha dado a la raza humana, y esta vida está en Jesucristo, para que toda persona asegure su futuro eterno con Cristo en Su Reino eterno, para que viva eternamente en ese glorioso Reino y en esa gloriosa Ciudad de la cual hemos leído al comienzo, cuando leímos Apocalipsis, capítulo 21, versos 1 al 27. Toda persona que quiere vivir en esa Ciudad eterna, la Ciudad de nuestro Dios, la Nueva Jerusalén la cual desciende del Cielo de mi Dios, necesita ser limpio de todo pecado. ¿Y con qué el ser humano puede ser limpio de todo pecado, puede ir acaso a la farmacia o al supermercado y pedir un detergente o un blanqueador para lavarse, bañarse y quedar limpio de todo pecado? Puede ir a la farmacia o puede ir al supermercado para comprar un blanqueador de esa clase y le dirán: “Tú estás loco, usted está loco porque aquí no vendemos ningún producto que pueda quitar los pecados del ser humano.” Todavía los científicos y las farmacéuticas no han inventado un producto que pueda limpiar al ser humano de sus pecados. Pero Dios nos ha dado ese blanqueador, es la Sangre de Jesucristo nuestro Salvador. Vean que Cristo dijo: “El que no naciere del Agua y del Espíritu, no puede entrar al Reino de Dios.” Y ahora, vean aquí en Apocalipsis, capítulo 21, verso 27, dice: “*No entrará en ella ninguna cosa inmunda, o que hace abominación y mentira, sino solamente los que están inscritos en el libro de la vida del Cordero.”* Esas son las personas que han recibido a Cristo como su único y suficiente Salvador. Vean aquí en el libro del Apocalipsis, en el capítulo 1 también nos habla, desde el verso 5 al 6, diciéndonos: “*Y de Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre,* *y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre; a él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos. Amén.”* Y ahora, Jesucristo con Su Sangre nos lavó de nuestros pecados y nos ha hecho para nuestros Dios ¿qué? Reyes y Sacerdotes. También en Apocalipsis, capítulo 5, verso 1 en adelante, dice, y esto es en el Cielo, en el Templo Celestial, dice: “*Y vi en la mano derecha del que estaba sentado en el trono un libro escrito por dentro y por fuera, sellado con siete sellos.* *Y vi a un ángel fuerte que pregonaba a gran voz: ¿Quién es digno de abrir el libro y desatar sus sellos?* *Y ninguno, ni en el cielo ni en la tierra ni debajo de la tierra, podía abrir el libro, ni aun mirarlo.* *Y lloraba yo mucho, porque no se había hallado a ninguno digno de abrir el libro, ni de leerlo, ni de mirarlo.”* Significaba que si no aparecía uno digno para tomar ese Libro y abrirlo, ese es el Libro de la Vida del Cordero, el Libro de la Redención, si no aparecía una persona digna de tomar ese Libro todo estaba perdido, todo volvería a como era antes de la Creación, la raza humana dejaría de existir. “*Y uno de los ancianos me dijo: No llores. He aquí que el León de la tribu de Judá, la raíz de David, ha vencido para abrir el libro y desatar sus siete sellos.* *Y miré, y vi que en medio del trono y de los cuatro seres vivientes, y en medio de los ancianos, estaba en pie un Cordero como inmolado, que tenía siete cuernos, y siete ojos, los cuales son los siete espíritus de Dios enviados por toda la tierra.”* Ese Cordero que él vio (que vio Juan), del cual el anciano dijo que era el León de la tribu de Judá, es Jesucristo, porque Jesucristo es el León de la tribu de Judá y Él también es el Cordero de Dios, del cual Juan dijo: “He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.” Así habló Juan el Bautista. Y ahora, continuamos leyendo, dice: “*Y miré, y vi que en medio del trono y de los cuatro seres vivientes, y en medio de los ancianos, estaba en pie un Cordero como inmolado, que tenía siete cuernos, y siete ojos, los cuales son los siete espíritus de Dios enviados por toda la tierra.* *Y vino, y tomó el libro de la mano derecha del que estaba sentado en el trono* (o sea, de Dios, tomó el Libro de la mano de Dios)*.* *Y cuando hubo tomado el libro, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero; todos tenían arpas, y copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos.”* Aquí tenemos los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos, los veinticuatro ancianos son los doce patriarcas y los doce Apóstoles. Por eso Cristo dijo a Sus discípulos: “Vosotros os sentaréis en doce tronos y juzgaréis a las doce tribus de Israel.” Eso está en San Mateo, capítulo 19, versos 26 en adelante, 26 al 28; y en San Lucas, capítulo 22, verso 28 al 30. Por eso Cristo podía prometer a Sus discípulos un trono en donde se sentarían cada uno de ellos, para juzgar a las doce tribus de Israel. Para el Reino Milenial, ellos estarán sobre doce tronos como Jueces juzgando a las doce tribus de Israel, y los patriarcas también estarán en ese Reino Milenial de Cristo sentados en esos doce tronos también, por eso son veinticuatro tronos. Y eso será el orden de la Teocracia, y la Teocracia y la Monarquía estarán fusionadas. Por eso también los Mensajeros de las siete edades de la Iglesia, siete etapas de la Iglesia entre los gentiles tendrán una posición importante en ese Reino de Cristo; ellos estarán como Reyes también, pues la Escritura dice que Cristo con Su Sangre nos ha limpiado de todo pecado y nos ha hecho para nuestro Dios Reyes y Sacerdotes, y reinaremos sobre la Tierra, reinaremos en ese Reino Milenial de Cristo como Reyes y Sacerdotes, y también reinaremos en toda la eternidad con Cristo en Su Reino como Reyes, como Sacerdotes y como Jueces. Por lo tanto, esta es una bendición muy especial para todos los que han sido redimidos con la Sangre de Jesucristo nuestro Salvador. Vean continuemos leyendo aquí, sigue diciendo, vamos a leer el verso 8 de nuevo: “*Y cuando hubo tomado el libro, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero; todos tenían arpas, y copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos;”* O sea, que ellos tenían esa labor con las oraciones de los santos, los santos, los redimidos con la Sangre de Cristo han orado por la Redención del cuerpo, que es la resurrección de los muertos en Cristo en cuerpos glorificados, y la transformación de nosotros los que vivimos. Hemos estado clamando por la Redención física, por la glorificación para tener un cuerpo eterno, inmortal, incorruptible y glorificado, y esas oraciones están en esas copas de oro que tienen estos personajes allá en el Cielo, y los veinticuatro ancianos son los doce patriarcas y los doce Apóstoles. Y ahora, continuemos aquí leyendo: “*Y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación;* *y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra.”* Vamos a reinar con Cristo en Su Reino como Reyes, Sacerdotes y Jueces, quizás en estos reinos terrenales de la actualidad usted no tenga una posición importante en el gobierno de su ciudad, o de su Estado, o de su provincia o de su nación, pero en el Reino de Cristo tenemos la posición más importante con Cristo nuestro Salvador. A todo lo que Cristo es heredero, nosotros también somos herederos, por lo tanto, las palabras de Cristo cuando dijo: “No temáis manada pequeña porque al Padre le ha placido daros el Reino.” Por lo tanto, el Reino de Dios en la Tierra será de Cristo y los creyentes en Cristo, ese será el Gobierno que estará en el Reino Milenial de Cristo y luego por toda la eternidad; ya no se llevarán a cabo elecciones como se llevan a cabo en la actualidad para elegir un presidente y para elegir un gobernador y para elegir un alcalde, ya eso habrá terminado, eso corresponde al reino de los gentiles. En el Reino de Dios, cuando sea establecido en este planeta Tierra, ya la elección de los que serán Reyes, Sacerdotes y Jueces, ya la hizo Dios desde antes de la fundación del mundo. ¿Y quién será el Rey mayor de todos? ¿Y quién será el Sacerdote mayor, el Sumo Sacerdote de todos? ¿Y quién será el Juez Supremo? Fue ya elegido desde antes de la fundación del mundo, y ese es Jesucristo nuestro Salvador, el Juez de los vivos y de los muertos, el Rey de reyes y Señor de señores y el Sumo Sacerdote. Ese es el Orden Celestial, según el Orden de Melquisedec del Templo Celestial, y ese Templo Celestial con todo ese Orden Celestial fue reflejado en el tabernáculo que construyó el Profeta Moisés del cual Dios le dijo: “Hazlo conforme al modelo, al diseño que yo te mostré en el monte.” Porque Dios le dio ahí la visión de ese Templo Celestial y le mostró a Moisés cómo construir ese templo, ese tabernáculo terrenal, porque ese tabernáculo terrenal sería el tipo y figura del Templo Celestial. Cuando Salomón también iba a heredar el trono de David, David le dio los planos del templo que tuvo en su corazón construir para Dios, y le dijo, y le dijo el rey David a su hijo Salomón, vamos a ver en Primera de Reyes... vamos a buscar en Primera de Reyes y también en Segunda de Crónicas, para ver claramente lo que fue ordenado por Dios, en Primera de Reyes le habló el rey a su hijo acerca de la construcción de su templo, y también en Segunda de Crónicas, vamos a ver cómo fue... Primera de Crónicas, capítulo 28, verso \*11; y capítulo 28, verso 18 al 19, vean lo que dice: “*Y David dio a Salomón su hijo el plano del pórtico del templo y sus casas, sus tesorerías, sus aposentos, sus cámaras y la casa del propiciatorio.* *Asimismo el plano de todas las cosas que tenía en mente para los atrios de casa de Jehová, para todas las cámaras alrededor, para las tesorerías de la casa de Dios, y para las tesorerías de las cosas santificadas.”* Luego, del verso 18 en adelante de este mismo capítulo 28 de Primera de Crónicas, dice: “*Además* (de todas las cosas que le dio, dice)*, oro puro en peso para el altar del incienso, y para el carro de los querubines de oro, que con las alas extendidas cubrían el arca del pacto de Jehová.* (Dice) *Todas estas cosas, dijo David, me fueron trazadas por la mano de Jehová, que me hizo entender todas las obras del diseño.”* ¿Ven? Y ahora, el rey Salomón tenía que construir un templo para Dios conforme al diseño que Dios le mostró, conforme al diseño que Dios trazó con Su dedo, con Su mano, para que David hiciera ese plano y se lo entregara a su hijo Salomón, para que construyera un templo conforme al diseño que Dios trazó y que le mostró al rey David. ¿Y por qué tantas especificaciones, y tanta exigencia de parte de Dios de que lo hicieran conforme al diseño que Dios les había mostrado, tanto al Profeta Moisés como luego al rey David para que Salomón luego lo construyera? Porque aquel tabernáculo que construyó el Profeta Moisés tipificaba, representaba el Templo Celestial; y en ese tabernáculo Dios estaba en la Luz de la *Shekinah*, esa nube de luz que le había aparecido a Moisés, luego estaba en el templo sobre el propiciatorio allá en el lugar santísimo, el propiciatorio es la tapa del arca del pacto. Y ahora, ese diseño es conforme al diseño del Templo Celestial, por eso es que Dios le ordenaba tanto a Moisés como al rey David que lo hicieran conforme al diseño que Dios le había mostrado, Dios le había trazado el diseño con el cual tenían que realizar la construcción del tabernáculo y luego Salomón la construcción del templo. Dios aceptaba como tipo y figura del Sacrificio de Cristo aquellos sacrificios que se efectuaban tanto en el tabernáculo que construyó Moisés, como en el templo que construyó el rey Salomón, en lo que llegaba el Sacrificio perfecto del Templo Celestial. Mientras tanto, el pueblo tenía que estar realizando esos sacrificios en ese templo terrenal de Salomón y en el tabernáculo terrenal que construyó Moisés, el de Moisés primero y después el de Salomón, todo eso era tipo y figura de lo que iba a suceder en el Templo Celestial, en donde un Sacrificio por el pecado del ser humano sería colocado, en donde la Sangre de ese Sacrificio sería colocada sobre el Trono de Dios que es el propiciatorio. Y ahora, Cristo cuando murió en la Cruz del Calvario estaba allí efectuándose el Sacrificio que corresponde no al templo terrenal sino al Templo Celestial; por eso cuando ascendió al Cielo Él no fue al templo terrenal para decir: “He resucitado y aquí está mi Sangre de la Expiación por los pecados de todo el pueblo.” Él fue al Templo Celestial y entró al Lugar Santísimo, y allí colocó Su Sangre, y allí Él ha estado como Sumo Sacerdote haciendo intercesión por toda persona que arrepentido de sus pecados lo recibe como su único y suficiente Salvador. Toda persona que viene a Cristo y lo acepta como su único y suficiente Salvador, lo recibe, obtiene la Misericordia de Dios, la Misericordia de Dios es extendida al ser humano, obtiene el perdón de sus pecados, es limpio de todo pecado con la Sangre de Cristo, es bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego, y produce en la persona el nuevo nacimiento, esa persona ha nacido del Agua y del Espíritu, ha nacido de nuevo y por consiguiente ha entrado al Reino de Dios, ha nacido en el Reino de Dios. El nuevo nacimiento es del Cielo, por lo tanto ha nacido del Cielo, y por consiguiente la ciudadanía de esa persona ahora es celestial, es un ciudadano celestial que ha sido restaurado al Reino de Dios y a la Vida eterna para vivir eternamente con Cristo en Su Reino; por lo tanto, cuando se le acabe la vida terrenal no tiene ningún problema, él tiene la más importante, que es la Vida eterna, para vivir con Cristo en Su Reino por toda la eternidad. Y cuando Cristo establezca Su Reino aquí en la Tierra, ahí estará esa persona que había recibido a Cristo como Salvador, ahí estaré yo. ¿Y quién más? Cada uno de ustedes también. Y todavía Cristo está haciendo intercesión como Sumo Sacerdote en el Cielo, porque todavía hay almas de Dios, hijos e hijas de Dios, hay ovejas de Dios que han sido dadas a Cristo para que las busque y les de Vida eterna, y Cristo dijo: “Yo Soy el Buen Pastor, el Buen Pastor su vida da por las ovejas.” También en San Juan, capítulo 14 dice nuestro amado Señor Jesucristo, dice, capítulo 10, verso 14 en adelante, Cristo dice: “*Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen,* *así como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas.”* Cristo cuando murió en la Cruz del Calvario estaba poniendo Su vida por Sus ovejas, estaba poniendo Su vida por mí. ¿Y por quién más? Por cada uno de ustedes también. Así como Cristo fue representado en un Cordero, todos los creyentes en Cristo han sido representados en ovejas del Redil de Señor, hombres y mujeres pertenecientes al Reino de nuestro amado Señor Jesucristo, que estaban perdidos pero Cristo vino para buscar y salvar lo que se había perdido, esas personas, esas ovejas del Padre que le han sido dadas a Cristo para que las busque y les de Vida eterna, y miren cómo las busca: “*También tengo otras ovejas que no son de este redil; aquéllas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor.”* Y ahora, van a escuchar la Voz de Cristo todas las personas que sean hijos e hijas de Dios, que sean ovejas del Señor, y Cristo les va a dar ¿qué? Vida eterna. Dice: “*Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida, para volverla a tomar.”* Eso nos habla de muerte y resurrección, lo cual sucedió cuando Cristo murió y luego resucitó, Él puso Su Vida en Expiación por nuestros pecados en la Cruz del Calvario y Su Sangre fue llevada al Trono de Dios, al lugar de Intercesión, el Trono de Intercesión, y Él entró como el Sumo Sacerdote del Templo Celestial, Él es Sacerdote, Sumo Sacerdote según el Orden de Melquisedec; porque Él es aquel Melquisedec que le apareció a Moisés el cual luego se hizo carne y vivió en medio del pueblo hebreo, y luego Él era el único que podía efectuar el Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados, poniendo Su Vida en Expiación por nuestros pecados en la Cruz del Calvario. Y luego se presentó como Sumo Sacerdote en el Cielo con la Sangre de la Expiación para reconciliar al ser humano con Dios. No hay otra forma en que el ser humano pueda ser perdonado y reconciliado con Dios para ser restaurado a la Vida eterna y vivir eternamente con Cristo en Su Reino. Ya los sacrificios de animales que efectuaba el pueblo hebreo, terminaron cuando Cristo murió en la Cruz del Calvario, de ahí en adelante ya no acepta Dios sacrificios de animalitos. En Cristo se cumplieron todos los sacrificios que el pueblo hebreo había hecho en toda la historia de la raza humana desde Adán hasta el tiempo de Jesús. Luego cuando Cristo murió, todos esos sacrificios se cumplieron en Cristo, solamente estaban representando al Sacrificio Perfecto que vendría más adelante, el cual haría un hombre, el cual sería el Mesías, el Ungido, el Cristo, que es nuestro amado Señor Jesucristo. Cristo sigue diciendo: “*Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre.”* Así que Cristo vino con un mandamiento divino, con una misión divina: de poner Su vida en Expiación por nuestros pecados en la Cruz del Calvario, y luego volver a tomar Su vida, o sea, resucitar, resucitó glorificado, y por eso no lo conocían Sus propios discípulos, y pensaban que era otra persona. Cuando una persona es glorificada, cuando los muertos en Cristo resuciten glorificados y nosotros seamos transformados, ya estaremos glorificados y seremos personas jóvenes que representaremos de 18 a 21 años de edad, y ese cuerpo glorificado será para toda la eternidad, por eso no conocían a Cristo, porque estaba glorificado y estaba joven, representaba de 18 a 21 años de edad. Así será para mí. ¿Y para quién más? Para cada uno de ustedes también. Por lo tanto, nosotros estamos clamando a Dios por un cuerpo eterno, inmortal y glorificado como el cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador. Esa es la clase de cuerpo que Cristo me va a dar a mí. ¿Y a quién más? A cada uno de ustedes también. Cuando tengamos ese nuevo cuerpo se habrán terminado todos nuestros problemas, se habrá terminado el problema de las enfermedades, el problema de la edad, de la vejez, se habrá terminado el problema de la muerte, todos esos problemas se habrán terminado, porque viviremos eternamente en un cuerpo eterno con Cristo en Su Reino eterno, en el Reino Milenial y después en la Nueva Jerusalén que será establecida en este planeta Tierra. Por lo tanto, al creer en Cristo tenemos esa bendición tan grande, y todo esto es así porque en el diseño del Templo Celestial fuimos incluidos, pertenecemos al Templo Celestial, a la Jerusalén Celestial; y por consiguiente en el diseño que Dios hizo en Su mente desde antes de la Creación me incluyó a mí. ¿Y a quién más? A cada uno de ustedes también, estábamos en Dios, y de Dios hemos venido, así como Cristo dijo: “De Dios he venido, vine de Dios y vuelvo a Dios, vine del Padre y vuelvo al Padre.” Ahora, en ese Templo Celestial encontramos que, por ejemplo, las siete lámparas son los siete espíritus de Dios que recorren toda la Tierra; y en la Iglesia del Señor Jesucristo, que es el Nuevo Templo, el Templo que está vigente, porque ya el templo o tabernáculo que construyó Moisés ya no está, el templo que construyó el rey Salomón tampoco está; y los diferentes templos que vinieron a ser la restauración o reconstrucción del templo que hubo en Jerusalén, tampoco están esos templos, allí lo que está es la Mezquita de Omar, un templo gentil. Pero no hay ningún problema, hay un templo aquí en la Tierra y ese Templo es la Iglesia del Señor Jesucristo. El Apóstol Pablo dice: “*¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros ?”* Ahora, como individuos somos Templos de Dios porque el Espíritu de Dios mora en vosotros, por eso así como Moisés construyó el tabernáculo y el rey Salomón también con atrio, lugar santo y lugar santísimo, nosotros como individuos siendo un templo de Dios, en donde mora Dios en Espíritu Santo, tenemos atrio, que es el cuerpo físico; tenemos lugar santo, que es nuestro espíritu; y tenemos lugar santísimo, que es nuestra alma, donde mora Dios en Espíritu Santo, y donde Cristo reina y gobierna nuestra vida, reina sobre nuestra vida. Y la Iglesia del Señor Jesucristo, la Iglesia de Dios tiene Atrio, Lugar Santo y Lugar Santísimo; y en la Iglesia del Señor Jesucristo se ha estado materializando el Templo Celestial, y por consiguiente es construido ese Templo Espiritual de Jesucristo, Su Iglesia. de acuerdo al diseño del Templo Celestial. Por lo tanto, conforme a ese diseño del Templo Celestial es que Cristo ha estado construyendo Su Templo Espiritual. En Hebreos, capítulo 3, verso 5 al 6, dice el Apóstol Pablo: “*Y Moisés a la verdad fue fiel en toda la casa de Dios, como siervo, para testimonio de lo que se iba a decir;* *pero Cristo como hijo sobre su casa, la cual casa somos nosotros.”* Cristo como Hijo ¿sobre qué? Sobre Su Casa, la cual Casa somos ¿quiénes? Nosotros, Su Casa, Su Familia, la Familia de Dios, la Casa de Dios. “*...si retenemos firme hasta el fin la confianza y el gloriarnos en la esperanza.”* Y ahora, la Casa de Dios, la Familia de Dios, el Templo de Dios, la Iglesia de Dios del Nuevo Testamento es la Iglesia del Señor Jesucristo en este planeta Tierra. Ya no tenemos al tabernáculo que construyó Moisés de acuerdo al diseño del templo que le fue mostrado en el Cielo, no tenemos tampoco el templo que construyó el rey Salomón, pero tenemos el templo que está construyendo el Hijo de David, que es nuestro amado Señor Jesucristo, el cual está construyendo un Templo para Dios; y este Templo es la Iglesia del Señor Jesucristo. Vean en Efesios, capítulo 2, verso 19 al 22, dice el Apóstol Pablo: “*Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios,”* Y ahora, ¿somos qué? No somos extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la Familia de Dios; como miembros de la Familia de Dios nosotros somos hijos e hijas de Dios, descendientes de Dios. “*...edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo,* *en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor.”* Y ahora, todos los creyentes en Cristo nacidos de nuevo forman la Iglesia del Señor Jesucristo, y la Iglesia del Señor Jesucristo es el Templo Espiritual de Dios, para morar Dios en ese Templo, en ese Cuerpo Místico de creyentes morar Dios en Espíritu Santo, y ese Templo, el cual San Pablo dice, los representa en un edificio, dice: “*Va creciendo para ser un templo santo en el Señor;* *en quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu.”* Y ahora, así como en la construcción de un edificio, de un templo terrenal o de un edificio grande o una casa terrenal, esa casa va creciendo a medida que los constructores, el albañil y todas las personas que están trabajando, van colocando bloque sobre bloque o van colocando concreto, van echando concreto y va creciendo, van creciendo, subiendo las paredes y así por el estilo, o si es de madera, a medida que los carpinteros van colocando la madera, va creciendo esa casa hasta que se construye esa casa completa. Y ahora, Cristo es el que está construyendo la Casa de Dios, Cristo es el que está construyendo un Templo con seres humanos para Dios morar en ese Templo, que es la Iglesia del Señor Jesucristo. Vean las palabras de San Pedro, en Primera de Pedro, capítulo 2, versos 4 en adelante, donde dice de la siguiente manera, y vamos a leer, dice San Pedro: “*Acercándoos a él, piedra viva, desechada ciertamente por los hombres, mas para Dios escogida y preciosa,* *vosotros también, como piedras vivas.”* ¿Ven? Todo lo que Cristo es lo somos también nosotros, si Él es un Cordero, todos los creyentes en Cristo están representados en ovejas; si Él es la Piedra viva, nosotros somos piedras vivas también; si Él es el Rey, nosotros somos Reyes también con Él; si Él es Sacerdote, nosotros somos Sacerdotes también; si Él es Juez nosotros somos Jueces también. A todo lo que Cristo es heredero somos también nosotros coherederos con Él. Y ahora: “Vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como Casa Espiritual.” ¿Ven? Una Casa Espiritual, tanto nosotros como individuos somos una Casa Espiritual para Dios morar en Espíritu Santo en nosotros y también como miembros del Cuerpo Místico de Cristo, todo el Cuerpo Místico de Cristo, que es la Iglesia de Jesucristo es un Templo Espiritual para Dios morar en ese Templo Espiritual. Sigue diciendo: “*...vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo,”* Y ahora, pertenecemos a un Orden Sacerdotal Celestial, no al orden sacerdotal levítico, porque el orden sacerdotal levítico del cual Aarón era el sumo sacerdote, era solamente el tipo y figura del Orden Sacerdotal Celestial del Templo Celestial. Por eso es que ordenó Dios a establecer un orden sacerdotal en el templo o tabernáculo que construyó Moisés, y en el templo que construyó el rey Salomón, porque es tipo y figura del Orden Sacerdotal Celestial de Melquisedec del cual Cristo es el Sumo Sacerdote. Sigue diciendo: “*...para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo.”* Y ahora, como Sacerdotes en la Casa de Dios y Sacerdotes del Templo Celestial ofrecemos a Dios Sacrificios Espirituales a través de Jesucristo. ¿Y por qué a través de Jesucristo? Cristo dijo en San Juan, capítulo 14, verso 6: “*Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.”* Nadie puede llegar a Dios, a menos que sea través de Jesucristo; y ninguna oración, y ninguna alabanza, y ninguna oración, y nada puede llegar a Dios, a menos que sea a través de Jesucristo, porque Jesucristo es el Sumo sacerdote, y por consiguiente los demás sacerdotes en el orden sacerdotal obraban bajo el liderazgo del sumo sacerdote. Por esa causa es que en el Nombre del Señor Jesucristo ofrecemos a Dios nuestras alabanzas, nuestros cánticos y también oramos a Dios en el Nombre del Señor Jesucristo. Cristo dijo: “Todo lo que pidiereis al Padre en oración, Yo lo daré.” Por lo tanto, todo lo que pidamos al Padre en oración en el Nombre del Señor Jesucristo, será concedido. “Todo lo que pidieres en mi Nombre,” Él dijo. Por lo tanto, es en el Nombre del Señor Jesucristo que los Apóstoles del Señor Jesucristo realizaban todos las labores en la Obra de Cristo.” Pablo decía: “Y todo lo que hagáis, ya sea de Palabra o de hechos, hacedlo todo en el Nombre del Señor Jesucristo.” En el Nombre de Jesucristo es que hay que hacer todas las cosas, porque ese es el Nombre del Sumo Sacerdote que está en el Cielo, ese es el Nombre del Sumo Sacerdote según el Orden de Melquisedec. Por lo tanto, el Apóstol Pedro y el Apóstol Pablo todo lo hacían en el Nombre del Señor Jesucristo y los demás Apóstoles también. Vean, por ejemplo aquí, en el libro de los Hechos, capítulo 2, el Apóstol Pedro, nos dice, predicando el Día de Pentecostés dice... capítulo 2, verso 14 en adelante, dice: “*Entonces Pedro, poniéndose en pie con los once, alzó la voz y les habló diciendo: Varones judíos, y todos los que habitáis en Jerusalén, esto os sea notorio, y oíd mis palabras.* *Porque éstos no están ebrios, como vosotros suponéis, puesto que es la hora tercera del día.* *Mas esto es lo dicho por el profeta Joel:* *Y en los postreros días, dice Dios,* *Derramaré de mi Espíritu sobre toda carne,* *Y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán;* *Vuestros jóvenes verán visiones,* *Y vuestros ancianos soñarán sueños;* *Y de cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas en aquellos días* *Derramaré de mi Espíritu, y profetizarán.* *Y daré prodigios arriba en el cielo,* *Y señales abajo en la tierra, Sangre y fuego y vapor de humo;* *El sol se convertirá en tinieblas,* *Y la luna en sangre,* *Antes que venga el día del Señor,* *Grande y manifiesto* (terrible)*...”* O sea, antes que venga el día de la gran tribulación, antes que venga ese tiempo en que los juicios divinos han de caer sobre la Tierra, pues antes que llegue ese tiempo dice: “*Antes que venga el día del Señor,* *Grande y manifiesto;* *Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.”* Hay que invocar el Nombre del Señor. Y ahora, vean ustedes, en la continuación de este mensaje que está predicando el Apóstol Pedro el Día de Pentecostés, en el mismo capítulo 2, versos 34 en adelante (34 al 41), dice: “*Porque David no subió a los cielos; pero él mismo dice:* *Dijo el Señor a mi Señor:* *Siéntate a mi diestra,* *Hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies.* *Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo.”* Por eso es que llamamos a Jesús: SEÑOR JESUCRISTO, porque Dios ha hecho a Jesús **Señor** y **Cristo**. Cuando el Ángel con el Ejército Celestial le apareció a los pastores allá en Belén de Judea cuando nació Cristo, en aquella noche le apareció este Ángel con esa multitud de huestes celestiales cantando, y dijo a los pastores, les dio a los pastores la buena noticia del nacimiento de Cristo, y les dijo a estos pastores, les dijo lo que allí estaba sucediendo; o sea, les dijo que había nacido en Belén de Judea un Salvador, que es Cristo el Señor. Así que el que nació en Belén de Judea es nada menos que Cristo el Señor, por lo tanto, Dios hizo a Jesús **Señor** y **Cristo**, estaba naciendo en Belén de Judea Cristo el Señor. Esto está en San Lucas, capítulo 2, verso 8 en adelante, donde dice: “*Había pastores en la misma región, que velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre su rebaño.* *Y he aquí, se les presentó un ángel del Señor, y la gloria del Señor los rodeó de resplandor; y tuvieron gran temor.* *Pero el ángel les dijo: No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo:* *que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor.”* Y ahora, el Ángel dice que ese niño que nació en Belén de Judea a través de la virgen María, es Cristo el Señor, y le fue puesto por nombre: JESÚS. Por eso llamamos a Jesús: SEÑOR JESUCRISTO, porque Él es Cristo el Señor. Por lo tanto, el Apóstol Pedro predicando y diciéndoles que Dios ha hecho a Jesús Señor y Cristo, luego el pueblo que estaba escuchándolo en aquella predicación: “*Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos?* *Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.* *Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare.”* Para cuantos el Señor nuestro Dios llamare es el bautismo en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, arrepentidos de los pecados las personas que reciben a Cristo como Salvador, y son bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y para ellos también es el bautismo del Espíritu Santo. Por lo tanto, toda persona que reciba a Cristo como su único y suficiente Salvador, pidiéndole perdón a Cristo por sus pecados y es bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, Cristo lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego y produce en la persona el nuevo nacimiento, y así la persona nace en y a la Vida eterna en el Reino eterno de Jesucristo nuestro Salvador, que es el único Reino con Vida eterna. Por lo tanto, la persona ha obtenido el nuevo nacimiento y ha nacido del Agua y del Espíritu, y ha entrado al Reino de Dios para vivir eternamente con Cristo en Su Reino, ha quedado la persona reconciliada con Dios. Sigue diciendo el Apóstol Pedro: “*Y con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba, diciendo: Sed salvos de esta perversa generación.* *Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas.”* Fueron añadidas a la Iglesia de Jesucristo como tres mil personas, que creyeron en Cristo y fueron bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, arrepentidos de sus pecados, pidiendo perdón a Cristo por sus pecados, fueron perdonados, fueron bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo los bautizó con Espíritu Santo y Fuego, y produjo en ellos el nuevo nacimiento. Y así continuó Cristo en Espíritu Santo en medio de Su Iglesia, usando a San Pedro y a los demás Apóstoles, y así ha ido creciendo la Iglesia del Señor Jesucristo, ha ido creciendo el Templo Espiritual de Cristo, ha ido creciendo ese Templo de Dios que está siendo construido por Cristo. Cristo en Espíritu Santo en medio de Su Iglesia está construyendo ese Templo. Por lo tanto, así como obró en el Antiguo Testamento Dios por medio de Su Espíritu Santo, por medio de Cristo, el Ángel del Pacto, ha estado obrando en el Nuevo Testamento. Así como el tabernáculo que construyó Moisés y el templo que construyó el rey Salomón, tenía atrio, lugar santo y lugar santísimo, el Templo que Cristo ha estado construyendo por medio de Su Espíritu Santo, tiene Atrio, que corresponde al tiempo desde Adán hasta Jesús; tiene Lugar Santo, que corresponde al tiempo de Jesús hasta el precursor de la Segunda Venida de Cristo, el Reverendo William Branham; o sea, que esas son las partes del Templo Espiritual que Cristo en Espíritu Santo está construyendo. Y ahora, hemos llegado al tiempo del Lugar Santísimo del Templo Espiritual, en donde Cristo está construyendo esa parte de Su Templo Espiritual. San Pedro dijo en Primera de Pedro, capítulo 1, verso 4 al 10, que somos piedras vivas y que estamos siendo construidos un Templo Espiritual. O sea, el Espíritu Santo, Cristo en Espíritu Santo está construyendo con piedras vivas un Templo Espiritual, que es la Iglesia del Señor Jesucristo. Por lo tanto, yo soy una piedra viva en el Templo Espiritual de Jesucristo, y Cristo es la Piedra Angular, la Piedra del Ángulo. ¿Y quién más es una piedra viva en el Templo Espiritual que Cristo está construyendo? Cada uno de ustedes también, porque son creyentes en Cristo, quienes se han arrepentido de sus pecados y han sido bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. Cristo les ha recibido en Su Reino, les ha perdonado y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado, y les ha bautizado con Espíritu Santo y Fuego, y los ha colocado en Su Templo Espiritual, en Su Iglesia como una piedra viva, una piedra viva, un hombre o una mujer con Vida eterna; es una persona con Vida eterna, es una piedra viva, un ser humano vivo a la Vida eterna. Por lo tanto, el Templo Celestial está materializándose, se está reflejando y se está materializando en el Templo que Cristo está construyendo. Por lo tanto, el Templo celestial en donde está Dios y en donde está el Orden Sacerdotal según el Orden de Melquisedec, se está materializando en la Tierra en todos los creyentes en Cristo. Ese será el Templo que en esta Tierra estará establecido durante el Reino Milenial, y tendrá un Orden Sacerdotal: el Orden Sacerdotal según el Orden de Melquisedec, que es un Orden Celestial. Y por consiguiente todas las cosas del Cielo, del Templo Celestial, estarán materializadas en la Iglesia del Señor Jesucristo, que es el Templo Espiritual de Jesucristo nuestro Salvador. San Pablo y los demás Mensajeros de las diferentes edades de la Iglesia, de las siete edades de la Iglesia, están en el Templo Celestial delante del Trono como siete lámparas de fuego juntamente con las siete edades. Cada Mensajero con cada una de las edades está representado allá en el Templo Celestial, y se ha materializado en la Iglesia de Jesucristo cuando cada Mensajero ha traído el Mensaje de Cristo y se ha formado esa edad, esa parte del Templo Espiritual de Cristo. Por lo tanto, el Templo más perfecto que Cristo tendría, sería Su Templo Espiritual, Su Iglesia, así como Cristo dijo en una ocasión: “Destruyan este templo, y en tres días lo levantaré.” Eso está en San Juan, capítulo 2, verso 19 al 21: “*Dijeron luego los judíos: En cuarenta y seis años fue edificado este templo, ¿y tú en tres días lo levantarás?”* Vamos a leerlo aquí completo tal y como está. Capítulo 2, verso 19 en adelante de San Juan, dice: “*Respondió Jesús y les dijo: Destruid este templo, y en tres días lo levantaré.”* Cristo estaba frente al templo allí en Jerusalén: “*Dijeron luego los judíos: En cuarenta y seis años fue edificado este templo, ¿y tú en tres días lo levantarás?* *Mas él hablaba del templo de su cuerpo.* *Por tanto, cuando resucitó de entre los muertos, sus discípulos se acordaron que había dicho esto; y creyeron la Escritura y la palabra que Jesús había dicho.”* Y ahora, así como nosotros somos un Templo humano, somos templos del Espíritu Santo como individuos, como personas, Cristo en Su cuerpo físico dijo: “Destruyan este templo (Él se refería al Templo de Su cuerpo físico), y en tres días lo levantaré.” Lo destruyeron, lo mataron en la Cruz del Calvario, y al tercer día lo levantó, resucitó glorificado y por consiguiente para nunca más morir, porque nunca más tendría que efectuar un Sacrificio por el pecado del ser humano, con un solo Sacrificio ha hecho perfecto a todos lo creyentes en Él. Por lo tanto, ahora todos los creyentes son Templos como individuos y son piedras vivas del Templo Espiritual de Cristo, de la Iglesia del Señor Jesucristo, que está siendo construida de acuerdo al diseño del Templo Celestial. De acuerdo al diseño del Templo Celestial, vean ustedes, está siendo construida la Iglesia del Señor Jesucristo; en el diseño del Templo Celestial están los veinticuatro ancianos en veinticuatro tronos, que son los doce patriarcas y los doce Apóstoles. ¿Ven? En el Templo celestial eso está, y por consiguiente en el Templo construido con seres humanos, Cristo por medio de Su Espíritu Santo ha estado colocando en ese Templo de seres humanos lo mismo que está en el Cielo. O sea, que está trayendo del Cielo y materializando en Su Iglesia lo que está en el Cielo; por lo tanto, ese es el Templo más perfecto, el cual estaba representado en el Cielo y estaba representado en Jesucristo. Y ahora, de acuerdo al diseño del Templo que está en el Cielo toda persona que está escrita en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, escuchará la Voz de Cristo y lo recibirá como su único y suficiente Salvador, y será colocado en ese Templo Espiritual, que es la Iglesia del Señor Jesucristo. Vean, aquí en Hebreos, capítulo 9, hablándonos el Apóstol Pablo sobre este tema, dice... dice San Pablo en Hebreos, capítulo 9, verso 18 en adelante: “*De donde ni aun el primer pacto fue instituido sin sangre.* *Porque habiendo anunciado Moisés todos los mandamientos de la ley a todo el pueblo, tomó la sangre de los becerros y de los machos cabríos, con agua, lana escarlata e hisopo, y roció el mismo libro y también a todo el pueblo,* *diciendo: Esta es la sangre del pacto que Dios os ha mandado.* *Y además de esto, roció también con la sangre el tabernáculo y todos los vasos del ministerio.* *Y casi todo es purificado, según la ley, con sangre; y sin derramamiento de sangre no se hace remisión.* *Fue, pues, necesario que las figuras de las cosas celestiales fuesen purificadas así.”* Vean, el tabernáculo con todo lo que estaba en el tabernáculo, fue rociado con la sangre de becerros y machos cabríos, dice aquí San Pablo, y eso lo hizo el Profeta Moisés; y siendo que aquel tabernáculo representa el Templo que está en el Cielo, y ahora, dice: “*Fue, pues, necesario que las figuras de las cosas celestiales...”* ¿Ven? Aquello era figura de las cosas celestiales: “*Fue, pues, necesario que las figuras de las cosas celestiales fuesen purificadas así; pero las cosas celestiales mismas, con mejores sacrificios que estos.”* Vean, las cosas Celestiales, las personas que pertenecen al Cielo y ese Templo de Cristo Celestial, tenía que ser purificado con un Sacrificio mejor: con el Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario; ese es el Sacrificio para la purificación del Templo Celestial y de las cosas Celestiales, y por consiguiente de toda la Iglesia de Jesucristo en quien se materializa el Templo Celestial. Por eso también es que Cristo dice: “*Al que venciere , yo lo haré columna en el templo de mi Dios.”* No es que lo va a hacer una columna de cemento o de acero o de madera, es que lo va a hacer una persona importante en ese Reino. También dice: “*Y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo.”* Por lo tanto, habrá una persona que obtendrá la gran victoria en el Amor Divino y tendrá esa bendición, Cristo escribirá sobre él el Nombre de nuestro Dios, de la Ciudad de nuestro Dios y Su Nombre Nuevo, y será esa persona una columna en el Templo de nuestro Dios, una persona muy importante. Ese será aquel del cual Cristo dice: “*Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono.”* Apocalipsis, capítulo 3, verso 21. Por lo tanto, Cristo en Su Iglesia, Su Templo Espiritual está materializando con seres humanos todo lo que está en el Cielo. Y ahora, en el Reino Milenial de Cristo el Trono de David será el Trono representante del Trono Celestial de Dios; y por consiguiente estará fusionado el Trono terrenal de David al cual Cristo es heredero, y sobre el cual Cristo se sentará y sentará con Él al Vencedor, ese Trono estará fusionado con el Trono Celestial, y por consiguiente la voluntad de Dios desde el Trono Celestial será transmitida, desde el Trono terrenal, el Trono de David, a la raza humana, para que en esta Tierra se haga la voluntad de Dios, como se hace en el Cielo, se haga también en esta Tierra. Todo será administrado, todo el Programa de Dios desde el Cielo será administrado a través del Trono de David y de ese Reino de David, al cual Cristo es el heredero, y al cual yo pertenezco como Rey, como Sacerdote y como Juez. ¿Y quién más? Cada uno de ustedes también. El gabinete de Cristo de ese Reino Milenial, ¿quiénes son? Yo soy un miembro de ese gabinete de ese Reino de Cristo. ¿Y quién más? Cada uno de ustedes también. Por lo tanto, conforme al diseño del Templo Celestial, así como Moisés construyó el tabernáculo y Salomón construyó el templo, Cristo está construyendo Su Templo Espiritual; no lo ha terminado todavía, pero lo va a terminar muy pronto. Se va a completar ese Templo con las piedras vivas, seres humanos vivos que recibirán a Cristo, y los últimos escogidos lo recibirán también, y se completará el Templo Espiritual de Cristo en la etapa del Lugar Santísimo, y entonces Cristo llevará a cabo la Obra de la Dedicación, será dedicado ese Templo Espiritual, la Iglesia de Jesucristo será dedicada para ser el lugar de morada de Dios plenamente, y para Dios desde ese Templo gobernar sobre la raza humana. Y por consiguiente ese Templo, la Iglesia de Jesucristo estará con Cristo en Su Reino Milenial. A ese Templo de Cristo yo pertenezco, y tengo grandes bendiciones en ese Templo Espiritual en la Iglesia de Jesucristo. ¿Y quién más? Cada uno de ustedes también. Es en el Reino de Cristo, la Iglesia del Señor Jesucristo, donde están todas las bendiciones para todos aquellos que están escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, ahí es donde están todas las bendiciones para mí y para ustedes también. “**EL DISEÑO DEL TEMPLO CELESTIAL.”** Cristo ya en el Antiguo Testamento construyó el Atrio, y ahora en el Nuevo Testamento desde los días de San Pedro en adelante, desde el Día de Pentecostés en adelante, Cristo ha construido, ha estado construyendo el Lugar Santo hasta los días del precursor de la Segunda Venida de Cristo, el Reverendo William Branham. Y para este tiempo final está construyendo el Lugar Santísimo de Su Templo Espiritual, la parte más importante de ese Templo. Somos piedras vivas de la parte más importante del Templo Espiritual de Jesucristo. Por lo tanto, conforme al diseño del Templo Celestial es que Cristo está construyendo Su Templo Espiritual, Su Iglesia, para morada de Dios en Espíritu Santo. Yo estoy muy agradecido a Cristo por colocarme en Su Templo Espiritual como una piedra viva. ¿Y quién más está agradecido a Cristo? Cada uno de ustedes también. Él nos llamó por medio del Evangelio y nos perdonó, nos limpió de todo pecado con Su Sangre y fuimos bautizados en agua en Su Nombre, y Él nos ha bautizado con Espíritu Santo y Fuego, y ha producido en nosotros el nuevo nacimiento, hemos nacido en Su Reino, hemos nacido en Su Templo Espiritual, Su Iglesia, y tenemos Vida eterna porque Él nos dio Vida eterna. “*Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.”* San Juan, capítulo 3, verso 16. Y también en San Juan, capítulo 3, nos dice en el verso 36: “*El que cree en el Hijo* (o sea, en Jesucristo) *tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él.”* El que cree en Cristo tiene Vida eterna, pero el que rehúsa creer en Cristo no verá la Vida eterna, sino que la ira de Dios está sobre él. Por lo tanto, es una bendición grande creer en nuestro amado Señor Jesucristo, esa es la única forma de obtener la Vida eterna para vivir eternamente en el Reino de Dios con Jesucristo nuestro Salvador como el Rey de reyes y Señor de señores, y nosotros como Reyes y Sacerdotes y Jueces en Su Reino, como el gabinete del Reino de Jesucristo nuestro Salvador. Ahí en Su gabinete es que Él coloca a todos los que lo reciben a Él como su único y suficiente Salvador. “El que tiene al Hijo, tiene la Vida eterna; el que no tiene al Hijo, no tiene la vida.” Dios nos ha dado Vida eterna, y esta vida está en Su Hijo, en Jesucristo. Por lo tanto, toda persona para recibir la Vida eterna, pues tiene que recibir a Cristo como su único y suficiente Salvador. Él está construyendo Su Templo Espiritual, conforme al diseño del Templo Celestial, Él está llamando y juntando a todos Sus escogidos, a todas las ovejas que el Padre le dio para que les dé Vida eterna; y el que es de Dios, la Voz de Dios oye. “Mis ovejas oyen mi Voz y me siguen, y yo les doy Vida eterna.” San Juan, capítulo 10, verso 27 en adelante. Por lo tanto, escuchamos la Voz de Cristo, lo recibimos como nuestro Salvador y lo seguimos todos los días de nuestra vida, y Él nos ha dado Vida eterna, tenemos asegurada la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno. Lo más importante es la Vida eterna y hay que asegurar la Vida eterna para tener nuestro futuro asegurado con Cristo en la Vida eterna y en Su Reino eterno. Yo he asegurado mi futuro eterno con Cristo en Su Reino eterno, por lo tanto, viviré eternamente con Cristo en Su Reino eterno. ¿Y quién más? Cada uno de ustedes también. Si hay alguno que todavía no ha asegurado su futuro eterno con Cristo en Su Reino eterno, y ha escuchado en este ocasión aquí en Ciudad México, República Mexicana, la predicación del Evangelio de Cristo, y ha nacido la fe de Cristo en su corazón y ha creído en Cristo de todo corazón, puede ahora dar testimonio público de su fe en Cristo, pues la fe viene por el oír la Palabra de Dios. “Y con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación.” \[Romanos 10:10\] Cristo dijo: “El que me confesare delante de los hombres, yo le confesaré delante de mi Padre que está en los Cielos; pero el que me negare delante de los hombres, yo le negaré delante de mi Padre que está en los Cielos.” Todos queremos que Cristo nos confiese delante de nuestro Padre Celestial, por lo cual lo recibimos como nuestro único y suficiente Salvador, para que Él nos confiese como creyentes en Él, como creyentes que hemos recibido a Cristo como el Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados, y Él nos ha perdonado y con Su Sangre nos ha limpiado de todo pecado, y el Padre nos da la entrada a Su Reino eterno y nos da Su Espíritu Santo, y así nos da la Vida eterna a través de Jesucristo nuestro Salvador. Por lo tanto, toda persona que aún no ha dado testimonio público de su fe en Cristo, no lo ha recibido como su Salvador, puede hacerlo en estos momentos para que Cristo le dé la salvación y Vida eterna, y así asegure su futuro eterno con Cristo en Su Reino eterno, para que viva eternamente con Cristo en Su Reino eterno. Puede pasar al frente para dar testimonio público de su fe en Cristo, recibiéndolo como nuestro único y suficiente Salvador, y yo oraré por usted para que Cristo le reciba en Su Reino, le perdone y con Su Sangre le limpie de todo pecado, y sea bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo le bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en usted el nuevo nacimiento, y así le dé la Vida eterna, y así usted entre al Reino eterno de Jesucristo nuestro Salvador. Pueden ya venir a los Pies de Cristo, pueden pasar ya al frente para orar por ustedes en esta ocasión, para que Cristo les reciba en Su Reino. Los que están a través de internet y del satélite allá en Puerto Rico, en Venezuela, en Colombia, en Ecuador, en Perú, en Bolivia, en Chile, en Paraguay, en Uruguay, en Argentina, en Brasil, también en la República Dominicana y en las Islas del Caribe, y en toda la América Latina y el Caribe, en toda la República Mexicana, en El Salvador, en Honduras, en Nicaragua, en Costa Rica, en Panamá, en Puerto Rico, en Norteamérica, en Europa, en el África, y en todos los demás países que están conectados con esta actividad, con esta transmisión y están escuchando la predicación del Evangelio de Cristo. En estos momentos pueden venir a los Pies de Cristo también, para dando testimonio público de su fe en Cristo, recibir a como vuestro único y suficiente Salvador, y yo estaré orando por ustedes también para que queden incluidos en esta oración que estaré haciendo por todas las personas que están viniendo a los Pies de Cristo, para dar testimonio público de su fe en Cristo recibiéndole como su único y suficiente Salvador. Pueden continuar viniendo en todos los países también a los Pies de Cristo, pueden pasar al frente en los demás países allá en los auditorios o en los lugares donde están reunidos, y en donde están viendo esta actividad y en donde están escuchando esta conferencia, esta predicación del Evangelio de Cristo. Y también los aquí presentes, pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo. Los niños también de diez años en adelante, también pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo, para que Cristo les reciba en Su Reino, les perdone y con Su Sangre les limpie de todo pecado. A los niños también de diez años en adelante, porque ya tienen conciencia del bien y del mal y saben entonces en qué han fallado, en qué han pecado contra Dios, y pueden pedir perdón a Cristo, y Cristo los perdona y con Su Sangre les limpie de todo pecado. También es así para los jóvenes, para los adultos y para los ancianos también, para todas las personas. En cuanto a los niños menores de diez años, los ministros orarán por ellos también, cuando sus padres les traigan a los ministros para que los presenten delante de Dios y queden dentro del Nuevo Pacto, cubiertos con la Sangre de Cristo nuestro Salvador. Pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo para que queden incluidos en esta oración que estaré haciendo por todas las personas que están recibiendo a Cristo como su único y suficiente Salvador. En Primera de Juan, capítulo 5, verso 10 en adelante, dice: “*El que cree en el Hijo de Dios, tiene el testimonio en sí mismo; el que no cree a Dios, le ha hecho mentiroso, porque no ha creído en el testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo.* *Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo.”* La Vida eterna que Dios nos ha dado está en Jesucristo, por eso recibimos a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador, para que Él nos dé la Vida eterna. Ninguna otra persona me puede dar a mí la Vida eterna, y tampoco a usted le puede dar la Vida eterna otra persona; solamente hay uno, y Su Nombre es SEÑOR JESUCRISTO, es el único a través del cual Dios nos da la Vida eterna. Por lo tanto, toda persona que quiere vivir eternamente necesita a Cristo como su único y suficiente Salvador, para obtener el perdón de sus pecados, ser limpio de todo pecado con la Sangre de Cristo, y ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo bautizarlo con Espíritu Santo y Fuego, y obtener el nuevo nacimiento, nacer así del Agua y del Espíritu, y obtener la Vida eterna y entrar al Reino de Dios. Así como para entrar al reino terrenal tuvimos que nacer a través de nuestros padres terrenales, para entrar al Reino de Dios tenemos que nacer de nuevo, nacer del Agua y del Espíritu, lo cual se efectúa cuando recibimos a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador, y somos bautizados en agua en Su Nombre y Él nos bautiza con Espíritu Santo y Fuego, y así se produce el nuevo nacimiento, nacemos del Agua y del Espíritu y entramos por consiguiente al Reino de Dios, y así obtenemos la Vida eterna y aseguramos nuestro futuro eterno con Jesucristo en Su Reino eterno. Sigue diciendo aquí la Escritura: “*El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida.”* La persona lo que tiene solamente es vida temporal, pero el que tiene a Jesucristo, en adición tiene la Vida eterna, el que no tiene a Cristo *acá* en su alma porque no lo ha recibido, no tiene Vida eterna, lo único que tiene es vida temporal, y se le va a terminar, y no sabe cuándo se le va a terminar. Y si no ha asegurado su futuro eterno en la Vida eterna con Cristo, entonces no tendrá otra vida, no tendrá la Vida eterna para vivir eternamente con Cristo en Su Reino. Con la vida terrenal que nuestros padres nos dieron, con esa no podemos vivir eternamente, solamente podemos vivir una cantidad de tiempo, que a la mayor parte de las personas en este tiempo les toma cien años normalmente, no pasan de cien años la mayor parte de las personas, algunos pasan de cien pero con mucho trabajo. Pero, vean ustedes, podemos tener la Vida eterna, que es lo que todo ser humano desea tener, porque nadie quiere morir y nadie quiere dejar de existir; por lo tanto, el alma de todo ser humano tiene hambre y sed de la Vida eterna, y por consiguiente tiene hambre y sed del Agua de Vida eterna, del Espíritu de Cristo que Cristo da a todos los creyentes en Él. Por lo tanto, el que quiere vivir eternamente, el que tiene sed venga y tome del Agua de la Vida eterna gratuitamente, para que viva eternamente en el cuerpo eterno, inmortal, incorruptible y glorificado, como el cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador. Lo más importante es la Vida eterna; si esta vida terrenal es importante, ¡cuánto más la Vida eterna! Si una persona sabe que en algún país hay un científico o hay un doctor o hay alguna persona quien sea, que puede alargar la vida de la persona por quinientos años, estarían las personas yendo a ese lugar, y no importa lo que tengan que pagarle a esa persona, las personas dirían: “Yo doy todo lo que tengo.” La persona piensa: “Si en cincuenta o cien años que tengo, he logrado todo lo que tengo, con quinientos años más que me den, ¿cuánto no voy a lograr? Puedo comenzar de nuevo y tendré años de más para tener cinco veces o cien veces más de lo que tengo ahora, porque ya sé cómo lograr obtener todas las cosas.” Así que si un científico o una persona, quien sea, logra descubrir cómo vivir quinientos años más, se convertiría en un hombre millonario, y convertiría a millones de personas en personas felices, porque les ha dado quinientos años más. **Pero yo conozco a uno que ha hecho a millones de personas felices, y continúa haciendo a millones de personas felices, porque no les está ofreciendo quinientos años, sino que les está ofreciendo la Vida eterna y gratuitamente, y Su Nombre es SEÑOR JESUCRISTO.** Por eso es que cuando se predica el Evangelio de Cristo por orden de Cristo que dijo: “*Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.* *El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”* Tan simple como eso. Es un asunto de fe en Cristo. Por lo tanto, el que cree y es bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, es salvo, obtiene la salvación y Vida eterna, Cristo le da Su Espíritu Santo y obtiene la Vida eterna; pero el que no cree, se pierde la bendición de la Vida eterna, se conformó con la vida terrenal que es tan corta y que no sabe cuándo se le va a terminar. Tenemos que asegurar nuestro futuro eterno con Cristo en Su Reino eterno, para tener otra vida: la Vida eterna, para poder continuar viviendo por toda la eternidad con Cristo en Su Reino eterno. El que no cree, el que rehúsa creer en Su Hijo: en Jesucristo, el Hijo de Dios, no verá la Vida eterna; el que cree en el Hijo de Dios: en Jesucristo, tiene Vida eterna y no perecerá jamás, sino que vivirá eternamente con Jesucristo en Su Reino eterno. Sigue diciendo: “*Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna, y para que creáis en el nombre del Hijo de Dios.”* ¿Ven? Los creyentes en Cristo, los que creen en el Nombre del Hijo de Dios, tienen Vida eterna, Cristo nos ha dado Vida eterna; por eso es que se predica el Evangelio de Cristo y se le da la oportunidad a las personas que reciban a Cristo como su único y suficiente Salvador, que den testimonio público de su fe en Cristo, porque cuando escuchan la predicación del Evangelio de Cristo, escuchan la revelación divina del misterio de la Primera Venida de Cristo y Su muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados, para ser reconciliados con Dios, para obtener el perdón de nuestros pecados, ser limpios de todo pecado con la Sangre de Cristo y obtener la reconciliación con Dios y ser restaurados a la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno. Las personas en la Tierra se aseguran de muchas cosas, compran seguros de salud, seguros de vida, seguros para los autos, seguros para los hogares, y así por el estilo seguros de diferentes clases. Pero algunas veces se les olvida tener el seguro más importante: el seguro de la Vida eterna que no lo venden en lugares terrenales, ese seguro de la Vida eterna es el que Cristo nos da, y quedamos asegurados con Cristo en la Vida eterna para vivir con Cristo en Su Reino eterno, ese es el seguro más importante. Y al que se le olvide obtener ese seguro, no vivirá eternamente, porque no tiene el seguro de la Vida eterna, por lo tanto, tenemos que asegurar nuestro futuro eterno en la Vida eterna, ¿con quién? Con Jesucristo nuestro Salvador, y es un seguro por el cual no tenemos que pagar ni un centavo, el precio lo pagó Cristo muriendo por nosotros en la Cruz del Calvario. Por lo tanto, ya está pagado el seguro de la Vida eterna para todo aquel que cree en Cristo y lo recibe como su único y suficiente Salvador, y así obtiene el seguro de la Vida eterna, ya ha asegurado su futuro eterno con Jesucristo en Su Reino eterno; y por esa causa ustedes están aquí en esta ocasión: para asegurar vuestro futuro eterno con Jesucristo nuestro Salvador. Vamos a dar unos segundos más en lo que llegan las personas que faltan por venir para dar testimonio público de su fe Cristo, recibiéndolo como vuestro único y suficiente Salvador. Cuando se predica el Evangelio de Cristo, algunas personas que son tímidas, les da timidez pasar al frente porque piensan que lo van a estar mirando, y entonces se siente tímido y se siente avergonzado. Pero no podemos tener timidez y no podemos avergonzarnos de Cristo, no podemos avergonzarnos de la bendición que Él tiene para nosotros, no podemos ser tímidos para recibir a Cristo y recibir la Vida eterna. Cristo no fue tímido y Cristo no se avergonzó para morir por mí y por cada uno de ustedes en la Cruz del Calvario; por lo tanto, nosotros no podemos ser tímidos para recibir a Cristo y obtener la Vida eterna a través de Jesucristo nuestro Salvador. Jesucristo es la persona más importante en el Cielo y en la Tierra, usted no está perdiendo nada, sino que usted está ganando, y mucho: la Vida eterna. Cristo se humilló para venir y morir por mí y por cada uno de ustedes en la Cruz del Calvario, y ahora, Cristo nos levanta a la Vida eterna en Su Reino eterno. Así Él levanta los llanos, las partes bajas las levanta; y a las montañas las baja, los que rehúsan creer en Cristo serán humillados, no verán la Vida eterna, sino que el juicio de Dios, la ira de Dios está sobre ellos. La única forma de evitar la ira de Dios es recibiendo a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador. Si falta alguna persona por venir, puede hacerlo, ya vamos a orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo, vamos a estar puestos en pie. Los que están en otras naciones pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo, ya vamos a orar por todos los que han venido a los Pies de Cristo. También puede estar puestos en pie en otras naciones para la oración que va a ser hecha por las personas que han venido a los Pies de Cristo. Si todavía falta alguno, puede venir para que quede incluido en esta oración, puede venir para que dé testimonio de su fe en Cristo, recibiéndole como su único y suficiente Salvador. Vamos ya a orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo en esta ocasión. Si todavía falta alguno, puede venir. Es para recibir la Vida eterna que venimos a los Pies de Cristo, y damos testimonio público de nuestra fe en Cristo y lo recibimos como nuestro único y suficiente Salvador. Vamos a levantar nuestras manos al Cielo, a Cristo todos los que están aquí presentes que han venido a los Pies de Cristo, y los que están también en otras naciones que han venido a los Pies de Cristo. Y vamos a cerrar nuestros ojos y vamos a orar. Repitan conmigo esta oración: ***Señor Jesucristo, vengo a Ti habiendo escuchado la predicación de Tu Evangelio, ha nacido Tu fe en mi alma, en mi corazón, y creo en Ti, creo en Tu Primera Venida, creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de la Expiación por mis pecados, y doy testimonio público de mi fe en Ti reconociendo que soy pecador, y Te recibo como mi único y suficiente Salvador.*** ***Señor Jesucristo, en Tus manos encomiendo mi alma, salva mi alma, Señor Jesucristo, Te lo ruego, perdona mis pecados y con Tu Sangre límpiame de todo pecado, y bautízame con Espíritu Santo y Fuego, y sea producido en mí el nuevo nacimiento, luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre.*** ***Señor Jesucristo, Te lo ruego en Tu Nombre eterno y glorioso Señor Jesucristo. Amén y amén.*** Y ahora, todos con nuestros brazos, nuestras manos levantadas a Cristo, al Cielo decimos: **¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! Amén y amén.** Cristo les ha recibido en Su Reino, ha perdonado vuestros pecados y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado, porque Él dijo: “*Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.* *El que creyere y fuere bautizado, será salvo.”* Y ustedes han creído en Cristo de todo corazón al escuchar la predicación del Evangelio de Cristo, y lo han recibido como vuestro único y suficiente Salvador. Ustedes me dirán: “Todavía me falta una cosa: Él dijo: ‘El que creyere y fuere bautizado, será salvo.’ Yo quiero ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo lo más pronto posible. ¿Cuándo me pueden bautizar?” Es la pregunta de ustedes. Por cuanto ustedes han creído en Cristo de todo corazón, bien pueden ser bautizados en agua en estos mismos momentos. ***Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento, y a vuestros familiares Cristo los traiga a Sus Pies y le dé también la salvación y Vida eterna, para que estén con ustedes en el Reino eterno de Cristo viviendo por toda la eternidad. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén y amén.*** Y ahora, le pido aquí al Reverendo Jorge Hernández Martínez que nos indique si hay agua: hay agua. ¿Hay bautisterios? Hay doce bautisterios. ¿Hay ropas bautismales también? Hay ropas bautismales, y hay vestidores de ropa también para damas y también para caballeros. ¿Hay también ministros también para bautizarles? Hay ministros también para bautizarlos. ¿Hay también personas que les ayudarán? Hay personas que les ayudarán para llegar a los vestidores de ropa, y también les ayudarán en todo para que ustedes se cambien de ropa, se coloquen las ropas bautismales y luego sean bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. También habrán personas que cuidarán de vuestras ropas en lo que ustedes son bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y luego regresarán, luego de bautizados regresarán y se cambiarán de ropa de nuevo, se pondrán la ropa de ustedes y regresarán a sus hogares felices, gozosos y agradecidos a Cristo por la salvación de vuestra alma, y con el futuro de ustedes asegurado para vivir eternamente con Cristo en Su Reino eterno. Ha sido para mí un privilegio y bendición grande estar con ustedes en esta ocasión, dándoles testimonio de nuestro tema: **“EL DISEÑO DEL TEMPLO CELESTIAL.”** Ese fue nuestro tema. Las personas que están en otras naciones también pueden ser bautizadas en agua en estos mismos momentos, allá en donde ustedes se encuentran hay ministros que les bautizarán, hay bautisterios, hay vestidores de ropas también, y también ropas bautismales para que ustedes también se cambien de ropa y sean bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. Y que Cristo también a ustedes allá en otras naciones, les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento, y así entren al Reino de Jesucristo nuestro Salvador. Muchas gracias por vuestra amable atención, amados amigos y hermanos presentes, y los que están a través de internet y del satélite en otras naciones. Será hasta otra ocasión en que les veré, continuaremos viéndonos en estos cuerpos mortales, y también cuando tengamos el nuevo cuerpo nos continuaremos viendo por toda la eternidad, porque hemos asegurado nuestro futuro eterno con Jesucristo en Su Reino eterno. ***Que Dios les continúe bendiciendo a todos, y les guarde y les acompañe todos los días de vuestra vida. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén y amén.*** Dejo nuevamente con nosotros al Reverendo Jorge Hernández Martínez, para que les indique hacia dónde caminar los caballeros y hacia dónde caminar las damas para cambiarse de ropas y ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. Es como en el tiempo de los Apóstoles: ellos predicaban el Evangelio, y todos los que seguían a Cristo y creían eran bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. Que Dios les bendiga y les guarde a todos. “**EL DISEÑO DEL TEMPLO CELESTIAL.”**