--- title: 'El Misterio de la Redención' date: 2005-01-28 activity: 1 place: city: Piranhas state: Goiás country: BR duration: 00:00:00 public: false youtube: translations: files: --- Muy buenas noches, amados hermanos y amigos presentes; y también a todos los que están a través de internet, del satélite o de la televisión. Que las bendiciones de Jesucristo, el Ángel del Pacto, sean sobre todos ustedes. En el Nombre del Señor Jesucristo. Para esta ocasión reciban todos un saludo de mi esposa Erica, y los niños reciban saludos de América y de Yahannah Gabriela. Para esta ocasión leemos en el libro del Apocalipsis, en el capítulo 5, verso 8 en adelante (versículo 8 al 14 vamos a leer), y dice así: “*Y cuando hubo tomado el libro, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero; todos tenían arpas, y copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos;* *y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación;* *y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra.* *Y miré, y oí la voz de muchos ángeles alrededor del trono, y de los seres vivientes, y de los ancianos; y su número era millones de millones,* *que decían a gran voz: El Cordero que fue inmolado es digno de tomar el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, la honra, la gloria y la alabanza.* *Y a todo lo creado que está en el cielo, y sobre la tierra, y debajo de la tierra, y en el mar, y a todas las cosas que en ellos hay, oí decir: Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos.* *Los cuatro seres vivientes decían: Amén; y los veinticuatro ancianos se postraron sobre sus rostros y adoraron al que vive por los siglos de los siglos.”* Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla. En el Nombre del Señor Jesucristo. Para esta ocasión nuestro tema es: **“EL MISTERIO DE LA REDENCIÓN.”** Tomando el verso del capítulo 5 del Apocalipsis, el verso 9 al 10, que dice (hablando acerca de esta multitud de personas), dice: “*Y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación;* *y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra.”* “**EL MISTERIO DE LA REDENCIÓN.”** Aquí nos habla la Escritura que el Cordero que tomó el Libro de los Siete Sellos, el cual es Jesucristo, el Cordero de Dios, al cual Juan el bautista cuando estuvo en Su ministerio terrenal y lo vio, dijo: “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.” Jesucristo es el que nos ha redimido con Su Sangre de todo pecado. Él con Su Sangre nos ha redimido para Dios el Padre. Por lo tanto, Jesucristo es el Cordero de Dios que toma el Libro de los Siete Sellos en Apocalipsis, capítulo 5, versos 1 en adelante; y luego en el capítulo 6, lo abre (el capítulo 6, del 1 al 16); y capítulo 8, verso 1 del Apocalipsis también. Y luego en el Apocalipsis, capítulo 10, verso 1 en adelante, Cristo el Ángel Fuerte, desciende a la Tierra con el Librito abierto en Su Mano, y luego lo entrega a un hombre para que se lo coma, para que así el título de Propiedad regrese a la raza humana y la raza humana pueda regresar a la Vida eterna, de la cual cayó cuando Adán y Eva pecaron contra Dios. Todas estas personas redimidas por Cristo, el Cordero de Dios, con la Sangre de Cristo, son las personas que serán restauradas a la Vida eterna, son las personas que han comido del Árbol de la Vida, el Árbol de la Vida es Jesucristo nuestro Salvador. Por esa causa es que Él dice: “El que oye mi Palabra y cree al que me envió, tiene Vida eterna; y no vendrá a condenación, mas pasó de muerte a vida.” (San Juan, capítulo 5, verso 24). Esto es así porque en el Misterio de la Redención, nuestro amado Señor Jesucristo es el Redentor; Él es el que nos ha redimido con Su Sangre para Dios el Padre, y nos ha restaurado a Dios, nos ha reconciliado con Dios, y nos ha colocado en el Reino de Dios, que es el Reino de nuestro amado Señor Jesucristo. Y por consiguiente nos ha restaurado a la Vida eterna. Ya tenemos Vida eterna, nuestra alma tiene Vida eterna, ya Él nos ha dado Vida eterna. La Vida eterna está en Jesucristo. Y el que recibe a Cristo como su único y suficiente Salvador, arrepentido de sus pecados, y le pide perdón a Cristo por sus pecados, Cristo lo perdona y con Su Sangre lo limpia de todo pecado, es bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego, y produce en la persona el nuevo nacimiento, y esa persona ha nacido del Agua y del Espíritu. Nacer del Agua es nacer de la predicación del Evangelio de Cristo, donde la persona escucha la predicación del Evangelio de Cristo, y le es dado a conocer en el Evangelio de Cristo el misterio de la Primera Venida de Cristo y la muerte de Cristo en la Cruz del Calvario, como el Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados, para ser redimidos para Dios el Padre Celestial, para ser restaurados a Dios, ser restaurados al Reino de Dios, ser restaurados a la Vida eterna. Por lo tanto, en el Misterio de la Redención tenemos al Redentor, que es nuestro amado Señor Jesucristo; y tenemos a los redimidos por Jesucristo. ¿Y quiénes son esas personas? Nosotros. Él nos ha redimido con Su Sangre para Dios, nos ha restaurado a la Vida eterna, nos ha reconciliado con Dios. Eso fue reflejado, representado, simbolizado en el Antiguo Testamento en Levítico, capítulo 23, versos 26 en adelante, donde dice: “*También habló Jehová a Moisés, diciendo:* *A los diez días de este mes séptimo será el día de expiación; tendréis santa convocación, y afligiréis vuestras almas, y ofreceréis ofrenda encendida a Jehová.* *Ningún trabajo haréis en este día; porque es día de expiación, para reconciliaros delante de Jehová vuestro Dios.”* El día diez del mes séptimo de cada año, en medio del pueblo hebreo es el día de la expiación, para ser reconciliados con Dios, es el día del perdón, es el día en que toda persona afligido en su alma por haber pecado contra Dios, pide perdón a Dios por sus pecados, y Dios los perdona. Todo esto está señalando que vendrá un tiempo en que habrá un Sacrificio perfecto para la expiación, para que todo ser humano arrepentido de sus pecados, pida perdón a Dios y sea perdonado y limpiado de todo pecado con la Sangre de ese Sacrificio. En el Antiguo Testamento, encontramos que la sangre de los animales que eran sacrificados, como el macho cabrío de la expiación, no podían quitar el pecado, solamente lo cubrían y eran reconciliados con Dios los hebreos por un año. En el próximo año tenían que realizar el mismo sacrificio (sacrificio que realizaba el sumo sacerdote). Y toda persona que arrepentido de sus pecados pedía perdón a Dios en ese día, Dios lo perdonaba y quedaban cubiertos los pecados con la sangre de la expiación, con la sangre del macho cabrío que era sacrificado; quedaban cubiertos, pero no quitados los pecados, y quedaban reconciliados por un año. Pero ahora, por cuanto todo aquello era tipo y figura de un Sacrificio perfecto que vendría en medio de la raza humana, en medio del pueblo hebreo para todo ser humano arrepentido de sus pecados, pedir perdón a Dios y ser perdonado y limpiado de todo pecado con la Sangre de Jesucristo, ahora en el Nuevo Testamento el Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados es el Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario. Y la Sangre de Cristo nos limpia de todo pecado, es la Sangre que nos redime; con Su Sangre nos ha redimido para Dios Su Padre, y nos ha hecho Reyes y Sacerdotes, y reinaremos con Cristo por mil años y luego por toda la eternidad. Todo esto está en El Misterio de la Redención. Y el Libro de los Siete Sellos es el Libro de la Redención, que contiene todos estos misterios de la Redención. Encontramos que el Sacrificio de Cristo es el Sacrificio de la Redención, el Sacrificio de la Expiación para nuestra redención, para así ser restaurados a Dios, y por consiguiente a la Vida eterna, y ser reconciliados con Dios; por medio de Cristo, el Ángel del Pacto es que somos reconciliados con Dios. Dios estaba en Cristo reconciliando consigo mismo al mundo. De eso es que nos habla San Pablo en Segunda de Corintios, capítulo5, verso 14 al 21, dice: “*Porque el amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: que si uno murió por todos, luego todos murieron;* *y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.* *De manera que nosotros de aquí en adelante a nadie conocemos según la carne; y aun si a Cristo conocimos según la carne, ya no lo conocemos así.* *De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.* *Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación;* *que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación.”* La Palabra de la reconciliación: El Evangelio de Cristo que da a conocer todo este misterio de la Redención. “*Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios.”* **¿Y cómo vamos a ser reconciliados con Dios?** Por medio de Cristo, creyendo en Cristo, creyendo en Su Primera Venida, creyendo en Su Muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados, para así obtener la Redención, ser redimidos. “*Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.”* Y ahora, por medio de Cristo se ha llevado a cabo nuestra Redención. Y ahora, Dios nos ha dado de Cristo hacia acá todo ese tiempo para que nosotros escuchemos la predicación de Su Evangelio y nazca la fe de Cristo en nuestra alma, creamos en Él de todo corazón, y demos testimonio público de nuestra fe en Cristo, recibiéndolo como nuestro único y suficiente Salvador, para así obtener el perdón de nuestros pecados, ser limpios de todo pecado con la Sangre de Cristo, ser perdonados, ser bautizados en agua en Su Nombre, y luego Cristo bautizarnos con Espíritu Santo y Fuego, y producir en nosotros el nuevo nacimiento, y así nacer a una nueva vida, a la Vida eterna en el Reino eterno de Jesucristo nuestro Salvador, y así asegurar nuestro futuro eterno con Jesucristo en Su Reino eterno. Ahora, toda persona en el Antiguo Testamento, que el día diez del mes séptimo de cada año en medio del pueblo hebreo no se arrepentía de sus pecados y no pedía perdón a Dios por sus pecados, y no creía en el sacrificio de la expiación del día diez del mes séptimo de cada año, ¿qué le sucedía? - Porque ese día es el día del perdón en el Antiguo Testamento. Vean, en Levítico, capítulo 23, estábamos leyendo donde dice el verso 28 al 29: “*Ningún trabajo haréis en este día; porque es día de expiación, para reconciliaros delante de Jehová vuestro Dios.* *Porque toda persona que no se afligiere en este mismo día, será cortada de su pueblo.”* Toda persona que no se arrepentía el día diez del mes séptimo de cada año por sus pecados y de sus pecados, no quedaba perdonado y no quedaba reconciliado con Dios; por lo tanto, el juicio divino caía sobre esa persona y moría esa persona, perdía el derecho a continuar viviendo. Y ahora, en el Nuevo Testamento, Dios le ha dado a la raza humana el Día del Perdón, el Día de la Expiación, que es el Día de la Dispensación de la Gracia, que comenzó desde la muerte de Cristo en adelante, para que toda persona que arrepentida de sus pecados, ha escuchado la predicación del Evangelio de Cristo y ha creído de todo corazón en Cristo y ha dado testimonio público de su fe en Cristo, reciba el perdón de sus pecados, sea limpio de todo pecado con la Sangre de Cristo, sea bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo le bautice con Espíritu Santo y Fuego, y obtenga el nuevo nacimiento. Esto es para las personas que en este tiempo de la Dispensación de la Gracia, que es el Día del Perdón, que es el Día de la Reconciliación del ser humano con Dios, pueda el ser humano obtener su Redención. Primero recibe la Redención del alma y recibe la Vida eterna acá en el alma y recibe un cuerpo angelical eterno, al obtener el nuevo nacimiento, y entra al Reino de Dios, porque ha nacido del Agua y del Espíritu. Y para el Día Postrero, si la persona ya murió físicamente, será resucitado en un cuerpo eterno, inmortal e incorruptible y glorificado, y eso será eternamente. Y ahora, toda persona que ha recibido a Cristo como su Salvador ha entrado al Plan, al Programa de la Redención, para así tener la Redención de su alma, su alma ser redimida con la Sangre de Cristo y ser colocada en la Vida eterna, para así tener la esperanza de volver a vivir, ya no en un cuerpo físico mortal, sino en cuerpo inmortal e incorruptible y glorificado, como el cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador. Esa es la bendición grande que hay en el Programa de Redención para mí. ¿Y para quién más? Para cada uno de ustedes también. ¿Cuántos saben que van a tener un cuerpo eterno? \[La congregación responde: “¡Amén!”\] Si hay alguna persona que todavía no tiene esa esperanza, por cuanto no ha recibido a Cristo como su Salvador, pero desea vivir eternamente, puede en estos momentos ponerse en pie, pasar al frente y recibir públicamente a Jesucristo como su único y suficiente Salvador; para lo cual daremos unos minutos para que pasen al frente y reciban a Cristo como su único y suficiente Salvador, para que así confirme su lugar en la Vida eterna, para que así la Redención sea hecha realidad en la vida de ustedes, y sepan que van a vivir eternamente con Jesucristo en Su Reino eterno. Pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo, y yo estaré orando por ustedes en esta noche. También los que están en otras naciones, pueden venir a los Pies de Cristo, pueden pasar al frente para que queden incluidos en esta oración que haré por todos ustedes los que están presentes y los que están también a través de internet, a través del satélite o a través de la televisión. El nombre de ustedes está escrito en el Cielo, en el Libro de la Vida, por eso ustedes han estado escuchando en estos momentos el Evangelio de Cristo. Y Cristo es el Buen Pastor que llama Sus ovejas para darles Vida eterna. Cristo dijo: “Mis ovejas oyen mi Voz y me siguen, y Yo las conozco, y Yo les doy Vida eterna.” Eso está en el capítulo 10 de San Juan, versos 1 al 30. Y también en el capítulo 8, verso 47 de San Juan, Cristo dice: “El que es de Dios, la Voz de Dios oye.” El alma de ustedes ha venido de Dios, y por esa causa ustedes están escuchando la Voz de Dios, el Evangelio de Cristo, y están respondiendo al llamado de Cristo; porque ustedes están escuchando la Voz de Cristo, el Buen Pastor, ¿por qué? Porque son ovejas de Cristo. La Escritura dice que Cristo moriría para juntar en uno a todos los hijos de Dios que estaban dispersos. San Juan, capítulo 11, verso 51 al 53, hablando de Caifás, el cual dijo que convenía que un hombre muriera por el pueblo, y no que toda la nación se perdiera. Dice: “*Entonces Caifás* (verso 49 en adelante)*...* *Entonces Caifás, uno de ellos, sumo sacerdote aquel año, les dijo: Vosotros no sabéis nada;* *ni pensáis que nos conviene que un hombre muera por el pueblo, y no que toda la nación perezca.* *Esto no lo dijo por sí mismo, sino que como era el sumo sacerdote aquel año, profetizó que Jesús había de morir por la nación;* *y no solamente por la nación, sino también para congregar en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos.”* Cristo murió para congregar en uno a todos los hijos de Dios que estaban dispersos: por eso se predica el Evangelio de Cristo en todas las naciones. Cristo dijo: “*Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.* *El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”* (San Marcos, capítulo 16, versos 15 al 16). El que cree al Evangelio de Cristo y lo recibe como su único y suficiente Salvador, no es condenado, sino que recibe la Vida eterna: “El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.” Es un asunto de Vida eterna recibir a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador, porque Él es nuestro Redentor, Él es el que ha realizado la Redención del ser humano: para eso fue que Dios el Padre envió a Su Hijo Jesucristo para morir por nosotros en la Cruz del Clavario. “*Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga Vida eterna.”* \[San Juan 3:16\] Solamente se puede obtener la Vida eterna creyendo en Jesucristo como nuestro único y suficiente Salvador. No hay otro salvador, no hay otro Redentor. Por lo tanto, toda persona que quiere obtener la Vida eterna, necesita saber que el Redentor que nos da la Vida eterna es Jesucristo nuestro Salvador: por eso Él es nuestro Redentor, nuestro Salvador. Pueden continuar pasando al frente para recibir a Cristo los que faltan por pasar. Y los niños de diez años en adelante también pueden venir a los Pies de Cristo, porque Cristo también tiene lugar para los niños en Su Reino. Él dijo: “Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el Reino de los Cielos.” También los que están en otras naciones escuchando en estos momentos, pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo, pueden continuar pasando al frente, para que queden incluidos en esta oración que haré por todos. Pueden continuar pasando al frente para recibir a Cristo como vuestro único y suficiente Salvador. Ustedes allá en Puerto Rico, en Venezuela, en Colombia, en el Ecuador, en Perú, en Bolivia, en Chile, en Paraguay, en Uruguay, en Argentina, en toda la república del Brasil, en México, en El Salvador, en Guatemala, en Nicaragua, en Honduras, en Costa Rica, en Panamá, en República Dominicana, en todas las Islas del Caribe, y también en Europa, y también en el África y en todos los demás países, pueden continuar viviendo a los Pies de Cristo para recibirlo como vuestro único y suficiente Salvador. Dentro de algunos segundos estaré orando por todos los que están presentes y los que están a través de internet o del satélite o de televisión, para que queden incluidos en esta oración, y Cristo les reciba en Su Reino. Es un asunto de Vida eterna, recibir a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador. Dios nos ha dado Vida eterna, y esta Vida está en Su Hijo: en Jesucristo. Recibimos a Cristo para que Él nos dé la Vida eterna. Vamos ya a orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo en esta ocasión. Vamos ya a inclinar nuestros rostros, vamos a cerrar nuestros ojos, y repitan conmigo esta oración: ***Señor Jesucristo, vengo a Ti, reconociendo que Tú eres el único y suficiente Salvador, Tú eres el Redentor del ser humano, Tú eres mi Redentor. He escuchado la predicación de Tu Evangelio y creo en Tu Primera Venida y creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de la Expiación por mis pecados; creo en Ti de todo corazón, Señor Jesucristo, ha nacido Tu fe en mí, y doy testimonio público de mi fe en Ti, y Te recibo públicamente como mi único y suficiente Salvador.*** ***Señor Jesucristo, en Tus manos encomiendo mi alma, salva mi alma, Señor Jesucristo, Te lo ruego. Perdona mis pecados y con Tu Sangre limpiame de todo pecado, y bautizame con Espíritu Santo y Fuego, luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre.*** ***Señor Jesucristo, quiero nacer de nuevo, quiero vivir eternamente contigo en Tu Reino. Señor Jesucristo, en Tus manos encomiendo mi alma, salva mi alma, Señor Jesucristo, Te lo ruego. En Tu Nombre Eterno y glorioso, Señor Jesucristo, Te lo ruego. Amén y amén*.** Y todos decimos: **¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! Amén y amén.** Nuestro tema en esta ocasión ha sido: **“EL MISTERIO DE LA REDENCIÓN.”** Y ustedes han escuchado la predicación del Evangelio de Cristo, bajo el tema: **“EL MISTERIO DE LA REDENCIÓN.”** Han escuchado la predicación del Evangelio de Cristo y han creído de todo corazón, y Cristo dijo: “Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo.” Ustedes han escuchado la predicación del Evangelio de Cristo y han creído de todo corazón. Y ustedes me dirán: “Y todavía me falta una cosa: me falta ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.” Y me preguntarán: “¿Cuándo me pueden bautizar?” Por cuanto ustedes han creído de todo corazón en Cristo: Bien pueden ser bautizados en agua en estos mismos momentos en el Nombre del Señor Jesucristo. Hay ministros que están preparados para bautizarles. Hay agua también, hay agua, hay bautisterios. ¿Hay ropas bautismales también? Hay ropas bautismales. ¿Y lugar dónde cambiarse de ropas: vestidores? También hay lugar donde cambiarse de ropas. Hay personas que les ayudarán también para que sean bautizados, cuidarán también de sus ropas. Por lo tanto, bien pueden ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo en estos mismos momentos. ***Y que Dios los bendiga y los bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento. En el Nombre del Señor Jesucristo. Y Dios los bendiga espiritualmente y materialmente desde ahora y para siempre. Y a vuestros familiares los traiga a Sus Pies y les dé la Salvación y Vida eterna. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén y amén.*** Muchas gracias por vuestra amable atención y continúen pasando una noche llena de las bendiciones de Jesucristo nuestro Salvador. Dejo aquí al Reverendo Josué Cunha para que continúe y les indique hacia dónde caminar para ponerse las ropas bautismales y ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. Muchas gracias por vuestra amable atención, y continúen pasando una noche llena de las bendiciones de Jesucristo nuestro Salvador. Con nosotros el Reverendo Josué Cunha para continuar. “**EL MISTERIO DE LA REDENCIÓN.”**