--- title: 'El tiempo está Cerca' date: 2004-10-24 activity: 1 place: city: São Paulo state: São Paulo country: BR duration: 00:00:00 public: false youtube: translations: files: --- Muy buenos días, amados amigos y hermanos presentes; es para mí una bendición grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final. Reciban todos saludos de mi esposa Erica, y los niños reciban saludos de América y de Yahannah Gabriela. Leemos en el libro del Apocalipsis, en el capítulo 22, verso 6 al 13, donde dice: “*Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto.* *¡He aquí, vengo pronto! Bienaventurado el que guarda las palabras de la profecía de este libro.* *Yo Juan soy el que oyó y vio estas cosas. Y después que las hube oído y visto, me postré para adorar a los pies del ángel que me mostraba estas cosas.* *Pero él me dijo: Mira, no lo hagas; porque yo soy consiervo tuyo, de tus hermanos los profetas, y de los que guardan las palabras de este libro. Adora a Dios.* *Y me dijo: No selles las palabras de la profecía de este libro, porque el tiempo está cerca.* *El que es injusto, sea injusto todavía; y el que es inmundo, sea inmundo todavía; y el que es justo, practique la justicia todavía; y el que es santo, santifíquese todavía.* *He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra.* *Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin, el primero y el último.* *Bienaventurados los que lavan sus ropas, para tener derecho al árbol de la vida, y para entrar por las puertas en la ciudad* (por la puerta de la Ciudad: la Nueva Jerusalén)*.”* Son bienaventurados los que lavan sus ropas, sus vestiduras ¿con qué? Con la Sangre de Jesucristo nuestro Salvador, para tener derecho al Árbol de la Vida y para tener derecho a entrar por las puertas de la Ciudad, de la Nueva Jerusalén. Nuestro tema es: **“EL TIEMPO ESTÁ CERCA.”** Este tiempo que estaba cerca, en los días del Apóstol San Juan, es el tiempo de la Segunda Venida de Cristo, es el Día del Señor, y estaba cerca en los días de Juan el Apóstol, porque el Día del Señor es el séptimo milenio, y Juan estaba viviendo en el quinto milenio; y luego vendría el sexto milenio, y después el séptimo milenio, en donde Cristo cumplirá Su Segunda Venida y llevará a cabo la Obra de Reclamo, donde obtendremos la Redención de nuestro cuerpo físico, que será nuestra transformación para nosotros los que vivimos, y para los muertos en Cristo será la resurrección en cuerpos eternos. Ese es el Día de Redención del cual nos habla San Pablo en Efesios, capítulo 4, verso 30, donde dice: “*Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención.”* El Día de la Redención es el séptimo milenio, donde Cristo realizará la Redención del cuerpo físico, en donde nos dará el cuerpo eterno y glorificado. En Efesios, capítulo 1, versos 13 al 14, nos dice San Pablo: “*En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa,* *que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria.”* Las arras de nuestra herencia es el Espíritu Santo, y Cristo nos bautiza con Espíritu Santo y Fuego, luego de haberlo recibido como nuestro único y suficiente Salvador arrepentidos de nuestros pecados, pidiéndole perdón a Cristo por nuestros pecados, y siendo bautizados en agua en Su Nombre, el Nombre del Señor Jesucristo, que es el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Y Cristo nos bautiza con Espíritu Santo y Fuego, y produce en nosotros el nuevo nacimiento, y así nacemos a una nueva vida: a la Vida eterna en el Reino eterno de Jesucristo nuestro Salvador. Así es como hemos obtenido el nuevo nacimiento, así es como hemos nacido del Agua y del Espíritu, de la predicación del Evangelio de Cristo, escuchándolo, creyendo en Cristo y recibiéndolo como nuestro Salvador, y siendo bautizados en agua en Su Nombre, y eso es nacer del Agua. Y nacer del Espíritu es recibir el Espíritu Santo y así obtener el nuevo nacimiento, nacer del Agua y del Espíritu, y así es como entramos al Reino de Dios, al Reino de Cristo, y hemos venido a formar parte de la Iglesia del Señor Jesucristo. Para todas las personas que han nacido del Agua y del Espíritu, tienen las primicias del Espíritu, tienen las arras de nuestra herencia, hasta la Redención de la posesión adquirida, hasta el Día de Redención, hasta el día en que Cristo llevará a cabo la resurrección de los muertos en Cristo en cuerpos glorificados y la transformación de nosotros los que vivimos. Ese es el Día de Redención, es el Día del Señor, en donde la Voz de Cristo en Apocalipsis, capítulo 1, verso 10 al 11, se escucha como una Gran Voz de Trompeta. Dice Juan el Apóstol: “*Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor.”* Juan el Apóstol fue transportado al Día del Señor, o sea, al séptimo milenio, así como en medio del pueblo hebreo en el Antiguo Testamento y en la actualidad el día séptimo, que es el sábado, es conocido como el día del Señor. Y ahora, el día séptimo, el sábado. Sábado significa: “Descanso, reposo.” Y ahora, el día séptimo de la semana representa al séptimo milenio, en donde la Tierra recibirá su reposo, su descanso, y todos los que habitarán en la Tierra estarán reposando, estarán siendo retornados a como era en el Huerto del Edén, y ahí estaremos descansando de todos los afanes de esta vida terrenal. Ese séptimo milenio es el día del Señor milenial, como también la séptima dispensación es el séptimo día dispensacional, que corresponde al séptimo milenio también. O sea, que el séptimo milenio está dentro de la séptima dispensación, y esa séptima dispensación: la Dispensación del Reino, es la dispensación en donde Jesucristo establecerá Su Reino en este planeta Tierra, y será en el séptimo milenio, en algún año del séptimo milenio. Y el séptimo milenio de Adán hacia acá ya comenzó conforme al calendario gregoriano, y ya estamos con cuatro años dentro del séptimo milenio; pero conforme al calendario profético ya llevamos alrededor de treinta años dentro del séptimo milenio, dentro del Día del Señor. No es un día de veinticuatro horas. “Porque un día delante del Señor es como mil años, y mil años como un día.” Segunda de Pedro, capítulo 3, verso 8; y el Salmo 90, verso 4, que es un Salmo del Profeta Moisés. Y ahora, hemos visto lo que es el Día del Señor, y ése es el día que corresponde en el Programa Divino para Cristo cumplir Su Segunda Venida en algún año de ese séptimo milenio. Y en ese séptimo milenio es que Cristo completará Su Iglesia y se levantará del Trono del Padre, tomará el Título de Propiedad, que es el Libro de los Siete Sellos que está en la diestra de Dios en el capítulo 5 del Apocalipsis, verso 1 en adelante, lo tomará de la diestra de Dios, lo abrirá en el Cielo y hará Su Obra de Reclamo; porque ya cuando Él tome ese Título de Propiedad, ya se habrá completado Su Iglesia, y ya Cristo habrá terminado Su Obra de Intercesión y ya el tiempo de Redención no es más. El tiempo para las personas recibir a Cristo como su Salvador, como su Redentor, habrá terminado, y habrá terminado la Dispensación de la Gracia y la Dispensación del Reino estará entrando. Pero hay un entrelace entre la Dispensación del Reino y la Dispensación de la Gracia. Siempre hay un entrelace, como también cada día se entrelaza con el nuevo día que va a comenzar o con el día que ya está pasando. Así también son los años, el entrelace de los años entre los gentiles es a la medianoche, del día 31 de Diciembre; y en la medianoche termina un año y comienza el otro año. También así los días se entrelazan a la medianoche entre los gentiles, pero no así en medio del pueblo hebreo. En medio del pueblo hebreo los días se entrelazan en la tarde, en la tarde a la caída del sol termina el día y ahí comienza un nuevo día; y la luz que se estaba viendo cuando cayó el sol es el día que está terminando; pero la luz que se ve después de la caída del sol, en donde todavía hay luz, esa luz corresponde al nuevo día. En tiempo de verano los días son más largos, por lo tanto la caída del sol tarda más, y por consiguiente puede ser a las 6:00 de la tarde ó a la 6:00 y algunos minutos, y en algunos países puede ser mucho más tarde, hasta las 8:00 de la noche ó hasta las 9:00 de la noche. En tiempo de invierno los días son más cortos, y por consiguiente el sol o la caída del sol es más temprano, puede ser a las 5:00 de la tarde ó a las 4:00 de la tarde en algunos países; y si uno se va a uno de los dos polos, entonces la caída del sol es más temprano en tiempo de invierno, y en tiempo de verano es muchísimo más largo el tiempo de la caída del sol. Todo eso tipifica la parte espiritual del Programa Divino. Ahora, nosotros estamos viviendo en el tiempo más glorioso de todos los tiempos, en el tiempo en que ya las siete etapas de la Iglesia y Sus siete Mensajeros con sus siete Mensajes han terminado; ya esos siete días de edades terminaron, y ahora nos encontramos en el día espiritual octavo de la Edad de la Piedra Angular, y se entrelazó en el tiempo de la tarde con la séptima edad de la Iglesia. Y ahora, la Luz que se está viendo, la Luz espiritual, corresponde a un nuevo día: la Edad de la Piedra Angular, y a un nuevo milenio y a un nuevo día dispensacional: al séptimo día dispensacional y a la Edad de la Piedra Angular, esa es la misma luz que el pueblo hebreo va a ver nacer allá en Israel. De esto nos habla el Profeta Oseas, en el capítulo 6, verso 1 al 3, tenemos que comprender todos estos simbolismos para poder comprender este misterio del tiempo: “*Venid y volvamos a Jehová; porque él arrebató, y nos curará; hirió, y nos vendará.* *Nos dará vida después de dos días.”* Después de dos días, por cuanto un día delante del Señor es como mil años, estos dos días son dos mil años que han transcurrido de Cristo hacia acá, y ahora en el tercer día, en el tercer milenio de Cristo hacia acá es que Cristo, es que Dios, le va a dar vida espiritual al pueblo hebreo. ¿Ven lo sencillo que es todo? “*Al tercer día nos resucitará.”* Una resurrección espiritual, una resurrección del pueblo hebreo como nación, con Dios en medio de Su pueblo Israel. Eso es la higuera, el pueblo hebreo que ha reverdecido, y eso también es Ezequiel, capítulo 37, la restauración de Israel, el cual fue mostrado al Profeta Ezequiel como un grupo grande de huesos secos en el campo. Y le pregunta Dios a Ezequiel: “¿Vivirán estos huesos?” Ezequiel, capítulo 37, vamos a ver aquí capítulo 37, verso 1 en adelante, dice: “*La mano de Jehová vino sobre mí, y me llevó en el Espíritu de Jehová, y me puso en medio de un valle que estaba lleno de huesos.* *Y me hizo pasar cerca de ellos por todo en derredor; y he aquí que eran muchísimos sobre la faz del campo, y por cierto secos en gran manera.* *Y me dijo: Hijo de hombre, ¿vivirán estos huesos? Y dije: Señor Jehová, tú lo sabes.* *Me dijo entonces: Profetiza sobre estos huesos, y diles: Huesos secos, oíd palabra de Jehová.* *Así ha dicho Jehová el Señor a estos huesos: He aquí, yo hago entrar espíritu en vosotros, y viviréis.”* El cuerpo sin espíritu está muerto, pero con espíritu está vivo; y toda persona sin el Espíritu de Dios está muerto a la Vida eterna, no tiene Vida eterna. Pero con el Espíritu de Dios en la persona, la persona está vivo a la Vida eterna, y así es para el pueblo hebreo: Dios trata con el pueblo hebreo como nación, y el pueblo hebreo sin el Espíritu de Dios en medio de ellos está muerto el pueblo hebreo. “*Y pondré tendones sobre vosotros, y haré subir sobre vosotros carne, y os cubriré de piel, y pondré en vosotros espíritu, y viviréis; y sabréis que yo soy Jehová.* *Profeticé, pues, como me fue mandado; y hubo un ruido mientras yo profetizaba, y he aquí un temblor; y los huesos se juntaron cada hueso con su hueso.* *Y miré, y he aquí tendones sobre ellos, y la carne subió, y la piel cubrió por encima de ellos; pero no había en ellos espíritu.”* El pueblo hebreo ya está como una nación libre y soberana, aunque tienen muchos problemas. ¿Pero qué nación no tiene problemas? Todas las naciones tienen problemas, unos más y otros más todavía que esos que tienen más; porque ninguna nación tiene menos, todas tienen mucho, y las que no tienen mucho, tienen muchísimos más. Por lo tanto, el pueblo hebreo está como nación, pero no tiene espíritu, no tiene el Espíritu de vida. Y ahora, vamos a ver: “*Y me dijo: Profetiza al espíritu, profetiza, hijo de hombre, y dí al espíritu: Así ha dicho Jehová el Señor: Espíritu, ven de los cuatro vientos, y sopla sobre estos muertos, y vivirán.”* Y va a llamar el Espíritu de los cuatro vientos, porque el Espíritu de Dios ha estado en medio de los gentiles llamando un pueblo para Su Nombre de edad en edad, y en este tiempo final la promesa es que enviará Sus Ángeles con Gran Voz de Trompeta y juntarán a Sus escogidos. Primeramente son juntados los escogidos de entre los gentiles pertenecientes a la Iglesia del Señor Jesucristo, todos los escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, son llamados y juntados con la Gran Voz de Trompeta del Evangelio del Reino, juntamente con la Gran Voz de Trompeta del Evangelio de la Gracia, porque eso es la Lluvia Tardía del Mensaje de la Segunda Venida de Cristo, del Mensaje del Evangelio del Reino. Y la Lluvia Temprana es el Mensaje del Evangelio de la Gracia, que gira alrededor de la Primera Venida de Cristo; y el Espíritu de Dios que estuvo en medio del pueblo hebreo, luego ha estado entre los gentiles llamando un pueblo para Su Nombre, y en este tiempo está llamando y juntando a Sus últimos escogidos, los está llamando y juntando en el Reino de Cristo, y por consiguiente en el Cuerpo Místico de Cristo, que es la Iglesia del Señor Jesucristo, que es el Redil de las ovejas que el Padre le dio a Cristo para que les dé Vida eterna. Esas ovejas escucharían Su Voz, esas ovejas estarían en medio de los gentiles, de las cuales Cristo dijo: “*También tengo otras ovejas que no son de este redil; aquéllas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor.”* La Voz de Cristo es la Voz del Espíritu Santo hablando de etapa en etapa, de edad en edad, a través del Mensajero correspondiente a cada edad; y en esa forma llamando y juntando a Sus escogidos en el Cuerpo Místico del Señor Jesucristo. Y para este tiempo final continúa el Espíritu Santo, Cristo en Espíritu Santo en medio de Su Iglesia llamando y juntando a Sus últimos escogidos de este tiempo final. Y luego que complete Él Su Iglesia, luego le tocará al pueblo hebreo, y entonces el Espíritu Santo que ha estado en medio de los gentiles, en medio de la Iglesia de Jesucristo llamando y juntando a Sus escogidos en el Cuerpo Místico de Cristo, luego se tornará al pueblo hebreo y llamará y juntará ciento cuarenta y cuatro mil hebreos con la Gran Voz de Trompeta del Evangelio del Reino. Y eso es la Voz de Cristo por medio de Su Espíritu Santo en la manifestación de los dos Olivos, que son los dos Ungidos que están delante de la presencia de Dios, y esos son los ministerios de Moisés y Elías que serán enviados al pueblo hebreo, para llamar y juntar ciento cuarenta y cuatro mil hebreos, será el ministerio de Moisés por segunda vez manifestado, y el ministerio de Elías por quinta vez manifestado. No será literalmente Moisés y no será literalmente el Profeta Elías, sino el ministerio que estuvo en ellos siendo operado nuevamente por el Espíritu Santo, para llamar y juntar ciento cuarenta y cuatro mil hebreos; y por consiguiente lo que es la Séptima Trompeta para el pueblo hebreo, que es sonada por los dos Olivos: por Moisés y Elías, por esos ministerios que el Espíritu Santo estará operando en este tiempo final, los cuales estarán primeramente en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo en la Edad de la Piedra Angular. Y por medio de esos ministerios luego llamará y juntará ciento cuarenta y cuatro mil hebreos, y así se tornará el Espíritu de Dios al pueblo hebreo y recibirá el pueblo hebreo vida, porque el pueblo hebreo sin el Espíritu de Dios en medio de ellos está muerto, muerto como nación, muerto espiritualmente, y así por el estilo. Por eso tienen tantos problemas, pero van a recibir esa bendición. Continuemos aquí en Ezequiel, verso 10 del capítulo 37, y luego continuaremos con Oseas, capítulo 6: “*Y profeticé como me había mandado, y entró espíritu en ellos, y vivieron, y estuvieron sobre sus pies; un ejército grande en extremo.”* Y ahora, vamos a verlo, luego continuaremos con Oseas, vamos a verlo en Apocalipsis, capítulo 7. Apocalipsis, capítulo 7, verso 1 en adelante, dice: “*Después de esto vi a cuatro ángeles en pie sobre los cuatro ángulos de la tierra, que detenían los cuatro vientos de la tierra, para que no soplase viento alguno sobre la tierra, ni sobre el mar, ni sobre ningún árbol* (o sea, para que no viniera una tercera guerra mundial todavía)*.* *Vi también a otro ángel que subía de donde sale el sol, y tenía el sello del Dios vivo.”* **¿Cuál es el Sello del Dios Vivo?** El Espíritu Santo. “Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el Día de la Redención.” (Efesios, capítulo 4, verso 30). Y ahora, este Ángel viene con el Sello del Dios Vivo, viene con el Espíritu Santo, el Espíritu Santo viene en él, en ese Ángel Mensajero, en ese Profeta. “*Y clamó a gran voz a los cuatro ángeles, a quienes se les había dado el poder de hacer daño a la tierra y al mar,* *diciendo: No hagáis daño a la tierra, ni al mar, ni a los árboles, hasta que hayamos sellado en sus frentes a los siervos de nuestro Dios.”* Y ahora, este Ángel que viene con el Espíritu Santo, con el Sello del Dios Vivo, viene para llamar, juntar y sellar ciento cuarenta y cuatro mil hebreos, viene con la Gran Voz de Trompeta del Evangelio del Reino. “*Y oí el número de los sellados: ciento cuarenta y cuatro mil sellados de todas las tribus de los hijos de Israel.* *De la tribu de Judá, doce mil sellados. De la tribu de Rubén, doce mil sellados. De la tribu de Gad, doce mil sellados* (y sigue enumerando doce mil sellados de cada tribu)*.”* Y ahora, para el llamado de esos ciento cuarenta y cuatro mil hebreos estará el Espíritu Santo manifestado en el Ángel que viene con el Sello del Dios Vivo, el Ángel que viene con el Espíritu Santo manifestado en él, llamando (el Espíritu Santo) a ciento cuarenta y cuatro mil hebreos. Ese es el ministerio que llamará y juntará a ciento cuarenta y cuatro mil hebreos. Bajo ese ministerio de este Ángel en el cual estará el ministerio de Moisés y de Elías y de Jesús, será que el Espíritu Santo se tornará al pueblo hebreo, para que así el Evangelio pase de los gentiles a los hebreos, como pasó de los hebreos a los gentiles por medio del ministerio del Espíritu Santo en San Pedro y en San Pablo. A través de San Pedro el Evangelio fue llevado a los gentiles en la casa de Cornelio, que era un gentil; y luego Pablo, el Apóstol, llevó el Evangelio a los gentiles, a Asia Menor, y fue el Mensajero para los gentiles de aquel tiempo. Esos dos ministerios de San Pedro y de San Pablo son tipo y figura de los ministerios de los dos Olivos, de los ministerios de Moisés y Elías; porque son los ministerios de Moisés y Elías que llevarán de entre los gentiles el Evangelio a los hebreos. Ahora, podemos ver que todo esto corresponde al Día de Redención, que es el séptimo milenio de Adán hacia *acá* o tercer milenio de Cristo hacia *acá*. Este es el Día del Señor, en donde Cristo va a cumplir Su Segunda Venida como está profetizada en la Palabra de Dios. Este es el Día en que Jesucristo va hacer Su Obra de Reclamo, luego que tome el Título de Propiedad, y va a resucitar a los muertos creyentes en Él en cuerpos glorificados y eternos y jóvenes, que representarán de 18 a 21 años de edad; y a los que vivimos (si permanecemos vivos hasta ese momento) nos transformará, seremos transformados; y entonces todos seremos inmortales físicamente y jóvenes para toda la eternidad, estaremos glorificados, tendremos un cuerpo glorificado, igual al cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador. Eso es para el tiempo en que la Trompeta Final, la Gran Voz de Trompeta, la Voz de Arcángel y Trompeta de Dios esté sonando, y este es el tiempo. Por lo tanto, el tiempo que estaba cerca en los días de Juan el Apóstol, ahora ha llegado, éste es el Día de Redención, donde vamos a recibir la Redención del cuerpo físico, que será nuestra transformación para los que vivimos, y la resurrección de los muertos en Cristo en cuerpos glorificados. Esperamos mantenernos vivos y que nuestro cuerpo nos dure hasta que seamos transformados. San Pablo decía: “Yo quisiera permanecer vivo (en nuestras propias palabras); no quisiera ser desvestido.” El cuerpo físico es una vestidura terrenal. Y San Pablo decía: “No quisiera ser desvestido, o sea, no quisiera morir.” Pero también decía: “Si nuestro cuerpo, si nuestra casa terrestre se deshiciese, tenemos un edificio no hecho de manos en los Cielos (o sea, otro cuerpo).” Ahora, Pablo decía: “Quisiera ser revestido.” ¿Y qué es eso? Ser transformado, y revestido de un cuerpo eterno y glorificado, porque esto mortal Cristo lo va a transformar y vamos a ser inmortales. “Porque la carne y la sangre no pueden heredar el Reino de Dios, ni la corrupción hereda la incorrupción.” Por eso Pablo nos dice: “He aquí, os digo un misterio: Todos ciertamente no dormiremos (o sea, no vamos a morir), mas todos vamos a ser transformados (seremos transformados), en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos en Cristo resucitarán incorruptibles (o sea, glorificados), y nosotros los que vivimos seremos transformados.” \[Primera de Corintios 15:50-52\] Esa es la promesa para el tiempo en que dice el Apocalipsis que estaba cerca en los días del Apóstol San Juan, pero ha llegado ahora el día, el séptimo milenio, ese día delante de Dios, que para el ser humano son mil años. En este nuevo milenio que ya ha comenzado Cristo resucitará a los muertos creyentes en Él y a nosotros nos transformará, ¿cuándo? Cuando Él haya completado Su Iglesia. Por eso Juan lloraba mucho: porque no se había hallado a ninguno digno de tomar el Libro y abrir los Sellos. Pero luego apareció Cristo, el Cordero de Dios, tomó el Libro y lo abrió en el Cielo. Ahora, en ese lapso de tiempo desde que Juan el Apóstol escuchó el llamado para que alguien se presentará, tomara el Libro y abriera los Sellos, hasta que apareció Cristo, encontramos que ese lapso de tiempo fue de mucho sufrimiento para Juan el Apóstol, y Juan estuvo llorando mucho, porque sabía que si no se presentaba una persona digna de tomar ese Libro y abrirlo, toda la Creación estaba perdida. **¿Y por qué no se presentaba la persona correspondiente para tomar ese Libro?** Porque esa persona es Jesucristo, y Él estaba haciendo Intercesión en el Trono de Intercesión, por los últimos escogidos que serían llamados y juntados en la Iglesia del Señor Jesucristo. O sea, que ese tiempo de espera que tuvo Juan el Apóstol, fue el tiempo en que Cristo estaría llamando y juntando a los escogidos de este tiempo final, en la etapa de la Edad de la Piedra Angular. O sea, que Juan lloraba mucho porque Cristo me estaba llamando a mí y lo estaba llamando a usted, y a todos los que faltan por venir, porque Cristo dijo que ninguna de las ovejas que el Padre le dio se va a perder, no van a perecer. Por lo tanto, Él no se podía levantar del Trono del Padre, sin llamar y juntar Sus últimos escogidos. Por lo tanto, la espera de Juan fue por nosotros, y la espera de Cristo en el Trono de Intercesión fue por nosotros. Ahora, podemos ver que para Cristo somos importantes, le importamos mucho, porque somos parte de las ovejas que el Padre le dio para que les dé Vida eterna. Y ahora, el pueblo hebreo está en su tierra, y está esperando y está sufriendo también; pero Cristo todavía no se puede revelar al pueblo hebreo, hasta que complete Su Iglesia. Por eso la espera. Y ahora, continuamos con el capítulo 6 de Oseas, leemos el verso 2: “*Nos dará vida después de dos días; en el tercer día nos resucitará, y viviremos delante de él.”* Y el tercer día de Cristo hacia acá, es el tercer milenio que ha comenzado y ya lleva cuatro años conforme al calendario gregoriano; pero conforme al calendario profético ya lleva alrededor de treinta años. O sea, que ya estamos en el primer tercio del primer siglo del séptimo milenio, y en este primer siglo del séptimo milenio Cristo va a llamar y juntar ciento cuarenta y cuatro mil hebreos, pero primero tiene que llamar y juntar todos los escogidos correspondientes a Su Iglesia. “*Y conoceremos, y proseguiremos en conocer a Jehová...”* O sea, que van a recibir la revelación divina y van a obtener más conocimiento acerca del Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, y proseguirán conociendo más de Dios, conocerán el misterio de la Primera Venida de Cristo y conocerán el misterio de la Segunda Venida de Cristo. ¿Ven? Conocerán y proseguirán en conocer a Jehová. “*...como el alba está dispuesta su salida.”* O sea, como la mañana, así será que se revelará Dios al pueblo hebreo, y por consiguiente la misma Luz que está en el Oeste, en el Occidente, es la misma Luz que va a nacer por el Este para el pueblo hebreo; como el alba nacerá la Luz que está en el Oeste en este tiempo de la tarde. Ahora, la luz de la tarde cuando ya ha caído el sol, esa luz que sigue alumbrando corresponde a un nuevo día, y esta es la Luz que está alumbrando en nuestro tiempo y corresponde a la séptima dispensación, es la Luz de la séptima dispensación, es la Luz también de un nuevo día milenial, del séptimo milenio, que es el tercer milenio también de Cristo hacia acá. Los días postreros delante de Dios son los milenios postreros: quinto milenio, sexto milenio y séptimo milenio, y ya estamos en el séptimo milenio de Adán hacia acá, estamos en el tercer milenio de Cristo hacia acá. Y ahora, este es el tiempo, el tiempo ha llegado. En los días de Juan el Apóstol el tiempo estaba cerca, pero ahora el tiempo ha llegado. Está cumplida la promesa de la venida del tiempo, del tiempo en que Cristo cumplirá Su Segunda Venida y en que resucitará los muertos creyentes en Él y transformará a los vivos creyentes en Él, y nos llevará con Él a la Cena de las Bodas del Cordero; y también se revelará al pueblo hebreo y llamará ciento cuarenta y cuatro mil hebreos. Este es el tiempo, este es el día, el día milenial, el séptimo milenio de Adán hacia acá y tercer milenio de Cristo hacia acá. Ahora, nadie sabe en qué año de este nuevo milenio es que Cristo completará Su Iglesia, y resucitará los muertos creyentes en Él y nos transformará a nosotros los que vivimos, y se revelará luego al pueblo hebreo. Pero en algún año de este nuevo milenio Cristo va a cumplir todo lo que Él ha prometido, ya estamos en el tiempo; por lo tanto, tenemos que vigilar las cosas que están prometidas para este tiempo. Cristo habló de las señales, las señales que serían vistas que indicarían que el Reino de Dios estaba cerca. Y todas esas señales ya han sido vistas. Por lo tanto, está cerca el establecimiento del Reino de Jesucristo en este planeta Tierra, va a ser en este nuevo milenio que ha comenzado, y va a ser en este primer siglo de este nuevo milenio que ha comenzado. Sigue diciendo: “*...y vendrá a nosotros como la lluvia, como la lluvia tardía y temprana a la tierra.”* Está hablando de la Venida del Señor para el pueblo hebreo. Y ahora, vean en la forma tan sencilla que es profetizada la Venida del Señor para el pueblo hebreo: “Como la Lluvia Tardía y Temprana a la Tierra.” Y también: “Como el alba está dispuesta su salida.” Como la Lluvia Tardía y Temprana. La Lluvia Tardía es el Evangelio del Reino que gira alrededor de la Segunda Venida de Cristo. Siendo predicado el Evangelio del Reino - y la Lluvia Temprana es el Evangelio de la Gracia que gira alrededor de la Primera Venida de Cristo. Y ahora, como la Lluvia Tardía y Temprana, está prometida la Venida del Señor para el pueblo hebreo, para revelarse al pueblo hebreo. O sea, que la Venida del Señor para el pueblo hebreo tendrá la evidencia de la Lluvia Temprana y Tardía, tendrá la evidencia de la predicación del Evangelio del Reino y la predicación del Evangelio de la Gracia. Por esa causa es que todos los predicadores que han tratado de convertir el pueblo hebreo a Cristo y no han podido: porque solamente han tenido la Lluvia Temprana, la predicación del Evangelio de la Gracia, que gira alrededor de la Primera Venida de Cristo; pero ninguno ha tenido la predicación del Evangelio del Reino que gira alrededor de la Segunda Venida de Cristo. Pero ese es el Mensaje que tendrá el Ángel que viene con el Sello del Dios Vivo, tiene la Lluvia Tardía: la predicación del Evangelio del Reino que gira alrededor de la Segunda Venida de Cristo, y tiene también la Lluvia Temprana del Evangelio de Cristo, del Evangelio de la Gracia que gira alrededor de la Primera Venida de Cristo; y por consiguiente ése es el único que puede convertir el pueblo hebreo a Cristo. El mecanismo solamente lo conocerá él, y no lo va a dar a conocer a nadie para que nadie vaya a adelantársele. Por lo tanto, estará el Ángel que viene con el Sello del Dios Vivo, estará ¿dónde? Donde Cristo en Espíritu Santo ha estado todo el tiempo: en medio de Su Iglesia. Es en medio de Su Iglesia donde Cristo ha estado bautizando con Espíritu Santo y Fuego, y ese Ángel viene con el Espíritu Santo en él, ¿por qué? Porque ese Ángel Mensajero de Cristo es un creyente en Cristo, es uno de los hermanos y de los consiervos de los Profetas. Por eso Juan cuando quiso adorarlo el Ángel le dijo que no lo hiciera. Recuerden que un Ángel es un Mensajero, ese es el Ángel del Señor Jesucristo, que viene con el Sello del Vivo, dando a conocer todas estas cosas que deben suceder en este tiempo final en el Día del Señor, en este tiempo final luego de las Siete Edades de la Iglesia. Todas las cosas que deben suceder después de las Siete Edades de la Iglesia son dadas a conocer por el Ángel del Señor Jesucristo, y ese es el Ángel Mensajero que nos muestra el tiempo que estaba cerca en los días de Juan, nos muestra que hemos llegado a este tiempo. Por lo tanto, esperamos el cumplimiento de todas las promesas de todas las profecías bíblicas correspondientes a este tiempo final. Todas las señales mencionadas por Cristo están cumplidas, y por consiguiente Cristo nos dice en San Lucas, capítulo 21, versos 27 al 28: “*Entonces verán al Hijo del Hombre, que vendrá en una nube con poder y gran gloria.* *Cuando estas cosas comiencen a suceder, erguíos y levantad vuestra cabeza, porque vuestra redención está cerca.”* En el 1963 fue vista una señal en el cielo: siete Ángeles aparecieron al precursor de la Segunda Venida de Cristo, al Reverendo William Branham, y lo levantaron, fue levantado en espíritu para estar con ellos. Esa fue una señal que fue tomada por la prensa en fotos, y fue publicada en diferentes revistas. Cristo había dicho en San Mateo 24, verso 30: “Y aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo.” Esa señal ya ha sido cumplida. Y ahora: “*Cuando estas cosas comiencen a suceder, erguíos y levantad vuestra cabeza, porque vuestra redención está cerca.”* Nuestra Redención, o sea, nuestra transformación, que es la Redención del cuerpo, de la cual habló San Pablo en Romanos, capítulo 8, versos 14 al 29. Continuemos leyendo aquí, verso 29 en adelante de este mismo capítulo 21 de San Lucas: “*También les dijo una parábola: Mirad la higuera y todos los árboles.* *Cuando ya brotan, viéndolo, sabéis por vosotros mismos que el verano está ya cerca.”* Hemos visto la higuera, que es Israel: ha reverdecido, está como una nación libre y soberana en su tierra; los demás árboles: las demás naciones que han obtenido su liberación. “*Así también vosotros, cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el reino de Dios.”* El Reino de Dios que será establecido en la Tierra, del cual Cristo enseñó a Sus discípulos a orar por el Reino de Dios, por la Venida del Reino de Dios, diciéndoles que orarán diciendo: “Venga Tu Reino, hágase Tu voluntad como en el Cielo así también en la Tierra.” Y oramos por la Venida del Reino de Dios, que es el Reino Milenial de Cristo. Y ahora, hemos estado viendo estas señales en las naciones, en Israel y demás naciones, y hemos estado viendo estas señales en el Cielo, diferentes señales en el Cielo: platillos voladores que son carros de fuego, también estos Ángeles que aparecieron al Reverendo William Branham y fueron tomados en fotos y publicadas esas fotos en diferentes revistas; aunque ellos no saben que eran Ángeles, pero el Reverendo William Branham estuvo con ellos. “*De cierto os digo, que no pasará esta generación hasta que todo esto acontezca.* *El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.”* Y ahora, el pueblo hebreo está en su tierra, esa generación, el pueblo hebreo que ha sido establecido en su tierra, va a permanecer allí, y va a pasar por su etapa difícil, pero en el Reino de Dios va a ser establecido luego de la gran tribulación. Pero no se preocupen por los juicios de la gran tribulación, pues no vamos a estar aquí, vamos a estar con Cristo en el Cielo, en la Casa de nuestro Padre Celestial, en la gran Cena de las Bodas del Cordero. Por eso es que tenemos que despertar a la realidad que el tiempo que estaba cerca, en los días de Juan el Apóstol, ha llegado ese tiempo, ha llegado el tiempo en donde Cristo ha comenzado a cumplir todo Su Programa correspondiente a este tiempo, al Día del Señor, al día milenial séptimo y a la dispensación séptima: la Dispensación del Reino, que se está entrelazando con la Dispensación de la Gracia. Por lo tanto, estad apercibidos porque el tiempo ha llegado; el tiempo que fue prometido que llegaría, ha llegado; y por consiguiente en este tiempo en el cual vivimos es que Jesucristo va a cumplir Su Segunda Venida, va a resucitar a los muertos en Cristo y me va a transformara mí. ¿Y a quién más? A cada uno de ustedes también, porque la bendición es para ustedes también, es para todo aquel que en Él cree. Por lo tanto, estamos esperando que Cristo cumpla la promesa de nuestra transformación. Yo estoy esperando mi transformación. ¿Y quién más? Cada uno de ustedes también. **¿Y qué es lo que detiene esa transformación nuestra y la resurrección de los muertos en Cristo?** Que todavía hay escogidos de Dios que tienen que escuchar la predicación del Evangelio de Cristo y creer en Cristo y recibirlo como su único y suficiente Salvador. Y probablemente aquí hay personas que Dios ha traído para escuchar la predicación del Evangelio de Cristo y recibir a Cristo como su único y suficiente Salvador, porque están escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, son ovejas del Padre Celestial que le han sido dadas a Cristo para que les dé Vida eterna. Por consiguiente, Dios les ha traído para llamarles, para hablarles y llamarles, y darles la Vida eterna. Si oyes hoy Su Voz, no endurezcas tu corazón, abre tu corazón y dile a Cristo: “Señor Jesucristo, entra a mi corazón, quiero que entres, Señor Jesucristo, yo Te recibo como mi único y suficiente Salvador, salva mi alma Señor Jesucristo, quiero vivir contigo en Tu Reino por toda la eternidad.” Cristo dijo: “El que me confesare delante de los hombres, Yo le confesaré delante de mi Padre; mas el que me negare delante de los hombres, Yo le negaré delante de mi Padre.” \[San Lucas 12:8-9\] También Cristo dijo en San Marcos, capítulo 16, verso 15 al 16: “*Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.* *El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”* \[San Marcos 16:15-16\] Tan simple como eso. Es un asunto de creer en Cristo para obtener la salvación y Vida eterna, y es un asunto de no creer en Cristo para recibir la condenación. Ahora, veamos lo que dice San Pedro lleno del Espíritu Santo, o sea, lo que dijo el Espíritu Santo a través de San Pedro el Día de Pentecostés en el capítulo 2 del libro de los Hechos, versos 34 en adelante: “*Porque David no subió a los cielos; pero él mismo dice:* *Dijo el Señor a mi Señor:* *Siéntate a mi diestra,* *Hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies* (y cuando Cristo subió al Cielo, se sentó a la diestra de Dios)*.* *Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo.”* Por eso llamamos a Jesús SEÑOR JESUCRISTO: porque en Jesús habitó la plenitud de la Divinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Sigue diciendo: “*Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos?* *Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.* *Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare.* *Y con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba, diciendo: Sed salvos de esta perversa generación.* *Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas.”* Y este es el mismo llamado para cada uno de ustedes: los que todavía no han recibido a Cristo como su único y suficiente Salvador, es Jesucristo llamándonos en este tiempo final, porque el tiempo ha llegado; el tiempo que estaba cerca dos mil años atrás ahora ha llegado, porque ha llegado el Día del Señor, el séptimo milenio de Adán hacia acá y tercer milenio de Cristo hacia acá. Este es el tiempo más glorioso de todos los tiempos, y en este tiempo Cristo está llamando y juntando Sus últimos escogidos en Su Iglesia, en Su Reino. “Si oyes hoy Su Voz, no endurezcas tu corazón.” Ya yo escuché Su Voz y la recibí. ¿Y quién más? Cada uno de ustedes también. Si hay alguna persona que todavía no lo ha recibido, en esta ocasión ha escuchado Su Voz, por consiguiente la fe de Cristo ha nacido en vuestra alma, en vuestro corazón. “Porque la fe viene por el oír la Palabra de Dios, y con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación.” Por lo tanto, ahora le corresponde dar testimonio público de su fe en Cristo, recibiendo a Cristo como su único y suficiente Salvador, para lo cual daremos unos segundos o unos minutos para que vengan a recibir a Cristo como su único y suficiente Salvador. Pueden venir y yo estaré orando por ustedes para que Cristo les reciba en Su Reino, perdone vuestros pecados y con Su Sangre Cristo les limpie de todo pecado, y puedan ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento, nazcan a la Vida eterna en el Reino eterno de Jesucristo nuestro Salvador. “El que me confesare delante de los hombres, Yo le confesaré delante de mi Padre.” Esa es la promesa de Cristo. Y todos queremos que Cristo nos confiese delante de nuestro Padre Celestial. Pueden venir y yo estaré orando por ustedes en esta ocasión, para que Cristo les reciba en Su Reino, perdone vuestros pecados y con Su Sangre les limpie de todo pecado. Pueden continuar viniendo para recibir a Cristo y que Cristo les reciba en Su Reino eterno y glorioso. Todos queremos vivir eternamente, y la Vida eterna Dios la ha dado al ser humano. ¿Y dónde está? Está en Jesucristo, y por consiguiente para recibir la Vida eterna hay que recibir a Jesucristo, que es el que tiene la Vida eterna y es la Vida eterna. Pueden continuar pasando, pueden continuar viniendo las personas que ya han escuchado y han creído de todo corazón en Cristo, para que así den testimonio público de su fe en Jesucristo como vuestro único y suficiente Salvador. Dios tiene mucho pueblo en esta Ciudad de San Pablo y en toda la República del Brasil, y los está llamando con la Gran Voz de Trompeta del Evangelio. Él está completando Su Iglesia, Su Reino. Ustedes están aquí porque ustedes están escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida; por eso es que ustedes están aquí, y por eso es que han escuchado la predicación del Evangelio de Jesucristo nuestro Salvador. Pueden continuar viniendo para que queden incluidos en esta oración que estaré haciendo por todos los que estarán aquí presentes. Lo más importante para el ser humano es la Vida eterna. Si la vida temporera es importante, mucho más importante es la Vida eterna, y tenemos que asegurar nuestro futuro eterno con Jesucristo en la Vida eterna. Jesucristo es el único que nos asegura nuestro futuro eterno. La persona que no recibe a Cristo como Salvador, ¿qué va a hacer cuando se le terminen los días aquí en la Tierra? No tendrá a ninguna persona que lo ayude. Pero el que recibe a Cristo, cuando terminan sus días aquí en la Tierra, va a vivir al Paraíso, donde están los Apóstoles y todos los creyentes en Cristo de tiempos pasados y de nuestro tiempo que ya han partido. Por lo tanto, al tener a Cristo, tenemos la paz de Cristo y tenemos la seguridad de Cristo de que continuaremos viviendo en Su Reino por toda la eternidad, tenemos que asegurar nuestro futuro eterno con Jesucristo en Su Reino eterno. Ninguna otra persona nos puede asegurar nuestro futuro eterno, por lo tanto, todos necesitamos a Jesucristo como nuestro único y suficiente Salvador. Jesucristo es la persona más importante que ha pisado este planeta Tierra, y Él vino para buscar y salvar lo que se había perdido, a cada uno de nosotros. Sin Él el ser humano está perdido. Con Cristo el ser humano tiene la Vida eterna. Por lo tanto, todos necesitamos a Jesucristo, desde el más pequeño hasta el más grande: “*Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.* *El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”* El que no cree se pierde la bendición de la Vida eterna, se pierde lo más importante, se conformó con una vida temporera o temporal que dura normalmente menos de cien años; se conformó con menos de cien años de vida, en vez de asegurar la Vida eterna para vivir eternamente con Cristo en Su Reino. Nuestra vida terrenal es corta, pero tiene un propósito, nuestra existencia tiene un propósito, y tenemos nosotros que comprender el propósito para el cual estamos viviendo en este planeta Tierra. No estamos aquí por mera casualidad, usted no escogió vivir en este tiempo, usted no escogió venir a este planeta Tierra para vivir. Dios fue el que escogió que usted estuviera aquí en este planeta Tierra, ¿para qué? ¿Cuál es el propósito de nuestra existencia en este planeta Tierra? Primera de Pedro, capítulo 1, verso 2, dice: “*Elegidos según la presciencia de Dios Padre en santificación del Espíritu* (hemos sido elegidos, ¿ahora, para qué?)*, para obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo.”* Para eso es que estamos en este planeta Tierra: para ser rociados con la Sangre de Jesucristo y ser limpiados de todo pecado y ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y recibir el Espíritu Santo y obtener el nuevo nacimiento, y nacer a la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno y así asegurar nuestro futuro eterno con Cristo en Su Reino eterno, para vivir por toda la eternidad. ¿Ven? Estamos aquí en la Tierra para confirmar nuestro lugar en la Vida eterna. El que no confirma su lugar en la Vida eterna, no vivirá eternamente. ¿Y cómo lo confirmamos? Lo confirmamos con Jesucristo. Jesucristo nos confirma en Su Reino eterno para vivir con Él por toda la eternidad. Por eso es que se predica el Evangelio de Cristo, y todo aquel que en Él cree no se perderá, sino que tendrá Vida eterna: “*Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito , para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna* (y pueda vivir eternamente con Cristo en Su Reino)*.”* San Juan, capítulo 3, verso 16. Ahora, podemos ver el propósito de la Primera Venida de Cristo y Su muerte en la Cruz del Calvario: para que todo aquel que en Él cree no se pierda, mas tenga Vida eterna, y podemos ver el propósito de nuestra existencia aquí en la Tierra: para ser rociados con la Sangre de Jesucristo nuestro Salvador, y ser limpios de todo pecado y recibir la salvación y Vida eterna. Hemos visto el propósito de nuestra existencia aquí en la Tierra. Todavía si falta alguna persona por venir para recibir a Cristo, puede hacerlo, puede venir para que quede incluido en esta oración. Cristo le está llamando, Cristo tiene mucho pueblo en esta ciudad y en toda la República del Brasil, y les está llamando en este tiempo final. Los niños de diez años en adelante también pueden pasar. Cristo tiene lugar en Su Reino para los niños también. Vamos a estar puestos en pie para orar por las personas que han pasado, que han venido al frente para recibir a Cristo como su Salvador, para dar testimonio público de su fe en Cristo. Si todavía falta alguna persona por venir, puede venir para que quede incluida en esta oración que haré por todas las personas que han venido para recibir a Cristo. Unos segundos y ya oraremos por todos. Vamos ya a orar por las personas que han venido a los pies de Cristo en esta ocasión. Es Vida eterna lo que ustedes han venido a buscar de parte de Cristo, y es Vida eterna lo que Cristo le da a todos los que lo reciben como su único y suficiente Salvador. Es para recibir Vida eterna que nosotros recibimos a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador. Pueden acomodarse un poquito más al frente, para que las personas que están en el pasillo, que han pasado al frente, puedan llegar un poquito más *acá*, porque han continuado viniendo más personas que quieren vivir eternamente con Jesucristo en Su Reino eterno. Es que todos queremos vivir eternamente con Jesucristo en Su Reino eterno. La decisión más grande que una persona hace en su vida es recibir a Cristo como su único y suficiente Salvador, esa es la decisión única que coloca a la persona en la Vida eterna con Jesucristo en Su Reino eterno. Cualquier otra decisión que haga no lo coloca en la Vida eterna, solamente la decisión de recibir a Cristo como su único y suficiente Salvador. Vamos ya a orar por las personas que han pasado. Todavía si falta alguno puede llegar hasta *acá*. Es un asunto de Vida eterna, está en juego la Vida eterna, y todos queremos la Vida eterna. Si vivir en este cuerpo, que es temporal es tan bueno, ¿como será vivir en un cuerpo perfecto y joven para toda la eternidad, glorificado, como el cuerpo glorificado de Jesucristo? No hay palabras para expresar lo glorioso que va a ser cuando estemos en el nuevo cuerpo, cuando estemos transformados, glorificados como Jesucristo. Vamos ya a orar por las personas que han pasado. Vamos a levantar nuestras manos al Cielo a Cristo y vamos a cerrar nuestros ojos, y repitan conmigo esta oración: ***Señor Jesucristo, vengo a Ti reconociéndote como mi único y suficiente Salvador. Señor Jesucristo, creo en Tu Primera Venida, creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como mi Sacrificio por mis pecados, creo en Tu Sacrificio, que es el Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados.*** ***Y, Señor Jesucristo, doy testimonio público de mi fe en Ti, y Te recibo como mi único y suficiente Salvador, entrego a Ti mi vida, mi alma. Señor Jesucristo, en Tus manos encomiendo mi alma, salva mi alma, Te lo ruego Señor Jesucristo.*** ***Señor Jesucristo, perdona mis pecados, límpiame con Tu Sangre de todo pecado, y bautízame con Espíritu Santo y Fuego luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre. Señor Jesucristo, quiero vivir eternamente, Te ruego produzcas en mí el nuevo nacimiento, quiero nacer a la Vida eterna contigo en Tu Reino eterno para vivir por toda la eternidad.*** ***Señor Jesucristo, salva mi alma, Te lo ruego. En Tus manos encomiendo mi alma. En Tu Nombre Eterno y glorioso Señor Jesucristo Te lo ruego. Amén y amén.*** Con nuestras manos levantadas al Cielo repetimos: **La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado. La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado. La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado. Amén y amén.** Cristo les ha recibido en Su Reino, ha perdonado vuestros pecados por cuanto ustedes han escuchado la predicación del Evangelio de Cristo, y han creído en Cristo de todo corazón, y lo han recibido como vuestro único y suficiente Salvador. Él dijo: “El que creyere y fuere bautizado, será salvo.” Ustedes me dirán: “Ya he creído en Cristo de todo corazón, pero me falta ser bautizado en agua en Su Nombre. ¿Cuándo me pueden bautizar?” Es la pregunta que hay en vuestras almas, en vuestros corazones. Por cuanto ustedes han creído en Cristo de todo corazón, bien pueden ser bautizados en agua hoy mismo. Pregunto al ministro aquí presente si: ¿Hay agua? ¿Hay bautisterio? ¿Hay ropas bautismales? También hay ropas bautismales. ¿Hay ministros también para bautizar a las personas? Hay también ministros. ¿Hay lugar dónde cambiarse de ropas, para colocarse las ropas bautismales? También hay lugar. Por lo tanto, bien pueden ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. ***Y que nuestro amado Señor Jesucristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento; y a vuestros familiares Cristo los traiga y les dé la salvación y Vida eterna, para que estén con ustedes en el Reino eterno de Jesucristo viviendo por toda la eternidad. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén.*** Ha sido para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, dándoles testimonio de nuestro tema: **“EL TIEMPO ESTÁ CERCA.”** Y ahora, el tiempo ha llegado, éste es el tiempo. Por lo tanto, que Cristo en este tiempo de grande bendición les bendiga grandemente y les prospere espiritualmente y materialmente también, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento. Continúen pasando un día lleno de las bendiciones de Jesucristo nuestro Salvador. Muchas gracias por vuestra amable atención, y continúen pasando una tarde llena de las bendiciones de Jesucristo nuestro Salvador. Dejo nuevamente al ministro, al Reverendo Oswaldo Natale, para continuar e indicarles hacia dónde caminar para cambiarse de ropas, colocarse las ropas bautismales y ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, que es el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Que Dios les bendiga y les guarde a todos. “**EL TIEMPO ESTÁ CERCA.”**