--- title: 'El Templo del Dios Viviente' date: 2004-10-06 activity: 1 place: city: Santa Marta state: Magdalena country: CO duration: 00:00:00 public: false youtube: translations: files: --- Muy buenos días, amados amigos y hermanos presentes; es para mí un privilegio y bendición grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final. Reciban todos saludos de mi esposa Erica y los niños reciban saludos de América y de Yahannah Gabriela. Para esta ocasión leemos en Segunda de Corintios, capítulo 6, versos 14 al 18, donde dice el Apóstol San Pablo: “*No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas?* *¿Y qué concordia Cristo con Belial? ¿O qué parte el creyente con el incrédulo?* *¿Y qué acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos? Porque vosotros sois el templo del Dios viviente, como Dios dijo:* *Habitaré y andaré entre ellos,* *Y seré su Dios,* *Y ellos serán mi pueblo.* *Por lo cual, Salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor,* *Y no toquéis lo inmundo;* *Y yo os recibiré,* *Y seré para vosotros por Padre,* *Y vosotros me seréis hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso.”* Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla. Nuestro tema es: **“EL TEMPLO DEL DIOS VIVIENTE.”** Ese es nuestro tema para esta ocasión. ***Que Dios nos permita ver y comprender el misterio del Templo del Dios Viviente. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén.*** A través de las Escrituras encontramos y entendemos que Dios tiene un Templo en el Cielo: el Templo Celestial de Dios, donde está el Trono de Dios; y en ese Templo Celestial es que Cristo está como Sumo Sacerdote haciendo Intercesión con Su propia Sangre, por toda persona que recibe a Cristo como su único y suficiente Salvador. Ese es el Templo Celestial, el Templo que está en el Cielo. En ese Templo encontramos muchas cosas muy interesantes, las cuales nosotros las podemos ver en el capítulo 4 del Apocalipsis, verso 1 en adelante, verso 1 al 6; y aun todo el capítulo 4, donde dice: “*Después de esto miré, y he aquí una puerta abierta en el cielo; y la primera voz que oí, como de trompeta, hablando conmigo, dijo: Sube acá, y yo te mostraré las cosas que sucederán después de estas.* *Y al instante yo estaba en el Espíritu; y he aquí, un trono establecido en el cielo, y en el trono, uno sentado.* *Y el aspecto del que estaba sentado era semejante a piedra de jaspe y de cornalina; y había alrededor del trono un arco iris, semejante en aspecto a la esmeralda.* *Y alrededor del trono había veinticuatro tronos; y vi sentados en los tronos a veinticuatro ancianos, vestidos de ropas blancas, con coronas de oro en sus cabezas.* *Y del trono salían relámpagos y truenos y voces; y delante del trono ardían siete lámparas de fuego, las cuales son los siete espíritus de Dios.* *Y delante del trono había como un mar de vidrio semejante al cristal; y junto al trono, y alrededor del trono, cuatro seres vivientes llenos de ojos delante y detrás.”* Aquí podemos ver el Templo Celestial y ver allá en el Templo Celestial a Dios sentado en Su Trono. Luego ahí si continuamos leyendo estaremos viendo la adoración también (o sea, los servicios de adoración que se llevan a cabo en el Cielo), y sobre todo en esta ocasión, que es una ocasión muy sobresaliente en la que Juan ascendió al Cielo y vio todas estas cosas en el Templo Celestial. Dice: “*El primer ser viviente era semejante a un león; el segundo era semejante a un becerro; el tercero tenía rostro como de hombre; y el cuarto era semejante a un águila volando.* *Y los cuatro seres vivientes tenían cada uno seis alas, y alrededor y por dentro estaban llenos de ojos; y no cesaban día y noche de decir: Santo, santo, santo es el Señor Dios Todopoderoso, el que era, el que es, y el que ha de venir.* *Y siempre que aquellos seres vivientes dan gloria y honra y acción de gracias al que está sentado en el trono, al que vive por los siglos de los siglos,* *los veinticuatro ancianos se postran delante del que está sentado en el trono, y adoran al que vive por los siglos de los siglos, y echan sus coronas delante del trono, diciendo:* *Señor, digno eres de recibir la gloria y la honra y el poder; porque tú creaste todas las cosas, y por tu voluntad existen y fueron creadas.”* Esta es una vista muy hermosa del Templo Celestial donde está Dios sentado en Su Trono, y en donde se ven diferentes personajes. Ahora, hemos tenido una vista del Templo Celestial. Veamos también el tabernáculo que construyó el Profeta Moisés; por orden de Dios Moisés construyó ese templo, ese tabernáculo. En el capítulo 25 del Éxodo dice, verso 1 en delante dice: “*Jehová habló a Moisés, diciendo:* *Dí a los hijos de Israel que tomen para mí ofrenda; de todo varón que la diere de su voluntad.”* Cuando se ofrenda a Dios, hay que hacerlo de buena voluntad, de todo corazón, con Amor Divino, porque es algo que usted está ofreciendo a Dios y usted espera que Dios lo acepte, que Dios lo reciba. Si la persona no lo hace de buena voluntad y de todo corazón, le pasa lo que le pasó a Caín: que no fue aceptada la ofrenda que Caín llevó a Dios. Pero la de Abel fue aceptada, lo hizo conforme al Programa Divino y de todo corazón y de buena voluntad, no quejándose: “*Tomen para mí ofrenda; de todo varón que la diere de su voluntad, de corazón, tomaréis mi ofrenda.* *Esta es la ofrenda que tomaréis de ellos: oro, plata, cobre,* *azul, púrpura, carmesí, lino fino, pelo de cabras,* *pieles de carneros teñidas de rojo, pieles de tejones, madera de acacia,* *aceite para el alumbrado, especias para el aceite de la unción y para el incienso aromático,* *piedras de ónice, y piedras de engaste para el efod y para el pectoral.* *Y harán un santuario para mí, y habitaré en medio de ellos.”* ¿Ven? Aquí Dios le ordena a Moisés construir un templo, un tabernáculo terrenal: “*Conforme a todo lo que yo te muestre, el diseño del tabernáculo, y el diseño de todos sus utensilios, así lo haréis.”* Ahora vean, Dios ordena a Moisés construir un templo, un tabernáculo para Dios morar en él, pero tenía que hacerlo conforme al modelo que Dios le iba a mostrar en el Monte Sinaí. Porque un templo para Dios no puede ser hecho conforme a la voluntad humana, sino conforme a la voluntad de Dios, y el ser humano si ha recibido la orden de construirlo, tiene que tener la revelación divina de cómo construir ese tabernáculo. Y Moisés siendo un Profeta, y por cuanto toda revelación viene a un Profeta siempre, Moisés recibió la revelación de Dios de cómo construir ese tabernáculo, esa casa terrenal para Dios morar en él. Vean, aquí también le muestra todo lo que va a tener ese templo dentro, y va a tener ese templo atrio, lugar santo y lugar santísimo; la parte más importante de ese templo va a ser el lugar santísimo. El lugar santísimo es un lugar cuadrado que sería construido, y en ese lugar y ese lugar sería cubierto de oro, sería de madera pero cubierto de oro, y sería un lugar cuadrado. Y ahora, en ese lugar sería colocada el arca del pacto, y dentro del arca del pacto estarían las tablas de la ley, estaría el maná en una vasija de oro, por lo tanto, sería un maná que sería escondido de la vista del pueblo hebreo porque estaría dentro del arca del pacto, allí estaría también la vara de Aarón que reverdeció. Vamos a ver cómo San Pablo lo describe este templo en Hebreos, capítulo 9, verso 1 en adelante, dice: “*Ahora bien, aun el primer pacto tenía ordenanzas de culto y un santuario terrenal.”* ¿Ven? Un santuario terrenal: “*Porque el tabernáculo estaba dispuesto así: en la primera parte, llamada el Lugar Santo, estaban el candelabro, la mesa y los panes de la proposición.”* Eso estaba, dónde? En el lugar santo, allí estaba también el candelabro con sus siete lámparas que alumbraban ese lugar, ¿ven? el candelabro, y la mesa y los panes de la proposición; luego, en la segunda parte (o sea, el lugar santísimo) vean lo que dice: “*Tras el segundo velo* (o sea, tras el velo que estaba en la puerta del lugar santo)*...* *Tras el segundo velo estaba la parte del tabernáculo llamada el Lugar Santísimo,* *el cual tenía un incensario de oro y el arca del pacto cubierta de oro por todas partes, en la que estaba una urna de oro que contenía el maná, la vara de Aarón que reverdeció, y las tablas del pacto;* *y sobre ella los querubines de gloria que cubrían el propiciatorio; de las cuales cosas no se puede ahora hablar en detalle.”* Ahí podemos ver que en el lugar santísimo todo era de oro: el arca del pacto que estaba construida de madera estaba cubierta de oro por dentro y por fuera; el propiciatorio que era la tapa del arca del pacto, y los dos querubines que estaban uno a cada lado eran también de oro de una sola pieza, o sea, monolítico era el propiciatorio con los dos querubines de oro. Y el maná escondido, el maná estaba en una... en un envase, una urna de oro. Vean, y el lugar santísimo también es un lugar de oro: el piso, las paredes, el techo, todo eso por dentro y por fuera es de oro. ¿Ven? Es el lugar más importante, porque ese es el lugar donde Dios habitaba, Dios habitaba en el lugar santísimo sobre el propiciatorio en medio de los dos querubines de oro; Dios en esa Columna de Fuego que le apareció a Moisés habitó dentro de ese tabernáculo en el lugar santísimo en el propiciatorio, sobre el propiciatorio en medio de los dos querubines de oro. Dice: “*....y sobre ella los querubines de gloria que cubrían el propiciatorio; de las cuales cosas no se puede ahora hablar en detalle.”* Ahora vean, vamos a ver aquí acerca de la Gloria de Dios en ese templo en Levítico, capítulo 16, verso 1 en adelante, dice: “*Habló Jehová a Moisés después de la muerte de los dos hijos de Aarón.”* Los dos hijos de Aarón entraron al lugar santísimo con sus incensarios pero con un fuego extraño que Dios no había ordenado que prepararan para entrar al lugar santísimo. El lugar santísimo es el lugar más importante y por consiguiente el más peligroso, porque para entrar ahí, hay que entrar conforme a como Dios ha ordenado. Vamos a ver el capítulo 10, verso 1 en adelante, para que tengamos el cuadro claro de los hijos de Aarón que murieron, ellos eran sacerdotes descendientes del sumo sacerdote Aarón. Dice, el capítulo 10, verso 1 en adelante dice: “*Nadab y Abiú, hijos de Aarón, tomaron cada uno su incensario, y pusieron en ellos fuego, sobre el cual pusieron incienso, y ofrecieron delante de Jehová fuego extraño, que él nunca les mandó.”* ¿Ven? Hicieron algo que Dios no había mandado a hacer, colocaron un fuego extraño. “*Y salió fuego de delante de Jehová y los quemó, y murieron delante de Jehová.* *Entonces dijo Moisés a Aarón: Esto es lo que habló Jehová, diciendo: En los que a mí se acercan me santificaré, y en presencia de todo el pueblo seré glorificado. Y Aarón calló.”* Y Aarón calladito la boca, aunque era el sumo sacerdote, pero estaba frente a uno que era más que Aarón, era el Profeta de la dispensación quinta, el Profeta de la Dispensación de la Ley, el cual era el líder tanto político como religioso, la figura máxima en medio del pueblo hebreo, a través del cual Dios se manifestaba y daba la Palabra, el mensaje para el pueblo hebreo. Fue a través de Moisés que Dios le dio la ley al pueblo hebreo. Ahora continuamos en el capítulo 16 de Levítico, dice: *“Hablo...”* Vamos a leerlo de nuevo: “*Habló Jehová a Moisés después de la muerte de los dos hijos de Aarón, cuando se acercaron delante de Jehová, y murieron.* *Y Jehová dijo a Moisés: Dí a Aarón tu hermano, que no en todo tiempo entre en el santuario detrás del velo, delante del propiciatorio que está sobre el arca, para que no muera; porque yo apareceré en la nube sobre el propiciatorio.”* Dios aparecería en aquella Nube de Luz que le apareció al Profeta Moisés, aparecería sobre el propiciatorio en medio de los dos querubines de oro, porque el propiciatorio es el Trono de Dios terrenal en ese Templo terrenal, en ese tabernáculo terrenal que construyó Moisés. El tabernáculo que construyó el Profeta Moisés fue hecho de acuerdo al diseño, al modelo que Dios le mostró en el Monte Sinaí, porque aquel tabernáculo es la sombra, el tipo y figura del Templo que está en el Cielo; y por consiguiente todo lo que está en el Templo Celestial está reflejado en aquel tabernáculo terrenal. O sea, que todas las cosas que están en el Templo Celestial las encontramos en ese tabernáculo representadas. Y ahora, por esa causa es que aquel tabernáculo era tan importante para el pueblo hebreo y para Dios, era la representación del Templo Celestial, representado en un templo terrenal; una casa terrenal, un tabernáculo terrenal. Ahora, en el templo que construyó el rey Salomón, también tenemos un reflejo del Templo Celestial y las cosas que están en el Templo Celestial. Por eso luego el arca del pacto que había sido construida por Moisés, luego fue colocada dentro del templo que construyó el rey Salomón, y fue llevada ¿dónde? Al lugar santísimo de templo, pues corresponde al lugar santísimo el arca del pacto. Y así como sucedió cuando Moisés dedicó el templo a Dios, que entró Dios en esa columna de Nube, de Luz, de Fuego, y entró al templo y se colocó sobre el arca del pacto, se colocó sobre el propiciatorio que es la tapa del arca del pacto, se colocó en medio de los dos querubines de oro, porque ese es el Trono terrenal de Dios que representa el Trono Celestial, eso es en el templo terrenal que construyó Moisés. Y así sucedió también cuando Salomón dedicó el templo a Dios, dedicó el templo a Dios, y entró Dios en esa Columna de Nube de Fuego, y entró al templo y se colocó sobre el arca del pacto, sobre el propiciatorio en medio de los dos querubines de oro. Y en ambas ocasiones los sacerdotes no podían ministrar por causa de la Gloria de Dios que estaba allí en el templo. Ya hemos visto el templo de Dios terrenal como un edificio; el primero, un tabernáculo construido por Moisés, con pieles de tejón (o sea, una carpa); y luego - pero no de lona, sino de pieles de tejón, con todas las cosas correspondientes dentro de ese templo. También vimos el templo que construyó el rey Salomón. Ahora, vamos a ver a continuación lo que nos dice Moisés o lo dice San Pablo con relación a todo lo que estaba en ese templo. Sigue diciendo el verso 6 de Hebreos, capítulo 9, verso 6 en adelante: “*Y así dispuestas estas cosas, en la primera parte del tabernáculo entran los sacerdotes continuamente para cumplir los oficios del culto;* *pero en la segunda parte* (o sea, pero en el lugar santísimo)*...* *pero en la segunda parte, sólo el sumo sacerdote una vez al año, no sin sangre, la cual ofrece por sí mismo y por los pecados de ignorancia del pueblo.”* Vean, en la segunda parte, en el lugar santísimo solamente puede entrar una persona: el sumo sacerdote, y tiene que entrar con sangre: la sangre de la expiación, porque si entra sin sangre muere; y si entra otro día también muere, solamente un día al año, el cual es el día diez del mes séptimo de cada año, el cual es el día de la reconciliación. Vean, esto está en Levítico, capítulo 23, versos 26 al 29, donde dice: “*También habló Jehová a Moisés, diciendo:* *A los diez días de este mes séptimo será el día de expiación;* *tendréis santa convocación, y afligiréis vuestras almas, y ofreceréis ofrenda encendida a Jehová.* *Ningún trabajo haréis en este día; porque es día de expiación, para reconciliaros delante de Jehová vuestro Dios.* *Porque toda persona que no se afligiere en este mismo día, será cortada de su pueblo.”* Vean, este día de la expiación se sacrificaba el macho cabrío de la expiación por Jehová, y toda persona en ese día tenía que arrepentirse de sus pecados y pedir perdón a Dios por sus pecados, para obtener el perdón de sus pecados y ser cubiertos con la Sangre de la Expiación de ese macho cabrío de la expiación que era sacrificado por los pecados del pueblo, y así quedaban perdonados y quedaban reconciliados con Dios. Pero el que no prestara atención a esa ordenanza divina y no viniera a Dios arrepentido de sus pecados, pidiendo perdón a Dios por sus pecados, pues no quedaba perdonado y no quedaba reconciliado con Dios, y por consiguiente dice: “Será cortado de su pueblo,” será cortado del pueblo y moría, Dios le quitaba la vida, perdía el derecho a vivir un año más. Eso es tipo y figura del Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario, que es el Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados, para arrepentidos de nuestros pecados venir (arrepentidos) ante Cristo, recibiéndolo como nuestro único y suficiente Salvador y pidiéndole perdón a Cristo por nuestros pecados, y entonces Cristo nos perdona y con Su Sangre nos limpia de todo pecado, y somos bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo nos bautiza con Espíritu Santo y Fuego, y produce en nosotros el nuevo nacimiento, y así nacemos a la Vida eterna en el Reino eterno de Jesucristo nuestro Salvador, así es como entramos al Reino de Dios, naciendo del Agua y del Espíritu. Pero toda persona que no le presta atención a la revelación divina del Evangelio de Cristo, y no cree en Jesucristo como su único y suficiente Salvador, esa persona no tiene derecho a vivir eternamente con Cristo en Su Reino; porque no se afligió delante de Dios por haber pecado contra Dios, y no pidió perdón a Dios a través de Cristo, no vino a Cristo, no lo recibió como su Salvador, no lo recibió como el Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados, y por consiguiente la persona no queda perdonada y por consiguiente la persona pierde el derecho a vivir eternamente con Jesucristo en Su Reino eterno, porque no se arrepintió de sus pecados y no recibió a Cristo como su único y suficiente Salvador. Por eso Cristo cuando ordenó a Sus discípulos a predicar en San Marcos, capítulo 16, versos 15 al 16, dijo: “*Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.* *El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”* Tan simple como eso. Vean, todo eso fue reflejado, tipificado en el Antiguo Testamento el día diez del mes séptimo de cada año, el día de la expiación por el pueblo. Ahora, podemos ya comprender el porqué todo ser humano tiene la necesidad de recibir a Cristo como su único y suficiente Salvador, porque Jesucristo es el Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados, para poder ser perdonados y ser reconciliados con Dios. Lo único que puede quitar el pecado del ser humano es la Sangre de Jesucristo. La Sangre de Jesucristo nos limpia de todo pecado. Ahora, vean, ya no tenemos el tabernáculo que construyó Moisés, ni tenemos tampoco el templo que construyó el rey Salomón, no tenemos esos dos templos terrenales, pero el Templo de Dios en el Cielo todavía permanece y permanecerá para toda la eternidad. En ese Templo Celestial es que Jesucristo como el Sumo Sacerdote del Templo Celestial ascendió y llevó Su propia Sangre; Cristo es el Sumo Sacerdote del Templo Celestial, Cristo es Sacerdote de Dios del Templo Celestial según el Orden de Melquisedec. Y por consiguiente en ese Templo Celestial tenía que ser presentada la ofrenda y la Sangre de la Expiación por el pecado del ser humano, para desde el Templo Celestial ser extendida la Misericordia de Dios hacia el ser humano, para que recibieran el perdón de sus pecados y fueran limpios con la Sangre de esa Expiación por el pecado del ser humano. Y el Sacrificio por el pecado y la Sangre de ese Sacrificio, Cristo, el Sumo Sacerdote la llevó al Cielo, es la Sangre de Su propio cuerpo de carne que fue crucificado en la Cruz del Calvario, y brotó la Sangre de la Expiación de nuestros pecados, para esa Sangre ser colocada por Jesucristo el Sumo Sacerdote del Templo Celestial, ser colocada en el Lugar Santísimo sobre el Propiciatorio que es el Trono de Dios en el Cielo. Cuando Cristo ascendió al Cielo colocó Su Sangre sobre el Trono de Dios, y se convirtió el Trono de Dios en un Trono de Misericordia para todo ser humano que recibe a Cristo como su único y suficiente Salvador, y la persona queda reconciliada con Dios para vivir no un año más, sino por toda la eternidad en el Reino de Dios. Así es como el ser humano confirma su lugar en la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno. Todo ser humano quiere vivir eternamente, y ahí podemos ver la forma en que el ser humano confirma su lugar en la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno. No hay otra forma en que el ser humano pueda confirmar su lugar en la Vida eterna. La Escritura dice en San Juan, capítulo 14, verso 6, Cristo hablando dice: “*Yo soy el camino, la verdad, y la vida; y nadie viene al Padre, sino por mí.”* Nadie puede llegar a Dios si no es a través de Jesucristo nuestro Salvador, porque Él es el Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados, y la Sangre de Jesucristo, el Hijo de Dios, nos limpia de todo pecado. No hay otra cosa con la cual usted pueda ser limpio de todo pecado, no puede ir a la farmacia y decir: “Quiero un frasco de tal detergente para limpiar mis pecados.” No, no lo hay, solamente hay un producto, y ese producto es la Sangre de Jesucristo, y usted no puede ir a la farmacia a pedir un frasco de Sangre de Jesucristo para quitarse los pecados. ¿Ven? Solamente confesando a Jesucristo nuestros pecados, es que obtenemos el perdón de nuestros pecados y Cristo con Su Sangre nos limpia de todo pecado. Él está con Su propia Sangre en el Trono de Dios intercediendo por cada uno de nosotros. Por lo tanto, toda persona para obtener el perdón de sus pecados y ser limpio de todo pecado, necesita a Jesucristo, necesita tener la fe de Jesucristo y recibirlo como su único y suficiente Salvador, y ser bautizado en agua en Su Nombre y recibir el Espíritu Santo y obtener así el nuevo nacimiento, y entrar así al Reino de Dios, para así vivir eternamente con Jesucristo en Su Reino. Si comete algún error, falta o pecado luego de ya haber recibido a Cristo, confiese a Cristo sus faltas, sus errores o sus pecados, y Cristo lo perdona y lo limpia con Su Sangre, porque Él está disponible con Su Sangre 24 horas al día, para perdonar nuestros pecados y con Su Sangre limpiarnos de todo pecado. La Sangre de Jesucristo desintegra el pecado, y por eso es que Dios dice: “No me acordaré más de sus pecados, de vuestros pecados.” ¿Por qué? Porque la Sangre de Cristo desintegra el pecado y lo retorna al originador del pecado que es el diablo, regresan al diablo los pecados, porque él fue el originador del pecado. Así como cuando una mancha de tinta u otra cosa se le pega a una prenda de vestir de alguna persona, y le echan un blanqueador, la mancha desaparece, vuelve a lo que era antes de ser tinta o de ser algún otro producto que manchó vuestra ropa; y así pasa con el pecado: la mancha del pecado es desintegrada por la Sangre de Cristo, desparece y regresa al originador del pecado que fue el diablo. Por eso todos necesitamos a Jesucristo y Su Sacrificio en la Cruz del Calvario, y Su Sangre derramada por todos nosotros, para que Él perdone nuestros pecados y con Su Sangre nos limpie de todo pecado. Ahora, todo está funcionando en el Templo de Dios en el Cielo, vean, y es allí donde Jesucristo es el Sumo Sacerdote según el Orden de Melquisedec del Templo de Dios, y desde ese Templo es que Él ha estado haciendo Intercesión por toda persona que tiene su nombre escrito en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, y los ha estado llamando y juntando ¿dónde? En Su Templo Espiritual, que es Su Templo, el Templo que está construyendo con piedras vivas, seres humanos. Porque como seres humanos también somos un templo, tenemos atrio que es el cuerpo físico, tenemos lugar santo que es el espíritu que tenemos, y tenemos lugar santísimo que es nuestra alma, por lo tanto somos un templo humano como individuos también. Vean, el Señor Jesucristo dijo en San Juan, capítulo 2, verso 19 al 20, frente allí al templo dijo: “*Respondió Jesús y les dijo: Destruid este templo, y en tres días lo levantaré.* *Dijeron luego los judíos: En cuarenta y seis años fue edificado este templo, ¿y tú en tres días lo levantarás?* *Mas él hablaba del templo de su cuerpo.”* San Juan, capítulo 2, versos 19 al 21. Ahora, vean ustedes, el cuerpo físico de Jesús es el Templo de Dios humano, donde Dios moró, habitó en toda Su plenitud, y esto es: Dios moró en toda Su plenitud, la Divinidad de Dios moró en Jesús, esto es Padre, Hijo y Espíritu Santo, esa es la plenitud de la Divinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo morando en Jesús, en el Templo humano al cual vino Dios y vino el Ángel del Pacto. Cristo en Su cuerpo angelical vino, y Cristo en Su cuerpo angelical es el Ángel del Pacto, al Ángel de Jehová, y en el Ángel de Jehová en el Antiguo Testamento estaba Dios. ¿Ven? Y luego Dios con Su cuerpo angelical, el Ángel de Jehová, moró en el cuerpo de carne llamado Jesús, en el Templo humano llamado Jesús. Y todo ser humano es un templo también, tiene atrio (el cuerpo físico), tiene lugar santo (que es el espíritu de la persona) y tiene lugar santísimo (que es el alma de la persona), y todo ser humano tiene la oportunidad, privilegio y derecho de decir quién morará en ese templo humano, quién se sentará en el trono de su corazón: si Dios o el diablo. Para que Dios se siente en el trono de su corazón la persona tiene que recibir a Cristo como su único y suficiente Salvador, para obtener el perdón de sus pecados y ser limpio con la Sangre de Jesucristo nuestro Salvador, y entonces ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y entonces Cristo lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego y la persona obtiene el nuevo nacimiento. Por cuanto la persona es un templo humano para Dios morar en él en Espíritu Santo, y así como Moisés roció el templo y todas las cosas que estaban en el templo o tabernáculo terrenal, para luego Dios entrar a ese templo y morar en él, así cada persona tiene que ser rociado con la Sangre de Jesucristo nuestro Salvador para ser limpio de todo pecado, ser santificado y Dios entrar en Espíritu Santo a la persona y morar en la persona *acá* en el corazón, en el alma que es el trono humano de Dios para Dios morar *acá* en su trono humano, en el corazón de la persona. Por eso San Pedro en Primera de Pedro, capítulo 1, verso 2 dice que fuimos elegidos, dice: “*...elegidos según la presciencia de Dios Padre en santificación del Espíritu, para obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo: Gracia y paz os sean multiplicadas.”* Vean, hemos sido elegidos para ser ¿qué? Rociados con la Sangre de Jesucristo, porque somos un templo humano que tiene que ser rociado con la Sangre de Cristo, como Moisés roció, esparció sobre el templo, sobre el tabernáculo terrenal esparció la sangre del sacrificio para luego Dios entrar a ese templo. Ahora, continuamos aquí leyendo en Hebreos, que es el pasaje que estábamos leyendo hace algunos minutos, dice verso 7 en adelante: “*Pero en la segunda parte, sólo el sumo sacerdote una vez al año, no sin sangre, la cual ofrece por sí mismo y por los pecados de ignorancia del pueblo;* *dando el Espíritu Santo a entender con esto que aún no se había manifestado el camino al Lugar Santísimo, entre tanto que la primera parte del tabernáculo estuviese en pie.* *Lo cual es símbolo para el tiempo presente.”* Vean, todas aquellas cosas del tabernáculo que construyó Moisés y del templo que construyó el rey Salomón, son símbolos, simbólicas, son tipológicas. Sigue diciendo: “*Lo cual es símbolo para el tiempo presente, según el cual se presentan ofrendas y sacrificios que no pueden hacer perfecto, en cuanto a la conciencia, al que practica ese culto.”* Vean, aquellos sacrificios que se ofrecían en el Antiguo Testamento no podían hacer perfectos a los seres humanos: “*Ya que consiste sólo de comidas y bebidas, de diversas abluciones, y ordenanzas acerca de la carne, impuestas hasta el tiempo de reformar las cosas.”* O sea, que eso duraría hasta cierto tiempo, hasta el tiempo en que Jesucristo moriría en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados. Con la muerte de Cristo en la Cruz del Calvario murió el Sacrificio de la Expiación correspondiente al Templo Celestial; por eso Cristo cuando murió no se fue al templo que estaba allí en Jerusalén para llevar Su propia Sangre al lugar santísimo y presentarla allí, no, porque el Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario es un Sacrificio que corresponde al Templo Celestial, para ser colocada la Sangre de ese Sacrificio en el Templo Celestial. Sigue diciendo, el verso 11, sigue diciendo: “*Pero estando ya presente Cristo, sumo sacerdote de los bienes venideros, por el más amplio y más perfecto tabernáculo, no hecho de manos, es decir, no de esta creación,* *y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención.”* **¿A qué Lugar Santísimo entró?** Al Lugar Santísimo del Templo Celestial, obteniendo allí eterna redención para todos aquellos escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero que en el tiempo que les tocaría vivir en la Tierra recibirían a Cristo como su único y suficiente Salvador al escuchar la predicación del Evangelio de Jesucristo. “*Porque si la sangre de los toros y de los machos cabríos, y las cenizas de la becerra rociadas a los inmundos, santifican para la purificación de la carne,* *¿cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo?”* **¿Cuánto más la Sangre de Cristo?** La Sangre de Cristo nos limpia de todo pecado. Ya no se requieren, ya no se necesitan sacrificios de animalitos por el pecado, los sacrificios y la sangre de esos sacrificios no podían quitar el pecado, solamente cubrían el pecado. Pero el Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario y Su Sangre derramad no cubre el pecado sino que lo quita, nos limpia de todo pecado y así desintegra el pecado y lo desaparece, y Dios no se acordará más de nuestros pecados, eso Él lo había prometido, y solamente por medio del Sacrificio de Cristo se ha hecho una realidad el que Dios se olvide de nuestros pecados, porque los confesamos a Cristo y Cristo nos perdona y nos limpia con Su Sangre de todo pecado. “*Así que, por eso es mediador de un Nuevo Pacto,...”* Un Nuevo Pacto se estableció desde que Cristo murió en la Cruz del Calvario, por lo tanto, ese Nuevo Pacto del cual Dios habló por medio del Profeta Jeremías en el capítulo 31, verso 31 en adelante, donde dice: “*He aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá.”* Ese Nuevo Pacto es el pacto correspondiente al Nuevo Testamento y la Sangre de ese Nuevo Pacto es la Sangre de Jesucristo nuestro Salvador. Es Cristo el Ángel del Pacto el que vino a la Tierra para establecer un Nuevo Pacto. Ninguna otra persona podía establecer un Nuevo Pacto sino el Ángel del Pacto, que es Jesucristo nuestro Salvador, el cual en el Antiguo Testamento es llamado el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová; y para establecer el Nuevo Pacto tuvo que hacerse carne y vivir en medio de la raza humana en medio del pueblo hebreo, y morir como el Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados. Por eso en Hebreos, capítulo 13, versos 20 al 21, dice San Pablo: “*Y el Dios de paz que resucitó de los muertos a nuestro Señor Jesucristo, el gran pastor de las ovejas, por la sangre del pacto eterno,* *os haga aptos en toda obra buena para que hagáis su voluntad, haciendo él en vosotros lo que es agradable delante de él por Jesucristo; al cual sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.”* Y ahora, vean ustedes, dice: *“Y el Dios de paz que resucitó de los muertos a nuestro Señor Jesucristo, el gran pastor de las ovejas, por la sangre del pacto eterno.”* Vean, la Sangre del pacto eterno es la Sangre de Jesucristo nuestro Salvador. Por eso en la última Cena Cristo dijo: “Esta es mi Sangre que por muchos es derramada,” y tipificó Su Sangre que sería derramada en el vino que estaba en la copa que dio a beber a Sus discípulos. Y ahora, podemos ver que hay un Pacto eterno, y si hay un Pacto eterno y hay una Sangre eterna, hay una Sangre que corresponde al Pacto eterno, toda persona que entra a ese Pacto recibiendo a Cristo como su Salvador ha entrado al Pacto eterno y por consiguiente ha sellado su vida en la eternidad, ha sellado su vida en el Reino de Cristo y ha quedado dentro del pacto eterno para vivir eternamente con Cristo en Su Reino. Sigue diciendo el Apóstol Pablo, sigue diciéndonos aquí en el capítulo 9, verso 14, vamos a leerlo de nuevo, ó 15, dice: “*Así que, por eso es mediador de un nuevo pacto, para que interviniendo muerte para la remisión de las transgresiones que había bajo el primer pacto, los llamados reciban la promesa de la herencia eterna.”* Reciban la promesa de la Vida eterna con todo lo que está en la eternidad, por eso somos herederos de Dios y coherederos con Cristo Jesús Señor nuestros, porque hemos entrado al Pacto eterno y hemos sido rociados con la Sangre del Pacto eterno, que es la Sangre de Jesucristo nuestro Salvador. Eso es para nosotros así como individuos, como un templo humano, pues somos como individuos un templo humano para Dios morar en Espíritu Santo en nosotros. Luego también hay un Templo Espiritual que Cristo está construyendo, edificando. Así como nos está edificando a nosotros como un templo humano, Él está edificando un Templo Espiritual, que es la Iglesia del Señor Jesucristo. Vean aquí, ahora en el capítulo 9 mismo estamos leyendo, verso 16 en adelante (16 al 24), dice: “*Porque donde hay testamento, es necesario que intervenga muerte del testador.* *Porque el testamento con la muerte se confirma; pues no es válido entre tanto que el testador vive.* *De donde ni aun el primer pacto fue instituido sin sangre.* *Porque habiendo anunciado Moisés todos los mandamientos de la ley a todo el pueblo, tomó la sangre de los becerros y de los machos cabríos, con agua, lana escarlata e hisopo, y roció el mismo libro y también a todo el pueblo.”* Vean, roció al libro, al libro de la ley y también a todo el pueblo. “*...diciendo: Esta es la sangre del pacto que Dios os ha mandado.* *Y además de esto, roció también con la sangre el tabernáculo y todos los vasos del ministerio.* *Y casi todo es purificado, según la ley, con sangre; y sin derramamiento de sangre no se hace remisión.”* La remisión es con la Sangre de Jesucristo y fue tipificado allá en el Antiguo Testamento con la sangre de aquellos animalitos de expiación. Sigue diciendo: “*Fue, pues, necesario que las figuras de las cosas celestiales fuesen purificadas así; pero las cosas celestiales mismas, con mejores sacrificios que estos.* *Porque no entró Cristo en el santuario hecho de mano, figura del verdadero...”* Vean el santuario hecho de mano, el tabernáculo que construyó Moisés y el templo que construyó el rey Salomón vean es el tipo y figura del Templo Celestial. “*Porque no entró Cristo en el santuario hecho de mano, figura del verdadero, sino en el cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante Dios.”* Y ahora, en el Templo Celestial tenemos nosotros nuestro representante, nuestro abogado. Por eso San Pablo dice: “Si alguno ha pecado abogado tenemos para con el Padre: a Jesucristo Su Hijo.” Él es nuestro abogado, esa era la labor que hacía el sumo sacerdote: abogaba por los hebreos que habían pecado. Y nuestro abogado en el Templo Celestial tiene un Nombre y se llama Señor Jesucristo, Él es nuestro abogado, Él es nuestro Sumo Sacerdote en el Templo Celestial, el cual intercede por nosotros, y con Su Sangre nos limpia de todo pecado, nos limpió y nos limpia en todo momento que cometamos alguna falta, error o pecado, le pedimos perdón a Cristo y Cristo con Su Sangre nos limpia de todo pecado. Ahora, las figuras de las cosas celestiales, las figuras de las cosas celestiales, los tipos y figuras de las cosas celestiales son las cosas que estaban en el tabernáculo terrenal que construyó Moisés y el templo terrenal que construyó el rey Salomón. Y todas aquellas cosas que estaban en ese templo y el mismo templo, y el mismo pueblo hebreo es tipo y figura (todo) del Templo Celestial y de las personas celestiales las cuales pasan por este planeta Tierra cada uno en el tiempo que le toca vivir; y reconocen que han pecado contra Dios, reconocen que son pecadores y reciben a Cristo como su único y suficiente Salvador, y Cristo los perdona y con Su Sangre los limpia de todo pecado. Cristo por cuanto es el Sumo Sacerdote intercede por nosotros en el Templo Celestial. Vean, vamos a ver si estas personas que reciben a Cristo y obtienen el perdón de sus pecados, y son bautizadas en agua en el Nombre del Señor Jesucristo y Cristo los perdona y con Su Sangre los limpia de todo pecado y los bautiza con Espíritu Santo y Fuego y obtienen el nuevo nacimiento y entran al Reino de Dios, vamos a ver si son del Cielo estas personas. En el Evangelio según San Juan, versos, capítulo 17 nos dice desde el verso 9 en adelante, dice: “*Yo ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por los que me diste; porque tuyos son,* *y todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío; y he sido glorificado en ellos.* *Y ya no estoy en el mundo; mas éstos están en el mundo, y yo voy a ti. Padre santo.”* Esto es orando por Sus discípulos y por consiguiente por todos los creyentes en Cristo. “*Y ya no estoy en el mundo; mas éstos están en el mundo, y yo voy a ti. Padre santo, a los que me has dado, guárdalos en tu nombre, para que sean uno, así como nosotros.* *Cuando estaba con ellos en el mundo, yo los guardaba en tu nombre; a los que me diste, yo los guardé, y ninguno de ellos se perdió, sino el hijo de perdición, para que la Escritura se cumpliese.* *Pero ahora voy a ti; y hablo esto en el mundo, para que tengan mi gozo cumplido en sí mismos.* *Yo les he dado tu palabra; y el mundo los aborreció, porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.”* ¿Ven? No son del mundo, son del Cielo. “*No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal.* *No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.* *Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad.* *Como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo.”* Ahora vean, los escogidos de Dios no son del mundo, son del Cielo. También San Pablo hablándonos de esto en Filipenses, capítulo 3, verso 20 al 21, dice: “*Mas nuestra ciudadanía está en los cielos,”* ¿Ven? No son del mundo, son del Cielo. Toda persona es ciudadana del lugar donde nació, del país donde nació, según la carne somos ciudadanos del país donde hemos nacido, una ciudadanía terrenal; pero al recibir a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador, pidiéndole perdón a Cristo por nuestros pecados, Él nos recibió y nos perdonó y con Su Sangre nos limpió de todo pecado, fuimos bautizados en agua en Su Nombre y Él nos bautizó con Espíritu Santo y Fuego, y produjo en nosotros el nuevo nacimiento, y el nuevo nacimiento no es de la Tierra, no es terrenal, es del Cielo, por lo tanto al nacer de nuevo del Agua y del Espíritu, al recibir el Espíritu Santo hemos nacido del Cielo, por lo tanto nuestra ciudadanía es Celestial, es del Cielo. ¿Ven lo sencillo que es todo? “*Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo;”* Y nuestro nombre está en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, y del Cielo esperamos a nuestro Salvador el Señor Jesucristo. “*...el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra.”* Aquí tenemos la promesa de una transformación, va a transformar nuestros cuerpos para que sea un cuerpo celestial como el cuerpo celestial, el cuerpo físico glorificado de nuestro amado Señor Jesucristo; tendremos un cuerpo glorificado porque Él nos va a transformar, y entonces seremos inmortales, obtendremos la inmortalidad física así como hemos obtenido la inmortalidad espiritual, la inmortalidad del alma. Todo esto es para los escogidos de Dios. “*...el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya”* Para que sea semejante a Su cuerpo glorificado. “*Por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas.”* Él tiene el poder para producir esa transformación, el mismo poder con el cual Él sujeta así mismo todas las cosas, toda la Creación. Ahora, hemos visto que somos personas celestiales, nos ha tocado vivir en este planeta Tierra, pero en nuestra alma somos del Cielo, somos personas celestiales, pero por cuanto hemos nacido en una raza que pecó en el Huerto del Edén y por consiguiente perdió la vida, la Vida eterna, por eso todos los que nacen en este planeta Tierra nacen a una vida temporal o temporera para vivir una temporada aquí, la cual en la actualidad es de menos de cien años para la mayoría de las personas. Hemos recibido un espíritu del mundo y un cuerpo físico, mortal, corruptible y temporal al nacer en esta Tierra, pero nuestra alma es simiente de Dios, nuestra alma ha venido del Cielo. Por lo tanto, Cristo muriendo en la Cruz del Calvario llevó a cabo Su Obra de Redención para redimirnos a todos nosotros y restaurarnos al Cielo y restaurarnos al Reino de Dios y a la Vida eterna. Con el nuevo nacimiento la persona ha obtenido la Redención del alma y ha sido restaurada al Reino de Dios y por consiguiente a la Vida eterna, pero todavía cargamos con algo que no está redimido: el cuerpo físico, pero cuando Cristo nos transforme eso será la Redención del cuerpo, y entonces se cumplirá la manifestación de los hijos e hijas de Dios en cuerpos eternos y glorificados como nuestro amado Señor Jesucristo que está en un cuerpo glorificado, y entonces seremos a Su imagen y a Su semejanza teniendo cuerpo espiritual angelical y teniendo cuerpo físico glorificado, y entonces seremos inmortales y eternos físicamente también. Pero antes tenemos que recibir la inmortalidad del alma recibiendo a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador, y ser rocíados con la Sangre de Jesucristo nuestro Salvador que nos limpia de todo pecado y nos redime, y así nos restaura a la Vida eterna. Hemos visto que en el tabernáculo que construyó Moisés y el templo que construyó el rey Salomón se reflejaron todos los hijos e hijas de Dios, se reflejó el Templo Celestial, se reflejó, se reflejaron las cosas celestiales de las cuales usted y yo somos parte, somos seres celestiales que nos ha tocado vivir en esta Tierra por un tiempo. También encontramos que todo lo que está en el Templo Celestial, Jesucristo por cuanto está construyendo un Templo con seres humanos, un Templo Espiritual, Él lo está construyendo de acuerdo al modelo que está en el Cielo, y lo está construyendo con seres humanos. Ese Templo Espiritual es la Iglesia del Señor Jesucristo. Vean, aquí en Primera de Pedro, capítulo 2, verso 4 en adelante, dice: “*Acercándoos a él, piedra viva, desechada ciertamente por los hombres, mas para Dios escogida y preciosa,* *vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo.”* Vean, y ahora somos piedras vivas, seres humanos que hemos recibido la Vida eterna, seres humanos que tenemos vida, tenemos la vida temporera que la obtuvimos a través de nuestros padres terrenales, y tenemos la Vida eterna que la hemos recibido a través de Jesucristo nuestro Salvador. Y como piedras vivas hemos estado siendo edificados como una Casa Espiritual, como un Templo Espiritual, como individuos como un templo Espiritual Él nos está edificando y como miembros de la Iglesia del Señor Jesucristo, vean ustedes, somos los que componemos, formamos la Iglesia del Señor Jesucristo en la etapa correspondiente a este tiempo. Otros en edades pasadas formaron también parte de la Iglesia del Señor Jesucristo. Desde el Día de Pentecostés en adelante Cristo ha estado formando Su Iglesia, el Lugar Santo de Su Templo Espiritual, y en este Día Postrero está formando el Lugar Santísimo de Su Templo Espiritual con seres humanos también, con personas que están escritas en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero desde antes de la fundación del mundo. Son piedras vivas ordenadas y predestinadas por Dios para formar ese Templo Espiritual, en el cual se ha estado materializando lo que está en el Templo Celestial. Por eso las cosas del Cielo, del Templo Celestial, tenían que ser rociadas con la Sangre de un mejor Sacrificio, y la Sangre de ese mejor Sacrificio es el Sacrificio de Jesucristo; y la Sangre es la Sangre de Jesucristo. Y ahora, estamos viendo el Templo de Dios como la Iglesia del Señor Jesucristo. Vimos también el Templo de Dios como individuos, como cada persona siendo un templo para Dios. También el Templo de Dios como pueblo, el templo terrenal de Dios como pueblo también es el pueblo hebreo en donde Dios moró en el tabernáculo y en el templo que construyó el rey Salomón, y como pueblo - eso es como pueblo terrenal. Como pueblo Celestial el pueblo templo de Dios, que es la Iglesia del Señor Jesucristo, ese Templo es el Israel Celestial, el pueblo Celestial de Dios que sería rociado con Sangre de un Sacrificio mejor, con la Sangre del Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario. “**EL TEMPLO DE DIOS.”** Hemos visto los diferentes aspectos, diferentes ángulos del Templo de Dios: el Templo de Dios en el Cielo lo hemos visto, hemos visto también el Templo de Dios en la Tierra: el tabernáculo que construyó Moisés y el templo que construyó el rey Salomón, y luego los otros templos que eran una restauración al templo que había sido destruido. Luego el Templo de Dios como nación: el pueblo hebreo; y el Templo de Dios Celestial como nación: la Iglesia del Señor Jesucristo; y el Templo de Dios como individuo, que son todos los creyentes en Cristo; y el Templo de Dios como Cuerpo Místico de creyentes: la Iglesia del Señor Jesucristo compuesta por todos los creyentes en Jesucristo nuestro Salvador, que son los bienaventurados que vienen a formar parte del Templo Espiritual de Jesucristo, en quienes se materializa el Templo Celestial de Dios, y por consiguiente ese es el lugar de morada de Dios en Espíritu Santo. Vean acá en Efesios, capítulo 2, verso 19 al 22, dice: “*Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios.”* No se preocupe si usted desciende de una familia pobre que no tiene un nombre importante en este planeta Tierra, no se preocupe por eso, eso es así para el noventa y nueve por ciento de los creyentes en Cristo. Pero eso es así conforme a la vida terrenal, conforme a esta vida terrenal, pero conforme a la Vida Celestial no es así, vean dice: “*...sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios.”* Y ahora, pertenecemos a la familia más importante de los Cielos y de la Tierra: la Familia de Dios, hijos e hijas de Dios descendientes del Dios Creador de los Cielos y de la Tierra. A muchas personas humanamente les gustaría ser descendientes de un rey y de una reina de algún país, lo cual se ve muy bonito, pero eso es una descendencia según la carne, no se preocupe, el deseo que han sentido algunas veces en vuestros corazones es cumplido, cumplido porque somos descendientes, hijos e hijas del Rey de reyes y Señor de señores, del Rey de los Cielos y de la Tierra, somos hijos del Rey Jesucristo y Su Reina, Su Iglesia. ¿Ven? Así que somos hijos de un Rey y una Reina y por consiguiente somos príncipes y princesas en el Reino de Jesucristo nuestro Salvador. Por eso dice la Escritura en Apocalipsis, capítulo 5; y capítulo 1. Capítulo 1 del Apocalipsis, dice, verso 5 en adelante, 5 al 6, dice: “*Y de Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre,* *y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre; a él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos. Amén.”* Vean, Cristo nos lavó de nuestros pecados con Su Sangre y nos hizo para nuestros Dios Reyes y Sacerdotes, por lo tanto pertenecemos al Orden Celestial de la Monarquía Celestial y de la Teocracia Celestial, somos Reyes según el Orden de Melquisedec, y del cual Jesucristo es el Rey de reyes y Señor de señores, Rey de reyes, Rey del Cielo, de la séptima dimensión, Rey de la sexta dimensión y Rey de esta Tierra, porque Él gobernará sobre esta Tierra como Rey sentándose en el Trono de David, al cual Él es el Heredero, y gobernará sobre el pueblo hebreo y sobre todas las naciones; y nosotros con Él estaremos como Reyes, como Sacerdotes y como Jueces en ese Reino según el Orden de Melquisedec. Por lo tanto, el Orden Sacerdotal que tendrá Cristo en Su Reino pertenece a Cristo, el cual es el Sumo Sacerdote según el orden de Melquisedec del Templo Celestial y a todos Sus escogidos, los creyentes en Él a los cuales Cristo ha hecho Sacerdotes y Reyes también para reinar con Cristo en el Milenio y por toda la eternidad. Mientras tanto en lo espiritual ofrecemos a Dios sacrificios espirituales y reinamos espiritualmente también, y Cristo reina *acá* en nuestro corazón, en nuestra alma, en el Trono de nuestro corazón donde Cristo se ha sentado cuando le dimos la bienvenida al creer en Él como nuestro único y suficiente Salvador, y recibirle de todo corazón y pedirle perdón por nuestros pecados, Él nos recibió, nos perdonó y con Su Sangre nos limpió de todo pecado, fuimos bautizados en agua en Su Nombre y Él nos bautizó con Espíritu Santo y Fuego y produjo en nosotros el nuevo nacimiento. Por cuanto hay gozo cuando un rey nace, cuando un pecador se arrepiente hay gozo en el Cielo ¿por qué? Porque esa persona está recibiendo a Cristo como su único y suficiente Salvador, está pidiendo perdón a Cristo por sus pecados, Cristo lo está perdonando y lo está limpiando con Su Sangre preciosa, está siendo bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo y Cristo lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego y está naciendo en el Reino de Cristo un Rey, un hijo o una hija de Dios, un príncipe o una princesa está naciendo en el Reino de Dios, y por consiguiente hay gozo en el Cielo, porque siempre que nace un Rey hay gozo en el Cielo. Y ahora, así es como cuando nace un rey en una familia real, en la familia real de alguna nación le nace un rey, le nace un hijo al rey y la reina hay gozo en ellos y en todo el reino; y hay gozo en Dios el Padre y en Jesucristo y en todas las huestes celestiales cuando nace un hijo o una hija de Dios en el Reino de Dios. Cuando obtiene el nuevo nacimiento ha nacido en el Reino de Dios, y hay gozo en el Cielo, y hay gozo también en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo, porque ha nacido un Rey en el Reino de Cristo, ha nacido una princesa o un príncipe en el Reino de Cristo para así ser, como individuo, un templo de Dios para Dios morar en Espíritu Santo en la persona. “**EL TEMPLO DEL DIOS VIVIENTE.”** Yo soy un Templo del Dios viviente, ¿quién más? Cada uno de ustedes también. Así es para nosotros como individuos, y para la Iglesia del Señor Jesucristo también es así. El Templo Espiritual de Jesucristo es Su Iglesia compuesta por todos los creyentes en Cristo nacidos de nuevo. Es un privilegio y bendición grande ser un miembro del Templo Espiritual de Cristo, de la Iglesia del Señor Jesucristo; y para entrar a formar parte de ese Templo hemos recibido a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador, y por consiguiente hemos entrado al Reino de Dios. Para entrar al Reino de Dios Cristo le dijo a Nicodemo: “De cierto, de cierto te digo que el que no nazca del Agua y del Espíritu no puede entrar al Reino de Dios.” Pero ahora, hemos entrado al Reino de Dios porque hemos nacido del Agua y del Espíritu al recibir a Cristo como nuestro Salvador, lavar nuestros pecados en Su Sangre, ser bautizados en agua en Su Nombre y recibir Su Espíritu Santo, hemos nacido en el Reino de Dios y por consiguiente como individuos somos un Templo o el Templo del Dios Viviente y pertenecemos al Templo Espiritual de Dios, al Templo Espiritual de Cristo, a la Iglesia del Señor Jesucristo como miembros de la Iglesia del Señor Jesucristo. **¿Quién habitará en el Santo Templo de Dios, en la Iglesia del Señor Jesucristo que es el Templo Espiritual?** Todos los creyentes en Cristo. **¿Quiénes habitan en el Templo Espiritual de Dios, la Iglesia de Jesucristo?** Todos nosotros. La bienaventuranza es grande para todos nosotros; ese Templo Espiritual del cual hemos estado leyendo en Efesios, capítulo 3, donde nos dice: “*Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios,* *edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo,* *en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor;* *en quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu.”* Hemos visto que ese Templo Espiritual va creciendo de edad en edad, de edad en edad va creciendo a medida que Cristo va llamando y juntando Sus escogidos ¿dónde? En Su Templo, va colocando esas piedras vivas en Su Templo, en Su Iglesia, y así ha ido creciendo y ya en la construcción de ese Templo Espiritual se construyó el Lugar Santo y estamos en la parte del Lugar Santísimo en este tiempo final, en donde Cristo está llamando y juntando las piedras vivas con las cuales está construyendo el Lugar Santísimo de Su Templo Espiritual. **¿Y dónde están esas piedras vivas que Cristo está colocando en Su Templo Espiritual en el Lugar Santísimo?** Somos todos nosotros. Por lo tanto, pronto va a ser completado ese Templo Espiritual y Cristo va a venir a morar en Su Templo en toda Su plenitud, y ahí será la resurrección de los muertos en Cristo y la transformación de nosotros los que vivimos, porque somos el Templo del Dios Viviente. “**EL TEMPLO DEL DIOS VIVIENTE.”** Si alguna persona todavía no ha recibido a Cristo, todavía no forma parte del Dios Viviente; pero en esta ocasión puede recibir a Cristo como su Salvador para que Cristo le coloque como una piedra viva en Su Templo Espiritual. Pueden pasar al frente para dar testimonio público de su fe en Cristo pues ya ha creído en Cristo como su Salvador, porque la fe viene por el oír la Palabra de Dios, el Evangelio de Cristo, ya ha escuchado y por lo tanto ya Cristo ha creado en vuestro corazón la fe Suya, la fe de Cristo para creer en Cristo como su único y suficiente Salvador; ya con el corazón cree. “Porque con el corazón se cree para justicia pero con la boca se confiesa para salvación.” Por lo tanto, tiene la oportunidad ahora para dar testimonio de su fe en Cristo públicamente, recibiendo a Cristo como su único y suficiente Salvador, para que Cristo le reciba en Su Reino, le perdone y con Su Sangre le limpie de todo pecado, sea bautizado en agua en Su Nombre y Cristo le bautice con Espíritu Santo y Fuego y obtenga el nuevo nacimiento, nazca en el Reino eterno de Jesucristo nuestro Salvador, y así asegure su futuro eterno con Jesucristo en Su Reino eterno. Cristo dijo: “El que me confesare delante de los hombres, Yo le confesaré delante de mi Padre; mas el que me negare delante de los hombres, Yo le negaré delante de mi Padre.” \[San Lucas 12:8-9\] Todos queremos que Cristo nos confiese delante de nuestro Padre Celestial, nadie quiere que Cristo le niegue delante de vuestro Padre Celestial, porque entonces Dios le negaría la entrada a la Vida eterna, pero el que recibe a Cristo, Cristo lo confiesa delante de nuestro Padre Celestial, y Dios le da entrada a la Vida eterna en el Reino eterno divino. Todos queremos vivir eternamente en el Reino de Dios. Por lo tanto, todos necesitamos dar testimonio público de nuestra fe en Cristo reconociendo que Cristo es nuestro Salvador y que Su muerte en la Cruz del Calvario es el Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados, y que Su Sangre nos limpia de todo pecado, y que Jesucristo es el único que perdona nuestros pecados. Pueden pasar al frente y así dar testimonio público de vuestra fe en Cristo en estos momentos y yo estaré orando por ustedes para que Cristo les reciba, les perdone y con Su Sangre les limpie de todo pecado. Vamos a dar unos segundos en lo que pasan las personas que han escuchado y han creído de todo corazón y no habían recibido a Cristo como su único y suficiente Salvador, y también si alguna persona era un creyente en Cristo y se apartó de Cristo, en estos momentos puede pasar al frente para ser reconciliado con Cristo y caminar con Cristo todos los días de su vida. Los niños también de diez años en adelante pueden pasar para recibir a Cristo como su único y suficiente Salvador. Todos queremos vivir eternamente con Cristo en Su Reino eterno, y ya hemos escuchado cómo hacer para entrar al Reino de Dios y para vivir eternamente con Jesucristo en el Reino de Dios, en Su Reino eterno y glorioso. Pueden continuar pasando las personas que faltan por pasar, pues Dios tiene mucho pueblo en esta ciudad y tiene mucho pueblo en esta actividad que estamos llevando a cabo. Dios les ha traído para estar en *esta* actividad porque el nombre de ustedes está escrito en el Cielo, en el Libro de la Vida, por esa causa es que ustedes están *aquí* en *esta* actividad escuchando la Palabra de Cristo, el Evangelio de Jesucristo para que así la fe de Cristo nazca en vuestros corazones y le reciban como vuestro único y suficiente Salvador los que todavía no le habían recibido. Es un asunto de Vida eterna recibir a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador. San Pablo dijo a Timoteo: “Echa mano de la Vida eterna.” **¿Y cómo vamos a echar mano de la Vida eterna?** Dios dice por medio de San Juan en Primera de Juan, capítulo 5, versos 10 en adelante, dice “que Dios nos ha dado Vida eterna y esta vida está en Su Hijo (o sea, en Jesucristo).” Para echar mano de la Vida eterna echamos mano de Jesucristo, porque en Él y Él es la Vida eterna. “Yo Soy el Camino, y la Verdad, y la Vida; y nadie viene al Padre, sino por mí.” (San Juan, capítulo 14, verso 6). Por lo tanto, echar mano de la Vida eterna es echar mano de Jesucristo recibiéndolo como único y suficiente Salvador, y Cristo nos da Vida eterna. Vamos a estar puestos en pie, y los que faltan todavía por pasar pueden pasar para que queden incluídos en esta oración que haré por todos los que han pasado. Algunas veces sucede que luego de la persona escuchar la predicación del Evangelio de Cristo algo los aguanta y no los deja pasar al frente, pero diga: “Yo quiero vivir eternamente con Cristo en Su Reino, y el requisito es recibir a Cristo como mi único y suficiente Salvador, por lo tanto yo me levanto y paso al frente y doy testimonio público de mi fe en Cristo recibiéndolo como mi único y suficiente Salvador,” y así usted obtiene la victoria. No hay decisión más grande e importante que usted pueda hacer que recibir a Cristo como vuestro único y suficiente Salvador, porque esa es la decisión que lo coloca a usted en la Vida eterna, y no hay otra cosa más importante para el ser humano que la Vida eterna. Así como en el aspecto terrenal lo más importante para la persona es la vida terrenal, pero cuando se trata de la eternidad lo más importante es la Vida eterna; y no podemos fallar en recibir la Vida eterna a través de Jesucristo nuestro Salvador. El que no echa mano de la Vida eterna recibiendo a Cristo como Salvador pues se pierde la Vida eterna, se conformó con la vida terrenal que a la mayor parte de las personas le dura menos de cien años, y las personas no saben ni cuándo se les va a terminar; a algunos se les termina ya ancianitos, a otros se les termina siendo personas adultas ya, pero a otros se les termina siendo jóvenes y a otros se les termina siendo unos niños, y a otros siendo unos bebés, porque nadie sabe cuánto tiempo va a vivir en el cuerpo terrenal. Por lo tanto, tenemos que asegurar nuestro futuro eterno con Cristo en la Vida eterna, tenemos que confirmar nuestro lugar en la Vida eterna, así como para vivir en esta Tierra confirmamos nuestro lugar en esta vida terrenal. **¿Cómo la confirmamos, cómo confirmamos nuestro lugar en esta vida terrenal?** Naciendo, el que no nació pues no está viviendo en esta Tierra. Pero ahora para confirmar en la Vida eterna nuestra vida futura tenemos que nacer en la Vida eterna ¿cómo? Naciendo de nuevo, naciendo del Agua y del Espíritu recibiendo a Cristo como nuestro Salvador, lavando nuestros pecados en Su Sangre, siendo bautizados en agua en Su Nombre y recibiendo Su Espíritu Santo, y así obtenemos el nuevo nacimiento, nacemos en el Reino eterno de Cristo, y por consiguiente nacemos a y en la Vida eterna, y por consiguiente tenemos Vida eterna, y viviremos eternamente con Jesucristo en Su Reino eterno. Lo más importante es entonces la Vida eterna, y esta Vida está en Jesucristo. Así como la vida terrenal nuestra estaba en Adán y de Adán fue pasando y luego estaba en nuestro padre y pasó a nuestra madre y ahí fuimos concebidos físicamente y nacimos, ¿ven? Pero la Vida eterna está en Jesucristo. Por lo tanto, es a través de Jesucristo que obtenemos el nuevo nacimiento, nacemos a la Vida eterna en el Reino eterno de Jesucristo nuestro Salvador, y así aseguramos nuestro futuro eterno con Cristo en Su Reino eterno. Unos segundos y ya oraremos por las personas que han pasado, si falta alguna otra persona puede pasar inmediatamente para orar también por ustedes. Recuerden, no podemos dejar que se nos escape la Vida eterna. Tenemos esa oportunidad de agarrar, de echar mano de la Vida eterna mientras estamos viviendo en estos cuerpos terrenales; cuando termine nuestra vida en estos cuerpos terrenales el que echó mano de la Vida eterna vivirá eternamente con Cristo en Su Reino, el que no echó mano de la Vida eterna, porque no recibió a Cristo como Salvador ya no tiene tiempo para decir: “Ahora yo quiero echar mano de la Vida eterna, ahora yo quiero recibir a Cristo.” Ya se le hizo demasiado de tarde. Le pasó como al hombre rico que murió y luego se encontró en el infierno y querían que le llevaran el dedo de Lázaro mojado en agua, que Lázaro fuera al infierno a llevarle un poco de agua en su dedo. Miren, el hombre rico era tan pobre que no podía comprar nada allá donde estaba, y ni siquiera le podía pedir a Abraham que le enviara un vaso de agua fría, ni siquiera el dedo de Lázaro mojado en agua para colocarlo sobre la lengua del hombre rico. Vean, lo importante es la Vida eterna, y para eso es que recibimos a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador. Ya vamos a orar por las personas que han pasado. Si falta alguna persona puede pasar para que quede incluida en esta oración que haré por todos los que han pasado. Vamos a levantar nuestras manos al Cielo a Cristo, vamos a cerrar nuestros ojos y repitan conmigo esta oración las personas que han pasado al frente: ***Señor Jesucristo, he escuchado la predicación de Tu Evangelio, y he creído en Ti de todo corazón, doy testimonio público de mi fe en Ti, creo en Tu Primera Venida, creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de la Expiación por mis pecados, y reconociendo que soy pecador Te ruego perdones mis pecados y con Tu Sangre me limpies de todo pecado, Te recibo públicamente como mi único y suficiente Salvador.*** ***Señor Jesucristo, en Tus manos encomiendo mi alma; salva mi alma Señor Jesucristo, Te lo ruego.*** ***Señor Jesucristo, bautizame con Espíritu Santo y Fuego, luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre, quiero nacer de nuevo, quiero nacer en Tu Reino eterno, quiero vivir eternamente contigo en Tu Reino.*** ***Señor Jesucristo, en Tus manos encomiendo mi alma, salva mi alma, Señor Jesucristo, Te lo ruego en Tu Nombre eterno y glorioso, Señor Jesucristo. Amén y amén.*** Repitan conmigo: **La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado. La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado. La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado. Amén y amén.** Cristo les ha recibido en Su Reino, ha perdonado vuestros pecados y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado, y esto es porque ustedes han creído en Cristo de todo corazón como vuestro único y suficiente Salvador. Ustedes han hecho lo que Cristo ordenó luego que escucharon la predicación del Evangelio de Cristo, pues Él dijo: “*Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura* (y ustedes escucharon el Evangelio, fue predicado a ustedes)*.* *El que creyere* (y ustedes han creído)*, y fuere bautizado, será salvo.”* Ustedes me dirán: “Pero todavía me falta ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. ¿Cuándo me pueden bautizar en agua en el Nombre del Señor Jesucristo?” Es la pregunta de vuestra alma. Por cuanto ustedes han creído de todo corazón en Cristo como vuestro único y suficiente Salvador bien pueden ser bautizados en agua en estos mismos momentos en el Nombre del Señor Jesucristo. En el bautismo en agua la persona se identifica con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección; cuando la persona recibe a Cristo como su Salvador está muriendo al mundo, ha muerto al mundo; y cuando el ministro sumerge en las aguas bautismales a la persona está siendo sepultada la persona a la vieja vida, al mundo y a la vieja vida; y ahora cuando el ministro lo levanta de las aguas bautismales está resucitando a una nueva vida: a la Vida eterna en el Reino eterno de Jesucristo nuestro Salvador. Todo eso simboliza el bautismo en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, en donde la persona se identifica con Jesucristo en Su muerte, sepultura y resurrección. Ha sido para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, dándoles testimonio de nuestro tema: **“EL TEMPLO DEL DIOS VIVIENTE.”** En estos momentos pregunto al ministro aquí si: ¿Hay agua? Hay agua, hay bautisterio. ¿Hay ropas bautismales? Hay ropas bautismales también. ¿Hay ministros para bautizar a las personas? Hay ministros también. ¿Hay lugar dónde cambiarse de ropas? También hay lugar dónde cambiarse de ropas, vestidores. ¿Y hay personas también que cuiden de las ropas de las personas? También hay personas que cuidarán de vuestras ropas en lo que ustedes son bautizados en agua y luego regresaran y se colocarán de nuevo las ropas de ustedes y regresarán a sus hogares gozos y agradecidos a Cristo por la salvación de vuestra alma. ***Que las bendiciones de Jesucristo el Ángel del Pacto sean sobre cada uno de ustedes, y que Jesucristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego luego que ustedes sean bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.*** ***Y también produzca en ustedes esa entrada al Reino eterno de Jesucristo, entren todos al Reino de Jesucristo, y que a vuestros familiares también Cristo los llame, los traiga a Sus pies, los salve para que estén también con ustedes en la eternidad viviendo con Cristo en Su Reino. En el Nombre eterno del Señor Jesucristo. Amén y amén.*** Que Dios les continúe bendiciendo a todos y dejo nuevamente el Reverendo Carlos Pérez para continuar e indicarles inmediatamente hacia dónde caminar para cambiarse de ropas y ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. Que Dios les bendiga y les guarde a todos. “**EL TEMPLO DEL DIOS VIVIENTE.”**