--- title: 'Sin Sacrificio no hay Redención' date: 2003-08-15 activity: 1 place: city: Monterrey state: Nuevo León country: MX duration: 00:00:00 public: false youtube: translations: files: --- Muy buenas noches, amables amigos y hermanos presentes; es para mi una bendición grande estar con ustedes en esta noche, para pedirle a Cristo Sus bendiciones sobre cada uno de ustedes, y para escuchar la Palabra del Señor en esta ocasión. ***Que las bendiciones de Jesucristo, el Ángel del Pacto, sean sobre todos ustedes y sobre mí también. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén.*** En esta noche no les digo que mi esposa Erica, América y Yahannah les envían saludos, sino que en estos momentos están aquí conmigo, y levantarán sus manos y ellas mismas les darán los saludos a todos ustedes. Por *aquí* están, así que Dios te bendiga Erica, América que Dios te bendiga, y también Yahannah que Dios te bendiga. Y estaremos en este recorrido, pasaremos todos estos días con ustedes, y también en la actividad del lunes en Topochico, y también en Saltillo, y también en Torreón y en Villahermosa también; y queremos también estar todos hasta Veracruz (me parece que vamos), y también todos los otros lugares que están en el itinerario, como los lugares que son antes de Veracruz también, y también en Ciudad México, en el Distrito Federal también estaremos en las actividades que se han de llevar a cabo. Así que para mí es una bendición que Erica, América y Yahannah Gabriela estén en este recorrido de la República Mexicana; aunque no pudieron estar en los lugares anteriores como Ciudad Juarez, Matamoros, y Ciudad Victoria y Matehuala; pero muchos de los que pertenecen a esos lugares están aquí hoy, algunos el domingo, y también estarán en Villahermosa o en Ciudad México también. Bueno, para esta noche leemos en Hebreos, capítulo 9, versos 18 en adelante, donde dice San Pablo: “*De donde ni aun el primer pacto fue instituido sin sangre.* *Porque habiendo anunciado Moisés todos los mandamientos de la ley a todo el pueblo, tomó la sangre de los becerros y de los machos cabríos, con agua, lana escarlata e hisopo, y roció el mismo libro y también a todo el pueblo,* *diciendo: Esta es la sangre del pacto que Dios os ha mandado.* *Y además de esto, roció también con la sangre el tabernáculo y todos los vasos del ministerio.* *Y casi todo es purificado, según la ley, con sangre; y sin derramamiento de sangre no se hace remisión.* *Fue, pues, necesario que las figuras de las cosas celestiales fuesen purificadas así; pero las cosas celestiales mismas, con mejores sacrificios que estos.* *Porque no entró Cristo en el santuario hecho de mano, figura del verdadero, sino en el cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante Dios;* *y no para ofrecerse muchas veces, como entra el sumo sacerdote en el Lugar Santísimo cada año con sangre ajena.* *De otra manera le hubiera sido necesario padecer muchas veces desde el principio del mundo; pero ahora, en la consumación de los siglos, se presentó una vez para siempre por el sacrificio de sí mismo para quitar de en medio el pecado.* *Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio,* *así también Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos; y aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvar a los que le esperan.”* Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla. Nuestro tema es: **“SIN SACRIFICIO NO HAY REDENCIÓN.”** A través del Antiguo Testamento encontramos que desde Adán hasta los días de Jesús, el pueblo hebreo sacrificaba animales, animalitos por sus pecados. Eso fue establecido por Dios desde el tiempo de Adán, cuando Adán pecó; y por cuanto Adán pecó entró a la raza humana el pecado. Así como en una semilla de cualquier árbol, como una semilla de aguacate, de mango o de trigo, si entra una plaga, una enfermedad a esa semilla, luego cuando se siembra esa semilla y se reproduce, el árbol y los frutos van a nacer con el problema de la enfermedad de la plaga que se le pegó a la semilla. Eso sucedió con Adán: se le pegó la plaga, la enfermedad del pecado, a Adán y Eva, y por consiguiente todos en Adán pecaron, porque él era la semilla que se reproduciría en muchos hijos e hijas de Dios. Pero ahora, encontramos que Dios estableció para la raza humana un sacrificio por el pecado, el cual era llevado a cabo de Adán en adelante, y las personas obtenían el perdón de sus pecados, y la sangre de esos animalitos cubría el pecado de las personas. No podía quitar el pecado sino que lo cubría, por eso, esos sacrificios no eran perfectos, no era el sacrificio que a Dios le agradaba, solamente era el tipo y figura de un Sacrificio perfecto que vendría algún día para la raza humana, y ése sería el Sacrificio que le agradaría a Dios. Pero en lo que lo que llegaba ese Sacrificio perfecto, el cual ya estaba ordenado, predestinado por Dios desde antes de la fundación del mundo, como dice Dios por medio del Apóstol Pedro en Primera de Pedro, capítulo 1, verso 18 en adelante cuando dice: “*Sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata,* *sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación,* *ya destinado desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postreros tiempos por amor de vosotros,* *y mediante el cual creéis en Dios, quien le resucitó de los muertos y le ha dado gloria, para que vuestra fe y esperanza sean en Dios.* *Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad, mediante el Espíritu, para el amor fraternal no fingido, amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro;* *siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre.”* Ahora, en este pasaje el Apóstol Pedro nos muestra que el Sacrificio de Cristo como de un cordero sin macha y sin contaminación, como los corderos que eran sacrificados por el pecado del pueblo. Pero ahora el Cordero Pascual no será un animalito sino un Hombre perfecto, el cual es nuestro amado Señor Jesucristo. Un Hombre perfecto, un Hombre sin pecado, y ya estaba destinado por Dios desde antes de la fundación del mundo. Por lo tanto, el Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario no fue una sorpresa para Dios, era algo que ya Dios había predestinado, había destinado, había ordenado desde antes de la fundación del mundo para llevarse a cabo en favor de la raza humana. Porque sin sacrificio no hay Redención, y el ser humano cayó de la Vida eterna cuando pecó en el Huerto del Edén. Por lo tanto, el mismo día que Adán y Eva pecaron, ese día murieron; pero las personas ven que continuaron viviendo, y Adán vivió 930 años. Pero cuando la persona muere aquí en la Tierra, muere a la vida terrenal; pero Adán cuando pecó, murió a la Vida eterna, porque era la vida que tenía Vida eterna, no vida temporal. Pero le quedó vida temporal que dura un corto tiempo, para Adán fueron 930 años. En la actualidad son tan poquitos los años, que es un milagro que una persona llegue a 100 años, son de 70 a 80 años la vida normal del ser humano; y conforme a la ciencia son mucho menos, son de cincuenta a sesenta años, porque juntan todos los años de todas las personas que han muerto durante cierto lapso de tiempo: niños, jóvenes, adultos y ancianos, y sacan la cuenta de cuántos años vivió todos juntos, éste vivió un año, éste vivió cinco años, éste vivió veinte años, éste vivió cuarenta años, y suman todos esos años y después suman también cuántas personas fueron las que murieron. Y luego los dividen y le toca a cada uno 40 ó 50 ó 60 años. O sea, hay tiempos donde la vida del ser humano la sitúan en 50 años, hay otras temporadas en que está por los 60 años; en los días de Adán luego de pecar, estaba por los 900 años, porque Adán vivió 930 años, Matusalén vivió 969 años, así que estaba por los 800 a 900 años la vida del ser humano; luego fue bajando. Noé, cuando vino el diluvio Noé tenía 600 años, y Noé vivió unos... luego del diluvió, vivió 350 años más, que son 950 años. De las personas antediluvianas que quedaron después del diluvio, el más que vivió fue Noé, los hijos de Noé vivieron muchos años pero ninguno llegó a 950 años. O sea, que después del diluvio la vida de la raza humana fue acortada, pero todavía estaba por los 400 ó 500 años, que cuando nosotros miramos esas edades, esas cantidad de años, podemos ver que todavía eran muchos los años que ellos vivían. Luego, Dios fue acortando los años de la raza humana, fueron siendo acortados gradualmente, hasta que la raza humana luego en los tiempos de Abraham vivían ciento y algo de años, porque conforme a la historia bíblica, encontramos que Abraham vivió... Vean, estaba en los tiempos antes de Abraham en los 200 hasta los 500 y algo de años; pero luego para el tiempo de Abraham, Abraham logró vivir bastantes años, pero solamente fueron... vamos a ver la cantidad de años que vivió Abraham. Abraham vivió unos 175 años... vamos a ver si lo podemos encontrar por aquí. Eso está en el libro del Génesis, en el libro del Génesis encontramos esta historia de Abraham, ya... vamos a ver si por aquí lo tiene Miguel listo ya, pues Miguel debe estarlo buscando también... vamos a ver, a ver si Miguel lo tiene a la mano, ¿cuánto? Génesis 25:7, dice: “*Y estos fueron los días que vivió Abraham: ciento setenta y cinco años.* *Y exhaló el espíritu, y murió Abraham en buena vejez, anciano y lleno de años, y fue unido a su pueblo.”* Vean, 175 años fue la edad que tuvo Abraham cuando partió; pero ahora llegar a 100 años y morir a los 100 años, es morir a buena vejez, y aún a los 70 u 80 años es morir a buena vejez, porque los años del ser humano Dios los ha ido acortando, y el ser humano ha ido teniendo muchos problemas con su alimentación y con el medio ambiente también que lo rodea. Dice la ciencia que el plomo hace daño al ser humano, al cerebro y al resto del cuerpo también, y vean, casi, o todas las ciudades han estado contaminadas a causa de los automóviles y de los autobuses, y así por el estilo; y antes usaban en la gasolina el plomo, ahora han quitado el plomo de la gasolina. Pero vean ustedes, tenemos una raza contaminada con la situación del medio ambiente, las fábricas, los automóviles y así por el estilo, y también con la comida. Por lo tanto, eso ha estado afectando al cerebro del ser humano, y el ser humano ha estado teniendo cada día más problemas de salud. Y seguirán aumentando los problemas de salud del ser humano. Ahora, encontramos que lo importante no es que la persona dure muchos años: “¿De qué le vale al hombre si ganare todo el mundo y pierde su alma? ¿Y de qué le vale al hombre si logra vivir 100 ó 200 años y pierde su alma? De nada le sirvió. Lo importante es que la persona reciba a Cristo como su Salvador y así tenga el Sacrificio de la Redención, y la persona obtenga la Redención, obtenga la salvación de su alma, obtenga el perdón de sus pecados, sea limpio de todo pecado con la Sangre de Cristo, y sea bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo lo bautice con Espíritu Santo y Fuego, y así la persona obtenga la salvación de su alma y obtenga por consiguiente la Vida eterna. Y aunque en este cuerpo físico que tenemos no pueda vivir ni 100 años, no importa, porque Cristo tiene preparado en Su Programa un cuerpo nuevo, eterno, inmortal, incorruptible y glorificado (como el cuerpo glorificado de Jesucristo) para toda persona que lo recibe como su Salvador. Porque esa persona tiene el Sacrificio por el pecado para obtener la Redención; por lo tanto, esa persona ha obtenido la Redención, y esa persona ha obtenido la salvación y Vida eterna, esa persona ya nunca se perderá, esa persona va a vivir eternamente con Cristo en Su Reino. Y por cuanto estos cuerpos son temporales, son mortales, se ponen viejos, Él nos va a dar un nuevo cuerpo eterno, inmortal, incorruptible en Su Segunda Venida. De eso fue que nos habló San Pablo en Filipenses, capítulo 3, verso 20 al 21, cuando dijo: “*Mas nuestra ciudadanía está en los Cielos.”* ¿Y cómo está nuestra ciudadanía en los Cielos, cuando nuestra ciudadanía la tenemos en la nación donde hemos nacido, y es una ciudadanía terrenal? Hemos obtenido una ciudadanía terrenal al nacer en esta Tierra en una nación, fue porque nacimos aquí en la Tierra y somos descendientes de Adán y Eva. Pero cuando la persona recibe a Cristo como su Salvador, le pide perdón a Cristo por sus pecados, Cristo lo perdona y lo limpia con Su Sangre de todo pecado, y la persona es bautizada en agua por un ministro en el Nombre del Señor Jesucristo. Cristo dijo: “*Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura.* *El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”* Por lo tanto, la persona es bautizada en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, porque no hay otro Nombre dado a los hombres en que podamos ser salvos, solamente hay uno, y ese Nombre es “Señor Jesucristo.” Y por cuanto el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo es Señor Jesucristo, la persona es bautizada por el ministro en el Nombre del Señor Jesucristo, y así está siendo bautizada en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, que es Señor Jesucristo. Y la persona ha obtenido la bendición de cumplir los requisitos que Cristo ha establecido, para Cristo bautizar la persona con Espíritu Santo y Fuego, y Cristo lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego, y la persona obtiene el nuevo nacimiento. ¿Y el nuevo nacimiento de dónde es: de la Tierra o del Cielo? Del Cielo. Y por cuanto ha obtenido el nuevo nacimiento, el cual es del Cielo, ha nacido del Cielo y es un ciudadano celestial, tiene una ciudadanía celestial, un ciudadano del Cielo, y por consiguiente ha nacido y pertenece al Reino del Hijo de Dios, Jesucristo nuestro Salvador. ¿Vieron lo sencillo que es todo?, y no perdemos la ciudadanía terrenal, porque mientras tengamos el cuerpo físico seguimos siendo ciudadanos del país en que hemos nacido. Ahora, la ciudadanía más importante no es la terrenal, porque la terrenal tiene que ver con este cuerpo de carne; pero la celestial tiene que ver con el nuevo nacimiento que hemos recibido, en donde hemos obtenido un cuerpo angelical de la sexta dimensión, del Paraíso; y recibiremos un cuerpo físico glorificado, celestial también, eterno, inmortal, incorruptible, como el cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador. Y ahora, continuamos leyendo: “*Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo;* *el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas.”* Él tiene el poder para hacer, llevar a cabo esa transformación de nuestros cuerpos físicos. Para los muertos en Cristo Él los resucitará en cuerpos eternos y glorificados (como Su cuerpo glorificado), y a nosotros los que vivimos si permanecemos vivos hasta ese momento Él nos transformará, y entonces todos seremos a imagen y semejanza de Jesucristo nuestro Salvador, con un cuerpo angelical y con un cuerpo físico glorificado. Y en ese cuerpo físico glorificado que Él nos dará seremos jóvenes para toda la eternidad. Nunca nos enfermaremos, ni siquiera una gripe, nunca nos pondremos viejos, ni siquiera una arruga, ni una cana, nunca nos pondremos débiles porque es un cuerpo perfecto, igual al cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador. Ése es el propósito divino: que todos seamos adoptados como hijos e hijas de Dios, todos seamos iguales a Jesucristo, todos obtengamos la Adopción; espiritual primero, que es el bautismo del Espíritu Santo donde obtenemos el cuerpo angelical, y luego todos obtengamos la adopción física que es nuestra transformación, en donde obtendremos el cuerpo glorificado, un cuerpo físico glorificado. La Adopción física es la redención del cuerpo físico, donde obtendremos un nuevo cuerpo, eterno, inmortal, incorruptible y glorificado, igual al cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador. De esto también habló el Apóstol San Pablo en otros pasajes bíblicos, como en Primera de Tesalonicenses, capítulo 4, versos 14 en adelante, donde dice: “*Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él.* *Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron.* *Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero.* *Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor.”* Luego en Primera de Corintios, capítulo 15, versos 49 en adelante el Apóstol Pablo también nos habla de este tema, y nos dice: “*Y así como hemos traído la imagen del terrenal, traeremos también la imagen del celestial.”* Traeremos la imagen de Jesucristo y seremos a imagen y semejanza de Jesucristo, iguales a Jesucristo, Él es nuestro Hermano mayor. Por lo tanto, todos seremos iguales a Jesucristo, Él es el Segundo Adán. Y ahora, por medio del primer Adán entró la plaga del pecado a la raza humana cuando entró en Adán que fue la semilla, el hombre semilla que Dios colocó en la Tierra. Y ahora, en el Segundo Adán encontramos que todos los pecados del ser humano, toda la plaga del pecado fue colocada en el Segundo Adán: Cristo, Él se hizo pecado por nosotros, y la Escritura dice que Él es la muerte de la muerte; por lo tanto, Cristo vencería al pecado y a la muerte. Eso es como cuando usted coloca —digamos— en un vaso de blanqueador una mancha, coloca una prenda de vestir con una mancha, la coloca ahí, y después la saca y desapareció la mancha, y busca la tinta o lo que fuera en el blanqueador que está en el vaso y tampoco la encuentra. Pues cuando nuestros pecados fueron colocados en Cristo, porque Cristo tomó nuestros pecados, los quitó de nosotros y luego Cristo los desapareció; murió por nuestros pecados. Nuestros pecados causaron que Cristo muriera en la Cruz del Calvario, y fue luego sepultado; y luego en el infierno Él luchó con el diablo, peleó y ganó la batalla allí, porque Él fue al infierno y predicó aun a los espíritus que estaban allí encarcelados que fueron desobedientes en el tiempo de Noé. Vean, aquí está cuando Cristo fue allá y predicó a los espíritus encarcelados. En Primera de Pedro, capítulo 3, verso 18 en adelante, dice: “*Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivificado en espíritu* (o sea, que Cristo murió en la carne, en Su cuerpo de carne; pero Su Espíritu no murió. En Su Espíritu, que es un cuerpo angelical llamado el Ángel de Jehová o Ángel del Pacto, Cristo fue al infierno)*;* *en el cual también fue y predicó a los espíritus encarcelados,* *los que en otro tiempo desobedecieron, cuando una vez esperaba la paciencia de Dios en los días de Noé, mientras se preparaba el arca, en la cual pocas personas, es decir, ocho, fueron salvadas por agua.”* Y ahora, los espíritus encarcelados que estaban allí en el infierno, cuando Cristo descendió al infierno en Su cuerpo angelical, esos espíritus encarcelados a los cuales les predicó, fueron los que fueron desobedientes en el tiempo de Noé. O sea, las personas ante diluvianas que murieron en el diluvio y habían sido desobedientes en los días de Noé, no habían creído el Mensaje de Noé y no ofrecían a Dios el sacrificio por el pecado, y sin sacrificio no hay redención. Por lo tanto, esas personas no creyeron el Mensaje de Noé y no ofrecían a Dios el sacrificio por el pecado; pero Noé ofrecía a Dios el sacrificio por el pecado, el cual era tipo y figura del Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario. Y ahora, encontramos que Noé y su familia se salvaron, entraron al arca, y cuando vino el diluvio no perecieron. Dios tuvo ciento veinte años de paciencia no con el mundo sino con Noé, esperando que Noé terminara el arca; porque Noé sacrificaba a Dios el animalito o los animalitos por el pecado, y por lo tanto él no podía ser destruido. Dios no podía destruir al justo con el injusto, por lo tanto, proveyó un medio de salvación para Noé; y esperó hasta que estuviera construida el arca, y luego le ordenó que entrara al arca, y luego Dios cerró la puerta, y ya de ahí en adelante no hubo más oportunidad para ninguna persona. El que entró, entró, y el que quedó fuera, quedó fuera. Y ahora, en el Nuevo Testamento encontramos que la Puerta es Cristo y el Arca es Cristo, y toda persona que recibe a Cristo como su Salvador, ha entrado por Cristo, la Puerta, y ha entrado al Arca de Salvación, que es Jesucristo nuestro Salvador. Él es el único que puede salvar el alma suya y el alma mía del juicio del lago de fuego, Él es el único que puede salvar al ser humano de la ira de Dios que será derramada sobre la raza humana. Ahora, toda persona necesita el Sacrificio por el pecado, no un sacrificio, sino EL SACRIFICIO; porque no hay muchos sacrificios por el pecado en el Nuevo Testamento. Aun en el Antiguo Testamento hubo un sacrificio por el pecado, pero tenían que hacerlo durante el año, cada año, el día diez del mes séptimo de cada año. Pero ahora, por cuanto aquel sacrificio por el pecado representaba el Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario, ahora en el Nuevo Testamento no se realiza un sacrificio por el pecado cada año, ya el Sacrificio por el pecado fue realizado por Cristo en la Cruz del Calvario, para todos los que vivieron en aquel tiempo y para los que vivirían después de aquellos días. El mismo Sacrificio por el pecado que recibió Pedro y los demás Apóstoles, es el mismo Sacrificio por el pecado que nosotros en este tiempo hemos recibido: es el Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario. Y la misma Sangre que los limpió a ellos de todo pecado, es la misma Sangre que nos ha limpiado a nosotros de todo pecado. Por lo tanto, todo ser humano necesita el Sacrificio por el pecado para obtener la Redención. Sin sacrificio no hay Redención, sin sacrificio el ser humano está perdido, sin sacrificio el ser humano no puede vivir con Cristo en Su Reino eternamente. Sin el Sacrificio por el pecado el ser humano no puede entrar al Reino de Dios, sin el Sacrificio por el pecado el ser humano no puede ser limpio de todo pecado, necesita tener, recibir y tener el Sacrificio por el pecado, que es el Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario. ¿Y cómo la persona va a obtener ese Sacrificio por el pecado? Pues recibiendo a Cristo como su Salvador personal, Cristo lo perdonará y Cristo lo limpiará de todo pecado con Su Sangre preciosa, porque la Sangre de Cristo nos limpia de todo pecado. Y usted será bautizado en agua por un ministro en el Nombre del Señor Jesucristo, porque Cristo dijo: “*El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”* Por lo tanto, toda persona necesita creer, recibir a Cristo como su Salvador, ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, porque el Nombre: “Señor Jesucristo,” es el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. ¿Cual es el Nombre del Hijo? Jesús. ¿En qué Nombre Cristo dijo que el Padre enviaría el Espíritu Santo? Cristo dijo que el Padre enviaría al Espíritu Santo en Su Nombre, en el Nombre del Señor Jesucristo. ¿Y en qué Nombre Jesucristo dijo que Él vino, que Jesús vino? Cristo dijo: “Yo he venido en Nombre de mi Padre.” Por lo tanto, el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo es Señor Jesucristo. Y ahora, podemos ver porqué para cumplir la orden de Cristo: “Bautizándolos en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.” Se requiere que la persona sea bautizada en agua en el Nombre del Señor Jesucristo; así bautizaban los Apóstoles San Pedro y San Pablo y demás Apóstoles, porque el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo es Señor Jesucristo. “Y no hay otro Nombre dado a los hombres en que podamos ser salvos,” dijo San Pedro en el capítulo 4, verso 12 del libro de los Hechos. Y ahora, se requiere que toda persona tenga, reciba el Sacrificio por el pecado para que obtenga la Redención, sea perdonado de todo pecado, sea limpio con la Sangre de Cristo y sea restaurado a la Vida eterna, obtenga la Redención de su alma y así obtenga salvación y Vida eterna. Veamos lo que nos dice Cristo en San Mateo, capítulo 20, verso 28: “*...como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.”* ¿Y quiénes son esos muchos? Nosotros, toda persona que ha recibido a Cristo como su Salvador personal, toda persona que ha recibido el Sacrificio por el pecado, que es el Sacrificio para la Redención de todo ser humano. Ahora, veamos lo que sucedió el Día de Pentecostés cuando el Apóstol Pedro lleno del Espíritu Santo, predicó su primer Mensaje lleno del Espíritu Santo. Dice en el capítulo 2, versos 36 en adelante del libro de los Hechos, dice: “*Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo.* *Al oír esto...”* ¿Ven? Aquí podemos ver porqué llamamos a Jesús SEÑOR JESUCRISTO: porque Dios lo ha hecho Señor y Cristo. Por eso lo llamamos SEÑOR JESUCRISTO: porque Dios lo ha hecho Señor Jesucristo. Y por consiguiente el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo es Señor Jesucristo. “*Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos?* *Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.* *Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare.* *Y con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba, diciendo: Sed salvos de esta perversa generación.* *Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas.”* Como tres mil personas que escucharon la predicación de San Pedro recibieron a Cristo como su Salvador, lavaron sus pecados en la Sangre de Cristo, fueron bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo los bautizó con Espíritu Santo y Fuego y así nacieron en el Reino de Cristo, entraron al Reino de Cristo, obtuvieron el nuevo nacimiento y obtuvieron la Redención de sus almas, porque ellos recibieron el Sacrificio de la Redención. El Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario, ellos lo creyeron y recibieron a Cristo como su Salvador personal y suficiente. Aun cuando el Apóstol Pablo fue convertido a Cristo, siendo llamado primeramente Saulo y siendo un perseguidor de la Iglesia del Señor Jesucristo, él narra en el capítulo 22 del libro de los Hechos, versos 12 en adelante dice... Eso... Saulo quedó ciego cuando Cristo le apareció en una Luz, y luego Pablo fue llevado a Damasco a la calle de la *derecha* porque así le fue ordenado, y allá Dios le envió un hombre, un Profeta, un hombre, para que orara por él y recibiera la vista. Dice capítulo 22, verso 10 en adelante dice: “*Y dije: ¿Qué haré, Señor? Y el Señor me dijo: Levántate, y vé a Damasco, y allí se te dirá todo lo que está ordenado que hagas.* *Y como yo no veía a causa de la gloria de la luz, llevado de la mano por los que estaban conmigo, llegué a Damasco.* *Entonces uno llamado Ananías, varón piadoso según la ley, que tenía buen testimonio de todos los judíos que allí moraban,* *vino a mí, y acercándose, me dijo: Hermano Saulo, recibe la vista. Y yo en aquella misma hora recobré la vista y lo miré.* *Y él dijo: El Dios de nuestros padres te ha escogido para que conozcas su voluntad, y veas al Justo, y oigas la voz de su boca.* *Porque serás testigo suyo a todos los hombres, de lo que has visto y oído.* *Ahora, pues, ¿por qué te detienes? Levántate y bautízate, y lava tus pecados, invocando su nombre.”* Y ahora, toda persona que ha escuchado la predicación del Evangelio, y ha escuchado que Jesucristo es el Sacrificio por el pecado, y ha recibido a Cristo como su Salvador, ¿qué es lo que ha hecho? Lo mismo que le fue ordenado a Saulo “Levántate y bautízate invocando Su Nombre.” Luego de recibir a Cristo la persona es bautizada en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, siendo invocado el Nombre del Señor Jesucristo sobre la persona cuando el ministro sumerge o va a sumergir a la persona, y dice: “Yo te bautizo en el Nombre del Señor Jesucristo,” y lo sumerge en agua. Ahí en el bautismo la persona se está identificando con la muerte, sepultura y resurrección de Jesucristo nuestro Salvador, porque la persona que ha creído en Cristo y va a ser bautizada, ha muerto al mundo; y cuando es sumergida está siendo sepultada como Cristo fue sepultado; y cuando la persona es levantada de las aguas, está resucitando a una nueva vida, a una vida con Cristo. Ahora, todo eso está representado en el bautismo en agua, y Cristo ordenó el bautismo en agua cuando dijo: “*Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura.* *El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”* San Marcos, capítulo16, versos 15 al 16. En una ocasión hubo un evangelista llamado Felipe el cual tenía una gran campaña en Samaria, y el Espíritu Santo le dijo: “Vé al desierto.” Fue al desierto y allí vio a un hombre, un eunuco de otro país, el cual iba de regreso de Jerusalén hacia su nación; y estaba leyendo el libro del Profeta Isaías en el capítulo 53, donde dice: “Como cordero fue llevado al matadero.” Y el Espíritu Santo le dice a Felipe: “Acércate a él, acércate al carro donde él va.” De esos carros que eran tirados o por bueyes, o por caballos o así por el estilo. Y se le acercó y escuchó que estaba leyendo la profecía de Isaías, capítulo 53 y le pregunta: “¿Entiendes lo que lees?” Y el eunuco le dice: “¿Y cómo voy a entender si no hay quién me explique?, sube al carro.” Y Felipe subió con él, y el eunuco le pregunta: “¿De quién está hablando aquí el Profeta? ¿El Profeta está hablando de sí mismo o está hablando de otra persona?” Y comienza desde esa Escritura Felipe a explicarle el Evangelio. Felipe comienza a explicarle de quién está hablando aquí el Profeta, comienza a explicarle que ése que ‘como Cordero fue llevado al matadero’ es el Mesías, Jesús de Nazaret, el cual fue crucificado en la Cruz del Calvario, fue llevado a la Cruz del Calvario como Cordero al matadero. Y comienza a explicarle todo el Programa de Redención y el bautismo en agua en el Nombre del Señor Jesucristo; y cuando Felipe le está explicando todas estas cosas y el carro o carruaje del eunuco va en su viaje, pasan por un lugar, llegan a un lugar donde hay aguas, y el eunuco le dice: “Aquí hay agua ¿qué impide que yo sea bautizado?” Felipe le dice: “Si crees con todo tu corazón, bien puedes.” Y el eunuco le dice: “Yo creo que Jesucristo es el Hijo de Dios.” Y bajaron del carro y Felipe lo bautizó en agua en el Nombre del Señor. ¿Ven? Porque el que creyere enseguida quiere que lo bauticen en agua, porque Cristo dijo: *“El que creyere y fuere bautizado, será salvo.”* Y toda persona quiere la salvación de su alma, toda persona quiere vivir con Cristo en Su Reino por toda la eternidad. Por lo tanto, toda persona que cree la predicación del Evangelio, cree en Jesucristo como su Salvador, cree en el Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario y lo recibe como su Salvador, ha obtenido el Sacrificio por el pecado y ha quedado limpio de todo pecado, y ha obtenido el Sacrificio de la Redención de su alma. Por lo tanto, la persona enseguida dice: “Bueno, y ahora ¿cuándo me van a bautizar? Yo quiero ser bautizado.” ¿Y por qué quiere ser bautizado? Porque Cristo dijo: *“El que creyere y fuere bautizado, será salvo.”* Y Pedro dijo: “Arrepentíos y bauticese cada uno de vosotros en el Nombre de Jesucristo, para perdón de los pecados y recibiréis el don del Espíritu Santo.” —“Y yo quiero ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, porque yo quiero obtener el perdón de mis pecados y yo quiero recibir el don del Espíritu Santo, yo quiero obtener el Espíritu Santo, para obtener el nuevo nacimiento y así nacer del Cielo, nacer en el Reino de Jesucristo nuestro Salvador, yo quiero asegurar mi salvación y Vida eterna con Jesucristo en Su Reino.” Lo más importante para el ser humano es la Vida eterna, y el único que le asegura a usted la Vida eterna es Jesucristo. Con Jesucristo *acá* en el alma, recibiéndolo como nuestro Salvador, tenemos asegurada la Vida eterna. Y eso es lo que toda persona desea: desea vivir eternamente con Cristo en Su Reino. Por lo cual necesita el Sacrificio por el pecado, el Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario, creerlo con toda su alma y recibir a Cristo como su Salvador personal, Cristo le perdonará, le limpiará con Su Sangre preciosa, el ministro le bautizará en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo lo bautizará con Espíritu Santo y Fuego, y así la persona obtendrá el nuevo nacimiento, nacerá en el Reino de Cristo nuestro Salvador, porque el que nace del Agua y del Espíritu, nace de nuevo, nace en el Reino de Cristo, entra al Reino de Cristo. El que no nazca del Agua y del Espíritu, no puede entrar al Reino de Dios; el que no cree en el Evangelio de Cristo y Su Sacrificio en la Cruz del Calvario, y no es bautizado en agua en el Nombre de Jesucristo, y no recibe el Espíritu Santo, pues no entra al Reino de Dios; porque al Reino de Dios se entra naciendo de nuevo, se entra al nacer. Así como usted no pudo entrar a esta dimensión terrenal y ser un ser humano si no nació. Tuvo que nacer a través de sus padres terrenales para estar aquí en esta Tierra, en este reino terrenal. Y para entrar al Reino de Cristo hay que nacer de nuevo, por medio de recibir a Cristo como nuestro Salvador, lavar nuestros pecados en Su Sangre, ser bautizados en agua en Su Nombre y recibir Su Espíritu Santo, y así hemos nacido de nuevo, hemos nacido del Agua y del Espíritu y hemos entrado al Reino de Jesucristo nuestro Salvador, y tenemos el Sacrificio de la Redención, el Sacrificio de Cristo nuestro Salvador; y Su Sangre *aquí* aplicada en nuestra alma por el Espíritu Santo. El Espíritu Santo es la vida de la Sangre. Si el Espíritu Santo está *acá*, la Sangre de Cristo está *acá* aplicada en nuestra alma, porque el Espíritu Santo es la vida de la Sangre. “**SIN SACRIFICIO NO HAY REDENCIÓN.”** La Redención del alma suya y la Redención del alma mía sin el Sacrificio de Cristo no tiene Redención; pero con el Sacrificio de Cristo si hay Redención para el alma de todo ser humano. Por lo tanto, con Sacrificio sí hay Redención. ¿Y cuál es ese Sacrificio? El único, el Sacrificio de Cristo nuestro Salvador. Por eso es que ya Dios desde el Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario ya no acepta sacrificios de animalitos, esos sacrificios eran temporales en lo que llegaba el Sacrificio perfecto de Jesucristo nuestro Salvador. Por eso cuando Juan el Bautista vio a Jesús, dijo:“He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.” No hay otro que pueda quitar el pecado del mundo, sino Jesucristo con Su Sacrificio, en donde derramó Su Sangre para limpiarnos de todo pecado con Su Sangre preciosa. La Sangre de Jesucristo nos limpia de todo pecado, porque la Sangre de Jesucristo es la Sangre del Sacrificio perfecto del Cordero de Dios, que Dios desde antes de la fundación del mundo predestinó, destinó, para morir en la Cruz del Calvario en medio del pueblo hebreo. Ése es el Sacrificio de y para la Redención de todo ser humano; sin ese Sacrificio no hay Redención ni Vida eterna ni salvación para ninguna persona. Por eso es que todo ser humano necesita recibir a Cristo como su Salvador, porque Él es el Sacrificio por el pecado para la Redención de todo ser humano. “**SIN SACRIFICIO NO HAY REDENCIÓN.”** Y ahora, ¿cuántos han recibido a Cristo y Su Sacrificio en la Cruz del Calvario? Pues todos ustedes han recibido la Redención de su alma, y ustedes tienen Vida eterna, ustedes vivirán eternamente con Cristo en Su Reino, esa es la buena noticia para toda persona que ha recibido a Cristo como su Salvador personal. Ésta fue la buena noticia que nos dio San Juan, en Primera de Juan, capítulo 5, versos 10 en adelante, donde dice: “*El que cree en el Hijo de Dios, tiene el testimonio en sí mismo; el que no cree a Dios, le ha hecho mentiroso, porque no ha creído en el testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo.* *Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo* (¿dónde está la Vida eterna? En Jesucristo)*.* *El que tiene al Hijo, tiene la vida* (o sea, tiene la Vida eterna)*; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida...”* El que no tiene al Hijo de Dios, el que no ha recibido a Cristo como su Salvador, no tiene a Cristo en su alma, por lo tanto no tiene la Vida eterna; porque Jesucristo es la Vida eterna; el que recibe a Cristo recibe la Vida eterna, porque Cristo es la Vida eterna y el que le imparte Vida eterna al ser humano: “*Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna, y para que creáis en el nombre del Hijo de Dios.”* Esta es la buena noticia para todos los creyentes en Cristo que lo han recibido como su Salvador, y han reconocido el Sacrificio de Cristo como el Sacrificio de y para la Redención del ser humano. Por lo tanto, todos los que han recibido a Cristo como su Salvador, y han sido bautizados en agua en Su Nombre y han recibido Su Espíritu, han obtenido la Redención de su alma, y han sido restaurados a la Vida eterna y han sido reconciliados con Dios, han sido restaurados a Dios y a la Vida eterna. Sin Sacrificio no hay Redención, y si no hay Redención no hay Vida eterna ni esperanzas de vivir eternamente. Pero con el Sacrificio de Cristo sí hay Redención y hay la esperanza de vivir eternamente con Cristo en Su Reino; y eso es lo que todos los seres humanos queremos: vivir eternamente con Cristo en Su Reino. La ciencia está buscando cómo alargar la vida del ser humano y cómo lograr que el ser humano pueda vivir eternamente; pero la Vida eterna está escondida en un Hombre, en Jesucristo. Para recibir la Vida eterna hay que recibir a Cristo, el cual es la Vida eterna. Por lo tanto, todo ser humano que quiera vivir eternamente, necesita tener el Sacrificio por el pecado, que es el Sacrificio para la redención del ser humano, porque sin Sacrificio no hay Redención. Y ahora, toda persona que no lo ha recibido todavía como su Salvador, no tiene Vida eterna, no ha obtenido la Redención de su alma. Por lo tanto, está perdida la persona y sin esperanzas de vivir eternamente con Cristo en Su Reino, pero quiere vivir eternamente con Cristo en Su Reino. Por lo cual necesita recibir a Cristo como su Salvador personal, para tener así el Sacrificio de la Redención, el Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario, y tener *aquí* la Sangre de Cristo aplicada por el Espíritu Santo, y así tener la esperanza de vivir eternamente con Cristo en Su Reino. Y ahora, ¿qué pueden hacer las personas que todavía no han recibido a Cristo y no tienen Vida eterna, por consiguiente no tienen Vida eterna? Pues hacer lo que hemos hecho los que ya hemos recibido a Cristo como nuestro Salvador, que tenemos la esperanza de vivir eternamente. ¿Y cómo hemos obtenido esa esperanza? Pues recibiendo a Cristo como nuestro Salvador personal y suficiente Salvador; lo cual pueden hacer en esta noche levantando sus manos para recibir a Cristo como su Salvador, y el Rvdo. Miguel Bermúdez Marín estará orando por ustedes, y pasarán al frente para que el Rvdo. Miguel Bermúdez Marín les tenga *aquí* cerca y ore por todos ustedes, para que Cristo les reciba, perdone sus pecados y les limpie con Su Sangre de todo pecado, y sean bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo les bautice en Espíritu Santo y Fuego y obtengan así el nuevo nacimiento, y obtengan la Redención de sus almas y obtengan así la esperanza de la Vida eterna con Cristo en Su Reino. Por lo cual dejaré al Rvdo. Miguel Bermúdez Marín ya con nosotros, para que ore por las personas que levantarán sus manos y pasarán al frente, para que el Rvdo. Miguel Bermúdez Marín ore por ustedes para que Cristo les perdone y les limpie con Su Sangre de todo pecado. Muchas gracias por vuestras amable atención amables amigos y hermanos presentes; y que las bendiciones de Jesucristo, el Ángel del Pacto, sean sobre todos ustedes. Fue un privilegio para mi darles testimonio de nuestro tema: **“SIN SACRIFICIO NO HAY REDENCIÓN.”** Muchas gracias por vuestra amable atención, y continúen pasando una noche llena de las bendiciones de Jesucristo nuestro Salvador. Ya con nosotros el Rvdo. Miguel Bermúdez Marín para orar por todas las personas que levantarán sus manos, y pasarán al frente para recibir la oración de la confesión de su fe en Cristo. Desde ya pueden estar pasando para que el Rvdo. Miguel Bermúdez Marín ore por ustedes. Que Dios les bendiga y les guarde a todos. “**SIN SACRIFICIO NO HAY REDENCIÓN”**