--- title: 'Palabras que identificaron al Mesías' date: 2003-03-14 activity: 1 place: city: Talca state: Región del Maule country: CL duration: 00:00:00 public: false youtube: translations: files: --- Muy buenos días, amados amigos y hermanos presentes aquí en Talca, República de Chile; es para mí una bendición grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final. Reciban todos saludos de mi esposa Erica, y también de mis niñas América y Yahannah Gabriela. Para esta ocasión tenemos un tema muy importante, el cual es: **“PALABRAS QUE IDENTIFICARON AL MESÍAS.”** Y vamos a estudiar esas palabras que identificaron a Jesucristo como el Mesías prometido para estar en la Tierra en aquellos días en que El apareció. Leemos en San Lucas, capítulo 4, versos 14 en adelante, donde dice: “*Y Jesús volvió en el poder del Espíritu a Galilea, y se difundió su fama por toda la tierra de alrededor.* *Y enseñaba en las sinagogas de ellos, y era glorificado por todos.* *Vino a Nazaret, donde se había criado; y en el día de reposo entró en la sinagoga, conforme a su costumbre, y se levantó a leer.* *Y se le dio el libro del profeta Isaías; y habiendo abierto el libro, halló el lugar donde estaba escrito:* *El Espíritu del Señor está sobre mí,* *Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres;* *Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón;* *A pregonar libertad a los cautivos,* *Y vista a los ciegos;* *A poner en libertad a los oprimidos;* *A predicar el año agradable del Señor.* *Y enrollando el libro, lo dio al ministro, y se sentó; y los ojos de todos en la sinagoga estaban fijos en él.* *Y comenzó a decirles: Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros.* *Y todos daban buen testimonio de él, y estaban maravillados de las palabras de gracia que salían de su boca, y decían: ¿No es éste el hijo de José?* *El les dijo: Sin duda me diréis este refrán: Médico, cúrate a ti mismo; de tantas cosas que hemos oído que se han hecho en Capernaum, haz también aquí en tu tierra.* *Y añadió: De cierto os digo, que ningún profeta es acepto en su propia tierra.* *Y en verdad os digo que muchas viudas había en Israel en los días de Elías, cuando el cielo fue cerrado por tres años y seis meses, y hubo una gran hambre en toda la tierra;* *pero a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una mujer viuda en Sarepta de Sidón.* *Y muchos leprosos había en Israel en tiempo del profeta Eliseo; pero ninguno de ellos fue limpiado, sino Naamán el sirio.* *Al oír estas cosas, todos en la sinagoga se llenaron de ira;* *y levantándose, le echaron fuera de la ciudad, y le llevaron hasta la cumbre del monte sobre el cual estaba edificada la ciudad de ellos, para despeñarle.* *Mas él pasó por en medio de ellos, y se fue.”* Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla. Nuestro tema es: **“PALABRAS QUE IDENTIFICARON AL MESÍAS.”** Las Palabras que identificaron al Mesías son las mismas profecías mesiánicas que fueron dadas en el Antiguo Testamento, siendo habladas por Cristo y dando Cristo testimonio de que esas profecías estaban cumplidas en El. Esta profecía que El leyó aquí, de Isaías, capítulo 60... Vamos a ver... de Isaías 61... veamos lo que nos dice, fue la lectura que El tuvo aquí. Esta es una profecía que cubre la Primera Venida de Cristo y la Segunda Venida de Cristo, es una profecía que cubre estas dos partes de la Venida del Señor; porque la Venida del Señor aquí en esta profecía tiene dos partes. En Isaías 61, verso 1 al 2, dice: “*El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me ungió Jehová; me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos,* *a vendar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la cárcel;* *a proclamar el año de la buena voluntad de Jehová...”* Y ahí fue donde Cristo se detuvo en la lectura y les dijo: “Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros.” O sea, que esas palabras que Cristo dijo: “Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros,” son palabras que identificaron a Jesús como el Mesías. El mismo se identificó delante del pueblo como el Mesías, porque esta profecía aquí, en Isaías 61, solamente puede ser cumplida por el Mesías. Y ahora, ¿por qué se detuvo ahí donde dice: “Y a proclamar el año de la buena voluntad de Jehová,” y no continuó leyendo? Pues a continuación lo que decía ese verso 2, dice: “*...y el día de venganza del Dios nuestro; a consolar a todos los enlutados.”* Vean, no pudo leer: “y el día de venganza del Dios nuestro,” ¿por qué? Porque la predicación del día de venganza del Dios nuestro es para Su Segunda Venida. Por lo tanto El tuvo que leer hasta donde se estaba cumpliendo en El, en Su Primera Venida. El Espíritu Santo estaba en Jesús en toda Su plenitud, en El moró la plenitud de la Divinidad corporalmente. Por lo tanto, en El estaba Dios en toda Su plenitud: Padre, Hijo y Espíritu Santo, todo estaba en un hombre llamado Jesús, el cual nació en Belén de Judea y se crió en Nazaret, y vino a ser un sencillo carpintero de Nazaret, a tal grado que, cuando estaba predicando en diferentes ocasiones, vean, decían algo de El, porque El no era un sacerdote, El no era tampoco un teólogo, no era un doctor en divinidad. En el capítulo 7 de San Juan, veamos lo que dicen acerca de El. Dice, capítulo 7, verso 14 en adelante... Esto fue en la fiesta de los tabernáculos a la cual El no quiso subir desde el principio de la fiesta, sino que subió a la mitad de la fiesta. Dice: “*Mas a la mitad de la fiesta subió Jesús al templo, y enseñaba.* *Y se maravillaban los judíos, diciendo: ¿Cómo sabe éste letras, sin haber estudiado?”* ¿Ven? No había estudiado, no había ido al seminario, no había obtenido un título de ministro, no había obtenido un título de sacerdote, no había obtenido un título de teólogo, no había obtenido un doctorado en divinidad, y sin embargo ese era el Mesías. Ahora, veamos lo que aquí dice: “*Jesús les respondió y dijo: Mi doctrina no es mía, sino de aquel que me envió.”* Ahora, las palabras que El hablaba, Su doctrina, lo identificaban como el Mesías, porque Su enseñanza, Su doctrina, no era de los seminarios religiosos de la religión hebrea, sino que Su doctrina, Su enseñanza era del que lo envió, el cual le dio el Mensaje que El tenía que predicar. Por lo tanto, la doctrina que El enseñaba no era terrenal, era celestial, era del que lo envió: del Padre Celestial; no era por conocimiento teológico, no era por conocimiento de seminario o instituto religioso, sino del Padre Celestial: Le había sido dada la revelación celestial para que la hablara al pueblo; eran las palabras divinas, la Palabra de Dios colocada en el alma, en la mente y en la boca de Jesús. Esto cumple también plenamente allá, lo que Dios dijo en Deuteronomio, capítulo 18, verso 15 al 19 por medio del Profeta Moisés. Dice: “*Profeta de en medio de ti, de tus hermanos, como yo, te levantará Jehová tu Dios; a él oiréis...”* ¿Y por qué el Profeta Moisés dice: “¿A él oiréis?” No dice: “Oigan a los teólogos, o a los sacerdotes.” “!Oigan a ese Profeta!” Vamos a ver porqué. Ahora, dice: “*...conforme a todo lo que pediste a Jehová tu Dios en Horeb* (o sea, en el Monte Sinaí) *el día de la asamblea, diciendo: No vuelva yo a oír la voz de Jehová mi Dios, ni vea yo más este gran fuego, para que no muera.* *Y Jehová me dijo: Han hablado bien en lo que han dicho.* *Profeta les levantaré de en medio de sus hermanos, como tú* (o sea, como Moisés, un Profeta como Moisés)*; y pondré mis palabras en su boca...”* Esas Palabras que pondrá Dios en la boca de ese Profeta, cuando ese Profeta las habla no está hablando palabras humanas sino la Palabra de Dios que Dios ha colocado en la boca de ese Profeta; por lo tanto, la doctrina de ese Profeta no es humana sino celestial. “*Profeta les levantaré de en medio de sus hermanos, como tú; y pondré mis palabras en su boca, y él les hablará todo lo que yo le mandare.”* ¿Qué hablará ese Profeta? Todo lo que Dios le mande a hablar, y Dios coloca esa Palabra en la boca de ese Profeta. “*Mas a cualquiera que no oyere mis palabras que él hablare en mi nombre, yo le pediré cuenta.”* No es un asunto si la persona quiere o no quiere oír. Es un asunto en que Dios envía ese Profeta y coloca en la boca de ese Profeta Su Palabra; y cuando ese Profeta habla esa Palabra, es Dios hablando a través de un hombre en este Planeta Tierra, hablándole a todos los seres humanos. Y cualquier persona que no desee, no quiera escuchar la Voz de Dios, luego Dios le pedirá cuenta y lo condenará por no haber creído la Palabra de Dios colocada en la boca de ese Profeta. Vean, en Éxodo, capítulo 4, verso 10 en adelante... Eso es cuando Dios estaba enviando al Profeta Moisés al pueblo hebreo. Dice... luego que Dios le dijo: “Tira la vara,” y la vara se convirtió en una serpiente, y luego la tomó de nuevo y se convirtió en vara de nuevo; luego de eso Dios le dijo a Moisés: “Mete tu mano en tu seno...” Vamos a leerlo. Capítulo 4, verso 1 en adelante, dice: “*Entonces Moisés respondió diciendo: He aquí que ellos no me creerán, ni oirán mi voz; porque dirán: No te ha aparecido Jehová.* *Y Jehová dijo: ¿Qué es eso que tienes en tu mano? Y él respondió: Una vara.* *El le dijo: Echala en tierra. Y él la echó en tierra, y se hizo una culebra; y Moisés huía de ella.* *Entonces dijo Jehová a Moisés: Extiende tu mano, y tómala por la cola. Y él extendió su mano, y la tomó, y se volvió vara en su mano.* *Por esto creerán que se te ha aparecido Jehová, el Dios de tus padres, el Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob.* *Le dijo además Jehová: Mete ahora tu mano en tu seno. Y él metió la mano en su seno; y cuando la sacó, he aquí que su mano estaba leprosa como la nieve.* *Y dijo: Vuelve a meter tu mano en tu seno. Y él volvió a meter su mano en su seno; y al sacarla de nuevo del seno, he aquí que se había vuelto como la otra carne* (o sea, estaba sin lepra, sana, como la otra mano que estaba sanada)*.* *Si aconteciere que no te creyeren ni obedecieren a la voz de la primera señal, creerán a la voz de la postrera.* *Y si aún no creyeren a estas dos señales, ni oyeren tu voz, tomarás de las aguas del río y las derramarás en tierra; y se cambiarán aquellas aguas que tomarás del río y se harán sangre en la tierra.* *Entonces dijo Moisés a Jehová: ¡Ay, Señor! nunca he sido hombre de fácil palabra, ni antes, ni desde que tú hablas a tu siervo; porque soy tardo en el habla y torpe de lengua.* *Y Jehová le respondió: ¿Quién dio la boca al hombre? ¿O quién hizo al mudo y al sordo, al que ve y al ciego? ¿No soy yo Jehová?* *Ahora, pues, ve, y yo estaré con tu boca, y te enseñaré lo que hayas de hablar.* *Y él dijo: ¡Ay, Señor! envía, te ruego, por medio del que debes enviar.”* O sea, que Moisés no quería hablar la Palabra que Dios iba a colocar en su boca, porque Moisés tenía un defecto: era tartamudo, y tenía un complejo. Y las personas no deben tener complejos de ninguna clase, no importa el problema físico que tengan. Un Profeta tan grande como Moisés, vean, tenía un problema grande, porque siendo el Profeta dispensacional para traer un Mensaje dispensacional y abrir una nueva dispensación, el cual tenía que hablar la Palabra de Dios, era tartamudo; o sea, que el problema lo tenía en el mismo lugar donde tenía Dios que colocar Su Palabra para que la hablara. Pero Dios se glorifica en el instrumento que El envía, aunque tenga cualquier defecto. Miren San Pablo. San Pablo, el hombre con la visión más grande del Nuevo Testamento, tenía problemas en la vista. ¿Ven? Y le oró a Dios que le quitara ese aguijón, y Cristo le dijo: “Bástate mi gracia, porque mi poder en tu... se perfecciona en tu debilidad (o sea, en tu problema).” Ahora, Moisés no quería hablar. Y todo, de parte de Dios, era para Dios glorificarse: cómo a través de un hombre con problemas para hablar, Dios estaba hablando a través de El; y Dios todo lo que hablaba lo cumplía; un hombre tartamudo, el cual hablaba que vinieran a existencia plagas y las plagas aparecían. ¿Ven que no depende que la persona hable bonito o tenga una buena voz? Depende de Dios, de que Dios haya colocado Su Palabra en la boca de esa persona; porque la Palabra de Dios viene ¿a quiénes? A los Profetas de Dios. Si es un Profeta, no importa el problema físico que tenga, ése es el Profeta de Dios para ese tiempo; y en ése Dios colocará Su Palabra en su corazón, en su mente y en su boca para que hable esa Palabra. Ahora vean, por eso el Profeta Mesiánico que Dios promete, un Profeta como Moisés, vean, en el cual Dios colocaría Su Palabra en la boca de ese Profeta, así como la colocó en la boca ¿de quién? De Moisés: “*Ahora, pues, ve, y yo estaré con tu boca, y te enseñaré lo que hayas de hablar.* *Y él dijo: ¡Ay, Señor! envía, te ruego, por medio del que debes enviar.”* O sea, que está pensando en su hermano Aarón que habla muy bien, que no tiene ese problema y que no tiene ese complejo; y Moisés se hizo de un complejo a causa del problema que tenía. Y algunas personas se hacen de complejos a causa de cualquier defecto que tengan; pero si no lo puede resolver, no se preocupe, en el nuevo cuerpo no lo va a tener (el problema). Por lo tanto, sirva a Cristo en la forma que usted esté; estos cuerpos terrenales, mortales, tienen muchísimos problemas; por lo tanto si es pequeño no tenga el complejo, si es gordito no tenga complejos, si es flaco tampoco tenga complejos, si es alto y flaco tampoco tenga complejos, si es alto y gordo tampoco tenga complejos; estos cuerpos mortales tienen muchísimos problemas físicos, porque no es el cuerpo que Dios predestinó para usted y para mí desde antes de la fundación del mundo. Por lo tanto, todos los problemas de nuestro cuerpo físico serán resueltos en el nuevo cuerpo, porque en ese no tendremos ningún problema. Así que no tenemos entonces ningún problema, lo que tenemos son algunas dificultades temporales en estos cuerpos terrenales. Miren, el problema más grande no es una falta, no es un defecto que tenga el cuerpo; el problema más grande que tiene estos cuerpos es que es por un tiempito nada más, se van poniendo viejos y después se mueren, ese es el problema mayor, y sin embargo por ese problema la gente no tienen ningún complejo (de que su cuerpo vaya a morir en alguna ocasión). Ahora, sí les vienen complejos cuando ven que se les va poniendo el cuerpo viejo y comienzan a salirle algunas arruguitas; pero cuando usted vea eso, usted diga: “Estoy más cerca del nuevo cuerpo que lo que estaba cuando nací.” Así que tenemos que ver las cosas desde el punto de vista de Dios. Ahora, vamos a continuar aquí leyendo: “*Entonces Jehová se enojó contra Moisés...”* ¿Ven? Dios se enojó contra Moisés, porque Moisés colocó delante de Dios, como pretexto para no hablar la Palabra, un defecto que El tenía. Lo que algunas personas hacen en algunas ocasiones, algunos dicen: “Es que yo no puedo llevar el Mensaje porque no tengo carro”; pero ¿no hay autobús? ¿Ven? Nunca ponga ningún pretexto. Moisés no quería llevar el Mensaje, hablar el Mensaje, él quería que otro hablara el Mensaje, y había pensado en su hermano Aarón que era mayor que Moisés y hablaba muy bien, por eso Dios se lo va a mencionar aquí. Pero Dios se enojó. Ahora, ¿por qué Dios se enojó con Moisés? Moisés está pidiendo ahí un ayudante y en Moisés Dios tenía todo. Aarón no era Profeta, y Dios siempre tiene un solo Profeta a la vez ministrando, un Profeta mayor; Moisés era un Profeta dispensacional. Por lo tanto, si hay dos Profetas dispensacionales, se pelean el uno con el otro (en algunas ocasiones), porque no - son dos cabezas diferentes, piensan diferente. Cuando en lo humano están pensando pueden tener problemas el uno con el otro, y los seguidores de uno van a pelearse con los seguidores del otro. ¿No era así los discípulos de Juan? Vean, no miraban muy bien a los discípulos de Jesús; pero eso no es ningún problema para Dios, el problema era de ellos acá en la Tierra. Ahora, ¿por qué se enojó Dios cuando Moisés le dice: “Envía por el que debes enviar, o sea, envía por mi hermano Aarón que sabe hablar bien”? Es que en Moisés, por cuanto era un Profeta dispensacional, Dios había colocado el ministerio de Profeta y el ministerio de sumo sacerdote, y al pedir Moisés a su hermano como ayudante, el ministerio de sumo sacerdote pasaría a Aarón y a los descendientes de Aarón. Por lo tanto le estaba quitando una herencia vitalicia Moisés a su descendencia, a sus hijos, y estaba pasando al hermano mayor de Moisés y a la descendencia de su hermano mayor: a la descendencia de Aarón. Vean, Moisés no le hizo un becerro de oro al pueblo, fue Aarón su hermano. ¿Ven? Teniendo la posición de sumo sacerdote, vean ustedes, fue el que hizo el becerro de oro e hizo que el pueblo se desviara de Dios. Lo hizo a petición, por supuesto, de unos líderes religiosos que querían hacer que el pueblo regresara a Egipto. Vamos a continuar leyendo: “*Entonces Jehová se enojó contra Moisés, y dijo: ¿No conozco yo a tu hermano Aarón, levita, y que él habla bien?* (¿Ven?) *Y he aquí que él saldrá a recibirte, y al verte se alegrará en su corazón.* *Tú hablarás a él, y pondrás en su boca las palabras, y yo estaré con tu boca y con la suya, y os enseñaré lo que hayáis de hacer.* *Y él hablará por ti al pueblo; él te será a ti en lugar de boca, y tú serás para él en lugar de Dios.”* Por lo tanto, el Profeta de Dios es Moisés, pero ahora... y por cuanto los Profetas de Dios son la boca ¿de quién? De Dios. Ahora, Dios le hablará a Moisés como iba a ser siempre, pero ahora, por cuanto Moisés no quería hablarle al pueblo, ahora Aarón le va a hablar al pueblo; y para que le hable al pueblo, Dios no le va a dar, no va a colocar Dios en la boca de Aarón Su Palabra, sino que Moisés, la Palabra que Dios ha colocado en él, ahora la va a colocar Moisés en la boca de Aarón, y Aarón va a hablar lo que Moisés le diga que hable. No puede hablar otra cosa. Por lo tanto Aarón será boca: la boca para Moisés hablarle al pueblo; en palabras más claras: Aarón será Profeta no de Dios sino de Moisés, y Moisés Profeta de Dios. Pero Aarón no era un Profeta, no tenía las dos conciencias juntas, pero sí Moisés, ese era el Profeta para la Dispensación de la Ley. Ahora, encontramos que Dios deseaba que el ministerio de Profeta y el ministerio de sumo sacerdote estuvieran en uno solo: en Moisés. Ahí encontramos que Moisés rompió el orden, porque el ministerio de Profeta y el ministerio de sumo sacerdote en Moisés estarían o estaban tipificando a Cristo como Profeta y como Sumo Sacerdote. También Moisés era nada menos que el Legislador del pueblo hebreo, era el Libertador y también era el Rey; estaba Dios reinando sobre el pueblo hebreo a través del Profeta Moisés, y tipificaba a Cristo como Rey sobre Su pueblo. Por eso el Profeta que Dios promete levantar, dice que será como Moisés, y Dios colocará en su boca Su Palabra. Y ahora, veamos, esto corresponde a la Primera y Segunda Venida de Cristo. Ahora, veamos algunos lugares de la Escritura donde nuestro amado Señor Jesucristo nos habla. Veamos el capítulo 6 de San Juan, verso 62 al 63 donde dice: “*¿Pues qué, si viereis al Hijo del Hombre subir adonde estaba primero?* *El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida.”* Las palabras humanas no son espíritu y son vida como las Palabras de nuestro amado Señor Jesucristo; por lo tanto estas son Palabras celestiales, son las Palabras de Dios colocadas en la boca de nuestro amado Salvador Jesucristo. También en el capítulo 9, verso 7 (1 al 7), dice... Vamos a ver, vamos a buscar mejor un lugar donde hable de las Palabras, luego veremos las obras... vamos a buscar un lugar aquí... en el capítulo 10, verso 27, dice \[San Juan\]: “*Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen,* *y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano.* *Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre.”* Ahora, la Voz de Cristo, el Buen Pastor, es la Voz de Dios. Por lo tanto, toda persona que oye la Voz de Cristo está escuchando la Voz de Dios. En San Juan, capítulo 10, verso 14 al 16, dice: “*Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen,* *así como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas.* *También tengo otras ovejas que no son de este redil; aquéllas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor.”* Y ahora, vamos a ver más claramente qué es la Voz de Cristo. En San Juan, capítulo 14, verso 8 en adelante dice: *“Felipe le dijo: Señor...”* Hay que leer el verso 7 también: “*Si me conocieseis, también a mi Padre conoceríais; y desde ahora le conocéis, y le habéis visto.* *Felipe le dijo: Señor, muéstranos el Padre, y nos basta.* *Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos el Padre?* *¿No crees que yo soy en el Padre, y el Padre en mí? Las palabras que yo os hablo, no las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre que mora en mí, él hace las obras.* *Creedme que yo soy en el Padre, y el Padre en mí; de otra manera, creedme por las mismas obras.”* Y ahora, Cristo nos muestra aquí, que las Palabras que El habla no las habla por Su propia cuenta; por lo tanto no son Palabras humanas sino que son Palabras divinas colocadas en el corazón (o sea, el alma), en la mente y en la boca de nuestro amado Señor Jesucristo, para que El las hable y así las ovejas de Dios escuchen la Voz de Dios. Por lo tanto, las Palabras que Jesucristo hablaba, las cuales eran las Palabras de Dios, lo identificaban como el Mesías prometido para el pueblo hebreo para aquel tiempo, en Su Primera Venida como Cordero de Dios para quitar el pecado del mundo. Hemos visto aquí que son las Palabras que hablaba Cristo, las que lo identificaban como el Mesías hablando la Palabra de Dios, era la Voz de Dios hablándole al pueblo hebreo en aquel tiempo. Vamos a ver otro lugar donde nos habla la Escritura acerca de lo que Jesús hablaba; eso está en Hebreos, hablando San Pablo en Hebreos, capítulo 1, verso 1 en adelante, donde nos dice San Pablo: “*Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas.”* ¿Cómo habló Dios en el Antiguo Testamento? Por medio de los Profetas, era la Palabra de Dios colocada en el corazón, la mente y la boca de los Profetas de Dios. “*...en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo.”* Y ahora, San Pablo dice que ahora, “en estos Postreros Días,” porque los Postreros Días habían comenzado cuando Jesús ya tenía de tres a siete años de edad, porque los Postreros Días delante de Dios para los seres humanos son los milenios postreros, que son el quinto milenio, sexto milenio y séptimo milenio. Cuando Jesús tenía de tres a siete años de edad comenzó el quinto milenio, que para Dios es el primero de los tres Días Postreros; así como para nosotros los tres días postreros de la semana son jueves, viernes y sábado; ¿y cuál es el día postrero de la semana? El sábado, que es el séptimo día. También encontramos que así como el sábado siendo el séptimo día, es el Día Postrero de la semana, el milenio postrero es el séptimo milenio de Adán hacia acá, en el cual Cristo va a establecer Su Reino Milenial de paz, de amor y de felicidad para todos los que estarán en ese glorioso Reino Milenial de Cristo, en donde estarán todos los creyentes en Cristo, los cuales lo han recibido como Su Salvador, han lavado sus pecados en la Sangre de Cristo, han sido bautizados en agua en Su Nombre, y han recibido el Espíritu Santo y han obtenido el nuevo nacimiento. Esas personas han entrado al Reino de Dios, han nacido del Agua y del Espíritu; por lo tanto, aunque hayan muerto físicamente, aunque su cuerpo físico haya muerto, Cristo los resucitará en cuerpos nuevos y glorificados, eternos y jóvenes, y van a estar en el Reino Milenial de Cristo. Y cuando Cristo resucite a los creyentes en El que han partido, luego transformará a los creyentes en El nacidos de nuevo que estarán viviendo en esta Tierra, y entonces todos tendremos un nuevo cuerpo perfecto, un cuerpo inmortal, un cuerpo joven, joven para toda la eternidad, joven que no se pondrá viejo, porque no será un cuerpo mortal sino inmortal, será un cuerpo glorificado como el cuerpo glorificado de nuestro amado Señor Jesucristo. Eso es lo que Cristo ha prometido, ha ofrecido para todos los que lo reciben como su Salvador, para todos los que creen en El. Cristo dijo: “*El que oye mi Palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida.”* Vean, eso está en San Juan, capítulo 5, verso 24. Y en el capítulo 6, versos 39 en adelante, dice (de San Juan también): “*Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada...”* ¿Y qué es lo que Dios le ha dado a Cristo, de lo cual Cristo dice que de todo lo que el Padre le ha dado, la voluntad del Padre es que no pierda nada? Son las ovejas del Padre, son almas de Dios que vendrían a la Tierra en carne humana mortal, corruptible y temporal, y se encontrarían en este planeta Tierra perdidos, porque la raza humana pecó en el Huerto del Edén y perdió la vida eterna; se hizo mortal la raza humana cuando pecó. Dios le había dicho al ser humano, a Adán, que no comiera del árbol de ciencia del bien y del mal, porque el día que comiera de él moriría, se haría mortal él y su descendencia. Por lo tanto, la raza humana desde la caída del ser humano en el Huerto del Edén se hizo mortal, y por consiguiente esa descendencia mortal de Adán y el mismo Adán y todo, caería en el reino de las tinieblas, porque el enemigo venció a Adán y a Eva; y por cuanto conquistó a Adán y a Eva, por consiguiente cayó cautiva la raza humana en el reino de las tinieblas, como la descendencia de Jacob fue cautiva, esclava en Egipto, y toda persona que nacía allá en Egipto, cada hebreo que nacía en Egipto, podían decir: “Nació otro esclavo en Egipto, nació otro esclavo en el reino del Faraón.” Y así ha sido con la raza humana: cada vez que nace una persona en la Tierra, ha nacido un esclavo más, un esclavo del diablo y del reino, del imperio del diablo; ha nacido un esclavo más, un mortal; ha nacido uno condenado a muerte. Pero así como Dios libertó al pueblo hebreo por medio del Profeta Moisés, lo libertó de la esclavitud y lo llevó a la tierra prometida, Cristo nuestro Salvador, el Moisés mayor, el Profeta que Dios levantaría, en el cual pondría Su espíritu y también Su Palabra en su boca, ha realizado el Segundo Exodo y ha libertado al Israel Celestial. Recuerden que el Israel terrenal, el pueblo hebreo, representa al Israel Celestial. El Israel terrenal está compuesto por los siervos de Dios, y el Israel Celestial está compuesto por los hijos e hijas de Dios; por lo tanto en el pueblo hebreo se reflejó todo el problema del Israel Celestial. Pero Cristo, vean ustedes, así como Moisés libertó al pueblo hebreo, lo cual fue Dios a través del Profeta Moisés, ahora Dios a través de Jesucristo ha libertado al Israel Celestial; y cada persona cuando recibe a Cristo como su Salvador queda libre, libertado del diablo y del reino del diablo, y es trasladado al Reino de Cristo. En Colosenses, capítulo 1, verso 12 en adelante, dice: “*...Con gozo dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz;* *el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo.”* ¿Ven? Hemos sido trasladados al Reino de Jesucristo el amado Hijo de Dios, El nos ha sacado del reino de las tinieblas y nos ha colocado Cristo en Su Reino. Recuerden que hay dos reinos: el reino del maligno, el reino de las tinieblas tipificado en el faraón de Egipto, porque el diablo es el faraón del reino de las tinieblas; y de ahí, de ese reino, en donde estaban perdidas las ovejas del Padre, es que Cristo nos ha libertado, nos ha sacado de ese reino y nos ha colocado en Su Reino: el Reino de los Cielos o el Reino de Dios. Por eso Cristo dijo a Nicodemo, cuando Nicodemo fue a Jesús, porque reconoció que Jesús había sido enviado por Dios, capítulo 3 de San Juan, verso 1 en adelante, dice: “*Había un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, un principal entre los judíos.* *Este vino a Jesús de noche, y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él.* *Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios.* *Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer?* *Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios* (toda persona que quiera entrar al Reino de Dios, tiene que saber que necesita nacer del Agua y del Espíritu)*.* *No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo.* *El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu.”* Y ahora, toda persona desea entrar al Reino de Dios, porque toda persona desea vivir eternamente con Cristo en Su Reino, porque ese es el único Reino que permanecerá para toda la eternidad. El reino de las tinieblas, el reino del maligno, el reino del diablo, va a ser destruido y va a dejar de existir; y por consiguiente, toda persona que esté en ese reino de las tinieblas, también va a ser destruido en el lago de fuego; y nadie quiere ir al lago de fuego donde va a estar el diablo siendo destruido allí. Por lo tanto, cuando las personas saben... Vamos a poner un ejemplo: si las personas saben que en una ciudad van a tirar una bomba atómica y va a morir todo mundo, ¿qué hacen las personas? Se van de ese lugar porque nadie quiere morir, y si es en un país que va a ser destruido por bombas atómicas, pues todas las personas salen de ese país y se van a otro país. En el tiempo de Abraham, encontramos que Dios visitó a Abraham con Sus Arcángeles Gabriel y Miguel, comieron con Abraham, y luego en la tarde fueron Gabriel y Miguel a la ciudad de Sodoma, y Lot los encontró en la plaza y los llevó a su casa; ellos no querían ir a la casa de Lot, pero los llevó a la fuerza, trató con ellos y los llevó y les preparó comida también; o sea, que comieron dos veces: con Abraham y luego con Lot. Es que estaban materializados los Arcángeles Gabriel y Miguel, Dios le había hecho un cuerpo físico del polvo de la Tierra temporal, para esa visita a Abraham y a Lot, y los Ángeles le dijeron a Lot: “Vamos a destruir la ciudad.” Iba a ser destruida la ciudad de Sodoma y Gomorra y todas las ciudades cercanas, porque el pecado de esas ciudades había llegado hasta Dios; y hay un nivel donde ya el juicio divino tiene que venir sobre los ciudadanos de una ciudad que llega a ese grado de pecado delante de Dios, como sucedió en el tiempo de Noé también. Ahora, los Ángeles Gabriel y Miguel le dicen a Lot: “Sal de la ciudad, porque vamos a destruir la ciudad.” ¿Ven? Y la voluntad de Dios es que las personas que sirven a Dios salgan del lugar que Dios va a destruir, y la voluntad de Dios es que todos los hijos e hijas de Dios, todas las ovejas del Padre, salgan del reino de las tinieblas, porque Dios va a destruir el reino de las tinieblas y al dueño, al rey del reino de las tinieblas, que es el diablo. Por lo tanto, Dios llama a todas las personas escritas en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, a salir del reino de las tinieblas; y Cristo es el que lleva a cabo esa Obra, El es nuestro Libertador. El nos liberta, nos saca del reino de las tinieblas y nos coloca en otro reino, ese otro Reino es el Reino de Dios, el Reino de Cristo, el Reino de Luz, de Paz, de Amor y de Felicidad, un Reino eterno para vivir con Cristo en Su Reino por toda la eternidad. Y ahora, podemos ver que para salir del reino de las tinieblas y ser colocados en el Reino de Cristo, necesitamos la redención, “en quien tenemos redención por Su Sangre, el perdón de pecados.” Por lo tanto, toda persona necesita a Cristo para poder salir del reino de las tinieblas y ser colocados en el Reino de Dios. Y ahora, continuamos leyendo en San Juan, capítulo 6, verso 39, donde estábamos leyendo primero, hace unos momentos: “*Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada* (o sea, no pierda ninguna de las ovejas que el Padre le ha dado)*, sino que lo resucite en el día postrero.”* Los creyentes en Cristo aunque mueran físicamente no tienen ningún problema, por cuanto han nacido de nuevo tienen un espíritu, un cuerpo angelical teofánico de la sexta dimensión; y la sexta dimensión es el Paraíso. Y cuando muere su cuerpo físico aquí en la Tierra, es llevada la persona por los ángeles de Dios al Paraíso. Como sucedió con el mendigo Lázaro, que murió y fue llevado por los ángeles al Seno de Abraham; el rico cuando murió, no fue llevado por los ángeles de Dios al Paraíso, al Seno de Abraham, sino que fue llevado al infierno por los ángeles del maligno. Y ahora, continuemos leyendo: “*Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.”* ¿Quiénes son los que recibirán vida eterna? Los que creen en Jesucristo como nuestro Salvador. También en San Juan, capítulo 10 ó capítulo... vamos a ver, capítulo 11, verso 22 en adelante, dice: *“Mas también sé...”* esto es Marta hablando con Jesús, 21: “*Y Marta dijo a Jesús: Señor, si hubieses estado aquí, mi hermano no habría muerto.* *Mas también sé ahora que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo dará.* *Jesús le dijo: Tu hermano resucitará.* *Marta le dijo: Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día postrero.* *Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.* *Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?* *Le dijo* (o sea, Marta)*... Le dijo: Sí, Señor; yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido al mundo.”* Y ahora, ¿quiénes son los que aunque estén muertos vivirán, serán resucitados en cuerpos glorificados? Los creyentes en Cristo. Y dice: “Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente.” O sea, que la muerte física es temporal, porque Cristo lo resucitará en un nuevo cuerpo, y continuará viviendo físicamente en un cuerpo glorificado; pero mientras esperan ese momento los que ya han partido, pues están en sus cuerpos espirituales, cuerpos teofánicos parecidos a nuestros cuerpos físicos, en el Paraíso, que es la sexta dimensión. Ahora, podemos ver la bendición tan grande que hay en creer en el Mesías, el cual es identificado por Sus Palabras que El ha hablado. Vean, El se identificó siempre como el Mesías prometido, se identificó con los creyentes en El. Ahora, hubo personas también que no creían en El, y querían que Jesús les hablara abiertamente y le dijeran que El era el Mesías, vamos a ver este caso aquí en San Juan: Capítulo 10, verso 22 en adelante, dice: “*Celebrábase en Jerusalén la fiesta de la dedicación. Era invierno,* *y Jesús andaba en el templo por el pórtico de Salomón.* *Y le rodearon los judíos y le dijeron: ¿Hasta cuándo nos turbarás el alma? Si tú eres el Cristo, dínoslo abiertamente.”* Vean, no toda persona que quiere saber la verdad, la quiere conocer para creer; muchos la quieren conocer para atacarla, para tratar de destruir la verdad y criticar a la persona que habla la verdad. “*Jesús les respondió: Os lo he dicho, y no creéis; las obras que yo hago en nombre de mi Padre, ellas dan testimonio de mí.”* Y ahora, no solamente por las Palabras que habla el Mesías sino por las Obras que hace el Mesías, es identificado el Mesías, porque esas son las Obras que el Padre dijo que iba a hacer a través del Mesías, y estaban siendo hechas a través de Jesús las Obras que Dios dijo que El iba a hacer a través del Mesías prometido; porque no serían las obras de un hombre sino las Obras de Dios a través de un hombre. “*...Pero vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas, como os he dicho.”* Y ahora, ¿quiénes son los que no creerán? Los que no son de las ovejas del Señor que el Padre le ha dado; pero las ovejas que el Padre le ha dado, esas sí oyen la Voz del Señor y lo siguen. “Mis ovejas oyen mi Voz y me siguen.” No están siguiendo una voz humana, sino que están siguiendo la Voz de Dios a través del Mesías. “El que es de Dios ¿la Voz de quién oye? La Voz de Dios oye.” Eso está en San Juan, donde Cristo dice estas cosas. También dice en San Juan, capítulo 8, verso 38: “*Yo hablo lo que he visto cerca del Padre; y vosotros hacéis lo que habéis oído cerca de vuestro padre.”* Ahora, podemos ver que el que es de Dios oye una sola Voz: la Voz de Dios. Y ahora, encontramos que siempre habrá unos que escucharán la Voz de Dios y otros que no escucharán la Voz de Dios. Los que escuchan la Voz de Dios no pueden desanimarse porque vean que otras personas no escuchan ni quieren escuchar la Voz de Dios; por lo tanto, esas personas darán cuenta a Dios, Dios les pedirá cuentas por no haber escuchado la Voz de Dios, y eso será por ser incrédulos a la Voz de Dios; por lo tanto, los incrédulos tendrán su parte en un lugar: el lago de fuego. Así que no se preocupen ustedes por los que no quieren escuchar la Voz de Dios, continuemos nosotros siempre escuchando la Voz de Dios. Eso es lo importante para nosotros: escuchar la Voz de Dios. No hay otra cosa más importante que nosotros podamos escuchar. “El que es de Dios, la Voz de Dios oye”, por lo tanto, escucha las Palabras que identifican al Mesías. En la Primera Venida de Cristo escucharon la Palabra de Dios a través de Jesús, ¿quiénes? Los que eran de Dios. Luego cuando Cristo murió, resucitó y ascendió al Cielo, luego Pedro predicó el Día de Pentecostés, y escucharon la Voz de Dios ¿quiénes? Los que eran de Dios. Cristo había dicho en San Juan, capítulo 10: “*También tengo otras ovejas que no son de este redil; aquéllas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor.”* Y ahora, la Voz de Cristo, el Buen Pastor, estaba en San Pedro, por medio del Espíritu Santo en San Pedro hablando y llamando y juntando las ovejas en aquella etapa de la Iglesia en medio del pueblo hebreo; y luego a través de San Pablo en Asia Menor, luego a través de Ireneo en Francia, luego a través de Martin en otro lugar de Europa, donde se cumplió la tercera edad de la Iglesia; y así ha sido de edad en edad a través de la historia de la Iglesia del Señor Jesucristo. Por lo tanto, de edad en edad Cristo ha estado llamando y juntando Sus ovejas en Su Redil, y Su Redil es Su Iglesia, y el Buen Pastor es Jesucristo nuestro Salvador; y las ovejas que El junta ahí son las ovejas que el Padre le dio para que les dé vida eterna. Esas ovejas son seres humanos que están escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, desde antes de la fundación del mundo; y esas son las personas por las cuales Cristo murió en la Cruz del Calvario para limpiarnos de todo pecado, y para libertarnos del reino de las tinieblas. Encontramos que de etapa en etapa, Cristo, el Buen Pastor, ha estado llamando y juntando Sus ovejas, y ha estado hablando, colocando Su Palabra en la boca de cada uno de esos Mensajeros que El ha enviado en las siete edades de la Iglesia. Y junto a esos Mensajeros El ha enviado muchos ministros, muchos maravillosos colaboradores que han trabajado brazo a brazo con ese Mensajero, y se ha llevado a cabo el llamado de las ovejas. ¿Usted quiere saber cuántas ovejas de Cristo hay en esta ciudad? Pues lleven el Mensaje por todos los lugares, y el que es de Dios escuchará la Voz de Dios. No puede responder a otra voz, sino a la Voz de Dios, a la Voz de Dios para el tiempo que nos toca vivir. Luego, encontramos que en Europa hubo cinco etapas de la Iglesia donde envió cinco Mensajeros, y donde fue hecho el llamado de y para las ovejas del Señor. Luego a Norteamérica pasó el Espíritu Santo y envió al Rvdo. William Branham, y llamó las ovejas de la séptima edad de la Iglesia. Luego pasa a la América Latina y el Caribe, y está llamando el Espíritu Santo las ovejas de este tiempo final, y está colocándolos ¿dónde? En Su Redil, que es Su Iglesia. También Su Iglesia es Su Templo Espiritual, por lo tanto está llamando y juntando Sus ovejas en Su Templo Espiritual, que es Su Redil, Su Iglesia, en la etapa de la Edad de la Piedra Angular. Por lo tanto el Espíritu Santo está en medio de Su Iglesia en este tiempo final, llamando y juntando Sus ovejas. Por lo tanto El tiene que tener un instrumento en este tiempo ungido con Su Espíritu Santo, en el cual coloque Su Palabra en la boca de ese Mensajero, a través del cual Cristo en Espíritu Santo estará hablando y estará llamando y juntando Sus ovejas en este tiempo final, y les estará dando a conocer todas las cosas que deben suceder en este tiempo final, así como envió un Mensajero en cada edad en el pasado. Y ahora, veamos lo que nos dice Apocalipsis, capítulo 4, lo cual es la Voz de Cristo como una Gran Voz de Trompeta. Dice capítulo 4, verso 1: “*Después de esto miré, y he aquí una puerta abierta en el cielo; y la primera voz que oí, como de trompeta, hablando conmigo, dijo: Sube acá, y yo te mostraré las cosas que sucederán después de estas.”* Las cosas que sucederán después de las que ya han sucedido en las siete edades de la Iglesia, serán reveladas, mostradas a los creyentes en Cristo que suben más arriba de la séptima edad. Para subir más arriba de la séptima edad hay que escuchar la Voz de Cristo en este tiempo final, que nos llama a subir a una edad más alta y eterna: a la Edad de la Piedra Angular. La Iglesia del Señor Jesucristo, vean ustedes, ha estado siendo construida, creada por Cristo, en la forma de un monte alto, en la forma de una pirámide. Vean, *aquí* tenemos el tiempo de los apóstoles, tenemos el tiempo de San Pablo, y así por el estilo; y ha ido creciendo la Iglesia del Señor Jesucristo a medida que Cristo ha estado llamando a los que están escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, esas son las ovejas que el Padre le ha dado para que les dé vida eterna. Por lo tanto ha ido creciendo la Iglesia de Jesucristo, de edad en edad, a medida que Cristo ha ido llamando Sus escogidos. Y ahora, nos encontramos aquí en la Edad de la Piedra Angular, que es la edad del Amor Divino. Así como estas otras etapas se cumplieron en diferentes países y diferentes continentes, y de ahí se extendió el Mensaje a otros lugares, ahora la Edad de la Piedra Angular, que es el Lugar Santísimo del Templo Espiritual de Cristo, se está cumpliendo en la América Latina y el Caribe, y Cristo está llamando y juntando piedras vivas en la construcción de Su Templo Espiritual. San Pedro en Primera de Pedro, capítulo 2, verso 4 en adelante, nos enseña que Cristo es la Piedra viva que los edificadores desecharon, y también nos enseña que nosotros somos piedras vivas, piedras vivas para ser un Templo santo en el Señor. El Templo Espiritual de Cristo es construido con piedras vivas, o sea, con seres humanos creyentes en Cristo nuestro Salvador. San Pablo nos dijo también: “¿No saben ustedes que son Templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?” Nosotros como individuos somos un Templo humano de Dios; por eso Cristo entra a nuestra alma, porque ese es el Trono de Dios, de Cristo en nosotros. Y la Iglesia como Iglesia, como Cuerpo Místico de creyentes, también es un Templo Espiritual; y la Edad de la Piedra Angular es el Lugar Santísimo de ese Templo Espiritual; por lo tanto ese es el alma de la Iglesia: la Edad de la Piedra Angular, es el Lugar Santísimo de ese Templo Espiritual. ¿Dónde estaba Dios en el tabernáculo que construyó Moisés y el templo que construyó el rey Salomón? En el lugar santísimo, sobre el arca del pacto, en medio de los dos querubines de oro sobre el propiciatorio. Y ahora, la Iglesia ha llegado a la Edad de la Piedra Angular, la Edad del Lugar Santísimo, el lugar para morada de Dios en Espíritu Santo en medio de Su Iglesia; desde ahí le va a hablar al pueblo hebreo también; pero primero estará hablándole a Su Iglesia, y llamando y juntando Sus escogidos en la Edad de la Piedra Angular, para así construir el Lugar Santísimo de Su Templo Espiritual, ¿con qué? Con seres humanos, piedras vivas, seres humanos creyentes en Cristo nuestro Salvador. Ahora, les leí el capítulo 4, donde dice Cristo con esa Voz de Trompeta: *“Sube acá, y yo te mostraré las cosas que sucederán después de estas.”* Y ahora, en el capítulo 22 y verso 6, está la forma en que Cristo va a revelarle a Su pueblo todas las cosas que han de suceder, porque Cristo en Espíritu Santo estará ahí manifestado. Y ahora vamos a ver en quién va a estar manifestado dándonos a conocer todas estas cosas. Dice: “Y me dijo...” Capítulo 22, verso 6, del Apocalipsis: “*Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto.”* ¿Para qué ha enviado a Su Ángel? Para mostrar a Sus siervos las cosas que deben suceder pronto, es el Ángel del Señor Jesucristo que muestra las cosas que deben suceder pronto. ¿Por qué? Porque en él estará el Espíritu Santo que es el que revela todas las cosas que han de suceder. En San Juan, capítulo 14 y verso 26 dice Cristo: “*Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho.”* ¿Quién es el que enseña y recuerda todas las cosas? El Espíritu Santo. El Espíritu Santo estuvo en San Pedro, estuvo en San Pablo, estuvo en cada Mensajero; y para este tiempo final estará en el Ángel del Señor Jesucristo mostrándonos todas las cosas que deben suceder pronto. ¿Y cómo conoceremos a ese Ángel del Señor Jesucristo? Por sus Palabras, por su Mensaje que él estará dándonos en este tiempo final; así como Cristo fue conocido por Sus Palabras, como también lo fue Moisés y como lo fue cada Profeta Mensajero de Dios del Antiguo Testamento, y como lo fue cada ángel mensajero de cada edad de la Iglesia del Señor Jesucristo. Así como los Profetas hablaron inspirados por el Espíritu Santo, han hablado los apóstoles y los ángeles mensajeros del Señor Jesucristo. Vean aquí cómo obró Dios a través de los Profetas, en Zacarías, capítulo 7, verso 11 al 12, y el pueblo hebreo no quiso escuchar. Vean, dice: “*Pero no quisieron escuchar, antes volvieron la espalda, y taparon sus oídos para no oír;* *y pusieron su corazón como diamante, para no oír la ley ni las palabras que Jehová de los ejércitos enviaba por su Espíritu, por medio de los profetas primeros; vino, por tanto, gran enojo de parte de Jehová de los ejércitos.”* Y ahora, ¿cómo Dios le hablaba al pueblo hebreo? Por medio de Su Espíritu Santo a través de los Profetas. Dios estaba en los Profetas a través de Su Espíritu Santo, hablándole al pueblo hebreo, y habló a través de Jesucristo también, luego habló a través de los apóstoles, habló a través de los siete ángeles mensajeros; y para este tiempo final estará hablándole a la Iglesia de Jesucristo a través de Su Ángel Mensajero, y estará dándole a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto. A través de todos los instrumentos que ha tenido Dios por medio de Su Espíritu Santo, y por medio de los cuales ha hablado, las palabras que ellos han hablado no han sido palabras humanas sino la Palabra de Dios, la Palabra Divina; por lo tanto, ha sido Dios hablándole a la raza humana por medio de hombres, por medio de Profetas ungidos por Su Espíritu Santo. Lo que ellos han hablado, el Mensaje que ellos han traído de parte de Dios, los ha identificado como los Profetas Mensajeros que Dios envió para por medio de ellos hablarle al pueblo hebreo y hablarle a la raza humana. Y ahora, el Dios que ha hablado por medio de los Profetas del Antiguo Testamento, que habló por medio de Jesucristo, que habló por medio de San Pedro y demás apóstoles, que habló por San Pablo y que habló por los siete ángeles mensajeros, en este Día Postrero tenemos la promesa que estará hablándonos por medio de Su Ángel Mensajero, y estará mostrándonos todas las cosas que deben suceder pronto. Y el territorio es ¿cuál? La América Latina y el Caribe, la cual pertenece al Oeste; en donde estará Cristo, el Jinete del Caballo Blanco de Apocalipsis 19, hablándonos por medio de Su Ángel Mensajero, hablándonos por medio de carne humana. Las palabras que estará hablando ese Ángel Mensajero lo identificarán como el Mensajero ungido por Cristo, el Mensajero ungido por el Espíritu Santo, para hablarnos todas estas cosas que deben suceder pronto. Por lo tanto, las palabras que él estará hablándonos no son palabras humanas, sino la Palabra de Dios por medio del Espíritu Santo, para darnos así a conocer todas las cosas que deben suceder pronto, en este tiempo final. Todo Mensajero de Dios es identificado por medio de las palabras que él habla, por medio del Mensaje que él trae de parte de Dios, porque esas son las palabras que Dios ha colocado en su corazón, su alma, en su mente y en su boca, para hablarlas al pueblo de Dios: la Iglesia del Señor Jesucristo y el pueblo hebreo. “LAS PALABRAS QUE IDENTIFICAN AL MESÍAS.” Las palabras que identifican al Mesías identifican a todo Profeta Mensajero ungido por el Espíritu Santo, enviado por Dios para hablar Dios a través de ese Mensajero. Siempre que Dios tiene para hablarle al pueblo palabras, El tendrá siempre un Mensajero ungido con Su Espíritu Santo, en el cual El colocará Su Palabra, colocará Su Palabra en la boca de ese hombre, de ese Profeta, y él hablará la Palabra de Dios. No son palabras humanas sino la Palabra de Dios, que es viva y eficaz, la Palabra que producirá aquello para lo cual Dios la envía a través de un hombre, de un Mensajero, de un Profeta. Para este tiempo tenemos la promesa que Dios enviará un Mensajero ungido con Su Espíritu Santo, en el cual colocará Su Palabra en la boca de ese Profeta, y ese Profeta hablará todas estas cosas que deben suceder pronto; y esa es la Palabra de Dios por medio del Espíritu Santo a través de un hombre, para el pueblo de Dios, para la Iglesia del Señor Jesucristo. Con ese Mensaje, esas palabras que él estará hablando, estarán siendo llamadas las ovejas del Señor de este tiempo final, estarán siendo llamados con Gran Voz de Trompeta todos los escogidos de Dios, y estarán siendo reunidos ¿en dónde? En la Iglesia del Señor Jesucristo, que es el Redil de nuestro amado Salvador Jesucristo, nuestro Buen Pastor. Y ahora, el llamado corresponde al territorio de la América Latina y el Caribe, como sucedió en otras edades, en donde el llamado fue en otros territorios. Y ahora, el Evangelio de la Gracia se sigue predicando en nuestro tiempo por orden de Cristo nuestro Salvador, el cual dio orden de predicar el Evangelio. San Marcos, capítulo 16, verso 15 al 16 dice el mismo Cristo ya resucitado: “*Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.* *El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”* Toda persona quiere ser salva, nadie se quiere perder, nadie quiere dejar de existir, todos queremos vivir eternamente con Cristo en Su Reino; por lo tanto, el Evangelio se predica para que las personas puedan creer, porque ¿cómo van a creer en aquel del cual no han escuchado? Para creer en Cristo hay que escuchar la predicación del Evangelio, en donde se presenta a Cristo en Su Primera Venida como Cordero de Dios muriendo en la Cruz del Calvario, y llevando nuestros pecados y resucitando de entre los muertos y ascendiendo al Cielo victorioso y sentándose a la diestra de Dios y haciendo intercesión en el Cielo como Sumo Sacerdote. Ahora, podemos ver que a través de la predicación del Evangelio sabemos porqué necesitamos creer en nuestro amado Señor Jesucristo: porque El murió por nosotros en Su Primera Venida para darnos vida eterna. No hay otro nombre dado a los hombres en que podamos ser salvos. La persona que quiere la salvación de su alma, para vivir eternamente con Cristo en Su Reino, tiene que recordar que no hay otro nombre dado a los hombres en que podamos ser salvos, solamente en el Nombre del Señor Jesucristo, por lo cual necesitamos recibir a nuestro amado Señor Jesucristo como nuestro Salvador personal. En el Día de Pentecostés San Pedro predicando, dice en el capítulo 2, verso 36 en adelante: “*Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo.* *Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos?* *Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.* *Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare.* *Y con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba, diciendo: Sed salvos de esta perversa generación.* *Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas.”* Como tres mil personas creyeron, y fueron bautizadas como tres mil personas en el Nombre del Señor Jesucristo, y fueron añadidas a la Iglesia de Jesucristo, al Redil del Buen Pastor. Luego el verso 46 y 47 dice cómo era la vida de ellos después, dice: “*Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón,* *alabando a Dios, y teniendo favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos.”* Los que han de ser salvos son añadidos a la Iglesia, porque son las ovejas que el Padre le dio a Cristo para que les dé vida eterna. Ninguna persona puede nacer de nuevo a menos que sea en la Iglesia del Señor Jesucristo. Es en la Iglesia del Señor donde nacen las ovejas del Señor, es en el Redil del Señor donde nacen las ovejas del Señor, del Buen Pastor. También Pablo predicando en una ocasión a los judíos, luego los judíos no quisieron escuchar y entonces Pablo se tornó a los gentiles. Dice capítulo 13, verso 46 en adelante del libro de los Hechos: “*Entonces Pablo y Bernabé, hablando con denuedo, dijeron: A vosotros a la verdad era necesario que se os hablase primero la palabra de Dios; más puesto que la desecháis, y no os juzgáis dignos de la vida eterna, he aquí, nos volvemos a los gentiles.* *Porque así nos ha mandado el Señor, diciendo:* *Te he puesto para luz de los gentiles,* *A fin de que seas para salvación hasta lo último de la tierra.* *Los gentiles, oyendo esto, se regocijaban y glorificaban la palabra del Señor, y creyeron todos los que estaban ordenados para vida eterna.”* ¿Quiénes creyeron? Todos los que estaban ordenados para vida eterna; esas son las ovejas del Padre, las cuales le fueron dadas a Cristo para que les dé vida eterna, los cuales reciben vida eterna cuando creen en nuestro amado Señor Jesucristo y son bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. Esas personas tienen sus nombres escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, esos son los elegidos de Dios; son muchos los llamados pero pocos son los escogidos, los elegidos. “*Y la palabra del Señor se difundía por toda aquella provincia.”* Y ahora, todos los que escuchan la Voz de Cristo, el Buen Pastor, que es la Voz de Dios por medio del Espíritu Santo a través del Mensajero enviado por Dios para cada edad, están ordenados para vida eterna, por eso están ordenados para oír la Palabra de Dios en el tiempo que les toca vivir: “Mis ovejas oyen mi Voz y me siguen.” “El que es de Dios, la Voz de Dios oye.” Por lo tanto: “El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.” ¿Quiénes serán los que creerán y obtendrán la salvación y vida eterna? Los que están ordenados para vida eterna; esas son las ovejas del Señor Jesucristo. Mientras la persona no ha recibido a Cristo como su Salvador no sabe que es una oveja del Señor Jesucristo, no sabe que está ordenado para vida eterna; pero cuando escucha la predicación del Evangelio entra por sus oídos la predicación del Evangelio, y está entrando por sus oídos la Voz de Dios, la Voz de Cristo por medio del Espíritu Santo, y llega hasta el alma. Y *acá* en el alma es que la Voz de Dios le habla directamente, y la persona es despertada *acá* en su alma, Dios la despierta porque estaba dormida espiritualmente. Los santos no mueren sino que duermen, pero tiene que ser despertada, tiene que tener un despertamiento, una resurrección espiritual en su alma. En Efesios, capítulo 5, verso 14, dice San Pablo hablando algo muy importante, lo cual es un llamado directo al alma de las personas. Dice capítulo 5, verso 14 de Efesios: “*Por lo cual dice:* *Despiértate, tú que duermes,* *Y levántate de los muertos,* *Y te alumbrará Cristo.”* Todo ser humano que vive en esta Tierra, vive en medio de una raza que está muerta, a la cual la muerte entró allá en el Huerto del Edén, por eso vive en medio de una raza mortal, una raza que no tiene vida eterna, que está muerta a la vida eterna. Y Cristo llama a todas las personas a despertar; eso es una resurrección espiritual, una resurrección del alma, resucitar a una nueva vida: a la vida eterna con Cristo. Por eso cuando la persona recibe a Cristo como su Salvador, lava sus pecados en la Sangre de Cristo, y arrepentido de sus pecados pide perdón a Cristo, Cristo lo perdona, lo limpia con Su Sangre, la persona es bautizada en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego, y la persona obtiene el nuevo nacimiento: ha nacido la persona del Agua y del Espíritu, por lo tanto ha sido salvada la persona, tiene salvación y vida eterna. “El que creyere y fuere bautizado, será salvo,” ahí se cumplen esas palabras; por lo tanto esa persona ha escuchado la Voz de Cristo y ha despertado, como Lázaro escuchó la Voz de Cristo estando muerto y despertó, resucitó y salió de la tumba. Y la persona cuando es bautizada en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, cuando es sumergida en el agua, está mostrando que fue sepultada con Cristo cuando Cristo murió y fue sepultado, está mostrando que la persona también ha muerto a la vida vieja, y ahora está siendo sepultado, sepultada esa vida vieja. Y cuando es levantado de las aguas, está mostrando que cuando Cristo resucitó, usted resucitó con Cristo, porque estábamos en El. El es el Grano de Trigo que fue sembrado en tierra, y así como en un grano de trigo está una planta de trigo, cuando se siembra ese grano de trigo, nace una planta de trigo y luego produce muchos granos de trigo. Y Cristo es el Grano de Trigo en quien nosotros como trigo de Dios estábamos; por lo tanto, cuando Cristo estaba aquí en la Tierra, nosotros estábamos con El también y en El; como nuestros cuerpos físicos ¿dónde estaban? En nuestro padre terrenal. Como Leví, el cual era, no hijo, sino bisnieto de Abraham; cuando Abraham diezmó a Melquisedec, Leví, dice San Pablo que estaba diezmando a Melquisedec, el cual estaba en los lomos de Abraham. Así también cuando Cristo estuvo en la Tierra, y tuvo Su ministerio y murió, y fue sepultado y resucitó y ascendió al Cielo, nosotros estábamos con El y en El. Y ahora estamos aquí manifestados en la Tierra, como hijos e hijas de Dios. Y ahora, cuando somos sacados de las aguas en el bautismo, eso muestra que nosotros estábamos con Cristo cuando El resucitó, resucitamos con El allá; por lo tanto tendríamos una resurrección espiritual cuando estuviéramos aquí en la Tierra en carne humana. Y aun cuando nuestro cuerpo físico, si nuestro cuerpo físico muere, tendremos una resurrección también - porque estábamos con Cristo cuando El murió, fue sepultado y resucitó. Por lo tanto eso también tiene que pasar en nosotros. Y representa también, cuando somos sacados de las aguas en el bautismo, representa que hemos resucitado a una nueva vida, a una vida cristiana, hemos resucitado a la vida de un nuevo hombre o de una nueva mujer, en Cristo Jesús, nuestro Salvador. Por lo tanto, “el creyere y fuere bautizado, será salvo; el que no creyere será condenado.” ¿Quiénes son los que no van a creer? Los que no son ovejas del Señor. ¿Quiénes son los que van a creer? Las ovejas del Señor, de las cuales El dijo: “También tengo otras ovejas que no son de este redil, las cuales también debo traer; y oirán mi Voz, y habrá un rebaño y un pastor.” Esas son las ovejas que oyen la Voz de Cristo en el tiempo que les toca vivir, reciben a Cristo como su Salvador, arrepentidos de sus pecados piden perdón a Cristo, Cristo los limpia con Su Sangre preciosa, son bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo los bautiza con Espíritu Santo y Fuego, y obtienen el nuevo nacimiento, nacen del agua y del Espíritu; como le dijo Cristo a Nicodemo: “El que no nazca del Agua y del Espíritu, no puede entrar al Reino de Dios.” Y toda persona quiere entrar al Reino de Dios, por lo tanto el llamado siempre ha sido: “Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo tú y tu casa.” Por lo tanto, el asunto es creer, recibir a Cristo como nuestro Salvador arrepentidos de nuestros pecados, y pedirle a Cristo perdón por nuestros pecados (no por los de Adán, sino por los nuestros), y ser bautizados en agua en el Nombre de nuestro amado Señor Jesucristo, y Cristo nos bautizará con Espíritu Santo y Fuego; y así obtenemos el nuevo nacimiento, nacemos en el Redil del Señor, la Iglesia del Señor Jesucristo, nacemos en el Reino de Cristo. Y ahora, hemos visto quiénes son los que escuchan las palabras del Enviado de Dios: los que son de Dios. Hemos visto también las palabras que identificaron al Mesías, las palabras que identificaron a Cristo, igual como las palabras que los Profetas hablaron los identificaron como los Mensajeros de Dios. Así también los apóstoles, las palabras que ellos hablaron de parte de Cristo, los identificaron como los apóstoles ungidos con el Espíritu Santo; así también los ángeles mensajeros de cada edad fueron identificados como los Mensajeros de Cristo por las palabras que ellos hablaron de parte de Cristo, el Mensaje que ellos trajeron a la Iglesia de Jesucristo. El Ángel del Señor Jesucristo para el tiempo final estará siendo identificado por las palabras que él hablará, con las cuales nos dará a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto; porque es enviado con la Palabra de Cristo en su corazón, su mente y su boca, para con Ella darnos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto en este tiempo final. Es por las palabras que es identificado el Ungido, el Mensajero de Dios de cada tiempo. Y ahora, hemos llegado al tiempo final en donde tenemos que ver y escuchar las palabras que identifican al Ángel Mensajero del Señor Jesucristo, a través del cual Cristo en Espíritu Santo estará hablándonos todas estas cosas que deben suceder pronto, y dándonos el Mensaje del Día Postrero, y llamando y juntando Sus ovejas de este tiempo final. Y ahora, ¿quiénes son los que han escuchado la Voz de Cristo en este tiempo final? ¡Todos nosotros! ¿Por qué? Porque somos de Dios, porque “el que es de Dios, la Voz de Dios oye.” Y ahora, ¿dónde están los que han creído el Evangelio y han sido bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo? Aquí estamos. “El que creyere y fuere bautizado, será salvo”; por lo tanto, ustedes han sido salvos y yo también, tenemos vida eterna. “El que tiene el Hijo, tiene la vida (la vida eterna); el que no tiene el Hijo, no tiene la vida.” Eso está en Primera de Juan, capítulo 5, vamos a leerlo para que tengan aquí el cuadro claro: Capítulo 5 de Primera de Juan, el verso 10 en adelante, donde dice: “*El que cree en el Hijo de Dios, tiene el testimonio en sí mismo; el que no cree a Dios, le ha hecho mentiroso, porque no ha creído en el testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo.* *Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo.* *El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida.”* El que no ha recibido a Cristo como su Salvador, no tiene a Cristo, por lo tanto no tiene vida eterna; el que ha recibido a Cristo como su Salvador arrepentido de sus pecados, y ha confesado a Cristo sus pecados: Cristo lo ha perdonado y lo ha limpiado con Su Sangre, la persona ha sido bautizada en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, Cristo lo ha bautizado con Espíritu Santo y Fuego, y la persona ha nacido así del Agua y del Espíritu y ha entrado al Reino de Dios y tiene vida eterna. El que no lo ha hecho así, pues no tiene vida eterna. “*El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida.* *Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna, y para que creáis en el nombre del Hijo de Dios.”* La buena noticia para los creyentes en Cristo es que tenemos vida eterna, no pereceremos jamás; aunque nuestro cuerpo físico muera, Cristo nos resucitará en un nuevo cuerpo eterno, inmortal, incorruptible y glorificado, igual a Su cuerpo glorificado, un cuerpo joven, eterno y glorificado para toda la eternidad. Así que, es importante que todos los que oyen la Palabra de Cristo, la Palabra del Buen Pastor, reciban a Cristo como su Salvador personal, porque de otra forma no podrán tener vida eterna. Y ahora, ¿dónde están los que lo han recibido como su Salvador y han sido bautizados en agua en Su Nombre? Cristo los ha perdonado, los ha recibido como Sus ovejas que el Padre le dio, y ustedes tienen vida eterna. Los que no lo han hecho, en esta ocasión tienen la oportunidad de hacerlo para que Cristo les perdone, Cristo tenga misericordia de ustedes, y sean bautizados en agua en Su Nombre, y Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y entren al Redil del Señor, sean nacidos en el Redil del Señor, el Redil del Buen Pastor, que es la Iglesia del Señor Jesucristo, y así entren al Reino de Dios, a la Iglesia del Señor Jesucristo. Por lo tanto, todos los que en esta ocasión no han recibido todavía a Cristo, pueden levantar sus manos, y el Rvdo. José Benjamín Pérez estará orando por ustedes para que Cristo tenga misericordia de ustedes y para que les perdone y les limpie con Su Sangre preciosa, y sean bautizados en agua en el Nombre de Jesucristo, y Cristo los bautice con Espíritu Santo y Fuego, y así obtengan vida eterna, y así nazcan en el Reino de Cristo. “**PALABRAS QUE IDENTIFICARON AL MESÍAS.”** Hemos visto las palabras que identificaron al Mesías, las cuales El habló, las cuales El citó de las Escrituras y dijo: “Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros.” Eran las palabras de Dios en Jesús, las palabras que lo identificaron como el Mesías. Ahora, dejo al Rvdo. José Benjamín Pérez para que ore por las personas que levantarán sus manos para recibir a Cristo como su Salvador personal. “El que creyere y fuere bautizado, será salvo.” ¿Para qué recibe usted a Cristo? Para ser salvo, para que El perdone sus pecados, lo limpie con Su Sangre preciosa y sea bautizado en agua en Su Nombre, y Cristo lo bautice con Espíritu Santo y Fuego, y así usted obtenga vida eterna. Con nosotros nuevamente el Rvdo. José Benjamín Pérez para orar por las personas que levantarán sus manos para recibir a Cristo como su Salvador personal. Que Dios les bendiga, y muchas gracias por nuestra amable atención; y continúen pasando un día lleno de las bendiciones de Jesucristo nuestro Salvador. “**PALABRAS QUE IDENTIFICARON AL MESÍAS.”**