--- title: 'El día de Dios' date: 2002-12-01 activity: 2 place: city: Claraval state: Minas Gerais country: BR duration: 00:00:00 public: false youtube: translations: files: --- Muy buenas tardes, amados amigos y hermanos presentes; es para mí una bendición grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final. Reciban todos también saludos de mi esposa Erica, la cual está por *aquí* para los que no la conocen, *aquí* también; y también de mi niña América, la cual ya tiene nueve años, y también de mi niña Yahannah Gabriela, la pequeñita que está ahí con América, *aquí* la tenemos, *aquí*, la tenemos *aquí* más grande. Ellas les han enviado saludos a todos los hermanos del Brasil, y ellas aman mucho a los hermanos del Brasil. En esta ocasión leemos en el libro de los Hechos, capítulo 2, versos 14 en adelante, esto es San Pedro predicando el Día de Pentecostés su primer mensaje lleno del Espíritu Santo, su primer mensaje como un nuevo hombre; aunque él había predicado primero pero todavía él no tenía el Espíritu Santo y por consiguiente todavía no había nacido de nuevo. ¿Y cómo pudo echar fuera demonios y sanar enfermos él y los demás Apóstoles? Porque los dones son dados sin arrepentimiento. Una persona puede tener dones, pero eso no significa que ha nacido de nuevo, lo prueba la Escritura con todos los discípulos del Señor Jesucristo antes del Día de Pentecostés. Ahora, vamos a leer en el capítulo 2, verso 14 en adelante del libro de los Hechos, este fue el primer mensaje de San Pedro lleno del Espíritu Santo; con ese mensaje abrió la puerta de la gracia a los hebreos y después a los gentiles en la casa de Cornelio, pues Pedro tenía la llave del Reino de los Cielos. Y ahora leamos: “*Entonces Pedro, poniéndose en pie con los once, alzó la voz y les habló diciendo: Varones judíos, y todos los que habitáis en Jerusalén, esto os sea notorio, y oíd mis palabras.* *Porque éstos no están ebrios, como vosotros suponéis, puesto que es la hora tercera del día.”* O sea, las 9:00 de la mañana, o sea, de 9:00 a 10:00 de la mañana, desde las 9:00 que comienza esa hora hasta las 9:59 todavía son las 9:00 con algunos minutos: “*Mas esto es lo dicho por el profeta Joel...”* Pedro les va a mostrar que lo que está sucediendo allí ya estaba profetizado para ser cumplido, y estaba siendo cumplido allí: “*Y en los postreros días, dice Dios,* *Derramaré de mi Espíritu sobre toda carne,* *Y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán;* *Vuestros jóvenes verán visiones,* *Y vuestros ancianos soñarán sueños;* *Y de cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas en aquellos días* *Derramaré de mi Espíritu, y profetizarán.* *Y daré prodigios arriba en el cielo,* *Y señales abajo en la tierra,* *Sangre y fuego y vapor de humo;* *El sol se convertirá en tinieblas,* *Y la luna en sangre,* *Antes que venga el día del Señor,* *Grande y manifiesto;* *Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.”* Y ahora, nuestro tema es: **“EL DÍA DE DIOS.”** A través de la Escritura se nos habla del día de Jehová, del día de Dios en el cual Dios tomará venganza, y ese será el día de venganza del Dios nuestro señalado en Isaías, capítulo 61, verso 2. Por eso Jesucristo no leyó esa parte cuando estuvo leyendo el pasaje de Isaías 61, lo cual está registrado en San Lucas, capítulo 4; vamos a leerlo para que tengan el cuadro claro. Dice San Lucas, capítulo 4, verso 14 en adelante: “*Y Jesús volvió en el poder del Espíritu a Galilea, y se difundió su fama por toda la tierra de alrededor.* *Y enseñaba en las sinagogas de ellos, y era glorificado por todos.* *Vino a Nazaret, donde se había criado; y en el día de reposo entró en la sinagoga, conforme a su costumbre, y se levantó a leer.* *Y se le dio el libro del profeta Isaías; y habiendo abierto el libro, halló el lugar donde estaba escrito:* *El Espíritu del Señor está sobre mí,* *Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres;* *Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón;* *A pregonar libertad a los cautivos,* *Y vista a los ciegos;* *A poner en libertad a los oprimidos;* *A predicar el año agradable del Señor.* *Y enrollando el libro, lo dio al ministro, y se sentó; y los ojos de todos en la sinagoga estaban fijos en él.* *Y comenzó a decirles: Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros.”* Ahora pueden ver que El no leyó la parte que dice: “Y el día de venganza del Dios nuestro,” lo cual está en ese capítulo 61 de Isaías, en el verso 2. Vean, dice: *“a proclamar el año de la buena voluntad de Jehová,”* ahí fue donde se detuvo: *“Y el día de venganza del Dios nuestro.”* El no leyó: *“Y el día de venganza del Dios nuestro,”* porque eso corresponde a la Segunda Venida de Cristo en donde vendrá el día de venganza del Dios nuestro, que es el día de Jehová o día de la ira de Dios, el día de Dios. Por lo tanto, ese día de venganza del Dios nuestro corresponde al Séptimo Milenio, es en el Séptimo Milenio de Adán hacia acá o Tercer Milenio de Cristo hacia acá que Dios va a traer venganza sobre la raza humana, vengará la sangre de los hebreos que han sido martirizados en diferentes tiempos, y vengará la sangre de los creyentes en Cristo que han sido perseguidos y masacrados en diferentes tiempos. Por eso Jesús y los Apóstoles enseñaron que las personas, los creyentes en Cristo no se vengaran ellos mismos, que dieran lugar a la ira, porque Dios en el día de la ira, en el día de venganza del Dios nuestro, Dios vengará a cada persona, o sea, tomará venganza contra aquellas personas y naciones que han hecho daño a los hijos e hijas de Dios. Ahora, encontramos que Dios ya había hablado en el Antiguo Testamento en el libro de Números y en el libro de Deuteronomio acerca de todo esto. En Números, capítulo 35, versos 30 al 33, vamos a leer el verso 33 donde dice: “*Y no contaminaréis la tierra donde estuviereis; porque esta sangre amancillará la tierra, y la tierra no será expiada de la sangre que fue derramada en ella, sino por la sangre del que la derramó.”* Y ahora, podemos ver que ahí hay una promesa, Dios se encargará de la venganza, Dios dice: “Mía es la venganza, yo pagaré.” Por eso Cristo dijo que el Hijo del Hombre vendrá con Sus Angeles y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras, y en Apocalipsis, capítulo 22, verso 12 dice: “*He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra.”* Para los escogidos la recompensa es una bendición grande; pero para los incrédulos, la recompensa de los incrédulos es el juicio divino. Ahora, en Deuteronomio, capítulo 32, verso 39 en adelante dice: “*Ved ahora que yo, yo soy,* *Y no hay dioses conmigo;* *Yo hago morir, y yo hago vivir;* *Yo hiero, y yo sano;* *Y no hay quien pueda librar de mi mano.* *Porque yo alzaré a los cielos mi mano,* *Y diré: Vivo yo para siempre,* *Si afilare mi reluciente espada,* *Y echare mano del juicio,* *Yo tomaré venganza de mis enemigos.”* Y aquí nos habla nuevamente de la venganza divina, todos los enemigos de Dios son los enemigos del pueblo hebreo y de la Iglesia del Señor Jesucristo, porque el pueblo hebreo es el Israel terrenal y la Iglesia es el Israel Celestial: “*Y daré la retribución a los que me aborrecen.* *Embriagaré de sangre mis saetas,* *Y mi espada devorará carne;* *En la sangre de los muertos y de los cautivos,* *En las cabezas de larga cabellera del enemigo.* *Alabad, naciones, a su pueblo...”* Vean, Dios no permite que se hable mal de Su pueblo terrenal: Israel, y de Su pueblo celestial: la Iglesia del Señor Jesucristo, sino que alaben a Su pueblo, que hablen bien, hablen todas las virtudes de Su pueblo: de Su pueblo terrenal y de Su pueblo celestial: “*Alabad, naciones, a su pueblo,* *Porque él vengará la sangre de sus siervos,* *Y tomará venganza de sus enemigos.”* Dios tomará venganza de todos los enemigos del Israel terrenal y del Israel Celestial, y eso es lo que Dios enseña en Su Palabra; por eso El ha dicho que las personas no se venguen a sí mismas, que den lugar a la ira, que den lugar a que sea Dios el que lleve a cabo la venganza. Para Dios vengar a Su pueblo terrenal y a Su pueblo celestial: Su Iglesia, Dios tiene que estar como Juez. En la actualidad Cristo está como Sumo Sacerdote y por consiguiente la Sangre de Cristo está sobre el Trono de Intercesión, por lo tanto Cristo aunque ha sido puesto por Dios para juzgar a los vivos y a los muertos, porque todo el juicio fue dado al hijo, dice San Juan, o sea, el mismo Cristo hablándonos en San Juan, capítulo 5, dice verso 21: “*Porque como el Padre levanta a los muertos, y les da vida, así también el Hijo a los que quiere da vida.* *Porque el Padre a nadie juzga, sino que todo el juicio dio al Hijo.”* Por eso Pedro y los demás Apóstoles podían decir que Jesucristo es Juez de vivos y muertos, y El va a actuar como Juez cuando El termine Su labor de Sumo Sacerdote en el Templo Celestial, y entonces ya no habrá misericordia desde el Cielo para los seres humanos, porque ya el Trono de Dios donde está la Sangre de Cristo y que convierte ese Trono en un Trono de misericordia, al Cristo terminar Su labor de intercesión ya entonces no habrá Sangre en el Trono Celestial y por consiguiente se convierte en un Trono de juicio, y por consiguiente Cristo entonces termina su labor de intercesor, de Sumo Sacerdote, y entonces ya no le ofrecerá al mundo misericordia, sino que El entonces se convierte en el León de la tribu de Judá y Juez de toda la Tierra, Rey de reyes y Señor de señores y Juez de toda la Tierra para traer el mundo a juicio ante el Trono de Dios. Ahora, podemos ver cómo es que va a ser establecido el juicio divino en el día de Dios, en el día de venganza del Dios nuestro, en el día de Jehová: “porque El vengará la sangre de sus siervos.” Por lo tanto la muerte de los mártires hebreos y de los mártires del cristianismo será vengada en el día de venganza del Dios nuestro, y eso es para el Séptimo Milenio de Adán hacia acá y Tercer Milenio de Cristo hacia acá. Y ese milenio ya comenzó, por lo tanto en cualquier momento Cristo hará intercesión hasta por el último escrito en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, el último escogido de Dios, y entrará al Cuerpo Místico de Cristo, o sea, a la Iglesia de Jesucristo. O sea, recibirá a Cristo como su Salvador, lavará sus pecados en la Sangre de Cristo arrepentido de sus pecados, será bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo lo bautizará con Espíritu Santo y Fuego, y así habrá nacido hasta el último escogido de Dios en el Reino de Dios, en la Iglesia de Jesucristo, y entonces se habrá completado la Iglesia del Señor Jesucristo, y entonces Cristo ya no tiene que continuar en el Cielo haciendo intercesión como Sumo Sacerdote, porque ya habrá terminado Su labor de intercesión como Sumo Sacerdote, como lo hacía el sumo sacerdote el día diez del mes séptimo de cada año en medio del pueblo hebreo allá en el templo. Cuando él terminaba su labor de intercesión salía del lugar santísimo y luego se cambiaba sus ropas, se bañaba y se cambiaba sus ropas y se colocaba las vestiduras de príncipe, de rey, era llamado “el novio de Israel” cuando se colocaba las vestiduras de oro. Y Cristo cuando termine Su Obra de Intercesión en el Templo Celestial, entonces será Juez y Rey, el Rey de reyes y Señor de señores, el León de la tribu de Judá, por eso en Apocalipsis, capítulo 10 clama como cuando ruge un león y Siete Truenos emiten sus voces, y eso es Cristo hablando como Rey y Juez de toda la Tierra, ya no hablando como Sumo Sacerdote. La Voz de Cristo como Rey, como León de la tribu de Judá, son los Siete Truenos de Apocalipsis, capitulo 10. Ahora, podemos ver que Cristo se convertirá en Juez de todos los seres humanos, y vengará la Sangre de sus siervos (el pueblo hebreo) y de Sus hijos (los miembros de la Iglesia de Jesucristo), de mano de todos aquellos que han martirizado al pueblo hebreo y a la Iglesia del Señor Jesucristo, y Cristo destruirá el reino del anticristo, porque dos reinos no pueden existir a la misma vez en esta Tierra. Y Cristo va a establecer Su Reino físico en este planeta Tierra, por lo tanto tiene que estar el Reino de los gentiles en la etapa de los pies de hierro y de barro cocido, que es la etapa que corresponde a este tiempo final, y será en la última trompeta, en la Séptima Trompeta. Cuando la Séptima Trompeta suene, entonces Cristo reclamará Su Reino, reclamará este planeta Tierra, reclamará el Reino de David, reclamará el Trono de David, y reclamará todo lo que El ha redimido con Su Sangre preciosa, porque ya El pagó el precio de todo lo que El tenía que redimir. Vean, en el capítulo 11 del Apocalipsis, verso 15 en adelante, dice: “*El séptimo ángel tocó la trompeta, y hubo grandes voces en el cielo, que decían: Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo; y él reinará por los siglos de los siglos.”* Y quien toca la Séptima Trompeta es Moisés y Elías, los Dos Olivos de este mismo capítulo 11 del Apocalipsis. Por lo tanto bajo el ministerio de los Dos Olivos sonando la Séptima Trompeta es que viene el juicio divino, la ira de Dios sobre la raza humana, y es que viene ese cambio de reino de los gentiles al Reino de Cristo. Ahora, podemos ver que hay una bendición muy grande para todos los hijos e hijas de Dios para este tiempo final. Ahora, continuemos leyendo aquí el capítulo 32 de Deuteronomio, repito el verso 43: “*Alabad, naciones, a su pueblo,* *Porque él vengará la sangre de sus siervos,* *Y tomará venganza de sus enemigos,* *Y hará expiación por la tierra de su pueblo.”* Y en lo que habíamos leído de Números, capítulo 35, dice el verso 33: “*y la tierra no será expiada de la sangre que fue derramada en ella, sino por la sangre del que la derramó.”* Por eso el día de venganza del Dios nuestro traerá el juicio divino sobre las naciones gentiles, sobre la etapa de los pies de hierro y de barro cocido del reino de los gentiles, que es la etapa del reino del anticristo, del hombre de pecado. Ahora, podemos ver que el día de Dios o día de venganza del Dios nuestro, es el tiempo más terrible para todas las naciones, porque es el tiempo en que la ira de Dios será derramada sobre la humanidad. Pero para los escogidos de Dios es el tiempo más glorioso porque es el tiempo de grandes bendiciones para los escogidos de Dios. Antes que comience la gran tribulación, antes que caiga la ira de Dios sobre la raza humana Cristo terminará Su Obra de Intercesión en el Cielo, se levantará del Trono del Padre, tomará el Título de Propiedad que es el Libro de los Siete Sellos de Apocalipsis, capítulo 5, lo abrirá en el Cielo en el capítulo 6 del Apocalipsis, y en el capítulo 8 - o abre el Sello número siete y luego en Apocalipsis, capítulo 10 desciende a la Tierra con el Librito abierto en Su mano y se lo entrega a un hombre para que se lo coma. Y así el Título de Propiedad de los Cielos y de la Tierra, el Libro de la Vida del Cordero regresa a la raza humana, pues lo trae Cristo, el Segundo Adán para que se lo coma un hijo suyo, y tiene que ser un Profeta, porque solamente a los Profetas viene la Palabra de Dios revelada de parte de Dios, y ese Profeta la revela al pueblo. Dios coloca en el corazón, en el alma, en la mente, en el espíritu y en la boca de Sus Profetas Su Palabra, ellos la hablan y eso es la Palabra de Dios para el pueblo, ese es Dios hablando a través de un Profeta. Los Profetas tienen las dos conciencias juntas, no necesitan dormirse para recibir las revelaciones divinas. Ahora, encontramos que para este tiempo final está señalado que Dios enviará los Dos Olivos, y está señalado que Dios enviará el Angel con el Sello del Dios Vivo de Apocalipsis, capítulo 7, verso 2 en adelante, para llamar y juntar ciento cuarenta y cuatro mil hebreos. ¿Y por qué dice en el capítulo 7 que es un Angel y en Apocalipsis 11 dice que son los Dos Olivos, los dos ungidos? Porque en el Angel que viene con el Sello del Dios Vivo, o sea, que viene con el Espíritu Santo, el Espíritu Santo operará los ministerios de los Dos Olivos, los ministerios de Moisés y de Elías, y por medio de ese Angel del Señor Jesucristo serán llamados y juntados ciento cuarenta y cuatro mil hebreos. Por eso es que muchas personas y predicadores han ido al pueblo hebreo para convertir el pueblo hebreo a Cristo y no han podido, ni siquiera San Pablo pudo ni San Pedro. Ahora, Dios llamó de entre hebreos personas para formar parte de la Iglesia de Jesucristo, y de entre los gentiles ha estado llamando un pueblo para Su Nombre, para formar parte de la Iglesia de Jesucristo. Pero el pueblo hebreo como nación nunca ha sido convertido a Cristo. ¿Por qué? Porque en el Programa de Dios está señalado el tiempo en que el pueblo hebreo será convertido a Cristo, a Dios. San Pablo habla de ese tiempo en el libro o carta a los Romanos, capítulo 11 dice para cuándo será, dice capítulo 11, verso 25 en adelante de Romanos: “*Porque no quiero, hermanos, que ignoréis este misterio* (vean, es un misterio)*, para que no seáis arrogantes en cuanto a vosotros mismos: que ha acontecido a Israel endurecimiento en parte, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles.”* Ese corazón duro del pueblo hebreo como nación que no ha dejado que Cristo entre a su corazón, ese endurecimiento del pueblo hebreo como nación y de la mayoría de los hebreos como individuos, es en parte, por un tiempo, en lo que entra la plenitud de los gentiles al Cuerpo Místico de Cristo. Pero cuando haya entrado hasta el último escogido de Dios en el Cuerpo Místico de Cristo entonces Dios se tornará al pueblo hebreo: “*y luego todo Israel será salvo, como está escrito:* *Vendrá de Sion el Libertador* (y Sion representa la Iglesia del Señor Jesucristo)*,* *Que apartará de Jacob la impiedad.* *Y este será mi pacto con ellos,* *Cuando yo quite sus pecados.”* ¿Y cómo son quitados los pecados de las personas en el Nuevo Testamento? Por medio de la Sangre de Cristo, no hay otra forma para ser quitados los pecados de los seres humanos: “*Y este será mi pacto con ellos, Cuando yo quite sus pecados.”* Así que ellos entrarán al Nuevo Pacto que Dios les había prometido, pero por dos mil años aproximadamente desde el Día de Pentecostés en adelante el Nuevo Pacto fue establecido, y el pueblo hebreo no sabe que un Nuevo Pacto está vigente delante de Dios y el pacto antiguo ya fue anulado, pero el pueblo hebreo no lo sabe. ¿Por qué? Porque tiene endurecimiento en su alma, en su corazón, y sigue insistiendo en las cosas del Antiguo Testamento, las cuales eran tipo y figura de las cosas que Dios haría en el Nuevo Testamento. El Antiguo Testamento es el tipo y figura, el reflejo del Nuevo Testamento, por eso en el Antiguo Testamento se dislumbra todo lo que hay en el Nuevo Testamento, se dislumbra Cristo en el Antiguo Testamento en el cordero pascual, en el macho cabrío de la expiación, en las diferentes fiestas y también en el sábado, el día de reposo. Por eso en el Nuevo Testamento Cristo es nuestro reposo, el día séptimo de la semana: el sábado, el día de reposo para el pueblo hebreo en el Antiguo Testamento, ahora en el Nuevo Testamento es un hombre: Jesucristo nuestro Salvador, el cual nos da descanso no solamente el día sábado sino todos los días de la semana, y todos los días del mes, y todos los días del año, y nos da paz a nuestra alma. ¿Y cómo puede darnos paz a nuestra alma? Bajo el Nuevo Pacto, porque el Nuevo Pacto es el pacto de paz en donde nuestros pecados han sido quitados de nosotros, y cuando son quitados los pecados entonces la persona tiene paz porque está dentro de un pacto de paz, y entonces no tiene que tener miedo a nada porque está dentro de un pacto de paz en donde está la Sangre del Nuevo Pacto, la Sangre de Cristo que nos limpia de todo pecado. Y por consiguiente bajo ese pacto de paz tenemos Vida eterna. Ahora, el pueblo hebreo no se ha dado cuenta de lo que ha sucedido, se ha estado perdiendo la bendición contenida en el Nuevo Testamento, por dos mil años aproximadamente se ha estado perdiendo toda esta bendición, la bendición que fue reflejada el día de la expiación del mes séptimo, del día diez del mes séptimo, que era el día de la expiación donde se sacrificaba el macho cabrío de la expiación para reconciliar al pueblo hebreo con Dios. Y el que no se afligiera en ese día, sería cortado del pueblo, porque ese día era para ser reconciliados con Dios, y ese día de la expiación es tipo y figura de la Dispensación de la Gracia, el día de reconciliación con Dios, que comenzó el día en que Cristo fue crucificado; de ahí en adelante se abrió en el Templo Celestial el día de la expiación, el día de la reconciliación del ser humano con Dios. Y todavía estamos en ese día, en la tarde de ese día, el sumo sacerdote comenzaba en la mañana ese día de la expiación y terminaba en la tarde. Y ahora, nos encontramos en la tarde, por lo tanto pronto Cristo terminará en el Cielo Su Obra de Intercesión, como lo terminaba en la tarde el sumo sacerdote en el templo terrenal. Cuando el sumo sacerdote terminaba su labor de intercesión y salía del templo, del lugar santísimo, y luego se quitaba las ropas que había usado en el lugar santísimo y se lavaba, se bañaba y luego se colocaba las ropas de oro, las vestiduras doradas, ya ahí no estaba como intercesor sino que estaba como el novio de Israel. Y Cristo cuando termine Su Obra de Intercesión viene como Rey, como Príncipe, como el Novio de la Iglesia, de Su Iglesia para casarse con ella. Cuando El termine Su Obra de Intercesión ya no será el Sumo Sacerdote en el Cielo, por lo tanto de ahí en adelante no habrá misericordia para las personas, de ahí en adelante Cristo será el Juez para juzgar a todas las personas en este planeta Tierra. Los que ya alcanzaron misericordia no serán juzgados: “El que oye mi Palabra y cree al que me envió, tiene Vida eterna; y no vendrá a condenación, mas pasó de muerte a vida.” No tendrá que ser juzgado porque ya el juicio por el cual tenía que pasar fue efectuado en Cristo, El fue juzgado por nuestros pecados y fue condenado y fue crucificado por nosotros. Y ahora, nosotros estamos a salvo, con Su Sangre El nos ha limpiado de todo pecado. Y ahora, el día de Dios, el día de venganza del Dios nuestro a nosotros no nos hará daño porque El no nos va a juzgar a nosotros como Juez para condenarnos, porque ya El nos salvó y nos limpió con Su Sangre preciosa. Esa es la bendición grande que tienen todas las personas que han recibido a Cristo como su Salvador, han recibido el perdón de sus pecados, han sido lavados con la Sangre de Cristo de todo pecado, han sido bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo los ha bautizado con Espíritu Santo y Fuego y ha producido Cristo en ellos el nuevo nacimiento y han nacido en el Reino de Dios. Cristo dijo: “El que no nazca de nuevo del agua y del Espíritu no puede entrar al Reino de Dios, y ahora, vean la forma de entrar al Reino de Dios: recibiendo a Cristo como nuestro Salvador, lavando nuestros pecados en Su Sangre, siendo bautizados en agua en Su Nombre y recibiendo Su Espíritu Santo, así obtenemos el nuevo nacimiento y así hemos nacido en el Reino de Cristo, hemos entrado al Reino de Cristo que es el Reino de Dios, y tenemos Vida eterna, y no vamos a ir a condenación, ya hemos pasado de muerte a vida, nos hemos levantado de entre los muertos, y Cristo nos ha alumbrado y nos ha colocado en Su Reino con Vida eterna. Pero toda persona que no ha recibido a Cristo como su Salvador no tiene Vida eterna y por consiguiente será juzgado y condenado, y aun el juicio divino que vendrá durante el tiempo de la gran tribulación que es el lapso de tiempo de tres años y medio que corresponde a la última parte de la semana número setenta de la profecía de Daniel. En esa parte, en esos tres años y medio vendrá el juicio divino y vendrá la venganza del Dios nuestro sobre la raza humana, sobre esta generación que existe en este tiempo final. Y entonces los escogidos de Dios ¿qué les sucederá? Mientras la Tierra estará pasando por el día de venganza del Dios nuestro durante la gran tribulación, los escogidos estarán transformados en el Cielo, en la Cena de las Bodas del Cordero con Jesucristo nuestro Salvador disfrutando de la fiesta más grande del universo completo. Por lo tanto este tiempo es el tiempo más grande y glorioso para todos los hijos de Dios, vean aquí lo que nos dice en Apocalipsis 19, verso 7 en adelante: “*Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas del Cordero, y su esposa se ha preparado.* *a ella se le ha concedido que se vista de lino fino, limpio y resplandeciente; porque el lino fino es las acciones justas de los santos.* *Y el ángel me dijo: Escribe: Bienaventurados los que son llamados a la cena de las bodas del Cordero.”* Cuando Cristo nos llama, en ese llamado está la invitación para ir a la Cena de las Bodas del Cordero, por eso tenemos que recibir a Cristo como nuestro Salvador, lavar nuestros pecados en Su Sangre, ser bautizados en agua en Su Nombre y recibir el Espíritu Santo que es la vestidura espiritual, la vestidura de boda espiritual lo cual es el bautismo del Espíritu Santo. Y la vestidura de boda física es el cuerpo físico glorificado que El nos dará, y entonces estaremos vestidos completamente para ir con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero, a la recepción de las bodas de Cristo con Su Iglesia. Y ahora, son bienaventurados los que son llamados a la Cena de las Bodas del Cordero, ¿y dónde están esos bienaventurados? Aquí estamos, por eso estamos esperando que Cristo nos lleve con El a la Cena de las Bodas del Cordero. ¿Por qué? Porque hemos sido llamados, somos invitados para estar en la Cena de las Bodas del Cordero, y así como el novio le colocaba la vestidura de boda a las personas que iban a ir, a estar en la boda, es Cristo el que le coloca la vestidura de boda a cada creyente, el bautismo del Espíritu Santo es la vestidura de boda espiritual, y el nuevo cuerpo físico que El nos dará es la vestidura física que El nos dará para ir a la Cena de las Bodas del Cordero. Ahora, podemos ver que para entrar hay que entrar por la puerta que es Cristo, por lo tanto es importante estar en Cristo, creyendo en El con toda nuestra alma, habiéndolo recibido como nuestro Salvador, habiendo confesado a Cristo todos nuestros pecados y por consiguiente habiendo sido lavados con la Sangre de Cristo de todos nuestros pecados, y habiendo sido bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo habiéndonos bautizado con Espíritu Santo y Fuego y habiendo así producido el nuevo nacimiento en nosotros, y por consiguiente habiéndonos colocado en Su Reino Espiritual que es Su Iglesia. Ahora, podemos ver este gran misterio de Cristo y Su Iglesia, y porqué es tan importante que todo ser humano reciba a Cristo como su Salvador, es un asunto de vida o muerte, es un asunto de que la persona que no reciba a Cristo no tiene derecho a vivir eternamente con Cristo en Su Reino. Pero para los que lo reciben como su Salvador, el privilegio es que vivirán con Cristo en Su Reino por el milenio y después por toda la eternidad. Así que es un asunto de Vida eterna, el recibir a Cristo como nuestro Salvador no es un asunto de fanatismos porque la Vida eterna no es fanatismo, la Vida eterna es el tesoro más preciado que Dios le otorga al ser humano a través de Jesucristo. Dice San Pablo en Romanos, capítulo 6, verso 23: “*Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios* (¿es cuál?) *es vida eterna* (¿cómo?) *en Cristo Jesús Señor nuestro.”* Ninguna persona puede recibir Vida eterna a menos que sea a través de Jesucristo nuestro Salvador; por lo tanto es un asunto de Vida eterna el recibir a Cristo como nuestro Salvador, El es el único que lo puede salvar a usted y a mí de nuestros pecados, El es el único que lo puede libertar: “Si el Hijo del Hombre os libertare, seréis verdaderamente libres.” El es el que nos puede libertar, nos puede salvar de nuestros pecados, porque los puede quitar de nosotros, y entonces quedamos justificados ante Dios, o sea, como si nunca en la vida hubiésemos pecado, y Dios no se acordará más de nuestros pecados, son desintegrados por la Sangre de Cristo. No hay otra cosa que lo pueda limpiar de sus pecados a usted o a mí, solamente la Sangre de Cristo, por lo tanto hay que recibir al dueño de esa Sangre para que con Su Sangre nos limpie de todo pecado. Por lo tanto en esta ocasión todos los que han recibido a Cristo como su Salvador confesando sus pecados a Cristo, Cristo los ha limpiado de sus pecados, ha perdonado sus pecados, ustedes han sido bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo los ha bautizado con Espíritu Santo y Fuego, y ha producido en ustedes el nuevo nacimiento y ustedes tienen Vida eterna, por lo tanto vivirán con Cristo por el milenio y por toda la eternidad y yo también. Por lo tanto, nos veremos en el Reino Milenial en un cuerpo nuevo y eterno como Reyes, como Sacerdotes y Jueces con Jesucristo nuestro Salvador, y luego continuaremos por toda la eternidad con Cristo. Es que los redimidos por Cristo son Su gabinete de gobierno, y usted no lo sabía, usted no sabía que pertenecía al gabinete de gobierno de Jesucristo nuestro Salvador. Usted es una persona de gobierno y usted no lo sabía, y de un gobierno que es para toda la eternidad, no puede venir otra persona y decir: “Vamos a hacer las elecciones el próximo año, y vamos a ver si Cristo continúa gobernando,” ni puede suceder porque el diablo estará atado en el infierno. Y tampoco nadie va a decir: “Queremos otro gobernante.” Todos nosotros diremos siempre: “Que Cristo continúe reinando por el milenio y por toda la eternidad, no queremos otro;” y tampoco hay otro que pueda ser comparado con Cristo, y Dios tampoco tiene otro. Y nosotros tampoco queremos otro, solamente queremos a Jesucristo como Rey de este mundo, del pueblo hebreo y del universo completo, porque El es el Rey de reyes y Señor de señores, El es Rey en la séptima dimensión, El es Rey en la sexta dimensión, y El es Rey en esta dimensión terrenal, por eso El va a establecer Su Reino en este planeta Tierra y se va a sentar sobre el Trono de David y va a reinar por el milenio y por toda la eternidad. Ahora, podemos ver que estamos con el candidato de Dios, con Jesucristo nuestro Salvador, a Cristo le ha sido dado el Reino, por lo tanto El es el heredero, el heredero de Dios, heredero de los Cielos y de la Tierra, heredero de toda la creación, y por medio de El Dios llevó a cabo toda la creación. Ahora, podemos ver que estamos con el heredero, con Jesucristo nuestro Salvador, por lo tanto nuestro futuro es seguro y bueno, nuestro futuro es en el Reino de Jesucristo nuestro Salvador. Por lo tanto viviremos con El por el milenio y por toda la eternidad; por lo tanto si usted es pobre no se preocupe, pues es pobre económicamente en este reino terrenal que es temporal, en el Reino Milenial de Cristo usted será rico o rica porque ustedes son príncipes y princesas del Reino de Cristo, y allí tendremos nuestra herencia porque somos herederos de Dios y coherederos con Cristo Jesús Señor nuestro. Por lo tanto la herencia de Dios Cristo la comparte ¿con quiénes? Con todos nosotros, somos coherederos con Cristo. Por lo tanto el día de Dios en donde El traerá el juicio divino no nos va a afectar a nosotros, será para quitar todos los problemas que hay en la Tierra y quitar los reinos terrenales, el reino del anticristo en la etapa de los pies de hierro y de barro cocido, y Cristo establecer Su Reino de paz, de amor, de felicidad y de prosperidad. Y en ese Reino es que verdaderamente el pueblo hebreo recibirá la paz de Dios, la cual Cristo dará al pueblo hebreo como la ha dado a nosotros en nuestras almas, porque la paz de Cristo solamente la puede obtener el ser humano dentro del pacto de paz, donde está la Sangre del pacto de paz: la Sangre de Cristo nuestro Salvador. “**EL DÍA DE DIOS.”** El día de Dios es el Séptimo Milenio donde el juicio divino caerá sobre la raza humana; por lo tanto en algún año del Séptimo Milenio vendrá el juicio divino de la gran tribulación, y a ese lapso de tiempo se le llama “el día de venganza del Dios nuestro,” y se le llama “el día de Jehová,” y se le llama “el día de Dios.” Y ahora, encontramos en Malaquías, capítulo 4 lo que será ese día para la humanidad, capítulo 4, verso 1 en adelante dice: “*Porque he aquí, viene el día ardiente como un horno, y todos los soberbios y todos los que hacen maldad serán estopa; aquel día que vendrá los abrasará, ha dicho Jehová de los ejércitos, y no les dejará ni raíz ni rama.”* Este es el tiempo de la gran tribulación en donde el juicio divino vendrá sobre la raza humana, se va a desatar el fuego de los volcanes y el fuego atómico y todo fuego se va a desatar y va a haber un diluvio no de agua sino de fuego, ese es el día ardiente como un horno. Pero para los que temen el nombre del Señor, dice: “*Mas a vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traerá salvación.”* Cristo es el sol de justicia, y sus alas son los ministerios de los Dos Olivos: Moisés y Elías, para traer salvación, la redención del cuerpo, la resurrección de los muertos en Cristo y la transformación de nosotros los que vivimos: “*Y saldréis y saltaréis como becerros de la manada.”* Y en el Reino Milenial estaremos saltando como becerros de la manada, de júbilo, de gozo en el Reino de Cristo: “*Hollaréis a los malos, los cuales serán ceniza bajo las plantas de vuestros pies.”* Y durante el Reino Milenial estaremos caminando sobre la ceniza de los malos, porque habrán dejado de existir: “*en el día en que yo actúe, ha dicho Jehová de los ejércitos.* *Acordaos de la ley de Moisés mi siervo, al cual encargué en Horeb ordenanzas y leyes para todo Israel.* *He aquí, yo os envío el profeta Elías, antes que venga el día de Jehová, grande y terrible.”* Y Dios envía a Elías a la Iglesia de Jesucristo como precursor de la Segunda Venida de Cristo, lo cual cumplió en el Rvdo. William Branham, para convertir el corazón de los hijos a los padres, para convertir el corazón, la fe de los hijos de Dios de este tiempo a la fe apostólica. Y para el pueblo hebreo este Elías cuarto que Dios envió a la Iglesia del Señor Jesucristo, no es el Elías que Dios enviará al pueblo hebreo, será el quinto Elías el que Dios enviará al pueblo hebreo para la restauración del pueblo hebreo, y para llevar a cabo la Obra correspondiente a ese tiempo, y lo enviará con Moisés. O sea, que los ministerios de Moisés y de Elías estarán juntos en un hombre que es el Angel de Apocalipsis 7, que viene con el Sello del Dios Vivo, con el Espíritu Santo para llamar y juntar ciento cuarenta y cuatro mil hebreos, y así se llevará a cabo la restauración del pueblo hebreo y serán reconciliados con Dios. “*El hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres, no sea que yo venga y hiera la tierra con maldición.”* Ahora, el pueblo hebreo va a ver la manifestación de Cristo en medio de Su Iglesia y va a decir: “Este es el que nosotros estamos esperando,” y luego el Evangelio va a ir de entre los gentiles, de la Iglesia de Jesucristo hacia el pueblo hebreo, como vino de los hebreos a los gentiles por medio de Pedro y Pablo, y del Evangelio de entre los gentiles al pueblo hebreo por medio de Moisés y Elías, por medio de esos ministerios que estarán en el Angel del Señor Jesucristo, el Angel que viene con el Sello del Dios vivo. Y ahora, todo eso estará en la Iglesia del Señor Jesucristo, para de ahí el Espíritu de Cristo regresar al pueblo hebreo, por lo tanto Pedro y Pablo son tipo y figura de Moisés y de Elías. Y ahora, todo esto está prometido para este tiempo final, por lo tanto antes que venga el día de Dios, el día de venganza del Dios nuestro, el día ardiente como un horno, todas estas cosas estarán en medio de la Iglesia de Jesucristo para luego pasar al pueblo hebreo, y la Iglesia de Jesucristo ascender al Cielo en cuerpos glorificados e ir a la Casa de nuestro Padre Celestial, a la Cena de las Bodas del Cordero que durará tres años y medio, tres años y medio de fiesta en el Cielo en la Casa de nuestro Padre Celestial. Son bienaventurados los que son llamados a la Cena de las Bodas del Cordero, a esa gran fiesta celestial, para lo cual El nos dará un cuerpo interdimensional para poder ir a la Cena de las Bodas del Cordero, a la séptima dimensión a la Casa de nuestro Padre Celestial, pues para ese lugar no hay aviones, no hay líneas aéreas ni cohetes que puedan llevar al ser humano, por lo tanto necesitamos que El nos dé la vestidura interdimensional que es el nuevo cuerpo con el cual ascenderemos al Cielo, como hizo Cristo cuando ascendió al Cielo, no ascendió en un avión o en un cohete, sino que ascendió en Su cuerpo glorificado y desapareció de la vista de Sus Apóstoles y de las demás personas que allí estaban presentes. Esa es la clase de cuerpo que El le dará a ustedes y a mi también, eso está prometido en diferentes lugares de la Escritura entre los cuales tenemos a Filipenses, capítulo 3, verso 20 al 21, donde dice San Pablo: “*Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo; el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra* (¿ven? Va a transformar nuestro cuerpo físico)*, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya* (para que sea un cuerpo glorificado, como el cuerpo glorificado que Jesucristo tiene, ¿con qué poder?)*, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas.”* Con ese poder es que El nos transformará a todos nosotros, y El tiene todo poder en el Cielo y en la Tierra, porque le fue dado todo poder en el Cielo y en la Tierra, por lo tanto lo que El ha prometido hacer, El tiene el poder para hacerlo. Por lo tanto estamos esperando nuestra transformación para ir con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero, antes que comience el día ardiente como un horno en este planeta Tierra, antes que comience el día de Jehová grande y terrible, antes que comience el día de venganza del Dios nuestro, antes que comience el día de Dios en la Tierra, antes que comience la gran tribulación lo cual será en el Séptimo Milenio. Ya el Séptimo Milenio comenzó, pero la gran tribulación todavía no ha comenzado, pero será en algún año del Séptimo Milenio. Ahora, podemos ver el misterio del día de Dios, del día de Jehová, del día del Señor: “Y todo el que invocare el nombre del Señor, será salvo.” Antes que llegue el día de Jehová grande y terrible. Por lo tanto por cuanto no ha comenzado todavía el día de Jehová grande y terrible, el día de venganza del Dios nuestro, todo el que invoque el Nombre del Señor recibiendo a Cristo como su Salvador, será salvo. Los que no han recibido a Cristo no están salvos todavía; pero pueden ser salvos en esta noche, recibiendo a Cristo como su Salvador, porque el que invocare el Nombre del Señor antes que comience el día de venganza del Dios nuestro, será salvo, por lo tanto en esta noche todos los que no han recibido a Cristo todavía, lo pueden hacer para recibir la salvación de su alma y recibir Vida eterna. El Rvdo. Miguel Bermúdez Marín orará por todas las personas que levanten sus manos para recibir a Cristo como su Salvador, para lo cual dejo al Rvdo. Miguel Bermúdez Marín con ustedes en esta ocasión. Muchas gracias por vuestra amable atención amables amigos y hermanos presentes, y que Dios les continúe bendiciendo a todos. “**EL DÍA DE DIOS.”**